Podemos jugar a cazar silencios opacos
en cualquier tarde luminosa o cautiva,
o ponerle la zancadilla a esa ola que viene.
Podemos creer que ríen los ceremoniosos grillos,
sólo grillados cuando son cargados de grilletes,
pobres grillos, siempre trágicamente humanos.
Podemos fingirnos incautos,
esperar la utopía que siempre llega,
o tejer un guiño en cualquier balcón.
Podemos intentar helar el fuego,
matar con risas y cosquillas al ego,
o romper las reglas, sin más.
O tallar, con cualquier idea pasajera,
en los surcos de los cristales,
el rompecabezas de lo indeleble.
Podemos, incluso, si nos dejan,
hacerle una pregunta al que las teme,
o asustarnos por si las respuestas vienen.
Por poder, hasta podemos jugar a vivir.
Nekovidal 2007 – nekovidal@arteslibres.net