CORAZÓN DE CHOCOLATE Y RECUERDOS
Siento en mis pies la roca impenetrable de estas calles
y una sombra impertinente que me dice: es sólo roca.
Siento la cresta altiva de los brotes verdes de los árboles
y una tosca voz incómoda que repite: son sólo árboles.
Me empapa la quietud de estos amplios parques solitarios,
que en ojos ciegos se ven sólo como vacío espacio perdido.
Me esclaviza hoy el recuerdo de aquella pequeña escuelita,
donde la terca razón sólo vería piedras, libros y tosco olvido.
Me acusa el ayer de aquel esquivo y rebelde niño travieso,
señor ligero del parque, ruidoso y torpe ladrón de nidos.
¿Qué importa el nombre de la ciudad cautiva?
¿Qué importa si es sólo roca, árboles y ruido?
Si el amor es tan sólo calor y miedos compartidos,
y siendo sólo eso, todo lo puede, crea y derriba.
Tal vez venga algún día a mi la traicionera memoria
a ponerme su negra y cruel máscara de negro olvido,
a intentar robarme esa calle, ese parque, esos nidos,
eso que ayer lo era casi todo, esos juegos, mi destino.
Pero nadie puede robarte cuanto de niño amas,
porque amando se ablanda la roca, brota el árbol,
es cálida la piel, es dulce el recuerdo, todo es vida,
que rehuye libre, pura y eterna, las garras del olvido.
Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net