EL CHUMBO QUE ME DISTE


Cuando el anciano Chrif vió al joven Malik abandonar el pueblo poco antes del anochecer le advirtió:

No te alejes mucho, la noche está al caer y el desierto es muy traicionero. Llévate estos chumbos para el camino”.

Malik, algo molesto por ser tratado como un niño, aceptó uno de los frutos rechazando el resto: “Gracias, uno será suficiente”.

La noche y el desierto, como oyendo la advertencia del anciano y despreciando la arrogancia del joven, cayeron sobre éste con todo su peso y crueldad.

Al cabo de apenas tres horas Malik se supo perdido y comenzó a sentir miedo. La temperatura ya había bajado lo suficiente para congelar un agua inexistente, pero no era esto lo que más preocupaba al joven, que optó por enterrarse en la arena hasta el cuello y se dispuso a pasar la noche, sino la ausencia total de agua en el infierno que llegaría al amanecer. A la mañana siguiente comenzó el calvario de la sed y la impaciencia juvenil hizo que Malik olvidara las más elementales normas de supervivencia, no recordando volver sobre sus pasos, claramente marcados en la arena.

Tres dias estuvo el joven perdido en el desierto, hasta que un tío suyo, junto a unos vecinos consiguieron, aunque moribundo, encontrarle.

Durante ese tiempo su deshidratado cerebro creó todo tipo de alucinaciones, varias revelaciones místicas entre ellas.

Al llegar al pueblo, el viejo Chrif le recriminó:

Te lo advertí, Malik, tu insensatez casi te cuesta la vida, que sin duda debes a la fruta que te dí antes de partir”.

No, viejo estúpido, no has sido tú ni el chumbo que me diste, sino el único dios verdadero, quien me ha salvado. Nada te debo.”

Malik creó en los meses siguientes una nueva religión, tan verdadera como su arrogancia, tan ciega como su estupidez y tan ingrata como el peor fanatismo. Una nueva religión que, como todas las anteriores, pronto encontró miles de prosélitos y habría de provocar, a lo largo del tiempo, millones de muertes.

Ya desaparecido el anciano y atormentado Chrif, nadie hasta hoy había recordado hablar del modesto chumbo que, salvando una vida, cambió la historia del mundo y el destino de la Humanidad.

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net