Francisco Miguel López

Francisco Miguel López - Literatura

 E-mail: fmlopez52@hotmail.com

 

 

ENTRE LA SAL Y EL ESPARTO (PORTADA Y PÁGINAS 7-10)

 

                   

 

 


 

                   VII 

 

El color del cielo

retratado en sus ojos

con un celeste agua

lo hace noble.

 

Andariego reposado

sobre un mar de esparto

que murmura entre sus dedos

un alivio sencillo

cuando en las manos se trenza.

Hechas de jaras y brezos,

abiertas de par en par,

dos puertas grandes

para un solo abrazo.

 

Hay tanto en el tocino y el pan,

en la navaja de viejo puño,

en los mimbres de su voz

tan tosca y doblada

en aquellas tardes sin movimiento.

 

¡Aquellas tardes!

En un bolsillo de su chaqueta,

entre picadura de tabaco

y la rutina de su mundo,

puse la inocencia del tiempo.

 

 

      X

 

En la mudez ciega de la noche

el crujido del agua, insistente,

mordía el cemento de las viejas pilas.

El corroído e hinchado tubo

no cerró jamás la boca

para el descanso del que duerme,

a más de cien metros

su gorjeo, en una y otra vez,

reescribía sonidos

en las horas del desvelo.

 

Algún que otro animal

le sobresalía en grito,

un zorro, un mochuelo, lechuzas

y doscientos demonios

entre la vejiga y el miedo,

otra noche inacabada

en la claridad que no llega;

los ronquidos que se empinan

para caer de golpe

no eran las defensas

a la largura del susto.

 

Sólo queda en el pensamiento

volver a empezar.


 

 

                   XIII

 

Puso frente a mí los caminos,

por cada raya

el valor y orden heráldico,

andar sobre las pisadas

copiando los pasos

y las pocas prisas

para llegar al mismo sitio,

justificar la falta a misa

en las acciones nobles,

y a los cabellos blancos

el respeto de la sabiduría.

Mostrar las manos claras

al hombre y a Dios,

como las aguas del barranco

que dan vida al huerto

y al verano la frescura

discurriendo por la tejera,

sencillas y calmadas

en aires benevolentes.