UN CUENTO CON MUCHO CUENTO

El anciano escrutó la mirada ingenua de los jóvenes y prosiguió: “Así ha sido siempre y así siempre será: la autoridad debe respetarse, y a los representantes de Dios, y los lugares sagrados, y la propiedad, y a las personas mayores, porque todos ellos son la digna representación de nuestra sociedad, y son los pilares de nuestro futuro”.
 

Los jóvenes se miraron entre sí, y un par de ellos sonrieron desconfiados. A pesar de su juventud sabían, sin la menor duda, que la vida siempre ha sido cambio, comprendían los temores y derrotas del anciano, pero comprendían igualmente que alguien habría de quitar cuento a un caduco cuento cargado de tanto cuento, que alguien habría de seguir escribiendo, como siempre había sucedido, sin más límite que lo mejor que pudieran imaginar sus mentes, el cuento cotidiano de la esperanza en un mundo diferente y mejor, el cuento de la vida . . . 
 

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