MEMORIA -Homenaje a Miguel Hernández-

¿De qué nos servirían los tiempos felices, sin memoria donde conservarlos para cuando lleguen los tiempos difíciles?

¿De qué nos seirvirían los errores del pasado, sin memoria para aprender de ellos?

¿Qué dignidad puede conservar un pueblo que no conserva su memoria colectiva?

Nada somos como individuos, salvo un puñado de recuerdos. Nada somos como colectividad, sin la memoria de los actos, ya mudos, de nuestros ancestros.

Tanta luz llegó a dar esta tierra, con rayos de poesía, ciencia, libertad y saber, que asustó y cegó a algunos de sus hijos, apenas un puñado, que, refugiados en su cobardía y sus miedos, decidieron apagar esa llama creativa de la que no sabían participar. . . El precio sería medio siglo de miseria material e intelectual.

Entre aquellas miles de llamas ahogadas cuando empezaban a brillar, estaba la de un hombre honesto, uno entre tantos, que supo por eso aglutinar el espíritu de todos: Miguel Hernández.

Su vida no vale más o menos que la de cualquier ciudadano de aquella generación que tuviera la dignidad suficiente para respetar el acuerdo social de entonces, y el ímpetu necesario para decir NO a quienes, en su locura, se creen con derecho a imponer por la fuerza de las armas sus ideas.

Pero este español de su tiempo y universal por sus versos, tuvo el merecido privilegio de sobrevivir al dolor, al miedo y a la infamia de los canallas a través de su poesía.

Cada vez que ésta se imprime en un libro, suena en una escuela, o se recita entre amigos, vuelve a renacer la llama vital de Miguel Hernández, y con ella, nuestra dolorida, pero nunca muerta dignidad.

Hasta siempre, ciudadano y compañero Miguel.

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