EL PINCHAZO

En aquel callejón que apestaba a orina, un muchacho se metió el último pinchazo, el último pico, y pagó así su papel de cordero humano en el altar del progreso: la heroína había entrado en España de la mano de la democracia: salíamos de un túnel de terror para instalarnos en el obsesivo sueño del consumismo autocomplaciente.


Nekovidal 2011– 
nekovidal@arteslibres.net