TEXTOS NEKOVIDAL
 

SÁBANAS BLANCAS
 

Como sábanas blancas al viento eran aquellos sueños de crear un mundo mejor de la nada, sin más herramientas que la invencible fragilidad de nuestras ideas.

Y cuando creíamos tener todas las respuestas, ya se sabe, nos cambiaron las preguntas, y resultó que el mundo no era como lo veíamos, o de eso intentaron convencernos.

Así quedaron atrás, como si de burdas y superficiales modas tan sólo se tratara, el pacifismo, el ecologismo, la revolución sexual, el mayo eterno, y otros mil cantos de libertad.

El mundo no era como lo veíamos, decían y repetían quienes se creían con derecho a decidir como ha de ser el mundo.

Pero resultó que los peores presagios de los primeros compañeros ecologistas se transformaron, poco a poco, en cruda realidad.

Resultó que se podían hacer guerras aún más absurdas y monstruosas, aunque pareciera imposible.

Resultó que la mujer podía tener derecho a su vida y su cuerpo sin que la familia, la sociedad y el mundo se desmoronaran.

Resultó que el sistema económico no era tan corrupto como creíamos, sino muchísimo más.

Resultó, en definitiva, que no veíamos el mundo tan al revés como nos contaban quienes, ahora lo sabemos, lo veían completamente al revés.

 

¿No será que nuestra ceguera no era tal, y que nuestro único y tremendo error fue renunciar, como a tantos otros, a nuestros más libres y libertarios sueños de juventud?

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 



FICCIONE
http://www.arteslibres.net/literatura/tertulia_entrelineas/ficciones.jpgS
 

Un grupo de niños empieza una batalla de bolas de nieve aprovechando las primeras nevadas invernales de Alemania. Al rato se le unen unos adultos, familiares y vecinos de los niños, y poco después hay montada tal pelea y tumulto, que tienen que acudir al lugar varios coches de policía a poner orden y llevarse a unos cuantos detenidos.


 

Un noruego, jefe de una empresa, exige a sus empleadas que luzcan un brazalete rojo cuando tengan la regla. El tipo ha roto todas las reglas del modelo social noruego.


 

Un hombre se traga un altavoz para promocionar su tienda de música. El original sistema publicitario resultó, desde luego, muy sonado.


 

Otro pide que le entierren con su teléfono móvil y que le llamen después de muerto, por si acaso. Esta moda comienza a ser un problema por el reciclaje de las baterias. La estupidez humana, sin embargo, parece ser, biodegradable.


 

Una gallega se proclama propietaria del sol ante notario. Como buena gallega, no hay quien la apee de la burra. Mientras, el sol, que ella dice que es suyo, sigue a lo suyo.


 

Joseph Guiso, un joven australiano, se ha casado con su perra Honey. Todo en la historia es un tanto desconcertante, especialmente las declaraciones del novio, ya marido, tras la boda: "La amo de verdad y por eso no tendré relaciones con Honey". Así fue como me enteré de que me he pasado media vida perdido en vulgares amores humanos . . . y sin amar de verdad.


 

La prensa británica le ha bautizado como "el peor equipo de fútbol del mundo". Se llama Madron F.C., juega en una modesta liga inglesa y encajó en un partido 55 tantos. La cosa va mejorando, porque en los dos últimos partidos, sumados, sólo les marcaron 49 goles.


 

Por último, un estudio, hecho por una profesora alemana, asegura que ver tetas durante diez minutos puede hacer que los hombres mayores de cuarenta años vivan cinco años más. Yo pensaba que era un estudio hecho por adolescentes, pero no, es una respetable y presumiblemente bien dotada profesora alemana. Desde ahora sí que se puede decir eso de que: “No es vicio, es ejercicio”. Por resumir, según ella, si ven tetas de infarto, tienen menos infartos. Sigo buscando donde incluir tan saludables diez minutos en mi agenda . . .


 

Estas y mil cosas más han sucedido en el mundo durante la última semana. Lo de que “la realidad supera a la ficción” ya hace tiempo que está superado.

Guerras de “pacificación”, pacifistas a golpes con la policía, censores que censuran al tiempo que critican a otros censores, gobiernos que gobiernan pero no deciden, productos etiquetados de ecológicos que sólo tienen de tales la etiqueta, dedos que señalan determinados lugares donde se violan los derechos humanos, pero sólo algunos, mientras se ignoran o justifican otros mucho peores, regateos para ver quien pone un parche ecológico en un planeta que se hunde, etc. etc.

Y hay más, mucho más: Personas que se tienen por muy racionales y equilibradas, capaces de engañar a sus vecinos por unos euros, pero que admiten con sumisión que les roben miles sin decir nada, que se indignan infantilmente si nieva demasiado y el gobierno no ha tomado las medidas suficientes, prohibir más nevadas, por ejemplo, pero que acatan indiferentes leyes que recortan drásticamente sus derechos civiles.

Madres que le dicen a gritos a su hijos mientras les golpean: “Te he dicho mil veces que no se grita, y que no le pegues a tu hermano”.

Curas que susurran, melodiosa y sospechosamente: “Como decía Nuestro Señor: Dejad que los niños se acerquen a mi . . .”

Deportistas y actores que ganan más dinero en un día más que una familia a lo largo de toda su vida en el Tercer Mundo.

Sumos sacerdotes en carísimos viajes de negocios, mientras invitan al mundo a combatir la pobreza.

Dictadores escupiendo la palabra “libertad” en cada frase, etc.


 

Y si falta alguien en tan grotesca obra, para completar la parodia siempre encontraremos como voluntarios a políticos, banqueros, sacerdotes, y demás enfermos sociales, esos que siempre dicen hacer cuanto hacen por vocación.


 

Personalmente, el modelo de individuo que me parece más de esta época, y fiel reflejo de la misma, creo que es el votante de políticos corruptos, ese paladín de la sinceridad ciudadana, que reconoce con su gesto, sin el menor reparo: “En su lugar, yo haría lo mismo . . .” Dará mucho trabajo a historiadores y sociólogos del futuro.


 

Pero si no le parece suficiente, eche un vistazo a su alrededor, o a su misma vida cotidiana, y si aún le queda capacidad de asombro, observe con atención cuanto dice ser y cuanto es en realidad cada persona, cuanto dice que hará y cuanto hace, que ideas dice respetar y cuales lleva luego a la práctica. Pero obsérvelo a distancia, y tenga mucho cuidado de no emitir un juicio o una crítica, no le traerá nada bueno: ya todos habrán analizado y medido la paja que usted lleva en el ojo, y le puede ocurrir que se encuentre bajo una lluvia de vigas.


 

Pero no se agote observando ni analizando, porque posiblemente no le servirá de mucho, usted también participa de esa locura colectiva, y se autoengaña a cada momento, y cuanto menos crea que lo hace, más evidente resulta que está en ello.

Por cierto, ¿cuántas personas ha encontrado a lo largo de su vida que se reconozcan víctima del autoengaño o los prejuicios? Sí, le sobrarán los dedos de una mano . . .


 

Y después de este breve vistazo al florido campo de nuestra demencia colectiva, me atrevería a preguntar: ¿A qué nos referimos cuando decimos “ficciones?

¿Es que existe algo más . . . ?


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 



EL POZO SIN FOND
http://www.arteslibres.net/literatura/tertulia_entrelineas/pozosinfondo.jpgO

Cada ser humano va eligiendo, a lo largo de su vida y de acuerdo a su experiencia, un camino a través del cual interpretar la compleja naturaleza de sus semejantes y de los grupos y sociedades a las que damos lugar a través de la convivencia.

Personalmente, hace años que elegí el camino del estudio de la historia como herramienta para dicho fin.

Creí ingenuamente en mi juventud que el mundo se dividía en buenos y malos, y que la solución a todos los problemas de la Humanidad pasaba por conseguir que las personas más honestas formaran parte del grupo que toma las decisiones sociales, pero vi fracasar todos los cambios y revoluciones una detrás de otra, hasta que comprendí que el problema no estaba en las decisiones de unos u otros, que cada vez se diferenciaban menos entre sí, sino en un cambio de estructura del sistema, un cambio en la forma profunda de pensar, un cambio de modelo o paradigma.

 

Observé que todo ser humano sufre una transformación cuando consigue cierto poder político o social, y que, salvo contadas excepciones, acaban transformándose en personas que olvidan los ideales que les hicieron conseguir el apoyo y la confianza de millones de personas. Me di cuenta de que las estructuras sociales son más efectivas cuanto más horizontales, lo que explica que países como Japón, sin prácticamente ninguna materia prima, se convirtieran en potencias económicas basadas en el arma más poderosa de esa sociedad: el respeto y el apoyo mutuo.

De igual forma, imperios con una riqueza material enorme, como los Estados Unidos, se van desmoronando lentamente, víctima de un sistema que alaba la capacidad de enriquecerse de cualquier individuo, incluso pasando por encima de los intereses del resto de los ciudadanos, los intereses comunes. Esa sociedad ha terminado teniendo bolsas de pobreza peores que las de Pakistán, una de las zonas más pobres del mundo, y han entregado sus gobiernos, en otra época modelo de democracia y libertad, a lobbys y grupos de presión capaces de embarcarles en guerras que sólo a esos grupos y empresas benefician, pero que perjudican claramente a la inmensa mayoría de la población.

Hace décadas pensaba que la generación de mis hermanos menores sería la que diera el gran paso, para creer luego que tal vez fuera necesario más tiempo, tal vez un par de siglos incluso. Y cuando ya creía que estas sociedades postconsumistas en que vivimos habían arrancado o dormido el alma de sus ciudadanos, todos nosotros, algo ocurre en las plazas de esta tierra, algo impensable hace un mes tan sólo: los ciudadanos ya no se creen la farsa de un papel en una caja cada cuatro años, de una clase política que se dice representante de los intereses de los ciudadanos pero que actúa, en la práctica, y al margen de la ideología conservadora o progresista que usen por bandera, los intereses y privilegios de una reducidísima minoría que va acumulando, día a día, más y más poder.

Surgió ese movimiento como la confluencia de los intereses comunes de grupos y asociaciones que poco o nada parecían tener en común: asociaciones contra la limitación de la libertad en internet, contra la abusiva ejecución de las hipotecas por parte de los bancos, que dejan cada día veinte familias sin hogar y endeudadas de por vida, contra la violencia de género, contra el encausamiento del juez Garzón, etc., etc.

Un día comprendieron que tenían un punto en común: todos ellos eran ciudadanos víctimas de alguna injusticia producida por el sistema en que vivían . . . y se echaron a la calle . . .

Si el movimiento fue una sorpresa, más lo fue comprobar la madurez e inteligencia con que actuaban, a pesar de la juventud de más de la mitad de sus componentes: no cayeron en la trampa de dejarse arrastrar por ningún líder que les vendiera un sueño, como tantas veces había sucedido en el pasado a lo largo de la historia, ni en el error de intentar promover cambios a través de la violencia, que siempre le serviría de justificación a quienes estuvieran interesados en destruir ese movimiento ciudadano, ni cometieron la necedad de autodefinirse como conservadores o progresistas, ni se identificaron con ningún partido pues sabían, y saben, que entre sus filas hay personas de todas las ideologías, religiones y actitudes.

No sé si a través de largas horas de meditación o debate o si espontáneamente, han dado un paso de gigante en la evolución de las sociedades humanas, mostrando lo caduco y obsoleto del sistema anterior, todavía vigente: no quieren partidos de derechas o de izquierdas en el parlamento, quieren que el parlamento y quienes ocupan los escaños, funcionarios a los que pagamos sin demora cada mes sus salarios y privilegios, sean el reflejo de cuanto piensan, sienten y desean los ciudadanos de ese país. Para ello proponen reformas de la ley electoral que incluyan el referéndum como herramienta y derecho de los ciudadanos, que se les consulte, al menos, las leyes y decisiones más importantes que les afectan socialmente.

Saben muy bien lo que hacen, conocen y confían en las capacidades innatas del ser humano, en su sentido natural de la justicia, saben que la mayoría nunca votaría una guerra colonial, ni regalar miles de millones a la banca privada para compensar sus errores y su codicia, mientras sus beneficios se esconden en paraísos fiscales, saben que nadie votaría congelar los salarios y las pensiones, sino que, si fuera necesario, se decidirían mayores cargas fiscales a las grandes fortunas.

No importa cuanto durará este movimiento ciudadano, hasta donde madurará y se extenderá, y si conseguirá todos o sólo algunos de sus reivindicaciones y objetivos, su mera formación y existencia ya ha marcado un hito en la historia, incluso si desapareciera mañana mismo.

De igual forma que a una persona se le puede conocer viendo quienes son sus amigos y sus enemigos, a los movimientos sociales, también.

Prácticamente toda la clase política, de todas las ideologías, la banca, los medios de comunicación controlados por ésta y las grandes empresas, miran con enorme desconfianza a este movimiento pacífico, se ponen nerviosos y tienen sus razones, pero todos juntos no son ni el 5% de los ciudadanos, y si realmente se tienen por demócratas, deberían hacerse a si mismos muchas preguntas, como si es un sistema realmente democrático el que permite que los votos del 20% de los ciudadanos otorguen mayoría absoluta a un partido, como sucede en España y en otras partes del mundo, mediante el sistema de pactos entre formaciones políticas.

Mientras las ideas y las ilusiones se extienden lentamente, esa minoría de personas que niega o difama este movimiento, siguen cayendo en su pozo sin fondo, el pozo de sus miedos y prejuicios, el pozo oscuro que siempre ha frenado el progreso de la Humanidad.

Son los que olvidan que el cambio, en las sociedades vivas, y todas lo son puesto que seres vivos las componen, es un proceso permanente, los que olvidan, en última instancia, la verdadera esencia de la democracia, que no es otra que el gobierno de la forma más directa, real y participativa posible por parte de los ciudadanos.

Ahí siguen en el pozo sin fondo de sus miedos, donde le tenderán una mano, como siempre ha sucedido, el resto de sus semejantes.

Esperemos que tengan, al menos, el valor de aceptarla.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

 

“GOTA A GOTA, EL AGUA HORADA LA ROCAhttp://www.arteslibres.net/literatura/tertulia_entrelineas/gotaroca.jpg

 

Una idea, una gota, y gota a gota, el agua horada la roca.

 

Quienes hablan otras lenguas y tienen otras costumbres, esos que moran más allá de nuestras fronteras, tal vez no siempre sean bárbaros a los que combatir y esclavizar . . . una gota.

 

Hay personas que visten ropas para nosotros extrañas, y su piel es de otro color, pero sufren y gozan nuestras mismas pasiones . . . otra gota.

 

Bautizados o no, indios, cristianos, judíos o musulmanes, antes que paganos, infieles, gentiles o herejes, son humanos . . . otra gota.

 

Alguien dijo un día: “Todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos” . . . y las gotas se hicieron arroyo.

 

Un siglo después, la mitad de la humanidad gritó: Nosotras también estamos aquí y debemos tener derecho a voto, queremos el calor y la justicia de la igualdad . . . y el arroyo se transformó en un río caudaloso . . .

 

Hoy en día, alimentado por las aguas que proceden de las altas y heladas cumbres, siempre ajenas, frías e indiferentes, a la vida que rebosa en los valles, aumenta el río, día a día, su caudal, y susurra a su paso:

 

“Ya es hora de una democracia real. Si entre todos, con nuestro trabajo y nuestras ideas construimos el mundo, entre todos debemos gobernarlo . . . y hasta las rocas, que nunca supieron escuchar, son moldeadas, poco a poco, con formas redondeadas y suaves, por el humano torrente de ideas que las arrastran.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

PERDIDOS POR ESOS MUNDOS

Perdidos por esos mundos vagaban millones de tuertos, guiados por grupos de ciegos. Tenían los ciegos el mundo en sus manos, pero era un mundo que no podían ver, un mundo perdido y absurdo que sólo tenía sentido en su imaginación enferma, un mundo al que inevitablemente guiaban hacia el abismo.

 

Un tuerto propuso que quien tuviera su ojo derecho sano acercara el rostro a quien pudiera ver con el ojo izquierdo, consiguiendo así una perspectiva real y una visión más amplia del mundo.

 

Así, rostro con rostro, brazo con brazo, dejaron los tuertos de tropezar con las mismas piedras de siempre, el camino se hizo más seguro, y los ciegos, protegidos y guiados ahora por los tuertos, dejaron de ser un problema para la sociedad y para si mismos.

 

Algunos ciegos, los más miedosos, refugiados en la falsa seguridad de su ceguera, se resistieron a los cambios, incapaces de imaginar la luz del sol, una luz que ya no veían desde su infancia, pero fue en vano, los tuertos ya habían aprendido a mirar y a caminar, y nada ni nadie podía detenerles en su camino, siempre guiados por la cálida luz del sol.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net