AUSENCIAS
DE DULCINEA
(Primeros bocetos para una búsqueda)
Monólogo para Actriz y Títere
de
Esther Rodríguez Caballero
( Esther Luna)
Bien-aventuranza:
a las buscadoras y buscadores de todos los siglos,
porque nuestro
será el sueño del deseo.
Espacio escénico: las dos sábanas que formarán parte de la estancia de Aldonza, funcionan a su vez como dos pantallas-páginas de un enorme libro en el que se irán proyectando los títulos de los sucesivos capítulos o búsquedas, poemas e imágenes del drama.
1. Nombramiento de un símbolo
(Oscuro, se escucha una música que se va acercando desde siglos (Las ausencias de Dulcinea, de J. Rodrigo). Voces masculinas, confusas, que van hablando o definiendo a Dulcinea: textos de Quijote, Sancho y otros personajes. Mientras, la sombra de Dulcinea ha ido deambulando por detrás de las páginas, como espiando los elementos que la van creando. Poco a poco, se va distinguiendo con más claridad la lectura de la Carta que D. Quijote escribe a Dulcinea en Sierra Morena, que se escucha completa:
“ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón,
dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene.
Si tu hermosura me desprecia, Si tu valor no es en mi pro,
si tus desdenes son en mi afincamiento,
maguer que yo sea asaz de sufrido,
mal podré sostenerme en esta cuita, que,
además de ser fuerte, es muy duradera.
Mi buen escudero Sancho te dará entera relación,
¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo.
Si gustares de acorrerme, tuyo soy, y si no,
haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida
habré satisfecho a tu crueldad y a mi
deseo”
Sube música de Las ausencias de Dulcinea con las cuatro sopranos llamando a Dulcinea insistentemente. Oscuro.
(Silencio)
2.Despertar incógnito
(Luz suave, íntima sobre la supuesta estancia de Aldonza Lorenzo: sábanas colgadas, un balde con agua, un banquito de madera, una vela...De entre unas enormes sábanas-página del suelo vemos surgir, desperezándose a una mujer de espaldas que, por su vestimenta, suponemos es Aldonza. Va a lavarse, vierte lentamente agua de un jarro al balde, se lava los brazos y, cuando va a lavar su cara, se detiene sorprendida, se asusta, mira el agua como buscando algo desesperadamente. No sabemos qué ocurre hasta que agarra con fuerza el balde, se gira de frente al público y nos mira interrogante: no tiene rostro. Su rostro ha sido velado. Deja de golpe el balde en el suelo y busca desesperada a derecha e izquierda, mientras sobre las sábanas-pantalla del fondo se proyectan bocetos inacabados,sucesivas búsquedas, de la actriz vestida de Aldonza, intercalados con conocidas representaciones de la belleza mítica femenina y del deseo a lo largo de la historia. El ritmo de las proyecciones alternas va aumentando desesperadamente, hasta que el personaje se arrodilla y tapa con las manos su rostro, aturdida).
(Silencio)
3. Prestaciones de una actriz
(La actriz se quita el velo del rostro y se dirige al público)
ACTRIZ: el deseo, como el teatro, necesita del otro para existir.
Y así fue. Así llegó hasta mis sueños una noche... Dulcinea. Bueno, hasta mis pesadillas. Desesperada, buscando su rostro, su carne, para poder decir, nombrarse..¡ser! ¡Pidiendo página y palabra!
Y no pude sino escucharla. Repetía incansablemente las preguntas de su búsqueda:
¿Quién soy? ¿Cómo es mi rostro? ¿De qué material estoy hecha? ¡Ayúdame! ¿Dónde buscarme a estas alturas de la historia? ¡Ayúdame! – me pareció escuchar.
Yo, como actriz, y como mujer también, comprendí su angustia y su búsqueda. Así que, por maldita curiosidad, o por interés personal o...¡ por hidalgo sentido de la justicia! me lancé y decidí prestar mi cuerpo de actriz, y de mujer, a este mito del deseo que tan desatendido se hallaba entre tanto Quijote.
Y así fue como me adentré por este camino ¿laberinto? ¿espiral? ¿hueco? de búsqueda de Dulcinea.
(Baja lentamente la luz mientras…)
4.Inicio del viaje
(la Actriz se va vendando los ojos y contempla la proyección del poema de “Las ausencias de Dulcinea” que D. Quijote le dedica en Sierra Morena, al tiempo que ella le canta una canción de ausencia: estrofa de “Cantos sefardíes”, de Soledad Bravo)´`+
“¿Por qué lloras blanca niña,
por qué lloras blanca flor?
lloro por vos caballero
que te vas y me dejás.”
Se quita la venda y se despide de los elementos cotidianos de la estancia de Aldonza. Recoge un atillo y comienza a caminar sobre las páginas-sábana, que ahora son camino, primero lentamente, como con miedo, después cada vez más y más rápido, corre en el sitio, angustiada, va atravesando siglos de tiempo.
Mientras habla, la luz va recorriendo siglos también, hasta llegar al s. XXI, con su frialdad, sus intermitencias y fogonazos ¿de faros, claxons, flash? Intenta hablar, pero no emite sonido alguno, hasta que logra pronunciar:
Al habla Dulcinea:
Vengo
desde muy lejos
buscando
esa imagen,
mi imagen,
ese hueco
del deseo
que soy.
No habito
el mundo real
o palpable
y...,
sin embargo,
soy,
existo,
ahí,
dentro de cada una
de vuestras cabezas,
en vuestros imaginarios
del deseo
¡soy!
sin palabra
sin rostro
sin carne
sin cuerpo
¡soy!
Yo
soy
¡Dulcinea!
¡Y vengo
desde muy lejos,
buscándome
desesperadamente
entre los otros,
en sus palabras
en sus imágenes
en sus deseos
en los huecos
de sus cuerpos!
(agotada)
Dulcinea
Soy
Aquí
¿alguien me escucha?
¡Estoy hablando!
Aquí
abro mi espacio
hoy
desde aquí.
Vengo desde muy lejos.
Hasta aquí.
Hasta este escenario
Desde este escenario
Hacia el futuro,
¡Hacia el futuro!
Hacia el futuro...
(cae completamente agotada)
5. Los en-seres de Dulcinea
(Se incorpora y, sentada en el suelo, comienza a sacar objetos del atillo, nombrándolos y rodeándose de ellos)
Dulcinea: Yelmo, esposas de galeotes, pan, cartas, poemas de ausencia, de elogio (lee el poema que le escribe Orellana):
“Oh, quién tan castamente se escapara
del señor Amadís como tú hiciste
del comedido hidalgo don Quijote”
palabras... (lee trozos de papel sueltos): “mi amada”, “mi enemiga”, “Sol de mis Días”, palabras, palabras, palabras...(las llueve sobre su cuerpo)
¿y yo qué? ¿Qué soy entre todo esto, después de todo esto, (al público) a partir de todo esto?
(Agarra un trozo de pan y lo pellizca, lo mira con extrañeza, lo huele y se lo lleva a la boca, mastica. Agarra la bota ¿o frasca? de vino y bebe, algo le dicta los gestos. Se va emborrachando)
¡Este debe ser el famoso bálsamo de Fierabrás!
(al público)
Y dónde buscarme pues
sino en vosotros,
los que me inventáis,
aunque sea sin rostro
ni traje definido:
un puro contorno
de...algo.
Pero me veis
¿no es cierto?
Algo de mi
podéis alcanzar,
sin duda.
Yo no,
Yo no puedo.
Tan solo vuestra mirada
me nombra.
(en el vaivén etílico va buscando más enseres y encuentra el títere de Aldonza)
Vaya ¿y tú?
¡Aldonza Lorenzo! ¡En cuerpo y sin alma!
Al revés que yo, que estoy hecha de todo menos de cuerpo, ya ves...
Por cierto ¿tú tienes idea de qué estaré hecha yo?
(se mira el vestido, se palpa y mira al público intentando fijar la mirada ebria en él.)
¡Uf, qué pesadilla! Veo doble, triple, múltiples Dulcineas flotando por aqui (Risas. Se dirige al títere,Aldonza, señalando al público)
Mira, mira ¿las ves?
(mueve al títere haciéndole negar)
¡Ah, claro! (le amonesta) eso es porque tú miras con los ojos de la carne.
(el títere la mira sorprendida)
Bueno, o con lo que sea. Tampoco sé de qué estás hecha tú.
El caso es que yo veo miles de Dulcineas, pero ninguna tiene cara tampoco ¡Pues sí que estamos bien!
¿Y tú qué, no hablas? Di algo mujer, hazme al menos compañía.
(agarra al títere, lo pone en sus rodillas y lo maneja. Le ofrece vino)
Dulcinea: -¿quieres beber?
Aldonza: (con voz ronca y vulgar. Habla como enfadada) ¡No!
Dulcinea: ¡Ah! (Se en coge de hombros.Bebe. Le ofrece pan)
¿y comer?
Aldonza: (niega) ¡Estoy a régimen!
Dulcinea: (risa) ¿A régimen? ¿y eso qué es?
Aldonza: Ya ves, cosas de estos tiempos, que andan buscando el espíritu a través del cuerpo, o algo así.
Dulcinea: (Desconcertada) Pues vaya…
Aldonza: (burlándose) “pues vaya” ¡Pues no haberme traído!
Dulcinea: ¿Yo?
Aldonza: sí rica, tú. Que me sacas de mi casa y mis faenas (al público) con todo lo que yo tengo pendiente: lavar, trillar, ordeñar…..hasta unos panes me dejé en el horno a medio hacer que estarán ya…(cada vez está más enfadada y rabiosa. Está a punto de estallar. Dulcinea le llama la atención con el dedo para que reaccione y siga hablando con ella. Aldonza se vuelve y continúa) Pues eso maja, que me sacas de mis quehaceres y ¡hala, a recorrer mundo y siglos en busca de yo que sé qué!
¡No sé a quién me recuerdas!
Dulcinea: ¿A quién?
Aldonza: (irónica) pues a un tal Don Quijote ¿te suena?
Dulcinea: calla, no me hables, no me hables, que gracias a él estoy como estoy.(continúa bebiendo)
Aldonza: (Cómicamente seria) la verdad es que no te entiendo, ¿a qué viene tanta andanza, qué buscas?
Dulcinea: pues a mí ¿qué va a ser? Mi i-den-ti-dad
Aldonza: ¿y eso qué es?
Dulcinea: ¡mira que eres burra Aldonza! Pues lo que soy (Aldonza la mira atónita. Dulcinea intenta explicarse con dificultad) ¿quién soy, de que estoy hecha….? (satisfecha, ha encontrado una pregunta nueva:) ¿para qué?
Aldonza: eso digo yo ¿para qué?
(las dos asienten sin saber qué decir. Aldonza la mira como esperando algo. Silencio)
Dulcinea: no me mires así, que yo estoy tan perdida como tú.
Aldonza: (resuelta) bueno, mira, te voy a hacer un favor.
Dulcinea: (reaccionando) Ja! No, te lo voy a hacer yo a ti
Aldonza: ¿tú a mí?
Dulcinea: sí, yo a ti
Aldonza: pero ¿qué favor me vas a poder hacer tú a mí? si eres...eres...¡si no sabes ni lo que eres!
Dulcinea: pues anda que tú, ¡pedazo de trozo sin alma!
Aldonza: (bromeando) ¿No dices que quieres ser real, de carne y hueso?
Dulcinea: ¡sí!
Aldonza: (Dándole una patada al pan) ¡pues entonces tendrás que ponerte a régimen! (Ríe a carcjadas malévola, terroríficamente)
Dulcinea: (En otro plano, ausente) ¡y a mí qué! Llevo sin comer ni beber nada en mis cuatrocientos años de símbolo.
Aldonza: (al público) Pobrecita, no tiene ni sentido del humor.
Dulcinea: (Reaccionando) ¿pobrecita? ¿Sabes lo que te digo? ¡que ya está bien! que voy a hablar de una vez por todas con el tal Don Quijote y con su amiguito Cervantes.
Aldonza: ¿con los dos a la vez?
Dulcinea: ¡Pues sí!... o no, aún no lo sé bien...Y tú vas a ser mi testigo ¿qué te parece? Pero antes te voy a liberar (saca un cuchillo del atillo y se dispone a cortar los hilos de Aldonza)
Aldonza: ¡Ahhhh! Pero ¿qué haces, loca? ¡Me dejarás sin palabras!
Dulcinea: ¿y para qué las quieres, si no son tuyas?
Aldonza: Ya…bueno (resignándose) en fin, no sé si darte las gracias... guapa. (Atacando de nuevo) ¡Pero a ver si te cortas tu también los tuyos!
Dulcinea: (la mira alucinada) ¿los míos?
Aldonza: (burlona) sí rica, tus hilos. No se ven, pero también los tienes (Risas) Ah, claro, como tú solo miras con los ojos de la carne...
(Dulcinea sonríe pensativa y, ya con cariño, va cortando uno a uno los hilos del títere de Aldonza sentándola cuidadósamente mientras le dice)
Dulcinea: “libertad te da, quien sin ella queda” -como dijo Don Quijote.
Y ahora escucha, Aldonza.
6. Reivindicaciones de un símbolo
(Dulcinea se da la vuelta, se pone de espaldas al público y frente a las pantallas. Los efectos del bálsamo han desaparecido totalmente)
Dulcinea: (con algo de dificultad) Yo-soy-Dulcinea.
¡Y pido página y palabra!
(aparecen las imágenes de Don Quijote
a la Izquierda y Cervantes a la derecha. Comienza a hablar muy tensa y va desgarvándose poco a poco)
Muy Sres,. Míos, bueno ¿qué digo míos?
Si en realidad más bien yo soy suya,
(va girándose al público) De ustedes.
Que me inventan y re-inventan cada día.
He llegado hasta aquí a través de mil páginas, palabras y mentes.
Navegando sueños e imaginarios, a través de épocas, lenguas y países,
tropezando y salvando frustraciones
y, sin embargo,
no tengo vida personal
ni rostro alguno.
Por el contrario tú (mirando a Cervantes)
Ojos tristes y semblante ausente. Cuatro pelos y una ausencia: un hueco. Un sin nombre sobre tierra amarillenta. Y letras y más letras, colocadas al antojo de unos locos personajes, que te cautivaron por estar vivos. A ti, muerto oculto de los muertos, que hasta hoy sobrevives de tu ¿alter alter ego? Don Quijote.
Ay, Cervantes, calamidad de Cervantes.
¡Creador del todo que llenó tu nada!
Pero, intento calmar mi rabia y a la vez que no me dés ninguna lástima.
A mí, imagen, sombra tan solo de tu deseo. Excusa perfecta de tus andanzas y locuras, de tu impotencia miedosa ante el amor.
Yo soy Tú, sin el tú que te rodea.
El hueco que justifica la completud de toda tu novela.
Una página en blanco.
(silencio)
Por eso hoy pido página para mi palabra. Mas no la pido, la usurpo de la historia que me ha negado sin muchas contemplaciones. A mí, (parodia de circo) la admirada, la mitificada, la nunca vista:
¡Dulcinea del Toboso!
(risa histérica que evoluciona a una tremenda seriedad)
Y no por gusto, mas por necesidad la imploro, pues es muy triste éste mi caminar errante a lo largo de estos cuatro siglos de vivir sin vivir en mí. Sombra de caballero andante y escudero fiel. Sombra de las sombras.
¿desde dónde contemplarme? ¿cuántos ojos me han mirado en estos siglos? ¿cuántos me han construído?
Un susurro recorre la historia sin ser apenas atendido. Quiero, necesito hablar, mas no hallo el tiempo ni el verbo, ni siquiera el ritmo.
(a Cervantes)
¿dónde estoy yo, eh? ¿dónde me coloco?
Y a ti qué te importa ¿no es cierto? Te creo escuchar a través de los siglos y las páginas. Sí, tal vez tú ya lo sepas o lo intuyas:
yo soy la no-dicha, lo no nombrado.
Triste hueco el de mi nombre.
Pero los símbolos existimos, pues provocamos actos decisivos y concretos en la vida de los humanos. Si no, que se lo pregunten a Dios, o al Diablo, o al general de
Napoleón que detuvo sus tropas a la entrada del Toboso, pues dijo no querer ser recordado como “aquel que arrasó la tierra de Dulcinea”.
Mira si existimos los símbolos.
Existimos, pues funcionamos.
(se va a la imagen de D. Quijote)
Y tú...mi querido caballero, al final conseguiste lo que deseabas: no alcanzarme.
Yo también me entre-tuve, al llegar a este tiempo, escribiéndote un poema:
Redonda
Misteriosa y
Copérnica
Fue mi estampa,
horadada
de tu historia
acontecida.
Cuatrocientos años
A mis espaldas,
Como tú,
Menos unas páginas,
Y sin armadura
Escudero fiel
Ni caballo compañero
Como prolongación erguida
De mi triste ánimo.
Y, sin embargo,
Llegué,
Como tú,
Hasta este lugar
Nombrado y
Re-nombrado
Como Paraíso.
Y, para mi asombro,
Te encontré
Sobre rocinante BMW,
Trocada tu armadura
En NIKE y BENETHON
Por lanza
Un NOKIA mínimo
Un Walkmann por oropel
¡Y sin escudo!
La cita
Durante siglos anhelada
Se dio al fin,
Desnudos y en un sótano,
Ácida ciudad oscura e inyectada de parábolas.
Me penetraste atrroz
Atrás
Sin preámbulos
Y en masculino.
Yo deseo
Y adicción morena,
Entre aquella blanca
Dama Blanca
Mucho más blanca
Que te ocupaba...
Me desplomé de vacío
Sobre el tiempo y
“Dulcinea”
me nombraste
bajito y
“del asfalto”.
Me incorporé,
Al fin,
Sin alma y sin Toboso
Y ,de madrugada,
un rocinante
Muy plateado y gris
Me arrojó
Un poco lejos
De todo aquello.
No sé si te volví a ver,
Si mi andante,
errante o
corriente caballero
Merodeó
Mis segundos
Algo más
en esos años.
Mas la velocidad
Dejó atrás
mi imagen
caducada
y vime
cual anuncio en carretera,
cara de “¡cómprelo!”
o prostituta
desierta,
entre tanto asfalto,
humo
y nicotina.
Hasta que me expulsé
hacia los campos
de La Alcarria
y vagué,
erré
y velé
durante horas
o milenios...
yo,
la que tanto
tanto tiempo
había esperado
andante caballero,
me eché a andar,
sin caballo,
burro,
escudo
ni escudero,
mas por mi sueño.
Y aún,
De cuando en cuando,
Me veréis
Por las amarillas tierras
Y caminos
De mi Mancha,
Paseando,
Corriendo
O contemplar
El único atardecer
Que el día concede,
Buscando,
Como aquel caballero
Que tanto cuentan que me amó,
Un lleno
Para éste
Mi gran hueco
Del deseo.
(al público)
En fin, que
Yo (¿ella?) soy Dulcinea
Ese lugar al que nadie quiere
En verdad
Llegar.
La sin cuerpo,
La sin alma
mas que prestada
la llena de todos
menos de sí misma.
Ella,
Yo soy Ella,
Una mujer
Como herramienta,
Como excusa
Como sin par,
Para alimentar delirios
De libertad
Y grandeza.
¡Bienvenida sea tal misión!
¡Sí!No es mal lugar
(con algunas puntualizaciones)
El del deseo.
No, no es mal lugar.
Se le habita casi de improviso,
Sin dificultad ni tiento.
Así, sin nada
¿habrá belleza en todo esto?
(Vuelve a dirigirse a Don Quijote.
y Cervantes)
Por eso, hoy, me deshago de éstas vuestras ataduras
(Golpea las pantallas y desaparecen los retratos de Cervantes y el Quijote)
para poder comenzar un camino propio.
(Comienza a desnudarse frente a ellos, que van desapareciendo. Se vuelve al público y se va quitando el traje de Aldonza, pero ve que debajo lo que aparece es papel escrito y cuerpo velado. Hasta su carne está escrita por las frases del Quijote que la construyen.Las va leyendo entre lágrimas amargas. Mira interrogante a Aldonza y al público)
Ya ves Aldonza, no bastaba con cortar los hilos….(llanto profundo)
¿cómo seguir?
7. Poesía y autobiografía. Re-escritura propia.
(Comienza a caminar en espiral. Encuentra una pluma de ave en el camino)
Tengo la sensación de haber errado siempre, toda mi vida, y en espiral.
Sin embargo, mi deber es que yo venga a ser sobre el presente en relación al futuro.
Una inmensidad de nombres que me nombran,
que me buscan para que los pronuncie.
Quizá nací solo para ser nombrada.
Quizá para nombrar,
quizá para no existir
¿hay diferencia?
Nombrar, nombrar, nombrar...(recordándo)
“Todas las cosas pronuncian nombres”
(mira la pluma de escribir)
¿tal vez debería imitar a los poetas, que constantemente rompen y reconstruyen lenguajes y mundos?
(coge trozos de palabras de las páginas-sábana del Quijote, los recoloca, escribe, piensa, mira, se encoge de hombros, mientras va subiendo la música, escribe):
Yo,
nací,
en un lugar de la Mancha,
de cuyo
nombre...
(Mira al público sonrriendo, afirmándose)
Yo-sí-quiero-acordarme
(Oscuro lento)