EL ESLABÓN PERDIDO
Vagando por la cadena de sus sombras, entre chispas de ilusión y tinieblas de
desconsuelo, aquella persona tan impecablemente normal, encontró a sus pies un
eslabón solitario, y dedujo que debía ser algún eslabón perdido de alguna cadena
de algún esclavo.
Sin dudarlo, giró en redondo y huyó de aquel lugar, cargado de malos augurios. Huyó alocadamente, acuciado por el temor a convertirse él mismo en un esclavo.
Ni el peso descomunal de sus cadenas, que hacía lenta y penosa la huída, consiguió hacerle sospechar siquiera que las arrastraba.
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