La asociación cultural La aventura de escribir invita a todas las personas de la Axarquía de cualquier edad a participar en nuestro III Encuentro de Escritura.
¿Y qué es un encuentro de escritura?
A diferencia de un concurso, premio o certamen, en un encuentro de escritura no hay jurado ni premios, sino que cada participante lee todos los escritos presentados y luego quedamos una noche para cenar, comentar lo que hemos escrito y conocernos un poco más.
La mecánica del encuentro de escritura es muy sencilla:
1º El tema que hemos elegido para este III Encuentro es: “Un aroma, un rastro”.
2º El texto puede ser de cualquier género: poesía, narrativa, ensayo... El escrito presentado tendrá un máximo de cuatro folios DIN A4, tamaño de fuente 12 e interlineado 1’5.
3º Cada participante puede presentar un máximo de dos escritos (original y copia en CD con programa Word), en castellano e inédito. Los escritos tienen que estar firmados con el nombre y apellidos, la dirección, el teléfono y el correo electrónico del autor o autora. Y se debe enviar o entregar en La casa de las palabras, C/ Bronce 11, 29780 Nerja (Málaga), antes del 28 de febrero de 2009.
4º Posteriormente, se entregará una copia de los escritos a cada participante para que los pueda leer antes de la cena encuentro que tendrá lugar el sábado 25 de abril en un restaurante de Nerja. A la cena sólo pueden asistir los participantes (no se admiten acompañantes). El lugar y la hora se hará saber a los participantes cuando se les entregue la copia.
Organiza: La Aventura de Escribir
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La asociación cultural La aventura de escribir invita a todas las personas de la Axarquía de cualquier edad a participar en nuestro II Encuentro de Escritura.
¿Y qué es un encuentro de escritura?
A diferencia de un concurso, premio o certamen, en un encuentro de escritura no hay jurado ni premios, sino que cada participante lee todos los escritos presentados y luego quedamos una noche para cenar (invita la asociación), comentar lo que hemos escrito y conocernos un poco más.
La mecánica del encuentro de escritura es muy sencilla:
1º El tema que hemos elegido para este II Encuentro es: Atrapando la luz, y lo hemos hecho con el fin de sumarnos al I FestejArte que con ese mismo tema se va a celebrar próximamente en Nerja.
2º El texto puede ser de cualquier género: poesía, narrativa, ensayo... El escrito presentado tendrá un máximo de cuatro folios DIN A4, tamaño de fuente 12 e interlineado 1’5.
3º Cada participante puede presentar un máximo de dos escritos (original y copia en CD o disquete en Word), en castellano e inédito. Los escritos tienen que estar firmados con el nombre y apellidos, la dirección, el teléfono y el correo electrónico del autor o autora. Y se debe enviar a la oficina de Cultura del Centro Giner de los Ríos, c/ Diputación, 2. 29780 Nerja (Málaga), antes del 31 de marzo de 2007.
4º Posteriormente, se entregará una copia de los escritos a cada participantes para que los pueda leer antes del encuentro que tendrá lugar el viernes 20 de abril en un restaurante de Nerja. A la cena sólo pueden asistir los participantes (no se admiten acompañantes). El lugar y la hora se harán saber a los participantes cuando se les entregue la copia.
Organiza: La Aventura de Escribir
Patrocina: Área de cultura del Ayuntamiento de Nerja.
Nekovidal 2007
Al principio yo también creía en dioses.
Esperaba paciente que su luz me impregnara e hiciera de mi el espejo en que reflejar su grandeza.
Adoré, con la debilidad que crea la dependencia, a mis padres, mis profesores y esas personas tan serias a los que todos temían y respetaban.
Era aquel tiempo incierto pero dulce en que nada sabía pero no sufría porque ni sabía que no sabía, ni sospechaba siquiera que se pudiera saber.
Siguiendo el curso de la naturaleza, en mi adolescencia rompí todos los ídolos, y con la candidez de la juventud, coloqué, sin saberlo, a otros en su lugar.
Luché con ira contra la ira, contra el dolor sembrando dolor, contra la intransigencia de la injusticia siendo intransigente ante ella. Aún creía justa la ira de los justos.
Cometí cuantos errores pueda cometer un ser humano, sólo el azar hizo que mis manos no se mancharan de sangre. Conocí casi todos los placeres que esta vida puede regalar y sufrí casi todos los dolores que el destino pueda deparar, el peor, sin duda, la pérdida de seres queridos.
Era torpe como todos los creyentes, obsesionado con vencer, sin sospechar siquiera donde se encontraba mi enemigo, sin sospechar que todos nuestros enemigos lo son tan sólo porque les concedemos tal puesto en nuestra vida.
Era un ciego intentando alcanzar la luz golpeándola con su bastón blanco.
El tiempo fue aclarando mis pensamientos algo más rápido que mi pelo, fue domando tanta energía, enseñándome a no desperdiciar tanta vida, enseñándome, poco a poco, a vivir. . .
A mis padres, hermanos y amigos pude verles, al fin, como personas en toda su magnitud y miseria, ni mejores ni peores que yo mismo.
Aprendí a mirar con lástima tanto al arrogante como al que se engaña a si mismo hablando de paz, amor y fraternidad mientras autojustifica sus egoísmos y mezquindades cotidianas. Aprendí a mirar las ideas por las que en otro tiempo hubiera dado la vida, como unas ideas más en un mar de ideas que a diario paren nuestras mentes.
Aprendí, casi, a perdonar y casi, a perdonarme a mi mismo.
En todo encontré luz y sombra , en la sombra de nacer sin una tierra a la que pudiera llamar mía, la luz de sentir que mi patria era todo el planeta; en la sombra de haber padecido la soledad la luz de la amistad; en la sombra de la muerte, el aprecio constante y creciente por la vida . . .
Ya hace mucho que no creo en los dioses que son predicados y representados por mortales. Tiempo ha que escucho con lástima el murmullo de las plegarias vacías que llenan los templos. Una diminuta chispa de luz me hizo comprender un día que hay tantos dioses como personas y que ninguno es mejor que otro mientras no siembre dolor.
Mis dioses, que nunca exigen adoración, aunque siempre solicitan compañía, son de este mundo, sois vosotros, esa especie curiosa que con ímpetu adolescente es incapaz de cuidar el espacio que habita, de ser responsable de sus actos, de sospechar siquiera su caótica juventud evolutiva . . .
Esa especie que, impregnada por igual de luz y de sombra, es capaz de los más creativos y destructivos actos, pero tan entrañable en su alocada inocencia, en su desordenado crecimiento.
Pasó el tiempo, hoy parece que a la velocidad de la luz, y aquella chispa primigenia se transformó poco a poco en la llama de una vela, diminuta, pero suficiente para ver que no existía en lo humano ni un ápice de maldad o bondad, tan sólo miedo y necesidad.
Hace un año, casualmente, compartía con un grupo de amigos la semilla de una pregunta que nos ha reunido hoy aquí: ¿qué es la luz?
Intuitivamente comprendimos que no hablábamos sólo de esa luz física que ciega nuestros ojos los días de verano, sino también de esa otra interior, más misteriosa y desconocida si cabe.
Ahora sonrío al pensar en cuantos datos han pasado por mi cabeza en este año: que si la luz es mirada de los dioses, o su ser mismo, plasma, onda eléctrica, magnética o electromagnética, esencia de la materia, que si su velocidad es lo único constante en nuestro universo, para descubrir luego que también se puede acelerar o frenar, etc. ,etc.
Aún no tenemos la respuesta cognitiva, científica o racional que disipe nuestras dudas. Seguimos intentando comprender, como antes hemos hecho con tantos misterios de la dimensión en que estamos inmersos.
Lo último que sabemos, la información es de hace apenas unas semanas, es que la estructura de la luz es, a nivel subatómico, similar a la de la materia, ese 4% del universo que habitamos, algo así como materia infinitamente diluida. En mi mente, buscando metáforas que me ayuden a evitar el miedo a lo incomprensible, imagino la luz como el agua que fluye por un arroyo cuyo lecho sería el resto del universo y cuyos cantos rodados serian inconmensurables galaxias.
Tras casi medio siglo con los ojos abiertos, sigo preguntándome: ¿Qué es la luz? Y no me inquieta la pregunta, tan sólo me sorprende ese empeño nuestro en atrapar cuanto desconocemos, rindiendo homenaje, sin saberlo, a lo más humano de nuestra naturaleza, la curiosidad.
Porque aquí estamos todos, incluso quienes no lo sospechan, reunidos bajo el anhelo común de atrapar la luz.
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Nekovidal – F. Antonio Vidal
Apartado de Correos Nº 6
Nerja 29780 (Málaga)
Telfº: 617813374
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“Primer encuentro de escritura”
Asociación La Aventura de Escribir. Nerja 2005
La asociación cultural La aventura de escribir invita a todas las personas de la Axarquía de cualquier edad a participar en nuestro I Encuentro de Escritura.
¿Y qué es un encuentro de escritura?
A diferencia de un concurso, premio o certamen, en un encuentro de escritura no hay jurado ni premios, sino que cada participante lee todos los escritos presentados y luego quedamos una noche para cenar (invita la asociación), comentar lo que hemos escrito y conocernos un poco más.
El tema que hemos elegido para este I Encuentro es: Marihuana, y lo hemos hecho con la intención de indagar sobre el origen y usos de esa planta, como ha acompañado al ser humano a lo largo de la historia o, simplemente, para crear relatos u otros escritos sobre ese tema.
Fº A. Vidal - 2005
Una de las características de nuestra especie es que sus individuos somos fácilmente manipulables, ingenuos e incautos. Si bien es cierto que en muchas ocasiones actuamos con excesivas precauciones en el trato con nuestros semejantes, somos muy confiados con otros asuntos que afectan, a veces de forma que no alcanzamos ni a sospechar, a nuestra existencia. Hay libertades que no pueden ser otorgadas o conquistadas a medias, y el derecho al propio cuerpo forma parte del derecho mismo a la existencia. Haga cada cual lo que quiera con su cuerpo mientras no dañe o perjudique a los demás. Personalmente siempre preferiré un jerez o un té verde a un porro, pero sobre gustos no hay nada escrito, aunque siempre habrá quien necesite imponer su verdad. Creerse en posesión de la verdad, la gran prueba de estupidez humana.
La triste historia de esa planta que llamamos cáñamo o marihuana puede ser ejemplo tanto de engaño como de ingenuidad humana. Llevaría horas resumir los usos que las diferentes sociedades humanas han dado al cáñamo desde hace no siglos, sino milenios. Asombra comprobar que ha sido uno de los vegetales más extendidos y utilizados: para uso textil, pocos jóvenes saben que los primeros pantalones vaqueros estaban confeccionados con cáñamo, mucho más resistente que los actuales de algodón; sogas y cuerdas de todo tipo, velas de barcos, cestos, etc. etc. También tuvo usos medicinales, reflejados en innumerables textos a lo largo de los siglos. Los recientes descubrimientos acerca de sus efectos beneficiosos para pacientes sometidos a quimioterapia no son más que una de las tantas utilidades que el ser humano le ha encontrado a esta planta. Su uso lúdico como droga, utilizado para producir una especie de borrachera leve, no ha sido, desde luego, el principal, aunque se le dio especial importancia en algunas culturas para actos sacramentales como medio de comunicación con sus dioses, de forma muy parecida a como nosotros usamos otra droga, el vino, en la misa. ¿Qué ocurrió, entonces el siglo pasado para que esta planta tan aparentemente útil fuera prohibida de repente en Estados Unidos y luego en el resto del mundo?
Es aquí donde nos
encontramos con un ejemplo típico de candidez de las sociedades humanas, de
manipulación y de, también hay que decirlo, lucrativo negocio al estilo
americano.
En los años treinta el papel se obtenía industrialmente de dos fuentes: del
cáñamo, que daba lugar a un papel de excelente calidad, sumamente ecológico y
que tenía como único inconveniente que requería mucha mano de obra para el
cuidado de la planta, y de la madera, sistema que aún se sigue utilizando hoy en
día y que, como todos sabemos, además de provocar una grave deforestación, da
lugar a una de las industrias más contaminantes. Los años treinta, como
prácticamente todo el siglo pasado, fue una época de inventos en todas las
áreas, y entre las innumerables máquinas que se crearon y que hicieron menos
duras las labores agrícolas se encontraba el descortezador mecánico. Con este
aparato la obtención de papel a partir del cáñamo pasaba a ser no solo el
sistema más ecológico, sino también el más rentable.
¿Por qué entonces en esa misma época se prohibió el cáñamo en vez de aumentar su producción?
Llegados a este punto entran en escena tres personajes: el primero es William Randolph Hearst, el hombre más rico del mundo en su época. Hearst era propietario de una importante cadena de periódicos en Estados Unidos y como sus empresas consumían grandes cantidades de papel, pensó que podría reducir costes si él mismo compraba los aserraderos y demás empresas relacionadas con la producción de papel, y así lo hizo, invirtiendo en ello enormes sumas de dinero. Pero en 1935, con el invento del descortezador mecánico antes mencionado, mientras miles de familias de agricultores soñaban con un futuro mejor, Hearst se preocupaba por los aserraderos y fábricas procesadoras de pasta de papel que había comprado, condenadas a una ruina inminente. Pero lejos de resignarse y admitir que seguiría siendo multimillonario pero vería su fortuna reducida en parte, decidió que tenía que haber alguna forma de vencer a su nuevo enemigo, esa planta que daba papel de mejor calidad, más barato y sin apenas usar productos químicos en su elaboración. Y utilizó para ello su mejor arma: la manipulación informativa a través de los periódicos de su propiedad. Inició una campaña en la que presentaba al cáñamo, la marihuana, como el origen de todos los males: delitos, violencia, etc. Hearst nunca incluyó en los artículos de sus periódicos ni un sólo informe médico o científico de los cientos que entonces ya existían porque todos ellos decían claramente que no se trataba de una planta peligrosa y que tenía, en cambio muchas cualidades positivas, tanto medicinales como de uso industrial. A pesar de ello, millones de americanos le creyeron y empezaron a ver un enemigo en una de las plantas más útiles al ser humano y que era también, entre decenas de usos, fumada por quien le apeteciera, como lo habían hecho, entre otros muchos, los serios y respetables presidentes George Washington o Tomas Jefferson, ambos conocidos y declarados cultivadores y consumidores de marihuana .
Pero no era suficiente tener a la opinión pública de su lado para conseguir prohibir un cultivo tan beneficioso, Hearst necesitaba algún cómplice poderoso, y aquí entra en escena el segundo personaje: la empresa petroquímica Dupont, que ya entonces contaba con plantas de producción distribuidas por toda América. Esta empresa también tenía sus razones para combatir a esa planta que se empeñaba en seguir siendo tan incómodamente útil: por una parte Dupont tenía la patente del ácido sulfúrico, muy contaminante pero utilizado en grandes cantidades en el procesamiento de la pasta de papel obtenida de la madera, con lo que Hearst era uno de sus mejores clientes. Por otra parte, Dupont acababa de desarrollar dos fibras artificiales, el rayón y el nylon, que encontraban en el cáñamo a un ecológico e incómodo competidor. Los intereses de las empresas de Hearst y las de Dupont coincidían plenamente. Dupont tenía contactos en las altas esferas de la política y las finanzas americanas, entre ellos Andrew Mellon, que era presidente del Mellon Bank, el principal proveedor de recursos financieros de Dupont. La sobrina de Mellon estaba casada con nuestro tercer personaje, Harry Anslinger, comisionado del Departamento Federal de Narcóticos, un individuo que ha pasado a la historia vinculado a varios asuntos turbios que no vienen al caso. Este fue el político ruidoso y tenaz que defendería los intereses de Hearst y Dupont, enarbolando la bandera de la moral, el patriotismo y las buenas costumbres. Dio en el congreso encendidos discursos contra el cáñamo, pero nunca pudo presentar una prueba o un sólo estudio científico que apoyara su tesis. Repitió una y otra vez que era una droga terrible que provocaba agresividad y que debía ser prohibida. Cuando le presentaron informes médicos que decían que era imposible que tal planta provocara agresividad, sino justamente lo contrario, dijo entonces era una planta antipatriótica, pues no permitiría tener buenos soldados. En fin . . .
Así, el trío
Anslinger-Dupont-Hearst consiguió que en 1937 el cáñamo fuera prohibido en
Estados Unidos. A partir de ahí se produjo un efecto dominó que haría que la
planta acabara, tras miles de años de convivencia pacífica con el ser humano,
prohibida en prácticamente todo el mundo. Si algún país quería tener buenas
relaciones con Estados Unidos tenía que incluir tan extraña prohibición entre
sus leyes, arruinando a miles de familias de agricultores y obligándose a
producir o comprar productos más caros y contaminantes.
Esa es la triste historia de esta planta y la campaña de difamación que se
desató contra ella ¿Estuvieron equivocados los griegos, romanos, persas,
hindúes, chinos, y tantas otras ricas culturas que la utilizaron o somos
nosotros, que vivimos en este extraño tiempo de prohibición los engañados?.
Es difícil calcular cuantos cientos de miles de hectáreas de bosques en
todo el mundo no habrían sido destruidos de no haber seguido la historia tan
retorcido camino, de no haber prevalecido los intereses mezquinos de un pequeño
grupo de hombres sobre los del resto de la humanidad.
Pero posiblemente, y a pesar de que estos son datos conocidos y fácilmente comprobables hoy en día, la prohibición continuará durante quien sabe cuantos años más, porque le proporciona un lucrativo negocio a políticos corruptos y a las mafias de todo el mundo, porque los enormes gastos de su prohibición y las consecuencias negativas de la misma las pagamos nosotros con nuestros impuestos mientras algunas empresas farmacéuticas, como Eli Lilly, de la que fue director George Bush padre, tienen el multimillonario negocio de las patentes por la producción sintética de los principios activos del cáñamo, principios que forman parte fundamental de muchas medicinas. Este negocio se vendría abajo si esos principios se obtuvieran de forma natural de la planta en vez de sintetizarlos. Pero somos ingenuos, absurdamente incautos, y a pesar de que hoy día tenemos todos estos datos a nuestra disposición, sigue pesando más sobre todas las sociedades del mundo el engaño a que sometieron a nuestros abuelos un grupo de sinvergüenzas codiciosos hace seis décadas.
Si fuéramos algo más cautos, un poco más desconfiados, investigaríamos el origen de hechos y costumbres que damos por buenos sólo porque nos han acostumbrado a ellos desde niños, indagaríamos sobre el origen de la clase política antes de votarles o, mejor aún, exigiríamos que nos consultaran antes de hacer las leyes que van a condicionar nuestra vida; averiguaríamos cual fue el verdadero origen de cada guerra, el de cada religión, y llegaríamos a cuestionarnos incluso pequeñas costumbres cotidianas como taladrar las orejas de nuestras hijas para colgarles un adorno, mientras miramos con soberbia a otras culturas que consideramos menos desarrolladas porque taladran la nariz de sus niños. Posiblemente si hiciéramos eso ya no moriría ningún joven por las drogas adulteradas que les venden las mafias, posiblemente se acabarían todas las guerras en unos pocos años y con ellas tantos negocios de muerte. Pero ese sería otro mundo, un mundo que, tal vez porque soy humano y por tanto de naturaleza absurdamente ingenua, creo que, algún día, y a pesar de todo, llegará a ser realidad.