“Los deseos del hombre están limitados por sus
percepciones. Nadie puede desear lo que no ha percibido”.
(William Blake)
¿Qué harías si la poesía anidara en tus manos?
Si la haces germinar
regándola con susurros,
con tímidas intimidades,
con delirios de dicha,
¿dónde pondrás a salvo
ese vergel inocente
de las manos torpes,
de las prisas exhaustas?
Si la aventas con brisas amplias,
sobre tanta sensatez,
tanto miedo camuflado,
tanto aroma lacerado
por cotidiana sordidez,
¿soportará el eco seco
cuando caiga fulminada
ante tanto dolor gratuito?
Si la poesía anida hoy en tus manos,
no pierdas el tiempo preguntando porqué.
Tal vez cuando al fin comprendas,
el beso que la vida te regala
ya no esté la caricia esperando
ni el sendero de guiños,
roces, besos y miradas
ni aquellas palabras que fueron
por mágicas y dulces, aladas.
Tal vez ya sea tarde cuando comprendas
que las miradas también desembocan,
briosas, inadvertidas y ocasionales,
donde todo a todos lleva,
A la nada.