LA ÚLTIMA PALABRA

Cuentan los ancianos que, de entre todas las guerras, a cual más infame, que había creado la locura humana, aquella había sido la última, pero también la más cruel: tanto odio y frustración se habían acumulado, que se pretendió destruir lo más humano del ser humano: se asesinaron las palabras.

 

Sólo sobrevivió una, la que consiguió, con tesón, cariño y paciencia, resucitar a todas sus hermanas muertas y trajo este tiempo de paz y hermandad que desde entonces disfrutamos: Se llamaba Esperanza.

 

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