¿Cuándo has sentido
por última vez
el estruendo de una caricia,
la dulzura del calor,
la humedad del sueño,
sin plantearte siquiera
que también terminaría,
sin preguntar porqué,
sin temer que doliera,
sin rogar un segundo más
porque todo era eterno,
arañando al vacío
su infinito todo,
sabiendo sin duda,
sabiendo de una vez,
que te ha rozado tenue
la fugitiva eternidad
y nada podrá
arrebatártela
de la memoria?
¿Cuándo has amado,
por última vez,
de verdad?