EL LOCO
Aquel
pobre loco tenía la extraña costumbre de medir el valor de las cosas por su
precio, creía que todo podía comprarse, e incluso que el valor de una persona
puede medirse por el de su traje o su vehículo.
Aquel hombre desquiciado creía en un dios único, incuestionable y vengativo, que le obligaba a matar por él o a despreciar al resto de los dioses. Incluso, en su locura, llegaba a creer que decidía y gobernaba su vida social porque introducía en una caja, cada cuatro años, un papel con un nombre de una persona a la que no conocía, y que nunca le consultaría decisión alguna.
Aquel pobre hombre creía que las cosas son como son porque siempre han sido así, olvidando la obvia ley del cambio permanente, y tenía el hábito de terminar sus disertaciones con un rotundo: “. . . y no hay más que hablar”.
A un ser tan alucinado, y tan peligroso para sus semejantes, hubo que ponerle un nombre.
En aquella remota época oscura le llamaron “persona normal”.
Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net