I

Humano y Fémina

 Esta historia que quiero contar, ocurrió  en un lugar  de un bosque, de una sierra, de un país que no encontraréis  en los mapas. Te presentaré unos seres que no existen, ni existirían  nunca, si no te hablo de ellos.

 

Era por aquella época cuando no existía el hombre, todo era naturaleza. Había un árbol enano llamado Humano, que vivía  en el corazón del bosque rodeado de gigantes árboles. Cuando amanecía, y los rayos del sol irradiaban sobre sus copas, sus compañeros se apartaban para que pudiese calentar a Humano. En los días de lluvia el frondoso bosque recibía el agua con júbilo. Todos cuidaban  de que, el más pequeño de ellos, también la recibiera.

 

Cuando Humano tenía hambre,  se paseaba por el bosque golpeando con sus ramas a los troncos de sus compañeros los árboles gigantes Éstos se agachaban y les ofrecían  sus frutosHumano era feliz.

 

Un día..... de no sé qué  siglo, ni qué año, ni nada, porque el tiempo no se cronometraba, en Humano se despertó el miedo y  cogía más frutos de los que necesitaba para alimentarse,  los escondía en una cueva. Otro día descubrió el río, se admiró de la cantidad de agua que se movía, bebió de ella y comprobó que era muy buena. Pero el miedo a que se fuera para siempre, le despertó la avaricia de transportar agua hasta la cueva.      

 

Los árboles gigantes  no comprendían el comportamiento de Humano, comentaban, entre ellos: - esa avaricia que manifestaba cogiendo tantos frutos.

 

A las afueras del bosque había  una llanura donde crecían plantas y  flores. En el centro de todas ellas, vivía una flor llamada Fémina,  la más pequeña  y bella.  Fémina,  igual que Humano, era feliz alimentándose de las plantas,  tomando el sol y bebiendo el agua de la lluvia.

 

Una noche..... de no sé  qué siglo, ni  de qué año, no me acuerdo, ya os lo dicho, el tiempo no se cronometraba, Fémina  contempló la luna sintiendo envidia de su hermosura y, ello la perturbó. De noche no dormía con la mirada fija en la luna. De día se olvidaba de abrir los pétalos. Esto la fue transformando sin saberlo. Quería ser como la luna. Los paseos nocturnos eran  cada vez más largos. Una de las noches llegó al río, vio la luna reflejada en el agua, quiso cogerla, se cayó y la corriente del agua se la llevó... Cuando amaneció, salió el Sol radiante. Las plantas y las flores la buscaron, pero no la encontraron. Algunas decían: -estaba triste, se ha marchado,  no abría sus pétalos.

 

Uno de los días en que Humano  se acercó al río,  la encontró flotando en el agua, la sacó y se la llevó consigo a la cueva. La cuidó, lentamente recuperó su hermosura. Pero la oscuridad de la cueva la cambió de aspecto.

 

Cuando Humano y Fémina se ocultaron en la cueva, se encontraron           con un espíritu poderoso llamado Consciencia, que poseía la cualidad de que siente, piensa, quiere, y obra con conocimiento de lo que hace. La Consciencia  se apoderó de Humano y Fémina y habitó en ellos. Desde ese instante, entró la humanidad en sus entrañas.

 

La Inconsciencia otro ser que afloraba en la naturaleza de Humano y Fémina, era la causa por la que ellos no controlaban sus propios actos y reacciones. Ella  se ocultó en la profundidad del ser de cada uno de ellos  Allí  silenció su naturaleza salvaje. Sólo en el descanso del sueño  se despertaba.

 

  

 

 José Marcelo                                                             tardes de lluvia- ensueños