Tertulia Sin Fronteras Entrelíneas

                
 

   

                

                   

 

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TERTULIA SIN FRONTERAS ENTRELÍNEAS

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LA LEYENDA DE LA ASOCIACIÓN SIN NOMBRE

Hoy día sabemos que fueron muchas, decenas o tal vez incluso centenares, aunque los datos son confusos. Surgieron a principios del siglo XXI en varias partes del mundo. Eran completamente diferentes en sus nombres y número de miembros, pero tenían en común sus estructuras horizontales y desacralizar todas las artes, al tiempo que las interrelacionaban entres ellas.

Creaban y compartían obras, información y nuevas ideas, dejando el aprendizaje técnico como una parte más de la elección personal de cada individuo. Se adelantaron a su época negando todo valor comercial o económico al arte, y considerando toda expresión artística o artesanal una forma de juego y, por tanto, de exponente máximo de creatividad humana.

Tras las tormentas solares del 2078 y la enorme pérdida de infomación a que dieron lugar, se intentó reconstruir, con los datos disponibles, la historia humana hasta entonces, quedando algunas obras y actuaciones de estos grupos, pero pocos datos concretos sobre quienes los formaban.

Uno de ellos, radicado en un pueblo costero del sur de Europa, que en aquella época de bloques comerciales aún era conocida como Unión Europea, tuvo la particularidad de tener varios nombres consecutivos, sin que se sepa a ciencia cierta la razón de ello, pero aceptándose hoy en día que se trataba del mismo grupo.

Con los escasos datos que se conservan, pretendemos rendir desde esta universidad un sentido homenaje a sus miembros, entre los cuales se ha podido identificar a :

Diego el persa, conocido también como el ceramista, sin que se sepa a ciencia cierta si procedía de la rica y ancestral cultura persa, o se trataba sólo de un sobrenombre.

María la Buena o Bueno, que debió ser muy apreciada por sus compañeros, en vista del apodo o nombre elegido por éstos.

Alicia, sobre la que hay testimonios contradictorios sobre su origen, americano o de la cercana región de Granada.

José Guerrero, de quien se sospecha, por el nombre dado, que fuera quien instigó la rebelión contra quienes, allá por el 2008, al principio de la andadura del grupo, negaron la igualdad de derechos entre sus miembros, dando lugar al consiguiente conflicto.

Neko o Gato, una figura difusa de la que se conservan un par de textos que lo citan, y que no se sabe si fue un personaje real o un gato negro adoptado como mascota por el grupo.

Juan Pérez de Siles, que se cree que corresponde al mismo personaje de quien se conservan un par de pinturas, una de ellas, el archiconocido “Pez rojo nadando en la sequía”.

Del resto no conservamos, por desgracia, más que escasas referencias, además de sus nombres: Lola C., de quien se cree que trabajaba de profesora en un pueblo cercano, Mari Carmen M. de la que se sospecha que era doctora en medicina o practicaba la hechicería, pues ambas artes estaban vigentes en aquella época, Bego la Joya, sin que se sepa a ciencia cierta si el nombre es metafórico o se refiere a su fortuna material, Javier Franco, de quien se sabe con certeza que no estaba emparentado con el dictador de unas décadas antes, Jenny, a quien se cree originaria de las tierras del norte europeo, Leny, de cuyo estudio de baile flamenco se conservan unos segundos de grabación por un encuentro celebrado allí por el grupo, y varias personas más que se mantuvieron en contacto con el grupo en la distancia, bien por haber sido parte del mismo anteriormente, o por ser socios que vivían a cientos o miles de kilómetro de distancia, un impedimento para los primitivos sistemas de transporte de la época: Pascal Gavillon, que se cree que es el mismo famoso caricaturista, Beatriz B, de origen norteño que que se cree que habitaba la cercana ciudad de Almuñecar, Maite Guerrero, que creemos no emparentada con José Guerrero, y Julia, estas dos últimas del reino o comunidad autónoma o provincia de Granada, que también en esto son confusos los datos de que disponemos.

Había al parecer otro grupo de socios que, habiendo formado parte del grupo en los momentos iniciales, volvieron a unirse a él años después, cuando con la llegada de los ordenadores cuánticos, se desarrollaron lo suficiente los primitivos sistemas de videoconferencias virtuales: Chiara, que se cree procedía de la cercana Península Itálica, Noemí, que vivió en varios puntos de otra península, la conocida entonces con el nombre de España, Christiane Cote, de la para ellos lejana Canadá, Esther Luna, más conocida por sus actividades teatrales, de las que se conservan algunas grabaciones, etc. De otros quedan escasos datos, e incluso un escrito, de los pocos conservados en papel, insinúa que hasta un sacerdote católico, un tal Manolo Mingorante, había entre sus miembros, lo cual da idea de la amplitud de miras del grupo, donde se sabe con certeza que la mayoría de sus componentes eran, el que no “agnóstico”, declaradamente “ateo”, conceptos opuestos a “creyente”, y todos ellos difíciles de comprender en nuestra época. Entonces, al parecer, necesitaban algunos de nuestros ancestros crear grupos, a los que llamaban religiosos o religiones, que se tenían a si mismos por espirituales, en los que sus miembros se reunían para repetirse mutuamente, mediante complejos rituales, que existía determinado dios, al tiempo que negaban todos los demás, llegando incluso a agredirse entre los distintos grupos. Es ésta una de las curiosidades y contradicciones más estudiadas y analizadas hoy en día sobre aquellos oscuros siglos.

A todos los componenetes de esa asociación de varios nombres queremos rendir hoy este homenaje en el tercer centenario de su fundación, como símbolo de todos los grupos humanos donde, aunque fuera mínimamente en aquella época primitiva y agresiva, se dieron los primeros pasos para aprender a vivir dejando vivir, la simple pero sólida base de nuestras pacíficas, igualitarias y estables sociedades actuales.

Base Semisub 5, noveno mes lunar del año 2309.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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"La gran literatura la han hecho siempre los desobedientes" (José Caballero Bonald)


 

  Todos los viernes, a partir de las 20.30 horas

  Centro Cultural Clara Campoamor

  C/ Carabeo, 80 – Nerja (Málaga)


 

Una tertulia y grupo sin líderes, porque todo ser libre es su propio líder.

Un encuentro donde cabe todo, menos el engaño y la hipocresía.

Un lugar donde todo es cuestionable, menos la igualdad.


 

No es una tertulia literaria clásica, sino un encuentro donde se puede participar conversando

o leyendo textos propios o llevando un texto o libro que nos haya impresionado.

Cada semana se proponen dos o tres temas, palabras o frases al azar y quien quiere escribe sobre ellos.

A la semana siguiente se leen los escritos, comprobando con sorpresa los puntos de vista tan diferentes que pueden surgir de distintas miradas sobre una misma palabra o asunto.

Se trata de compartir esa diferencia enriquecedora sin caer en la obsesión por la corrección gramatical, sintáctica o de estilo literario, comprendiendo que, por importante que sea la forma, en el fondo se encuentra la esencia.
 


NO TE DETENGAS
 

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes. Huye. "Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron, de nuestros "poetas muertos", te ayudarán a caminar por la vida La sociedad de hoy somos nosotros: Los "poetas vivos".

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...

 

Walth Whitman

 

http://tertulia-entrelineas.blogspot.com

tertulia.entrelineas@gmail.com

http://www.arteslibres.net

 

 

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RECOPILACIÓN DE LOS TEXTOS DE CADA AUTOR

 
EDUARDO ALBENIA

MARÍA BUENO

LOLA CARMONA

CHIARA FRANCHINI

JOSÉ GUERRERO RUIZ

NOEMÍ HERNÁNDEZ HIDALGO

ESTHER LUNA

JUAN MARCELO

JAVIER MARTÍN FRANCO/FRANJAMARES

NEKOVIDAL

JOSÉ ENRIQUE SALCEDO

JUAN PÉREZ DE SILES

SARA VI TA
 

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TERCER COLOR: ROJOhttps://encrypted-tbn2.google.com/images?q=tbn:ANd9GcSyZA5KceJ9T95NMk0-6rXx9r5z7Sv8xyGMz_EXib9lnAA3lX-p

 

TERCER COLOR: ROJO

 

ROJO SANGRE

 

¿Por qué la sangre es roja si la naturaleza suele reservar ese color para avisar de venenos o peligros?

Para intentar recordar y enseñar a los humanos que, en un mundo digno, nunca debería ser derramada, y lo peligoso y nefasto de hacerlo.


ROJO HUMANO

 

No te llames roj@ y te vanaglories de ser progresista, actúa con dignidad, respeto y consecuencia, y que sean tus actos los que definan tu color.

 

PIELES ROJAS

 

Muchos no lo saben, sólo algunos antropólogos e historiadores, pero esos pueblos de las praderas de Norteamérica a los que llamamos Pieles Rojas, y cuyo respeto por la naturaleza tanto admiramos, cometieron, hace unos 12.000 años, los mismos errores que nosotros hoy en día: Esquilmaron la naturaleza, extinguieron cientos de especies y, un buen día, agotada la vida, más de la mitad de ellos murieron víctima de las hambrunas. Los supervivientes, aprendieron la lección . . .

¿Alguien recuerda cuál es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra?

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL ROJO ABOGADO DEL DIABLO ROJO

(A un pobre niño español nacido en una pobre época de espíritus pobres)

 

¡Pobres agitadores de masas!, decía.

Necios incautos que sueñan con un mundo mejor que nunca disfrutarán, que ahogan sus vidas en ríos de sangre e ideas.

Egoístas unos, altruistas otros, locos todos, poniendo cada uno su ladrillo en ese puente inacabable y eternamente inacabado del bienestar colectivo.

 

¡Pobres agitadores sociales!, decía.

Nunca llegarán a comprender la grandeza de los seres superiores que les desprecian, les excomulgan, les calumnian y, ocultamente, les envidian, incluso cuando son sólo cadáveres enterrados en las cunetas, envidian su histórica lozanía, su eterna juventud, su incomprensible y enajenado altruismo que, quienes aparentan desprecio, nunca tendrán el valor ni el privilegio de saborear . . .

 

¡Pobres agitadores!, decía, mientras no tenía valor de mirarse en el espejo que tenía enfrente, el que le mostraba, mezquino y arrogante, negándose siquiera a contestar con unas simples palabras a quien, no hace mucho, llamaba amigo . . . ése que nunca tendría su capacidad de secuestrar la verdad, de separar clara y radicalmente quien merece el respeto de la palabra y quien no, ése necio con su fe ciega en el diálogo, ése niño republicano que, se lo habían dicho mil veces los curas, nunca le llegaría ni a la suela del zapato a él, una persona de orden, criada en una época, una escuela y una familia de puro, absoluto, y sombrío orden.

 

Pobre, les había creído . . .

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ANTIPOESÍA

 

ANTIPOESÍA EN DIEZ TONOS DE ROJO

 

ANTIPOESÍA 1

 

Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre . . .

 

ANTIPOESÍA 2

 

Nómina de un diputado de cualquier parlamento.

(No se enseña por respeto a la inteligencia del lector)

 

ANTIPOESÍA 3

 

Cuentas de beneficios anuales de cualquier banco.

(No se enseña por respeto a los 28.000 niños muertos cada día en el mundo por causas fácilmente evitables)

 

ANTIPOESÍA 3

 

Un@: "Te quiero y te querré toda la vida, ni la muerte podrá destruir nuestro amor".

Otr@: "Que un notario, con presencia policial, levante acta, y lo firmas".

 

ANTIPOESÍA 4

 

Una ventosidad fugitiva, e inevitablemente compartida, la noche de bodas.

 

ANTIPOESÍA 5

 

Creer que el fin del mundo será un día diferente al de la propia muerte.

(Antipoesía, fe y necedad, conjuntamente, en santísima trinidad)

 

ANTIPOESÍA 6

 

Fue oportunamente quemado en una hoguera.

La acusación: Ser un hereje de carácter frío.

 

ANTIPOESÍA 7

 

Hasta las hermosas amapolas se marchitaron, avergonzadas, en Nankin, superado su rojo intenso por el de tanta sangre inocente derramada . . .

Se dice que, desde entonces, durante el hanami, todas las flores de sakura florecen algo más rosadas en Japón para recordar, a los humanos que disfrutan contemplándolas, una vergüenza por la que aún no han sabido pedir disculpas . . .

 

ANTIPOESÍA 8

 

Dios aprieta pero no ahoga . . . lástima que, el muy cabrón, nunca suelte.

(Dedicada a su creador, el insigne pintor Francisco Zabala)

 

ANTIPOESÍA 9

 

El sauce llorón reía, las medias lunas no envidiaban a la luna llena, los derechos humanos no se escribían en renglones torcidos, los dioses dejaron de estar sordos, la Estatua de la Libertad sonrió por primera vez y ningún niño murió ese día por falta de un plato de comida . . .

Por una vez, el mundo dejó de estar al revés, se dió la vuelta, y lavó su costra de sinrazón en las aguas de la dignidad.

 

ANTIPOESÍA 10

 

Ya habían acumulado toda la riqueza del mundo en sus manos, todo lo poseían, todo lo habían comprado, sólo les faltaba la poesía . . . pero para hacerla suya tuvieron que repartir hasta la última moneda entre los necesitados.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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BESOS PARA TODOS 

BESOS ROJOS PARA TODOS

 

La mente humana funciona así: Siempre necesita tener razón, es el esquema que le sirve de consuelo y estructura su existencia.


CARA A DEL PENSAMIENTO DUAL:

 

SOY MAL@, POR ESO NADIE ME VA A QUERER, Y LA VIDA SERÁ FEA Y DESTRUCTIVA.

RESULTADO: POCA GENTE TE QUIERE . . Y SE ACABA SIENDO UNA MALA PERSONA.

LA MENTE DICE: YO TENÍA RAZÓN.

 

CARA B DEL PENSAMIENTO DUAL:

 

SOY BUEN@, POR ESO MUCHAS PERSONAS ME VAN A QUERER, Y LA VIDA SERÁ BELLA Y CONSTRUCTIVA.

RESULTADO: MUCHA GENTE TE QUIERE . . . Y SE ACABA SIENDO UNA BUENA PERSONA.

LA MENTE DICE. YO TENÍA RAZÓN.

 

La mente siempre tiene razón, porque siempre necesita tener razón, la clave es sólo elegir qué cuento queremos contarle a la mente: cuentos constructivos, dulces y divertidos, como un chiste, o duros, como la historia de cualquier guerra . . . No importa cual sea, sólo importa que nos enseñen algo, y al final, practicando, aprendemos a aprender de todo.

 

El paradójico y extraño misterio es que gozamos del poder y la libertad de elegir qué decirle a la mente, pero la mente está condicionada por cada cosa que hemos dicho antes y, en ese sentido, no es libre.

Ambas cosas, aparentemente contradictorias, son la realidad, y ninguna es más real que la otra.

 

Busca el cuento apropiado a tu mente, el que le haga sentir que tiene razón, pero que al mismo tiempo la alimente y la haga crecer, y no olvides que ninguna mente humana puede crecer en solitario, nadie está vivo si ya no siente el dolor ajeno, si no respeta a quienes luchan por un bienestar que será de y para todos . . .

 

Nunca olvides respetar a las otras mentes, incluso a las que no han encontrado todavia el cuento saludable que le ha de servir de alimento. Critícalas y guíalas, pero no las empujes, ayúdalas, al menos mientras tengas fuerza y paciencia para ello, y si al final tienes que apartarte de algunas, hazlo, pero sin rencor.

 

Cada golpe que damos, cada mentira, cada cobardía, vuelve, siempre vuelve, como cada caricia sincera que regalamos, aún cuando haya sido pagada con ingratitud en su momento, la vida es generosa con quien lo es . . .

 

Y no le echemos la culpa de nuestros dolores y miserias a la vida, al azar o a otras mentes que no nos comprenden, es sólo que no hemos sabido encontrar, o escribir, el cuento apropiado para la nuestra.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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BLANCO
 

SOLOS EN LA TERTULIA: CUANDO YA NO TODO ES BLANCO

 

A partir de dos mentes interactuando, ya hay tertulia, si son tres, mejor, si son más,  más riqueza aún, si son muchas, además de tertulia, es fiesta ...

La soledad en la tertulia empieza cuando, aún estando llena la sala, los miedos, rencores o frustraciones individuales, afloran, cuando alguien, en su triste soledad, elige que, si no puede tener el juguete maravilloso de la comunicación sin egos ni trampas, prefiere destruirlo . . . . Ya pasó alguna vez, tristes recuerdos . . .

 

Sólo se está solo en la tertulia cuando se olvida la esencia de la misma, entonces se transforma en una terutlia normal: encorsetada, gris y anodina, como miles que se extienden por el mundo.

 

Es entonces cuando unos se encierran, otros se alejan, y todos se marchitan . . . la triste soledad de una tertulia que ya no lo es . . . la soledad de las mentes en blanco.

 

 

 

¡RECÓRCHOLIS! ¡QUÉ BLANCO!

 

"Ultimamente me quedo en blanco, es algo raro. . ."

"¿No tienes ideas?"

"Sí, pero sólo ideas extrañas: Sueño con un pueblo de casas blancas, con balas que se tiran al blanco, con una ansiosa hoja en blanco, con que voto al Real Madrid, el equipo blanco, y soy hincha del Partido Blanco, que voy a la romería de la Blanca Paloma, no sé cómo explicarlo . . . "

¡Recórcholis! ¡Me siento el blanco de todas las miradas . . .!"

"Deberías visitar al Dr. Blanco, es especialista en ese tipo de patologías."

 

 

NO REPETIR

 

BLANCO

BANCO

BACO

. . . . Un juego extraño, todo vale, menos repetir . . . eso.

 

 

PRIMAVERA BLANCA

 

El amor es eterna primavera blanca, quien lo comprende, ya lo sabe todo, y sólo le resta empezar a vivir . . .

 

 

NIDO BLANCO

 

ELLA, pelirroja, pecosa, de sonrisa dulce y piel blanca como la leche.

 

ÉL, mulato, de piel bronceada, pelo ensortijado y mirada de ascuas.

Se les ve enamorados como adolescentes, si no lo hubiera vivido y disfrutado ya, sentiría envidia . . .

Buscan un nido, alquilar un apartamento, y entonan con sus miradas un canto tan bello como el de los pájaros del árbol al otro lado de la ventana.

 

YO, el bobo blanco que aún se sorprende, a estas alturas, de lo grandiosa y  hermosa que se muestra a veces la vida mezclando colores.

 

 

PINTADA BLANCA

 

Busco pintadas callejeras por las amplias avenidas de Montevideo.

Encuentro menos que en otros viajes. Tal vez, con el calor, la imaginación está abotargada o, tal vez, hay menos motivos para la protesta.

Pero encuentro una que vale por todas, que resume todas las ideas, todas las pasiones, todos los credos . . .

Dice, simplemente: TODOS SOMOS FAMILIARES

 

Nekovidal 2012 - nekovidal@gmail.com

 

 

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NEGRO

 

NEGROS EN LA CIUDAD BLANCA:

Es carnaval, suena música negra de negros sobrevivientes a un holocausto del que nadie habla, pero su música sobrevivió a la infamia . . . Montevideo se viste con el color de la elegancia, el negro, para purgar miserias de sus vecinos de enfrente . . . como casi siempre suele ocurrir . . .
Los tambores, estridentes e inagotables, invitan a bailar hasta a las estatuas.

OVEJA NEGRA:

La zozobra de la zorra era no saber que hacer con esa oveja negra que no se dejaba ni dirigir, ni destruir, la muy impertinente y obscura lanuda tenía la costumbre de aullar a medianoche y se negaba a reconocer el momento oportuno de perderse. . . la castigaría sin compasión aparentando perdón . . . . Sabía, ya lo había demostrado, que podía manejar al resto del rebaño con poco esfuerzo . . .

SI AL MENOS FUERA NEGRA . . .

Era gorda, fea, arrogante y con un hilo de voz casi inaudible . . . . esa sirena tenía muy poco futuro en un barco velero . . .

VIDAS NEGRAS EN LA OBSCURIDAD DE SUS MIEDOS

La maltratadora, ya sin hombre a quien maltratar, se veía reflejada en su amiga, la maltratadora divorciada  . . . era evidente que ambas necesitaban aprender a bientratar a los hombres o, cuanto menos, a tratarlos, pero castrarlos les seguía resultando más sabroso . . .
A las moscas también les gustan los sabores extraños . . .

CONSECUENTEMENTE NEGRA

Hay que ser más consecuentes con lo que decimos, acercar las ideas, las palabras y los hechos, repetía día tras días . . . pero cuando volvía la luna, perdía el control, y consecuentemente, no era consecuente con sus palabras.

GATO NEGRO

Hacía meses que se habían perdido, pero sólo el gato negro, ocasionalmente observador, se había dado cuenta, aunque no padecía la zozobra de la duda, además de negro, tal vez mulato, era gato . . . 

SEXO NEGRO

Tras cada juego sexual daba cuenta en voz alta de sus miedos camuflados: "Hoy uno, hoy dos, hoy ninguno . . . ", como si de un partido de padel se tratara . . .
Convertía lo hermoso en obsceno, lo natural en patético, así arrastraba su existencia, no pudiendo perdonar a quien no creyera sus fantasías o alabara su egocéntrica actuación, pero estaba convencida de tener mucho que dar y enseñar y nada que aprender, y hasta creía saber algo del amor . . .
Como suele ocurrir, la arrogancia le pasó factura . . .

NUEVOS COLORES

Cuando se perdió encontró nuevas gentes, nuevos colores, nuevas vidas, pero la zozobra de la duda le acuciaba: ¿Valdría la pena volver a intentar compartirlo todo?


Nekovidal 2012 -
nekovidal@gmail.com

 

 

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Y SE FUE LA LUZ 

Y SE FUE LA LUZ

 

                                            Y se fue la luz

   Había vivido durante lustros sin luz en el campo, libre de prejuicios o ataduras, de suerte que nunca había cundido el pánico en su interior ni decaído en el empeño del vivir, no resistiéndole ningún tigre salvaje o el más atrevido reto, contratiempo o desquiciado atisbo, asumiéndolo con valentía, interpretándolo de una manera sencilla, envidiable, hasta el punto de que las prescripciones más desfavorables las calibraba en sus justos términos, tales como las predicciones del horóscopo, los tormentosos pronósticos meteorológicos, las aciagas previsiones sísmicas o la súbita avalancha de tsunamis que rugieran en lontananza o en su propio hábitat, no resquebrajándose lo más mínimo  los cimientos de los pensamientos, y mire usted por donde, por un quítame allá esas pajas, el rutinario manipular las piezas de la computadora, de pronto salta un chispazo y ¡zas!, se queda electrocutado, cual barco a la deriva por el roce contra la roca, y se fue la luz mientras montaba el relato, la realidad supera la ficción, y todos los caracteres se fueron a hacer puñetas, en un auténtico zafarrancho de combate, cuestión harto lamentable por otra parte, por no haberse establecido aún una fuerza especial de SOS para tales casos, como existen en otros ámbitos, Protección Civil, el cuerpo de bomberos o los mismos Geos para los casos más peliagudos.

  -Me duele la boca de decírtelo, farfulló ella con raro encono, tu conjuro no conduce a lugar alguno.

   -Uff…

   Cierto día, el hombre, exhausto por la carga de hastío vivencial ideó refugiarse temporalmente en otra vivienda que a la sazón tenía, por lo que convino en llevarse consigo algunas prendas de vestir,  camisas, mudas, calcetines, bufanda (por los fríos que lo cobijaban), chaqueta y gabardina, con intención –reflexionando sobre los falsos pasos en el áspero caminar- de desintoxicarse de la nicotina conyugal, y mientras tanto una curiosa y entrometida vecina, mojando el pan en plato ajeno, le auguraba lo mejor, interfiriendo en los pálpitos,

   -Felices vacaciones, vecino, eso está muy bien, es bueno disfrutar en la vida.

   -Pardiez, hay espías hasta en la sopa.     

  

   Como por arte de magia, la mansión se incendió de comentarios, de contradictorios mensajes y vicisitudes, de indigencia luminaria y de una insufrible frustración por lo acaecido. No era posible imaginar el golpe bajo del oleaje de tsunamis y seísmos que se confabularon entre las miradas y los cerebros del entorno, irradiando negras pulsiones en el horizonte, no habiendo forma de describir lo que se arremolinó en tan breve recinto en la eternidad del instante.

   Y a propósito de los aconteceres, se evocaba la efigie del insigne Édison, rememorando los ímprobos esfuerzos llevados a cabo para dar a luz la bombilla, no reparando en sacrificios por aliviar los tenebrosos calabozos de los humanos. Pero por lo visto los descendientes, enfrascados en francachelas y pantagruélicos banquetes, no daban abasto a los advenimientos ni un palo al agua, y vivían en la más espantosa inopia. ¡Si Édison levantara la cabeza! Hay que reconocer que fue el hallazgo más popular, el procedimiento práctico de la iluminación eléctrica, para lo cual creó, antes de haber desarrollado por completo el invento, la Compañía de Iluminación Eléctrica Édison, que recibió apoyo financiero inmediato gracias al prestigio personal de que gozaba por aquel entonces.

   La primera demostración, coronada con éxito, tuvo lugar en Menlo Park, y dio paso a la inauguración del primer suministro de luz eléctrica, instalado en la ciudad de Nueva York allá por el último tercio del siglo diecinueve, contando inicialmente con tan sólo ochenta y cinco abonados.

   Sin embargo los acontecimientos y las circunstancias cambian conforme avanzan las manecillas del reloj, y no hay forma de subvertir la historia o prever los múltiples avatares que vomita el  convulso devenir.

   Por ende arreció el hombre en la práctica de la doctrina aprendida en la infancia, que consistía exactamente en levantarse siempre con el pie derecho, cual antídoto del mal y algo bendito y saludable para el cuerpo y el espíritu, catalogándolo como la mejor medicina para acabar con los cazadores furtivos de los sentimientos o negros augurios, pues no fuera a ser que se cumpliesen las conjeturas de la abuela, de que nada más salir a la calle le cayese el tronco de un árbol malherido, una maceta o un rayo y lo partiese en dos, o se le torciesen tal vez los prístinos esbozos que acariciaba en el fuero interno en tales momentos; y lo llevaba dibujado escrupulosamente en el frontispicio del intelecto con gran celo, cual fiel practicante de las leyes divinas cinceladas en las tablas de Moisés.

   El método le allanaba al hombre los escollos y ayudaba a sortear innumerables desazones y desatinos. Se le ponía el corazón contento en los días de pesadumbre, en que todo lo veía turbio, sirviéndole de acicate, sobre todo cuando rebobinaba las historias bíblicas (desgranando con cierto regocijo que peores plagas no le alcanzarían), y reflexionaba sin desmayo sobre el duro tiempo en que los seres vivos vivieron a oscuras en las oquedades de las rocas, lóbregos laberintos o guaridas, sumidos en las más profundas nocturnidades (pese a las refulgentes lumbres que prendían en las bocas de las estancias), donde todos los gatos eran más que pardos, y los amigos de lo ajeno lo tendrían a huevo, pues con sólo mover un dedo o una pierna podrían alcanzar lo necesario, sin controles ni cámaras de vigilancia ni trajeados vigilantes con cordones de oro y suntuosa gorra de plato a las puertas de los singulares comercios, chicos o medianos de entonces, de aquella inmaculada época, especialmente cuando arribasen las agudas crisis (sequía, guerras, catástrofes, hambruna) y las penurias se cebaran con el género humano.

   Se sopesará que en las tinieblas de los primeros homínidos las turbas o terrícolas se desenvolverían acaso de una forma irrespirable, tumultuosa, o por el contrario, puede que amoldándose al verde y ameno ambiente, les resultara apacible, dulce y digno de encomio en una atmósfera donde todo el mundo se ayudase sin resquemor, mercando en comercios ancestrales, solazándose de forma prodigiosa, y no habiendo nadie que provocase turbulencias en los vuelos de las comunidades vecinas, en un transcurrir tranquilo y deleitoso.

   Pero después de no se sabe cuanto tiempo, millones de lustros quizá o de un día para otro, acostumbrado como estaba el hombre a los tiernos yogures de todos los colores, como mimado bebé, y a las bondades de la bendita iluminación, al percibir de pronto el crudo y telúrico chispazo, se le descuajeringó todo el armazón, cayéndole el alma a los pies junto con el ordenador en un encabronado y macabro vaivén, verificando con rabia que lo mismo que se hizo se fue la luz, habiendo perdido todo lo hilvanado.

   Aquello fue algo inenarrable, como la explosión de la bomba atómica, de modo que lo que antes se presentaba halagüeño, sugerente y creativo gracias a los lumínicos resplandores, dado que le descubrían el mundo sensible y el suprasensible, el de las ideas y las creaciones, se truncaron de súbito en el arte del desastre sin remisión, en la más honda vacuidad, pero no sólo su microcosmos particular sino el de los amigos más próximos, como por efecto mariposa, que por aquellas calendas, el mes de los enamorados y los infernales fríos de febrero, fraguaban a fuego lento mil y una aventuras y eventos, y esperaban como agua de mayo la buena nueva, y se encontraron tirados, compuestos y sin novi@, para enfrentarse a los embates pendientes, vitales y culturales, a pesar de haber tejido ricos bordados y túnicas únicas, y medido concienzudamente los tiempos y los suspiros para el anhelado encuentro.        

   Se lo repetía el hombre hasta la saciedad, a cualquier hora, en cualquier situación, en el baño, cuando hacía el amor o lúdicos guiños ante el espejo, en la ladera de la montaña o en algún valle, y recapacitaba con rigor, que echando el pie derecho al levantarse estaba a salvo, y lograría, además del ciento y la madre, ahuyentar de una vez por todas los miedos y malignos presagios, y de esa guisa no se sentiría desamparado o devorado por la ansiedad o las calamidades como tanta gente, que va por el mundo desprevenida, como caperucita por el bosque, cantando, bailando, moviéndose con un cariz desnortado, a la buena de dios, llegando a meter la pata o la cabeza en el mismo pozo infinidad de veces, por ello tan pronto como el hombre atisbaba el albor rubricaba la sabia sentencia de la abuela, levantarse con el pie derecho, e iniciaba felizmente los quehaceres rutinarios, confiado y dueño de sí mismo, de manera que al pisar la calle todo le resplandeciese, le sonriera, no perdiendo llaves, paraguas, bufanda, monedero, móvil, o incluso al afeitarse en la intimidad del baño respetase la mejilla, no abriéndola en canal, como el matarife del barrio al sacrificar un guarro, ejecutando de modo acompasado los movimientos de los miembros, desterrando malos hábitos, y ya en el ágora, en la vía pública no patinar por el escurridizo barro aglomerado en las esquinas tras la lluvia, evitando meter el zapato en los nauseabundos charcos, ni tatuarse las sienes con absurdas retrancas o migrañas, construyendo fútiles componendas, y así, repetirse a sí mismo lo acertado de la experiencia y percepción sensorial, cimentándose en la teoría, que obrando con ojos sensatos desde los primeros hervores matutinos, el levantarse con el pie derecho, puede que otro gallo le cantara, y así obviar los torbellinos que se fueran conformando en el fluir de los días, no dejándose llevar por la corriente del río o por el cúmulo de fragantes despistes de última hora, que nada bueno traen en la mochila, aunque se pueda argumentar que tales procederes no se deben repetir, como el borrico en la noria, tanto si se vive célibe o acompañado, y no digamos si se encuentra en mitad de un cruce de caminos, en el cine comiendo pipas (a falta de otros manjares) o en otro affaire cualquiera, porque ya está bien de súplicas y buenas intenciones, ¡qué recórcholis!, pareciera que queremos caer en lo más recóndito o anodino por evitar el retintín de la campanilla en los casos puntuales y no reiterar aquello que en verdad es un bocado de cielo, un reconfortante maná, un sorbo de agua fresca del cristalino venero, que discurre por nuestros derroteros y actos, negándonos a beber por no agachar la raspa de las torpezas, desperdiciando los secretos desvelos y regalos del planeta tierra .

   El no estar atento a lo que se cuece en el momento justo, es válido para los privilegiados talentos, los preclaros e ilustres arúspices de la ciencia que han pasado por el mundo alumbrando y nutriendo a la estirpe humana con la dicha del progreso, la dádiva del bienestar, y gracias a los timbres y mimbres de sus metales se han aprehendido las cotas más altas jamás soñadas.

   Por ende, no cabe duda de que las ideas las tenía muy claras el hombre, y se ufanaba de ello, pero a veces surgía la duda o la sorpresa, lo imprevisto, no estando en sus manos el atajarlo, como puede ser la sacudida eléctrica en el habitáculo donde se hospeda, la irritante picadura de una avispa o el fortuito incendio de la mesa camilla, o que se arme la marimorena con un temporal de truenos y relámpagos y se repitiese lo nunca deseado, que de nuevo se fuese la luz, llegando a perder el amor de su vida o el norte, al pillarle el ladrón desnudo en la vida o en la ducha con la cabeza enjabonada y no poder hacer nada, dando mamporrazos o palos de ciego, no teniendo más remedio que arrojar la toalla y tirar por la calle de en medio, aunque sea con el pie izquierdo.

   Por consiguiente no sería extraño que lo que se había propuesto llevar a cabo al albor con la mejor intención del mundo, y cumplirlo a rajatabla, de pronto se desmoronase como castillo de naipes, cosechando los mayores fracasos o desvaríos, la total degradación de los más nobles ideales regados y alimentados en su largo currículo, desembocando en sórdidas actuaciones nunca imaginadas, y todo por las paradojas de la vida, en las que en determinados túneles las cañas se vuelven lanzas, imponiéndose la ciega barbarie o las mayores aberraciones, burlando el sentido común de los mortales o de las causas justas.

   Entonces, en tan inesperadas y desestabilizadoras ensoñaciones, puede que alguien, que le tenga aprecio, se le ablande el corazón y, aportando un granito de arena, salga al encuentro, intentando salvar de la asesina corriente al amigo en la encrucijada.

             José Guerrero Ruiz       

 

 

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LA HOJA EN BLANCO

 

LA HOJA EN BLANCO

 

Ya no me mueve la rabia, ni siquiera la desidia, ante la hoja en blanco, la hoja maldita.

Escuché consejos sabios, escuché bellas diatrivas, pero ninguno logró vencer el inmaculado blanco que el alma irrita.

Pensé que pensando podía escribir cuanto quisiera, pero pensando podía, sólo pensar, como cualquiera.

¿Debo censurar cuanto escribo porque alguien se sienta o haga el ofendido?

¿Debo cuidar la calidad, la ortografía, la sintaxis y el estilo, para librarme de la crítica fofa, del estúpido digo o no digo?

Nada como un buen consejo a tiempo, y a tiempo llegó la memoria: "Quien escribe lo que le gusta a los demás puede ser un buen escritor, pero nunca será un artista" dijo el abuelo Onetti, y lo dijo todo.

A la mierda la censura, las beatas, los hipócritas y su hipócrita mesura, a la mierda los hijos adoptivos del malparido dictador, a la mierda todo, que sólo hace falta un puñado de letras para dar color al existir y poder decirlo todo, un oído vivo para darles vida, y la eternidad para disfrutarlas, a la mieda tantos miedos, a la mierda las falsas miradas . . .

No pararéis, tristes hijos de la tristeza, hasta destruirlo todo, porque os da miedo un poco de alba, os deslumbra un poco de juego, y transformáis la vida en eso, en nada...

A la mierda señores, a la mierda, que no hay página en blanco, sino miedo a expresar, no hay malos escritores, sino cobardes fingidores, no hay página en blanco, sólo disculpas ante el miedo a vivir, a recibir, a dar, a existir.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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SOLO SOLEDAD

 

SOLO SOLEDAD

 

Ya no tienes aquel brazo, que fuerte, tu sueño dormía, ese brazo amigo, que te daba calor y vida.

Pobre soledad, dolor de ausencia, de todo hace ciencia el humano, menos de su conciencia.

Ya no vendrá nadie a velar tus escuchas de otro tiempo, tus suspiros leves, tus alegrías, tus lamentos, tantos miedos . . .

Pobre soledad, amarga tristeza del paradójico ser libre que necesita compañia para alcanzar libertad.

Ya nadie te espera en casa, con esa mirada dulce que te da la biemvenida, ya nadie te consuela, ya nadie  . . .

Pobre de quien no sepa disfrutar su soledad, porque anhelando compañía, imprescindible compañía, a la soledad se condenará.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LO ÚNICO IMPORTANTE ES EMPEZAR

 

LO ÚNICO IMPORTANTE ES EMPEZAR

 

"Lo importante es empezar", se repetía, mientras se maquillaba para acudir a su primera cita a ciegas. "Lo importante es empezar, sí, eso es lo importante . . ."

No le había visto, ni una foto siquiera, pero tenía una idea bastante clara de como era: educado y responsable, pues se disculpó reiteradamente la única vez que no había podido conectarse para chatear a la hora acordada.

Detallista, en ninguno de sus mensajes faltaba un emoticon, siempre el más apropiado. 

Respetuoso, la había tratado de usted desde el principio y hasta que ella le invitó al tuteo.

Tenía estudios universitarios, y se notaba, ni una falta de ortografía.

Y lo que para ella era un punto esencial, muy posiblemnte coincidirían ideológicamente, pues su comentario a favor de la eutanasia había sido fácilmente aceptado y reivindicado por él.

Ese pensamiento sobre una ideología supuestamente compartida la empujó a decidir qué ropa ponerse: una camiseta informal con las siglas de su querido grupo, su preferida.

La cafetería estaba abarrotada, como era previsible por la hora, pero habían acordado una especie de contraseña infalible, una pajarita de papel en la solapa.

Aún pasaron casi diez minutos hasta que se encontraron frente a frente, pero tardaron menos de un segundo en quedar ambos boquiabiertos: ella con su flamante camiseta de un blanco inmaculado y con tres enormes K bordadas, él, con sus rastas, su metro noventa y su piel morena como el chocolate que contenía la caja que sujetaba su mano izquierda.

Él fue el primero en reaccionar, esbozando poco a poco una sonrisa que se fue transformando en una sonora carcajada al tiempo que salía por la puerta del local.

Ella permaneció aún un par de minutos dentro, mientras la narración de lo sucedido se extendía, como una onda expansiva, desde las mesas cercanas, donde alguien observador había comprendido lo esperpéntico de la situación.

Cuando consiguió salir, entre sonrisas, risas y miradas, el inmaculado blanco de su camiseta ya estaba acompañado por el claro círculo rojo que formaba su rostro abochornado.

Casi nadie oyó lo que murmuraba entre dientes: "Lo importante es empezar, que tontería, lo importante es avisar que eres negro, será cretino . . ."

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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SECUNDINO

 

SECUNDINO

 

Secundino jugaba con luciérnagas, a las que llamaba, según el día, sueños o polillas, y su juego parecía resultar indiferente al resto de sus conocidos, tal vez porque, en realidad, no le conocían.

 

 

Secundino había recorrido en su juventud los siete mares y en cada puerto había dejado constancia de su presencia, ya que la indiferencia llegó mucho antes que la globalización a todos los rincones del mundo y, además, no entiende de banderas.

 

 

Secundino no se amargaba por llegar siempre el segundo, haciendo honor a su nombre, se limitó a crear un sistema numérico donde el 2 fuera el primer número y soportar pacientemente que el resto del mundo no le comprendiera y prefiriera jugar con números negativos.

 

 

Secundino, poseedor de cierta sabiduría, sabía que todos buscamos algo, y también que casi nadie sabe lo que busca realmente, pero él había aprendido que la vida es fuerte, y que siempre hay un camino alternativo, un saber construir desde la destrucción, y a veces, la vida te sorprende con una obra hermosa cuando menos lo esperas.

 

 

Sacundino lo sabía muy bien, y lo recordaba cada vez que el sol le daba en la cara, en los escasos  días despejados de aquel duro invierno.

  

Secundino era ciego.

  

Nekovidal 2012 - nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ANONYMUS, EN BUDAPEST

 

ANONYMUS, EN BUDAPEST

 

Eduardo se hizo fácilmente a la comodidad de su estancianavideña en Padua. Estuvo con sus amigos en Vicenza, donde Susana le agradecióel arco de violín y le regaló el libro de Fulcanelli El misterio de las catedrales.Al final de este periodo vacacional sintió de la forma más inesperada lallamada del regreso. La misma tarde, estando con unos primos, vio en diferentesversiones la historia de Anastasia, la descendiente de la familia de los zaresde Rusia tras la revolución, y las canciones sugerentes movieron en él unanostalgia acuciante de los paisajes nevados y de los amigos rumanos,especialmente de Anastasia, a la que profesaba afecto fraterno.

 

En Brasov Eduardo había dado clases deitaliano particulares a una dama, llamada Luoana, en el trimestre anterior, yaque ella no podía asistir a la academia por cuestión de horario. En enerocontinuó con estas clases. Además, aceptando ocasionalmente las invitaciones deesta señora, Eduardo se vio en circunstancias tan novedosas como deslizarse entrineo sobre las pendientes nevadas de las afueras de la ciudad y conocer a losmiembros de una familia que, sin apenas darse cuenta, sería fundamental paraél. Con ellos se sintió abrigado cuando la calefacción de su casa nofuncionaba, compartió ratos de ocio y vio películas con sus coloquios eninglés, tuvo almuerzos y probó el fuerte licor de la “tuica”. Al mismo tiempo,notaba la hermandad con Luoana, un vínculo semejante al de su misma hermana dePadua.

Con Luoana, su hija Cezara y con Sebastian fue de paseo a Poiana Brasov porsenderos de nieve y barro helado de los bosques de montaña. Cezara era una niñaencantadora. Si hubiera que personificar LA ALEGRÍA, ella sería perfecta, tan llena deagilidad y tan sonriente. Luoana los invitó a todos –era a principios de marzo-en una pizzería de Poiana para celebrar el día de la mujer, de la madre, de laabuela que deciden por sí mismas. En relación con esta costumbre está la muyancestral de elegir premonitoriamente un día de la primera decena de marzo.Según sea el carácter del día elegido, así será para la mujer el año siguiente.

 

Los abetos nevados del cerro parecían monjes oguerreros que vigilaban el paso del profesor hacia su casa de Poarta Schei. Laniebla y la oscuridad del crepúsculo hacían más sugestiva su presencia colosal,en tanto que a lo lejos se oían los crujidos de los árboles derribados por elespeso manto de la nieve caída en las últimas jornadas.

 

A tenor de otras manifestaciones oníricas, elprofesor de italiano se inquietó nuevamente sobre su existencia pasada en laantigua Roma. Si él había sido Octavio Augusto, ¿quiénes fueron las personasque ahora le acompañaban en Brasov? Y si él había sido otras personas en otrasexistencias, ¿qué relaciones o qué conflictos tuvo antaño con los rumanos conque convivía ahora?

 

Viendo la cercanía de la Pascua ortodoxa, Eduardohizo una excursión a Budapest. Allí subió a una ciudadela desde donde contemplóla zona urbana y el grandioso río en una tarde clara sin nubes. Luego, fue auna ciudadela mayor, donde le anonada el templo de Magdalena incompleto, lefascinan los palacetes transformados en museos, se interroga sobre la presenciade Beethoven y al poco la descubre en un Teatro de Danza y Música, admira eltemplo de San Matías y los bastiones neogóticos, pero le resultan másauténticos los palacios de la realeza, imponentes, y las balconadas desde dondese ven las cúpulas y la ciudad al otro lado del Danubio. Allí evoca elvisitante a la Loreleimítica, y llama con una tímida oración a las ondinas y náyades de la corrientefluvial. Posteriormente, se mete por unos jardines recoletos con juegos ycolumpios para niños. Cuando ha bajado a la ciudad, no acepta los ofrecimientosde unas prostitutas políglotas ni de las siluetas femeninas de un clubnocturno, sino que admira las fachadas “Art Nouveau” del centro y compartelindamente la habitación llena de literas con una joven turista.

Al día siguiente, recorre la ciudad con un itinerario en forma de ocho, trazadosobre el mapa que lleva y dirigido por la inspiración. Se dirige desde lahermosa estación Keleti Palyandvar hacia un impresionante edificioneorrenacentista con su imagen de Hermes en lo alto, al Teatro Thalia, a lamaciza Basílica de San Esteban. Se cruza con unos italianos, pasa junto a lamole del Parlamento y ve las olas del Danubio, sí, las olas invadiendo, másallá de su cauce, y elevándose por las escalinatas del fenomenal edificio.Cruzando el puente Margarita, piensa: “he aquí el Danubio, testigo de tantoscruces y choques de pueblos, el Danubio eterno con su deidad, igual que elsacro Tíber de Roma.”

 

Se encamina a un barrio de casas coloreadas,descansa en un parque donde una pandilla de muchachos húngaros tontean,prosigue hasta el emporio regio del día anterior, colmado ahora por la multitudde un congreso político. Recorre las calles dieciochescas del lugar, dondeadvierte la presencia turca de antaño, o la casa noble transformada en hotel.Ya abajo, le impresiona la colosal puerta de los leones, y para verla se vuelvea trechos sobre el puente “Széchenyi Lánchíd” a la luz del ocaso.

 

El itinerario del día tenía sus descansos enrestaurantes donde tomaba los necesarios refrigerios. Después de acercarse alTeatro de la Operetay de hacer un largo recorrido por un bulevar, llegó de noche al Museo de BellasArtes, donde se anunciaba la exposición de los gloriosos pintores españoles “ElGreco”, Velázquez, Goya. Con la última claridad se aproximó al parque deseadodesde la mañana. Una vereda alrededor de un lago llevaba a una ciudadela nofortificada con un caprichoso compendio de estilos arquitectónicos y con unpuente levadizo. Divagando, dio con la estatua de un secretario real y monje,“Anonymus”, y se sintió intrigado por la voluntad de pasar por la historia “sinnombre” a diferencia de tantas celebridades. Unos perros blancos corrían porlos espacios oscuros del parque, por las aguas. Bajo la llovizna, Eduardo fueencaminándose a la estación. El tren vino con retraso de Viena, pero ya hacíaposible el descanso del fatigado cuerpo.

 

"Anonymus"-recordabaEduardo- fue secretario del rey Bela de Hungría y redactó en latín, comoera propio de la Edad Media, la obra "Gesta de los Húngaros" donde mezcla historia yleyenda, motivo por el cual los historiadores muestran prevención ante lonarrado por el monje. Pero también es seductor ese sentimiento húngaro de serdescendientes de los hunos y de Atila, aunque históricamente no sea cierto. Esmás, ellos afianzaban con orgullo esta falsa leyenda cuando llegaron a Pannoniay después hicieron sus incursiones por Europa aterrorizando a la población. Elclero en sus crónicas llegó a escribir que los húngaros eranantropófagos. Dejando aparte esto,  para los húngaros, el conceptoera que ellos reconquistaban Pannonia porque recuperaban el territorio delimperio de Atila.

 

Pasada la frontera de Hungría, en el vagón deEduardo entró un monje ortodoxo. Los dos entablaron una conversacióntremendamente curiosa. El monje empezó a tantear de dónde era el profesor,hasta que le sacó que era italiano. Buscó una forma de entenderse con él, yEduardo admitió a duras penas que comprendía algo del inglés del monje. Ésteexplicó que había aprendido inglés con las canciones del “pop”, especialmentede los “Beatles”. Hacía propaganda del monasterio donde él habitaba y de susventajas hosteleras. Eduardo le dio a entender a regañadientes que tenía quehaber muchos en todo el país, no sólo el suyo. Entonces, el monjele  habló de todos ellos, donde hay grandes bellezas artísticas, sindejar de repetir que eran “very beautiful”, pero Eduardo estaba harto de laforma tan amanerada de hablar de su acompañante. Éste ensalzó la religiosidadde los rumanos, le dio una estampa religiosa y la postal de un monasterio en unespacio idílico. El obstinado monje quiso mostrarle en un mapa todos los puntosmonacales, se sentó a su lado con un tufo maloliente y unas maneras afeminadasque levantaban las suspicacias del profesor. Cuando el monje le puso la mano enla pierna derecha, Eduardo alejó al contumaz con los brazos, desplegando elamplio mapa a derecha e izquierda. Le habló en italiano airadamente, casiinsultándolo, aunque no le entendiera. El monje, volviendo a su asiento, seserenó. Eduardo se fue del vagón de improviso, furiosamente, mosqueado por esosmodos afectados y de ese “amor para todos” que proponía el santón.

 

Entró en otro departamento, donde una familiadormitaba. Con la primera luz del sol, en el departamento, otra vez vacío,entró una chica de Ploiesti. Al conversar con ella, el profesor encontró unaforma de sentir que representaba sin duda el sentimiento de muchos jóvenesrumanos: no emigrar, sino quedarse en su tierra para hacerla próspera y, cuandoformen una familia, dar una vida más segura y confortable a sus hijos.

 

Cuando regresó a Brasov, todo el ambienteestaba anunciando las festividades de la Semana Santaortodoxa: los huevos pintados con filigranas, las variedades del dulce“cozonac”, las devociones religiosas, las tertulias en familia…

 

 José Enrique Salcedo

 

 

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LA ARMONÍA


LA ARMONÍA

 

"El amor no es en esencia una relación con una persona específica, es una actitud, una orientación del carácter que determina la relación de una persona con el mundo en su totalidad, no con un "objeto" amoroso. Si una persona ama sólo a otra pero es indiferente al resto de sus semejantes, su relación no es amor, sino una relación simbiótica o un egotismo ampliado.

. . .

Si puedo decir a alguien: "Te amo", debo poder decir: "Amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mi mismo". Si no, no es amor.

. . .

Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas de amor. Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento."

                                                        (Erich Fromm, "El arte de amar")

 

Descubrí ese libro en mi adolescencia, y forma parte de ese puñado que cambió radicalmente mi vida.

Desde entonces, cuando tengo que decidir si un acto o actitud de cualquier persona, hacia mi o hacia otra, es o no un saludable acto de amor, condición imprescindible para conocerla, la hago pasar por ese filtro de las cinco condiciones del amor, y nunca ha fallado.

A lo largo de décadas, el olvido ocasional de ese análisis sí que me ha creado problemas, así que hoy, al tiempo que lo comparto, lo recuerdo, y que cada cual saque de él el  bienestar o sabiduría que pueda y sepa obtener.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

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EL CUBO
 

EL CUBO

 

Muy recientemente, otro retornado había puesto una estación de FM y un canal de TV, que funcionaba solo 6 horas al día, emitiendo de acuerdo a sus gustos, música, películas y alguna documental.

Hasta hacía poco tiempo, ese era el horario en que el generador diesel de la isla suministraba servicio eléctrico, finalmente se había logrado tenerlo encendido todo el día, con o cual los refrigeradores eléctricos y otras mínimas comodidades modernas al fin pudieron ser parte de la austera vida local.

Para Charles era una oportunidad única de estudiar y documentar la vida, usos y tradiciones de una sociedad en extremo cerrada, acostumbrada desde siempre a vivir librada a sus propios recursos.

En la isla se criaban animales y de ellos se fabricaban embutidos famosos por su calidad. La esquila generaba una lana finísima, que manos expertas locales transformaban en prendas de la mejor calidad.

Todo allí era de una producción muy limitada, pero de reconocida hechura, sus ventas al continente generaban los pocos recursos necesarios para comprar los insumos que no se producían, trigo, medicamentos, herramientas y utensilios, y finalmente los primeros electrodomésticos que comenzaban a llegar.

Esto, junto con la pesca y otras artesanías, como zapatería, carpintería, etc.,  ocupaba la totalidad de la mano de disponible, no había desocupación, tampoco ricos, las diferencias en la cantidad y calidad de tierras no llegaba a determinar grandes separaciones sociales. Una sola escuela se encargada de borrar cualquier diferencia, ya que todos los niños concurrían a ella.

Para Charles todo era materia de investigación, hasta las aproximaciones de algunas solteras eran vistas no como una oportunidad de obtener sexo fácil, sino como parte de un experimento social hecho a la medida de su tesis.

La Guerra Fría, en pleno desarrollo, era parte del marco conceptual de su formación, aunque no tenía una posición tomada por ninguno de los dos bandos, Charles no podía dejar de intentar interpretar la realidad que se le presentaba, de forma tan pura, en términos marxistas, o con una óptica liberal, el análisis político de aquella realidad simplificada era un ejercicio por demás interesante.

Aquella mañana sería el comienzo de un cambio radical en las sencillas vidas isleñas, la madre de Charles lo despertó con una curiosa noticia, había llegado a la playa, un cubo de grandes dimensiones, abierto por una de sus caras, con su interior repleto de una extraordinaria variedad de productos, capaces de satisfacer cualquier necesidad.

No había nadie allí, unos carteles instruían sobre el funcionamiento del mismo que consistía en tomar lo que se requería y pagar con la moneda local en un sistema de cajeros automatizados.

Aunque Charles se había educado en una gran ciudad, no había conocido tal despliegue tecnológico, además era completamente injustificado que alguien hiciera tal inversión solo para vender en una pobre isla, por lo que desde su llegada, el Cubo, como rápidamente fue bautizado, provocó su curiosidad y hasta algo de desconfianza.

A eso se sumaba que la radio del continente no había informado de nada parecido, el barco había estado el día anterior y nadie mencionó nada similar, lo que llamó su atención sobremanera.

Poco a poco la gente fue comprando todo lo que necesitaba… y mas, los precios eran muy convenientes, sensiblemente menores a los de los productos equivalentes producidos localmente.

Charles no pudo evitar la tentación e hizo lo mismo. Aunque siguiendo las tradiciones locales era un comprador prudente, dos semanas después volvió por unas pocas cosas mas y descubrió para su sorpresa que los precios habían descendido notablemente, así que, aunque no necesitaba nada mas, hizo algunas compras extra.

Al mes, volvió al mágico lugar y ya no le sorprendió demasiado que los precios ya eran un regalo, tanto que gastó lo poco que le quedaba en algunos otros insumos vagamente necesarios.

Cuando llegó el barco se dio un fenómeno interesante. Nadie de la isla comentó a sus tripulantes del extraño Cubo, que no habían llegado a ver debido a que el puerto quedaba del otro lado de la isla.

Fue como un secreto colectivo, una actitud no concertada de guardar para si su tesoro privado. Sus tripulantes notaron que el pedido para el mes siguiente era casi nulo, pero eso no era demasiado raro viniendo de gente tan austera.

A esas alturas, Charles había comenzado a tener sospechas sobre el origen de ese extraño Cubo, la perfección de la manufactura, los precios que habían llegado a ser prácticamente nulos, aquello no tenía sentido, algo raro pasaba allí.

Por ese entonces, la radio local comenzó a transmitir en parte de su horario una música que Charles nunca antes había oído, a pesar de su formación universalista, con una lejana reminiscencia oriental.

Por accidente llegó a darse cuenta que por alguna razón que no llegaba a comprender, aquella música solo era oída por uno de los poblados y en algunos rincones solitarios de la isla.

En el otro poblado, la estación de TV comenzó a transmitir a la noche, progresivamente, entre los programas habituales, tandas de extrañas luces sicodélicas, acompañadas también de una cortina musical, solo que bastante disonante, que llegaron a ocupar mas de media hora al día.

Finalmente el tercer poblado tenía solo la radio y TV habituales. Como parte de su estudio, Charles pasaba parte de su tiempo en una y otra población, tomado notas, era casi la única persona que se movía constantemente de un poblado al otro.

Charles conocía muy bien a todos, nacido allí, sabía perfectamente los puntos que calzaba cada uno, así que no pasó por alto que su vecino inmediato, un golpeador conocido, había comenzado a comportarse muy tranquilo, demasiado para ser normal. Sus padres también cambiaron notoriamente su actitud, dejaron de reprocharle su soltería, mostrándose aún mas solícitos que lo habitual. Las sonrisas comenzaron a ser la norma, pocos se apartaban de ese comportamiento.

En el otro poblado en cambio, se había producido el primer asesinato en décadas, un zapatero furioso, sin un céntimo, producto de sus compras compulsivas y no vender nada, había terminado con la vida de unos de los tres panaderos locales, que se negó a darle por nada una de las pocas cosas que el Cubo no proveía…, pan.

La cárcel local, históricamente vacía, comenzaba a poblarse por parroquianos violentos, que por nada llegaban a los golpes. Una de las chicas lugareñas, que no habiendo querido ser artesana prefirió vender sus favores sexuales, fue la segunda víctima mortal, al negarse a dar sus servicios por nada.

El tercer poblado sufría también las consecuencias de la falta de dinero, que impedía pagar los pocos servicios personales que el Cubo no proveía, pero como imponía la vieja tradición ecléctica del lugar, la sangre no llegaba al mar, se aguantaban estoicamente, sin decir palabra.

Las transmisiones cambiaron varias veces de tono, intensidad y duración, dirigiéndose alternativamente a uno y otro poblado, algo que no llamó la atención de los pobladores, pero si la de Charles, que llegó a sospechar que el cambio de comportamiento tenía relación con aquellas transmisiones, al punto que prefirió abstenerse de escucharlas.

Para Charles era claro que la bonaza material que los bajos precios del Cubo traía, estaba destruyendo el entramado social, sus consecuencias eran visibles por todas partes y en prácticamente todos los aspectos de la sencilla vida local.

La pérdida del valor del trabajo trajo consigo un menoscabo de la dignidad, la holgazanería se había instalado demasiado fácilmente, ya nadie quería trabajar, no tenía sentido hacerlo, el Cubo proveía casi todo sin esfuerzo.

Un buen día, antes del tercer retorno del barco del continente, así como había llegado, el misterioso Cubo desapareció, simplemente al llegar la mañana ya no estaba.

Mucho pobladores, tal vez la mayoría, sintieron un profundo alivio, la sensación de sentirse inútiles los estaba afectando, se olía en el ambiente un cierto malhumor, que contrastaba con la supuesta felicidad instantánea que el mágico Cubo había generado.

El zapatero pronto tuvo que volver a remendar y luego a fabricar, la lana volvió a las ruecas y la pesca a las redes, poco a poco, los pobladores volvieron a sus tareas, las transmisiones cesaron. El Cubo había quedado como un recuerdo, que por motivos no muy claros no salió del colectivo local, nadie contó fuera lo sucedido, el único cambio visible al exterior fue que la gente del barco comenzó a tener nuevamente pedidos, lo que fue tomado apenas como una variante momentánea y casual de la demanda.

Al continuar con sus estudios, en los que por supuesto incluyó lo sucedido, aquel fin de la historia comenzó a tener sentido. Tal vez no era el único que había decidido tomar una sociedad sencilla para estudiar el comportamiento humano. Tal vez alguien mas decidió conocer las debilidades de la sociedad y de los rincones de la mente humana, y aunque su finalidad podía ser simplemente conocer, las extrañas transmisiones y sus resultados resultaban muy preocupantes.

Charles comenzó a tener la convicción de que aquellos extraños e inexplicables sucesos podrían tener una explicación sencilla, quizás, así como nosotros estudiamos y modificamos especies vegetales y animales para servirnos de ellas, alguien del exterior nos estaba estudiando para ver como utilizarnos para sus propósitos, quizás se estaba preparando el comienzo del fin.

Controlar la furia y la mansedumbre por medios de comunicación masiva digital y deteriorar el entramado social quitando la dignidad del trabajo, eran formas sencillas y complementarias de tener un ejército de esclavos seminteligentes útiles.

La publicación de sus conclusiones fue muy mal recibida por el establishment científico, su vehemencia en llamar la atención sobre el posible riesgo, sumada al silencio del resto de los isleños sobre lo sucedido, abonó su descrédito, de manera que vuelto a la universidad donde se formó, poco tardó en perder su trabajo como investigador y poco mas en ser tomado por loco.

Demasiada gente vivía ya desde antes de la Gran Llegada con la TV basura directamente enchufada en sus venas, dispuestas a vivir estúpidamente confortables, rodeados de gente que en verdad no conocen, dejando a sus hijos librados a su suerte, para tener tiempo para trabajar mas y obtener lo que no necesitan, mientras destruyen el planeta para lograrlo.

El caldo de cultivo del desastre estaba pronto, vivíamos con las defensas bajas. Las mayorías delegando sus decisiones en elites corruptas, políticos que no dudaron en entregarnos a cambio de los espejitos de colores que les ofrecieron nuestros Hermanos del Cielo.

Los intentos de Charles por llamar la atención, exagerados por fuerza de la poca repercusión de sus dichos, fueron muy mal recibidos, sus exabruptos lo llevaron a la cárcel, a la que le siguió la internación en un siquiátrico, el lugar donde autoexcluido de cualquier transmisión, logró salvarse del estado de estúpida y somnolienta servidumbre a la que fuimos sometidos luego, por aquellas luces y sonidos, producto refinado del experimento original.

Desde aquellas cuatro paredes ya no pudo convencer a nadie, perdimos la única oportunidad de salvarnos de la esclavitud en que vivimos. Trabajamos para ellos, producimos lo que necesitan, limpiamos sus hogares y hasta les servimos de alimento, nuestra carne dulce es un manjar en su mesa, muchos de nuestros niños son sacrificados por nosotros mismos en sus frigoríficos para deleitar su paladar, las recetas de niños envueltos son macabramente realistas.

Sordo y ciego de nacimiento, como Helen Keller, aunque me he salvado de la esclavitud por razones tan obvias como tristes, poco mas que escribir esto puedo.

Encerrados juntos en el siquiátrico, las manos de Charles, que me enseñaron a leer y escribir, también me transmitieron esta historia, que ahora, luego de su muerte,  intento divulgar en Braile, en busca de una liberación, que quizás nadie quiere.

No sé si alguien lo leerá, tampoco se si lo entenderán, ovejas de un triste destino, tal vez podría ser la luz al final del camino, una paradoja tratándose de un ciego, una doble paradoja, porque ciego, creo que soy de los pocos que pueden ver.

 

Firma

Simplicio… el único amigo que le quedó a Charles, el loco de la isla del Cubo.

 

Eduardo Abenia

 

 

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VIVIR

 

VIVIR

 

VIVIR

 

Vivir es asistir a una escuela en que todos somos maestros y alumnos a la vez.

El peor maestro es quien cree que tiene más que enseñar que por aprender, y el peor alumno, el que no sabe reconocer que lo es.

 

VIVIR

 

Mientras sólo los vivos hablen sobre vivir y los difuntos se mantengan callados, hemos de reconocer que el tema nunca pasará de ser un diálogo de sordos.

 

VIVIR

 

Vivir es el único juego en que, al final, no gana la banca ni los banqueros.

 

VIVIR

 

Vivr es ser el cubilete en que unas manos, que algunos llaman dioses, deciden nuestros dados, y con ellos, nuestro destino.

 

VIVIR

 

Si tuviéramos que pagar alquiler por vivir, aprovecharíamos mucho más cada minuto de vida.

 

VIVIR

 

Todo el misterio de vivir se reduce a un grito, una palabra, un susurro, o tal vez, un suspiro, entre dos silencios eternos.

 

VIVIR

 

Vivir es un partido que siempre se juega en campo ajeno.

 

VIVIR

 

Vivir es creer que es suficiente buscar las respuestas, aún sabiendo que nunca las encontraremos mientras estemos vivos.

 

VIVIR

 

Vivir es regatearle cada minuto a esa Flaca que siempre está por nuestros huesos.

 

VIVIR

 

Vivir es apostar en cada momento que habrá un siguiente.

 

VIVIR

 

Vivir sólo es un problema cuando empezamos a preguntarnos: ¿Qué es vivir?

 

VIVIR

 

Vivir es caer en la fantasía de que hacemos un trato imposible con el tiempo.

 

VIVIR

 

Vivir es participar de un juego cuya complejidad ni remotamente sospechamos.

 

VIVIR

 

Vivir es aguantar las ganas de orinar con la baldía esperanza de que el final de la película valga la pena.

 

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

VIVIR

 

VIVIR

 

Vivir es caer en la fantasía de que hacemos un trato imposible con el tiempo.

 

VIVIR

 

Vivir es el único juego en que, al final, no ganan la banca ni los banqueros.

 

VIVIR

 

Vivir es un partido que siempre se juega en campo ajeno.

 

VIVIR

 

Vivir es aguantar las ganas de orinar con la baldía esperanza de que el final de la película valga la pena.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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SERIE DE EMOCIONES

 

EMOCIONES: LA RABIA

 

¡Qué rabia que a ciertas personas no les dé rabia que a mi no me dé rabia ver perder la dignidad a ciertas personas!

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

LA RABIA

A lo largo de mi  vida he vivido muchos momentos de rabia. La impotencia ante la injusticia me ha llevado a sentirla por no saber qué hacer para resolverla. El hambre, la guerra, los conflictos, y otras muchas cosas más me han despertado diferentes rabias. También he padecido mis pequeñas y grandes rabias cotidianas como las que surgieron ante la muerte de seres queridos, de personas que tenían una vida por delante, muchas cosas que hacer y familias detrás. Todas estas rabias me han dejado alguna huella en el alma, pero también me han hecho crecer como persona, darle menos importancia a las trivialidades y respetar más las relaciones con las personas a las que aprecio.  

Yo no sé cómo solucionar el problema del paro y siento mucha rabia  ante la frustración y futuro de nuestros hijos. No sé cómo acabar con las injusticias económicas, políticas o sociales y vivo en mi cuerpo la rabia cada vez que percibo una, aunque parezca que a mí no me concierna.

Es mucha la rabia que podemos acumular en una vida pero pienso, que en la medida que pueda, debo sacarla y no almacenarla. La rabia, que puede tener su origen en la frustración e impotencia, se puede convertir en odio y violencia contra los demás o contra uno mismo si no se le da su salida adecuada.

Vivimos en una sociedad que parece dividirse en víctimas y verdugos por lo que cada uno decide situarse en un bando. El verdugo intenta imponer su voluntad a los demás y la víctima acepta pasivamente por miedo, auto engañándose de que es lo mejor. Alguien me dijo que este concepto tiene su origen en la religión. Si eres bueno tienes que ser obediente y aceptar lo que te venga ya que Dios te recompensará.

El violento necesita un pasivo para dominar o un violento con el que luchar... pero y si escogiéramos ser asertivos.

Ser asertivo es respetar a los demás pero exigiendo también respeto. No dejarse pisotear. Decir basta y hacer frente valientemente a las injusticias sin agresividad pero con firmeza. Descubriríamos entonces  nuestra fuerza interior y ayudaríamos a crear un mundo mejor.  La rabia tendría su salida correcta.

No podemos controlar todas las situaciones  que quisiéramos, pero siempre nos queda un espacio en el que podemos actuar: nuestro entorno, nuestra familia, nuestros amigos. Si decidimos esconder la cara, callar y ser permisivas víctimas no creo que sea por bondad, espiritualidad, o cualquier otro argumento... sencillamente será por cobardía y entonces la rabia fluye transformándose y destrozándonos.

Cada uno tiene que pensar dónde está su límite a la hora de escuchar insultos, estupideces y desvaríos. El mío quiero que sea mínimo pues me gusta rodearme de gente agradable que sepa dialogar y respete a los demás.

No puedo comprender que alguien quiera estar con quien maltrata física, psicológica o verbalmente y si es así ¿por qué mantiene la relación?

¿Dan un premio al que más aguante? ¿En qué consiste? Es obvio que tiene que haber alguna recompensa por que si no ¿para qué?

Si queremos ayudar a crear un mundo mejor y más justo tenemos que ser valientes y decir basta y tal vez entonces la sociedad empiece a moverse en esa dirección.

 

Lola Carmona

 

 

 

EMOCIONES: ALEGRÍA

 

Nací sin nada y todo tengo, por tener tengo hasta el sueño de tenerlo todo, a lo loco y a mi modo, siempre encuentro la manera de ver forma de pera a un avispero o a una calabaza, ya que al final todo pasa, no amarguemos, me digo,   el camino.

 

Me crié entre algodones, aunque con algunos coscorreones, merecidos, según ellos, yo siempre iba a degüello, sin más linea que la recta, pero ¡ay, vida infecta!, al parecer nadie entendía el juego.

 

Ya en plena adolescencia tomé nota y conciencia de cuanto se cuece en el mundo, dudé entre ser vagabundo, recorrer lo profundo, con etiqueta filosófica, o ponerle una nota tragicómica al potaje en cuestión. Fue la última decisión, ser buenamente lo que se pueda, regalar amistad a la primera, y ponerle precio según el aprecio, asi me siguen sobrando dedos para contar a cuantos humanos puedo llamar amigo sin encontrar detrás interés o desprecio.

 

Vinieron luego los hijos, ¡ah, que maestros tan bien ilustrados!, como sabios que eran, veían todo por todos los lados, hasta que llegó la vida que llaman verdadera y los volvió, como a todos, tarados.

 

Ya en el medio siglo, y sin más crisis que las habituales, tomé nota: esto se acaba y nos falta el chiste, me dije con cierta aprensión, o vivimos una evolución, o la vida nos negará hasta el alpiste.

 

Y aquí andamos, con cierta edad, sin sosiego, pero con curiosidad, que siempre hay rapaces que otean, intentando matar aquello que antes en si mataron, que manía singular, matar sabiéndolos mortales, una muy humana necedad.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

ALEGRÍA


Estaba recorriendo el museo contemplando las pinturas flamencas, siempre me sorprende descubrir la cantidad de detalles con las que consiguen  transmitir las costumbres y formas de vida de la época.  En la sala, no muy grande había una gran tabla formada por pequeños cuadros cerrados a su vez por pequeñas contraventanas de madera.

 La curiosidad hizo acercarme y abrir sus pequeñas contraventanas oscurecidas por el tiempo y que me recordó en cierta forma a los muebles orientales por las filigranas con que estaban adornadas.

Abrí una al azar y me sorprendió una bola de nieve que si me descuido me da de lleno en la cara. Los niños que iban detrás y que habían sido los responsables se reían ante mi expresión o tal vez no pues posiblemente me ignoraban. El  paisaje que se veía parecía estar muy lejos ya que las figuras eran pequeñas pero todo estaba con tanto detalle que supuse podía ser una ventana a Liliput. Los niños iban vestidos de forma sencilla y con algunos agujeros en las botas y los pantalones. Las niñas llevaban vestidos algo raídos y  todos, en su batalla de bolas de nieve, reían con grandes carcajadas cayendo y revolcándose en la nieve. Instintivamente me puse la chaqueta ante el aire frío que me llegaba y para evitar un posible resfriado volví a cerrar la ventana.

Para evitar repetir, decidí abrirlas en orden por lo que me fui a la primera de ellas. Con algo de cuidado la abrí y un llanto de bebé me introdujo en la escena. Las miradas de los padres brillaban de alegría mientras este se acercaba al pecho materno a dar su primera chupada. La madre, con toda la ternura que disponía, lo acercó a su corazón ante la satisfacción del orgulloso padre. Mientras contemplaba la escena el bebé, tal vez por el esfuerzo, se quedó dormido con un ensayo de sonrisa que demostraba su total satisfacción y yo, con mucho cuidado para no despertarlo, cerré la ventana.

La siguiente se abría a otra casa donde la madre escuchaba la primera palabra de su hija. Así iban sucediendo las escenas que parecían continuar los momentos más representativos de la vida. Una excursión en el campo,  el 1º encuentro amoroso, la satisfacción de un buen trabajo etc. Entre las escenas que más me impresionaron fue la del regreso del soldado a casa de sus padres. Otra también muy emotiva fue cuando un niño encontró a su perro perdido en el monte. Especialmente la del preso en el momento que lo liberan. Así y poco a poco fui abriendo todas las contraventanas y cada una me hacía sentir el momento representado. Cuando terminé de verlas todas me dí cuenta que otras personas estaban también en la sala pero que cada uno se encontraba observando su propio cuadro.

 Miré el título de la tabla flamenca y era “Alegría”  que está formada por los pequeños explosivos momentos en los que nos sorprende la realidad.

 

Lola Carmona

  


 

EMOCIONES: EL MIEDO

 

 

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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UN DÍA PENSÉ ALGO

 

UN DÍA PENSÉ ALGO

 

En la casa que contruyó mi bisabuelo, la "Casa Vieja", que tiene la

particularidad de que, a pesar del tiempo transcurrido, nadie murió

nunca en ella, mientras en la casa de enfrente, la "Casa Nueva", ya

tres almas pasaron a una supuesta mejor vida, me calentaba, durante

las frías noches gallegas, con una vieja estufa de hierro, en la que

iba quemando, como un quijote desquiciado, cuadernos, escritos,

periódicos, y algún que otro libro que no había conseguido pasar la

censura del tiempo, o resistido el ataque de la carcoma.

 

Una noche, recordando que había oído que la temperatura bajaría de los

cero grados, preparé con tiempo la estufa, cargándola con más y más

papel, más libros, y hasta con una gruesa guía telefónica que, para su

desgracia, acertó a pasar por allí.

 

Esa noche fue imposible hacer funcionar la estufa, que se apagaba una

y otra vez, ahogada por tanta literatura, escritos y recuerdos, que

impedían la combustión.

 

Cuando el frío me iba calando con su abrazo, práctica y preámbulo de

una muerte que siempre es repetidamente anunciada, pensé: "Éste es el

error que tantas veces he cometido en la vida: demasiada emoción,

demasiada ingenuidad, demasiada pasión, demasiada esperanza en que

cada persona dé sus mejores frutos, cuando a menudo tienen miedo a

florecer siquiera, demasiada confianza en que una limpia intuición

empuje a mis hermanos humanos a apreciar la belleza y el orden que

reinan en el caos aparente, a que aprendan el valor de las cosas y

olviden su precio, a que se burlen, por una vez al menos, de su

sobrealimentado ego, y aprendan a sonreir a, y jugar con . . . la vida

. . .

Demasiada . . .

 

Por eso, en ocasiones, esa misma vida me ha negado su llama, o me ha

castigado con el humo del hastío, la indiferencia, o la desesperanza

ante tanta necedad y locura disfrazadas de cordura."

 

Y para no ahogarme, como la estufa, en mi mismo, al menos por esa

noche, dejé de pensar.

 

Nekovidal 2012 - nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

UN DÍA PENSÉ ALGO

 

En las frías noches gallegas, en la casa que mi bisabuelo había construido con sus manos, me calentaba con una vieja estufa de hierro, en la que iba quemando, como un quijote desquiciado, cuadernos, apuntes, recortes de periódicos, escritos, y algún que otro libro que no había conseguido pasar la censura del tiempo.

 

Una noche, recordando que había oído que la temperatura bajaría de los cero grados, preparé con tiempo la estufa, la fuí cargado de más y más papel, más libros,  y hasta con una gruesa guía telefónica que, para su desgracia, paraba por allí.

 

Esa noche fue imposible hacer funcionar la estufa, que se apagaba a cada rato, ahogada por tanta literatura, escritos y recuerdos que impedían la combustión.

 

Cuando el frío me iba calando con su abrazo, práctica tan pueril como habitual de una muerte que siempre es anunciada, pensé: "Este es el error que tantas veces he cometido en la vida: demasiada pasión para un mundo que confunde pasión con locura, demasiadas emociones para rebaños humanos tan sensibleros como insensibles,  demasiado lento en aprender lecciones que ninguna persona debería guardar nunca en la memoria, pero que son cotidianas en la memoria colectiva, obstinado e incapaz de usar el truco de creer que el dolor ajeno no me incumbe, y de que cada uno debe ser responsable del dolor que siembra con su egoísmo y sus miedos.

Tal vez por eso la vida, en ocasiones, se ha negado a calentarme con su llama, porque no he sabido, como la gente normal, como tantos que se dicen mis amigos, dejar espacios vacíos, huecos fríos, esquirlas de murmuración, con las que convertir en aparentemente tolerable la vida, aunque sea a base de transformarla, con el tiempo suficiente, en absolutamente insoportable".

 

Y para no ahogarme en mi mismo, al menos por esa noche, dejé de pensar.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

UN DÍA PENSÉ ALGO

 

En las frías noches gallegas, en la casa que mi bisabuelo había construido con sus manos, me calentaba con una vieja estufa de hierro, en la que iba quemando, como un quijote desquiciado, cuadernos, apuntes, recortes de periódicos, escritos, y algún que otro libro que no había conseguido pasar la censura del tiempo.

 

Una noche, recordando que había oído que la temperatura bajaría de los cero grados, preparé con tiempo la estufa, la fuí cargado de más y más papel, más libros,  y hasta con una gruesa guía telefónica que, para su desgracia, paraba por allí.

 

Esa noche fue imposible hacer funcionar la estufa, que se apagaba a cada rato, ahogada por tanta literatura, escritos y recuerdos que impedían la combustión.

 

Cuando el frío me iba calando con su abrazo, práctica tan pueril como habitual de una muerte que siempre es anunciada, pensé: "Este es el error que tantas veces he cometido en la vida:

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

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SI VIVIR CONSISTE EN DARSE CUENTA

SI VIVIR CONSISTIESE EN DARSE CUENTA

CARACOL COL COL COL col col col col col

 

NOS REPETIMOS...

TROPEZAMOS
NOS PERDEMOS

EN EL CAMINO FÁCIL DE LA MISMA BABA.

 

José Marcelo

 

 

 

SI VIVIR CONSISTIESE EN DARSE CUENTA

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, las preguntas, moribundas, soñarían con su respuesta perfecta,  mientras los sonidos, vagabundos, acamparían ante obeliscos rodeados de azaleas de metal.

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, hasta las motas de polvo arañarían los silencios, las esmeraldas enrojecerían de vergüenza, y la primavera haría huelga indefinida ante la infamia.

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, todas las hiedras encontrarían su muro perfecto,  todos los ríos su cauce amable, y todas las voces su lugar en los sueños.

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, no existirían las apuestas, las religiones, ni las dudas. Todo sería de una agridulce evidencia anodina, una patética cotidianeidad de dioses.

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, sobrarían la mitad de las palabras e incluso algunas miradas, nunca habría preguntas inoportunas, ni ilusiones indiscretas. Todos rodaríamos por la vida con una tan ingenua como perseverante mirada de asombro.

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, recibiríamos como extraño premio y merecido castigo el caer en la cuenta de cuanto tardamos en darnos cuenta de lo grandiosa que es la aventura de vivir.

 

Si vivir consistiese en darse cuenta, sentiríamos una profunda vergüenza al comprobar a qué llamamos, hoy en día, vivir.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

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LIBROS: EL INCENDIO

 

LIBROS: EL INCENDIO

 

La primavera le provocaba a Silverio múltiples y desagradables molestias, teniendo que aislarse del mundanal ruido, y refugiarse en un lugar apartado, casi secreto, en una casita de peón caminero o cabaña de guarda forestal perdida en la montaña.

   Viéndose obligado, muy a su pesar, a separarse de la pareja durante algún tiempo, en una época en que no existían los artilugios de última generación de hoy en día, móviles, e-book e Internet entre otros, motivo por el cual disponía de todo el tiempo del mundo para él solo, pudiendo dedicarse a lo que le apeteciese, pensar, dormir, leer o pintar en el habitáculo o en plena naturaleza, matando el tiempo, como suele decirse vulgarmente, aunque reconocía que ciertos días se le atragantaban sobremanera.

   Otras veces escribía cartas de amor o a las amistades más próximas y familiares, y cuando arribaba al poblado las depositaba en el buzón de correos, con el fin primordial de ofrecer indicios de que se encontraba vivo.

   Una fría noche de invierno, decidió encender un gran chisco en el bosque, a la vera de una caverna, con idea de mitigar los fuertes latigazos y tiritones que tan cruelmente le afligían, quedándose al poco dormido, levantándose un ventarrón de tal magnitud, que se fue expandiendo por el bosque, llegando a las mismas puertas de la ciudad, sembrando el pánico entre el vecindario, aunque la diosa fortuna fue por esta vez su aliada, dándole un empujoncito para que no se lastimase en exceso en medio del caos, del horrísono infierno, gozando de la oportunidad del instante, propalando a los cuatro vientos, albricias, albricias, estoy vivo, pero de repente, en un súbito y macabro rebrote, la insensible vorágine del bosque lo engulló.

 

José Guerrero Ruiz

 

 

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LA LLAVE

 

LA LLAVE

                                                     

 

   Wenceslao venía haciendo eses por la calle, empapado no sólo por dentro sino por fuera, ya que en esos instantes caían chuzos de punta, estaba diluviando, y entre charco y charco daba un saltito de rana, pero con tan mala fortuna que perdiendo el equilibrio se precipitaba en el abismo, hocicándose a todo lo largo y ancho que era, mas a trancas y barrancas se enderezaba, y emprendía de nuevo la triunfal marcha, alegre y contento como iba, con el tablón que llevaba, y entre mugidos y fuertes jipidos atinó a tararear la canción bajo la lluvia,

Te vi bailar bajo la lluvia,
y saltar sobre un charco de estrellas,
y te vi bailar bajo la lluvia esperando la luna llena,
volverás a reírte de veras…

   Pero al poco volvía a morder el barro de las pozas, siéndole cada vez más trabajoso el acto de ponerse en pie manteniendo el tipo, y columpiándose a derecha e izquierda, se decía, borracho yo, tururú, y una vez que calculó más o menos la distancia de la morada, estando casi a la altura, se echó a reír y metió la mano en el bolsillo izquierdo del pantalón, buscando la llave para abrir la puerta, y cual no sería el chasco o la frustración al no hallarla por ningún lado.

   Finalmente, registrando con parsimonia todos los bolsillos, notó algo extraño, un pequeño envoltorio, y al desliarlo se percató del error, toda vez que al parecer, al salir con premura del lupanar, unido al desapacible día de horrorosa lluvia y aciago viento, se equivocó, confundiendo el envase del profiláctico con el bulto de la llave,

   Entonces, en el estado de gracia en que se encontraba, tan satisfecho y feliz, ni corto ni perezoso, empezó a cantar la canción infantil de la pérdida de las llaves, Dónde están las llaves, matarile rile, rile, rile, dónde están las llaves, matarile rile, rile, ron chimpón, en el fondo de Mar, matarile rile, rile, rile, ron chimpón…    

 

José Guerrero Ruiz

 

 

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UN TERTULIANO INVITADO


UN TERTULIANO INVITADO

   Aquel día se consiguió abrir una ventana en el campo de visión de la tertulia, de tal manera que sin que apenas se notase en los inicios, según avanzaban las manecillas del reloj, las manos de los tertulianos, haciendo gala de mil malabarismos con sus bolígrafos, se fueron abriendo y expresando en los más variados aspectos y matices sobre la problemática del género humano, sobre lo bello, lo verdadero, lo bueno, lo deleznable o lo que merece la pena cultivar en el día a día, abonándolo y resguardándolo de las frialdades ambientales.

   El nuevo tertuliano, conspicuo y eufórico, en un breve inciso, tomó la palabra y, refiriéndose al núcleo de la temática que nos ocupaba, dijo, me congratula vuestra entrega y amor a la palabra hecha vida.

José Guerrero Ruiz


 

 

UN TERTULIANO INVITADO

EL POETA NO CUMPLE SU PALABRA SINO CAMBIA EL NOMBRE DE LAS COSAS.  NICANOR VINO.

SALUDOS TRES CUATRO CINCO.

 

Marcelo

 

 

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LAS DISCULPAS

 

LAS DISCULPAS

 

Tan desacostumbrados están los súbditos y vasallos a la libertad, el respeto y la igualdad, y tan acostumbrados están a la hipocresía,  la demagogia, el oportunismo y la doblez, a cargar a otros el peso de sus errores, a traicionar amistades y acusar de imponer mientras se impone el capricho propio, que caen rendidos a los pies de su rey cuando éste pide unas patéticas disculpas.

Besad su culo como desde niños os han enseñado que se debe hacer con la autoridad, repetid incansables cuanto el eco de la educación nacional católica dejó en vosotros,  demostrad como él que, aunque canallas, tenéis al menos la mínima inteligencia que requiere la disculpa oportunista.

¿O ni a eso llegáis?

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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SECRETOS TRAS LA PUERTA

 

SECRETOS TRAS LA PUERTA

 

Descubrió, oyendo accidentalmente tras una puerta, lo último que hubiera elegido saber.

En su desesperación, lo resolvió etiquetándolo como secreto y no volviendo a hablarse a si mismo de ello.

 

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SECRETOS TRAS LA PUERTA

 

Cuando hay secretos, o puertas, o secretos y puertas, o secretos tras las puertas, es que algo no va bien.

 

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INVENTARIO DE VERSOS Y ESCOMBROS


INVENTARIO DE VERSOS Y ESCOMBROS

 

Un verso para sobrevivir, otro para tener, a pesar de todo, fe en el ser humano, y un tercero que nos enseñe a amar. El resto, sólo escombros.

 

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LAS REBAJAS


LAS REBAJAS

 

No he recorrido ese camino, los bichos raros solemos ir por senderos poco transitados de la selva, pero por lo que he visto y me han contado, las cosas suelen funcionar así:

Primero suele suceder, aunque no siempre, una locura transitoria a la que se llama enamoramiento, provocada por un verdadero torrente bioquímico, unida a un mágico misterio aún a medio descifrar.

En esa etapa todo es mejor incluso de como debe ser, se inicia un juego que sólo comprenden quienes lo juegan o ya lo han jugado alguna vez, y cuyas reglas es imposible explicar a los profanos.

"Mis ojos son tuyos, y sabes que sólo veo a través de tu mirada . . . " o cosas similares se susurran en esta etapa con total seriedad, sinceridad y convencimiento.

Dicen que suele durar esta etapa tres o cuatro años, aunque he visto casos extraordinarios que han encontrado la fórmula, generalmente agridulce, de prorrogarlo durante bastante tiempo más.

Pero luego, en la inmensa mayoría de las parejas, llegan las rebajas.

Un día ese lunar, hasta entonces hermoso y turbador al lado de su labio, pierde su encanto, o se le mira de otra manera más profana, o resulta que ahora, simplemente, es tan sólo un lunar.

Él o ella ya no son esa persona interesante de no mucho tiempo atrás, algo parece haber cambiado, se rebaja la ilusión, se rebaja la empatía, las ganas de compartirlo todo, y parece que veinticuatro horas es tiempo más que suficiente, si no demasiado, para estar al lado de esa persona, algo impensable tan sólo un año antes.

Maleducadas como suelen ser las personas normales, miran a su alrrededor, ven a sus padres y a otras parejas caer en la misma trampa y piensan que es el proceso natural, que es así, y así está bien . . . y continúan las rebajas.

Como las cosas, en realidad, no están bien, ni mucho menos, él o ella, o ambos, se sienten frustrados, y al apenas conocer su propia naturaleza humana, porque lo de "Conócete a ti mismo" se pasa cíclicamente de moda, buscan, y eso siempre se encuentra, una salida para esa frustración, aunque no suele ser una salida muy saludable.

La rebaja mayor, hasta transformarse en una auténtica y dramática ganga, se da en la comunicación, vía de agua que se suele intentar tapar patéticamente con cenas con velitas y viajes más o menos exóticos, con resultados, en el mejor de los casos, tan sólo provisionales.

En medio de toda esa metamorfosis y elegía a la rebaja nacen, nadan, y muchas veces naufragan, los hijos, siendo al mismo tiempo muy bien instruídos, de la forma más eficaz, mediante el ejemplo, de cuáles son los errores que han de llevar a cabo llegado el momento, a fin de perpetuar de forma normalizada el comportamiento normal de personas normales, si quieren aspirar a tan egregia y repetable categoría social.

Y las rebajas continúan . . .

Cuando la frustración pasa cierto límite, el aislamiento no es suficiente, se necesita un chivo expiatorio a quien hacer responsable de todos los miedos y miserias, a quien culpar por estar desperdiciando nuestra vida, algo que intuimos con incómoda seguridad, y nadie mejor que quien tenemos más a mano y vemos más a menudo: él o ella.

Cada uno, según su personalidad, lo expresará a su manera, con silencios, con reproches, con agresividad, activa o pasiva, con mentiras, con infidelidades, con gritos, como sea, pero siempre con la certeza inmutable de estar haciendo lo correcto, y de que no hay una alternativa mejor. Ah, y de que el otro u otra, por supuesto, se lo merece . . . En nombre de un supuesto amor supuestamente incomprendido se pueden llevar a cabo las peores canalladas.

El carácter se vuelve agrio, él generalmente agresivo y arrogante, portador de la soberbia certeza del idiota, y ella reprimida y no menos agresiva, aunque lo disimule con mayor o menor arte, murmurando y cotilleando sobre otras vidas, de mujeres no tan normales, y de las que, secretamente, le gustaría participar o formar parte.

Así, cuando las rebajas que han cercenado la comunicación y la convivencia, se avalanzan sobre el respeto, el infierno ya está completamente retratado.

Luego, por lo visto, unos recurren al divorcio, a fin de prepararse para repetir curso, o sea todos los errores desde el principio, y otros recurren a la paciencia, ya completamente convencidos de que son personas normales que han llevado una vida completamente normal, una vida, en definitiva,  como debe ser, y criticarán con firmeza cualquier forma de vivir alternativa y que no entre en sus estrechos esquemas mentales.

Llegan así al penúltimo paso, cuando acuden cada año, como un ritual sagrado, y ya con cierta edad, a las rebajas, del brazo el uno del otro, mirando ambos pasar a su lado una vida y juventud que nunca volverán, convencidos de que aquello que sucedió al principio, y que ya apenas recuerdan, no eran más que locos sueños de alocados jóvenes incapacitados en ese momento para ser respetables personas normales.

Sospecho que la mayoría ni siquiera tienen el valor para reconocer, en un postrero acto de dignidad, que aquellos sentimientos y aquellos momentos fueron los únicos, o los muy pocos, en que la vida no fue rebajada en su mágico e inmenso valor.

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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MI PRONÓSTICO PARA EL 2012

 

MI  PRONÓSTICO PARA EL 2012

Basado en las tiradas del viernes 30

 

No creo que las cartas del tarot, el I chi o cualquier otro oráculo sea fiable a la hora de pronosticar. No creo que esté escrito en ningún lado lo que nos va a ocurrir salvo en el caso de que no exista el tiempo y vivamos en un eterno presente, que cada vez parece mas posible. El mañana es el resultado de lo que hacemos en el presente por lo que lo único que hacemos es tal vez descubrir lo que vivimos en este momento. Pero como la idea es adivinar lo que nos ocurrirá según lo que salió el día 30, aquí va mi opinión.

 Más de lo mismo o siguiendo con lo que estamos.

La tirada me dio malas vibraciones con asuntos de justicia en el que el juicio está al revés, un loco, la sacerdotisa que nos pide oración, una luna mentirosa y la muerte; no parecían cartas para hacernos grandes ilusiones. Menos mal que el carro puede controlar algo y el mago nos puede ayudar. Parece por tanto que la situación puede ser complicada, el seguimiento de lo mismo, pero con posibilidad de cambio siempre que se actúe honestamente.

Para que el 2012 no acabe con nosotros, ora pro nobis

Para que levantemos el espíritu a pesar de las circunstancias, ora pro nobis

Para que sigamos juntos leyendo y comentando cada viernes, ora pro nobis

Para que podamos construir un futuro en el que todos tengamos cabida, ora pro nobis

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis.

Amen

Lola Carmona

 

 

AÑO 2012

EL CARRO, LA LUNA, LA MUERTE, LA JUSTICIA, LA SACERDOTISA, EL LOCO, EL JUICIO, EL MAGO

 

Seguiremos tirando del carro, de sol a sol y de luna a luna, hasta la muerte,  reclamando ansiosos un sorbo de justicia, hasta que una sacerdotisa, o un loco, emitan y hagan realidad un juicio justo para todos.

Aunque es más bien trabajo de magos el crear y alimentar esa mágica ilusión que nos mantenga, a pesar de todo, a todos tirando del carro.

 

                                                  Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ORA PRO NOBIS

 

ORA PRO NOBIS

 

Entre el ora y el nobis,

un pobre ser perdido,

cual perro hambriento

busca razón a su destino.

 

Entre el ora y el nobis,

poco más que miedo,

y la vida debatiendo,

el puedo y el quiero.

 

Entre el sólo tú del ora,

y el nobis de todos nosotros,

apenas una brisa en el rostro,

apenas una tímida aurora.

 

Entre el tú que no comparte,

y el nos que ni aprende ni perdona,

gotas de tiempo se reparten,

entre almas que vagan solas.

 

Entre el tú de lágrimas secas,

y el triste nosotros linchador,

¿quién abrirá al fin las puertas,

que alivien el hedor del rencor?

 

Entre el ora pro nobis desesperado,

y el oremus pro nobis hermanado,

todo gira, todo nace, todo es y vive,

en un mundo perfectamente desordenado.

                                                           

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 


http://www.youtube.com/watch?v=QM3U1PmGwtE&feature=related 

ENTRE EL ESPANTO Y LA TERNURA (Silvio Rodríguez)

A Oswaldo Guayasamín 

Entre el espanto y la ternura 
transcurre todo. 
Un hombre sabio con la moldura, 
la mano, el codo. 

Entre el espanto y la ternura 
crece la hiedra. 
En sano juicio con la locura, 
la flor, la piedra. 

Entre el espanto y la ternura 
la vida canta. 
Una tonada clara y oscura, 
profana y santa. 

Entre el espanto y la ternura 
corre la suerte, 
con el abajo y con la altura, 
con vida y muerte, 
con vida y muerte. 

Entre el espanto y la ternura 
ayer y hoy día. 
Manzanas verdes y las maduras 
hay todavía, hay todavía, 
hay todavía. 

Entre el espanto y la ternura 
hora temprana, 
trabaja el hombre 
entre locura 

para mañana, para mañana.

 

 

 

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CARTA DE AMOR A UN BANQUERO

 

CARTA DE AMOR A UN BANQUERO

 

Muy Sr. mío:

                Usted no me conoce personalmente, soy uno de sus miles de   clientes, una de esas personas que le entrega sus ahorros de toda la vida o del último mes, si los hay, y con ellos, unido a los de miles de ciudadanos más, ha creado usted su negocio.

                      Al ser usted una persona cuya cultura se da por hecho, seguro que tendrá conocimiento de que su profesión ha sido, a lo largo de la historia, y en muy diferentes culturas, una de las más despreciadas, considerándose a los banqueros y prestamistas los penúltimos en la escala social, sólo por delante de los esclavos. Nuestros antepasados, inmersos en un mundo duro y hostil, donde sobrevivir suponía un tremendo esfuerzo diario, despreciaban profundamente a quien vivía del trabajo ajeno, y como posiblemente también sabrá, durante siglos, a lo largo de la Edad Media europea, la usura fue de los delitos más duramente castigados. Me dirá usted, con cierta lógica, que eran otros tiempos, el mundo era más primitivo, más simple y el ser humano poco más que un animal luchando por su superviviencia.

                 No será necesario que le recuerde tampoco, desde mi modesta posición de historiador, cómo aquellos primeros banqueros, muchos de ellos clandestinos al principio, fueron transformando su lucrativo negocio en poderosas organizaciones que acababan decidiendo, incluso, quién había de reinar o gobernar, o qué pueblos habrían de padecer una guerra o genocidio a fin de mantener y aumentar el poder de dichas organizaciones.  Así llegamos, como usted sin duda sabe, al presente, donde se permiten decidir, ya sin disimulo, quienes habrán de ser los presidentes o primeros ministros de turno, sin pasar por el trámite de unas elecciones supuestamente democráticas.

                        Pero es de otra forma como me quiero dirigir a usted, no desde el reproche o la confrontación, sino buscando cuanto, como humanos, tenemos en común que, si lo hacemos desde un punto de vista pragmático y dialogante, redundará, sin duda, en un beneficio mutuo, por extraño que pueda parecer a simple vista.

                        Usted, como yo, y como todos nuestros semejantes, por el hecho de nacer en este planeta está supeditado a la vida del mismo, la salud del planeta no es ya un asunto de jóvenes ecologistas, es un asunto serio cuyo desenlace, por mucha información que creamos tener, se nos escapa. Ya hemos conseguido identificar todas las extinciones habidas en nuestro planeta desde su formación y sabemos, sin lugar a dudas, que ha habido algunas peores que la que estamos provocando nosotros, pero ninguna a un ritmo tan acelerado. Nos encontramos en una encrucijada, y si se cumplen las peores previsiones, de poco servirán las disculpas que cada uno alege llegado el momento, será una condena sin apelación.  Por el poder que uswted postenta, muy por encima de muchos gobernantes, su responsabilidad es también mayor, y tal vez lo que menos llegue a imaginar es que algunas de sus decisiones pueden dar lugar en un futuro más o menos cercano, a la muerte de millones de personas, entre los que pueden encontrarse sus mismos descendientes. Por favor, reflexione.

                         Usted posiblemente sea una persona de ideas conservadoras, pues bien es sabido que la banca siempre ha tenido esa tendencia natural a ponerse del lado de ideologías que pretenden mantener las cosas como está o incluso volver a lo más tradicional si cabe. Esa es una actitud, señor mío, sumamente llamativa en usted, porque si algo ha caracterizado a la banca a lo largo de los siglos es el aprender de los errores cometidos y adaptarse a los cambios.

Le infito a echar un vistazo a la historia: La banca apoyó a las monarquías europeas contra las ideas de la revoluciones que se dieron en los actuales Estados Unidos y Francia, pero con el tiempo, ese modelo fue el adoptado por la mayoría de los países. Ustedes se opusieron a la abolición de la esclavitud, que consiguieron retrasar, pero fue abolida a lo largo de dos siglos. Se opusieron también a la igualdad racial, pero es, al menos teórica y legalmente, un hecho en casi todo el muno. Se opusieron al derecho a voto de las mujeres, la mitad de la humanidad, pero ya es un hecho. Se opusieron, de la mano de estamentos religiosos, al divorcio, que no sólo se intituyó, sino que es, estadísticamente hablando, más practicado por personas conservadoras que por parejas progresistas. Puede dar la impresión de que han apostado siempre a caballo perdedor, pero no es el objeto de este escrito hacer reproches, sino invitarle a comprender que, desde un punto de vista histórico, el cambio es una condición permanente. Ahora una nueva idea, un movimiento ciudadano nuevo, está surgiendo en el llamado Primer Mundo, y posiblemnte se irá extendiendo, de una forma u otra, al cabo del tiempo. Usted se opone, piensa eu esos ciudadanos son sus enemigos, pero olvida que no es un odio personal el que sienten hacia usted, tan sólo exigen un mínimo de justicia, que no arruinen sus vidas para poder aumentar unas décimas el porcentaje de beneficio anual. Pero por encima de eso, esas personas reclaman un sitema social más avanzado, más evolucionado, que antes o después ha de llegar, permitiendo decidir a todos los ciudadanos cuanto afecta a su vida social. Si usted admite el derecho a voto, ¿por qué no admitir que ese derecho se practique más a menudo a través de sitemas informatizados? Seguro que se tomarán decisiones que le perjudicarán, pero a cambio, por ser como somos, una especie social, las decisiones de la mayoría serán casi siempre beneficiosas para la mayoría, y eso le incluye a usted y sus familiares. Si lee con detenimiento la historia y la experiencia que nos transmite, se convencerá sin la menor duda de que esa idea saldrá adelante y se convertirá en una realidad, y ante eso tiene usted dos opciones, navegar al ritmo de la historia u oponerse a ella, por el primer camino posiblemtne podrá conservar usted parte de su fortuna e incluso algún privilegio, por el segundo, forzará a un cambio más radicalizado que a nadie beneficiará. Por favor, reflexione.

                             Usted, como yo tiene hijos, y posiblemnte nietos, para los que deseará, sin duda, el mejor futuro posible. Como sin duda sabrá, en los últimos años se está dando en el mundo un fenómeno de acumulación de reiqueza que nos ha hecho retroceder a índices de los años veinte del siglo pasado. Puede pensar que si esa acumulación se da enusted y su familiares supondrá algo beneficioso para ustedes, pero la historia nos demuestra que ese es un proceso sumamente peligroso que origina tensiones que desembocan inevitablemente, en cambios sociales drásticos, sangrientos en muchas ocasiones, ¿es ése el futuro que desea?

Una suma de diez millones de euros es más que suficiente para garantizar no sólo la supervivencia, sino verdadero bienestar material a cualquier ser humano. Si, a partir de ahí, seguir acumulando riqueza crea esas peligrosas tensiones sociales, no parece muy acertado continuar pos ese camino.

Me dirá que desconozco los mecanismos reales por los que se mueve el mundo, que el hombre es un lobo para el hombre, etc., etc., pero yo le hablo desde la experiencia histórica, algo concreto, mientras que usted me habla de la supervivencia de un sistema que es, matemáticamente hablando, insostenible, porque eso que llamamos crecimiento económico tiene como frontera el mismo planeta, y antes o después ha de cambiar a otro modelo, cualquiera, pero sostenible. Por favor, reflexione.

                      Usted, y en eso tal vez no nos parezcamos, posiblemente se sentirá atraído por la idea de pasar a la historia, de ser recordado no sólo como un banquero más, uno entre cientos, uno más, por poderoso que llegue a ser, sino como alguien merecedor de ser conservado en la memoria colectiva de nuestra especie. Ese puesto lo ocupará el banquero o banqueros que sepan adelantarse a la historia, que no se queden encerrados en la acumulación de riqueza, sino que sepan plantar, con imaginación e inteligencia, un modelo social de convivencia que redunde en bienestar social. No le hablo, supongo que ya lo sabrá, de repartir generosamente su riqueza, sino de crear mecanismos  que aseguren la paz, el bienestar y la cultura entre los seres humanos. Por favor, reflexione.

                          Nuestros mundos y nuestras vidas pueden parecer muy alejados y diferentes, pero compartimos mucho más de lo que imaginamos.  Usted o yo podemos caer víctimas de una enfermedad, y tal vez nos espere una muerte evitable si determinado laboratorio, tal vez incluso uno cercano o dependiente de su banco, no ha fabricado ese medicamento que nos podría curar, porque no es rentable por ser demasiado efectivo, sin duda sabe que esas cosas suceden a diario. Ambos podríamos morir víctimas de la codicia, y de poco le serviría su enorme fortuna, no se podría desarrollar ese medicamento en semanas. Usted, como yo, puede ser víctima de cualquier acto delictivo, y nos puede costar también la vida. Como sabrá, la delincuencia es endémica donde canmpa la miseria y la frustración, y son las llamadas sociedades del bienestar  las más seguras en ese sentido. Por supuesto usted puede pagar escoltas y hasta ejércitos, pero el rencor que millones de personas van acumulando  hacia usted y su profesión es tan peligroso como imprevisible.

Usted, como yo, toma a diario alimentos envasados en recipientes que ya sabemos que son tóxicos a largo plazo, posiblemnte conocerá el resultado de los análisis hechos a eurodiputados hace unos años, en los que setectaron hasta setenta componentes tóxicos, a pesar de ser todos ellos personas que habían llevado una vida materialmente acomodada. La mayoría de esos tóxicos no contamos con la tecnología para eliminarlos, ni se dedican apenas medios a investigarlas, hay quien considera que no son rentables dichos estudios. Esos venenos que circulan por su sangre y la mía nos condenan a ser las primeras generaciones de un ser humano tan consumido como consumista, hace que ya el 40% de los hombres europeos tengan problemas de fertilidad, y que vayan naciendo hgeneraciones de seres débiles y condenados a la extinción. También sucedió antes entre los patricios, la aristocracia de la antigua Roma, víctimas de las lujosas y carísimas tuberías de plomo para canalizar el agua a sus viviendas. Los plebeyos, que Bebían el agua directamente de los pozos , sobrevivieron.

                             Como ve, tenemos en común mucho más de lo que, en principio podríamos pensar. Por ello le invito a cambiar, aunque sea levemente, su punto de vista, que sin duda condicionará sus acciones.  En unos años, usted como yo, no seremos más que el recuerdo de nuestros actos, nada más, poco importará que nuestra tumba sea de mármol o simple tierra. No tiene sentido acumular cuanto, ni podremos disfrutar, ni hará que sobreviva de nosotros un recuerdo amable en quienes nos den sepultura. Muy posiblemnte no recordará usted el nombre de ningún gobernador británico de la India mientras fue colonia británica, pero Gandhi está en su memoria, en la mia y estará también en la de nuestros descendientes. Ese es el destino humano, y no lo digo en un sentido romántico o metafórico, a través de la ciencia ya hemos podido demostrar, matemáticamente mediante la Teoría de Juegos, y neurológicamente con el descubrimiento de las neuronas espejo, la importancia de la sociaedad en nuestra especie, nada somos los unos sin los otros, y llegados al punto de desarrollo en que no sencontramos, sólo los que lo comprendan sabrán navegar en la historia futura. Quienes se opongan, las llamadas personas neofóbicas,  conseguirán retrasarlo, tal vez unas décadas, tal vez un siglo, pero no podrán detenerlo, nunca pudieron antes. El resto de la humanidad seguirá su camino, antes siervos, después ciudadanos que delegaban las decisiones, quieren ahora ser ciudadanos que tomen las decisiones que les afectan, y lo conseguirán, porque han elegido el camono que está en la misma estructura de su especie, la colaboración y el apoyo mutuo.

El motivo de la presente no es otro que invitarle a que se informe, a que reflexione,  y pueda participar de ese cambio, de ese paso evolutivo, que espero sepa comprender y del  que depende nuestro futuro y el de de nuestros descendientes.

                              Sin otro particular, le saluda muy atentamente;

                                            Un ciudadano.                        

                      

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

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CUÁNTOS LECTORES


¿CUÁNTOS LECTORES NECESITA UN ESCRITOR?

 

Si escribe por necesidad, cuantos más, mejor, porque el hambre no entiende de juegos, ni de arte, ni de dignidad.

 

Si escribe por placer, ninguno, porque con todos compartirá, sin pedir nada a

cambio, cuanto escriba, pero a nadie necesitará.

 

Pero si escribe por vanidad o arrogancia, nunca tendrá suficientes.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

CUÁNTOS LECTORES


   Era más que probable que la sacerdotisa del tarot fallara en las funciones solemnes, si no tenía la conciencia tranquila, por haber hurgado donde no debiera, al anotar en el mamotreto que sostenía entre las manos errados destinos de criaturas ya difuntas, o dudase a la hora de poner en práctica los ritos en los eventos cruciales estresada por los pliegues del hábito, a lo largo de su dilatada liturgia, sirviendo a los dioses del universo.

   Sobre todo los déjà vu (la experiencia de sentir que se ha experimentado antes una situación), en el reiterado transitar por los laberintos ceremoniales que oficiara, y se esté ahora preguntando, quizá llorando como una magdalena, qué pensarán de ella el día de mañana cuando desaparezca, o no dé la talla en un momento dado, y no exhibiera con desparpajo la sabiduría que se le presupone por su rango, referida a las ofrendas de las deidades.

     Y no digamos sobre la necesidad de la sacerdotisa de mostrar conjuntados en el amor los latidos del corazón, porque se le torciesen en la psique de mala manera, cual loca veleta, alimentando insólitos regomellos, entre los mustios matojos de la suerte o el sucio hollín de la chimenea donde habitaba, o peor aún que zozobre su vocación sacerdotal, al no dictar con el empaque requerido las certeras predicciones sobre el porvenir de los justos, con las luces de la razón y de los cielos, o dejara de vislumbrarse la seriedad deontológica que se rumiaba en su hoja de ruta.

    No podía por menos que desvelar los correctores que iba a aplicar a los desleales o a los que racaneasen a la hora de entonar el mea culpa, al sentirse zarandeados por la desconfianza ante las dádivas prometidas, al pensar que no eran de recibo, por si se guardaba alguna carta en la manga, no descubriendo el futuro ni el horóscopo, exigiendo que se dejase de pantomimas, poniendo las cartas boca arriba, y recondujera los negros augurios que se cernían sobre las cabezas de los humanos.    

   Y surge entonces la gran cuestión, cómo lo enfocará su lado justiciero, cuando se cerciore de que no se centran en las enseñanzas doctrinales, en las lecturas del más allá, o anden tibios en los decisivos foros celestiales.

   Si tal advenimiento acaeciese, a buen seguro que quebrantaría el secreto de las deliberaciones, la identidad de su razón de ser, por muchas caretas que se superponga, no teniendo más remedio que dimitir del sublime cargo o desnudarse ante los ojos de los dioses en la claridad del sol de mediodía, transparentándose sus voluntades y pensamientos, confesando su incompetencia, y puntualizar asimismo las ensoñaciones voluptuosas que le acuciaran, o las delectaciones íntimas, artísticas, estéticas, literarias, amorosas, o las más rutinarias, de andar por casa, desgranando los enigmáticos arcanos, porque en ello le iba la supervivencia de su misión, dado que todo lo que se cuece en los más diversos ambientes es trascendente, incluso lo que hierve entre los fogones.

   Por ende no resultaba extraño que tanto la sacerdotisa, con todo su bagaje místico, como el hambriento auditorio aparecieran un tanto desnortados, sumidos en una especie de amnesia afectiva o rara vorágine, sin saber a qué carta quedarse o adónde dirigirse, si al desierto o a los picos del Tíbet, a 40 bajo cero, en busca de ayuda entre tanto tiburón suelto, gurús, falsos hechiceros, chamanes, mentores, guías o maestros como proliferan, quemándose las cejas por salir del atolladero, enfrentándose a tanto descalabro, a las innúmeras incongruencias que se baten en excelsas esferas, o por qué no de novela negra en las calles de Nueva York o en las calles pasionales del crimen, en los arrabales del relato o en las tramas del casco antiguo de la ciudad, más accesibles a la comprensión humana.

   Y, llegados a este hilván, se acrecienta la incertidumbre a cerca de si la sacerdotisa bendecirá o no al solitario escritor que se devana los sesos en noches de luna llena o de autos, estando en capilla para la inminente inmolación ante el folio en blanco, a lo mejor sin plan de vuelo ni pistas en lontananza, qué horror de escena, dejado de la mano de Dios, y no teniendo qué echarse a la boca o al cerebro, como no sea pan de palabras o mazapán en las fiestas navideñas, reconstruyendo in extremis alas  para volar por las cumbres del texto, y amerizar en mares tranquilos, o no se sabe dónde ni cómo, ebrio o loco de remate, implorando la complicidad de la fría sacerdotisa, anhelando que sea en un atractivo manuscrito, de aventuras y globos de colores, habiendo tomado aliento y cuerpo el cuento y crecido a sus anchas, como las flores del campo o los céfiros marinos.

   Allá por la era de la magia en el mundo primitivo, ser sacerdotisa era el sueño de cualquier doncella que se tuviese como tal, y acunase en sus sienes llegar a los más altos peldaños de los designios divinos. Ella había nacido en la orden de sacerdotisas, se había criado allí y debía vivir en cuerpo y alma para la orden, procurando ser un  dechado de sacerdotisa. Los padres eran miembros del consejo por imposición de los diablos del averno, que se  hospedaban en los alrededores del trono divino. Y empezó a cortejarla un mago recalcitrante, con grandes dosis adivinatorias, que había conseguido burlar los estrictos controles de la divinidad y de los agentes infernales, habiendo ingresado recientemente en el escalafón de la orden.

   Todo estaba impregnado de puro hechizo, pero ella se negaba a comulgar con un mundo de magia. Quería vivir libre como el viento, fuera de cualquier presión, que significara una orden o leyes férreas. Para su sorpresa, el pretendiente la abandona al alba, al enterarse de sus planes de fuga, y a renglón seguido los padres la encierran en una celda con dos cancerberos en la puerta, a fin de que jamás se le acerque nadie o pueda escapar.

   Pero la sacerdotisa, impaciente, y con el corazón deshilachado, al ver que todos a quienes en su día amó con locura la habían traicionado, realizó un último y desconcertante conjuro, que la transformó de pies a cabeza, encarnándose en todos los seres vivos de la naturaleza. Entonces ella ya no era una persona independiente, única, sino agua, viento, fuego, tierra, espíritu. Podía controlar la vida de cada uno de lo seres, pero a cambio entregó el alma, el corazón, su aliento. Y se condenó a una pobre vida, sin poder saber nada de descendencia, de arte, ni del amor.

   Miles de años después, vendrá al mundo un joven, que lo cambiaría todo. Al igual que ella, no quería ser hechicero, su sueño era ser mensajero de primaveras y sorpresas. Y acude a la sacerdotisa, para que le otorgara una vida mejor. Y la sacerdotisa, sin proponérselo, en ese joven se pudo reconocer a sí misma. Y todo lo que anteriormente desechó, volvió de golpe a ella.

   La nostalgia, la familia y el amor se adueñaron de ella, al ver al galán de los ojos azules como el agua de los océanos, del mismo material del que estaba hecha. Poco a poco, fue pasando más tiempo en compañía del joven, con objeto de lograrlo tomó el cuerpo de una bella jovencita, y como una tonta enamorada seguía los pasos del joven. Ambos se enamoraron perdidamente, y con el tiempo se descubrió la auténtica realidad.

   Como último acto de amor, él renunció a su vida para unirse a ella y estar juntos de verdad. Y como la misteriosa sacerdotisa tenía prohibido amar y amó, besar y besó, abrazar y abrazó, su destino se truncó, al ver morir a su amor de pronto. Dejó de ser una diosa envidiada por todos, y se convirtió en una entelequia, en un vano recuerdo, lo mismo que él. Y cogidos de la mano,  los dos enamorados, caminaron juntos hacia otros mundos desconocidos.

   Al hilo de la magia de los hechiceros, cabe preguntarse, qué desenlaces le aguardan a la escritura, o atendiendo a qué factores alguien se puede considerar escritor, qué cánones lo dictaminan o qué currículos debe aportar para figurar en el libro de hechiceros de la creatividad, del mundo mágico de las fábulas. Se trata casi de una misión imposible, si se quiere concretar con precisión el escueto cimiento en que se sustenta la mayoría pensante, sobre la cantidad mínima de lectores que debe tener un escritor.

   Así habrá quienes apuesten por una cuota exacta, no inferior a quinientos once, que les encandilen los encantos del mismo libro o autor, luchando para elevarlo a los altares de la ficción, y otros, los detractores, partiéndose el pecho por hundir sus naves, dado que hay tantos gustos como colores. Así dice al respecto Larra, “Terrible y triste me parece escribir lo que no ha de ser leído”… en carta a Andrés desde las Batuecas del Pobrecito Hablador.

    Por ello, abundando en el rompecabezas libresco, unos propondrán ex cátedra que con cuarenta lectores ya es suficiente, otros, menos exigentes, dirán con quince o con veintidós y medio, y otros puede que se sientan recompensados con menos, así que la pesadumbre mayor recaerá sobre aquellos que escriben y les devore con más saña la avaricia, no dándose por satisfechos con ser ellos mismos los lectores de sus obras, o, todo lo más, un puñado de amigos.

   Lo tienen bastante mal tanto unos como otros, en esta panorámica tan versátil de vértices opacos, harto subjetivos y caprichosos. El chileno Nicanor Parra señala, con no poca ironía: “¿Best seller? La KK se come: tanta mosca no puede estar equivocada”.

   Por consiguiente, lo mejor será conformarse con lo que la diosa fortuna les depare, y, en todo caso, augurar un ubérrimo futuro, donde ondee en sueños el rótulo de las célebres corridas de toros, hoy, lleno hasta la bandera.   

José Guerrero Ruiz

 

 

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DEJA VU


DEJA VU

 

Giraba y giraba autoconvenciéndose de que en cualquier momento, cuando quisiera, podría dejar de hacerlo.

Era una pieza de un engranaje, uno de los tantos que mordía con aparente perfección mecánica una rueda dentada.

Se sabía parte de un todo y sabía que su existencia era perfectamente circular.

 

Su vida era un eterno deja vu.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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15-DRY: UN FUTURO POSIBLE


15M – DRY: UN FUTURO POSIBLE

 

El 15 de mayo de 2011, coincidiendo con profecías mayas que hablaban de un cambio de rumbo para la Humanidad, que muchos interpretaron en un primer momento como el anuncio del fin de ésta, nació en una plaza de Madrid, la llamada Puerta del Sol, el movimiento ciudadano  15M.

Tras la ilusión inicial, que movilizó a cientos de miles de personas, pareció perder fuelle, aunque se mantuvieron activos todos los grupos que habían dado lugar a él.

En el obsoleto parlamento oficial de aquella tierra, llamada entonces España, el modelo democrático nacido dos siglos antes comenzó a descomponerse víctima de sus propias contradicciones.

 

Las elecciones generales habían dado el triunfo a los partidos conservadores, aunque en realidad sólo 3 de cada 10 ciudadanos le habían dado su voto, con lo que la permisividad inicial hacia el movimiento ciudadano se transformó en persecución más o menos encubierta.

No pudiendo reunirse pacíficamente en las plazas como habían hecho hasta entonces, los ciudadanos se refugiaron en Internet, donde encontraron cierta seguridad, al tiempo que informaban incansablemente al resto de sus conciudadanos sobre los entresijos de un sistema corrupto que sólo conservaba de democrático el nombre.

La ola de indignación continuó creciendo, con la inesperada ayuda de un gobierno conservador que ni se molestaba en esconder, ni podía, sus juegos políticos y su pésima gestión económica, esquilmando toda la riqueza pública mediante privatizaciones, agravadas por innumerables casos de corrupción, al tiempo que se agudizaba la crisis económica y aumentaba el paro.

Aún pasarían dos años hasta que el Parlamento Ciudadano Digital contó con el número suficiente de personas que votaran en él, al tiempo que renunciaban al voto en las elecciones de los partidos políticos, que hacían campañas publicitarias tan costosas como inútiles, generosamente subvencionadas por la banca.

Cuando el número de ciudadanos que votaban en un sistema democrático participativo a través de la red sobrepasó el sesenta por ciento, la clase política comenzó a preocuparse seriamente: redujeron sus sueldos y privilegios, que pasaron a ser compensados por donaciones ocultas de la banca, y admitieron algún tipo de participación de los ciudadanos en los plenos parlamentarios, comenzando a llevar a cabo ciertas reformas que habían sido reivindicadas por éstos desde mayo del 2011. Pero ya era tarde, la mayoría votó mantenerse al margen de un sistema que ya sabían completamente dependiente de la banca y las grandes corporaciones empresariales.

 

Se intentó hacer obligatorio el voto, pero fue inútil: ni se votaba ni se pagaban las multas por no votar. Cuando dichas multas se empezaron a descontar directamente de las cuentas bancarias de los ciudadanos, éstos optaron por cancelarlas y guardar en sus casas sus ahorros, con el consiguiente perjuicio para la banca, que se debatía, sin solución, entre sus intereses y sus intereses, como de costumbre.

 

El siguiente paso fue la objeción fiscal: el ya sesenta y cinco por ciento de los ciudadanos se negó a pagar impuestos salvo que éstos fueran administrados por ellos mismos mediante votación de los presupuestos generales a través del parlamento digital, el único que sentían que les representaba.

Esta acción, paradójicamente, tuvo poca repercusión en España, pues la mayoría de los impuestos sobre la renta se descontaban directamente de las nóminas de los asalariados, que significaban el setenta por ciento de la recaudación total, pero fue una medida sumamente efectiva en otros lugares de Europa.

 

Los ciudadanos optaron luego por utilizar otra herramienta a su alcance: el consumo: Se fueron confeccionando listas de bancos y empresas corruptos o que fomentaban guerras y especulaciones financieras, centrando la acción contra un conjunto de ellas, que acababan con grandes pérdidas al cabo de pocas semanas. Éstas reaccionaron comprando y vendiéndose mutuamente las acciones, a fin de desorientar a los ciudadanos, que decidieron entonces ir creando sus propias empresas y cooperativas, todas administradas horizontalmente mediante un sistema de democracia participativa, y sustentadas con los millones de euros que constituían los ahorros guardados por las familias en sus propias casas.

 

Las recién creadas cooperativas utilizaron como medio de publicidad, que resultó asombrosamente efectivo, la renuncia a la obsolescencia programada de la que hacían uso el resto de las empresas: cada aparato fabricado en las cooperativas de la red 15M era entre tres y diez veces más duradero que los habituales en los comercios. Este hecho, unido a las carencias provocadas por la crisis en la clase media, provocó un enorme e inesperado aumento de la demanda, al poder adquirir los ciudadanos aparatos y utensilios de todo tipo de mucha mejor calidad que los habituales y al mismo o menor precio.

 

Las cooperativas 15M, autogestionadas por sus propios trabajadores, tenían tales índices de crecimiento, que se multiplicaban por todo el mundo, dando trabajo a millones de parados, que disfrutaban de salarios por encima de la media, al repartirse la plusvalía que en las antiguas empresas pasaban a engrosar la fortuna de una minoría dirigente o directamente de la banca que las financiaba y controlaba.

Los bancos y sus portavoces, los políticos, pensaron: si no les permitimos crear esas cooperativas, no dejarán circular el capital y nos arruinaremos, y si se lo permitimos, serán nuestros competidores. Tuvieron que optar, inevitablemente, por lo segundo.

 

Los aún verdaderos y poderosos dueños del mundo empezaron a impacientarse e intentaron, como último recurso, hacer uso de una herramienta que había resultado muy efectiva en dos ocasiones, un siglo antes, para neutralizar movimientos obreros y ciudadanos de todo tipo: una nueva guerra mundial.

Se pretendió enfrentar a Europa con los pueblos musulmanes del otro lado del Mediterráneo, con el pretexto de un fortalecimiento del integrismo religioso, pero los ciudadanos de ambas orillas no cayeron en la trampa. Fue el gran examen para el pacifismo del que siempre había hecho gala el 15M.

 

Nunca vieron las calles de Europa manifestaciones mayores que las de entonces, con millones de personas diciendo no a la guerra y miles de soldados, ya demasiado acostumbrados a participar en acciones humanitarias, negándose a participar en ella. Fue entonces cuando el sistema recurrió, sin miramientos, y despojándose de su máscara, a la violencia. Miles de mercenarios llegados de todas partes del mundo, y muy bien pagados por la banca, recorrieron las calles de la mitad de las calles de Europa disolviendo violentamente cualquier pequeño grupo de ciudadanos que encontraran debatiendo en las plazas.

Pero quedaba internet, la red que ya antes había servido de refugio, la red que no podían desconectar sin sufrir enormes pérdidas económicas, pues bancos y grandes empresas, en su codicia, habían reducido sustancialmente sus plantillas de trabajadores, sustituidos por los muy efectivos sistemas informáticos.

 

Fue entonces cuando el azar sonrió al 15M, dándole el impulso final definitivo: en China también había movimientos contestatarios, pero de índole diferente a los europeos, surgidos de una recién nacida clase media que reclamaba mejores servicios e infraestructuras sociales, y fomentados por los servicios secretos estadounidenses, que veían pasar su hegemonía mundial a manos chinas, pero no podían enfrentarse de una forma directa, ni comercial ni militarmente, al renacido y ancestral imperio, pues ambos poseían armamento nuclear.

El gobierno chino, incapaz de combatir eficazmente la corrupción, y consciente del peligro que significaban las revueltas, optó por apoyar y adoptar el modelo de democracia participativa nacido en Europa, a fin de debilitar a sus competidores gobiernos occidentales, y porque lo consideraron más cercano, al menos teóricamente, a su cultura e ideología, y un mal menor comparado con la alternativa: un país dividido y sumido en el caos, como ya había sucedido siglos antes con la llegada de la marina británica, durante las humillantes Guerras del Opio.

 

Las ya miles de cooperativas 15M distribuidas por todo el mundo eran, además, muy buenos clientes del gigante asiático, y la carencia de materias primas hacía de la fabricación de aparatos sin obsolescencia programada una alternativa válida para China, y la única forma de poder garantizar un nivel de vida suficiente para sus ciudadanos, neutralizando así parte del descontento de los mismos. Para China, pasar de la producción en masa de objetos baratos y de poca calidad, a una producción cualitativamente superior significaba desbancar definitivamente del liderazgo económico mundial a Estados Unidos, a Japón y a la Unión Europea, incapaces ya de competir, ni siquiera tecnológicamente, reservándose cada bloque una especialidad técnica sobre la que sustentar su actividad económica.

 

Una vez trasladado el poder a los ciudadanos, a través de parlamentos digitales en que se votaba protegiendo las elecciones con los sistemas informáticos más efectivos, los mismos que hasta poco tiempo antes se usaron para salvaguardar las transacciones bancarias, las transformaciones sociales fueron sucediéndose una tras otra: La prohibición de los paraísos fiscales, votada casi por unanimidad, supuso el primer recorte al monstruoso poder acumulado hasta entonces por la banca y los especuladores financieros. Los políticos perdieron prácticamente todos sus privilegios, pasando a ser meros funcionarios dedicados a redactar las leyes votadas por los ciudadanos.

 

También se propusieron y aprobaron, entre otras, leyes de limitación de acumulación de riqueza, leyes de prohibición de conflictos bélicos, quedando los ejércitos para labores de protección civil ante catástrofes naturales, y de policía de los derechos humanos, siempre bajo las órdenes directas de los parlamentos digitales, aprobándose al mismo tiempo leyes de reconversión de la industria de armamento.

 

Aprobadas por amplia mayoría, a pesar de la campaña en contra financiada por la banca, fueron las leyes de distribución gradual del trabajo, reduciéndose paulatinamente las jornadas laborales, al repartirse el trabajo entre toda la población activa existente, terminando así con el paro, y viniendo a demostrar, a los sorprendidos ciudadanos, el verdadero poder de la riqueza pública que, administrada de una forma racional, proveía a todos de un nivel de vida mucho mejor de lo esperado.

 

Las nuevas leyes de enseñanza, de las más debatidas, aplicaron finalmente los sistemas pedagógicos que ya habían demostrado su efectividad en la formación y enriquecimiento de la personalidad de los niños, tanto como en el desarrollo del pensamiento crítico, sistemas a los que la clase política hasta entonces había marginado, pues daba lugar a ciudadanos demasiado contestatarios para un sistema social jerárquico y vertical como el creado por ellos y las grandes corporaciones bancarias y empresariales, que habían regido los destinos del mundo durante tantos siglos.

 

Así se sentaron, poco a poco, las bases de las primeras generaciones de humanos realmente libres, los primeros que nacieron en sociedades que les garantizaban, por el simple hecho de nacer en su seno, protección, alimento, formación y vivienda, a cambio de apenas dos horas de trabajo diarias pues, como ya habían calculado economistas independientes décadas antes, tan sólo esa jornada laboral era necesaria para mantener el mismo nivel de vida del que hasta entonces disfrutaba la clase media de los países desarrollados, al utilizar para el bien común, y no el una minoría, las enormes posibilidades de la tecnología ya creada.

El aumento del tiempo de ocio y de posibilidades de acceso a la cultura dieron lugar a tal explosión cultural, que se habló de un nuevo Renacimiento, esta vez global.

 

Ése fue el comienzo del fin de un sistema y el nacimiento de otro, que aún tardaría dos décadas en perfeccionar su funcionamiento, y casi un siglo en extenderse hasta el último rincón del mundo.

Hoy en día, cuando se estudia aquel movimiento ciudadano, y especialmente el sistema obsoleto que le precedió y que dio lugar a él, suelen ser los niños pequeños, siempre ansiosos por comprobar que los adultos también hacen tonterías, los que más ríen cuando se les explica que, no hace tanto, muchas personas mayores creían vivir en un sistema democrático sólo porque depositaban, una vez cada cuatro años, un papel con unos nombres de personas a las que ni conocían, en una caja que llamaban urna, cediendo así a esas personas todos sus derechos de decisión social durante los cuatro años siguientes.

Los adolescentes también, con la rebeldía propia de la edad, ríen a carcajadas comentando esas rarezas e ingenuidad de sus antepasados  estudiadas en las clases de historia.

 

Málaga, 14 de abril de 2211

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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TAROT

 

TAROT: EL MAGO, EL LOCO  Y  . . . (II) LA SACERDOTISA

 

"Los humanos, vistos seriamente, dan mucha risa" dijo el loco lúcido,"todos bailan al ritmo de las cadenas que portan, mientras se creen  libres".

"Hagamos del tintineo de las cadenas música", sugirió el mago, " y podrán conocer, al menos, un soplo de verdadera libertad".

Así lo hicieron, y se fueron juntos, cantando, bailando, y en compañía del loco gato del loco, en busca de la tercera carta . . .

 

En el primer cruce de caminos a que llegaron les esperaba la sacerdotisa, con su  libro sagrado en una mano y sangre aún fresca en la otra.

"Es sangre de mala persona", se justificó ella.

"Pero la sangre siempre es vida", repuso el mago, "y nunca es digno derramarla".

"Cuando yo derramo sangre, es justicia. Tú, mago, en tu sabiduría deberías saberlo, salvo que sea falso tu saber".

"No comparto tus ideas, sacerdotisa a la que llaman Papisa, y en los tiempos actuales también Codicia, o Crisis, y ahora comprendo la razón de tus sobrenombres. Tú haces de tu ley la única ley, temes comparar ideas, y todo tu ansia es modelar el mundo a tu alrededor para que gire acorde a tu triste ser. Destruyes creyendo crear, y eres la más pobre de las esclavas, porque nunca dudas".

"Tú no me ves como soy, mago insolente, y con tiempo suficiente te haré pagar  tu desprecio."  "¿Qué piensas tú, loco?"

El loco no había pronunciado una sola palabra desde el encuentro, y como única respuesta, tomó en sus brazos al gato que nunca se separaba de él y lo acercó a la sacerdotisa. El animal, en cuanto se encontró próximo y ella tendió su mano con un gesto de aparente amabilidad, bufó y salió corriendo hasta lo alto de la rama de un árbol, desde donde observó desde entonces atento a los tres seres.

"Ya no tengo duda alguna" dijo el loco, "el mago sabe lo que dice, y tú, ciega de arrogancia, no sabes ni lo que sientes".

"Compartirás nuestro camino porque no es nuestro, sino el de todos, pero desde ya sé que no harás sino destruir cuanta vida libre encuentres, destruir todo cuanto no te alabe, y no es alimentar egos enfermos nuestro destino".

"Mas en algo se equivoca mi amigo el mago: Tú también formas parte de este camino y debes recorrerlo. Tu misión es mostrar lo peor de nosotros y de quienes encontremos, medir nuestra resistencia, sacar a la luz nuestras miserias. Tú harás que la persona buena sienta lástima por ti, sin sospechar que la usas para cualquier mísera venganza. Tú harás brotar la ira del iracuando, pero también de quien se indigne ante la injusticia. Tú harás que la persona sola crea tener compañía, sin saber que es sólo otra muñeca de tu colección. Sólo sabes ser fiel a ti misma y sólo a ti misma te sabes amar, pobre ser triste de patética corona. Tú harás de las personas frustradas tus mascotas, y de las reprimidas tus perros de presa, y ese libro maldito que crees y llamas sagrado te enseñará la forma de manejarlas de manera que te crean amiga".

"Mentirás y difamarás sin el menor remordimiento, porque también tu ética fue esclavizada por tus miedos. Pareces fuerte y amable, pero eres débil y te vistes con la ignominiosa crueldad de los hipócritas".

"Mucha más sangre lavará tus manos, y siempre encontrarás una justificación a tus acciones. Tú eres vida enferma que se alimenta destruyendo vida, y cuando ya ningún argumento te quede, recurrirás a la falsa moral o a la fuerza, con igual facilidad, y la sangre volverá a manchar tus manos".

"Pero por ser así tienes tu lugar en este camino, y de las leyes libres del camino te servirás para continuar en tu enajenado vagar, porque el día que tú o yo no tengamos un espacio en este camino, éste será ya otro, sin necesidad de quien lo manche de sangre y tristeza, como tú, ni de un loco que crea ingenuamente que ambas cosas se pueden siempre evitar, como yo".

"Déjala, sabio amigo mago, que comparta nuestro camino, es parte de la gran prueba que nos espera, veremos caer a muchos, tal vez nosotros mismos entre ellos, pero así sabremos  distinguir quienes son realmente merecedores de llegar a ese final que ya sabemos que no existe".

"Sea como dices, amigo loco, que hasta ahora nunca has errado en tus juicios y predicciones".

Y así prosiguieron los tres el viaje.

El gato, aún en lo alto del árbol, dudaba entre la amistad que le unía al loco y su instinto, que le decía que habrían de venir obscuros tiempos de dolor y de otro tipo de locura muy diferente a la de aquel a quien siempre había acompañado.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

TAROT: EL MAGO Y EL LOCO (I)

 

"Los humanos, vistos seriamente, dan mucha risa" dijo el loco lúcido,"todos bailan al ritmo de las cadenas que portan, mientras se creen  libres".

"Hagamos del tintineo de las cadenas música", sugirió el mago, "y podrán conocer, al menos, un soplo de verdadera libertad".

Así lo hicieron, y se fueron juntos, cantando, bailando, y en compañía del loco gato del loco, en busca de la tercera carta . .

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

EL TEMA  ETERNO

 

"Jamás se ha emborrachado nadie a base de comprender intelectualmente la palabra vino" (Anthony de Mello)

Que si somos porque estamos o estamos porque somos, que de dónde venimos, que si a donde vamos, que si somos mortales eternos o eternamente mortales, que si los muertos nos esperan o esperamos sus favores, que si todo lo creó un dios o entre todos hemos creado a todos los dioses, que si vale la pena repetir lo dicho a un sordo, que si sordo es quien no escucha o quien no se conoce, que si ciego es todo el que no sabe mirar introspectivamente, que si todos, al hablar de ciegos y sordos, pensamos sólo en los demás, que si hay miseria más grande que los celos, y mezquindad mayor que la envidia, que si la locura nos puede llevar  a intentar destruir cuanto no tenemos capacidad de comprender o disfrutar, que si todo tiene un fin, pero nunca captamos el fin de todo, que si tú o yo somos algo sin el nosotros, que si no hay nada en lo que es que antes no haya sido, que si todo el sufrimiento del ser humano procede de no conocer al ser humano, que si lo busca con sincero interés, pero se pierde, porque vuelve la cabeza y cierra los ojos cuando mira hacia dentro, desconcertado por lo que ve, y hacia fuera sólo sabe mirar desde su miedo interior, y sufre, por no comprender, sufre . . .

Los dilemas de siempre, una polémica siempre abierta, el tema eterno.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ME ESTOY QUITANDO

 

ME ESTOY QUITANDO

 

"Cuando la luna llena nos mira de reojo, y las ideas coquetean con el viento sin temor a quebrarse, es que ha llegado el momento de brindar por las ilusiones eternas, regalar una caricia, y reírse a gusto de los miedos perennes", dijo con la mirada perdida en el vacío.

"¿Le asaltan muy a menudo este tipo de pensamientos?", le preguntó, envidioso, el psiquiatra.

"No muy a menudo en los últimos tiempos, ya me estoy quitando . . ." dijo el hombre resignado, a punto de permitir que un mal profesional y eterno escritor frustrado asesinara al poeta que él, desde niño, siempre había llevado dentro.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

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EL MAGO


EL MAGO

 

Encuentra en ti mismo el mayor anhelo,

deseo o querencia, busca en el abismo

de tu subconsciencia, quita el espejismo

que dobla lo pésimo. ¿Qué mueve tu vuelo?

 

Halla la pujanza de tu identidad,

ponle combustible con sana firmeza.

Si ya no es posible caer (con entereza

has bajado) lanza buena voluntad.

 

Concéntrate cada hora, puede ser magia;

valora lo esencial, no lo que sobra;

reserva la energía, niega nostalgia.

Su propia dimensión todo recobra:

 

el cosmos infinito, lleno de enlaces.

Sé en tus pensamientos como lo que haces.

 

José Enrique

 

 

 

LA MAGIA QUE NOS PARIÓ

 

Pa maga alquamasta ma mamá; qua can an pañada da harana ,agaa y ana laabra da manta cacana an quaza anacaataca.Andrajas, An antas y an daspaas para quaan la dagasta.

 

Si, la magia, la magia .Nada por aquí, nada por allá. Exactamente,  nada, nada, todo es invención  de estos monos desnudos .Todo es magia, todo.

Todo es magia, todo es conejo blanco  que aparece del sombrero de copa  de nuestra cabeza. Necesitamos magia para vivir, magia para reír, magia para llorar, magia para morir.Magia para ir muriendo, magia para estar viviendo. Magia, purita magia…Los magos se frotan las manos, se llenan los bolsillos. Si todo es magia, todo es magia.No es buena la formula si no es mágica. Nos ponemos la bata blanca para serias explicaciones de lo inexplicable.Decimos: esto no es magia o superchería,¡ esto es ciencia.! La ciencia .Cómo es eso.

Señores batas blancas.Venimos de la magia, no de los tratados científicos. Venimos de la magia, de un cuento, del polvo, de un polvo mágico.Intentamos arrojar luz  sobre las tinieblas, pero con una linterna mágica.

Mago, estoy dispuesto, tu éxito es mi engaño.La magia es el arte de ocultar, de no enseñarlo todo, de cifrar el mensaje y no desvelar el código... (Nota margen: si escribes a la vez que asas pimientos. Se queman los pimientos).la magia que me parió...

La magia es reinvención, reconstrucción de la realidad.

Nosotros, nuestra existencia, la vida, nuestra especie; purita magia.La magia del azar, la mutación que nos  puso de pie, que nos hizo ergirnos.Ya sabéis  todo lo que viene después… 

Todos necesitamos beber de la pócima. .Date cuenta, la magia de sentir, de reír de llorar, de dormir y darse cuenta…

 

Realmente, todo aquel hijo de vecino, que no se crea un pequeño dios, un gran mago; tiene un problema mental, es carne de psiquiátrico de la humildad.Quién no tiene su genio recluido en una botella; con miedo a quitarle el tapón. Somos dioses que creamos al hombre y a la mujer todos los dias.Somos dioses que hacemos la luz. Luego ponemos contadores. La magia indescifrable de la factura de eléctrica.

 

 La vida, la magia, el brebaje es veneno cuando esta  mal cortado. La realidad  si es demasiado pura produce sobredosis.Cuando es un sucedáneo es una mentira.

Hay que elegir con acierto al camello que porta a los magos…a la magia .No queremos un mago que multiplique el pan y los peces, que troque  el agua en vino, en una única actuación estelar. Necesitamos, el milagro todos lo días. La caña, la tierra, la vid.

¿Envolvemos la magia en papel

 de regalo? . Vendemos magia, la envasamos, la cortamos en rodajas, embutimos la magia.La mal cortamos.

Bueno, el otro día conocí a un mago increíble :Era capaz de levantarse , todos los días del año,más o memos temprano, de lavarse la cara ,de  tomarse un café ,de vestirse y arreglarse con mas o menos acierto, para ir al trabajo, para buscase la vida  .Después almorzaba ,se entretenía con algo, hablaba con la mujer,merendaba,juega con los hijos y el perro, veía la televisión sin tener arcadas,hasta Leia . Este gran mago, a parte de ir con una regularidad suiza al retrete, conseguía conciliar el sueño tras una frugal cena .culminando el difícil truco de sobrevivir al día, casi indemne .De sus sueños no se sabe nada.

Otro día me topé con  otro mago formidable, a esté lo habréis visto mas de una vez al miraos al espejo.

Su truco consistía  en conseguir amargarse  y amargar a los demás  desde primera hora. Daba

Igual que la mañana, fuera luminosa, que estuviera sano y con posibles, que la vida le guiñara el ojo.El

Conseguía con mucho esfuerzo   permanecer triste antipático y abrumado… Esté se justificaba diciendo que su neurona de la alegría practicaba el arte del escapismo.Es sorpendente.

Acaso no es producto de un encantamiento poder soportar el paso de  tiempo, de los días iguales, de la rutina, sin enloquecer, o enloqueciendo, y que no se note demasiado.Acaso no es obra de un mágico y protector encantamiento esta inconsciencia  sobre la finitud de nuestro tiempo.Del  poco tiempo que tenemos. Del único tiempo que tenemos .La única vida.Sueño de eternidad.Gracias mago.

 

Juan Marcelo

 

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EL LOCO


TAROT: EL LOCO

 

Los dioses se jugaron a los dados el destino de los mortales y, como siempre gana la banca, salió azar.

Para divertirse, escogieron al más humano de los humanos, a un loco, y le pidieron su opinión.

"Bueno . . .", dijo éste dudando, "si al menos hubieran jugado al póker, nos hubiera quedado la esperanza de un farol".

Fue entonces cuando los dioses decidieron, sorprendidos por la respuesta, regalar a los mortales una pizca de libre albedrío, que aliviara, al menos en algo, la pesada carga de su tendencia al autoengaño y la tiránica incertidumbre del azar.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

EL MAJARA

 

El loco se disfraza de bufón para pasar desapercibido, para no ser aniquilado.

El loco tubo que elegir entre el sombrero de cascabeles o la camisa de fuerza y las paredes acolchadas.

El grito de la locura  se silencia ahora,  para que no  moleste, entre paredes acolchadas…  

El loco, la verdad incómoda de la locura encerrada, apedreada…

 

QUÉ LLEVA EL LOCO EN SU ATILLO

Al loco le echan los perros.

El perro mal nacido de la cruda realidad muerde las carnes del loco.

 

Tienes cara de loco

Tienes ojos de loco

Los ojos son la cara alma.Le dicen…

 

Maldita locura queme hace aborrecer el calentito redil.

Por navidad

Acuérdate

De mí

 Caridad.

Yo, te maldigo todos los días del año. Dice el loco.

De pobres locos desagradecidos esta el infierno lleno.

  Juan Marcelo

 

 

QUÉ LLEVA EL LOCO EN SU ATILLO

                                          

El loco escribe con tinta de color gato negro…

EL loco se ríe  en el funeral de su madre.

El loco no conoce el llanto. El loco no tiene Madre. La locura no tiene madre reconocida.

La locura, como los niños, no sabe conjugar algunos verbos.

El loco duerme en el filo de su abismo.

El loco toma platón con whisky. El prozac se lo vende a su confesor.

EL loco  hace gárgaras, se lava las manos con agua bendita.

 Al loco le quitan la razón, los papeles y le editan poemas…

Al loco le mandan:

Anda levántate

Y este Lázaro loco

Dice no, con una vaga mueca.

El loco conoce que el tiempo es el vestido del emperador burlado, desnudo...

El loco sabe que lo peor de la muerte es el  gerundio.                                                                 El no loco no sufre, sólo le duele la circulación de la sangre…….

El loco no tiene hambre, no come. Se mantiene del aire. Y con sus intestinos anudó el  cabo, que le librare del torreón de nuestra letal rutina.

Juan Marcelo

 

 

 

QUÉ LLEVA EL LOCO EN SU ATILLO

 

El loco de volvió loco,  porque  comió una naranja loca, de comer flores, de masticar tierra.

De  mirar a los ojos de la gente,  como haciendo una pregunta .la pregunta.

 

El loco se quemó en tu empresa de viajes al Sol.

Este loco no esta buscando la paga .Otea un prado verde de yerba jugosa porque está como una cabra.

 

Al loco, como a todos, le gusta mantener fresco su cadáver en la nevera.

 

Al loco, nuestra necesaria locura, lo seguimos quemando en las piras del miedo a la libertad.

 

Si,

Me dejas

Esperanza,

en la cara oculta

de la luna,

te daré

un beso…

 

ESO LLEVA EL LOCO EN SU ATILLO.

 

 Juan Marcelo

 

 

 

EL LOCO

 

Basado en un hecho real con algún toque extraño.

Un día de esta semana decidí ir a Granada a visitar a una tía mía que está en la residencia de Fray Leopoldo.

En la costa gozábamos de una temperatura bastante suave para el mes que estábamos por lo que me sorprendió desagradablemente la baja temperatura con que me recibieron.

Una niebla espesa penetraba la ropa primaveral que llevaba y me dejaba los huesos ateridos de frío. Decidí entrar a tomarme algo para ver si mi cuerpo podía funcionar ya que las piernas me obedecían con bastante dificultad y con la ilusión de que un sol esplendido brillara en el cielo convirtiendo en suave otoño el crudo invierno que había irrumpido arbitrariamente y sin ninguna consideración. No fue así por lo que tuve que caminar un buen trecho hasta llegar donde se encuentra mi tía.

Al entrar tuve la sensación de que algo del frío exterior había penetrado conmigo. Recepción estaba vacía pero como he entrado muchas veces no tenía ninguna duda de adonde tenía que ir. Mi tía tiene su habitación en la 5ª planta por lo que cogí el ascensor hasta allí. En su habitación no estaba por lo que supuse que estaría en la 2ª donde hay enfermeras y personal especializado para cuidar a los residentes con síntomas de demencia, como es el caso de mi tía. Como ella no está muy mal la dejan un rato en su habitación y luego la bajan para que esté acompañada y controlada.

Como he hecho muchísimas veces bajé las escaleras para ir al 2º piso. Conforme bajaba sentía algo extraño que no sabía exactamente qué podía ser, pero que me hacía sentir que no era igual que las otras veces. Los pasillos me parecían más pequeños y una cosa muy extraña era que no veía ningún residente y que las habitaciones estaban abiertas pero vacías. Cuando llegué a la 2ª, que siempre está llena de residentes y cuidadores, seguía sin haber nadie por lo que empecé a ponerme nerviosa ante aquel inesperado silencio.

Me relajé al pensar que podría haber una explicación y que lo único que tenía que hacer era llegar a la planta baja y preguntarlo en recepción.

Una gran imagen religiosa me sorprendió al llegar a lo que suponía debería estar la entrada. Todo era diferente y ningún rastro de recepción. ¿Dónde estaba yo? ¿Por qué no había nadie dónde siempre hay mucha gente?

Era obvio que en algún momento había cometido algún error por lo que decidí subir y recorrer los pasillos que seguían vacíos y cada vez más oscuros. Parecía imposible llegar a algún sitio conocido o con signos de vida. La tensión cada vez era mayor.

 Una señal de salida pareció darme un respiro pero cuando la cogí me topé otra vez con otra imagen que me observaba mientras el miedo ya se había apoderado de mí. Vi una nueva señal que me indicaba de nuevo la salida y fui tras ella que me llevó hasta un cristo en un recodo que me sobresaltó. La luz cada vez era menor y las estatuas religiosas de gran tamaño pueden intimidar al más valiente, que no es mi caso. Alguien estaba jugando conmigo o estaba sufriendo una alucinación. ¿Cómo es posible que me pierda en una residencia que he visitado muchísimas veces?

 Después de numerosos recorridos, subidas y bajadas con habitaciones abiertas  sin nadie dentro ni fuera y haciéndose cada vez más tarde, conseguí dar con una gran puerta de madera que supuse era de salida a la calle y que pude abrir sin dificultad. La abrí y descubrí un nuevo pasillo que parecía dar a la salida y me dirigí hacia allí. Cuando llegué a una puerta de hierro descubrí con disgusto que no se podía abrir. Decidí entonces retroceder sobre mis pasos pero la puerta por la que había entrado se había cerrado y tampoco se podía abrir.

Un timbre pareció darme un respiro pero por poco tiempo ya que no obtuve respuesta después de numerosas llamadas. El frío, la desesperanza y el miedo parecían llegar a su límite. Me  encontraba encerrada en lo que parecía ser un amplio pasillo entre 2 puertas y con estatuas religiosas que me intimidaban provocándome pavor.

Decidí enfrentarme a mis miedos y observar el lugar detenidamente. El pasillo se abría a una sala rectangular llena de más imágenes religiosas ¿Por qué había tantas estatuas? Daba la sensación de estar en un museo o en un cementerio. Después de algunos crucifijos, santos y vírgenes de diversos tamaños vi lo que parecía una tumba y al leer la inscripción descubrí que era la de Fray Leopoldo. ¡Estaba en su cripta! ¿Cómo había podido llegar allí si la iglesia está en medio? Cavilando en ello estaba, cuando una figura con hábito empezó a acercárseme. Supuse que era el propio fray Leopoldo que me recibía después de darme un infarto; sin embargo era un fraile anónimo, que se sorprendió al encontrarme allí y que después de algunas explicaciones por mi parte y ninguna por la suya,  me acompañó hasta la salida donde numerosas personas compraban diversos recuerdos milagrosos del posible santo.

Una vez en la calle recorrí los 100 m que había hasta la residencia para intentar conseguir ver a mi tía. En la entrada estaba la recepcionista que sin entender lo que le contaba  me dijo que mi tía estaba en la 2ª planta por lo que me dirigí hacia allí, pero eso sí en el ascensor para evitar posibles equivocaciones con escaleras fantasmas.

Cuando llegué a la planta y abrí la puerta del ascensor el silencio era total, el pasillo casi no existía y me recordó la estancia por la que había pasado un gran rato antes ese mismo día. Bajé rápidamente de nuevo en el ascensor hasta la planta baja  y aunque tenía algo de miedo de repetir la experiencia anterior sí que estaba la entrada y la salida por donde me fui corriendo para no volver ante la mirada extrañada de la recepcionista.

Cogí el coche y llegué a Nerja dándole vueltas a la cabeza e instintivamente abrí mi correo cuando encontré los temas de la tertulia que ponía "Tú como yo en manos de un barbero loco que cobra cortando ¿no sientes su caprichosa cuchilla?

Otro “el loco” la carta del que no observa el camino por donde va pues está abstraído en sus pensamientos. Ni siquiera se da cuenta del perro que le muerde y del roto de los pantalones por donde le penetra frío. El loco estaba en mí y la caprichosa cuchilla me había cortado los recuerdos que me aposentaban en la residencia.

Lola Carmona

 

 

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TÚ, COMO YO...


TÚ, COMO YO . . .

(Continuación de los textos propuestos por Juan Marcelo)

 

* Tú como yo, en manos de un barbero loco que cobra, cortando, ¿no sientes su caprichosa cuchilla?

¿No sientes su frío contacto de banquero, su delicada mano de cirujano pervertido, su falsa candidez de arena?

Tú, como yo, buenos esclavos mendicantes, nos creemos amos de nuestro destino, que nunca será nuestro hasta que descubramos el óxido de las cadenas que forman  parte de nuestro cuerpo, su herrumbre, su peso, su podredumbre.

Sólo conociéndolas llegará el alivio.

                                                                                                                                                       

* Tú, como yo, en manos de un bombardeo loco que cobra cortando, ¿no sientes su caprichosa cuchilla?

¿No presientes su decadencia púrpura entre arrozales de cristal?

¿Tanto has tardado en comprender que las caricias no cotizan en bolsa y que la bolsa no era más que una ortiga furibunda correteando entre alucinaciones y manuales de ortopedia?

 

* Encerrado en una barbería, entre canarios enloquecidos . . . cantando entre ellos miles de silencios roncos de pacíficos mares embravecidos . . . mientras nos moldea el tiempo, con su gusto descosido, su juego inapelable y sus golpes de rocío.

 

* Tú, como yo, con las manos atadas, en una barbería, escuchando flamenco malo,

esperando que el barbero se digne cercenar la soga que nos ata, en vez del cuello que nos consuela, que el cantaor caliente y haga algo más fina su voz con fino, y que el guitarrista encuentre al fin trabajo . . . y se dedique a otra cosa.

 

* Barbero, barberito loco,

yo con oro pago,

ten de mi cuello

cuidadito un poco.

Que sólo tengo uno

y si lo pierdo dirán

que viví a degüello

y acabé por eso loco,

por no saber elegir

ni mucho, ni nada, ni poco,

ni siquiera un buen barbero

que no estuviera tan loco.

 

* Tú, como yo, nos hicimos mujer barbuda...
para no visitar la casa del barbero majara,

pero la treta no nos sirvió de nada,

nos persiguió y acosó el barbero,

al vernos peludos cual cocotero,

pues nos creyó su mujer amada,

y ahí empezó el revuelo

que con nosotros

casi acaba.

 

* Tú tienes la culpa de mi barba y mi cordura,

de mis penas, frustraciones y hasta mis locuras,

de que no tenga todo cuanto cada día deseo,

de que mis deseos no sean órdenes oportunas,

Tú, elemento insolente, tienes la culpa de todo,

por no cumplir el dictamen de mi voluntad.

 

¿Es que no me reconoces?

Soy el engendo parido por la estúpida maldad,

el monstruo de las decadentes sociedades humanas,

las del ruido, orondos vientres y mentes atrofiadas,

las que se conmueven y lloran por una mascota

mientras devoran otras previamente torturadas,

las que ven indiferentes morir niños, como si nada,

las del ruin codicioso, la ególatra, el juez y el idiota,

las del mucho neón, muchos vacíos y el poco perdón,

las condenadas a nunca conocerse, a ser sólo manada.

 

¿Aún no me reconoces?

Soy el que se mide por su auto, su amo y su traje,

el ignorante que nada sabe y todo cree saber,

el triste y pobre ser serio que condena raudo

olvida presto, y siembra el siguiente ultraje.

 

Soy más hijo de la misera que de la abundancia,

el modelo del primitivo arrogante,

un gigante con pies de barro,

que sólo se ve gigante,

la bestia pedante

que se cree carro.

 

¿Aún no te reconoces?

 

Por eso, tú también tienes la culpa . . .   

 

 Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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UNA POLÉMICA ABIERTA

 

UNA POLÉMICA ABIERTA: Informe final

(9-12-2011)

 

Tras observar con detenimiento al ser humano, sus ilusiones, sus palabras y sus acciones.

 

Tras compartir con él sueños, proyectos, sufrimientos, ideas y, ocasionalmente, juegos, alegrías y hasta ludopatías.

 

Tras estudiar su anatomía, su sistema neurológico, sus tres cerebros, sus costumbres, contradicciones, entelequias y paradojas.

 

Tras verle desfilar por su existencia con su altruismo tuerto y su ciego egoísmo contra natura.

 

Tras repasar las filosofías, religiones y obsesiones por él creadas, ésas abstracciones por las que llega a matar y morir.

 

Tras mirar la Tierra arañada con mil trazos producto de sus obras, con su implacable actitud de plaga, con su contradictoria sensibilidad ante lo mismo que destruye y añora.

 

Tras verle jugar, recuperando en la edad adulta, ocasionalmente, la seriedad y vitalidad de sus juegos infantiles, eso que llama, pomposamente, arte.

 

Tras ver como, cualquiera de ellos, es capaz de segar vidas con brutalidad, o entregar la suya gratuitamente por salvar la de un semejante.

 

Tras mirarle fuera de si cuando, tan a menudo, sus emociones esclavizan su fina capa racional, una bestia ciega en la guerra, un servil cordero ciego en la paz.

 

Viéndole sufrir inútilmente por lo inevitable y negándose a menudo, mansa y cobardemente, a cambiar  cuanto puede transformar.

 

Viéndole en su ingenuidad pueril, su agresividad repleta de miedos mal disimulados, su alocada carrera de adolescente hacia la nada . . .

 

Observándole con su sabiduría ancestral cuando, escuchando fuera de sí,  aprende, y con su peligrosa furia cuando ya cree saberlo y comprenderlo todo.

 

Tras padecerlo y disfrutarlo durante más de medio siglo, he llegado, sin acritud, a la agridulce conclusión de que el ser humano, ese ser, como tantos, atrapado en este universo paradójico, no es, hoy por hoy, más que un reptil que se emociona fácilmente y que tiene por extraña costumbre disfrazarse de filósofo.

 

 

Nekovidal 2012 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

UNA POLÉMICA ABIERTA

   Empezaron a repicar las campanas y había un jolgorio de chiquillos en sus enredos y cabriolas por las esquinas, semejando gorriones saltando de poyo en poyo o de rama en rama entre los árboles y las sombras de la plaza, cerca de una fuente, y en mitad de aquel desorden compacto, con la sesera bien emperejilada, venía el hombre, el de todos los días, al igual que el pescadero, el panadero o el vendedor de chuches (garbanzos tostados, chicles, pirulís, polvorones, peladillas y otras golosinas), y lo zaherían los muchachos sin piedad, con ásperos epítetos y piruetas y lajas, que silbaban por encima de las cabezas de los advenedizos, vociferando sin cesar, a pique de reventar las venas del cuello, el loco, el loco, que viene el loco…, y todos se ponían en derredor, en pie de guerra, protegiéndose detrás del muro de sus caretas, clavando la mirada en los más insignificantes detalles, rasgos del cutis, tics nerviosos, muecas, cómo alzaba los ojos para mirar o los pies al caminar, o cómo se limpiaba las enquistadas legañas o las narices cuando, por culpa de la alergia, estornudaba con gran estruendo.

   ¡Cuánto le costaba al hombre respirar en esos momentos!, y sin embargo transmitía un aire sereno, siempre en su sitio, pensativo, envuelto en una especie de aureola extraña, entre el furioso oleaje que lo saludaba, permaneciendo en sus cabales, ajeno a las voces y gritos que al unísono entonaba el coro apiñado en la plaza del pueblo; otros, evocando personajes similares de los ancestros, le increpaban por la espalda, Macharaviaya, Macharaviaya, viejo intruso, vete a tu pueblo, que nos das miedo con esas barbas tan grandes, porque no podían realizar sus juegos, y lo reiteraban con sorna, o acaso tocados por cierta tristeza, desparramándose la incontinencia de las gargantas infantiles por el entorno.

   A veces, las acometidas subían de tono y las más bruscas, al desequilibrarse con el empuje del brío, rodaban por los lugares más insospechados, yendo río abajo, transportadas al mismo mar, adonde la vida de los ríos y de los mortales acaban, siempre que antes no sean sepultados en el camino por el fango de las aguas, al ser llevados en volandas y atravesarse por entre los enormes palos y patas de alguna acémila, que casualmente vadeara el río grande, el más caudaloso de la cuenca, ya que en ocasiones venía con los bigotes exaltados, formando turbios remolinos en la superficie del agua, bailando dramáticos tangos en los huérfanos inviernos, abiertas las fauces fluviales para devorar carne fresca.

   El hombre iba con el flequillo inclinado sobre el ojo izquierdo, hurgando en su sabiduría, en los males del mundo, en las complejidades de las personas, sus raras filias y fobias, los subidones de ánimo, subido en flaco borriquillo, todo esplendoroso, con el sombrero de paja como corona, tan pancho, con el cigarrillo de chasca preso entre las rejas de los labios, fundiéndose en un tierno abrazo con el aliento, en un horizonte oscuro, inundado de negro humo, de manera que no se diferenciaba de las chimeneas de las fábricas, pues el impulso con que lo lanzaba era de tal calibre que el pobre jumento que lo transportaba rezongaba con dificultad, y se las veía y deseaba para sacudírselo con el rabo, en un desconcertante y persistente meneo, descompuesto por la premura de llegar a tierra firme, a su establo.

   El loco no apuntaba indicios de fatiga, ni de venganza o impaciencia por las avinagradas diatribas que le disparaban. El jolgorio no decaía ni un instante, tenía fuelle para rato, y seguía incrustado entre la vorágine de las rotas gargantas, contagiando el ambiente, los sufridos olivos, los destartalados almendros y las mortecinas higueras del campo, compartiendo los avatares de la pétrea efigie del loco, configurando todo el marco de su conspicuo y sagaz carácter, que no jadeaba ni exhalaba queja alguna. Era un dechado de locura; ojalá nos contagie, pero no caerá esa breva. 

    Los días de fiesta, el hombre se deshacía en parabienes con los transeúntes, ya desde la alborada; las gotas de rocío le abrían el apetito y los sentimientos, las sensaciones más hondas, y era cuando el loco mejor se lo pasaba, con las cachazas que tenía, paseando por su escenario vital, sin prisas, sin mordeduras humanas o de mosquitos impertinentes que le impidiesen ser él mismo, con las viejas abarcas y el sombrerete agujereado, tarareando estribillos de melodías de los años de supuesta cordura, cuando moceaba, en que le gustaba salir de la taberna a mear detrás de la tapia, y los pósters y canciones de Marisol, Brigite Bardotte, Palito Ortega, Rapfael o Frank Sinatra, y rememoraba los ritmos, tales como, “Yo soy aquel que cada noche te persigue, yo soy aquel que por quererte ya no vive, el que te sueña”…o “Tú eres lo más lindo de mi vida, aunque yo no te lo diga, aunque yo no te lo diga, si tú no estás no tengo alegría, tú eres como el sol de la mañana, que entra por mi ventana”…, o “Háblame de mar marinero, háblame, que desde mi ventana el mar no se ve”…, o “Extraños en la noche”..., no desafinando en los compases  de la música ni de los chupitos o cubatas que tomaba, desafiando al resto de los cuerdos, enfangados en sus afanes de conquista de locos tesoros, dando muestras de una sensatez exquisita, porque perdía la cabeza por lo sencillo, por lo meritorio, entregándose con todas sus fuerzas, orillando hipocresías, ruindades e injusticias.

   Era increíble cómo se zambullía en los vaivenes de la algarabía y la alegría que lo nutría, balanceándose en los columpios de su pensamiento, con el aplomo y el tino de un auténtico malabarista, cual plomada de alta precisión.

   No obstante, siempre que cruzaba la plaza o las callejas colindantes, se oía el tierno eco del griterío desgranándose en el aire, mezclándose con el polen de las flores de las macetas que chillaban a su manera, placenteramente, colgadas de las ventanas o en los portales y patios de las casas, y era un eco reiterativo, cansino, como el de todos los días, el loco, el loco, que viene el loco…

   Había sin duda una polémica abierta en torno a la persona y al comportamiento, ya que los destellos de ciencia oculta en su cerebro mostraban bien a las claras que su locura engendraba la ciencia infusa, las creaciones más genuinas, los pasos más firmes y sugerentes, en medio de la anodina y adocenada melancolía reinante, destilando en sus actuaciones y silencios la encarnación de las esencias más nítidas y florecientes que imaginarse pueda.

   Y mientras tanto, tú como yo, en manos de un barbero cualquiera, un verdadero loco, que cobra caro, con la crisis que crepita, estando uno expuesto a que de un viaje se lleve por delante el gaznate o la testuz, cobrando, el muy loco por el dinero, un pastón.

   A buen seguro que el pelado no iba a salirle a uno barato, una ganga de las rebajas de enero, sino todo lo contrario, iba a ser la ejecución más tonta que hayan visto los siglos a manos de alguien que se hacía pasar por un loco de remate, dándoselas de listillo de barrio, engañando miserablemente al personal.    

José Guerrero Ruiz

 

 

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DISIMULO

 

DISIMULO

 

Por no ser menos que mis hermanos, creo saber cuanto creo saber, tanto como ignoro cuanto ignoro, pero eso no me impide disimular cuanto no sé mientras creo saber mucho más que lo que sé, al tiempo que creo que no es tanto lo que ignoro.

 

Entre disimulo y disimulo, recuerdo aquella fábula de los mortales ante los dioses, cuando éstos, fiándose más de la sabiduría animal que de la humana, preguntaban a cada bestia sobre el trato recibido por parte del humano con quien habían convivido, juzgando así si éstos eran dignos de una vida mejor, de una reencarnación oportuna, o de volver a formar parte de la pesada materia sin conciencia, consideración, ni consuelo.

En fila estaban, temblorosos, los humanos, acariciando a sus mascotas, intentando así obetener de ellas un informe favorable, ese "sí" que los dioses consideraban imprescindible para obtener su benevolencia.

Un arriero, poco acostumbrado a ser amable y considerado con el animal que le acompañaba, repetía nervioso al oído de éste: "Dí sí, mulo, por favor, dí sí . . .".

 

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ESCUELA PARA LA VIDA

 

ESCUELA PARA LA VIDA

 

Lunes

 

De 9 a 10  La utilidad y el manejo de las emociones

De 10 a 11 La manera más adecuada de encontrar trabajo

De 11 a 12 Conservación y mejora de nuestro entorno

De 12 a 13 Responsabilidad social

De 13 a 14 Resolución de conflictos

 

Martes

 

De 9 a 10  Autoestima y dignidad personal

De 10 a 11 Resolver papeles administrativos

De 11 a 12 Descubriendo nuestras capacidades

De 12 a 13 Aprender a decir no y poner límites sanos

De 13 a 14 El control del miedo

 

Miércoles

 

De 9  a 10  El manejo de la frustración

De 10 a 11 La empatía, su desarrollo

De 11 a 12 Técnicas de comunicación

De 12 a 13 Comprender y aceptar a los demás

De 13 a 14 Consumo responsable

 

Jueves

 

De 9 a 10  Técnicas para no dejarte manipular

De 10 a 11 El sentido de la culpa

De 11 a 12 Expresamos nuestra creatividad

De 12 a 13 La asertividad frente a la violencia o la pasividad

De 13 a 14 Convivencia en pareja con equilibrio de poder y sin dependencia

 

Viernes

 

De 9 a 10   Aprender a pensar

De 10 a 11 Aprender disfrutar el presente

De 11 a 12 Aprender a ser felices

De 12 a 13 Aprender a vivir

De 13 a 14 Aprender a volar

Lola Carmona

 

 

ESCUELAS PARA LA VIDA

 

"Las grandes verdades son eternas, pero suenan a nuevas cada vez que las oímos porque las olvidamos cada día"   (Lluís Amiguet)

 

De poco servirá una esmerada educación, asistir a las más caras y tenidas por mejores escuelas, contar con clases particulares de idiomas, música y cualquier expresión del arte.

De nada servirán gastos enormes en costosos colegios de élite, si no se le enseña a esa persona dos lecciones básicas que no habrá de olvidar el resto de su vida, si quiere que ésta sea mínimamente enriquecedora para sí y sus semejantes.

Dos lecciones, una sobre el individuo y otra sobre la sociedad:

 

Individuo: Nunca debemos olvidar que cada ser es único e irrepetible, diferente a todos los demás y por ello, en último término, incomprensible para todos ellos. Esta unicidad hará que sus ideas y emociones, únicas también, parezcan extrañas a muchos de sus semejantes, unos las verán como extravagantes, o carentes de moral, o simplemente, necias.

Pero nunca tiene derecho un ser humano a juzgar la particularidad de otro, por extraña que le resulte su forma de vida, mientras esa particular forma de ser y de vivir respete los acuerdos sociales del grupo al que pertenece. Ese derecho básico ha de ser respetado sin importar no ya su raza, idioma, religión o cultura, sino sus ideas, sus gustos sexuales, o su vida cotidiana, por extraña que resulte a los ojos de los demás.

 

Sociedad: Nada es el ser humano aislado, poco puede, nada sabe, y sus posibilidades de sobrevivir se reducen drásticamente.

Todo cuanto somos y sabemos nos lo ha regalado el grupo humano, esa gran familia de miles de millones de seres, cuyos antepasados han ido acumulando información,  saber, y experiencia a lo largo de milenios, encontrando la forma de almacenar ese conocimiento para poder legarlo a sus descendientes después de su muerte.

Por esa razón, y por encima de cualquier cuestión ética, siempre subjetivas entre los humanos, el respeto a lo acordado por el grupo de que se forma parte es imprescindible para sobrevivir y para una convivencia pacífica.

Pero, ¿cómo evolucionaremos, si respetamos en cada momento cuanto era costumbre hasta entonces? La ley que ha de regir esos cambios será siempre la de la mayoría, por equivocada que esta pudiera estar en ocasiones según nuestro criterio.

Tan sólo eso diferencia las revoluciones de los golpes de estado, la tiranía del respeto mutuo: la mayoría.

 

Pero este tipo de cosas no se enseñan en la escuela, o se nombran ocasionalmente, y se vuelven a olvidar.

Sólo dos leccciones, dos costumbres mentales, dos pilares de la convivencia de nuestra especie que convierte a quien no los cumple en un ser triste como individuo y en un peligro como ser social.

Sólo dos ideas, dos leccciones para aprender y no olvidar nunca, parece simple, ¿verdad?

Pues ahora hagamos memoria y que alguien me presente a un sólo ser humano que viva consecuentemente con estas dos normas básicas y elementales.

 

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SOSPECHA

 

SOSPECHA

 

Llevaban tres años casados, más o menos la fecha de caducidad de cualquier  enamoramiento, se encontraban al final de una forma de vida y al principio de otra forma de convivir.

Ella había salido temprano, como de costumbre, ya que su lugar de trabajo estaba al otro lado de la ciudad.

Un par de horas después, al entrar en el baño, él sintió el olor por primera vez, un olor dulzón a rosas, un perfume nuevo y agradable que estaba seguro de no haber olido antes en la casa.

"¡Vaya!", pensó, "le he pedido mil veces que usara un perfume como éste y nunca lo ha hecho hasta ahora".

"Hoy tenía una comida de trabajo con el director regional de la empresa, ese tal Andrés, que le cae tan bien. A ver si resulta que no es una comida de trabajo precisamente . . ."

Así transcurrió el día, caminando ausente por la calle, distraído en el trabajo,  padeciendo la absurda crueldad de los celos, alimentando poco a poco una sospecha que lo iba devorando, con la fiereza de un minotauro, con la certeza de la muerte.

Al regresar a casa, la encontró vacía, cuando lo habitual era que ella regresara   siempre antes que él,  y eso confirmó, en su mente, sus peores sospechas.

Pasados unos minutos, ella entró por la puerta, sonriente y animada: "Ah, ya has vuelto . . . ".

Si las miradas matasen, él ya se hubiera transformado en un homicida desde ese mismo instante.

Fingió tranquilidad y le dijo: "Llegas muy tarde, y veo que al fin te has decidido a usar perfume, ese tan penetrante que aún huele en el baño . . ."

"¿Perfume?" "No, ya sabes que no me gusta usarlos, ese olor es de un nuevo ambientador, uno muy concentrado, el frasco está en el armario de abajo del baño".

"Y he vuelto a la misma hora que siempre, pero bajé a tirar la basura, es raro que no nos hayamos cruzado".

Lentamente, se acercó a él para susurrarle: "¿Cómo te ha ido a ti el día, guapetón?"  le preguntó, mientras se colgaba de su cuello y le mordía levemente los labios.

"Ha sido un día raro, muy raro . . ." acertó a contestar él,  con la mirada perdida y mientras hacía balance de su enorme y peligrosa estupidez, y de ese día perdido que nunca podría recuperar.

 

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VIVIR ES UN ASUNTO URGENTE

 

VIVIR ES UN ASUNTO URGENTE

 

Vivir es un asunto urgente, sin duda. Nos parece obvio y es de una lógica aplastante si quien lo pronuncia es mortal. Pero que vivir es un asunto urgente sólo se comprende en su integridad cuando se guarda en la memoria, al menos, un momento de felicidad plena y otro de cercanía a la muerte.

Sin esos dos puntos de referencia, es imposible comprender la urgencia que implica el vivir, tanto como no podemos desear aquello que nunca hemos percibido.

 

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VIVIR ES UN ASUNTO URGENTE


   Como habían llegado a la conclusión de que vivir era un asunto urgente, sin más dilaciones ni suspicacias se pusieron manos a la obra.

   Empezaron por los faunos, las ninfas, los centauros y el Minotauro, acaso atraídos por los vívidos bocetos de Picasso en sus torrenciales años de creatividad y alegría de vivir, en que la sexualidad explotaba en los lienzos, los desbordaba, viviendo para el placer, tanto estético como sensual, desmontando miembros entremezclados, genitales, hímenes, y desmenuzando las raíces, los misterios que encierran estos seres, descifrando la genealogía. Así, catalogaron al Minotauro como el toro de Minos, el rey semilegendario de Cnossos, un auténtico monstruo nacido de los amores del toro con Pasifae, la mujer de Minos. Mitad toro y mitad hombre, que se alimentaba de carne humana, y residía en el laberinto de Creta, hasta que acabó con su vida Teseo. El Minotauro supone, simbólicamente, el predominio de lo animal sobre lo espiritual en el hombre.

   La concepción griega del toro humano antropófago, según algún crítico, preside una teoría: la de la enemiga entre toro y hombre, generadora del espectáculo taurino, en el que el hombre burla y castiga al toro como un desquite por su antropofagia. Esto sería la interpretación mediterránea del mito, que algunos artistas han plasmado con caprichoso concepto, como Picasso en sus dibujos, El Minotauro en familia, o El Minotauro musa de casa; curiosa interpretación familiar y casera del mito.

   Ningún artista plástico ha convertido en símbolo tan recurrente la iconografía del minotauro como Pablo Picasso. Este animal híbrido aparece en muchos de sus trabajos, especialmente en los que corresponden a la década de los 30.

   De esta manera, el minotauro se convertiría en una especie de “alter ego” del artista, por medio del cual éste retrata los avatares de su vida íntima. Cabe destacar que la identificación del pintor con figuras de sus lienzos es común: en su “época rosa” proyectaba sus experiencias en el personaje del “arlequín”, mientras que en los años 50 se identifica con el protagonista de la serie de El pintor y la modelo.

   Según otras fuentes, es una personificación solar, a la vez que una de las antiguas leyendas sobre el primitivo culto al toro.

   De todos es sabido que la fiesta de la muerte del toro viene a corroborar, en parte, estas hipótesis, que estriba en la artística mofa del animal con temerarios pases de pecho, desplantes y enfervorizados olés en un clamoroso flamear de pañuelos, concluyendo con su derrota –la tragedia sería a la inversa-, cayendo en redondo en la arena ante la mayestática imagen del maestro entre una lluvia de aplausos, flores y trofeos.   

   No cabe duda de que en el devenir de los días andamos perdidos, nos sentimos movidos por otras mordidas, por otras cornadas, ajenos a lo que en realidad reina en la grandeza humana y en las memorables páginas de la vida; ya que si se atisbasen meridianamente los fogonazos, a buen seguro que no figurarían en el altar del olvido, en la soledad de los cementerios, sin afecto, sin primavera, algo impropio de personas ansiosas por desentrañar las singulares remembranzas  y efluvios más plausibles del cosmos.

   Las mentes se adocenan, instalándose en unos parámetros a ras de tierra, sin prometedores empresas y sugestivos arco iris, como no sean los de su propia denigración por el prurito de que lo han engullido en algún foro, y se dejan llevar por los suspiros de reptiles que se arrastran por lodazales y escombreras, luciendo los brillos de los detritus, encorsetados a veces en voluptuosos labios de un perfil estirado o de blanqueados famosillos de poco pelo, que suben y bajan como un tío vivo, que aparecen y desaparecen por las aguas de la pantalla, embaucando a la inexperta clientela con la pérfida estela que destilan en francachelas o rancias y nocturnas norias u oscuras parrillas, unas veces eructando con la boca llena de monsergas, otras, comiendo pizza o la manzana de la discordia, tergiversando los ecos mundanos, las prontas lecturas, los viles devaneos de auténticos comparsas, que, como buenos amigos, incomprensiblemente se arañan o besan, o desean la destrucción o la muerte de manera zafia, sin hilvanes que vengan a cuento, impregnándose las paredes y las miradas, el cielo y el suelo de mugre, de trocitos de mordida envenenada, o de lo que escurre de las comisuras de los labios, acumulando gavillas de desaires, cobardías y desechos, desembocando en el sencillo público, un auditorio propicio que traga a manos llenas, distraído, surgiendo posteriormente la brutal algarabía, el sublime estruendo, disfrutando a la postre del rico maná, con el que se sustenta el espíritu, y monta endiablados saraos, espectáculos florales o veladas, aunque vaya el buque a la deriva o cargado de vanas promesas, donde no baila la beldad ni la bondad, ni se come el pan tierno de toda la vida, o el candoroso cordero, ni se levanta la copa de oro de la utopía, que enciende la lámpara de los siglos de las luces, de los grandes despertares, de filósofos e ilustres pensadores que en la tierra han sido, como los enciclopedistas y filósofos franceses, Diderot, D´Alemberg, Voltaire o Montesquieu, o el infatigable Cicerón, con la famosa Catilinaria “ Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra” (Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia), o los ínclitos helenos, Parménides, Aristóteles, Sócrates o Euclides, y un interminable retablo de lumínicos faros que duermen el sueño de los justos.

   Las loas parece que muchas veces son caprichosas, van al son del viento, al norte, al sur o al sol que más calienta, ya que los elogios pueden multiplicarse subjetivamente hasta el infinito, y de esa forma, la ceguera, la necedad, la pedantería, la pereza, el placer, la ebriedad, la contumacia, la intemperancia, la solidaridad, la locura, el altruismo, las crisis, los amores, puede que paradójicamente coadyuven a caminar, aportando cada uno su granito de arena, cada uno a su aire, después de muchos tiras y aflojas, y todo ello, tal vez, nos conduzca a los parajes más límpidos y transparentes de la consciencia humana, porque quién no pone en duda, a bote pronto, que dar la vida por alguien o quitarse el bocado de la boca para dárselo a otro no es de locos, o desprenderse de un órgano para salvar a un semejante o arrojarse a la mar bravía entre tanto tiburón para rescatar a un náufrago no es pura vesania.

   Por ende la locura en el fondo amamanta las motivaciones de las criaturas, es la madre que nos protege sin percatarnos de ello, que ayuda a vivir de una forma más urgente, descubriendo exuberantes y ubérrimos frutos, que después la humanidad sabrá agradecer trasmitiéndolos sin recato de padres a hijos, y de ese modo se incrementarán las ansias de luchar por la vida y la concordia, y se saciará la sed de justicia de los pueblos, que piden con desespero sustento, ayuda, soplos de consuelo y agua para regar el estío interior.   

   Por lo tanto, no hay que titubear más, vive, y piensa, que es gratis, y se abrirán las ventanas por donde entren los rayos de esperanza, del buen obrar, penetrando en la oscuridad de las tinieblas, en los cerebros atiborrados de pútrida mescolanza, que pulula por los muladares más sofisticados, donde apenas luce el sol ni compensa estacionarse ni un instante. Por ello, es preferible pensar, pensar en libertad en mitad de los altozanos, en los valles, o donde a cada cual le plazca, reencontrándose en la soledad consigo mismo, discerniendo lo abstruso de las esencias, de las certezas contrastadas, que  nos legaron los numerosos sabios que por el mundo han transitado.

   En cuanto al logro de la longevidad, en la pugna por un vivir urgente, se perfilan como algo aleccionador ciertas pautas de conducta, que a buen seguro ayudarán a tal fin, como son, darle sin miedo al zapato, tener mucho trato y retirarse a tiempo del plato. El hecho de poner en práctica estos axiomas abrirán las puertas al funcionamiento de la maquinaria humana, vísceras, pulmones, cerebelo, páncreas, corazón, impulsando el acoplamiento de los motores y el engrase interno, resultando la vida más tierna y llevadera, discurriendo por unos vericuetos lúcidos, limpios de ripios, de virutas, apareciendo enjutas las travesías, al ser empapado el sudor de la pena, y de esa guisa se permitirá el libre intercambio de transeúntes, viajeros, peregrinos, que acaso sea lo que verdaderamente enriquezca la música de nuestros violines, de nuestras visiones de ensueño, de cálidas alboradas o románticos atardeceres en marítimos acantilados o en playas de cálida arena, siendo acariciados por los besos de las olas, que van y vienen en un acto humanitario, de perro fiel, que obedece las delectaciones del dueño.

   Otras veces, tal vez suspiremos por el libre albedrío, tumbados al sol, ensimismados en insondables elucubraciones, rompiendo moldes o los fríos hielos de invierno, o sacudiéndonos el intruso que se ha enquistado en nuestro hábitat, emponzoñándonos la existencia con disparatadas musarañas, cayendo en lo contrario de lo que a toda costa se quiere evitar.

   Ahora que las crujientes castañas se ofrecen como alternativa al rutinario silencio de las tardes deshojadas, sombrías, surge la oportunidad de degustar los nuevos placeres, el Carpe diem, las secretas sorpresas que se esconden tras los musgos y las amapolas de los muros, o merodean por lugares solitarios, y luego se expenden por rincones, calles y plazas, en risueños tenderetes, por un módico precio de empatía y autoestima, siendo preciso armarse de valor y abrir los ojos del alma, de la comunicación, de los pesares y pensares del precario monedero y comulgar fugazmente con ellos, en un acto de buena voluntad, de hermanamiento con la madre naturaleza, echando las campanas al vuelo y a la basura los sinsabores, y discurrir por el cauce de una savia renovada, de un exultante vivir, paladeando salsa picante, pimientos del piquillo o rabos de lagartija, soltándose el pelo, cantando bajo la lluvia, mojándose el culo, investidos de viva sensatez, de las sustancias que nutren el área de descanso de la mente, cimentándonos en la firme confianza de nosotros mismos.

   Sólo resta informar a la tripulación y a los pasajeros del vuelo 1980 de Etihad a las 17´30 rumbo a Dubai, a cerca de los consejos del proverbio latino, Primum vivere, deinde philosophari (Primero vivir, luego filosofar).

 

José Guerrero

 

 

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EL EXAMEN SUSPENSO

 

EL EXAMEN SUSPENSO

 

"Las grandes verdades son eternas, pero suenan a nuevas cada vez que las oímos porque las olvidamos cada día"                  (Lluís Amiguet)

 

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SORTEO

 

SORTEO / SOR TEO

 

Siguiendo la estela dejada por Lola y Javier, y su genial idea de tomarse la literatura con la seriedad que merece, esto es, con buen humor y relatando chistes, historias  o leyendas que, aunque sean tenidas por tales, son a menudo hechos tan reales como la estrella que nos alumbra, paso a narrar lo sucedido en Orense, que suele ser contado como chiste, aunque me consta que no fue tal, y el nombre de cuyos protagonistas ocultaré por respeto a sus familiares, algunos de ellos aún vivos.

Hace años vivía en el centro de la ciudad gallega, en su casco antiguo, y cerca de la catedral, Sor Teófila, conocida por todos como Sor Teo, una monja tan mayor como beata, de misa y comunión diaria, virgen, por supuesto, pues decía que sólo a su Señor entregaría su virginidad, olvidando preguntarle al tal señor si no hubiera prefirido recibirla cuando ella tenía treinta años y no casi el triple.

 

La tal monja, de familia acomodada, tenía por santa costumbre reunirse semanalmente con su párroco confesor para ensayar algunos cantos gregorianos, mientras ella tocaba el órgano que tenía en el amplio salón de su casa, pues allí se había retirado para morir en la paz de Cristo, lejos del ajetreo que las novicias solían montar, a veces, en el convento donde había transcurrido prácticamente toda su vida.

 

En una ocasión, al disponerse a ensayar los cánticos habituales, el párroco vió, para su sorpresa y escándalo, que sobre el órgano había un vaso de agua en cuyo interior reposaba lo que era, a todas luces, un preservativo.

Al cura le costaba concentrarse en el canto y miraba alternativamente a Sor Teo y al vaso, con la esperanza de que ella se decidiera a darle una explicación a la presencia de tan extraño objeto sobre el órgano.

Viendo que su insistencia no daba resultado, y ya al borde de un ataque de nervios, le espetó finalmente:

"Hermana,  puede explicarme qué es eso que hay en ese vaso de agua sobre el órgano y que hace tal objeto aquí?

Sor Teo, le miró con cierta sorpresa, por el tono áspero de su interlocutor, pero acertó a contestarle:

"Ah, eso". "Mano de santo, padre, mano de santo".

"El otro día iba hacia la farmacia y antes de llegar me lo encontré tirado en la calle, leí el prospecto y pensé que era precisamente lo que estaba buscando para aliviar mis achaques y dolores, ahorrándome así comprar nada en la farmacia, pues decía que prevenía multitud de enfermedades, y andaba yo con un principio de gripe".

"Al llegar a casa, seguí al pie de la letra las instrucciones, y la verdad es que me siento muy aliviada desde entonces, me siento mucho mejor".

"¿Instrucciones?" "¿Qué instrucciones, hermana?", respondió con cierta ironía el cura, que seguía sin salir de su asombro.

"Sí, padre, las instrucciones que decían: Colóquese sobre el órgano y manténgase en un lugar húmedo".

"Y ha sido mano de santo, padre, mano de santo, ni un dolor desde entonces".

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

SORTEO


El pueblo estaba en crisis, la sociedad estaba en crisis y el ayuntamiento estaba en crisis. Las caras sin sonrisa, los ojos apagados y un aire cargado, hablaban de problemas y preocupación. Había que ingeniar alguna cosa para que la crisis los abandonara si no fuera posible para siempre que por lo menos se tomara unas vacaciones.

Aquel pleno iba a ser rutinario pero sin saber por qué, asistieron unos cuantos vecinos que tal vez por aburrimiento decidieron entrar a ver que se decía y así escuchar algo diferente sin pagar nada. Ante la presencia de estas personas los concejales se esmeraron en sus discursos pues por fin tenían un público que les escuchara.

No se sabe en qué momento ni en que debate surgió la palabra crisis y como una marabunta, un tornado o un tsunami, la tensión estalló. Todo el mundo tenía la culpa, pero siempre el que estaba en el otro lado, y la solución se diluía como una mancha de aceite en el agua sin poder sostenerla. El tono empezó a elevarse y cuando parecía que iban a llegar a las manos se oyó una palabra que calló a todos bruscamente. ¡Un sorteo! ¡Necesitamos un sorteo!

La que había hablado con fuerza y carácter era Pepa, la de la tienda de tejidos, que  como no le había entrado nadie en varios días, decidió asistir al pleno para poder escuchar voces humanas.

Todo el mundo la miraba intrigado por lo que no le quedó más remedio que levantarse y explicar su propuesta: Nos ahogamos más nosotros mismos que la propia crisis. Necesitamos algo que nos una y nos quite crispación. Es probable que todos tengamos cosas guardadas que puedan servir a otros, démosles salida y divirtámonos. Si sacáramos de  nuestras casas todo lo que no hemos usado en 1 año, nos estorba o no necesitamos ya;  podíamos hacer un sorteo con una fiesta  que por lo menos nos quite la tristeza de la cara.

No es que fuera una gran idea, sencillamente era la única que no molestaba a nadie y que a todos agradaba. ¿Por qué no? Y todo el mundo empezó a pensar en las cosas que tenía que  le ocupaban espacio y no utilizaba. Sería una buena ocasión de desprenderse de ellas.

Por allí aparecieron vajillas incompletas, objetos de adorno, herramientas, teléfonos, el tacataca del que se acaba de casar, los libros del colegio de la panadera y un sin fin de cosas que se conservaban en las casas ocupando espacio y por pena a desprenderse del recuerdo al que está pegado.

Se escogió el día de la patrona pues aquel año al estar el municipio en números rojos la festividad se iba a quedar en aguas de borrajas y de esta manera algo podían hacer y si colocaban  un equipo de música en la plaza, la fiesta estaba asegurada.

Fue divertido el sorteo y aún más los resultados. A mí me han caído un traje de novia y unos patucos de bebé, decía Juan. ¡Qué suerte has tenido! Le contestó Manuela, porque a mí me han tocado una lamparita horrible en forma de torre de Pisa  y un orinal. La situación era cómica. Todos reían y se enseñaban sus trofeos.

Había sido divertido y la alegría y el buen humor se habían extendido por el pueblo ¿qué vamos a hacer con estos trastos? ¿Por qué no dejarlos para otro año? Y los volvieron a guardar para el próximo sorteo.

 

Lola Carmona

 

 

 

SORTEO

 
La diáfana luz inundaba el lugar, una suave y melodiosa música lo llenaba todo de paz y amor.

Grandes pantallas que parecían flotar en el aire  lo rodeaban todo.

Inaudibles conversaciones  se entrecruzaban, de pronto las pantallas se encendieron dejando ver unos enormes bombos llenos de bolas  que giraban sin cesar, el sorteo iba a dar comienzo.

Todos con sus números en la mano esperaban expectantes, los pensamientos se aquietaron, el lugar por un momento quedo en suspenso, el que estaba a mi lado  me pregunto.

-¿Tu  porque has elegido este planeta?  ¿Es la primera vez que vas?

-No –Le  conteste- He estado muchas veces, pero es un planeta que me fascina, a sus habitantes les falta aun mucho  que evolucionar, pero es un sitio donde se aprende mucho, hay una variedad sin fin de seres, te encontraras algunos de evolución tan baja que roza la escala de la animalidad y otros tan evolucionados que el amor y la espiritualidad les  hace vibrar cerca de la cuarta dimensión.

-Y tu ¿As visitado la tierra muchas veces? –No, es la primera vez que voy, he estado en otros planetas de esta y otras galaxias, algunos muy evolucionados y otros en estado primitivo, en la primera edad. Pero ahora he pedido ir a la tierra, dicen que es un momento crítico para el planeta. Hay cambios climáticos  y despertar de las conciencias en la mayoría de los seres que lo habitan, muchos piensan que es el fin del mundo el que se avecina,  y no andan muy equivocados, es el fin de los tiempos que conocen, más pronto que tarde las cosas cambiaran, y no como pretenden unos pocos que quieren dominar el mundo con sangre  hambre y terror.

Cuando reine el nuevo orden que tiene que llegar, todos los impíos caerán.

La paz el amor la igualdad y la justicia gobernaran la tierra.

Yo he pedido estar allí para vivirlo.

-Veo que estas muy informado –

-Como todos los que estamos aquí, todos vamos a lo mismo serviremos de guía.

-Bien – Dije yo –Ahora a esperar que nos toque una vida que no sea muy penosa.

- Esto es lo que nos toque, los terrestre tienen una teoría muy curiosa, creen que todo el que va elige a sus padres y las penas o alegría que la vida les depare, no saben que esto es un sorteo y que cada uno tiene que apechugar con lo que le toque.

- Tienes razón, solo podemos elegir el  planeta lo demás es sorteado ¡Pero mira! Ya empieza, aquietemos los pensamientos y prestemos atención al sorteo, pronto sabremos nuestros destinos.

Y mirándose se desearon suerte con una sonrisa.

 

María Bueno

 

 

SORTEO


   Al columbrar al cojo, que cruzaba alegremente la calle con el semáforo en rojo, a Julio se le abrieron los ojos y se le llenaron los pulmones de un aire fresco, sintiéndose resplandeciente, como un hombre nuevo, al deshacerse del miope caparazón que lo aprisionaba en aquel estricto recinto de pensamientos.

   No creía mucho en los artilugios de la suerte ni en los juegos de azar, como los sorteos, aunque a veces tuviese alguna suertecilla, pues la vida está llena de sorpresas y contradicciones, como cuando sortearon aquel año a los quintos de su reemplazo, en que se sentía deprimido, sin ganas de probar bocado ni salir a la calle, pensando que a lo mejor le tocaba un destino funesto, en la quinta puñeta, con lo a gusto que estaba en su ciudad, paseando con la novia y la cervecita todos los días en el círculo de amigos, sin embargo la abogada de imposibles o no se sabe qué duendecillos le echaron un cable, saliéndole todo a pedir de boca, no debiendo atravesar el charco o los tórridos desiertos para hacer la mili, quedándose en la Península, cerca de los suyos, disfrutando de su compañía.

   Por aquellos años Julio intentaba labrarse un porvenir, romper barreras, conseguir un pasaporte para al futuro, así, quería hacer el bachiller y emprender alguna pequeña carrera, preferiblemente breve, corta, y enderezar el rumbo, pero el horno no estaba para bollos en el ámbito familiar, y necesitaba hacerse de unos ahorrillos para tal empresa. Con tal fin consultaba meticulosamente los magazines dominicales, revistas y prensa en general con asiduidad, escarbando por los rincones de las páginas buscando el tesoro escondido, y examinando con lupa las ofertas de empleo que por allí se publicaban, en la esperanza de toparse con alguna alegría que le garantizase unos arrimos, un mínimo de ingresos, que le permitiesen al menos costearse la estancia en la capital durante ese tiempo, y de esa manera realizar el sueño, los estudios que anhelaba.

   Sin embargo las expectativas se tornaban broncas, oscuras, tenía que esforzarse al máximo, y exponerse a las mayores privaciones, ya que, con el paso de los días, enfrascado como estaba en los libros y en la redes del trabajo, no frecuentaba otros circuitos existenciales, andando siempre estresado y apresado por la incertidumbre, torturándose con la esquiva búsqueda de algún trabajo temporal; vivía en un continuo sin vivir, y, para colmo, los fines de semana debía de encerrarse en su habitáculo para ponerse al día y preparar algún examen, y cuando llegaba el fin de curso, se hallaba al borde de un ataque de nervios y del precipicio académico, pues al recoger las papeletas de manos del bedel, veía que la mayoría de los exámenes los traía suspensos, por lo que no podía por menos que pasarse los veranos semienclaustrado, a pan y agua, a la sombra de un pino junto a la playa o de una higuera en la montaña, o en su guarida con montañas de fotocopias y libros y más libros, recuperando lo que le quedaba pendiente.

   Julio, en las épocas, que no eran muchas, en que no debía recuperar materia suspensa, y como evasión, se dedicaba a devorar libros de ficción y de todo cuanto caía en sus manos, leyendo los Diálogos de Platón, donde se habla del famoso continente, así como la novela de Benoit sobre las conquistas de los atlantes y sus grandiosas hazañas, y la obra épica de Jacinto Verdaguer sobre la Atlántida. En consecuencia, en los ratos de ocio de que disponía, daba rienda suelta a la imaginación, y se descolgaba por las laderas de la fantasía, desentrañando leyendas, o rumiando historias que le habían contado en la niñez, o que descubrió más tarde por su propios medios en algún libro que cayese en sus manos. Y a propósito de tales lecturas, le impactó lo referente a tal mito, que, aunque no creía mucho en lo que se relataba, no obstante pasaba horas y horas ensimismado, dándole vueltas a semejante acontecimiento, y lo mismo le ocurría con los astros, las estrellas o los interrogantes que envuelven la existencia de otros mundos habitados, y, por ende, sin apenas darse cuenta, se decantó por los avatares de la Atlántida, y profundizó en sus entresijos, concluyendo que se destruyó por una oleada de gigantescos terremotos y erupciones a grandísima escala, similar a lo que está aconteciendo actualmente en la isla del Hierro pero a pequeña escala, lo que provocó un descomunal desmadre y el vuelco de los continentes, subvirtiendo la orografía de muchos de ellos.

   Los habitantes de este continente, los atlantes, eran gente forzuda y luchadora, y se esculpían simbólicamente en el arte como sólidas estatuas que sostenían el cielo, a fin de que no se derrumbase como un castillo de naipes, estrellándose contra el pobre planeta Tierra, haciéndolo añicos.

   Siguiendo con tales informaciones, los textos de Platón testifican la situación de la Atlántida frente a las columnas de Hércules, lugar entendido tradicionalmente como el estrecho de Gibraltar, y la describen como una isla más grande que Libia y Asia juntas. Su geografía era escarpada, con una gran llanura rodeada de montañas hasta el mar. A mitad de la llanura, el relato ubica una montaña baja, destacando que fue el hogar por antonomasia –por entonces aún no había ni okupas ni overbooking-, con compacto tejado y grande chimenea, donde ardían con ansias gruesos troncos de leña en los crudos fríos de invierno, y se contaban, al calor de la lumbre, chistes, chascarrillos  y cuentos de los ancestros de los dioses.

   Uno de los primeros habitantes de la isla fue Evenor. Según el parlamento de Critias, Evenor era uno de los hombres que había nacido de la lama de la tierra, con buenos augurios, en el entonces territorio inhabitado de la Atlántida. Evenor convivía con toda normalidad, en un ambiente sereno y tranquilo, sin contaminación ni ruidos de fábricas, sin sobresaltos por la bolsa o la prima de riesgo o los terremotos de Wall Street, con su mujer, Leucipe, sin brotes de violencia de género, (aunque echaba en falta que no fuese un poco más cariñosa con él, más sexi, y le obsequiase con besos tan indiferentes, tan fríos), en una montaña baja, casi una meseta, que se ubicaba a unos cincuenta estadios del mar (unos 10 Km.). Fue padre de Clito. Ésta fue su única hija. Cuando Clito alcanza la edad de tener marido, muere Evenor y también su esposa. Clito sería la madre de la estirpe de los reyes atlantes.

   Se cuenta, en el ámbito divino, que Poseidón era en realidad el amo y señor de las tierras de los atlantes, puesto que, cuando los dioses se habían repartido el mundo, no se sabe si como buenos amigos o si habría habido rencillas o testaferros entre ellos, como acaece de vez en cuando, y la suerte había querido que a Poseidón le correspondiera, entre otros lugares, la Atlántida. He aquí la razón de su gran influencia en esta isla. Este dios se enamoró de Clito, y para protegerla o mantenerla cautiva, creó tres anillos de agua en torno de la montaña que habitaba su amada. La pareja tuvo diez hijos, cosa nada desdeñable pero comprensible en aquella época, donde el vasto y ubérrimo campo permitía nutrir y retozar a sus anchas por las verdes praderas, y azuzaba a la procreación a fin de poblar el desierto continente aún en ciernes o en pañales, y para los cuales el dios dividió la isla en sus respectivos diez reinos. Al hijo mayor, Atlas o Atlante, le entregó el reino que comprendía la montaña rodeada de círculos de agua, dándole, además, autoridad soberana sobre sus hermanos. En honor a Atlas, la isla entera fue llamada Atlántida y el mar que la circundaba, Atlántico. Su hermano gemelo se llamaba Gadiro, y gobernaba el extremo de la isla, que se extendía desde las Columnas de Hércules hasta la región que, posiblemente por derivación de su nombre, se denominaba Gadiria (Cádiz).

   Con el paso del tiempo Julio se fue aficionando a la lotería, a los cupones de la ONCE y otros sorteos, hasta tal punto que cayó en la ingrata ludopatía, y enrocado en ese rocambolesco mundillo, como llevaba bastante tiempo publicando novela negra, de aventuras y otros géneros, con objeto de amortizar parte de los gastos, convino en idear alguna estrategia o eficaz artimaña para salir airoso del atolladero, y encontrar algún acicate que le permitiese luchar contra la estrechez y ayudarse en la publicación de nuevos libros, y después de estudiar concienzudamente múltiples proyectos y efectuar innúmeros cálculos, abrió un blog en Internet, poniendo a la venta los trabajos, cuentos y demás novelas, estableciendo un juego de azar, un sorteo, que consistía en sortearse él mismo a los posibles clientes y lectores, de forma que los agraciados con la suerte los invitaría a cenar en el mejor restaurante de la comarca y a un espléndido espectáculo, una fiesta especial, que fuese del agrado de los afortunados, bien en saraos, tablao flamenco, ópera o en lo que se terciara.            

   No cabe duda de que en el fondo, después de tantos altibajos, lecturas y entelequias, lo que en realidad le preocupaba a Julio era no suspender el examen de su atlántida vital, teniendo buena estrella, y si de camino vendía novela negra, mucho mejor.     

    

José Guerrero Ruiz

 

 

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LA CORDURA
 

LA CORDURA


   Aquel día el hombre no estaba para muchas bromas, las ojeras lo delataban, se sentía destronado de su órbita, como un astro errante, o que se hubiese nombrado la cuerda en casa del ahorcado, pues al abrir el escritorio, se topó con un mosaico de enunciados de grueso calado, cuasi lapidarios, y diríase que escritos a sangre y fuego, con la sensación de que habrían entrado por el orificio del baño en su sanctasanctórum de forma clandestina, sin reparar en las molestias de los moradores, ni en las más elementales normas de convivencia, de modo que estuvo en un tris de endosarles dos patadas en el trasero, largándolos con aire fresco, y si la memoria no le fallaba, eran los siguientes, La paciencia, El elogio de la cordura, y el mito de Sísifo; claro que, como suele ocurrir en estas coyunturas, a la hora de la verdad la gente se lava las manos o escurre el bulto, y siempre se podrá argüir que ocurrió por azar o error al ser entes inanimados per se, carentes de luces, impulsados por órdenes mayores, por la acción de una máquina ciega, la todopoderosa Internet.

   A lo mejor se cumplió a rajatabla el protocolo o los cánones al uso, pero los humanos son harto sensibles y tienen sus ritmos, imprevisibles baches, gustos, euforias, y no pueden por menos que rebelarse contra irracionales tropelías en defensa de la propia naturaleza, del legítimo derecho, exteriorizando la más enérgica protesta contra cualquier trama urdida, perjudicando consciente o inconscientemente la intimidad, la trayectoria o su impecable imagen.

   Sin ir más lejos, la galleta, que masticaba en esos instantes, se le atragantó peligrosamente, reflejando una situación grotesca, pero triste, propia de una frívola ficción, como acaece a veces en el celuloide, pero nada más lejos de la realidad, ya que todo cuanto allí se desvelaba era verídico, verificable, como la vida misma, echándosele un nudo en la garganta, hasta el punto de que no lograba articular palabra, y menos aún enhebrar una brizna mental, era algo inexplícale, encontrándose en el trance de perder el equilibrio, la paciencia, la cordura y hasta la gruesa piedra de molino de Sísifo que llevaba adosada a la espalda, aunque esto le supondría un alegrón y un gran alivio para las costillas.

   Semejante aglutinamiento de sentencias lo sentenciaban a muerte casi de por vida, y lo más severo era que no vislumbraba un resquicio en el horizonte, que le aprobase mirar para otro lado o desentenderse de tales temas, siendo superior a sus fuerzas, debido a la situación tan comprometida y cerrada por la que transitaba, y a su vez de camino le facilitara ponderar con aplomo el complejo dilema, llegando a una conclusión, que mal rayo me parta, exclamaría, si no cogía el toro por los cuernos, terminando el cuento de una puñetera vez, enfrentándose a la realidad, ya que comprendía que en el fondo no dependía de él mismo, sino del ego y de las circunstancias.

   Entonces empezó a marear la perdiz, a calibrar distintas elucubraciones, y deletrear con parsimonia el primer vocablo que sobrevoló sobre su testuz, Paciencia, tal vez porque fuese lo que más necesitaba en tan cruciales momentos, y el pronunciarlo le resultaba grato y conciliador, aunque llevarlo a la práctica ya sería harina de otro costal, al tener que discernir in profundis sobre la materia, pues advertía de la posibilidad de que surgiese un cúmulo de panfletos, memorandos o tratados sobre la configuración de tal virtud, enturbiándole los sesos, y haberlos haylos sin duda en la viña desde tiempos inmemoriales, aunque por exigencias del guión se precisara resumir los dictados, a saber, los sufridos pacientes de un hospital; la juventud se muestra impaciente ante el porvenir; la obra teatral El divino impaciente; con paciencia todo se alcanza; la paciencia alarga la vida; la paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces; la paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia, y un largo etcétera.

    En realidad, la sustancia de la paciencia no estriba más que en quedarse uno en stand by, a la espera de que le llegue el turno, la llegada de lo que sueña ardorosamente como interesante, apetecible y reconfortable, mereciendo la espera y la pena de que pase por su puerta. Pero en ese impasse, los malos augurios, hacen de las suyas, interviniendo con maquiavélico propósito, y pergeñan miles de argucias para reventar la vivienda o habitáculo que con tanto esfuerzo se ha erigido, al cobijo del altruismo o de los consejos de los sabios.

   Y no le iba a la zaga en semejantes tareas la cordura, un término tan encomiable, que atesora ínclitas connotaciones dignas de subirla a los altares de las consciencias, y que apunta sin duda al corazón –del latín cor, cordis-, a lo más sensible, al amor, recalcando con contundencia que obras son amores y no buenas razones, aunque yendo ambos de la mano, como almas gemelas, que disparan, cada uno a su manera, a las entrañas del reloj humano, que marcan las horas con dulces suspiros, con las manecillas en un tictac de sístole y diástole, no pudiendo fumarse un cigarrillo en la puerta ni tomarse un respiro, truene o relampaguee, y, sin embargo, qué poco valorados están a veces en la vida el corazón y la cordura, y en esos laberintos, dando un paso al frente, conviene izar su bandera, y exclamar con Larra, vuelva usted mañana, no se vaya todavía, vuelva usted, por favor, a hilvanar la aguja con este otro hilo, que es del color que le pega a la presente prenda, al evento que nos ocupa, y mandar a hacer gárgaras a los enemigos de la discreción, del diálogo, de la perspicacia, de la empatía, de la tolerancia, del castillo de las buenas maneras, sentando plaza y plantándose en sus campos, en sus trece, contra viento y marea, priorizando el juicio, la razón y sucedáneos, de forma que los cimentados principios vayan galopando sonrientes por el sendero de la concordia, por donde deben proseguir, buscando el bien ajeno y el propio, el que se mece entre las dos orillas del puente del río, limando asperezas, templando turbulencias, rimando rivalidades, elogiando y eligiendo el término medio que proclamara Aristóteles, in medias res, a fin de que las acometidas extemporáneas no hagan su agosto en las engalanadas casetas de la feria, en las sazonadas cosechas tan ricamente cultivadas, esquilmando tierras e intelectos en el proceloso razonamiento de la vida.       

   Todo tiene un límite, pero es preferible tener paciencia, que cosas peores se verán en el teatro de la vida, en los aconteceres diarios, por ello no hay que perder los estribos por leves bagatelas o estulticias, por un simple cambio de hora al amarillear las hojas otoñales, o por alguna aviesa sonrisa o memez, como acaso fuese el despropósito de un desnortado mosquito, que, perdido el GPS de la orientación, amerizó con suma precisión en la mismísima pista del vaso de vino que se estaba bebiendo.

   Es aconsejable leer con atención las biografías y memorias de los eximios ingenios de la  historia, de toda la pléyade de insignes pensadores e investigadores que pululan por el firmamento de las letras, y de esa guisa impregnarse de sus hálitos, de los procederes, familiarizándose con la savia de su experiencia, la erudición y los tesoros que encierran, y así nuestras señas de identidad se enseñorearán y crecerán, armándose de valor e hidalguía, reciclando la crisis, el paro, el maltrato, la pobreza, los desheredados, las guerras, la orfandad, la precariedad, y por ende no bailarán en la cuerda floja, o penderán de un hilo o de la dirección del viento, o de una mosquita muerta que, desafiando las leyes de la gravedad, distorsione la convivencia, cerrando el camino, la boca, a la cordura, y se le ocurra esquiar desairadamente en limos serenos, en un vaso de buen vino, o en las estancias únicas, recreativas de la vida, en plácidas noches de luna llena, sentados en cualquier balcón, como el de Europa o en la terraza de un bar, acompañados de alguien querido, y que, voraces y locos intrusos, sin apenas mojarse el culo, creyéndose reyes de quimeras, quizá piensen que las personas son de cemento, o como dice la canción, No somos tontos, sabemos lo que queremos, y anhelamos trotar con determinación por los colinas de Imagine, como John Lennon, cuando canta con las cuerdas –de cordura- de la guitarra a un nuevo amanecer, (…Imagina que no hay posesiones/, quisiera saber si puedes sin necesidad de gula o de hambre/, una hermandad de hombres, imagínate a toda la gente compartiendo el mundo/. Puedes decir que soy un soñador/, pero no soy el único/. Espero que algún día te unas a nosotros/, y el mundo vivirá como uno//.), y de esa manera participar en inolvidables moragas y espetos de palabras y sardinas, imaginando que se toca el fondo de las cuestiones palpitantes, y no se mordisquea la corteza de la razón, o se desaira a quienes marcan hitos en el discurrir de la cordura, utilizando retazos de locura para estrangular la ecuanimidad; y por si hubiese dudas a estas alturas de la noche, evoquemos algunos aforismos que se cuecen en el concepto: más cordura nos enseñan los fracasos que los éxitos; la cordura y el genio son novios, pero jamás han podido casarse; el primer suspiro de amor, es el último de cordura; varón prevenido de cordura, será combatido de impertinencia.

    No es difícil ubicarse en las antípodas de la cuerda o de lo cuerdo, -tirando sin parar hasta envenenarla, imponiendo el imperio de la sinrazón-, de lo que se sustenta por sí misma en cualquier esquina, paraje o isla perdida, porque acaso no desguace aparentemente el armazón del meollo, de lo que en verdad vale e importa; y todo ello hierve no lejos de las fuentes termales de innumerables libros, que van y vienen, rodando por nuestras cabezas, por bibliotecas o librerías, expuestos en los escaparates, con cara de buenas personas y con estilo.

   A buen seguro que tirando de la cordura con una larga y flexible cuerda, y transportando con la paciencia de Job la pesada piedra de Sísifo, ascenderemos a las altas esferas de la felicidad

 

José Guerrero

 

 

 

ELOGIO DE LA CORDURA: Medicina de medicinas

 

Ante la visión de la demencia y las tristezas humanas, de la monstruosa costumbre de intentar destruir al prójimo como falso consuelo de la mediocridad propia, se amarga el alma, se seca el espíritu, y no solemos hallar  ningún porqué alentador. Las sonrisas no brotan, el hastío lo invade todo, la vida pierde sabor, y ni las palabras se dignan visitar la vida disfrazadas de voz, canto o poema.

Hasta la música más hermosa, ésa ante cuyo sonido ni el silencio podía dejar de bailar, tiene hoy, a la vista de la miseria humana, un tono apagado.

Es entonces cuando la lectura de otras palabras, sabias y grandes de espíritu, grandiosamente modestas en un simple papel, nos rescatan del abismo.

Es el milagro de la cordura, de la palabra, única medicina que es capaz de sanar a la propia medicina cuando ésta enferma, la que nunca confunde poseer con amar, ni amar con locura.           

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

ELOGIO DE LA CORDURA

 

En una estación de tren, en medio de la nada, a las tres de la mañana:

Buenas noches, caballero. ¿Qué hace?

Espero un tren.

Ya veo, pero, ¿qué tren?

Uno.

Sí, pero ¿cuál?

El mío.

¿Y como sabrá cual es el suyo?

Porque será al que me suba cuando llegue.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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MITO: SÍSIFO

 

MITO: SÍSIFO

 

Creía uno, y como era español lo afirmaba, sin molestarse previamente en comprobarlo, que Sísifo había sido el inventor de la sífilis.

"No", dijo otro, "como todo el mundo sabe, Sísifo es el arquetipo del síseñor mejicano".

"No señores", terció otro, "Sísifo fue, y es de todos sabido, el inventor del sifón. Sí, no se rían, del sifón he dicho".

"De eso nada", gritó otro, también español y, por tanto, alzando la voz, Sísifo fue el amante secreto de Sisí, la anoréxica emperatriz austríaca, aunque, y en eso coincido con usted, en la época se murmuraba que podía tratarse de un fontanero o plomero, de ahí que algo tuviera que ver con el sifón.

Uno, que sonreía en silencio, intentó hablarles del mito de Sísifo, de las leyendas conocidas en torno suyo y de su eterno castigo, pero como no gritaba lo suficiente, ni se mostraba arrogante, ni sabía mirar con desprecio a los otros al hablar, fue despecahado rápidamente: "Calle usted, hombre de Dios, que para hablar hay que tener conocimiento de causa". El hombre, simplemente, calló.

Así, uno tras otro, siguió cada cual defendiendo su teoría, su punto de vista, su forma de ser y de ver, tan excluyente como debe ser para aparentar la sabiduría y certeza de la que carece.

Mientras tanto, Sísifo seguía, arriba y abajo, cargando con la pesada roca de las opiniones humanas, y aún le quedaba, por increíble que pueda parecer, esperanza en que su condena concluyera, tal y como se había sentenciado, en el preciso momento en que todos los humanos se pusieran de acuerdo en una idea, en un fin, fuera éste el que fuera.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

MITO: SÍSIFO

 

Sí, Sifo, es el sifón.

No, Sisí, es la sinfonía.

Me temo que tenemos un problema de sintonía.

Sí, un problema de sintonía sobre la sinfonía del sifón . . .

. . . y no parece que tenga solución.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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CASCANDO

 

CASCANDO

  

   Virtudes poseía un amplio abanico de dones a cual más valioso, y por encima de todos sobresalía el don de la conversación. Se diría, y con razón, que era la autora material de Las mil y una noches, y muchísimas más, por la facundia y el entusiasmo que derrochaba en las interminables comparecencias callejeras. Pobrecita de aquella que cayese en sus brazos, en sus redes. Parecía un cascanueces martilleando sin remisión el tímpano de los interlocutores.

   La mirada dulce, acariciadora, con un movimiento armonioso de manos, la soltura del cuerpo haciendo juego con el largo pelo y una mirada penetrante producía una meliflua confluencia,  envolviendo el ambiente de un atractivo cebo para la captura de inexpertas y futuras presas.

   Las preclaras habilidades de que disponía sobrepasaban lo inimaginable. Es decir, no había en cierto modo persona sensata que soportase tanta butifarra, tanta cháchara, sin sentirse tocada, demudada la color, generándose instintivamente un repentino relevo en los continuos encuentros que le acechaban, al estar la sufridora en ascuas por marcharse, haciendo de tripas corazón, y pendiente de un hilo, de una minúscula brizna que olisquease, y tan pronto como atisbaba algún indicio, la borrosa e incipiente figura de alguien en movimiento cogía las de Villadiego, ofreciendo todos los honores a la bienhallada, mientras huía calle abajo como gato escaldado.

   Disponía Virtudes de una versatilidad pasmosa para pegar la hebra con cualquiera que se cruzase, se adhería como una ventosa, de manera que no había forma de sacudírsela, y aguantaba impertérrita la lluvia y los truenos más indiscretos durante horas, no dando por concluido ningún asunto por nauseabundo que fuese, bien si yacía en el manido baúl de los recuerdos, o bien porque lo tuviese entre ceja y ceja.

   El otro día, deambulando por la calle principal de la ciudad, que por cierto caminaba con dificultad, como moribunda, por el horrible lumbago que le aquejaba, se topó con la vecina del tercero de su bloque, una antigua amiga, compañera de jaranas y picos pardos de los años de estudiante, y se saludaron efusivamente como de costumbre, enfrascándose en un lodazal indescriptible de mil bagatelas, de dimes y diretes, de rotos y descosidos, robándose el aliento, las palabras y los pensamientos, y después de incalculable tiempo permanecían en el mismo sitio, como si hubiesen acampado en una tienda de campaña en la misma acera de la calle, y de tanto articular vocablos, hablando sin parar, les chirriaban los dientes y los sesos como envenenadas serpientes, pronunciando sibilantes, circunloquios y festivas sentencias, y les dieron, sin ánimo de exagerar, las diez, las once, las doce, las dos y las tres, y aún seguían acampadas en la tienda, en su bucólica arcadia, ensimismadas en el ardoroso fuego de las zarzas, casca que te casca.

   De cualquier forma, todo tiene, en sentido lato, su intríngulis más recóndito, porque si se practica, por ejemplo, algún deporte, no cabe duda de que se requiere un tiempo de entrenamiento reglamentario, verificación de controles y toda una parafernalia de puesta a punto. Por ende en estos casos dependerá bastante de si tales exhibiciones de la glotis se contemplan como un mero pasatiempo, o más bien como un inteligente ejercicio de logopedia, de duro entrenamiento, restaurando las maltrechas cuerdas vocales, o algún otro elemento atrofiado, donde se vean implicados múltiples músculos y órganos, lengua, úvula o campanilla, dientes, garganta, pulmones, bronquios, cerebro, paladar, etc., y por lógica añadidura los factores de la voluntad, la visión, el oído, el tacto y cómo no la empatía, y no habrá más remedio que elogiar con fervoroso ardor la labor tan encomiable de Virtudes, donde la ejercitación de tales componentes del cuerpo y sentires humanos, por pequeños que parezcan, pugnan por solidarizarse de manera entrañable con el resto, participando en un glorioso aglutinamiento de acentos y sonidos, de asociaciones de ideas, de sutiles juegos de esdrújulos, llanas o agudas, y otras honrosas divagaciones que poco a poco van purgando el espíritu, redundando a la postre en algo serio, hermoso y estimulante.

   Las piezas o temas que más se bailaban en la pista de los alvéolos y en el cerebro de Virtudes eran los concernientes a recetarios de artes culinarios y cocina en general, muchos de los cuales provenían como cabe suponer de la baja Edad Media, de la cocina de la abuela, o de la célebre Celestina, preparando raras compotas, guirlaches o pastelones de cabello de ángel, y echando troncos en el fuego de la ardiente chimenea de Calixto y Melibea, o de doña Endrina, ducha en ambrosías y productos de la huerta, cuando recelaba entre fogones de los requiebros y arrumacos de don Melón –alias del Arcipreste de Hita-, razonando con picantes y otros aderezos en el libro del Buen Amor, diciendo: “La mujer que os escucha las mentiras hablando/, la que cree a los hombres embusteros jurando/, retorcerá sus manos, su corazón rasgando/, ¡mal lavará su cara, con lágrimas llorando!/ Déjame de tus ruidos; yo tengo otros cuidados//.

   En esos ámbitos se desenvolvía Virtudes como pez en el agua. Si bien cabría señalar al respecto que las especias no eran el santo de su devoción, utilizándolas en contadas ocasiones, asimismo solía cocinar con una pizca de sal, unas ligeras gotitas de aceite, y siempre que podía recurría al fuego lento, acaso por el paralelismo que guardaban entre sí las vicisitudes vitales, el arte culinario y la conversación en cualquier parte, como si la una se nutriese de la otra en una transmisión de vasos comunicantes, de forma que diminutas películas de moho se impregnaran clandestinamente, y si alguien le hacía un feo no se inmutaba in ipso facto, pero lo introducía en la hucha de la memoria, y cuando venía a cuento lo iba pasando paulatinamente por la túrmix, por la piedra, cual auténticos filetones de Ávila, o seguramente a la brasa, con tal beneplácito y esmero, que apenas se notaba, pero que al cabo de un tiempo se transformaban y se hacían tan ricamente, que se chupaban los dedos, cobrándose con creces la apuesta o la inversión que hiciera guardando en la hucha los caudales de la soterrada venganza.

   Por ello Virtudes nunca mostraba sus armas, nunca se apresuraba en los pasos que daba. En semejantes lances no había quien le aventajase.

   Una de las especialidades de la casa era la repostería, exhibiendo unas habilidades inigualables y una paciencia a prueba de bomba. Era digno ver a Virtudes inmersa en aquella marea de platos, humos y aromas, sorteando recuerdos y obstáculos entre las cacerolas y demás cachivaches de la cocina, con todos los fuegos funcionando a pleno rendimiento, y llegado a ese punto entonces se transformaba su firmamento, no dándose crédito a lo que se contemplaba. ¡Qué desparpajo, qué escenas de levitación, cuánta parsimonia y compostura! Preparaba un variado surtido de almendraíllo, carne de membrillo, cazuela mohína, bizcocho, leche frita, pestiño melado, boniato en almíbar, entre otros. Y llamaba poderosamente la atención el resplandor tan intenso del semblante y de su pensamiento al manipular la sustancia nutriente, solazándose en semejante trance, permaneciendo aletargada, como en éxtasis, acuciada por el sueño de la felicidad, con la inmensa carga de dinamita que almacenaba en la psique, si bien a veces tarareaba, aunque con poco acierto, alguna melodía de juventud, de la época en que se iniciara en los fulgores hormonales de cupido, dando rienda suelta a las preferencias y debilidades, cultivando los amores platónicos del celuloide, al aire libre, en los cines de verano del barrio.

   No obstante, cuando tonteaba y se soltaba el pelo por aquellas calendas en las diferentes diversiones que frecuentaba a espaldas del progenitor, -porque corrían otros tiempos y otros aires-, guateques, ferias, bailes, bodas, nunca mostraba hartazgo, o cierto síntoma de cansancio como para musitar, estoy que me caigo de sueño, por mucho que trasnochase.

   En esos parámetros multicolores surgía un ensamblaje perfecto con las labores culinarias, siendo asombroso el tiempo que resistía con las manos en la masa, aunque se le escapase por lo bajini de cuando en vez algún exabrupto de sufrimiento o condena inconfesable.

   Sin embargo, como nunca llueve a gusto de todos, cuando se ponía a freír huevo con patatas, o aderezaba pollo al curry armaba las de san quintín, semejando aquello una guerra galáctica, o la repentina explosión de un polvorín, por los terroríficos crujidos, que se mezclaban con el chisporroteo del fuego, temblando los cimientos de la vivienda. No resultaba extraño que alguna rata que transitaba equivocadamente por aquellos rincones brincara de repente despavorida, aullando como una loba acosada por algún malévolo cazador.

   Mas hay que hacer hincapié en que cuando más disfrutaba Virtudes era la noche de Halloween, embaucada por los turbios embrujamientos, sumergiéndose en todos los ritos y tradiciones y costumbres que a pasos agigantados se van imponiendo en la sociedad.

   Siempre gozó de una vocación de demiurga, de disfrazarse en los diversos eventos del colegio desde la más tierna infancia, alistándose en todos los fregados y acontecimientos y avatares que publicitaban. Había que verla con su traje de madona en la noche de Halloween, moldeando la masa en la cocina, esculpiendo repostería del terror, y dejándose llevar por el instinto artístico, iniciaba la fiesta del terror elaborando embrujados manjares como, dedos de bruja, pasteles de lápida, albóndigas de ojos sangrientos, sopa de calabaza encantada, muslos de escorpiones o croquetas de costillas de difunto, o aquello que más se les apeteciese a los comensales.         

           En tan cruciales incursiones y dispares amalgamas, callejeras y culinarias, a buen seguro que se cumplirá el proverbio -y nunca mejor dicho-, al freír será el reír.

  

José Guerrero Ruiz

 

 

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NEGRITA

NEGRITA


Cuenta mi madre que al enterarse, los gritos de desesperación de mi tío se oían a cuadras, el amor que sentía por ella era digno de un cuento de hadas.

Mi tía era una de esas personas que rozan la santidad, en la casa de sus padres los mendigos hacían cola en la tarde para recibir algo de pan y dulce, devotos extremos de esos que nunca faltan a misa.

Cinco años después, el día de su cumpleaños, ella perdió la batalla contra la leucemia, se levantó, se despidió de todos, se acostó y se fue para siempre.

Mis abuelos me dijeron que ella murió porque el señor la necesitaba y yo con mis seis añitos me preguntaba, si era todopoderoso, ¿para que la necesitaba?, ¿por qué la hizo sufrir? yo la necesitaba mucho más, la extrañaba.

Mi tío, compartiendo su dolor, me explicó que estaba en el cielo, que se había convertido en una estrellita.

El cura de mi escuela, el mismo que tenía todas las respuestas, el que nos explicó como Noé llenó una barcaza con todos los bichos, el mismo que exigía el papelito de garbanzo con el sello de la iglesia de la misa del domingo para entrar a la escuela el lunes, so pena de que vinieran mis padres a explicar mi pecado de faltar para quedarme viendo los dibujitos animados, ese mismo, me dijo que la razón del sufrimiento y la muerte temprana de las personas buenas no tenía respuesta, que era uno de los misterios del señor…, allí murió mi fe, la que intentaban inculcarme, de nada les valió obligarme a ir a misa.

Muchas veces, mirando el cielo, percibí una guiñada de ella en el titilar de alguna estrella diminuta, quizás me hice aficionado a la astronomía buscándola.

Ya grande, extraño escucharla en el murmullo del viento, en la hojas de los árboles del parque, diciéndome que soy su sobrino mas lindo, que debo portarme bien, que debo estudiar, obedecer a mis padres y muchas cosas más…, pero hay una palabra que conociéndola siempre esperé y nunca dijo: dios … y mi fe nunca volvió…


Eduardo Abenia

 

 

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ASESINO NOCTURNO

ASESINO NOCTURNO

 

Era un pardito de pelo motudo, pequeño, mal vestido y descalzo, sus grandes ojos negros me daban la sensación de vivaces y al mismo tiempo melancólicos.

Me distraje un instante y ya estaba de nuevo intentando abrir la puerta del camión, lo corrí alrededor sin poder agarrarlo hasta que no lo vi mas, supuse que se había ido y volví a  entrar a la casa, aunque no estaba seguro, mientras lo corría se metió en intersticios donde mi mano no cabía y de hecho mientras me alejaba tuve la sensación de que se había escondido en el caño de escape, solo que no me atreví a mirar dentro por cierto temor a que me pinchara un ojo, después de todo si estaba ahí, tendría que salir.

         No pasó ni un instante y ya estaba de nuevo intentando abrir la gran caja de herramientas al costado del tanque de gasoil, ensimismado como estaba en su labor, pude agarrarlo del brazo, lo sacudí con fuerza, y sin decir palabra, con el lenguaje de la mente, le hice saber mi furia, sus ojos me miraron sin comprender.

         Lo metí en un frasco de inyectables, esos de tapa de goma, miré el frasco y tenía la cara enrojecida, gire la tapa y se puso azul, como cianótico, pensé, tal vez muera, pero por si acaso lo tiré con gran fuerza, seguí el vuelo con la mirada, hasta que se perdió a lo lejos, seguro fueron muchas cuadras.

         En ese momento me invadió la culpa, seguramente moriría, metido en el pequeño frasco no podría salir y se asfixiaría, creo que mi intención al meterlo en el frasco y tirarlo no era matarlo, solo que no molestara mas…, comenzó a embargarme una gran angustia, tanta que bruscamente desperté.

         Somnoliento, no podía pensar claro, así que no tuve el alivio de darme cuenta de que era un estúpido sueño, lo vivido se me antojaba real y allí me asaltó una culpa aun mayor, despierto ya no podría salvarlo, así que cerré con fuerza los ojos, como para obligarme a dormir de nuevo, buscando el camino para ir al rescate de mi víctima, antes de que fuera demasiado tarde.

         Pero todos sabemos que eso es muy difícil, dormirse forzado, así que poco a poco me fui despertando del todo y tuve la certeza de que no podría rescatarlo, su muerte ya era inexorable, un arranque de furia y me había convertido en un asesino, eso que uno no puede creer que le suceda a otros me había sucedido.

         Aunque la vigilia me hizo racionalizar mi desgracia, aquel asesinato en sueños me había pegado mal, ¿acumularía Karma negativo? Después de todo que no fuera real no quitaba que el sentimiento estuvo….  Era algo así como un intento de asesinato, solo que sin muerto.

Por culpa de unos bizcochos grasientos, de la mano de una pesadilla, me volví un asesino, mejor se los hubiera dado a ese pobre niño, tal vez así se hubiera ido sin querer robarme, aunque claro, si los hubiera regalado en vez de comerlos tampoco habría habido pesadilla, y sin pesadilla no había niño… y sin niño no me quedaba otra que comerlos… mi suerte de asesino estaba echada… nadie podría salvarme.

Eduardo Abenia

 

 

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LOBO


LOBO

 

El super quedaba cerca, de camino a casa, si la noche estaba linda no era raro que volviera caminando.

 

Aquella noche de otoño, de luna llena, invitaba a caminar, una pasta de la rotisería y un vinito serían la cena perfecta.

 

Del costado de la volqueta salía un ruido extraño, una mezcla indefinida de gruñido y quejido, pero no había ningún animal visible.

 

Continué caminando sin darle importancia, a pesar de que era un poco intimidatorio, estaba apurado y con hambre, ningún ruido tonto me detendría.

 

La pequeña sombra corrió y se lanzó sobre mi tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar, las ratas son muy rápidas.

 

Su mordida fue dolorosa, aunque cuando me levanté la manga del pantalón y bajé la media, había dejado apenas algo mas que un raspón y una pequeña herida, de la que salía una gotita de sangre, la limpié con el pañuelo y sin darle importancia, seguí caminando a casa.

 

No se puede decir que sintiera nada en particular los días siguientes, la herida sanó sin dejar huella.

 

Comencé a sentir una molestia unas tres semanas después. En las noches, me dolía un poco y comencé a tener una curiosa hipersensibilidad a olores y sonidos.

 

Podía sentir el aroma de la piel de mis padres desde la habitación contigua, podía escuchar hasta la caída de una aguja.

 

Al principio no era notorio, pensé que era solo una sensación, pero al llegar a la cuarta semana, fue tan fuerte en la noche, que era insoportable, no me dejaba dormir.

 

Tenía un estremecimiento en la piel, podía sentir cada pelo del cuerpo rozar con cualquier cosa, las uñas de mis manos y pies me dolían, como si se me las fueran a arrancar.

 

Podía oler la comida de los vecinos y oírlos hacer el amor hasta que terminaban.

 

Una semana después, los síntomas desaparecieron paulatinamente, así que no fui al médico, pensando que ya estaba bien.

 

A las tres semanas los síntomas reaparecieron poco a poco, así que decidí ir al médico al salir del trabajo.

 

La doctora tenía el olor característico de la sangre, pude oler su menstruación antes de que se abriera la puerta.

 

Cuarentona, no era bonita, tampoco especialmente fea, sentí claramente su soledad y su necesidad instintiva de ser satisfecha.

 

Algo en mí hizo que ella supiera que podía sentir su necesidad, no tuve que explicarle nada y como era el último paciente, todo ocurrió con una extraña facilidad.

 

Ella me interrogaba sobre mi condición y yo le contestaba, pero era como si fuera una voz en off, escuchaba y respondía como si fuéramos personas ajenas a nuestros cuerpos, como una película donde mi otro yo era el protagonista.

 

Ella me auscultaba cuando comencé a tocarla íntimamente. Evidentemente ella lo esperaba, no se molestó y en instantes teníamos sexo violentamente, no pude evitar darle algunas leves mordidas.

 

Todo terminó sin mas palabras, sin exámenes ni tratamiento, solo nos vestimos y cada cual a su casa, me quedó de ella sabor a sangre y una dolorosa necesidad de mas.

 

Pocos días después los síntomas desaparecieron, hasta que al mes siguiente volvieron y me di cuenta de que reaparecían una vez al mes, al acercarse la luna llena.

 

Aquella noche volvía a casa caminando, cuando ví al pequeño gato jugando con una pluma. Normalmente no podría haber visto la escena en la oscuridad, pero mis ojos también se volvían en extremo sensibles.

 

El animal no se dio cuenta de mi presencia hasta que lo agarré por la cola. La primer mordida fue mortal, no llegó siquiera a maullar una vez.

 

Mi ropa se bañó de sangre y sentí un calor en mis tripas, mi corazón latía descontrolado, disfruté aquello de una forma que me dio miedo. La mañana siguiente sentí escalofríos, asco de mi mismo.

 

Siempre me precié de ser cariñoso con los animales, me preocupaba por cuanto bicho andaba malherido por ahí, solo podía entender lo sucedido si otro yo vivía en mí, esa era además la sensación que tenía.

 

Paradójicamente, eso, al tiempo que me preocupaba, me daba paz, ya que de alguna manera la bestia no era yo.

 

Me obligué a olvidarlo y unos días después ya no pensaba en eso. Decidí volver a visitar a la doctora, solo que mientras no tenía síntomas.

 

Cuando me vió respiró aliviada, no habían hecho una ficha mía, así que no tenía mi dirección y aunque quiso ubicarme, no pudo.

 

La razón no era reclamar por mi comportamiento, sino contarme que un mes después del incidente tuvo síntomas similares.

 

Los exámenes que se hizo no dieron nada, así que me mandó una batería completa también a mí, los resultados estarían a los 15 días.

 

Yo era conciente de que era nuevamente luna llena, pero tenía número y también curiosidad de saber cómo serían las cosas con la dra. sintiendo lo mismo que yo.

 

Nuevamente era el último y fuimos violentos desde el principio, me hizo una gran cortada en un brazo con sus uñas y eso me puso tan furioso que sentí necesidad de lastimarla.

 

Ella también, así que nos infligimos múltiples heridas mutuamente, solo que yo era mas fuerte.

 

La mordí con fuerza, sin límites. Sangraba copiosamente y no pude evitar beber su sangre, tenía un sabor desagradable, diferente al de la primera vez, pero seguí, hasta que ya saciado, me quedé mirando su cuerpo sin vida.

 

No sentía culpa, intuía que la había liberado de algo terrible, me preguntaba si alguien finalmente podría liberarme a mi.

 

Pensar en lo que había hecho me aterrorizaba. Los siguientes días vomité varias veces al recordarlo. No era solo el miedo de ser descubierto, era miedo de lastimar a mis seres queridos, mi madre, mi hermana, algún amigo.

 

A medida que se acercaba la siguiente luna llena mi preocupación crecía. Conocía las ridículas historias de lobisones y sabía que solían encadenarse para no lastimar a nadie.

 

Eso me parecía una estupidez, así que no se me ocurrió mejor idea que tomar pastillas para dormir, ni bien llegó la noche me sumí en un sueño profundo.

 

Los sueños resultaron ser terroríficos, de una violencia increíble, me levanté temblando, empapado en sudor y con la duda de que alguna de aquellas monstruosidades no fueran algo mas que un sueño.

 

Así que al mes siguiente decidí probar otra cosa, tome una cantidad enorme de laxantes. Sentía terribles retorcijones en mi estomago y una diarrea incontenible me tuvo atado al baño, con la luz apagada y llorando. Un poco de miedo, otro poco de dolor, como un animal herido.

 

Mes a mes repetía aquello las tres noches de luna llena, hasta asegurarme de que los síntomas pasaban.

 

El resto del mes me dedicaba a pensar alguna solución alternativa. A pesar de mis diarreicos padeceres, maté varios animales en mis días enfermos, pero pude evitar lastimar humanos, las diarreas me mantenían dolorido y aterrado, casi todo el tiempo aferrado al WC.

 

Nunca fuí religioso, pero desesperado decidí ir a una iglesia. Poco a poco le conté al cura mi problema, explicándole sobre mis tendencias violentas, pero sin aclararle hasta donde había llegado.

 

Necesitaba contarle a alguien, sacarme esa carga, así que después de varias confesiones, tras meses de confidencias, le conté al cura lo sucedido a la dra.

 

Siempre pensé que existía el secreto de confesionario, así que me asombró cuando la policía golpeó mi puerta.

 

El hacinamiento de la cárcel era un muy mal lugar para alguien con mi enfermedad.

 

Tuve que soportar muchas cosas de los presos dueños de aquella celda. Las violaciones me dolieron tanto que poco faltó para que la transformación se adelantara, casi deseaba que así fuera.

 

Cada día que nos acercábamos a la luna llena mis sentidos se agudizaban y mi sed de violencia crecía.

 

La sed de venganza llamaba la bestia que vivía en mi, acercándola al ser desgraciado en que me había convertido.

 

Por primera vez desde el comienzo de mi enfermedad esperé la llegada de aquella noche de luna llena con ganas. Quería que llegara el monstruo, esperaba ansioso, sin culpa.

 

Estaba acostado en silencio, mirando la pared, sentí que me tomaban de la ropa para darme vuelta.

 

Los tipos tenían la típica cara del degenerado que sabe que va a satisfacer sus instintos, solo que los míos serían mucho mas fuertes, sus risas quedaron ahogadas con sus gritos.

 

Aquella noche los seis animales que me habían violado en la celda murieron de una forma horrible, destrozados por un animal mucho mas fuerte.

 

Cuando los guardias sintieron la batahola y se acercaron, no daban crédito a lo que sus ojos veían.

 

La celda estaba tapizada de sangre, trozos de cuerpos desparramados por el suelo, uno de los tipos gemía bajito, aterrorizado, mientras yo arrancaba con los dientes la carne del brazo de un compañero.

 

Fue un gran error entrar para intentar reducirme, deberían haberme dopado con un dardo desde fuera, tuve que matar a dos guardias, solo así se decidieron a usar sus armas. Finalmente fui liberado.

 

Veo mi cuerpo baleado, tirado en el suelo, con gran alivio, ya no soportaba aquello en lo que me había convertido, mi muerte terminó con la furia que me dominaba y con la desgracia en que se había convertido mi vida.

 

Una hiel gris oscura sale de mi boca, aún no llega la técnica a remover mi cuerpo y hay varias ratas bebiéndola.

 

Se nota que el líquido les desagrada, pero tienen tanta hambre que no paran de morderme y beberlo, como poseídas.

 

Verlo me quita la paz que había ganado con mi muerte. Siento que mi desgracia no termina aquí, mi carne sirve para propagar la enfermedad que me destruyó.

 

Mi cuerpo inerme no es capaz de defenderse, nada puedo hacer, salvo inspirar la pluma de alguien, para alertar sobre la plaga que disemina mi negro destino.

Eduardo Abenia

 

 

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CUENTO INFANTIL

CUENTO INFANTIL
 

Había una vez una niña que escuchó muchísimos cuentos de labios de su abuela y de sus padres. Luego, cuando aprendió a leer, leyó todos los cuentos que pudo y, siendo ya mayor, escribió cientos de cuentos diferentes, cargados unos de humor, otros de fantasía y todos con moraleja.

Ya anciana se preguntaba, viendo como los atardeceres se sucedían ante su ventana: ¿Sabré escribir un final feliz para este cuento?
 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

ALICIA EN EL PAÍS DE LOS LIBROS 

Alicia era una niña ya algo grande, y podía ir a la escuela de la mano de su mama, aunque era aún lo bastante pequeña para pasar sin agacharse apenas por entre las piernas de su papa, que las abría y cerraba con rapidez para dejarla pasar, algo que le encantaba hacer desde que era muy pequeñita. Siempre le divertía muchísimo ver la cara sorprendida  de su papa al verla desaparecer entre sus piernas y reaparecer del otro lado, repitiendo esto una y otra vez entre carcajadas.

Al ir creciendo, su papa iba quedando más pequeño, y el juego se fue complicando cada vez más. Finalmente tenía que doblar las rodillas mientras se contorsionaba para ponerse de lado mientras pasaba.

Pero esto pronto dejo de importar a Alicia, pues descubrió una nueva fuente de entretenimiento. Un día se quedó observando muy extrañada a su mama, que sujetaba un libro en sus manos, y lo miraba con mucha atención. Se acercó y vio que, en sus hojas, había montones de líneas repletas de signos. ¿Qué podía encontrar su mama de entretenido en mirar todo el tiempo aquellos signos? Y, curiosa, le preguntó: “¿Qué son esos signos, mama?”. “Esos signos, querida Alicia”, le contestó su mama, “cuando los puedes entender, son palabras mágicas que te abren la puerta para visitar otros mundos que no se pueden ver si no estas iniciada en su conocimiento. Descifrando lo que dicen y repitiendo las palabras mágicas empiezas a viajar a otros países y a conocer a otros niños que viven en sitios muy lejanos; conoces otros mundos en los que hay seres fantásticos, a los que suceden aventuras maravillosas; y, lo que es más importante, te enseñan cosas sobre ti misma que tú antes no sabías.”

Alicia quedo muy intrigada con esta explicación y fue así que empezó a coger algunos de esos libros y a pasar sus páginas para ver lo que contenían, pero no conseguía ver más allá de un verdadero galimatías.

Cada vez más intrigada por conocer esos mundos a los que no podía tener acceso, pidió a su mama que se los mostrase. Fue así que, cada día, su mama le descifraba unas páginas de palabras mágica, repitiéndoselas en voz alta para que ella las pudiese repetir también y entrar así en los mundos de fantasía.

En el colegio empezaron también a enseñarle a reconocer esos signos, que parece que todos los mayores conocían, y que, como descubrió, equivalían a sonidos. Se trataba de irlos juntando y repetirlos en cierto orden y así, de manera mágica, aparecían las palabras, igualitas, igualitas a las que usábamos para hablar, y con las que se invocaban las imágenes de fantasía y se podía entrar en otros mundos.

Alicia aprendió con rapidez a descifrar las palabras y pronto ya no necesitó que su mama o su papa se las descifrasen. Esto le dio el gran poder de penetrar, a través de las páginas de los libros, en mundos desconocidos que nunca hubiese imaginado que existieran o  pudiesen existir; y, cada tarde, a la vuelta del colegio, repetía algunas de las palabras mágicas que encontraba en los libros de su casa, y viajaba con ellas cada día a un sitio distinto, donde encontraba hadas y duendes mezclándose con niños y niñas multicolores, animales conocidos y otros nunca vistos.

Y pronto descubrió que ella también podía crear palabras mágicas y colocarlas de manera que le transportaran a otros lugares. Pero esa ya es otra historia.

 

Diego Pérez


 

LA CASA DE LAS LÁGRIMAS O LA CASA DE LAS RISAS

En Toyaquí la gente vive en casas que se le parecen. En realidad las casas escogen a las personas, en vez de ser las personas las que escogen a las casas. 

En La Casa Grande hay una mesa muy grande con unas sillas grandes y las personas que viven allí también son muy grandes. Las camas son tan grandes que la almohada puede ocupar más que una cama normal. Los platos parecen bañeras y los vasos cubos de fregar.

En la casa azul todo es azul. La fachada tiene un bonito color cielo primavera, las paredes de las habitaciones están en distintos tonos de azules desde muy claro a más oscuro. La gente allí viste de azul y tienen una enorme piscina azul donde pueden bañarse cuando quieran, pero siempre con bañador azul.

En la casa roja hay rojo por todos lados. Lo que más me gustó fueron las cortinas del salón de lunares rojos. Allí todo el mundo va vestido de rojo y les encanta comer tomates y sandía. Las lámparas son farolillos rojos.

En la casa coja todo está cojo: las mesas, las sillas, las camas y hasta las personas que viven allí. Es difícil mantener los platos y los vasos encima de la mesa por lo que se caen con facilidad y lo han solucionado cojeándolos también.

Hay más casas pero como no son necesarias en nuestra historia tú te las tienes que inventar...

Un día llegó al pueblo una familia formada por mamá, papá, Nazaret y Libertad. Tenían que quedarse en el pueblo pero no encontraban una casa para los cuatro. La gente los miraba y decían “Tenéis un problema” no sois iguales. Cuando el sol se acostó, empezó a hacer frío y ellos seguían sin poder entrar en ninguna casa, el pueblo se reunió y encontró una solución: cada uno iría a la casa que mejor le va. Así el padre fue a la casa grande. La mamá, que cojeaba un poco porque se le había roto el tacón de tanto ir de acá para allá, se fue a la casa coja. Nazaret, como llevaba un vestido muy bonito azul celeste, entró en la casa azul y a su hermana Libertad, que iba vestida de rojo, a la casa roja fue a parar.

Los del pueblo estaban muy contentos porque creían  haber solucionado el problema pero ellos no pensaban lo mismo pues no les gustaba estar separados.

 Libertad lloraba llamando a su mamá. Nazaret lloraba llamando a su papá. La mamá lloraba porque quería estar con su familia y hasta el papá lloraba porque no quería estar solo. Lloraron y lloraron tanto que los vecinos decidieron hacer una casa que fuera la de las lágrimas y los llantos y que se fueran los cuatro a llorar todo lo que les diera la gana y los dejaran en paz.

Corriendo y entre todos construyeron una casa para meterlos rápidamente pues no paraban de llorar y nadie podía dormir.

La casa tenía las puertas y ventanas en forma de lágrimas. Los grifos estaban en los espejos, para que imitaran  el llanto. En lo alto del tejado colocaron una fuente que dejaba caer agua por la fachada y parecía que toda la casa estaba cubierta de lágrimas llorando.

 El pueblo entero acudió a su  inauguración. Todos se vistieron muy tristes y se disponían a llorar cuando la familia entrara, para acompañarlos en su sentimiento. Cuando se encontraron los cuatro, delante de su nueva casa y ante la sorpresa de los demás,  dejaron de llorar y se pusieron muy contentos. Se abrazaban, reían, se besaban y de llorar, nada. Nazaret y Libertad saltaban de alegría, y papá y mamá también.

Esta familia que lloraba ahora ríe, no se pone de acuerdo y nos está dando muchos quebraderos de cabeza, se decían unos a otros.

¡Vaya problema! Dijo el alcalde. ¡Vaya problema! Respondieron los demás. ¡Ningún problema! Dijo Nazaret. En vez de la casa de los llantos puede ser la de las risas. Basta cambiar algo la decoración. Todo el pueblo dijo: ¡Qué niña más lista! Y el alcalde dijo: ¡Todos a trabajar!

En un santiamén la casa cambió de aspecto completamente. A las puertas y ventanas les pusieron  sonrisas y sombreros. La fuente se puso en la entrada para que la gente jugara con el agua. La casa es ahora alegre y divertida y los de dentro siempre están contentos; sin embargo, la puerta está siempre abierta para que pueda entrar todo el que quiera compartir con ellos una sonrisa.

Si conoces a alguien que esté triste y quieres que deje de llorar llévalo a la casa de las risas pues allí le van a divertir Nazaret, Libertad, mamá y papá.

 Lola Carmona

 


 


 

CUENTITO

En la ladera de una inmensa montaña vivían los habitantes de un pueblo llamado pobreza. Sus habitantes eran gente sencilla y trabajadora,  panaderos, agricultores, artesanos. Los niños iban a la escuela, aprendían a leer y a escribir y a dibujar la montaña.

Un día estos niños y su maestra se encontraron con un problema.

Ya no les quedaban lápices y tampoco disponían de dinero para comprar más.  Y mucho menos de colores. Los lápices de colores sólo los habían visto una vez y para todos eran mágicos.

Como no sabían qué hacer su maestra decidió ir al pueblo vecino, que se encontraba pasada la montaña y pedir lápices prestados.

Pidió a un par de niños que la acompañaran y así fue como al día siguiente los tres empezaron su viaje.

Cruzaron el río, subieron hasta lo más alto y luego empezaron a descender hasta que llegaron al pueblo vecino.

Notaban que la gente los miraba con gesto desconfiado, y que se fijaban en sus ropas gastadas. Por fin llegaron a la escuela del pueblo vecino.

Era una escuela grande, con  un inmenso patio para jugar. Les contaron a los maestros de la escuela que no tenían lápices  de colores para pintar sus dibujos de colores y se sorprendieron mucho porque ellos disponían de lápices de sobra. Es más, había lápices tirados en las papeleras casi sin usar que los niños sustituían rápidamente por otros nuevos. Los niños de pobreza no comprendían por qué ellos no podían pintar el mundo en colores. Su mundo tenía colores también y ellos querían pintarlo tal y como lo veían.

Volvieron a su pueblo de detrás de la montaña cargados de lápices de colores porque el pueblo vecino había sido muy generoso con ellos.

El pueblo llamado riqueza también aprendió mucho de la visita de los habitantes de pobreza: Aprendieron que hay que valorar lo que tenemos, cuidarlo y respetarlo y que las personas no son lo que tienen, si no que poseen valor por ellas mismas y que merecen nuestro apoyo y respeto.

 

Begoña Ramírez

 


 

EL MENDIGO COBARDE (CUENTO PARA NIÑOS DE MÁS DE TRES AÑOS)

Había una vez un hombre que vivía en una casa medio derrumbada, bajo las dos únicas vigas ilesas, con cerramiento de cartones; estaba ubicaba detrás del edificio más suntuoso y antiguo de la cuidad, la catedral. Su nombre era Remigio. Todos los días pedía limosna en uno de los escalones del templo, y era afortunado por ello, pues otros mendigos pugnaban por ocupar cada escalón gastado de aquel atrio, creándose verdaderas discordias entre los pretendientes cuando uno de los huecos quedaba desierto, ya fuera por deceso o simple enfermedad. Él había esperado un año para lograrlo y ahora con sus colegas servía de exordio piadoso, de pulsión de misericordia alojada en el corazón de las mujeres y hombres que acudían a diario a sentir misa, en calidad de feligreses y algunos con vocación de piadosos.
Cada día las señoras escogían sus monedas y algunas las preparaban con esmero para a la salida cumplir cumplidamente con su rito limosnero, un final de acto necesario para digerir la forma sagrada y sentirse en paz consigo mismas y con el mundo.
Pero aquel día, es decir, hoy, otra mujer viene caminando por esa misma acera. Viene del mercado de abastos y encuentra entre los mendigos, en los escalones del fondo, a dos niños. Sus manecitas sucias, con un puñado de céntimos echados por las beatas, sacan de sus entrañas un recuerdo aciago y una pregunta catártica: ¿Qué está pasando en este mundo para que niños de esa edad se hallen tirados en la calle mendigando unas monedas? La mujer no les da moneda alguna. Se detiene delante de ellos y, bajo una idea repentina, los convence para que la acompañen. Quiere llevarlos a su casa para que coman algo caliente, puedan asearse… y por qué no, para vestirlos y calzarlos con prendas olvidadas en el armario de su hijo fallecido. Hasta la fecha esas ropas han permanecido intactas en ese dormitorio sin usar desde hace veinte años.
Los niños son hermanos y viven en la casa de uno de los jefecillos del tinglado pedigüeño callejero. Su madre había muerto tras los padecimientos de la droga y del padre sólo saben que vivía en el pueblo de la mamá, según testimonio de ella y que seguro que el alcohol había acabado con su vida, porque era un maldito borracho, según el lenguaje que usaba siempre su madre cuando lo refería, que era cuando los pequeños reclamaban mínimamente su atención.
Remigio sigue a la señora y a los niños a una distancia prudencial. Cuando llegan a la casa los niños se sienten felices, pues es un hogar extraño pero acogedor algo que ellos jamás han tenido pero que saben de su existencia por otros niños con los que se relacionan en las ocasiones que pisan la escuela. Como quiera que la mujer les pregunta sobre con quien viven y si están a gusto en esa casa, y las respuestas son unánimes y lastimosas, la señora ha llamado de inmediato a un abogado amigo suyo, e informarse de los pasos a seguir para que los niños vivan en casa acogidos por ella.
En ese momento se oyen varios timbrazos en la puerta seguidos de un par de porrazos. La mujer se pone nerviosa. Los niños le dicen que seguro que es El Genaro, el tipo que los tiene recogidos. Cuando por fin abre la puerta. Un hombre alto, grueso, medio calvo, con la tez rojiza y las patillas en forma de hacha se encara con la señora, increpándola por haberse llevado a los niños, y los reclama como propios pues él los había recogido de brazos de su madre a petición de ella antes de que muriera en los bajos del viejo sanatorio. Incluso le muestra un papel arrugado con una firma temblorosa.
Los niños se esconden detrás del gran sofá del salón, junto al gato persa. La señora le respondió a ese Genaro que ese lugar donde vivían y esa vida que llevaban no era propia para unos niños y que mucho menos el ir pidiendo limosna por las calles; que la ley la ampararía, pero que apelaba a su humanidad para que considerara el porvenir de los chiquillos, pues con ella no les iba a faltar de nada. Con todo aquel tipo cada vez está más cegado y su obstinación parece obsesiva. Sus ojos muestran signos de violencia propios de un psicópata, y la mujer, asustada, trata de cerrar la puerta, pero la bota sucia de aquel energúmeno impidió que se cierre. De inmediato el tal Genaro la mete dentro de casa un empujón. Y comienza a llamar a los niños a gritos. Éstos corren a esconde a la cocina y la mujer, llorando, amenaza con llamar a la policía.
Sin embargo, quien entra en ese momento en la casa no es otro que Remigio. Lo ha visto todo y sabe que tiene que actuar. No puede ser una vez más un cobarde, ya lo fue hace años y por ello perdió a su única hija, y ahora ni siquiera existe para ella. El cobarde es siempre cobarde consigo mismo. Cualquier situación encontrada en la que hay que vencer el miedo, no es sino un espejo que uno mismo coloca para superarlo. Remigio saca energías de todos sus depósitos y con tres movimientos calculados saca al intruso a empellones de la casa, haciéndolo rodar por la calle. Luego atiende a la señora y ambos se vuelven a encarar con el tal Genaro, mientras, teléfono en mano, hacen como que llaman a la policía.
Al final todo salió bien, pues el deseo de la señora y de los niños prevaleció. Éstos se quedaron a vivir en aquella casa, encontraron a una mujer dispuesta, quien recupero el amor y el trasiego constante de las madres. Remigio, por su parte, supero del todo sus miedos y cobardías, enfrentándose a la vida con renovado valor, saliendo de aquel bache amándose a sí mismo y al prójimo, en su medida, y con la firme esperanza de ver pronto a su hija.

 


 

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EL ARTE DE EQUIVOCARSE

EL ARTE DE EQUIVOCARSE

Cuánto cambiaría nuestra forma de mirar la vida si comprendiéramos que, quienes nos engañan, nos mienten o nos manipulan, no son sino nuestros maestros, aún cuando su intención sea otra muy diferente.

Cuando vemos a una persona siendo arrastrada por un torrente de engaños y autoengaños, nos preguntamos: ¿no será que está viendo cuanto quiere ver? ¿no será que no ve nada más porque se encuentra cómoda en su autoengaño?

Me decía mi padre: ve siempre con personas que sepan más que tú, siempre aprenderás algo, lo peor que puede suceder es que te engañe, pero aún así, habrás aprendido algo.

La perfección del arte de equivocarse es llegar a aprender que, el arte de equivocarse no es, al fin y al cabo, más que el arte de aprender.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

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ELOGIO DE LAS OTRAS LOCURAS

ELOGIO DE LAS OTRAS LOCURAS


 

El pajarillo, paralizado por la sorpresa, observaba la mirada del humano al otro lado de los barrotes. Viendo cuanto la vida podía brindarle, decidió cantar a diario, y así lo hizo, con ahinco e ilusión, hasta el final de sus días.

Al otro lado de los barrotes, desde el interior de la jaula, el humano le miraba con sus vacíos ojos de arrogancia.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

ELOGIO DE LAS OTRAS LOCURAS

Dicen que los episodios de la historia tienden a repetirse, es más que nuestro recorrido como humanidad es una réplica del caminar de los cangrejos, es  decir un paso hacia delante y dos para atrás. Analizando un poco lo que está pasando en el mundo en estos momentos y por extensión o reducción en España nos daremos cuenta de que estamos a las puertas de una involución social a todos los niveles. Para salvarnos de la manida crisis económica (que a estas alturas ya nadie sabe muy bien ni cómo entramos ni mucho menos cómo vamos a salir de ella) lo mejor que se les ha ocurrido a nuestros gobiernos es coger la tijera y empezar para no complicarse mucho, recortando  por debajo. Sobre todo en servicios de primera necesidad en sociedades autodenominadas civilizadas, como son la sanidad y la educación. Engulléndose de paso el futuro de muchos jóvenes.

La sanidad para quien pueda pagarla y la educación un tanto de, lo mismo.

Esperemos que no pretendan a estas alturas emular el modelo norteamericano que ya no les sirve ni a ellos y que condena a los más desfavorecidos a hospitales casi de beneficencia y a escuelas que son casi guetos.

Las mejoras en sanidad y en educación, relativamente recientes en España si tenemos en cuenta el paréntesis histórico del franquismo, pueden  verse poco a poco mermadas en un intento desesperado de construir la casa por el tejado, Porque si quieren recortar por qué no empiezan desde arriba y no desde abajo. Sobran administraciones territoriales, que muchas veces sirven únicamente para duplicar trámites administrativos. Y ya se oyen voces a cerca de la inoperancia de la existencia del senado. Por no hablar de los sueldos de algunos políticos que en un arranque de elocuencia se atreven a criticar a los que cobran el PER, que seguramente se aproximará bastante a lo que ellos gastan en salir a cenar una noche con su señora.

Por no hablar de las indemnizaciones de algunos consejos de administración de algunos bancos a los que supuestamente hay que rescatar. Que habría que rescatarlos de ellos mismos por su ineptitud.

Y así van las cosas, mientras los ciudadanos de a pie nos devanamos los sesos intentando llegar a fin de mes, nuestros políticos pegan tijeretazos a diestro y siniestro y de paso nos condenan a volver a un pasado que no queremos rememorar. Aquel en el que sólo estudiaban los hijos de los ricos y en el que  la sanidad era un lujo sólo al alcance de unos pocos.

Esperemos que el sentido común y la fuerza de las calles y nuestro propio voto impidan que una vez más el cangrejo de nuestra historia dé los pasitos para atrás.

 

Begoña Ramírez


 

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APÁRTESE DE LA PARED

APÁRTESE DE LA PARED

Sucedió hace años, siendo yo estudiante, cuando trabajaba por las mañanas en una empresa de pintura y decoración.

En cierto trabajo, teníamos que pintar y acondicionar, en un instituto, el gimnasio, después de que unos albañiles levantaran una pared divisoria.

Conocíamos bien al albañil, era Tano el Talocha, un onubense que se autodefinía y presentaba como albañil y poeta, dos habilidades que, como el valor militar, en principio, se le supusieron.

Intentar mantener una conversación coherente con Tano era todo un ejercicio de paciencia, y si no se le conocía, de imaginación y resistencia.


 

El problema de Tano no era, como se podría creer, su acento andaluz, que apenas conservaba tras varios años en Madrid, sino su costumbre de utilizar, en el contexto más insospechado, palabras cultas, o que él consideraba tales, pero de las que desconocía el significado, dando lugar a largos discursos, que podían ser cualquier cosa menos inteligibles.


 

Tano acudía cada noche a los bares y locales donde, con la pasión propia de aquella época confusa de la Transición española, se debatía de cuanto pudiera debatirse, y participaba de todas y cada una de las charlas, con o sin conocimiento de causa, charlas de las que sólo los que le conocíamos podíamos disfrutar, como una exposición constante del más surrealista de los lenguajes posibles.


 

En aquel trabajo en que coincidimos, el director del instituto, viendo que transcurrían los días y la reforma no avanzaba como estaba previsto, corría desesperadamente detrás de Tano pidiéndole explicaciones, a lo que éste solía responder con discursos de más de media hora de los que, en ocasiones, sólo eran comprensibles la primera y la última frase: "Mire usté . . . " y "Con Dió . . .".

El hombre se iba desesperando poco a poco, tal vez porque no conocía, como nosotros, proezas mayores de Tano, como aquella obra, prevista para ser terminada, según sus propios cálculos, en una semana, o dos a más tardar, y donde finalmente tuvo a una familia entera durmiendo en el pasillo de su casa durante casi cuatro meses.

Al pobre director se le veía cada día más frustrado, estresado y fuera de sí.


 

Nosotros ya habíamos terminado nuestro trabajo, y nos faltaba sólo esa pared virtual que Tano sólo había levantado en su imaginación.

Apareció un día el director con los ojos fuera de sus órbitas, tras una maratoniana sesión de charla con Tano y nos dijo:

"¿Ustedes saben que esta pared tiene que estar pintada para el jueves próximo a más tardar?"

Los tres que estábamos allí en aquel momento nos miramos unos a otros sin saber muy bien qué contestarle, y yo pensé para mis adentros. "Este pobre hombre está bajo el síndrome del Talocha, una semana más y acabará loco".

Félix, un compañero, intentó razonar con él: "Como ve, nuestro trabajo ya está hecho, sólo falta la pared que todavía no está levantada. Dejaremos aquí las herramientas y cuando esté terminada, avísenos y la pintaremos en un día".

"De eso nada", gritó el director, "Ustedes tienen que dejar pintada esta pared antes del próximo jueves", repetía, al tiempo que señalaba hacia el vacío, al espacio donde debería ubicarse la pared.

Volvimos a mirarnos, y creo que los tres pensábamos lo mismo: "A este hombre ya se le ha ido la cabeza . . ."

Su mirada era la de un desquiciado quijote sin ilusión, esperanza, ni Dulcinea.

Dió media vuelta y se marchó como había llegado, encorvado, furibundo, y con la cabeza hundida entre los hombros.

Cuando estaba por la mitad del gimnasio, y nosotros todavía no sabíamos muy bien como reaccionar, oí a Gabi, el más joven de nosotros, murmurar: "Este tío está como una cabra . . ." Para gritarle a continuación:

"Oiga, apártese de la pared, ¿no ve que está recién pintada?"


 

El director se paró en secó, giró sobre si mismo mirando alrededor, tal vez con la esperanza vana de que la pared hubiera aparecido allí mágicamente, y nos miró con la boca abierta.

Gabi, también andaluz, pero éste con la cabeza muy en su sitio y la gracia propia de su tierra, remató:

"Se lo digo para que no se manche la ropa . . ."

El director se echó las manos a la cabeza y, en esa posición, como alguien que intenta evitar que ésta salga volando, abandonó el gimnasio.


 

El Talocha aún tardaría casi un mes en terminar la pared, que nosotros pintamos en un día, y con pintura antihumedad, porque no había tiempo, por el bien de la salud mental del director, para esperar que secara.

Tiempo después nos enteramos, en una tertulia a la que asistió el Talocha, que el director tenía, entre otras, la carrera de psicología.

Ese día fue el principio de mi pérdida de fe en los especialistas.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

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MITOS: JOHN HENRY

MITOS: JOHN HENRY

De mito en mito fue arrastrando John Henry su vida: El mito de la libertad mientras fue esclavo, pero al llegar ésta, descubre que hay muchas formas de esclavitud, disfrazadas de pobreza, trabajo o soledad.

El mito del sueño americano, que para la mayoría terminaba ya entonces siendo tan sólo el sueño eterno.

El mito del ferrocarril, que tanto bien traería a todos, costó miles de muertos y del que sólo las grandes compañías ferroviarias, los bancos y algún ocasional asaltante de trenes, supieron sacar verdadero provecho. Cierto que llevó la cultura occidental de costa a costa, pero al precio de destruir otras culturas humanas que ya habían aprendido a convivir en equilibrio con la naturaleza, para reemplazarlas por otras que, recién cien años después, empezaron a planteárse el tema llamándolo ecología.

Poco a poco fue descubriendo el pobre John Henry que los mitos eran sólo eso, mitos, salvo uno, que se encargó de reforzar en la memoria colectiva: el de la solidaridad humana. Su apuesta contra la máquina incluía no sólo conservar su puesto de trabajo, sino el de todos sus compañeros, y regaló su vida en el intento.

Posiblemente sea de los muy pocos mitos por los que vale la pena morir.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

John Henry es un héroe afroamericano, que ha sido el tema central de numerosas canciones, historias, películas y novelas en el folclore estadounidense. Al igual que otros héroes folclóricos como Paul Bunyan,Pecos Bill e Iron John, John Henry sirvió de manera mítica como representación a un grupo particular de la clase trabajadora del siglo XIX.

En la historia más popular de su vida, John Henry es nacido ya hecho todo un hombre con 8 pies de alto, y en su tercera semana de vida empezó a trabajar. Lo que más desea es ser el mejor trabajador en acero, en la construcción de ferrocarriles para atravesar las montañas del oeste. El problema en la historia, es que las maquinas eran más eficientes que los obreros. Como el poder de las máquinas seguía suplantando el poder de la fuerza bruta (usada en quella época) el dueño del ferrocarril decide comprar una máquina, un martillo de vapor para poder ajustar mejor los rieles al suelo.

En un esfuerzo por salvar su trabajo y el de sus compañeros, John Henry reta al inventor de la maquina a una competencia: John Henry V.S. el martillo de vapor, en la cual el que terminara de martillear los rieles primero sería el ganador. Al final John henry resulta ser el vencedor, pero en el proceso, este sufre un ataque cardiaco y muere. En otras versiones de la historia una vena en el cerebro le explota causándole la muerte. En una versión, sobrevive.

En descripiciones modernas de su persona, es descrito martilleando clavos de ferrocarril con una maza. En las antiguas, se le representa preparando hoyos para colocar explosivos, parte del proceso de excavación de túneles ferroviarios.

En casi todas las versiones de la historia, John Henry es un hombre afroamericano que sirve como héroe para toda la clase trabajadora americana, representando su marginación al comienzo de los cambios producidos por el nacimiento de la edad contemporánea. Aunque el personaje haya o no sido basado en en una persona real, John Henry se ha convertido en un importante símbolo de todos los trabajadores. Su historia es vista como una ilustración de la lucha contra de los procesos tecnológicos, que ya eran evidentes en el siglo XIX. Algunos abogados laborales interpretan la leyenda ilustrando que hasta los más hábiles obreros de su tiempo son marginados cuando las compañías para las que trabajan se interesan más en la eficiencia y la producción que por las salud y la calidad de vida de sus empleados. Aunque John Henry demostró y se demostro a sí mismo ser mejor que la máquina, trabajó hasta la muerte y aun así fue reemplazado por la misma.

La leyenda de John Henry ha sido inspiración de labor organizacional y preservación de la cultura por casi 10 décadas.

FUENTE: WIKIPEDIA


 

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CASCANDO

CASCANDO

Un cascarrabias de casco azul y casaca roja, cascaba nueces al pie de una cascada, y al ritmo de mil cascabeles que en un casco guardaba.

"¡Casquemos, amigos, casquemos!", gritaba frenético, "que ni las cáscaras dejará de nosotros el tiempo, una vez que la casquemos".

Unos jóvenes que por allí pasaban, se quejaron de cuanto cascaba el viejo, y le cascaron sin compasión.

Y el pobre cascarrabias, no pudiendo ya cascar nueces, ni cascar a los jóvenes, ni cascar con nadie, de aburrimiento, al poco, la cascó.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

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ME CAIGO DE SUEÑO

ME CAIGO DE SUEÑO

No, no es que tenga usted sueño, es que aún no ha despertado de ese sueño que le han convencido de que es la realidad.

Cuando lo consiga, lo notará inmediatamente, y no será por el estridente ruido de un despertador, sino por ver saciada repentinamente, y por primera vez, su sed de respuestas.

 

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MITOS

MITOS: CASANDRA

No te lamentes, Casandra, de tu destino y tus desgracias, que quien con mentiras construye su mundo, antes o después verá como éste se desmorona.

Si, además, tu mentira fue dirigida a un dios, no respetando lo pactado con Apolo, no esperes más piedad que el que te permita sobrevivir, pero sólo para verte arrastrar tu desgracia, y tu patética, arrogante e iracunda frustración, por este miserable mundo de mortales.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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REUNIÓN EN EL RETRETE

REUNIÓN EN EL RETRETE


Ya se conocían de antes. Se cruzaron las miradas, un gesto, y el camello ya sabía si era uno o medio. Se encontrarían en el servicio poco después.


 

Una chica joven, dulce víctima del alcohol y de la naturaleza o, según otros, simplemente víctima de un calentón, susurraba al oído de su pareja: "Vamos al servicio . . ."


 

A su lado, otra chica, ésta víctima sólo del alcohol, al oír la palabra "servicio", consiguió el ápice que le faltaba para convencerse de que vomitar era lo mejor que podía hacer en ese momento, y emprendió una descontrolada carrera hacia el servicio, adelantando apropelladamente a la pareja anterior.


 

Danilo, el conocido travesti del local, guiña un ojo y un potencial cliente ya sabe que se encontrarán en el servicio un par de minutos después.


 

Así desfilaban, uno tras otro, toda una serie de personajes extravagantes en dirección al servicio de la discoteca.


 

Entre todos ellos, había uno que llamaba especialmente la atención, extravagante entre extravagantes, extraño en su vulgaridad, sin duda, sospechoso.

Era un pobre hombre que, algo cargado de copas, iba al servicio sólo para orinar.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

REUNIÓN EN EL RETRETE

Queríamos hacer una reunión para solucionar los grandes problemas del mundo. Pensando la posibilidad  de un boicot por parte de los poderes en la luz y en la sombra, decidimos hacerla clandestinamente y que mejor sitio que un servicio público de esos redondos a los que nadie se le ocurre entrar por miedo a no poder salir.

Se habilitó de mesa la taza del water y colocados en semicírculo nos pusimos a dirigir el mundo.

Después de mucho rato debatiendo sobre la culpabilidad de los bancos, los políticos y el Papa, decidimos  llevar a cabo  alguna acción concreta. Íbamos a pasar a las propuestas cuando un movimiento en la cabina nos sobresaltó. Era obvio que alguien intentaba entrar.

Se produjo un silencio innecesario pues el lugar era hermético e insonoro. De hecho esa era una de las razones por las que se escogió. No teníamos problemas para salir pues Javier había hecho un arreglo eléctrico para abrir desde dentro cuando quisieramos. 

Pensamos que al cabo de unos minutos la persona se iría, pero no fue así. Los movimientos en la cabina parecían ser cada vez más fuertes y nosotros no nos atrevíamos a salir ¿qué cara pondrían los de fuera si nos vieran? Al cabo de un rato, en el que la insistencia era por lo menos sospechosa,  decidimos ponernos en contacto telefónico con un amigo para que nos informara de lo que ocurría fuera. Él se acercó al lugar  y nos llamó para decirnos entre risas que mal lugar y día habíamos escogido para reunirnos clandestinamente. Todo estaba controlado y acordonado por la policía pues un gran desfile pasaría  por donde estábamos. Mal día de reunión el 12 de octubre día de las fuerzas armadas. Mal lugar la plaza Neptuno, frente a la tribuna de las autoridades.

Sobre lo que ocurrió después, el tiempo que esperamos y como vivimos allí... puede ser otro tema de la tertulia.

 Lola Carmona

 

 


 

REUNIÓN EN EL RETRETE

   Casandra, atormentada por los escrúpulos, cual trasunto de una propia nota biográfica que redactase, no coordinaba las neuronas últimamente, de modo que cada una tiraba por un lado, al igual que la cabra tira al monte, y sin más circunloquios, se bloqueó.

   En una noche otoñal de luna llena del dos mil once, con las altas temperaturas a las que se veía sometida, Casandra concertó con su cohorte una solemne reunión en el retrete más próximo del palacio de Apolo, no lejos del templo sagrado, a fin de enderezar los entuertos que le llovían desde todos los frentes, pero sobre todo desde la andorga.

   No estaba dispuesta a continuar por más tiempo padeciendo la insufrible intranquilidad de semejantes sofocos y violentos apretujones, no ya del pueblo llano, porque no le creyesen las profecías tan nítidas y calculadas que realizaba, como les aconteció a los troyanos por no creerlas cayendo prisioneros en manos del enemigo, sino del mayúsculo ninguneo de que era objeto por parte de los insignes y poderosos dioses del entorno –Príamo, Hécuba y Apolo, entre otros-, que le circundaban en aquella atmósfera divina.

   La desventurada Casandra, en contra de su voluntad más puritana, y a pesar de los detractores que lo hostigaban con acritud al verse obligada a deslizarse por las vertientes de lo escatológico más cruel, siendo sin duda alérgica a tales coyunturas advenedizas, tenía que comulgar con ruedas de molino, debiendo incorporarse a periódicas sesiones de espiritismo y catárticas terapias a fin de subvertir las fobias y rémoras que la atenazaban, y aceptarse con todas las calamidades que se alojaban en su cuerpo, es decir tal cual su constitución divina había sido concebida, pero su amor propio se rebelaba sin denuedo ofreciendo las mayores de las intransigencias a tales avatares.

   Continuando con la biografía de Apolo, vemos que fue hijo de Zeus y Leto, y hermano de Artemisa, y dios de la luz y del sol. Su hijo Asclepio le ayudaba en la medicina y la curación de las enfermedades. Ejercía dominio sobre los colonos de aquellos territorios; asimismo era jefe de las Musas, y el dios de la música y de la poesía.

   En el ámbito amoroso fue el prototipo por excelencia de la galantería y la conquista, superando con creces, y a años luz de los futuros personajes que pululan por las páginas de la literatura. Tuvo relaciones con Dafne, sólo hay que evocar aquellas terribles persecuciones a las que la obligó, pero debido a que se burlaba de Cupido por imitar a los humanos, entonces éste se vengó disparando una flecha a Dafne, logrando que ésta odiase a Apolo, y éste se venga transformándola en laurel, pero consagrado a su persona. Más adelante tuvo unas aventurillas con Lucótee, hija de Orcamo y hermana de Clicia, y posteriormente, como era de suponer, llegaron otros amores, Marpesa, aunque lo rechazaba por ser un dios inmortal –tal vez pensase que el amor no perdura por los siglos de los siglos-, mientras ella con el paso del tiempo envejecería y la abandonaría. Luego vendría la ilustre ninfa, Castalia, pero pronto huyó zambulléndose en la fuente de Delfos, al pie del Parnaso, cuya agua sagrada inspiraba a los poetas en la creación artística de poemas.

   Más adelante tuvo con Cirene un hijo, llamado Aristeo, que se convirtió en el dios de los árboles frutales y de la agricultura. Con Hécuba, esposa de Príamo, tuvo a Troilo. Luego se enamoró de Casandra, hija de Hécuba y Príamo. Pero no acabó ahí la cosa, pues luego se enamoró de Coronis.

   A lo largo de su dilatada vida, Apolo también gozó de amantes masculinos. Las circunstancias mandaban, como decía Ortega, yo soy yo y mi circunstancia, y así sucedió en aquellos idílicos parajes y ambientes, donde a la sazón Apolo era el dios de la palestra, lugar donde los hermosos jóvenes se reunían para practicar atletismo, y siempre iban desnudos, lo que abría el apetito de los sentidos, aunque fuese el placer tan efímero –lo bueno si breve…-, pues al poco tiempo sufrirían algunos trágicas muertes. Tuvo, entre otros, a Jacinto, un príncipe espartano, de gran belleza, mas cuando lanzaban el disco fue desviado por el celoso Céfiro, golpeándole en la cabeza con tan mala fortuna que Jacinto falleció, y en castigo Apolo lo convirtió en viento, para que no pudiese detenerse ni relacionarse con nadie. Luego tuvo a Cipariso, que le regaló un ciervo domesticado como compañero, pero lo mató accidentalmente, y solicitó a Apolo que sus lágrimas rodasen eternamente por valles y campiñas, éste accedió y lo transformó en ciprés, de ahí que simbolice la tristeza, dado que su savia forma gotitas que asemejan la lágrimas.

  Con el paso del tiempo, se le atragantó a Casandra de tal forma la poca estima que le profesaban todos ellos que, no aguantando más, tuvo que acudir al gurú de turno de los mismos dioses que reinaba con múltiples prebendas por aquellos lares, y le expuso minuciosamente las cuitas, ultrajes y debilidades sin ambages ni tabúes, no reservándose el misterio de las horribles colitis, y más si cabe al coincidir unas y otras, las desafecciones más íntimas, humanas y divinas, de lacayos y congéneres, con la nutrida nómina de crónicas e indescriptibles gastroenteritis agudas, que la llevaban a mal traer, y siendo persona precavida –pues lo llevaba en los genes-, con olfato de elefante o de buen oráculo, averiguando lo que le fuese a caer encima, el enigmático obrar del vientre, advirtió a todo el séquito sin excepción, los habilitados ujieres y bedeles encargados del distinguido evento, que el mejor lugar o escenario para entrevistarse con los mandamases, arúspices y demás selecta corte de los dioses era la letrina, pero eso sí, debidamente adecentada por expertos criados en tan delicados menesteres, y todo ello en prevención por la eventualidad de algún advenimiento no deseado, y de esa guisa encontrarse a salvo de cualquier extravagante indiscreción o impronta acometida, que tramasen las díscolas vísceras en tan singular y trascendente confluencia, ponderando en su justos términos el lastimoso trance por el que muy a su pesar transitaba.

   Los dioses de su firmamento, aunque eran comprensibles y campechanos en cierta medida, no cayeron en la cuenta sobre las preferencias de Casandra por estar distraídos elucubrando sobre los amores frustrados en que se habían visto envueltos en anteriores citas, simposios y convenciones, donde cada cual llevaba el agua a su molino, achacándole al otro la falta de entrega, afecto o correspondencia en dádivas y desvelos y cuidados dispensados, ya que todo lo más que imaginaban era que las prístinas razones de la proposición serían políticamente correctas, y que todo se debería acaso al albur de ser un tanto caprichosa como la abuela, o tal vez porque estuviese embarazada, o por simples casualidades del azar, cosa extraña no obstante para la sutil mentalidad de los dioses, que lo saben todo, pues sabido es que habitan en escrupulosos y suntuosos palacios, rodeados de las comodidades más sofisticadas, baños térmicos, lujos y egregios oráculos, brillando todo como los chorros del oro.

   Finalmente, la reunión se llevó a cabo en el retrete, como se había anunciado anteriormente por los emisarios del reino, con todo el boato y pompa de las grandes solemnidades, sintiéndose toda la comitiva harto satisfecha y confiada y contenta por tal determinación, ajenos como debían estar a la probable presencia de insoportables insectos voladores y moscas, hedores y otros furtivos aromas y factores, que por una brizna de pulcritud conviene obviar.

   Los claros clarines de la corte de los dioses comenzaron a difundir sus alegres sones y aleluyas, en ese raro cielo en el que se cobijaban, echando mano de gruesas y luengas túnicas y bastones de mando, con el pecho ornado de brillantes medallones logrados en ínclitas intervenciones a lo largo y ancho del cosmos, marcando hitos, en auténticas gestas, en encarnizados enfrentamientos con otros dioses, de tirios y troyanos, habiéndolos humillado en su propio territorio, y posteriormente borrados del mapa, de su propio hábitat, cumplimentando sobradamente su envidiable hoja de servicios, subiendo a las cumbres del cielo y de la fama, cerca de los astros y satélites más influyentes, que pueblan el firmamento celeste, compartiendo casa, bienestar y bocados divinos.

   La inmortalidad era lo que menos valoraban, toda vez que ya lo son per se, como la mosca posee patas, cabeza y ojos.

   Casandra, figurando como el símbolo de las personas clarividentes por antonomasia, aunque rodeada de una pléyade de incrédulos por expreso mandato de su amor Apolo, no podía fallar en sus deliberaciones por nada del mundo.

   Y dicho y hecho. Cuando más ensimismados y enzarzados en los asuntos se hallaban los eximios dioses reunidos en el retrete, empezó una furiosa y chocante cohetería de fuegos artificiales, con pronóstico reservado –remedando la erupción del volcán de la isla canaria-, un estruendo de viento y pedorretas y eructos y raras soflamas huecas e incandescentes, de suerte que se oscureció el día y el ambiente reinante hasta límites insospechados, debiendo salir huyendo Casandra, cual animal acorralado y despavorido –siendo mujer tan pulcra y tierna y delicada, amante de los dioses-, rodando por las escaleras, por supuesto que sin despedirse, y sin haber gozado del suave placer de utilizar el papel higiénico que por allí le aguardaba, siendo la comidilla en las tertulias del reino hasta los primeros albores del canto del gallo durante muchos, muchísimos otoños, como otras belenes estébanes, cotilleando en los tronos de oro de toda la deidad celestial.

   Y es que no hay peor profecía para acallar y satisfacer a los incrédulos, al auditorio, que la de la inminente necesidad de la micción o la súbita evacuación de vientre.     

José Guerrero Ruiz


 

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NOTA BIOGRÁFICA

NOTA BIOGRÁFICA


Estudió en varios colegios y universidades, pero en ninguno le enseñaron la primera lección básica del aprendizaje: Cuando se ha sido criado y educado en una sociedad enferma, el primer paso para aprender es, ineludiblemente, desaprender los conceptos poco saludables que hemos recibido, sin olvidar conservar aquellos útiles para futuros aprendizajes.

Su problema, como el de tantos, es que tampoco le habían enseñado a distinguir entre unos conceptos y otros . . .


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net




 

ALGO DE LA BIOGRAFÍA DE LUCIO CON UN TOQUE DE TERNURA

Cuando nació Lucio no sonaron las campanas ni hubo fiesta en el pueblo. Y si salió el sol fue por ser su costumbre, el nacimiento no tuvo nada que ver.

Lucio poco trajo debajo del brazo pues si con su nacimiento algún pan llegó fueron muchos más los que se gastaron en su crianza. El 4º de una familia campesina no era una gran alegría y cuando lo miraban se alegraban menos pues era feo como un condenado. Su cara parecía imposible que pudiera sostener aquella enorme nariz. Sólo se explicaba si de alguna manera ayudaban las enormes orejas que como grandes soportes sujetaban la pequeña cabeza.  La naturaleza no le había otorgado un rostro bello y parece que por no desmerecer al resto del cuerpo le habían puesto lo que los demás rechazaron. Un cuerpo esmirriado patizambo y con una predisposición a inclinarse hacia abajo tal vez por temor a las miradas despectivas, que le daba un aire de continua reverencia o de buscar algo que le pudiera ayudar.

Fue creciendo entre las burlas de sus convecinos y sintiéndose despreciado por todo el mundo. Las muchachas incluso se gastaban bromas entre sí respecto a él. Así cuando querían reírse de alguna le decían: “Acabarás casándote con Lucio” y eso era mucho peor que “quedarse para vestir santos”

Algunas veces sueña que puede ser como los demás y casi siempre, se viene abajo pues se sabe diferente. Tiene miedo a que una sonrisa lo cace y después con el agua de sus lágrimas, su identidad vaya desapareciendo diluyéndose como la sal en el mar.

Lucio se reinventaba su mundo y en él todo era diferente. Era guapo, importante, rico y poderoso. Las muchachas se lo rifaban y al brazo de la más guapa daba envidia a todos sus vecinos. Pero cuando volvía a la realidad se descubría sólo y sin esperanzas.

Llegó un cura nuevo al pueblo con iniciativa y buena voluntad, y decidió hacer una reunión para formar un coro. Todo el pueblo fue, ya fuera para divertirse un rato o por no llevar la contraria a la nueva autoridad local. Cuando  Lucio cantó se produjo un gran silencio pues mas que canto de persona humana parecía música celestial. La  sorpresa general fue enorme pues nadie conocía sus facultades musicales. Se convirtió en la voz principal por aclamación popular.

El cura empatizó enseguida con Lucio tal vez porque además de sus cualidades humanas viera en él la razón del explosivo fervor religioso para asistir a misa. A partir de ese día se iba produciendo un paso en su metamorfosis y un día se estiró, otro miró a los ojos y después sonrió y poco a poco su timidez dejó paso a otros aspectos reprimidos y ocultos que se creía no podría nunca compartir con los demás: su bondad, sensibilidad, inteligencia y sentido del humor. Así cuando se distendía el coro, Lucio contaba un chiste y cuando alguien estaba triste, una broma lo hacia sonreír y casi sin darnos cuenta  hubo un cambio en la actitud de él con  la gente y de esta con él.

Pareció crecer, aumentar de tamaño, ponerse guapo y hasta se le difuminaba la timidez.

Las chanzas a su costa se fueron suprimiendo y más de una empezó a sentir su atractivo personal.

El cura se marchó y con él terminó el coro y la mayoría de la asistencia a la misa dominical pero el sonido de la voz de Lucio traspasó el corazón de todos. Ahora lo reconocen como  una persona bella, bellísima en un cuerpo feo que parece prestado y no quiere pertenecerle.

Lucio con la música experimentó nuevas sensaciones que son ya parte de él. Ha decidido ser volátil como el aire y así, poder volar con el sonido; sin embargo, no va dónde quiere sino donde el viento lo lleva, pero no le importa. Hace mucho tiempo que decidió sentir la brisa y que esta decida por él.  

Lola Carmona 



 

NOTA BIOGRÁFICA

Gestalt era un androide perfecto que se había formado con los mejores retales mentales y físicos de nueve personas. Se seleccionaron estas personas primeramente por la facilidad que ofrecía su común muerte instantánea mientras estaban reunidos, y la rapidez con la que podían ser recuperados y conservados sus cuerpos. Se consideró además que al tratarse de personas con aptitudes para escribir, su nivel intelectual y emocional podría ser el adecuado.

Se procedió por tanto a recomponer a Gestalt y se le dio vida.

Se procedió a estudiar sus primeras reacciones cerebrales a los estímulos producidos por la reconexión de su complejo sistema neuronal. Nunca observamos que pareciese sufrir la mínima disfunción y la sonrisa en sus labios no desapareció en ningún momento, por lo que parecía estar pasándolo estupendamente. Decidimos liberarlo y someterlo a pruebas en el exterior ante su aparente docilidad. Caminaba de manera curiosa, cambiando el paso y la postura continuamente, como si cada espacio de su cerebro estuviese reorganizando su identidad como caminante. Finalmente parece que opto por una de las posturas aunque, intermitentemente, reproducía, aunque solo fuese por algunos segundos, otras observadas anteriormente. En todo el proceso su sonrisa, aunque también cambiante, no desapareció de sus labios.

Respondía a nuestras preguntas con gran coherencia interna y externa, pero sin ninguna cohesión ontológica entre unas respuestas y otras, como si su personalidad careciese de una identidad mental definida, como si su consciencia de sí mismo, su ego, aún no estuviese formado.

Su respuesta a los estímulos sensoriales no correspondía a esperada en un adulto normal, ni tampoco en un niño. De la misma manera que su respuesta lingüística carecía de orden alguno, sus reacciones físicas resultaban imprevisibles.

Se intentó someterlo a situaciones simuladas de estrés progresivo, sin resultados positivos. Tanto su electro encefalograma como su electro cardiograma daban unas curvas sinuosas, casi sinusoidales, imposibles de interpretar por la falta de correspondencia con el estímulo sistemático.

Se trato de enseñarle a aprender acciones repetidas sin resultado. Parecía aprender con gran facilidad los esquemas cognitivos que se le ofrecían pero no parecía identificarse con ninguno de ellos, alternando sus respuestas de forma totalmente aleatoria. Fue cuando empezó a someternos a preguntas que nos obligaban a definirnos y tomar postura respecto a él, siempre con su eterna sonrisa en los labios, que empezamos a sospechar que aquel cerebro nunca se sometería a nuestras ordenanzas. Cuando nos indicó que deseaba retirarse a descansar aquella noche, estábamos tan agotados del intenso tiroteo de preguntas al que nos había sometido, que lo único que deseábamos era que así hiciese, y retirarnos a descansar nosotros también.

Ninguno de nosotros puede explicarse cómo pudo salir de los laboratorios aquella noche, sin que saltase ninguna alarma y sin ser visto por ninguno de los vigilantes. Sus habilidades podrían ser desproporcionadas con el tamaño de su cerebro y su adiestramiento, de la misma manera que la suma de las partes nunca es lo mismo que el total. Creemos que habrá que seguir investigando en este terreno.

 Es una lástima que aquél estúpido accidente acabara tan bárbaramente con su vida hasta el punto de hacer imposible su reconstrucción.

En este momento estamos buscando una nueva oportunidad de reunir un grupo de humanos diferenciado y con características especiales para realizar un nuevo experimento. Pronto tendrán noticias nuestras.

 

Diego Pérez


 


 

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GRANDES HAZAÑAS

MIS GRANDES HAZAÑAS

¿Mis grandes hazañas?

Sólo una, de la que me siento tremendamente orgulloso: Haber sabido reírme de mi mismo, tras meditar sobre el título, poco después de haber oído que se proponía, como tema para escribir, "Mis grandes hazañas".

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


MITOS: ULISES

Cada vez que la vida, así, girando,

ve renacer esa tenue luz de estrella,

se acuerda de tí, Ulises, deambulando,

de tus grandezas, dolores, y miserias,

y los rehace todos suyos, vagando,

tejiendo libres redes de quimeras.


 

Mientras, la siempre añorada Ítaca,

en la memoria a salvo refugiando,

de entre toda la vida, los humanos,

otra luz más tenue buscan y anhelan:

la de saber de todo las razones últimas,

que a diario con mentiras consuelan.


 

En su vagabunda y solemne fantasía,

cumplen todos el ritual de la espera,

algunos, pocos, lo tornan vivo juego,

pero son muchos cuantos desesperan,

por ignorar que ya se encuentra dentro

la respuesta que, ansiosos, buscan fuera.


 

Cada vez que el mundo y su vida, girando,

ven renacer la luz de su amada estrella,

se acuerdan de tí, triste Ulises, viajando,

de tus penas, tus grandezas y tus miserias,

y las hace hoy todas suyas, así, soñando,

a la espera de nuevas luces venideras.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 



 

MITOS: ULISES

Ulises no sabía muy bien cómo había entrado en aquel laberinto, pero cuando miraba hacia atrás la obscuridad lo perseguía.  Siguió el resplandor que a su frente lo cegaba, y aceleró sus pasos hacía aquella esperanza de salida.

Recorrió a tientas los pasillos zigzagueantes, los interminables vericuetos, totalmente desorientado. Avanzaba siempre adelante y tenía la sensación de volver siempre al mismo sitio, aunque sus referencias eran tan escasas que no le ofrecían seguridad alguna. El exceso de luz le obligaba a mantener sus ojos firmemente apretados e iba tanteando las paredes con sus manos, buscando huecos, vacíos, por donde adentrarse y seguir avanzando. A menudo estuvo tentado de abrir sus ojos, intentando ver algo, y cada vez hubo de cerrar sus doloridas pupilas de inmediato. Su cerebro no era capaz de percibir tanta luz, y suplicaba por que aquella luz se desvaneciese. Anduvo durante horas recorriendo los estrechos pasillos, tambaleante, cuando, de pronto, una obscuridad absoluta lo envolvió.

Al fin había conseguido salir del laberinto. Allí, la obscuridad más definitiva lo observaba.

Diego Pérez Sánchez



 

MITOS: ULISES

PENÉLOPE

Penélope se sienta como cada mañana ante el espejo y empieza a peinar sus largos cabellos. Ahora lucen grises, casi blancos, pero hubo un tiempo en el fueron del color de algunos atardeceres, rojizo. Balancea su muñeca en el consabido gesto mecánico de alisar y este gesto cotidiano y habitual, este momento de ensimismamiento siempre le produce el mismo efecto, los recuerdos se agolpan en su mente y se ve de repente en otro tiempo, en otro lugar. Se transporta a sus veinte años, cuando estudiaba ciencias puras en la universidad y conoció a Ulises. Por aquel entonces Ulises lucía una barbita interesante, militaba en grupos de acción estudiantil y era portavoz en la mayoría de las asambleas universitarias .L e encantaba escuchar su voz potente y enardecida por la pasión, hablando de huelgas y manifestaciones.

Pero no fue hasta un tiempo más tarde cuando empezaron a conocerse. Recuerda que aquella tarde llovía torrencialmente. Ella llevaba aún sandalias porque el verano acababa de terminar y el incipiente otoño se había mostrado caluroso. Se refugiaba como la gran mayoría de estudiantes bajo los soportales del campus universitario. Le vio pasar empapado y cruzaron una mirada. Algo pasó en aquel momento, aunque Penélope tímida y reservada bajó apresuradamente los ojos no fuera a ser que él leyera en ellos la turbación que sentía en aquellos momentos.

Semanas más tarde fueron presentados en una fiesta estudiantil. Y a partir de ese momento se hicieron casi inseparables. Acudían juntos a mítines y manifestaciones y luego se comían a besos en cualquier rincón de cualquier cafetería. Aún le parece sentir el picor de esos pelillos punzantes de su barba que le dejaban luego el cutis, en exceso sensible, enrojecido y sobre todo su olor cálido, mezcla de café, tabaco de pipa, y colonia barata, que el presupuesto de estudiante no daba para otra cosa. Y sobre todo sus manos, esas manos grandotas, fuertes , contundentes, que a veces golpeaban la mesa con decisión y enfado .Esos gestos bruscos, que le recordaban que eran iguales pero diferentes. Pero sobre todo sus manos acariciándola. Ella le había intentado enseñar a acariciar levemente, como acaricia una pluma. Esa caricia suave, casi imperceptible la excitaba poderosamente, tanto como esas otras rabiosas y contundentes, explícitas, directas. Todo era como un juego, dulce, salado, suave, rabioso.

Terminó el curso y Ulises debía regresar a su ciudad de origen, a su casa familiar.

Ella también, y el descanso estival convirtió las vacaciones en una despedida.

Ulises partió hacia el norte de donde procedía. Se prometieron cartas y recuerdos.

Penélope recuerda que no pudo evitar derramar unas lágrimas cuando él balanceó su mano en señal de despedida desde la ventanita de l autobús. Se sentía ridícula y sobre todo infinitamente triste.

Durante el verano sólo recibió de él dos cartas. En la segunda le anunciaba que no volvería ese año a la universidad. Su padre había fallecido y su madre había decidido mandarlo a un colegio mayor .

Ambos siguieron sus vidas, cada cual por su lado, pero en el fondo de su corazón Penélope añoraba a Ulises, su héroe estudiantil de manos fuertes y mirada desafiante.

Durante ese año empezó a salir con otros chicos. Ulises, por su parte, como ella supo más tarde, tenía una novia formal. Una chica de familia acomodada. La época de la militancia había terminado. Ahora cada cual buscaba eso que se llama porvenir.

Pasados unos años Ulises contraía uno de esos matrimonios de conveniencia.

La pareja no tuvo hijos y, pasado un tiempo prudencial, ambos se dedicaron a llevar vidas paralelas, aunque siempre salían juntos y sonrientes en las fotos oficiales.

Ulises empezó a destacar en política y como una obligación más de su cargo comenzó a viajar por todo el mundo. Después de largas reuniones los caballeros solía frecuentar locales de alterne con prostitutas de lujo. Señoritas cuidadas, con las caras repintadas pero sin demasiado exceso y unas uñas largas y cuidadas de un rojo encendido. Los cuerpos delicadamente estilizados. Lugares para el relax después de la lucha política encarnizada.

Ulises disfrutaba de aquellos cuerpos, se encumbraba con ellos en las cimas de un intenso placer, y con alguna de aquellas chicas practicaba las caricias de pluma.

Rondaba ya la cincuentena cuando empezó a hacerse de nuevo preguntas para las que no encontraba respuesta.¿Qué sentido tiene todo esto?

Ya retirado de la política, y después de haber pasado una profunda crisis existencial, viajó de nuevo con alguno de sus antiguos compañeros que se empeñaron en rendirle un homenaje.-hacéis que me sienta viejo-murmuró

-Calla, tonto, qué viejo ni viejo ...

Después te tenemos preparada una sorpresa mejor, te llevaremos al local más placentero de la ciudad.

Cuando llegaron al local, ya con algunas copas de más, Ulises echó un vistazo a su alrededor. No le apetecía volver a las andadas, pero algo llamó poderosamente su atención.

-Quiero a la pelirroja.-Le susurró Ulises a Arturo, el organizador del festín

-No te la recomiendo-le dijo dijo socarronamente su amigo-lleva tiempo liada con las drogas. No sé ni cómo la dejan seguir trabajando aquí.

-No me importa …

Volvió a mirarla, y pudo ver cómo se le acercaba un camellito de lúgubre aspecto, delgado en exceso, algo bizco por lo que pudo observar, de mirada torva, el pelo largo y descuidado. Podía haber encarnado perfectamente el papel de la muerte en cualquier representación teatral. Por suerte para Ulises, uno de los gorilas del local lo echó a empujones.

Ulises se acercó tranquilamente a la barra y abordó a la chica.

-¿Cómo te llamas?

-Penélope

-¿Esperas a alguien?

-No, ya no.

-Hace tiempo conocí a alguien que se llamaba como tú.

Ahora es ella la que pregunta

-¿Estas casado? –

- Sí, pero hace tiempo que ya no funciona.

-Eso dicen todos…

-En mi caso es la verdad

¿Tienes hijos?

-¿No haces muchas preguntas?

-Es parte de mi trabajo, hablar con clientes.-

- No, no tengo hijos

-Y tú ¿estás casada?

-Lo estuve pero no funcionó.

- Eso dicen todas…

- En mi caso también es verdad-

Se ha hecho de repente un silencio espeso entre ambos que él intenta traspasar con el filo de sus palabras.

-¿Subimos arriba?

-No sé, últimamente no trabajo mucho.

- No te preocupes…charlaremos

Penélope esboza una tímida sonrisa y sube con él.

Ulises acaricia su pelo, luego el cuello y finalmente su espalda, suavemente,

como aprendió a hacerlo hace mucho tiempo.

-Has tardado mucho tiempo-dice Penélope en un susurro.

-Sí. Repetí curso muchas veces en la escuela de la vida. Crecer no es fácil.

-A lo mejor si hubieras tenido hijos, te habrían enseñado.

-No, nadie aprende si no tiene la voluntad de hacerlo, aunque esa voluntad sea un leve destello. Aprendemos cuando surge en nosotros la necesidad de conocer. Esa es la tarea del buen maestro, prender  fuego de esa pequeña mecha que es nuestro afán de conocer.

- ¿ Y cómo sé yo que eres tú en realidad?

-¿Acaso enseñaste a otros alguna vez a acariciarte así…?

-Ha pasado mucho tiempo- susurra ella quedamente.

-No me encaja contigo el tema de las drogas y mucho menos que trabajes en un lugar así- comenta él intentando no romper el hilo de comunicación que se ha establecido entre ambos.

-Las drogas, según cuales y cómo se consuman, ayudan a veces… a mitigar el dolor.

Aunque reconozco que son un atajo nada recomendable. Pero no te preocupes, estos de abajo creen que me meto de todo, así me dejan en paz y me los quito de encima.

En cuanto a mi trabajo, todos nos prostituimos en algo ¿no? Alguien me dijo que te dedicas a la política.

-No, esa época pasó

-Creí que ya no volverías a mí.

-Tuve que vencer el canto de las sirenas, la ira de Poseidón, el rapto de la ninfa Calipso y enfrentarme con la medusa.

- Eso lo explica todo

 

 Begoña Ramírez


 


 

ULISES
 

Mi gran hazaña fue acompañar a Ulises en su viaje y poder contarlo. La mayoría de los que iban perecieron en el recorrido. Me impresiona y da risa la cantidad de tonterías que se han contado sobre lo que ocurrió. Es comprensible que un hecho ocurrido hace tanto tiempo y pasado de boca en boca durante generaciones haya ido tergiversándose tanto.

Una paradoja de la comunicación es que cuando pretendemos repetir una narración, casi sin darnos cuenta, cambiamos algo; y cuando creemos dar una opinión diferente, siempre decimos lo mismo.

 Hubo cosas que  no están en el libro y otras que no deberían pues no ocurrieron y las más, son diferentes según cada uno de los que estuvimos presentes; por lo que es difícil definir una verdad absoluta. Lo dejaremos en verdades personalizadas.

Hay  un hecho que sí quiero contar lo que viví, si la memoria no me falla, y reconozco que algunas veces me gasta malas pasadas seguramente por la edad o por el tiempo transcurrido. Me refiero al episodio de las sirenas. No sé en que momento  ni quién llevó a cabo una transformación física tan grande hasta convertir en pez lo que era ave. Algunos libros antiguos griegos si las representaban como aves pero más tarde las convirtieron en peces. Tal vez hubo un interés estético consentido para facilitar la ilustración de los libros.

Las sirenas que pretendían encantarnos con su música eran mitad mujeres y mitad aves, a mí me parecieron águilas. Íbamos navegando tranquilamente cerca de unas islas cuando un sonido nos atrajo. Unas veces lo escuchábamos por la derecha y al momento era por la izquierda. Creyendo que procedía de las islas, nos acercamos a ellas.

 Con el nerviosismo de ir en su búsqueda empezamos a remar dando vueltas pues llegaba el sonido de todas partes y fuimos encajonándonos entre unos islotes.

 En plena excitación nuestra descubrimos sobre nuestras cabezas a estas extrañas criaturas que con sus cánticos nos embriagaban pero no parecían tener buenas intenciones.  Estos seres surgían por todas partes con grandes alas, pero estas mismas alas eran las que le impedían atraparnos pues altos farallones que no les dejaban espacio. Nos llamaban con su canto generándonos un sentimiento ardiente y apremiante pero nosotros no podíamos movernos con facilidad, de ahí la idea de que Ulises estaba atado. Ellas eran bastante torpes en su vuelo y no podían mantenerse mucho tiempo en el aire, pues su cuerpo de mujer les restaba ligereza. Tampoco tenían espacio para mantenerse en los riscos, así que cuando pasó un tiempo sin poder conseguir su objetivo decidieron dejarnos en paz más por necesidad que por deseo.

 

Nosotros, una vez relajados y desaparecido el hechizo, conseguimos salir entre los riscos y navegar a mar abierto.

He intentado muchas veces contar la verdad, pero no me quieren creer pues dicen que cómo voy a saber yo más que Homero y es que al final preferimos lo inventado a la realidad

Lola Carmona


 

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SIEMPRE DECIMOS LO MISMO

SIEMPRE DECIMOS LO MISMO

 

No arañes la corteza de los miedos, será como echar agua al mar.


 

Asola los campos del sufrimiento, que te acompañó desde el inicio de tu viaje, sembrando semillas de simples, cotidianas e inocuas certezas, sin que éstas sospechen siquiera enfrentarse a sus hermanas. las dudas. Déjalas conocerse . . .


 

Dale la razón al que reza por necesitarlo, pero sin negársela nunca al que convierte su vida en un rezo sin palabras.


 

Asume en tí el recorrido del viaje, y cede el paso a todo el que vaya con prisas: aún está aprendiendo a viajar.


 

Preocúpate más por ser que por estar.


 

Vive y deja vivir.


 

Y cuando alguna idea única, sea cual sea, venga a visitarte, no olvides encontrar la respuesta que la haga naufragar en su mar único:


 

"Ese viaje ya lo hizo Ulises, yo ya me he cansado de decir siempre lo mismo. Ahora sólo estoy aquí porque espero, solo, el próximo tren . . . "


 


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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NOVELA POLICÍACA

NOVELA POLICÍACA

Convencido como estoy, ya hace años, de que la realidad supera y superará siempre con creces a la ficción, contaré para demostrarlo cuanto sucedió en la puerta de la entonces recientemente inaugurada comisaría de la calle Huertas, en Madrid, hace ya años.

Allí se presentó, cerca de las doce de la noche de un día de verano, un joven de unos treinta años, que se plantó ante el policía de guardia y le espetó: "Vengo a entregarme, deténgame".

El policía, un hombre cerca de la cincuentena y con cierta tripa, dió un paso atrás, colocó la mano sobre la cartuchera de su pistola y preguntó: "¿Qué has hecho?"

"Todavía no he hecho nada, pero voy a matar a un hombre, por eso vengo a entregarme antes de hacerlo, para que usted lo evite, es su obligación".

El policía le miró desconcertado, le invitó a pasar y sentarse en el vestíbulo de la comisaría al tiempo que, sin perderle de vista, llamó al oficial de guardia, con quien estuvo cuchicheando un buen rato, explicándole los pormenores de una situación a la que no sabía muy bien como enfrentarse, a pesar de su veteranía.

Finalmente, el oficial se acercó al joven y empezó a desgranar paso a paso, pero en sentido inverso, la conversación que poco antes éste había tenido con el policía de guardia.

"Así que vas a matar a un hombre . . ."

"Sí", respondió el joven escuetamente.

"Y, ¿por qué le vas a matar?"

"Porque es un fascista".

Habían pasado pocos años de la muerte de Franco y el policía, a partir de esa respuesta, cambió radicalmente su actitud, añadiendo un tono de burla a su voz.

"Pues vas a tener mucho trabajo, porque seguro que eres un rojo . . . "

"Vamos a hacer una cosa", continuó el policía: "Tú vas, le matas, y luego vuelves y te entregas, y así podremos detenerte".

"Entonces . . .", replicó el joven, "¿no van a evitar un asesinato pudiendo hacerlo?"

"Pues no, porque si tuviéramos que detener a todo el que piensa en matar a otro, no daríamos abasto".

"Ah, y no te olvides traernos el arma homicida . . ." remató el policía con cierta sorna.

El joven se marchó, cabizbajo para disimular una sonrisa que no podía evitar que saliera de sus labios, dirigiéndose al Bar Pueblo, muy cercano a la comisaría, y ubicado, como ésta, frente a la sede del periódico del mismo nombre.

Desde el interior del bar, otro grupo de jóvenes, casi todos afiliados a C.N.T., no podían, ni querían, aguantar las carcajadas, pues habían comprobado parte de lo sucedido desde el mismo bar, pues desde allí se veía perfectamente la puerta de la comisaría.

El joven en cuestión había ganado la apuesta, que le supuso tomar cuantas copas quisiera, a costa de sus compañeros, durante un mes.

Todo había comenzado cuando, poco antes, entre copa y copa, y haciéndo uso de una lógica muy suya, el joven anarquista había afirmado que la policía no estaba para evitar los delitos, sino sólo como mecanismo represor del gobierno, y que él estaba dispuesto a demostrarlo. A partir de ahí desarrolló el discurso, en parte lógico, en parte disparatado, del que surgió la apuesta.


 

Tanto en el sindicato como en el barrio se le conocía a aquel joven como El Muerto, y según las últimas noticias que tengo, sigue bien vivo y ganando, ocasionalmente, alguna apuesta estrambótica.


 

El policía que estaba de guardia ese día habrá narrado cientos de veces, sin duda, esa anécdota a sus compañeros y, por los años transcurridos, posiblemente también a sus nietos, yo apostaría algo . . .


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 



 

NOVELA POLICIAL

Entre los alambrados de la cerca un jirón de género rojo refulgía bajo el sol. Hacía días que lo miraba sin entender muy bien de donde había salido, quien lo había perdido en ese lugar, en un repentino impulso, se dirigió al lugar e intento liberarlo de su prisión; le costó algún esfuerzo, sin embargo, logro sacarlo y extenderlo sobre el césped, intentando averiguar cual había sido su lugar anterior. ¿Parte de una camisa? ¿De un vestido? ¿Quizá algún tipo de túnica? El género era bastante rústico pero no más que cualquiera de los que hoy se venden para vestuarios informales. Lo sobo primero firmemente luego empezó sin sentido a acariciarlo, no sabía porque lo hacía pero su mano acariciaba y acariciaba el trapo ya un tanto mugriento sin razón alguna.

Se vio transportado a otra época, ¿o era otro lugar? ¿O era otro planeta? El trapo le seguía quemando la mano bajo la caricia, parecía devolverla, ¿o quizá se defendía? ¿De qué?, ¿de quién?, ¿de qué daño?...

Las personas caminaban por las calles apresuradamente, entre los gritos de los vendedores del zoco. Las alfombras, alforjas, túnicas, y otros elementos, se entremezclaban sin ningún orden, y resplandecían bajo un sol de justicia.

A cierta distancia algo llamó su atención: un elegante vestido, más propio de una princesa que de las mujeres que a aquel lugar acudían, brillaba colgando desmadejadamente de un perchero. Era rojo, brillaba, y parecía más rojo aún. Algo le resulto familiar, conocido, se acerco y, sin quererlo, lo empezó a acariciar distraídamente. ¿Qué le recordaba? ¿A quien? ¿Quien llenó sus formas y dio movimiento a sus volantes?

Repentinamente un vendedor apareció preguntándole: “¿Le gusta? ¿Es para su mujer? ¿Para una amiga?” Él guardo silencio, no sabía que responder, no tenía a quien regalárselo. El vendedor seguía hablando y hablando, y no hacía sino exacerbar su paciencia.

En un ademán de querer desenganchar el vestido, este se desgarró. El trozo que quedó en la mano del vendedor le era conocido: la forma, el color, el brillo al sol. Volvió a la cerca: allí seguía el género rojo extraño y sin dueño.

Aunque ahora sabía que su todo había sido un vestido, un vestido de mujer, ¿cómo llego allí? ¿De un zoco de Turquía a un campo argentino?

No era de un vestido de paisana. Tampoco era de una dama de ciudad de estas tierras. Era un jirón de un vestido de algún lugar, que apareció sin saber cuándo, del que no conocía su dueña, pero del que se había sentido prendado, por no decir embrujado.

Cuantas preguntas sin poder resolver. Quería conocer su dueña, acariciar la piel que imaginaba digna de ese género y del vestido visto en sueños, pero ella no se le representaba: ni físicamente, ni en su ensoñación.

Se puso de pie; cansinamente se encamino al arroyo. Se lavaría el rostro para refrescarse y espabilarse de ese malestar que lo invadía. Se acuclilló en la orilla, inclinó el rostro y junto sus manos a modo de cazo, llenándolas de agua; pero, en el espejo del arroyo, no vio como hubiera sido lógico reflejado su rostro. No, no fue así. Desde el agua, un rostro de mujer, en el que se podía advertir un lazo rojo adornando su cuello, lo miraba serenamente…


Alicia Gaona


 


 

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LAS CADENAS DEL PENSAMIENTO

LAS CADENAS DEL PENSAMIENTO

 

Mi certeza es mi seguridad, mientras mi duda es, al mismo tiempo, mi sabiduría y mi ignorancia.

Sólo tengo como punto de referencia cuanto siento, cuanto creo que es, sólo porque así siento que es, sin más baremo que mis propios sentidos, que mi propia intuición.


 

Reconozco como saludable el ejercicio de la duda, pero, como cualquier medicina, es tal o veneno dependiendo tan sólo de la dosis.

Mi duda queda a merced de la triste necesidad de certeza de mi mismo y de quienes me rodean, y puede ser, y es, utilizada por éstos, tanto como por mi mismo, como salvavidas, para crear y afianzar nuestras efímeras y patéticas certezas.

Sé, y no quiero olvidar, en contra de toda costumbre mayoritaria, que yo también puedo caer en la trampa . . .


 

En el juicio, que me nutre de información para sobrevivir, está implícito el prejuicio que destruye la tan buscada sabiduría.

En cada mirada está implícito el color de los ojos que miran, que nunca podrá captar el propio observador.

Nada soy sin el juicio, y nada soy sin la duda ante ese juicio.


 

Tal vez ése sea el eterno dilema de las mentes racionales abstractas, el paradójico dilema humano: creer ser a través de la opinión, del juicio constante de la mente, pero es tan sólo una ilusión: así no somos, sólo creemos ser.

Si renunciamos al juicio y nos trasladamos a la duda, ésta puede llegar a ahogarnos en la incertidumbre, y nuestras mentes abstractas parecen necesitar la ilusión de creer que saben para conseguir sobrevivir.


 

Ser o no ser, juzgar o dudar, creer o intuir, mientras el ego, cuanto más se resiste a morir, más irremediablemente condena a la muerte a su incauto portador.

El esclavo con más cadenas es, sin duda, el más convencido de que tiene domesticado a su ego, habiendo caído ya en la trampa de la certeza.


 

Cadenas del pensamiento, arrastradas irremediablemente hasta llegar al no pensamiento, a la idea sin ideas, al ser sin ser, a la nada donde, ya sin miedo, sin certezas y sin dudas, lo somos todo.


 

Mientras tanto, aquí estamos todos, en el cambalache del mundo, arrastrando cada uno su fantasía y su ilusión, convencidos y prisioneros de nuestra propia certeza, sin un ápice de duda.


 

Bendita o maldita fantasiosa ilusión . . .

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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TEMA LIBRE

TEMA LIBRE

Aves zancudas, sin rostro y sin piernas, arenas aglomeradas, fundidas, desuniéndose y flotando en un golpe de viento que las azora, pervierte y reúne. Brazos cortados, nunca existentes, como en los clásicos, reforzando la dirección de los pechos desnudos, inexistentes, pero allí. Cuencas planas que desvían la mirada hacia el todo, que fluye, se bandea y recuerda su forma para perderla en nuestra mirada confusa. Es lo que es, pero cada uno lo verá conforme a sus proyecciones y, si me aprietas el zapato, intentando que ello, la realidad, se conforme a nuestra ilusión de ella.

Maciza informe deforme, conforme a sí misma, cambiante, ella misma, mientras nuestra mirada intenta fijarla; pero está viva y fluye, inabarcable y rebelde, imprecisa a nuestro entender; redonda en sus aristas cortantes, difusa redondez de sus agudos ángulos: es forma y fondo y está vacía, y queremos comprenderla y queremos amasarla, convertirla, reformarla, adaptarla, con nuestros densos dedos, torpes amasijos de carne, reflejo de una mente intrincada, turbia y brumosa, laberinto de entresijos y estruendo de profecías.

Y empezar de nuevo, cada día, una vez y otra vez más, relacionarse con el mundo abigarrado, consonante, incongruente, y pretender que uno es uno y que  todo es acorde. Confabulados con una mente que nos escapa, tiende tretas, y conspira por tenernos entretenidos con sus amasijos de engaños, maquinaciones sin cuento, y asociaciones acreditadas.Y, si algún día despertamos, comprendemos que no es que sea demasiado tarde, sino que nunca fue suficientemente temprano.


 

Diego Pérez Sánchez


 


 

TEMA LIBRE: PALABRAS LIQUIDAS

Cuando Amelia descubrió que las palabras de él ya no le traspasaban ni le herían, empezó a preparar su viaje. Primero se saco el carnet de conducir. ¡A la primera! El teórico y el práctico, lo cual le produjo una  satisfacción inmensa y le subió bastante la autoestima, que la llevaba arrastrando desde pequeña. Creció llena de complejos en una familia donde  el amor brillaba por su ausencia, fue un escape, como muchas veces escucho sin  comprender lo que significaba. Creció rodeada de mayores y la verdad que un poco solitaria, pero ella se fabrico su propio mundo donde era feliz. En la realidad era tímida y callada, pero escuchaba y mucho, desde pequeña le fascinaban las palabras, unas las comprendía y otras no, pero con el paso del tiempo las comprendió todas y las fue clasificando.

Había palabras tiernas como las que disfruto al enamorarse de Raúl, tiernas palabras que le derretían el corazón, palabras suaves que le acariciaban el alma, palabras duras llenas de reproches que le dirigían sus padres, al no estar de acuerdo con su relación. Le repetían con palabras machaconas que ese hombre no le convenía. No las oyó, y se casó. Al principio todo fue muy bien, todo en su vida destilaba miel, nunca había sido tan feliz. Ella que siempre se consideró feúcha se sentía radiante, pero las cosas sin apenas darse cuenta empezaron a cambiar y las amables palabras se trocaron en palabras airadas, mudas, ausentes, hirientes, ofensivas. Todo lo que creció de autoestima en ella fue derrumbándose lentamente. Antes de darse cuenta volvió a ser huidiza e insegura, a pensar que no servía para nada. Temía la hora en la que él llegaba de vuelta a casa, ¿Qué pega pondría a la cena?, ¿qué comentario haría sobre su aspecto?  Estaba harta de su vida, no podía más, ni se veía capaz de aguantar más, y se prometió a si misma que lucharía con todas sus fuerzas para cambiar su situación.

Fue veladamente, a espaldas de él, cambiando de ropa, de peinado, saliendo por ahí, relacionándose, conociendo gente, y un día cuando ya las palabras de él fueron para ella palabras liquidas que resbalaban por su piel sin mojarla, supo que por fin estaba preparada para volar libre, para alejarse completamente de una vez por todas de esa fuente de sufrimiento que ahora se le antojaba absurda.

María Bueno


 


 

TEMA LIBRE: Esa loca madrugada

Un oleaje de cabezas se encrespaba en aquel local de madrugada al ritmo acelerado de la música. El dj, asomaba su pañuelo de pirata por el balcón iluminado en el cenit de la pista, y mostraba el muñón de su mano amputada y el garfio de su mirada, enmarcada de rímel. Contra la quilla de aquel buque anclado en el acantilado, rompía con suavidad un oleaje grueso de lengas de espuma, un mar del sur medio embravecido que trepaba por los musgos y los muros, manchando de dibujos de agua, las enormes lunas de las vidrieras.

Ulises había embarcado a esa hora incierta, en que los astros señalan un firmamento impredecible y el cosmos del hombre, sin hallarlo, busca el remanso del sueño vehementemente postergado. Las epopeyas de la noche no habían aplacado su deseo de expansión y dominio. Ya había mostrado la hoja de su espada contra truhanes y tarambanas que habían faltado al decoro a las personas con quien estaba compartiendo velada, sobre todo el de doncellas jubilosas y muy arregladas de noche. A uno de ellos lo retó a besar la arena si no proseguía su camino sin buscar más gresca. A otros la mera intimidación, imposible de contener en sí, resultaba suficiente. Con todo, no pasaba de ser gallo maduro en noche joven, un mero intimidador con aprestos de héroe.

De nuevo estaba solo, ahora en esta fiesta elitista de piratas, a la que había llegado sin disfraz por la llamada inesperada de una rueda de contactos. Una lista en la que entró por un amigo y donde llevaba apenas dos semanas. La barra al fondo de la pista iba a ser su lugar de poder durante los próximos minutos.

Estaba a punto de pedir una copa, mientras esperaba a su cita azarosa, cuando todo comenzó a temblar en derredor, cayeron copas al suelo, la gente se tambaleaba, comenzaron a descolgarse cosas del techo, un foco estalló delante de sus narices, y sonaron gritos de mujer y de hombre, al tiempo que cesaba la música. El rugido del inesperado terremoto se oyó de pronto en toda su virulencia, hasta que sin más cesaran los temblores. El islote donde estaba asentada la discoteca se izo a la mar ante el asombro generalizado de todos, una emoción colectiva que ya se transformaba en pánico, llevó a la concurrencia a los ventanales y a los exteriores del recinto que habían quedado dentro del islote flotante. En pocos minutos ya navegaba mar adentro rompiendo la estela de olas de medio metro con viento de poniente. En el horizonte de levante comenzaba a levantarse una tenue luz rojiza, demasiado prematura y demasiado extraña para ser el presagio de un nuevo día.

Ulises no dejó el rincón de la barra hasta que acabó con su copa. En medio del caos de gritos y alocadas corridas, siguió esperando a su Penélope de la lista. Y a la sazón creyó verla mirándolo y riendo al otro extremo de la barra, ahora desierta.

Extraña noche para una cita.
– Quizá simbolice algo para nosotros.
–Dicen por ahí que navegamos sin rumbo por el mar
– El mar siempre recupera lo era suyo.
– Mi casa estaba en frente de este complejo, ahora no sé si andará también a la deriva como nosotros. Hubiésemos subido a ver las vistas desde la terraza.
–Nada me hubiera gustado más. Sabes, me gustan tus ojos… Podemos buscar un rincón para los dos solos mientras continúe este alboroto.
– Soy toda tuya, Por eso te he llamado.
– ¿Es la primera vez que lo haces? Me refiero a lo de la lista.
– Y tú ¿lo hiciste antes?
–Nunca… Y desde que mi número aparece, jamás contenté al teléfono. Y ya sonó varias veces.
–Lo imaginaba.
– Subamos a la cabina del dj, ese pirata andará por ahí buscando salir del islote.

Ulises atrapa la mano blanca de la mujer y suben las escaleras de caracol hasta todo lo alto, más arriba incluso que la cabina, sobre una plataforma de cuya baranda descuella una retahíla de bafles y focos.

¿Será este el fin del mundo que anunciaban a bombo y platillo por Internet?
—El mundo empieza y se ababa con cada respiración, sístole y diástole de nuestra realidad; lo que pasa es que no nos damos cuenta de nada. No puede tener fin, lo que nunca empezó. Las piedras entienden mejor estas cosas que nosotros, presos como estamos de un tiempo artificial y acelerado. Por ejemplo, qué entinte esta roca en la que ahora navegamos de la humanidad y sus grandezas fugaces; el mundo mineral lleva quieto millones de años, aguantando en su piel y sus entrañas nuestra arrogancia; y, sin embargo, en sus átomos existe un movimiento increíble, una vida inusual: el sistema planetario de sus electrones revolviéndose a una velocidad de vértigo. Todo está hecho de eso: de movimiento, y de luz, si es que logramos aclarar nuestra mente para sentirla, viendo entonces nuestra verdadera realidad.
–¿No serán todo eso sólo bonitos y luminosos pensamientos?
–Es posible. Pero si nadie en la Tierra pensara en matar, por ejemplo, no existiría ningún futuro potencial asesino y el acto de un asesinato sería imposible. Todo depende, pues, de nuestros hábitos de vida y nuestros pensamientos, los cueles crean el conjunto de nuestras posibilidades de futuro y esto, pequeña Penélope, durante los aproximadamente veinticinco mil años de nuestra manifestación actual.
–Cuanto tiempo, no tanto como las piedras, pero aquí seguimos.
–Y seguiremos.
–¿Entonces, el fin del mundo y el moderno 2012, no es más que un nuevo cuento milenarista?
–Y un gran negocio también.
–¿Y como explicas lo de esta noche?
–La madre tierra, Gaia, sufre en su escala temporal procesos normales que a nosotros se nos antoja apocalípticos. Grandes islas yacen ahora bajo los océanos y nuevos volcanes crearán archipiélagos sobre las aguas. Para Gaia una semana de fiebre y congestión, para nosotros el fin del mundo, que no es sino el reflejo biológico del miedo a la muerte. Por cierto, una de las tres Parcas de la tradición mediterránea; las otras dos son el nacimiento a un nuevo mundo, y el amor a la vida y la fertilidad simbolizado por el himeneo.
–Eso último ya me suena mejor.
–¿Y te recuerda el motivo de nuestra cita?
–Ahora que te conozco, puedo decir que sí.

Arriba, en la plataforma, la pareja dejó de hablar para comunicarse de otra manera. Abajo el bullicio crecía a veces alertado por nuevos temblores y en seguida menguaba calmada por el lamido constante de las olas. La mar inmensa abría sus aguas, levemente encrespadas, llevando en su seno a la improvisada isla, como si le buscara entre sus confines un nuevo lugar adonde anclarla. Minutos después volvía a salir el sol, si las leyes universales seguían rigiendo al cosmos y al hombre, por el oriente, adonde algunos Rodrigos de Triana vieron el cerco lejano y violáceo de una tierra extraña, antes que nueva y antes que prometida.

Cuando la pareja bajó del cielo compartido de sus emociones, recreadas en la plataforma, con el sol izado ya sobre el perfil dentado de la nueva tierra, asomados a la proa del islote con el resto de la tripulación, constataron lo que durante la larga madrugada había parecido un sueño: habían arribado a un nuevo destino preparado al azar por fuerzas telúricas y cósmicas. Una extraña voz que salía de un megáfono, rasgó la tela del silencio, que ni el graznar de las gaviotas había querido romper.
Rodeados de patrulleras y buques de guerra, la voz parecía increparlos, encuadrarlos como extraños venidos de una orilla lejana, como migrantes naufragados que la mar escupía a sus costas con todas las dudas y amenazas que eso les comportaba.
Esa loca madrugada, todo había cambiado. Ahora, con la luz del día brillando sobre otras costas, nada parecía haber cambiado. Pero en los corazones de Ulises y de Penélope, por fin juntos, reencontrados el uno con otro y además consigo mismos, todo estaba ya por cambiar.

Franjamares



 

TEMA LIBRE

Se abrocha el abrigo en un gesto mecánico. La mañana es gris, el cielo plomizo, la lluvia no debe tardar en aparecer anunciando con pequeñas gotas que el otoño ya se despereza. Mira a lado y lado de la calle como temiendo ser descubierta  por alguna mirada indiscreta. Siempre puede haber alguna vecina espiando detrás de cualquier visillo. O vecino que a los hombres también les gusta el chismorreo, en esto como en otras muchas cosas no es cuestión de sexo sino de personas. Pero es demasiado temprano, aún los sentidos están embotados de la pesadez del sueño, o de la vigilia que también pesa.

Ha tardado mucho tiempo en tomar por fin la decisión de marcharse y no ha sido nada fácil desprenderse de las rutinas de siempre, La gente de siempre, el barrio de siempre.

Con paso firme avanza por la acera, intentando no mirar para detrás a cada momento como temiendo ser perseguida.

Cuando ya lleva un buen rato caminando porque la estación está lejos y tan temprano no hay autobuses algo le llama poderosamente la atención. Un bulto en mitad de la acera de enfrente que no distingue bien qué es. En un principio decide seguir firme en su camino, no puede permitirse distracciones.

Sin embargo algo tira de ella en su interior y decide acercarse no vaya a ser alguna persona tirada en el suelo como trapo abandonado. Siempre ha sido igual nunca ha podido eludir las cosas ni olvidarse sin más de ellas .Ha tenido que afrontarlas como pequeños retos autoimpuestos a sí misma.

Se acerca al bulto cruzando la acera rápidamente porque no hay tráfico que esquivar. Cuando está más cerca se da  cuenta

de que el bulto es pequeño, se acerca aún más y con la mano titubeando se decide a tirar del trapo que cubre el bulto. Ah, no es más que un montón de ropa, amontonada, usada.

Puede seguir tranquila su camino, menos mal. Sabe que en la estación la estará esperando Bruno. Hace un año que se conocieron cuando ambos trabajaban en el mismo restaurante. Entre ellos surgió desde el principio algo especial, torpemente contenido. Ni siquiera se lo había contado a su marido, es  más que posible que ni siquiera hubiese parpadeado, llegado ese  punto en  que las relaciones se vuelven automáticas como los gestos

Y todo deja de ser vivido. Ha pasado un año  viviendo en el engaño

Con lo que le costaba mentir. Aunque en realidad no ha mentido, solo  ha omitido detalles importantes, como sus citas con Bruno.

En ese año ambos han vivido juntos pequeñas aventuras y sobresaltos, huyendo siempre de miradas y murmuraciones.

 

Begoña Ramírez


 


 

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TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ

TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ

El niño Eric Hobsbawm, futuro historiador, paseaba con su niñera por las calles de Alejandría (Egipto) en el año 1918.
Un pordiosero chino les pide una moneda. La niñera se la niega. El chino ignora a la niñera, mira fijamente a la criatura y le dedica una exquisita maldición de su país milenario:

Ojalá te toquen vivir tiempos interesantes”.

La maldición, como puede comprobar cualquiera que recorra la biografía de Hobsbawm, se cumplió sobradamente.


 

Sabía muy bien lo que decía el pordiosero chino, aunque para un occidental pueda parecer una contradicción pues, tan aficionados como somos, para bien y para mal, a los cambios, nos parace que todo lo cambiante ha de ser a la fuerza interesante, y todo lo interesante, positivo. Pero una época interesante puede ser una época de profundos cambios sociales, de revoluciones, que casi siempre van acompañadas de un baño de sangre, y eso lo sabía muy bien el pordiosero.


 

Tan heterogéneos somos los seres humanos, incluso dentro de nuestra inevitable uniformidad como especie, que hasta el concepto de paz difiere enormemente entre unos y otros.

Para unos la paz es un estado concreto que se impone por la fuerza y la mano dura, cierto estado de cosas, cierta forma de vivir que consideran justa, incuestionable y hasta decidida en un tiempo lejano por algún dios intangible que utilizó a profetas, papas o ayatolahs como intermediarios y portadores de su mensaje. Esa paz debe ser impuesta a cualquier precio, sin importar que no sea deseada por la mayoría de quienes habrán de disfrutarla o padecerla.

Este tipo de personas no se suelen plantear siquiera el concepto de paz interior, que identifican con el cumplimiento de algún rito religioso o del grupo, partido político, u organización de cualquier tipo a que pertenecen.

Suelen temer a lo diferente, son neofóbicos por naturaleza, y es difícil debatir con ellos sobre el concepto de paz: el resultado de llevarles la contraria suele tener la desagradable consecuencia de pasar a formar parte de la paz de los cementerios . . .

Se autodenominan gente de orden, pero siempre les he presentido como esclavos de cierto caos interior.


 

Otros seres humanos, que por fuerza son mayoría, pues así lo estipuló la naturaleza para asegurar nuestra supervivencia, disfrutan con otro concepto de paz, son neofílicos y curiosos, las diferencias de color, culturas, razas y pensamiento a su alrededor les resultan estimulantes y las buscan con recurrente paciencia, esa virtud que parece nacer de la unión de paz y de ciencia.

Cada uno de ellos tiene su concepto único y personal de paz, pero saben admitir y respetar el criterio mayoritario aún cuando vaya, en ocasiones, en contra del suyo propio.

Son quienes han ido construyendo este mundo de crisol de sociedades humanas que habitamos, y la única esperanza de supervivencia que le queda a nuestra especie.


 

No es que unos sean buenos y otros malos, esos conceptos humanos no tienen cabida en la naturaleza, somos sólo diferentes, pero el hecho de que sean unos mayoría y los otros no, debe hacernos reflexionar sobre porqué la vida decidió estructurarlo así: Si todos fuéramos neofóbicos, seguiríamos en las cuevas o recorriendo las sabanas africanas, sin la mínima curiosidad necesaria para, tan siquiera, salir de nuestra tierra de origen.

Por el contrario, si todos fuéramos neofílicos, no sabemos hasta donde nos arrastraría nuestra constante necesidad de cambio.

Así que, creemos un sistema que permita la convivencia, no perdamos de vista que, ante un conflicto, no hemos inventado hasta ahora mejor método que acatar la decisión mayoritaria, por equivocada que ésta pueda estar en algunas ocasiones, y hagamos lo posible para que este sistema social sea cada día más el reflejo de la voz de quienes formamos parte de él que de una minoría defendiendo a cualquier precio sus intereses.

En definitiva, vivamos, dejemos vivir, y tengamos la fiesta en paz . . .


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ 

Todo estaba preparado, hasta los lazos en las sillas del banquete habían sido colocados con infinita delicadeza por manos expertas en banquetes nupciales. Las previsiones meteorológicas eran halagüeñas, asi que nada había que temer, salvo los inevitables nervios de última hora que pueden hacer que le tiemblen las entrañas al más pintado.

Sin embargo una noticia producida en las últimas horas podía enturbiar tantos esfuerzos en preparativos. La frágil salud de la abuela, que ya casi rondaba los 90 años amenazaba con estropearlo todo.

El padre de la novia en un arrebato incontenible ante el histerismo de la esposa había sentenciado de forma implacable”tengamos la fiesta en paz”.y su mujer perpleja se echó a llorar desconsoladamente como si ella tuviera la culpa de lo que estaba pasando

Todo había comenzado solo un año antes. La futura novia aún no había encontrado la horma de su zapato, hasta que un buen día un tipo alto de buena estampa aunque no guapo, con los ojos de un verde intenso se dedicó a escribirle poemas después de un primer encuentro en una fiesta organizada por un amigo común. Desde aquel momento el joven cazafortunas se había trabajado a la muchacha casadera escribiéndole arrebatados poemas que la chica escuchaba con delectación pues le daban muestras de que su pretendiente era un hombre culto y sensible, digno de un amor como el suyo.

La pareja había tenido un noviazgo corto, porque las edades de ambos ya no permitían andar con niñerías y porque ella aunque moderna deseaba una boda por la iglesia, bendecida con la mano de dios, que pasara por todos los protocolos de una boda bien organizada, con todas las bendiciones habidas y por haber. Este perfeccionismo un poco neurótico había puesto nerviosos desde el principio a los hombres de la familia; el futuro marido había dejado a la novia que se explayara en detalles y preparativos, como si esto fuese una garantía de inmunidad frente a futuros problemas que pudieran asolar a su vida en pareja. Si todo estaba bien amarrado y organizado desde el principio se sentaban bien las bases de una  unión fructífera y duradera Otra cosa es como organiza uno lo que siente por dentro y si tanto preparativo ayuda o no a conjurar nada.

Sin embargo y como muestra casi cósmica de que somos dueños de muy poco en los caminos de nuestra vida, la abuela paterna había empeorado fatalmente justo en los días previos al enlace  y no había más remedio que aplazar el  ansiado evento  Los  nervios se habían disparado en todas direcciones.

El primero en estallar fue el padre de la novia al que nunca le había encajado ese cantamañanas con ínfulas de poeta que había engatusado a su hija, legitima heredera de una nada despreciable fortuna y  a la que hasta ese momento había costado encontrar marido. La chica era exigente pero el donjuán había logrado franquear sus resistencias con frases dulces y almibaradas que ella escuchaba con delectación

Sin embargo el viejo ya había corrido algo mas de mundo y sabía, o al menos eso creía él, leer en aquellos ojos de verde intenso un halo de mentira y falsedad propia de las almas oscuras que utilizan engaños y artimañas para reblandecer corazones.”A mi no me engañas” murmuraba entre dientes cuando nadie parecía escucharle.

Por eso par él el empeoramiento de la salud de su madre, la abuela, era como una señal providencial que le reforzaba aún más en su idea de que aquella boda no debía celebrarse.

La carpa ya estaba montaba en el inmenso jardín de la lujosa  mansión, encargados canapés, entrantes, vinos, champañas, tarta nupcial y música de ambiente.

Las guirnaldas colgaban de todas partes dándole al jardín el aire festivo que correspondía al gran evento. La novia ya había recogido el vestido tras las últimas pruebas. La madrina, que era la madre del novio, aunque la señora estaba demasiado gorda y no lucia bien en un ambiente tan encopetado, se había sometido a una dieta express y había conseguido embutirse por fin en un traje de encaje diseñado para la ocasión pero que se le ceñía tanto que podía estropear en algún momento el fasto y la pompa del momento, mucho mas si la boda se aplazaba y engordaba unos gramos. Un desastre.

. . .


 

Begoña Ramírez

 

 

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SÍ, HAY QUE APRENDER A DECIR NO

SÍ, HAY QUE APRENDER A DECIR "NO"

 

"Si una injusticia no es reconocida y declarada públicamente como tal, sólo cabe esperar que, antes o después, se repita".

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

SÍ, HAY QUE APRENDER A DECIR "NO"

Sí hay que aprender a decir no,

A detener la bala antes de que sea disparada

Crear muros infranqueables a la desolación y la miseria

 

Dejar escapar el humano que llevamos dentro

 

Begoña Ramírez


 


 

LA REIVINDICACIÓN DEL NI

que podría herirte un no,

pero sé también que el sí me hiere.


 

que no todo es blanco o negro

que los grises existen

que la ambivalencia existe

que el cambio de los sentimientos 

también existe.


 

Por eso 

permíteme usar la palabra

que hoy me identifica mejor.

Aún cuando sé que no te agradará oirla,

ella es: NI


 

Alicia Gaona


 


 

SÍ, HAY QUE APRENDER A DECIR NO

Este escrito llega tarde, sí, por lo menos para mí, que al igual que el dicho "marcado a sangre y fuego" aprendí a decir no, tan habitualmente que raramente me sale un, sí.

Después de decir, sí, por muchos años por fin aprendí a decir, no. A poner distancias. A no identificar el no solo con cosas negativas, a saber que a veces decir no cuando creemos que daña a otro, en realidad lo está beneficiando. 

Hoy y hablando genéricamente, sé decir no. Aún cuando reconozco que a veces me cuesta. Sigo relacionando sistemáticamente el no, con la falta de amor, con el desinterés por los sentimientos de otros, con la posibilidad de que ese: no, me cierre puertas y entonces uso el NI, que sería algo así como: no pero.....,no entiéndeme....,no intenta calzarte en mis zapatos......

El problema es que la mayoría de las personas no aceptan ni entiende el NI por lo que a veces según quien y como, lo toman como un sí, otros por suerte han aprendido ha conocerme un poco y reconocen ese Ni que no es no, ni es sí, solamente es Ni, y no se molestan, tampoco se esfuerzan en que cambie de opinión, respetan el Ni que algún dia también puede ser un sí o viceversa.

Es por eso que seguiré practicando el decir: NO y en realidad a estas alturas tengo que agradecer el título disparador de este día, ya que me ha ayudado a darme cuenta que en mi interior aún me falta práctica en el tema. Me falta decir el NO que represente la aprobación de la asignatura.

Por último, NO, no me hagan preguntas que no responderé, tengamos la fiesta en paz.


 

Alicia Gaona



 

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ESCRIBIVIENDO

ESCRIBIVIENDO


"... la esencia misma de la literatura es la guerra entre la emoción y el intelecto, entre la vida y la muerte.

Cuando la literatura se convierte en demasiado intelectual, cuando comienza a ignorar las pasiones y las emociones, se torna estéril, tonta y sin fundamento". Isaac Bashevis Singer (1904-1991)



 

Intentar imponer a otra persona la forma en la que ha de escribir es como intentar imponerle su forma de respirar, o determinada predilección por ciertos sabores o colores, o su forma de encarar la vida y temer la muerte.

Tras los acuerdos de mínimos, llámense gramática, ortografía o sintaxis, todo debe ser libre en el acto de la escritura, como en cualquier otro acto lúdico o creativo.

Pretender limitar dicha libertad no hace sino limitar la expresión, el placer que se siente al crear y al compartir lo creado.

Por el mero hecho de ser humanos somos palabra, porque es la palabra la condición imprescindible para ser humanos.

Podemos vivir sin escultura, sin pintura, incluso, aunque tristemente, sin música, pero si nos abandona la capacidad de expresarnos a través de la palabra, nos abandona nuestra misma nautraleza.

Luego, que la palabra sea pensada, hablada o escrita, es secundario, una circunstancia más de la comunicación.

Y sobre escribir mejor o peor, ¿qué decir . . .? no hay un sólo texto, por hermoso que pueda parecer a muchos, que emocione a todos, no existe el poema universal, ni la palabra, el relato o la poesía perfecta, precisamente porque, al ser la literatura de naturaleza humana, constantemente buscaremos a través de ella la perfección, con mayor o menor énfasis, con más o menos empeño, pero estaremos eternamente condenados a no encontrarla, ni concebirla siquiera podremos.

Esa es la paradoja de la palabra y de nuestra naturaleza.

Sobre qué y cómo escribir, me remito a lo que tan bien expresara, precisamente escribiendo, Juan Carlos Onetti:

"Quién escribe sólo lo que les gusta a los demás, puede llegar a ser un buen escritor, pero nunca un artista".

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

ESCRIBIVIENDO

Escribir viendo, escribir viviendo, o viviendo las letras, o viviendo la escritura, o viendo lo escrito, pero sin leerlo, si leemos ya no es escribir viendo, es escribir leyendo.

Me agrada escribir y leer también.

El leer me transporta, me transforma, si es una novela no puedo evitar vivirla mas que leerla, las letras desfilan ante mis ojos, pero lo que verdaderamente tiene valor es lo que queda grabado en el alma.

Si es un ensayo, las letras también se me graban, pero generalmente y según el tema, la lectura se graba buscando implicados. Sí, porque busco en ellas las aplicaciones de lo que leo, en principio para mi misma y luego para las personas que conozco y me interesan. 

A veces a través de los ensayos me encuentro diciéndole a alguien las cosas que no me atrevo a decir mirándole a los ojos y en lenguaje coloquial.

En fin las letras me invaden, me elevan, tejen sueños, viajan en fantasías, viven en este mundo, pero también en otros, en el espacio y en el subsuelo y sobre todo las letras viven en el sentimiento.

Pueden definir los miedos y el horror, pero también la belleza y la virtud. Pueden descubrir secretos y volar por los aires en una explosión de fuegos de artificio. Cuando das o recibes el amor de cada día.

Las letras son homenaje al formar bellas palabras, dolor y decepción cuando las palabras que forman son ofensivas.

De todos modos vivo escribiendo sentimientos, algunos propios otros ajenos, pero sabéis algo? Cuando la relación de las letras forman palabras y estas no alcanzan a definir lo que sentimos, se disfrazan de sonrisas, te hablan a través del sol y las estrellas, de la noche y la luna, del pájaro que trina en tu ventana en el albor de las mañanas y así reconoces que a pesar de usar todas las palabras nunca ellas serán tan cálidas para demostrar un sentimiento como lo hace un abrazo.


 

Alicia Gaona


 


 

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FACTURA DE LOS SENTIMIENTOS

FACTURA DE LOS SENTIMIENTOS

Podemos reprochar, en justicia, a otra persona que nos agreda, o que nos robe, especialmente si es nuestro tiempo lo que roba, podemos incluso reprocharle que nos engañe o mienta, por codicia, temor, o simple vanidad.

Pero hay algo por lo que nunca tendremos derecho a pasar factura a los demás: nuestros sentimientos, aún cuando acaben éstos siendo, con el tiempo, el peor legado en algún hueco de nuestra memoria.

Si asumimos y creemos que nuestros sentimientos son únicos, personales y libres, el precio que habremos de pagar por ello pasa por ser, en todo momento, plenamente responsables de ellos, sin caer en la trampa de culpabilizar a otros del dolor que nos puedan provocar.

Cayendo en esa tragicómica e inmadura actitud, intentando pasar a otros factura de nuestros sentimientos, lo único que conseguiremos será, no una factura, sino una fractura de los mismos.

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

LA FACTURA DE LOS SENTIMIENTOS

Cuando Pepe dio el tema me gustó porque me recordó una opinión mía, que comenté, cuando estudiaba, con mi profesor de filosofía y a él le gustó. La teoría consistía en que los sentimientos nos hacen evolucionar y cuanto más evolucionamos, estos son más intensos. Quiero decir que cada vez amamos más, pero también sufrimos más. Imaginemos una llanura. En ella no hay grandes desniveles y correspondería a no tener grandes sentimientos ¿pongamos el caracol? Aunque para el ser de la llanura, subir una piedra puede ser como para nosotros una montaña. Ahora imaginémonos un valle con montañas a su alrededor. Si queremos ver mundo tenemos que subir y bajar, aunque muchas veces estemos en llano pues hay numerosos valles, picos y hasta acantilados. Así nos pasa a la gran mayoría de la población a lo largo de nuestra vida. Unas veces estamos en calma, otras en lo hondo y otras en lo más alto. Cuanto más subimos, la bajada será después mayor.

Cuando estemos arriba dispongámonos a otear el horizonte, pues en la cúspide no se aguanta mucho tiempo. Es la factura de los sentimientos

 Lola Carmona (Esta “era” mi opinión, ahora la matizaría).


 

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PREGUNTAS EXTRATERRESTRE

¿QUÉ LE PREGUNTARÍAS A UN EXTRATERRESTRE?

En un hipotético encuentro, se supone que nuestros vecinos estelares, conocedores de nuestra insaciable curiosidad, nos pondrían un límite de tres preguntas, como en los mejores relatos de genios cautivos en lámparas mágicas.

Personalmente, las aprovecharía preguntando, para empezar, lo siguiente:

"¿Podríamos los terrícolas sobrevivir en su planeta con nuestra envoltura material corpórea?"

En el supuesto de recibir una respuesta afirmativa, haría la segunda pregunta:

"¿Son allí las formas de vida racionales más felices que en este planeta?"

Y en el caso de recibir también una respuesta positiva a esta segunda pregunta, ya no tendría la menor duda de cuál habría de ser la tercera:

"¿Dónde podría conseguir un pasaje para llegar allí?"

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net





 

¿QUÉ CREES QUE TE PREGUNTARÍA UN EXTRATERRESTRE?

Me imagino sus preguntas como una especie de prueba de acceso a las estrellas. Tal vez la primera sería:

"¿Eres o estás?"

"Estoy porque soy y soy porque estoy", supongo que contestaría, esperando que la enseñanza secundaria de allí tuviera el mismo nivel que la terrícola.

Vendría luego la segunda pregunta, que escucharía ya algo aliviado por creer, tal vez erróneamente, haber superado la primera:

"¿Qué ley está por encima de la vida?"

"Ninguna", contestaría sin dudar, con una actitud muy digna y la más lógica, teniendo en cuenta que soy un representante de una especie menos desarrollaba que la suya y, por tanto, su presa y alimento en potencia.

Llegaría, entonces, la tercera:

"¿Cuántos dioses existen?"

"Tantos como ideas", contestaría con fingida suficiencia.

De repente, el extraterrestre haría, cuando menos lo esperara, otra pregunta más:

"¿Crees que tu especie sobrevivirá en este planeta?"

"Un momento, esa es ya la cuarta pregunta, y es precisamente la que pensaba formular yo ahora . . ."

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net




 

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TEDIO

TEDIO 

El tedio era mi acompañante a las 5 de la tarde, esa hora que dejó escrita para el recuerdo  Federico García Lorca. Este día, no tenía qué comprar,  té que tomar, ni toros a los que asistir; por lo que me sentía desorientada  en mi sociedad de consumo. Aburrida como estaba, decidí regar las macetas tal vez con el deseo escondido de que por empatía floreciera algo en mi tediosa existencia.

Inclinada sobre las plantas, recogiendo hojas secas fue penetrándome una paz que creí era mía sin darme cuenta que era provocada y que una iapropiada nube se encontraba a media altura entre el ficus y la ventana de la cocina. 

Un amago de infarto me vino cuando empecé a percibir una figura extraña materializarse entre la nube.

El amago fue mínimo pues la paz inducida no dejaba lugar a grandes histerias y mucho menos a posibles infartos. Ayudaba a la estabilidad emocional que el ser midiera menos de un metro, aspecto infantil  andrógino y un ensayo de sonrisa que aunque no estuviera muy conseguida, se le valoraba. Me recordaba a los muñecos  antiguos cuyo sexo estaba en la ropa que se le ponía.

Percibiendo que, aunque muy probablemente extraterrestre, era un ser pacifico, me dejé de aspavientos. Siempre me ha gustado viajar y conocer gente diferente y no siempre tenemos oportunidad de conocer a alguien de otra galaxia.

El personaje me hablaba mediante la telepatía, que es el medio de comunicación, como suponéis,  utilizado intergalácticamente. No se necesitan grandes estudios, ni memoria, ni vocabulario, ni gramática; basta aprender a sintonizar con la frecuencia de nuestro interlocutor para  que imágenes e ideas  puedan transmitirse con bastante claridad, sin interferencias ni malas interpretaciones. Yo, llevo años intentando dominar este medio de comunicación pero como no consigo resultados, no me va a quedar otro remedio que intentar aprender inglés. En cualquier galaxia lo saben utilizar hasta los bebés. ¡En qué redondeta me ha tocado vivir!

Estábamos en el patio Ficus, como he decidido llamarlo en honor al lugar en el que apareció, y  yo mirándonos fijamente a los ojos mientras él me transmitía todo un protocolo en el que me explicaba que venía en son de paz, que yo era libre de responder o no a las preguntas y de dar mi permiso a que estas se publicaran o utilizaran en sus trabajos de investigación. Así mismo me nombró gran cantidad de datos referentes a él y a su planeta. Comprendí que era un requisito burocrático para ponerse en contacto y no tener problemas legales posteriores. Veía difícil proteger ideas o imágenes pues a estas no les pasa como a las palabras que se pueden callar. Después de un rato cuando sentí que podía yo hablar le iba a preguntar si estaban muchos en la tierra y qué pretendían pero cómo las imágenes son desordenadas y creativas lo que me salió fue referente a su aspecto físico ¿Por qué se parecen tanto a nosotros y entre ellos? En mi familia hay mayores diferencias.

Me respondió que ese no era su aspecto real, me lo imaginaba, sino que era el traje de venir a la tierra. Me explicó que, igual que todos los astronautas o los submarinistas, ellos se parecen porque  utilizan el mismo traje. Han estudiado la fisonomía humana y han seleccionando las características standards que facilitan el contacto con los terrestres. Ficus, me comentó que en su planeta había más variedad que la que nosotros conocemos pues sus sentidos están más desarrollados y son capaces de percibir seres que escapan a nuestra visión. Su cuerpo no podría ser visto por nuestros ojos ya que igual que hay sonidos que nuestro oído no puede escuchar, pasa lo mismo con nuestro sentido de la vista. Muchos de los supuestos fenómenos paranormales son debidos a entes que están entre nosotros pero que no podemos ver.

Ficus me preguntó a mí que por qué  malgastábamos nuestras reservas naturales destruyendo nuestro futuro y manteniendo grandes desequilibrios en la población.  Mientras que  unos  acumulan tal riqueza que no pueden disfrutarla por muchos años que vivan, muchísimos más viven en la miseria mas absoluta y otros muchos sin tener cubiertas todas las necesidades básicas. Le hablé de los sistemas políticos, del FMI, de la manipulación, de las multinacionales, del poder en la sombra, de las financieras y de todo lo que se supone mantiene las estructuras del poder global.  Seguía sin  comprenderlo porque según él, si éramos una gran mayoría de personas las que queríamos vivir en paz y con reglas justas, bastaría que nos uniéramos un poco y apartáramos egoísmos, prejuicios e intolerancias para que pudiéramos beneficiarnos todos y construir un mundo mejor. Yo, me quedé en silencio y mientras se iba diluyendo en una nube él, que había recorrido muchos mundos, comentó “Cada grupo humano tiene los abusos que es capaz de aguantar”.

 Lola Carmona



 

EL TEDIO

Adela se sentía víctima del tedio, un vacío absoluto que había comenzado a invadirla esporádicamente desde la adolescencia, y que ahora formaba ya parte de su vida cotidiana.

La vida, la material al menos, le había sonreído en muchos aspectos, y transcurría rodeándola de objetos cuyo fin se suponía que era, precisamente, combatir el tedio: libros, películas, cuadros, música, etc, pero ninguno parecía cumplir, dentro del universo de Adela, la función para la que había sido creados.

Sus hijos, ya mayores, llenaban ocasionalmente su vida, pero su marcha parecía haber abeirto aún más las puertas al tedio.

Decidió un día, agobiada por si misma y su vacío existencial, intentar renovar su vida viajando, y optó, para empezar, por un crucero de casi un mes de duración.

El viaje transcurrió sin incidentes durante la primera semana, acompañada del mar y del tedio, dejaba Adela que transcurrieran las horas sin más ilusión que el mismo transcurso y final de las mismas.

Pero al octavo día, de una forma completamente inesperada, una avería en medio de una tormenta tropical desembocó en un naufragio. Adela, enfundada en un chaleco salvavidas, se vió arrastrada por el oleaje hasta una isla que era, en realidad, poco más que un islote, pero con lo esencial para sobrevivir: un diminuto cauce de agua dulce.

Además de un cortauñas, que pronto se trnsformó en un improvisado cuchillo, sólo pudo rescatar algunas latas de conserva y dos libros: una novela y un poemario.

Adela tenía la certeza de que, en no mucho tiempo, sería rescatada, pues por el tiempo transcurrido entre el naufragio y su llegada a la isla, ésta se encontraría, sin duda, en el area en que buscarían los equipos de rescate.

En los días siguientes al naufragio, tras explorar una y otra vez la diminuta isla, y construirse un improvisado refugio, se dió a la lectura como no lo había hecho en muchos años, llegando a releer una y otra vez los dos únicos libros a su alcance, y encontrando en cada lectura, para su sorpresa, algo que había pasado por alto en las anteriores.

Al cabo de unos días, por primera vez, recordó que había sido el tedio el que la había empujado a la aventura que la había arrastrado a esa isla, y no pudo evitar reirse, a carcajadas, de si misma.

Cuando al fin fue rescatada, Adela era, aparentemente, la misma persona, pero algo había cambiado en su interior, una sombra que se había despejado de su mirada y abandonado su vida, una sombra que ya nunca volvería: el tedio.

Cuando meses después comentó con su hija mayor la metamorfosis que había sufrido en aquella isla, y el peso que el tedio había significado, hasta entonces, en su vida, su hija, profesora de literatura y aficionada a los juegos de palabras, le respondió:

"Sí mamá, esa libertad y esa curiosidad vital que ahora tienes, es lo que la la isla te dio, pero te lo pudo dar porque antes eras prisionera del tedio".

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 



 

EL TEDIO

El tedio se nutre de la mezquindad del pensamiento cerrado a lo nuevo, que no es sino la expresión absoluta de la vida en todo su sorprendente esplendor. Contra el tedio no hay ejercicio mejor que la risa. Reírse de uno mismo es el tope, y, hacerlo ante los demás, la cima. Una cima desde la que todo se ve con la plenitud de colores que ofrece la lejanía.

Percibiendo esa riqueza nos embarga la generosidad que, como toda virtud o vicio, se almacena en el ego, y es el antídoto perfecto para la mezquindad que alimenta al tedio.

Nos pasamos la vida buscando diversiones y entretenimientos para distraer al tedio, buscando escapar de nosotros mismos, de ese tedio, que como cualquier otro sentimiento que nos embargue, no es sino lo que somos mientras lo sentimos. No queremos mirarlo de frente, por que no queremos enfrentarnos a lo que somos. Y es solo percibiendo en toda plenitud lo que somos en cada momento que nos liberamos de ello. Pero nuestro ego, ese constructo proyección de la memoria, se encarga de tenernos ocupados con sentimientos y emociones que nutren su identidad, ocultándonos la complejidad que conforma nuestro ser. No somos esta piel, estos órganos, aunque también, sino toda esa materia y vibraciones que los atraviesan y en ellos dejan su impronta.

La ciencia-ficción nos hace temblar con paranoias sobre revoluciones robóticas, nuestras propias creaciones pensando por sí mismas, pero permitimos que un constructo como el ego, nuestra identidad, se apodere de nosotros, de ese nosotros que es mucho más y que desaparece y reaparece a cada diezmillonésima de segundo. Y en la lucha por defender esa identidad nuestras armas son las emociones, esa distracción de lo que somos; cargadas con ideas, que producen a su vez reacciones emocionales que se instalan en el organismo, estableciendo bloqueos que, más tarde o más temprano, nos pasan factura.

Diego Pérez Sánchez



 

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DESPUÉS DE LA FERIA

DESPUÉS DE LA FERIA

Ramiro y Teresa se conocían desde niños y formaron, ya en la dolescencia, la pareja más aparentemente estable del pueblo, donde nadie dudaba que, antes o después, acabarían casándose.

Transcurrieron los años, y entre cotilleos y murmuraciones, la situación no parecía evolucionar, llegando ambos muy cerca de la treintena sin formalizar el matrimonio, ni de hecho, ni de derecho.

La razón de tal retraso era que, en contra de lo que suele ser habitual, en esa pareja, Ramiro era un fervoroso creyente practicante, mientras Teresa, a pesar de ser también creyente, se mostraba muy crítica con todo lo que tuviera que ver con la religión institucionalizada, y se negaba rotundamente a que la boda fuera bajo la sombra de la Iglesia.

Ramiro alegaba la presión de sus familiares, todos pertenecientes a la minoría más conservadora del pueblo, para justificar su petición de que la boda se celebrara por el rito religioso a la vez que por el civil.

Ella, por su parte, dando largas, le decía, cada vez que era requerida para fijar una fecha de boda: "Para después de feria . . . ".

La feria marcaba un antes y un después en todas las actividades del pueblo, y ambos lo sabían.

Así fueron pasando los años y, siendo ya los dos cincuentones, un día Ramiro perdió la paciencia y, por primera vez desde que se conocían, tuvieron una discusión.

Fuera de sí, Ramiro le gritó: "Creo que debemos separarnos", olvidando, tal vez, que no se habían casado todavía, o dando por hecho que eran, sin duda, una estable pareja de hecho, ya cerca, en realidad, de las bodas de plata.

Teresa le miró a los ojos, y con una media sonrisa pícara le contestó:

"¿Separarnos? Eso, guapetón, también para después de feria."

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

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EL RAYO DE LA CREACIÓN

EL RAYO DE LA CREACIÓN

Después de la feria todo el mundo se hacía la misma pregunta: ¿de donde habría salido aquella caseta? Aquel espacio inesperado entre las atracciones mecánicas y las casetas populares, aquella alta tapia de paneles y yedras decoradas, con luces verdes desde el suelo, en la que se recortaba, como en un dibujo de escuela, una pequeña puerta de en un extremo a modo de entrada y otra de salida al otro lado de parecidas dimensiones. Y no es que todos hubieran traspasado aquellas puertas, pero sí parecían haber oído las rarezas experimentadas en el interior de aquella extraña caseta.
Lo que allí dentro ocurría era para contarlo, pero muchos callaban, a falta de palabras o porque creían que estas sobraban. Mi novia y yo la visitamos con la curiosidad avivada por unos amigos que habían estado el día anterior. En la ventanilla, una señora de unos sesenta años, tiznada y chata, nos dio la ficha de entrada tras pagar cinco euros por barba y acto seguido se la dimos al gigante de la puerta, un tipo de edad indefinida cuya cabeza sobresalía más allá de tapia y cuyas manos inmensas daban la impresión de engullirse las tuyas al entregarle la fichita.
Nada más entrar tuvimos una extraña sensación. La música y el ruido ensordecedor de todo el recinto ferial, habían desaparecían como por arte de magia allí dentro. Vimos directamente un arco de medio punto, decorado todo con grandes hojas de yedra, y que poseía en la parte alta un cartel con grandes letras de molde: El Laberinto. Mi novia me dio la mano cuando vio asomarse desde dentro a un tipo bajito vestido de conejo, con un sombrero cordobés. Nos introdujimos en aquel supuesto laberinto y aquellas paredes empezaron a moverse. El suelo también se movía como una cinta trasportadora, obligándonos a caminar, primero varias vueltas completas en un sentido, luego en otro, asomando puertas distintas tras cada giro; de tal manera que acabamos no solo desorientados sino revueltos y mareados de tanto meneo.
Luego quedó abierta solo una puerta que nos llevó a una sala repleta de espejos, pero las imágenes que reflejaban y repetían aquellas lunas, nada tenía que ver con la realidad. Tu aspecto, miraras adonde miraras, era desconocido; sin embargo de la persona que tenías al lado, en este caso a mi novia, los espejos sí te ofrecían una imagen reconocible y familiar En ese momento, comenzaron a sonar las notas de la escala mayor y las vibraciones se mezclaron con voces de opereta que, a modo de salmodia, repetían incesantemente:

El rayo de la creación, nada es lo que parece, no existe pensamiento sin contradicción, idea sin paradoja, la mente humana no puede crear la mentira absoluta. ¡Ni en esta atracción de feria siquiera! El rayo de la creación… El rayo de la creación…

De pronto se apagaron las luces y la sala comenzó a girar. Esta vez fui yo quien buscó asidero, cogiendo a mi novia del brazo, antes de caer juntos al suelo que, por cierto, estaba acolchado, y donde sentimos la inmediatez de otras personas que antes no nos habíamos percatado de su presencia.
Una luna inmensa apareció proyectada encima de nuestras cabezas, parecía metálica, y su influjo era letárgico y magnético, sobre uno de sus cráteres achatados aparecía el número 96, como el número de leyes que gobierna en su denso mundo. Luego su imagen fue ocupada por la tierra, esfera azul, viva y generosa, con todos sus cuerpos físicos y sutiles orbitando en torno de su ser, y que era afectada por 48 leyes; de inmediato pudimos apreciar la aparición sobre la tierra de una delgada película en la que descollaban todos los tonos del arco iris, aunque predominaba el color verde; era La vida orgánica, receptor de las influencias cósmicas sobre la tierra, y alimentador energético de la Luna; por entre los vericuetos de aquel recipiente orgánico, se veían caminar hombres y mujeres, desnudos y perdidos, aunque con una capacidad innata para el desarrollo y la consciencia.
Sin saber cómo, ahora giraban sobre nuestras cabezas todos los planetas del sistema solar; uno tras otro los fuimos reconociendo, no como los astros pintados en el libro del cole, sino como una parte también de nuestros mismos. De igual manera apareció el Sol, con su dorada y melenuda cabeza de león, y entonces supimos que formábamos parte de él, que éramos, viéndonos en la medida de otra escala, simple polvo de uno de los electrones de aquel maravilloso y luminoso átomo. Más allá del sol aparecieron todos los soles y todas las galaxias que albergaban a todos los mundos… y conteniéndolo a todo por encima de los conceptos y del tiempo, el Absoluto, que era a la vez el El Todo del origen y la Nada del fin de los tiempos. Marcaba en su aureola el número 1 y brotaban de su centro, como hilos dorados, las tres primeras leyes de la creación.

El rayo de la creación, –volvieron a escucharse las voces y las escalas musicales–, nada es lo que parece, no existe pensamiento sin contradicción, idea sin paradoja, la mente humana no puede crear la mentira absoluta. ¡Ni en esta atracción de feria siquiera! El rayo de la creación… El rayo de la creación…

Luego se encendieron las luces eléctricas y todo el misterio desapareció, incluso se oía a través de los paneles el ruido amortiguado de la feria.
En el suelo nos encontramos sobre una veintena de personas. Nos mirábamos con tranquilidad, con ternura incluso; los unos a los otros nos ayudamos a levantarnos. Era como si después de aquel viaje nos reconociéramos como parte de una misma unidad y, en mi caso particular, desconocía por el momento hasta cuando me iba a durar aquella sensación íntima y reconfortante, similar al gozo, y que parecía sacar de mis entrañas un recuerdo profundo, que no sentía desde la más tierna infancia.
Antes de salir nos llevamos la última sorpresa, una joven maquillada como gitana nigromántica, nos hizo una oferta excepcional: la devolución del dinero o un pequeño librito con diagramas y dibujos, cuyo texto versaba, entre cortos conceptos y bellas parábolas, a cerca del lugar del hombre en el cosmos y del llamado rayo de creación, como esquema practico para interpretarlo.
Casi todos cogimos el libro. Aunque hubo alguien delante de mí que agarró el billete, sacudiéndose jactancioso los pantalones.

Franjamares, Tertulia Entrelíneas, Nerja, Málaga


 

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UNA MANCHA EN EL VESTIDO

UNA MANCHA EN EL VESTIDO

La feria del pueblo es de las pocas ocasiones que tengo de poder disfrutar y divertirme libremente y sin reparos por lo que para redondear las fiestas me gusta estrenar ropa.

El día grande de las  fiestas llegué con un grupo de amigas a la caseta que estaba a rebosar y dispuesta a conquistar al más atractivo que hubiera allí. Para ello contaba con ayuda de un vestido blanco precioso recién estrenado que me hacía sentir Cenicienta en la fiesta real. Buscando entre cuerpos, el ruido y la música, no  conseguía vislumbrar a nadie interesante pero tuve la mala suerte de que mi vecino Paco, el más pesado del barrio,  se cruzara con mi mirada mientras desentrañaba el espacio circundante. Cuando lo vieron llegar, mis amigas desaparecieron rápido ante la satisfacción de él que supuso que era para dejarnos el campo libre y no cayó en la cuenta que pudiera ser para no aguantarlo por baboso y pesado.

Mi situación era mala pero haciendo de tripas corazón decidí aguantar un poco hasta conseguir la excusa adecuada para desembarazarme de él.

 Mientras él daba su perorata aburrida yo elucubraba con una lluvia de ideas para conseguir posibles propuestas de escape honrosas. Un monólogo contestado con puntuales monosílabos fue la conversación que tuvimos durante media hora hasta que 

percibí la mirada de un extraño a mi espalda que me obligó a girar la cabeza de inmediato. Era muy  atractivo. Nuestros ojos se cruzaron y con ellos una sonrisa de complicidad. Él se encontraba en otro discordante monólogo con una mujer que no paraba de hablar sin importarle el  interés de su compañero por la conversación.

A partir de ese instante de miradas cruzadas, olvidamos a nuestro partenaire y entramos en una relación etérea, donde la fantasía completa los deseos e ilusiones insatisfechos.

Cuando más alto estaba en aquella nube de película, Paco llamó mi atención, yo me sobresalté y un giro inapropiado, un golpe en el brazo y copa de vino que cae sobre mi precioso vestido blanco. Y como si fuera granizo cayó del cielo todo el iluso mundo que me había prefabricado.

 El hombre que encajaba entre nosotros como una pieza de puzzle, ni  dignó a disculparse.

Me fui rauda a los servicios pero una cola enorme me hizo desistir que fuera lo más adecuado. Volví a la verbena y le comenté a Paco que me iba a casa a cambiarme. Ni me di cuenta que había conseguido, aunque de forma inapropiada, apartarme de él.

Se me olvidó también despedirme del príncipe fantástico pues ahora sólo había una cosa que hacer en mi vida. “Salvar al vestido de una mancha de vino”

La noche era oscura pues las luces estaban todas en la verbena y yo, andaba triste y cabizbaja ¿Y si no salía la mancha? ¡Qué desgracia más grande!

El regreso a casa fue también una vuelta a todo lo malo que me había ocurrido en mi vida o me podía ocurrir.

En cada paso, iba recordando todas y cada una de las situaciones que me sentí desamparada, victima del destino. En un disparador emocional surgieron: tristezas, abandonos, frustraciones y viejas amarguras enganchadas como lapas en rincones recónditos de mi ser.

 El victivismo  me daba vueltas embotando mi cabeza  ¿Por qué me pasaba tanta desgracia? ¿Por qué a mí? Todo era una confabulación del destino.

Después de la feria, cuando contemplaba la escena en la distancia, me sorprendía que una circunstancia tan nimia me hubiera hecho sentirme tan mal.

Quién me  iba a decir a mí que una simple mancha en el vestido fuera capaz de generarme aquella hecatombe emocional.

Después de meditar un rato, recordé que en circunstancias  muy duras reaccioné con mucha templanza y puede que hasta con frialdad y llegué a lo que puede ser la conclusión de esta historia.

El tamaño de la desgracia no es proporcional al hecho que la provoca sino a los sentimientos que desencadena. 

Lola Carmona


 


 

UNA MANCHA EN EL VESTIDO

 

Haruchika Noguchi fue un maestro japonés que vivió entre 1912 y 1976, creando el movimiento Seitai, que podríamos definir como un tipo de medicina o método de autocuración, meditación y autoconocimiento, que sus hijos siguen extendiendo por el mundo.


 

Entre las muchas anécdotas que se conocen de sus conferencias y ejercicios curativos, hay una que me han contado recientemente y que explica, a un tiempo, la raíz de toda enfermedad y el fondo mismo de la mente y la naturaleza humana: En una ocasión se presentó en la consulta de Noguchi una señora japonesa, de cierta edad y muy buena posición económica, enjoyada y vestida con un carísimo quimono de seda.


 

La mujer, de modales suaves y educados, se movía con mucha dificultad, pues padecía varias enfermedades, como artiritis, reuma y artrosis, que limitaban mucho su movilidad. Se sentó muy lentamente sobre el tatami, mediante un esfuerzo que, aparentemente, le provocaba grandes dolores.


 

En cierto momento de la consulta, mientras Noguchi escuchaba atentamente las explicaciones de la señora, al acercarse para observar de cerca el estado de las articulaciones de ésta, cayó accidentalmente sobre el magnífico quimono de ella la ceniza del cigarrillo que él estaba fumando.

Para sorpresa de ambos, la mujer se puso de pie de un salto, con una rapidez y agilidad propias de una juventud que ya no poseía, y sin la menor queja por el dolor, todo ello a fin de evitar que la ceniza pudiera quemar o manchar su quimono.

Ese hecho ratificó en la mente de Noguchi lo que ya intuía: que la mente influye poderosamente en las enfermedades del cuerpo, creándolas en muchas ocasiones, y que cuerpo y mente son un todo que nunca se debe disociar a la hora de emitir un diagnóstico e intentar ayudar y curar a un paciente.


 

Él mismo contaría, años después, y en diferentes conferencias que, desde aquel día, solía utilizar ese truco como método de diagnóstico para saber con certeza el deterioro real de un paciente y la naturaleza de su personalidad: dejar caer, ya no por accidente, un poco de ceniza sobre la ropa de éstos.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

UNA MANCHA EN EL VESTIDO


Estaba Andrés paseando una noche de primavera mascullando sus dudas existenciales y sin dar palo al agua, en su indecisión de como pasar esa noche, cuando se cruzó con una dama bellísima de cabello oscuro y de piel blanquísima. Un largo vestido blanco cubría su desnudez, si bien la primavera se presentaba cálida, no le pareció que fuera suficientemente abrigada. 
Nunca supo muy bien por qué su mano se deslizó al ala de su sombrero, a la vez que su boca espontáneamente le decía: 
- Buenas noches, señorita,¿ no siente frío usted? 
Ella se detuvo, aunque tardó bastante en reaccionar y contestarle: 
-No, no lo siento, en realidad estoy estupendamente. 
Una sonrisa apareció en su bonito rostro, que negaba la presencia de algo que enturbiara su vida. 
Sorprendido ya que la primera impresión que recibió de ella fue un gesto de preocupada concentración, se animó a decirle : 
-Quiere usted compartir un café conmigo? 
Ella lo pensó un breve instante y sonriendo le respondió: 
- Porque no, vamos. 
Él la cogió del brazo para ayudarla a cruzar la ancha avenida que los separaba de una cafetería,en la que luego comprobaron que la música buena era lo habitual y el café excelente. 
Las horas pasaron inexorablemente entre cafés, murmullos y risas a esas alturas de la noche, Andrés se dio cuenta, que en las pocas horas que habían compartido, se estaba enamorando de ella. 
De repente algo la sobresaltó y al dar un pequeño respingo volcó algo de café, que manchó la inmaculada falda de su vestido. Hizo un gesto de contrariedad y le dijo a Andrés: 
- Lo siento debo irme. 

Él como buen caballero de la época, no permitió que se fuera sola y se prestó a acompañarla en un taxi. 
Al subirse ella se dirigió al conductor diciéndole escuetamente: 
- Lléveme a Chacarita 
Al llegar bajó apresuradamente del coche mientras Andrés le decía: 
-Detente, espérame, no me has dicho tu nombre, ni donde vives, ¿puedo verte otra vez? 
Ella volviéndose lentamente le contestó: 
Mi nombre es Laura, Laura Canteros y sin más desapareció en la noche. 
Andrés, volvió a subir al coche y dándole sus señas al chófer se relajó esperando la llegada a su casa. 
Pasaron algunos días y Andrés no lograba sacarse a Laura de la cabeza,empezó a dar paseos por la zona en que ella se bajo del taxi, por el lugar del primer encuentro pero nada, no daba con ella. 
Un día decidió buscarla en el listín telefónico, después de todo su apellido no era tan común y si tenia teléfono, allí estaría, ya que eran pocos los aparatos que había en Buenos Aires, encontró cinco en total y fue llamando uno a uno, recibiendo siempre la misma respuesta: 
- Aquí no vive ninguna Laura. 

Fue al llegar al cuarto número de la guía, cuando después de varios pitidos una voz de hombre seria y poco amistosa respondió: 
- ¿Quién es? 
Andrés lo saludó primero, diciéndole a continuación, si estaba Laura en casa. 
El hombre después de un silencio lo espetó: 
- ¿Quien es usted? ¿por qué nos hace esto? 
Andrés, no entendía nada, balbuceó una disculpa e intentando hacerse comprender le explicó: 
- Mi nombre es Andrés, no quiero molestarlo ni perjudicarlo, solo quiero hablar con Laura, hace algunas noches compartimos un café y no me dió mas que su nombre, vive allí alguna Laura? 
La voz del hombre se oía cada vez mas descompuesta: 
- Energúmeno, borracho, quien le ha mandado a hacer esta broma de tan mal gusto. 
Andrés le respondió: 
Disculpe señor pero no lo entiendo y yo no lo he ofendido o eso creo. 
Nuevamente la voz tronó en el teléfono: 
Laura, nuestra Laura murió hace seis meses. 
Un silencio infinito se produjo en la linea telefónica, Andrés no sabía que decir y mucho menos que pensar, cuando recuperó el habla, se deshizo en disculpas, al punto de pedirle formalmente permiso para visitarlo y aclarar esta situación. 
Al día siguiente a las cinco en punto, estaba esperando en la puerta de una hermosa casona en Villa del Parque. Las manos le temblaban levemente acusando su nerviosismo, un hombre de mediana edad, aunque su cabello era totalmente blanco, le franqueó la entrada, haciéndolo pasar a un salón en el que había un controlado desorden. Tal como se representa una casa que no solo se habita, sino que se vive, 
Paseó por el salón mientras su anfitrión iba a buscar una taza de té para ofrecerle. De repente sus ojos se posaron en una fotografía que reposaba sobre la mes, desde ella una joven le sonreía. 
- ¡¡¡¡¡¡No puede ser, es Laura!!!!! 
No salia aún de su sorpresa cuando el hombre volvió con una bandeja, cuando vió el rostro de Andrés se sobresaltó, era solo una máscara blanca. 
- ¿Qué le sucede? ¿qué ocurre? ¿perdió el valor? ¿ya no quiere disculparse? 
Andrés solo balbuceaba frases ininteligibles y se echaba las manos a la cabeza. Parecía verdaderamente un poseso. El padre de Laura lo hizo sentar y beber algo de té. Poco a poco Andrés logró contarle su loca noche con Laura, tal como la vivió. Ahora era el rostro del hombre el que se había tornado ceniciento. 
Al día siguiente, ambos se dirigieron al cementerio de Chacarita, el buen hombre con todo su dolor hizo exhumar el cadáver de su h¡ija. Al quedar al descubierto, todo estaba perfectamente en orden, su mayestática belleza permanecia incólume, su vestido blanco como la nieve, intacto, algo sin embargo les llamo la atención, su falda llevaba impresa una mancha de café. 
Alicia Gaona 

 

 

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QUIÉN ME LO IBA A DECIR

QUIÉN ME LO IBA A DECIR A MÍ. . .


Nací en la única cultura occidental que se denomina a si misma oriental, y acabé compartiendo mi vida con la más oriental de las culturas orientales, hablo de Uruguay y Japón, quién me lo iba a decir . . .


 

Nunca fuí más libre que en la infancia, como todos, pero en esa época de plena libertad no tenía, ni siquiera, conciencia de la misma. El resto de la vida no es más que añorar el paraíso perdido, quién me lo iba a decir . . .


 

Crecí como hijo de emigrantes y me tocó ver, al cabo de los años, emigrar a los mismos que en su momento menospreciaban a los emigrantes, quién me lo iba a decir . . .


 

Cuando era joven, como todos los jóvenes, creía entender todo y, por supuesto, al ser humano, y ahora, con la experiencia de la edad, cada vez tengo la impresión de comprenderlo menos, quién me lo iba a decir . . .


 

Sólo me sentí católico y miembro de la Iglesia, durante algo más de un año, pero ahora, al cabo del tiempo, tengo la certeza de que nunca estuve más lejos de Dios que en esa época, quién me lo iba a decir . . .


 

Me preparé para ser padre e intenté ser el mejor maestro y guía posible. La vida me entregó, a cambio, las mejores lecciones, siendo al mismo tiempo que maestro, alumno de mis hijos, quién me lo iba a decir . . .


 

Conocí y amé a varias mujeres, pero con la que fui más generoso, pues le tendí una mano a pesar de que ni me atraía físicamente, ni apenas como persona, fue de la que no recibí más que ingratitud e insultos, quién me lo iba a decir . . .


 

Creí a lo largo de la vida en el bien y el mal, cautivo del pensamiento dual, para acabar aprendiendo que estamos inmersos en un universo paradójico, que las flores más bellas brotan del estiércol y los mayores placeres pueden venir de la mano de los peores dolores, quién me lo iba a decir . . .


 

Cuando era joven tentaba al peligo y a la muerte, no sabía apreciar el inmenso valor de la vida, ni la propia, ni la ajena, pero ahora, en el penúltimo peldaño, cada instante es un regalo, y el temor a la muerte se ha convertido en una espera sin prisas, sin temor y sin dudas, quién me lo iba a decir . . .

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

¿QUIÉN ME LO IBA A DECIR A MÍ? – EL TEDIO 

La plaza sigue igual que entonces, los mismos árboles.  Por unos momentos he tenido la vaga sensación de que el tiempo se había detenido, pero eso es imposible. ¿Quién me lo iba a decir a mi ¿Después de tantos años recorrer de nuevo estos caminos, estas calles.

Sin embargo no siento una emoción tan intensa como la que esperaba. Siempre esperamos más de todo, nos pasa igual con la vida. Siento emoción, pero como la que pueda uno sentir viendo una película en la que los personajes nos son totalmente ajenos. Así me siento, ajeno a este lugar, aunque reconozca cada rincón. Aunque todavía me parezca bajar la pendiente de esta calle corriendo, casi volando, con las alas de los seis años que luego se caen como los dientes de leche.

Allí en aquella explanada en al que ahora se levantan bastos edificios, se ponía cada verano la feria. Norias, tómbolas y demás artilugios mecánicos tronaban en las tardes y noches del verano, mezclando unos sonidos con otros y convirtiendo su estruendo en un galimatías ensordecedor. Entre ese ruido, mis amigos y yo mismo nos sentíamos embelesados,

Víctimas de un encantamiento. Nuestros ojos se abrían como platos ante cada atracción. La vida era diferente la semana de feria, se llenaba de colores.

Aquel verano debíamos rondar los 11 años ya. Conocimos a unos feriantes que cada año montaban una tómbola con peluches de todos los tamaños. La pareja de feriantes tenía una niñita de unos 9 años, muy delgada, con los ojos muy saltones y un deje de tristeza en esos ojos  que sobrepasaban su pequeña carita. Al parecer la niña era de poco comer, y de poco reír porque siempre estaba muy seria. Como rondábamos todos una edad parecida nos hicimos amigos de Cleo , que así la llamaban sus progenitores. Más tarde nos enteramos de que Cleo era diminutivo de Cleopatra, personaje  faraónico que le encantaba a la madre de la pequeña y que a nosotros nos sonaba a película de esas de Holywood con muchos extras.

El padre de Cleo era un hombre de rasgos duros, definidos, muy moreno y con los ojos muy oscuros también. A diferencia de su hija se ve que gustaba bastante de las delicias del buen comer porque estaba grueso, en exceso. Una tripa redonda parecía querer contradecir las leyes de la gravedad y luchaba contra su propio peso en un vano intento de permanecer erguida. Esa curva de la felicidad tan prominente acentuaba aún más el aspecto desaliñado y algo torpe del padre de Cleo. A veces engullía unos enormes bocadillos de chorizo que le preparaba su mujer y que desparecían engullidos vorazmente a dentelladas rápidas y ansiosas, como si el manjar en cuestión tuviera piernas y pretendiera salir corriendo. Esa desmesura en gestos y rasgos contrasta vivamente con la madre de la niña, que sin llegar a ser delgada mantenía garbo en su aspecto, pulcro y cuidado, y que acompañaba con sus gestos que eran siempre también dulces y tranquilos. Todos los chicos ese verano llegamos a sentir algo de devoción por aquella mujer , que nos miraba siempre de manera simpática e indulgente, como si compartiera con nosotros una complicidad tácita, como si el tiempo no hubiera podido arrebatarle del todo esa parte de su ser que aún permanecía en la infancia. Y eso nos encantaba a todos. Además a escondidas de su protuberante esposo nos regalaba algún juguete que ya no servía para regalar en la tómbola, estropeado incluso antes de que ningún niño pudiese disfrutar de él.

Aquel verano pasó rápido, demasiado par mi gusto, engullido en parte por un viento molesto y caluroso que asolaba algunos estíos el pueblo.

Abruptamente, casi con la misma brusquedad que había aparecido, el verano y sus largas tardes de calor y de hastío, tocaba a su fin. La feria también se marchaba, y donde antes se levantaban columpios y casetas y puestos de toda índole, ahora sólo quedaban papales rotos, restos de comidas esparcidas por los rincones, y la desolación que casi siempre es posterior al bullicio.

Pero antes de que el verano tocara a su fin, de que las tardes empezaran a ser de nuevo fugaces, unos días a antes algo sucedió aquel año en la feria.

Los chicos cada día bajábamos al recinto ferial a media tarde, de tal manera que muchos de los feriantes aún no habían ni tan siquiera abierto sus atracciones.

A esa hora reinaba una cierta tranquilidad en el barullo de luces y sonidos.

Sorprendimos a la madre de Cleo hablando con un desconocido. Al parecer debían conocerse porque intercambiaban miradas y gestos de especial simpatía. Nos acercamos sigilosamente por detrás por si podíamos escuchar lo que él le decía porque ella le escuchaba ensimismada. Con el temor y la excitación de ser descubiertos pegamos la oreja todo lo que pudimos y escuchamos algo que en un principio no entendimos pero que mas tarde cobraría sentido para nosotros.

_ Pues sí querida-le contaba el galán _Cleopatra era una antigua faraona egipcia, cuyos encantos hicieron sucumbir al mismo Julio Cesar y y al general y político Marco Antonio, cuyos amoríos han hecho correr ríos de tinta. Y es que la historia de la humanidad -Continuaba diciéndolo  el galán con voz melosa-_está escrita en realidad con la tinta de la pasiones humanas, sobre todo las amorosas, porque la unión de un hombre y una mujer es el origen de la vida humana. En cada unión de dos seres, rememoramos el misterio de la vida y lo hacemos nuestro, la mayor parte de las veces sin ni siquiera darnos cuenta.

La madre de Cleo parecía que hacía esfuerzos por no caer desmayada, sin duda aquel galán la tenía más que impresionada. Y algo debió de pasar aquella noche porque al día siguiente cuando volvimos a la feria supimos que la madre de Cleo se había marchado sin dejar rastro ni pistas sobre su paradero, aunque se había llevado consigo a su pequeña Cleopatra.

Mas tarde supimos que el gordinflón la engañaba con todas las mujeres fáciles que se le ponían a tiro. En realidad nunca llegamos a tener la certeza de que madre e hija se fugaran con el galán.  A lo mejor simplemente fue la posibilidad de cambiar de vida lo que ella vislumbró aquella noche. El caso es que era el final de la feria. Todos empezaron a desmontar y a amontonar cachivaches. A nosotros nos quedó en el aire una despedida que nunca se produjo.

A menudo he recordado a la madre de Cleo , en mis recuerdos la veo vestida de diosa egipcia, con los ojos pintados de negro y una gruesa capa de rimel acentuando el color a almendra de sus ojos. Unos ojos profundos y misteriosos.

Vinieron otros veranos y otras ferias pero no iguales a aquella, con largas e interminables tardes, en las que las moscas zumbaban a nuestros oídos y un viento perpetuo y molesto prolongaba el tedio y lo hacía revolotear a nuestro alrededor como vilanos enloquecidos.


Begoña Joya Ramírez



 

LOS RICOS, ENTRE EL TODO Y LA NADA,

 

LOS POBRES, ACARICIANDO EL VACÍO,

 

Y TODOS, AL BORDE DEL ABISMO,

 

Juan Pérez de Siles



 

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EL TODO Y LA NADA

EL TODO Y LA NADA

Si te digo que el todo y la nada son lo mismo, y que sólo tu mente, dual y dicotómica por naturaleza, necesita concebirlo de otra manera, posiblemente me dirás: No puedo creerlo.

Tratándose de humanos, contra la fe, del tipo que sea, la lucha y el debate son siempre en vano, porque la fe es una necesidad, y quien la necesita la siente imprescindible.

Por eso, a cualquier humano le puedes hablar de todo, y comprenderá o creerá comprenderlo todo, pero será su único y exclusivo todo, que posiblemente tenga muy poco que ver con el todo de cada uno de sus semejantes.

Por eso, todos hablamos de todo, pero apenas sabemos dialogar.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

EL TODO Y LA NADA

 

No pidas nada, y te encontrarás en tu camino muchas personas que quieran darte todo.

Pide todo y conseguirás, en el mejor de los casos, cuanto el azar te depare.

Exige todo, creyendo que tus deseos han de estar por encima de los de otros, y no conseguirás nada o, peor aún, obtendrás los despojos de una guerra.

Aprende a renunciar a exigir, a pedir incluso, a disfrutar de cuanto el destino pone en tu camino y tendrás siempre, aunque te queden un par de días de vida, tantas cosas valiosas, que no podrás disfrutar de todas ellas, y conocerás un inesperado placer: el de regalar sin esperar, sinceramente, nada a cambio.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

EL TODO Y LA NADA

 

Todo y nada es lo mismo, somos nosotros quienes naufragamos en la paradoja al no comprenderlo.

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


EL TODO Y LA NADA -AL BORDE DEL ABISMO

 Susana intenta en vano divertirse en esas fiestas absurdas en las que todo el mundo bebe hasta perder la razón y adormece sus sentidos con todas las drogas posibles. Se siente al borde del abismo, aunque por momentos su ánimo se llena de energía.¿Por qué sentir tristeza con tantos motivos para la alegría? Es cierto que cada vez entiende menos a sus semejantes, individuos todos de la misma especie, tan iguales y tan diferentes. Y no sólo por el color de la piel o las lenguas, sino por las formas y maneras de encarar la existencia .Le sorprende por igual la generosidad humana y el egoísmo, el altruismo y el interés, y todo ese juego de opuestos que convierten la vida en algo inexplicable por paradójico y contradictorio. Desde hace algún tiempo, leyendo libros de aquí y allá,  ha encontrado coincidencias reconfortantes para su ánimo porque se refleja en el pensamiento de otros y eso hace que su angustia no la sienta como única y solitaria. Siente con razón que esas preguntas que ella lleva tiempo intentando responder ya otros las intentaron resolver a través de su pensamiento. Por eso cada vez está más convencida de que los caminos aunque puedan ser comunes son también únicos y personales .Está en un momento que ella siente como crítico, necesita cambios pero no sabe qué dirección tomar. Hace un par de meses conoció, en una fiesta como en la que ahora se encuentra, a Raúl .Se llevan bien y se entienden aún mejor en la cama. Pero Susana quiere acariciar al menos eso que llamamos felicidad y no la siente. Si al menos nos explicaran cómo es esa sensación tal vez podríamos identificarla. ¿Será un estado de tranquilidad o por el contrario de total euforia?

Con Raúl no comparte estas inquietudes, tiene  miedo de que piense que es una neurótica compulsiva. A veces cambiaría un rato de sexo por unos momentos de charla con él. Al fin y al cabo comparten intimidades mucho más profundas. Si la comunicación fuese telepática nos evitaríamos el tener que explicar continuamente las cosas buscando palabras que a ves no encontramos.

A decir verdad conocerle ha sido muy importante para ella, aunque no quiere acabar como su madre convertida en una esclava de las exigencias de su padre. En su casa se suele sentir mal, asfixiada y por eso casi siempre anda por el barrio, de aquí para allá. Por esas calles el viento aúlla a veces como un niño abandonado. Y Susana se estremece ante el poder de la naturaleza que presiente poderosa.

En ocasiones busca un rincón apartado y cierra los ojos y trata de imaginar cómo debe ser dejar de existir.

Ese todo o nada de la existencia  le provoca una especie de vértigo, algo así como un leve trastorno que se traduce en una sensación de vacío interior. La estrecha franja que divide la vida de la muerte. De repente todo ese trasiego de idas y venidas, de parabienes y males, de derrotas y victorias, de triunfos o fracasos, se le antoja algo absurdo, sin sentido, como el propio carrusel de la vida en el que dejas de estar de repente, en el apareces y desapareces como el conejo dentro de la chistera del mago.

Y contigo el orgullo, la vanidad, el egoísmo, las posesiones, el amor, si es que en algún momento rozó tu vida.

Por eso siempre se ha preguntado ¿Cuáles son las razones para vivir? Y si es que ha de haber alguna razón, como si la vida por si misma no fuese ya suficiente razón.

 

 Begoña Joya Ramírez

 


 

EL TODO Y LA NADA

¿Sabes que la Nada creó el Todo al que llamamos Universo, y que nuestros mejores telescopios ni se acercan todavía a comprender, o ver siquiera, la Nada que creó el Todo, que creó la forma de vida que creó ese telescopio?

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

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ACARICIANDO EL VACÍO

ACARICIANDO EL VACÍO

 

Cuando acariciamos a alguien, creemos acariciar sólo esa piel, ese calor o frío, ese sudor o esa tersura, pero todas esas sensaciones no son nada, no son más que ilusión.

Si acariciamos de verdad, esa caricia no abarca sólo a la piel y persona acariciada, sino a todas las pieles, todos los universos con los que se manifiesta la vida a través de nosotros.

Porque si acariciamos sólo una piel, acariciamos lo temporal, lo efímero, pero somos, y no podemos evitarlo, mortales con sueños inmortales, y necesitamos, por tanto, buscar constantemente lo eterno desde nuestra limitada temporalidad.

Cuando acariciemos, aprendamos a hacerlo con gratitud, disfrutando ese instante que no volverá, inmunizándonos contra el ansia y el rencor por la inevitable condena al no retorno.

Sólo así, acariciando el vacío que nos lleva a todo, todo, aunque sea por un instante, tendrá sentido.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

ACARICIANDO EL VACÍO

El ser humano se mueve, de manera reflexiva o no, impulsado por emociones. Sus emociones son reacciones neuronales a estímulos sensoriales. Las reacciones emocionales, tras su interpretación cognitiva, se almacenan en forma de ideas en la memoria. Ante un estimulo sensorial similar, el cerebro se confirma en su idea y la emoción se repite.

Cuando un grupo de individuos con interpretaciones emocionales similares buscan refugiarse del trastorno que estas les producen, forman un grupo ideológico. Esto se hace en contraposición a otro u otros grupos que comparten diferentes emociones ante los mismos estímulos. Ninguna de estas ideologías puede comprender el amor, pues este carece de exclusividad, de hecho no es una emoción y puede hacernos actuar contra toda ideología, superando nuestras propias emociones, e ir incluso contra nuestros propios intereses vitales. Parece estar por encima del individuo e incluso de la especie y lo que llamamos vida.

La razón, como la emoción, la idea o la ideología, los sentimientos, eligen y excluyen. No pueden ser, por tanto, solución al problema relacional humano.

El Amor, por el contrario, no tiene contrario.

Al ser humano le queda el Amor. Con amor cambiaría todo y se cambiaría a sí mismo hasta ser eso que todos intuimos como verdaderamente “humano”.

Pero nos falta la fe, esa sublime iluminación magnética que vislumbramos intuitivamente en ocasiones subliminales, rápidamente reprimida por la razón, es decir, por nuestro sistema ideológico asumido.

Y seguimos combatiendo, luchando por imponer nuestra ideología, esa que parece apaciguar nuestras emociones incontroladas, y que no hace sino alimentarlas, acercándonos a nuestros semejantes ideológicos, buscando refugio en la solidaridad del grupo, consuelo en el autoengaño social sistemático.


 

Y queremos cambiar el mundo, es decir, cambiar a los demás convirtiéndolos a nuestro credo que, por supuesto, es el más razonable. Y nos emocionamos tanto en su defensa que defendemos con agresiva violencia su sistema represivo del resto de credos. Asimismo, reproducimos en nuestras relaciones sociales nuestro juego cerebral exclusivo y represivo: el Sistema. Necesitamos la seguridad del pensamiento único, cierto y verdadero, cuanto menos “el mejor”, para evitar el doloroso sentimiento que produce el miedo a estar equivocados y el continuo cuestionamiento.

Reaccionamos así a las situaciones siempre nuevas con respuestas siempre antiguas y condicionadas. Y no damos pie con bola.

De vez en cuando, y siempre a través de traumáticos sufrimientos, derrocamos una ideología fuertemente asentada, mental y socialmente, y la sustituimos por otra aún más razonable, más sistematizada…más difícil de superar en la siguiente revolución.


 

Diego Pérez Sánchez


 



 

ACARICIANDO EL VACÍO

Me llamo Gustavo, me llamo Gustavo, lo repito una y otra vez como un niño que cumple un castigo. ¿Quién soy? Ellos me han dicho que me llamo Gustavo, pero igual me podrían decir que soy Juan, Antonio, Luis o Perico el de los palotes.

Porque yo no sé quién soy, no me conozco, no conozco a los que me rodean que dicen ser mi familia. Ellos me hablan, me cuentan retazos de mi vida, pero yo no recuerdo. Los miro y no siento nada por ellos. No hay anhelos en mi alma, ni sentimientos en mi corazón ni recuerdos en mi mente. Solo un vacio un vacio  inmenso, un vacio infinito. Una señora que dice ser mi madre, me habla con dulzura, me acaricia, me muestra fotos y más fotos que no me dicen nada, toda mi vida está plasmada en fotos, y dentro de mí la nada. ¿Quién soy? Vuelvo a preguntarme. ¿A quien quería? ¿A quién odiaba? ¿Qué recuerdos tenia? Las vivencias de todos estos años se han evaporado como unas gotas de saliva en una plancha. Pero sé que su esencia sigue en mi subconsciente, en mi interior el todo y la nada mantienen una lucha feroz por el poder.

Mientras, el vacio que habita en mi, se va llenando, pero no con vivencias y recuerdos anteriores. Todo mi ser se inunda día a día de amargura angustia y miedo. Episodios de pánico se apoderan de mi, la ansiedad los vértigos y los sudores, cada vez se repiten con más frecuencia, leo el sufrimiento y la preocupación en la cara de estos extraños que dicen ser mi familia.

No puedo más, tengo que hacer algo, y subo lentamente las escaleras hacia la terraza, el aire fresco me sentara bien. Me paseo entre los depósitos de agua y las placas solares, el suelo de terrazo está cubierto de polvo, nadie sube aquí, los pisos tienen cada uno sus terracitas particulares.

Me asomo ¡Qué lejos queda el asfalto! Subo a la cornisa me siento y dejo los pies colgando hacia fuera. Allí al borde del abismo, siento paz, me inclino y acariciando el vacio  vuelo…vuelo por fin libre.

Recobro el conocimiento, estoy en la cama de un hospital, oigo a alguien decir, se ha salvado de milagro. Los toldos  de las terrazas han frenado su caída, pero su estado es crítico.  Mi madre está a mi lado, me dice que caí desde la terraza, pero no…no ha sido un  fatal accidente, regresábamos a casa, íbamos cantando, otro coche se nos echo encima. Laura…Laura ¿Dónde está Laura, donde están los niños. ¡No…Dios mío, no…no! Unas manos me sujetan fuertemente noto un pinchazo y lentamente me hundo en la nada.

MARÍA BUENO


 

ACARICIANDO EL VACÍO

Por razones que no vienen al caso he oído bastante sobre la llegada del Papa a nuestro país. Esto no tiene nada de extraordinario, ya que es habitual en el medio periodístico que se de mas importancia a la visita de cualquier mandatario de estado que tenga a bien visitarnos, que al día a día de los españoles de a pie.
Para intentar centrarme en lo que me sorprendió y no irme por las ramas, esto lo he oído en un canal madrileño que esta dedicando las mayor parte de su programación a este evento. Esto tampoco debería llamarme la atención, aunque sinceramente me gustaría muchísimo saber quienes son sus dueños, sean estos capitales anónimos o personales. 
Otra vez por las ramas.....en fin he oído una sarta de sandeces tan grande que me he quedado anonadada. Alabar a "esos jóvenes" que están allí solo sirviendo y orando, decir que ellos son nuestra esperanza de futuro.........no pude más,  a pesar de mantener mi boca cerrada, no pude cerrar mi mente y esta se desbocó en epítetos de todos los colores, hasta que recapacitando me di cuenta que estoy indignada. 
Sí, debo reconocer que lo estoy. Y en un examen de conciencia tal y como nos enseñaron en la niñez, solo consigo confirmar que una vez más he sido estafada. 
Si como me enseñaron la fé es un don que se nos otorga, a mí, no me lo dieron.
Si nuestro futuro está asegurado por jóvenes que se arrodillan frente a un crucifijo ¿ que pasa con los otros? No miremos con adoración a los jóvenes asistentes a este congreso, miramos a los que no vinieron. A los que día a día trabajan desde niños para aliviar las miserias de sus familias. A los que mueren tempranamente en guerras fratricidas. A los que no pudieron pagarse el pasaje a España y a aquellos que aún recibiéndolo regalado no podían permitirse el lujo de abandonar sus miserias algunos días. 
No estoy en contra de religión alguna y a la vez cuando me pongo a pensar en el mundo que me toco vivir y en el que vivo, estoy en contra de todas. Si de todas y de todos, porque ponen un dogma sobre el bienestar del ser humano, porque nos hablan de milagros ocurridos hace miles de años, pero sin ninguna constancia de veracidad y sin ningún milagro actual. Si hoy hubiese milagros tendríamos los oídos y los ojos machacados por la publicidad que se les daría. Pero en lugar de eso a lo largo de mi vida he visto: muerte, destrucción, injusticia, enfermedades, pobreza..............ante la indiferencia de quienes podrían cambiar esta realidad. 
Ya nadie multiplica el pan y los peces, ya nadie convierte el agua en vino  y nuestros hermanos mueren día a día. 
Por eso a fuerza de andar demasiado, me quede sola, sí, sola y vacía y hoy le pido a cualquier dios que sea "el verdadero" que se muestre acariciando el vacío. El mío interior. El de las barrigas hambrientas, el de los cerebros vacíos de nuestros dirigentes, sí, una caricia que ponga ideas en el vacío, ternura en el vacío, comprensión y empatía en el vacío. 
Pero ese día no llega, no se manifiesta, en su lugar algún representante de una religión ortodoxa más, se permite intentar adoctrinarnos y yo, no solo me resisto sino que sigo divagando y pensando...........¿ cuántos seres humanos hubieran subsistido solo con los gastos de restauración de la Capilla Sixtina?  y sí, creo entenderlos, son pinturas maravillosas, Patrimonio de la Humanidad. ¿ Pero de que humanidad me hablan? ¿ Es que no son humanos los que perecen día  a día sin que nos inmutemos?
Aún así, no creáis que soy atea, soy una persona creyente y religiosa, solo que me permito seguir buscando la verdad y no mi verdad, como "estas gentes" sino una verdad universal, que dé a cada niño una familia, educación, salud y desarrollo.
Ya que estamos caminando al borde del abismo social, algún día todos estos sucesos terminaran haciendo explotar el mundo y espero que los que sobrevivan no publiquen en algún periódico: "hordas asesinas asaltaron........" 
No las hordas se cansaron de morir día a día para alimentar la ambición y el poder de los ricos.
Esto se mantiene en movimiento como una ola y todos los seres humanos que ocupan los lugares mas desfavorecidos ya sean del primer o tercer mundo, están despertando y dándose cuenta que se merecen algo más y que den ayudar a terminar esta situación con su propia colaboración. 
Por eso no me ofrezcan figuritas de terracota, no quiero ídolos, ni quiero representantes estereotipados, si hay un dios, si debo creer, si debo aceptar sin ver o palpar como Santo Tomás, regálenme el don de  la fé, de lo contrario seguiré picoteando aquí y allí, formando mi propia fé y en ella les aseguro no existirán los mártires. 

Alicia Gaona


 


 

ACARICIANDO EL VACÍO: TRIODOS

A veces nos empeñamos en buscar el todo y sólo encontramos la nada.

Otras veces, por el contrario, sin buscar nada, lo encontramos todo. Suele ser cuando acariciamos el vacío.

Nos interrogamos, tan constante como inútilmente, sobre la extraña y para nosotros incomprensible ley que rige ese azaroso reparto de paradojas.

Al final comprendemos, resignados o asustados, que todo acontece siempre al borde del abismo.


Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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AL BORDE DEL ABISMO

AL BORDE DEL ABISMO


"Me encuentro al borde del abismo."

"¿Y cuándo no?" "¿Aún no te has dado cuenta que vivir es sólo eso, estar constantemente al borde del abismo?"

"Pero da vértigo, y miedo . . ."

"Por eso hemos inventado el autoengaño, las filosofías y hasta el chismorreo, para hacer soportable ese miedo extenuante."

"Sigo estando al borde del abismo . . ."

"De acuerdo, salta entonces, siempre será un cambio, puede ser un salto positivo, que tu vida dé un giro que ni imaginas, o desaparecer como consecuencia de la caída, pero el cambio está garantizado . . . "

"Pero sigo estando al borde del abismo . . ."

"¿Saltamos?"

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

AL BORDE DEL ABISMO

Los objetos hechos o poseídos por humanos, a veces, no valen nada pero, por estar cargados de recuerdos, son todo para quien los posee.

Las ideas humanas no vuelan, apenas planean acariciando el vacío.

Y los humanos viven, víctimas de su complejo de dioses, siempre al borde del abismo que tanto desconocen y tanto temen.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

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A CENICIENTA SE LE VA A CAER LA ROPA

A CENICIENTA SE LE VA A CAER LA ROPA

 

Un sector del Sindicato de Cuentos y Cuentistas hacía tiempo que estaba revuelto: Mientras los más veteranos, como las Fábulas de Esopo, se creían, y lo eran, imprescindibles en la memoria colectiva de los humanos, y no temían por ello pasar de moda, los cuentos infantiles de los tres últimos siglos se sabían caducos y fuera de lugar, pues las últimas generaciones ya no se podían tomar en serio historias de príncipes, princesas, reyes y ogros, demasiado fantasiosas para los primeros niños criados al abrigo de computadoras y demás artefactos electrónicos.

Decidieron, pues, modernizarse, y dejar para mitómanos y organizaciones religiosas caducas, la costumbre de mantener como ciertas historias inverosímiles y de falsa naturaleza moralizante.

Mientras las fábulas miraban por encima del hombro, perdón, de las páginas, a las estresadas y ñoñas historias, éstas dejaban su imaginación al viento con la sincera intención de renovarse, aunque la falta de costumbre dió lugar, como suele ocurrir, a ideas y soluciones cuanto menos esperpénticas, aunque innegablemente innovadoras. He aquí algunas de ellas:


 

Caperucita Roja decidió seguir con su caperuza, pero siendo ésta una capucha de chandal, a la que añadió un pañuelo que le cubría la cara, y se mezcló con los encolerizados adolescentes que arrasaban las calles de Londres y otras ciudades inglesas. Varias grabaciones mostraron a la hiperactiva niña quemando y saqueando comercios, llegando a estar la primera en la lista de más buscados de Scotland Yard. Aún hoy sigue en paradero desconocido.


 

La Sirenita, siempre tan viajera y ecologista ella, había rondado imprudentemente por las aguas cercanas a Fukushima, y regresó a su querida Copenague tal y como había partido, siendo una sirena, sólo que esta vez tenía forma de un ruidoso artefacto, con aleta incorporada, que aturdía con su constante mensaje de peligro, intentando en vano recordar a los incautos humanos el peligro que para ellos mismos, y el resto del planeta, suponía su poca conciencia ecológica.


 

El Gato con Botas, haciendo uso de su sobrada imaginación, afirmó sin dudarlo: desde hoy seré El Perroflauta con Alpargatas, y ya tengo localizado a un grupo de campistas humanos rebeldes en el que seguro que seré bien acogido. Me caen bien y creo que les echaré una mano en su proyecto, como ya hice antes con el que fue mi amo en mi anterior vida felina.


 

La Bella Durmiente pasó a ser, tras mucho meditarlo, La Ojerosa Insomne, convencida de que pronto tendría por fieles seguidores a los millones de personas que recurren a los somníferos cada noche para poder conciliar el sueño. Quiso añadir a su recién estrenada farmacopea el Prozac, pero la renovada Caperucita, la miró con una sonrisa burlona y le dijo: "Eso ya no se lleva, tía, que no te enteras . . . "


 

Blancanieves y los Siete Enanitos tuvieron que reciclarse sólo en parte, pues su nombre seguía pareciendo actual entre los jóvenes, y no tan jóvenes, consumidores de la blanca nieve que empolvaba sus narices.

La convivencia de la chica con los siete hombrecillos pasó a ser una reivindicativa actitud feminista, mostrando el caso de poliandria como un ejemplo de liberación de la joven. Desde entonces empezaron a circular decenas de leyendas urbanas sobre lo descontrolado de las fiestas de la banda y pareja múltiple, y se llegó a decir que en uno de esos fiestorros se le fue la mano a Amy, la Winehouse, y que por eso acabó como acabó . . .


 

Así fueron uno a uno reciclándose y modernizándose los diferentes cuentos y sus protagonistas, con mayor o mejor fortuna, con nombres más o menos imaginativos, y resultados a veces inesperados.


 

Le llegó finalmente el turno a Cenicienta quien, en un gesto de duda, le dijo a su príncipe que eligiera él primero el personaje actualizado que quería ser.

El Gato con Botas, ya Perroflauta con Alpargatas, observaba divertido la escena, pues conocía la naturaleza oculta del príncipe, compañero de más de una juerga nocturna en la que ambos habían acabado aullando y maullando a la luna.

El pícaro animalillo, haciendo uso de su ironía natural, afirmó, cuando vió aparecer a lo lejos al nuevo príncipe, con su aspecto rockero, su cazadora de cuero negro, y montado en una moto aún más negra: "Hoy, a la mojigata Cenicienta, se le va a caer la ropa . . ."


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

A CENICIENTA SE LE VA A CAER LA ROPA


Leonor lucía sus mejores galas en las fiestas del barrio o peñas culturales por las que transitaba; y allí era donde sacaba pecho y lo mejor de sí misma, repartiendo sonrisas y parabienes con entusiasmo, yendo y viniendo con dosis evanescentes por el ambiente variopinto, variando el repertorio según la dirección del viento. 
En las tardes veraniegas del lento agosto salía con la fresca a los campos más cercanos a oxigenarse, distraerse y aliviar los turbios humores o perfidias, si las hubiere, pues pese a todo ostentaba en la familia la etiqueta de cenicienta y la duda de que la hada madrina le favoreciese, porfiando con unos y otros sobre quién resultaría ser más fuerte a la hora de la verdad, empecinada en sus silogismos tan sutiles, o quién atesoraba una mayor contundencia viril u hormonal. Las cosas se iban sucediendo en un continuo fluir de engranajes y desvaídas cataratas, destilando llamativos modales mediante una idiosincrasia muy propia, que doblegaba al más pintado o rebelde. 
El teatro no le era ajeno, hasta el punto de haber colaborado en breves apariciones o cameos, como acontece con insignes personajes del mundo artístico, y en verdad no se le daba mal, dominando las tablas con aplomo y precisión, pero la función no la finalizaba en el escenario al bajar el telón, sino que la prolongaba en la alfombra roja del día a día, era el espejo donde se plasmaban sus pensares o pesares, y a cada paso que daba se posicionaba en su tesis napoleónica, o montaba toda una pieza teatral a su medida a la intemperie en un periquete, utilizando selectos trucos de demiurgo, insertándolo todo en las páginas en blanco de la convivencia, y reflejando a la postre lo opuesto a lo que había apuntado en la trastienda del guión, en sus entrañas, pero que a ojos del auditorio relucía con nitidez su imagen de persona emprendedora y brillante, brillando con luz propia, haciéndose acreedora de suntuosos halagos y excelsas virtudes, revistiéndola de desbordantes sentimientos de tolerancia y comprensión la mar de exquisitas. 
En su quehacer rutinario, sin quererlo o a sabiendas, interpretaba mil versiones de la misma canción, dado su carácter versátil y polivalente, no dando nada por perdido de antemano, o relataba mil y un cuentos a la luz de la luna, o sacaba a la palestra pasajes de célebres comedias y tragedias clásicas, pero hurgando en entresijos banales y a veces procaces, o se preocupaba por el paso del tiempo, filosofando sobre la eternidad del instante o por qué mueren los ríos en el mar y nacen en las cumbres, de modo que a nadie disgustaban los exabruptos o desplantes que exhibía, generando una concordia entreverada con aires inconsistentes, que surtían un efecto embriagador por frescos y espontáneos, de suerte que al analizarlos los presentes así de pronto lo daban por bueno, influidos por el ropaje del envoltorio, aunque no rezumara ni una brizna de sustancia, y el contraste de esdrújulos y agudos acompañados de su gestualidad y aparente grandilocuencia hacían el resto. 
Sin embargo era en ese punto donde exprimía el mejor jugo, estrujando limones u otros cítricos de la huerta que cultivaba internamente, o cocinando croquetas de flacos pensamientos servidos en envidiables vajillas, de forma que fascinaba a los comensales de turno mordiendo, hambrientos como estaban, con fruición los exóticos parlamentos que propalaba, desprovistos de atisbos cognitivos; o recitaba célebres sentencias con recetas o raciocinios preñados de montaraces provocaciones utilizando las herramientas más idóneas para sortear los escollos, o se entretenía en hacerse tirabuzones o altaneros moños discurriendo por enrevesados vericuetos. 
A veces tonteaba con ciudades literarias –Macondo, Comala, Santamaría- o reminiscencias librescas sobre autores antiguos o modernos, aunque con la argucia de tergiversar las intenciones del creador, nadando contracorriente por turbulentas aguas, no exentas de elucubraciones fantasiosas. Lo ejecutaba con la divisa de pitonisa romana, que lo mismo servía para un roto que para un descosido, al quedarse flotando en la superficie del concepto, sin tocar fondo. 
Así un buen día, como si se hubiese empapado a propósito del poema lorquiano, La casada infiel, a pesar de que detestaba ciertas razas –pues tricotaba con blanca lana los guantes de invierno-, fue sorprendida a quemarropa con un obsequio jamás soñado, un canastillo de cañavera –enseres que le chiflaban-, con unos ardientes higos chumbos dentro, trenzado con el duende y la magia de manos gitanas, abordándola por el camino, en un alarde un tanto presuntuoso pero legítimo, impulsado quizá por el espíritu de los ancestros, al surcar por entre sus sienes tales palpitaciones, como la historia del regalo del costurero camino del río, y de esa manera robustecer la leyenda de la raza, y proclamar al mundo la nobleza e hidalguía gitanas, no traspasando las fronteras establecidas, lejos de los desfiladeros de la lujuria, 

Me porté como quien soy. 
Como un gitano legítimo. 
La regalé un costurero 
grande, de raso pajizo, 
y no quise enamorarme… 

Entre tanto Leonor deambulaba con petulancia de patricia romana, hechizada por el regalo del canastillo, sintiéndose cortejada y protagonista por la súbita conquista por aquellas agrestes campiñas mediante sus sensuales e inteligentes armas. 
Los programas de la tele, manantial inagotable de emanaciones estelares, que proliferan por doquier, le suministraban los nutrientes pertinentes para levantar el vuelo y picotear en los ansiados frutos, merced a la ferviente delectación nocturna de tan sublimes empresas, en donde ilustres personajillos, con melena o calvos, luchan a sangre y fuego por labrarse un porvenir, el más encumbrado posible, emulando peripecias o ínclitas epopeyas, raptos de elenas, veleidades de penélopes, intrigas mitológicas, incansables viajes de apuestos ulises o gulliveres, gestas de sansones interviniendo en los reality shows de supervivientes u otros similares, cada uno de su madre y de su padre, haciendo de su capa un sayo en islas perdidas por los mares del sur o del norte, enfrentándose en una sucia pelea por la subsistencia, como parodia del destierro del paraíso terrenal por su testarudez o mala uva, debiendo ganarse el sustento con el sudor de su frente, cazando o pescando chismes en aquellos infranqueables parajes. Tales lugares son presentados a los telespectadores como misteriosos y perdidos en la vía láctea, pero elegidos a conciencia por egregios cerebros, previo meticuloso y detallado estudio del share de oro del que va a disfrutar, con idea de hacer su agosto, extrayendo la máxima rentabilidad, y allí, con sus respectivas máscaras, cada cual juega el papel que se le ha asignado en el minúsculo teatrillo que asoma por la pantalla, donde se fragua o fomenta la gresca, la idiotez, lo esperpéntico, lo rijoso, lo chocante, lo insulso, a través de íntimas puñaladas, zancadillas, besos escandalosos, heridos abrazos, odios, rumores de órdago, manejando a su antojo todos los hilos los jerifaltes. Escenifican auténticas batallas campales remedando los espectáculos romanos entre las fieras y los gladiadores en los anfiteatros –pan y circo-. 
Y es precisamente en esos escenarios tan cuidados y selectos donde se amasan las trazas de la tramoya de Leonor, muy circunspecta y orgullosa de sí misma, al engullir con voracidad los dislates de los concursantes, consiguiendo gran acopio de material para satisfacer las inquietudes más trascendentales, que en noches de ociosa desventura o en futuras actuaciones llevará a la práctica, configurando todo un universo displicente e inane en el entorno íntimo de la pareja, acorde con los detritus que poco a poco se han ido sedimentando en las capas cerebrales, formando la estructura de su trauma mental. 
Por ende el canastillo de cañavera, en su caso, con frescos higos chumbos, podría servir de sustento para la supervivencia de quien, a falta de pan tierno y sentido común, se enrede en trapisondas baldías o descarnadas de la vida, con lúbricas ensoñaciones que probablemente coadyuven a que a cenicienta se le vaya a caer la ropa. 

Pepe Guerrero 

 

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AFORISMO

AFORISMO: "LA PEOR ACTITUD ES LA INDIFERENCIA" (Stephan Hessel)

La indiferencia no es, en realidad, una actitud en si misma, sino la ausencia de toda actitud, el síntoma de una enfermedad que provoca la pérdida de la capacidad de saborear la vida.

Sucedió en otras épocas, pero nunca se extendió esa epidemia entre tantos y tan rápido.

La indiferencia es el rasgo más característico de nuestra época, empeñada en consumir la vida sin conseguir aprender a hacer uso de ella.

Es el oscuro espejo donde se refleja nuestra decadencia primermundista.


Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 



 

AFORISMO: "LA PEOR ACTITUD ES LA INDIFERENCIA" (Stephan Hessel)

Cuando me pierdo en pensamientos y creencias que sé que muy pocas personas comparten, no sé bien si estoy meditando, haciendo un viaje astral o huyendo de la realidad y luego cuando vuelvo a la consciencia del día a día, me pregunto a mi misma: de donde he sacado ideas tan locas, temerarias y en el mejor de los casos fantaciosas.

Casi siempre he vivido con los pies atraídos tan fuerte por la gravedad, que no me permití volar. A las edades en que todos vuelan, yo simplemente caminaba un paso tras otro sin salirme nunca del camino. Solo una parte de mí vivió para algo mas que estudiar o trabajar, esa parte eran mis sentimientos, que en cualquier caso guardados, se permitían brotar en empatía con situaciones o personas que sin más y sin causa llegaban a hacer vibrar mis cuerdas sensibles.

A pesar de tanta certeza en el camino que transitaba, día a día , sumando ladrillo a ladrillo, la construcción de mi vida, siempre cimentada en seguridades, los avatares me alcanzaron. Hoy una cosa, mañana otra, un castillo de naipes que se derrumba o uno de arena en la playa que el agua de las olas barre y así irremediablemente empiezas a darte cuenta de las variables que te afectan y afectan a los que te rodean.

Indiferencia? La mínima. Como poder disfrutar del banquete cuando sabes que con ello salvarías a miles de personas, de niños que día a día perecen por falta de sustento? Como poder entender la indiferencia del que pudiendo, no ayuda a llenar ese vientre hinchado por la desnutrición?

Si levantamos a diario la cabeza de la almohada, recordando hasta el ultimo detalle de lo que tenemos que hacer en este día y no recordamos ni pensamos que durante las horas de nuestro sueño miles de personas en el mundo lo abandonaron con pedidos de auxilio acallados por nuestro egoísmo?

Ese es nuestro mundo, un juego de naipes donde no solo basta la habilidad del jugador, no, en este juego hay muchas variables más. Si naciste en el hemisferio norte o sur, si lo hiciste en un hogar honesto o delincuente, si tuviste los medios para crecer y desarrollarte positivamente y puedo agregar tantas variables como inquietudes tenemos en el alma.

No puedes dejar de dar la mano a quien te lo pide, no puedes eludir unos ojos que lloran aún sin lágrimas, no puedes quemar horas que a otros le faltan, por tener contados sus días. Quizá el mayor desafío es la consciencia. Si, ser consciente de la luz del sol, de la tibia caricia del viento y de los azotes helados de la lluvia en invierno. Ser consciente de ser y del ser y que porque somos tenemos que tender la mano a los que lo intentan y no lo logran, a los que quedan en el camino, a los que sufren sin ser oídos o sin ser vistos.

La indiferencia es una señora cruel, de mayestática imagen, sus ojos son duros, su cabellos no ondean con el aire y como no tiene corazón en su lugar lleva una piedra.

Por eso prefiero mis locos sueños de almas que nos pueblan, que hoy comparten este espacio, que aunque se han ido no son indiferentes y así en la consciencia de que la peor actitud es la indiferencia, prefiero reír y también llorar con mis amigos, acariciando al perro que anda vagabundo en busca de su dueño. Darle una palabra a quien esta solo, un abrazo a mi hermano, que no es mi hermano de sangre, pero es mi hermano.

Y sí, mi futuro ya no es tan certero no sé que caminos recorreré, ni con que suerte, pero sé, que he aprendido la lección, cualquier sentimiento es mejor que la indiferencia.

Alicia Gaona



 

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JUEGO DE NAIPES - LIBROS

JUEGO DE NAIPES


Se había hecho escritor para vencer una ludopatía que le estaba arruinando en todos los sentidos. Escribía a diario relatos en los que él era el único e inevitable ganador de mil partidas de naipes.

Hasta que un día cayó en la cuenta de que no tenía sentido seguir escribiendo: se había sorprendido a si mismo, en un microrrelato, jugando con las cartas marcadas.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

 

LOS LIBROS EN TU VIDA

Su padre se lo había repetido desde su más tierna infancia: "Ten siempre un libro a tu lado", pero había olvidado explicarle que los libros, como cualquier herramienta, sirven igual para construir que para destruir, con ellos se enriquece el espíritu, se pueden fabricar más herramientas útiles, pero también mortíferas armas, algunas, las más peligrosas, invisibles al ojo humano.

El niño creció, y pidió a su padre ingresar en una congregación religiosa, a lo que éste, respetando su voluntad, accedió.

Una tarde, muchos años después, el mismo hijo encendió, en una plaza de Lausana, la hoguera en la que había de arder, por hereje, su padre.

Su imperdonable pecado había sido descubierto por su propio hijo, ya a las puertas de ser obispo: había encontrado tres libros prohibidos escondidos en el granero paterno, y tal afrenta no admitía perdón posible por parte de la Iglesia.

Mientras su padre ardía, el piadoso jesuita interpuso, alzando los brazos, un libro, una Biblia, entre los ojos llorosos de su padre y los suyos.

El hijo, a quien el padre no había tenido cuidado de regalar un libro que enseñara a disfrutar aprendiendo, o uno, al menos, que enseñara a perdonar, se había convertido en un ser muy peligroso: en un hombre de un solo libro.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


LA ISLA – JUEGO DE NAIPES

He visto a tanta gente paseando sus pies cansados por esta tierra. Arrastrando pesares para los que no encuentran explicación, como si el dolor fuera menos si fuésemos capaces de explicarlo. Al caer la tarde he sentido tu espera, en medio del silencio.

Y después o ahora o en este mismo instante, el momento fugaz que dio a luz la certeza.

Habito en esta isla desde hace muchos años, tantos que me da pereza contarlos. Cuando llegué aquí sólo unas pocas canas se entremezclaban entre el negro de mi pelo, ya el blanco se ha impuesto con rotundidad y el color negro es sólo un eco apenas perceptible. Llegué aquí como muchos, buscando un refugio, un lugar en el que existir, tal vez un trocito de paraíso; huía de una vida que me asfixiaba porque nada de lo que hacía me llegaba a satisfacer. Trabajaba como jardinero, cada día podaba, recortaba, plantaba, injertaba. Mis aspiraciones eran otras, me gustaba la música y la literatura, también el cine. Como nada excepto mi trabajo me ataba a ese lugar, un día emprendí la marcha y llegué a esta isla. Mi mejor amigo aquí, Adolfo, curiosamente es jardinero; para él fue este oficio que yo abandoné el que le ayudó a salir de un trance existencial mediado por las drogas. Empezó a trabajar en un programa de reinserción para toxicómanos. Sin embargo ahora le encanta su trabajo. Aunque es duro y a veces ingrato y desabrido, para él ha supuesto el hilo que le ha traído de vuelta a conectarse con el mundo.

A veces acompañamos nuestras soledades respectivas jugando a los naipes. Ninguno de los dos juega bien; no existe pues entre nosotros ni ventaja ni desventaja. El placer del juego en sí mismo.

Nada permanece en este infinito vaivén y nada es bueno o malo para todo el mundo. El absoluto es tan engañoso como las apariencias. Ambos, mi amigo Adolfo y yo mismo, hablamos mucho de plantas, aunque lo que me motiva en este momento es la pintura. Pintando me acerco a ese trocito de paz que creo todos anhelamos. Entre lienzos y colores transcurren ahora mis horas. Mientras pinto mis pensamiento son colores y formas y alejo o exorcizo esos demonios que nos habitan en forma de miedos e incertidumbres; también el dolor ante todo aquello que no comprendemos o ante lo que no podemos cambiar aunque no nos guste. Porque hay un momento de lucha y otro de rendición, un momento de resistencia. Mi manera de resistir es pintar. A veces ni siquiera necesito la paleta ni el pincel, pinto con el pensamiento, y luego me siento incapaz de pasarlo a la tela.

No pretendo ser un artista, la pintura es sólo un medio, un vehículo, algo que permite expresarme, sacar afuera lo que me atormenta, y también aquellas cosas que me hacen feliz. Mi única ambición es poder disfrutar de todo o que la vida me ofrece, pero limpiamente sin trampa ni cartón. Ya fui tramposo, trampero y cartonero. También engullí el banquete sin disfrutar nada, y volviendo a sentir nuevamente el estómago vacío.

No quiero aguantar ni esperar recompensas después de largas jornadas. Mi espíritu no es el del sufrimiento sino el del deleite, pausado, respetuoso. Paladear todo lo que tengo a mi alrededor; la luz, los colores, la oscuridad, el sonido de los pájaros, el susurro de una rama movida por viento.

Por cierto, mi nombre es Jaime, Jaime Bondinilla; ya sé que no es un apellido muy corriente. Mi amigo Adolfo, él jardinero, me cuenta a veces retazos de su pasado. Siempre procuro escucharlo sin interrumpirlo, porque cuando habla de su pasado entra en una especie de trance y si le interrumpo entra en un mutismo que le puede durar días enteros. La otra noche vino a verme, parecía más cansado que de costumbre, abatido. Empezó a hablar pausadamente, sus palabras llegaban a mí como esa lluvia incipiente que nos va calando antes de que estalle la tormenta. Me contó que echaba de manos a Manuela, su compañera. Bastante me aguantó, nos amábamos de verdad. Al menos así lo sentía yo. A veces aún me parece sentir el olor de su sexo. Uno no elige el amor pero puede reconocer si la persona en cuestión es o no la adecuada.

 

Begoña R. Joya



 


 

INSTRUMENTO IMPORTANTE:

 

La palabra.

 

TODO RELAJANTE:


La verdadera amistad.

 

ALGO DELICIOSO


La vida cuando fluye libre.

 

MEDUSA AUSENTE:

 

Aquella medusa despistada que le preguntó el camino del arrecife a una tortuga marina.(*)


 

(*) Las medusas tienen con las tortugas marinas una relación muy parecida a la de los ratones con los gatos.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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LA MEDUSA AUSENTE



LA MEDUSA AUSENTE

El día era extremadamente caluroso y no conseguía respirar con la normalidad acostumbrada. El calor me convertía en agua: pelo, ropa y cuerpo chorreaban por todos lados; mientras que en una extraña contradicción parecía ser lo que me faltara. Si me movía, sudaba y si me quedaba quieta, también. La incomodidad era grande y el deseo de buscar una solución rápida, aunque fuera momentánea, mayor.
Saqué un helado del congelador que, si bien era algo delicioso de tomar, no me solucionó ni una pequeña pincelada del problema.
Me fui a la playa donde chapoteé en el agua y allí pude disfrutar un rato y conseguir mi objetivo hasta que un gran revuelo cubrió la costa. Los gritos y carreras tomaban todas las direcciones y yo, esperando lo peor, salí rápidamente del agua y por no desmerecer, me puse a correr. Como no veía nada y nadie parecía dispuesto a contarme lo que ocurría, me fui a un chiringuito a tomarme un refresco. Un camarero bastante locuaz me explicó que la causa del terror era el regreso de una medusa que todos conocían pues residía allí por temporadas y se había ausentado, por cuestiones familiares. Por eso, no la esperaban. Cuando terminé mi refresco, la playa parecía haber sido el lugar donde se había desarrollado una batalla campal. Las sombrillas, tumbonas, hamacas y demás accesorios playeros estaban desperdigados y tirados por todos lados. Una numerosa cantidad de personas se encontraban en diversas posiciones, como heridos de guerra pues era de un tamaño bastante respetable y regresó como dueña del medio acuático expulsando por las buenas y por las malas a todo el que se hubiera atrevido a invadir su hogar.
El enfrentamiento estaba claro. De un lado, la medusa que se pavoneaba dentro del agua y nos miraba con descaro. Del otro lado, los bañistas y sucedáneos que la mirabamos con respeto y temor. La tensión se podía cortar. El silencio era tan grande que hasta el aire se calló. 
¿Cómo podíamos llevarla mar adentro o tierra afuera? No era fácil el diálogo con ella.
Se hizo una asamblea en la playa y se creó una comisión. Ella se quedó extrañada pues no conocía las formas democráticas. En su mundo prevalecía la ley de la fuerza y le llamó la atención. Ella ponía mucho interés de todo lo que se comentaba y tanto interés puso que quiso intervenir y cuando le dejaron la palabra se perdieron del todo pues tiene muchos brazos que levantar y cogido el gusto no hay quien la haga callar.
Ahora se reúne en las plazas y quiere ir a Bruselas como una indignada más.
Lola Carmona


 


 

LA MEDUSA AUSENTE (O LO LA LEY DEL ACCIDENTE)

s tan delicioso darse un buen baño en aguas cristalinas a esta hora postrera de la tarde. Lo mejor de todo: la medusa ausente, sin rastro de ninguno de esos pelágicos gelatinosos que electrifiquen las aguas superficiales y que no te permitan ser uno con la mar, sin sustos ni picotazos. El mediterráneo más cálido parece más abierto, y te muestra sus misterios de sal, peces voladores y olas de espuma.
Ya han abandonado el rebalaje los niños con sus guerras de agua y barro, las parejas jugando a las palas con esmero (por cierto, un juego este nada competitivo y que pone en la colaboración mutua el éxito de la partida, serían pues una suerte de colaboradores que no de contrincantes); también han dejado el rompeolas las mujeres tostadas por el sol, pues el rey del cielo es ahora una bola rojiza encima del castillo andalusí; y el resto de los últimos bañistas, quienes recogen esteras, sillas y toallas o se lavan la sal en las duchas públicas.
Tal vez por ello esta hora resulta la mejor para el baño. El mar que existe entre tus células, caldo de vida de tu existencia física y electroquímica, se contagia de este contacto con el mar de afuera, el gran azul en el que te sumerges y que acaricia y penetra tu piel que ya no es frontera sino puerta que comunica con el medio. Eres pues uno con el entorno y esa sensación puntual pero profunda, un grado especial de cromatismo, un aroma más allá de la memoria, un ahora del que eres consciente, tiene la virtud de recordarte quien eres. Entonces el baño se dilata y tu cuerpo se funde.
Cuando miras a la playa en un breve paréntesis de tu idilio con la mar, bajo el toldo donde hace un buen rato te relajaste mientras leías, aparece la figura oscura y empañada de alguien desconocido. Lo veo hurgando entre mis cosas, mirando en el seno de la mochila, buscando quizá algo de valor, un instrumento importante, algo que por supuesto no existe. El individuo cada vez más oscurecido parece mirar de vez en cuando para el agua. Yo lo saludo alzando un brazo, como si nada, haciéndole ver no obstante que no hay nada entre mis cosas que a él le pueda servir. No tengo teléfono móvil, no tengo gafas de sol, no llevo dinero, ni documentos, ni siquiera una gorra chula, un best seller, o un bañador nuevo… Solo está la mochila desgastada, la toalla usada, una piedra rara, una caracola, el viejo libro de bolsillo y mis chanclas deformadas por el uso…
Contrariado, descubierto en su propia bellaquería, el rastreador de playa, agarra la mochila con intención dudosa; en ese instante un grupo de gaviotas aparece en círculos sobre su cabeza, vuelan con frenesí rebañando los últimos destellos de luz, y desaparecen buscando los acantilados. Una de ellas, quizá la más gorda, ha dejado caer sobre la cabeza del merodeador una cálida y copiosa cagada. Dos líneas de acontecimiento se han cruzado entre sí, y una surte de ley del accidente pone perdido a quien la brisa de la casualidad lo trajo a estas toldillas. Su reacción es tan mecánica como su conducta y seguro que su vida. Echa la mochila al suelo, la pisotea y la lanza de una patada hacia el mar. Por suerte la lengua de espuma de las olas no llegan a mojarla.
A la sazón, una leve sensación de frío, me dice que ya es hora de salir. Echo a nadar a braza abierta y siento un terrible picotazo en uno de los brazos y luego otro más leve en el pecho. La medusa ausente parece haber regresado. Otras dos líneas de acontecimientos se han cruzado entre sí: el último bañista con la última medusa. Comprendo que en la vida las cosas suceden sobre todo por accidente. También existe la ley del destino, que trae las piezas con que nacemos: padres hermanos, capacidades físicas, salud, la propia muerte. Y la ley de causa y efecto, la cual tenemos que ganárnosla para salir de la mecanicidad; pero para esto tenemos que saber que no somos dueños de nuestros actos, que todo nos sucede por influencias externas o internas pero de una manera mecánica. Y para quienes sintamos la influencia y la necesidad de salir de estos roles, sólo nos queda conocernos y aplicar en nosotros mismos el control de nuestras reacciones, el estudio de los distintos estados de consciencia, de las funciones que conforman nuestro ser; un duro trabajo que lleve al recuerdo de lo que somos, a manejar la voluntad de nuestra vida y poner sobre un solo mando la multitud de yoes que ahora habitan en tu casa.
Cuando salgo del agua, la carne de gallina contrae el palpitante dolor de las erosiones, la brisa de la noche seca la piel y el tacto de la toalla, rescatada a medio metro de las olas, alivia el escozor… Me tumbo sobre la arena, miro el firmamento donde se van encendiendo poco a poco las estrellas. Y otro pensamiento me asalta: Será verdad lo que han descubierto los astrónomos, que el entramado de luz del firmamento es similar al de las neuronas de nuestro cerebro. Otro misterio. Ya lo dijo Hermes hace cuatro milenios en un viejo adagio del Kybalion. Lo de arriba es abajo.

 

Franjamares, julio 2011 Tertulia Entrelíneas, Nerja, Málaga

 

 

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Aforismo: "más allá de la realidad que sufres, te espera la verdad de las cosas"

Aforismo: "más allá de la realidad que sufres, te espera la verdad de las cosas"

El desierto cubría toda su mirada. Pequeñas dunas se balanceaban suavemente ante la pantalla  formada por los rayos de sol al caer sobre un aire sin apenas humedad. Unas gotas de sudor parecían querer salir al aire pero cuando asomaban la cabeza, tal vez asustadas por las altas temperaturas, regresaban al cuerpo rápidamente.

¿Qué hacía allí? ¿Por qué no encontraba su camino? ¿Y si no había nada más?

Las preguntas eran muchas más que las respuestas y los días pasaban sin esperanza.

En su cabeza sonaba el aforismo: "Más allá de la realidad que sufres, te espera la verdad de las cosas "; pero no sabía encontrar esa verdad a no ser que fuera ese desierto que le acompaña. Extenuado ante la desesperanza dejó caer el cuerpo maltrecho sobre la arena cálida en sus últimos momentos, pues hasta el sol  se disponía a huir por el horizonte, y entonces... sólo quedaría él. La noche lo fue cubriendo primero con sombras y luego con la nada, sólo quedaba esperar la verdad y esa, no tardaría en llegar.

Cuando miró a su alrededor y descubrió toda la belleza del entorno, se pellizcó porque  creía estar soñando. Un cervatillo se acercó tranquilamente, hasta poder acariciarle su cabeza. La madre los observaba a poca distancia. Un río jugueteaba entre cascadas formando pozas donde poder bañarse y disfrutar de un agua transparente y agradable.  Los árboles, plantas y flores decoraban el paisaje y realzaban las montañas que a lo lejos, observaban la escena. Unas hadas, ninfas o jóvenes bellísimas se acercaron alegres y sonriendo le expresaban un amor tan grande que a su corazón le hacia daño pues no estaba  acostumbrado por la cantidad ni por la calidad.

En ese estado de placer o felicidad en que se encontraba se posó en la hierba contemplando la belleza del rostro amado. Sólo una frase se oía U bun tu (soy porque somos) de tal manera la existencia de uno depende de los demás o los demás dependen de uno.

 El despertador sonó con rabia sacudiéndole la magia de  los sueños. No le quedó más remedio que abrir los ojos y aceptar su realidad cotidiana. A su lado estaba la mujer con la que convivía desde hacía mucho tiempo y que muchas veces le costaba reconocer como la persona de la que se enamoró. A ella, por la forma en que le trataba, era de suponer que le pasaba algo parecido. ¿Dónde estarían las ilusiones del principio? ¿los seres de los que se enamoraron?

Una ducha rápida, el afeitado, el café y corriendo a un trabajo rutinario, aburrido que no dice nada y que esconde todo el sentido de la vida. Todos los días las mismas caras, los mismos gestos, las mismas personas, hasta las mismas palabras... el tedio, la monotonía. Le parecía encontrarse en un laberinto donde es una pieza del juego de alguien.   

No os parece difícil descubrir cual es la realidad que sufres y cual es la verdad que te espera ¿No serán dos caras de la misma moneda? O posiblemente “una moneda con múltiples caras”

Lola Carmona

 

 

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Juego literario: texto usando repetidamente palabras que comiencen por la misma letra

Juego literario: texto usando repetidamente palabras que comiencen por la misma letra

 

H

 

Hijo del hoy, que has henchido la hueca herida de hielo y horneado la historia de todas las huestes: honra el humo, que ya ni es hoguera, porque sólo eso hay.

 

L

 

Llevaba al lado de los lemas y la lógica la locura ligera que liberaba el limbo de su libertad.

 

N

 

No nací negando nulidades sino nadando sobre nuncios, nacionalidades y necedades, por eso no niego a nadie que nade en la nebulosa neblina de la nada.

 

O

 

Orondos ornitorrincos oteaban con ojos de orla la oscura orquesta de oropeles de obsoletos orgullos ordenados.

 

R

 

Retenida por el rencor, roía la ruina de su retórica rutinaria, mientras rumiaba como rendir su risa ente el rey.

 

S

 

Si supo salir de la sensación de saber y así supo, es porque antes saboreó la sensación de sosiego del no ser para ser, el sensato sentimiento de la soledad.

 

T

 

Tenía todos los tesoros: tesón, ternura y temeridad. Tomaba todas las tonterías por tales, y eso tenían todos que tolerarlo, como a tantas otras taciturnas tristezas trenzadoras de tiempo, esas que transitaban las tórridas terrazas del tedio temporal.

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

JUEGO LITERARIO: TEXTO USANDO REPETIDAMENTE PALABRAS QUE COMIENCEN POR LA MISMA LETRA

 

1.     Susi, la serpiente sibilina, serpenteaba sexi sigilosamente por la selva subsahariana. Silenciosamente sube por todo lo que sobresale. Sólo siente ser sorprendida, si se distrae antes de saciar su estómago esta semana. Siempre sale airosa y sobrevive a todas sus situaciones por muy serias que sean. Se sabe que Susi es la serpiente más sabia que existe en esa siniestra selva. 

 

2.     El macaco Caco come mocos con la caca que cae de la vaca Paca.

          ¡Qué asco me da el macaco Caco! Y saca de la casa a la vaca Paca.

Lola Carmona



 

JUEGO LITERARIO  CON LA  L

Lalo  caminaba ladera abajo, la luz de la linterna, iluminaba las lisas lajas que laminaban la ladeada ladera.

Casi llegaba ya al lago, pero sus lentos pasos por la precaución de no lesionarse ni lastimarse, con las lajas y las latas que por allí  habían, le hacían parecer que le faltaba por llegar más de una legua,  el camino se le antojaba largo y el lugar donde le esperaba Lola lejano.

Al fondo la luz de la luna lanzaba luminosos reflejos  plateados al lago.

Lalo se volvió lelo cuando localizo a Lola. La libido se le levanto y deseo tener a mano una liana y liado o lanzado llegar como Tarzán  al lado de la ladrona de su corazón.

¡O volar! Cual libélula ligera al lado de su Lola.

Se sentía ligero, liviano, liberado. Pero pensó que tendría que contener su lascivia, que no pensara Lola que era un libidinoso.

Pero nada impediría que libara del néctar de los labios de Lola.

Lola… Lola…Lola, se la ligo con lisonjas con lirismo.

Literalmente fue listo en el ligoteo, no fue muy legal, pero licito o ilícito, ahora Lola lo  tenía muy liado, alelado, lazado, loco. A cuenta de que si no, iba a ir por esta ladera de lajas que le laceraban los pies, a punto de darse un leñaso con una linterna que no daba luz, para llegar hasta el lago y darle a Lola una lamida en los labios.

María Bueno

 

 

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SOY PORQUE SOMOS

SOY PORQUE SOMOS

Como cada mañana, me levante, me asee me acicale y Salí a la calle a ganarme el sustento.

Me gustan esas horas matutinas, el aire es  limpio y fresco y todo parece nuevo.

No parece. ¡Es!  Cada día es un nuevo día a estrenar, de camino  a mi trabajo me encuentro a otras personas como yo, porque no sé si lo dije, yo soy  una persona un ser humano nacido de una hembra humana y  al nacer me pusieron un nombre y ya era yo ¡Pedro!.

¿Pero qué pasa hoy? Paso por delante del panadero, le doy los buenos días y es como si no me viera ni un gesto.  Saludo al jardinero ni me mira ni me contesta ¿Qué pasa? ¿Me he vuelto invisible. ¡Ah! Pero allí esta mi amigo el pescadero, preparando el pescado para la venta diaria, siempre me paro unos minutos para saludarlo, pero hoy no me ve, empiezo a  angustiarme ,¿Qué ocurre? ¿Nadie me ve? ¿He dejado de existir? Ya no soy Pedro, si nadie me ve si no me reconocen, no soy nada, noto como un escalofrío me recorre el cuerpo, grito  ¿Pero es que nadie me ve? Soy Pedro, vuestro vecino, sigo gritando, nadie parece darse cuenta, comienzo a sudar, el miedo me invade, noto que caigo a un oscuro vacio, lanzo un alarido y me despierto.

¡Dios mío!  Que pesadilla, me levanto y mientras me tomo el café recapacito sobre lo soñado. La culpa de este mal sueño la tuvo mi amigo Paco, estuvimos discutiendo ayer sobre el ser y no ser, sobre el saludo este africano, UBUNTU, el decía que tenía su razón de ser, porque es verdad, somos porque nos reconocemos en otros, porque otros nos reconocen. Una persona es persona a través de las otras personas.

Los humanos somos gregarios y necesitamos el amor la compañía y el reconocimiento de los demás para sentir que somos, Yo le rebatía que no, a mi no me hace falta nadie para saber que ¡yo soy! Y seguimos discutiendo sin ponernos de acuerdo.

Salí  a la calle y allí estaba mi vecina María barriendo la acera. ¡Buenos días María que madrugadora!  Buenos días Pedro, Seguí andando y saludando a todos los que me encontraba  y todos me reconocían y me saludaban, y yo sentí que era, y tuve que darle la razón a mi amigo. Yo soy porque somos. Y me sentí feliz me sentí vivo, me sentí Yo, cuando saludaba y me devolvían el saludo. Qué alivio  no ser invisible, pensé recordando la pesadilla. Y seguí caminando mientras silbaba una cancioncilla.

 

María Bueno

 

 

SOY PORQUE SOMOS

A Sabato, que recien nos dejó: honor y causa.

Recuerdo la realidad de las aguas corriendo frescas entre las rocas. Él se arremangó los pantalones y se introdujo en la corriente. Observé como el agua, arremolinada, torneaba sus piernas. Podía distinguir la espuma en el azul de sus ojos. “Te querré siempre”, susurré. En un lapsus regresivo, mi mente recordó el sabático ascensor, discurriendo en mi memoria como una película que no me pertenecía.

La pareja corría apresurada hacia el futuro, esas vacaciones que, se habían prometido, serían inolvidables. Por fin podrían estar solos en una paradisíaca playa en una isla olvidada. No habían tenido una luna de miel verdadera, a causa de la defunción inoportuna de la madre de él, quien iba a ser su madrina. Ahora iban a resarcirse con creces de aquella frustrada ocasión.

Dieron órdenes al mayordomo de cerrar la casa y apagar luces, dimisionándolo hasta su regreso, seis meses más tarde. En el camino al aeropuerto ella recordó su olvido: su pasaporte había quedado sobre el armarito del baño, descuidado en su acicalamiento. Al terminar, el espejo, le devolvió el rostro más bello que recordara nunca. Embelesada consigo mismo había abandonado el cuarto y, en él, todo lo que le recordara la máscara y el fingimiento. Nunca le gustó la foto que figuraba en su pasaporte: no estaba nada favorecida.

Aún podían regresar a casa y recuperarlo antes de que saliese el avión; por suerte habían salido con tiempo sobrado. Él abrió con sus propias llaves, pues las había cogido en previsión de que el mayordomo, por cualquier motivo, aún no estuviese a su regreso. La acompañó hasta el segundo piso donde estaban los dormitorios. Se habían prometido no separarse ni un minuto en aquellos días prometedores. Ella encontró el pasaporte y aún se entretuvo unos minutos ante el espejo. Salieron cogidos de la mano hacia el ascensor y, una vez dentro, pulsaron el botón. Estaban abrazados en un beso profundo cuando una repentina sacudida hizo que ella le mordiese la lengua hasta hacerlo sangre. El ascensor se había detenido entre dos pisos y la oscuridad envolvía sus cuerpos. Se miraron, pero en la obscuridad casi absoluta, apenas distinguieron dos chispas que denunciaban sus ojos. Ella quiso gritar, pero el sonido quedó ahogado en su angustiada garganta. Él reacciono de súbito, racional, aunque le temblaban las manos, y con lengua inarticulada, superando el dolor con la urgencia, acertó a invocar el nombre del empleado que, siguiendo sus órdenes, acababa de abandonar la casa y, con ello, condenado a sus dueños a una muerte cierta.

“Una insoportable agonía”, se estructuró en el pensamiento de ella mientras escupía la sangre que de él había quedado en su boca. Nadie acudiría a sus gritos en una mansión aislada en el campo. El encendió una cerilla, y otra y otra, mientras se miraban en silencio, primero a los ojos, después a la cerilla misma. “Guarda alguna, de nada sirve gastarlas todas”, dijo ella, sin saber muy bien por qué. Los silenciosos minutos que siguieron la parecieron siglos. Se vio envejecer, convertirse sus ungüentos en desagradables arrugas. Quizá fue la angustia que apretó sus intestinos, recordándole desagradables funciones solitarias. Los pensamientos se atropellaban en imágenes surrealistas. Recordó aquel ministro indio que bebía su propia orina matinal para mejorar su salud, y sintió una arcada, que supo reprimir. Imágenes de niños biafreños con sus barrigas hinchadas envueltos en moscas. Su fantasía voló en el avión que se estrelló en el hielo, entre las líneas que describían el canibalismo de los supervivientes. Intentó recordar su propia niñez, alimentando a los cisnes  junto al lago, pero las imágenes desfilaban con rapidez borrosa, sustituidas por la silueta, ya distinguible, de él, y de sus ojos ávidos de luz; y, en sus manos, las migajas de pan se convertían en vísceras.

Un pavor indescriptible se apoderó de sus nervios. El se había acuclillado, como rindiéndose al destino fatal, o quizá era tan solo para hacerle bajar la guardia y pillarla desprevenida. No pudo soportarlo más, descolgó el aplique de la pared y golpeó con todas sus fuerzas, repetidamente, aquellos ojos asesinos.

Diego Pérez

 

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BANCOS Y RESERVAS

BANCOS Y RESERVAS

Han transcurrido diez mil años en la historia del ser humano sobre la tierra, considerando el periodo en que su población fue demográfica y emocionalmente capaz de crear sociedades supra familiares, se asentó y tomo propiedad de los territorios y comenzó a explotarlos racionalmente, es decir, calculando la manera de sacarles el mayor provecho. Comenzó la selección de especies animales y vegetales por su resistencia a las enfermedades locales y su productividad y facilidad de aprovechamiento. Se desarrollaron así, durante milenios miles de variedades de cada especie con valores específicos para cada región. Como con tantas otras cosas, el último siglo ha sabido borrar de un plumazo el trabajo humano de esos milenios, como las reservas naturales de millones de años.

En honor al ser humano como individuo, y para recuperar la memoria histórica, quiero recordar a Nikolái Vavílov, quien en 1926 tuvo la visión de recoger semillas de las diferentes variedades de especies vegetales cultivadas entonces en varias regiones del mundo, abrumado por la desaparición precipitada de muchas de ellas. Creo un banco de semillas, el primero, para preservar los genes que conferían a estas semillas características fundamentales para su supervivencia por su resistencia a las enfermedades o a condiciones climáticas extremas, con el fin primordial de remediar las hambrunas. Su fin personal fue de inanición en un campo de prisioneros estalinista, que consideró sus esfuerzos d e recolección de semillas una ciencia burguesa. Su banco de semillas le sobrevivió gracias a la inmolación de un grupo de científicos, individuos humanos, del instituto por el fundado, del que nueve de ellos, voluntarios,  murieron de inanición mientras vigilaban las semillas guardadas en los sótanos, cuando Hitler avanzaba por las estepas rusas con el proyecto, entre otros, de apoderarse de ellas.

Hoy existen numerosos bancos de semillas en lugares sumamente seguros, y reservas de animales en sus zonas de selección,  lo que no impedirá que la humanidad se vea envuelta en una hambruna generalizada, como la de la patata en Irlanda, debido a la escasa variedad de alimentos de los que depende,  pero que podrá paliar los efectos sobre las generaciones siguientes, cuando sus ancestros se hayan comido las monedas de los bancos y sus reservas de oro.

Diego Pérez

 

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FRESCO DE VOCABLOS

FRESCO DE VOCABLOS

   1. Era el aperitivo esencial de los lunes, que le servía para cicratizar las últimas heridas, y aunque lo que tomaba a lo mejor no era tan exquisito o bueno para su salud, sin embargo le ayudaba a afrontar la vida, y desnudarse por fin de una vez volando a la infancia, o tal vez a la reencarnación, y en llegando a este punto se le apagaba la luz del túnel.

   Llevaba largo tiempo viajando con un enorme abrigo, por el frío que sentía, en busca de un sueño real o imaginario, pero con la condición de que fuese como un compromiso o una ruptura pactada consigo mismo, dispuesto a dar el do de pecho o el paso más difícil, el más arriesgado de su vida. Y seguía soñando…

  

2. Teodoro tuteaba a troche y moche a todos los tipos, tuertos o tripudos, que se encontraba por la vida, o que distraían a la desorientada turba, o a los listos que le turbaban en las tardas tardes de tórrido terral triturándolo. Y traficaba, desentendiéndose del trasiego tétrico que le tumbaba tan pronto como tosía sin pretenderlo. Estaba bastante triste al tocar la tinaja rota donde introducía el tinto clarete, y a veces tonteaba con variopintas tonterías, tanto que se maltrataba en los ratos más templados o incluso en los tensos, porque  todo lo tentaba a ojos vistas o a tientas en su entorno, y lo intentaba sin titubear, y gritaba, listo, ya estoy listo,  a los transeúntes y a los que se quedaban quietos quitándose las moscas que le aturdían,  y volvía a gritar trotando de nuevo por los tenderetes del baratillo, a través de la tupida tapia recubierta, como por un arte mágico y tirititero, de extraños tulipanes, donde tiritaban brutalmente sus torpes tentaciones.

   Todo aconteció en un instante, lo tuvo pero no lo retuvo, y se estrelló de inmediato en las tripas de la tempestad de la imaginación.

 

   3. Cuando no le salían las cosas como él quería, se tiraba de la lengua o de los pelos a lo bestia, con tanto ímpetu que surtían los efectos más negativos, encontrándose en un estado inminente de galopante calvicie. Esto no le ocurría todos los días, sólo los lunes y los jueves, pero de vez en cuando se saltaba la regla sin poder remediarlo, y para evitarlo apretaba los dedos del corazón partío, y se revolvía con una fiereza inusitada, consiguiendo en muchos aterrizajes en la realidad salir airoso de tan calamitosos trances.

   Cuando se hallaba aburrido, porque no encontraba la tecla o la forma de matar el tiempo, se enredaba en sí mismo o hacía locas cabriolas, o se daba duros puñetazos en el pecho, como si se sintiera culpable o condenado por los pecados capitales o de una aldea que había cometido, imaginando que estaba en misa, o se pellizcaba sin piedad los párpados o lo que palpase por las telarañas de su mente.

   Pero no quedaba ahí su caprichoso juego de tocamientos o tortura encubierta o entretenimientos exploratorios, y, sin pensárselo dos veces, presionaba la nuca con gran aparato eléctrico y todo su coraje, volviendo a su estado de equilibrio emocional.

   El que se bebía los vientos por Eufrasia, aquel día se bebió su cocacola de dos tragos, quedándose ella descompuesta y sin coca, y se levantó furiosa queriendo vengarse por la afrenta. Entonces rememoró la frase aquella, el pez grande devora al chico, y se tiró para él, que era casi un enano, arrancándole de un abrazo la oreja izquierda y no contenta con eso, le dio un mordisco de alegría, chupándole la roja sangre que a malas penas acudía.

 

   4. Qué desgracia más atroz me ha sucedido en tan corta vida como tengo, pues nací en primavera en el nido que construyeron mis progenitores en la copa de un árbol, ayer prácticamente, como aquel que dice, y con qué mala intención me han tratado los humanos, pues me veo, en contra de mi voluntad, atrapado y deshecho en esta desalmada jaula, que, aunque me abastecen de la mejor clase de piensos y la bebida más selecta, pienso que lo aborrezco, hasta el punto de que no puedo conciliar el sueño durante la noche o el día, porque no sé cuando es de día o de noche.

   Ayer se posó en la jaula, en el rato que me sacaron al balcón, un amigo, que venía muerto de hambre, y le ofrecí todo mi alimento, y no sabes lo que disfruté viéndolo apurar hasta el último grano que contenía.

   Antes yo soñaba con grandes aventuras y conquistas en los pinos del bosque, volaba, bailaba, cantaba, me lanzaba en paracaídas o en picado y la gente me aplaudía a rabiar, ensalzando mi valentía y cualidades, pero ahora, en esta mazmorra donde estoy prisionero, nadie me mira ni me envía besos o guiños y me hincho de llorar. La verdad es que prefiero morirme…

 

   5. Casi sin darse cuenta le fueron siguiendo los pasos los atracadores a través de cerros, barrancos y playas desiertas. Al cabo de un tiempo se percató del peligro que corría, pero las fuerzas le flaqueaban y no podía acelerar el paso, tropezando con las piedras del camino y un enorme tronco seco que iba a la deriva, reventándose el pie izquierdo del golpe, con tan mala fortuna que no había forma de cortar la sangre que le brotaba a borbotones.

   Finalmente, cuando pudo, se desvió del sendero a fin de despistar a los malhechores, que venían con las peores intenciones reflejadas en sus rostros, pero a veces ocurren cosas muy raras, como fue el caso de aquel hombre, que a causa de la cicratiz del rastro que sembraba por el terreno, le pisaban los talones, y, sin saber qué hacer para escabullirse, por fin tuvo una feliz idea, zambullirse en una alberca que había a la vera del camino, y los bandidos, al perder el rastro de la cicratiz,  pasaron de largo, viendo el cielo abierto.      

José Guerrero Ruiz

 

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PELOS

TEMA LIBRE: PELOS

Estoy hasta los pelos de tantos pelos, y valga  la redundancia. Llega el calor y hay que destaparse, ¡madre mía! Llega el verano y con él, él despelote ¡y yo con estos pelos!

Si soy sincera, ¡y sí! Lo soy, y no tengo pelos en la lengua. (Quizás será en el único sitio que no los tengo) Tengo que reconocer que después del abrigado invierno en plan  salvaje y sin depilarme, no tengo una suave pelusa, sino un matorral de pelos por todos los sitios donde suele haber pelos y por algunos donde no se sospecharía que hubiera. ¿Por qué la madre naturaleza me dotaría de selva tan frondosa?

No queda más remedio que empezar a desbrozar. Lo más gracioso de todo esto, y es  verdad que hay gustos para todo, es que mi marido dice que le gusto mas en invierno, con ese toque mediterráneo.

María Bueno

 

 

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EL PRESUPUESTO VITAL

EL PRESUPUESTO VITAL

Ayer me dijeron que me quedan tres meses de vida. Hoy he vivido el primer día de mi cuenta atrás. Ayer lo empleé en organizar mi tiempo. La primera hora la dediqué a elaborar un esquema minucioso del tiempo pasado. He vivido 37 años, tres meses y 7 días. Para simplificar los cálculos, sin perder precisión, decidí hacer la contabilidad tomando como unidad el minuto, pareciéndome el segundo demasiado inestable,  a pesar de ser, indudablemente, más preciso.

El cómputo ascendía a 19.586.900, redondeando las centésimas. Unos 20 millones de minutos. ¿En qué había empleado este tiempo? La respuesta era fundamental, para, tras estudiar sus resultados de manera pragmática y objetiva,  poder proceder a una  buena planificación del escaso tiempo que me quedaba de vida.

El saldo mayor lo tenían, sin duda, las horas dormidas. Aproximadamente 1/3 del total: 6.528.970, redondeando esta vez las décimas. No se puede considerar un tiempo productivo, lógicamente, por lo que lo puse en la columna de perdidas. Unos 12 años.

En comer, preparar comidas y realizar los aprovisionamientos pertinentes calculé 1.632.240 minutos, que puse igualmente en la columna improductiva. Unos 3 años.

En aseo y menesteres similares, como vestirse, etc.: 448.860 minutos. Casi un año.

En traslados, viajes en servicios públicos o en coche propio al trabajo, por vacaciones, etc.: 1.230.020 minutos. Dos años y medio.

En estudios, que tampoco se pueden considerar directamente productivos, aunque ayuden a aumentar indudablemente la eficacia: 1.971.000 minutos. Casi cuatro años.

El saldo negativo ascendía por tanto a 11.811.090 o unos 22 años.

La columna productiva, de esta corta vida, no ascendía sino a 2.628.000, apenas unos 3 años y, de estos, cuantiosos minutos se habían perdido en charlas fútiles con compañeros.

Los beneficios de mi vida, por consiguiente, habían sido de 5.147.810. Una cantidad nada despreciable, que representa casi diez años.

¿Qué había hecho en esos diez años? Apenas recordaba nada. Cierto es que una parte importante del tiempo la pasé viendo la televisión, casi tres años. Leí casi otros tres y, del resto, la mayor parte se fue en salidas y conversaciones con otras mentes. En los 37 años de mi vida me había olvidado de mí mismo. Pero, ¡eureka!, aún me quedaban 1.410 minutos, que, aprovechados al máximo serian 84.672 segundos, contantes y sonantes. Más de los que nunca me dediqué a mí mismo.

Decidí ponerme manos a la obra.

 

Hoy no he dormido nada y he resistido a los intentos de mis familiares y las enfermeras de alimentarme, sin dirigirles ni una palabra. No tengo más tiempo que perder. Si consigo desarrollar con éxito mi proyecto, habré conseguido un beneficio enorme para mi empresa, la única que tiene verdadero sentido en la vida, encontrarme conmigo mismo. Y, por ello, en este mismo momento dejo la pluma para entregarme, en cuerpo y alma, a mi empeño.

Nada ni nadie me robará más segundos.

 

Diego Pérez

 

 

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LOS VERDADEROS HÉROES DE LA HISTORIA HUMANA: STETSON KENNEDY

LOS VERDADEROS HÉROES DE LA HISTORIA HUMANA: STETSON KENNEDY

La historia del Ku Klux Klan está sometida, como la de cualquier organización humana, a altibajos, momentos de gran expansión y momentos de declive.

Fuera de Estados Unidos es poco sabido que, en ciertas épocas, no se limitó su nefasto campo de acción a los estado sureños, sino que se extendió peligrosamente por prácticamente la totalidad del país.

Fundado por seis jóvenes de origen escocés (de ahí que utilizaran el término klan, unido a kuklos, del griego, círculo) al final de la Guerra Civil Americana (1861-1865), se extendió con mayor o menor fortuna por los estados sureños, llegando a tener, en la segunda década del siglo XX, ocho millones de seguidores.

Durante la Segunda Guerra Mundial tuvo momentos de decadencia, pues su idea secesionista no encajaba en un país que necesitaba estar unido ante un enemigo exterior. Pero terminada la guerra, el KKK volvió y resurgió con gran fuerza.

Atlanta, la ciudad a la que los seguidores del KKK llamaban pomposamente “la Ciudad Imperial del Imperio Invisible del KKK” era también la tierra natal de Stetson Kennedy, nacido en 1916, y que cuenta en la actualidad con 95 años.

Stetson nació en el seno de una familia acomodada sureña, y un hecho transformó sus ideas hasta convertirle en un luchador infatigable por la igualdad y los derechos civiles de los ciudadanos afroamericanos: Flo, una sirvienta negra de la familia, que prácticamente le había criado, fue secuestrada, atada a un árbol, golpeada y violada por miembros del KKK. Su delito había sido reclamar a un cobrador de tranvía que le había dado mal el cambio del billete. 

A partir de entonces Stetson se transformó en un luchador contra el racismo y la intolerancia en general.

Publicó muchos artículos en prensa y revistas, pero comprendió que no resultaban efectivos ante la opinión pública, pues el KKK contaba con apoyos en la administración, la policía, y buena parte de la población blanca. Se percató, al mismo tiempo, que era una organización cuyo funcionamiento interno era completamente desconocido, así que se infiltró en ella, aprovechando que un tío suyo había llegado a ser en el pasado un líder de la misma.

Toda la información que iba recabando la suministraba a diferentes periódicos progresistas que la hacían pública, lo cual incomodaba a los seguidores del KKK, que se sabían infiltrados, aunque desconocían la identidad del espía.

Pero la información desvelada no parecía suficiente para que la mayoría de los norteamericanos blancos comprendieran el peligro social que significaba ese grupo.

En 1947 Kennedy tuvo la idea genial que le haría dar un giro a la historia universal y cuyo alcance es difícil llegar a imaginar siquiera: se puso en contacto con Stephen J. Dubner, director del programa de radio de la serie Superman y con los guionistas del mismo, todos ellos de ideas antirracistas. Les facilitó toda la información que tenía sobre el grupo: los rituales, el argot y hasta las contraseñas con las que se movían.

A lo largo de dieciséis capítulos, los demenciales seguidores del KKK fueron reiteradamente derrotados por el superhéroe americano, completamente ridiculizados, y sus rituales secretos mostrados como gestos estúpidos de hombres brutos e ignorantes.

Para comprender el alcance social que tuvo tal acción, debemos recordar que Superman era el personaje de ficción idolatrado por todos los niños y jóvenes estadounidenses de la época, y sus acciones eran modelos incuestionables a seguir. El mismo superhéroe que ya había derrotado a lo largo de cientos de capítulos a Mussolini, Hitler y a Hirohito, se enfrentaba ahora al KKK, venciéndoles humillantemente.

El discurso colérico de uno de los líderes del grupo racista en una reunión a la que también asistió Kennedy, al día siguiente de la emisión del primer programa, nos puede dar una idea del impacto que éste tuvo en la organización:

“Cuando regresé a casa anoche, mi hijo se encontraba con un grupo de niños, algunos con toallas atadas alrededor del cuello a modo de capas y otros con fundas de almohada en la cabeza. Los de las capas perseguían a los de las fundas por todas partes. Cuando les pregunté qué hacían, me dijeron que estaban jugando a un juego nuevo de policías y ladrones llamado Superman contra el Klan. ¡Acabar con los malos, lo llamaron! Conocían todas nuestras claves secretas. ¡No me había sentido tan ridículo en toda mi vida! ¿Imagináis que mi propio chico encuentra un día mi túnica del Klan?”

En realidad, las claves desveladas no tenían tanta importancia, pero sí la ridiculización de sus miembros, presentándoles como "los malos" y, sobre todo, el efecto de hacer prácticamente imposible que los millones de miembros del Klan extendieran sus enfermizas ideas entre sus hijos, pues para hacerlo tenían que decirles que Superman, su héroe incuestionable, se había equivocado al elegir a su nuevo enemigo, lo que cuestionaría, sin duda, su autoridad paterna.

El efecto sobre la organización fue implacable: el KKK nunca volvió a tener poder en los estados del norte, quedando reducido al grupo minoritario radical que aún hoy pulula por los estados sureños.

El historiador estadounidense Wyn Craig Wade llegó a calificar a Stetson Kennedy como “el factor individual más importante en la prevención del resurgimiento en la posguerra del Ku Klux Klan en el norte”.

Su victoria tuvo, desde luego, un precio: de igual forma que ha sido homenajeado por innumerables asociaciones defensoras de los derechos humanos en Estados Unidos y en el resto del mundo, estuvo amenazado de muerte durante muchos años, su casa, y con ella gran parte de sus documentos, fueron destruidos en un incendio provocado y, cuando se presentó a las elecciones a gobernador de Florida, ante la enorme campaña de acoso de conservadores y ultraconservadores, llegó a decir de sí mismo: “He llegado a ser el hombre más odiado de Florida”.

Finalmente tuvo que exiliarse en Europa, donde en 1954 escribió el libro “El Klan desenmascarado”, que fue publicado por su amigo Jean-Paul Sartre.

Stetson Kennedy ha venido a demostrar a la Humanidad que, mucho más efectiva que cualquier arma, es una idea inteligentemente utilizada, y nunca sabremos cuanto le debemos a su esfuerzo en pro de los derechos humanos, ni como hubiera transcurrido la historia de la segunda mitad del siglo veinte si el imperio militar y económicamente dominante, los Estados Unidos, se hubiera transformado en una sociedad cerrada y más racista y xenófoba, aunque el caso de la Alemania hitleriana nos puede dar un pista nada tranquilizadora al respecto.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LA ISLA

TEMA LIBRE -  LA ISLA

Mario vive en una isla donde todos sus habitantes se conocen. La señora Ana vive sola desde que enviudó y para sacar rentabilidad a esas horas de soledad y hastío recibe en su casa a jóvenes de otros países por lo que le pagan un modesto alojamiento que a ella le sirve para ahuyentar los fantasmas de la soledad, alimentados de aburrimiento y desocupación y al tiempo para ayudarse en su precaria economía. A Mario todos lo conocen por el loco porque siempre dice la verdad y pretende ser honesto. Luego están los gemelos Raúl y Pedro  que tomaron los hábitos religiosos, uno como discípulo de Jesús y otro como discípulo de Alá; Siempre se ha dicho que los caminos del señor son infinitos. A menudo se les ve juntos departiendo en conversaciones interminables sobre la veracidad de tal o cual milagro, el significado de las enseñanzas, la esencia de lo divino o la mismísima existencia de Dios. Y si Dios es la esencia de qué sirve buscarlo fuera de nosotros, le argumentaba un gemelo a otro, si de esa esencia está todo hecho dentro de nosotros habita un pedacito de Dios. Y el otro gemelo le mira desconcertado, intentando argumentar con otro concepto. Olvídate de los conceptos hermano, Dios no tiene concepto.

Diana es una mujer madura que tiene problemas con su pareja, aunque todos los que le conocen dicen que él es un buen hombre, sólo que a veces se le va la mano y Diana aparece al día siguiente con un ojo morado. Nadie ha podido convencerle de que pegar a una mujer no está bien, él lo tiene muy claro a las mujeres cuerda corta que si no se te suben a la chepa. Además sólo hay dos clases de mujeres las virginales y las putas.

Y su convencimiento es tal que no se avista en su ser ningún atisbo de pesar o arrepentimiento. A menudo los verdugos no aceptan su crimen

A pesar de todo algo en su interior debe decirles que  lo que han hecho no está bien. Pero a veces, como en este caso, los equivocados son el resto del mundo.

En la pequeña isla habitan otras 50 o 60 personas más.

De vez en cuando se reúnen todos y celebran algún festejo, comen, beben, cantan y ríen juntos. Y al día siguiente cada cual a su lugar.

Los gemelos han pretendido a veces crear una comunidad en la que todos sean afines a un mismo credo, pero esto ha resultado del todo imposible incluso en un lugar tan pequeño. Y es que los seres humanos son fácilmente influenciables por sus emociones.

De hecho la necesidad de afecto en los primeros años de la vida es esencial para el sano desarrollo de un bebé. Y sobre todo las relaciones  afectivas con sus progenitores. Que de una forma u otra vamos arrastrando a lo largo de toda nuestra vida.

En el acotado mundo de los niños sus padres y hermanos si los hubiera representan el eje en el que su mente se desarrolla.

La señora Encarnación, a la que decimos señora por sus años aunque nunca  se casó, vive sola.  Su carácter parece dulce pero se trata de una dulzura que asusta porque parece esconder algo , como la chistera de los magos, o las promesas de las brujas.

Además de su exceso de peso, su piel  resulta blanca en exceso, fláccida y sudorosa .En su mejilla izquierda tiene una verruga que ella se empeña en hacer creer a todo el mundo  que es un lunar, sospechosamente lleno de pelos.

A veces los niños, le dicen groserías pero ella resulta inmutable a los insultos o desplantes de los demás y sale siempre indemne de ellos, al menos en apariencia. Asiste sin complejos a las pequeñas reuniones que los vecinos realizan de vez en cuando y no se siente desplazada ni humillada aunque se note que no es bien recibida por los demás. Todo el mundo parece darse cuenta menos ella misma. Debe  ser una ventaja ser tan poco sensitivo.

En la isla han florecido también algunos adolescentes, a los que ves totalmente enfrascados en su mundo nuevo y por descubrir. Mundo que tiene sus límites en el cuerpo floreciente de un nuevo amigo o amiga que como ellos siente que el universo cambia dentro de ellos mismos y explota a través de los poros de su piel. La primera salida nocturna, los primeros besos, el primer roce de manos, el fuerte latido del corazón. Los ojos profundos de una púber desafiante e ignorante de todo lo que la rodea, como él mismo, como ella misma. Creen saber porque intuyen la realidad de los más adultos, sobre la que creen tener algún tipo de control, tan ingenuo como el de los pueblos hacia sus gobernantes.

Andrés es el madurito conquistador, aunque en la isla lo tiene cada vez más difícil porque todos se conocen y uno de los incentivos de la conquista es precisamente adentrarse en lo desconocido. Por eso el supuesto conquistador fija siempre un objetivo nuevo que pierde el interés poco a poco, hasta que surge de nuevo el aliciente de una nueva conquista. Aunque aparenta seguridad, su inseguridad le traspasa los poros y a veces hasta puedes olerla si te acercas. Se repeina y acicala con esmero cada día y se mira constantemente en cualquier espejo como si se hubiese perdido y tuviese siempre la urgente necesidad de encontrarse. Cuando pasea solo, mirando con ansiedad a lado y lado, buscando como animal una presa, da hasta pena, que puede que él sienta por sí mismo y que intente acallar en cada nuevo cuerpo.

 

Adela vende flores en una pequeña tienda, en este lugar todas las tiendas son pequeñas, como la de Adela más o menos. También es un ser solitario; le gusta sentarse enfrente del mar o al borde de los acantilados. Y siempre lleva un libro  bajo el brazo que es su eterno acompañante. Algunos comentan que hace muchos años tuvo un affaire

Con Andrés “el conquistador” y que desde entonces no quiere saber nada de los hombres. Y es una pena porque es una mujer dulce y hermosa, mucho más cuando ya se la conoce porque es de esos seres que guardan dentro de sí mismos tesoros que sólo el explorador experto es capaz de encontrar.

Hace poco se celebraron las elecciones. Aquí resulta difícil engañar a los potenciales electores porque en un sitio tan pequeño todo se sabe casi antes de que ocurra. Sin embargo le mente humana, creadora de prodigios, capaz de adaptarse a las más penosas circunstancias posee también, supongo que por la famosa ley de la compensación, una capacidad sin límite de potencial autoengaño, incluso de imbecilidad congénita .Y debe ser por eso que llevamos años soportando a una especie de politicastros locales que no representan a nadie y que además de todos es sabido se han enriquecido en el desempeño de sus

Consistoriales funciones.

                                                           Continuará…

                                             Begoña Ramírez 

 

 

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15M: UN FUTURO POSIBLE

TEMA LIBRE: 15M: UN FUTURO POSIBLE

El 15 de mayo de 2011, coincidiendo con profecías mayas que hablaban de un cambio de rumbo para la Humanidad, que muchos interpretaron en un primer momento como el anuncio del fin de ésta, nació en una plaza de Madrid, la llamada Puerta del Sol, el movimiento ciudadano llamado 15M.

Tras la ilusión inicial, que movilizó a cientos de miles de personas, pareció perder fuelle, aunque se mantuvieron activos todos los grupos que habían dado lugar a él.

En el obsoleto parlamento oficial de aquella tierra, llamada entonces España, el modelo democrático nacido dos siglos antes comenzó a descomponerse víctima de sus propias contradicciones.

Las elecciones generales habían dado el triunfo a los partidos conservadores, con lo que la permisividad inicial hacia el movimiento ciudadano se transformó en persecución más o menos encubierta.

No pudiendo reunirse pacíficamente en las plazas como habían hecho hasta entonces, los ciudadanos se refugiaron en Internet, donde encontraron cierta seguridad, al tiempo que informaban incansablemente al resto de sus conciudadanos sobre los entresijos de un sistema corrupto que sólo conservaba de democrático el nombre.

La ola de indignación continuó creciendo, con la inesperada ayuda de un gobierno conservador que ni se molestaba en esconder, ni podía, sus juegos políticos y su pésima gestión económica, esquilmando toda la riqueza pública mediante privatizaciones, agravadas por innumerables casos de corrupción, al tiempo que se agudizaba la crisis económica y aumentaba el paro.

Aún pasarían dos años hasta que el Parlamento Ciudadano Digital contó con el número suficiente de personas que votaran en él, al tiempo que renunciaban al voto en las elecciones de los partidos políticos, que hacían campañas publicitarias tan costosas como inútiles, generosamente subvencionadas por la banca.

Cuando el número de ciudadanos que votaban en un sistema democrático participativo a través de la red sobrepasó el sesenta por ciento, la clase política comenzó a preocuparse seriamente: redujeron sus sueldos y privilegios, que pasaron a ser compensados por generosas donaciones ocultas de la banca, y admitieron algún tipo de participación de los ciudadanos en los plenos parlamentarios, comenzando a llevar a cabo ciertas reformas que habían sido reivindicadas por éstos desde mayo del 2011, pero ya era tarde, la mayoría votó mantenerse al margen de un sistema que ya sabían completamente dependiente de la banca y las grandes corporaciones empresariales.

Se intentó hacer obligatorio el voto, pero fue inútil: ni se votaba ni se pagaban las multas por no votar. Cuando dichas multas se empezaron a descontar directamente de las cuentas bancarias de los ciudadanos, éstos optaron por cancelarlas y guardar en sus casas sus ahorros, con el consiguiente perjuicio para la banca, que se debatía, sin solución, entre sus intereses y sus intereses, como de costumbre.

El siguiente paso fue la objeción fiscal: el ya sesenta y cinco por ciento de los ciudadanos se negó a pagar impuestos salvo que éstos fueran administrados por ellos mismos mediante votación de los presupuestos generales a través del parlamento digital, el único que sentían que les representaba.

Esta acción, paradójicamente, tuvo poca repercusión en España, pues la mayoría de los impuestos sobre la renta se descontaban directamente de las nóminas de los asalariados, que significaban el setenta por ciento de la recaudación total, pero fue una medida sumamente efectiva en otros países de Europa.

Los ciudadanos optaron luego por utilizar otra herramienta a su alcance: el consumo: Se fueron confeccionando listas de bancos y empresas corruptos o que fomentaban guerras y especulaciones financieras, centrando la acción contra un conjunto de ellas, que acababan con grandes pérdidas al cabo de pocas semanas. Éstas reaccionaron comprando y vendiéndose mutuamente las acciones, a fin de desorientar a los ciudadanos, que decidieron entonces ir creando sus propias empresas y cooperativas, todas administradas horizontalmente mediante un sistema de democracia participativa, y sustentadas con los millones de euros que constituían los ahorros guardados por las familias en sus propias casas.

Las recién creadas cooperativas utilizaron como medio de publicidad, que resultó asombrosamente efectivo, la renuncia a la obsolescencia programada de la que hacían uso el resto de las empresas: cada aparato fabricado en las cooperativas de la red 15M era entre tres y diez veces más duradero que los habituales en los comercios. Este hecho, unido a las carencias provocadas por la crisis en la clase media, provocó un enorme e inesperado aumento de la demanda, al poder adquirir los ciudadanos aparatos y utensilios de todo tipo de mucha mejor calidad que los habituales y al mismo o menor precio.

Las cooperativas 15M, autogestionadas por sus propios trabajadores, tenían tales índices de crecimiento, que se multiplicaban por todo el mundo, dando trabajo a millones de parados, que disfrutaban de salarios por encima de la media, al repartirse la plusvalía que en las antiguas empresas pasaban a engrosar la fortuna de una minoría dirigente o directamente de la banca que las financiaba y controlaba.

Los bancos y sus portavoces, los políticos, pensaron: si no les permitimos crear esas cooperativas, no dejarán circular el capital y nos arruinaremos, y si se lo permitimos, serán nuestros competidores, y tuvieron que optar, inevitablemente, por lo segundo.

Los verdaderos y poderosos dueños del mundo empezaron a impacientarse e intentaron, como último recurso, hacer uso de una herramienta que había resultado muy efectiva en dos ocasiones, un siglo antes, para neutralizar movimientos obreros y ciudadanos de todo tipo: una nueva guerra mundial.

Se pretendió enfrentar a Europa con los pueblos musulmanes del otro lado del Mediterráneo, con el pretexto de un fortalecimiento del integrismo religioso, pero los ciudadanos de ambas orillas no cayeron en la trampa. Fue el gran examen para el pacifismo del que siempre había hecho gala el 15M.

Nunca vieron las calles de Europa manifestaciones mayores que las de entonces, con millones de personas diciendo no a la guerra y miles de soldados, ya demasiado acostumbrados a participar en acciones humanitarias, negándose a participar en ella. Fue entonces cuando el sistema recurrió, sin miramientos, y despojándose de su máscara, a la violencia. Miles de mercenarios llegados de todas partes del mundo, y muy bien pagados por la banca, recorrieron las calles de la mitad de las calles de Europa disolviendo violentamente cualquier pequeño grupo de ciudadanos que encontraran debatiendo en las plazas.

Pero quedaba internet, la red que no podían desconectar sin sufrir enormes pérdidas económicas, pues bancos y grandes empresas, en su codicia, habían reducido sustancialmente sus plantillas de trabajadores, sustituidos por los muy efectivos sistemas informáticos.

Fue entonces cuando el azar sonrió al 15M, dándole el impulso final definitivo: en China también había movimientos contestatarios, pero de índole diferente a los europeos, surgidos de una recién nacida clase media que reclamaba mejores servicios e infraestructuras sociales, y fomentados por los servicios secretos estadounidenses, que veían pasar su hegemonía mundial a manos chinas, pero no podían enfrentarse de una forma directa, ni comercial ni militarmente, al renacido y ancestral imperio, pues ambos poseían armamento nuclear.

El gobierno chino, incapaz de combatir eficazmente la corrupción, y consciente del peligro que significaban las revueltas, optó por apoyar y adoptar el modelo de democracia participativa nacido en Europa, a fin de debilitar a sus competidores gobiernos occidentales, y porque lo consideraron más cercano, al menos teóricamente, a su cultura e ideología, y un mal menor comparado con la alternativa: un país dividido y sumido en el caos, como ya había sucedido siglos antes con la llegada de la marina británica, durante las humillantes Guerras del Opio.

Las ya miles de cooperativas 15M distribuidas por todo el mundo eran, además, muy buenos clientes del gigante asiático, y la carencia de materias primas hacía de la fabricación de aparatos sin obsolescencia programada una alternativa válida para China, y la única forma de poder garantizar un nivel de vida suficiente para sus ciudadanos, neutralizando así parte del descontento de los mismos. Para China, pasar de la producción en masa de objetos baratos y de poca calidad, a una producción cualitativamente superior significaba desbancar definitivamente del liderazgo económico mundial a Estados Unidos, a Japón y a la Unión Europea, incapaces ya de competir, ni siquiera tecnológicamente, reservándose cada bloque una especialidad técnica sobre la que sustentar su actividad económica.

Una vez trasladado el poder a los ciudadanos, a través de parlamentos digitales en que se votaba protegiendo las elecciones con los sistemas informáticos más efectivos, los mismos que hasta poco tiempo antes se usaron para salvaguardar las transacciones bancarias, las transformaciones sociales fueron sucediéndose una tras otra: La prohibición de los paraísos fiscales, votada casi por unanimidad, supuso el primer recorte al monstruoso poder acumulado hasta entonces por la banca y los especuladores financieros. Los políticos perdieron prácticamente todos sus privilegios, pasando a ser meros funcionarios dedicados a redactar las leyes votadas por los ciudadanos.

También se propusieron y aprobaron, entre otras, leyes de limitación de acumulación de riqueza, leyes de prohibición de conflictos bélicos, quedando los ejércitos para labores de protección civil ante catástrofes naturales, y de policías de los derechos humanos, siempre bajo las órdenes directas de los parlamentos digitales, aprobándose al mismo tiempo leyes de reconversión de la industria de armamento.

Aprobadas por amplia mayoría, a pesar de la campaña en contra financiada por la banca, fueron las leyes de distribución gradual del trabajo, reduciéndose paulatinamente las jornadas laborales, al repartirse el trabajo entre toda la población activa existente, terminando así con el paro, y viniendo a demostrar, a los sorprendidos ciudadanos, el verdadero poder de la riqueza pública que, administrada de una forma racional, proveía a todos de un nivel de vida mucho mejor de lo esperado.

Las nuevas leyes de enseñanza, de las más debatidas, aplicaron finalmente los sistemas pedagógicos que ya habían demostrado su efectividad en la formación y enriquecimiento de la personalidad de los niños, tanto como en el desarrollo del pensamiento crítico, sistemas a los que la clase política hasta entonces había marginado, pues daba lugar a ciudadanos demasiado contestatarios para un sistema social jerárquico y vertical como el creado por ellos y las grandes corporaciones bancarias y empresariales, que habían regido los destinos del mundo durante los últimos siglos.

Así se sentaron, poco a poco, las bases de las primeras generaciones de humanos realmente libres, los primeros que nacieron en sociedades que les garantizaban, por el simple hecho de nacer en su seno, protección, alimento, formación y vivienda, a cambio de apenas dos horas de trabajo diarias pues, como ya habían calculado economistas independientes décadas antes, tan sólo esa jornada laboral era necesaria para mantener el mismo nivel de vida del que hasta entonces disfrutaba la clase media de los países desarrollados, al utilizar para el bien común, y no el una minoría, las enormes posibilidades de la tecnología ya creada.

El aumento del tiempo de ocio y de posibilidades de acceso a la cultura dieron lugar a tal explosión cultural, que se habló de un nuevo Renacimiento, esta vez global.

Ése fue el comienzo del fin de un sistema y el nacimiento de otro, que aún tardaría dos décadas en perfeccionar su funcionamiento, y casi un siglo en extenderse hasta el último rincón del mundo.

Hoy en día, cuando se estudia aquel movimiento ciudadano, y especialmente el sistema obsoleto que le precedió y que dio lugar a él, suelen ser los niños pequeños, siempre ansiosos por comprobar que los adultos también hacen tonterías, los que más ríen cuando se les explica que, no hace tanto, muchas personas mayores creían vivir en un sistema democrático porque depositaban, una vez cada cuatro años, un papel con unos nombres de personas a las que ni conocían, en una caja que llamaban urna, cediendo así a esas personas todos sus derechos de decisión social durante los cuatro años siguientes.

Los adolescentes también, con la rebeldía propia de la edad, ríen a carcajadas comentando esas rarezas estudiadas en las clases de historia.

 

Nerja, 14 de abril de 2211

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

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LOS SILBIDOS DEL VIENTO

TEMA LIBRE: LOS SILBIDOS DEL VIENTO

   En la reunión se escanciaron botellas de sidra y jarras y más jarras de cerveza y sangría, saciando la ansiedad y la sed los asistentes, que permanecían tiesos, casi en silencio, cosa extraña en estos eventos, en medio de un susurro de abejas que sonaba en los alrededores estrujando sus seseras, sumidos en las simas de si mismos, en el subconsciente, surfeando a brazo partido por la superficie de una sinfonía líquida, que les suscitaba diversos cuentos, miles de cuestiones y múltiples sensaciones, y desde aquellos mundos se disparaban ardorosos los corazones, o se escuchaban insólitos runruneos, mezclados con brisas de sal marina, asombrosas pestilencias de granjas cercanas y oscuros sinsabores, que más tarde asperjaban con vino blanco y vino negro sus rostros y las sábanas en las que se solazaban, que en ocasiones se desparramaban por las inmensas sabanas de aquellos parajes como lenguas viperinas, enviando eses o eses al viento, a los transeúntes o a los que solicitaban auxilio, a fin de sofocar sus flaquezas, el incendio interior o la exacerbada desesperanza que los subyugaba.

   Aquel día no sufrieron ningún descalabro importante, parándose en seco en su presencia toda la instrumentalización orquestada a bombo y platillo, salvándose de la quema lo esencial de sus pertenencias y su sentidos, que en tales momentos estaban en máxima alerta, a sabiendas de que sotto voce les insuflaban sugestivos reclamos, como si fuesen tontos, ofreciendo suculentos productos exhumados de subterráneas salas de ultratumba, donde se guardaban los más exquisitos manjares para degustación de los espíritus de los faraones o similares en las lujosísimas pirámides, o extraían en su lucha por la existencia celestiales ondas de ultrasonidos perdidos por la atmósfera, que brotaban de las mismas entrañas de la tierra, como lenguas de fuego de un volcán en erupción, aunque sin saber a ciencia cierta si encerraban o no algún sesudo pensamiento, en ese resurgir de las cenizas impulsados quizás por una sabiduría salomónica o por  ciertos poderes mágicos, de manera que alzasen el vuelo en pos de sus aspiraciones después de haber caído en los más bajo, sintiéndose aupados a nuevos horizontes, a nuevas metas, aunque estuviesen inmersos en las más resbaladizas contradicciones, de modo que no alcanzaban a succionar el apetitoso zumo que se les ofrecía en el desayuno de un rutilante amanecer, o el sumo bien por el que todos luchaban, sintiéndose asustados y privados de una luz que los iluminase, sin capacidad para salir del túnel o reaccionar, asidos como se encontraban al duro tronco que flotaba río abajo por donde discurrían, o encadenados a sigilosos canes que rabiosos exhalaban heridos ladridos entre negros nubarrones y ásperas sierras nevadas, que se expandían por el bosque, confundiéndose con las malezas, aulagas y romero en un inesperado beso en la espesura.

   En los seísmos serios o los más insulsos, que nunca se sabe, masticaban azorados frases rotundas, robándose entre sí palabras o aforismos como, Más allá de la realidad que sufres, te espera la verdad de las cosas. Y así, de esa guisa, se sentaban al fresco en hamacas a las puertas de las casas rumiando entelequias, arañando el más allá, o sobre gruesas piedras que por allí proliferaban configurando colosales eses, despertando la curiosidad de los viandantes, por parecerse al fin de algo o a cintas de la meta de una carrera de sacos de un pueblo en fiestas, y al hilo de los avatares se interrogaban si se habría ideado semejante plan para probar el grado de estulticia o inteligencia de los seres vivos.

   Atestaban la zona con inusitado estruendo, como cuando en los campos de fútbol tocan bocinas, silbatos o vuvucelas, o entonan al unísono himnos haciendo la ola contra los sentires arbitrales, propalando en aquellos sectores una resonancia descomunal, y después, sin esperar el final de la contienda, se echaban a la calle siguiendo el zigzag de los silbos de los alisios y el siroco cargado de polvo, que alisaba el terreno que les circundaba, sometiéndolos a sucesivas picaduras de insaciables moscardas y mosquitos o a las salpicaduras de la pertinaz lluvia, sin olvidar las frías corrientes o pulsos del cierzo y el ábrego, o los barridos de la tramontana, que cruzaban los aires ante la insensibilidad de los lugareños.

   Muchas veces se asomaban por los ventanucos o balcones de las moradas, y aprovechando la calma chicha de las turbas se sacudían el peso de la insensatez con suma ligereza, llegando en ocasiones a sostener en el aire sus risas, por encima de los lloros, echando un pulso, ya que muchos asentían complacidos o ansiosos, y al cabo del instante por el que transitaban, en ese fugaz presente,  aterrizaban felices o torpemente en el tejado de alguna mansión destartalada, o caían de bruces en las urgencias del hospital más próximo, pero los afortunados formulaban otras rutas de vuelo lanzando silbos amorosos, cuando aún sesteaban sin proponérselo, debido a que no asían la respuesta correcta con firmeza, de manera que satisficiese o sanase sus jaquecas, el tardío acné o los desvaríos, explicando en cierta medida la causa de su rebeldía y de los últimos rescoldos, y gestionando con parsimonia las cuentas corrientes con los amigos o con las hipotecas, y templaran las cuerdas del instrumento de viento que los mantenía en pie interpretando la cansina serenata, que fluía de la llama de los ancestros, de tradiciones seculares, señalando sin cesar el norte, el nudo del atolladero, la depresión o migraña que los enmarañaba, usando para ello el sentido común, la verdad de las cosas, aplicándose el cuento, lo que les acarrearía incalculables ventajas, sobre todo yendo a la realidad, como aquella conocida tribu, con su peculiar forma de saludar, yo soy porque somos, habibu, y evocar lo que en un vuelo advertía la abuela, diciendo socarronamente, pies para qué os quiero, y de un bote saltar de entre las tóxicas ortigas, que alguien había sembrado al socaire del risueño balanceo de gaviotas, silbidos de pastores o sirenas de buques que arribaban sanos y salvos a puerto.

   En esas entremedias apareció por aquellos andurriales, alegre y confiado, un borracho, espetando frasecillas picantes, chascarrillos o historias de aventurillas amorosas, describiendo al andar, con el vaivén de piernas y brazos, chistosas eses, propias de ilustrados mamotretos medievales, y apostillando con tino para sus adentros, borracho yo, tururú, ps…ps…s…s… pegando repetidos hipíos.

   -Osú, Gervasio, lo bonico que vienes hoy, quién lo diría.

   -Pues mira, vecino, sabes una cosa, ps…ps…pos, coño, que me caigo, qué le habrán hecho hoy a la calle que la encuentro tan rara, pues como te decía, ya verás la cantidad de faltas que me ve a sacar mi mujer en cuantito me vea.

   Había espinosas zarzas y malentendidos por los enrevesados senderos, no era fácil atisbar la otra orilla, faltaban grandes dosis de pundonor, y se arremolinaban en sus regazos o en las piscinas olímpicas que frecuentaban, o incluso cuando viajaban por los canales de Venecia con la imaginación o se centraban en las arterias que irrigaban sus miembros, triturando, como lenguas de sierpes, reconfortantes zanahorias, pútridas lechugas o mortecinas tardes de otoño, o degustando salsas o cubatas caribeños en las islas del ocio, brincando, como las ranas en las charcas, con hipo de borrachera o garraspera, por lodazales lejos del control humano.

   Y allí saltaba la liebre, toda sonriente, aunque no siempre, con cara de salsa picante o primavera temprana, enraizada en quisquillosas coqueterías.

   Finalmente se fueron deshaciendo como pudieron de las rémoras, remando con furia a sotavento y barlovento, peinando elucubraciones útiles o sensuales, pero asertivas, directas al blanco, a fin de sortear sus sombras o los subterfugios que los aderezaban, desentendiéndose de la rutina, aunque echando mano de serviles despistes o displicentes somnolencias.

   Y sin vislumbrar los escollos que les acechaban a la vuelta de la esquina, que silbaban en las cumbres haciéndose señales de confraternización y empatía, o en los socavones del camino que pisaban, se dispusieron a sacudirse los espolones, intentando soterrarlos o recluirlos en un balneario, o acaso averiguar el futuro en una bola de cristal y salir de dudas, donde cupiesen todo lo habido y por haber, enseres y cachivaches, sinos y desatinos, senos y suicidios, tsunamis y sinrazones, sollozos y simpatías, prejuicios y orgullos, saltimbanquis y saltamontes y cuerdas de ahorcados o marineras, o sota, caballo y rey, y a renglón seguido tumbarse en la fresca hierba primaveral o en la ardiente arena de la playa, y recapitular sosegadamente, suspirando por aquello que les sonriese, y sin rechistar envasar en minúsculos frascos o sublimes silos o solemnes ánforas los ansiados vientos que bebían en sus vidas o los pergeñados resultados, los más prósperos y sugestivos, aquellos que les entusiasmaban y nadie haya podido imaginar jamás a través de la intrahistoria.

   Dichos factores se irían sumando, paso a paso, para sufragar los desconchones, los altibajos, las turbias zozobras o el caluroso simún, que silbaba sin desmayo por las puertas de las tabernas y las tiernas sinuosidades del espíritu. O bien, como mero pasatiempo, ponerse a escuchar el misterioso oleaje de la caracola marina con la que se toparon en el trayecto, o silbar coplillas con sonidos sibilantes, henchidos de fosforescentes ecos y aires festivaleros de tiempos gloriosos, que, a trancas y barrancas, nos han ido moldeando o inyectando por las esquinas de la infancia o ya en la madurez, a través de las estaciones del tren en el que viajamos, en todo tiempo y lugar, ni menos ni más que lo que el viento se llevó.

   En los equinoccios más comprometidos se tejían filamentos consistentes a base de sones, sonsonetes, sonrisas, castañuelas, suspicacias, sabañones, simios recién paridos en su evolución y un rosario de alargadas flautas y acordeones cargados de seseos latinoamericanos, andaluces, o canarios, de todos los colores y tamaños, con aires otoñales, sonando cual claros clarines por las torrenteras, valles y conciencias con radiantes y estelares signos.

   El sigilo de las siglas inundaba los cementerios (RIP) y la vida, incrustándose por entre las insignificantes redecillas de las sienes sembrando siemprevivas o  pensamientos más o menos marchitos, como fieles siervos adscritos a la gleba, al servicio de una siembra con riegos de rebosante agua potable o sentado raciocinio, antes o después de la siesta acostumbrada, aunque a veces les coja a media siesta la despedida definitiva, o ya mayorcitos, o acaso por suerte se dediquen a leer libros verdes o pseudocientíficos, bien sea en enero o en agosto, a la vera de un sauce o de un pino, saboreando la savia de la lectura y ahuyentando el soborno más cruel, o el sobeo al soberano en su soberbia urbe, soslayando lo sublime, o cayendo en la satrapía, sin percatarse de que una brizna de sustancioso bocata basta a veces para amueblar el intelecto, siguiendo el consejo de aquel amigo, leed, para que sabiendo, sepáis discernir el bien del mal, aunque el estómago se quede a oscuras, ejercitando el oficio de pensador.

   Con la ilustre envergadura de la ESE (S) – con las vocales o consonantes-, pronunciando o dibujando tan solo su sinuosa caligrafía, se cuecen millones de guisos, escritos y sesos o sobresalientes rabos de toro, recién traídos de la corrida cotidiana o de la plaza, o sellando el compromiso nupcial con el Sí quiero, seguido del nervioso beso, o al descubrir al responsable, ése, ése, ése...

 José Guerrero Ruiz

 

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TEMA LIBRE

Es hora punta y en la estación de cercanías se aglomeran un gran número de personas para acudir a sus trabajos. Aunque parezca imposible aún existe eso que los economistas llaman población activa. El resto es considerada inactiva, aunque dados los últimos acontecimientos en las calles y plazas se trata más bien de población reactiva.

Intentas evitarlo, pero los empujones, a veces leves, a veces menos, son casi inevitables.

 Y peor si tienes un día sensible, como es el caso de Pedro que ha sentido hoy al despertar todo el peso de vida en las mismas sienes y antes de recurrir a la química encapsulada que te venden en cualquier farmacia, ha decidido probar con las respiraciones. Fuerte inspiración y fuerte espiración, en un intento vano por sacar de sí mismo todos esos demonios encerrados en forma de facturas que se le acumulan últimamente en el buzón.

Por eso, cuando ha notado  el roce brusco de otro cuerpo, ha personificado en su reacción todos esos demonios interiores, con  una mirada fulminante acompañada de  gesto impenetrable, sorprendiendo a su accidental agresora, que le ha mirado con gesto de animalito inofensivo. Ante tal mirada Pedro ha reaccionado y por unos segundos, ha bajado la guardia, pero  hoy es uno de esos días en los que no está dispuesto a ceder. Si hemos de ser depredadores,  voy a ser el primero en comer.

La chica que le ha empujado ha conseguido un asiento, el tren ha cerrado sus puertas mientras una voz metálica anuncia la llegada de un próximo tren, seguido de un sonoro ding, dong, ding.

Pedro escruta  la chica soslayadamente y descubre que es una estudiante de cualquier carrera y que en su carpeta luce un lema que dice: “La no violencia es el arma que cambiará el mundo”.

Pues no será en una estación de metro, ni de autobuses, ni de trenes, ni de nada, porque aquí la gente se empuja, se da codazos y si no estás listo pueden hasta pasarte por encima y pisotearte si has tenido la mala suerte de caer. Pero algo está cambiando, dicen, en la mentalidad de las gentes. Los más optimistas argumentan que es el lado positivo de esta crisis económica que se ha empeñado en ahogarnos material y emocionalmente. De ella no se libran ni los pensionistas, y menos mal, si tenemos en cuenta que hay familias que sobreviven gracias a una pensión.

El caso es que dicen que está produciendo un cambio de mentalidad y está resurgiendo un nuevo humanismo, en el que las personas estén por encima de los intereses de cualquier tipo. Cosa que no se creen mucho los comentaristas de televisión que te cuentan, bien aseados, vestidos y peinados, que es mejor olvidarnos de comprar vivienda en los próximos años, que ellos ni a sus hijos se lo recomiendan, que mejor el alquiler sin lugar a dudas. Y claro, esto lo tienes que compatibilizar mentalmente con el siguiente programa  de los llamados del corazón en el que la duquesa tal, y la famosa tal y la señora tal de Pascual muestran las fotos de su mansión en la paradisíaca isla de tal tal, con 2.000 metros de jardín y muebles estilo Luis XV.  Ya que estabas casi convencido de que lo mejor era volver al campo a hacer economía de subsistencia.

 

Begoña Ramírez

 

 

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LA NO VIOLENCIA

SERIE AFORISMOS: "LA NO VIOLENCIA ES EL ARMA QUE CAMBIARÁ EL MUNDO"

 

La no violencia es, seguro, el arma que cambiará el mundo, porque todas las demás armas ya las hemos probado, y lo que han cambiado ha sido poco más que el tipo de arma a usar.

Hemos llegado al extremo de poder destruir el planeta y toda la vida que contiene, potencialmente, decenas de veces, con varios miles de bombas atómicas en nuestro patético, siniestro y ridículo haber.

 

La no violencia cambiará, antes o después, el mundo, porque ya no nos queda ninguna locura violenta por probar, violencia y locura definidas y catalogadas por razas, religiones, patrias, ideologías, comunidades, familias, parejas y hasta individuos que agreden a sus semejantes e, inevitablemente, se agreden a si mismos.

 

Pero, sobre todo, la no violencia cambiará el mundo porque nuestra especie al fin va saliendo, según parece, de la adolescencia, y porque no tenemos otra alternativa de supervivencia a largo plazo.

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

LA NO VIOLENCIA….

Pensar que el pensamiento

es la mecánica,

el proceder-

concedo su utilidad.

Pero pensar que la vida

se puede calcular,

es quimera y futilidad.

Por eso, ¡ríete conmigo!,

y deja que yo me ría,

que juntos riendo,

las risas

elevan la eternidad,

y el universo, en su nada,

crea vibrando

las cosquillas

que aún más risa nos dan.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

 

“LA NO VIOLENCIA ES EL ARMA QUE CAMBIARÁ EL MUNDO”. DESOBEDIENCIA CIVIL… ESPERANDO…
 

¡Habría nombres en el mundo que ponerme!

Con una frase parecida a esta, cada vez que la llaman por su nombre, se lamenta para sí Esperanza. Y hoy lo hace a grito pelado, con la mirada perdida, agitando el aire tórrido de julio con un abanico recién decorado. La gente que la conoce y con las que trata a menudo, como sus amigos y demás clientela del barrio, la llaman Diana, que por otra parte es el nombre de su negocio: Libros, manualidades, bellas artes, Diana. Pero a veces alguna vieja conocida, con intención o sin ella, la interpela por su nombre del registro.
–¡Esa es la del jueves santo, Antonia! Yo soy Diana, como la diosa del mito ¿Qué quieres?
–¡Qué carácter! –dice Antonia para sí–. No, ya, como la diosa cazadora… Yo venía a por pintura de tela; voy a preparar una pancarta para la manifestación del día 19; es para mis hijos, quieren que le rotule un lema que diga: “LA NO VIOLENCIA ES EL ARMA QUE CAMBIARÁ EL MUNDO”… Muy reivindicativos, ya ves, pero la que al final se lo curra y hace el gasto no es otra sino yo.
–Una máxima muy pacifista, pero no te aflijas, eso siempre pasa: mi hija se ha inscrito en todas las mesas de trabajo de las asambleas y es de las más revolucionarias, pero en la casa no friega ni un plato, vamos que ni siquiera estira el cobertor de su cama.
–Yo voy a llevar esta bandera –replica Antonia que le muestra la tela– a la he bordado un triangulo igualito que el que mandó coser Maríana Pineda antes de que los aristócratas de siempre le dieran garrote en la plaza del Triunfo.
–Ni que fueses la reencarnación de la Mariana, qué delicia y esmero con la bandera. –dice Esperanza al ver y tocar la prenda de tafetán morado que se extiende sobre el mostrador.
–Pues sí, hoy me he levantado como la Mariana, con su convicción de lucha, su misión de heroína guiando al pueblo y de madre llevando su casa. Sabes, Diana, yo soy de la opinión de que la reencarnación existe, pero no como todo el mundo cree, sino que tiene un eco subrayado en nuestra vida diaria, como dicen los científicos del alma: un eco holístico, fractal; me explico: cada día que vivimos, todas las mañanas al despertar, amanecemos a una nueva existencia, una vida que hay que aprovechar en ese instante, con la conciencia de las anteriores, pero sin limitaciones ni prejuicios, con la mente y el alma oxigenados, en buena armonía con el cosmos, y a ser posible con una sonrisa; y algo muy importante, sin resistirse a los malos ratos, ni lamentarse por ellos, cuando llegan, es la única manera de saber porqué vienen y como transformarlos. Así que cada día te reencarnas en una persona y tenemos miles de días para vivir miles de reencarnaciones.
–Algo parecido pienso yo, para mí. ¿Sabes por qué no me gusta mi nombre? Porque la esperanza es una actitud de espera, o sea, de que lo bueno de la vida no es ahora, sino que vendrá en un futuro incierto para el que hay que tener esperanza. Y a esta servidora le gusta vivir el momento. Ahora que lo dices, yo también me voy a preparar un lema para el 19: estoy entre “Desobediencia civil” o “No a la destrucción de la familia”. A ti cual te gusta más:
–El segundo es más importante a mi gusto, pues siempre he pensado y ahora viendo lo que veo, más que nunca, que si una persona no tiene familia ni a nadie, queda indefenso a cualquier ataque, sin padre ni madre que le infundan coraje y amor, quedará expuesto al adoctrinamiento integral del sistema. Y en vista de donde apuntan los experimentos sociales de la élite, con todas sus modas e industrias, que tratan de vaciar de contenido al individuo, la mayor de desobediencia civil que puede ejercer una persona es apostar por la integridad, el amor y la lealtad a su familia, la tenga ya, o la esté buscando.
–Llevas razón, la familia, aunque suene a rancio, es el último muro por derribar por los ingenieros y tecnócratas sociales.
–Eso, hay que ser más de la casa de uno, y no creerse nada de lo que cuentan por la tele y los periódicos, que ya los uso sólo para hacer pasta de papel. Hay que desglobalizarse, antes de que acaben con todos los rastros culturales de nuestra casta. ¡Ya lo tengo! En vez del lema liberal que bordó Mariana Pineda de “Igualdad, libertad, ley”, que me parece muy francés, yo voy a bordar en rojo, en cada uno de los vértices del triangulo verde, el lema del 15 M “Democracia, real, ya”. ¿Qué te parece?
–Genial, y le puedes poner por debajo “No pasarán”, que es muy español, y lo usan hasta los griegos. Y referente a la pobre de la Pineda: a ella, por no callar sus ideas liberales le dieron garrote vil, y a ti, Antonia, lo más que te pueden dar es un vil garrotazo.
–Eso, Como los que han repartido en Barcelona y Valencia los gorilas de la poli.
–Bueno, Diana, apúntamelo, que a la vuelta de la pescadería te lo pago.
–Cuidado con el pescado grande, atunes, emperadores, agujas… dicen que lleva mercurio.
–También lo han llevado siempre las vacunas y nos las ponen desde chicos…
–Muchas cosas han de cambiar, y la principal es que despertemos, que nuestra conciencia general del mundo cambie, “cambiemos nosotros para que el cambio sea posible e irremisible”.
–Ves, otro lema. Es que estamos sembrás.

Franjamares

 

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DESOBEDIENCIA CIVIL

DESOBEDIENCIA CIVIL

Aunque ninguno de los dos podía dar, obviamente, y eso lo comprendí muchos años después, otro “porqué” que no fuera “su porqué”, mi padre siempre daba “un porqué”, mientras mi madre se limitaba a dar, ineludiblemente, “su propio, único y categórico porqué”.

Tuve la suerte de poder disfrutar durante la infancia de la lección diaria de observar dos extremos de la naturaleza humana pero, aún así, la vida sigue dándome sorpresas a diario . . .

Hace muchos años, un día, supongo que un tanto estresada por mis travesuras infantiles, mi madre sentenció:

“Esta vez no te salvas, esto lo vas a hacer como que hay Dios”.

“¿Por qué?”, pregunté.

“Porque lo digo yo”, gritó.

Fruncí el entrecejo, crucé los brazos, puse esos morritos tan propios de los cinco años y dije: “No”.

Dije “No” y asumí las consecuencias, bastante desagradables, por cierto, supongo que porque comprendí, intuitivamente, que ese “porqué” no era un “porqué” suficiente, y que admitirlo como tal era el principio de un camino insano y autodestructivo. Dije “No”, y no lo hice.

Creo que fue mi primer acto de desobediencia civil, y también la primera prueba que tuve de que Dios, al menos tal y como nos lo pretenden mostrar los teóricos de cualquier religión, y quienes vocean sus múltiples nombres, no existe.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

DESOBEDIENCIA CIVIL

Ríe el bebe y tú lo miras,

asombrado.

Vibra la vida con coraje.

Indefensa.

Con avaricia acapara-

lo que es:

el Amor infinito,

la locura innecesaria,

la verdad inconocible,

el presente inaprensible

y la fútil realidad.

Vida, que creaste el mundo,

¡corre, canta, vuela, fluye

sin detenerte jamás-…a pensar!

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

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ESPERANDO

ESPERANDO

He visto tantas veces esa cara tras el cristal, a veces mirando desconfiada, a veces aparentemente cansada, a veces con la mirada perdida, seguramente en alguna idea reciente o en algún recuerdo lejano, y otras veces, muchas, tan sólo indiferente . . .

Durante años, día tras día, cumpliendo puntual un extraño ritual matutino.

Pero hoy, por primera vez, me he preguntado, esperando, ingenuamente, una respuesta: ¿realmente me conoce ese tipo que me observa, cada mañana, mientras me afeito?

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

ESPERANDO

Si supiera vivir el presente…

Aunque-

ya voy mal para empezar.

Saber,

todo el mundo sabe:

desaprender va más allá.

Prendidos en lo aprendido:

aprehensión y retener

escombrando nuestras vidas.

Cuando la mente permite

que la belleza inunde

con su totalidad

esa verdad que fluye

cuando Todo no está.

 

 Diego Pérez Sánchez

 

 

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LOS VIKINGOS

LOS VIKINGOS

Wirdglaf se acercó a su hija, tendida sobre la esterilla, sus ojos vacuos, la sangre reseca en sus mejillas.

La rabia descendió en oleadas de la cabeza a sus pies, para subir en espírales sanguíneas hasta su cerebro. Tembló. Se acercó al cadáver y lo abrazó con fuerza, agitándolo sacudido por sus estremecidos sollozos. Permaneció allí, arrodillado, abrazado a la carcasa sin vida de su hija hasta que cesaron las convulsiones. Finalmente, depósito el cuerpo  con delicada ternura y, solo entonces, apretó con fuerza sus convulsas mandíbulas. Tomo el cuerpo en sus brazos y, con paso firme, salió de la casa. Le costó un gran esfuerzo no mirar aquel rostro desfigurado y, tras cubrirlo escrupulosamente con piedras, formando una pequeña máscara, se apresuró a ocultar los restos con tierra.

Entró de nuevo en la casa y, juntó al hogar aún encendido, escarbó en la tierra. Allí encontró el hacha y la daga con las que conquistó aquella isla. Nunca debió dejar a aquel niño con vida. Se odió por haber sido tan débil. Ahora, sin duda, sería un hombre fornido, ágil, que le esperaba en alguna parte, quizá en las cuevas de la playa. Sobre una piel de gamo  extendió las brasas y las llevó al granero. Allí las extendió y avivó hasta que unas chispeantes llamas prendieron en lo almacenado. Si moría, su enemigo no heredaría nada.

Penetró el bosque con sus pasos pesados, despidiéndose de cada árbol y de cada piedra. Era su isla, la había ganado en derecho, pero no había sabido ultimarlo. Había visto en el rostro de aquel niño la misma imagen aterrorizada de su hija cuando la arrastró consigo fuera de su casa en llamas, para abandonar su arrasado poblado para siempre. El viaje en barco fue terrible y estuvieron a punto de ser engullidos por las olas en más de una ocasión, pero abrazados, atados al palo mayor, sedientos y angustiados, consiguieron encallar en aquella isla, tras días incontables sin rumbo conocido.

Habían pasado muchos inviernos en la soledad de su isla. El perfil accidentado que la rodeaba parecía servirle de muralla ante las invasiones. Tan sólo en una ocasión, cuando la nieve formaba arroyuelos, pudo observar unos hombres que habían desembarcado en la oculta playa pero no tardaron muchos días en volver a embarcarse tras recoger algunos frutos y algunos animales vivos que atraparon con redes y trampas.

Hacía mucho tiempo que su vida tenía un solo sentido y ahora ya no le quedaba nada. Sintió resbalar una lágrima por sus mejillas mientras recuerdos vivos de su vida feliz en el poblado lo asaltaban.

Anochecía cuando llegó al otro extremo de la isla, y desde allí pudo ver un pequeño barco alejarse de la playa. Sintió una opresión en su pecho que apenas lo dejaba respirar. En la playa, depositado sobre un montículo de piedras, podía aún ver el cuerpo tendido de un animal.  Se acercó a lo que fue conformándose como un hermoso lobo y, cuando estuvo lo suficientemente cerca como para tocarlo, un grito ahogado desgarró su pecho.

Desde el rostro animal los perdidos ojos azules de su hija lo miraban.

 

Diego Pérez

 

 

VIKINGOS

Alguien me preguntaba, hace un tiempo, qué fue lo que hizo de los griegos uno de los pueblos clave de la cultura occidental. Puesto que era algo sobre lo que me había interrogado a mi mismo hacía años, respondí con la conclusión a la que llegué en su momento: ser un pueblo tan viajero como curioso.

Si se compara con la cultura egipcia, más antigua y sin duda más poderosa en muchos aspectos, pero de mucha menor influencia en la historia, se comprende fácilmente la diferencia. Los egipcios vivieron durante decenas de siglos prácticamente encerrados en torno al Nilo, mientras que los griegos viajaron incansablemente y tuvieron, además, la suerte de que uno de sus primeros y mejores viajeros fuera también un buen historiador: Heródoto.

Heródoto, viajero incansable, aprendió a mirar lo diferente sin juzgar, algo que hoy sabemos imprescindible en cualquier buen historiador, pero esa actitud era una innovación en su época, como sigue siendo una rareza en la nuestra. Lejos de hablar de pueblos o personas salvajes, crueles o primitivos, se limita Heródoto a describir sus costumbres, sus ropas y formas de expresarse, siempre evitando adornar o deslucir esa información con cualquier opinión personal.

Ese arte de evitar el juicio cargado de prejuicios les llevó a dudar, y a partir de la duda germinó la filosofía, luego la aritmética, y de la mano del pensamiento matemático, el embrión de la ciencia. Surgió luego la oratoria, para debatir y poder, siempre de la mano de la duda, aumentar los conocimientos adquiridos compartiéndolos. En lo social nació, inevitablemente, algo parecido a lo que hoy día llamamos democracia.

Se transformó así Grecia en una cultura que aún hoy nos asombra en algunos aspectos, mientras en otros no puede evitar mostrar la rudeza de la época en que floreció, una cultura que es estudiada en las escuelas de prácticamente todas las demás culturas humanas.

Un papel similar de pueblo viajero, aprendiz y maestro a la vez de las diferentes tonalidades a que puede dar lugar la imaginación humana, lo tuvieron en la mitad norte de Europa los vikingos o normandos, que no se dedicaban, como nos han contado las crónicas cristianas medievales, exclusivamente a la piratería, sino mayoritariamente al comercio de ideas y mercancías.

Su enorme influencia en la mitad norte del continente fue decisiva para crear una forma de vida que, vista desde nuestro ombligo cultural, el Mediteráneo, nos puede parecer simple o primitiva, pero que fue lo suficientemente pujante como para tomar el relevo de los imperios y culturas del sur en los últimos dos siglos, aunque ello diera lugar tan sólo, justo es decirlo, a dos siglos más de colonialismo europeo.

Se puede decir, simplificando la historia, que esos dos pilares de pueblos viajeros y navegantes, ambos aficionados a buscar lo desconocido, incluso dentro de sus propias mentes, son los que han soportado el peso de nuestros complejos, carencias y grandezas culturales.

Ese fue el principio del camino de una cultura, la occidental, tan agresiva y guerrera como cualquiera, pero que supo conservar el tesoro del saber dudar, ese ejercicio que todos creemos saber hacer y tan pocos son capaces de llevar a cabo.

Ese tesoro, la duda, compensó en parte una historia llena de guerras de colonización, genocidios y dolor porque, a través de la duda, surgió en algunas de esas mentes occidentales la ciencia, de la que podemos estar orgullosos, y esa misma duda hizo surgir poco después los derechos humanos, pues alguien se atrevió a dudar que algún dios hubiera decidido para los humanos un eterno e inamovible sistema de castas.

La duda es, al mismo tiempo, el mejor ejercicio y alimento para la mente, tanto como un veneno que puede destruirla, pues es tal su poder, que la dosis debe ser exactamente la justa y, paradójicamente, sólo una mente sana sabe apreciar cuál ha de ser esa dosis.

Si hablamos con un buen científico, asombra con que facilidad asume la duda cuando no encuentra una respuesta ante determinada pregunta. Por el contrario, una persona integrista, bien en ideas políticas, religiosas o de cualquier tipo, o una mente enferma, son incapaces de cuestionar, ni por un instante siquiera, la idea o credo en que se encuentran cerradas.

El autoengaño ha destruido la capacidad de dudar, tal vez como patético mecanismo de defensa, y la mente ya se habrá transformado en un erial donde ninguna idea razonable o constructiva puede germinar.

De ese pequeño pueblo que supo alimentarse con la duda seguirán hablando los seres humanos durante siglos, mientras a los otros, poderosos, crueles y autoengañados en su enajenación, le reservará la historia el espacio gris de las guerras y los imperios.

Porque la civilización, o la persona, que ha perdido la capacidad de dudar estará, en consecuencia, absolutamente convencida de que es el resto del mundo, o al menos a quien no pueda manipular y sumergir en su juego, quien tiene un problema, y ese es y será, para su desgracia y la de quienes estén cerca, su gran e irresoluble problema.

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PARADOJAS

PARADOJAS

El concepto de paradoja, cuando profundiza en él, atemoriza al ser humano, especialmente al occidental, porque lo presiente como un peligro para su ego, para lo que cree equivocadamente que es la esencia de su ser.

Es una incertidumbre similar a la sentida ante la idea de la muerte, el eterno miedo humano a cuanto no puede incluir en su fantasía constante de creer que puede controlar algo de lo que acontece a su alrededor.

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PARADOJA

En un futuro no muy lejano, el mundo está gobernado por las multinacionales.

Las  gentes  ya no son ciudadanos de los países, sino de las grandes empresas.

Los encumbrados  dueños de los grandes monopolios, llevan las riendas del poder con

Mano dura y pulso firme.  Parece que se ha llegado al clásico mundo utópico, La gente vive como autómatas no piensan en el pasado no se plantean el futuro,

No dudan no se preguntan, no cuestionan.

Pero… ¿Qué pasa entre los ciudadanos del gran emporio de la telefonía móvil?

Se  masca en el aire la tensión, se forman corrillos, se lanzan miradas cómplices.

¿Sera que los grandes jefes han tensado tanto las riendas que estas se han partido, y los ciudadanos están por fin despertando?

¿Sera que al despertar, se han dado cuenta que sus gobernantes no son dioses y que tienen los pies de barro?

Hacen planes discuten intercambian ideas, se sienten vivos han descubierto el placer de pensar. Alguien dice, Que podemos hacer nosotros, pobres enanos contra los gigantes.

¡Enanos seremos pero somos muchos! Si nos unimos venceremos.

¡Ya sé! Dijo otro, si en dos días no tocamos los móviles les haremos bastante pupa, no ingresaran nada en su caja de caudales, la idea es que nadie use los teléfonos, un enorme paro telefónico

Se darán cuenta de que existimos, que somos algo más que mano de obra para enriquecerlos.

Para  convocarla huelga había que ponerse de acuerdo y contactar con todo el mundo, y para ello, por la fuerza de la  costumbre se valieron de los SMS, miles y miles de mensajes.

Al término de dicha huelga, los jefes de la multinacional, se frotaban las manos con satisfacción. Habían ganado con los mensajes más dinero que nunca, y de esa forma no tuvieron perdidas por la manifestación. Todo estaba compensado, atado y bien atado.

A los ciudadanos  se les paso por alto un pequeño detalle, dejar el móvil  quietecito, y convocar a la huelga, por correo, internet o por radio macuto.

María Bueno

 

 

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BAJO PRESIÓN

BAJO PRESIÓN: STANISLAV PETROV, EL HOMBRE QUE SALVÓ A LA HUMANIDAD

En 1983, el búnker Serpukhov-15, era el centro de mando de la inteligencia militar soviética, el lugar desde donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. Su misión era, en plena Guerra Fría, alertar de cualquier ataque, con lo que se iniciaría el proceso para contraatacar con armamento nuclear a su odiado enemigo, los Estados Unidos de América, si éste se atrevía a iniciar un ataque.

El 26 de septiembre de ese año, de repente, una sinfonía de alarmas sonoras y luminosas inundó la sala de mando del búnker: “Camarada Petrov, alerta máxima”, gritó el oficial que se encontraba ante las pantallas del radar.

Petrov dio la primera orden: “Desconecten esas alarmas”. La sala se sumió entonces en un profundo silencio, y en algunos oficiales, los más jóvenes, las primeras gotas de sudor comenzaron a brotar de sus frentes”.

La información emitida por las máquinas, en su frío lenguaje, no dejaba lugar a dudas: un misil balístico intercontinental americano se había lanzado desde la base de Malmstrom (Montana, EEUU) y en veinte minutos alcanzaría la U.R.S.S.
Todas las miradas se dirigían, alternativamente, hacia la pantalla del radar, en la que un minúsculo punto luminoso se desplazaba lentamente hacia el mapa de la Unión Soviética, y hacia la cara tensa del teniente coronel Stanislav Petrov, de cuarenta y cuatro años, que ese día era el oficial de guardia.

Todos sabían que las órdenes eran informar inmediatamente, a fin de lanzar los misiles nucleares de respuesta, y sabían también que esa orden significaría el final de todo, de sus vidas, de la de todos sus seres queridos, de la Unión Soviética, de esa revolución en la que desde niños les habían dicho que vivían, la muerte de cientos o miles de millones de personas, el Apocalipsis, la desaparición de la Humanidad.

Petrov, con la mirada clavada en el radar, pensó, sin quererlo, en voz alta, y dijo lo que habría de repetir días después ante sus encolerizados superiores militares: “No puede ser, nunca atacarían con un sólo misil, tiene que ser un error de la computadora”.

A los pocos minutos, otras cuatro señales aparecieron sobre la pantalla, la tensión subió en la sala del búnker y hasta un joven oficial se atrevió a recordarle a Petrov las órdenes recibidas: “Debemos informar, camarada coronel”.

“Las máquinas se equivocan, respondió Petrov, esperemos unos minutos más”.

Nunca sabremos qué pasó durante esos minutos por la cabeza de Petrov: tal vez simplemente creyó que se trataba de un error de los satélites o las computadoras, como siempre mantuvo, o tal vez pensó, con ese extraño humanismo tan ruso que les hace disfrutar del canto, la amistad y el alcohol, que si habría de desaparecer media Humanidad, no había razón para destruir a la otra mitad, sólo por la decisión demencial de algún político. Lo cierto es que nunca sabremos qué pensamientos surcaron su mente durante esos minutos bajo presión.

Finalmente se descubrió que era una falsa alarma, causada por una rara conjunción astronómica entre la red de satélites rusos, la Tierra y el Sol, coincidiendo con el equinocio de otoño.

Este incidente, llamado precisamente así, el Incidente del Equinocio de Otoño, avergonzó a los altos cargos soviéticos, que vieron poner en entredicho la base misma de la llamada Guerra Fría, el miedo mutuo a una mutua destrucción total. Consideraron que el teniente coronel Petrov se equivocó en su decisión, a pesar de haberles salvado la vida a ellos y al resto de la Humanidad, por lo que le castigaron y ocultaron el incidente, hasta ese punto puede llegar la estupidez de la muy mal llamada inteligencia militar.

Cuando le preguntaron porqué no había dado la alarma y la orden de contraataque, Petrov, simplemente contestó: “La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles“.

Hoy Stanislav Petrov, de 71 años, sobrevive solo, con una pequeña pensión, en un diminuto apartamento en Friasino, a 40 km de Moscú, y no ha habido en toda la Humanidad una sola persona o asociación que haya sabido agradecer y recompensar su actitud lógica y humanista a la vez, su sangre fría, gracias a la cual nuestra especie, y tantas otras formas de vida, siguen habitando este planeta.

El premio Nobel de la Paz, que nunca hubiera sido más justamente adjudicado de habérsele concedido al ciudadano Petrov, sigue reservados para otros.

Ese 26 de septiembre de 1983, como tantas veces había sucedido antes, y como tantas otras volverá a suceder, un ser humano salvó a otro ser humano, en este caso, a todos ellos, y para hacerlo comprendió que, a veces, sólo hay un camino posible: desobedecer.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

 

A PRESIÓN

   Últimamente las constantes vitales superaban los niveles de su capacidad, sintiéndose, cual bomba de relojería, a punto de estallar, imbuido por una catarata de incongruencias que le punzaban en lo más hondo de la consciencia, forzándole a plantearse la decisión de tumbarse de una puñetera vez o hacerse el muerto, echando las persianas de su morada, dispuesto a todo, sin dar más explicaciones.

   No se desembrollaba de las pulsiones que lo hocicaban al surco del día a día, o a las más enrarecidas coyunturas, de manera que la presión lo encadenaba a las catacumbas con contundencia, arrastrándolo a los mares de la oscura turbación y a los más perniciosos precipicios, debatiéndose entre el ser o no ser, picoteado por un enjambre de idiotizados remolinos.

   A veces se interrogaba con audacia e ingenuo desenfreno la trascendencia de ciertos y sutiles aforismos como, si uno no espera lo inesperado, no lo  reconocerá cuando llegue. Estos planteamientos filosóficos lo dejaban K. O en el ring de la subsistencia, sin una brizna de sentido común, o un resquicio por donde huir portando encendida la antorcha vital, quedando tirado al cabo de la calle, y fuera de combate.

   No cabía duda de que semejantes sentencias se le atragantaban cada vez más, y se le atravesaban en el discurrir del vivir con mala sombra, por coincidir con el tictac de los días más prósperos y dichosos, echando por tierra las esperanzas o los ilusionantes castillos, que, granito a granito, había ido levantando en el horizonte, con no poco esfuerzo y mucho sufrimiento.

   Por lo que no acertaba a sortear los embates de la fiera, o a contemporizar con las inquietantes tormentas que iban y venían de improviso de un lado para otro por su entorno y le asediaban con saña, tropezando a cada paso y de continuo en la misma piedra; unas veces le acaecía por un esnobismo mal interpretado, hallándose a la postre deshecho y casi putrefacto, y otras veces, por notarse desahuciado del sustento primigenio de la convivencia humana, sin opción de compra de gangas o algún artículo de todo a cien, o de alguna mirada compasiva que lo acunase, y con ello conseguir un lugar o una parcela donde apoyar la osamenta del pensamiento o el sentimiento, o la certidumbre de apuntarse al menos en la lista de espera de algún habitáculo hortera, como eventual okupa, en el corazón de los verdaderos amigos.

   Andaba partido en dos y perdido en todo tiempo  y lugar. La feria, con todos los cachivaches y cantos de sirena y charlatanes y escopeticas de tiro y el gran surtido de columpios que se balanceaban, no le columpiaban ni sonreía ni tan siquiera cuando más animada estaba. Caminaba fingiendo con la máscara en los desfiles por los que se exhibía, y parecía que flotaba como un globo a la deriva, sin saber adónde dirigir sus tenues suspiros, y siempre caía en la calle del averno.

   En el hogar de su pensamiento no quedaba ni un palmo de terreno para tanta desventura, y menos aún para que pernoctaran más inquilinos. Los tiempos en que le había tocado vivir brillaban por un contrariado y nefasto encantamiento. Aparecían personificados en el fragor de una guerra sin tregua, unos años en que las cuestas o los costes se empinaban con frenesí, transformándose en infranqueables acantilados o fronteras inalcanzables, y la única salida posible consistía en abordarlos con máximo tiento y sigilo, vendiendo el alma al diablo si fuera menester, a fin de no ser coceado por las oxidadas herraduras de la maldad más indigna, hasta el punto de precisar alas para volar, aunque pareciese extraño, cual intrépido Ícaro, para remontar aquellos onerosos y calamitosos estadios, y no ser devorado por las fieras monstruosidades o la terrible hidra de Lerma, impulsado por los huracanes de la precariedad, que flotaba en una atmósfera cargada en exceso. Menos mal que, a veces, en las circunstancias primordiales, cuando el rayo se cernía desafiante sobre su cabeza, se concebía ungido por un toque mágico, que le venía como una sorpresiva dádiva, en que, dándole la vuelta al calcetín, le daba por reírse de sí mismo y de su estampa, sacándole chispa a las tripas de lo más displicente.

   No ironizaba apenas en este aspecto, ni intuía la manera de escapar del magma de adversidades que lo atenazaba, de su mala fortuna, que no le favorecía en absoluto, y, aunque lo buscaba desesperadamente con mil artimañas, no lograba salirse del guión que le habían trazado. Con la cantidad de calles o salidas que se atisbaban en el plano, como en cualquier callejero de cualquier ciudad, chica o grande, a derecha e izquierda, a lo largo y ancho del ferial en el que estaba, que puede que acaso le embotaran el intelecto, debido a la inmensidad de territorio que a sus cortas luces se presentaba ante su mirada quedando extenuado, tan grande o más que cientos de plazas monumentales de toros juntas, de modo que cuando echaba a andar por aquellos enormes mundos o laberintos, tal como él se los imaginaba, quizá como su propia vida, iba totalmente desnortado, no disponiendo de suficientes brújulas o GPS que lo guiasen, y sin saber cómo, al regreso al punto de partida venía finalmente a aterrizar al mismo pozo de donde despegó, no reconociendo los aromas genuinos, o no hallando lo que anhelaba, revolcándose en los mismos aledaños o lodos de siempre.

   Aquello se le antojaba un bosque cruelmente encantado, donde la energía destructiva de seres endiablados o perversos duendes rayaban al máximo nivel, haciendo de las suyas. Recordaba que de pequeño le ocurrían sucesos inusuales, como no ser capaz de orientarse en las habitaciones de la propia vivienda, quedando inerte y mudo, invadido por el espanto que percibía todo su ser, aunque en cierta medida explicable por la sinrazón de la evanescencia de la tierna edad, como fuese salir del barrio de sus fechorías más familiares, y posteriormente extraviarse, no encontrando el modo de retornar al punto inicial, o perderse adrede por los campos –como sucedería más adelante-  brincando obstáculos, tapias o balates campo a través en los distintos sesgos lúdicos de la chiquillería, persiguiéndose unos a otros como si en ello les fuera la vida, corriendo como jabatos para no ser avistados por los del bando contrario, que le venían pisando los talones. En esos instantes se cometían auténticas barbaridades o maravillosas heroicidades, a fin de no caer en las garras del contrincante.

   La loma de la Cuesta de Panata, un bastión difícil de roer o un duro baluarte, que delimitaba las lindes de la frontera entre la civilización cultivada al otro lado por una población urbana, en cierto modo acomodada en su mayoría, poseedora de unas prerrogativas acordes a su modus vivendi y unos posibles, que asimismo se les negaba a la otra ruinosa cara de la loma, donde la desazón y el desamparo tenían su bandera y cobijo, habiendo un aluvión de transeúntes y arrieros, vendedores ambulantes, tratantes y mercaderes o pequeños y puntuales estraperlistas, que malvivían o no vivían, acarreando enseres y productos de la comarca o frutos en serones y capachos a lomos de las acémilas, echando cuentas y números y jaculatorias, o indagando cada noche lo que iban a traficar o introducir en  las alforjas, que las más de las veces llevaban vacías, acaso con un coscurro o un cacho de pan negro o cateto con la engañada engañifa dentro, que coadyuvaba a digerir las fatigas del camino pegados al alma alentadora del río Guadalfeo de su vida.

   Y es que la Cuesta de Panata marcaba un antes y un después entre dos mundos completamente dispares, uno bullicioso, febril, de mirada confiada, de un próspero resurgir, en contraposición con el otro, moribundo, desangelado y mustio, entre candiles mortecinos, alumbrando a unas gentes que lo tenían crudo para ver más allá de sus narices, que se las veían y deseaban para medio cubrir el expediente sancionador del día a día.

   Una de las especialidades de la casa consistía en bajar o subir cuestas –como en un afamado restauran se prepara carne a la brasa, por ejemplo, con ricos pimientos del Padrón-, de la siguiente guisa, se echaba a rodar desde las cumbres de las cuestas y no había forma de trincarlo, aunque luego apareciese aporreado, ensangrentado o hecho un cristo, y la ropa quedaba hecha jirones, lista para arrojarla al contenedor. En la cuesta arriba, no obstante, ya era algo diferente, pues había que apretarse los machos y sudar lo suyo, o evacuar cuanto antes lo que se llevaba en la tripa, si algo pudo engullir, con el fin de aligerar la carga, como pensaría la acémila, que en eso nadie le ganaba, porque de lo contrario con tanto peso no había forma de escalarla. Sin embargo hay que reconocer que las cuestas no se le daban mal a su edad, acaso por lo del refranero, de que cada maestrillo o chaval tiene su librillo, siendo un gran saltarín, y así, cuando por un tiempo se le encomendaba algunas tareas singulares, como si fuese una persona mayor, hecha y derecha, en que se desplazaba con la acémila por aquellos parajes tan espectaculares, sobre todo para algunos, por la mítica Cuesta de Panata, donde brotaba una breve fuente, donde la gente que por allí trasegaba, se refrescaba o se arrancaba los ronquidos nocturnos, y abrevaban las bestias, siendo una especie de balsámico y fantástico oasis, ubicado a los pies de la cuesta, que de paso aprovechaban para limar asperezas, tomar aliento, o discutir con los que en ese momento llegaban en animada charla o discordantes rencillas por el agua que no le dejaban beber a su mula, pero que finalmente les hacía más llevadero el desgaste, y, una vez en lo alto, poder vislumbrar al otro lado la otra cara de la moneda, en este caso de oro, la vega motrileña, montada sobre un movimiento salado y azul de blancas olas del más allá de los verdes campos de cañas de azúcar antaño –ahora teñidos de verdes hojas de aguacate y chirimoya-, que van y vienen, en ese mar de la costa, como los transeúntes y arrieros que a diario iban y venían por el tajo de los vados, y seguían el tajo de subir y bajar por la ya familiar Cuesta de Panata.

   Pero era especialmente en los días de verano cuando el sol se plantaba en las faldas de la loma, como el bebé en el regazo de la madre, y se despatarraba en aquel entrante, entrando y saliendo como pedro por su casa, y allí almorzaba, sesteaba y cenaba o defecaba hasta que se retiraba por la noche a dormir. En tales calendas, era preciso que las reservas de agua u otros remedios caseros o pócimas –oh, pócimas, hermosa palabra, o polos, helados- o manjares para mitigar los azotes climatológicos afloraran sin ningún tapujo para sobrevivir en aquella polvorienta travesía, donde crecían y se daban la mano, como buenos hermanos, los almendros, las higueras, y algunas tímidas parras, que casi no se atrevían a sacar la mano de sarmiento, o a asomar el rostro de la uva por temor a ser descuartizada por el primer hambriento forajido que se cruzase por sus pechos.

   A veces se transportaban en serones o capachos a lomos de las acémilas garrafas de frío y rico helado, como complemento de su cometido laboral, y cuando llegaban las ciegas horas, cruciales, en que el sol se ensañaba y apretaba con justicia, recortaba con gran desparpajo una cañavera de los cañaverales que decoraban el sendero al abrigo del río, y construía una pequeña y coqueta cucharilla, que con sumo cuidado introducía en aquel piélago o iceberg de compacta y tentadora masa, que exhibía, con perfiles sensuales, sus mejores atributos, pergeñando unos refrescantes sabores, que le sabían a gloria, rememorando los ágiles ardides del inmortal lazarillo con el ciego.

   En las sofocantes tardes del largo y lento verano, en que el pensar es un viaje sin retorno, a buen seguro que en multitud de escenarios y en no pocos ambientes se mascará la tórrida tragedia de la canícula, con dulzor y refrescante alivio reparador, rememorando concienzudamente la idea anteriormente reseñada, si uno no espera lo inesperado, no lo reconocerá cuando llegue.  

 José Guerrero Ruiz

 

 

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SERIE AFORISMOS: “SI NO ESPERAS LO INESPERADO, NO LO RECONOCERÁS CUANDO LLEGUE”. (Heráclito de Efeso)

 

Pero . . . si se espera lo inesperado, ¿no pierde éste su naturaleza de tal?

 

P.D.: Cuidado con los griegos, no sólo le daban al vino en sus fiestas dionisíacas, sino que sus oráculos bebían una infusión de cornezuelo de centeno (ácido lisérgico, similar al LSD) para comunicarse con sus dioses, por lo que se puede esperar de ellos cualquier genialidad, o afirmaciones como que las habas tienen alma, pero las mujeres no, y el cerebro sólo sirve para refrigerar la sangre, ambas de Aristóteles.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

AFORISMO ÁRABE: “EL COMPAÑERO ANTES QUE EL VIAJE Y EL VECINO ANTES QUE LA CASA.

 

En Islandia, tras el estallido de las protestas ciudadanas por la crisis financiera, se dio una situación casi tan esperpéntica como la misma crisis: En esa tierra no se había producido ninguna manifestación desde los años cincuenta del siglo pasado, por lo que los policías antidisturbios no tenían, por decirlo en pocas palabras, práctica en su oficio.

Los manifestantes se agolpaban frente al parlamento y no sólo gritaban, sino que arrojaban huevos contra los políticos conservadores que habían dirigido el país durante los últimos dieciocho años y habían dejado una deuda de 160.000 euros para cada ciudadano, la más alta del mundo en un país que era, estadística y paradójicamente, el más rico del mundo.

Los policías pedían a los manifestantes que, por favor, no arrojaran huevos ni ningún tipo de objetos, que se limitaran a gritar sus consignas o, incluso insultos, pero nada más, pero la ira ciudadana ya estaba desbordada.

 

Finalmente, algún político dio, posiblemente desde el interior del parlamento y mientras se limpiaba los huevos de su caro traje a medida, la orden de cargar. Pero los policías no podían porque, por suerte para ellos y la sociedad en la que vivían, no alcanzaban a concebir, ni siquiera dentro de sus mentes presuntamente militarizadas, la idea de golpear a sus conciudadanos sólo porque protestaran contra una injusticia que sabían que afectaba a todos, y a ellos, por supuesto, también. Todo se redujo a unos empujones y dos o tres golpes.

Hay actitudes que sólo las puede proporcionar una buena educación, y la sana e imprescindible costumbre de aplicarla a diario en la vida social.

 

Tiempo después, ese mismo pueblo sin policías lo suficientemente agresivos, detuvo y juzgó a tres banqueros y un primer ministro, y en dos ocasiones, el siguiente primer ministro, se negó a firmar el pago de la deuda especulativa pendiente sin un referéndum por medio, posiblemente recordando cómo había terminado su antecesor en el cargo.

Acabo de leer que, para sorpresa de los economistas teóricos del sistema, Islandia está saliendo de la crisis mucho más rápido que, por ejemplo, Irlanda, que asumió resignadamente las deudas de sus banqueros, políticos y especuladores.

 

"Es casi como si el impago de las deudas acumuladas por un sector bancario fuera de control y la depreciación del tipo de cambio funcionaran mejor, incluso desde el punto de vista de los inversores, que socializar las pérdidas del sector privado y mantenerse en un sistema con un tipo de cambio fijo", escribe hoy el Nobel Paul Krugman en su blog del New York Times.

Se dice que, cuando la vida aprieta, ya deja de ser importante lo que es bueno o malo, justo o injusto, centrándonos sólo en lo que nos permite sobrevivir, y es entonces cuando la educación recibida muestra su decisivo valor, cuando unas personas o sociedades anteponen, o no, la casa al vecino y el viaje al compañero.

 

Suele ocurrir, y no deberíamos olvidarlo, pues en esto la vida es, a medio y largo plazo, escrupulosamente justa, que quienes cometen el error de no saber distinguir lo prescindible de lo imprescindible suelen terminar sin casa, sin vecino, sin compañero y sin viaje.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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QUO VADIS 15M

QUO VADIS 15M

No cabe duda Nathaniel, hijo mío, que la civilización ha avanzado. Antiguamente el peligro venía por tierra y luego por mar, arrasando pueblos y familias a espada y fuego, con violencia feroz y sanguinaria. Después se descubrió America y se arrasaron con armas de fuego sus búfalos, y con enfermedades se exterminó a sus pobladores. Más tarde el fuego llegó del cielo, que democráticamente destruía todo.

 Los Reyes inventaron la Inquisición, selectivamente fueron acabando con los judíos conversos, y se les llamó católicos; cuando la matanza fue indiscriminada, se les llamó nazis.

 Las mujeres eran objeto de cambio y mercadería en la antigüedad, y ahora, en muchos lugares, eligen a sus maridos y sólo trabajan en casa cuando vuelven de hacerlo en casa del vecino. En la Grecia Antigua, la aristocracia derrocó a la Monarquía, avanzando hacia una República democrática, retirando el poder de uno para entregárselo a alguno.  Dos mil años después la burguesía enriquecida derrocó a la aristocracia, y algunos machos más consiguieron el voto. Hace ya más de cien años, en Occidente, la mayoría, sin distinguir género, pudo votar. Fue la Revolución proletaria, y el bolchevismo y su estado-policía se encargaron de sublimarla, es decir, de volatilizarla a un estado sólido sin pasar por el líquido.

 A cada revolución sucedió su restauración, y a esta, una nueva revolución, para restaurar el Tao. En la tortura y sus métodos, también se ha avanzado mucho, desde las bárbaras costumbres de golpes, mutilaciones, enterramientos y crucifixiones, pasando por métodos que evitaban señales, hemos llegado a la limpieza psicológica de un Guantánamo. En la familia primitiva comían primero los más fuertes, los aptos para la caza, y hoy los niños reciben antes y más de lo que desean, en regalos y en estudios, de manera que la duración de vida estimada de la antigüedad, se emplea hoy día en formación académica para la caza de un empleo. Toda la vida, si se pretende participar en caza mayor.

Y en vivienda, el avance fue espectacular. Tras vivir en simples cavernas naturales, hoy muchos disfrutan de las vistas de su ventana en el piso 27. Y para que nadie pueda quitarles ese pedacito de cielo, tan sólo tienen que trabajar desde que terminan sus estudios hasta la jubilación, cuando podrán disfrutarlo siempre que paguen las facturas del ascensor. Y, si medimos la riqueza en objetos acumulados, hoy hay más ricos que nunca. De hecho, con la explosión materiografica, las mujeres pudieron encerrarse en sus casas durante muchos años para entregarse al disfrute del cuidado de los objetos patrimoniales, mientras que el hombre podía emplear todo su tiempo en obtener más objetos y los medios de preservarlos.

No quiero aburrirte más con esta prolongada enumeración de maravillas conseguidas por la civilización humana. Y prefiero, para mantener el balance positivo, no tocar aquí el coste que esto ha arrastrado para otras especies, animales y vegetales, como para la propia salud general de la tierra y sus elementos y minerales.

Ahora llegó la revolución política y se ha logrado gran cosa. Sabedores que la anarquía queda para los ángeles, hemos logrado controlar a la clase política. Pueden ser despedidos de sus funciones por votación popular y juzgados en cualquier momento, como un ciudadano más. Los ciudadanos ponen sus salarios a cada político cuando toma el cargo y deciden sus rentas cuando lo termine, con una simple consulta en Internet. La política deja de ser un medio para obtener poder y privilegios, lo que sin duda apartará de ella a quienes solo lo hacían con tales fines.

Pero, como la historia ha demostrado, una estructura solo se mantiene si participan en ella todos sus miembros conocidos. De lo contrario no durará mucho. No puede quedar una Suiza en la Unión Europea, ni un África en el mundo. Ninguna ley contendrá la fuga de capitales; ningún muro la de los hambrientos.

La democracia por tanto solo puede ser global. Y, si se vota, que también se pueda retirar el voto. Y si votan los enfermos, los analfabetos, los idiotas,  y los mismos políticos, ¿por qué no han de hacerlo los niños legos y los presos?

La civilización humana ha avanzado mucho, sí, pero la verdadera pregunta, la única que nos daría una respuesta clara y unívoca, es ¿cuánto ha avanzado el humano en serlo? O bien, si ésta está clara, ¿Cuál y dónde está el obstáculo que impide al humano serlo? Darle respuesta es nuestra responsabilidad y nuestro reto. Cuando la consciencia de esto último sea clara en una masa suficiente de seres, la tortilla dejará de dar vueltas.         

 

Diego Pérez

 

 

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COSMOVISIÓN

COSMOVISIÓN

Las cosas son como son porque tenían que ser así. Si hubiera sido posible que fueran de otra manera, todo hubiera sido diferente, y ésa ya hubiera sido otra historia.

No podemos cambiar ni un segundo del pasado, hagamos lo que hagamos, pero todo el futuro está, como una semilla esperando germinar, en algún lugar de nuestra mente.

Por eso, de nada nos sirve sufrir por lo ya sucedido, por el pasado, al que tenemos que recurrir siempre como a nuestra mejor enciclopedia, aunque lo miremos a menudo como a nuestra peor novela.

Al futuro siempre podremos mirarlo como a nuestro mejor relato por escribir, y aunque sabemos que es un cuento, siempre nos quedará, y eso nadie nos lo puede arrebatar, la esperanza de que sea el mejor cuento posible.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

COSMOVISIÓN 

Tan sólo un segundo puede separar el momento en el tocaste el árbol y aquel otro posterior en que tu mano estaba ya prendida en el aire.

Tan sólo un milímetro el roce de tu cuerpo con otro cuerpo físico ya sea humano, mineral u orgánico.

Tu presencia pasó entre estas calles, por entre estas paredes, se alojó entre estas sábanas. De ella queda sólo tan sólo el eco. Un eco sordo y ciego; que no nos reconoce porque es ciego, ni nos oye porque es sordo.

Tan sólo un instante separan la vida de la muerte. Y es aquí en el encuentro primero, aquel en el que luz y sombra se fundieron, aquel en el que lo dual se hizo uno, aquel en el que las formas contrapuestas se complementaron, fue aquí donde surgió la vida.

Que se busca a sí misma incansablemente, argumentándose y replicándose, amándose y odiándose, negándose a amarse a sí misma y amándose a sí misma por entre todas las cosas.

Begoña Ramírez

 

 

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HOY ESTÁIS SECOS

HOY ESTÁIS SECOS

Ramiro era un “tumbao” por voluntad propia, un hombre que, ya cansado, había decidido que se tumbaba, en la cama si la había, y que de ahí no le movía nadie.

La familia, en casos como el de Ramiro, podía decidir si cuidarle o no, con todo lo que conllevaba, y casi siempre era sí.

Ramiro, harto de la vida y agotado por la misma, había decidido renunciar, después de tantas eternas jornadas de sol a sol en el campo, de sueños de cuero y mil noches de hambre. Creía tener, y sin duda tenía, derecho a tal renuncia.

 

En la cama sobre la que cayó, quedó, y fue su hermana Berta la que cargó sobre sí la responsabilidad de mantenerle con vida, tal vez como pago por aquellas veces, tantas, en que él le había regalado parte del pan negro de centeno con que consolaban el hambre durante la infancia.

 

En el entorno de Ramiro sólo hubo, durante años que llegaron a ser lustros, sólo un ser vivo además de su hermana: una maceta con claveles al lado de su mesilla, a la que saludaba cada mañana y con la que hablaba en silencio más a menudo de lo que hubiera recomendado cualquier psicólogo.

Pasó el tiempo, que fue convirtiendo a Ramiro y Berta en ancianos, llenando ella su vacío con el vacío de la televisión y enclaustrado él en un mundo en el que, al fin, tenía tiempo para convertirlo en su tiempo, “tiempo para cavilar”, como le gustaba decirse a si mismo.

 

Una mañana, tras esperar más de una semana la comida que ya nunca llegaría, Ramiro se incorporó en la cama para observar, al otro lado del pasillo, el cuerpo inerte de su hermana, que yacía allí desde hacía días, víctima de un infarto. Volvió lentamente la vista hacia la maceta de claveles, también agonizantes por falta de riego, y no pudo contener el llanto, un llanto amargo y prolongado, que consiguió arrancar de su cuerpo el poco agua que aún contenía. Se miró las manos, aún callosas a pesar de los años de inactividad, y vio como las lágrimas se escurrían por su rostro y se acumulaban en el cuenco de sus palmas.

 

Lloró hasta secar su cuerpo, hasta purgar el último dolor, la última pena de cuantas había arrastrado en su vida, lloró por su hermana, por todas y cada una de las personas que habían compartido con él parte de sus vidas, lloró por la miseria implacable que convierte tantas vidas en miseria tan sólo.

 

Sintió, al fin, un enorme alivio que hizo desaparecer hasta la sensación de hambre, volvió su vista nuevamente hacia la maceta de claveles, observó el diminuto charco que sus lágrimas habían formado en sus manos, y regó con él la reseca tierra de la maceta. “Hoy estáis secos”, dijo, y volvió a tumbarse y cerrar los ojos, esta vez para siempre.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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“GOTA A GOTA, EL AGUA HORADA LA ROCA”

AFORISMOS: “GOTA A GOTA, EL AGUA HORADA LA ROCA”

 

Una idea, una gota, y gota a gota, el agua horada la roca.

 

Quienes hablan otras lenguas y tienen otras costumbres, esos que moran más allá de nuestras fronteras, tal vez no siempre sean bárbaros a los que combatir y esclavizar . . . una gota.

 

Hay personas que visten ropas para nosotros extrañas, y su piel es de otro color, pero sufren y gozan nuestras mismas pasiones . . . otra gota.

 

Bautizados o no, indios, cristianos, judíos o musulmanes, antes que paganos, infieles, gentiles o herejes, son humanos . . . otra gota.

 

Alguien dijo un día: “Todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en cuanto a sus derechos” . . . y las gotas se hicieron arroyo.

 

Un siglo después, la mitad de la humanidad gritó: Nosotras también estamos aquí y debemos tener derecho a voto, queremos el calor y la justicia de la igualdad . . . y el arroyo se transformó en un río caudaloso . . .

 

Hoy en día, alimentado por las aguas que proceden de las altas y heladas cumbres, siempre ajenas, frías e indiferentes, a la vida que rebosa en los valles, aumenta el río, día a día, su caudal, y susurra a su paso:

 

“Ya es hora de una democracia real. Si entre todos, con nuestro trabajo y nuestras ideas construimos el mundo, entre todos debemos gobernarlo . . . y hasta las rocas, que nunca supieron escuchar, son moldeadas, poco a poco, con formas redondeadas y suaves, por el humano torrente de ideas que las arrastran.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

"POCO A POCO EL AGUA HORADA LA PIEDRA"

Por fin han llegado a su destino, por unos momentos se habían sentido perdidos por esos mundos cuando su vida ahora transcurre tan placidamente entre los almohadones de un bienestar programado, pero satisfactorio en el que todo está bajo el más absoluto y riguroso control.

Al llegar por fin al hotel un amable y jovial recepcionista les ha colocado en la muñeca una pulserita a cada uno, señal y símbolo de que durante sus 5 días de estancia son huéspedes completos, rendidos a la mansedumbre del servilismo ajeno. Los niños Abel y Diana se han puesto a jugar inmediatamente con la pulserita bajo la mirada vigilante de sus progenitores de los que son su replica en todos los sentidos porque comparten incluso el nombre. Es la costumbre de la época, cuando una pareja está en edad de procrear se les pide que elijan el sexo y las características de sus futuros hijos, aunque siempre se les aconseja que sean niño y niña para el equilibrio de la especie y que sus rasgos sean a ser posible los más relevantes y hermosos. Abel y Diana padres creen haberlo conseguido, sus hijos llamados ídem son guapos, inteligentes, dóciles y moldeables, tanto que a veces hasta se preocupan un poco porque recuerdan vagamente que en sus años infantiles los niños eran traviesos y desobedientes, revueltos y a veces hasta incontrolables. Pero una niñez así puede augurar para el sistema adolescentes rebeldes e inconformistas, a los que no se puede comprar con los últimos juguetitos tecnológicos. Ese problema se erradicó hace tiempo .En las escuelas todo está mecanizado, organizado, informatizado, y perfectamente estructurado en un esquema perfecto y sin fisuras que reproduce casi al ciento por ciento la estructura social.

Nada de expresiones artísticas o creativas que puedan entorpecer el desarrollo de una inteligencia lógica y estructurada, perfectamente racional.

Para los niños más incluso que para sus adultos padres estas vacaciones con pulserita en el macro hotel supone un respiro porque aunque todo está también perfectamente estructurado y organizado como en esas cadenas de producción que vemos en las grandes fábricas ,aquí al menos en el Super hotel existe la diversión. Una vez dentro, los asistentes recomiendan no salir de las instalaciones al exterior sino en caso de extrema necesidad. Se trata de pasar el mayor tiempo posible dentro de las instalaciones disfrutando del buffet desayuno, buffet almuerzo, sauna relax hotel ,spa hotel, buffet cena y espectáculo hotel. Sin embargo y a pesar de todo este bienestar circundante Abel padre y Diana madre sienten últimamente un extraño desasosiego, anhelan algo parecido al eco de una libertad perdida, y bajo la capa de un embotargamiento mental bien alimentado sienten que algo bulle en sus entrañas. Tanto es así que hasta sus hijos lo han percibido y les miran a veces con extrañeza, cuando les sorprenden con la expresión perdida.

Diana madre ha decidido dar una vuelta a solas por las instalaciones hoteleras. Sus ídem y Abel padre se han quedado en la piscina, disfrutando de las instrucciones de una amble monitora que promete tenerlos entretenidos toda la mañana. Ella sabe que no está bien visto pasear sin rumbo fijo, pero ha decidido aventurarse por los jardines y si algún vigilante hotelero le pregunta amablemente pero con rigor militar hacia donde se dirige o si se ha perdido, intentará explicarle que solamente deseaba pasear. A la mujeres a veces les pasa eso necesitan pasear y coger flores, si le dice esto tal vez el vigilante la deje tranquila. Su paseo comienza bien, el perfume de las flores evoca en su memoria antiguas emociones y esto le gusta, no son muchas las ocasiones para sentir. Se da cuenta además de que en algunos rincones alguien ha colocado pequeñas frases que no entiende como no habían sido retiradas ya que este tipo de expresiones no está permitida. En una de estas frases se puede leer “gota a gota el agua horada la piedra”.Y Diana madre piensa que esto se parece mucho a esas sensaciones que van creciendo poco a poco dentro de nosotros sin que a veces casi nos demos cuenta y que de repente hacen que nuestra vida se transforme y sentimos la necesidad de cambiar. Y sin poder evitarlo siente una especie de melancolía totalmente prohibida. Por alguna razón su memoria le ha traído recuerdos ya perdidos de una época en la que aún se podía pasear y vagar por las calles sin rumbo fijo. Y también sin poder evitarlo un fugaz pensamiento cruza velozmente por su cabeza, aquella época ya lejana en la que junto con un grupo de amigos y desconocidos se tomaron plazas en todos los rincones del mundo y la gente gritaba: ”Que alegría haber tomado las calles otra vez”

 

Begoña Ramírez

 

 

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PERDIDOS POR ESOS MUNDOS

PERDIDOS POR ESOS MUNDOS

Perdidos por esos mundos vagaban millones de tuertos, guiados por grupos de ciegos. Tenían los ciegos el mundo en sus manos, pero era un mundo que no podían ver, un mundo perdido y absurdo que sólo tenía sentido en su imaginación enferma, un mundo al que inevitablemente guiaban hacia el abismo.

 

Un tuerto propuso que quien tuviera su ojo derecho sano acercara el rostro a quien pudiera ver con el ojo izquierdo, consiguiendo así una perspectiva real y una visión más amplia del mundo.

 

Así, rostro con rostro, brazo con brazo, dejaron los tuertos de tropezar con las mismas piedras de siempre, el camino se hizo más seguro, y los ciegos, protegidos y guiados ahora por los tuertos, dejaron de ser un problema para la sociedad y para si mismos.

 

Algunos ciegos, los más miedosos, refugiados en la falsa seguridad de su ceguera, se resistieron a los cambios, incapaces de imaginar la luz del sol, una luz que ya no veían desde su infancia, pero fue en vano, los tuertos ya habían aprendido a mirar y a caminar, y nada ni nadie podía detenerles en su camino, siempre guiados por la cálida luz del sol.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

PERDIDA POR ESOS MUNDOS (Inspirado en el trabajo de la terapeuta Susanne Powell: El reset, las adicciones y la psique)http://www.reporterodigital.com/imgs/efep/20090326/2045236w.jpg


La vida y la muerte no son sino la propia respiración de la humanidad. Quien no conozca ni sienta las claves de su existencia, y muera siendo esclavo de una adicción, ya sea más física que psíquica o también emocional, puede acabar anclado entre las más bajas frecuencias de su ser y del cosmos, como un ruido repetido y desarmónico, perdida su esencia, descabezado el recuerdo de sí, disperso su sino en el purgatorio de los inconscientes… Y, aunque inducido meramente por la ley universal de la atracción, dispuesto a vampirizar a quien en vida vibre en esas mismas densidades.
Teresa es una joven vital y atrevida. Su adolescencia rebosa entusiasmo; digamos que es una chica tocada por la gracia. Sin embargo, su deseo de curiosidad peca en exceso de impaciencia y temeridad. Tiene casi quince años y el cuerpo le está estallando en medio del frenesí hormonal; la espuma de sus emociones brinca por las olas de su mente, volviéndose sujeto y objeto de un mundo nuevo y por descubrir. Parece a veces un mundo salvaje lleno de experiencias que siente como impostergables y que azuzan su ánima y su imaginación ya de por sí ágiles. Muy parecidas a la de su amiga Claudia, con quien sale los viernes y sábados al socaire del ruido de máquinas y chicos de los billares del barrio. Allí han conocido a dos muchachos de dieciocho. Llevan los calzones a lo cantinflas y los pelos a Marly. En sus rostros blanquecinos brillan unos ojos extraños; sobre todo los de quién responde al nombre de Yona, desdibujados en un fondo bermejo como pequeñas hebras enraizadas en sus globos oculares.
Van los cuatro a la plaza del tranvía y toman un banco junto a los columpios ya abandonados por madres y niños. Hablan de muchas cosas a la vez y ríen tapando los silencios incómodos. Jesús ha sacado una piedra de hachís y, con gesto solemne, comienza la ceremonia de liarse un porrito. Las niñas lo ven atareado y ambas, mientras siguen con sus bromas, piensan para sí si probarán o no de ese humo en ciernes. Saben que es algo prohibido y por eso mismo atrayente; además el hervor bioquímico avivado por la proximidad del sexo contrario y las risas adolescentes, ya han vinculado la balanza hacia el sí, si es que alguna vez el platillo del No tuvo algún peso.
Jesús enciende el porro dando una larga calada y el humo se apodera de su psique en segundos; perdido por momentos el control, da una nueva chupada aún más dilatada que calienta todo el cigarro. Yona lo trinca con ganas, sopla sobre el ascua encendida, dándole tiempo para que baje su temperatura, y le da un par de caladas seguidas y profundas, de las que retiene el humo un buen rato.
–Te has pasao con la china, Jesu –dice Yona–, esto pega… Toma guapa –y le pasa el porro a Teresa.
La muchacha lo coge por las uñas, lo mira desconfiada, se lo pone en los labios y chupa con la fuerza con que dio su primera calada de cigarrillo meses atrás. La tos es repentina pero no alarmante, por lo que repite la acción con más destreza; tanta que el humo desciende por su laringe, llega a su sangre y sube a su cabeza con tal fuerza que la deja colgada de un globo invisible, con una sonrisa extraña. Su amiga repite el proceso con similares resultados; y luego todos comienzan a reír por reír, a bromear por bromear, mientras los chicos hacen sus parodias y mímicas, que motivan nuevas carcajadas.
Hasta aquí todo parece ir bien. Pero una vibración baja y desencarnada se agrega invisiblemente a la reunión. Uno de los axiomas del libro del Kybalión, de la escuela de Hermes, dice que el universo es todo vibración. Y como diría aquella psicóloga que meses atrás dio una charla en el instituto de Claudia y Teresa, esa frecuencia errante que acaba de sumarse al grupo tiene todos los visos de ser la de un porrero muerto. Las dos chicas no recuerdan nada de aquella ilustrativa charla, al menos conscientemente, sin embargo en sus mentes latieron estas palabras que ahora no logran recordar:
Cuando una persona tiene una adicción y se muere, sigue teniendo su adicción y le cuesta marcharse de este plano. Se queda aquí con la esperanza de poder disfrutar de su droga, aunque no lo puede hacer porque no tiene un cuerpo físico; por lo tanto ambiciona encontrar un cuerpo; y en el universo lo símil atrae a lo símil. Así que un porrero muerto buscará a un porrero vivo. Si una persona que consume porros no es consciente de las consecuencias y además pierde el control, es una presa fácil para esos porreros muertos. ¿Cómo se puede entender esto? Cuando alguien pone la intención de hacerse un canuto, automáticamente, a la velocidad del pensamiento, acuden porreros muertos con el deseo de robarle el cuerpo. Y esto se llama posesión. Se tiene que entender la ciencia detrás de esto. Una persona está compuesta de un cuerpo físico y uno mental; el mental es la parte que no se ve, y el físico es simplemente un traje para el mental. El cuerpo mental es eterno, se pude llamar alma, espíritu o frecuencia, de hecho es de multi-frecuencia, esa es la parte eterna del ser humano. En tercera dimensión existimos físicamente pero en cuarta no tenemos un físico. Cuando alguien muere por adicciones no va a donde tiene que irse, no vuelve a su programa, no regresa a su origen, a su destinto, que nosotros llamamos Paraíso. Y no puede porque tiene un fuerte apego a su droga; por eso se agrupa en la calle con más de lo mismo, con más personas con la misma adicción. Y ocurre igual en la sociedad: ellos se juntan físicamente con la misma vibración y sintonía, lo símil atrae a lo símil.
Jesús siente otra vez ganas de colocarse. Es un ansia de hartazgo con la que parece evadirse de la fugaz mirada aburrida de este mundo, para sentirlo de un modo más placentero y dilatado. Yona seguirá las pautas de su colega pues ahora, con la aparición de más sombras invisibles, su voluntad parece un eco en la disolución de un enjambre densificado de vibraciones. Las niñas ven de nuevo atareado a Jesús pero ahora sus pensamientos son dispares. Claudia nota en la boca del estómago un nudo extraño, algo intuitivo que parece decirle, aunque nunca se haya visto en otra igual, que su nivel ha sido ya rebasado y lo siguiente sería terreno abierto al abismo, a la pérdida de control no deseado, y tal vez a la angustiosa sensación que sintió hace semanas durante una pesadilla de la que no podía despertar.
Teresa por su parte sigue subida a su nube y desde esa altura las profundidades no existen, ahora ve el mundo de colores y cada color tienen su propia sombra. Un apetito desmedido le hace abrir su bolso y sacar el paquete de ganchitos; pero no lo abre aún, otro apetito, en el fondo de la garganta, le tienta a tragar el humo que Jesús ya exhala por la boca a pocos centímetros de la suya. Teresa trinca el canuto y chupa de él con la misma fuerza que el muchacho, y no satisfecha todavía, vuelve al ataque succionador hasta casi quemarse los dedos. Segundos después la nube de la que antes disfrutaba, se vuelve densa, su cuerpo se acelera sin poder controlarlo y siente le falta el oxigeno aunque respira aceleradamente, y enseguida cae sobre el banco dando hipidos de angustia antes de quedar tirada, ida y semiconsciente.
–Coño Yona, a esta de la dao la “blanca” –dice jesús entre los gritos de Claudia, que zarandea su amiga por los hombres sin hallar la mínima respuesta.
–Déjala un ratillo, ahora se le pasa… –le dice Jesús.
En efecto, unos minutos después comienza a reaccionar ante el asombro de todos. Y hay que decir asombro, porque Teresa no parece ella misma sino otra persona; su gesto es duro, sus movimientos extraños. Empieza a insultar a su amiga y a echarla de su lado violentamente. Los chicos no saben qué hacer. Jesús propone que la dejen un rato a solas a ver si se le pasa. Pero la niña, dejando el bolso tirado en el banco, ha echado a andar entre tambaleos acera adelante.
–Voy a llamar a sus padres –dice Claudia cogiendo el móvil de su amiga.
–Será lo mejor –replica Yona–. Esperamos un rato y luego nos abrimos.
Y de ese modo ocurre. Los padres de la niña enajenada, tardan casi una hora en aparecer, Y los muchachos, con la complicidad de la amiga, desaparecen en cuanto los ven venir.
En los días siguientes Teresa cambia radicalmente su comportamiento. Ahora es distante y anda siempre desconectada, evita las actividades escolares que antes realizaba, tiene brotes violentos y no parece disfrutar de relaciones estrechas con la gente allegada y de su familia. Sale ahora con una amiga que no es Claudia y frecuenta parques retirados y escalones de barrio, en compañía de chicos mayores, amés de las otras compañías invisibles, con quienes acaba fumando de aquello que ya ansía, aunque no sepa bien si necesita. Ese es el matiz, el ansia no proviene de ella, la necesidad sí. Su yo real está anulado y una frecuencia intrusa ocupa su lugar. Ha de reencontrarse a sí misma y para eso necesita la ayuda de alguien que sepa realmente lo que le pasa.
Sin embargo, un día, hartos y soliviantados, sus padres la llevarán a un médico amigo de la familia. Éste, a ciencia cierta, les confiará a un colega psiquiatra de su círculo; quien, tras un examen pormenorizado, diagnosticará el comportamiento anómalo de la niña como un brote esquizoide, un trastorno psicótico perfectamente catalogado en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Sociedad Norteamericana de Psiquiátrica (DSM–IV) la nueva Biblia de la psiquiatría clínica; y en donde se prescribirá una droga sintética apropiada, una fórmula con efectos secundarios sufribles, con la que tratarán de controlar los repentinos y persistentes cambios de comportamiento y de humor de la niña, esperando que vuelva aquella Teresa viva y simpática que un día se subió a una nube demasiado alta y de la que cayó empujada por una sombra ladrona e indeseable.
Ojala algún día alguien, un terapeuta recomendado a la familia, sí sepa lo que hacer y lo haga. Reconozca al intruso, éste sepa que ha sido reconocido, y acabe expulsado. Teresa levantará entonces la cabeza, mirará a los ojos de esa persona, sonreirá sin saber adonde se encuentra, ni porqué estaba allí, sin recordar nada de todos los meses que ha estado fuera, perdida por esos mundos, igual que si hubiera sido un largo y extraño sueño.

Franjamares

 

 

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¡QUÉ ALEGRÍA HABER TOMADO LAS CALLES OTRA VEZ!

¡QUÉ ALEGRÍA HABER TOMADO LAS CALLES OTRA VEZ!

¡¡LA DECISIÓN!!

Mariano se levanto aquella mañana,  totalmente decidido,  se afeito se ducho, desayuno a conciencia y como era hombre precavido, preparo un tentempié por si acaso. Fina su mujer,  seguía con la vista todas sus maniobras sin decir ni pio, tan solo un  gesto contrariado en la cara y el movimiento  de cabeza denotaban su disgusto.

El estaba feliz, se sentía vivo y joven, como ya no recordaba cuando.

Fina no pudiendo aguantar más,  abrió la boca.  – ¡Pero Mariano, recapacita! Que tú ya no estás para esos trotes

-Para esos y para muchos más –contesto él.

-Te recuerdo que tu ya estas jubilado.

-Tú lo has dicho mujer, jubilado ¡pero no muerto! Y siguió preparando su mochila, mientras notaba como la adrenalina le corría por las venas haciéndole sentir en ebullición.

-¡Que  alegría haber tomado las calles otra vez! Recordaba sus años de estudiante, las carreras esquivando a los guardias, los palos, los gases lacrimógenos,  los días de cárcel, el mayo francés,  los ideales que poco a poco sin apenas darnos cuenta fueron enfriándose, para convertirnos en autómatas que formaban parte de un sistema con el que nunca estuvo de acuerdo. Ahora  iba a unirse a los indignados, porque  así se sentía él. Desde  que se jubilo y dejo de formar parte del engranaje del sistema, volvió a ser persona a  ser el mismo, un día sí y otro también  gustaba  de andar perdido por esos mundos, informándose, aprendiendo, descubriendo otras culturas otras formas de vida. Aquella ventana abierta por la que  se introducía para  perderse  por esos mundos cibernéticos le hizo reafirmarse en lo que ya sabía, ¡lo bella que es la vida! Y que a pesar de los pesares, en el corazón de los humanos sigue anidando el amor. Existen aun cosas buenas  en la mayoría de nosotros,  esperanzas,  ideales, ilusiones y  ganas de cambiar el mundo. Pero también comprendió que nada había cambiado, el planeta entero seguía regido por una horda de canallas sin conciencia ni  escrúpulos, donde lo que imperaba era el poder y el dinero.

- Escucha  mujer, no podemos seguir mirando para otro lado,

Mientras ellos se reparten el pastel, el pueblo recoge las migajas.

Pero como gota a gota el agua horada la piedra  ha llegado el momento de las preguntas, de cuestionar las cosas de abrir los ojos de tomar conciencia, las gentes se rebelan y toman las calles y protestan y piden justicia, trabajo digno, salarios justos, protestan contra el sistema, contra los endiosados gobernantes los prepotentes banqueros, los  corruptos empresarios, los quiero y no puedo y los incontables lameculos.

Es un movimiento no solo de jóvenes, son los parados, parejas con niños, emigrantes, jubilados y todos los que han despertado.

Por eso yo me voy a tomar las calles, voy a estar con ellos, a apoyarlos, me voy  y no sé cuando volveré o si volveré.

-¡Y yo Mariano! Yo también voy – Dijo Fina en un arrebato- También yo he despertado.

-  ¡Temblad proxenetas de la justicia!

- ¡Temblad políticos fariseos!

-¡Temblad especuladores!

-Las masas están abriendo los ojos, las ovejas se convierten en leones, es una reacción mundial en cadena,  el pueblo tiene hambre y sed de justicia. Nadie ha dicho que sea fácil, nosotros solo lo vislumbramos, las generaciones futuras lo vivirán.

Mirándose a los ojos sonrieron, y cogiéndose de la mano, salieron a tomar las calles.


María Bueno

 

 

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ALGO SÓLO ES CIERTO SI TAMBIÉN ES CIERTO LO CONTRARIO

ALGO SÓLO ES CIERTO SI TAMBIÉN ES CIERTO LO CONTRARIO

Por eso nunca existe una verdad absoluta, ni la felicidad absoluta, ni el bien absoluto.

Lo que nos llevaría a pensar haciendo una inferencia lógica que en el cosmos, o en nuestra realidad

nada es absoluto. Es decir el absoluto se transformaría en la necesidad humana de certezas.

 Esta ausencia de lo absoluto nos conduce a la relativización, que sí está más en consonancia con la realidad puesto que todo es de esta forma o de la otra en función de una serie de condiciones previas que sirven de demarcación del enunciado que queremos demostrar.. Lo absoluto requiere pues la demarcación de una serie de circunstancias, o condiciones.

La realidad tampoco puede ser unívoca, ni unidireccional. Esta riqueza de tonos y matices nos lleva a contemplar el universo, el propio o el cosmogónico como un todo holístico en el que el bien y el mal, la luz y la oscuridad y todo el juego de contrarios serían las dos caras de una misma moneda.

Begoña Ramírez

 

 

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EL VIAJE

EL VIAJE

Lo decían mis padres y todos los adultos que me conocieron en la infancia: éste va a ser muy viajero, y era verdad: nací con ímpetus y curiosidades impropios de aquella tierna edad, y tardé mucho en comprender que los viajes más interesantes se suelen hacer sin moverse del sitio.

 

De todos los viajes, hay uno que ocupa un lugar privilegiado en mi memoria: Al despertar aquel día, todavía somnoliento, me vi rodeado de rostros desconocidos que se movían y gritaban en torno mío. De algunos creía guardar ciertos recuerdos difusos, pero otros me eran completamente desconocidos, y apenas acertaba a comprender algo de cuanto me decían. Decidí seguir durmiendo.

 

Tiempo después volví a despertar para encontrarme de la mano de una mujer que parecía saber quien era yo, decía llamarse Noicanigami, y era tan vitalista como hermosa, aunque parecía, en ocasiones, contradecirse al elegir los diferentes destinos por los que me guió, todos ellos lugares que ni había imaginado que existieran.

Nos acompañó en nuestro viaje, siempre a cierta distancia, pero sin perdernos de vista, otra mujer de mirada taciturna llamada Oiriled, que por alguna extraña razón provocaba en nosotros una sensación de alarma y desazón al aproximarse.

Noicamigami me advirtió: “No te preocupes, no es mala, pero está enferma. Tiene siempre las manos heladas, intenta que no te toque con ellas”.

 

Al cabo de un tiempo llegamos a la comarca de Aicnecseloda, una tierra extraña y no exenta de peligros, en la que Oiriled parecía encontrarse más a gusto, mientras una expresión de desconcierto se dibujaba cada mañana en el semblante de Noicanigami. El clima no era muy apacible allí, y las tormentas, terremotos y diluvios eran frecuentes.

Los bosques de Aicnecseloda estaban repletos de unas extrañas flores llamadas sanomrohs que producían cada una un efecto diferente al ser olidas: unas hacían crecer los cuerpos, otras provocaban agresividad, otras sosiego, otras miedo . . . Eran como narcóticos, cuya mezcla solía tener efectos imprevisibles. Allí me presentó Noicanigami a su amiga Dadisoiruc, un ser inquieto que parecía tener interés por todo lo nuevo o diferente que encontraba ante si. Al ser yo forastero, me interrogó durante horas sobre mi origen, mis gustos, mi vida y hasta mis ilusiones.

Al terminar el banquete de bienvenida, y antes de retirarnos a dormir, Noicanigami se acercó y me dijo: “Mañana recorreremos con Dadisoiruc el bosque de anomrohs. Te acompañaremos, pero será tu viaje, tuya será la responsabilidad del mismo, y tuyos los peligros y placeres que encuentres, superes o disfrutes. El recuerdo de todos ellos te acompañarán en la memoria hasta el fin de tus días”.

 

Aquel recorrido entre extrañas y coloridas flores de anomrohs, cuya duración no sabría delimitar con certeza, me hizo disfrutar y padecer vivencias que hasta entonces me eran completamente desconocidas. Mi cuerpo y mi mente sufrieron transformaciones que me convertían, a cada paso, en un ser nuevo, sumido en un constante ciclo de renacimientos.

Conocí placeres que de tan intensos me acercaron a las fronteras del dolor, y dolores tan profundos que me hicieron dudar, en alguna ocasión, si valía la pena seguir adelante, pero luego, ya saliendo del bosque, sonreía recordando las ideas de abandono, y me sentí sinceramente estúpido por haberlas tenido.

Al oler una flor blanca creé y destruí dioses en mi mente con tal presteza, que llegué a dudar, finalmente, que existiera siquiera uno de ellos.

Me sentí abrigado por el calor de la solidaridad al oler una flor rojinegra, y abandonado a la crueldad y el egoísmos humanos al oler una azul.

Cuando ya creía haberlo sentido todo, el olor de una pequeña flor verde transformó mi vista hasta hacerme abarcar la grandiosa diversidad de la vida. Me sentí, en un instante, diminuto e infinito a la vez , y así concluí el viaje . . .

 

Dos días después salimos de los límites de Aicnecseloda para adentrarnos en Zerudam, un lugar de campos de tierra negra y clima más apacible, donde el tiempo transcurría al ritmo estable de cuatro estaciones bien definidas.

Allí, al cabo de un tiempo, el suficiente para que conociera la nueva comarca y algunos de sus secretos, Noicanigami se despidió de mi con un fuerte y prolongado abrazo, susurrándome al oído: “Siempre estaré a tu lado, pero ahora ha llegado el momento de que continúes tu camino, ya estás preparado para ser padre y perpetuar el grandioso y agridulce camino de la vida”.

 

En aquel momento yo tenía veintinueve años, al año siguiente sería padre por primera vez, y desde entonces he vivido con la certeza de que siempre hay una tierra más allá y un sentimiento más acá, a veces a nuestro lado, que no conocemos.

Noicanigami cumplió su promesa y siempre ha permanecido cerca de mi, apareciendo a veces de una forma un tanto inoportuna, pero siempre cuando he necesitado su ayuda. Ocasionalmente la acompaña la extraña Oiriled, y casi siempre la inquieta Dadisoiruc y, a pesar de lo diferentes que son, nunca las he visto discutir.

 

El extraño viaje continúa aún hoy, y presiento que aún quedan, no importa si pocos o muchos, sentimientos y tierras por conocer.

 

* Consejo para su lectura: Invierta las letras de cada nombre propio y de la palabra “anomroh” y el relato resultará más comprensible para la razón, aunque menos interesante para la imaginación, perdón, quiero decir para Noicanigami.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

EL VIAJE: Revolución española, Despertar de la conciencia, Nuevo paradigma

Javier ha ido a la plaza de su ciudad con una convicción muy sólida. Se ha citado con unos amigos a través de la red para engrosar la manifestación “Democracia Real Ya”. Es de los jóvenes que no miran al futuro sino al presente, que han visto que el porvenir se diseña con salario basura, con dinero deuda, que son victima de la competitividad legal y presienten que algo está cambiando dentro y fuera de ellos, pero que aún no saben el alcance real del cambio.
La plaza está abarrotada. Es el primer botellón reivindicativo y sin botellas, aunque sí se ve comida y esto barrunta una estancia larga al raso. Hay que decir que esta protesta es espontánea (aunque ya hay algunos que empiezan a buscarle conspiradores), nacida de una indignación latente, de los efectos nocivos de un sistema económico y político acabado, basado en la explotación indiscriminada de los recursos y en lo humano como otro recurso subordinado. Una indignación cristalizada quizá por la palabra encendida de los intelectuales viejos (Hessel, San Pedro, Galeano, Sábato que en paz descanse) cuyos huesos no están para marchas y corridas a pie de calle, pero cuya comprensión panorámica de diablo viejo, les ha servido de luz y de modelo. Pero no parece que sea un nuevo giro del efecto estroboscópico de las izquierdas y las derechas. A esta visión algunos jóvenes le llaman holística y ahí creen que reside el cambio de paradigma que están viviendo.
En el lugar de concentración el ambiente es un gran grito, polifónico, heterogéneo, de síntesis, que concentra el fervor de la multitud como un todo reivindicativo. Javier ha visto a jóvenes parados pues sólo tiene que verse a sí mismo; también encuentra estudiantes hartos de bolonias, desempleados de larga duración, desahuciados sin piso pero con hipoteca, incluso jubilados de la jubilación y algún que otro perroflauta excitado por el ambiente.
Es difícil encontrar a sus colegas porque los compañeros y compañeras de rodal se les parecen demasiado y la sintonía con ellos es parecida; con esta complicidad el puzzle de la plaza grita y agita sus deseos y pancartas, como un gran fractal del enojo de todo un país. Se sienten indignados, pero también engañados y asimismo despertados. Han sido traídos por la red pero ya no se sienten pescado.
Saben en sus adentros, aunque aún no lo comprendan del todo en sus mentes, que la dualidad, la gestión de la escasez y sus feroces competencias han muerto, y toda muerte es regeneración; que el materialismo tiende al colapso; que el paradigma nuevo es el de la conciencia de una visión holística de la realidad. Por ello evitan emplear un lenguaje alegórico de izquierdas y derechas, de rojos, azules, verdes… y antes bien sienten la esencia de un lenguaje simbólico y abierto que induce al encuentro de un significado propio y hasta trascendental. El universo intelectual, arquetípico, de matemáticas y geometría puras, frente al mundo físico y materialista de las percepciones, necesita del alma humana como intérprete necesario para encontrar el equilibrio, para reinterpretar el tiempo y zafarse de todas las esclavitudes mentales y de la materia. Por eso carecen de líder y aglutinan de un modo orgánico y no jerárquico el descontento social, por eso su grito es unánime pero individualizado, donde la solidaridad (o la bondad entendida racionalmente) es una suerte de egoísmo inteligente. Han sabido o van a saber que el cambio está en ellos, en las profundidades de su ser, en el insondable océano del cosmos que corre también por sus venas.
La historia de la humanidad es como una gran respiración, hay periodos de inspiración prolongada y profunda que llena de energía a los pueblos, pero el exceso de energía deflagra hasta que consumida se detiene; surge entonces un lapso mágico donde gira el aliento de la humanidad, un vórtice de no tiempo y de vacío, que será el punto de comienzo de una nueva expiración, prolongada y necesaria, un vaciado que nos llevará directamente al abismo, al vórtice mismo de toda la manifestación humana en el cosmos, al punto fijo que mueve la gran rueda y mana el surtidor de la fuente. Esa respiración viene ocurriendo desde que el hombre es hombre, es decir: alma y materia vibrando en el universo. Se repitió en India, en China, en Egipto, luego en Grecia, luego en al-Andalus y se está produciendo ahora.
Javier ha encontrado por fin a sus colegas. Se están preparando para pasar la noche al relente. Unas nubes negras, que parecen la sombra de la campaña política oficial y de las amenazas de desalojo, amenazan lluvia, por eso se han hecho de lonas y cuerdas para montar un campamento improvisado. En la tarea del amarre coincide con Julia. Mientras tiran de la cuerda y tensan un extremo de la lona, juntan sus manos y sus fuerzas en una misma dirección. Entonces tiene una especie de revelación. Ve en Julia el alma receptiva de la mujer y que a la suya completa. Los cuerpos sucesivos de una búsqueda hedonista y ególatra ya no parecen tener sentido. Cree que se ha enamorado, pero no es un deseo posesivo hacia Julia, es un amor universal, un amor por la unidad y la síntesis, un amor por la vida que también se mueve en los corazones de todos los de la plaza.

Franjamares

 

 

EL VIAJERO

   El viajero, venciendo mil y un escollos se embarcó rumbo a las Islas Afortunadas. La ocasión la pintaban calva para solazarse, disfrutando de una estancia placentera, e incrementar las cotas de autoestima.

   Y siguiendo semejantes dictámenes, se dejaba llevar en cierta medida por los impulsos, insaciables a veces, por descubrir nuevas experiencias y ambientes, que le acosaban de continuo, estimando un acierto entregarse sin rodeos a las inclinaciones más simples o arrinconadas, debido a que a lo mejor las tuviese ya algo oxidadas.

   Por lo que se propuso, como el trapecista en el circo, hacer sus pinitos en el teatro del mundo, y muy decidido se lanzó a la conquista soñada, si no supondría una disparatada futilidad, al elucubrar en lo más íntimo un océano de innumerables hallazgos, que iría desgranando paso a paso por las rutas más inverosímiles, incrustados en la caja de sorpresas de la hoja de ruta, y en ese derroche de ficción concebirlos como una inconmensurable hazaña que jamás hayan contemplado los siglos, el mero hecho de irse de vacaciones a lugares remotos, situando las expectativas por las nubes, o al menos así lo enmarcaba entre ceja y ceja, rumiándolo como algo único y digno de su mejor empeño.

   En un principio el viajero no tenía motivos para lamentarse y muchos para regocijarse, pues los acontecimientos le sonreían sobremanera. Los episodios se desarrollaban de forma placentera, risueña por aquellos pagos, llegando a tomar un cariz atractivo, exótico, y en determinadas situaciones se dibujaban escenas con ciertos tintes eróticos, ya que, sin saber cómo, los eventos se fueron presentando de manera que le instaban a despertarse de la modorra que lo amordazaba, y de cuando en vez fue percibiendo con sumo deleite el néctar de los felices encuentros, lo que no era para desdeñarlo, o arrojarlo a un pozo sin fondo, después del mustio y prolongado invierno en el que había estado hibernando.

   El autobús lo transportaba por aquellos sugestivos ámbitos, un tanto abruptos y accidentados, aunque en modo alguno vírgenes, como alguien quisiese aducir en un alarde de esnobismo romántico, debido en gran medida al incesante trasiego de amantes y curiosos visitantes que, estación tras estación desde tiempos inmemoriales, han discurrido como un río por sus telúricas y volcánicas entrañas, y desplegado sensiblemente sus velas, arrobados por sus encantos y embrujos, y al hilo de la trama, cuando mejor se sentía el viajero, y con más hombría vital lo vivía, aconteció algo que le pareció un tanto curioso, de forma que donde menos se lo esperaba le aguardaba un pequeño sobresalto o acaso pura envidia, de algo de lo que cuesta reponerse, saltando inesperadamente los cánones o la liebre, como a veces ocurre, pues al realizar una de las incursiones por los lugares de los ancestros de la isla, vino a toparse con una descomunal y admirable estatua del último guanche, según indicaba el guía, que allí se erigía, todo un dechado de virilidad, como si la escultora que lo llevó a cabo con sus mejores ojos e intenciones, hubiese querido hacer honor a la realidad historiográfica no dejando nada en el tintero, y reflejar de un plumazo todos los méritos del prototípico aborigen, sin recurrir a eufemismos, o soslayar lo políticamente incorrecto, a la hora de plasmar en el bronce los atributos casi de película, que nadie está en condiciones de poner en duda, según reza con letra gótica en el frontispicio de la obra, ejecutada en cuerpo y alma, donde sólo se echaba en falta unos guiños o algún requiebro en sus labios, que, por las características que exhibía en sus hechuras, debió haber pateado sin desmayo y con los bríos de un buen quijote aquellos parajes desafiando a los intrusos, o huyendo de la incivilizada civilización o de falsos caballeros andantes, que harto ignorantes de sus costumbres y gustos fuesen imponiendo su ley, o arribase a la isla una nube de paparazzi bien pertrechados, con sofisticadas cámaras y un sinnúmero de artilugios, disparando en estudiadas emboscadas por entre los matorrales que pululan por aquella tierra tinerfeña.

   Al parecer era el arquetipo de los fornidos pobladores, que acaso nutridos con el potente gofio, el rico maná de la tierra, a modo de poderoso reconstituyente ideal, como el afamado estribillo publicitario del colacao de hace unas cuantas décadas, generador de gónadas masculinas, y de toda clase de miembros, brazos, piernas, tronco, e incluso se podría apuntar sin caer en la extravagancia, que funcionaba como auténtico viagra donde lo requiriesen, por lo que no resultaba raro que se levantara allí en conmemoración suya, con todo su parafernalia y armamento, emulando al forzudo e inmortal Caupolicán de Rubén Darío, desafiando los azotes de la erosión y las frías ventiscas, siendo con su color negro el blanco de todos los flaxes y miradas de los avispados turistas; sobre todo de las visitantes femeninas, más cariñosas, que por algo nacieron hembras, en un gesto que las honraba, pues con toda la naturalidad del mundo y en medio de una repentina eclosión, quizá por influjo de los perfumes primaverales, le ofrecían caricias y mimos por sus partes como a un recién nacido, de suerte que retumbaban los candorosos estallidos de risas y sorpresas por aquel rudo cerro de los Realejos, quizá para darle mayor verismo a los acaeceres que se fraguaban en tales circunstancias.

   Se diría que de aquellos veneros de las cumbres brotaba vida, cargando las pilas de los más pusilánimes, hasta el punto de que el menos agraciado de la expedición, al contactar con su presencia –todo una joya artística, con su fuerza engendradora concentrada- se vería tentado a efectuar simulacros en aquella campiña, y a buen seguro que esa noche dormiría en ascuas, en el más dulce de los paraísos, rememorando la época de los bien dotados nativos, cuando retozaban ufanos por aquellos sembrados y dehesas, colinas y valles a través de los diferentes poblados, como Icod de los vinos, a las puertas del milenario drago, pletóricos de facultades, verdaderos supermanes, que alumbraban aquellas tierras, conjuntamente con los tentadores licores, plátanos, patatas arrugadas, y el no menos eficiente gofio, que engolfaba a más de uno, que lo extraían triturando centeno, avena, maíz y trigo, con sensuales aires de salsa cubana, que se pasaban las tardes moliendo café durante horas y horas, a través de los siglos.

   Llamaba la atención el contraste entre la minúscula toponimia de la isla y el tamaño de los colosos pobladores, al seleccionar los nombres con acepciones diminutas, Pueblo Chico, Garachico, Icod de vinos, islita o las calitas que colman las innumerables playitas.  

   No cabe duda de que el grupo, en el que predominaba el mundo femenino, que ya cruzó la etapa dorada, en esos instantes se divertía y deleitaba a raudales, como en sus mejores tiempos, bailando y cantando en aquel enclave de fructíferos campos, donde antaño los pobladores, ajenos al tiempo y a los toques de la civilización, los guanches -no de bronce- de carne y hueso, trotarían a calzón quitado por aquellos andurriales.

    Y todo ello, de repente, se instaló en la pantalla de la memoria de los asistentes, deslumbrando en aquella ofuscada mañana, llena de sal, sol y lujo climatológico, en mitad de la fiesta de las cruces de mayo, y por la noche tatuados con los fuegos encendidos en los rincones de la isla, aunque un tanto turbados por el empuje de posibles caprichos, si bien aquí y ahora, en  mitad del remolino de la brisa que besa sus frentes, abran sus pistilos como un capullo en flor ante el último guanche mudo, recobrando la vida ante sus pupilas en estos singulares parajes de los Realejos, no lejos de las voluptuosas y cálidas aguas de la playa tinerfeña.

   Lo más acertado será brindar por estas dulces manos de madre, llenas de dádivas y sacrificio, y que en estos momentos, acaso impulsadas por un secreto frenesí de restañar los desconchones de una maltrecha vida en pareja, llevadas por la fantasía, como ocurría en las películas que visualizaron en la juventud, en que vivían un amor platónico con los apuestos galanes, y de esa guisa, en un arranque juvenil jugaban dando tiernas palmaditas a los duros y voluminosos dídimos del gran  héroe guanche. Y alcemos la copa por el monumento, que se yergue todo tieso en las faldas de la morena montaña, como cerro testigo, que corrobora y perpetúa con un par de cojones la sangre y la estirpe de tan sana y privilegiada raza.

   Y en aquel ambiente de mudo asombro, luz y fiesta, retumbaba a los cuatros vientos el son melodioso de la pieza… Islas Canarias, Islas Canarias…, y las sensaciones del viajero crecían y hervían como la fragancia de las flores en mayo, inmerso en una vorágine de alegría y ensueño, como si los andares por aquellos lares y el pensamiento se le tornase de oro.

   Tantos lustros perdidos o podridos en la vaguedad del olvido y la incongruencia de los mortales, cuando la madre naturaleza, que es tan sabia, podría haber engendrado un universo más divertido, sincero y humano.

    Las aguas que bajaban de los veneros del Teide, henchidas de ubérrima semilla, ayudaban sin duda a que germinase la vitalidad de múltiples colores, por los arriates y viveros de strelitzias, salvias, rosas y jazmines, como se vislumbraba descendiendo a través de los vaivenes de la guagua por aquellos desfiladeros, de suerte que apagaban la sed de los superhéroes que habitaron aquellas tierras, pero cabe hacerse la pregunta de rigor, por qué no se logra extraer una brizna de todo aquello y clonar el ADN guanche, inyectando H2O y semen virgen de las nieves de las cumbres, permitiendo producir ejemplares únicos, inmortales figuras del mismo corte, pelaje y miembros, lo que impulsaría una inusitada prosperidad en la isla, ahora tan diezmada por las huestes de la crisis, y apenada por la añoranza de aquellos colosos, auténticos todo terreno, que tanta espuma blanca suministraban, rivalizando con los embates del blanco oleaje marino de las costas, derramando amoroso y placentero sabor entre los cónyuges.

   Sería bueno rescatarlo del olvido, y exclamar, acorde con los tiempos que corren, tan alocados y vertiginosos, el nunca valorado en sus justos términos proverbio latino, O témpora, o mores…                             

 José Guerrero Ruiz

 

 

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EL REGRESO

EL REGRESO

El sofocante calor de aquella tarde de julio, hacia qué Andrés traspirase copiosamente Mientras embalaba en grandes cajas toda clase de enseres.

La casa se veía desangelada, los niños envasaban sus juguetes, mientras la madre rotulaba con grandes letras el contenido de las cajas, en una se podía leer, UTILES DE COCINA, en otra LIBROS, ROPA DE CAMA,  etc.  pronto todo quedo embalado.

Andrés, Dolores, y los niños se tendieron en el suelo, cansados sudorosos y felices.

-“¿Te has dado cuenta mujer? mañana a estas horas estaremos todos en el pueblo.”

Dolores sonrío sin decir palabra, se alegraba por ella, se alegraba por  los niños, pero por quien más se alegraba, era por él. ¡Su Andrés! Que  el mundo se le vino encima cuando se quedo sin trabajo, con una mano atrás y otra delante, después de tantos años en el mismo empleo no le quedo ni el finiquito. La empresa se declaro en quiebra y nadie cobro ni un euro.

Ahí empezó el calvario, ella empezó a trabajar unas horas limpiando, él se pateaba todos los días la ciudad buscando trabajo, de lo que fuera, tenían que comer, pagar los gasto de la casa y lo más grave, una hipoteca. Echó currículos por todas las empresas, en las oficinas del paro estarían hartos de ver su cara de desamparo.

Ella intentaba darle ánimos, procuraba que los niños no se dieran cuenta de la situación, pero a veces no podía más y en esos momentos, se iba a darse una ducha para que sus lágrimas mescladas con el agua se fueran por el sumidero.

Andrés seguía erre que erre todos los días, estaba seguro que encontraría algo, pero últimamente su fe iba desmoronándose, en todos lados le decían lo mismo. -No da el perfil. -Lo sentimos  ahora no hay nada. ¡Ya le avisaremos si sale algo!

Dolores llevaba varios días rumiando la idea, pero no se atrevía a decírselo. No sabía cómo podría reaccionar, el no quería saber nada del pueblo, desde que salió de allí siendo muy joven, no volvió. Sus padres no comprendieron sus ansias de volar, querían que se quedara en el pueblo tenían sus tierras ese era su lugar ¿Dónde iba a estar mejor? Pero él se empecino y no hubo quien lo hiciera desistir.

Por fin se lo planteo, -ya se –le dijo –que herirá tu orgullo, pero sería una solución. Andrés se puso muy serio, sin  embargo no se altero como ella temía, sabía que estaban en una encrucijada y que allí tenían que decidir su camino.

Llamo a sus padres, después de una extensa y emotiva conversación, quedaron de acuerdo, la casa del campo estaba a su disposición y las tierras que la rodeaban también, al fin y al cabo le dijo su padre tu eres  nuestro único hijo y todo es para ti.

No hubo reproche  ni recriminaciones por parte de sus padres, lloraron de alegría por su regreso.

El piso lo pusieron  en venta, y ahora con todo embalado, sonreían felices, pensando que al día siguiente estarían  sentados en sendas hamacas, en el porche bajo la sombra de la parra cuajada de grandes racimos de uva y bebiendo el agua fresca de un botijo.

Y pensado en todo esto, Andrés llego a la conclusión que en esos momentos de su vida, para ser feliz solo necesitaba tres cosas, familia botijo y sombra.

María Bueno

 

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EL POZO SIN FONDO

EL POZO SIN FONDO

Me pregunto si un movimiento como el del 15M podrá resistir los embates del sistema, ese sistema que somos todos. Internet es un arma muy poderosa, y como toda arma puede producir importantes daños colaterales. Si no surge pronto un líder-portavoz, el rebaño puede lanzarse al asalto, a la rapiña descontrolada, cargándose un posible cambio. O si el portavoz pide lo que muchos descontentos quieren: pan y circo.

 No creo en las revoluciones que cortan cabezas. Prefiero a Gandhi que a Lenin, a Mandela que a Mao, a Luther King que a Fidel. Cambiar los testaferros nunca cambió nada profundamente, y sí dejó castrada una sociedad. Quizá no prefiero la injusticia al desorden, pero la mayoría de la gente de este país sí, pues las masas se comportan como masas y necesitan de un guía.

Si este movimiento no sabe venderse, si no crea su propio orden, no durará mucho. La fuerza la tiene el sistema y lo sustenta la mayoría. Solo convirtiéndose en mayoría se le puede cambiar.

La rabia y la indignación son un primer paso necesario, pero incluso en una revolución con medios pacíficos como la India, fueron incontables los muertos, y millones los desplazados por la barbarie popular.

Si en las últimas municipales el partido con mayor orientación pro-sistema ha arrollado, por muy poco demócratas que seamos, tenemos que darnos cuenta que ellos, por muy estúpidos que les podamos creer, tienen la fuerza. Nunca venceremos con la fuerza, nuestra victoria está en convencer y, para ello, habría que unificar ideas, sacar lo elemental que nos une, o la división nos agotará muy pronto.

Todas las ideas pueden ser buenas, pero muy pocas de ellas podrán llevarse adelante con beneficio para la mayoría, porque aunque las ideas sean buenas, las personas no lo somos. Y esto no es un ideario que nos inculque el sistema. Basta con asistir a una simple reunión de vecinos para comprender lo mezquino del alma humana. Esto es lo que hay que cambiar. Moverse en los barrios, en las familias y en los colegios para crear un sistema democrático real ya. Conseguirlo a nivel nacional puede sonar muy bonito, pero, de conseguir esa utopia, y antes de que nos diésemos cuenta, unos nuevos perros y un nuevo sistema, con resabios, lo habrían suplantado.

Confianza en el ser humano no me falta, la historia me ha demostrado su evolución; incluso tomados de uno en uno, cada persona guarda unos valores universales maravillosos e inmensurables, pero cuando nos unimos en masa, escondida  bajo la piel del borrego, aparece el lobo; quizá simplemente por el sentido del territorio.

Hará falta mucha disciplina en las filas de los sentados para no levantarse ante la primera ofensa, ante la primera agresión. El martirio, tras la indignación, conquista corazones. La mínima respuesta violenta, un desafortunado insulto al sistema, encenderá la mecha del miedo de esa mayoría acomodada al sistema.

Y el miedo es muy mal consejero.

Todo esto surge de unas fotos de Barcelona en YouTube en las que se ve a los antidisturbios empujando a una masa de manifestantes. Atrás queda un disminuido físico en su silla de ruedas, acompañado por algún amigo. En una foto se ve a un antidisturbios empujando la silla, deducible por la posición de sus piernas, con su porra en posición de defensa. Llueven los comentarios insultantes en Internet hacia el trabajador antidisturbios, quizá un latino que no encontró otro medio de seguir alimentando a sus hijos, ante su supuesta, aunque improbable, agresión, como muestran otras fotos, en las que ni éste ni su acompañante parecen haber sido agredidos. Si me queda la impresión de que la persona en la silla pueda estar insultando al agente, pero tampoco me atreveré a deducirlo. Al menos, la fotógrafa incluyó, en honor a la verdad, otras fotos que ofrecen más datos. Pero la gente solo ve la foto de la portada, a nadie le interesa la noticia en profundidad. Muy pocas personas, en el mismo foro, hacen comentarios que no sean simples insultos, menos aun pidiendo más información para cerciorarse de la verdad. No han visto las fotos. No interesa la verdad, queremos manipular y ser manipulados: esa es la impresión que me quedo tras la lectura. ¡Hale!, al paseíllo de iras y no volverás. Alguien que no te quiera se chiva de algo, te señala con el dedo desde Internet, y cualquier desconocido que reconozca tu rostro te escupe en la cara. He encontrado el fenómeno en los foros universitarios, supuestamente los mejor preparados para no dejarse manipular.

Deseo fervientemente que este movimiento consiga andar, pero tendría que tener muy claro lo que le mueve y hacia donde le lleva.

De momento, descontento, rabia e indignación frustrada hacia el foro de la ciudad. Es allí mismo que tendría que nacer la democracia, y cuanto antes: ya.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

 

EL POZO SIN FONDO

Cada ser humano va eligiendo, a lo largo de su vida y de acuerdo a su experiencia, un camino a través del cual interpretar la compleja naturaleza de sus semejantes y de los grupos y sociedades a las que damos lugar a través de la convivencia.

Personalmente, hace años que elegí el camino del estudio de la historia como herramienta para dicho fin.

Creí ingenuamente en mi juventud que el mundo se dividía en buenos y malos, y que la solución a todos los problemas de la Humanidad pasaba por conseguir que las personas más honestas formaran parte del grupo que toma las decisiones sociales, pero vi fracasar todos los cambios y revoluciones una detrás de otra, hasta que comprendí que el problema no estaba en las decisiones de unos u otros, que cada vez se diferenciaban menos entre sí, sino en un cambio de estructura del sistema, un cambio en la forma profunda de pensar, un cambio de modelo o paradigma.

 

Observé que todo ser humano sufre una transformación cuando consigue cierto poder político o social, y que, salvo contadas excepciones, acaban transformándose en personas que olvidan los ideales que les hicieron conseguir el apoyo y la confianza de millones de personas. Me di cuenta de que las estructuras sociales son más efectivas cuanto más horizontales, lo que explica que países como Japón, sin prácticamente ninguna materia prima, se convirtieran en potencias económicas basadas en el arma más poderosa de esa sociedad: el respeto y el apoyo mutuo.

De igual forma, imperios con una riqueza material enorme, como los Estados Unidos, se van desmoronando lentamente, víctima de un sistema que alaba la capacidad de enriquecerse de cualquier individuo, incluso pasando por encima de los intereses del resto de los ciudadanos, los intereses comunes. Esa sociedad ha terminado teniendo bolsas de pobreza peores que las de Pakistán, una de las zonas más pobres del mundo, y han entregado sus gobiernos, en otra época modelo de democracia y libertad, a lobbys y grupos de presión capaces de embarcarles en guerras que sólo a esos grupos y empresas benefician, pero que perjudican claramente a la inmensa mayoría de la población.

Hace décadas pensaba que la generación de mis hermanos menores sería la que diera el gran paso, para creer luego que tal vez fuera necesario más tiempo, tal vez un par de siglos incluso. Y cuando ya creía que estas sociedades postconsumistas en que vivimos habían arrancado o dormido el alma de sus ciudadanos, todos nosotros, algo ocurre en las plazas de esta tierra, algo impensable hace un mes tan sólo: los ciudadanos ya no se creen la farsa de un papel en una caja cada cuatro años, de una clase política que se dice representante de los intereses de los ciudadanos pero que actúa, en la práctica, y al margen de la ideología conservadora o progresista que usen por bandera, los intereses y privilegios de una reducidísima minoría que va acumulando, día a día, más y más poder.

Surgió ese movimiento como la confluencia de los intereses comunes de grupos y asociaciones que poco o nada parecían tener en común: asociaciones contra la limitación de la libertad en internet, contra la abusiva ejecución de las hipotecas por parte de los bancos, que dejan cada día veinte familias sin hogar y endeudadas de por vida, contra la violencia de género, contra el encausamiento del juez Garzón, etc., etc.

Un día comprendieron que tenían un punto en común: todos ellos eran ciudadanos víctimas de alguna injusticia producida por el sistema en que vivían . . . y se echaron a la calle . . .

Si el movimiento fue una sorpresa, más lo fue comprobar la madurez e inteligencia con que actuaban, a pesar de la juventud de más de la mitad de sus componentes: no cayeron en la trampa de dejarse arrastrar por ningún líder que les vendiera un sueño, como tantas veces había sucedido en el pasado a lo largo de la historia, ni en el error de intentar promover cambios a través de la violencia, que siempre le serviría de justificación a quienes estuvieran interesados en destruir ese movimiento ciudadano, ni cometieron la necedad de autodefinirse como conservadores o progresistas, ni se identificaron con ningún partido pues sabían, y saben, que entre sus filas hay personas de todas las ideologías, religiones y actitudes.

No sé si a través de largas horas de meditación o debate o si espontáneamente, han dado un paso de gigante en la evolución de las sociedades humanas, mostrando lo caduco y obsoleto del sistema anterior, todavía vigente: no quieren partidos de derechas o de izquierdas en el parlamento, quieren que el parlamento y quienes ocupan los escaños, funcionarios a los que pagamos sin demora cada mes sus salarios y privilegios, sean el reflejo de cuanto piensan, sienten y desean los ciudadanos de ese país. Para ello proponen reformas de la ley electoral que incluyan el referéndum como herramienta y derecho de los ciudadanos, que se les consulte, al menos, las leyes y decisiones más importantes que les afectan socialmente.

Saben muy bien lo que hacen, conocen y confían en las capacidades innatas del ser humano, en su sentido natural de la justicia, saben que la mayoría nunca votaría una guerra colonial, ni regalar miles de millones a la banca privada para compensar sus errores y su codicia, mientras sus beneficios se esconden en paraísos fiscales, saben que nadie votaría congelar los salarios y las pensiones, sino que, si fuera necesario, se decidirían mayores cargas fiscales a las grandes fortunas.

No importa cuanto durará este movimiento ciudadano, hasta donde madurará y se extenderá, y si conseguirá todos o sólo algunos de sus reivindicaciones y objetivos, su mera formación y existencia ya ha marcado un hito en la historia, incluso si desapareciera mañana mismo.

De igual forma que a una persona se le puede conocer viendo quienes son sus amigos y sus enemigos, a los movimientos sociales, también.

Prácticamente toda la clase política, de todas las ideologías, la banca, los medios de comunicación controlados por ésta y las grandes empresas, miran con enorme desconfianza a este movimiento pacífico, se ponen nerviosos y tienen sus razones, pero todos juntos no son ni el 5% de los ciudadanos, y si realmente se tienen por demócratas, deberían hacerse a si mismos muchas preguntas, como si es un sistema realmente democrático el que permite que los votos del 20% de los ciudadanos otorguen mayoría absoluta a un partido, como sucede en España y en otras partes del mundo, mediante el sistema de pactos entre formaciones políticas.

Mientras las ideas y las ilusiones se extienden lentamente, esa minoría de personas que niega o difama este movimiento, siguen cayendo en su pozo sin fondo, el pozo de sus miedos y prejuicios, el pozo oscuro que siempre ha frenado el progreso de la Humanidad.

Son los que olvidan que el cambio, en las sociedades vivas, y todas lo son puesto que seres vivos las componen, es un proceso permanente, los que olvidan, en última instancia, la verdadera esencia de la democracia, que no es otra que el gobierno de la forma más directa, real y participativa posible por parte de los ciudadanos.

Ahí siguen en el pozo sin fondo de sus miedos, donde le tenderán una mano, como siempre ha sucedido, el resto de sus semejantes.

Esperemos que tengan, al menos, el valor de aceptarla.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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¿POR DÓNDE IBA ESTO?

¿POR DÓNDE IBA ESTO?

Hay pocas cosas tan contagiosas para los humanos como las emociones: Un conjunto de electrones bailando sobre una pantalla de vidrio o plástico son suficientes, si bailan la música apropiada, para hacer llorar a una persona.

Lo podemos llamar pintura, escultura o cine, pero el nombre es lo de menos, son emociones.

 

Hacemos vibrar el aire, esa onda choca contra una fina membrana del oído, que traslada la vibración al cerebro a través de una cadena de minúsculos huesecillos, y el milagro vuelve a suceder.

Podemos llamarlo música u oratoria, pero son tan sólo emociones.

 

Minúsculas partículas, que incluyen hormonas, sudor, perfumes y feromonas flotan constantemente en el aire, esperando introducirse en alguna nariz que las transforme en sensación más o menos agradable, al tiempo que nos transmite una información de la que, en la mayoría de los casos, no somos conscientes, pero que siempre produce una emoción, la condiciona, o la anticipa.

 

En esos bailes de electrones, ondas, vibraciones, partículas y demás átomos malabaristas y vagabundos cuánticos, navegan todas nuestras emociones, algunas de las cuales mitificamos en algunas culturas y menospreciamos o reprimimos en otras. Las combinaciones son casi infinitas, supeditadas a las circunstancias y a la imaginación humana, aunque siempre habrá colores de fondo comunes.

 

Las partículas que regulan cada decisión que tomamos, y que creemos personal y libre, indiferentes a nuestras dudas, cuitas y fantasías, simplemente, bailan.

 

De idéntica forma bailamos nosotros, a través de nuestra existencia, al son de otra melodía mucho mayor, cuyos danzantes posiblemente sueñen, a su vez, con otra aún mayor que las contenga, proyecte y ampare.

 

Deberíamos ser más condescendientes con nosotros mismos y nuestras fantásticas creaciones, y comprender que también los dioses necesitan crear, tener y creer en sus propios dioses, posiblemente dioses cuánticos inconcebibles para nosotros.

 

Por cierto, ¿por dónde iba esto?

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

¿Y ESTO PARA DÓNDE VA? 

Llevas tiempo corriendo detrás de tus propios pasos, siempre intentando ir por delante de ti mismo o al menos adivinar hacia donde se dirigen esas zancadas tan veloces que a veces ni siquiera atinas a saber para donde va esto.

Te preguntas entonces quien conduce este viaje a velocidad de vértigo, Intentando no descarrilar ni tomar el atajo, aunque lo busquemos queriendo o sin querer. Tomas aliento y respiras hondo, notas el aire como entra y sale de tu cuerpo y te da tiempo a preguntarte una vez más ¿y esto para dónde va?

Mientras un triste noticiario desgrana unas noticias que hace tiempo que ya no comprendes, calibrando una vida que cada vez se parece más al gran teatro cartesiano, en el que cada uno representa el papel asignado.

Intentas descubrir entonces quienes son los compañeros de viaje y si en alguno de esos vagones sigue escondida aquella niña que fuiste. Recorres el largo pasillo, con vagones a cada lado y efectivamente a través de una ventanilla que hace las veces de espejo ves que alguien te mira. Por alguna razón acabas de encontrarte contigo mismo, Qué alegría volver a verte piensas, hace tanto que andábamos perdidas la una de la otra. Este reencuentro te devuelve un poco la paz y parece que el tren se desliza ahora más despacio. Te da tiempo a disfrutar el paisaje, que hace unos momentos pasaba como un torbellino por delante de tus ojos .Y descubres algo más, las cosas no se hacen más deprisa por intentar ir más rápido. Porque al intentar ir más rápido el tiempo corre contigo y al final termináis a duelo la una con el otro. Pero en este momento disfrutas tu momento de gloria, ese en el que pareces la conductora del tren porque viaja a tu ritmo. Tal vez no sea tan importante saber cual es el apeadero, porque si nos concentramos sólo en el final no disfrutamos las diferentes estaciones. Y experimentas entonces la posibilidad de no comportarte como el personaje que te ha sido asignado, olvidas por unos momentos quien se supone qué eres, te olvidas del guión y disfrutas improvisando, creando tu propio momento. De repente todo es diferente y nuevo, aunque sea viejo. El vagón y sus sillones siguen en el mismo lugar, pero tu mirada es otra.

Begoña Ramírez Joya

 


 

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NOCHE DE BRUJAS

NOCHE DE BRUJAS

Felipe acudió con desgana a la cena familiar, sabedor de que nada bueno sale ni puede salir de esas reuniones, una vez sobrepasados los límites de la familia más cercana, cuando se van creando nuevas parejas y núcleos familiares, los intereses comunes desaparecen y afloran los peores egoísmos humanos.

Instalado en una esquina, sujetando en la mano un gin tonic más cargado de lo habitual, observaba a los asistentes, de todos los cuales sabía uno o varios secretos inconfesables, pues algo bueno tenía el ser detective, algo que compensara mínimamente la insoportable rutina diaria de un oficio al que sólo el cine o la literatura se habían atrevido a elevar a los altares de lo heroico.

Su cuñada Julia, aparentemente toda una señora, siempre altiva y vestida de marca, tenía en realidad no uno, sino dos amantes, para fines de semana alternos, pero como ella misma se lo había planteado con total desfachatez al saberse descubierta: “Tú verás, tu hermano es un pardillo, y como se entere, es capaz de suicidarse”. Llegaron a un acuerdo de mínimos para que hicieran separación de bienes, pues sólo faltaba que, en caso de divorcio, la tipa acabara quedándose con la casa para recibir a sus amantes, y su hermano durmiendo en una caravana.

El acuerdo secreto se mantenía desde hacía ya tres años, y Felipe había renunciado a un extra que ella puso sobre la mesa de negociación, que incluía una tarde a la semana con ella. “Si nunca he pagado a una puta, creo que ya soy un poco mayor para empezar”, le contestó él y ella, desde entonces, le odiaba aún más.

 

El resto de los asistentes no eran mejores: Ismael, otro cuñado, éste casado con su hermana Laura, había superado al avaro de Moliere hacía años: a pesar de haberle tocado casi dos millones de euros en la lotería, continuaba trabajando y se negaba a que Laura dejara su monótono y alienante puesto en su oficina.

El hijo mayor de Laura e Ismael, a sus veintiocho años, seguía viviendo a costa de sus padres, sin haber probado siquiera la extraña experiencia de una sola jornada laboral. Su madre le mimaba, y su padre se negaba a darle ningún tipo de ayuda para que se independizara, pues creía que así salía más barato.

Pero mucho peor que él era su novia Susana, a quien le gustaba que la llamaran Susan. Felipe llevaba contadas ya tres carteras levantadas por la chica, pero como las víctimas eran un primo financiero, otro cuñado perito de seguros, y su propia suegra, decidió ver, sonreír y callar.

 

Su suegra era la única que parecía ser consciente de la presencia de Felipe, pues cada dos minutos exactamente dirigía su mirada hacia la esquina donde éste se encontraba. Se negó en su momento a que entrara a formar parte de la familia con argumentos tan sólidos como su origen plebeyo o que su hija merecía mucho más. Felipe, por su parte, se negó a una boda religiosa, levantando así entre ellos un muro infranqueable en el que los años no habían conseguido abrir ni una portezuela. El odio y el desprecio eran, desde luego, mutuos.

 

Al tercer gin tonic, llegó Olga, la compañera de Felipe, llevando de la mano a la pequeña Lucía, que se abalanzó sobre su padre gritando: “Papi, ¿sabes que mañana es Halloween, la noche de las brujas?”

Felipe miró alrededor, sonrió, guiñó un ojo a Olga y, besando en la frente a la pequeña Lucía, le dijo al oído: “Pues creo que este año han soltado a todas las brujas un día antes . . .”

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

NOCHE DE BRUJAS

El camino hacia el crecimiento es algo doloroso. Tenemos que deshacernos de muchas pieles, algunas más duras que cortezas por haberlas permitido estar allí, envolviéndonos con sus conocidas formas arrugadas por demasiado tiempo, tanto que a menudo nos parecen formar parte de nosotros mismos. Se disimulan tan bien que se hace difícil reconocerlas. El espejo enamorado nos devuelve la imagen que le ofrecemos, y en la deformación del va-y-ven, se pierden las referencias, de forma que, lo que aparece en la superficie parece formar parte del fondo. El marco se agranda a conveniencia y, lo que en día nos pareció el límite de nuestra conducta formal, queda dilatado con un perfil que nos parece el nuestro de toda la vida.

Lo vida emotiva deja sus heridas, que a menudo permanecen abiertas, sensibles al menor roce, al punto que a veces preferiríamos morir. Es así que, para evitar la reapertura de esas heridas, oponemos resistencia al crecimiento. Y las heridas cicatrizan entonces, formando una rígida costra en la piel, que se abrirá de nuevo, dejando brotar la sangre escandalosa, ante cualquier movimiento. Pero hay heridas que nos hacen más fuertes, cuando dejamos que penetren en nuestro ser, no ya como una agresión exterior, sino haciéndolas nuestras, para curarlas desde dentro, disolviendo sus causas en lo más profundo.

Para eso hay que ser muy fuerte, para disolverse sin perder el marco de referencia y pocas veces estaremos dispuestos a ello. Y es sólo así, a través de esa herida inmensa, que puede penetrarnos lo que en común tenemos con el universo. Pero ahí estará la mente vigilante para impedirlo. Nos recordará el dolor de nuestros fracasos, aquellos que probablemente tuvimos por  no llegar hasta el fondo, mediocres realizadores de ningún sueño.

Y, entonces, viviremos una vida mezquina y resuelta, sin sobresaltos y, al cerrar definitivamente los ojos, en la lucidez relajada del que ya no tiene nada que perder y se entrega sin reparos, nuestro último suspiro será: “Ojala tuviera ahora tiempo para vivir una sola noche embrujada”.

Diego Pérez

 

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QUE

QUE

Que tenga una función multiuso no le confiere ninguna especial importancia al monosilábico que o qué, a esa conjunción que puede ser pronombre, adverbio o adjetivo, y que aunque tratemos de evitar, aparecerá en nuestros escritos, esquemas, querellas, quejas, quereres, quebrantos; por todos lados y sin que pretendamos su presencia. Qué, cuando pregunta, representa todo. Cuando responde, introduce dudas sobre una única respuesta.

El qué planea en la existencia y en toda angustia del ser. El qué inunda la nada, que quiere ser. El qué invita al diálogo y llena vacíos en la conversación. Introduce oraciones subordinadas y encabeza, como si identificado estuviese con el sujeto de la principal, otras tantas acciones.

Es el rey de la palabra, de la oración y del sintagma. Funciona como sujeto, como objeto, como casi cualquier complemento. Si pudiera ser verbo, además de palabra, ocuparía todos los lugares. ¿Que qué dices que digo? Nada, que sin el qué, sobrarían el cómo, el dónde y el cuándo. No nos quedaría ni el porqué.

Apenas un mundo de ideas inconexas.

 

Diego Pérez

 

 

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EL GRAN LIBRO DE LA VIDA

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA (V): APRENDER A VIVIR

 

Hace mucho, cuando me tomaba la vida realmente en serio, en la extraña y mágica infancia, ni pensaba en aprender a vivir: había tanto que aprender cada día, que no había tiempo de pensar en eso.

 

Un tiempo después sufrí, de la mano de la naturaleza, una metamorfosis similar a la de los capullos cuando se transforman en mariposas, proceso que en los humanos parece seguir una dirección inversa, y pasé de la infancia a la tormentosa adolescencia.

Tras sufrir el pertinente bombardeo hormonal, creí, de repente, saberlo todo, con lo cual tampoco tuve tiempo, ni necesidad, de aprender a vivir.

 

Luego vino el resto de la vida, los constantes cruces de caminos en los que cada cual, dependiendo de cómo, dónde y con quién, madura de una forma única e irrepetible.

 

Algunos, y sólo algunos, que nunca sabremos si son los más o los menos afortunados, descubren poco a poco que a vivir, como a respetar, amar o convivir, se aprende poco a poco y, de repente, todo se complica.

Es entonces cuando aprendemos que, básicamente, aprender a vivir es aprender que cada persona aprende a su manera, que cada mirada ve millones de colores iguales pero diferentes a los que ven nuestros ojos, que cada individuo es un universo único, que sólo la arrogancia o la ignorancia nos pueden empujar a intentar controlar o poseer.

Descubrimos también, con tanto miedo como asombro, que el principio de todo el proceso, la herramienta básica, nunca nos fue dada, y que debemos empezar por aprender a aprender, para dar el primer paso.

 

Cuando la curiosidad por saber y comprender se convierte en una costumbre cotidiana y placentera, enriquece la vida sin esperar más recompensa que el mismo placer de dar y compartir. Entonces sabemos que ya estamos en el camino.

 

Mientras tanto, consolémonos con formar parte de la minoría privilegiada que sabe reconocer, sin rubor ni conflicto, su más absoluta ignorancia, pues nos colocaremos así los primeros en la fila para salir de la peligrosa caverna de las falsas certezas, ese sombrío lugar donde nos criaron.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA (IV):

CUANDO LLEGUE EL ÚLTIMO MOMENTO

 

Cuando llegue el momento, sin prisas, por favor,

seré, gracias al fuego que tanta vida me dió, aire,

y ese aire entrará en vuestros cuerpos, puro ardor,

y siendo parte de todos, también lo seré de nadie.

Y no habrá, ni un sufrimiento, ni una contradicción.

 

Cuando llegue el último momento, sin llantos,

ese aire será nube, y viento, y río, y lluvia sin fin,

y sin presentarme siquiera, estaré en vuestras copas,

y seré vino y risas, vuestras palabras color carmín,

y me olvidaréis por un momento, y reiremos sin mi.

 

Cuando llegue el momento, ni lágrimas, ni lamentos,

es sólo un parénteis ocasional, sólo juego pasajero,

sólo me he ido antes, a cosechar un poco de tiempo,

a redescubrir lo ya sabido, lo eternamente venidero,

a recorrer el camino de lo que hoy, sin saberlo, ya fui.

 

Cuando llegue ese momento, sin prisas, por favor,

que aunque todo lo borre, implacable, el tiempo,

habrá tregua a la memoria, y habrá gotas de amor,

que harán que venzamos, hermanos, a la muerte,

cuando nos llegue, a todos, el último momento.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA

Del sentimiento trágico de la vida

Todo lo que sube, baja: es una ley gravitatoria que, aunque se ha visto después relativizada y cuantificada, aún permanece vigente. Pasa el tiempo, es decir, acumulamos recuerdos que nos producen esa sensación. Por que ¿qué es el tiempo? Sin duda un invento de nuestra mente, una manera de proyectarnos como seres en crecimiento. Seguramente no es sino una de las funciones de nuestra mente y, lógicamente, no podemos entender un concepto que, desde la nada, nosotros hemos creado. El caso es que un buen día, concretamente un lunes, el tan temido día de la semana, ese que nos amarga sábado y, sobre todo, domingo, dejamos de poner el despertador. Ya no tenemos que ir al trabajo. Ahora somos mayores de edad de verdad; lo que tanto hemos esperado desde niños. Ahora podemos dedicar nuestro tiempo a jugar con nuestros amigos, en la calle o en los salones recreativos; pasear por el campo o por las calles, cuidando de que no nos atropellen.

Si vivimos solos pondremos la televisión a buen volumen, no por estar sordos, sino para sentirnos más acompañados y, ¡qué carajo!, por que nos da la gana. Si vivimos en pareja podremos discutir de todo lo que nos apetezca, a uno u a otro, y a ello dedicaremos con entusiasmo el mayor tiempo posible: antes de salir de casa, al volver a casa, y por teléfono, que en esta generación disponemos de móvil.

Es el momento de viajar: ¡ay esos lugares exóticos con los que tanto hemos soñado! Ahora tenemos tiempo, y algún dinerillo, para visitarlos. Y así lo hacemos. Para evitarnos complicaciones elegimos un viaje organizado a Kenia, donde nos alojamos en un hotel de cinco estrellas -¡la verdad es que son un poco exagerados poniendo estrellas!- del que el guía, que habla perfectamente nuestra lengua, pese a ser negro, nos saca tempranito para, en un magnifico 4x4, torturar nuestros huesos durante horas por traqueteantes caminos antes de llegar a la sabana. ¡Ah, la sabana! Al mediodía el sol castiga los ojos, casi tanto como la piel; o la sangre, que parece que fuera a hervir en las venas. Parece que el aire acondicionado se había estropeado el día anterior, y esperaban que llegara el repuesto, en pocos días, desde Alemania.

Tras ver algunos animales rodeando el coche, en un entorno natural, llegamos destrozados al hotel. Mi mujer aceptó la amable invitación del guía para acompañarnos al día siguiente a visitar las tiendas de artesanía del lugar, lo que hicimos puntualmente.

De vuelta al casino del pueblo, disfruté enormemente relatando mis aventuras a mis amigos que me miraban, con ojos de inconfundible envidia, los unos; con una pizca de indisimulado sarcasmo, los otros.

Decidí no hacer más viajes. Aunque no sabía muy bien qué hacer pues con mi vida, de la que según las estadísticas, aún me quedaba un buen trozo. Esto me llevo a reflexionar, una vez más, sobre el tiempo. No el tiempo variable del que cotidianamente hablaba con mis amigos entre julepe y julepe, sino el otro, el impredecible, pero que siempre acude a su cita ineludible. Creo que, si pudiésemos apartar la muerte de nuestro pensamiento, o si realmente fuésemos inmortales, no existiría el tiempo, pues este es, sin duda, la única realidad que no es tal, que no existe sin nuestra percepción consciente.

Barajé y di una mano de cartas.


Diego Pérez Sánchez

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA (III)

 

Ese libro al que llamamos Vida, escrito a veces con renglones torcidos, y otras muchas con cuidada letra e impecable ortografía, es todo cuanto tenemos.

Tal vez cada persona sea, dentro de ese libro, tan sólo una palabra, o una simple letra, quizás una sonora vocal, o un tímido pero imprescindible acento, nada más.

En eso tan sólo consiste el juego de aprender a vivir: en averiguar el sonido y la grafía de nuestra letra y conseguir hacerla vibrar lo mejor posible dentro del canto universal de las palabras, de esa inmensa canción compartida.

El Gran Libro de la Vida se escribe a menudo con lágrimas, pero nunca faltan en él las imprescindibles risas ocasionales, las emociones y caricias que mantienen encendida la hoguera de las ilusiones humanas.

Se escribe con dolor, paciencia, amor y memoria, y nadie, ni el humano más sabio, más fuerte, o el más poderoso, puede borrar o cambiar ni una sola coma de sus páginas.

El Gran Libro de la Vida, que conoce bien nuestra naturaleza, nunca olvida, antes de permitir que cada una de nuestras letras o palabras pasen a formar parte de la eternidad, que sólo de dos cosas somos dignos los seres humanos: de respeto, y de lástima.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA (II)

En la infancia no busqué, sino que hallé sin buscar, como todos los niños y algunos pocos adultos a los que llamamos genios, o locos, o ni les llamamos.

En mi juventud busqué la certeza con el ímpetu propio de la juventud, otrto tipo de locura deliciosamente insoportable y de consecuencias imprevisibles.

En la madurez busqué el reposo, cansado por los agotadores días de vino, ideas y rosas derrochados durante la juventud.

En la vejez creo que tan solo buscaré la paz del no buscar.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA: Y SIGUE LA VIDA

 Llegamos a la edad compleja, cuando ya no somos niños, pero tampoco personas. Permanecemos en un limbo sin leyes claras, adoleciendo de todo y en plena e inevitable transformación. Ya no queremos ser niños y vemos el pasado conocido con superioridad. Pero esto implica mirar al futuro con un sentimiento contrario, con una inferioridad que no sabe a dónde se dirige. La inseguridad se ceba en nosotros y, para escapar de ella, buscamos imitar a los mayores. Pero ¿qué sabemos de ellos además de que son mayores y de que se comportan como niños que se toman en serio? Y decidimos ponernos serios. Como esto no concuerda bien con las hormonas del momento, se genera una presión y para liberarla, explotamos en rebeldía. Intentamos imitar la contención adulta y nos ponemos rígidos, sacamos pecho y levantamos la cabeza. En una sociedad diseñada por y para adultos jóvenes, nos encontramos, no ya desplazados como los ancianos, sino sin posibilidad de emplazarnos por falta de nicho. Y así, vagabundeando, pasamos esas edades intentando ganar experiencias, conocimientos, y, sobre todo, años, que nos permitan ingresar en el mundo social real, de los que tienen el poder de decidir sobre sus vidas, como así nos parecen. Descubrimos a Eros y a Tanatos, y nos afiliamos permanentemente a ideas y emociones consecutivamente pasajeras. Los años, aromatizados por los cambios, se recuerdan lentos, plenos, marcados por el deseo de llegar, mientras la sociedad nos prepara, sentados ante el pupitre, para una vida mejor, de lo que vamos generando nuestras dudas. Sometidos a estrictos horarios y continuas tareas, con el único aliciente del reconocimiento, la amargura se va apoderando de una adrenalina desbocada. Y así, la mayoría, consiguen llegar a una edad adulta. Ya podemos realizar nuestros sueños. Ahora somos dueños de nosotros mismos, libres de tomar nuestras propias decisiones. En algunos lugares podemos elegir, entre las personas que nos elijan, con quién compartiremos nuestra vida. Si, buenos alumnos y nos dejamos la columna inclinada sobre los años del pupitre, podremos elegir incluso el lugar donde reclinarla de nuevo, a cambio de unos ingresos en papel-confianza que nos permitirán reproducir nuestra vida en nuestros hijos, y ofrecerles, no sólo mejores pupitres, sino actividades extraescolares, para que no se diviertan, y puedan así, no sólo emular nuestras proezas profesionales, sino superarlas con creces.

Adultos entonces, podremos gozar de nuestra casa toda equipada, y, ¿cómo no?, de nuestro compañero, eventual o fijo. Los fines de semana, ¡libres al fin!, tras darle una limpia al coche, que ya le estaba haciendo falta, conduciremos elegantemente hasta el hipermercado donde podremos pasear eligiendo tranquilamente con que cargar nuestro carro para abastecer nuestra abarrotada despensa. Podremos visitar las estanterías de últimas novedades tecnológicas y discutir de prestaciones y calidades con nuestra pareja, si la tenemos y comparte nuestras aficiones, o con el dependiente de turno. Esta parte de intercambio dialogístico es muy importante para nuestra salud social y auto estima. Con esto salimos del mega-centro convencidos de nuestra grandeza intelectual y socioeconómica, que nos dura, al menos, hasta que tenemos que bajar todo del coche para acarrearlo a casa. Pero todo se arregla con un buen vaso y la contemplación evasiva de algo, según gustos, en la pantalla. El domingo sacaremos al perro, a los niños, o a ambos, al campo.

Diego Pérez Sánchez

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA (I)

Te guste o no, escribirás El Gran Libro de la Vida: Con letra de molde, con cuidada caligrafía o con toscos garabatos, pero lo escribirás sin remedio.

Con cada acto, hagas lo que hagas, con cada movimiento, con cada suspiro, con cada anhelo y cada desesperanza.

Aunque te niegues a escribirlo, lo escribirás, no hay renuncia posible, pues hasta tu renuncia sería una página del libro.

Si caes en la trampa y no comprendes la magia del juego, pedirás el Libro de Reclamaciones, pero será en vano, no te servirá de nada.

Puesto que tienes que escribirlo, hazlo con la ilusión de una letra y un texto vitales, divertidos, únicos y mágicamente conectados con la letra de cada forma de vida. No caigas en la arrogancia de creer que ya conoces todas las ortografías, la vida te sorprenderá a diario si aprendes a mirarla.

Escríbelo con ganas, ya que, hagas lo que hagas, te van a pagar o cobrar lo mismo por el viaje.

Y tienes para ello, no lo olvides, nada más y nada menos que tu irreemplazable letra y tu irrepetible ahora.

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA: INFANCIA

En la infancia de la humanidad, todo transcurre sin problemas. Hay acontecimientos, más o menos excitantes, avatares, fases de crecimiento. Todo es positivo, crece, aumenta, recuerda, asocia, reconoce.

Vibra, cuenta, aprende, siente, comprende, corre, estrena, relaciona, descubre.

El mundo es inmensamente inmenso, impresionantemente maravilloso, incomparablemente grandioso. Y nosotros somos el centro. El centro desde el que exploramos la periferia, que pronto es también nosotros.

La vida sale al encuentro, plena, impetuosa, febril, acariciante.

Algunos recuerdan su infancia como el tiempo más feliz de su vida. Y tienen razón, porque la felicidad no es sino ese insensato vivir en el presente. No tiene nada que ver con la alegría, menos aún con el placer, aunque estos pueden ser sus residuos.

El niño vive su juego con toda seriedad, y antes y después, allí o allá, no existen. El juego del instante precario es la única realidad del niño soñador inconsciente; concentración meditativa que conecta con ese vacío único que llena.

Diego Pérez Sánchez

 

 

EL GRAN LIBRO DE LA VIDA - DESAMOR

 No esperaba encontrarme con ella después de tanto tiempo y menos en la sala de espera de una oficina de contratación para desempleados. Llegué un poco tarde ,algo común en mi sobre todo si la cita es antes de las 10 de la mañana ,aunque luego descubrí que no era el único al que le costaba soltarse de los brazos de Morfeo, porque después de mi llegaron como cinco o seis candidatos más. No la vi en esa primera visual apresurada con la que todos marcamos el territorio ante una situación novedosa. Fue justo al acercarme a la ventana que descubrí al primer golpe de vista (como salvación a aquel eventual encierro) cuando me dio un vuelco el corazón al encontrarme directamente con sus ojos, los que pude comprobar seguían mirando con el mismo descaro de siempre en un intento de escrutar a la persona, como si pudiera ver a través de tus ojos tus buenas o malas intenciones.

-¿Qué haces aquí? -me preguntó a bocajarro- ¿No me estarás persiguiendo? –continuó preguntando con un tono irónico muy marcado.

-Hola –acerté a decir, haciendo acopio de todo el aplomo que pude reunir-.Creo que ya ha pasado mucho tiempo como para hablar de persecuciones ¿no?

-Era sólo una broma, nunca tuviste sentido del humor –y noté un cierto deje de tristeza en su voz.

Hacía tres años que no la veía, así que no tenía ni idea de lo que había sido su vida desde que decidimos ir cada uno por su lugar. Recuerdo perfectamente que aquella tarde me dijo: “¿sabes? A veces el amor no es suficiente para sostener una relación. No basta que nos amemos hace falta mucho más”.

Y así acabaron casi cinco años de intensa relación, ella puso punto final y lo acepté sin llegar a entenderlo del todo, a pesar de haberle dado vuelta a esas palabras durante meses. Hasta que decidí seguir mi vida sin entender esas enigmáticas palabras que Vanesa había pronunciado con un tono de tristeza que no llegué a descifrar.

Siempre hubo algo flotando entre los dos, eso era cierto, y aunque había momentos de mucha plenitud entre nosotros no llegamos a entendernos del todo como creo que ella hubiera deseado. Al principio lo aceptaba pensando que con el tiempo y a medida que nos fuésemos conociendo se disiparían esas nubes, pero lo cierto es que se fue cansando y llegó un momento en el que ya no tenía fuerzas para segur adelante… y yo lo acepté.

-¿No vas a decirme nada? Aparte de Hola -prosiguió ella al ataque.

-No sé que decir. No esperaba encontrarte aquí  precisamente.

Sabía que no iba a poder articular más de dos o tres palabras seguidas porque la situación era sofocante. Encima compitiendo con ella para el mismo puesto en una empresa con fama de explotar a sus empleados con sueldos miserables, y con horarios desorbitados.

El prototipo de empresa moderna a la que tienes que entregar tu vida y casi unas gotitas de tu sangre para demostrar que eres productivo y competente y que la empresa no va perder rentabilidad ni margen de beneficios, ni todas esas cosas que se supone nos tienen que importar a los empleados porque nuestro sueldo y por extensión nuestra vida dependen de ello.”Todo por la empresa”. Y así acabar alas 9 de la noche después de sortear todo el atasco para llegar a una casa que no disfrutas mas que los fines de semana que te los pasas encerrado allí a cal y canto para no malgastar ni un puñetero céntimo.

Mientras buscaba algo qué decir para llena aquel silencio que se me estaba haciendo insoportable miré a mi alrededor y me tropecé con 15 o 20 miradas como la mía, miradas de naufrago perdido en mitad del mar. Aunque había gloriosas excepciones.

Un par de ejemplares de seguridad total en mí mismo, mirada desafiante, brillo intenso. Ni rastro de temor por ningún lugar.

 No sé ni para qué he venido me dije en un arrebato de rabia, rechinando los dientes .A lo mejor ha sido simplemente para encontrarme con ella después de tanto tiempo como si fuésemos parte de ese juego de casualidades que son en realidad causalidades y que la vida reparte al azar como en una partida de cartas.

Seguí mirando a Vanesa sin decir nada durante un rato más sin saber qué decir.

-El siguiente –sonó la voz chillona de una secretaria desde dentro del despacho.

-Bueno -dijo Vanesa por fin-, creo que me toca entrar, deséame suerte al menos…

-Sí-acerté a decir desconcertado, suerte y a ver si quedamos un día de estos y me cuentas cómo te va todo-aunque fui consciente en ese mismo momento de que no volvería a verla jamás.

Salí a la calle y tiré el currículum en una papelera. Mientras volvía a casa me acorde de nuevo de las palabras de Vanesa: “A veces el amor no es suficiente.”

 

Begoña Ramírez Joya

 

 

EL  LIBRO DE LA VIDA

Luisa chapotea por los charcos camino de la escuela, calza botas de goma negras, un impermeable negro y se cubre con un paraguas también negro. Todo herencia de su primo mayor. Le gusta la lluvia y sentir como resbala el agua por ella, pero a la vez la teme, se tiene que embutir en todo eso que odia, pero calla y se lo pone. Tan solo una vez protesto. –Es de niños, se van a reír de mí. –Qué tontería, eso no importa los niños a callar y obedecer.

Y se resigno. Cierta vez que iba de tal guisa, oyó a dos chicos cuchichear, -Es un niño- decían

-No es una niña- uno de ellos levanto el paraguas bajo el que Luisa se escondía y grito triunfante –Tenía razón yo es una niña, pero va vestida de niño- y se echaron a reír. Luisa toda cohibida se marcho a casa llorando de humillación.

Pero a pesar de todo a Luisa le gusta el invierno, le gusta la escuela, los días fríos al calor del brasero, los cuentos del abuelo, los seriales de la radio, el hoyo que se forma en su colchón de borra a causa del somier dado de sí que la mantiene calentita como metida en un nido.

 Pero también le gusta la primavera con esos días tan claros, y ver como renace la vida por todas partes, flores brotes  y el inminente anuncio del esperado verano, que traerá las ansiadas vacaciones. Los baños en el mar, los juegos con los amigos  hasta las tantas de la noche mientras los mayores toman el fresco sentados en las puertas.

El otoño trae el regreso a la escuela, el retorno a la rutina, los horarios que en verano están más relajados vuelven a ser rígidos.  Pero a ella le gusta estudiar, se siente feliz con el encuentro con sus compañeras de clase, con su maestra a la que quiere mucho.

Todo eso son sensaciones, como una niña que es nunca se ha cuestionado la vida, no sabe nada de felicidad o infelicidad, se limita a vivir sin preguntas, con esa simplicidad de los niños.

Pero Luisa siente un anhelo en su alma que guarda muy hondo sin que nadie se entere, un sueño que espera que se cumpla. Siempre que va por la calle, mira a todas las mujeres que se cruzan en su camino, espera algún día encontrarse de frente con su madre, la reconocerá enseguida, a pesar de ser ella muy chica cuando se fue, correrá hacia ella, su madre también la conocerá y le abrirá los brazos la cubrirá de besos y nunca más se ira.

Otras veces sueña de regreso de la escuela, que al llegar a casa, le abríran la puerta y dirán, ¡Mira Luisa quien vino a por ti! Y ella entrara en la sala y vera allí sentada a su madre sonriéndole, la niña siente un calor en su corazón con estos sueños secretos que sin ella saberlo le ayudan a vivir.

Tan solo pregunto una vez donde se había ido su madre, le dijeron que al cielo. –¿Y cuando vuelve?  -Tu mama está con los angelitos no volverá más porque el cielo está muy…muy lejos- No volvió a preguntar mas, pero pensó –Si ella sabe que yo la espero volverá-  

María Bueno

 

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NO SÉ DE DONDE VIENE

NO SÉ DE DONDE VIENE

 

Cuando la felicidad, ocasionalmente, nos sonríe, ni la sabemos apreciar en su frágil y esporádico ser, en su inevitable caducidad, ni la disfrutamos en su efímera grandeza.

 

No sé de donde viene esa extraña forma que tenemos de sobrellevar la vida, de navegar, sorteando frustraciones e inmersos en las tormentas del tiempo, esa forma tan nuestra de escondernos en las cuevas de las sombras y el miedo, mientras alabamos la belleza de la luz.

No sé de donde viene esa costumbre de naufragar reincidentemente contra cuantos acantilados emocionales vamos encontrando en nuestro camino.

 

Hoy, la felicidad de ayer ya ha pasado, y es, ya para siempre, tan sólo pasado, mientras que la de mañana, no siendo más que una posibilidad, se transforma en nuestra mente en un imprescindible y continuo ritual de esperanza.

 

Nunca volverá la nieve que vimos sobre las montañas el pasado invierno, ni las desbocadas ilusiones de la juventud, ni una tarde tan sólo de aquellos mágicos juegos infantiles . . . nunca volverán, aún cuando sean parte indisoluble de nuestro ser.

 

¿Aprenderemos algún día que el hoy es el ayer de mañana?

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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CUANDO JANE ABRAZÓ A CONCHITA

CUANDO JANE ABRAZÓ A CONCHITA

Cuando Jane abrazó a Conchita, la sorpresa fue mayúscula para todos.

“¡Es antinatural!”, dijeron algunos que observaban, con la incredulidad aún reflejada en sus rostros.

“¡Es una locura, no durará mucho . . .!”, sentenciaron otros.

Todo se complicó aún más cuando Jane no se conformó con abrazos y, pasando a mayores, acarició el pelo y lamió reiteradamente la blanca y suave piel de Conchita quien, dejando hacer, parecía disfrutar con el nuevo juego.

“Increíble, esto acabará mal . . .”, fue alguno de los comentarios más moderados, dentro del asombro colectivo.

 

La gente se fue arremolinando alrededor de la escena, en la que ambas, completamente ajenas a las miradas y palabras de terceros, disfrutaban del recién descubierto placer de abrazarse, lamerse, tocarse y conocerse.

Las sombras de un par de sauces, y un pequeño estanque, fueron el bucólico escenario del nacimiento de tan peculiar amistad.

 

Jane, que parecía ser quien siempre llevaba la iniciativa, había dado aquel salto, sin importarle la altura del muro, el que cambiaría su vida y la de su amiga, cuando nadie en su entorno lo esperaba, dejando a todos boquiabiertos, y no parecía haber, en ningún gesto de una u otra, el menor atisbo de arrepentimiento, vergüenza o temor, tan sólo una excitante y algo morbosa sorpresa ante lo recién descubierto.

 

En realidad, cuando Jane abrazó a Conchita, al final, no pasó nada preocupante ni digno de mención, porque Jane, la tigresa huérfana de seis meses, no tenía hambre, y decidió que una amiga, como la conejita albina Conchita, le haría mejor provecho como compañía que como minúsculo aperitivo, naciendo así una nueva forma de amistad, hasta entonces aparentemente imposible.

 

Todo esto sucedió en un parque zoológico, ese extraño lugar donde algunas especies pueden ver desfilar ante ellas, cada día, a miles de especímenes diferentes de ser humano, algunos de ellos, por cierto, muy poco discretos.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LAS GAFAS GAFADAS

LAS GAFAS GAFADAS

   Las gafas

   O mejor, las recién halladas. Se las encontró sobre aguas genovesas, parlando italiano. Sus hechuras puede que no lo delataran, pero había que reconocer que atesoraban hálitos de cultura latina por su enigmática fisonomía y la confección de la montura romana, o al menos eso fue lo que musitó entre dientes. Tenía gran interés por columbrar el mundo desde otras esferas desde hacía mucho tiempo, como a un niño con churretes o embadurnado de tarta hasta las cejas en la fiesta de un cumpleaños, o saltando de charco en charco por las esquinas hasta caer extenuado dentro, y a renglón seguido sentarse ante una majestuosa pantalla como en el cine, con el mando en sus manos, y agregar, recortar, trasladar, difundir o difuminar rostros, ojos, bustos, cerebros o manos, trasformando lo que más inquina le produjera, cansado como estaba por tanta monotonía, echándose siempre a la cara los mismos cuadros, la mismos escenarios con bromitas de dudoso gusto o manidos saludos sin cuento, en reiteradas panorámicas o elucubraciones; qué horrible pesadez, se decía.

   Durante un tiempo se dejó llevar por los impulsos, y viajó incansablemente por tierras y mares, por valles y sierras, en invierno y verano, vestido con grueso abrigo, guantes y bufanda, y otras veces, fue semidesnudo, yendo tras la estela que pergeñaba, y de buenas a primeras, cuando menos lo esperaba, abandonadas las esperanzas en el desván del olvido, se le presentó una salida airosa al caos que lo encadenaba, la gran oportunidad de su vida, la ventura de descubrir un universo virgen, totalmente fresco, recién hecho, llegando a exclamar como nunca había exclamado, eureka, bravo, albricias, pues le resultaba increíble, invadiéndole una sensación como si volviese a nacer, se imaginaba con otros ojos, otros horizontes, otras motivaciones, otros amores, a cuales más pintorescos e irresistibles. Desde ahora en adelante podría sentirse un hombre nuevo, y acariciar diferentes semblantes, más angelicales o ásperos pero originales, según las carátulas que fueran apareciendo en la pantalla a través de los itinerarios de la travesía.

   No cabía duda de que la fortuna le sonrió sobremanera aquella mañana, al tropezar con los anteojos, que dormían el sueño de los justos debajo del asiento donde casualmente vino a apoyar las posaderas. En esos instantes una ingrávida gaviota, como si quisiera compartir los destellos del evento, dibujó unos certeros renglones en el apacible firmamento, descendiendo y ascendiendo en el remolino marino con visos lúdicos, como si jugase al pilla pilla o al escondite por las oscuras rocas o las blancas arenas de la playa, en un día de soleado cumplimiento, como tantos que iluminan las costas mediterráneas.

   En un principio le llegó un leve aire tristón, sopesando con cierta intriga el color, la dulzura o los parpadeos de los ojos que tras los mismos cristales anteriormente atisbaron el planeta, y poseyeron toda la clarividencia de que fueran capaces, reflejando ahora la que él poseía, para bien o para mal, entre las tormentas del pasado invierno, o los verdes aromas de primavera, pero ello le suponía un titánico esfuerzo, o una infranqueable utopía, al verse obligado a lanzarse desesperadamente a la conquista de tales huellas o suspiros, quizá ficticios, deshilvanando misterios de las peripecias vividas, o recepciones que hubiese concretado en secreto, donde hubieran llorado de alegría o palpitado, respirando sigilosamente en sus respectivas cuencas.

   Así que no le quedó más remedio que amoldarse con prontitud a lo que la suerte le deparaba, disfrutando de los nuevos ventanales por los que podría volcar las pasiones, restañar heridas, solazarse a sus anchas con la mirada, fisgando o permaneciendo silencioso en mitad de la verde pradera atrapando el vuelo de las aves con tan solo un clic de la cámara digital, o deteniendo el paso de las naves saliendo del puerto genovés, evocando a las célebres carabelas de Colón, que cierto día enderezó rumbo hacia tierras lejanas, que a unos deslumbró por el fulgor y entusiasmo que generó, y a otros, en cambio, les sumió en la más profunda desolación, comiéndoles la moral, y produciendo no pocos quebraderos de cabeza, al toparse muy de mañana con semejantes intrusos, auténticos energúmenos, a las puertas de sus habitáculos armados con la peor intención, en un allanamiento de morada como no se había visto en miles de años, poniéndose morados a costa de los nativos, arrancando sus raíces, los cocos y bananas, las costumbres de los ancestros, hasta el punto de que acentuaban los miedos del vecindario, de jóvenes y mayores, amedrentados por las fechorías, estrangulamientos, hachazos, intimidaciones sin orden ni concierto, blandiendo las espadas al viento con mirada torva, confundiendo el tronco humano con los troncos de los árboles, con la firme determinación de vasallaje, en una merienda de indígenas, donde el pez gordo se cebaba con el chico, imponiendo la ley de la selva.

   Por otro lado, ante el feliz advenimiento de que había sido objeto con las nuevas lentes, como rara vez acaece en la vida, llenaría su fantasía de mudo asombro, de esperanzadores crepúsculos y risueños amaneceres, ante la súbita visión de pueblos ignotos en su cerebro, turbado por tanta ignorancia como aglutinaba en semejantes circunstancias, y por la ansiedad por romper la muralla que lo cercaba, y ampliar la percepción en lontananza, pasando página del libro de su vida, que no era poco, puestos los cinco sentidos en lo que fuese descubriendo minuto a minuto, guiño a guiño, a través de los nuevos ojos, toda una aventura por desentrañar.

   Porque, como apunta el refrán, nada es verdad ni mentira, sino que todo es según el color del cristal…, y que tan bien cuadraba a sus inesperadas aspiraciones; ahora, con estos nuevas niñas, el empuje que recibía limaba los escollos del mar y de la vida, porque no hay que olvidar que toda la historia ocurría aquí y ahora, en esos instantes, cuando navegaba en el crucero hacia Génova, y luego vendrían las posteriores visualizaciones en tierra firme, cuando se enfrentase a la rutina diaria, a los círculos de siempre, tomar una cañita, un refresco, un tinto de verano o un tinto a secas o un mojito, donde sin querer se cuecen habas, torpezas, picardías casi clandestinas o la pugna por la existencia, estrujándose los paños de lágrimas, o empapándose del apetitoso estado de consciencia más pura.   

   No sabía a qué carta quedarse, en su juego enloquecido de flaxes, ensoñaciones y entelequias, si coincidía o no con el navegante genovés en el fondo, que por lo visto poseía unas ilimitadas perspectivas, pero de todos modos fue una insólita y enriquecedora sorpresa meterse en carne y hueso en los ojos de otra persona, ojo con ojo, poro a poro, con pelos y señales, y esta estampa no la podía ocultar bajo ningún concepto, porque las gafas habían viajado antes colgadas de otra percha, en otras narices, en otras orejas, y ahora lucían esplendorosas aquí, en su rostro con luz propia, surcando las tranquilas aguas en la barca que le transportaba del mar a la ciudad, a la gran Génova, punto de encuentro de banqueros y navegantes, y enclave de gestas de todo tipo en una abigarrada nómina de pueblos y razas, que fueron desfilando a través del testimonio de las gafas, fenicios, cartagineses, francos, lombardos, bizantinos, turcos, franceses, españoles, catalanes, junto a las rivalidades de güelfos y gibelinos por los parajes de Liguria; pero él iba como viajero, con objeto de visitarla, y así gozar de los encantos, y escudriñar los secretos que tan celosamente se escondían en su dilatada historia, aprovechando la ocasión única que se le brindaba.

   No obstante, se le amontonaba multitud de incógnitas e incertidumbres. Por ejemplo, le hubiese gustado descifrar qué paisajes le habrían apasionado más a sus antecesores ojos, o qué borrón y cuenta nueva efectuó por superfluo o por el estado de ánimo en que se encontrara en tales momentos, porque anhelase vislumbrar otros páramos más acordes con su criterio y caprichos, o cuáles degustó con mayor fruición en aquel periplo, o se cruzaron en mitad de la ensenada, o en las calles de cualquier ciudad, cuando deambulaba rascándose el cogote, o distraído por el vuelo temerario de alguna paloma a pique de pisarla; qué retina se acompasaría con la suya en el caudaloso río de la primavera, cuando el hielo se derrite entre embriagadores perfumes, o cuántas sonrisas se habrían esbozado bajo ellas o se habrían besado entre labios de ternura.

   No cabe duda, y de hecho se podría afirmar, pues quien las probó lo sabía, que las gafas permanecían activas, a pleno rendimiento, atravesando su mejor momento, tanto era así que le sacaron lo colores más de una vez al nuevo inquilino -no porque fueran fantásticas, que desnudasen a las personas que se cruzaran en su camino al trasparentarse los ropajes-, y de más de un apuro en diferentes frentes, por las distintas tierras, calles y avenidas genovesas en el recorrido protocolario, antes de entrar a saco en sus comercios, museos y palacios, y el posterior retorno por aquellos henchidos mares de amor -Petrarca y Laura, Dante y Beatriz-, o de dantescas correrías de bucaneros, corsarios  y piratas disfrazados de mercaderes a la antigua usanza, ataviados de sorpresas, con ricos hilados de las guerras mercantilistas, y pintados de azul intenso por los golpes de luz y mar, que azotaban con denuedo todas las ansias comprimidas, las de los cristales y las pupilas de estreno, que lo transportaban por nuevos puertos en los precisos vaivenes del viaje, tras el hallazgo.  

   No había concebido hasta entonces que el mundo se pudiese calibrar de otra guisa, tal como se le antojase, como el que cambia de corbata o de peluquín para una fiesta, y verlo al revés, boca abajo o de puntillas, o presentándolo como si suplicara a los humanos que no lo maltraten con tantas veleidades o sustancias contaminantes, engendrando a la postre estados calamitosos o un cúmulo de enfermedades, escorbuto, sífilis, peste negra, tisis, muerte roja, purgaciones o lo que caiga sin previo aviso, por no emplear el sentido común en las acciones.

   Se le agolpaba en la mente un sin fin de ideas; aunque no se nutriese de hechicerías ni maniobras milagreras, sin embargo le afloraban una serie de impactos y altibajos a la hora de inclinarse por la realidad que le acosaba y se veía envuelto, aunque cerrase los ojos a cal y canto, interrogándose si en efecto lo que acontecía en su entorno era cierto, o una simple escaramuza o engaño de los sentidos; no obstante, en el peor de los casos, podía  endosárselo al color de los nuevos cristales como dice el refrán, pues a veces no advertía las coyunturas a las que se veía abocado por fuerzas mayores. Y todo porque desconocía si algún gafe le había jugado una mala pasada, y tal vez por eso las cosas no le fueran tan bien como quisiera, siendo gafado finalmente en su propia casa.

   Antes del feliz hallazgo, él utilizaba gafas de présbita para leer tebeos, cuentos, historias, con las que se retiraba a la letrina en horas intempestivas para aligerar la carga, cuando barruntaba la cruel tormenta, pegando zumbidos, latigazos, rayos y resplandecientes centellas por los estrechos desagües abajo,  pero el dique de contención contrarrestaba los mejores ímpetus.

   Hasta que cierto día, desbordado por los apretados embarazos a que se veía sometido, dijo:

    -Oye, tía, sabes que he estado más de una hora sentado en la taza del wáter, esforzándome a más no poder, y no había forma, vamos que no podía vivir. Escucha, recuerdo la anécdota que un amigo relató en circunstancias parecidas, que creo que aclarará algo del estrés por el que se pasa cuando esto acontece. Y dice así, el novio espetó a la novia, en una tarde gris y plomiza, mira, Dorotea, te quiero más que a mi vida, y a todo lo que tú más quieras, y mucho más que a una panzada de cagar; la susodicha no esperó ninguna aclaración, y de repente, con las mismas se dio media vuelta y lo dejó plantado en su huerto, cogiendo las de Villadiego.

   Al cabo del tiempo, en el devenir de los avatares Dorotea reculó en cierta ocasión, y se arrastró por unos tránsitos muy similares a los de su antiguo amor, y fue entonces cuando ella, muy entusiasta y perspicua, acudió a recuperarlo de la soledad y el tremendo desaire que le dispensó, pero ya era demasiado tarde, pues él había rehecho su vida con otra apareja, que comprendió al momento las penurias y sufrimientos de tales situaciones, los sudores de muerte en tales atranques.

   Ahora él, acaba de enterarse de la afición de Dorotea por la lectura de revistas y novelas en la letrina remedando su antigua costumbre, donde en las dulces mañanas de abril, cuando el sol asoma por los ventanales y después de haber ingerido el vaso de leche y la tostada con aceite, ajo y fruta, se retira a su lugar favorito sosegadamente, extrayendo un aroma especial, oliendo a libro, pasando ratos de relax en el retrete leyendo, a la espera de que las esclusas se dignen abrirse.

   El día que se quebraron los cristales de las gafas, portadoras de la nueva visión que había disfrutado durante un tiempo, se quebró en gran medida su mirada más creativa y sensible, y murió la parte más enriquecida de su ser por la diversidad de conocimientos y sensaciones, paisajes y vivencias, que le habían hecho ilusionarse y acompañado en su desvarío por el proceloso universo en el que vivía, y las campanas de su corazón repicaron a muerto.

Cuán fugaz es la hermosura de la ilusión humana, de la indeleble pintura de lo nunca transitado.        

José Guerrero Ruiz

 

 

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SI SIGUES ASÍ ESTO NO HAY QUIEN LO VENTILE

SI SIGUES ASÍ ESTO NO HAY QUIEN LO VENTILE

Sucedió hace años, en uno de esos momentos en que la vida te gasta una broma de mejor o peor gusto y, tras darte un susto, se encarga por si sola de deshacer el nudo que a través de las circunstancias había creado.

En una plaza del centro de Vitoria, en el norte de España, en los años de la Transición y de los atentados casi diarios, se encontraba un grupo de jóvenes soldados dentro de una furgoneta acondicionada como vivienda, tomando una copa, charlando y fumando. Pero no sólo tabaco fumaban algunos de aquellos jóvenes, sino otras hierbas que, bajo la jurisdicción militar de entonces, le podrían haber costado varios años de cárcel en una prisión militar.

La plaza se encontraba abarrotada de gente y el tráfico era intenso. Al cabo de un rato, notando que había un extraño silencio, uno de los jóvenes descorrió una cortina del vehículo y observó, asombrado, que la plaza se encontraba completamente desierta, tanto de personas como de vehículos. Así se lo hizo saber a los demás, y otro joven que se encontraba cerca de la puerta, sin pensarlo mucho, la abrió. Del interior de la furgoneta salió una nube de humo al exterior, tan espesa, que varios policías del grupo de desactivación de explosivos se dirigieron rápidamente hacia la furgoneta pensando que esta vez, por suerte, sólo había explotado el detonante sin llegar a activar la carga. El joven que había abierto la puerta se encontró con varias ametralladoras apuntándole, no de policías, sino militares, lo cual no las hacía más inofensivas. Levantó los brazos y preguntó: “Joder, ¿qué pasa?”

“Ha habido un aviso de bomba, estamos desalojando la plaza y éste es el único vehículo del que no hemos podido localizar al dueño”, fue la respuesta que obtuvo por parte de otro joven de su edad, armado hasta los dientes.

Así fueron saliendo, uno tras otro, los cinco chicos, todos vestidos con uniforme militar, y cuando ya dos inspectores de policía comenzaban su sesión de preguntas incómodas del tipo “¿qué hacíais ahí dentro?” o “¿qué estabais fumando?”, se acercó un cabo del ejército y dijo, dirigiéndose a uno de los soldados: ¿Qué haces aquí? ¿Has llamado a tu madre?, pues era su primo. Le dijo a los inspectores que conocía a todos los estábamos allí, lo cual no era cierto, y que él se hacía responsable, y nos dejaron marchar.

Cuando volvimos a subir al vehículo para marcharnos y dejar desalojada la plaza, a mi, que me tocaba conducir, me llegó cierto humo desde la parte trasera del vehículo, pues la experiencia había provocado un bajón a la realidad de los allí presentes, y el más ruidoso del grupo, que siempre hay uno, ya estaba quemando incienso en la parroquia de los sustos.

“Si sigues así, esto no hay quien lo ventile”, le dije, y arranqué.

La amenaza resultó falsa, allí no había más bombas ni explosiones que las que cada uno llevaba en su propia y alocada cabeza.

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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APRENDER A VIVIR

APRENDER A VIVIR


Cuando sólo había oscuridad, y el frío, la desesperanza y el miedo parecían abarcarlo todo, resistieron, mientras se repetían a si mismos: “Esto también pasará”, y sobrevivieron.

 

Cuando la vida les agasajó con regalos que ni habían imaginado que existieran, supieron relajarse y disfrutarlos, sin obsesionarse con poseerlos, y se limitaron a exclamar: “¡Qué hermosa es la vida!”, y sobrevivieron a la dicha, que también tiene sus peligros.

 

Así, mezclando luces y sombras, sabiendo encontrar en cada dolor un consuelo y en cada placer un regalo, intentando hallar un equilibrio en todo, entre el sí y el no, entre el perdón y la justicia, entre la memoria y el rencor, entre nuestros deseos y los ajenos, recordando siempre que, como dijera Tolstoi, la felicidad no está en hacer lo que se quiere, sino en querer lo que se hace.

Así tan sólo, día a día, golpe a golpe, poco a poco, aprendieron a vivir.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

HAY QUE APRENDER A VIVIR


A veces parece que la vida se detiene, pero no es cierto. Somos nosotros que descansamos al borde, en la ribera del río para contemplar cómo discurre el cauce.
Podemos nadar y guardar la ropa, con la esperanza de que siga allí a nuestro regreso.
O también podemos zambullirnos en el agua y mojarnos hasta los tuétanos.
Recuerdo tu cara triste los domingos por la mañana, cuando nos obligaban a levantarnos muy temprano para la misa de 11. Las mujeres con el velo cubriendo parte del rostro, los hombres cabizbajos, los niños jugando a ponerse serios, las manos por delante del cuerpo, bien aseados y repeinados. En aquellos días de invierno, en los que la lluvia repiqueteaba en las ventanas, convirtiendo las tardes de invierno en una noche interminable, te recuerdo aún niña, pidiendo a la abuela que contara una de sus historias. Ella siempre tenía algo que contar, y te sentías segura envuelta en el manto de sus palabras. La abuela había tenido una vida muy intensa, siendo aún casi una adolescente su padre la había casado por poderes con el hijo de un acaudalado hombre de negocios emigrado a Argentina en los años 40. Al parecer este señor que era pariente lejano, quería casar a su hijo con una española de buena familia. Mi abuela recién casada por poderes y con apenas 20 años se embarcó para la argentina un 20 de septiembre, que según me contaba, fue un día gris y plomizo de finales del verano.
Cuando llegó a Buenos aires la esperaban allí su nuevo marido, al que aún no conocía y el padre de este. El matrimonio duró sólo un año y ni siquiera llegó a consumarse.
Mi abuela regresó a España tan entera como había partido. Pasados unos años y superada la vergüenza, mi abuela volvió a casarse ya que la primera boda quedó anulada.
De este segundo matrimonio nació mi madre, su única hija. De su aventura de juventud recordaba el barco con todo lujo de detalles. El sopor que se vivía en los camarotes cuando arreciaba el temporal y el barco que parecía un pelele zarandeado por las manos de un gigante, lo asustada que se sentía por todo lo desconocido, lo ajena que se sentía a su propia vida en esos momentos y sin embargo la certeza que tuvo siempre en su interior.
Mientras contaba sus historias ,mi abuela, solía decirme lo importante que es aprender a vivir,” hay que aprender a vivir” decía y fijaba en mí sus pequeños ojillos negros como la noche y para eso tienes que saber escuchar y escucharte. Y detenerte para tomar aliento, sosegarte para que no se convierta todo en un tropel incontrolable. No importa si la marcha de tu vida se detiene como el viaje por unos días, unos minutos, unas horas…no importa si vuelves a él con renovada fuerza. Siempre podemos elegir, cada acto cotidiano es una elección y nadie como nosotros es tan responsable de nuestras acciones.
Sus palabras vuelven a mí como una música pegadiza que se adhiere a nuestro recuerdo y tarareas cuando menos te lo esperas. Y ligada a ese recuerdo sigue estando la imagen de mi propia tristeza esas mañanas de domingo en las que nos obligaban a levantarnos muy temprano para asistir puntualmente, bien aseados y desayunados a la misa de 11 del Domingo.

Begoña Ramírez Joya

 

 

APRENDER A VIVIR (o Inocencio y el punto de encaje)

Inocencio ha llegado decidido, pleno de convicción, esperanzado incluso, y con la sensación de que esta tarde, por lo menos, va a conjurar su aburrimiento en un lugar donde seguro aprenderá cosas nuevas. Para eso ha venido. Su amiga Claudia le habló de ello, de lo bien que le estaban yendo esas técnicas, de los cambios que había experimentado en su persona, cambios físicos, mentales y emocionales y, especialmente, de lo divertidas que eran las sesiones y de las personas tan interesantes y afines que estaba conociendo. Este fue el motivo principal que lo convenció. Desde su separación expres ha estado muy solo. Sobre todo porque se tuvo que ir a vivir al cortijo y la distancia y el silencio lo han ido aislando. Los primeros meses fueron los peores, por eso se apuntó al gimnasio, pero ya había pasado un año y el ambiente a sudor recocido, papillas energéticas y culto al cuerpo lo tenían enardecido y un tanto hinchado. Al punto de llegar pensar en medio de la masa humana del gimnasio: si seguimos así, esto no hay quien lo ventile.


Esta gimnasia parece distinta. Por lo pronto el sitio es muy hermoso. La casa donde se dan las clases de “pases mágicos” está enclavada en una de las cuestas que bajan hacia el mar desde el barrio del Albaicín de Salobreña. Es una casa pintada de rojo bermejo, con flores, yedras y un pequeño huerto donde se alzan titánicos dos cipreses y una higuera busca la sombra de un olivo viejo. Las vistas son de un cromatismo particular. El azul intenso del mar y el celeste profundo del cielo se unen al enjalbegado de las casas y a los verdes de la vega. El paseo por esas calles merece la pena, y parece en si mismo una terapia apropiada para él.


En el interior de la casa se reúne una docena de personas, todas con ropas cómodas y mirada risueña. Han dejado los zapatos en el zaguán y se distribuyen joviales por el amplio salón entarimado. Inocencio se ha presentado a casi todos, hombres y mujeres, de quienes instantes después no recuerda el nombre. El del maestro sí lo recuerda, César, pues lo ha repetido un par de veces. Aprendió Tensegridad en Barcelona, después de quedarse parado en la crisis de 2007. Y lo más curioso es que “El Nublao”, que es su mote familiar, está siendo profeta en su pueblo, profeta de los pases mágicos, además de regentar con éxito un herbolario junto a su mujer, a quien se trajo hace tres años de Mataró. Lleva una barba que parece recortada esa misma tarde y su mirada de ojos negros ya ha escrutado a todos sus alumnos, incluidos los nuevos, el más nuevo Inocencio que ha creído ver en ese rostro aquella estampa de Jesucristo de los viejos recordatorios.
Les dice que lo que allí van a practicar y aprender deviene de una remota sabiduría, que desarrolla los movimientos del alma, del cuerpo, de la mente, del Ser en su integridad. Pases mágicos que restituyen la energía original, inspirados en la premisa de que al devolver la energía a nuestros cuerpos físicos, se nos despierta un vínculo con la fuerza vital que nos sostiene. Es el movimiento del punto de encaje donde la percepción ocurre. Sintonizar con la fuerza activa y vibratoria del Universo que los chamanes llaman Intento.
Luego dice no se qué de los Toltecas y que lo que percibimos como “realidad” existe en una posición específica dentro del huevo luminoso, que es una especie de bola del tamaño de una persona con los brazos extendidos, receptáculo de las emanaciones, comandos o cuerdas semejantes a filamentos de luz, que se extienden por todo espacio y tiempo, en la totalidad del universo.


Inocencio está un poco desencajado con tanto punto de encaje, tanto filamento y lo peor es que ahora ese Punto de Encaje se tiene que desplazar a la posición correcta a través del diálogo interno y las conductas de vida habituales; o sea, que hay que cambiar de hábitos para encontrar el escurridizo punto, porque esta ciencia no es una propuesta intelectual, no es filosofía, es una experiencia y para comprenderla hay que practicarla, jugar con ella. Y para rematar viene lo de sacar nota, que aunque allí no parece existir la competitividad exacerbada del gimnasio, sí están lo más aplicadillos, su amiga Claudia es una de ellas, y es que la tarea culminante a la que algunos se preparan, es que su Punto de Encaje se “suelte” de dicha posición por algunos momentos, para con ello iluminar nuevas fibras encontrando una nueva alineación, un estado de “percepción acrecentada”, y si el movimiento es suficiente: percibir otra realidad completa.
Inocencio se ha puesto cerca de una ventana, donde el cálido abrazo del sol de la tarde baña sus hombros y sus manos que ya empiezan a tomar las posturas enseñadas por César. Fija la mirada en las palmas, hace dos respiraciones profundas, cierra los puños y sube los brazos por encima de la zona suprarrenal. Luego llega el turno de los pies dando tres pasos que llaman: chasquear, dispersar, deshacer el exceso. De continuo, y meditativos, hay que relajar la sienes usando los pulgares y después las mandíbulas. Más respiraciones hasta el ombligo. Ahora llega el cruce de brazos para colocar la primera falange de los pulgares en los ojos, apoyando los codos en las rodillas, y permanecer unos segundos para luego deshacer el movimiento, y volver a construirlo.


Acto seguido Inocencio yace en el piso, boca abajo, con los brazos bajo el pecho y los puños cerrados, mirando hacia la izquierda, con una sonrisa de oreja a oreja, con el cuerpo trasero de una compañera a medio metro y el alma de toda la clase flotando a ras de suelo. Es el momento de permanecer un rato en esta posición examinando el día, siguiendo el flujo de la energía cósmica. La compañera se ha vuelto y le sonríe. No recuerda haberla visto antes y eso que saludó a todos los presentes. Parecen comunicarse sin hablar y esta agradable sensación los lleva a reír a carcajadas.
Por ultimo cesar les contó una curiosa leyenda asiática. Un día, mientras Buda meditaba bajo el árbol Bodhi, el árbol de la vida donde recibió la iluminación, pasó por su cabeza la imagen de la triste condición del hombre: destinado al sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte. De los ojos del compasivo Shidarta brotó entonces una lágrima y en el lugar donde cayó en tierra surgió el arbusto del té, la reconfortante poción que habría de servir de alivio físico y consuelo espiritual a toda la humanidad. En seguida el maestro sirvió a sus alumnos una humeante taza de té, dejándoles la advertencia que el mejor té verde de la Costa lo vendía en su tienda.


Esa noche Inocencio no sabe si ha movido su punto de encaje, aunque sólo sea un poquito, pero sí se acuerda de su compañera de la última postura sintiendo un leve hervor en el plexo solar. No sabe mucho de ella, sólo que se llama Amalia, que trabaja en una pizzería del barrio alto y que libra los miércoles, que es el día de las sesiones. Buen dato para que la semana próxima la invite a cenar algo que no sea pizza.
La excursión a Salobreña ha merecido la pena, visitar ese barrio tan bucólico, mover el cuerpo y hacerlo encajar con su mente y emociones, el descubrimiento del sabor y el aroma del té, conocer a Amalia mientras se disolvían sus yoes entra carcajadas, destrabados o no sus puntos de encaje; en definitiva: aprender que se puede aprender a vivir de otra manera.

Franjamares

 

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EL CONCEPTO DE TIEMPO

EL CONCEPTO DE TIEMPO


Perdía el otro día mi tiempo pensando si vale la pena perder el tiempo en pensar qué es, en realidad, el tiempo.

Pensaba también si vale la pena partir en busca del tiempo perdido, o si es, también, una absoluta pérdida de tiempo.

 

Recorrí mentalmente decenas de expresiones que utilizan la palabra tiempo, pero todas ellas, como dar tiempo al tiempo, hacer tiempo, o ganar tiempo, no pasaban de ser la inacabada expresión de una abstracción mental.

 

Y así fui pasando el tiempo, mientras observaba el movimiento mecánico de una aguja de reloj, indiferente a mis cuitas y al transcurrir mismo del tiempo.

 

Pero no necesité mucho tiempo para llegar a tiempo de refugiarme en una oportuna conclusión: El tiempo, como casi todo en esta dimensión, es tan sólo una ilusión.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL CONCEPTO DE TIEMPO  

   Al despertarse, Rogelio rompió la quietud de las sábanas que permanecían casi intactas tras el profundo sueño, y de un salto se arrojó a la vorágine de la vida. Bebió un trago de energía y se dispuso a emprender la marcha hacia las diferentes obligaciones que le aguardaban. Nunca se había encontrado tan pletórico como en esos instantes para llevar a cabo todo cuanto debía acometer. En esos efluvios prístinos en los que flotaba construía su mundo idílico, un interminable viaje por lugares inhóspitos, ubérrimos, vírgenes, disfrutando como un niño en una playa desierta, revolcándose loco de contento en la blanca espuma de las olas que acariciaban su cuerpo.

   Mas poco a poco, acaso en consonancia con los ciclos de la naturaleza, y cumpliendo sus aviesos veredictos, todo el vigor matutino se fue desmoronando como un castillo de naipes.

   Tenía muy asumido que no necesitaba reloj para ubicarse en los distintos vericuetos por los que transitaba, pues todo su ser reflejaba en el silencio sosegado las horas exactas y los cuartos que precisaba, aunque al volver de la esquina a veces se cuartearan las ilusiones en el frío vaivén, al contacto con la intemperie y las desvaídas sensaciones que percibía, creando torbellinos de impaciencia que lo zarandeaban, o bien le obstruían el paso a la hora de ganarse el pan.

   Tales avatares le impulsaban los horarios del sufrido respirar por aquellos vados, en los días sin agraciado tiempo, subiéndosele la incertidumbre a las barbas al atravesarlos, aunque fuese con la cabeza bien alta, pero el cerebro pendía del desasosiego que lo embargaba, desconociendo si aquella mañana sería la despedida del mundo de los vivos, debiendo abonarse al declinar de la tarde, discurriendo como un río hasta el mar.

   No le faltaba razón en ello, dado que los años del estraperlo, en los que le tocó vivir, se presentaban muy dolorosos para salir a flote, y mantenerse en la superficie de la corriente o en la brecha de la vida, pero tirando, bien que mal,  por acertados senderos, aunque se burlase de las quimeras conceptistas y los desaires temporales. Ello no le permitía bajo ningún motivo encuadrar el horizonte en una fórmula mágica, pero rechazaba que le pusiesen puertas a la fantasía, impidiéndole volar por insondables parajes, o reencarnarse en aquello que le apeteciera.

   En los días de asueto, quedaba con los amigos para dar un paseo y tomar una copa, pero ese día fue a visitar a un amigo que vivía en el otro extremo de la ciudad, que hacía dos veranos que no veía, no teniendo noticias suyas, pese a los móviles y a internet, pues ocurría, según confesaba en privado con arrogancia, que le había pillado ya mayorcito para semejantes exquisiteces, y le daba largas a todo cuanto oliese a nuevo, que llegase con el sello de modernidad e innovación, y se colocaba en un terreno agrio, hostil, desdeñando la cordura y los buenos modales, careciendo de ellos a pesar de haber sido agasajado en multitud de ocasiones con toda clase de artilugios de tecnología punta, pero siempre se las arreglaba para rechazarlos, impidiendo la entrada en el umbral de sus dominios.

   En cierta ocasión, no siendo ni tarde ni temprano, conforme caminaba por la acera como tantas otras veces las cosas se le torcieron de repente debido a una inoportuna chinita que se coló dentro el zapato, de suerte que le iba incomodando cada vez más, debiendo efectuar reiteradas paradas en el trayecto intentando restañar el roce y la figura, y desasirse de la broma que lo martirizaba sobremanera.

   Rogelio siempre fue enemigo de toda clase de relojes, cuya única misión consistiera en pesar por arrobas o medir en litros el tiempo, los consideraba auténticos verdugos de la humanidad, que algún desaprensivo inventó sin duda para torturar a los semejantes –homo homini lupus-, por lo que abominaba de ellos por ser una pérdida de tiempo, ya que no aportaba ningún rayito de luz o provecho al entretenimiento o a los pasatiempos, dominó, oca, escenas amorosas, crucigramas, damas, lecturas, armados con sus minúsculas ramificaciones arbóreas, que, cual serpientes asesinas, serpentean por los subterráneos de la esfera inyectando veneno, y no satisfechos con eso alargan los tentáculos dentro de la breve urna, debiendo intervenir los expertos en última instancia, echando mano en los talleres de inconmensurables lupas, ensimismados en el lóbrego habitáculo de un alma en pena, y que a la postre, para mayor INRI, la gente exhibe ufana en la muñeca, de oro o plata, con gran ostentación y boato desfilando por suntuosos platós, opíparos banquetes o solemnidades palaciegas como ínclitos trofeos, o antaño en el bolsillo del chaleco con la cadenita, como talismán, mano de Fátima o blasón de nobleza.

   Lo tenía muy claro, el sol amanece siempre para todo el mundo, y por mucho que uno se oculte o se desentienda, acabará siendo abrazado y mimado por él, y se percatará de que camina a su lado, e irá pulsando con maestría el timbre de los estados de ánimo, hambre, alegría, fatiga, pena o excitación sexual, según caiga vertical o se vaya deslizando por tejados, terrazas, montañas, valles, alcobas o por las cabriolas del océano, donde se sumergen los buzos a la caza y captura de peces inéditos o tesoros perdidos de antiguos pecios. Pareciera que los rayos solares alentaran a los intrépidos exploradores del fondo abisal, azuzándolos a la conquista subacuática sin miedo, sin escafandras o batiscafos, ligeros de equipaje, que ellos se encargarán de todo lo demás, limar escollos, arreglar arrecifes o tentadores corales, que acudieran solícitos a saludarle en la travesía.

   Los conceptos asimismo no le reportaban nada digno de mención, le provocaban grima, anginas cuaresmales, porque no le ofrecían muestras fehacientes de algo palpable, por donde pasar la yema de los dedos, sino una auténtica cortina de humo, abstracta e inmaterial, cosa que no cuadraba con su espíritu práctico y sensible. Aunque se esforzaba hasta límites insospechados, poniendo todo el acento en la representación mental de los objetos y de los actos, siguiendo las recomendaciones de las nuevas corrientes lingüísticas y semánticas, sin embargo escapaba siempre descalabrado, rodando por la pendiente teórica abajo o le caía alguna teja encima, y sin extraer del parlamento ni una pizca de sustancia o meollo que echarse a la boca.

   Desde luego que había que tener ganas de complicarse la existencia, para empeñarse en ahondar tanto en tales nimiedades o quisicosas, que a buen seguro a nadie repararán unas cataratas de ojos, ni le resolverán el más mínimo problema. Y mire usted por donde, con la enorme cantidad de comentarios, opiniones, teorías y debates sobre lo que encierra o abre al mundo el término tiempo y el críptico concepto, resulta increíble.

   Pero podría surtir efecto si se introdujeran ambos vocablos –tiempo y concepto- en la misma cápsula digital, y propulsarla al espacio interplanetario en amigable compañía con algún animal, salvaje o doméstico, u otra criatura, a ver qué acaecía al cabo del viaje, o envasar la cápsula con sustancias curativas y dejarla caer por el esófago abajo y esperar el resultado al cabo del tiempo, como acontece con los pacientes que no pierden la paciencia en su pulso con la enfermedad –del tiempo- y la toman religiosamente por infartados o por cualquier otra herida coyuntural.

   Y prosiguiendo por estos derroteros, habrá que reseñar que a través de los siglos ha habido mil y una tertulias, academias, universidades y toda una pléyade de filósofos y teólogos de todos los continentes y credos que se han devanado los sesos metiendo el bisturí a los átomos y a las microscópicas células del concepto del tiempo,  escapando mayormente con los pies fríos y la cabeza ardiendo, situándose al borde de las puertas del psiquiátrico por no ir más lejos.

   Los más avezados en tales litigios mentales rubricaban en los objetos más inverosímiles que vislumbraban, calabazas comestibles o no, papiros, arenas calientes, aguas tranquilas, tablillas, lajas, muros o calabazas de agua los cuatro puntos cardinales de la cuestión palpitante, con muecas, fechas o señas temporales, y rotulaban como en el globo terráqueo los extremos, denominándolos polos de la esfera cronométrica, en mitad de la panza se dejaban llevar por el ecuador –intentando ser ecuánimes- y los meridianos, y así hasta los hemisferios, las isobaras, los paralelos, los cuadrantes, las estaciones, los husos horarios, los años, el bisiesto, y las lunas llenas con el hallazgo de las medias lunas –tan ricas, que están para chuparse los dedos-, pero al final, con tanta dinamita especulativa el tiempo volaba por los aires, y sucedió lo que tenía que suceder, que los unos por los otros la casa sin barrer.

   De forma que se fue erigiendo una torre de babel, “si no me preguntas qué es el tiempo, lo sé, pero si me lo preguntas, no lo sé, amigo”; otros amagaban con otra patraña no menos ingeniosa, algo así como “el tiempo es el espacio comprendido entre la sucesión de un antes y un después, retozando por el rebalaje donde fenecen las olas en un presente que al instante es arrollado por el futuro, que a su vez se ha llevado por delante al pasado”.

   Y cabe preguntarse al respecto, habráse visto tamaña osadía en algo tan quisquilloso y fugaz como es el caso que aquí se ventila, donde tanta sangre y masa gris y materia prima se ha invertido por privilegiados cerebros, que con tanta contumacia y ardor urden los laberínticos viajes interplanetarios. Al socaire de ellos, figuran por derecho propio los fantásticos sueños de luna de miel en edénicas arcadias, que ya se están hilvanando entre bastidores para los posibles fans que ansíen soltarse el pelo y la pasta, y quieran disfrutar de tales esparcimientos en lugares pintorescos junto a acantilados marinos, o en los rascacielos que se alcen, remedando a los colosos de Dubai, en la Luna o Marte, o donde encarte, porque el espacio, al contrario que el viento y los espíritus y el tiempo, va a tener dueño y pronto, como cualquier islita en el Pacífico o una parcela en Marbella, en Benidorm o en cualquier punto de la Costa Blanca.

   Lo que peor sobrellevaba Rogelio era la copia fiel o plagio descarado del corazón estampado en la estricta esfera digital con las correspondientes pulsaciones, los enigmáticos sístole y diástole, que según los arrestos que pongan en su cometido envalentonarán o humillarán a los humanos en las horas felices o en lo tremebundo de las taquicardias, o quizá la siniestra manecilla alargue la mano hacia otra parte por carambola, por una turbia diabetes o un acné primaveral, sin límite de edad ni tiempo.

   De nada vale la vida que vivimos ni las frutas de la infancia o de la mocedad, cuando el tic-tac de la indolente máquina se descuajeringa por el deterioro de las fibras y las fiebres maquinadas en la trastienda, porque las raíces del árbol que lo sostiene se seque, o el tronco hendido por el rayo de la enfermedad que le aqueje vaya (con la expiración a cuestas en una cofradía cualquiera o la inspiración lírica de quien lo plantó o lo inmortalizara) a parar a una chimenea cualquiera para reconfortar los fríos huesos, o atemperar las dislocadas pulsiones.

   A Rogelio a veces se le escacharraba el reloj del corazón con arritmias puntuales, que de súbito le teñían de negro las horas matutinas, risueñas y azules, recalando muy a su pesar en la UCI de cualquier ciudad una tarde cualquiera de otoño.

   Después de innumerables estudios y consultas a los arúspices, los más insignes meteorólogos y expertos en la materia a lo largo de la historia –gurús de tiempo intemporal- repartidos por el cosmos, Rogelio ha llegado a la conclusión, si se puede registrar así el concienzudo raciocinio, de que el tiempo y el concepto y todo conjuntamente es un agujero negro en la mente de los pensantes, que les quema las pestañas y deja soterrada la refulgente savia de quien quiera asomarse por la ventana a ver lo que se cuece en la otra orilla, pues si se le olvida vislumbrarlo después de unos cuantos lustros de clímax y cambio climático, puede que se sorprenda por el lunar, que tanto acariciaba y resaltaba su rostro y tanta gracia le hacía, al haber sido fagocitado por Kronos en un pantagruélico festín en el umbral del jardín de su rica mansión en amena charla con distinguidos dioses del entorno, de tal forma que no habría manera de ponerse a jugar a las canicas peinando las canas del tiempo, o a descifrar unos palabros, toda una antigualla, tan lastrados por su longevidad, y que vapulean con retintín en todo tiempo y lugar, generando la mutación de la faz de la tierra y de los humanos con ilustres atisbos de gnosis suplantada con travestidos ropajes de alzhéimer, demencia senil o tal vez la siembra del terror entre patricios y plebeyos de todo el orbe montando desastres atómicos. Mientras tanto hay una turba de espíritus empujados por la hambruna y la tempestad del inmemorial tiempo, sin nada que picar, y unos sátrapas, en los que se ancló el tiempo, con la andorga llena, impartiendo dádivas desde fatuos púlpitos, y solazándose cual momias ancestrales en brazos de la eternidad con sus cuencos y perfumes y joyas y todas las pertenencias personales, donde figura su noción del tiempo –tempus -non- fugit-, deambulando bien regalados por la feria del malherido planeta.                                  

 José Guerrero

 

 

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¿TENEMOS TODOS UN PRECIO?

¿TENEMOS TODOS UN PRECIO?


Al decir precio, ¿se refiere usted a precio de venta al público o precio franco fábrica?, ¿se refiere al precio antes o después de impuestos?, ¿al precio antes o después de la crisis de turno . . . ?

Por favor, concrete, homenajee a aquellos oradores insignes del Congreso de los Diputados durante el siglo XIX, y especialmente a aquel que, harto de los devaneos dialécticos de otro diputado, se levantó y gritó: “Concreta, cabrón, concreta”.

Si pretende cuantificar el precio de mi dignidad, ponga un precio concreto, hablemos de números, o no hablemos.

Porque nunca será lo mismo que me quiera comprar por el precio de un automóvil de lujo, incluso el más caro, o a cambio del Producto Interior Bruto de cualquier país mediano de la Unión Europea.

Con la primera oferta sólo alimentará mi ego, con la segunda, además de mi ego, dará alimento a miles de niños al día, y estudiaré la propuesta.

 

Me lo dijo hace ya muchos años una amiga, multimillonaria en dólares, que además era una mujer muy sabia, pues había tenido la suerte de haber conocido la otra cara de la moneda, la pobreza, en su infancia. Me lo dijo y nunca lo olvidaré: “En este mundo, joven amigo, todos nacemos esclavos y todos somos prostitutas pero, casi siempre, podemos elegir el precio que ponemos a nuestra dignidad, no lo olvides. Si te valoras en más o en menos de lo que vales, la fortuna pasará a tu lado, pero seguirá de largo, pero si sabes negociar con ella, si sabes marcar con honestidad, dignidad y justicia tu precio, la vida y la fortuna, al final, siempre te sonríen”.

 

Desde entonces me cuesta mucho reprimir la risa cada vez que tengo que hablar de negocios con algún director o interventor de banco, viéndole son su traje impecable y tras un despacho de falsa caoba, cuando intenta convencerme de que el banco se preocupa y desvela por mis intereses.

Siempre viene a mi memoria aquella mujer y la misma idea: “Éste, además de puta, es un hijo de puta, y me temo que no sospecha ninguna de las dos cosas”.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL ESLABÓN PERDIDO

EL ESLABÓN PERDIDO, O EL GÉNESIS, SEGÚN EINSTEIN


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En el principio había Dios, y Dios creó al hombre, y lo hizo a su imagen y semejanza.
En la oscuridad de la noche Dios se levantó una mañana sin día y miró hacia su soledad sin límites.
Sintió un profundo aburrimiento.
Necesitaba algo con lo que entretenerse y, tras hacer algunas cabalas intemporales, su frente se iluminó. Hartó de mirar a ninguna parte, decidió que había de crear el espacio y, para prolongar la existencia del mismo, el tiempo.
Nadie sabe cuánto tardó, pues aún no existía el tiempo; menos aún con qué medirlo.
Y vio Dios que aquello era bueno, y sintió que su gozo se expandía con la contemplación de aquellos vastos espacios que se multiplicaban con el tiempo.
Pero el tiempo puso límites a su imaginación, y vio Dios su vacío interior reflejarse en aquellos desnudos espacios. Se dio cuenta de su error al crear aquellos vacíos; percibió, así mismo, cómo el tiempo limitaba su espíritu, convirtiendo en monótonas secuencias, en repeticiones insalvables, su gozo primigenio. Su creatividad había quedado limitada por aquellas coordenadas que él mismo había dispuesto. Y, por primera vez, sintió que había cometido un grave error y, por su excesivo alcance, lo llamo pecado. Se sintió expulsado, sin posible vuelta atrás, sin redención, de aquel estado paradisiaco en el que, sin saberlo, había vivido previamente; de aquella nada sin límites que, en su percepción sin referentes, le había resultado tan odiosa. “El mal ya está hecho”, se dijo. Y el sentimiento escapo proyectado y ocupó los espacios infinitos.
Para ponerle puertas al campo, Dios proyectó su infinito espíritu positivo y así nacieron los cuerpos estelares y, tras ellos, la luz que les relacionaba y daba forma. Y vio Dios que esto era bueno y, su creatividad exaltada, comenzó a jugar con las luces y las sombras, con las formas y colores; reorganizando la materia y creando infinidad de vínculos entre las partículas, que chocaban entre sí, bailaban, corrían y jugueteaban en círculos y espirales. Y, por alguna ley que escapó a su control, apareció la vida: materia consciente de ser materia, reflejo del espíritu divino, capaz de reproducirse y aprender, aunque lenta y dolorosamente, con los cambios. Y Dios receló de aquello que, sin proponérselo, había creado.
Pasó muchas eras analizando aquello que progresaba en su universo, escapando a su control.
Reflexionó, como nunca antes había hecho, sobre la posible formación de aquel brote, y dedujo que su origen se encontraba en la curvatura del espacio, que hacía que se envolviese a sí mismo, creándose así la consciencia.
Buscando entre recuerdos futuros, encontró la solución. Se trataba de inculcar un cuadrado en la parte más desarrollada y, por tanto, más vulnerable, del fenómeno vital. No tardó una diezmillonésima de segundo en alcanzar su objetivo: Adán.
Ahora, debido a su irredimible estupidez de haber creado el tiempo, sólo tendría que esperar.

Diego Pérez Sánchez

 

 

EL ESLABÓN PERDIDO


Vagando por la cadena de sus sombras, entre chispas de ilusión y tinieblas de desconsuelo, aquella persona tan impecablemente normal, encontró a sus pies un eslabón solitario, y dedujo que debía ser algún eslabón perdido de alguna cadena de algún esclavo.

Sin dudarlo, giró en redondo y huyó de aquel lugar, cargado de malos augurios. Huyó alocadamente, acuciado por el temor a convertirse él mismo en un esclavo.

Ni el peso descomunal de sus cadenas, que hacía lenta y penosa la huída, consiguió hacerle sospechar siquiera que las arrastraba.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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SIEMPRE HABRÁ TEMAS

SIEMPRE HABRÁ TEMAS

 

Mientras la vida bulla, la pasión arrecie, la risa fluya, la monotonía se desperece o quede algún sueño por germinar . . .

 

Mientras alguien sepa prestar su oído o regalar su voz, y sepa apreciar en el gesto de compartir la compleja maravilla que conlleva . . .

 

Mientras alguna criatura nazca preguntándose sobre el milagro del acto de interrogarse sobre cada milagro . . .

 

Mientras alguna de estas llamas alumbre y caliente el cotidiano día a día, habrá un tema del que hablar, y hasta para discutir y contradecirnos, seremos irremisiblemente prisioneros hermanados por la palabra.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ALEX

ALEX

Alex, como cualquier humano de mediados del tercer milenio, vivía en una casa perfecta, ubicada en un barrio perfecto de una ciudad perfecta, enclavada dentro de los límites de un planeta perfectamente acondicionado para una sola especie: la humana.

 

Alex descubrió un poco tarde su vocación, pero la descubrió: un día decidió que quería ser tonto.

Sintió que debía elegir entre dos opciones: ser tonto o fingir que lo era, y con su rapidez habitual, comprendió que el fingimiento iría inevitablemente acompañado de ciertas dosis de frustración e hipocresía.

 

Su decisión, ampliamente debatida en diversos foros reales y virtuales, había sembrado el desasosiego en una sociedad orgullosa de haber logrado, tanto la paz social, como una supuesta calma interior en cada uno de sus individuos.

 

Una semana antes, Alex había descubierto, en uno de los archivos menos visitados de la Infoteca Universal, un documento de los más antiguos, un escaner de trozos de papel, una reliquia de hacía más de diez siglos.

La imagen mostraba restos de un extraño documento, apenas legible, al no conservarse más que trozos sueltos y aparentemente incoherentes de un texto, del que apenas había sobrevivido una frase, firmada por un oscuro personaje, tal vez un filósofo o uno de los primeros estudiosos de la mente humana, un tal Sigmund Freud. El texto decía literalmente:

 

“Existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota, y la otra, serlo”.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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YA NOS VEREMOS

YA NOS VEREMOS 

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Mientras terminaba de preparar algo para cenar miraba soslayadamente el televisor donde las últimas catástrofes del día eran desgranadas por comentaristas expertos en todo tipo de cuestiones. La noticia dejó de serlo hace mucho tiempo y nació lo que llamamos opinión que consiste básicamente en opinar sobre lo que pasa en el mundo pero sin llegar a contarte con un mínimo de objetividad qué es lo que ha ocurrido en realidad. Mi serie favorita estaba a punto de comenzar; en ella los personajes todos jóvenes algo solitarios como yo misma luchan a diario por mantener sus precarias relaciones sentimentales a flote, algo bastante difícil en una tierra que ya no cree en lo de adentro sino básicamente en los valores de afuera: poder, estatus, dinero, posesiones mobiliarias e inmobiliarias. Es mi gran momento, en pijama delante del televisor con mi cena recién preparada veo a todos esos personajes enredados en relaciones posibles e imposibles .En el capítulo de Ayer Sandra que era novia de Alfredo, se enrolla con Miguel que le gustaba desde hace tiempo. Mientras a su vez Alfredo mantiene un lío secreto con Ana que es la antigua novia de Miguel. Todo muy original, trepidante como un viaje por la selva. Mi antiguo novio, Oscar solía criticarme porque decía que era bastante superficial, que no me interesaba por la problemática de nuestro planeta, que no me comprometía, con nada ni con nadie. Y a lo mejor tenía razón, pero es que no tengo tiempo para pensar tanto. Me levanto a las siete, comienzo a trabajar a las ocho, no descanso hasta las 2.Como algo cerca de la oficina y regreso a casa sobre las 6.Lo que me apetece es darme una ducha, preparar algo rico para cenar y vegetar delante del televisor viendo algo que me recuerde que somos humanos, aunque sea una serie de amoríos frívolos, pero a mi me gusta, me relaja, me hace olvidar la vida que llevo. Hace un par de semanas me apunté a unas clases de yoga porque necesito aprender a relajarme. El primer día nos presentamos todos para empezar a conocernos, dijo la monitora. Formamos un grupo bastante peculiar, pero a mi me han llamado especialmente la atención dos chicas de aspecto algo desaliñado. Mi primera impresión es que eran pareja y no las encajaba del todo en el grupo de gente que se veía por allí. Para mi sorpresa intentan por todos los medios integrarse en el grupo y caer bien a la gente. Se esfuerzan por parecer educadas, aunque está claro que dejaron la escuela bastante pronto. Sus expresiones son básicas y toscas, pero es cierto que no podemos juzgar a la gente por nuestras primeras impresiones porque nos podemos llevar bastantes sorpresas. Hoy hemos hecho un ejercicio todos cogidos de la mano formando un círculo. Me he sentido bien y tengo mas ganas de relacionarme con la gente. Hace dos día que no puedo ver mi serie favorita porque llego a casa tan relajada que después de cenar me quedo dormida. Ayer me llamó Oscar, me extrañó bastante porque como habíamos decidido que nuestra relación fuese libre y abierta su despedida se resumió en solo tres palabras ya nos veremos. Dice que tiene ganas de volver a verme, pero prefiero quedar con con alguna de mis amigas y volvernos locas comprando y luego ver cualquier peli en el centro comercial. Es mi hoby favorito ir de compras al centro comercial. Luego llego a casa cargada de paquetes y eso me vuelve loca. Aunque mi profesora de yoga nos dijo ayer que tenemos que comprometernos con nuestra realidad y nos comentó que hay mucha gente en el mundo que vive en condiciones infrahumanas y que en parte todo eso se debe a nuestra necesidad compulsiva de consumir. Me puso de mal humor, si sigo yendo a sus clases es solo porque estoy aprendiendo a relajarme, aunque no resulta nada fácil.

 

Begoña Ramírez Joya

 

 

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EMBARRARTE

EMBARRARTE

8 de marzo: Día Internacional de la mitad de la Humanidad

 

Ahí están, todas embarradas y asustadas: Interminables hileras de mujeres, casi siempre heridas por hombres, que hieren o desean herir, para consolarse en su desgracia, a hombres, que casi nunca son quienes las han herido.

 

Ahí están, todos embarrados y alienados: Interminables hileras de hombres, casi siempre heridos por mujeres, y que hieren o desean herir, para consolarse en su desgracia, a mujeres, que casi nunca son quienes les han herido.

 

Tantas mujeres, tantos hombres, todos embarrados, enlodados en sus miedos, hundidos en sus prejuicios y cautivos de sus certezas, olvidando que son, ante todo, seres humanos, y que comparten mucho más que cuanto les diferencia.

 

Tantas mujeres, tantos hombres, tantos seres sufrientes, y todos convencidos de que son otras mujeres y otros hombres quienes han sido heridos, y otras mujeres y otros hombres quienes hieren.

 

Todos creyendo cuanto necesitan creer con tal de evitar mirarse en el doloroso espejo que les puede hacer crecer, pero a cambio de pagar el duro precio de ver reflejadas en él sus heridas, sus angustias y sus miedos.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

EMBARRARTE

Que estamos hechos de barro, alentados por el espíritu, no es ninguna metáfora, sino una realidad.  Las palabras pueden confundirnos, conformadas en ideas, proyectadas en ideales; pueden oscilar con nuestra percepción cambiante, como cambia el barro en el torno, bajo las manos alfareras; pero la realidad permanece. Y permanece porque nunca es la misma. Aquí podríamos hacer referencia a la identidad, eso que, como cualquier realidad, basa su estabilidad en la alteración; su estructura duradera en la permeabilidad al cambio. Eso es el barro, un ente plástico, deformable y conformable; permeable al agua y a otras substancias, cuando aún está vivo, como la carne; pero, ¡ay!, tras la hoguera esas características desaparecen. Habrá de ser molido por la naturaleza, convertido en polvo finísimo para, siempre después de mezclarse de nuevo con materia orgánica y agua, recuperar sus propiedades anteriores. El alfarero hará una nueva vasija, con forma y color parecido, pero ¿será la misma vasija? No. En artesanía cada vasija es única. Aún hecha con la misma pella de barro, aún si se consigue una perfección de parecido en la forma y los acabados, sus partículas se habrán ordenado de otra manera, habrá recogido otros microorganismos en el proceso.

El barro es la materia primaria de la vida, y en el están los tres elementos, aire, agua y tierra, pero además está la vida. La cerámica es un cadáver. Y esto sí es una metáfora, y doble. Metáfora que relaciona la rigidez de la muerte con la del cuerpo sin vida del barro anquilosado, transformado por el fuego. Metáfora que relaciona el desaparecido arte del barro, del que pronto no se encontraran nuevos restos en cementerios arqueológicos, a excepción de los dientes de porcelana, únicos resistentes a la incineración, y los contenedores para residuos nucleares, permeables a la radioactividad.

El barro, no obstante, ha tenido una larga vida. En la tierra existe desde que se formó la corteza terrestre, y sobrevivirá a la corteza de hormigón, barro aluminoso calcinado, al fin y al cabo. Acompañó al hombre, en su forma de roca- llámese terracota, gres o porcelana- desde que esté se sentó junto a un fuego. Y, al menos en Japón, las urnas para cenizas son de barro.

Pero tendréis que perdonarme tanta digresión sobre el verdadero tema: embarrarte.

Podemos embarrar nuestras manos para dar forma a una vasija; embarrar nuestro cuerpo, para cuidar nuestra piel, o como emplasto, ungüento o cataplasma de organoterapia, como cauterizador, cicatrizante o antiinflamatorio. Hay barros curativos por ingestión. El barro es nuestra madre y, si no rompemos el cordón umbilical, podemos recurrir a él en todo momento.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

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EL BINGO

EL BINGO

(Todo parecido con la realidad es parecido, pero no realidad)

Doña Lucía, respetable señora mayor donde las haya, y sin duda la mayor de las señoras del grupo de sus amistades, a punto de cumplir un siglo de vida, tenía en el bingo uno de los sustentos de su ilusión. Tal vez creyera que seguir con atención el discurrir de los números, e identificarlos a tiempo, la inmunizaba contra el peor de sus temores: la pérdida de la razón o de la memoria, que a ciertas edades viene a ser lo mismo.

Su vista, inevitablemente cansada, era, sin embargo, suficiente para mantener su numérica y lúdica aficción, pero de su oído ya sólo quedaba un lejano eco.

Su hija Leny sobrellevaba con paciencia la reciente ilusión de su madre, y se comprometió a acompañarla al bingo, al menos una vez por semana, al observar que era lo que más ilusión le hacía dentro del conjunto de sus rutinas.

Sucedió que en cierta ocasión Leny estaba interesada en asistir a una conferencia sobre el origen del universo, dada por un científico que tenía fama de saber exponer con lenguaje tan claro como preciso conceptos que suelen escapar del entendimiento de los profanos en la matería, o sea, la mayoría de la población.

Como el día de la conferencia coincidía con el acordado para acompañar a su madre al bingo, y puesto que los horarios eran prácticamente consecutivos, decidió llevar a su madre consigo a la conferencia para acercarla luego a la sala de juegos.

Se preocupaba, lógicamente, de que pudiera aburrirse, pero pensó que tal vez una siesta haría que recuperara fuerzas de cara a su afición favorita.

El conferenciante acompañó sus explicaciones con imágenes de galaxias y combinaciones numéricas que se iban proyectando en una gran pantalla.

Doña Lucía, lejos de dormirse, sacó de su bolso un bolígrafo y una pequeña libreta, en la que fué haciendo algunas anotaciones. Su hija la miraba ocasionalmente de reojo, sorprendida de que no hubiera decidido echar una pequeña siesta, como solía hacer ante situaciones que no eran de su interés, sin importarle mucho donde se encontrara.

Terminada la conferencia, se levantaron lentamente y, mientras se dirigían a la salida, Doña Lucía comentó en voz baja a su hija Leny: “Te agradezco el detalle, hija, pero la próxima vez llévame el bingo de siempre, que en estos modernos no me aclaro, y ni te dan cartones siquiera. Además, no sé si te has fijado, pero ese chico tan simpático que cantaba los números, el pobre no tenía mucha experiencia, ¿has visto que en vez de bingo decía Big Bang?”

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LA CERILLA

 

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LA CERILLA

 

-Dame una cerilla, he encontrado algo…
Lidia busca en su bolso.
-No prefieres la linterna. Sí pero también voy a encenderme un cigarro. ¿Quieres?
-¡Cómo vamos a fumar aquí! Estamos de incógnito no de marcha… si nos pillan…
-Es que estoy nervioso. Y no nos van a pillar: el celador es colega mío y me debe unos favores.
-Ya conozco yo esos favores. Bueno, pues pásame ahora una calada. Toma las cerillas. ¿Qué has encontrado?
-Es una carpeta, con un cuaderno dentro…
-Los grandes secretos del profesor…
-No creo que haya dejado el examen ahí tan fácil con solo abrir la tapa.
La cerilla arde con el furor del elemento ígneo y proyecta su luz ambarina y destellante por todo el despacho. El bello rostro de la muchacha se ilumina y sus trazos son ahora de pura geometría. Samuel la contempla sin noción del tiempo. Luego abre el viejo cuaderno y comienza a leer mientras enciende su pitillo, apurada la llama de la cerilla, tocando ya sus dedos, casi quemándose.
-Un Mundo (tal vez un Universo), ¡Ay! -se le apaga la cerilla-. Enciende la linterna, Lidia. Ahora se ve mejor. Sigo leyendo: Un Mundo en el que todos y cada uno de sus componentes están integrados, coordinados en una red que conecta el mundo orgánico con el inorgánico, en la que todos, absolutamente todos sus componentes tienen su papel.
-Eso no me suena a nada del temario –susurra Lidia dando su calada al cigarro–. Pero está interesante, sigue un poco.
-Todos contribuyen (no digo “cooperan” porque ya hemos tenido “sobredosis” de aplicaciones de conceptos sociales a la Naturaleza) al mantenimiento equilibrado de la vida y la Naturaleza tiene sus propios medios para mantener este equilibrio. Se acabó la lectura, que tenemos solo hasta las diez. Espera. Aquí debajo hay unos papeles. ¡Bien! Son exámenes.
Samuel extiende los folios en el suelo y proyecta la luz de la linterna sobre ellos. Descubre que uno pertenece al curso que buscan, tercero de biología, y es de las materias contenidas en el temario. Además, tiene anotaciones nuevas y se ven cambios en algunas preguntas. Parece una plantilla anterior a la que el profesor le hubiera hecho cambios sustanciales para el inminente examen. Incluso aparece una fecha en la parte superior: 31 de marzo. El día del examen, mañana mismo. Excitado más que nervioso, le da la página a Lidia para que copie las preguntas tipo test, y él transcribe el enunciado de las dos cuestiones de desarrollo.
-Hecho. Con suerte mañana sacamos un sobresaliente.
-Esto no es suerte, Samuel, es juego sucio…
Esa noche estudian juntos en casa de Samuel, su madre trabaja y están solos. Memorizan las preguntas y la plantilla de las respuestas. Se adentran en las cuestiones de desarrollo pero la cercanía los libera. Sus cuerpos imantados se tocan. Sus labios se funden y enseguida acaban enrollados en otras cuestiones, más sensibles, profundas, impostergables porque nacen de la energía básica: el sexo, y su puente de plata hacia el amor. Y con ello aprenden en la práctica otros juegos sutiles de la biología. Pasada la una de la madrugada la acompaña a su casa.
Al día siguiente, a segunda hora, se citan todos en el aula magna. Allí es el examen. Un centenar largo de jóvenes de ambos sexos pululan por los pasillos, ocupan sus pupitres, o echan el último cigarro en la puerta de entrada al recinto, en la misma calle, a 50 metros de la entrada al aula, adornando de humo blanco el cielo azul de la mañana. Samuel y Lidia se cuentan entre ellos.
-He leído en Internet que la nicotina del tabaco tiene un efecto neurotransmisor positivo…
-¿Entonces ahora somos más inteligentes? –dice Lidia mirándole directamente a los ojos.
Él la estrecha sobre sí, con sus dedos aparta su largo cabello negro de la oreja, y le susurra rozándola casi con sus labios:
-Lo somos desde ayer por la noche.
La vivencia de la noche anterior que recuerda en ese instante la muchacha, no está precisamente relacionada con la razón o el intelecto. Y ella siente en su ser, y es lo que más le importa, que no hay bondad en un amor si la razón lo gobierna.
-Esperemos que sí, Samuel.
-Sabes Lidia, no sé si he soñado contigo o he estado despierto toda la noche pensando en ti.
Cuando llegan al aula están la mayoría sentados. Pero el profesor entra justamente detrás de ellos y dice en voz alta, gritándoles en la espalda: ¡Espero que hayan estudiado! Sus palabras no van dedicadas especialmente a los jóvenes, pero ellos lo sienten como una admonición solapada. Lidia se lleva un buen repullo. Samuel asiente con la cabeza mirando al infinito.
-Pueden venir en silencio, de uno en uno y por filas a recoger el examen –dice el profesor ahora desde su estrado-. Se acabaron los comentarios entre ustedes. Tienen una hora y media. Demuéstrenme que han estudiado.
Lidia coge la hoja del examen y su gesto se deforma. Las dos primeras preguntas son distintas, la tercera parece que coincide pero no está segura. De la cuarta en adelante ya todo es un caos.
Samuel dirige primero su atención a las cuestiones de desarrollo. Absolutamente nada que ver, con las que leyó en la hojilla del despacho del profesor. Y para colmo apenas si le suenan… piensa decepcionado para sí: Esa fecha del 31 de marzo sería la del año pasado. En la soledad custodiada del examen, Samuel se hunde en sus propias dudas. Las preguntas test las rellena como la quiniela del domingo. De las otras dos poco va a salir de su boli. De la primera escribe algo, lo básico, que recuerda de las pocas clases que asistió y los apuntes que le dejó su amigo Giner. De la otra solo deja el enjalbegado cegador de la hoja. Tras un lapso gélido e inacabable, decide entregar el examen. Es el primero que se levanta.
El profesor mira sus folios y dice:
-Falta un tema. Puede seguir, aún le queda tiempo.
Samuel se encoje de hombros y baja la cabeza. Luego se marcha mirando de soslayo a Lidia, que parece luchar contra sus folios arañando migajas de sus neuronas.

Franjamares

 

LA CERILLA

Entre todos los números, Cerilla era la más vivaz, la más dicharachera, la que más animaba todas las reuniones, los encuentros de contabilidad o las fiestas de cálculo.

Parecía tener una llama natural con la que encendía cualquier reunión o grupo de números sobre el que se posara. Era inteligente y, a pesar de su juventud, conocía bien la personalidad de cada uno de los dígitos, sus virtudes y hasta sus manías: Sabía de la arrogancia del 1, del sentido un tanto barroco de la estética del 2, la obsesión por adelgazar del 8, o los escandalosos encuentros eróticos del 9 cuando se iba de copas con su amigote el 6, en los que acababan participando todos los números mayores del 18.

A Cerilla le habían puesto ese sobrenombre por ser hija de Cero, fallecido un par de años antes, durante la última crisis, pues tanto lo inflaron hacia la derecha, que el pobre cayó fulminado en una playa de las Bahamas, agotado y víctima del temible karooshi.

Cerilla lloró desconsoladamente la desaparición de su padre, pero concluyó que no habría mejor forma de honrarle que aprender de los errores cometidos y que le llevaron a tan trágico final a fin de enmendar, en lo posible, los dañinos efectos de la crisis que había terminado con su vida.

Tras mucho meditar, y viendo la torpeza con que los humanos hacían uso de su mágico poder de multiplicar por diez cada cifra a la que ella se acercaba, decidió renunciar a tal poder y, dando un salto ser, desde ese momento, y para siempre, una cerilla, o un cero, de la izquierda.

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net

 

 

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FALTA UN TEMA

FALTA UN TEMA

 

Falta un tema, pero no es un tema para compartir, pues sobre ese tipo de temas ya hemos demostrado sobradamente que, para nosotros, cualquier tema es bueno, que lo que no germina en una mente florece en otra y, hoy por tí y mañana por mí, nunca falta leña para encender la hoguera de las letras.

 

Otro asunto es el tema personal que cada uno tiene que afrontar a diario, su día a día, su universo único, intransferible y nunca lo suficientemente compartido.

 

Pero ese es otro tema . . .

 

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EL PAÑUELO

EL PAÑUELO

En un bordado pañuelo de seda guardaron con primor el corazón del buen poeta . . .

 

¡Pobre hombre, todo sensibilidad y sabiduría, y ahora es sólo un corazón sanguinoliento que tiñe un pañuelo bordado de recuerdos . . .!

 

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VALE LA PENA

VALE LA PENA

Siempre vale la pena, aunque en ocasiones nos cueste creerlo, creer que vale la pena vivir.

 

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SERIE TÍTULOS LITERARIOS

 

ESPERANDO A GODOT (Samuel Beckett)

 

ESPERANDO A GODOT (Samuel Beckett)

 

Esperanza viene de esperar, y el ser humano, autoengañado en su engaño, consiguió definir, tejiendo con sana lógica las palabras, la esencia de la esperanza, que no es más que esperar.

 

“Hoy no se fía, mañana sí”. . . vuelva usted mañana . . . pero encontrará el mismo letrero . . .

 

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ESPERANDO A GODOT (Samuel Beckett)

Se encontraba esperando a Godot en mitad de la nada, desde hacía mucho tiempo. No sabía exáctamente cuánto, pero le habían sobrepasado varios inviernos, y éste último le estaba resultando especialmente duro. Le parecía que su cuerpo estaba más débil, más cansado que en otro tiempo. Pero seguía esperando, sin saber muy bien por qué.

Su única compañía era un enorme pañuelo blanco que había heredado de su abuelo. Al principio jugaba a doblarlo y desdoblarlo de mil maneras posibles. Luego lo utilizó como bandera, y después para cubrirse del sol en los meses más duros del verano. Actualmente, le servía como un simple pañuelo. Y sobre él dejaba caer constantemente la gran cascada de mocos y esputos, que un maldito resfriado le regalaba, como si de frutas exóticas se tratase.

Echó de menos un compañero y un árbol, para poder pasar mejor el tiempo como en la obra de Beckett.

Recordó que alguien le había dicho alguna vez, que en realidad el tema era “Esperando a Good not”. Y se entretuvo reflexionando absurdamente sobre este absurdo y el suyo, mientras, sin darse cuenta, iba abriendo su poblado pañuelo, y con las dos manos iba removiéndo la masa viscosa que contenía, intentando darle alguna forma curiosa o estéticamente apetecible.

Pasó más tiempo absurdo, y de pronto, se levantó y se puso frente a su obra: le parecía fantástica (en todos los sentidos del término). Así que no se lo pensó dos veces: abandonó su puesto de espera y se dirigió a la primera Sala de Exposiciones que encontró para ofrecerla. Se la aceptaron enseguida, así que decidió quedarse esperando al público, con la misma paciencia con la que antes esperaba a Godot.

 

Pero nada, lo mismo que con él, nada llegaba. Y esa Nada absurda, llegaba de múltiples maneras cada día. Como en el caso de un típico estudiante de Bellas Artes que, admirado por la extrañeza de los materiales utilizados en su obra, se atrevió tímidamente a preguntarle de dónde procedían.

-Mocos, le respondió al fin.

-Mocos, apuntó aplicádamente el estudiante. Y se marchó satisfecho.

Pero, ay, le dejó sin la Nada y con una gran pregunta: ¿tan alejados estamos de nuestros propios materiales, que ya ni los reconocemos y tenemos que preguntar a otro por ellos? Esto le perturbó hasta tal punto, que abandonó inmediatamente la Sala de Exposiciones, y corrió a seguir esperando a Good not.

Tranquilamente.

 

Esther Luna

 

 

 

EL EXTRANJERO

EL EXTRANJERO (A. CAMUS)

 

* Extranjero era ese fantasma que todos llevaban dentro, ése que continuamente intentaba convencerles de que todo lo diferente es malo, ése que temía abrir los ojos y se consolaba llamando ciego a cuanto le rodeaba.


 

* Tantas veces me llamaron extranjero que hasta olvidé el nombre de esa tierra de la que decían que no era mi patria.

 

* Antes de llamarme extranjero, mira a las estrellas . . .

 

Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net



 

EL EXTRANJERO

¿Quién soy yo? Yo soy quien veis en el escenario, y el que se cambia en los camerinos. Y no me identifico con uno ni con otro. Tampoco me avergüenzo de ningún papel representado, que `por mi no haya sido elegido.

 Nací dónde nací y no por ello soy de allí, pero tampoco reniego, ni me avergüenzo, ni trato de ocultar ningún origen casual. Solo siento vergüenza de aquello que me ha sido dado, y que no he sabido dejar atrás, después de utilizado, para seguir creciendo en la dirección de mí mismo. Todo sirve para ese fin.

En la búsqueda de uno mismo no hay que ir muy lejos ni disponer de grandes medios. Siddartha se sentó a esperar. Jesús se fue al desierto. No lucharon ni persiguieron ningún ideal: renunciaron. Dejaron atrás sus idas preconcebidas y se dejaron impregnar por el todo, que reside en el silencio de la nada, donde no cabe confusión.

Un extranjero siempre, sin raíces físicas ni ataduras morales, buscando lo que queda cuando callan los sentidos. Actor de mil personajes, sin casarse con ninguno, sin papeles ni ideales. Desnudo de todos ellos, quedo yo.

Diego Pérez Sánchez



 

EL EXTRANJERO

Habita en estas gentes un humor de suerte cambiante, retraído, reservado, con algunos rasgos de desconfianza esquiva. No deja la belleza de ser belleza, simplemente dejamos de verla, la miramos pero ya no la vemos, ya sea por hastío, costumbre o cansancio. A mí que he decidido ser el extranjero, me maravilla cada roca, cada puesta de sol , los colores cambiantes del atardecer y la inmensidad azul del mar que a veces permanece inmóvil y otras se agita en convulsos temporales, en los que el azul y el blanco batallan sin darse tregua. Lo que he decidido que para mí sea nuevo, para ellos es costumbre y esa costumbre, negada a renovarse, mata, aniquila silenciosamente la capacidad de disfrutar con la simple contemplación.
No pide la belleza ser cuestionada, habita en la ausencia de dualidad, cuando no se hace necesario decidir entre el si o el no, el perdón o la venganza, el amor o el odio, la aceptación o el juicio. Cuando paseo por estas calles estrechas y acogedoras, que a veces parecen querer abrazarte, llegan también a mis oídos cuchicheos de vecinos, envidias vespertinas temores disfrazados de orgullo, pero yo soy el extranjero y aunque no me salvo de sus juicios todos se resumen en uno: extranjero, forastero, ajeno en cierta medida a su cotidiana rutina de inspeccionar los caminos que han ido tomando los lugareños. El que se marchó para luego volver, el que nunca regresó, el que se enriqueció, aquel que sigue igual de pobre, el loco y el supuesto cuerdo. Los que siguieron el camino trazado y aquellos que se atrevieron a buscar algo diferente, el triunfo siempre supuesto y el fracaso.
No es la realidad única ni dual, si intentamos visionarla a vista de pájaro resulta poliédrica. Por este y otros motivos que no vienen al caso decidí ser el extranjero, aunque sea de este lugar tanto como ellos. También nací en esta tierra, aunque el paso de los de los años y el desuso del encuentro me han convertido en ajeno para sus ojos. Mejor así, de ningún lugar y de todos al mismo tiempo.

Begoña Ramírez, 4 febrero 2011, Tertulia-Entrelineas, Nerja.

 

 

EL EXTRANJERO


De Lola carmona

Ya sé por qué no era capaz de inspirarme ni de escribir. Los términos de mi mente han cambiado y ya no valen los métodos y sistemas de antes. Os escribo desde el Mas Allá, sí, sí desde la muerte. Me he convertido en un extranjero de vuestra propia existencia. Realmente no sé cuándo ocurrió y ni siquiera si realmente ocurrió o me lo imagino pero la verdad es que estoy muerta y ya no estoy en vuestro mundo.
Las cosas desde aquí se ven diferentes y pierden identidad. Parece increíble que lo que más importe sea lo de menos valor, lo que antes o después se pierde.

Desde aquí las formas se diluyen en partículas de energía, donde el color nos da toda la información que necesitamos. No son formas rígidas sino que están en continuo cambio y movimiento dando lugar a distintas formas. He visto como la misma partícula daba forma a un perro y luego pasaba a un charco de agua para perderse en el aire.
Observo todo con atención y entusiasmo pues me parece ver la pura creatividad ya que todo fluye y se transforma continuamente en un continuo fluir de formas y colores.
Hay partículas esféricas transparentes con arcos iris en su interior, están llenas de paz y felicidad. He visto y sentido como se acercaban a diferentes seres, algunos la rechazaban con un escudo protector, otros conseguían agrandarlas. Estas partículas se juntaban formando diversos seres que luego se descomponían transformándose en otros diferentes. Así un río se podía convertir en un espíritu del bosque y este a su vez pasaba a convertirse en flor y cuando se cansaba se diluía en una mancha multicolor.

Otras partículas son alargadas, como pequeños gusanos que se mueven en un caldo de cultivo y llevan diferentes tipos de información. He reconocido emociones y pensamientos en lo que llamáis aire y como pasaban a través de vuestra propia energía. Por eso, he llegado a la conclusión de que los pensamientos y emociones se transmiten a través de lo que conforma todo y que ahora se conoce como campo electromagnético.

No hay nada totalmente unido ni nada totalmente separado y así es la vida y la muerte. El tiempo, la vida y la muerte se producen intercambiándose continuamente pero sin darnos apenas cuenta.
Todo esto me hace pensar que también puedo vivir aunque me hagan sufrir los sentimientos de todos. Las emociones negativas o dolorosas penetran en mí, trastocando todo mi ser. Soy totalmente vulnerable pues he perdido completamente mi identidad, para recibir la de los demás. Por eso, soy extranjera en mi propia tierra.

 

Lola Carmona



 

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EL PINCHAZO

EL PINCHAZO

 

En aquel callejón que apestaba a orina, un muchacho se metió el último pinchazo, el último pico, y pagó así su papel de cordero humano en el altar del progreso: la heroína había entrado en España de la mano de la democracia: salíamos de un túnel de terror para instalarnos en el obsesivo sueño del consumismo autocomplaciente.


Nekovidal 2011– nekovidal@arteslibres.net


 



 

EL PINCHAZO

El coche se deslizaba suavemente por la serpenteante carretera secundaria.

El sol ocultándose por el horizonte, confería un color anaranjado al cielo, que daba un aspecto

Irreal y encantado al paisaje. Alfredo al volante silbaba una cancioncilla, estaba feliz, había sido un día completo,  salió temprano decidido a visitar los pueblos de las Alpujarras, vio  un par de ellos que le encantaron. Al regreso decidió tirar por aquella carretera ya en desuso,  cortaría camino  no quería que la noche se le echara encima por aquellos caminos que no conocía. Miro a su alrededor, que parajes tan agrestes, pero por allí también vivían gentes, de vez en cuando se veía un cortijo, eran como manchas blancas dentro de un manto verde de arboles y maleza. En estos pensamientos tan idílicos iba la cabeza de Alfredo cuando un estallido lo volvió a la realidad.

El coche derrapo y se incrusto en la cuneta, se bajo maldiciendo. ¡Vaya un pinchazo! Había empezado a anochecer, llamo a ayuda en carretera, se ubico y dio las señas. ¡Hasta por la mañana!  Y que hacia el, podría quedarse dentro del coche pero no le apetecía nada, miro a su alrededor, allí en medio del campo vio una casita, hacia ella se dirigió, se asomo  por la ventana  y distinguió entre las sombras del cuartucho a una anciana  balanceándose en una mecedora. Llamó a la puerta, le abrió  una mujer ya entrada en años, algo cargada de espalda con rulos puestos y cara avinagrada. Le explico lo sucedido y ella le hizo pasar, en un rincón de la estancia sentado entre unos sacos, un hombre que Alfredo supuso el marido, desgranaba unas mazorcas de maíz, le hizo un saludo con la mano y siguió en su tarea.

La mujer se disculpo, -está usted en su casa, -le dijo, ella tenía que seguir con la cena, y desapareció tras una cortina.

Alfredo  recorrió con la vista la gran sala, era una casa de campo, un cortijo, más bien desvencijado, se notaba que no lo cuidaban, las paredes desconchadas y el polvo  acumulado en los viejos muebles así lo demostraban. Le llamo mucho la atención la cantidad de calabazas que allí se acumulaban. En las escaleras que subían al piso alto, como puestas de adorno, había una calabaza  en cada escalón. Amontonadas en un rincón haciendo pirámide otra pila, en una mesa pegada a la pared otro montón, Alfredo alucinaba, aquella parecía la casa de las calabazas, miraras donde miraras te las encontrabas, pero no una ni dos ¡montañas!

En esta contemplación estaba cuando escucho la voz cascada de la anciana que atisbo antes por la ventana. –María…María cacho puuutaa…dame de comeee que me tienes esmayaaa,

Ay..Ay.. se deshizo en llanto, espantado el huésped se quedo mirando al hombre que con parsimonia hizo un gesto con el índice de la mano derecha puesta en la sien y siguió desgranando maíz. La mujer salió de la cocina con un plato y le dio de comer.

Luego se sentaron los tres a la mesa, Comieron una especie de sopa de calabaza que ellos llamaban pimentón, de segundo saco una sartén que puso en al centro de la mesa y ¡oh! Sorpresa, calabaza frita. El marido comía con cara hosca y de vez en cuando renegaba, la mujer le lanzaba torvas miradas y decía -pues esto es lo que hay. La anciana repetía de tanto en tanto sus  gritos  quejándose de hambre. Alfredo apabullado por el denso ambiente comía sin decir palabra, en cuanto tuvo ocasión se retiro a dormir. La fría cama y la rara casa le impedían pegar el ojo, cuando consiguió adormecerse le despertaron los gritos de la pareja peleando, se asomo tras la cortina y vio como el hombre cogía una gran calabaza y le daba con ella un golpe a la mujer que cayó al suelo, mientras él le gritaba:

-         ¡Zorra más que zorra!, ¡qué no quiero más calabaza, te la comes tú! ¡Toma calabaza, toma calabaza!   

Y mientras decía esto la golpeaba sin cesar con ella, siguió golpeándola frenéticamente sin dejar de insultarla, hasta que la mujer dejó de moverse. Tiró los trozos de calabaza al suelo y se quedó mirándola inmóvil, de pronto se dirigió a un rincón, cogió una cuerda y se colgó.

La anciana en el cuarto contiguo se balanceaba en la butaca mientras a gritos repetía la misma cantinela. Alfredo lo contemplaba todo espantado, como a cámara lenta, quería moverse, pero algo como una fuerza extraña lo mantenía sujeto. Cuando por fin reaccionó, saltó por la ventana y corrió como alma que lleva el diablo campo a través. Al llegar a la carretera se refugió en su coche echando el seguro, así agazapado le llegó el amanecer y con él la grúa, aún temblaba cuando salió del coche. Llamarón a la policía del pueblo más próximo, que se presentó rápidamente. Cuando Alfredo les contó angustiado lo sucedido, los agentes con gran asombro le dijeron que eso no podía ser posible, que lo que les decía que había pasado esa noche sucedió hacía más de 50 años. Y que efectivamente, aquella casa se conocía como “el cortijo de las calabazas”, ahora se encontraba totalmente derruido, nadie desde aquel suceso había querido vivir en él, aunque también era verdad que nadie pasaba por allí cerca de noche, pues se oían extraños ruidos.

-         ¡Pero eso son leyendas!

Todos se hacían cruces mirando a Alfredo, ¿cómo un extranjero podía saber los sucesos acontecidos en aquel lugar hacía tanto tiempo?, pero él insistía en que nadie se lo había contado, lo había vivido. No sabía cómo había sido, por algún portal había llegado al pasado, fue testigo de la pelea, del crimen y del suicidio. Comió con ellos, aún se le repetía la calabaza de la cena, no fue un sueño, fue una realidad, aunque inexplicable.


María Bueno

 



 

EL PINCHAZO

Cuando se levantó aquella mañana, sintió que había llegado al límite de su resistencia moral. No podía seguir con aquel cargo de conciencia, pero no se sentía con el coraje necesario para afrontar entregarse a la policía. Todo empezó con aquella mujer que conoció en la estación. Se dijo que podría tener una pequeña aventura sin más consecuencias, pero las cosas se habían complicado demasiado en tan poco tiempo que no tuvo tiempo de asimilarlo. Cuando empezó a darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo, estaba ya atrapado en una red de la que no veía como salir, en la que se enredaba más y más con cada movimiento buscando una salida. Debió darse cuenta que aquella mujer no estaba allí por nada. Su vestido negro lo atrajo con una fuerza morbosa que le impidió ver que, tras su provocativa mirada, escondía un reto de muerte. Casi sin darse cuenta se enamoró de su voz acariciadora, de sus labios prometedores de placeres prohibidos.

Se dejó llevar por sus pasiones. Se dijo que sería una experiencia más en su vida, un suceso sin mayor importancia. ¿Cómo pudo equivocarse tanto?

Nunca pensó tener tan bajo control de su vida, y ahora lo había perdido por completo. Cuando le propuso aquel disparatado negocio, él se opuso de inmediato. De hecho incluso amenazó con denunciarla. Pero ella tenía las cartas marcadas. “Tenía fotos de nuestra relación. Todo estaba muy bien planeado. De inmediato el amenazado era yo. No podía permitir, me dije entonces, que mi familia, mi mujer, mis compañeros de profesión recibieran aquellas vergonzantes fotos en las que mis fantasías sexuales se habían visto satisfechas con la mayor solicitud. Cuando me pidió los informes de 10 de mis pacientes a cambio de las fotos pensé que la tierra se hundía bajo mis pies, pero ¿que podía hacer? Decidí postergar el desastre, pues no fue sino eso. Traté de hacer la operación con la mayor discreción posible, estudié todas las maneras de hacer que mis huellas no apareciesen en ningún registro, pero todo fue en vano. Aquella mujer aprovecho de tal manera los datos que le facilité que la policía no tardaría mucho en estar sobre mis pasos. Cuando el primer paciente extorsionado llegó desesperado a mi consulta, no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Aquella mujer, aprovechando una de sus fases maníacas había conseguido enormes sumas de dinero, pero no contenta con ello, le había sometido a las mismas situaciones que me habían convertido a mi en un delincuente, para exigirle después, igualmente, información confidencial de su empresa, una agencia inmobiliaria. Él no llegó a imaginar el uso que se le podría dar a aquella información, como tampoco pude yo acertar con el uso que se podría dar a la mía. La noticia de una vertiginosa sucesión de robos en viviendas saltó a los periódicos. Mi mujer fatal formaba parte, ahora ya no me cabía ninguna duda, de un entramado mafioso muy bien organizado. Parece que habían realizado copias de las llaves de las casas más lujosas y aprovechado las ausencias de los veraneantes para registrar y robar todo lo que fuese dinero, joyas, ordenadores u otros valores. Empecé a pensar en el uso que podrían dar a los ordenadores y el pánico se apoderó de mí. ¡Y todo ello partió de una nota de información, apenas un nombre y una calificación facilitada a aquella mujer, a cambio de unas fotos vergonzantes! Creí que aquél había sido un encuentro casual, una ocasión fortuita, que ella quiso aprovechar personalmente. ¡Y yo que pensé que se trataba simplemente de una ninfómana! Ahora me daba cuenta con la fuerza de la desesperación que mi vida entera había sido una mentira, que todos aquellos años de estudios de la psicología humana, del comportamiento enfermizo de mis pacientes, no me había enseñado nada, que me había mentido a mí mismo, a mi psicoanalista y a mis pacientes, a mi mujer y a mis colegas. Y el fruto de tantas mentiras estaba en plena eclosión.  Y no podía acudir a nadie para que me ayudase. Sin duda me esperaban años de cárcel, de  inhabilitación profesional, de oprobio, ¿qué sentido le quedaba a mi vida? Me dije que lo mejor sería empezar de nuevo, pedir otra oportunidad…y, para ello, primero tenía que cerrar definitivamente esta etapa. Escribí mi confesión y me dirigí, resuelto, al botiquín. Debía de tener la tensión muy alterada pues parce que aquel inoportuno leve pinchazo en el dedo hizo que me desmayará. Nunca soporté esa sensación, ni la visión de la sangre. Por ello había elegido especializarme en cerebros, la parte aún inoperable del cuerpo. Cuando me reanimaron, simplemente no supe dónde estaba ni que decir”.

 

Diego Pérez Sánchez

 


 

PINCHAZO

Hay días en que todo sale torcido. Que nada rueda bien. Y puede ser que tal cosa suceda, para que tropezando se aprenda. Este lunes por la mañana es uno de estos. Diego va con prisas, con el tiempo justo, como diría un leído del pueblo: “con la hora pegada al culo”. Y esta premura casi no le hace ver “lo evidente”. Puesta en su mente lleva la automatización de cada jornada, la rutina y otras inercias adquiridas a lo largo de su vida, que se mezclan además con la preocupación del momento:
Había encargado dos neumáticos a un conocido, con buenas referencias de otros amigos, que solía traerlas por encargo de un “punto verde” de la capital, es decir: un centro de reciclaje de neumáticos donde se podían adquirir ruedas en perfecto estado por precios asequibles. Había llevado las dos ruedas a un taller para que se las montaran (las dos de alante, le dijo al mecánico) y una hora después, ya cambiadas, salía rodando y contento del taller. Contento es un decir, pues observó algo que le dejó un prurito de sospecha. Creyó ver algo bajo de presión el neumático izquierdo, (precisamente el de la izquierda, como la rodilla que le llevaba doliendo, más de dos semanas sobre todo por la noche), y era raro pues acababan de montarla. “Yo le he metido 2, 2 kilos, que es lo habitual en estos coches”, aseguraba el montador. Para tranquilizarse pensó que él solía meterle 2,5 y que por eso creía haberla visto tan floja. La observaría y en todo caso en la gasolinera le ajustaría la presión.
Pero como lo he calificado al principio: “lo evidente” de esta mañana no es sino que la dichosa rueda de la izquierda está casi desinflada, si tiene cuarto y mitad de presión es un milagro. ¡Joooroba! Maldice. Le entran ganas de propinarle una patada a la rueda (impulsos de la mecanicidad del hombre moderno) pero siente un pinchazo en la rodilla, recuerdo de la noche de dolor, y hunde el dedo índice en la goma para tantear si le quedara presión suficiente para llegar al dispensador de aire.
Consigue llegar al surtidor con la yanta casi comiéndose la goma, le mete 2,5 kilos de aire a presión y ficha en su trabajo veinte minutos tarde. La jornada tiene sus baches y no acaba de rodar. Pero puede zafarse en la hora del desayuno y llevar el coche al taller. Le deja las llaves al mecánico, que lo mira con media sonrisa, y vuelve a escaparse del trabajo dos horas más tarde. La rueda está pinchada, y no una vez sino dos veces, y además en la parte lateral, ubicación donde, según el mecánico y las características de la máquina de sellado de parches, es imposible reparar.
Ahora todo lo ve claro. Incluso ese refrán que oyó desde que tenía uso de razón: “lo barato resulta caro”. O aquel otro que se hizo célebre en el desarrollismo franquista: “nadie da duros a cuatro pesetas” y aunque ambos proverbios siempre han estado de moda, se reactivan ahora en tiempos de crisis, y sobre todo con esta nueva moneda inflada del euro, que parece sufrir los mismos pinchazos que ese funesto neumático Michelín, invisiblemente rayado pero con su dibujo y su relieve intactos para persuadir o engañar al primero que necesite ser engañado. En este caso a Diego. Que tiene además, como él reconoce para sí, el añadido de no haber usado el sentido común, que en estos casos suele rodar de maravilla. No hay que dejarse persuadir por chollos tan bien inflados, ahorros en el aire, y mucho menos por oídas de otros, y con tan precarias trazas de garantía.
Hablando de garantía, tiene que ir a ver al conocido que le trajo las ruedas para contarle lo sucedido. Esta será una entrevista un poco desagradable, pero necesaria. A veces los problemas surgen donde tienen que surgir para que de ellos se extraiga lo que se tiene que extraer. En este caso además de dos neumáticos usados, rebautizados de punto verde y secretamente pinchados, una pérdida de tiempo y dinero en montajes, un menoscabo de confianza en el crédito de las personas, además, digo, lo más importante: la lección aprendida de que el sentido común hay que usarlo para todo en la vida. Las cosas que parecen triviales y las que parecen importantes…
Se debería poner la existencia del hombre y sus experiencias diarias en la equilibradora, como las que hay en el taller de neumáticos, donde un vez montada la rueda hay que nivelar con pequeñas plomadas (pesos y contrapesos) en puntos concretos de su perímetro para todo gire sin convulsiones, y allí nivelar esas dos fuerzas humanas: una la esencia, esa parte más auténtica de nosotros (fuera las máscaras) que podemos denominar “el ser”; y otra la personalidad (el prósopon del teatro griego) que ha sido adquirida desde la tierna infancia para rodar por el entorno social en que venimos creciendo y que llamaremos “el saber”, para que estas dos partes puedan rodar y crecer armónicamente y al mismo tiempo en la presencia general de los hombres y las mujeres. Las tradiciones esotéricas dan como testimonio de prueba que una experiencia vivida, pero no comprendida, es una experiencia inacabada. Porque la combinación del saber y del ser genera conocimiento, que es saber llevado a la práctica. El conocimiento sería pues el destino inteligente del hombre: y se produce cuando todas sus funciones, instintos, emociones y pensamientos, colaboran en él. Ya lo decía el sabio del azucarcillo: “quien tiene conocimiento sabe usar el sentido común, que es el menos común de los sentidos y por tanto, el menos usado por el hombre”.

Franjamares, 4 febrero 2011,
Tertulia-Entrelineas, Nerja.



 

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SERIE TÍTULOS LITERARIOS

CONFIESO QUE HE VIVIDO

CONFIESO QUE HE VIVIDO (PABLO NERUDA)

Confieso que creo haber vivido lo suficiente para saber que nunca se vive lo suficiente para comprender todo, y encontrar así tu exacto lugar en el universo, ni tan poco como para poder refugiarte en la absoluta y plácida ignorancia.

Pero no pienso pagar penitencia alguna por ello, bastante duro es saberlo.


Nekovidal 2011–
nekovidal@arteslibres.net

 

 

CONFIESO QUE HE VIVIDO

 

Está lloviendo. Las pompas que surgen y desaparecen sobre los charcos de la acera barruntan lluvia abundante. Una nueva ley de anti-tabaquismo social limpia la terraza techada de lona del café del barrio, donde ya empiezan a caer chorros alegres de goteras. Allí los parroquianos suelen ir a diario a contarle al cofrade de mesa o incluso al camarero o camarera los chismes cotidianos que pululan por su mente. Otra manera de decir con la mano en el pecho: confieso que he vivido… Al menos un día más, como prueba el sístole y diástole de la respiración; y ello, gracias a la vida, la cual si no nos hizo agradecidos sí al menos desmemoriados. E incluso a pesar de los pesares y las crisis, que cada vez pesan menos y de las que se empieza a intuir su fatuidad: tantas gangas de consumo no eran tan imprescindibles y sumaban poco a la vida, más bien restaban otras cosas más baratas e importantes. Un viejo conocido lo resumiría así: el ayuno siempre aclara la mente. Luego están los alicientes de la vida, los que mueven bajo cuerda a las personas, que se sienten cada vez más en lo pequeño, en lo cercano, en lo real, en lo concreto, ¡flatulencias las mínimas! Ahí están los sueños sencillos, el quedarse eclipsado mirando la belleza oculta de la nada, y sobre todo los disparates del corazón, las aficiones esféricas, el espejo de los amigos y de los hijos, para quien los tenga, y algún que otro vicio ilegal y nada seguro… Y esto a pesar de que nunca se haya leído algo de Neruda, al menos de manera consciente.
Está lloviendo y el ambiente limpio de humo del interior ha de ser ahora el ambiente de los fumadores. “¡Cómo muestran sus rostros las marcas del humo!”, piensa en voz baja una señora aburrida más que observadora, ella dejó el tabaco con el primer preñado. La segregación crea estas minucias analíticas. Uno de los tabacómanos, de apellido Morillas, necesita de su cilindro encendido y prueba el truco del instituto, es decir: meterse en el váter y echarse uno mientras drena la vejiga. Pero a mitad del pasillo que lleva a los servicios escucha el acento eslavo de la camarera: “Ya hay dos en el aseo”.
–Los dos en el de hombres…
–No –se ríe chillonamente–, ¡cómo va a ser! En el de mujeres hay una chica.
“Seguro que están fumando”, piensa Morillas que paga su consumición y se larga.
Acera adelante, esquivando paraguas y regueros de canelones, llega hasta el soportal de una farmacia; como es un sitio amplio y bien techado, decide echarse un cigarro mientras ve caer la lluvia. Pero antes de encender el cigarro un tipo calvo hasta la nuca, con gafas de montura flotante y bata blanca, lo trinca del brazo y lo arrastra al interior de la farmacia.
–Deje usted ese vicio asqueroso, buen hombre.
–Pero si es que a mí me gusta.
–Como le va a gustar esa cosa… Las peores enfermedades vienen de su consumo, ¿no lo sabe? ¿No lee los carteles de los paquetes? Mire, me acaba de llegar hoy mismo un método infalible para dejar ese habito insano. Helo aquí: La vacuna antinicotina de los Laboratorios Nabi, eficaz y segura, con ella desaparecerá a corto plazo la dependencia física, así que no sufrirá el síndrome de abstinencia, y poco después se esfumará la psíquica, con lo que dejará para siempre de pensar en el tabaco…
–No, gracias, no me interesa –sentencia Morillas cogiendo la puerta de salida.
–Pruebe al menos el cigarrillo electrónico, con él sentirá los mismos efecto del humo, pero sin humo…
–Prefiero que arda el cigarro, creo que soy un poco pirómano.
Sale de la farmacia huyendo del farmacéutico a paso ligero, descubre entonces con agrado que ha dejado de llover. Por fin puede echarse su apetecido pitillo. Se lo pone en los labios saca su mechero. Prende la llama, la acerca a la punta, da una primera calada preparatoria y de pronto un manotazo insospechado aparta el cigarro de su boca. Luego una bota militar lo pisa sobre la tierra. Es un número de la guardia municipal.
–No ve usted que está en un parque infantil.
–Sí, eso parece… pero no hay niños.
–Aún así no se puede fumar en los parques con columpios como esos…
–Entonces, ¡por amor de dios, dónde se puede fumar en este país!
–Ve usted aquellos bancos, están suficientemente alejados de los chiquillos.
Morillas sale disparado siguiendo el dedo índice del guardia, llega al banco, seca con la mano, lo mejor que puede, las gotas de lluvia del respaldo, se sienta y por fin procede a encender su cigarro, el último del paquete. La llama se funde con el cigarro cuando un tipo se le acerca.
– Tiene usted un cigarro, por favor…
–Este es el último… Pero siéntese, lo echaremos a medias… llevo casi una hora tratando de fumarlo… Tome, acábelo usted… –Morillas le ha dado un par de caladas rápidas y le ha pasado el cigarro al advenedizo.
–Gracias. ¿Sabe?, confieso que he vivido, al menos, cincuenta años, que ya son bastantes, y esta es la primera vez que un desconocido me ofrece fumar un cigarro a medias…
–Será la nueva solidaridad del fumador…
–Puede ser.
–No parece usted de aquí.
–Soy inmigrante…
–Como todos.
–Cierto. La historia de la humanidad la han hecho los emigrantes, o sea, la gente abocada a los cambios, luego otros la escribieron a su gusto.
–Muy acertado… Y ¿a qué se dedica usted?
–Ahora trabajo en la segunda economía de este país, o de cualquier otro, no soy chovinista…
–¿en cuál?
–La economía sumergida.
–Entonces la primera será la que controla Hacienda.
–No crea, también gozamos de la economía ilegal: un monstruo de cinco cabezas: El narcotráfico internacional, el trafico ilegal de armas, la prostitución, la industria de las imitaciones y el tráfico de personas…
–Increíble, hemos llegado otra vez a la inmigración.
–¿Y usted en qué trabaja?
–Ahora estoy en el paro. Mi empresa ha declarado pérdidas durante algunos meses y, con la nueva reforma laboral del despido barato, ha limpiado la plantilla. 25 años, que de dicen pronto.
–Lo siento.
–No, no lo sienta. Ahora se nos presenta una nueva oportunidad, las grandes obras de la vida siempre surgieron de grandes cambios. ¡Ja! Eso me dijo un tipo engominado que mando la empresa para darnos la noticia… Pero lleva una parte de razón… todo este sistema de escasez y competitividad es una mierda. Y ahí creo que se está produciendo mi cambio, a nivel mental. Una forma distinta de ver la vida y sus relaciones, como dicen algunos un nuevo paradigma se está perfilando y cuando surja lo hará de golpe, sin avisar… Y créame amigo, me siento ansioso, y preparado, para recibirlo.


Franjamares
, enero 2011, Tertulia Entrelíneas, Nerja, Málaga.



 

CONFIESO QUE HE VIVIDO (PABLO NERUDA)

Lo que en el titular de periódico ponían era: "Muere un musulmán no identificado en un accidente de autobús." La UNED me proponía que había que sustituirlo por " un árabe".  Les contesté que no era un gran avance sustituir prejuicio religioso por racial. Propuse "una persona de rasgos árabes" aunque no me termina de convencer. El periodista debería limitarse a describir sin juzgar: "una persona vestida con chilaba", por ejemplo. Para los europeos occidentales nos da igual un iraní que un marroquí que un yemenita: no los distinguimos; en cambio cualquiera de ellos se ofendería si le confunden con el otro. La historia reciente marca las pautas de identificación de la gente: con un país, equipo de futbol, color de piel, ...que varían en importancia sin una norma fija, circunstancialmente, por profundos motivos de inseguridad sicológica.

Personalmente pienso que la identidad, si existe, no puede ser nada externo. Lo que sí es en cambio, es algo manipulable y encendedor de pasiones en aquellos que se identifican con otros. Como cualquier ideal.

 

Diego Pérez Sánchez


 

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ESTÁ LLOVIENDO

ESTÁ LLOVIENDO

Por Pepe Guerrero

Está lloviendo, así que es mejor que nos marchemos cuanto antes, no es cosa de quedarse en plena calle viendo caer el agua sin protección alguna, y expuestos a contraer un desagradable constipado en el hervor de la cuesta de enero, cuando los fríos azotan con furia las mentes y el ambiente por los cuatro costados; aunque parezca una lluvia fina, casi imperceptible, poco a poco va calando los huesos del alma. Y entonces las directrices de la existencia, que hemos trazado, se desvanecen como el humo, y van empujando y marcando el paso por el desquiciado sendero, como el río que ha sido interceptado por el derrumbe del terreno causado por algún terremoto, y cuesta cada vez más desligarse de las ataduras y avanzar por el itinerario esbozado. Así las cosas, las aflicciones físicas y espirituales afilan los largos cuchillos clavándolos en los puntos más sensibles, y se regodean sobremanera sembrando el estupor por donde cruzan.

No obstante, no se puede afirmar que la sequía, como el polo opuesto, sea la panacea para resolver los grandes males que atañen a los seres vivos, porque allí donde arraigan sus redes la población, la flora y la fauna se mueren de pena, sed y hambre. Por ello, cuando se va circulando por los espejismos de una inconmensurable duna, y se vislumbra en el horizonte los resplandores de un fresco oasis los camellos y las entrañas del caminante cambian de color, respirando más seguros.

En consecuencia la solución habrá que buscarla por otros derroteros, allí donde la madre naturaleza sea menos madrastra y más madre, y ofrezca un acto de generosidad reflexionando sobre los múltiples excesos, proporcionando unas dosis equilibradas del líquido elemento, que respeten la vida de los humanos, evitando actuar como viles esbirros en el impetuoso e incierto remolino de las olas, ensañándose con los más débiles, ajenos a todo y sin ninguna culpa.

La cuestión es que no cesa de llover, y necesito salir a buscar leña al monte para encender la chimenea a fin de preparar el sustento diario, sin el cual no es posible conciliar el sueño, pero como está lloviendo a mares, y es muy arriesgado embarcarse en tales circunstancias, no hay más remedio que esperar a que amaine el temporal. No hay duda de que esto puede ocurrir cuando menos se espera en cualquier lugar, sobre todo en zonas de clima húmedo, pero también acontecen lluvias de turbas que se desplazan de un sitio a otro a la misma hora por los mismos puntos. Así, por ejemplo, cuando se va al cine (o a algún espectáculo de masas) un viernes por la tarde y se forma esa cola en la ventanilla, se quitan las ganas de ver la película, al quedar bloqueado en aquel berenjenal de gente que ha acudido anhelante a retirar la entrada, pareciendo que una nube humana empezase a diluviar desesperadamente, al acudir todos en tropel al mismo evento; y cuando finaliza la función y va a empezar la siguiente, el empuje nervioso entre puertas, viéndose impotentes los servicios ante la desmesurada demanda de forma incomprensible, sobre todo cuando son minúsculos y no acaban de salir los dos, o más, vaya usted a saber, que hay en el servicio, vamos, y la cosa se complica aún más si a alguien de la cola le entra de pronto un retortijón envenenado exigiendo in extremis un hueco en el lavabo, para no verse en la tesitura de tener que hacerlo en los mismísimos pantalones, exponiéndose a que lo tachen de cobarde, grosero o descarado, pero no cabe duda de que cuando la tormenta revienta con todo el aparato eléctrico y echa a funcionar toda la maquinaria aquello no hay quien lo pare, y echa por la calle de en medio, sin respetar señalizaciones, normas ni muros de contención, como sucede en las locas algaradas, o en las riadas de ciertos parajes ya habituados a esas disparatadas acometidas, llevadas a cabo en muchos casos por un enclenque riachuelo, que apenas trae agua durante el año, denominándose con toda la razón “río seco”, o acaso como se dice vulgarmente, una mosca muerta, y de buenas a primeras, se le hinchan las narices y empieza a vomitar toneladas de escombros, troncos y piedras, entrando en las viviendas de los vecinos, sentándose a la chimenea sin llamar al timbre ni saludar, pillando a los moradores haciendo sus necesidades o acunados en los brazos de Morfeo, que es lo peor, al no disponer de tiempo material para reaccionar y huir con lo puesto, poniendo tierra de por medio.

No es raro la acción de las riadas, pues acaece en multitud de ocasiones en los espacios más inverosímiles, en que asimismo son arrastrados por la corriente los pormenores que se suceden en el día a día, lo rutinario o lo trascendental, y antes de fenecer no les da tiempo de pronunciar el último testimonio, que justifique su presencia en este mundo, y poder desahogarse exclamando en la oscuridad de la noche o a la luz del día, con o sin permiso del verdugo, confieso que he vivido, y así, al menos, hacerle ver a la naturaleza y a los allí presentes que tiene corazón, que ha respirado y que en tiempos pretéritos luchó como el que más por las causas justas y vitales, dando el do de pecho, sin andarse por las ramas, y podía ir con la cabeza bien alta, mirando al porvenir, que se le torcía muy a su pesar, pero que no por eso le iba a impedir sentirse orgulloso por haber realizado en este mundo todo cuanto se le antojó en buena lid, sin perjudicar a nadie.

Pero como el corazón es tan imprevisible, y hay tantas frutas por cortar en el jardín de la existencia, y corren el riesgo de pudrirse si no se recolectan a su debido tiempo, por ende él quería libar las esencias más sutiles que deambulan por el ambiente, sacarle jugo y no pasar de puntillas como un escurridizo huésped por las esquinas o plazas, donde se exponía la flor y nata de los manjares, porque ante todo quería atrapar la belleza y gozar de todo cuanto germina en derredor.

No aspiraba a ser un donjuán ni mucho menos, anhelaba sembrar armonía y contento allí por donde transitaba, intentando satisfacer los espíritus más delicados, inquietos y exigentes. Por ello, aunque su alma de artista bullicioso reventaba en primavera como un capullo en flor, no obstante regaba con valentía, desprendimiento e imaginación los campos que tocaba.

Y así, en una perenne pugna por eternizarse en la brevedad del viaje por el orbe, antes de que arribasen las horas ortivas del postrero día, con toda la solemnidad que se requiere en tan solemnes momentos, únicos e irrepetibles en la vida humana, pudo expresar con la satisfacción del deber cumplido, y pese a que estaba lloviendo sin parar, lo que más ansiaba, confieso que he vivido, y dicho esto se marchó feliz haciendo mutis por el foro.



 

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SIGLO XXI

SIGLO XXI

La primera década del siglo XXI (que en cierta manera es como ciencia ficción convertida en realidad cotidiana, basta tragarse una sesión de cualquier programa televisivo híbrido de reality show, pornografía sentimental y algo parecido a concurso o competición) ha concluido con un desolador balance económico que nos ha situado a todos en el epicentro de un tornado financiero que parece que sólo sobrevivirá si nos engulle a todos, Principalmente asalariados, ya sabemos que el gran capital siempre se salvaguarda.

Para eso todos los países europeos han desarrollado sendas reformas, que en el caso de España deja en la cuneta a jóvenes y desempleados mayores de 45-50, que a la postre se supone tendrán que cotizar hasta los 67 años para cobrar la jubilación que se ha convertido en la otra “psicosis social”. El desempleo y la jubilación. Ambas ya nos han hecho olvidar que el desencadenante de todo este embrollo fue el sistema financiero a través de un crecimiento exponencial (Burbuja) basado en el endeudamiento de las familias. Ahora ya no nos preocupa tanto que a la banca mundial le pongan controles o impuestos, sino cómo encontrar trabajo, conservarlo y lo que es aún más importante (supuestamente) en qué condiciones llegaremos a cobrar la prometida jubilación. Todo esto sazonado con claros recortes en las libertades individuales, como la famosa ley par evitar que se fume en lugares públicos (el estado se convierte en nuestro papá) mientras que con la otra mano sigue tomando los sustanciosos dividendos que la venta de tabaco deja en las arcas públicas; o la ya llamada por todos “Ley Sinde” obsesionada con convertir en dinero lo que se llama propiedad intelectual, sin tener en cuenta el choque de nuevo con otras libertades; o el endurecimiento de las sanciones a los conductores; todo ello en pos de una supuesta garantía de nuestra salud y seguridad. Aunque más que en sancionar y castigar que siempre recuerda sistemas represivos y poco creativos e imaginativos “papá estado” podría predicar con el ejemplo y preocuparse más de garantizar nuestros derechos en este caso que nos ocupa nuestro derecho a un empleo digno, que no suponga esclavitud ni mendicidad, que no suponga retrocesos en derechos laborales conseguidos a través de muchos esfuerzos y que proyecte el desarrollo de sociedades igualitarias al menos en derechos no tan sólo en obligaciones. Pareciera que hilos en la sombra movieran a nuestros gobiernos para crear nuevos sistemas feudales favorecidos por la escasez.

Ya se sabe que si creamos un estado de carencia siempre es más fácil la manipulación

Esta escasez de horizontes a parte de crearnos un potencial estado de apatía depresiva, porque nos despoja del control sobre nuestras vidas, ya que son factores externos determinados por otras manos los que los determinan nuestro futuro, propicia además

la aceptación de cualquier condicionante porque la necesidad obliga. Lo que termina por convertirnos en un rebaño de ovejas. Alguien dijo alguna vez que sólo hay dos clases de personas las que creen que todos somos iguales y las que no lo creen. Partiendo de esta premisa esperemos que en los próximos años no asistamos a un claro retroceso social en los que volveremos de nuevo a grandes desigualdades sociales en las que unos pocos tienen mucho y la gran mayoría no tiene nada.


Begoña Ramírez Joya, enero 2011

 


 

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HAY DOS EN EL ASEO

HAY DOS EN EL ASEO

 

Hay dos en el aseo, y nadie sabe que están haciendo.

Parece algo feo, afirma, desconfiado, el peor pensado.

Por ese ruido que hacen, cosa de drogas será, dice uno.

Parecen más bien asuntos de lujuria, murmuran otros.

Igual son unos terroristas, preparando algún atentado,

Quien sabe, grita otro, tal vez son unos degenerados.


 

Hay dos en el aseo, y es un gran misterio,

que a todos tiene pendientes y excitados.

Hasta que salen, sudando, dos fontaneros,

diciéndole, asombrado, el más bajo al otro:

Compañero, si me lo cuentan, no lo creo,

de verdad, este mundo está realmente loco.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

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SERIE TÍTULOS LITERARIOS

EL LOCO
 

EL LOCO




 

Una tarde más un sol occiduo se cuela por las ventanas, traspasa láminas de persiana, creando franjas bermejas de sol y de sombra que inciden sobre las mesas, las sillas, las personas. Las voces se entremezclan con la luz.
–¿Qué más te dijo? ¿Que pronto subiría el nivel de los mares, que nos llegaría el agua al cuello mientras estallaba la tercera guerra, o algo peor todavía?
–Podéis reíros de mí, hacer bromas con mis revelaciones y hasta partiros de risa cada vez que os cuento esto. Pero tened por seguro que es algo muy real, que de veras me sucede y que, además, me siento afortunado de recibirlo; soy un tío con suerte; una especie de elegido.
–Está bien, cuéntanos entonces la última visita, ¿qué te dijo esta vez tu amigo misterioso?
–¿Qué me dijo?, muchas cosas. Esta vez su tono parecía más trascendental, y muy cercano, como el de un auténtico profeta; ya no era sólo una voz, pude verlo por vez primera, aprecié sobretodo el brillo de sus ojos, de un negro radiante, como el firmamento.
‘Presta atención –me dijo–, el mensaje de hoy es muy importante, se avecina el gran momento y tienes la misión de informar de ello primero a tus allegados y después a toda la gente que puedas. Escucha: Es imposible que continúe por más tiempo la manipulación y los controles que sobre la humanidad se han llevado a cabo durante milenios. Ahora tenéis luz verde para hacer lo que se debe por la armonía en la Tierra y en la humanidad. Porque la Tierra es un ser vivo con el que os relacionáis. Esto acabará con el sueño oscuro que ha paralizado a la gente a través de la pérdida de la sinceridad, de la irrupción de la soberbia y el miedo, y otras anomalías en vuestra presencia esencial de seres tri-cerebrales. Muchos humanos duermen todavía en esta ilusión, hipnotizados, y es por ellos por lo que aparecemos de este modo espectacular… –y prosiguió ubicando en mi humilde persona a toda la humanidad–… Limpien los armarios de su mente, iluminen su cuerpo, sus emociones, y su alma, porque ya es hora de dar cabida a lo que siempre estuvo en potencia, que no es sino lo Real ¡Estén listos para ayudar donde haga falta y a quienes lo necesiten! ¡Esto es una llamada a la acción! Sean claros y sinceros en cada aspecto de vuestro Ser para servir de ejemplo a los que viven a vuestro alrededor, los cuales no han tenido aún esta eclosión de conciencia y la sintonía con la inteligencia universal y con vuestros hermanos y hermanas de las estrellas’.
–Luego enfatizó aún más sus palabras como si hablara a una multitud:
“No vuelvan a atraparse ni entramparse de nuevo en los juegos tridimensionales donde quiera que estén. La tercera dimensión se va a evaporar, por decirlo de algún modo. Imaginen una especie de escudo sutil e invisible bajo cuya sombra han vivido ustedes como aislados en el planeta Tierra. Debido a la radiación cósmica substancial, y su efecto rebote de muy baja resonancia, que en el momento presente comienza a prosperar desde el centro de la galaxia, y que negocia con vuestras moléculas de vida y consciencia, se va a abrir ese escudo denso, por lo cual esta energía divina irisará vuestro cuerpo físico y vuestro psiquismo transformándoos en quienes realmente sois. Los sentimientos que tendrán ustedes durante este proceso serán muy elevados y edificantes para vuestro conocimiento, y van a cambiar paulatinamente vuestra vida diaria.”
–¡Un momento! Eso de que no volvamos a entramparnos tiene su gracia; ¿quiere decir tu colega de las estrellas que dejemos de firmar hipotecas, que no nos endeudemos más para no crear de ese modo más dinero y beneficios para los banqueros y otros oligarcas usureros del mundo moderno?… Pero si ya las tenemos encima, si el más humilde peatón de este planeta lleva ya su hipoteca a cuestas… ¿Podría ser que cuando ese día de luz venga, se van a evaporar nuestras cargas junto con el mundo tridimensional?, ¿o éstas al haber surgido como un valor abstracto de la mente de los banqueros, van a seguir existiendo, con su loza de dígitos, en ese nuevo mundo que se avecina?
–¡Calla, calla! Tú siempre con tus guasas. Esos temas materialistas se acabarán. Él me dijo que por el momento nuestra presencia general está muy estresada, debido a nuestro psiquismo disociado y a la alta vibración de la energía cósmica. Ellos saben que el camino de vuelta ha sido largo y difícil para nosotros, pero, que cuando regresemos, seremos recompensados ampliamente. Esta suerte de reconexión merecerá bien la pena de tan ardua y prolongada experiencia, ya que no hay palabras que puedan expresar la unidad con la fuente, pues se sitúa más allá de los conceptos y las palabras. Nos toca concebir una realidad eminentemente humana, relegar el falso consciente implantado en el transcurso de la educación y potenciar lo que ellos llaman verdadero consciente eseral y nosotros llamamos subconsciente, que permanece aislado desde que somos pequeños, –Yo le llamo nuestro niño eliminado– y que en una existencia responsable engendra las propiedades que le son inherentes: es decir: los verdaderos impulsos esenciales sagrados, llamados fe, amor, esperanza, y consciencia moral objetiva.
–Yo sí siento esa luz, Alberto. Además creo firmemente en esos seres de las estrellas, pues el universo tiene más dimensiones de las que percibimos y todas ellas están aquí, dispuestas para que nuestra fe las penetre como si fuera el mismo reino de los cielos…
–Tú siempre tan cándida, Luisa… La creencia es la madre de toda ciencia, al menos eso se desprende de la física cuántica. Pero oíd como continua este mensaje descendido del que fui protagonista. Dijo:
“Estén alegres por todo lo que cambia, porque la vida es cambio. Los días y las noches se fundirán para ser una sola luz brillante sobre la Tierra. No habrá lugar para la oscuridad en vuestra conciencia, ni en las células de vuestro cuerpo. Los días de gloria están dentro de ustedes, y son incompatibles con vuestra vieja y falsa vida. Saluden con alegría y confianza el amanecer de cada mañana. Y verán con los límites de vista aquello que existe y es, todas las dimensiones que la gran naturaleza insinúa, el falso consciente oculta y la intuición ve…
–Tanta luz me maravilla, Alberto, pero Yo creo que cuando una situación interior se reprime, relegándola a la oscuridad, aparece exteriormente como un destino. ¿No serán esos mensajes de luz y gloria una creación de tus traumas reprimidos? No será mejor que salgas de aquí y de tus paranoias, y veas en la vida real, en tu responsabilidad, el modo de llevarlas a la luz?
–Tú Enrique, siempre has de decir la última palabra, tu acostumbrada frase lapidaria… Bueno, me siento cansado. Gracias a Todos por venir, mañana podremos reemprender la charla. Hoy el sol tiene un tinte especial.

En el pequeño canapé yace Alberto solo como todas las tardes. Sus amigos invisibles han participado en sus discursos, en sus silencios. El celador de la residencia conoce bien su cháchara diaria en solitario, una tertulia en multitud consigo mismo, que esta tarde algo más dilatada de enero, por la energía y ternura de su murmullo, lo ha conmovido especialmente.
El funcionario sale al patio a echar un pitillo, mira el cielo amoratado por la incipiente noche, y en ese instante, una extraña luz rasga el firmamento de un lado a otro a gran velocidad. Ha seguido con la cabeza el sentido y dirección del destello y en ese ángulo observa a Alberto asomado en la ventana, sonriendo, saludando hacia el cielo con la mano, dibujando en su rostro un vivo gesto mesiánico.


Franjamares
, enero 2011, Tertulia Entrelíneas, Nerja, Málaga.




 

EL LOCO (KHALIL GIBRAN)
 

Aquel pobre loco tenía la extraña costumbre de medir el valor de las cosas por su precio, creía que todo podía comprarse, e incluso que el valor de una persona puede medirse por el de su traje o su vehículo.

Aquel hombre desquiciado creía en un dios único, incuestionable y vengativo, que le obligaba a matar por él o a despreciar al resto de los dioses. Incluso, en su locura, llegaba a creer que decidía y gobernaba su vida social porque introducía en una caja, cada cuatro años, un papel con un nombre de una persona a la que no conocía, y que nunca le consultaría decisión alguna.

Aquel pobre hombre creía que las cosas son como son porque siempre han sido así, olvidando la obvia ley del cambio permanente, y tenía el hábito de terminar sus disertaciones con un rotundo: “. . . y no hay más que hablar”.

 

A un ser tan alucinado, y tan peligroso para sus semejantes, hubo que ponerle un nombre.

En aquella remota época oscura le llamaron “persona normal”.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net
 



 

EL LOCO - EL REBAÑO

Solían reunirse a la salida de la escuela, formando eso que solemos denominar una pandilla aunque en este caso bastante pintoresca porque en ella venían a converger casi todos los niños del barrio sin tener muy en cuenta afinidades ni clase social. El objetivo era jugar que en eso se traduce la visión infantil del mundo, el juego. De entre todos estos proyectos de futura madurez destacaban por sus especiales características dos de ellos: Mario, pelirrojo y bastante travieso, inteligente muy noble, tanto que llegaba a perdonar con la misma facilidad con que se enfadaba porque también poseía una extremada sensibilidad. Una mezcla extraña y explosiva, inteligencia, sensibilidad y osadía, porque su inquietud siempre era más fuerte que todo lo demás. Sus profesores decían que podía extraviarse esta inteligencia tan alocada, dados los muchos peligros de nuestro mundo. Tomás era muy rubio, los ojos muy azules y aspecto dulce aunque siempre era el primero en salir a tirar piedras a los gatos. Su inteligencia más bien limitada, no destacaba en ninguna materia escolar pero poseía un olfato especial para olisquear los problemas con lo que se había hecho experto en tirar la piedra y esconder la mano. Sus profesores nunca apostaron nada por esta inteligencia mustia.

Los años fueron pasando, cayeron en el suelo muchas hojas de otoño y se desahogó el cielo en muchas tormentas.

Fueron muchos también los fuertes vientos y las suaves brisas y algún que otro verano lleno de soles y tardes interminables. Ambos siguieron sus caminos, Mario estudió filosofía, no se conocían en el barrio más datos de su existencia. Tomás no pasó del instituto pero frecuentaba círculos políticos de moda en esos momentos .La sociedad estaba cambiando mucho, en todos los países se producían convulsiones sociales fruto de la insatisfacción de las clases obreras, que se quejaban de ser tratadas como un rebaño al que se explotaba para terminar en el matadero sin timón para sus vidas ni expectativas. Explotados y desahuciados al abrigo de explotadores que sólo pretendían exprimir sus energías y consumir sus vidas sin que hubiera horizonte ni para ellos ni para sus hijos, mientras unos pocos vivían en grandes mansiones, despilfarrando. Tomás acudía a los mítines escuchaba con atención y lo que más le sorprendía era la fuerza de las palabras pronunciadas a través de esos altavoces, el griterío de la multitud después. Le extasiaba ese poder. Comenzó a ensayar delante del espejo, a mover las manos con fuerza y expresión mientras gesticulaba discursos imaginarios y en la pensión donde mal vivía se empezó a comentar que estaba algo loco. Pero eso a Tomás no le preocupaba. Su objetivo se había convertido en subir un día al estrado y que mucha, muchísima gente le escuchara con deleite, que aplaudieran sus palabras y estallaran los aplausos de júbilo. Siempre andaba solo de aquí para allá, con sus padres había ido perdiendo todo el contacto y con el sexo femenino no se entendía en general, porque las mujeres eran según él demasiado remilgadas y no sabían ir al grano en las cuestiones de la vida. Por lo general lo emborronaban todo con sensiblerías

Y el mundo es como la naturaleza cruel y no se puede uno perder en cursilerías. Se afilió a un partido político cuyas siglas no sabía ni tan siquiera pronunciar correctamente y que luego cambió así mismo tanto su forma como su contenido.

Pero Tomás se había percatado con su astucia miope de que canalizaban como nadie el descontento de la gente. Sabían decir lo que los demás querían escuchar sin prejuicios sobre la verdad o el bien o esa tontería de la honestidad que siempre lo echaba todo a perder. La honestidad era una debilidad, que ni tan siquiera las mujeres practicaban.

Al principio nadie le hacía mucho caso, era el último afiliado con aspecto de loco que más bien evitaban y que servía para montar y desmontar el escenario donde se desarrollaban los mítines. La sociedad seguía convulsa y confusa.

Un día cualquiera en medio de cualquier calle, Tomás se cruzó con Mario. En un principio los dos amigos de la infancia no se reconocieron. Sin embargo, un instinto aún no dormido del todo les llevó a olfatear en sus miradas una antigua complicidad salpicada de muchas tardes de juegos. Ambos se sorprendieron de los respectivos transcursos de sus vidas. Mario acababa de regresar de Inglaterra, donde había concluido su doctorado aunque no tenía claro lo que quería hacer con su vida, le llamaba de repente el arte le comentó a Tomás y este no pudo evitar una sonrisa socarrona,

-Por favor Mario nunca cambiarás el arte es sólo para cobardes y amanerados incapaces de enfrentarse al mundo de verdad.

En la vida real hay que trabajar para vivir amigo mío..

-Sí ya veo -le contestó Mario algo perplejo-tú tampoco cambiarás nunca, nunca te has cuestionado nada, y ahora militas en un partido supuestamente a favor de las clases desfavorecidas. Y ¿a donde les vais a conducir vosotros? si sois más rebaño que ellos. Si lo único que ansiáis es el poder por el poder para hacer lo mismo pero de otro modo o quizás del mismo modo, no creo que os alcance la imaginación para hacer algo diferente.

-Ya-sentenció Tomás con un brillo especial en los ojos- pero mientras tú te paseas por la vida lleno de fantasías, yo y otros como yo gobernaremos vuestro mundo. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio y a cambio tú y todos los que son como tú vivaréis bajo las leyes que dictaremos los que son como yo. Así es la vida.

Begoña Ramírez Joya



 

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ESPERANDO A GODOT

ESPERANDO A GODOT (Samuel Becket)

Se encontraba esperando a Godot en mitad de la nada, desde hacía mucho tiempo. No sabía exáctamente cuánto, pero le habían sobrepasado varios inviernos, y éste último le estaba resultando especialmente duro. Le parecía que su cuerpo estaba más débil, más cansado que en otro tiempo. Pero seguía esperando, sin saber muy bien por qué.

Su única compañía era un enorme pañuelo blanco que había heredado de su abuelo. Al principio jugaba a doblarlo y desdoblarlo de mil maneras posibles. Luego lo utilizó como bandera, y después para cubrirse del sol en los meses más duros del verano. Actualmente, le servía como un simple pañuelo. Y sobre él dejaba caer constantemente la gran cascada de mocos y esputos, que un maldito resfriado le regalaba, como si de frutas exóticas se tratase.

Echó de menos un compañero y un árbol, para poder pasar mejor el tiempo como en la obra de Beckett.

Recordó que alguien le había dicho alguna vez, que en realidad el tema era “Esperando a Good not”. Y se entretuvo reflexionando absurdamente sobre este absurdo y el suyo, mientras, sin darse cuenta, iba abriendo su poblado pañuelo, y con las dos manos iba removiéndo la masa viscosa que contenía, intentando darle alguna forma curiosa o estéticamente apetecible.

Pasó más tiempo absurdo, y de pronto, se levantó y se puso frente a su obra: le parecía fantástica (en todos los sentidos del término). Así que no se lo pensó dos veces: abandonó su puesto de espera y se dirigió a la primera Sala de Exposiciones que encontró para ofrecerla. Se la aceptaron enseguida, así que decidió quedarse esperando al público, con la misma paciencia con la que antes esperaba a Godot.

 

Pero nada, lo mismo que con él, nada llegaba. Y esa Nada absurda, llegaba de múltiples maneras cada día. Como en el caso de un típico estudiante de Bellas Artes que, admirado por la extrañeza de los materiales utilizados en su obra, se atrevió tímidamente a preguntarle de dónde procedían.

-Mocos, le respondió al fin.

-Mocos, apuntó aplicádamente el estudiante. Y se marchó satisfecho.

Pero, ay, le dejó sin la Nada y con una gran pregunta: ¿tan alejados estamos de nuestros propios materiales, que ya ni los reconocemos y tenemos que preguntar a otro por ellos? Esto le perturbó hasta tal punto, que abandonó inmediatamente la Sala de Exposiciones, y corrió a seguir esperando a Good not.

Tranquilamente.


Esther Luna

 

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LA PROFECÍA

LA PROFECÍA

 

La profecía fue tan increíble al ser pronunciada como obvia tras haberse cumplido.

A toro pasado, todos somos sabios.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

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EL REBAÑO
 

EL REBAÑO
 

Con el rebaño, con nuestros hermanos, es conveniente reunirse para celebrar la vida y disfrutar de ella, para aprender y enseñar, así como para reconocer el placer que se esconde tras ambos actos, también para colaborar y, en definitiva, para compartir constructivamente la vida.

Con nuestros semejantes es indispensable reunirse para sobrevivir, vivir, y enriquecer nuestras vidas.

Para otros asuntos menos trascendentales, como nacer o morir, es tan recomendable como inevitable, la soledad.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

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LA CASA VERDE
 

LA CASA VERDE

 

En el pueblo, el viejo Cátulo tenía fama de putero. Todos le habían visto entrar cada miércoles, desde hacía años, en La Casa Verde.

Como entre los clientes de tan extraño establecimiento existía cierta complicidad, nadie se paraba a comentar los pormenores de la forma de actuar de Cátulo, que llegó a ser invariable durante décadas: Miraba una a una a las chicas a los ojos y, elegida una, compartía con ella una hora de su vida. Al sumergirse en sus miradas, Cátulo intentaba identificar a la más triste, la más necesitada del pobre consuelo que sus palabras podían regalar, pues eso y sólo eso, palabras, ofrecía el pobre hombre a las tristes mujeres, reservando sus energías e ímpetus sexuales para una viuda solitaria que era desde hacía años, secretamente, su compañera. Cátulo se limitaba a conversar con las chicas, a preguntarles aspectos de sus vidas, cómo habían llegado allí, si se encontraban en aquel sitio por voluntad propia y, en general, intentaba consolarlas en su cotidiano desconsuelo. Con todas había llegado a un pacto que incluía no contar a nadie cuanto sucedía durante esa hora, suponiéndoles todos un cliente más.

La felicidad y buen ánimo de las chicas llegó a ser un problema en más de una ocasión, pues algún proxeneta celoso, creyendo que era sexo, y obviamente, muy bueno, cuanto el viejo hombre regalaba a las chicas, comenzó a verle como un potencial competidor.

La Casa Verde fue cambiando con los años, las mujeres eran de otras tierras, apenas hablaban, tristes o tristemente consoladas con el alcohol o alguna droga.

Cátulo, por su parte, seguía arrastrando su fama de viejo verde, inmune a los comentarios del pueblo, compartiendo con aquellas mujeres, cada miércoles, sus míseras gotas de amistad.

Cuando el viejo Cátulo falleció, y se hizo público su testamento, la sorpresa y el escándalo fueron mayúsculos, tanto por el volumen de la fortuna que incluía, como por declarar beneficiarias de él, además de a su compañera, a una serie de chicas y mujeres, todas ellas trabajadoras o ex trabajadoras de la casa de citas.

Desaparecido Cátulo, La Casa Verde volvió a ser un lugar donde la vida se manifestaba torpemente a través del sexo, y volvió a ser desterrado el amor, como ya mucho antes había sido desterrado de las hipócritas mentes bienpensantes del pueblo.


 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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SÁBANAS BLANCAS
 

SÁBANAS BLANCAS

Cuando niños, los mejores cuentos siempre quedaban en el aire, las películas más interesantes y misteriosas eran las de la productora “las sábanas blancas”. Era la hora de ir a la cama y aunque nos habían contado todos los cuentos y sabíamos todos los cuentos siempre, alarde de curiosidad infantil y ganas insaturables de juego, que entonces era pulsión de conocimiento, queríamos ver y escuchar más cuentos y más películas.
En la sala de proyecciones del dormitorio, los sueños campaban a sus anchas. Volando por la planicie blanca y cálida, con olor a colada recogida a media tarde, aprendimos que la vida sin sueños no era posible. Y que la noche sumía la mente y el alma de los niños en aventuras profundas y maravillosas. A veces eran terribles, la angustia se hacía sudor enjugado por las sabanas blancas y el desvelo surgía a media noche con la amarga sensación de haber escapado de una realidad tremenda, afortunadamente desbaratada por el sueño de la vigilia.
Más tarde las sabanas blancas de nuestra vida se fueron manchando de néctares diversos, como los de la fiebre que te hacía alucinar en las dunas de la cama; o como las huellas de inocencia con cuerpo de fuego que ardía en la penumbra deshojando pétalos blanquecinos como gotas de cera. Flores rojas como las entrañas de la vida que suponían el encontronazo con la verdad de las muchachas.
Por esto las madres siempre son el último testigo de los secretos más íntimos. Las sábanas se arrastran bajo los cobertores sacudidas por manos amorosas y sus secretos ya descubiertos van cayendo sin remedio en el alveolo de la safa. Volverán limpias para abrazar con su ternura nuevos sueños dormidos y despiertos.
Pero de todas las sábanas, las sábanas que dan cobijo y calor al amor realizado son las más impresionantes. No son sábanas son vestidos que cubren cuerpos, telas que insinúan lo deseable y se enredan, y juegan a ser serpiente, o paloma, hasta que acaban caídas como telones del gran teatro del amor.
Las últimas sábanas de la vida pueden envolver la cáscara de barro, sudario de una vida consumida que no consumada, de una resignación sin más preguntas que las cedidas al abandono y con el gesto del enigma de una digna conciencia de sí.


FRANJAMARES
, enero 2011, Tertulia Entrelineas, Nerja (Málaga), Nerja Málaga



 


 

SÁBANAS BLANCAS
 

Como sábanas blancas al viento eran aquellos sueños de crear un mundo mejor de la nada, sin más herramientas que la invencible fragilidad de nuestras ideas.

Y cuando creíamos tener todas las respuestas, ya se sabe, nos cambiaron las preguntas, y resultó que el mundo no era como lo veíamos, o de eso intentaron convencernos.

Así quedaron atrás, como si de burdas y superficiales modas tan sólo se tratara, el pacifismo, el ecologismo, la revolución sexual, el mayo eterno, y otros mil cantos de libertad.

El mundo no era como lo veíamos, decían y repetían quienes se creían con derecho a decidir como ha de ser el mundo.

Pero resultó que los peores presagios de los primeros compañeros ecologistas se transformaron, poco a poco, en cruda realidad.

Resultó que se podían hacer guerras aún más absurdas y monstruosas, aunque pareciera imposible.

Resultó que la mujer podía tener derecho a su vida y su cuerpo sin que la familia, la sociedad y el mundo se desmoronaran.

Resultó que el sistema económico no era tan corrupto como creíamos, sino muchísimo más.

Resultó, en definitiva, que no veíamos el mundo tan al revés como nos contaban quienes, ahora lo sabemos, lo veían completamente al revés.

 

¿No será que nuestra ceguera no era tal, y que nuestro único y tremendo error fue renunciar, como a tantos otros, a nuestros más libres y libertarios sueños de juventud?

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net




 

SÁBANAS BLANCAS

Casi le deslumbraba ese blanco tan intenso que realzado por la luz del sol se reflejaba  a su vez en sus pupilas y le cegaba. A veces ocurre eso con la luz, es tan intensa que nos ciega. Esa blancura expuesta al sol le recordaba por ese mecanismo asociativo de la memoria las improvisadas banderas blancas de la rendición o simplemente de la entrega. Estaba cansado de culpas, de las del mundo y de las suyas propias, de las propias y las ajenas. "La vida es así", es siempre el recurso cuando no podemos o no queremos dar ni darnos otra explicación, aunque siempre sabemos si escarbamos un poco en la espesa capa de nuestro autoengaño que en el fondo siempre es la condición humana. Eso pensaba Ernesto, en la medianía de su vida, cansado ya de formulas mágicas para alcanzar la felicidad. Después de peregrinar por los caminos de las religiones, con sus monopolios de la verdad y de las filosofías, sobre todo las políticas, para desembocar al fin en el mismo punto .Siempre se trata de dinero. Desde que se inventó el vil metal nos atrapó y antes seguramente la acumulación de mercancías para el trueque que para el caso viene a a ser lo mismo. Como en tantas otras ocasiones no solucionaríamos el problema aunque no existiera la moneda. Seguramente inventaríamos otra cosa, no es el dinero el problema es la avaricia que se apodera de nosotros .Y Ernesto volvía al punto de partida, la condición humana. Nuestra forma equivocada de coger a manos llenas sin pensar, ni reflexionar.

Cansado de reflexionar solo había llamado a Andrés, su mejor amigo desde niños.

Recordaba esos maravillosos momentos de la infancia en los que ya se deja entrever lo contradictorio de la naturaleza humana y lo más importante era desde luego jugar pero también hacer prevalecer nuestra identidad frente a los demás o simplemente darles envidia para sentirnos mejor. Como cuando nos comprábamos el bocadillo de pan, aceite y mantequilla y se lo restregábamos a los demás por la cara sin la menor maldad desde luego, sólo éramos niños pero ya  , ya la naturaleza mostraba sus garras. Ya sabemos que todo es un juego de contrarios.

Andrés llegó como siempre con prisas, tenía que ocuparse de uno de sus hijos. Su pelo antes de un rubio casi blanco se iba tornando definitivamente blanco. Los hijos acaban por hacerte viejo-era la broma más habitual de Ernesto ya que él no había tenido hijos.

-A ver qué te pasa esta vez -dijo Andrés mostrando premura en sus palabras-. Ana me ha llamado y tengo que ocuparme de recoger al pequeño, ella sale hoy más tarde de trabajo. Esto de compartir todo y que todos seamos iguales es una lata. Era mucho más fácil antes cuando cada uno tenía su papel bien definido.

-Bueno -le dijo Ernesto- si quieres que acabemos pronto mejor dejamos lo de la liberación femenina para otra ocasión. Y se quedó mirando a su amigo unos segundos esperando quizá una reacción que no llegó a producirse porque Andrés seguía mirándole fijamente esperando que le contara qué le pasaba. Así que Ernesto decidió continuar-Verás creo que me voy a marchar…lo he pensado mucho y necesito dar un giro a mi vida definitivo.

-Bueno –dijo Andrés algo nervioso-ya hemos hablado de eso otras veces..Son tus neuras siempre que se te a acaba una de esas relaciones esporádicas que según tú son el garante de tu libertad.

-Esta vez va en serio, siento algo aquí dentro.

_¿No te habrás enamorado?

-No, No, qué va es otra cosa necesito sentirme útil.

-Pues si quieres te vas a hacer horas a mi casa ,  te aseguro que útil te vas a sentir,

Hay un motón de tarea atrasada,…mira si quieres puedes ayudar hacer los deberes a Sandrita.

-Que no que no se trata de eso ,yo quiero mucho a tus hijos ya lo sabes pero no se trata de eso..Necesito sentirme útil de verdad, hacer algo para mejorar este mundo nuestro.

-Ya lo hicimos ¿recuerdas?,en su momento fuimos revolucionarios y ya ves de qué nos ha servido todo eso.

_ No esta vez lo que quiero es ayudar de verdad a la gente, no reproducir un determinado rol en una sociedad que no me gusta.

Ya somos mayorcitos, hicimos la revolución y cumplimos un papel que creíamos haber elegido pero que en realidad eligieron otros por nosotros. El sistema necesita también sus mártires y sus revoluciones.

-¿Y qué vas a hacer, apuntarte a una ONG?

-Si tuviera claro que son de verdad independientes a lo mejor, pero prefiero hacerlo por mi cuenta. Irme y ayudar allí donde haga falta de verdad, donde de verdad me sienta bien conmigo mismo. A lo mejor es sólo una tontería pasajera, pero quiero intentarlo y quería que lo supieras. Me voy mañana.

-¿Y puedo saber al menos a dónde?

-Ya te escribiré cuando encuentre mi lugar, no te preocupes.

 

Begoña Ramírez



 

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LA MUERTE DE SAFO
 

LA MUERTE DE SAFO

 

"Las mujeres que buscan ser iguales a los hombres carecen de ambición"
(Timothy Leary).

¿Quién creerá, Safo, en tu muerte, mientras una mujer camine sobre la Tierra?

Tu vida fue tu poesía, la búsqueda de los últimos refugios de la sensibilidad humana en una época brutal, y no podías hallarla, bien lo sabías, en otro sitio salvo en el fondo de algunas almas femeninas.

El tiempo te premió conservándote la memoria colectiva pero, ¡cuánto hubieras disfrutado viviendo una semana tan sólo en esta época, donde ni el más imbécil de los hombres se atreve ya a negar que las mujeres sean portadoras de un alma, cuanto menos, tan valiosa como la de cualquier varón!

Pero ya ves, Safo, seguimos pensando que vivimos en el infierno, y por eso, posiblemente, algún día conseguiremos alcanzar el paraíso.

Gracias por los cimientos que regalaste a este futuro y, sobre todo, gracias por haber sabido disfrutar tu vida, como homenaje supremo a la vida.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

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A LA BÚSQUEDA DEL TIEMPO PERDIDO

A LA BÚSQUEDA DEL TIEMPO PERDIDO
 

Recientemente el periódico La Razón, de Madrid, admitió entre sus páginas una esquela conmemorando el aniversario del ahorcamiento de una chica alemana a sus 22 años, en diciembre de 1945.
 

El grupo integrista conservador que pagó la esquela le decía en el texto, entre otras cosas, que en el Cielo se reencontrarían con su dulce sonrisa. Era Irma Grese, y la prensa de la época, que no sus víctimas, la bautizaron como el "Angel de Auschwitz", el campo en que tuvo a su cargo a más de 30.000 reclusas judías, en su mayoría polacas y húngaras.

Grese fue de las muy pocas mujeres ajusticiadas tras la Segunda Guerra Mundial, y la más joven de entre todos los condenados a muerte y ejecutados.

Durante el proceso, comparecieron algunas supervivientes de los campos de concentración por los que había pasado, que relataron, ante la imperturbable teutona, cómo seleccionaba a quienes habrían de morir ese día, con una especial predilección por aquellas mujeres y niñas a las que la tragedia que estaban viviendo no había conseguido borrar completamente de sus rostros la belleza que la naturaleza les había regalado. Esas eran siempre las primeras seleccionadas, y las elegidas para las peores torturas.

Irma era conocida por dejar que perros hambrientos y furiosos se lanzaran encima de las presas para devorarlas, asesinaba a internas a sangre fría, torturaba a niños, cometió abusos sexuales y propinaba palizas sádicas con un látigo trenzado hasta que provocaba la muerte de las víctimas.

Las últimas palabras de Irma a su verdugo fueron: "Schnell!" (¡Rápido!).

En un utópico mundo más racional, que hubiera aprendido realmente algo de esa lección que costó más de cuarenta millones de vidas, en un mundo que hubiera sabido buscar y recuperar el tiempo perdido, tal vez se la habría condenado a ser consciente de lo que había hecho, de hasta donde le había llevado su insania: Una irrevocable condena a desarrollar su marchita empatía.

Lo paradójico es que, por ese camino de aparente perdón, se la habría condenado a un inimaginable infierno, el de recordar empáticamente la muerte, dentro de la cámara de gas, de cada una de las mujeres y niñas seleccionadas por ella. No fue una venganza muy inteligente, si es lo que se pretendía, sin querer se le dió el camino rápido de la horca, se le concedió clemencia sin ánimo de hacerlo.

Cuando la naturaleza de un ser enferma y deja morir el humano solidario con que todos nacemos, cualquier camino lleva, antes o después, a un infierno.

 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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30+7

30+7

 

Siete años necesité para aprender lo esencial de la vida, a partir de ahí todo fue girar en torno a lo vivido e intentar comprender el porqué de lo visto.

Treinta años necesité para estar preparado para la paternidad, o para creer que lo estaba.

A los 37 ya empecé a comprender que casi nada sabía y que la comprensión no era más que ilusión.

Si llego a los 74 sin que se marchite la curiosidad, tendré, volviendo la vista atrás, algo para recordar, algo para olvidar, y mucho de lo que reir.
 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net



 

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TENGO SUEÑO
 

TENGO SUEÑO/S
 

Para conservar saludables los sueños, y no perder la fe en el ser humano, el camino pasa, inevitablemente, por no depositar toda tu fe en un sólo ser humano, compartir las alegrías con todos, y saber distinguir con quién se pueden compartir las amarguras.
 

Nekovidal 2011 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

TENGO MUCHO SUEÑO

Se ha echado  la calle, como tantas otras personas después de las campanadas de fin de año, que además coinciden con la fecha de su cumpleaños, treinta más siete porque desde que cumplió los treinta le da una especie de pudor miedoso seguir contando los años. En realidad tengo mucho sueño piensa Teresa para sí misma pero esta noche el protocolo festivo le impide acostarse, no es manera de recibir un año nuevo cargado de buenas promesas estando acostada como si estuviese enferma. Las costumbres mandan y esta noche hay que salir a emborracharse que de alguna manera hay que quemar todos los sinsabores del año que se va como si esta nueva franja en que hemos cortado el tiempo fuese en realidad nueva. En algo hay que creer pues creamos en lo creado ,en lo comúnmente aceptado hoy es fin de año y celebrar es lo que toca. Al menos con los efluvios del alcohol se olvidará por un rato de todo lo que ha tenido que aguantarse durante la cena. La familia, eso sí que es un malévolo invento. Teresa y su esposo Pablo hace poco que han comprado por fin el chalecito adosado, y con tan poca suerte que les ha pillado en medio de la crisis y han tenido que sudar tinta para que les concedan la hipoteca y para que terminaran los chalecitos, que la constructora casi se da a la fuga. Pero todo ha quedado en el susto nada más, ya lo tienen todo firmado y ahora sólo falta que tengan un hijo. Al menos uno, piensa Teresa, que ya siente en sus entrañas eso que llaman el reloj biológico, y que ruge a veces con su frenético tic tac en lo más íntimo de su ser. No lo tiene del todo claro  aún así. Son muchas cosas a las que hay que renunciar al menos durante algún tiempo. Y Pablo está tan acostumbrado como ella a sus caprichitos de persona independiente. Un día al salir del trabajo Teresa se paró delante de un escaparate con cosas de bébe .carritos cunas …No sé muy bien porqué me he parado aquí delante ,en el fondo me parece todo horroroso, cuántos artilugios necesita un pequeñazo de esos, y encima te cambian la vida por completo. Últimamente tiene pensamientos extraños como que le gustaría que todo desapareciera, el adosado, Pablo, ella misma.

Desaparecer en medio de la nada absorbida por la tierra, y volverse pájaro o gota de lluvia. Por eso esta noche necesita sumergirse en la fiesta y el desenfreno, y eso que las fiestas la deprimen, sobre todo las señaladas, como es el caso navideño porque todo es más en Navidad. Cualquier evento es más importante dadas las fechas y ese valor añadido le pone los pelos de punta.

En la calle del brazo de Pablo que parece haber caído después de la cena en familia en una especie de estado catatónico, ha querido comprarse un gorrito de esos de cotillón y unos mata suegras, que también habría que preguntarse el porqué del nombrecito. En una de las muchas esquinas un hombre de edad indeterminada aprovecha para hacer sus ventas .Hace frío, Teresa se acerca al vendedor y nota sus manos temblorosas, puede que sea el frío, o puede que su cuerpo le esté pidiendo un dosis de alcohol que ya necesita. Quizá por eso cuando le pide cinco euros por la bolsa de cotillón Teresa vacila, es demasiado caro se está aprovechando del momento, de la enajenación mental transitoria que sufrimos todos en estas fechas, ya llegará Enero con sus cuestas. Pero lo termina comprando, al fin y al cabo él está ahí pasando frío, esperando que pase cualquiera que le compre su mercancía.

Y aflora entonces ese complejo de culpa de las almas sensibles, que sienten que no es de justicia hacer a los demás aquello que uno no desea para sí, o peor aún que es de justicia equilibrar un poco la vida dando de más lo que ya cogiste de más a su vez o aquello que te fue dado por azar de nacimiento. No tanto como a otros pero sí más que a otros tantos.¿Por qué hace valer entonces la cicatearía o el ventajismo en las que demostramos que efectivamente lo que mueve las aspas del universo es la competitividad y no la cooperación, La resta en lugar de la suma?

Cuando regresa al lado de Pablo sigue ausente y no es extraño.

en el fondo es una maquinación perversa eso de reunir a toda la familia ,es como un experimento ,un trabajo de campo si ningún desperdicio. Definitivamente se impone una buena borrachera, lo malo va ser la resaca de mañana, pero ahora hay que ahogar en el vaso todo este ardor de pensamientos. Embotar las neuronas. Ya llegan al punto de reunión, las copas vuelan como los pájaros, Teresa toma la primera con ganas .En un extremo de la calle se puede leer en un cartel,”Alegrad los corazones, ha nacido el Salvador , el hijo de Dios ,El Mesías ya está con nosotros”.

 

Begoña Ramírez Joya



 

 

TENÍA MUCHO SUEÑO



Le daba la impresión de que tenía mucho sueño para seguir escarbando en el ayer, porque probablemente no merecía la pena, al no poder cimentar en las encías de aquellos años unos empastes brillantes y duraderos, que ofrecieran garantías para morder lo más contundente, lo que le sobreviniese en el transcurso del invierno o del verano, cuando los rayos y truenos se despojan de las máscaras, y deciden actuar con todo su séquito, como las tropas en el combate o en el desfile de carrozas el día de reyes, en que los caramelos salen como obuses por los aires, y luego se estrellan sobre las testuces de los concurrentes, aporreando o despejando en ocasiones los cerebros, que andan envueltos en telarañas o en otros eventos, que no vienen al caso, pero que están en esos momentos desfilando por sus cerrados circuitos, y es justo reconocer que tienen todo el derecho del mundo, porque son libres y no se les obliga a dar explicaciones, dado que se mueven por sus propios miedos y territorios.
Los juguetes del olvido paseaban silenciosos por el desierto de la imaginación, sin ningún calor que les aportase vida, pues las carencias y la inconsistencia de la existencia en aquellos tiempos daba mucho que hablar, o risa o pena, dado que aquellas hornadas de infantes no hallaban en su mayoría los resquicios propicios para que la suerte, la sorpresa o un sueño repentino les despertara de la debacle que deglutían en el día a día en mitad de las sórdidas alamedas de los ríos, de las plazas y calles del núcleo urbano o a lo largo de los bulevares vitales. Y para colmo, la climatología se ensañaba con aquellos que intentaban crear algún minúsculo espacio para sacudirse las pulgas o la penuria, o plantar un árbol en el que reencarnar sus aspiraciones, la esperanza o las posibles frustraciones, pero en el fondo no había lugar, debido a la estrechez de miras de los elementos de la naturaleza, que aunque se les dejaba al libre albedrío a los residentes, no obstante, en último termino, los elementos se sustraían al compromiso que se esperaba de ellos, mostrando un poco de consideración, y sin abusar tanto de los mortales.
Pasan los días, los años, la vida y todo fluye corriente abajo, y sólo aflora la fútil disculpa en los meandros o en los agitados remolinos, donde se cruzan los temores o los troncos retenidos por la reminiscencia, y reverberan efímeras ideas, que nutren sin percibirlo los estómagos de la existencia. Porque resulta difícil descifrar la sustancia de lo que acaba de existir, cuando el rayo entra como un descarado ladrón por la ventana a media noche, o a plena luz del día, cuando los ojos de la criatura apenas vislumbran las luces de la razón, y le ponen de pronto delante al occiso, como una pantalla fija, o a un tiovivo, como si fuese el regalo de un ser querido, a fin de que se entretenga con él en horas de insomnio o en horas bajas; no parece que tal proceder vaya a ser rentable a la larga, y menos para plantar en la vida un arbolito sin saber si dará algún fruto. Y sin apenas digerirlo, se apresuren a instalar en el vacío del alma todo un conglomerado de caricias y apoyos, que no se sostienen en pie y menos en el esqueleto afectivo de una criatura, porque, como una tierna flor o un lobezno que empieza a libar las primeras esencias o gotas de rocío, se precisa del aliento y del cuento para dormir o seguir viviendo. En las tinieblas de los tiempos, horadando los muros del tiempo perdido o de los nichos, donde yacen los descorazonamientos de tantos seres deshojados a sangre y fuego en la flor de la vida, todo ello clama al cielo o a los abismos, o a cualquiera que se coloque un instante en la esquina, fuera del local, a reflexionar apurando el último cigarrillo, antes de que le caiga una lluvia de reproches o una multa, por la insensatez de una ristra de avatares encadenados que azotan sin piedad al más pintado.
La infancia del paraíso perdido en un tiempo que nunca vuelve, pero que acaso permita apostar en una nueva partida de póquer, y al representarse de nuevo la contienda aquí y ahora, sería bueno encontrar el modo de pertrecharse de la munición precisa para no pisar en los mismos barros, y guardarse en la manga la venganza sana o el acierto definitivo, que eche por tierra a la cobardía que acecha a cada paso, tan atractiva y tan temprano, en las alboradas de las criaturas.
El sueño, por un lado, les acercaba a la tranquilidad y al reposo, alejando de su huerto los contagiosos insectos que merodeaban sin tregua, o tal vez les sumían en un hastiado sopor, al no poder alzar la voz o la cabeza para atisbar el horizonte, que en esos momentos puede que apareciera impoluto, y escribir los mejores sentimientos, o por qué no decirle al auditorio, silencio, se rueda, empieza la función, pero no cabe duda de que el sueño le atenazaba por completo, y debía retirarse a tiempo, antes de ser devorado por la inmundicia o el impertérrito latrocinio del espíritu que, ingrávido, nunca se sabe por donde discurre.
Deletreando, en las islas del ocio y del entretenimiento, los caracteres del rompecabezas –e, b, d, t, p-, a estas alturas de la marea de la vida, no cabe duda de que da mareo, y entra mucho sueño por las ventanas y por las pupilas, sobre todo al buscar el pasado entre las virutas deshilachadas de las que uno se forjó, y no dar con el timbre de los mimbres que anhelaba. Las enigmáticas letras se escabullían entre infinitos tics y desafecciones con unas perspectivas difusas, en que la –e- (de la preposición en) empujaba con rabia queriendo desentrañar los engreídos tapujos que se partían de risa detrás de las cortinas, o se recreaban en las celosías de las células mentales, transitadas por piratas y huracanes o migrañas que desvalijaban al mejor armado de resortes y recuerdos; la –b- (del verbo buscar) bailaba en la cuerda floja de la mnemotecnia, columpiándose en la evocación del pasado, entre la imaginación mas realista y lo que sucedió en efecto al cogerlos in fraganti, pero todo se percibía o se archivaba con aire desnortado, debido a la espesa niebla que lo cubría todo, impidiendo la visión o el riego de un saludo sincero al salir al encuentro; la –d- (de la preposición de con el artículo el en un apretado ayuntamiento) disecada y guardada en una vitrina con ansias de indagar sobre su fidedigna procedencia, cual ceniza dolida por el olvido a que se veía sometida; la –t- (del sustantivo tiempo) con su cruz tatuada en los lomos caminando por virtuales despistes, sin acertar la hora en el reloj de arena o en el de sol del amanecer, cuando tanta falta hacía para sentarse a almorzar o tomar un tentempié a fin de que no se parase la máquina; la –p- (del participio perdido) completamente invisible en las cosas gruesas, que es lo peor, pues en las menudas menuda gracia que hacía a los transeúntes, e incluso a los sedentarios, no habiendo forma de hallar ni rastro de su paradero, como no sea con la intervención de un mago y la chistera. Porque a cualquiera le gustaría atrapar lo que se desvanece con sus propias manos, y retener por lo tanto lo que antes tenía a su alcance, o por lo menos así se lo figuraba en tales momentos, y si, en efecto, tocase la realidad con los dedos en ese fugaz instante, no sería menos mendaz el que ahora se escurriese como el agua entre las manos, sin advertir que alguna vez acaso retorne o se reencarne, bien que mal, a la infiel memoria o al fiel espejo del camino.
Los nombres de los lugares o puntos, negros o blancos, llevan en el pico indicios, símbolos, según el color del cristal, y apuntaban allá por la prístina aurora significados concretos de los tremebundos sentires que emanaban como de un indeleble manantial, y así acaecía al descolgarse por la cueva del Negro, brotando a borbotones emociones trasmitidas de generación en generación, cual memoria de los pueblos, en la soledad de la noche, ensortijada de horripilantes murmullos, que encendían las pulsiones de los osados que a ciertas horas se dejaban caer por allí. Y no andaba muy lejos el aquelarre de las Cabezuelas, paso constante y obligado de los caminantes, que se veían forzados a su utilización para buscarse el sustento o beber en las aguas del otro enclave urbano, y respiraban el negro carbón en sus tiznados rostros y en los recovecos que la conformaban, palpando allí al sacamantecas, y sembrando el pánico en el subconsciente, incluso antes de la llegada de la fiesta del cumpleaños con las piñatas y los globos de colores. El panteón, no el inglés del paseo de Reeding en la capital malacitana, sino el ubicado en las faldas del municipio morisco con las puertas siempre abiertas de par en par, dispuesto a ofrecer una campechana hospitalidad a cualquier hora de la noche o del día, y a veces crecían las flores en su regazo, alegrando los recuerdos y la soledad de sus moradores, y por donde se masticaba a una edad temprana la amenaza de una mano negra o unas arbóreas y gigantescas uñas, que no se sabía muy bien cómo y cuándo actuaban.
A la entrada de la villa, la Fuente saludaba sonriente al viajero, enseñando sus blancos dientes, figurando en sus desvelos como el pórtico de la gloria, adonde acudían los moradores a lavar la mugre de los sinsabores y las legañas del esparto, y donde abrevaba la caballería, o se le servía en un vasto cuenco el rico maná al sediento rebaño, o a la misma población que palpitaba ansiosa en derredor, ante la ausencia de agua en las casas, acarreando cántaros apoyados en los costados las muchachas con sus brillantes salcillos y sensuales galas ornadas con chispeantes y vespertinas sonrisas, que limpiaban la mota de polvo de los ojos y curaban la ictericia, rompiendo el hielo de la tarde.
Se erguía, como en un escaparate, una cascada de balates, bancales y nombres como, el Higueral, el Trance, los Morros, el Cerrillo del vinagre, la Minilla, el Castillejo, entre morisco y mudéjar, con sus huellas desafiando al verdugo de los días a las mismas ruinas de Pompeya; el Cerro del águila o la cuesta de Panata, de forma que todos picoteaban en el pastel común para alimentar sus afanes, con la aquiescencia de sus habitantes, sembrando suspiros súbitos o satisfacciones o imborrables gestas, unas más sublimes que otras, mediante las mesnadas de labriegos que se desplazaban por tales puntos marcando hitos en sus pulsaciones.
Las cuestas costaban un doble esfuerzo por el ascenso o el empuje del descenso, y porque se estrellaban sobre sus cabezas el ajetreo continuo, la ansiedad de cubrir el expediente para que las necesidades más perentorias no les expedientasen a la hora de sentarse a la mesa con la prole, con los sombreros o sin ellos, y a su vez los terribles rayos solares o las infernales ventiscas con azotes de mano dura en las caras de las caballerías o de los propios arrieros, que paso a paso, grito a grito, trago a trago, engullían el amargo trayecto después de cruzar, como la barca de Caronte, a la otra orilla del río Guadalfeo, con el agua al cuello, si la crecida así lo requería, y con el bastón o palo o sus piernas o encima de la acémila, meciéndose o nadando contracorriente por el turbio oleaje del río, y puede que hasta se burlase en sus mismas narices al ponerse blancos como la pared los camicaces bañistas de turno.
Y así, desgranando la vacuidad del ayer, si nadie lo remedia, remedando al poeta que añoraba a su progenitor, nuestras vidas son los ríos, que van a dar en la mar, que es el morir.

José Guerrero Ruiz

 


 

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ATRAPANDO LA LUZ DEL INVIERNO
 

ATRAPANDO LA LUZ DEL INVIERNO

 

Al principio yo también creía en dioses.

Esperaba paciente que su luz me impregnara e hiciera de mi el espejo en que reflejar su grandeza.

Adoré, con la debilidad que crea la dependencia, a mis padres, mis profesores y esas personas tan serias a los que todos temían y respetaban.

Era aquel tiempo incierto pero dulce de la infancia, en que nada sabía, pero no sufría, porque ni sabía que no sabía, ni sospechaba siquiera que se pudiera llegar a saber o a creer que se sabe.

Siguiendo el curso de la naturaleza, en mi adolescencia rompí todos los ídolos, y con la candidez de la juventud, coloqué, sin saberlo, a otros en su lugar.

Luché con ira contra la ira, contra el dolor sembrando dolor, contra la intransigencia de la injusticia siendo intransigente ante ella. Creía, sin la menor duda, justa la ira de los justos.

Cometí cuantos errores pueda cometer un ser humano, sólo el azar hizo que mis manos no se mancharan de sangre. Conocí casi todos los placeres que esta vida puede regalar y sufrí casi todos los dolores que el destino pueda deparar, el peor, sin duda, la muerte de seres queridos.

Era torpe como todos los creyentes, obsesionado con vencer, sin sospechar siquiera donde se encontraba mi enemigo, sin sospechar que todos nuestros enemigos lo son tan sólo porque les concedemos tal puesto en nuestra vida y en nuestra mente.

Era un ciego intentando alcanzar la luz golpeándola con su bastón blanco.


 

El tiempo fue aclarando mis pensamientos algo más rápido que mi pelo, fue domando tanta energía, enseñándome a no desperdiciar la vida, enseñándome, poco a poco, a vivir. . .

A mis padres, hermanos y amigos pude verles, al fin, como personas en toda su magnitud y miseria, ni mejores ni peores que yo mismo.

Aprendí a mirar con un mínimo de comprensión tanto al arrogante, como al codicioso, al iracundo o al que se engaña a si mismo hablando de paz, amor y fraternidad, mientras autojustifica sus egoísmos y mezquindades. Aprendí a mirar las ideas por las que en otro tiempo hubiera dado la vida, como unas ideas más en un mar de ideas que a diario dan a luz nuestras mentes.

Aprendí, casi, a perdonar y casi, a perdonarme a mi mismo.

En todo encontré luz y sombra: En la sombra de nacer sin una tierra a la que pudiera llamar mía, la luz de sentir que mi patria era todo el planeta; en la sombra de haber padecido la soledad, la cálida luz de la amistad; en la sombra de la muerte, el aprecio constante y creciente por la vida . . .


 

Ya hace mucho que no creo en los dioses que son predicados y representados por mortales. Tiempo ha que escucho indiferente el murmullo de las plegarias vacías que llenan los templos. Una diminuta chispa de luz me hizo comprender un día que hay tantos dioses como seres humanos, y que ninguno es mejor o peor que otro, mientras su existencia no siembre dolor.

Mis dioses, que nunca exigen adoración, aunque siempre solicitan compañía, son de este mundo, son los hijos de esa especie contradictoria, que con ímpetu adolescente, es incapaz de cuidar el espacio que habita, de ser responsable de sus actos, de sospechar siquiera el lugar donde se encuentra dentro su caótica juventud evolutiva . . .

Esa especie que, impregnada por igual de luz y de sombra, es capaz de los más creativos y destructivos actos, pero tan entrañable en su alocada inocencia, en sus utópicos ideales que siempre consigue alcanzar, en su desordenado crecimiento.


 

Pasó el tiempo, y ya en el invierno, aquella chispa primigenia se transformó poco a poco en la llama de una vela, diminuta, pero suficiente para ver que no existía en lo humano ni un ápice de maldad o bondad, tan sólo miedo, amor, fantasía y necesidad.

Tras medio siglo con los ojos abiertos, sigo preguntándome:

¿Qué es la luz? Y no me inquieta la pregunta, tan sólo me sorprende ese empeño nuestro en intentar atrapar cuanto desconocemos, rindiendo homenaje, sin saberlo, a lo más humano de nuestra naturaleza humana: la curiosidad.

Todos atrapados por la duda de si habrá primavera tras el último invierno, si todo esto tiene sentido, o es sólo un absurdo cuento con mucho cuento, por la duda de si todo no se quedará, al final, en apenas cien años de soledad.

Porque aquí estamos todos, incluso quienes no lo sospechan, reunidos bajo el anhelo común de atrapar la luz, bajo el estigma de la sombra de nuestros miedos, todos tan diminutos como todopoderosos, tan frágiles como eternos, y apenas consolados por el calor fraterno de cuanto compartimos.

 

Nekovidal - nekovidal@arteslibres.net  


 

 

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CIEN AÑOS DE SOLEDAD

CIEN AÑOS DE SOLEDAD

 

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". (“Cien años de soledad” Gabriel G. Márquez)


 

Muchos años antes, para él, invierno significaba noches de agobiante calor en la playa, días de cegadora luz, tardes de plomizo estío.


 

Cuando descubrió la nieve y el hielo, la palabra invierno se metamorfoseó en su mente en algo nuevo y desconocido, y también en un reto que cuestionaba al resto de las palabras: ¿cúal sería el sentido oculto, la oculta sorpresa que guardaba cada una de ellas, cuyo significado, ingenuamente, hasta ahora creía conocer?


 

Comenzó por cuestionar dos, y tan sólo dos consiguieron tenerle en vela durante días: amor y libertad . . .

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 


 

CIEN AÑOS DE SOLEDAD


La Bella durmiente pasó cien años de soledad durmiendo.
Pero un día, llegó un principe cualquiera,
y le arrancó con un simple beso
de sus sueños más profundos.
¡Un cuento con mucho cuento...y muy cruento!
 

Esther Luna


 

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UN CUENTO CON MUCHO CUENTO

UN CUENTO CON MUCHO CUENTO
 

Tenía que empezar un cuento, pero no tenía nada que contar. Y de ello dependía su vida. Aquel enano lo miraba con mirada inquisitoria y no lo dejaba pensar. Recordó aquellos tiempos en que escribir cuentos formaba parte de su cotidianidad. Escribía cuentos por encargo, a dos dineros la palabra. Cuentos largos y breves, novelas, comedias y teatro. Su inspiración era ilimitada;  y su capacidad de imitación, su perfeccionismo copiando eran dignos de emular. Podía escribir diez mil palabras en un día corriente, pero había logrado doblar esta cifra sin merma de su calidad caligráfica, y por supuesto sin faltas, manchas ni tachones. Ahora era distinto. Tenía que inventarse algo original, algo nunca escrito por nadie. Aquel ordenador detectaría cualquier conjunto de cuatro o más palabras seguidas que ya hubiesen sido escritas. La historia escrita de la humanidad había sido informatizada por los enanos y tenían todos los datos para no dejarse engañar por los terrícolas. Su juego ultrahumano consistía en no repetir nunca la misma serie de palabras. Esto los mantenía vivos. Cualquier repetición de vocablos enviaba una orden al cerebro central que cortaba el suministro de oxigeno a sus cerebros y les asfixiaba, produciéndoles terribles trombosis que en el mejor de los caso les dejaban parapléjicos, incapaces de articular suficientes sonidos seguidos como para recibir un nuevo recorte de oxigeno que pusiese fin a sus pavorosos días. A mi paso  hacia la gran sala de recibimientos, cuando me bajaron de la nave, había podido comprobar el horroroso estado en que se encontraban aquellos miles de desgraciados. No me atrevía a pronunciar palabra alguna y, sin embargo el tiempo se me estaba agotando y tendría que recitar un cuento entero con frases nunca antes escuchadas. “Un purgatorio inexistente húbose una vez-empecé a balbucir-, más Su Infalibilidad lo convirtió en irrisoria ausencia, dejándonos insalvables miasmas infernales que poblar”. El Purgatorio tembló en ese mismo momento y me vi interrumpido por las infalibles palabras del Sumo Pontífice de Roma, que retumbaron en mis oídos y en los de todos los presentes: Purgatorium non est. La inmensa losa que cubría el lugar de tormentos se abrió y nos dejó caer a todos en el infierno, liberando así del sufrimiento temporal a millones de seres que purgaban sus pecados elocutivos. Moraleja, sé creativo, como Dios, que copiar ya no es pecado venial, sino mortal, como los humanos. Nos vemos pues en el infierno.

Diego Pérez Sánchez


 


 

UN CUENTO CON MUCHO CUENTO
 

El anciano escrutó la mirada ingenua de los jóvenes y prosiguió: “Así ha sido siempre y así siempre será: la autoridad debe respetarse, y a los representantes de Dios, y los lugares sagrados, y la propiedad, y a las personas mayores, porque todos ellos son la digna representación de nuestra sociedad, y son los pilares de nuestro futuro”.
 

Los jóvenes se miraron entre sí, y un par de ellos sonrieron desconfiados. A pesar de su juventud sabían, sin la menor duda, que la vida siempre ha sido cambio, comprendían los temores y derrotas del anciano, pero comprendían igualmente que alguien habría de quitar cuento a un caduco cuento cargado de tanto cuento, que alguien habría de seguir escribiendo, como siempre había sucedido, sin más límite que lo mejor que pudieran imaginar sus mentes, el cuento cotidiano de la esperanza en un mundo diferente y mejor, el cuento de la vida . . .
 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

UN CUENTO CON MUCHO CUENTO

El fin de año, como si aún creyéramos que el tiempo es algo plano, lineal y continuo.

Es fácil en estos días escuchar referencias al comienzo del año nuevo, como si efectivamente algo en realidad terminara. Como en esos mapas antiguos en los que creíamos que la tierra era plana. Damos carpetazo al antiguo calendario y colocamos el nuevo almanaque con todos sus días sin estrenar. Parecen más relucientes como si los alumbrara la luz del amanecer. Aunque no es menos cierto que cada día es un nuevo comienzo, cada día todo acaba y empieza de nuevo.

La explicación que nos han dado nuestros políticos de turno a la crisis económica,

¿No será todo en realidad fruto de una estrategia bien calculada para retroceder en derechos ciudadanos y laborales al abrigo de una contundente explicación?

La navidad con su comercio, sus buenos deseos y su machonería de fanfarria.

Con su llamada insistente a la compra, compra, compra…Institucionalizando el calendario de las buenas maneras y los buenos propósitos como si el resto del año fuese una bacanal de valores en la que todo cabe el uso, el abuso, el robo, la mentira,

Un cuento con mucho cuento esta supuesta civilización moderna que se nos vende a golpe de descubrimiento científico, cada vez más alejada de la esencia humana.

Convencernos de que somos una maquina más con instinto animal, que nos mueven sólo las pulsiones más primarias, y que a través de ellas somos presa fácil de la manipulación.¿Existe algo más? que cada uno se lo pregunte a sí mismo en silencio, a solas consigo mismo ¿Existe algo más?

Bueno un deseo para este nuevo año que supuestamente empieza, que no decaigan ni los buenos deseos, ni los buenos propósitos.

Begoña Ramírez Joya



 

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EL INVIERNO

EL INVIERNO


El invierno le pilló desnudo. Durante el último otoño, había ido perdiendo todas sus hojas.
Así que no le quedó más remedio, que exponerse así a la intemperie y desear, pacientemente,
que un fuerte calor interno, le hiciese brotar algunas ropas nuevas.

 

Esther Luna

 


 

EL INVIERNO

   Ricardo resoplaba con dificultad tiritando de frío, cuando recolectaba la aceituna en el campo. Era superior a sus fuerzas. Maldecía los días en que le obligaban a realizar semejantes tareas. Prefería no haber nacido. Cuán distinto del tiempo de recreo en las fiestas navideñas, que se lo pasaba en grande, disfrutando con los amigos en diferentes divertimientos en la plaza o por las calles del pueblo o en casa de algún amigo. Los días, impregnados de rica savia, se hacían querer y parecían eternos, e invitaban a soñar y volar por las alturas, paralizándose el sol en mitad del cielo, y todo a su alrededor sonreía sobremanera, encontrándose en un lugar ameno, casi bucólico, sin contratiempos ni una espina o umbría que le incomodara.

   No quería pensar la que le esperaba cuando bajara el telón el otoño, y asomase cantando el invierno, dispuesto a renovar las aguas otoñales, con el fin de realizar los quehaceres que le corresponden en su estación. Se le nublaba el horizonte. La cantidad de nieve, pensaba, que debía triturar para seguir viviendo. Esos lóbregos días en carne viva, que se tiran a la calle sin respetar abrigos ni bufandas, dispuestos a todo, ¡esos días serían tan negros! No podía serenar los ánimos. Los ardores de estómago se le acrecentaban y lo llevaban a mal traer, generando en su vida innumerables inquietudes. Los olivos, esplendorosos  y magnánimos, no daban su brazo a torcer, ofreciendo su fruto, y formando una alfombra verdinegra, como si cayera maná o acaso goterones de agua congelada sobre la misma coronilla de Ricardo, que lo derretían, al recoger en cuclillas el preciado fruto.

   Por las mañanas tomaba el caliente desayuno de torrijas caseras, que se preparaban en la sartén con rodajas de pan en abundante aceite hirviendo y el correspondiente tazón de leche, alimentando el fuego con cáscaras de almendra, ramas y troncos o carbón. Poco a poco se iban dorando hasta tostarse. Era el carburante imprescindible para que arrancaran los motores antes de trasladarse a lomos de la caballería a los distintos pagos o fincas del lugar (verbigracia, Las alberquillas, El corralillo, Jurite, Cuatrei, Los palmares, La loma colorá, o el suspiro del moro, etc.). Los caminos se habían diseñado para el paso de las bestias, por lo que de vez en cuando descollaba por la superficie algún que otro abultado peñón, o de improviso aparecían feos hoyos, de modo que hasta al caminante más curtido en la batalla se le jugaba una mala pasada.

   ¡Cuán lejos quedaba aún el todo-terreno! Resultaba impensable aún en tales fechas, y más para los autóctonos, que llegase un día en que los vehículos de motor transitaran alegremente por aquellos parajes como pedro por su casa. Sin embargo, la nieve revuelta con las olivas rodando por la áspera corteza del terreno, y que tanto odiaba Ricardo (porque lo que le gustaba en esos momentos era ir a la escuela y hacerse un hombre de provecho para el día de mañana, como otros niños de su edad), pero que era tan beneficiosa para el campo (así lo atestiguaban los más antiguos del lugar evocando el proverbio, año de nieves, año de bienes), y tan apreciada  a su vez en las sierras limítrofes por quienes gozaban de un nivel de vida superior, en que sus ingresos les permitían gastar una parte en la práctica del esquí, alojándose en un apartamento u hotel del recinto de la  urbanización.

   Tales incursiones a esos espacios privilegiados de esparcimiento de invierno no estaban al alcance de todo el mundo, resultando prohibitivo para una inmensa mayoría y por supuesto para Ricardo, en todo caso podría saciar su curiosidad contemplando el espectáculo de la nieve en el cine, y posteriormente en los reportajes de televisión. Aunque en el fondo no le engendraba envidia, no obstante no le hubiera disgustado haberse desplazado a dichos lugares con la mochila bien abastecida, y desplegar sin miedo al desfallecimiento todas sus habilidades, pero sólo era un hipotético sueño. Durante la recogida de la aceituna se fraguaban las escenas más lamentables, pues las manos se desgañitaban impotentes pidiendo auxilio, al palpar la yema de los dedos la esquiva tierra y los pinchos y las traidoras lajas con la incertidumbre de si bajo su regazo cobijaran algún astuto escorpión y le picase por sorpresa. Tiritaba Ricardo acobardado por las insensibles bofetadas que recibía del gélido invierno, cuando no del progenitor, haciendo acto de presencia un serio frío, que de buenas a primeras se despojaba de la careta, echando las redes con un ímpetu inusual, acaso porque allí se encontraba él, pensaría, causando estragos en las emociones y los sentimientos, sumiéndole en la mayor desesperación.

   El año nuevo no las tenía todas consigo, por lo que le pedía consejo al saliente por su experiencia, preguntándole cómo podría conseguir darle gusto a la gente desde el principio de su reinado. Mas el año viejo, levantando con dificultad una mano, y con una voz pavorosa, que salía silbando por entre las roídas encías decía, que no se hiciese demasiadas ilusiones, porque lo que prolifera en su oficio son las descalificaciones y los insultos, apostillando que con todo ello se podrían llenar tantas sacas, que no cabrían en los almacenes de todo un continente o del mismo universo. Así irán repitiendo sin desmayo por calles y plazas en invierno y en verano expresiones como, ha sido un año horroroso, un año de desdichas, un año de ruina, un año escandaloso, con otro año como éste no quedará nada sobre la faz de la tierra. Incluso apuntaban que todo lo que les ocurría a los mortales era achacable al paso y al peso de los años; menos mal, le espetaba, que al cabo de los días se vuelve uno tan sordo, tan torpe, que no oye la lluvia de quejas e improperios que van descargando.

   Entonces el año nuevo ideó un plan, a fin de arreglar los problemas que le concernían, y encargó que enviasen e-mails a todo el mundo que padecía alguna dolencia, tullidos, mancos, ciegos, cojos, infartados, ancianos maltrechos, preguntándoles con todo detalle si deseaban que se quitase de en medio, desapareciendo del mapa, con idea de evitar que se prolongaran por más tiempo las angustias y calamidades por su culpa, y respondieron todos al unísono, sin excepción, que, por favor, no se ausentase ni una pizca de tiempo, pues de lo contrario corrían el riesgo de ver rebajada su vida en al menos un año, y no estaban dispuestos a ello.

   El nuevo año enternecido por las fervientes muestras de apoyo, y las irrefrenables ansias de vivir de los afectados, dio su brazo a torcer, permaneciendo en su puesto al frente de su trabajo durante el tiempo de gobierno que le correspondía.

     No obstante, el invierno trituraba paulatinamente lo poco bueno que había hecho el otoño, y arreciaron los huracanes, la erupción de volcanes y los tsunamis, menospreciando en parte la opinión de la población, pues ya tenía asumido que hablarán peste de él, siendo el blanco de todas las miradas, el culpable de todos los achaques, el verdugo, el que engendra las enfermedades, las arrugas, las lumbalgias, la desgracia de fenecer, que no es poco, y lo peor de todo, el olvido.

   Alguien barruntará que no está todo perdido, que si se sumerge uno en la lectura de Cien años de soledad, seguramente supondrá ingerir una vacuna contra la brevedad de la vida, y así el fugit tempus saltará por los aires y se detendrá al menos un siglo o más, porque dependerá de lo que dure su deleite, al leerlo con fruición y mucha parsimonia, sin miedo a sentirse en soledad durante la travesía. O tal vez, ante la zozobra, contratar a Sherezade, a fin de que venga a nuestra presencia, e hilvane historias y más cuentos y una vez que llegue a las mil y una noches, iniciar de nuevo el itinerario incluso contándolos pausadamente a la inversa, y, aunque no sean capicúas, ya se les hará un huequecillo para que encajen con toda su grandeza y misterio, y así indefinidamente por toda la eternidad, y que el tiempo se fastidie, aunque como guinda del gran festín y siguiendo en sus trece, intente burlarse en nuestras propias narices una vez más, dejándonos cara de tontos con la frase lapidaria, el tiempo todo lo cura, pero a pesar de todo persistirán las suspicacias por doquier, y en especial sobre la futura recolección de la aceituna.               

José Guerrero Ruiz



 

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CUENTO DE NAVIDAD

CUENTO DE NAVIDAD

 

En muchos frentes de guerra se ha llegado y se llega, por estas fechas, a treguas navideñas, habiéndose dado varios casos de confraternización de las tropas con el enemigo, llegando a cantar juntos canciones propias de la época y deseándose mutuamente unas muy felices Fiestas.

Fueron hermosos cuentos de Navidad, de los que tuvimos las versiones más conocidas durante la Primera Guerra Mundial, cuando quienes se aniquilaban mutuamente compartían credo religioso, cultura y costumbres. Eran conmovedoras historias que sólo tenían un defecto: eran historias . . . Al día siguiente, o a las pocas horas, se reanudaban los bombardeos y las matanzas, degollándose mutuamente o reventándose con metralla quienes horas antes se deseaban paz y fraternidad.

 

Nunca se supo mostrar y resumir en tan poco tiempo, horas a veces, de una forma tan explícita y evidente, la contradictoria naturaleza humana.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net




 

CUENTO DE NAVIDAD

La lluvia no se ha dado descanso en varios días. El cielo parece haberse roto definitivamente. Si fuese un llanto por todo lo que la humanidad hace a diario se podría decir que la tierra está muy, muy triste. En otros lugres nieva que para el caso es lo mismo. En un rincón de una calle cualquiera de cualquier ciudad en cualquier país del mundo vive  Carlos, se trata simplemente de ponerle un nombre. Son ya casi las ocho y dentro de muy poco en cada casa se celebrará la Nochebuena  .Después de la cena en familia ha quedado con sus amigos, auque a quien tiene más deseos de ver es a Adama . Es senegalesa y tiene su misma edad 17 años. La cena ha transcurrido con algunos incidentes, como todos los años su abuelo y su padre han discutido de política. Han terminado gritando y echándose la culpa el uno al otro de la crisis mundial. Total a mi me da lo mismo que la culpa la tenga mi abuelo, mi padre o los bancos que es lo que dice todo el mundo. El caso es que estamos jodidos. Sobre todo los jóvenes que siempre pagamos los platos rotos. Aunque a mí lo que de verdad me importa es la sonrisa de Adama. Esta tarde antes de la cena hemos ido toda la pandilla a dar un paseo por el río. Venía muy crecido por la lluvia. Nos hemos puesto a bromear sobre qué pasaría si alguno de nosotros fuese arrastrado por la corriente. A menudo pensamos esas cosas, no me asusta demasiado la idea de la muerte. Algunos chicos han querido bajar par ver el torrente de agua más cerca y Adama y yo nos hemos quedado juntos. Sentía el corazón latir con mucha fuerza. Una suave brisa me acariciaba la cara y ella me ha sonreído. Si en ese momento hubiera podido abrazarla seguro que hubiera estallado. Creo que la razón del mundo habita en sus manos. Son casi como el chocolate, marrones, casi negras, y pequeñas, mucho más pequeñas que las mías. El otro día le escribí un poema. Aunque ella no lo sabe porque me da mucha vergüenza.

A las once he bajado por fin a la calle. Me han echado la bronca porque los jóvenes somos unos descreídos que ya no guardamos las buenas costumbres.

Hace tiempo que dejé de creer en los dioses. Pareciera que en el fondo no dejáramos nunca de necesitar al padre, como lo llaman en la mayoría de los credos o la madre que nos tutela y protege. Condenados a ser  siempre niños revoltosos necesitados de castigos y educación para no torcer el camino.

Nos negamos ciegamente a construir nuestro destino bajo nuestra responsabilidad y tutela .No nos fiamos de nosotros mismos.

 De nuestra propia honestidad y nuestra propia fuerza.

Es un fastidio pero sigue lloviendo, Adama no ha venido .Su padre no le ha permitido salir tan tarde.

Creo que no se fía de mí y casi lo entiendo. Joven occidental malcriado en la opulencia, enganchado a la televisión y los videojuegos, la coca cola cola y la comida basura

Mañana es navidad y me acercaré a su casa. Tengo un regalo para ella. De mi propia cosecha. Venceré mis pudores y le daré el poema que le escribí.

 

Poema de amor

 

Mi casa son tus manos

Y mi morada tu pecho.

En la danza de tu cuerpo

renace cada día el universo

Y aunque nos habite el eco

de los ruidos del mundo

mi casa son tus manos

Y mi morada tu pecho. 
 

Begoña Ramírez Joya




 

CUENTO DE NAVIDAD

            Las luces con motivos navideños titilaban como estrellas en el cielo, los escaparates de las tiendas brillaban ofreciendo la más variada gama de productos, tentando a los transeúntes a pasar y comprar.

La gente entraba y salía de las tiendas cargadas de bolsas, presurosas y satisfechas ultimaban los preparativos para la fiesta de Navidad. A lo lejos se escuchaban los canticos de una pastoral que repetía machacona a ritmo de panderetas y zambombas el estribillo de un villancico, “noche buena de amor, Navidad jubilosa”. Ignacio se tapó los oídos con las manos, llevaba rato deambulando de un lado para otro de la ciudad, observaba como la gente compraba compulsivamente comida y regalos como si fuera a acabarse el mundo y no hubiera más noches y días para comer y regalar, los villancicos seguían martilleando a Ignacio que refrenaba su ira y domeñaba su amargura.

¡Navidad jubilosa!, ¿es jubilosa para los sin techo?, ¿para los enfermos?, ¿es jubilosa para los que están sufriendo una cruel guerra?, ¿para los parados?, ¿para los que sufren la pérdida de un ser querido?, ¿para los que padecen hambre y sed de justicia?”

La Navidad conmemora la llegada del hijo de Dios al mundo, pero el ya dudaba que Dios existiera, ¡no!, no dudaba, estaba seguro que no existía, cómo si no iba a permitir tanto dolor, tanto sufrimiento y tanta injusticia en este mundo en que vivimos, como iba a permitir que la maldad se extendiera como una plaga por todo el planeta sin hacer nada por evitarlo.

Y con estos pensamientos llegaba a la conclusión que no existía o que se había cansado de nosotros y se tomó unas largas, largas vacaciones, pasando totalmente  de este planeta.

Ignacio se sentó en un banco del parque, no quería volver aún a casa, tenía miedo, miedo a ver la tristeza en el rostro de su mujer, a sentir subirle la angustia hasta la garganta al ver la alegría de sus hijos porque pronto llegaría Papá Noel cargado de regalos, y luego los Reyes Magos. Pero este año no habría nada, Papá Noel y los Reyes magos pasarían de largo y ellos no sabrían qué decirle a sus hijos cuando amaneciera y vieran con sus caritas bañadas en lágrimas que no tenían ningún regalo. No lo podía permitir, tenía que hacer algo, pero qué… ¿qué? ¡Maldita Navidad!

Él lo había intentado, día tras día desde hacía meses que se quedó sin trabajo, salía por la mañana y pegaba en todas las puertas mendigando un trabajo, el que fuera, pero nada.

Se quedó mirando el cochazo que acababa de aparcar frente a él, “ese no tiene problemas”, pensó, “qué injusta es la vida”. Observó cómo se bajaba del auto y empezaba a descargar paquetes uno tras otro, se notaba que eran regalos, un montón.

Sonrió amargamente, “unos muchos y otros nada”, siguió con la vista los movimientos del hombre que no tenía manos para tantas bolsas, cuando se marchó, Ignacio se fijó en que se dejó algo olvidado, antes de sacar las bolsas sacó un pequeño maletín que depositó con cuidado en el techo del coche. Se acercó y lo cogió, se lo llevó a un sitio apartado y lo abrió, ahogó una exclamación de sorpresa, nunca vio nada tan valioso, lo cerró de un golpe y lo apretó contra su pecho, con esto papá Noel y los magos visitarían su casa, a su mujer se le alegraría el corazón, resistirían una temporada hasta que encontrara trabajo. “¡Es mío! Me lo he encontrado, no tengo dudas, pero… no puedo, esta maldita conciencia no me dejaría dormir, no me dejaría vivir”. Y levantándose volvió al sitio donde lo encontró, allí estaba el dueño del maletín buscándolo desesperado hasta debajo del coche.

-         ¿Se le ha perdido algo amigo?

El hombre con la cara desencajada se volvió hacia él y lanzó una exclamación:

-         ¡Mi maletín! ¡Dios mío, gracias, gracias!, son las joyas de la familia, han pasado de generación en generación, las saqué de la caja fuerte del banco para que mi mujer y mis hijas la lucieran en la fiesta de Navidad.

El hombre entre sollozos por los nervios lo abrazaba y seguía dándole las gracias, siguieron charlando un rato más, luego camino de su casa Ignacio se sentía como un necio, a quien se le ocurre, a ese hombre no le faltaba de nada y a él de todo, pero su consciencia estaba feliz y relajada.

Al día siguiente llamaron a la puerta, se miraron, no esperaban a nadie, cuando abrieron se encontraron a tres chicos cargados, uno con una gran cesta de Navidad y los otros llenos de paquetes de todos los tamaños, apenas pudieron balbucear un “gracias”.

-         Pero tiene que haber un error.

-         ¿Esta es la casa de Ignacio Balbuena?

  Los dos asintieron.

-          Entonces es para ustedes.

Cuando leyeron la tarjeta que venía en la cesta, se quedaron atónitos, decía

De nuevo mil gracias, deseo que pasen una feliz Navidad y una vez pasadas le espero en mi despacho, un trabajo le está aguardando, gente como usted es la que quiero en mis empresas”

La mujer se le quedó mirando y él le dijo

-         Ya te contaré… Esto es un milagro de Navidad, voy a tener que creer a pesar de todo que sí que Dios existe.

María Bueno



 

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LA VELA

LA VELA
 

La vela del velador que por tí vela con su luz, no esconderá veladas argucias, sino que te guiará cual velamen de velero, cual firme llama de velón.

Se consumirá cual velo en las llamas de una vela, y velando por tí mientras te vela, sólo si el insomnio te desvela, desvelará su misterio: la vela sólo es vela, y sólo por ti vela, cuando, desvelado, la ves.

Esa es la misma vela que, si lo quiere el destino, no formará parte mañana de tu velatorio y, con suerte, velará por la alegría de una larga velada.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

LA VELA

   La vela se sentía reprimida por el incomprensible aire que emanaba del género humano. Quería encontrar, como el filósofo de la linterna, la esencia de los seres por las calles y plazas en este vasto mundo, o acaso en el poso del vaso que alguien acababa de apurar. Lo hacía lo mismo a plena luz del día que en noche cerrada o de luna llena; eso le traía sin cuidado, pues escudriñaba la honestidad encarnada en las personas. Había gente que le increpaba preocupada, y lo interceptaba sin tregua, calificándolo de descerebrado, zascandil u otros epítetos ya arraigados en el acervo hispano, como el que en mala hora nació, y se ensañaban con su afán de búsqueda, sobre todo por el derroche de energía al ir en mitad del día, empecinado en hallar el verdadero meollo, la genuina idiosincrasia de los mortales.

   No advertía con conocimiento de causa los intríngulis de los enemigos a los distintos modos de indagación, sobre sutilezas y endogamias peculiares, que navegaban por el universo sin haberse examinado hacia sus adentros, con luz propia, o mirado al espejo con los ojos de la consciencia, y hurgar en la imagen con una visión desinteresada, proyectando sus alegatos para estar vivo en bien de todos los pobladores, o seguir viviendo, mal que bien, en el andamiaje sin rebajar la blancura de la inmaculada nieve. Llegado a este punto, si se desnudara ante el espejo, no se sabe la reacción que tendría, al observar con lupa hasta las últimas consecuencias los microorganismos y las voluntades de que ha sido moldeado, y cómo aparecen estructurados. Cuántos misterios se agolparían en tan pequeño espacio de intelecto.

   La incertidumbre se haría sin duda el harakiri, al percibir la minúscula armonía que se tejía entre la potencia y el acto (el poder y el hacer), entre los principios de los que se fueron hilvanando palmo a palmo los trajes, las cortezas sensibles de su cuerpo, los nervios, las células madre, y los pasos posteriores en la vida, sin brújula unas veces, sin orden ni concierto otras, que finalmente no conducen a parte alguna.

   Continuaba el hombre con la vela asida haciendo sus labores de investigador del estulto mundo, que se debatía en mil desvaríos, haciendo de tripas corazón, bebiendo aguas insanas o cicuta adulterada, que, sin embargo, emponzoñaba paulatinamente la existencia, y por ende se iba perdiendo la fresca semilla que ilumina la razón, cayendo en descorazonadas tropelías al hilo del discurrir de los días.

   Hoy es ayer, y mañana es hoy o tal vez al revés. Y el cerebro a través del tiempo se descuajeringa y desvincula cada vez más de lo primigenio, de lo ingenioso, de su cara natural, y se va convirtiendo en desvaídos entes, desprovistos de sentido, incapaz de vigilar la cocina, a fin de que el guiso, que hierve en la olla con toda la pringá, no se salga de sus casillas arremetiendo contra todo bicho viviente, y no ardan, como la vela o una mazorca de maíz, las propias células y el entorno familiar. Ocurrirá entonces que cuanto más tiempo invierta en lo visionario y en actos banales, mayor será el suplicio y la desdicha que le embargue, dejando de lado lo básico, lo irrenunciable, como, respirar, acariciar una mano amiga, observar la tierna ingravidez del gorrión asomado al balcón, o simplemente vivir, que tal como andan las calendas, no es bien poco.

   Adelante, no se distraiga, y apague el fuego de la olla para que no explosione o salga respondona, y camine con tiento extrayendo de la imagen del espejo una enseñanza, la enjundia que entraña y nutre el espíritu. Todo ello coadyuvará a pronunciar Eureka, o albricias, y contestará con gusto al principal interrogante, para qué está aquí devanándose los sesos con una vela por avenidas y bulevares, si no ve ni lo que acontece en derredor, porque lo falaz oscurece la luminosidad de la vela, y le atraviesa el costado, surgiendo reflejada en el espejo la falacia.

   Ahora se dirige al otro extremo del compartimiento de su cerebelo, y mira la suerte en la bola de cristal (vaya usted a saber qué le dirá), o acaso en la lista de lotería por si los dioses o papá Noel se han dignado traer una pizca de saludable alegría, o un tarro de cosmética para revocar los desconchones y adecentar un poco la maltrecha fechada, que han ennegrecido las lluvias sin ningún remordimiento.

   Hay títulos, nobiliarios o no, o temas que mueren por el camino, dando fe del nombre como el título irrecordable, antes de ver los rayos del sol o la llama de la vela, no sólo por el tiempo transcurrido, ya que puede ser de repente, o de un día para otro, desmoronándose incluso el árbol mejor plantado y con las raíces más arraigadas.

   Por consiguiente la sabiduría y la honradez pueden surgir por contraste, ¿cómo no serlo ante el trato con una pléyade de personajes miopes, sin una visión de futuro, y que a veces son necios?

Y en éstas andaba enzarzado el viajero, cuando se fraguó el econtronazo,

   -Pero qué sucede, oiga, que me lleva por delante, espere un momento, no sea un bruto.

   -Ah, perdone, no lo sabía, y entonces, si es ciego, ¿por qué va con la vela encendida en la mano?

   -Para qué va a ser, buen hombre, para que me vean los demás, porque no es lo mismo verse el ombligo, que poseer una visión de las cosas, una perspectiva cualificada de los seres y los comportamientos, pues aquí donde me ve, aunque no lo parezca, procuro alumbrar por la vida.  

   Y después de haber recorrido múltiples laberintos y vericuetos a lo largo y ancho del planeta, aunque no durmiera en un tonel como el filósofo heleno, ni se alimentase de los desechos humanos, se cuestionaba el currículo vital, farfullando, tanto batallar para irse desnudo uno, y sin derecho a indemnización por los imprevistos descalabros del viaje.

José Guerrero Ruiz           





 

LA VELA

 

Soy la vela que te alumbra cuando ya dejas de creer en la luz,

de la que emana una luz que reconoces impregnándolo todo,

demasiado cercana para ser reconocida, aún demasiado tenue,

y todavía demasiado lejana para sentirla como real y cotidiana.


 

Soy la luz que te guió en el primer momento y te guiará en el último.

La esperanza cuando ya no te quede, la cálida razón entre la sinrazón,

esa inmutable fuerza vital que te tomará de la mano cuando flaquees.

Ya sabes, no necesito templos porque cada ser vivo es mi hogar.


 

También soy tú, pero eso aún no lo sabes.


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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EL TEMA QUE NO PODEMOS RECORDAR

EL TEMA QUE NO PODEMOS RECORDAR
 

¿Quién recuerda el título de aquel libro que trataba de la vida en un pueblo entre las montañas y el mar, donde por alguna misteriosa razón no podía germinar el miedo?


 

Se contaba en el libro que, al no existir el miedo, no había codicia por miedo a la pobreza, ni agresividad por miedo a la debilidad, ni personas celosas por miedo a no ser queridas, ni racismo o xenofobia, que nacían del miedo a las diferencias, por miedo a ser diferente, por miedo a no ser suficiente ante lo diferente . . .


 

Se narraba también que nadie tenía miedo a la libertad, uno de los más comunes, porque desde niños les habían enseñado a gobernarse a si mismos, a perder el miedo a dirigir su propia vida.

Tampoco tenían miedo a mostrarse como eran, porque ya no tenían miedo a ser inferiores, porque la ausencia de miedo les enseñó que palabras como “inferior” o “superior” nacen de la misma esencia del miedo.

Se llegaba a decir, ya al final del libro, que las personas que allí vivían no temían a ninguna idea nueva, porque habían perdido el miedo a soñar, y que hasta perdieron el miedo al miedo, porque ya no temían ser mortales, al haber aprendido, ya libres de todo miedo, a aceptar lo inevitable con tanta fuerza y voluntad como utilizaban para prevenir y transformar lo evitable.


 

¿Nadie recuerda el título de ese libro?


 

Me temo que ese es el tema y título que más a menudo olvidamos, aunque lo llevemos siempre con nosotros, tal vez porque tenemos miedo a recordar.


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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EL HOLOGRAMA

EL HOLOGRAMA

La primera vez que desperté, con una terrible jaqueca, creía estar bajo los efectos de una resaca de alcohol, una de las drogas más primitivas y antiguas de mi planeta, una experiencia que había pasado en mi época de estudiante, y que no tenía intención de repetir.

Pero los síntomas fueron desapareciendo uno a uno, al pensar en ellos, con sólo identificarlos, y en apenas un par de minutos me encontraba perfectamente. Luego aparecieron las imágenes. Me incorporé y comprobé que no se trataba de una alucinación de mi mente, pues todos los sensores captaban el campo electromagnético que iban creando: eran hologramas tridimensionales tan reales como la nave en la que me encontraba.

Al principio eran siluetas antropomorfas similares a las que protagonizaban antiguas historias de fantasmas, luego se fueron haciendo más nítidas, dando lugar a seres de gestos lentos y suaves.

La comunicación era, como suele suceder en estos encuentros, telepática.

Mi bienestar iba en aumento, pronto comprendí que cada sensación placentera era resultado de desearla tan sólo, ése era el único esfuerzo que se me exigía para obtener a cambio cualquier tipo de sensación, respuesta o placer. Así borre de mi presente la sensación de soledad por ser el único ileso del accidente, recobrando el calor de la amistad de otros humanos cuyo cuerpo se hallaba a miles de años luz. A cada pregunta encontraba respuesta en mi mente, con tan sólo tener la curiosidad suficiente, y como cualquier humano, la tenía.

A cambio de ese inesperado poder, sentía como de mi memoria fluía hacia el exterior información, que me era solicitada por los seres holográficos, que evidentemente eran formas de vida estelares, como otras que habíamos encontrado antes, aunque éstas más sutiles y evolucionadas.

No podría calcular, ni remotamente, cuanto duró aquel estado de comunicación y comunión con aquellos seres, pudieron haber sido sólo unos minutos, o años terrestres, y no parecía tener importancia. Era evidente que ellos, como nosotros, manejaban el espacio-tiempo, y la paz que transmitían hubiera sido considerada, en épocas no tan lejanas, mística o sobrenatural.

Cuando ya habían recorrido todos mis recuerdos, conociendo mi mundo con tanto detalle como mi memoria podía abarcar, y yo me encontraba plenamente integrado en el suyo, donde ni el concepto de dolor ni el de miedo tenían cabida, algo pareció ir mal, tal vez sólo una fluctuación en el campo electromagnético de los hologramas tridimensionales, y sentí, por primera vez, miedo, un miedo atroz a perder ese equilibrio con un universo que, ahora lo comprendía, tan sólo había recorrido en apenas una de sus aristas, con una nave primitiva y frágil. Sentí un miedo profundo a perder cuanto nunca había alcanzado antes ni a imaginar siquiera que existiera. Ante ese temor, lejos de recordar que sólo tenía que desear vencerlo para que desapareciera, reaccioné instintivamente buscando mi arma en la cartuchera de mi cintura, como había hecho tantas veces antes, cuando habíamos aterrizado en planetas habitados por formas de vida semirracionales. Fue entonces cuando los hologramas desaparecieron, y con ellos esos seres con los que tanto había hablado sin pronunciar una palabra, con los que compartía una amistad ya profunda y brillante como las novas de Orión, esos seres con los que había compartido cuanto nunca pude compartir con un semejante terrícola.

La segunda vez que desperté, también una insistente jaqueca parecía empecinada en hacerme compañía, y nada conseguía aliviarla. Me incorporé, eché un vistazo a las cápsulas de hibernación que contenían los cuerpos de mis compañeros heridos, y me dirigí mecánicamente al panel de control. Allí, parpadeante en la pantalla, había un mensaje escrito:

 

NO HA SUPERADO EL EXAMEN.

NIVEL EVOLUTIVO INSUFICIENTE.

BUEN VIAJE.


 

Hubiera preferido recordarlo como un sueño, incluso como una pesadilla, pero todo perduraba en mi memoria con la frescura de un acontecimiento reciente, había sido tan real como la nave que habitaba, o las infinitas estrellas que se divisanban desde sus ventanales. Tras recordar, lloré durante horas, desesperado por la pérdida del paraíso y atormentado por su recuerdo.Todo perdido por un estúpido gesto de miedo, por una absurda reacción primitiva.

Vino a mi memoria un mensaje recibido en la nave muchos ciclos antes del accidente, de una civilización que se negó a mantener cualquier tipo de contacto con nosotros:


 

YA CONOCEN EL MISTERIO DEL ESPACIO TIEMPO, PERO NO SE CONOCEN A SI MISMOS.

TODAVÍA NO SON SERES LIBRES.

PROSIGAN SU VIAJE.


 

Aún habrían de pasar varios ciclos hasta que la frustración fue abandonando poco a poco mi mente. En cierto momento, ya llegando al hospital interestelar para entregar los cuerpos en suspensión de mis compañeros, caí en la cuenta de que había sido un ser privilegiado por haber conocido, aunque fuera esporádicamente, la sintonía perfecta del universo, todas las respuestas a todas las preguntas, esa paz que todo ser vivo busca, y que todo ser racional necesita para sentirse vivo y completo. Fue entonces cuando, desprendido por unos instantes de mi frustración y mis miedos, me sentí conectado nuevamente con los seres de los hologramas. Fueron apenas un par de segundos, y sólo recibí de ellos una cálida sonrisa de benévola comprensión, pero fue suficiente.

Posiblemente sean los dos únicos segundos de libertad que he conquistado por mi mismo a lo largo de toda mi existencia.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

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LA NIEVE


LA NIEVE

 

No sabemos hacia donde va el clima. Las teorías se confrontan y hay suposiciones adecuadas para los intereses de cualquier grupo político y social. Lo que sí sabemos es que la nieve está desapareciendo del planeta. Tenemos inviernos con menos nieve en la mayor parte de la tierra, pese a puntuales nevadas extraordinarias en algunas zonas. Pero los grandes glaciares de las montañas y de los círculos polares están en claro retroceso y a una velocidad no registrada en ningún ciclo glacial. Hasta que punto esto es consecuencia de la actividad humana es algo que se presta aún a mayores controversias. Y, entre galgos y podencos, paralizamos las posibles acciones para evitarlo.

 

Para mí la respuesta es única, como así lo es la pregunta. Tanto si el efecto invernadero es causa del hombre, de lo que por otro lado no tengo personalmente ninguna duda, ni la tienen la mayor parte de los científicos, como si en ello no tenemos mayor incidencia, siempre podemos hacer algo y mejor es hacerlo cuando aún estamos a tiempo que esperar a que el cambio se nos escape de las manos. Seguir investigando en nuevas tecnologías es un paso adecuado y necesario, obvio, pero replantearnos nuestras expectativas en cuanto a gasto individual de energía es una cuestión primordial e ineludible. ¿Estamos dispuestos?

 

El ser humano no ha querido históricamente renunciar a nada. Pero ¿podemos seguir abarcándolo todo, utilizando la tierra como algo abstracto de lo que obtener nuestros recursos, reproduciéndonos ilimitadamente, reclamando mayor cantidad de bienes en progresión geométrica y sin freno? Nos  es patente que no. La naturaleza tiene una cantidad de oxigeno, agua y materiales, limitada y su regeneración se produce de una manera ordenada por millones de años de evolución. No podemos usar la tierra con el desprecio que lo estamos haciendo. En una familia se economizan las riquezas para prevenir el futuro de los que han de venir. En la familia humana parece que hemos decidido desheredar a las generaciones futuras.

 

Sin duda estamos errando el tiro.

 

Diego Pérez Sánchez


 


 

NIEVE


El número 45 de la calle Manuel Expósito es una antigua casa de vecinos, cuya solera se remonta al siglo xix, su fachada aún testimonia mudamente este rancio abolengo.

En el primero izquierda vive Ernesto, ya solo y solitario, con todos sus recuerdos .Es un hombre elegante y hoy ha sacado del armario un conjunto en tonos marrón, que va a combinar con sombrero, abrigo y bufanda en tonos algo más claros. En sus buenos tiempos, cuando aún vivía su esposa ambos eran la pareja estrella de cualquier reunión social. En los círculos de militares, ya que Ernesto es viejo coronel retirado. Ha vivido muchas cosas, tantas que a veces se confunden en su memoria, recuerdos e invenciones, o invenciones y recuerdos que quizá venga a ser lo mismo. Estamos en los inicios de la Navidad, y Ernesto que no ha tenido hijos se dispone a pasarla solo pero rodeado de todas las cosas que le gustan. Afuera nieva pausadamente, la nieve se ha ido acumulando en la calle a lo largo del día y algunos no han perdido la ocasión de tirarse algunas bolas. Sobre todo los niños, siempre ávidos de nuevas experiencias. Ernesto los mira furtivamente a través de su ventana.

 En sus tiempos de militancia tuvo que tomar a veces decisiones difíciles. Últimamente  no sabe bien por qué le atormenta especialmente una de esas decisiones. Ya ha pasado mucho tiempo y entonces todo el mundo abusaba de sus poderes. Se podría decir que casi igual que ahora pero con menos sutilezas. El caso es que estuvo al mando de varias ejecuciones. Su lealtad fue bien recompensada con una buena vivienda en la que aún vive y unos buenos dividendos que le han permitido una vejez holgada. A veces hay que tomar decisiones difíciles, ¿por qué entonces vienen ahora a su memoria esos viejos recuerdos a incomodar su vejez?

¿Quién le está pidiendo cuentas? Se dispone a vestirse, cuando siente un leve mareo que le obliga a sentarse al borde de la cama y respirar hondo. Ya ha pasado por esta vez, achaques de viejo, piensa. Cuando se dispone a levantarse siente de nuevo una punzada en el pecho, esta vez se asusta de veras. El traje color marrón permanece preparado tal como lo dejó ayer la asistenta, que viene algunos días en semana.

No se atreve a levantarse de nuevo, la punzada en el pecho permanece al tiempo que recuerda de pronto la cara de los dos ejecutados. Viene a su memoria con total nitidez. Los está viendo, pareciera que están allí mismo, en la habitación con él .le sonríen .Ernesto siente de pronto la certeza de la muerte. Sus fantasmas avanzan hacia él. Quiere decir algo y no puede, un rictus de dolor se dibuja en su boca .Al fin casi en su susurro consigue susurrar algo…Parece que implora perdón. El susurro en el aire de estas palabras Perdón borra la silueta de sus fantasmas como si los engullera, al tiempo que una sutil sombra se adueña de su cuerpo. En su boca se ha dibujado una leve sonrisa, sus ojos se han cerrado para siempre.


Begoña Ramírez Joya


 



 

LA NIEVE

   El tráfico por carretera le acarreaba no pocos trastornos, vómitos y adversidades. Las defensas no le respondían como en su estado primigenio, y se encontraba bajo mínimos, deshaciéndose como pompas de jabón. Y lo que se avistaba a la vuelta de la esquina no ofrecía mejores perspectivas.

   Las contrariedades se multiplicaban a cada paso y desenvainaban sus afilados cuchillos, solazándose a su aire en el regazo, elaborando sórdidos nubarrones con raros achaques, verbigracia, estados griposos o súbitas neumonías, provenientes ora de vacas, de gallinas, de palomas o bien de porcinos, con voluntad de borrar al ser humano de la faz de la tierra.

   En el horizonte se husmeaba algo que no encajaba bien del todo, al presentir unas insensibles manazas, que de manera soterrada atusaban engreídas los mostachos, mofándose a sus anchas y pregonando a los cuatro vientos que, cuando menos se espere, azotarán sin piedad a la población.

   Sus garras hacían guardia en el campamento de invierno, con las armas prestas para la mordida, aguardando el momento preciso para atacar. Según las previsiones, esperaban forrarse durante el invierno con la llegada de ventiscas y gélidas nevadas, haciendo su agosto, al golpear con furia a los sectores más desprotegidos de la población en las partes más proclives a la desesperanza, con una invasión masiva de virus y bacterias.

   Parecía que los contratiempos echaban alas, sobrevolando las copas de los árboles y las humeantes chimeneas de las viviendas, expandiendo su mortífero manto por campos y aldeas, sin toparse con algún freno que les presentara cara, y ponerlos en su sitio, exclamando, ¡basta ya de tantas extralimitaciones!, señalando los límites concretos a las ansias anexionistas.

    Resultaba complicado lograr que toda una pléyade de calamidades pusiese los pies en polvorosa, de suerte que no se nutriera de falsas alegaciones, al saberse a todas luces que de esa guisa podría sacar tajada.

   Pero el otro día ocurrió algo extraño, como un mal barrunto, al amanecer la casa en llamas, desconociéndose en un principio las causas de la catástrofe. Sin saber cómo, al despertarse se percató de que el habitáculo estaba ardiendo, yendo a la deriva como un barco en alta mar. Sucedió algo serio, y no era cosa de quedarse de brazos cruzados, por mucha flema que se tenga. Lo importante, en tales circunstancias, consistía en atajarlo cuanto antes, y luego buscar las causas que lo produjeron, a fin de que no se repita en el futuro; era sin duda un asunto difícil de descifrar, y peor aún si se le agregaba el fuego interior del inquilino, que no podía más, e iba a rastras por entre las cortinas de las habitaciones masticando inquietudes y desvaríos, de modo que, si no había suerte, tal sistema de vida acabaría por llevarse por delante lo que más quería, su amor predilecto y la vida propia, en una riada de enfermedades contagiosas, que horadaban subrepticiamente las gargantas.

   Lo más horrible aconteció cuando, nada más despegar los párpados, se cruzaron los ojos con la ígnea maldición, que según todos los rumores apuntaban a la explosión de dos bombonas al unísono, quedando bloqueado por el impacto y la espesa humareda que brotaba del recinto.

    Pese a los esfuerzos desplegados para sofocarlo, el fuego vomitaba por sus fauces, como un volcán,  toneladas de terror, humo y lenguas de fuego, convirtiendo la casa en un auténtico infierno.

   El pánico se adueñó de los vecinos, y algunos, turbados, se arrojaban por las ventanas, huyendo de la quema, y suplicaban auxilio a la ciudadanía y a los bomberos, cuya espera se hacía insoportable, toda vez que se les extinguía la vida en cuestión de segundos.

   Sin embargo, había otros fuegos que repiqueteaban sin pausa desde hacía tiempo en las relaciones de la pareja, generando múltiples disensiones. Al llegar a ese punto, se daba cuenta de que eran asuntos privados, y pensaba que lo aconsejable sería sentarse en la mesa camilla, al calor de la estufa, y solventarlo mediante el diálogo, pero la situación se dilataba en el tiempo más de la cuenta, porque cada uno arrimaba el ascua a su sardina, pese a lo que les iba en ello, por lo que no había forma de apagar el fuego y restablecer la calma, ahuyentando de sus vidas los dislates que se muñían, lo que embarraba aún más si cabe los comportamientos; pero al poco tiempo auspiciaron que si retornaban a sus quehaceres cotidianos, al nido común, otro gallo les cantaría, y les alcanzaría despejar los nubarrones y sofocar los fuegos, pudiendo dormir tranquilos.

 

   Consultando la agenda, advirtió que debía desplazarse a la ciudad de Nerja en tales coyunturas por una fuerza mayor, reparando en que podía ser el último día de su existencia por las adversidades que le acechaban, no haciéndole ninguna gracia, y no estaba dispuesto a ponérselo en bandeja a Caronte, y supuso que lo mejor sería conquistárselo, aprovechando las horas bajas por las que atravesaba, debido a la penuria económica, cumpliendo los dictados del proverbio, si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él.

   La nieve, que empezó a caer de forma estrepitosa, fue enfriando los tibios suspiros que aún exhalaba, ya que nunca había vivido una nevada tan fría y copiosa, y todo ello al ponderar, que si se trasladaba por carretera, corría un nuevo riesgo, verse arrastrado por ella a los mismísimos acantilados que proliferan por el itinerario, lo que le subía sobremanera el estrés y disparaba las dificultades que se urdían en su entorno, al no disponer de cadenas ni tener ni idea de su funcionamiento.

  Entre tanto, calibrando las probables vicisitudes del viaje, comenzó a manejar la rentabilidad de trasladarse por mar, y de esa forma enterrar la pesadilla, aprovechando la calma chica que reinaba en las aguas mediterráneas, y, entre unas cosas y otras, apaciguaría la ansiedad que le ahogaba, cuando de pronto le vino la feliz idea de sacar de la mochila el libro que había tenido a bien echar para el camino, el poema del Mío Cid, y, ni corto ni perezoso, se puso a leer con fruición estética las andanzas del héroe, discurriendo por los lugares por donde acaecieron las hazañas que llevó a cabo en su lucha contra las huestes enemigas. Eran tiempos de guerra, de hostilidades, de expansiones del poder, pero no comprendía por qué, aquí y ahora, estaba atravesando peores momentos que el protagonista de la lectura, cuando él se había alistado en ONGS, y buscaba la manera de sembrar armonía y excelentes aromas en su hábitat, colaborando con asociaciones solidarias.

  Conforme progresaba en la historia del héroe se le fueron calmando los ánimos, y se decía para sus adentros si él no podía hacer lo mismo, conseguir la victoria, pero usando una táctica incruenta, sin disparar un tiro, y conquistar lo que anhelaba, saliendo airoso, y lo rumiaba al rememorar los versos del Cantar:

  Salvaste a Jonás cuando cayó en la mar
salvaste a Daniel con los leones en la mala cárcel,
salvaste dentro en Roma al señor san Sabastián,
salvaste a Santa Susaña del falso criminal, vv. 339-343, ed. de Montaner Frutos.


     Tampoco le gustaba verse retratado como alguien derrotado por la incomprensión y el destino, como sucede en los siguientes versos de Manuel Machado, referidos al inicio del destierro del Cid Campeador,  

                                           El ciego sol, la sed y la fatiga

                                           Por la terrible estepa castellana,

                                           Al destierro con doce de los suyos

                                           -polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.                                  

   Intentaba por todos los medios que su ruta a Nerja no fuese tan áspera y sangrienta como la de don Rodrigo Díaz de Vivar por Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante.

   Al cabo del tiempo, deambulando por el parque  y sin apenas darse cuenta, columbró a lo lejos un holograma, con unos resplandores como si fuese una estrella de Belén, que colgaba del balcón de una casa palaciega, lo que le llenó de curiosidad e intriga, no atreviéndose a acercarse por la desconfianza que le inspiraba, y se interrogaba si tendría poderes mágicos o acaso de brujería, si se trataba de algún objeto no identificado que pudiese estallar de repente por la acción de algún desalmado, o pertenecía a algún esotérico terrícola, que hubiese manipulado la cámara fotográfica con rayos láser obteniendo tan inverosímiles fotografías.

   Finalmente convino con Caronte en sellar el pacto secreto al que habían llegado, sobre las características que debía reunir la barca que iba a utilizar para el desplazamiento, porque como era zurdo, algo siniestro, no le valía cualquier modelo, sino que necesitaba uno especial, con unos remos con mano izquierda para sortear las veleidades de Thánatos, incrustando en la madera sustancias de un elixir de eterna juventud, que garantizase el viaje de ida y vuelta.

     

 José Guerrero Ruiz

 



 

LA NIEVE

 

Abran, policía”, gritaron los agentes antidroga peruanos, golpeando la puerta de la chabola de las afueras de Lima.

Ya va”, contestó una voz de anciana desde el otro lado de la puerta.

Al abrir, la abuela Laura se encontró con tres gigantes pertrechados como si fueran a la guerra, mientras una docena de ellos rodeaba la casa.

Buenos días, señora. Buscamos a Darío Martínez Roulo.”

Sí, es mi nieto, pero está de viaje, salió esta mañana. Ahora trabaja de científico”, dijo la anciana orgullosa.

Así que científico . . .” contestó con tono irónico el que parecía oficial del grupo.

Sí, mi nieto trabaja en el servicio meteorológico, debe ser investigador, porque me ha dicho que va a llevar nieve(*) a Europa, aunque no entiendo para qué, si allá están con una ola de frío . . . cosas de científicos. Siempre ha sido muy curioso, desde niño. Ha salido esta mañana de viaje hacia Madrid.”

Los policías sonrieron mirándose entre ellos: “Sí, muy curioso su nieto. Seguro que al llegar a Europa le estarán esperando con los brazos abiertos, ya nos encargamos nosotros de avisar allá para que tenga un buen recibimiento.”

Varios meses después, cuando la abuela Laura fue a visitar a la prisión a su nieto Darío, ya repatriado, y le contó con todo detalle e inocencia lo sucedido, éste se encontró con una situación tan inesperada como frustrante: por primera vez no podía hacer pagar con su vida, como ya había hecho en dos ocasiones anteriores, a la persona que le había metido en la cárcel. Esta vez, además, esa persona no confesaba su traición después de horas de tortura, sino mirándole a los ojos con una mezcla de cariño e incomprensión en su rostro.


 

¡Cómo son esos españoles! Así que te metieron en la cárcel sólo por no tener visa, a pesar de ser un científico. No respetan nada”.


 

(*) Nieve: una de las formas que se usan en argot para llamar a la cocaína.


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

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FICCIONES

FICCIONES
 

Un grupo de niños empieza una batalla de bolas de nieve aprovechando las primeras nevadas invernales de Alemania. Al rato se le unen unos adultos, familiares y vecinos de los niños, y poco después hay montada tal pelea y tumulto, que tienen que acudir al lugar varios coches de policía a poner orden y llevarse a unos cuantos detenidos.


 

Un noruego, jefe de una empresa, exige a sus empleadas que luzcan un brazalete rojo cuando tengan la regla. El tipo ha roto todas las reglas del modelo social noruego.


 

Un hombre se traga un altavoz para promocionar su tienda de música. El original sistema publicitario resultó, desde luego, muy sonado.


 

Otro pide que le entierren con su teléfono móvil y que le llamen después de muerto, por si acaso. Esta moda comienza a ser un problema por el reciclaje de las baterias. La estupidez humana, sin embargo, parece ser, biodegradable.


 

Una gallega se proclama propietaria del sol ante notario. Como buena gallega, no hay quien la apee de la burra. Mientras, el sol, que ella dice que es suyo, sigue a lo suyo.


 

Joseph Guiso, un joven australiano, se ha casado con su perra Honey. Todo en la historia es un tanto desconcertante, especialmente las declaraciones del novio, ya marido, tras la boda: "La amo de verdad y por eso no tendré relaciones con Honey". Así fue como me enteré de que me he pasado media vida perdido en vulgares amores humanos . . . y sin amar de verdad.


 

La prensa británica le ha bautizado como "el peor equipo de fútbol del mundo". Se llama Madron F.C., juega en una modesta liga inglesa y encajó en un partido 55 tantos. La cosa va mejorando, porque en los dos últimos partidos, sumados, sólo les marcaron 49 goles.


 

Por último, un estudio, hecho por una profesora alemana, asegura que ver tetas durante diez minutos puede hacer que los hombres mayores de cuarenta años vivan cinco años más. Yo pensaba que era un estudio hecho por adolescentes, pero no, es una respetable y presumiblemente bien dotada profesora alemana. Desde ahora sí que se puede decir eso de que: “No es vicio, es ejercicio”. Por resumir, según ella, si ven tetas de infarto, tienen menos infartos. Sigo buscando donde incluir tan saludables diez minutos en mi agenda . . .


 

Estas y mil cosas más han sucedido en el mundo durante la última semana. Lo de que “la realidad supera a la ficción” ya hace tiempo que está superado.

Guerras de “pacificación”, pacifistas a golpes con la policía, censores que censuran al tiempo que critican a otros censores, gobiernos que gobiernan pero no deciden, productos etiquetados de ecológicos que sólo tienen de tales la etiqueta, dedos que señalan determinados lugares donde se violan los derechos humanos, pero sólo algunos, mientras se ignoran o justifican otros mucho peores, regateos para ver quien pone un parche ecológico en un planeta que se hunde, etc. etc.

Y hay más, mucho más: Personas que se tienen por muy racionales y equilibradas, capaces de engañar a sus vecinos por unos euros, pero que admiten con sumisión que les roben miles sin decir nada, que se indignan infantilmente si nieva demasiado y el gobierno no ha tomado las medidas suficientes, prohibir más nevadas, por ejemplo, pero que acatan indiferentes leyes que recortan drásticamente sus derechos civiles.

Madres que le dicen a gritos a su hijos mientras les golpean: “Te he dicho mil veces que no se grita, y que no le pegues a tu hermano”.

Curas que susurran, melodiosa y sospechosamente: “Como decía Nuestro Señor: Dejad que los niños se acerquen a mi . . .”

Deportistas y actores que ganan más dinero en un día más que una familia a lo largo de toda su vida en el Tercer Mundo.

Sumos sacerdotes en carísimos viajes de negocios, mientras invitan al mundo a combatir la pobreza.

Dictadores escupiendo la palabra “libertad” en cada frase, etc.


 

Y si falta alguien en tan grotesca obra, para completar la parodia siempre encontraremos como voluntarios a políticos, banqueros, sacerdotes, y demás enfermos sociales, esos que siempre dicen hacer cuanto hacen por vocación.


 

Personalmente, el modelo de individuo que me parece más de esta época, y fiel reflejo de la misma, creo que es el votante de políticos corruptos, ese paladín de la sinceridad ciudadana, que reconoce con su gesto, sin el menor reparo: “En su lugar, yo haría lo mismo . . .” Dará mucho trabajo a historiadores y sociólogos del futuro.


 

Pero si no le parece suficiente, eche un vistazo a su alrededor, o a su misma vida cotidiana, y si aún le queda capacidad de asombro, observe con atención cuanto dice ser y cuanto es en realidad cada persona, cuanto dice que hará y cuanto hace, que ideas dice respetar y cuales lleva luego a la práctica. Pero obsérvelo a distancia, y tenga mucho cuidado de no emitir un juicio o una crítica, no le traerá nada bueno: ya todos habrán analizado y medido la paja que usted lleva en el ojo, y le puede ocurrir que se encuentre bajo una lluvia de vigas.


 

Pero no se agote observando ni analizando, porque posiblemente no le servirá de mucho, usted también participa de esa locura colectiva, y se autoengaña a cada momento, y cuanto menos crea que lo hace, más evidente resulta que está en ello.

Por cierto, ¿cuántas personas ha encontrado a lo largo de su vida que se reconozcan víctima del autoengaño o los prejuicios? Sí, le sobrarán los dedos de una mano . . .


 

Y después de este breve vistazo al florido campo de nuestra demencia colectiva, me atrevería a preguntar: ¿A qué nos referimos cuando decimos “ficciones?

¿Es que existe algo más . . . ?


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

 


 

FICCIONES

El frío se había hecho insoportable

En aquel cubículo inapto incluso para el verano.

La losa que formaba el techo, con su inclinación,

Apenas abrigaba del viento, que a menudo

Soplaba del lado descubierto,

Y la lluvia se deslizaba por su superficie inferior

Formando goteras a intervalos variados e itinerantes.

Las gotas, ennegrecidas por el hollín del humo,

Se convertían en enrojecidos chorros

Cuando arreciaba la tormenta.

Te apretabas contra mí y yo contra ti,

Jaleantes y convulsos, tiritando estremecidos,

Susurrando inaudibles jadeos bajo el estruendo de los truenos,

Sombras flameantes de los rayos mitigados,

Desvanecidas siluetas de una noche espeluznante.

Así obtuvo sutil suerte el discurrir de la vida,

En un big bang creativo, modelando nuestros cuerpos

Con un placer infinito, generoso y derramado, sacudido y sensual.

Y durante una eterna fugacidad

Fue la noche más maravillosa de mi vida.


Diego Pérez Sánchez


 


 

BAJAS TEMPERATURAS – FICCIONES – DÓNDE PONGO EL MARCAPÁGINAS

Creo que nunca hice ningún mérito para ganarme su simpatía. Empecé a notar que me saludaba de un modo especial, que sus maneras apuntaban hacia una idea de mi persona que nunca supe si fue acertada o no porque al igual que un buen día habían  empezado sus muestras de afecto igualmente un buen día desaparecieron sin darme tiempo siquiera a saber qué había causado tanto una cosa como la otra.  Nunca sabemos lo que ronda dentro de nuestras pensantes cabezas. Por eso los hechos de la vida nos parecen a veces sorprendentes, y lo verdaderamente sorprendente es el poco interés que ponemos en conocernos y en conocer a los demás. Casi siempre por esa premura que se ha convertido en existencial y que hace que concibamos el tiempo como un bien de consumo más, en este caso escaso, con lo que hay que emplearlo a fondo. Diríase que la poesía ha muerto .Que la matamos cada día un poco, que acudimos a su entierro cada vez que permitimos o mejor que nos permitimos cometer una injusticia. Y no las injusticias del mundo .Resulta fácil esconderse detrás de eso que llamamos mundo, o sociedad, o lo que fuere. Me refiero a que matamos la poesía cada vez que esa injusticia la cometemos nosotros. Sí, cada uno de nosotros. Cada vez que permitimos que nos venza ese egoísmo a ultranza que sólo ve el dolor que nos causan, no el que causamos;

Como el día apunta lluvia otra vez mis pasos se han encaminado solos hacia el mercado .Allí puedo ver a la gente ir y venir en su trasiego diario. El solitario que compra muy poquito de todo. La madre de familia que en el polo opuesto llena el maltrecho carrito hasta arriba, pues hay que alimentar muchas bocas y  la que viene de camino que ya ha empezado desde el fondo de su mar amniótico a reclamar alimento para el cuerpo.

Ponto empezará a llenarse todo de un bullicio peculiar. A veces los improvisados tenderos cantan sus mercancías al paso de la gente. Todo parece a mi alrededor una danza, una coreografía estudiada en la que cada uno sabe cuales son sus pasos en este baile. Por qué no un baile, mejor una danza cualquiera que un trágico escenario en el que perpetuar nuestro equivocado guión. Porque también estamos dotados para eso, para construir si queremos el mejor de los mundos posibles con nuestros pensamientos.

Creo que necesito tomar algo caliente, las bajas temperaturas pueden congelar incluso el ánimo. Como decía necesito que entren en calor mis pensamientos, no vaya a ser que cojan algún virus, de esos que nos convierten en nuestros peores enemigos. Podríamos decir incluso que todo son ficciones, invenciones de nuestra mente. Por eso me empeño desde hace algún tiempo en que todos mis pensamientos sean positivos. No resulta nada fácil con todo lo que nos cuentan que acontece a diario en el mundo, y ya se sabe las buenas noticias no son noticia. Y luego están mis vecinos , sobre todo Anselmo y Rosa. Ambos insoportables .Ella una charlatana que se complace cada día en criticar a todos los demás  .Incluso se atreve a decir que yo hablo mucho. Pero si a esa mujer no hay quién la calle, a veces acabo agotado de escucharla. Y encima es de esas personas que no se encuentra a sí misma ningún defecto .Una  autoestima tan alta que creo que sale volando por la azotea del edificio. Pero señora usted se ha visto bien? pero hago acopio de mis pensamientos positivos, intento escucharla pacientemente, hasta que  voy a decir algo y suelta sin ningún miramiento” “Señor  Eustaquio no deja usted hablar a nadie”… y entonces siento que las venas de mi cuello se hinchan y que es el momento de salir huyendo.”Lo siento señora Rosa tengo que dejarla con urgencia no sé dónde he puesto el marcapáginas de mi libro.”Qué excusa más estúpida” la oigo decir en mi huida, pero ya me he zafado de sus garras por esta vez.

He conseguido escapar de su nube de pensamientos aplastantes .Porque las palabras crean como un nebulosa invisible que puede ser liviana o espesa. Si esa espesura se hace demasiado gruesa, puede incluso asfixiarnos. Asfixiados de palabras, porque cada una de ellas es el reflejo de un pensamiento, que puede ser a su vez vital, es decir que invite a la vida o denso, en cuyo caso nos arrastrará hasta las capas del subsuelo.

Las palabras pueden ser también como luciérnagas que nos alumbran en la noche de los tiempos, palabras que otros ya dijeron antes que nosotros y que pueden delimitar un camino, ayudar al navegante en las noches sin luna a encontrar tierra firme.¿dar sentido a existencia? No, la existencia tiene sentido en sí misma, por sí misma, para sí misma.

 

 Begoña Ramírez Joya

 



 

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EL CÍRCULO MÁGICO

EL CÍRCULO MÁGICO

Por fin le han concedido a Luisa la tan esperada semana de vacaciones. Un año y tres meses trabajando de manera ininterrumpida, en jornadas de mañana y tarde, y hasta bien tarde que no hay día que no le den en la tienda hasta más de las ocho. Sólo descansa los domingos, que se le hacen fugaces, y los sábados por la tarde, los cuales suele dedicar a la limpieza más a fondo de su casa. Una casa enorme, herencia familiar, con dos plantas y una soleada terraza, también tiene un bonito patio, y el zaguán y a parte del salón, la cocina y el baño, posee seis dormitorios. Todos ocupados. Sus ocho hijos, cinco niñas y tres varones y la Tía Eustaquia, que se vino a vivir a la casa al morir su madre, y perder el alquiler antiguo que disfrutaban en el centro. Eramos pocos y parió la abuela comentaron sus hijas. Pero lo cierto es que Eustaquia da poco ruido y ayuda bastante a Luisa sobre todo en la limpieza diaria y en la compra. Además anima las veladas con sus teorías espiritistas.

Ahora Ellos, Luisa y su marido, van a disfrutar de una semanita de regalo. Por fin deja bien lejos el almacén, las telas, las tijeras y la cinta de medir… Han mirado un hotel en la costa de Almería, en un pueblo cerca de Cabo de Gata. Cinco días para que Julio y ella se pierdan por un tiempo como cuando novios. Él también se lo merece, aunque lleva parado desde que empezó la crisis, no ha dejado de hacer sus chapuzas en la calle, sus arreglillos en la casa y sus mancajazos en el huertecillo del patio.

Eustaquia les dijo anoche que notaba que en la casa había energías densas, sobre todo en el patio, adonde no se acerca desde entonces. Dijo de buscar un gato negro, y Luisa puso gesto de pensar: como si fuéramos pocos; esos animales limpian las sombras indeseables, las malas energías en ambientes domésticos. La tía está muy versada en estas cosas, por eso a tales fuerzas jamás les da el nombre de espíritus. No hay nada más alejado del espíritu, que es la parte más sutil del alma humana, que estos densos rastros de energías psíquicas dejadas por seres poco espirituales que no supieron vivir ni morir. Todo esto da un poco de miedo pero ella afirma que no hay que tenerlo en absoluto, que el corazón humano es lo más íntegro y fuerte del cosmos y que nada ni nadie puede apagarlo ni lastrarlo si se haya pletórico de amor y presente en la realidad de su existencia.

El espíritu, sobrina –le dice a Luisa mientras toman el te en la cocina–, es siempre la parte superior del ser; pero lo que los espiritistas han dogmatizado, con sus libros, modas y películas (ellos sabrán qué perversos intereses persiguen), es justo lo contrario… así que tratan de confundir al espíritu humano con la fuerza residual del psiquismo de un ser, pretendiendo además que la personalidad del muerto quede impresa en la aparición del supuesto espíritu, trayendo del otro lado sus querellas personales o asuntos pendientes en su extinta vida. Hay que ser idiotas o malvados para creerse eso: el ego, la personalidad, no es nada, es menos que eso, es un refugio mental hecho de prejuicios y de miedos que cuando por fin estiramos la pata desaparece para siempre. El espíritu humano sí es trascendente, pero esa luz, no tiene nombre ni forma.

Después de aquel discurso, Luisa se va más tranquila de viaje con su marido. Si eso son sólo rastros psíquicos y no fantasmas descarnados con vilezas humanas, con pedirle un gato a La Petra, que los tiene a docenas y muchos de ellos negros, está todo solucionado, cuando vuelva irá a por el minino.

En Cabo de gata, las aguas trasparentes del Mediterráneo, le hacen olvidar los otros gatos y solo el azul felino de los ojos algo ajados de su Julio, le dan en aquel paraje soleado un sentido real del tiempo y del amor.

Pero a la vuelta descubre algo bello y misterioso a la vez. La Tía Eustaquia acababa de terminar en el ángulo del patio donde decía estar la mala energía, un singular circulo, hecho de azulejo y lozas de mármol blanco.

Entre los sabios sufies –dice Eustaquia delante de otros dos profundos círculos, que eran ahora los ojos a Luisa–,  se representaba a Dios con un círculo. Los cuadrados insertos son las cuatro funciones de la consciencia: pensar, sentir, intuir y percibir. Y los cuatro elementos, las cuatro estaciones, las cuatro edades de la vida, pero sobre todo, los cuatro puntos cardinales suministrando orden y fijeza al mundo. En un Circulo Mágico como este, sobrina, la persona que se coloca dentro de él se une en la vertical con su espiritualidad y en la horizontalidad, pues hay que poner los brazos extendidos, en oposición a la vertical del cuerpo, encuentra la serenidad, la quietud, la paz… Y eso a nosotras nos viene pero que muy bien.

Julio se ha quitado de en medio, el esoterismo le aburre; ya trabaja en su huerto, algo descuidado tras los días de viaje, limpia las cuatro hojas secas de los tomates y agarra el mancaje para labrar la tierra y distraerse un poco.

El circulo  representa también el tiempo –dice ahora Eustaquia–, sin principio ni fin, como un  continuo paso de instantes, igualitos unos a otros. Por eso es en esencia un viaje para conocerse a una misma, conocer el mundo y conocer la realidad, la fuente, Dios. Es un viaje en donde el ego se deshace de las costuras y paños que cubren el corazón y el espíritu, para alcanzar la plenitud, sintiendo lo absoluto que se manifiesta en la vida diaria. Consiente al buscador saborear el momento. En este lugar seremos hijas del instante, nuestro esfuerzo, Luisa, será alcanzar la espiritualidad en lo cotidiano.

Pero, ¿y esas energías malas que sentías precisamente en este lugar? ¿Qué hago ahora con el gatito? –las niñas pequeñas de Luisa han sacado de la jaula al minino y ya juegan con él. Es un bello ejemplar negro de apenas dos meses, con enormes ojos verdes, a quien le han preparado un platito con pan mojado en leche.

Mira sobrina, esas densidades ya no están en esta casa, el círculo es como un sumidero. Los límites entre magia negra y blanca en el circulo son muy delicados y estrechos; en realidad no existen estas dos magias. La energía es siempre una y solamente la intención o el sentido marcan la diferencia entre blanco y negro, bien y mal, luz y oscuridad, eso nada tiene que ver con Dios. Si el propósito es lograr algo que sea beneficioso, los giros son en la dirección de las manecillas del reloj, si por el contrario es destructivo, eliminación de algún impedimento, lo giros son en dirección contraria, siempre dando como mínimo nueve vueltas sobre el propio eje individual. He borrado con mis vueltas ese rastro y ahora el círculo es para construir la felicidad de la casa.

El minino, que aún no tiene nombre, se ha escapado entretanto y ahora ocupa el centro del círculo, una agüilla transparente y amarilla sale de entre sus patas azabache.

Franjamares, diciembre de 2010, Tertulia Entrelineas, Nerja, Málaga.


 

 

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LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

LA CASA DE LOS ESPÍRITUS


Sabemos que la única certeza es la muerte;

Que nos disolverá la lluvia y volveremos

            al barro.

Nada viajará con nosotros

Tan sólo la sutil esencia,

Ni tan siquiera el eco de tus apresurados

            pasos.

Ni la coraza, ni la armadura,

Ni los castillos, ni los palacios,

Ni tan siquiera la humilde morada,

           nada.

 

Begoña Ramírez Joya


 


 

SERIE TÍTULOS LITERARIOS:

LA CASA DE LOS ESPÍRITUS, LA SEMANA DE VACACIONES, Y PARIÓ LA ABUELA
 

Durante aquella extraña semana de vacaciones, cuando nadie lo esperaba, puesto que nadie nada sabía de su embarazo, que creían principio de obesidad, parió la abuela.

Tal revuelo se armó, que cada cual estorbaba yendo y viniendo intentando ser útil, parando ocasionalmente en su frenesí, para preguntarse, una vez más, a si mismo: ¿Cómo es posible? ¿Y quién es el padre, si el abuelo murió hace años?

Mientras la abuela paría, sin mucho ruido ni aspavientos, pues experiencia ya tenía la pobre mujer, los niños fueron recluídos, contra su voluntad, en uno de los dormitorios, y escuchando sus gemidos, decían los más pequeños: “Jo, que miedo, nos han traído de vacaciones a La casa de los espíritus”.

La abuela, siempre tan alegre, vivaz y dicharachera, parió durante aquellas vacaciones, la familia aumentó, y todos tuvieron que enfrentarse, menos el inocente y recién llegado protagonista, a un aluvión de dudas, preguntas e hipótesis sobre la paternidad del mismo, pues la abuela se negaba a desvelar el misterio. Así comenzaron mil rumores, quinielas y habladurías sobre los pícaros jubilados que hacía tiempo la rondaban, y con los que solía pasear por la playa, viendo lo que creían bucólicas e inocentes puestas de sol.

El otro misterio, cómo era posible que se hubiera quedado embarazada una mujer de 72 años, parecía, curiosamente, importar menos a la desconcertada familia . . .


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 


 

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ADIVINANZA INDESCIFRABLE

ADIVINANZA INDESCIFRABLE

El otoño reposa en el bruñido de las hojas amarillas y ocres, en los frutos sazonados. Hace frío y la música de los poetas españoles es canción vespertina preñada de melancolía. La luz tamizada del atardecer baña el salón de una casa apartada, en la colina dedicada a algún santo, junto a los almendros pelados, a la sombra del gran algarrobo. Las risas salen por la ventana mezcladas con las cosas importantes. El futuro parece motor de la historia, presente activo en estos momentos de ilusión y fuerza. La juventud canta a sus poetas muertos en un acto de mística ideología y los vivos claman por las esquinas y parques frases de panfleto entre carreras ensangrentadas y la fragancia de los últimos jazmines. Son tiempos de gritar, de construir… se entiende que de emprender una vida mejor, donde la luz de los hombres se sume en el bullir de la calle abierta, y sea camino de justicia, de respeto y de libertad. Constantemente se dicen y hacen cosas para demostrar, con un fondo de trascendencia, que la guerra contra el totalitarismo es lucha continua, demanda de hoy, que nunca se puede dar por perdida.

Jugamos a las adivinanzas –dice Julia para animar la velada–, a ver, a ver: si lo ves, es invierno;  si lo guardas, pereces; cada día lo tomas más de mil veces…

Esa es muy fácil –replica Damián–, si sales afuera verás que es el aliento…

Bien chicos  –tercia Diana, pues las mujeres parecen las más prolíficas–, escuchad esta otra: vuela que vuela, allá va, allá viene, hace y construye, manos no tiene.

Nadie contesta. De golpe se oye un rugido:

¡El avión!

Anda Pedro, cállate, ¡cómo va a ser el avión! Es algo mucho más grande y de mejor tecnología: es la imaginación…

Pues acierta esta si puedes  –responde Pedro–: es una red sin medida, cuyos nudos no se ven y duran toda la vida. De esa red de pescar, unos quieren salir y otros quieren entrar.

Esas son las oposiciones a Juzgados  –irrumpe una voz grave.

Déjate de coñas, Fidel, es lo que quieren todas las mujeres aunque se declaren feministas: el matrimonio.

Vete al cuerno  –grita Esperanza soltando el humo de su cigarrillo–, esa copla ya me la sé y está pasada de moda, el futuro va a ser de la mujeres, ya lo veréis.

No sé, no sé…  –aduce Rafa, que hasta el momento había permanecido ausente del juego, recolocándose sus gafillas a lo Lennon–… ojalá no hagan que os creáis vuestra propia liberación, la sexual, la de la moda y la imagen, la del mercado del trabajo en cadena, la de la maternidad frustrada… todo este cuento a riesgo de perder vuestra razón y esencia naturales. ¡Ja, liberadas por el Patriarcado!

¡Retrógrado, misógino¡ –grita de nuevo Esperanza.

Sí, misógino… al enjuagar lo veremos, como dice mi abuela.

Escuchad esta  –propone Adela–, quién la acierte dos besos: Es, cuando no es, y no es, cuando es. ¿Qué es?

Nadie dice nada. En el silencio, ruge con más fuerza el chisporroteo del fuego flameante y rojo de la chimenea.

Yo lo sé  –irrumpe Fidel–; la regla de una novia que yo tuve, que nunca me dejaba luz verde.

Es la mentira, idiota  –sentencia Adela.

Pues eso, que se quedaba conmigo…

Oídme  –dice ahora Pedro–: soy la roca más constante, de todo mal medicina, no hay trabajo que me espante,  ni dureza que quebrante mi firmeza, diamantina.

Se oyen brillar algunas risas. Pero nadie se atreve a dar la respuesta.

Creo gente, que esa hay que trabajarla en este preciso momento, ahora que las cosas parece que cambian no conviene fastidiarla –esta última frase es de Julia, que la remata subrayando una palabra–: Paciencia… pero al mismo tiempo perseverancia, eso es justo lo que le conviene a este país ahora.

Libertad sin ira… eso está bien, Julia, –dice Fidel–, pero no te parece demasiada paciencia cuarenta años de dictadura…

Vence al tigre y al león –tercia Pedro subiéndose a la silla como a un improvisado estrado–, vence al toro embravecido, vence a señores y reyes, y a todos deja vencidos.

Los curas, la Iglesia –prorrumpe Rafa–, y sus acólitos del sanedrín y las finanzas…

Incluso a esos les vence el sueño, no crees –dice Espreranza.

No, chica, esa gente no duerme y además a nosotros nos quiere mantener dormidos: ese es el sueño americano, el sueño de la modernidad capitalista, pues para creérselo hay que estar dormido.

Tienes el complot inserto en la mente –matiza Esperanza– de esa manera nunca avanzaremos… El cambio ha de ser íntimo y personal, en el corazón de cada uno, pero haciéndolo experiencia, andando el camino, como dice Machado.

¡Silencio todos! –clama Damián–: una cosa muy potente, que sin piernas y sin alas, crece, vuela y atraviesa  ríos, mares y montañas.

Esta última adivinanza unos creen que la saben, pero todos la intuyen. Es la voz, la voz humana, el verbo incesante que tiene la fuerza primaria del Logos. Pero ninguno de los jóvenes, ni macho ni hembra, rompe el hechizo dejado por el último acertijo, queda como adivinanza indescifrable, se concentran alrededor del rectángulo de la mesa, cogen cada uno su copa y la sostienen preparada. La botella del mejor vino ya está en manos de Pedro, el anfitrión. Ahora reparan todos en que la radio estaba encendida. Por fin el aparato deja oír una voz lastimera y quebrada; ya es un hecho lo que todos esperaban; un prolongado tiempo de paréntesis ha terminado, y la voz de la radio hace saltar el corcho para que el vino rojo, como la arcilla de las tierras de España, riegue el nuevo tiempo que se abre. Unos están serios o descreídos, otros bromean… Ninguno quiere pensar, bajo concepto alguno, que todo cambie para que no cambie nada.

Franjamares, noviembre 2010, Tertulia Entrelineas, Nerja (Málaga)


 



 

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DOS ESTATUAS PARA UNA BIBLIOTECA

DOS ESTATUAS PARA UNA BIBLIOTECA


Flanqueando la fachada de la Biblioteca Nacional de Montevideo hay dos estatuas de bronce: una de Sócrates y otra de Cervantes. La de éste último puede parecer imprescindible en cualquier biblioteca hispana, pero no es tan evidente su ubicación aqui, pues Uruguay, como todos los países hispanoamericanos, basa buena parte de su identidad en la mayor negación posible de todo lazo con la que fué metrópoli colonizadora durante tres siglos, y se podía haber elegido la de cualquier escritor o escritora nativo, que hay muchos y muy buenos. Más me llamó la atención la elección de Sócrates, entre tantos filósofos de todas las épocas como surcan la historia universal.

De vuelta al hotel, fui hilvanando mentalmente la lista de posibles candidatos a tan honorífico lugar, y a cada paso, ésta se hacía más y más amplia, hasta que, repentinamente, caí en la cuenta: No se trataba de elegir tan sólo un filósofo y un escritor universales, sino de resumir el saber humano en dos estatuas, todo un reto, y . . . ¡carajo, qué bien elegidas están!

Uno llegó a tal grado de sabiduría, que pudo afirmar, ya en su vejez:”Lo único que sé es que no sé nada”, y basó todo ese saber en el arte de preguntar, de cuestionar cualquier idea, incluídas las propias, ¿se puede llegar más lejos en el accidentado arte de aprender?

El otro, por su parte, se atrevió con algunas verdades evidentes, y como tales, incómodas para la mayoría, por lo que tuvo que disfrazarlas de humor y ponerlas en boca de un pobre e ingenuo loco, para proteger tanto su vida como su mensaje.


 

La Avenida 18 de julio es una de las principales de Montevideo, algo así como la Gran Vía para Madrid, en la que sólo recuerdo una librería, la Casa del Libro. Aquí, mientras camino, voy contando: una, dos . . . cinco, siete, y no he recorrido ni la mitad de la avenida . . .

No sé si los uruguayos leen mucho, o es que todos están vendiendo todos sus libros, pero no puedo evitar la comparación con la capital de España, que dejó de ser capital con sed de cultura cuando fue invadida por aquellos seres que usaron las piezas del Museo de Ciencias Naturales, uno de los mejores de Europa hasta ese momento, como combustible para calefacción, aquellos seres tristes a los que el pueblo madrileño, creyendo ingenuamente poder parar obuses con ilusiones, gritaba: “No pasarán”.


 

No puedo evitar la comparación, que por un lado me enorgullece y por el otro me avergüenza, lo que suele ocurrir cuando se tiene el corazón partido entre dos quereres . . .

No puedo evitar la comparación y me digo, a modo de esquizoide consuelo: “Claro, con esos dos sabios centinelas a la puerta de su biblioteca, ¿quién puede doblegar el ansia de saber de un pueblo . . .?


Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 


 

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*LA ESCUELA Nº 70

*LA ESCUELA Nº 70
 

Día tras día, se niega a los niños el derecho a ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ni ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera.

Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.”

(“Patas arriba. La escuela del muno al revés”. Eduardo Galeano)


 

Tenía que pasar por la Avenida Agraciada por cuestiones de trabajo, y me dije: voy a acercarme a ver como está la escuelita . . . y no estaba, en su lugar, había una comisaría . . .

Me acerco a los policias y les pregunto: “Hace más de treinta años que la Escuela Nº 70 ya no está acá, ahora, está ahí, a la vuelta . . .”, me dicen.


 

A la vuelta me encuentro un edificio moderno de ladrillo, un patio amplio, una construcción que sólo recuerda a mi escuela en el barullo de los niños, idéntico al de entonces, como será idéntico mientras haya niños sobre la Tierra.


 

Pienso: ¡Qué extraña y exacta metáfora! Debió ser en tiempos de la dictadura cuando la escuela pasó a ser comisaría, y debió ser después de esa oscura etapa cuando se construyó al lado la nueva escuela, como se construyó un nuevo Uruguay, que recién ahora ha conseguido crecer y volver, poco a poco, a su pujanza anterior al delirio de los miedos.

En esa escuela conocí a la mejor directora y profesora que he encontrado en mi vida: una señora ya mayor, soltera, que no solterona, porque realmente tenía tantos hijos como niños pululábamos por allí, una mujer a la que sólo una vez oí gritar y fue para decirle a una subordinada, a otra profesora, que se había atrevido a devolverle una bofetada a un alumno que la había agredido antes a ella, que nunca, nunca, se debe pegar a un alumno, sin importar cuales hayan sido las circunstancias.


 

He conocido cientos de profesores a lo largo de mi vida, y otros tantos estudiantes de magisterio que luego llegarían a serlo, pero nunca encontré una persona que comprendiera tan profunda y consecuentemente la importancia de la enseñanza para una sociedad. Sólo al cabo de muchos años, y en la ficción, hallé un personaje parecido en el maestro que interpretaba Fernando Fernán Gómez en la película “La lengua de las mariposas”, basada en el relato del mismo título, de Manuel Rivas. Quiero creer que su final, el de la directora, durante la dictadura, no fue tan cruel como el del maestro libertario español de aquel personaje, a pesar de que la dictadura depuró, o sea, expulsó, al cuarenta por ciento de los maestros uruguayos, demasiado progresistas para el gusto del régimen.


 

Pero no era sólo ella, en esa pequeña escuela parecían haberse reunido, casualmente, o no, un buen conjunto de genios o ángeles de la pedagogía.

No habría más de cuatro o cinco niños conflictivos, como en todas las escuelas, los pequeños matones del patio, grandullones repetidores a los que todos temíamos, y que a duras penas podían controlar los profesores, pero con los que, lejos de aplicar castigos, vertían paciencia a raudales.

Por poner un ejemplo, en la clase de música, que consistía en reunirnos a todos en un patio cubierto en torno de un piano para cantar, con mayor o menor fortuna, se encontró la profesora de canto con uno de esos niños que saboteaba constantemente la clase, dando gritos que añadían desorden a nuestras ya desordenadas voces, al tiempo que molestaba a los niños de alrededor. Lejos de castigarle, se acercó y le dijo: “Tú tienes una voz especial, diferente, desde hoy, te voy a nombrar mi ayudante.” y desde ese día el niño pasaba las clases al lado del piano, mientras la profesora tocaba, solucionándose así el problema, aunque se negó a cantar, a lo que ella dijo: “No importa, no cantes si no te apetece, como eres mi ayudante, por favor, pasa las hojas de la partitura . . .” Al cabo de un par de semanas el niño conflictivo, aburrido de pasar hojas, empezó a cantar, tan mal como casi todos los demás, pero cantaba, y ya no molestaba a nadie . . .


 

Aquella escuela era el paradigma del sistema educativo uruguayo, fundado a finales del siglo XIX por José Pedro Varela, que consiguió arrebatar el monopolio de la educación a la Iglesia. Tenía y aplicaba, gracias a unos principios democráticos reales, y a esa encantadora directora, todas las técnicas educativas y actividades, salvo la informática, que aún hoy en día son exclusivas de los colegios privados más caros y privilegiados del mundo, y todo se hacía con ganas, con alegría, con imaginación y materiales modestos: había títeres, que hacíamos los niños con pasta de papel, clases de biología, a base de recoger hojas en los parques para estudiarlas luego, o de sembrar y ver brotar las semillas sobre algodón en tapas de lata, deportes y juegos, excursiones, teatro, música, etc. etc.


 

Ya no existe la Escuela Nº 70, ahora es un moderno edificio con docentes que tendrán, me temo, más medios que vocación. Ya no existe esa escuela, una más entre tantas similares de un sistema educativo que tenía como premisa inamovible una educación “Laica, igualitaria y gratuita”.


 

Ya no existe la escuelita, más que en mi recuerdo y en el de quienes pasamos por allí, pero, ¿quién, salvo la muerte, podrá borrarla de mi memoria . . .?


 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL DÍA QUE DEJÉ LOS HÁBITOS

EL DÍA QUE DEJÉ LOS HÁBITOS

El día que deje los hábitos ya no habrá nada que retenga al ser que mis padres engendraron, volverá a ser el niño que perdió, mirará con los ojos nuevos y verá la otredad sin espavientos, el pasado solo será una referencia indolora. Dejará de ser una cosa aburridamente conocida, será libre y todo lo aprendido ya no será una pesada carga.

Vivirá sin la angustia de llegar tarde. El dolor será un protector y no algo rechazable

Y encontrará el ahora que es lo único que existe, se fundirá en su aquietamiento con los demás seres de universo  y la muerte antes temida tendrá que pedirle permiso para llevárselo. Descubrirá que todo es sentimiento y que lo que ahora yo llamo vida solo fue una pesadilla soñada por la repetición.

El día que deje los hábitos ya no seré yo, será todo lo demás tal cual es, sin trampa ni cartón, ni mas ni menos.

 

                                                                                 Juan Pérez de Siles

                                    


 

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NO HE TRAÍDO BAÑADOR

NO HE TRAÍDO BAÑADOR


Aquel día la situación en casa de mi hermano se presentaba

verdaderamente insoportable. Unai recorría los lugares del

sitio arrastrando los pies con la ayuda de la muleta fuera de

si con la expresión en su ademán de aquél que quiere libe-

rarse de sus cadenas, invisibles para los demás, sin poder.

  No sabíamos que hacer como de costumbre, esperábamos

que se calmara por su cuenta, nunca supimos ni remota-

mente acompañarle por los laberintos oscuros y oprimentes

por los que su mente vagaba sin descanso.

  En un momento dado alcanzó la puerta de la calle lo cual

temíamos ya que oponerse a aquel torbellino de energía en

movimiento que desarrollaba en esos estados delirantes re-

sultaba ciertamente peligroso.

  Con un gesto fugaz mi hermano me indicó que le siguiera

mientras llamaba por teléfono para pedir ayuda.

  A pesar de sus todavía torpes pasos me llevaba ventaja en

el andar, le seguía de lejos. En un abrir y cerrar de ojos ya ha-

bía alcanzado Huertos. Me lo temía, se dirigía inequivoca-

mente al sitio donde un día fatídico se arrojó al vacío imp-

pulsado por algo que nunca pudo explicarnos con certeza.

  El se dio cuenta de que yo le seguía y aceleró el paso. Yo

aceleré el mío hasta encontrarme a su vera, me miró indicán-

dome de forma contundente que no le siguiera. Yo hice

caso omiso a su gestual ademán y él volviéndose y mirán-

dome me dijo: Déjame, quiero estar solo, no lo entiendes?

¿ Por qué me sigues? Te acompaño porque siento que es mi

deber hacerlo aunque tuviéramos que ir al mismísimo infierno,

logré balbucear superando mi congoja, léase acojone. nunca

le tuve miedo a pesar de que aquel chaval macizo y entrena-

do desde niño en artes marciales me podría triturar con un so-

lo golpe.

  No voy a dejarte, así que ya lo sabes le advertí con un po-

co mas de ímpetu, aunque me doliera el hecho de aumen-

tar la opresión sobre aquel ser ya oprimido desde sus aden-

tros.

  Ya nos encontrábamos en el mirador del Vendito, aquella si-

tuación era tan fuerte para mí que no advertí el paso del tiem-

po , ya era de noche.

   La plaza por encima del acantilado estaba llena de gente

paseando ajena por completo a nuestra historia.

   Se dirigía con paso firme a la balaustrada, me temía lo

peor mientras nos cruzamos con algunos amigos que si ad-

virtieron que estaba pasando algo.

  Afortunadamente tomó por las escaleras del paseo de

Carabineros, El Palenque estaba animado como nunca, nos

miramos y me di cuenta de que en sus ojos no había odio

si no mas bien el fastidio al sentirse agobiado por mi compa-

ñía indeseada. Eso me dio un respiro.

  Seguimos por el estrecho paseo hacia Burriana, en un parpa-

deo saltó la cuerda en la zona rocosa, yo osé agarrarlo por la

cintura mientras pedía ayuda en inglés a unos guiris con los

que nos cruzábamos en dicho lance que nos miraban atóni-

tos sin entender lo que allí estaba pasando.

  El me arrastró con fuerza al otro lado y tratando de zafarse

de mí me cascó con la muleta de una forma comedida conte-

niendose  como si no quisiera hacerme daño, a modo de ad

vertencia. Para mí lo peor ya había pasado y me encontré con

fuerzas para seguirle mientras nos resbalábamos entre las

rocas hasta conseguir la orilla, me pregunté si sería capaz de

continuar con aquello si el se adentraba en las aguas.

  Volví a agarrarlo ya en el agua poco profunda con la espe-

ranza de obtener la ayuda que antes había pedido.

  El oleaje aunque no era fuerte nos empapó a ambos, en la

tensión en la que nos encotrábamos ese hecho carecía de

toda importancia , yo sentía la molestia que me producía el agua entrando

 por mis narices, estábamos calados hasta los huesos.

. Nos sentamos extenuados en las rocas bañados por las

olas que ya rotas nos alcanzaban sin fuerza.

  El seguía inmerso en su delirio, yo trataba de calmarle:

Unai, abre los ojos, mira a tu alrededor, no hay nada mas

que esto, abre los ojos! y mira las rocas, el agua, nosotros.

eso es todo, lo demás son fantasías de la mente.

El, emulando a alguien que abre los ojos para mirar, movía

su cabeza de abajo a arriba, de un lado a otro mecanicamen-

te y yo me daba cuenta de que mi mensaje no apaciguaba su

dolor.

   Quedamos en silencio, la ayuda no venía y yo no sabía

como iba a terminar aquello.

   Entonces le dije ya sin ninguna intención: Fíjate Unai

yo que temo al agua mas que los gatos, que nunca vengo a la

playa, termino bañándome vestido, por la noche y no he

traido bañador para darme un chapuzón como es debido.

   Mi comentario fue como caído del cielo, conseguí sacarle

una sonrisa real y terminamos los

dos partiéndonos de risa como niños,

Llegamos a Burriana y nos tendimos en la arena acogedora aún templa-

da de la playa, bajo un cielo estrellado, como si no hubiera pasado nada.

 

                                   Juan Pérez de Siles


 

 

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LA ADIVINANZA INDESCIFRABLE

 

LA ADIVINANZA INDESCIFRABLE

 

Te demuestran científicamente que cada decisión que tomas es, en realidad, una acción previa a tu voluntad, una acción que tu cerebro, la materia,toma por si mismo unos milisegundos antes de que tú decidas hacer o decir algo, y que esa decisión es consecuencia de todos y cada uno de los actos previos de tu existencia, y obviamente de todas las vidas anteriores que han dado lugar al inicio de la tuya.

 

Por otra parte, te demuestran, también científicamente, y mediante varios y diferentes experimentos, que tu mente puede alterar la materia, y que tiene un potencial enorme y asombroso para hacerlo.

 

Luego, ¿existe o no existe el libre albedrío y, por tanto, la libertad?

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

LA ADIVINANZA INDESCIFRABLE

 

¿Y qué ocurre cuando descubrimos la farsa?

Cuando el mundo se nos muestra

Y no coincide con el molde que le habíamos fabricado.

Qué ocurre entonces,¿qué podemos hacer?

¿Tal vez salir huyendo?

O comprender al fin que sólo hicimos

Una de las mezclas posibles.

Con la amalgama de ingredientes de que

la naturaleza nos dispuso.

No seas cobarde y mezcla bien una y otra vez

todos los ingredientes.

Descubrirás al fin una nueva farsa

Pero sabrás entonces ciertamente que todo lo

llevamos dentro .Hasta la horrible amenaza

que nos acecha detrás de cada esquina.

La vida nunca sorprende al que no se deja.

Si tu arrogancia te impide ver,

déjala colgada en el perchero,

al lado de tu chaqueta favorita.

sólo entonces permitirás que la vida pase.

Que entre silenciosa en tu casa,

se pasee por tus estancias y salga contigo

del brazo a cruzar la calle.

Temes las cadenas pero has construido la más sutil de todas,

la que te ata a tu intelecto,

la que te hace esclavo del pensamiento,

aquella que no deja traspasar la brisa.

Y te revuelves una y otra vez

como animal herido de sí mismo,

buscando liberarte pero sin darte tregua.

Creyendo siempre que lo controlas todo.

Temeroso siempre de aquello que piensas es lo único

que escapa a tu razonamiento perfecto: la certera muerte.

Que cerrará el telón de todas tus actuaciones,

y de la que sólo podrás llevarte ese momento efímero

en que te acarició la rama,

ese en el que te sentiste absorbido por el agua.

Ese momento en que por descuido te permitiste vivir,

y dejaste que el otro te descubriera su verdad

y la concebiste tan valedera como la tuya .

Ese en el que te dejaste sorprender maravillado

por toda la belleza que te rodeaba.

Ese en el que comprendiste en un momento efímero

que no sirve esconderse porque la vida obstinada

sigue llamando a la puerta y  sigue esperando

que nos dejemos sorprender por ella.

 

                             Begoña Ramírez

 

 

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ESTEBAN

ESTEBAN

Daniel creía haberlo visto todo en, al menos, dos temas, política y relaciones de pareja, pero la vida pronto se encargaría de demostrarle cuán equivocado estaba.

 

A Teresa la había conocido, como suele ocurrir, casualmente: no se sentía atraído físicamente por ella, pero la aparente coincidencia ideológica le empujó a ofrecerle cuanto creía que más necesitaba ella en esos momentos turbios de su separación matrimonial: amistad, comunicación y sexo, pues era evidente que de las tres cosas tenía grandes carecías.

Temiendo poder herirla sin querer, le planteó claramente desde el principio sus intenciones, que no pasaban por formar pareja, algo que posiblemente no volvería a plantearse hasta la vejez, completado ya su ciclo vital con la madurez de sus hijos y su separación. Ella aceptó, autodefiniéndose como una mujer de mente muy abierta y progresista en todo tipo de cuestiones.

Todo parecía ir bien, parecía irse gestando una sólida y sincera amistad, tal vez algo sobrecargada por los constantes mensajes de ella, que pareció enamorarse como una adolescente.

Daniel intentó entonces mantener cierta distancia, no era normal tal bombardeo de emails, llamadas y mensajes tras una noche juntos o una comida, pero creyó que ella tenía derecho a disfrutar de una relación que, según ella misma había afirmado, era algo que ni había podido imaginar que pudiera sucederle.

Los días fueron pasando, y todo transcurrió en calma hasta que Teresa empezó, sin consulta previa, a llevar cajas con sus objetos personales a casa de Daniel.

Por favor, no traigas más cosas”, le rogó él, y entonces se desató lo impensable: Aquella mujer de ademanes suaves y hablar pausado, se fue transformando de repente en un ser completamente diferente, que nadie podría imaginar que se encontrara dentro de ella: emails y mensajes telefónicos con insultos y hasta amenazas pasaron a ser cotidianos, y cada paso que daba él para alejarse de la surrealista situación significaba un nuevo ataque, más insultos, más ira descontrolada ¿cómo era posible?

 

Daniel releyó varias veces los primeros emails iracundos enviados por ella, ese salto del amor posesivo, absorvente, de lluvia de mensajes empalagosamente románticos al insulto continuo, agresivo, sin límite alguno. Fue entonces cuando Daniel dijo: “Se acabó”.

La invitó a dejar la incipiente relación, a conservar, al menos, la amistad, pero fue en vano. Cada día era peor que el anterior, y el acoso pasó a dirigirse hacia los hijos de él y a la manipulación de los amigos y conocidos comunes, que iban cayendo, si no todos, casi todos, ante sus muy refinadas técnicas de manipulación, que, según ella, había aprendido en varios cursillos del partido político en que militaba.

 

Te voy a demostrar lo que soy capaz de hacer”, le dijo un día, sin que él supiera de que hablaba. Poco después apareció en una fiesta con motivo de la presentación de un libro exultante, hiperactiva, cantando y recitando poemas, e involucrando a casi todos los que la rodeaban. “Esto se llama manipulación de masas” le escribió al día siguiente, sin un ápice de vergüenza, a pesar de que las personas que alli se encontraban eran, o se suponía que eran, sus amigos.

 

Luego vino otro torrente de mensajes a la hija de Daniel, un límite que éste creyó que nunca traspasaría, pues se había comprometido a no hacerlo. Los mensajes eran inocentes, sin ningún ataque directo, con la única intención de atar todos los lazos posibles en torno a él, pero los hijos debían quedar al margen, debían ser respetados por encima de todo, y ya era la segunda vez que Teresa pasaba ese límite . . . Daniel empezó a sospechar que algo mucho más grave de lo que parecía se escondía detras de ese comportamiento.

Lo que siguió, superó a cuanto la imaginación pueda concebir, quien quisiera saber detalles no tenía más que ver la película “Misery”, salvo la agresión física, todo parecía seguir paso a paso el guión cinematográfico.

 

Aquello ya se había transformado en una absurda pesadilla cotidiana cuando, una mañana, al salir de su casa, Daniel fue abordado por un hombre nervioso y tembloroso, que se presentó como Esteban, el ex marido de Teresa . . . y entonces todo empezó a cobrar sentido.

El hombre se fue tranquilizando y, mientras tomaban un café, fue desgranando una historia asombrosa: Como Daniel ya había comenzado a sospechar, la agresiva y extraña actitud de ella no era algo nuevo, era la actitud que había mantenido hacia Esteban a lo largo de más de veinticinco años de matrimonio: la aparentemente apacible Teresa se transformaba, a veces por un apequeña frustración, por no poder conseguir un capricho, y otras veces sin ninguna razón, en un ser cruel y agresivo, en una auténtica maltratadora y, lo más asombroso, o tal vez lo lógico para su mente enferma, acusaba a su víctima exactamente de todo cuanto hacía ella: Esteban era el maltratador, el egoísta, el agresivo, exactamente como había comenzado a acusar a Daniel tras su negación a continuar la relación con ella . . .

 

Esteban le dijo que quería conocerlo porque, de igual forma que durante semanas, Teresa le había hablado tanto de él, torturándole a base de comparaciones en las que siempre le degradaba, cayó luego en un extraño silencio que empezó a preocuparle.

 

Daniel escuchaba la historia de Esteban con una mezcla de asombro y lástima . . . era la historia patética de un hombre, que, como tantas personas, cree que amar significa soportar estoicamente los golpes, errores, caprichos e injusticias de otra persona, sin comprender que así no se hace más que agravar su problema.

 

El único rayo de luz en aquella historia fue cuando le contó que había conocido otra mujer, una amiga que tal vez llegara a ser algo más en el futuro, pero que le daba miedo meterse en una nueva relación. Porque, decía, no había olvidado a Teresa, la fuerza de la costumbre, tal vez, quería ayudarla, y todavía no estaba seguro de si la seguía queriendo o no, o si la había llegado a querer alguna vez . . .habian sido muchos años juntos.

 

Daniel le aconsejó que siguiera adelante, que intentara rehacer su vida y ser feliz, que comprendiera que no se puede ayudar, por muy buena voluntad que se tenga, a quien ha llegado a enfermar hasta el extremo, no ya de no reconocer su problema, sino de proyectarlo en todo quien encuentre y no acepte su forma enfermiza de ver la vida, que el primer paso, si alguien podía darlo, era ella, y si no, no había nada que hacer.

Terminaron sus copas y Daniel observó como se alejaba cabizbajo. El pobre Esteban, pensó, era un gato escaldado que huía del agua fría. Tal vez estuviera dejando pasar de largo la última oportunidad de su vida de formar pareja con una mujer sana, buena y sensible. Tal vez ya ni podía imaginar, como tantos hombres y mujeres, como tantas personas maltratadas, que es posible la felicidad, y que esta es, en ocasiones, mucho más simple, hermosa y fácil de alcanzar que cuanto podamos imaginar. Sólo basta perder el miedo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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VÍCTIMAS DEL MALTRATO

CUANDO DIOS ERA MUJER…

Cuando dios, cualquiera de ellos, era mujer, el mundo era cálido y acogedor, las guerras se resolvían evitándolas y los conflictos casi nunca llegaban a guerras. Pero el mundo, que permaneció así durante milenios, no parecía, según decían los hombres, evolucionar, prisionero de la naturaleza, al tiempo que cautivo de una armonía incómoda para quienes no sabían reconocerla y crecer bajo ella.

Mientras dios era mujer, el hombre se sintió esclavo de su frustración por no poder ser semillero de vida y sus miedos apenas le permitieron ver su papel de indispensable semilla.

Y dios se hizo hombre, pero no bajó a la tierra, pues ya la habitaba.

Cuando dios se hizo hombre, como todo esclavo, guardaba el rencor de siglos, y como todo esclavo que rompe sus cadenas, volcó sobre su amo todo su odio y desprecio: hizo de la mujer un objeto, evitando la responsabilidad de mirarla como a un igual, transformó sus miedos imaginarios en cadenas reales, que la mujer habría de arrastrar sin derecho a réplica y, en ocasiones, sin derecho a súplica siquiera.

Cuando dios se hizo hombre, pareció que el ser humano evolucionaba: nacieron los estados, las ciudades y el comercio y con ellos las guerras, el orgullo sin dignidad y una demencial idea de honor que se lavaba con sangre. A tal extremo llegó la locura cuando dios se hizo hombre, que muchas mujeres se hicieron cómplices de ella, enseñando desde la cuna a sus hijos a perpetuar su arrogancia y sus miedos y a sus hijas a doblegarse ante el macho miedoso.

Y el mundo enfermó . . .

Un día, alguien pensó que tal vez dios, cualquiera de ellos, no debía ser hombre ni mujer o que, mejor aún, podía ser ambos sin que hubiera en ello contradicción alguna.

No hace mucho, al principio de los tiempos del final de la esclavitud de la mujer, algunas dijeron ¡basta!, otras muchas les siguieron y hasta algunos hombres comprendieron el mensaje. Se empezó a oír y sentir la palabra igualdad.

De entre esas mujeres, algunas hicieron uso de la grandeza de su naturaleza femenina e invitaron a todos a vivir esa armoniosa equidad, a creer y crear un nuevo dios que no fuera hombre o mujer, sino simplemente humano. Otras, heridas por los golpes recibidos, transformaron en odio su dolor, como antes hiciera el hombre, y reclamaron el derecho a la venganza, cayendo en el mismo error, repitiendo las mismas injusticias que habían padecido.

Pasó el tiempo, y mientras en algunas partes los más elementales derechos eran reivindicados con más de un siglo de retraso, en otros, los bien alimentados pero emocionalmente famélicos jóvenes primermundistas, olvidaban el esfuerzo de sus abuelas y renunciaban a buena parte de lo justamente conquistado.

Nadie parece encontrar su lugar en el mundo: ni las chicas, aceptando un neomachismo simplón, ignorante y peligroso, ni los chicos, tan desorientados como cobardes ante la nueva situación.

El camino en pos de una legítima igualdad que nunca debió ser cuestionada va dejando una senda de sangre y dolor, en la que sólo puede consolar a quienes ven caer a sus seres queridos el saber que su muerte no lo fue en una estéril guerra de codicia tan sólo, sino que ha contribuido, con una heroicidad que a nadie podemos pedir ni desear, a dar un paso más en pro de un futuro mejor.

El tiempo, eterno maestro que cura heridas tanto como deja cicatrices, conseguirá algún día equilibrar al fin la extraña dicotomía de nuestra especie, que parece ser capaz de estudiar, cuestionar y aprender todo, menos su propia y contradictoria naturaleza interior.

Nacerá así el último dios, el que no se planteará siquiera si es hombre o mujer, el primer dios que sea, ante todo, humano. Un último dios que será el primero que sepa realmente amar, ese bajo cuya luz esperemos que vivan algún día nuestros descendientes.

 nekovidal@arteslibres.net

 

 

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AMORES QUE MATAN: GATO ESCALDADO DEL AGUA FRÍA HUYE

AMORES QUE MATAN: GATO ESCALDADO DEL AGUA FRÍA HUYE

“Demuéstrale a un sabio que se equivoca y te lo agradecerá toda la vida, demuéstraselo a un necio, y te odiara toda la vida” (Luis Zárate)

 

Le decía recientemente a una conocida que, sobre el tema del maltrato, me niego a escribir, mientras se hable sólo de maltrato a la mujer, hasta que los grupos que dicen querer combatirlo no cambien el término“mujer” por “personas” o “seres humanos”, y mi razón es de justicia matemática, me explico: Se sabe que entre los humanos, como en cualquier especie de mamífero, el porcentaje de homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, es de, aproximadamente, un doce por ciento.

Pues bien, el porcentaje de hombres maltratados por sus parejas se calcula en un diez por ciento , sin dejar nunca de lado el hecho de que la mujer es, también matemáticamente, la principal víctima, y que es completamente inexcusable la actitud de esos machos brabucones, que no merecen al apelativo de hombres.

 

Si hemos hecho decenas de justas leyes para proteger a esa minoría homosexual, cuyo único delito es tener una tendencia o gusto diferente al mayoritario ¿por qué hemos de condenar al ostracismo a esa otra minoría maltratada?

 

Lo que vengo a plantear es:¿Tanto cuesta incluír a todas las personas en ese intento social de protección, mediante el simple hecho de usar correctamente las palabras? ¿Qué empuja a ciertas mujeres a negarse a utilizar los términos “personas” o “seres humanos” en vez de “mujeres”?

El año pasado escribí un texto sobre el tema del maltrato, que reenvío a continuación de éste. Lo he releído y sigo pensando exactamente igual, no me retracto de nada, pero este año, voy a escribir sobre ese diez por ciento de hombres maltratados, por mucho que les pese a esas pseudofeministas que pretenden combatir una injusticia para imponer otra similar con que compensar carencias, frustraciones y represiones personales, mujeres que muy poco interés tienen, en el fondo, en fomentar la igualdad en la sociedad. Me recuerdan mucho a los estalinistas, que decían querer imponer una dictadura para combatir otra, y de todos es conocido el nefasto y macabro resultado.

 

Creo que la mujer o el hombre verdaderamente libres abogarán siempre por la igualdad, no por la venganza, buscarán y perseguirán un mundo donde los hombres sepan enriquecerse del mundo femenino y viceversa, no donde el enfrentamiento y el rencor terminen aparentemente con una injusticia a la vez que van colocando los cimientos de otra.

Siempre he sido acérrimo partidario de la igualdad y la protección de la mujer, desde mi primera juventud, cuando aún apenas se hablaba de ello, cuando a pocos nos interesaba el tema y, desde luego, no estaba de moda. Fue entonces cuando ayudé en todo cuanto estuvo en mi mano a las compañeras de Mujeres Libres, de los grupos más combativos del momento por esa causa, pero que nadie me pida leña para echar en el fuego de sus miserias personales, usando como disculpa el terrible dolor cotidiano de miles de personas, mujeres y hombres.

 

Es la igualdad y el conocimiento, no el rencor y el fanatismo, lo que nos hará, tanto a hombres como a mujeres, realmente libres.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

 

VÍCTIMAS DEL MALTRATO

MALTRATO DE LA MUJER 

Estoy en crisis como escritora y pienso que es mejor dejarlo estar y no forzar la máquina; no obstante, y a pesar de mi crisis, me han surgido las ganas de intentar comunicar mis ideas sobre el maltrato de la mujer.

Siento que se está observando a través de un agujero o que yo lo veo desde otro ángulo. A mí me parece que hay que analizar el problema considerando las causas que convierten a un hombre en maltratador y a una mujer en victima. Es preferible prevenir que no llorar o vengarse. Siento que mi opinión puede producir un fuerte rechazo sobre todo a las personas que lo ven como una simple cuestión de buenos y malos. Yo lo veo como que hay unos principios sociales establecidos que junto con desequilibrios emocionales hacen que un hombre sienta la necesidad de maltratar a una mujer y una mujer asuma el maltrato. No creo que el maltratador típico sea una persona que disfrute haciéndolo, más bien que piensa que debe hacerlo para sentirse hombre.

Hay actitudes aceptadas y muchas veces valoradas que pueden derivar en maltrato, el grado depende del equilibrio emocional de los integrantes. Sus pensamientos y emociones desbordadas lo llevan a ese extremo y muchas veces acaba en su propio suicidio.  ¿No sería lógico que hubiera una atención mayor para detectar y atajar el problema en sus comienzos? ¿De qué le sirve a la victima que encarcelen al culpable?

Una amiga, cuyo marido la maltrataba, me comentaba que era muy buena persona sólo que cuando bebía le entraban muchos celos y no podía controlarse. La justificación de ella junto con el tiempo que aguantó, hasta que él murió; me hace recapacitar en el papel que desempeña la victima. ¿Cómo aceptaba que sus hijos se escondieran debajo de la cama por miedo al padre? ¿Cómo llega a degradarse una convivencia hasta esos límites?

Son muchas las mujeres que están inmersas en relaciones que no le aportan nada positivo pero que piensan que es mejor estar en pareja que vivir sola. Me sorprende la cantidad que hay con un cierto nivel cultural y social y que aguantan relaciones denigrantes en silencio. Muchas veces lo asumen como algo natural en el matrimonio. El maltrato no tiene que ser físico para rechazarlo, tampoco podemos aceptar el psicológico y este, puede cambiar de género. 

¿Cuántas mujeres piensan que un verdadero hombre es el que se impone a la mujer?

¿Cuantos hombres han sido ridiculizados por ser unos calzonazos o por ser buenas personas? ¿Cuántos chistes hay sobre cornudos? Creo que la sociedad tiene una gran responsabilidad en este tema con el concepto del honor y el valor de la hombría.

No estoy en contra de las campañas pues pienso que todo lo que se haga está bien pero hay que atajar la raíz. La raíz se sostiene con un maltratador, una victima, unos mensajes sociales y unos desequilibrios emocionales de miedo e inseguridad que hacen de detonantes.

Tenemos que luchar contra toda forma de maltrato sea a quien sea: mujeres, hombres, niños, ancianos, animales... pero para ello también tenemos que transformar las reglas que mueven la sociedad.

 Lola Carmona

 

AMORES QUE MATAN 

El ser humano, en su camino de superación ha tenido que ir dejando atrás  múltiples y poderosos  atavismos. El instinto animal, en todas sus vertientes, ha tenido que ser transformado o simplemente reprimido para dar paso a emociones más refinadas, sublimando los sentimientos que por evolución social han dejado de ser funcionales para la supervivencia. En el trayecto, la genética psico-emotiva no siempre ha conseguido adaptar con suficiente rapidez los cambios culturales y socio-económicos. Es así que hoy en día nos encontramos con comportamientos ancestrales en una sociedad supuestamente civilizada.

La violencia, en cualquiera de sus vertientes, no es sino una falta de amor, de empatía hacia un semejante. Con ella descargamos las frustraciones propias. Para desculpabilizarla, ninguneamos, desnudando de sus características humanas, al ser sobre el que proyectamos nuestro malestar. Nuestra diana será inferior, despreciable, merecedora. Nos cargaremos de sentimientos negativos, ira, celos, rabia y rencor, para acometer nuestro agravio. Y si, pese a ello la culpa nos supera, en nuestra locura, volveremos esos sentimientos contra nosotros mismos, rematando así la escena. Ante nuestra impotencia culpable para construir, destruiremos todo lo que nos rodea y, no conformes con ello, a nosotros mismos.

La sociedad evoluciona, a veces por delante, a veces por detrás de los individuos. Cuando hablamos de la violencia en el hogar, aún no hace mucho tiempo que era aceptada como un problema íntimo, en el que no debía inmiscuirse nadie y que sólo se castigaba tras un asesinato, siempre con atenuantes pasionales. Hoy día ya no se habla de violencia contra la mujer -que soportó milenariamente todas las violencias: físicas, por su debilidad;y psíquicas, en su sometimiento, interiorizado por siglos de educación patriarcal-, sino más bien de violencia de genero, buscando aproximarse más a la realidad. Quizá pronto hablemos de violencia familiar y finalmente de violencia y punto. Esto implicará que se habría andado un gran camino en el proceso de igualación y justicia entre los ciudadanos, sin distinción de edad, sexo, género o clase, inmigrantes incluidos.

No hay amores que maten, salvo los de la soberbia y de la arrogancia; los de las  frustraciones y los humores enamorados de sí mismos.

Diego Pérez Sánchez

 

 

 

AMORES QUE MATAN – CORAZÓN DE CHOCOLATE

Me siento bien aquí. Reconozco que siempre lo había pensado.

La idea de estar en paz, vivir y respirar esa paz. Como cuando paseas por la playa y la arena acaricia tus pies, y sientes el leve contacto de la tierra.

¿Qué somos si no parte de la tierra? De ella partimos y a ella volvemos.

Ahora empiezan a tomar sentido para mí cosas que antes no entendía. Como por ejemplo que amar a los demás implica primero amarse a uno mismo.

No podemos amar si no nos amamos. Hay personas que se aman tanto a sí mismas que ya no les queda nada para los demás, ese es un extremo nada deseable, creo.  Sin embargo cuando amas no puedes olvidarte de ti. Cuando nos olvidamos de nosotros mismos nos quedamos indefensos ante los demás.

Ahora empiezo a comprender. Lo que ocurre es que es muy fácil dejarse arrastrar por el amor. Sobre todo si se tiene un corazón de chocolate.

Tan dulce y sabroso que siempre habrá quien quiera devorarlo.

En algún momento saldré de estos muros, mi reclusión es voluntaria. Sólo necesito tiempo para pensar. Ahora cuando me meto en la cama me abrazo con fuerza a mi misma! Me encuentro conmigo misma.Y no echo de menos sus abrazos. Al principio creía que era yo la que lo necesitaba, luego fui descubriendo que él me necesitaba a mí muchísimo más y creo que fue entonces cuando empezó el calvario. Si amas y comprendes, puedes caer en el error de perdonar una y otra vez. Porque dejas de pensar en ti. Esto no le gusta, esto otro le va a gustar aún menos.

Qué fácil hubiera sido pararse a pensar,¿pero qué es lo que te gusta a ti?

¿Qué´es lo que tú deseas?¿Dónde se han quedado todas tus inquietudes?

Te metes en una rueda de la que no sabes escapar. Y luego está el peso de todo eso que llamamos tradición, costumbres, que a veces son como grilletes. Los esteriotipos  masculinos y femeninos. Todo eso que se supone debe hacer o no una mujer. Todo lo que acabamos repitiendo, a veces por simple imitación. He descubierto que las personas, todas hombres y mujeres deben buscar su propio camino .Somos parte de una familia y por extensión de una sociedad, de una cultura,  a veces incluso de una religión. Pero eso no es todo lo que somos sino sólo parte de nosotros. Podemos cambiar , moldear o simplemente desechar aquello que no nos gusta. Y para ello sólo hemos de sentirnos libres.

De momento me encuentro bien aquí. Las hermanas me han aceptado un tiempo, pero sé que mi camino definitivo no está aquí. Pero ahora la tranquilidad de estos muros me ayuda. Son pacientes conmigo y tolerantes.

Y fui la primera en sorprenderme porque para qué nos vamos a engañar, las religiones todas llevan siglos peleando por la exclusividad de Dios, como si el amor no pudiera multiplicarse y repartirse .Nunca he creído en un Dios que tenga que imponerse por la fuerza a los demás. Eso sin duda es un invento más de nuestra humanidad.

Repican las campanas para la oración y el canto. Cantar eleva mi espíritu, lo noto. Es como si me limpiara por dentro, como si dentro de mí habitaran todas las notas y sólo necesitaran que yo las dejara escapar. A lo mejor pasa eso con nuestra alma. Que sólo necesita que la liberemos, que la dejemos escapar sin miedo. Después de tantos siglos seguro que conoce el camino de vuelta.

 

                     Begoña R. Joya

 

AMORES QUE MATAN (relato)

 

 

Ha llegado el momento. Haz el favor de contarlo todo, de escribirlo; muéstrate ante ti misma sin engaño, con la astucia única de la franqueza.

¡Así me gusta! Llevas años lamentándote de muchas cosas, y tal vez hiciste bien poco por cambiar tu suerte. Las mismas quejas siempre. Que nunca tuviste un amor sincero, que no puedes contar con un hombre que te quiera de verdad y no a ese reflejo de su egoísmo que ve en ti; que no sientes el temblor de palabras tiernas, ni suspiros al oído, ni caricias sin límite… Demasiado tiempo mirando la punta de flecha de tu fatídico destino, tratando de olvidar tantas cosas inolvidables, arrostrando los miedos enquistados en los rincones del alma. Y esa postura no es sino una huída hacia adelante. ¿Puedes dejar de parecer una mujer herida, una novia ahogada en lágrimas, o incluso una vengadora sin alma y sin conciencia…?

¿No quieres contarme por qué lo hiciste anoche? Te lo diré yo. Una mujer como tú, como yo, puede amar a un hombre feo, inválido, idiota, incluso a un hombre rencoroso, pero lo que no aguantará jamás es un cariño forzado. Mucho menos un chantaje bien cebado de amenazas de muerte. Usted señora lo ha hecho, y no podemos ahora lamentarlo. Con este crimen has manchado tu alma de sangre, pero has librado el cuello de la espada dispuesta de ese Damocles, ese que ahora yace inerte en la sala contigua y dentro de unas horas llenará en el metro cuadrado de un nicho. Ha sido un asunto de vida o muerte, tú te adelantaste a él y elegiste ambas opciones. Pero lo que más me asusta de ti es la forma en que lo has hecho. Ese rasgo tan nuestro no lo conocía.

Pasando las páginas del Corriere dela Sera, Humberto Eco ideó el modus operandi para su novelaEl nombre de la rosa, tú has ideado el envenenamiento de nuestro marido tras pasar la última página de la última paliza. Los niveles mortales de arsénico mineral, más conocido como matarratas, serán detectados en la autopsia y no hay otra escapatoria que afrontar los hechos. Pierdes la libertad para ser libre, zafia paradoja.

Me dirás que prefieres pasear al sol por el patio de alguna prisión provincial, evitando la sombra de la conciencia, que la cárcel en vida junto a ese tío intimidador que no sirvió ni para darte descendencia. Sí, el idiota creyó hasta el último minuto, justo antes de expirar entre retortijones, que él era el padre de su hijo. Pero tú le escupiste a la cara la verdad: ¡el niño no tiene tu sangre! ¡No es tuyo! No era necesario ver que agonizaba intoxicado y además con un dolor de cuernos.

Pero fuiste sincera. Días después de una bronca que acabó con sus manos alrededor de tu cuello, cuando los verdugones aún pintaban un collar en tu piel, te lanzaste a una embarazosa aventura. No era amor, aunque había cariño en la mirada de aquel muchacho; deseo sí existía en su justa desmedida; algo de despecho también; y un imán invisible de follar para engendrar a espaldas de ese monstruo, quizá lo que más.

No te lamentes, pues ese monstruo era para ti algo más que un monstruo. Era el suyo. Tú permitiste que lo fuera desde el principio, la cara amable del primer año derretía su cera, entonces el lobo no era sino un cordero con ojos de niño malo. Luego creíste que su cólera era tu protección y que esa era su forma de amarte. Reconoce tu parte de culpa o sigue lamentándote de los hechos. No hay culpables del todo ni víctimas irreprochables.

El tiempo que has pasado con él siempre fue igual de tedioso: un día indiferente, otro espantoso, el siguiente para borrarlo del cuaderno de la memoria, cuando menos lo esperabas crecía la bronca, sus manos de cobarde estallaban sobre tu cuerpo, hacían diana en tu semblante… y las amenazas de muerte si lo dejabas secaban por último tu llanto… y en la soledad de tu dolor sentías la boca seca y los pinchazos de la venganza. Una absurda tragedia. De los primeros actos surgió el despecho, el idilio fugaz y la vida de un hijo; los demás fueron alimentando uno tras otro este desagravio final precipitado tras la última paliza.

¡Crees que puedes engañarme! Seguro que logras engatusar a los del juzgado, a las funcionarias, a las asistentas sociales y psicólogas de la cárcel, o a las hijas de Lilit encaramadas en el feminismo combativo. A mí no me engañas. ¿Quieres hacerme creer que la única salida era matarlo? ¿Seguro que no había otras?

Preferimos no contestar a esa pregunta. Mejor así. Al menos no lo hicimos contra el padre de nuestro hijo; pequeño y estúpido resarcimiento, que no justifica gran cosa, aunque ablande algo la caída. Las mujeres tenemos una visión general y holística del mundo, menos lineal y temporal que los hombres, acaso eso también nos ayude a superarlo.

Usted es ahora una mujer libre, una mujer presa, pero también una mujer viuda, y alguien así, en lo más profundo del alma, siente que tiene que rehacer su vida dando lo mejor que toda mujer tiene. El amor desprendido a quien lo merezca. Tu hijo es por supuesto lo primero. Después acaso busques un lugar cálido lejos de aquí. Sientas el pulso acelerado en la meseta de la madurez trabajando con paciencia y ganas. Y aunque gato escaldado del agua fría huye, dejes al cabo el ánimo tan suelto como tu pelo, el pecho entreabierto, asomando la canal que deslinda la altura de tu corazón, por si acaso una mirada de ojos sinceros, pase a formar parte de tu vida; alguien ajeno de tus secretos; alguien a quien merezca la pena contárselos, y que también te cuide a ti.

 

Franjamares, noviembre, 2010 Tertulia Entrelineas, Nerja ( Málaga)

 

 

AMORES QUE MATAN

No creo que mi reflexión hoy vaya muy de acuerdo con los temas que habéis dado. Pero ya sabéis que no siempre puedo adecuarme a las propuestas. Para empezar les cambio el refrán. Es que pensando en el tema de la violencia, a mí se me vino a la cabeza otro que me sirve muy bien para lo que quiero expresar. “no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a ti”. 

Reflexionando sobre la violencia, me doy cuenta que no creo que existan diferentes violencias. Me explico: no creo que haya solo violencia de genero y que esta en si misma sea el peor mal. Entiendo que la historia ha hecho que tengamos que hacer discriminación positiva para defender a tantas mujeres victimas de la violencia de genero, pero no quisiera que esto nos haga perder de vista que lo malo, la violencia, no lleva apellidos. Violencia de genero, violencia infantil, violencia a los ancianos, violencias en las aulas etc. Por lo que primero deberíamos pensar en erradicar la violencia lleve el apellido que lleve. De ahí el refrán, si ninguno de nosotros le hiciera a su prójimo lo que no le gustaría recibir viviríamos todos en paz. 

Aun así no dejo de darme cuenta que lograr esto no es fácil.

Condeno toda forma de violencia y pienso que ésta solo se puede erradicar desde la educación en igualdad.

Desde la educación porque que pienso vivimos en una sociedad violenta, que esta tan acostumbrada a recibir y repartir violencia, que en el día a día ni se percata de lo que esta pasando. 

La violencia no tiene porque ser solamente física, la violencia puede estar inserta en cada uno de nuestros actos.

Desde quien no responde un saludo, a quien ejerce sobre otro una critica malsana, esta ejerciendo violencia y visto de este modo no son solamente las mujeres las victimas, sino toda la sociedad que no sabiendo reconocer la violencia la recibe y la ejerce a diario, sorprendiéndose luego cuando alguien que no asume vivir en sociedad, le quita la vida a otra persona solamente por pensar diferente, por no acatar, o por cualquier razonamiento ilógico que se quiera hacer, ya que quitar una vida nunca tiene lógica. 

Pero ¿no quita la vida igual un/una maltratador sicológico que día a día intenta convencerte de lo poco que vales y lo mal que lo haces todo? esto también existe y no solamente dirigido a las mujeres, en realidad, el maltrato de esta forma es mas común en los niños que a su vez se defienden generando violencia. 

Si, la pescadilla que se muerde la cola, por eso erradiquemos la violencia, ¿cómo? por empezar no poniéndole apellidos, dejándola sola, porque todas sus maneras son reprochables, educando en la igualdad, y la igualdad real también tiene muchas aristas, no es la ley igual para todos, ya que no hay un todo, si no un individuo sobre la que se va a ejercer. 

Por eso la igualdad debe ser que cada quien cuente con las herramientas que le hagan falta para desarrollarse como persona, sin necesitar ejercer la violencia de pasar sobre otra, de desestimar ni excluir a nadie, ni de competir en competencias vanas, que a algunos enriquecen vilmente y a otros solo les hacen sentir más sus "diferencias".

Que este año el día de la violencia de género se emplee en hablar  y hablar sobre la igualdad, solo la igualdad sin tapujos y sin límites puede hacer desaparecer aunque sea muy de a poco, la violencia que siempre se engendra en las diferencias.

Alicia Gaona

 

 

AMORES QUE MATAN . . . DE ABURRIMIENTO

LA FUENTE DE LOS CANDADOS

 

No sé donde comenzó esa curiosa costumbre, pero Montevideo también tiene una fuente, a la que llaman Fuente de los Candados, que creo recordar que en otros lugares es un puente, o una farola, o cualquier objeto donde se pueda colocar un candado de tal forma que quede allí, pretendidamente, para la eternidad.

Se supone que cada candado expresa y simboliza el amor irreductible, al menos en el momento de su colocación, de alguna pareja, que suele grabar, a veces torpemente, sus iniciales en ellos.

 

Pero yo me pregunto: ¿Es un candado el objeto más apropiado para expresar una relación amorosa entre dos personas?

 

Me viene a la memoria esa leyenda, atribuida a una tribu de indios americanos, que contaba como dos jóvenes enamorados, preocupados por conservar su amor para siempre, y temerosos de perder cuanto estaba recién comenzando, fueron a consultar, al más anciano y sabio de la tribu, sobre la forma de evitar que algún día pudiera romperse la unión entre ellos, que en ese momento se les antojaba eterna.

El anciano encargó a cada uno de ellos capturar un ave, y luego, una vez que estuvieron ante él con ellas, les invitó a unirles las patas mediante una soga y dejarlas libres. Al intentar volar, ambas se entorpecían mutuamente su camino, con lo que acababan siendo prisioneras de esa unión.

“De igual forma, les dijo el anciano, si intentáis encadenar vuestras vidas, ninguno de los dos podréis conservar vuestro amor”. “Vivid juntos en libertad, y si cada día elegís libremente estar el uno al lado del otro, esa será la mejor forma de conservar vuestro amor para siempre.”

La pareja, previsiblemente, si comprendieron la lección que pretendía enseñarles el anciano, envejecieron juntos y felices.

 

Mirando la fuente, plagada de candados, algunos nuevos, otros ya oxidados, pensaba en cuál sería un buen símbolo de la unión, del enamoramiento entre dos personas, pues un candado, por muy de moda que se haya puesto, me parece un tanto grotesco, posiblemente por recordar a los siniestros cinturones de castidad medievales.

 

Tal vez es que me falta un punto de romanticismo postmoderno, pero yo apostaría por algo más ligero y abierto, tal vez, simplemente, una cuchara.

 

En algunos pueblos celtas, en Gales, concretamente, el novio tallaba con paciencia y esmero una bonita cuchara de madera, que entregaba a la novia en el momento de proponerle vivir juntos. Podemos creer, poéticamente, que no sólo se comprometía, al entregarla, al sustento material, sino al espiritual, mediante la compañía, la comprensión y el diálogo compartidos diariamente.

Por otra parte, una cuchara se puede doblar fácilmente por su mango para ser colocada en una fuente o un puente, pero claro, también se puede desdoblar, pero para eso inventamos los humanos, desde tiempos ancestrales, al tiempo que la unión, la separación, pues una vez pasada la fase inicial de enamoramiento, de alucinación hormonal, es cuando viene el verdadero examen, que la mayoría suele pasar con trampas, cayendo en la rutina, la desidia y el autoengaño, que les lleva a irse marchitando poco a poco en solitaria compañía, por no haber sabido cuidar con verdadero amor el día a día de la convivencia.

 

Y es que es tan fuerte la capacidad de ilusionarnos que tenemos los humanos, que hasta de ilusión nos ilusionamos, y de igual forma que vivimos cada momento creyéndonos eternos, y olvidando la provisionalidad de todo, olvidamos que algo tan serio y vital como los sentimientos se debe regar y cuidar cada día, e ir construyendo con tesón y paciencia, buscando y hallando en la pareja elegida, pretendidamente para siempre, o para un solo día, cuanto de mágico tiene la condición humana. Lo contrario sólo traerá frustración o mentiras, ambas más o menos compartidas.

 

Los pocos afortunados que alcanzan ese nivel de sintonía con otra persona saben muy bien de que hablo, saben que es entonces cuando lo inexplicable cobra sentido, porque no es, al final, esa falsa mística del amor, sino la amistad, la empatía en toda su majestuosidad, la que hace que valga la pena compartir un segmento de eternidad con determinada persona, haciendo del cariño el mejor cariño, del sexo el mejor sexo, y de la compañía la mejor compañía.

 

Todo ello estará, sin importar cuanto dure, muy por encima de obsesiones posesivas, miedos, hipocresías, contratos sociales y matrimoniales, o cualquiera de las farsas con las que, llamándolas amor, muchos pretenden en vano llenar sus vidas, matándose así mutuamente, a veces culminando en la locura de un asesinato y las más, en la muerte espiritual por soledad y hastío.

 

Sé muy bien que mi propuesta de la cuchara no será muy bien acogida por los fabricantes de candados, que seguro que tienen el beneplácito y la bendición de los sacerdotes de muchas religiones, esos que gritan iracundos: "Lo que Dios une, no lo puede separar el hombre", mientras hipócritamente dan consejos sobre educación sexual al tiempo que hacen, teóricamente al menos, voto de castidad.

 

Pero por mucho que les moleste a cerrajeros y sacerdotes, la cuestión es que a ninguno de esos señores les he prometido amor eterno, porque sé que a lo más que podemos aspirar, es al aprendizaje continuo, y porque sé, y creo que de todos debería ser bien sabido, que, en cuestión de eso que llamamos amor, no hay nada más estúpido y destructivo que una mentira.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

  

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INFANCIA CAUTIVA:

CORAZÓN DE CHOCOLATE Y RECUERDOS

CORAZÓN DE CHOCOLATE Y RECUERDOS

Siento en mis pies la roca impenetrable de estas calles

y una sombra impertinente que me dice: es sólo roca.

 

Siento la cresta altiva de los brotes verdes de los árboles

y una tosca voz incómoda que repite: son sólo árboles.

 

Me empapa la quietud de estos amplios parques solitarios,

que en ojos ciegos se ven sólo como vacío espacio perdido.

 

Me esclaviza hoy el recuerdo de aquella pequeña escuelita,

donde la terca razón sólo vería piedras, libros y tosco olvido.

 

Me acusa el ayer de aquel esquivo y rebelde niño travieso,

señor ligero del parque, ruidoso y torpe ladrón de nidos.

 

¿Qué importa el nombre de la ciudad cautiva?

¿Qué importa si es sólo roca, árboles y ruido?

Si el amor es tan sólo calor y miedos compartidos,

y siendo sólo eso, todo lo puede, crea y derriba.

 

Tal vez venga algún día a mi la traicionera memoria

a ponerme su negra y cruel máscara de negro olvido,

a intentar robarme esa calle, ese parque, esos nidos,

eso que ayer lo era casi todo, esos juegos, mi destino.

 

Pero nadie puede robarte cuanto de niño amas,

porque amando se ablanda la roca, brota el árbol,

es cálida la piel, es dulce el recuerdo, todo es vida,

que rehuye libre, pura y eterna, las garras del olvido.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

CORAZÓN DE CHOCOLATE Y RECUERDOS

Santa Serena era una pequeña aldea perdida entre montañas, sus habitantes que no pasaban de los doscientos, vivían tranquilos y felices en su pequeño paraíso, alejados del mundanal ruido y de la tan llevada y traída crisis mundial. Vivían del pastoreo y la agricultura. Ciertamente  no era aquel un sitio turístico. Si alguna vez llegaba un forastero al pueblo, era un gran acontecimiento. Pero eso solo ocurría de tanto en tanto, y solían quedarse un día y luego todo volvía a la monótona cotidianidad.

Cuando se formo un gran revuelo y una gran expectación fue el día que apareció en la aldea Isaac García, era este un joven muy alto delgado y algo desgarbado, muy agraciado de cara y con unos dientes blanquísimos que enseñaba mucho porque  sonreía continuamente.

No fue sin embargo todo esto lo que llamo la atención de los lugareños, ni el todo terreno que conducía, ni que dijera que su abuelo era de este lugar, que él había querido conocer y por eso estaba allí.  Lo que revoluciono a todos, la autentica expectación, fue el color de su piel, Isaac era negro….guapísimo, pero negro como una noche sin luna, y no es que los aldeanos fueran tan tontos que no supieran que en el mundo había gente de varias  razas y colores y los habían visto en películas en documentales y en televisión, pero nunca así en persona y tan al alcance de la mano. La gente se arremolinaba en torno a él, que estaba encantado de tal recibimiento.

Lo llevaron a la casona de la viuda de Solana que era la más cómoda del lugar.

Isaac se sentía feliz de estar en aquel paraíso si contaminar. Conto que su abuelo siendo muy joven llego a su país, conoció a su abuela se enamoraron y ya no quiso regresar, pero que a él le hablo  mucho de Santa Serena, y le hizo prometer que algún día iría a conocer sus raíces.

Isaac hizo buenas migas con todos los vecinos, pero había alguien que cuando creía que no se daba cuenta lo espiaba. Era una chica que limpiaba en la casa donde se alojaba, huidiza y tímida le rehuía continuamente. Cuando él quería mostrarse amable, ella se encogía como un animalito asustado y salía corriendo. Le pregunto a la viuda por ella, ¡Mariquilla! Aquí todo el pueblo la conoce por la legañosa, o la colora.  Porque en la edad que tiene nadie pudo ver qué color de ojos tiene, de tantas legañas que se los mantienen casi cerrados, y lo de colora es por el pelo que lo tiene como las mazorcas. El se intereso mucho por la pobre chiquilla y poco a poco fue ganándose su confianza, insto a la viuda a que la bañara y el bajo al pueblo, le compro ropa y un medicamento para los ojos. Se empeño en que aprendiera a de todo un poco. Sin el mismo darse cuenta se convirtió en su Pigmalión. Al poco tiempo todos se quedaron sorprendidos, la “legañosa” tenía unos preciosos ojos verdes, una piel blanca y una melena cobriza, espesa y larga que quitaba el hipo.

Isaac se quedo un  tiempo más en la aldea y luego se despidió prometiendo volver.

A los pocos meses, Mariquilla tuvo un niño del color del chocolate y con los ojos verdes de ella, los aldeanos no se sorprendieron pues ya se olían algo. Mariquilla lo quería más que a su vida, y le llamaba mi corazón de chocolate. Y con ese apodo se quedo. Llego a ser conocido como “Corazón de chocolate” Alcalde de Santa Serena.

Años después de su nacimiento su padre Isaac, volvió a la aldea para quedarse.

Corazón de chocolate tuvo hermanos y hermanas, Santa Serena llego a ser el único lugar del país con negros autóctonos.

María Bueno

  

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QUÉ DIFÍCIL ES UN TEMA

FÚTBOL CALLEJERO

 

Cuando se trata de hablar de fútbol, especialmente en Uruguay, ¡qué difícil resulta escribir sobre el tema!

Uruguay es fútbol, fútbol y política, habría que decir, pues ambas son las pasiones de cualquier uruguayo, porque ambas se viven, sienten y padecen, desde la más tierna infancia, cuando tus padres te regalan la primera camiseta de su equipo, que pasa automáticamente a ser el tuyo, hasta que, en la adolescencia, te liberas, en ocasiones, del yugo futbolístico paterno.

 

No voy a decir cuál ha sido desde niño mi equipo, porque sé que automáticamente, la mitad de los uruguayos pasarían a mirarme como adversario o incluso enemigo, al tiempo que la otra mitad estarían dispuestos a partirse la cara por defenderme, sólo porque somos del mismo cuadro, del mismo equipo, sólo por eso.

 

Cuando era niño, mi tío, de un equipo contrario al mío, intentó tentarme a dejarlo a cambio de comprarme el equipo completo, camiseta, pantalón, botas y balón, pelota como dicen aqui, del suyo.

Fue tremendamente tentador, en aquella época, tener eso era un lujo, y sólo un balón de cuero era capaz de comprar cualquier voluntad infantil.

Fueron semanas de duda y desasosiego: “Dejá ese equipo de negros y bichicomes muertos de hambre”, me decia arrogante, enseñándome la camiseta reluciente del suyo, que ya había comprado, convencido de mi claudicación. Pero dije no, una y otra vez dije no, y supongo que esa actitud, que por una parte me honra, me incapacita también para criticar con dureza a los hinchas que llegan a la locura por su equipo de fútbol.

 

Actualmente, y desde hace ya años, el fútbol apenas forma parte de mi vida, me gustaría de vez en cuando jugar un partido entre amigos, nada más, y sólo disfruto viendo ocasionalmente alguna final continental o ciertos partidos del mundial, donde tengo que repartir mis anhelos entre España, Uruguay y Japón.

 

Ayer, en la televisión uruguaya, en el mismo programa de noticias, había dos que mostraban la mejor y peor cara del fútbol: en la primera, un hincha de cierto equipo, no importa cual, mató a tiros a otro del equipo contrario tras una discusión futbolística. . . ¿cómo puede ocurrir esto en un país que se tiene y es, en varios sentidos, de los más cultos del continente?

Si no se ve y se vive desde aquí, no se puede comprender.

 

Poco después, otra noticia, también de fútbol: Eduardo Galeano aparece entregando medallas a los equipos infantiles ganadores de fútbol callejero, en un barrio popular montevideano.

¿Fútbol callejero? No se trata sólo de fútbol jugado en la calle, como hacíamos cuando éramos niños, dejando que las carteras del colegio hicieran de poste y midiendo la altura de la portería o arco sólo con nuestra imaginación, con las consiguientes e inevitables disputas, el fútbol callejero es más, mucho más.

 

Se trata de una modalidad relativamente reciente de ese deporte, donde los equipos no lo forman sólo niños o niñas, sino niños y niñas juntos, en equipos mixtos, como fiel reflejo de la vida real. Las normas no están escritas, sino que se acuerdan antes de cada partido y, lo más curioso, no gana el que ha marcado más goles, sino quien ha respetado mejor las normas acordadas. Lógicamente, esto da lugar a una asamblea previa al partido, para elegir entre todos las normas a seguir, y a un debate posterior, para dirimir qué equipo ha ganado, lo cual, curiosamente, no es, casi nunca, objeto de disputa.

Así se enseña y practica no sólo un deporte, sino todos y cada uno de los pasos para una convivencia pacífica entre las personas.

 

El fútbol callejero se va extendiendo poco a poco por todo el mundo, inundando los barrios pobres y no tan pobres de toda América Latina y África, y hasta en Noruega he oído que lo juegan. Es un semillero de esperanza, de la esperanza en que los niños y niñas de hoy, los hombres y mujeres de mañana, aprendan que, en la vida, más importante que ganar, que vencer, es compartir, disfrutar, respetar, dialogar, que aprendan, en definitiva, poco a poco, el agridulce arte de vivir.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

QUÉ DIFÍCIL ES UN TEMA

Transito algo perdido por las calles de esta inmensa ciudad, que conozco pero me cuesta reconocer. Estas miradas soslayadas son como la mía, muestra de la desconfianza que nos embarga. Es decir que nos paraliza. Una sociedad construida sobre las bases del miedo. Una sociedad que ha vendido su alma al diablo y que ahora tiene que pagar los intereses. Si no hay suficientes recursos en nuestro corazón, seguramente llegará el desahucio y nos habremos perdido para siempre. Siento que he perdido la fe. Y sin embargo si miro al cielo te alzas implacable con tu luz de la mañana. El sol de hoy reconforta, calienta por fuera y por dentro. Mis pasos peregrinos me han llevado a un parque; reina el silencio. Escucho en  un leve murmullo el trinar tímido de los pájaros.

Claro, su trinar es tenue porque no están anunciando la primavera. Es tiempo de otoño. Se reafirma la muerte como parte de la vida. Estas hojas caídas en el suelo lo corroboran. Están marrones y amarillentas. Aún así son hermosas, tristes pero hermosas; hermosas en su tristeza.

La naturaleza se esconde,  busca refugio ante la llegada inminente del invierno.

Tu pérdida es el fondo igual que la mía. Caminas igual de perdido que yo.

Puedes aislarte en tu arrogancia o intentar escucharme. Haré el esfuerzo de escucharte a ti también. Aunque no entienda lo que me dices.

Qué difícil es un tema que sirva de puente a la comunicación, bajo esta luz de otoño, titubeante, que alumbra el mundo bajo un nuevo prisma.

 

 

QUÉ DIFÍCIL ES UN TEMA

Qué difícil es un tema,

Que descubra y nos descubra.

Al fin qué es todo sino descubrimiento;

De lo que es pero no conocemos aún.

Eso que intuimos como una ráfaga de aire

que acaricia nuestro rostro y desaparece

como vino, sin pedir permiso.

                                                     

Begoña R. Joya

 

  

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LA LÁMPARA MARAVILLOSA

 

DANTE Y LA LÁMPARA MARAVILLOSA

 

Entre La Biblioteca Nacional y la Universidad de la República, dos impresionantes edificios neoclásicos en pleno centro de Montevideo, hay una estatua hermosa aunque algo siniestra, una estatua dedicada a Dante Alighieri.

 

En su pedestal, el sindicato del gremio de docentes de Uruguay ha colocado una pancarta pidiendo más inversión en enseñanza y, como encabezamiento de la misma, una frase: “La ignorancia es el infierno”, en obvia e inteligente alusión al infierno de Dante en su Divina Comedia.

Horas antes de encontrarme con dicha pancarta, había estado leyendo la última entrevista concedida por el ex presidente español Felipe González, que concluía citando una frase del también ex presidente Manuel Azaña: “'Si cada español hablara de lo que sabe, y sólo de lo que sabe, se haría un gran silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar".

Ambas frases, por alguna razón, se entrelazaron en mi memoria.

 

Sí, la ignorancia, y el mundo al que da lugar, con sus guerras, injusticias y miserias, es un infierno. Siempre ha sido así, y seguirá siéndolo, mientras campe peligrosamente libre la más peligrosa de las ignorancias, que no es la de no saber, sino la de, no sabiendo, creer que se sabe, la que no deja un mínimo hueco para la modestia o la duda, la que se cree con derecho a imponer por la fuerza o el engaño sus razones, o sea, su ignorancia.

 

La persona ignorante adora y se muestra sumisa a la autoridad, en cualquiera de sus formas, autoridad a la que teme e idolatra, o en la que necesita erigirse, y con la que trata de llenar el vacío de su vida. No juzga tras recopilar con paciencia toda la información posible, sino que lincha con presteza, y no sabe perdonar, pues el perdón surge de la comprensión, no del olvido fácil del daño sufrido, en uno mismo, o en un semejante.

Sin importar la ideología, religión o filosofía de la que se declare fiel seguidor, el ignorante siempre busca y encuentra dioses o líderes oportunos, a los que sigue con la ceguera propia de su naturaleza, y por ellos condena y mata sin un ápice de arrepentimiento. La persona ignorante cataloga a los demás por su fuerza, sus títulos académicos, o por su poder económico, antes que por su capacidad de diálogo o su calor humano. No sabe ni puede imaginar un mundo mejor, porque mejorar implica cambiar, y el cambio le produce un miedo que le paraliza.

Quien es víctima de la ignorancia justifica fácilmente los egoísmos y agresiones propios o de su grupo, autoconvencido de que el mundo siempre ha sido y será una selva implacable, pues también ignora la lenta pero imparable evolución positiva y vital de su especie.

El ignorante es, ante todo, una pobre y triste persona enferma, prisionera de sus propios miedos, y no sería más que merecedora de lástima, si no fuera por el dolor que va sembrando a su alrrededor a lo largo de su sombría existencia.

 

En sociología hay varias formas de medir cronológicamente una generación, una de ellas es admitir como doce años la frontera entre una y otra.

 

Los docentes uruguayos de hoy, que aún intentan curar las heridas de una generación, tan sólo una, criada en dictadura, lo advierten mediante una pancarta, como el presidente Azaña hace más de setenta años, que intentó en vano evitar una catástrofe mucho mayor, que degeneró en cuatro generaciones que terminaron condenadas al peor infierno, aquel en que no se sospecha siquiera estar. Fueron generaciones en que la soberbia, la mezquindad, la hipocresía, el integrismo religioso, la envidia y la venganza fueron el triste pan de cada día, el pan rancio con que alimentaron, no lo olvidemos, también nuestra infancia.

Otros pueblos padecieron desgracias similares, pero pocas tan oscuras, duraderas y extenuantes como la nuestra.

 

Hoy por hoy, millones de ciudadanos alienados y, por tanto, fácilmente manipulables, recorren como muertos en vida las ciudades consumistas y autoconsumidas del Primer Mundo. En España, además, debemos cargar con un lastre añadido.

No tienen estas personas memoria de ningún tipo, la que menos, la histórica, y siguen mansamente las consignas que les repiten los llamados medios de comunicación, que son, en esencia, medios de manipulación: Quien más invierte en publicidad, gana elecciones y toma el poder, sin importar lo absurdo o incoherente de su mensaje, sin importar si fueron ellos mismos los que crearon la crisis o catástrofe, cultural o económica, que ahora, con total desfachatez, exigen a otros que reparen.

 

La mayoría de los ciudadanos, víctimas de la infernal ignorancia, ya no recuerda, demasiado entretenidos en mirarse en el espejo opaco de su alienación, y tan frustrados como infantilmente descontentos, vuelven a colocar en el poder a los mismos políticos corruptos que poco antes les robaron, y el ciclo se repite una y otra vez, con alguna guerra ocasional para amenizar el patético guión. Parecen esperar y desear ingenuamente que una lámpara mágica y maravillosa les devuelva su menguado poder económico, pero ni desean siquiera que alguien les ayude a salir de su ignorancia, no pueden desear una libertad de pensamiento que ni ellos, ni sus padres, ni sus abuelos, pudieron disfrutar, una libertad que, en el caso de España, fue muriendo poco a poco al otro lado de las fronteras o el mar, tan triste y decepcionada como el clarividente, libre y culto ciudadano Azaña.

 

“Una mentira mil veces repetida se transforma en verdad”, afirmaba, con buen conocimiento de causa, Goebbels, ministro de propaganda y amigo íntimo de Hitler, aunque atribuyendo cínicamente en exclusiva a los judíos el uso de la mentira.

 

Cuando el infierno forma parte de lo cotidiano durante demasiado tiempo, ya no se reconoce como tal, y esa tragedia nos sucedió en España, por eso la mitad del parlamento está, aún hoy en día, un caso único en Europa, ocupado por políticos que no se han dignado siquiera reconocer que el infierno, en forma de dictadura, integrismo religioso, fanatismo e ignorancia, es catastrófico, ruin, y digno de rechazo.

Mientras, los ciudadanos, ignorantes y sumisos, callan o gritan, pero les votan.

 

La ignorancia es el infierno, los docentes uruguayos lo saben muy bien, no lo olvidan, tal vez porque este país tuvo sólo una generación en el infierno, y lanzan su mensaje, como tantos otros antes, a sus conciudadanos y al mundo.

 

¿Sabrá el mundo, por una vez, escuchar la advertencia?

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

LA LÁMPARA MARAVILLOSA

  

El sol de la mañana muestra un peculiar cosmos de estrellas diminutas de polvo. Motas encendidas que vuelan erráticas a contra luz o a favor de ella, manejadas por el aire manso y cálido de la habitación, como en un firmamento celeste y cotidiano. Pronto se unirán en imperceptibles montañas de polvo sobre muebles y objetos, se introducirán sin prisa pero sin pausa por rendijas y rejillas acabando adheridas sobre la superficie de circuitos y componentes electrónicos, ya sea en la tele, en el equipo hifi, o de manera predilecta, como si les gustase especialmente tal destino, cautivadas por la corriente de sus ventiladores, en la placa base o el disco duro del ordenador personal.

En un último intento de funcionar, obstruido y rayado por una capa de polvo de meses sobre su piel de acero taiwanés, con todo un micromundo de ácaros habitando sus recovecos, el disco duro gime en postrero estertor, al tiempo que el zumbador del PC emite un pitido continuo, desagradable, y el dueño del aparato, de nombre Ignacio, suelta al unísono un lamentoso ¡Mierda! Pero esta mierda no es sino polvo, el mismo que ha provocado la caída a un pozo irrecuperable toda la información almacenada en el seno del disco. Es decir, que si el muchacho del taller de informática no hace el milagro de rescatarla –la última vez no pudo hacer nada y lo perdió todo–, lo esencial de su trabajo, las correcciones finales de su última novela, de título: la lámpara maravillosa, la cual ya tenía que haber entregado a su editor, serán presa del bicho del polvo, dato inerte de un viejo disco duro escacharrado.

Ignacio arranca cables y clavijas y, con el ordenador bajo el ala, vuela desesperado hacia el taller. Primer escollo salvado, el técnico está. Segundo escollo, más fácil aún: cuando le vea la cara de desesperación, es seguro que hace un hueco en cuanto esté haciendo para ocuparse de su moribundo.

Ya le dije que cambiara de equipo, un portátil por ejemplo… Y que hiciera copias de seguridad todos los días, en un simple  pen como este, no cuesta nada… Ya lo sé, ya lo sé, repite Ignacio en voz baja para no despertar el mal fario, ¿Tendrá apaño? Este tipo de discos…, le contestó oscilando ojos y cabeza, Veremos a ver… En una hora se lo digo…

El tiempo transcurre ahora en contra de sus esperanzas. El trabajo de un mes pendiente de un cúmulo de bits atrapados bajo el polvo. Aunque si se piensa de otra manera, el polvo siempre estuvo dentro del PC y nunca había provocado mayores problemas. Su última y esperada novela otra vez atrancada, sin salida… Pero tal vez sea él mismo quien por algún motivo la retiene, acaso su falta de convencimiento sobre el resultado final le pone estas trabas, eso que acaba por concretarse en el mundo material con inesperados contingentes, averías de última hora, pejigueras que no dejan salir a la luz editorial su libro; el cual siente en su fuero interno como un espejismo propio, cargado de palabras e ideas pero que no sabe representar la esencia de su vida o la de los personajes que alberga, reflejos también de su existencia, sobre el blanco del papel o la pantalla..

Ahora cree que le sobran palabras. Que aquello cuanto allí cuenta, se podría decir en apenas un folio, incluso en un conciso párrafo y si afinamos con el título nada más. Miles de palabras para desmigajar una historia huérfana y pretenciosa, que no profundiza en las intuiciones que de un tiempo acá siente larvadas en su corazón. La intranscendencia ha relegado su novela al cajón antes siquiera de darla a conocer. Ese es el problema y no otro. Seguro que el hardware de su ordenador, a pesar de la montaña de ácaros, hubiera funcionado bien con algo distinto que contar. Un pensamiento bulle ahora en la mente de Ignacio. Una historia para la que no necesita máquinas para escribir sino su cabeza encerada y a la postre una simple libreta y un lápiz usado.

La sospecha que recorre su conciencia es que las palabras son humildes como el eco de los afanes cotidianos, pero que si el hombre inspirado logra romper la cárcel de los sentidos, un nuevo significado de sus palabras puede ser infundido a la materia –a las verdades demostradas–, una suerte de programación, que la haga memoria viva y pueda precipitarse en el alma sensible de quien las oye, de quien las lea. La energía sutil del alma y la gruesa y sensitiva materia guardan un afecto entre sí, si estuvieron una vez en relación, siguen influyéndose mutuamente de lejos después de cortado el contacto físico. Los científicos lo definirían como un principio de negociación cuántica, que une de forma sutil a todas las partículas que forman el universo.

La pregunta es: ¿Puede el escritor despertar con un nuevo y sibilino significado de sus palabras, las larvas dormidas de la conciencia del lector, viendo luces en el fondo oscuro de su interior, una lámpara maravillosa, tomando alas o activando una memoria prístina, aquello que siempre estuvo en nosotros, la puerta a una dimensión mágica donde nos ignoremos menos?

El secreto de las conciencias sólo puede revelarse en el milagro musical de las palabras. Como dice también Valle Inclám: El poeta debe buscar en sí la impresión de ser mudo, de no poder decir lo que guarda en su arcano, y luchar por decirlo, y no satisfacerse nunca. Ignacio añadiría –a pesar del nimbo de polvo cosechado en la mente propia o de una máquina –: habiéndonos decidido, manos a la obra, a hacer la limpieza, frotar y limpiar el polvo acumulado sobre nuestra arcana e intuitiva lámpara maravillosa.

Franjamares, noviembre de 2010, Tertulia Entrelineas, Nerja (Málaga)

 

 

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PENSAR, SENTIR, HACER

EL NIÑO QUE DESAFINABA LA MELODÍA PERFECTA

 

Voy en un omnibus, un autobus urbano de Montevideo, mirando el mundo a través de la ventanilla, perdido en mis ideas cuando, de repente, sube un niño de no más de diez años, dice rápidamente un discurso apenas comprensible de presentación, y comienza a cantar. No tiene una gran voz, de hecho, parece que un resfriado o una faringitis pone trabas a su esfuerzo. El niño canta, desafina, pero su canto se va volviendo, poco a poco, más melodioso.

No es uno de esos niños mendigos que había encontrado diez años antes, ya casi no quedan, y parece que realmente esta tierra está recuperando su pujanza y bienestar económico de antaño, cuando era llamada la Suiza de América. El pibe está aseado y viste bien, con ropa escolar que incluso parece de un colegio privado.

 

Como típico ciudadano del Primer Mundo que soy, bien alimentado el cuerpo y de conciencia tan escrupulosa como obtusamente selectiva, empiezo a pensar si sería o no positivo darle unas monedas, unas monedas que para mi, económicamente, no significan nada: tal vez así, me digo, esté forjando, sin querer, su lenta ruina, tal vez acabe teniendo un dinero fácil que le llevará a pequeños lujos infantiles de los que pasará a vicios juveniles, tal vez no fue hoy a la escuela para conseguir su pequeña remuneración, tal vez, tal vez, tal vez . . .

Mientras, la canción sigue, y cuando el niño termina, unas seis u ocho personas, casi todas mujeres con edad para ser su madre, aplauden generosas la modesta actuación, sacan unas monedas, y se las entregan, seguramente cayendo en la cuenta, como yo no hice, que ya había terminado el horario escolar, que el pibe está cuidado, y que, quien sabe, igual hasta está ahorrando para comprarle algo a su vieja, un hermanito, u otro familiar. Ellas sabían todas pensar generosamente, sabían ver el lado positivo de las cosas, un lado tan posible, en realidad, como el más negativo.

El niño, tras dar las gracias a los pasajeros y al conductor, que no le cobró billete, como es habitual aquí con los vendedores por su corto viaje, se despide y baja del autobus.

Y allí me quedé yo, sintiéndome como un idiota ante mi mismo, sin haber disfrutado la canción, sin haber sabido apreciar la belleza del gesto, sin saber participar de tanto calor humano, de la apacible humanidad que caracteriza, quien sabe por qué extraña razón, a esta gente, descendientes casi todos de emigrantes de todos los rincones de Europa. Tal vez por esto, me digo, ha sido el pueblo del continente que ha tenido más poetas y menos años de dictadura.

Pienso que si toda nuestra existencia no es más que pensar, sentir y hacer, con qué facilidad caemos en el error de romper el tenue equilibrio natural de la vida, haciendo, a veces sin pensar ni sentir, o sintiendo y pensando sin hacer, o renunciando a todo ello, creyendo arrogantemente tener la vida bajo nuestro control.

 

Al bajar del autobús, me siento como un estúpido y alienado ciudadano del Primer Mundo, uno de tantos que ya ha perdido la mitad de su alma, y se pregunta, asustado, qué hacer para conservar lo que queda.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

SENTIR… HACER… PENSAR…   
 

Separas los párpados y la luz primera, imprecisa

te muestra un reflejo de tu vida en cada rincón,

lavas con agua los sueños y la cárcel de barro

y pruebas observarte con todos los sentidos,

notas el silencio de la mañana con el tacto,

el frío madrugador con el oído interno,

ves la luz del alba con todos los poros de la piel.

Has dicho los gestos de una oración prístina

y saboreas las mieles del desayuno

con la punta de la nariz.

Sales sin más a la calle, abrigado por el día,

y el impulso extraño que te hizo mudar los sentidos

te hace ahora sentiste más allá de ellos,

es el corazón que te duele de vida y de amor

que rasga la lona y la procesión

de pensamientos hace un alto.

¡Eres la belleza y eres la luz y la forma!

En cada arruga del tiempo,

en el dilatado instante de plenitud

que a esta revelación acompaña,

comprendes que acción y pensamiento

deben ir de la mano, que el sentir es intento

y éste siempre precede a la teoría,

que esta suma armónica es camino trascendente,

si se hace al andar…

Sentir, hacer, pensar,  y soñar que despiertas

en un crepúsculo nuevo,

un mundo sin palabras, ni conceptos ni formas,

un seno donde se es para siempre,

donde nunca mueren los delfines viejos.

Un mundo tan sencillo y glorioso como el sol

Cuya luz muere siendo sencilla,

habiendo trocado sus trenzas de oro en bermellón.

 

Franjamares, noviembre 2010, Tertulia Entrelineas, Nerja (Málaga)

 

 

 

PENSAR, SENTIR, HACER…

   

Pensar, sentir, hacer…

O tal vez sentir, hacer, y luego pensar.

O Hacer, sentir y pensar,

¿cuál sería la lógica secuencia?

¿O dejamos que sea el sentir

el que alumbre con su lógica huérfana de ideas

todo aquello que nos inquieta?

¿En que momento tomó la vida la decisión de ser vida?

¿Qué movimiento o quietud produjo el inicio?

¿Cuando decidimos que fuera si o no,

blanco o negro, vida o muerte, luz o tiniebla?

¿En qué recodo del camino, a derecha o a izquierda

me espera la desdicha o la dicha?

¿Cuál fue la decisión acertada?

¿En que instante decidí el transcurso de

mi viaje?

¿Dónde te perdí?

¿Dónde te encontré?

¿Quién tiró la primera piedra?

¿En que instante se decidió la vida o el olvido?

Primero hizo, al tiempo que sentía y luego del continuo hacer

surgió el pensar. En algún momento comenzó a pensar antes de hacer

y relegó el sentir. No era productivo.

Sentir, pensar, hacer o mejor, sentir, hacer, pensar.

Para que el pensamiento sea sólo la reflexión necesaria

a toda acción.

 

Begoña Ramírez, noviembre, 2010

 

 

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EL UNO

EL UNO

 
Es lo más difícil de llevar a la práctica. En la experiencia cotidiana no hay margen para aplicar tales sutilezas filosóficas. ¿Qué significa eso de la aceptación, de la postración, de la sumisión, de la rendición incondicional al fluir la vida, a lo que es, a Dios? En la brega diaria uno siempre va con la caja de etiquetas mentales preparada, las hemos sacado del cajón del inconsciente para estamparle a cada percepción de los sentidos o a cada suceso cotidiano, un sellito de algo parecido ocurrido en el pasado o que temes que te ocurra en cualquier momento. Buscamos una relación reactiva de gusto o de disgusto, de ponernos en guardia con los prejuicios y hallar en demasiadas ocasiones un conflicto con alguien o con algo. Esta actitud defensiva parece darnos seguridad para arrostrar el duro camino diario, y decimos que duro, pues en la práctica lo llenamos de resistencias: el sistema socioeconómico con el que convivimos, no es sino un reflejo de ello: el darwinismo social y otras injusticias mentales y mundanales, son parte de nuestra propia intransigencia. Tu identidad en la forma y no en la esencia, a la que llamamos el ego, no puede ni quiere sobrevivir en la rendición. Él siempre buscará la resistencia, la tensión, el estrés, porque cree que está solo, porque tiene miedo y una acuciante manía de no disfrutar del momento y proyectar sus cosas hacia el futuro: una conquista precaria del placer que no encuentra la paz.

Pero he aprendido que la aceptación, la sumisión mental a lo que es, te lleva a un nivel más profundo de conocimiento, un espacio central donde tu estado de ánimo y tu sentido íntimo del yo, no dependen más de que la mente los juzgue como buenos o malos. Es entonces cuando logras sentir en tus tuétanos un espacio profundamente pacifico. Una paz de fondo que te acompaña inmutable en cualesquiera que sean las condiciones externas de tu existencia, las posibles vicisitudes, los rotos y descosidos de la vida, y también en los efímeros instantes de alegría. Son olas en la superficie de tu ser, que toma conciencia de que vive en la fuente de la que todo forma parte. Las más grandes tradiciones filosóficas y místicas le llaman el Uno, la Unidad, Dios…

Franjamares, Ocrubre, 2010, Tertulia Entrelineas, Nerja (Málaga)

 

 

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LA CAJA INTRIGANTE

LA CAJA INTRIGANTE

La Caja Intrigante era, en realidad, una especie de extraña caja negra, un tanto impertinente, que hacía las más incómodas preguntas a cualquier ser vivo que estuviera en sus cercanías.

Se desconocía su origen, y cuando alguien la interrogaba sobre ello, la caja respondía, como de costumbre, con una pregunta: ¿Por qué te interesa mi origen más que el fin para el que fui creada?

Nadie sabía cuanto tiempo había estado la caja rodando por el mundo, ni quienes habían sido sus creadores o sus dueños, hasta que cayó en manos de unos científicos de la Unión Americana, que dedicaron meses a grabar las preguntas que la caja formulaba, con una lógica tal, que casi siempre resultaba incómoda para el destinatario de la misma.

¿Para qué intentas conocerme si nada podrás comprender sin conocerte antes a ti mismo? Fue la primera pregunta al primer investigador que se acercó a ella.

Hicieron desfilar ante la caja diferentes personas con diferentes características y profesiones, y las preguntas se fueron sucediendo:

A un empresario, que se mostró escéptico ante la caja, y conocido por su facilidad para la mentira, le espetó: ¿Cuando te librarás de la esclavitud de aquella primera mentira que te arrastró a todas las demás?

A un gupo de profesores: ¿Cómo pretendéis enseñar a vuestros alumnos el respeto y los valores que sois incapaces de practicar, ni siquiera, con vuestros propios hijos?

A un sacerdote, le espetó: ¿Por qué insultas, con tu arrogancia, a tu dios, intentando imponerlo a tus semejantes, mientras le llamas verdadero?

Sólo hubo una persona a la que hizo dos preguntas, era un filósofo: ¿Crees que existe la verdad?¿Crees que existe alguna filosofía que albergue más verdad que miedo?

A una pareja de científicos, cuyo enamoramiento era patente entre el equipo de investigadores, y que decidieron acercarse a la caja, algo cargados de alcohol, durante una fiesta de cumpleaños les preguntó: ¿Por qué le decís a vuestra pareja que la amais más que a ninguna otra persona en el mundo, si sólo sabe y puede amar quien todo lo ama?

Y así continuaba, dia tras día, arrastrando, la misteriosa caja, a unos a la depresión, a otros a la ira, y, a los menos, a la sabiduría a través de la duda.

¿Qué comprarás con toda tu fortuna el último día de tu vida?, le preguntó a uno de los banqueros más poderosos del mundo.

¿Cómo estás tan seguro de tus argumentos e ideas, si sólo los comparas con quien piensa de forma similar a la tuya, cuya compañía siempre persigues?, fue de las pocas preguntas repetidas en más de una ocasión, y la hizo por igual a un sacerdote que pretendía exorcitar la caja, a un político y a un aficionado radical al fútbol, entre otros.

Alguien pensó que sería interesante ver qué preguntas plantearía a varios monjes de diferentes religiones, algunos de ellos considerados maestros, al Papa de los católicos, y a las mayores eminencias espirituales del momento, pero la pregunta respuesta fue tan desconcertante como decepcionante para ellos: ¿Por qué todavía temes lo que deseas y deseas lo que temes?

Días después llevaron a presencia de la caja a un asesino condenado a muerte, que había abrazado la religión durante los últimos años, y la pregunta fué: ¿Cómo devolverás el trozo de infinito y eternidad que has destruido, aunque consigas que todo el universo te perdone?

El final de la caja, como su origen, se pierde en la leyenda: se dice que un multimillonario se encaprichó de ella, y que, al no poder comprarla, encargó su robo. Se cuenta que durante meses se encerró con la caja, haciendo y recibiendo preguntas, hasta que un día, al borde de la locura, ordenó que prepararan su helicóptero y la arrojó al fondo del cráter del Monte Fuji. Y se dice que, según caía hacia las entrañas del planeta, la caja formuló su última pregunta:

¿Crees poder evitar las respuestas huyendo de las preguntas . . .?

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ROTOS Y DESCOSIDO

ROTOS Y DESCOSIDO (RELATO)

   

Ando últimamente perdido entre rotos y descosidos. Esos agujeritos incómodos que se van haciendo en la mente después que pasa una edad en la que el tejido que se fue hilando poco a poco comienza a deshilarse. Y es que ya sabemos que nada es para siempre, todo cambia y lo que no se somete al cambio está condenado a desaparecer absorbido  por el latido constante de la variación. Lo que ocurre es que nuestra capacidad de adaptación humana se ha ido ralentizando con el paso de los siglos, cuando no desapareciendo en algunos casos, obligándonos a permanecer anclados en viejos hábitos y costumbres mentales que terminan por asfixiarnos proyectando en todo lo que nos rodea, seres y naturaleza nuestra limitación.

Me siento a veces como el aprendiz de pintor al que su profesora le dice”aprende todas las técnicas y cuando ya las conozcas y domines olvídalas todas y entonces pinta”

¿Se podrá aplicar esa máxima a la propia existencia? ¿Habremos de aprenderlo todo para luego olvidarlo y empezar a aprender a vivir?

Entre los rotos de mi mente el que más me preocupa es el referente a las normas de vida que se han impuesto en el mundo; Competitividad, egoísmo, caridad (se entiende que la caridad es producto de la desigualdad, porque entendemos que hacemos algo por bondad de nuestro corazón o por imperativo religioso, pero no, y ahí es donde reside el engaño porque nada nos pertenece y por tanto todo lo que hay es tan nuestro como del otro)No se trata tanto de caridad o solidaridad como de justicia, también la podríamos llamar armonía o equilibro.

De repente ha venido  a mi memoria algo que mi padre me dio cuando cumplí 18 años.

Se trataba de una caja que años más tarde mi mujer empezó a llamar la caja intrigante porque mi padre me había hecho prometerle que no la abriría si no sentía con total fuerza dentro de mí que estaba perdido. Exactamente me dijo “cuando lo sientas sabrás a lo que me refiero y esa será la señal”. Perdido me he sentido muchas veces y sin embargo el día que me decidí a abrirla fue una nochevieja. Harto de brindis y felices años, pues ya había llegado a la conclusión de que el tiempo es una ilusión más. Algo dentro de mí me dijo que era el momento o simplemente mi curiosidad había aguantado demasiado.

Dentro esperaba encontrar pues qué se yo un reloj de arena, una brújula, algo con simbolismo. La abrí con sumo cuidado, recuerdo que me temblaban las manos y que escuchaba a mi familia vociferando en el salón, impregnados del obligado bullicio que la ocasión requiere. No va a recibir uno el año nuevo con total indiferencia como en esa ocasión era mi caso. Dentro de la caja había algo envuelto en un papel brillante de color azul.

Un azul como el del mar en invierno. En su interior había algo envuelto. Retiré el papel con cuidado y para mi mayúscula sorpresa era yo mismo. Bueno una foto mía cuando tenía 6 años. Al dorso de la foto mi padre había escrito”este es el niño que fuiste; mi manera de quererte ha sido intentar ver siempre dentro de ti el niño que eras. Antes de que todas las nieblas del mundo empezaran a asolar tu mente. Como la de todos nosotros. Intenta mirar el mundo cada día de tu existencia con los ojos de la niñez en la que todo es nuevo, mágico y muchas veces inexplicable.”

Begoña Ramírez, Octubre, 2010

 

 

 

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MI VECINO/A FAVORITO/A

MI VECINO/A FAVORITO/A
 

Cuando uno se traslada a una nueva vivienda, sabe que entre los vecinos por descubrir se puede encontrar de todo: bebés llorando desconsoladamente, parejas mal avenidas, melómanos sordos, o una dulce y apacible pareja de ancianos . . . pero la vida siempre nos sorprende. Haciendo memoria, creo que el vecino más extravagante que he tenido fué en Aranjuez, cuando me trasladé a vivir allí con mis hijos aún pequeños, siendo todavía un bebé el menor. Todo fué como subir y bajar de una montaña rusa: primero me dijo: “Soy gallego”, “Yo también”, respondí, “Soy maestro”, “Yo también, encantado de conocerle . . .” Pero luego llegaron las cuestas abajo y, con ellas, las decepciones: “Me he tenido que jubilar anticipadamente, sabe usted, porque no soporto a los niños”. “¿Es usted maestro y no soporta a los niños . . .?”, pregunté asombrado. “No, no les soporto, no soporto el ruido”. “Ah, entonces es el ruido, no los niños, lo que no soporta”. “No, lo que no soporto son los niños porque hacen ruido, me alegro ya que los suyos parecen tranquilos y bien educados . . . Menos mal que somos gente de orden”. “¿Gentes de orden? ¿Se refiere a esa expresión usada durante la dictadura para definir a quienes eran fieles a los golpistas . . .?” “Me refiero a quienes comulgan con los principios del Caudillo y del glorioso Movimiento Nacional que . . . “

Espere, espere, . . . creo que después de encontrar algunos puntos comunes, ya hemos encontrado un pequeño detalle discordante: a usted no le gusta el ruido de los niños, y a mi no me gusta el ruido que hacen las personas integristas, de cualquier religión o ideología, cuando proclaman que tienen derecho a matar a quien no piense como ellos”. “En su orden no caben los niños y en el mío no caben quienes les excluyen, así que mantengamos una respetuosa distancia, que su forma de vivir cabe en la mía, mientras no la imponga, y la mía cabrá en la suya, al menos hasta que monten otro golpe de estado y otra dictadura.”

El hombre me miró consternado, y, para su desgracia y vergüenza, su cara se puso tan roja como la bandera de la entonces recién desaparecida Unión Soviética, se metió en su casa, y desde entonces unos respetuosos saludos de rigor pasaron a demostrar que sí es posible convivir con quien nada tiene que ver con nuestra forma de pensar, sólo es necesario aceptar un acuerdo de mínimos, un respeto indispensable para que dejemos de matarnos o hacernos daño por las diferencias de pensamiento, que siempre, por suerte, las habrá.

Así empezó y terminó mi extraña relación con el extraño maestro que no soportaba a los niños, y como sigo teniendo cada año vecinos nuevos, estoy pendiente de encontrar al más extraño que mi mente pueda concebir: un compositor sordo, un carnicero vegetariano, un pintor ciego, un político honrado o, más difícil todavía, un banquero altruista.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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EL TALLER CLANDESTINO

EL TALLER CLANDESTINO

“Saber que usted es un prisionero de su mente es el amanecer de la sabiduría”.- (Nisargadatta Maharaj)

Puesto que clandestino significa, etimológicamente, “que se hace ocultamente”, creo que no es nada arriesgado afirmar que, hoy por hoy, conducen nuestra vida social gobiernos clandestinos, cuyos intereses poco o nada tienen que ver con los de la mayoría de los ciudadanos.

Entre otras curiosas características, la neoaristocracia que nos gobierna, y sus seguros servidores, la clase política, es sumamente escrupulosa en cuanto a no permitir que se haga cerca de ellos cuanto ellos mismos hacen a diario por el resto del mundo.

Así, a quien ayuda a inmigrantes a llegar al Primer Mundo, pues en sus basuras encuentran más riqueza que en sus esquilmados pueblos, se les acusa de atentar contra los derechos de los trabajadores, mientras la misma élite provoca con la imposición de sus injustas normas comerciales, la miseria de esos trabajadores y sus familias, pero no creen atentar contra sus derechos.

La palabra clandestino, en su uso más cotidiano, va perdiendo sentido día tras día. Es clandestino quien no porta determinado papel, pero no quien provocó la miseria que le arrastró hasta las costas del Primer Mundo, es clandestino quien da un trabajo miserable a esas personas, pero no quien les niega todo derecho, no les alquila una vivienda, no les socorre en su miseria, o no permiten a sus hijos acudir a la escuela sin peligro de expulsión para el resto de la familia.

Hubo un tiempo, no hace mucho, en que la clandestinidad se reservaba a las ideas políticas, no a las personas que carecieran de un documento, y sus herramientas de cambio social podían ser por igual la impresión de pasquines, acudir a manifestaciones más o menos violentas, o una huega, general a ser posible.

Las primeras huelgas bien documentadas de que tenemos noticia en Occidente las hizo el pueblo romano, cuando eran una república un tanto extraña, regida por una minoría de patricios que pretendían tener a la mayoría de la población, los plebeyos, a su servicio. Éstos, hartos de abusos y tretas políticas, decidieron, en tres ocasiones, los años 494, 449 y 287 antes de Cristo, utilizar un sistema tan simple como efectivo para conseguir sus justas reivindicaciones: abandonar Roma y dejar a los señoritos que pretendían gobernarles, a su aire, alimentándose, si podían, de sus honores, prebendas y privilegios, que demostraron carecer de poder alimenticio alguno. En todas las ocasiones, al poco tiempo, los patricios aceptaron las condiciones del pueblo y acataron algo a lo que no estaban acostumbrados: la voluntad de la mayoría, llegando incluso a tener los plebeyos derecho a veto en el Senado. En las tres ocasiones, es importante no olvidarlo, consiguieron sus objetivos sin derramar una sola gota de sangre.

Muchos siglos después, un tal Gandhi utilizó, con similar eficacia y resultados, un sistema muy parecido para quitarse de encima a otro grupo minoritario de parásitos sociales.

¿Cuántas veces ha de repetirse la historia hasta que aprendamos de ella? ¿Cuál será la razón de que a nuestros hijos les enseñen una historia de la Humanidad aburrida, carente de sentido y donde nunca se muestran, casualmente, las verdaderas ideas geniales de nuestros antepasados? Tal vez no haya nada de casual en todo ello . . .

Escatimando y ocultando esa información, nos transmiten constantemente la idea de que el mundo siempre ha sido así: una sucesión constante de guerras y reyes, batallas y errores repetidos hasta la saciedad, que la injusticia siempre ha formado parte de nuestras sociedades y de que es perder el tiempo intentar mejorarlas. Se crea así una sensación de frustración e impotencia social que nos va calando como un chaparrón de tristeza y hastío. Mientras pensemos así, como esclavos, como esclavos viviremos, tanto en nuestra vida cotidiana personal, como en nuestras relaciones sociales.

Hoy día ya no tenemos la disculpa de que la información se encuentra oculta, lejos de nuestro alcance, hoy, al menos, está ahí, sólo hay que comenzar a buscarla, y no dar por hecho y conocido cuanto ha sucedido a lo largo de siglos y milenios de historia, una historia tan sangrienta como constructiva, pues hasta aqui hemos sobrevivido.

Porque el peor esclavo, conviene no olvidarlo, ha sido siempre, y siempre será, quien ni sospecha que pueda estar bajo el yugo de la esclavitud, y se niega obcecadamente a admitirla como un posible condicionante de su vida y sus actos . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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A ESO DE VOLVER A . . .

A ESO DE VOLVER A . . .

A eso de volver a confiar en el ser humano a pesar de todo, de volver a creer que su terquedad puede ser constructiva, aún viéndole día tras día mentirse a si mismo y al mundo. A eso de volver a cargar con la decepción de un nuevo encuentro, de soportar que el ladrón te llame, mientras te roba, ladrón, y el asesino, mientras te mata, asesino, y aún así, no odiar.

A eso no lo llames estupidez o ingenuidad, llámalo aprendizaje.

A eso de cambiar de camino, tras cada caída, para aprender, de renunciar al sueño de las patrias, y así aligerar equipaje, a eso de fracasar, sin ira ni complejos, y tener el coraje de verlo, de aprender cada lección y disfrutar del placer de aprender, A eso de llegar a la total indiferencia ante el dolor propio, y a la empatía, sin límite ni intereses ocultos, ante el ajeno,

A eso no lo llames aprendizaje, llámalo experiencia.

A eso de volver a reunir, una vez más, fuerzas de la nada, de caer una y otra vez, y volver una y otra vez a levantarse, a eso de renunciar, una a una, a las ideas, hasta el vacío, a eso de escuchar a todos, pero no creerte ni a ti mismo, a eso de reconocer en ti la grandeza y la miseria humanas, a eso de intentar mantener algo de cordura en esta locura,

A eso no lo llames experiencia, llámalo sabiduría.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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¿TE PUEDO HACER UNA PREGUNTA?

¿TE PUEDO HACER UNA PREGUNTA?

¿Te puedo hacer una pregunta?

Cuando estás tan absolutamente seguro o segura de algo, de tal forma que no permites un resquicio de duda, ni un mínimo hueco para la incómoda incertidumbre, ¿qué idea, canon o modelo, tomas como referencia para tu certeza, cuál que no se base en otra certeza previa?

¿Te puedo hacer una pregunta?

Si has visto a lo largo de tu vida cientos de ejemplos que te demuestran que los sentidos a través de los cuales percibes la realidad pueden proporcionarte una información errónea, incluso dentro de los parámetros del acuerdo común al que llamamos realidad, ¿cómo puedes saber si todo lo demás que percibes es menos erróneo?

¿Te puedo hacer una pregunta?

¿Crees que la renuncia a toda pregunta es una forma de respuesta?

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

¿TE PUEDO HACER UNA PREGUNTA?

Se habla del holocausto judío,… y se sigue hablando del holocausto judío. Aunque casi cada día hay un holocausto, aunque desde aquella despiadada matanza, desde aquel genocidio, ha habido, y hay, otros genocidios de parecida importancia, del mismo desproporcionado tamaño, de similar calidad.

En Ruanda, unas etnias también quemaban, totalmente, en holocausto, a otra etnia convecina. En la antigua Yugoslavia, etnias y religiones buscaban el exterminio de sus conciudadanos con “identidades diferentes”. En Congo, el ejército congoleño junto con el ruandés, a finales del último siglo, exterminaba a los cientos de miles de refugiados congoleños  y hutus ruandeses, casi todos mujeres, niños y ancianos o enfermos, en sus propios campos, a palos.

Hablar así del pasado no parece ayudarnos a aprender para el presente, a solucionar lo que aún está en curso, sino más bien a ocultarlo.

Los que creen en teorías y en conspiraciones, no dudaran en creer que fue el sionismo quien provocó el holocausto, como justificación para la creación de un estado judío. Y esto quizá les dé aún más fuerza para odiar a los judíos, para justificar asimismo la matanza de aquellos seres humanos indefensos, asesinados con indiferencia.

Les ponemos nombres y creemos así identificarlos, cuando no hacemos sino borrar su identidad.

El holocausto, el genocidio, continúa en la faz de la tierra: diariamente mueren miles de seres humanos de hambre. Niños recién nacidos, culpables de tener unos padres hambrientos de pan y cultura. Cualquiera puede coger un vuelo turístico e ir a verlo desde la ventana de su hotel, o pasearse entre los cadáveres de barrigas hinchadas, aunque, si se es algo sensible, se aconseja usar gafas de sol y mascarilla.

Que fueran los propios negros quienes vendían a sus hermanos como esclavos, como ocurre hoy con la trata de blancas, como siempre ha ocurrido desde Caín, me dice más sobre identidades que todos los discursos nacionalistas de los mejores oradores. Me enseña para lo que han servido las ideologías, desde la revolución rusa a la nacional-sindicalista, desde la cristiana a la azteca.

Habría que suprimir todos los nombres comunes, los que nos identifican desidentificándonos, convirtiéndonos en ganado, y empezar de nuevo, de igual a igual, sin más ideologías que nos separen, sabiendo que somos todos iguales, que no puede ser de otra manera, pues somos todos diferentes.

Diego Pérez Sánchez

 

RECORRER TU CUERPO + SE TE ESTÁN PEGANDO A TI LAS COSTUMBRES DE TUS VECINAS + QUISIERA VOLVERME PULGA + HAY QUE JODERSE

Llegaste una calurosa noche de verano, que nunca podré borrar de mi memoria.

Aquí me encuentro, tumbado sobre mi cama y recordando aquellos momentos, las inmensas ganas de tenerte entre mis manos y apretarte cuanto pudiera. Fue una noche que pareció eterna, sin fin, sin límite, sin descanso . . .

Fuiste recorriendo, sin el menor pudor, una a una, cada parte de mi cuerpo desnudo, cada pliegue, cada hueco, sin dejar de saborear todos ellos.

Viendo mi indiferencia inicial, te acercaste aún más, mordiendo cada centímetro de mi piel, y así transcurrió la noche, sin pausa, sin descanso, sin sosiego posible, sumergidos en un absoluto frenesí. Viéndome entornar la ventana me dijiste desde la cama: se te están pegando a ti costumbres de tus vecinas . . .

Casi al amanecer, te marchaste, y yo pude, al fin, agotado, dormir. . . Al despertar te busqué ansiosamente, pero ya no estabas, y pensé: quisiera volverme pulga . . . mientras observaba las señales de la noche anterior en las sábanas, la almohada, y las cicatrices de mi propio cuerpo.

Te esperé con impaciencia a la noche siguiente, imaginando como compensar lo vivido la noche anterior. Cuando llegues te abarcaré con mis manos, te estrujaré contra mi cuerpo y ya no te irás nunca más . . .

Sólo así encontraré descanso, sólo así podré dormir tranquilo, mosquito cabrón y chupasangre . . .

Hay que joderse . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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DEL MIEDO

DEL MIEDO

Hoy quiero hablar sobre el miedo, esa fuerza que subyace en nuestro inconsciente más ancestral, que ha dirigido nuestra evolución y nuestra supervivencia, demostrando ser un magnífico elemento de juicio para ello. Los bebes no tienen miedo. Son hedonistas puros, sin miedo a las consecuencias. La experiencia, madre de la ciencia, va instalando en ellos el miedo al fracaso en esa persecución del placer. Pronto el cálculo va a establecer unos límites a esa búsqueda, basados en el miedo al fracaso y al dolor que acarrea. Aprendemos, en positivo, lo que es la responsabilidad; y, en negativo, lo que es el castigo. Esto nos ayuda a crecer, a sobrevivir, en un mundo en competencia continua por los recursos. Vivenciaremos situaciones generosas, de abundancia y desprendimiento, y esto nos ayudará a sustituir parte de ese miedo por arrojo y resolución. En ocasiones, la frustración de nuestros deseos, en la medida de su irracionalidad, arrojaran un balance negativo en nuestro entendimiento, y desarrollaremos autenticas paranoias de escasez, de despiadada competencia. Y esto no nos ayudará a sobrevivir, ni tampoco a vivir, más bien nos hará retraernos de nuevas vivencias. Es así que nuestra capacidad de emocionarnos y, sobre todo, nuestra aptitud de racionalizar esas emociones, puede volverse contra nosotros, impidiéndonos vivir plenamente.

Superada, por la humanidad, la infancia hedonista, la  turbada adolescencia  y la juventud temeraria, debería llegar una noble madurez. Peo me temo que la humanidad haya de esperar a su ancianidad para superar lo mezquino de su origen, si este no la lleva antes a su destrucción. 

El miedo es una virtud negativa, que se opone a nuestro desarrollo, aunque podemos admitir que forma parte de nuestras habilidades para no perder pie, para no perder lo que ya tenemos, en un uso racional de sus alarmas. Es sin duda un instrumento de supervivencia.

Pero ¿qué ocurre cuando ese instrumento es dirigido por un director de orquesta paranoico? Iré aún más lejos: ¿qué ocurre cuando, tomando las ideas de miedo como referente, un caudillo decide dirigir a su pueblo?

Dejo la respuesta abierta, para no caer yo en ninguna atroz manipulación .

DiegoPérez Sánchez

 

 

 

MÁS ALLA DEL MIEDO

He pedido papel y lápiz: Me han traído un bloc y un bolígrafo. Desde esta cama de un hospital cualquiera, voy a volcar en estos renglones, todos mis sufrimientos, todos mis errores, toda mi desesperación y amarguras pasadas.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, cuando me ingresaron no contaban con que viviera. Pero debe ser cierto eso de que nadie se muere hasta que llega su hora. Pues mi hora aun no llego, porque aquí estoy recuperándome lentamente de mis heridas, las del cuerpo sanaran antes que las del alma. El alma dañada no sana tan rápido ni tan fácil. Pero yo lo voy a intentar con todas mis fuerzas.

Esto que estoy haciendo, es el primer paso para lograrlo, romper mi silencio, hablar, abrirme, denunciar. Mi gran error fue, callar aguantar, dejar que me fuera anulando como persona. El maltratador se refugia en tu silencio, se crece cuando callas.

Aquí tengo muchas horas para pensar, leer investigar, y he descubierto que hubo un tiempo en que las mujeres eran  equivalentes a los hombres, tenían voz y voto, pero una guerra dura y cruel acallo sus voces, apago sus iniciativas, sumiéndolas en un rol de amas de casa cuidadora de los hijos y esposas sumisas. No podían decidir nada por su cuenta. (Y hablando de cuentas) Ni una libreta de ahorro podían tener a su nombre, necesitaban el permiso del marido para todo. Los hombres hacían y deshacían a su antojo. Después de muchos años  de intentar anularnos, surge un nuevo amanecer para las mujeres, estamos resurgiendo de las cenizas como el ave Fénix. Los  machistas de la vieja escuela ven con temor como cede el terreno bajo sus pies. Y sin saber qué hacer recurren a la   violencia como último recurso para intentar detener lo que ellos consideran de su propiedad. Las mujeres ya más allá del miedo vuelan libres de sus yugos. Han comprendido que son personas autónomas y con plenos derechos, estudian trabajan, ocupan puestos hasta ahora solo de hombres y siguen cuidando de sus hijos, procurando educarlos en la igualdad el respeto y la no violencia. No ya de género que es una definición que nunca me gusto.  Hay que estar en contra de cualquier tipo de violencia y de abuso de poder.

Por desgracia, la violencia con las mujeres es una cruda realidad, contra la que hay que luchar desde todos los frentes posibles y con  todas las armas a nuestro alcance.

Desde este papel donde estoy volcando todos mis pensamientos, todas mis emociones y todos mis descubrimientos, y a pesar  del dolor del cuerpo y del alma y de saber que tardare mucho en sanar de mis heridas interiores o que quizás nunca lo consiga del todo, quiero decir que siento un alivio, un pequeño asomo de luz y el despertar a una nueva vida, más allá del miedo.

María Bueno

 

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SIGO COLAPSADA

SIGO COLAPSADA

¿Por qué no comienzas por permitir que un hilo de duda invada tu mente? Añade un “tal vez” a cada acto emocional, en el resto es menos peligroso caer en certezas. Tendrás así alguna posibilidad de observarlo con un mínimo de distancia y objetividad.

¿Por que no pruebas, como ejercicio de aprendizaje, a colocar en paralelo las experiencias similares?

Tal y como un dictador necesita la sumisión de cuantos le rodean para compensar su complejo de inferioridad, cualquiera puede acabar buscando el reconocimiento externo por no estar seguro de su propia valía.

Nadie vale más que nadie, sólo cambia la capacidad individual, única e irrepetible de percepción, sufrimiento, creación o destrucción, y la capacidad de aprendizaje y transformación. El cambio, en sí, es inevitable y forma parte de la naturaleza misma de este universo.

¿Por qué no te das una oportunidad a ti misma y empiezas a relajar tu mente para acostumbrarla al ritmo de la vida? Nunca es tarde para empezar a vivir . . .

Es que . . . sigo colapsada . . .

Bien, reconocer los propios límites es el primer paso para superarlos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

 

SIGO COLAPSADA 

Ya no sentía nada. Del dolor lacerante de los primeros momentos ya apenas si quedaba nada .

Poco a poco fue deslizándose hacia   un sopor ,en un estado de bienestar ,como flotando en una nube de algodón .Las ultimas palabras que escuchó antes de ir cayendo fueron : “ no lo consigo , sigue colapsada”

 

Después despertó y paso por un largo calvario físico y psíquico.

 

El físico se arreglo pero el psíquico no.

Desde los fármacos, pasando por la hipnosis, la constelación , la terapia  de grupo con otras que habían pasado por su  misma situación, como si contar y recontar lo ocurrido , tuviera la capacidad de hacer que su mente lo aceptara (mal de muchas consuelo de tontas,),  no ,para el psíquico ,aún no habia encontrado nada que la curara.

 

Lo único que la aliviaba no era hablar de ello ,ni recordarlo .No era subirse en la hipotética maquina del tiempo y hacer que su cebero volviera al pasado y recordara, o diera el gran salto hacia adelante y olvidara .Por más que lo intentaba ,no eran aquellos sus remedios .

 

Su única  solución, era decirse así misma :”sigo colapsada “

 

Así entraba ,por unos segundo en el mismo estado catatónico de entonces : flotaba de nuevo sobre aquella nube de algodón y ya no sentía nada. Eran apenas unos segundos y lo podía hacer en cualquier lugar y momento.

 

Solo de esa forma conseguía soportar seguir en ese mundo donde imperaba la ley del todo o nada, donde la soledad del diferente la asechaba a cada paso que daba , donde viviría por siempre marcada.  Había tropezado con un ser desleñable ,del que le gustaba todo, pero él no,él no ,que no habia tenido ningún empaque en violarla ,por fuera  y , lo peor, por dentro.

 

Las heridas de la piel habían sanado las del alma no, jamás.

 

Estoy colapsada”  tenia que pensar. Solo así podía seguir hacia a delante con la apariencia de una vida normalizada ,añorando y maldiciendo a la vez aquella voz que decía “no consigo vía , no la consigo ,está colapsada ...”

 

 

Mari Carmen Martínez

 

 

SIGO COLAPSADO 

Sabemos, parece, que el universo se creó con una gran explosión. Que con él se crearon el tiempo y el espacio. Pero sigo colapsado. Si no había espacio, ¿Dónde se creo el universo? Y, si está en expansión, ¿sigue creando espacio a su paso?

Parece claro que si hay algo anterior al tiempo y al espacio, dios, vida o creatividad, sólo lo conoceremos, entre comillas, cuando seamos nada, otra vez entre comillas, que parece que es lo que había, antes de que hubiese algo; mucho antes, entre comillas de nuevo, pues el tiempo aún no existía, de que la ínfima pelotilla de energía, la que estaba en ninguna parte, explotase.

Sólo nos queda entre tanto relativismo, la paradoja como absoluto. Quizá la paradoja sea díos. Y paradójico es que sigamos intentando atrapar en el espacio-tiempo de nuestra mente lo que no es, que la vida siga interrogándose a sí misma.

Diego Pérez Sánchez

 

 

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LA MÁQUINA DEL TIEMPO

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

Y tenía miedo, un miedo intenso.

Por la mañana iban a quemarla viva.

Más que a las llamas, temía,

a aquellas miradas abrasadoras,

rostros con ojos, humanas expresiones,

frente a sus ojos desorbitados por el sufrimiento.

Diego Pérez Sánchez

 

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

 “Del sufrimiento han emergido las almas más fuertes. Los caracteres más fuertes se forjan a base de cicatrices”. (Gibran Khalil Gibran)

Jacinto tenía su muy particular máquina del tiempo, pero nadie le creía. La tenía desde aquel día en que, allá en el monte, una roca desprendida por una de sus cabras, le golpeó en la cabeza. Tras horas inconsciente, despertó para comprobar que algo había cambiado, no en él, sino en cuanto le rodeaba.

Todo cambió desde entonces: Jacinto seguía viviendo su época, pero sólo tenía que imaginar un tiempo pasado para verse trasladado, física y conscientemente, a ese momento, a esa época.

Su caso, incomprensible para la ciencia de su época, era uno más entre tantos, una de las tantas sintonizaciones posibles de una mente con diferentes escalas del espacio-tiempo.

Pronto comprendió que los libros de historia eran guías enriquecedoras que le ayudaban a ampliar sus posibilidades de viaje por épocas y lugares remotos.

Pero nadie le creía, todos daban por hecho que cuanto contaba no eran más que sueños que tenía en sus largas siestas en el monte, mientras pastoreaba las cabras, o consecuencia del abuso del vino. Nadie imaginaba que el pobre hombre realmente transitaba, muchas veces aterrorizado, épocas pasadas, de las que regresaba en cuestión de segundos con sólo recordar la choza en la que vivía.

Hastiado de que todo el pueblo le tomara por loco, probó un día a imaginar el futuro, y comprobó asombrado que también podía viajar por él, aunque pagando como precio una fuerte jaqueca.

Dos viajes fueron suficientes para anotar los números ganadores de varias loterias, cuyos boletos rellenó en un pueblo cercano, desapareciendo al día siguiente del sorteo, con la excusa de ir a conocer la capital.

Allí comenzó una nueva vida para Jacinto, dedicándose durante años a escribir la verdadera historia de la Humanidad, como resultado de sus anotaciones de innumerables viajes, y muy diferente a la narrada en los libros de historia.

Hoy por hoy, es una de esas enormes y misteriosas fortunas anónimas, tras la que todos creen que se esconde algún jeque árabe, propietario de cientos de pozos de petróleo.

En el pueblo, sin embargo, todos siguen pensando que Jacinto no es más que un pobre diablo que se ha perdido en la gran ciudad.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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UN DÍA MÁS

UN DÍA MÁS

Un giro más, un guiño más de nuestra estrella, y la absurda ilusión de que los ciclos siempre esperarán por nosotros.

La necesidad de dejar para mañana cuanto hemos decidido que no podemos hacer hoy.

La inefable creencia en que todo, tal vez, tenga algún sentido.

La espera sin pausa, la pausa sin sentido, a la espera de la pausa eterna.

El aprendizaje de la espera.

El error de la espera.

Un día más.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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¿QUÉ DEBEMOS?

¿QUÉ DEBEMOS?

Vivir y dejar vivir, y no hacer a ningún ser vivo cuanto no nos gustaria que nos hicieran.

Eso tan sólo, nada más, y me sobran los dedos de una sola mano para contar las personas que he conocido, a lo largo de mi vida, capaces de vivir consecuentemente esas dos simples premisas.

A todos nos queda la disculpa de que nadie nos ha enseñado, pero la vida de los pocos que lo han conseguido nos señala, con su incómodo ejemplo acusador. Precisamente ellos, que ya han aprendido a no caer en la trampa de la acusación . . .

Vivir y dejar vivir . . . demasiado para seres minúsculos con egos enormes, que todo lo crean y destruyen en razón de abstractas alucinaciones, que transitan un soplo de tiempo, convencidos de que es el universo el que gira en torno suyo y no ellos los prisioneros de mil elipsis materiales y temporales.

Siempre habrá, como no, un culpable oportuno, alguien a quien linchar o reprocharle, incluso, que hiciera por nosotros, o por nuestros derechos, cuanto nunca tuvimos ni el valor, ni la dignidad de hacer.

Siempre habrá alguien diferente que se niegue a bailar nuestra música, y a quien condenaremos por su insolente indiferencia. El tiempo se encargará de que nuestros nietos levanten estatuas en su honor.

Lo debemos todo, pero nos paseamos como arrogantes acreedores de la vida.

De ahí a crear e imponer dioses, ideas y hasta gustos, sólo queda un diminuto y patético paso hacia ninguna parte.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

¿QUÉ DEBEMOS?

Básicamente nacemos con una deuda o eso nos han enseñado, la vida. 

Sin embargo entraríamos en la famosa disyuntiva, como cuando eramos adolescentes y decíamos muy sueltos de cuerpo, yo no te pedí que me trajeras al mundo. Pero la vida sigue adelante y hoy a la mayoría de nosotros nuestros hijos podrían decirnos lo mismo. 

Yo pongo  sobre el tapete esta discusión. Gracias a la vida, gracias a nuestros padres, pero a partir de aquí que, solo saber que soy una persona agradecida, gracias porque? y que hubiéramos sido de no haber nacido? Como poder agradecer algo que si bien es bueno para la mayoría de las personas, no sabemos que hubiera sido, de no haber sido. 

Un juego de palabras desde luego. Pero según a que filosofía nos acerquemos de no haber tenido esta vida, podríamos haber sido, mas, menos o la nada.

Es así que sigo en mis delirios y entonces me planteo, que dejo cuando me vaya, dejo una teoría? dejo un camino andando y en movimiento, dejo amor, dejo odio, es eso importante?

El ser humano tiene un deseo de trascendencia según el cual de acuerdo a la obra que haya realizado y la que perdure en el tiempo es recordado masivamente. 

Pero cuando no trascendemos a nuestro circulo,cada teoría lanzada al viento, cada acción realizada, ha dejado una marca en los que nos rodean, que serán los encargados de llevar ese bastión durante toda su vida.  Y de esta manera de nada vale conocer a los clásicos, haber leído y entendido a lo grandes filósofos, si no puedes dejar tu propia mente y tus buenas ideas quizá a un reducido grupo, pero que se potencia en cantidad y calidad en el tiempo. 

A quien le debo la vida? a mis padres que me la dieron, a los que durante largo tiempo la condicionaron o a mi misma que tarde mucho tiempo en darme cuenta que la vida valía la pena ser vivida, pero no en una libertad mentada, sino en una libertad real. 

Por eso cuando me dicen allá donde fueres has lo que vieres, yo te digo, que cómodo, seguir la corriente a las personas para que nos amen incondicionalmente, y te aman así? hay quien ame así?, permitanme a estas alturas ponerlo aunque sea en duda. 

Quisiera llegar a ver un mundo en el que no importase lo que yo haga, mientras no dañe a nadie, un mundo que me acepte como soy y aun como fui, no quiero hacer lo que vea quiero hacer lo que quiera, siento que viví demasiado tiempo para los demás hoy quiero vivir para mi, el refrán por lo tanto borrado, no me sirve en este momento no tengo ganas de hacer lo que hacen los demás sin plantearme si es lógico o no, si lo comparto o no, si me sirve o no.

Por eso este no es un día mas, este es el día en que me di cuenta que lo vivido, lo sufrido, lo festejado y aun lo amado tiene que pasar a un segundo plano, quizá porque al nacer rompí la premisa que primero hay que amarse a si mismo, siempre ame primero a todos los demás, siempre adonde fui hice lo que vi, hoy invierto la formula, hoy estoy aprendiendo a amarme a mi y cuando algún resplandor del pasado intenta alumbrar mi camino, yo le contesto quedamente esa no soy yo, esa se fue hace ya tiempo, cuando se dio cuenta que vivir por vivir, no vale nada que como dice Eladia Blazquez en su hermosa canción, yo quiero a partir de hoy, " Honrar la vida"

Alicia Gaona

 

 

¿QUÉ DEBEMOS?

Debemos cada veinte por ciento del aire que respiramos .

Debemos cada molécula de agua que bebemos.

Sabemos y podemos fabricarla ,pero el coste es tan elevado que el precio resultaría desorbitado y de cualquier forma deberíamos el oxigeno y el hidrógeno que la forman y la energía para unirlos.

Demos cada seis moléculas de energía de fabricamos ( ATP ) en un ciclo de Krebs a partir de una de glucosas ,en metabolismo aerobico .

Debemos cada fotón que hace crecer la caña de azúcar o la remolacha.

Debemos cada contracción relajación del corazón ( sístole ,diastole) debemos cada inspiración espiración. Si tuviéramos que controlar conscientmeente la respiración y el automatismo cardíaco no nos quedaría tiempo para pensar .

Debemos el placer ,si no existiera al copular ,la especie probablemente se habría extinguido desde hace tiempo..Así somos, por él ,nos movemos.

Debemos hasta el placer ,si placer, que nos produce defecar ,hay tantos receptores de placer en la mucosa anal ,sin ellos probablemente hasta se nos olvidaría cagar.

Perdón por la expresión pero vine en el diccionario de la RAE

Así somos de perfectos imperfectos.

Debemos cada nueva conexión neuronal que establecemos( sinapsis) y cada nueva neurona que fabricamos a partir de una célula madre...debemos ,debemos ,debemos tanto que se podrían enumerar al infinito lo que debemos... en fisiología ,anatomía ,patologías, en tratamientos ,en investigación, por descubrir...

 

Debemos preguntarnos si somos de este planeta , o contraviniendo todas las leyes de la evolución pensar si somos trasplantados de otros sistemas .

A tenor de la estacionalidad de algunas enfermedades ,cabría pensar que estamos muy mal adaptados ,están mas que demostradas las ciclotimias estacionales. gastritis ,depresiones , lo mal que llevamos el reumatismo con la humedad ,los dolores de cabeza que provocan en ciertas gentes algunos tipos de vientos ,poniente en particular...

 

A raíz de la exactitud matemática de civilizaciones al parecer no tan avanzadas ( pirámides),a tenor de las lineas de Nazca tambien cabría especular.

Si todas las religiones hablan de un paraíso perdido ¿ Debemos cuestionarnos si de verdad nos echaron de algún lado o salimos por patas porque nos lo habíamos cargado?

Y tal preguntarnos ,como sabiamente dijo Juan en una tertulia ,si no seremos juguetes en manos de dioses caprichosos que se alimenta de la energía que produce nuestra ira y por eso no conseguimos nunca una tierra en Paz...

¿Seremos títeres al albedrío de una fuerza superior ,al igual que nosotros podemos ser dioses para un hormiguero según si decidimos pisarlo o no ,o lo aplastamos por azar?

 

Debemos ,debemos tanto ,lo malo es que no sabemos a quién pagárselo ni como.

Bueno, como ,si sabemos: respetando lo que tenemos y lo somos a poder ser no siendo dioses destructivos y vengativos para otros seres, para con nosotros mismos , ni para el planeta .

¿Debemos ser vegetarianos?

Debemos tantas cosas ,que como diría un muy inteligente amigo mío ,Melchor, malagueño a la sazón, debemos, si no tenemos nada interesante que aportar ,debemos hasta de callarnos .

Por eso me callo.

 

M. Carmen Martínez. Septiembre 2010.

 

 

 

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LA ANFITRIONA

LA ANFITRIONA

Nos recibe en su casa, su reino en realidad, sin importar lo ruidosos que solemos ser al llegar, intentando orientarnos en el desconcierto inicial.

Nos alimenta, protege y sustenta, ofreciéndonos todo cuanto tiene en su pequeño pero colorido hogar.

Nos enseña, sin pretenderlo incluso, mil cosas, guiando nuestra imaginación y nuestra mente por caminos que ni sospechábamos que existieran.

No puede, y sabe que no debe, sobreprotegernos ni agobiarnos, sólo acude ocasionalmente en nuestro auxilio, cuando surge algún problema, o cuando nos ve cabizbajos o tristes, para recordarnos, como una buena amiga que es: “Esto que ahora sientes como doloroso o insuperable, también pasará . . .”

Y en el momento determinado, con suerte, el momento oportuno, nos despide, esperando que hayamos disfrutado de la fiesta, del tiempo compartido con el resto de invitados, entrañables amigos, o tristes y fugaces enemigos.

Nos despide esperando que hayamos aprendido, crecido, y recargado nuestro ser con la energía vital, su energía, necesaria para continuar el inescrutable camino.

Es la gran anfitriona, la única y verdadera anfitriona, en realidad.

Es la Vida.

 Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

LA ANFITRIONA

Para suerte o desgracia las personas no somos una foto fija; y debajo de aquella exquisita mirada de azul cielo habitaba una persona cuya frivolidad a veces rozaba lo absurdo.

Qué confortable resulta para sobrevivir la frivolidad; porque arranca de cuajo en nosotros cualquier viso de gravedad u honda preocupación. Todo es volátil y fútil y por tanto pasajero inmerecedor de un ápice de nuestro pensamiento. Al principio me pareció divertido ese desprendimiento hacia todo lo que no fuera dinero. Por este sí que sentía un apego que rozaba lo obsesivo ,llegando incluso a la más burda de las tacañería pero todo eso lo descubrí después cuando seguramente él también habría descubierto que mi forma de ser la cansaba.

 Hoy celebramos nuestro aniversario. Son muchos años .No merece la pena decir cuantos.¿Feliz aniversario? No sé, más bien feliz autoengaño. Hace tiempo que vivimos vidas separadas aunque sigamos juntos porque ninguno de los dos ha sido lo suficientemente valiente como para decir basta. Así que seguimos confortablemente unidos, aunque cada cual haga su vida.

Al principio su conducta se asemejaba a la del perro del hortelano; otorgándome una supuesta libertad hasta que intuía que podía llegar demasiado lejos. Entonces tiraba de la cuerdecita invisible que nos seguía manteniendo juntos y pasado el peligro vuelta a lo mismo. Hasta que rompí la cuerda y levanté el vuelo. Se llama Julio y cero que con él he encontrado algo que se debe parecer mucho al amor. De momento estamos bien juntos y eso es lo que importa.

Con mi marido todo era distinto, tenso, autoimpuesto; a veces me acercaba a él poseída por el ansia de arreglar nuestra situación, hacerla al menos más soportable. Pero cuanto más cariñosa me mostraba él se volvía más distante, incluso cruel. Sus sentimientos parecían infectados por una especie de complejo de inferioridad que intentaba paliar sintiéndose importante y eso al parecer lo conseguía haciendo sufrir a los demás..

 Hoy estoy y dispuesta a tirar la casa por la ventana. Una buena anfitriona no escatima en gastos. Además se pondrá de los nervios cuando vea todo lo que he encargado. Al fin y al cabo la idea de la celebración fue suya. En la alta sociedad visten mucho los aniversarios. Pues este e recordará durante años. Aunque todo sea una farsa, como muchas de las cosas que vivimos a diario. La única etapa de la vida en la  que la autenticidad nos supera es la infancia; Sin embargo qúe inútil resulta buscar el niño que fuimos como quien persigue un fantasma al que se cree ver en cualquier lugar pero que ya no habita en ninguno. Si efectivamente sólo el momento presente existe como no puede ser de otra forma, el niño que fuimos fue y ya no existe sino en nuestra memoria, tamizado por nuestras emociones, sazonado con el presente conocimiento.

A lo sumo y con dedicación y respeto a nosotros mismos, podemos adivinar a través de lo que fue lo que será. Que no es ni más ni menos que el camino de la adivinación, o la divinacción si estratégicamente le sustraemos la “a”.

Begoña Ramírez

 

 

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¿FELIZ ANIVERSARIO?

¿FELIZ ANIVERSARIO?

Sócrates gozó siempre de la admiración y respeto de sus discípulos, algunos, como Platón Aristipo y Antístenes, creadores ellos mismos de sendas escuelas filosóficas. Menos respeto, sin embargo, parece que le tenía su esposa Jantipa, mujer de áspero carácter y muy irritable. Sócrates decía que la había tomado por esposa precisamente por eso, pues, conociendo su carácter, se había habituado a tolerarla pacientemente, con la idea de llegar a la perfección en el dominio de si mismo y saber tratar con cualquier persona de difícil carácter. Nietzche dirá, en el siglo XIX, con su acostumbrada malicia, que fue Jantipa quien convirtió a Sócrates en el mayor dialéctico de Atenas, pues al hacer irrespirable el ambiente del hogar, lo indujo a andar todo el tiempo dialogando por las calles de la ciudad. Un día, cansado de la bronca interminable que le dedicaba Jantipa, para no oírla más, salió de la casa y se sentó en un escalón de la puerta, pero Jantipa, irritada por no haber podido desahogarse con su marido, se vengó vaciando sobre su cabeza una palangana de agua sucia. Sócrates se limitó a comentar resignadamente: “Después de tanto tronar, no es extraño que ahora llueva”.

(“Filosofía para bufones” Pedro González Calero)

Lo que no suelen contar las crónicas, ni Platón en sus Diálogos, fuente principal para conocer el pensamiento y desventuras de Sócrates, es que esa anécdota sucedió el día del aniversario de boda de Sócrates y Jantipa, y que, volviendo a casa Lamprocles y Sofronisco, dos de los tres hijos de ambos, al encontrarse a su padre sentado en el escalón de entrada, empapado y maloliente, adivinaron lo sucedido, limitándose a decir el primero, que algo de la ironía paterna había heredado:

“Qué, padre, ¿feliz aniversario?”

Días más tarde sucedió la archiconocida anécdota, cuando un joven alfarero consultó a Sócrates qué hacer, si casarse o permanecer soltero. Se dice que el viejo filósofo le contestó:

“Hagas lo que hagas, te arrepentirás”.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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NO HE TRAÍDO BAÑADOR

NO HE TRAÍDO BAÑADOR

Dicen en Oriente que, aunque vivamos un siglo, no seremos nunca más que el reflejo del niño o niña que éramos con tres años, y ellos no eran la excepción.

Aquel verano, como todos los anteriores desde hacía quince, se reunían nuevamente los antiguos alumnos de una escuela que ya sólo existía en su imaginación, y vinieron a demostrar, por si cabía alguna duda, la veracidad del aforismo oriental.

Luisa seguía siendo la niña pulcra y ordenada que siempre había sido: se encargó de preparar el itinerario que les llevaría a aquel pequeño lago en el que habían compartido juegos de infancia, confirmando la asistencia de todos ellos y encargando incluso comida preparada a un restaurante cercano que había localizado por internet.

Andrés, eterno pesimista, fue desgranando, a lo largo del camino, las mil y una posibilidades nefastas que podían ocurrirles durante la excursión, llegando a incluir una abducción extraterrestre, aunque no la que había de sobrevenirles.

Mario, callado y taciturno, seguía siendo tan inescrutable como en su infancia, cualquier cosa podía estar pasando por su mente.

Rita, nerviosa y dicharachera, llegó a contar más de veinte chistes durante el trayecto, hasta que sus amigos le pidieron, sinceramente, que parara, que podía ser peligroso conducir entre tantas carcajadas.

Y así fueron llegando uno a uno, para encontrarse con que el lago de limpias aguas de la infancia se había transformado en un vertedero de basuras, relleno en parte de escombros, y con algo de humedad en su fondo. Manuel, siempre optimista, y tal vez por ello amigo inseparable de Andrés, se limitó a decir: “Bueno, si tiran tantas cosas, está claro que el nivel de vida de esta gente ha mejorado mucho . . .” Mercedes, obsesionada con no perder el tiempo, pensaba: “¡Qué pérdida de tiempo!”, mientras Luisa se mortificaba pensando que no había organizado correctamente el encuentro.

Y en esto estaban, todos frente al basurero, cuando apareció, el último, como de costumbre, Gabriel, que ya en la escuela tenía fama de ser el niño más despistado del colegio, y al que todos los profesores dieron por caso perdido.

Nada más llegar miró alrededor, y lejos de comprender la situación en que se encontraban, se limitó a decir: “No he traído bañador”.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net 

 

 

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EL DÍA QUE DEJÉ LOS HÁBITOS

EL DÍA QUE DEJÉ LOS HÁBITOS

Esos malos hábitos me habían llevado al peor de los caminos, a formar parte de un grupo cuyas verdaderas intenciones se me escapaban, todos vestidos con ropas oscuras, extraños amuletos, sumidos y consumidos por inhumanos rituales antropofágicos y completamente convencidos de la verdad inapelable de nuestras ideas.

La unión implicaba poder material y reconocimiento social o, mejor dicho, temor social, aunténtico terror en algunos momentos, pues éramos capaces de imponer por la fuerza, sin el menor remordimiento, cuanto considerábamos correcto y justo, nuestra justicia.

Ese convencimiento nos permitía hacer todo tipo de fechorías sin un atisbo de duda, parapetados en la razón de nuestras razones, convencidos del derecho y hasta obligación de imponer nuestras certezas.

Casi cinco años he convivido con ellos, he participado de sus fiestas macabras, de sus ritos ancestrales, toda virtud humana ha caído bajo nuestros pies, y toda buena voluntad ha sido degradada hasta convertirla en un acto de absoluta hipocresía.

La codicia, la avaricia, la violencia más o menos disimulada, y hasta las más depravadas tendencias sexuales han anidado entre nosotros . . . nunca debí comenzar este errado camino . . . .

Esta mañana he amanecido con una duda que se ha ido extendiendo en mi mente como gotas de sangre derramadas sobre un cántaro de agua cristalina, y ahora, gracias a esa duda salvadora, ya no albergo duda alguna.

Desnudo y solo como vine al mundo hice, en el centro del patio, apenas minutos antes del amanecer, una pequeña hoguera, en la que, llevando a cabo un último ritual de la secta que había lavado tanto como ensuciando mi mente, regalé al fuego purificador todos mis negros hábitos.

La Iglesia tiene, desde hoy, un sacerdote menos, y la Humanidad ha recuperado a uno de sus más ciegos y descarriados hijos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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CAPICÚA

CAPICÚA

   La otra tarde estaba como un loco buscando un lápiz para plasmar en el folio unos cuantos pensamientos que andaban revoloteando por los aires en medio del tiroteo que azotaba mi cabeza, con idea de atraparlos de alguna manera, aunque fuese estrujándolos como salchichas o mordiéndolos a bocado limpio, y conformar algunas historias similares a las que aparecen en las revistas literarias o prensa en general de distintos lugares, pero no había forma de lograrlo. Alguna mano negra se había confabulado en una maniobra desleal.

   Por última vez, por favor, escúchenme, ¿quién tiene un lápiz? Sólo le pido que me lo presten un momento, y no duden de que de inmediato retornará a su dueño, les doy mi palabra de honor.

   Doy por descontado que más de uno querrá satisfacer mi necesidad, porque es casi seguro que todos poseéis un lápiz de sobra en la bolsa por lo que pudiera suceder, incluso diría más, que vais acompañados de montones de lápices de múltiples colores a fin de atender el abanico de emociones que circulen por vuestro mundo, así que no se hagan los remolones, aunque comprendo que estarán ocupadísimos en mil bagatelas intentando salir airosos del tumultuoso oleaje, lo que impedirá que se centren en mi petición.

   En primer lugar he de advertir que esta semana la cuestión creativa es tan compleja que palpita en el ambiente, porque si se echa un vistazo a la ristra de asuntos que se han ofertado da que pensar, y es para echarse a temblar si se piensa en serio en la infinidad de lápices de fina punta que harán falta utilizar para conseguirlo, ya que todo es para lo mismo, para montar un andamiaje de personajes y revoltosos personajillos que como el que no hace la cosa deambulen de acá para allá dando la cara o palos de ciego y se desnuden con objeto de enhebrar febriles episodios de lo que les acontece en el devenir de los días, pero a buen seguro que esto encierra una maligna y secreta intención difícil de digerir, tal vez con la artimaña de cargarse a más de uno –sic- al no palpar la carne de los engarces precisos para tamaña cantidad de mimbres en tan reducido espacio, tarea harto ardua como no sea que se tiren al monte y se pongan el mundo por motera, empezando a torear a tumba abierta las reses más bravas en mitad del ruedo a las cinco de la tarde, comenzando por el sobrero o el que más rabia le dé, por ejemplo, capicúa, bien armado de cabeza y cola, de donde procede su denominación de casta, y ahí les quiero ver, con lo peliaguda que anda últimamente la esfera de la economía, con los números desencajados por el temor de no dar la talla en el debe y el haber de las finanzas, saltando por los aires por el derrumbe de la banca, de atrás hacia delante o al revés sintiéndose huerfanitos los números y arrojados al mar de la especulación como simples peleles, 13333…1, ¿hay quien dé más?, figurando para colmo como préstamo lingüístico con la que está cayendo, como si el mundo financiero estuviese para echar cohetes y facilitar préstamos con el oscuro panorama que se cierne sobre nuestras cabezas.

   Pero no queda ahí la abigarrada oferta semanal, pues si se sigue oteando el horizonte la estampa con la que se topa uno sin pretenderlo es la de alguien que no trae bañador, que viene desnudo, según se vislumbra a lo lejos, y subido de tono cabalgando en unos zancos para mayor INRI, precisamente nuestro amigo de toda la vida y comparsa de licenciosas noches de parranda, que vivía, si mal no recuerdo, en la misma desconchada esquina donde se ubicaba el bar que frecuentábamos por aquellas fechas, y donde nos tomábamos las cañitas de rigor los sábados por la tarde antes de dirigirnos al desfile de los monumentos vivientes, las chicas de turno con los delicados peinados y sus limpias ropas de ricos colores desafiando a la primavera, y hete aquí que conforme se acercaba no podíamos creerlo, pero ya a nuestra altura verificamos que venía efectivamente sin bañador de la playa del muerto con gran entusiasmo, y no le importaba lo más mínimo que lo contemplasen por el paseo marítimo de Las flores en frente del Calabré, y si alguien osaba insinuarle la causa que lo había motivado, respondía con calmosa sabiduría, muy sencillo, amigo, es que no he traído bañador, lo olvidé en casa, qué quiere que haga.

   Menos mal que tales eventos se fueron espaciando en el tiempo y guardando cierto recato en los procedimientos, sin embargo los desaguisados no cesaron, y a los pocos días aparece otro colega por el bulevar bailando de alegría porque había dejado los hábitos plantados en el convento con toda su aureola de silencios; tal espectáculo fue una pesadilla para más de uno, y si hay dudas de ello nada más que interrogarle de súbito al prior del cenobio, a ver cómo lo describe, que será digno de escuchar, ya que de repente, estando en el reclinatorio al lado del altar mayor cubierto hasta la coronilla con la capucha y por abajo hasta los tobillos con el hábito se había despojado de todo el atuendo  y a continuación decidió desplazarse a la playa a darse un chapuzón, pero le ocurrió lo mismo que el anterior, que no había traído bañador, sin embargo no quería desaprovechar la ocasión para refrescarse, ya que se hallaba a tiro de piedra de la playa, casi en el rebalaje, y con los sofocantes calores del verano su cuerpo se lo agradecería, reponiéndose de la asfixia que traía incrustada en las entrañas con tanto fuego de incienso unido al roce del hábito en hombros y costados.

   No obstante, los rocambolescas coyunturas de nuestros personajes no finalizaron aquí, pues parecía que no fuese su mejor día, dado que la casa que habían alquilado para solazarse y dormir a pierna suelta durante una buena temporada con el propósito de reponer fuerzas y olvidar los sinsabores del camino resguardándose de las inclemencias del tiempo o de la acometida de animales salvajes no funcionó, no se sabe el porqué de tanta desgracia, o mejor dicho, nunca se supo a ciencia cierta si los siniestros contratiempos andaban al acecho por los tejados, pues resultó que la casa en la que se albergaron tenía dos puertas, y sin quererlo rememoraron lo que auguraban los ancestros cuando eran unos bebés, casa con dos puertas mala es de guardar, pero entonces no alcanzaban a digerirlo; no se habían tomado jamás en serio semejantes augurios y menos aún las advertencias de los abuelos, pero aquella noche, la noche más larga, cuando la luna se posaba placenteramente en el tejado con todo su esplendor unos hábiles atracadores que rondaban por allí hambrientos y medio exhaustos se lanzaron a tumba abierta por el precipicio del terreno y aprovecharon la ocasión para penetrar por la puerta de atrás de la vivienda, por donde nadie cruzaba y la forzaron en un instante en la soledad de la noche, apoderándose de lo único valioso que disponían en tales circunstancias, aunque hay que reseñar que con las prisas no se cumplieron al cien por cien sus planes, y no sólo eso sino que además les fue totalmente imposible lograrlo puesto que el resto de enseres y componendas no figuraban en el recinto, dado que faltaban el bañador, los hábitos, y las operaciones bursátiles de capicúa, que con tanto esmero habían esbozado  en aquella borrascosa noche de tormentas interiores.

   Al cabo de un tiempo les vino a la memoria todo aquel rosario de peripecias que les habían ocurrido en la vida, y no lo comprendían, por lo que se cuestionaban una y mil veces, cómo era posible que se les acumulasen tantas adversidades, como si su vida fuese una película de ficción con todo ya planificado por el director, con todos los ingredientes predeterminados, donde los personajes estuvieran diseñados para ejecutar tal rol, pero en el caso que nos ocupa, en que los avatares son verídicos, no es tan evidente su demostración, y no se puede afirmar que hayan perdido la razón como un vulgar quijote, o alegar que acaso sean de otro planeta, porque de lo contrario sus mentes no captarían tal amalgama de sucesos, fútiles o no, pero ciertos, y ahí están los hechos y los personajes, de carne y hueso, que lo pueden atestiguar a quien se les ponga por delante, sea magistrado, juez, policía o forense. Las cosas son como son y no como a uno le parezca.              

   No cabe duda de que tales contingencias no les hubiera ido así de haber deambulado por otros derroteros, pero como resulta que existió el convento, la playa, la escritura de los guarismos y el temor a dormir de manera insegura en semejante casa, de ahí surgió todo cuanto acaeció después, dándose fraternalmente la mano hábitos, bañador, capicúa y casa con dos puertas, que al parecer configuraron la estela del destino (pues si hubiera tenido sólo una seguramente les habría sido más fácil atrancarla y en unas condiciones óptimas), y no los hubieran desplumado.

   Es obvio que la vida no existiría ni nadie hablaría de ella si no fuese porque aparecen dibujadas innumerables escenas en alguna roca, o escritas en alguna tablilla o papiro inmortales andanzas de los mortales, para bien o para mal, que nunca se sabe, y que todo ello en el fondo dependerá del color del cristal con que se atisbe, o a lo mejor cosas más sorprendentes alumbrarán los lustros venideros.    

José Guerrero Ruiz

 

 

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QUIÉN TIENE UN LÁPIZ

QUIÉN TIENE UN LÁPIZ

Hay cosos que creemos importantes en la vida y no lo son tanto. Solemos buscar la felicidad para devorarla a dos carrillos, pero demasiadas veces no hallamos sino un goce momentáneo y el agujero resultante de la frustración. Sabemos que el placer adopta distintas formas, siendo en el fondo una sola: la reparación de nuestra insoportable soledad. La soledad de nuestra mente aislada. Lo perseguimos por ello en el tesoro de otras personas (muchas veces como auténticos vampiros), en meros bienes de consumo o metiendo aventuradamente las dos patas en alguna fronda de hedonismo y violencia…

Al final siempre es la misma deuda: el sustituto de la endorfina primera, de la primera teta; un sustrato del amor de mamá no comprendido ni superado; ese regusto en el paladar de la mente que con ahínco buscamos en soledad y cuya música siempre es tocada para el recuerdo. Tentado por esta nostalgia, conjurándola para eliminar lo absurdo de una vida aparentemente llena pero vana, en la cadencia del presente, como un observador consciente, es quizá cuando sientes que puedes vivir de veras; es decir: que puedes aceptar y aceptarte desde la conciencia; que formas parte de una misma familia humana; que aprendes del mundo que te rodea para conocerte a ti mismo; que notas que una extraña sincronicidad te inspira, que ves y admiras la belleza de las cosas… Y, sobre todo, que puedes y tienes el deber de amar y de sentirte amado.

Un amigo de noventa años me dijo una vez que el amor –y no únicamente el tiempo que dura un idilio, o el más dilatado de apego junto a otra persona, sino el amor abierto a todas las cosas, a la propia vida, a nosotros mismos–, hay que darlo sin prendas y saber recibirlo; sólo así hará a los hombres jóvenes, ya que la “vejez”, además de un periodo de declive físico, es, por encima de todo, un estado de ánimo.

Sí, las cosas que sentimos que son las realmente importantes en la vida, suelen ser sencillas pero intensas y, además, sólo comportan la dificultad del compromiso; por ello cuesta a veces distinguirlas tamizadas entre el ruido constante de la mente. A veces somos necios y vanidosos (entremos todos, ¡sálvese quien pueda!) en consecuencia, acabamos dejando ignorado a un lado lo verdadero, la vida misma que pasa mientras planeamos mil cosas en nuestra mente, dispuestos a lo que sea para reafirmarnos, inclinados a reptar felices entre los surcos del placer efímero fajado al sufrimiento y la mediocridad. Nos sentimos vulnerables. Creemos en la escasez y tenemos miedo de perder nuestras posesiones. Pensamos que casa de muchas puertas es difícil de guardar, sin damos cuenta de que salvo la propia vida, no hay nada más que proteger, sino el amor de los nuestros, la inocencia de nuestra alma y una mente abierta.

Apreciar por un lado la cara más malvada de la condición humana, el cuerpo personal y colectivo del dolor y del miedo; por ejemplo: la crueldad indolente de un grupo de poder manejando su maquina criminal –escenificado en los ojos enajenados de un niño soldado, Kalafnikov en mano, ametrallando a los suyos–. Y por otro lado, impregnarse de lo real y sublime de la existencia: el olor de la hierba pisada en libertad, la luz de una puesta de sol, la sonrisa de una niña… Ver la belleza en este contraste del “bien” y del “mal”, haciendo de ello un acto de amor, un mensaje artístico, un esbozo de trascendencia, una obra para deleite y estímulo de quien la haga suya, es ante todo un reto y, al mismo tiempo, un compromiso. Ese es el dilema trágico del arte, del tiempo, de la vida, y el secreto de su encanto: ¿sumisión consciente o indiferencia?

Recuerdo las palabras del viejo oráculo egipcio de los destinos: las buenas obras de los hombres regularmente se escriben en arena, las malas son gravadas en mármol.

O las del profeta Muhammah: las letras son los signos de la tinta. Realmente no hay letras, sólo marcas de tinta. No digas que la tinta es letra. La tinta estaba cuando las letras no existían. Y no digas que las letras son la tinta. Las letras se van, solo queda la tinta.

Y pregunto: Quién tiene un lápiz para escribir un poema a esta luz de septiembre, penetrante y auspiciadora del ciclo sucesivo y prodigioso de la vida, esta luz que alumbra las formas y colores también por dentro, a la que si miramos desde el silencio, con el corazón purificado, la sentimos más próxima a nosotros que nuestro corazón mismo. Es la luz que te muestra las puertas abiertas de una casa limpia y alicata de huertos y jazmines, un mundo distinto que podemos ver sólo con la voluntad de verlo, donde la paz y la verdad ya nos invitan a vivir. Un lápiz, por favor, con el que escribir y recitar este breve poema, este sueño del que el tiempo borrará primero la ferrita y luego el rastro postrero del surco, pero cuyo eco trascendental seguirá sonando siempre entre un latido y otro del universo.

Franjamares, septiembre de 2010, Tertulia Entrelíneas, Nerja, Málaga

 

 

 

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NO SIEMPRE

NO SIEMPRE

   Un vecino solía enchufar la radio a todo volumen sin ningún reparo, y lo preparaba a conciencia, como si se tratara de publicitar algún prestigioso producto de los que se pregonan por las calles a voz en grito o con potentes altavoces, poniendo en pie de guerra desde su atalaya las somnolientas aguas matutinas del vecindario, al horadar muros y tabiques inundando habitaciones, salitas de estar o los más intrincados recovecos de la vivienda.

   Se conectaba como un autómata, con todas las de la ley, en aquello que le parecía en tales coyunturas sin consultar a nadie y sin otra preocupación que alimentar su ego, colmando los antojos más disparatados.

   La mayoría de las veces los fulminaba con música ramplona y pegajosa, cual engorroso chicle pegado en la suela del zapato que no te dejase caminar, y en contadas ocasiones se dignaba cambiar de canal inclinándose por algo más cuidado. En ese aspecto no se complicaba el intelecto, por lo que unos días se oían las vibrantes notas de la raspa, salsa o ritmo rockero y otros, los menos, oberturas clásicas, siempre sin respetar el descanso ni nada que se le pareciera, sumergiéndose en el veneno de las ondas como un auténtico melómano, yendo a su bola y pasando de todo lo que le rodeaba, pese a haber sido apercibido en multitud de ocasiones por el presidente de la asociación de vecinos después de la correspondiente asamblea llevada a cabo mediante la oportuna misiva, en la que se le exponía con todo detalle los dictámenes acordados, y sin embargo, ante el estupor general, hacía oídos sordos, no habiendo forma de poner coto a tamaño descalabro de insignes conciertos, gamberradas o sensuales serenatas.

   Por lo tanto, y para no hacer mudanza en la costumbre, prosiguió con las manías musicales acordes con las pulsaciones de su corazoncito, y pertrechado en ese frente aquella mañana sonaba en la radio una canción de Julio Iglesias, acaso haciendo honor a secretas vivencias difíciles de dilucidar, “…Y es que yo amo la vida, amo el amor, soy un truhán, soy un señor, algo bohemio y soñador”… la canción, como lluvia fina y persistente, le fue calando los huesos y sin apenas darse cuenta le subió de pronto la moral hasta límites insospechados, recuperando el estado anímico que buena falta le hacía, debido al mal trance por el que estaba pasando por una ingrata amigdalitis que le arañaba la garganta y lo tenía prendido en sus redes con todo el dolor de su alma, precisamente cuando se disponía a rasurarse o restaurarse la rebelde barba que le cubría la cara tiempo ha con aires de auténtico santón hindú, pero resultó que de buenas a primeras una inexplicable alergia –cosa rara en él, pues estaba curtido en mil batallas- lo dejó en la estacada abrasándole el rostro y poco a poco se fue expandiendo por el resto del cuerpo, lo que le obligaba a deshacerse de ella sin más contemplaciones.

   La amigdalitis se le complicó en exceso de la noche a la mañana, con las complicidades de una fuerte gripe que se le unió al proceso sin saber cómo, siendo la etiología desconocida por los expertos hasta aquella fecha, por lo que no suministraban ningún fármaco capaz de contrarrestar el avance de la enfermedad, y entre unos factores y otros, se veía sumido en una horrible depresión, impidiéndole realizar las actividades más rutinarias del día a día  para seguir enganchado a la vida.

   Se sentía atado de pies y manos al no poder desplegar las velas para navegar por los distintos derroteros, y menos aún presentarse de esa guisa ante el amor de su vida, la novia que adoraba y le aguardaba impaciente cada tarde (tan escrupulosa y delicada como era, pero que sin embargo en los momentos menos oportunos lo obsequiaba con exquisitas sorpresas mirándolo a los ojos, y profería extemporáneas reflexiones que lo herían profundamente, no soporto las melenas ni tu luenga barba, o con esa camisa pareces un fantoche con las bolsas que se balancean sin cesar como globos de feria o de un cumple, o incluso cualquier prenda que estrenase con la mayor ilusión del mundo, indicándolo casi siempre de mala manera y sin el menor miramiento.), pero ella, no obstante, lo esperaba de todos modos, aunque con la mosca detrás de la oreja, después de que pasaran algunos días sin verse, arrastrada tal vez por la loca corriente de los celos, que se fundamentaban en parte por su natural talante, dado a la conversación y, según insinuaba ella, al poder de seducción de la mirada, del que hacía gala, mientras ella yacía como un flor abandonada en medio del jardín, sin ningún trino ni nada con que entretenerse, lo que aumentaba su soledad, echando en falta los encantos y las certeras opiniones sobre los acaeceres mundanos, y no porque buscase algo en especial, una frase lapidaria para esculpìrla en un lugar privilegiado de la mansión, pero en el fondo le faltaba un no sé qué que le inyectara un soplo de energía, los estigmas de su sonrisa, contemplarlo de arriba abajo, con su olor a hombre, deteniéndose en el lunar del cuello que tanto le atraía, o la graciosa cicatriz en el mentón izquierdo, como un campeón de boxeo al acabar un combate en el ring, y que lo identificaba con un actor famoso del que estaba enamorada en su juventud. La cicatriz se la produjo un día que iba de excursión con los compañeros del colegio y caer rodando por una torrentera que se alza a las orillas del río durante el descenso por un despiste o jugando con algún compañero; por todo ello necesitaba asearse aprisa y corriendo, pues el tiempo vuela, pensaba, aunque en verdad las apariencias no le quitaban el sueño, dado que apuntaba a la esencia de las cosas, que lo valioso al igual que las personas se deben valorar por la valía objetiva de los hechos que hayan pergeñado, lejos de alharacas o florituras externas.

   Sin embargo los tiempos cambian, y le surgía el resquemor de que no iba por el camino adecuado, le bullía en la cabeza que no hacía los deberes como debiera, llevando casi siempre las de perder en los dimes y diretes en las relaciones de pareja, se quejaba de que no podía argumentar sosegadamente con silogismos contundentes, y en consecuencia intuía que tal vez le tendiese alguna emboscada con el mayor sigilo, por lo que desconfiaba de su sombra, al pensar que se extralimitaba en la confianza depositada en ella, y al rememorar ciertas veleidades que rondaban por el cerebro, como el hecho de que ejecutase por su cuenta y riesgo atrevidas incursiones por lugares apartados y zonas peligrosas de la ciudad sin ninguna necesidad, que no ofrecían las mínimas garantías de seguridad, y desplazándose sola a deshora, alegando pretextos poco creíbles, puras bagatelas, intentando cubrir el expediente, como ir de compras, contemplar escaparates en época de rebajas o alguna librería y poco más, pero nada de esto le convencía, y la bola de la incomprensión se agrandaba por momentos de un tiempo a esta parte, agravado por las sucias tretas que urdía la futura suegra, que lucía más vello que el difunto marido que en gloria esté, mayormente en su ausencia, minando las supuestas buenas intenciones de la hija.

   La madre era una mujer díscola y de armas tomar, asustaba a las vecinas con estruendosos aullidos cuando le llevaban la contraria, y llegaba a mofarse de los méritos del futuro yerno, de suerte que un día tras una rutinaria discusión con las mismas agarró las tijeras e hizo añicos la foto del novio, que exhibía la hija en la vitrina del salón. No se conformaba con negarle el saludo, llegando a  humillarlo delante de Loles, musitando el refrán de los ancestros, “tanto tienes tanto vales”, aludiendo al caudal que pudiese aportar al matrimonio si algún día se efectuaba, y nunca se achantaba ante nada por muy grueso que fuese, mostrando unos humos incendiarios, que quemaban su paciencia y lo llevaban a mal traer.

   En su fuero interno pugnaba por mantener la relación con Loles, procurando olvidar al resto de la familia, un aserto que no siempre lograba. Pero

por otro lado la convivencia entre ellos se fue deteriorando vertiginosamente, cuando descubre de pronto que engañaba a la madre trasmitiéndole falsos mensajes, que abundaban en el borrascoso trato que le dispensaba la pareja, o que hacía tiempo que ya no se veían, y así un rosario de necedades, como que había roto con él para satisfacerla, y que en este tiempo se relacionaba con otra persona, más apuesta y acaudalada e investida de sus mismas virtudes y beldades, por lo que la madre respiraba tranquila y feliz sacando pecho, y la llenaba de bendiciones y carantoñas, prometiéndole en herencia el oro y el moro.

   En vista de los contradictorios avatares que se fueron sucediendo, y percatándose del paripé dibujado en el horizonte Loles, se dijo, ahora o nunca, y complacido con el criterio que había adoptado, poniendo tierra de por medio, exclamó con inusitado entusiasmo, “no hay mal que por bien no venga”, y dirigió los ojos rumbo a otras miradas anchas como la mar.

José Guerrero Ruiz

 

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LA ARREMETIDA DEL TORO

LAS CINCO Y MEDIA DE LA TARDE (relato taurino)
 

A las cinco de la tarde el albero parece de oro, sin salpicaduras aún de sangre. El coso se extiende redondo, interrumpido sólo por las aberturas de la puerta grande y los burladeros. El paseíllo levanta aplausos en los tendidos, más presurosos en los de sol, que el calor todavía aprieta y mete en esa parte de la plaza una fogosa sensación de premura. Monosabios y mulilleros, subalternos y banderilleros, caballos y picadores, mozos de espadas y matadores, todos desfilan con pompa y donaire, auspiciando la buena suerte, conjurando la adversa, mientras los toros, ausentes del jolgorio, soltando espuma por el hocico, traspiran bravura encajonados en los chiqueros.

Hoy recibe la alternativa en el tercer toro de la tarde Manuel el Pinta, joven imberbe pero con buena colocación de gónadas. La cogerá de manos del maestro Manuel Torrijos, con más corridas en sus piernas que un ladronzuelo de barrio, que hoy se ha ceñido por última vez la faja en un vientre ya algo adiposo y cuarentón, quien lleva altanera la montera sobre su calva, placita de toros de la coronilla, para en su primer toro lanzarla lejos de todas las manos, al regazo de su joven mujer. Ella está radiante. No tanto como anoche, recuerda el torero con un leve aflojar de piernas. Está enamorado, en esa fase instintiva de puro sentimiento y temeridad. Quizá eso le ayude en la lidia, el toro no olerá el miedo del torero y éste confiará en su faena. Pero algo le inquieta. Ha roto la regla de oro de la profesión: no tener relaciones sexuales la noche antes de la corrida.  Y él no solo tuvo relaciones sino que bebió manzanilla más de la cuenta, abusó sin piedad del jabugo y movió el esqueleto hasta las tantas en el club latino, Que nos quiten lo bailao, dijo girando por la cintura a su bella pareja. Luego, sin indulto posible, acabada la música, la raptó para subirla al séptimo lecho del cielo de verano de esta ciudad andaluza, y hundirle allí el estoque bajo las estrellas. Por eso ahora le tiemblan un poco las piernas. Y eso le hace perder confianza.

Al Pinta por su parte le bullen los nervios en la barriga. Con diecinueve años y cientos de novilladas se siente como un muletilla dispuesto a levantar al público en un minuto robado de gloria. De la sombra del maestro, a la que camina, saca algo de frescura y calma; con todo, le sobra voluntad y a pesar o a cuentas de su edad: audacia y presencia. Trata de buscar esa parte auténtica que siente invariablemente en la dehesa, cuando va a ver a los toros en su campo, aprendiendo de ellos, viéndolos fundidos en la naturaleza. Entonces incluso piensa: Lástima que la muerte esté en juego, la del animal soberanamente segura, la del torero mínima, pero por mínima que sea: muerte. Desde la antigüedad el toro ha sido uno de los símbolos de las fuerzas del destino al que está sometido todo hombre. Esta tarde sobre el albero El Pinta confía en el que destino no le depare ninguna cornada.

El otro matador, David García: El Mulilla, es especialista en el salto de rana, herencia que ha cogido y perfeccionado del “autor de sus días”, como suele llamar en privado a su padre, de quien se ha puesto el apodo (éste a su vez lo había cogido del suyo que había sido mulillero de la Maestranza de Sevilla), pero el autor de sus días no lo reconoce como hijo, a pesar de que la genética saca a la vista de todos y sin tapujos el palo y la astilla. David es un torero de nervio vivo pero ejecutoria templada. De los que se arriman al animal ensangrentado para sentir cerca el poderoso cuello, el asta afilada y quitarse el miedo desafiándolo. Esto el público lo nota y lo agradece. En su cuarto, antes de salir por la puerta grande, reza mirando al techo, respira profundamente y le dice a su mozo de espadas: Vísteme despacio que tengo prisa. Lo que usted diga, Napoleón, contesta el subalterno, que ante todo es amigo, y le arranca una sonrisa cómplice mientras se ajustan los machos y las energías.

El primero de la tarde es un toro de casta cabrera, de cuernos enormes, un bicho 587 kilos de puro nervio que sale a la plaza corneando y saltando desde la puerta de toriles, un ejemplar al que El Mulilla va a tener que conducir a muletazos hasta el picador para que le sea rebajada una buena parte del brío. El primer puyazo en el morrillo, detrás de la nuca, es brutal y penetrante, pero el animal levanta su cuello poderoso levantando pica, picador y caballo y luego sacude la cabeza hincando las astas en el peto del percherón que acaba perdiendo el equilibrio y cayendo con picador sobre la arena. Los subalternos apartan con sus capotes al empecinado animal que no ha dejado de embestir sobre el bulto, furioso ya del dolor incisivo de su primera sangría. Como la cabra tira al monte, este toro cabrero no parece el más indicado para hacer una faena de arremucos y saltos de anfibio, así que puesto de nuevo en guardia el picador, se intensifican los puyazos, los capotazos, las banderillas, incluso a duo, que eso mosquea más al astado, y sin detenerse, suerte de muleta, muerte y despacho, sin apenas haber visto siquiera cuatro lances de faena.

El maestro Torrijos le toca un bello prototipo de casta navarra, Nublado de nombre, 536 kilos, de menos trapío pero muy bravo y que le arremete hasta a las moscas que pululaban por su hocico. El bicho ideal para terminar una carrera, piensa en voz alta el torero al verlo ya deslomado tras la suerte de varas. Pocas banderillas, con este cunde la faena. Esta fue su segunda frase y su primer error. El toro navarro, que siempre había conservado las ganas de embestir, aunque parecía acomodaticio, aguantó un par de naturales y un derechazo, pero en el remate de pecho hizo un extraño de cuernos con el que casi engancha al maestro. Éste saca arrojos pero las piernas empiezan solas a bailarle. El miedo ha bajado de su cabeza a los órganos más débiles ahora de su cuerpo. Mientras, el toro navarro parece haber recobrado toda su bravura y el dolor recibido encrespa más su mala leche y sus ganas de cornear al tipo del trapo rojo, pero no por su color, sino porque se mueve perversa como sierpe amenazadora en aquel erial extraño y asolador de la plaza de toros.

El mozo de espadas le entrega el estoque deseándole la suerte como siempre, hoy con más convicción si cabe. Torrijos se recompone, se va despacio para Nublado con el capote estático, al que sólo le da ligeros cortinazos a los que responde el toro con idénticas sacudidas de cuello. Parece que el animal dice que sí al juego de estrategia de Torrijos, sin embargo no consigue cuadrarlo, dejarlo colocado con las patas delanteras juntas como colegialas mellizas. Cuando cree que lo está, se va girando de perfil estoque en ristre, tensando pies y talones, a los que nota poco finos, y en el instante postrero en que ya se lanza, Nublado cruza las patas y Torrijos, volando espada en alto, ya no sabe donde cojones va ha clavarla. Toca hueso. Lo mismo que toca el toro navarro después de atravesarle la entrepierna con su asta derecha. La envestida del toro levanta en la plaza un ¡Oh! generalizado y dramático cortado con el desgarrado chillido de una mujer. Torrijos revolotea enganchado del cuerno como un monigote de setenta kilos movido por el cuello maquinal de Nublado. Los subalternos saltan a la plaza para llevarse por todos los medios al toro, y el torero, inconsciente y desangrándose sobre una camilla, es llevado en volandas a la enfermería.

Las cinco y media de la tarde. El joven Pinta, qué amargo trago, va ha recibir la alternativa de un matador medio matado, víctima de la incontinencia que no del miedo, en las puertas de la muerte.

Franjamares, septiembre, 2010… Tertulia Entrelíneas, Nerja (Málaga)

 

 

LA ARREMETIDA DEL TORO 

La primera vez que visité una plaza de Toros tenía 9 años y acompañaba a mi tío  Eduardo que era rejoneador.”Fíjate bien –me dijo-la plaza es como el mundo con su parte de luz y su parte de sombra. Y en el centro de la plaza, en la arena, el toro que es como la vida. Si le tienes miedo te matará porque su cornada será mortal. Si vences el miedo, puede que el toro arremeta contra ti pero ninguna de sus cornadas será mortal.” En mi cabeza aún infantil quedaron prendidas aquellas palabras ligadas a las imágenes del toro en la plaza.

Fue pasando el tiempo y descubrí que había en el ruedo de la vida otra posibilidad, quedarse en el tendido, como observador, en cuyo caso el toro nunca te podrá dañar pero quedarás ajeno a la vida, como espectador o cronista, sin vivir en propia piel ninguna sensación y a mí me gustaba sentir. Y para eso era necesario tirarse a la arena.

 Para mí una niña mimada, la primera cornada fue la muerte de mi padre. Tenía entonces 17 años y sentí que me quedaba sola con mi madre, como así fue. Mi madre fiel a las costumbres de su tiempo y a sus imposiciones religiosas inyectadas a la sociedad del momento, siempre se mantuvo sumisa y en un recatado segundo plano, en el que su único protagonismo era el de ser la madre de la única hija de mi padre. El representaba al hombre de mundo, preparado, emprendedor, hombre de negocios. Parecía que ninguna fuerza iba a ser capaz de hacerle sombra, y sin embargo cuando ya casi empezaba a disfrutar de esa indolencia paciente que van aportando los años una enfermedad fulminante lo apartó de nosotras en menos de dos meses.

Durante casi un año se vivió en mi casa el luto riguroso, que impedía tanto salir como recibir visitas. Mi madre y yo misma nos convertimos en prisioneras en nuestra propia casa, vagando por las habitaciones como almas en pena, suspirando cada vez que a  través de los visillos veíamos la calle. Pasado el primer año y teniendo en cuenta que acababa de cumplir los 18 años empecé a salir de nuevo en muy contadas ocasiones y sólo para hacer lo que suele llamarse vida social.

Mi madre permaneció en su prisión hasta que murió también, creo que de puro aburrimiento cuatro años más tarde. Para entonces ya me había casado como se esperaba de toda muchacha de buena familia.

El que fue mi primer marido era buen torero sólo a medias porque en el arte del amor hacía con maestría los pases pero no sabía entrar a matar. El tedio nos fue invadiendo y en esta ocasión fui yo la que le pegó la cornada dejándolo solo cuando más me necesitaba.

Me   volví a enamorar pero esta vez no quise papeles, aunque a la hora de las cornadas los papeles dan lo mismo. Si la cornada es profunda, duele y si te atraviesa el corazón puede matarte o dejarte con vida pero en estado de coma vital en el que  llegas a ser sólo un reflejo desvaído de lo que podías haber sido.

Mi segundo gran amor toreaba mejor y sabía entrar a matar, pero se lo llevó por delante un inesperado accidente de avión.

Y volví a quedarme sola en mitad de la plaza, con algunas heridas.

La naturaleza no quiso darme hijos, así que libre de nuevo empecé a reanudar mi vida social con idas y venidas. El dinero nunca fue mi problema, gocé siempre de buena posición y mejores dividendos.

Sin darme cuenta la arena se fue convirtió en fango y empecé a salir cada noche buscando aventuras de una noche con muchachos cada vez más jóvenes. En los que creía encontrar el elixir de la eterna juventud.

Nunca salía antes de las 12 y me acostaba siempre un poco antes de que saliera el sol, a acurrucarme con mi nueva conquista. Prohibido pasar juntos más de una noche. Me bastaba para tomar de ellos lo que necesitaba. Todo resultaba maquinalmente perfecto, hasta que el vacío empezó instalarse poco a poco. Y ya ni siquiera me divertía en el juego de la conquista. Dejé de sentir .Sin darme cuenta creyéndome actriz de mi propio guión, había ido reculando de la mitad de la plaza a los tendidos, poco a poco, saliendo tan furtivamente por los burladeros que hasta logré despistarme a mi misma.

Me había colocado donde nunca quise estar, en el lugar de los espectadores.

¿Seria capaz de volver al ruedo?

Begoña Ramírez

  

 

 

LA ARREMETIDA DEL TORO 

Su vida había sido un sin fin de arremetidas contra sus propias dudas. Le molestaba su debilidad ante cualquier decisión. Las cosas había que hacerlas y punto. La vida era elegir, desechar y llegar primero.

Nació en una familia burguesa en la que la profesionalidad era un sine qua non y cualquier desviación de esta norma atraía desprecio, incomprensión y aislamiento.

Tuvo una niñez regalada en la que, cómo hijo único recibió todos los mimos. Nunca se meo en la cama y a los siete años se enorgullecía de ser el que mejor montaba y controlaba a Lucero, el joven caballo entero que enorgullecía a la familia. Pocos se atrevían a montarlo, pero con él se realizo una simbiosis desde el primer momento. Termino por parecerle normal a la familia que, cada vez que se escapaba de la cuadra, recurriesen a él para lo devolviese al orden. Recordaba como lloró cuando vendieron aquel caballo, hartos de su carácter irascible e indómito. Años más tarde intento seguir su pista: parece que pocos años después, en tierras lejanas, alguien lo mando al matadero. Esta vez las lágrimas no salieron de sus cuencas, pero corrieron subterráneas por todo su ser, en convulsiones, nauseas y mareos.

Joven veterinario, algunos años después, nunca dudó en aplicar la inyección letal. Lo peor era el sufrimiento. Mantener vivos seres que no tuvieran la posibilidad de desarrollarse plenamente era una equivocación

Cuando el Partido subió al poder no tuvo tampoco ninguna duda. Por fin podría aplicar sus teorías y ayudar  a la humanidad a deshacerse del lastre que, por un mal entendido sentimentalismo, había ido arrastrando durante siglos. La indecisión humana había llevado a la decadencia insoportable de los últimos tiempos en que se sacrificaba la felicidad y el pleno desarrollo de infinidad de personas para cuidar y alimentar a seres que nunca podrían llegar a ser humanos, algunos con deformaciones mentales y físicas tan monstruosas e irreversibles, que su simple acercamiento producía repugnancia.

Un nuevo programa de salud pública y saneamiento había por fin sido puesto en práctica. Con los nuevos métodos para eliminar la sobrecarga del sistema público de una manera económica y eficiente, todos los esfuerzos se podrían concentrar en una investigación que pudiese garantizar en muy poco tiempo el bienestar y la salud de los seres humanos. Los límites que definían este derecho inalienable aún no parecían claros a algunos miembros reticentes del Partido. Lógicamente nadie hablaba de eliminar a los heridos de guerra, salvo que se determinase una incapacidad total.

Nunca pensó que no afrontaría su derrota. Cuando la  embestida de aquel toro bravo lo sorprendió en aquel prado idílico, la parálisis se apoderó de él en aquel mismo instante. La embestida no hizo sino confirmar físicamente el diagnóstico medular. Lloró amargamente cuando, al despertar, vio el rostro de su mujer, convencida eutanista, bañado en lágrimas. Comprendió de inmediato su destino, pero no podía aceptarlo. Él, él que tanto había hecho durante aquellos años por la humanidad, veía como su mujer firmaba, un día tras otro, la entrega de sus órganos vitales. La agonía duró poco tiempo. El ahorro en anestesia, en su caso de todo punto innecesaria, le permitió realizar la extracción de su corazón, aunque ya no llego a verlo con sus ojos, cerrados tras el estertor final.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

LA ARREMETIDA DEL TORO
 

El pobre animal, al que los humanos llamaban Tornado, consiguió liberarse rompiendo la frágil portezuela del destartalado camión que le transportaba de pueblo en pueblo, de verbena en verbena, incapaz de comprender que sentido tenía todo aquello, con cientos de personas golpeándole y tirándole objetos de todo tipo, una vez cada semana, durante los últimos dos años.

Viéndose libre, y sospechando que pronto aparecerían los jóvenes humanos con palos y antorchas para perseguirle, decidió meterse en el primer hueco que vió, que no era sino la planta baja de un edificio de oficinas. Desorientado ante el nuevo y desconocido paisaje, fue recorriendo uno a uno los despachos, y aunque su reacción fué la misma al entrar en cada uno de ellos: entrar, bien empujando o bien echando abajo la puerta, y observar, sorprendido, cuanto había dentro, la reacción de los tres primeros humanos que encontró fue, ciertamente, tan extraña como diferente.

En el primer despacho, Gutiérrez cavilaba, consumido por los celos, sobre mil pequeños detalles que, en los últimos tiempos, le hacían sospechar que su esposa le era infiel. Su actitud distante y silenciosa alimentaba su desconfianza día tras día, y Gutiérrez ya llegaba en su enfermiza paranoia a verse como un astado más entre muchos.

En esto estaba, interrogándose a si mismo sobre si habría diferencia de cornamenta entre los cornudos humanos, como la hay entre los diferentes animales, cuando vió irrumpir al impetuoso Tornado por la puerta. Tan absorto estaba en sus pensamientos, que lo primero que se le ocurrió gritar, tras ponerse de pie de un salto fue: “Luisa, ¿qué me has hecho?” Tornado, asombrado, una vez más, ante este nuevo comportamiento humano que hallaba en su camino, optó por dar media vuelta y salir parsimoniosamente del despacho.

En la siguiente puerta, que no tuvo que derribar, pues estaba entreabierta, se encontraba, meditando con el ceño fruncido, el Sr. Ruppert, enviado por la oficina central para llevar a buen puerto la inminente fusión con el que durante años había sido el más duro competidor de la empresa. Pasaba las hojas del informe, todas ellas con el logo del competidor, una cabeza de toro, en su parte superior, mientras se convencía de la postura agresiva que ese grupo había tomado de cara a la fusión, y pensaba para sí mismo: “Me siento como un torero, sólo falta que me envíen un Miura”,cuando vió aparecer por la puerta a Tornado, quien, al engancharse un cuerno con el picaporte, optó por arrancar la puerta de cuajo para liberarse. Viendo transformarse ante sí el logo de la competencia en una abrumadora realidad, sólo acertó a pronunciar, con su marcado acento del medio oeste americano: “ Oh, no es necesario un actitud tan agresivo para alcanzar acuerdos.” “No soy un toreador . . .” “Oh, God, estos españoles . . .”

Tornado, tras dar un par de bocados a una frondosa planta que adornaba el despacho, salió como había entrado, al no encontrar nada más que fuera de su interés.

En el tercer despacho, el último al que el asustado animal pudo entrar antes de ser enlazado por miembros del Seprona, se encontraba Irene, una secretaria ya bien entrada en la treintena y que, sin mucho trabajo debido a su incuestionable eficiencia, estaba sumida en sus íntimos y lúbricos pensamientos, mientras ojeaba una revista con modelos masculinos. Su madre tenía razón, tenía que pensar en buscar marido, o se quedaría para vestir santos.

Por alguna extraña razón, en su mente se mezclaban las imágenes de los jóvenes y musculados modelos con las del documental que había visto el día antes, que trataba sobre el tamaño de los órganos sexuales de los diferentes animales. Dejando volar su fantasía, y recordando que hacía casi dos años que no había compartido una noche con un hombre, se decía a si misma: “Mi hombre ideal sería este tío bueno armado como el toro del documental de ayer . . .” Premonitoriamente, le vino a la memoria una frase que a su madre le encantaba repetir:”Cuidado con lo que deseas, que a veces Dios te castiga concediéndote lo que pides.”

Y apareció, haciendo honor a su nombre, Tornado. Instintivamente, Irene le tiró lo primero que tenía en la mano, o sea, la revista de modelos. El joven torillo, recordando cuantas veces le habían atacado con una revista, se lanzó ciegamente hacia donde estaba la aterrorizada mujer, que vió dirigirse hacia ella la cara del hombre de sus sueños, ensartada la revista entre las astas del animal, que frenó a unos treinta centímetros de ella. Irene, sintiendo el cálido aliento de Tornado sobre su rostro y arrepintiéndose de su aparentemente cumplido deseo, simplemente, se desmayó. Mientras, el novillo, ya cansado de idas y venidas, se limitó a lamer mansamente el inmóvil cuerpo femenino.

Habrían de pasar aún muchos años hasta que ella se atreviera a confesar, sólo a su mejor amiga, qué había sentido realmente en aquel maravilloso sueño de apenas ocho minutos, lo que tardaron en reducir al pobre y asustado Tornado, algo que, según ella, ningún hombre de los que había conocido había logrado, no ya superar, sino tan siquiera igualar.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

LA EMBESTIDA DEL TORO

Ignoro de donde viene la expresión poner los cuernos  o ser cornudo .

Pero seguro que tiene que ver con los toros a tenor de como arremeten los, las  que se creen cornudos /as

A todos ,todas ellos ,ellas les aconsejo que escuchen Milanés : la prefiero compartida antes que vaciar mi vida...es violenta y tierna ...no es perfecta más se acerca a lo que yo soñé.

 

Que aprendan que amar es desear que el ser amado sea feliz y en lugar de arremeter contra él o la que se le ha adentrado en el alma ,traten de adornarse de las cualidades de esa persona .

 

Y no desesperen que a lo mejor algún día tienen su oportunidad .

Que si pudiera darme más ,si pudiera darme  más ,si pudiera darme más ,ya no me haría feliz. :se ahorra el sufrimiento de lo que tiene que vivir sin mi.

 

Mari Carmen Martínez

 

 

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QUE NOS QUITEN LO BAILADO

QUE NOS QUITEN LO BAILADO

Vivir inmerso en la refutación de cualquier avance o argumento contrario a nuestras ideas es un fracaso de la inteligencia”.  (José Antonio Marina)

Cuando veo en la prensa la fotografía de cada fosa común de la Guerra Civil Española, abierta y mostrando su doloroso contenido, y leo la triste e infame historia que con ellas tanto tiempo estuvo enterrada, no puedo evitar imaginar qué frase de consuelo se le podría decir a esas almas, a esos semejantes, si su consciencia, de alguna manera, se mantuviera viva de tal forma que les pudiéramos transmitir un último mensaje de despedida.

Seres, la inmensa mayoría, que nunca habían empuñado un arma, y que cometieron el error fatal de creer en las palabras de aquel dictador canallesco que ya había incumplido su juramento de obediencia a una constitución, un pueblo y un gobierno, e incluso había mancillado el propio honor militar. ¿Cómo le llegásteis a creer cuando afirmó, al final de la guerra que él mismo y otros de su calaña habían comenzado, que ningún español que no tuviera las manos manchadas de sangre tenía nada que temer? Vuestra ingenuidad os honra, demuestra que, hasta en esas circunstancias, seguíais confiando en la naturaleza humana.

14, 17, 22, 25, 29, 37, 64 . . . hay cuerpos de todas las edades, tanto de hombres como de mujeres, alguna incluso abrazada a su bebé después de haber sido violada y torturada antes de recibir un tiro en la cabeza. ¿Qué les podríamos decir . . .?

Me atrevería, en un hipotético brindis, con un vaso de vino en la mano, a decirles: “Siempre hemos sabido que fuimos, somos y seremos, los soldados derrotados de un ejército imvencible. Los hijos y nietos de vuestros verdugos, los verdaderos derrotados, asumen hoy con naturalidad las leyes y cambios sociales que sus padres combatieron y que pagasteis con vuestra vida. Hermanos, compañeros, salud y que nos quiten lo bailado”.

Porque en todas y cada una de esas vidas hubo momentos de sana vitalidad, de pura y simple vida, de conocimiento y disfrute pleno en la convivencia, sin jerarcas ni miedos, sin necesidad de escalafones, sin etiquetas, sin hipocresías, había sincero interés por construir un mundo mejor para todos, al margen de los innumerables errores cometidos. El fin no era exclusivamente el bienestar propio, sino el del conjunto de los ciudadanos, esa es la simple pero definitiva diferencia. Un sólo día de sus vidas vale, por el empuje de su vitalidad, más que la gris y macabra existencia, por larga que fuera en el tiempo, de sus verdugos, y eso, nadie ha podido ni podrá jamás quitárselo.

Por eso, aunque éste fuera el último brindis del último momento, por ellos, por nosotros, por la inmensa mayoría de la humanidad, que sigue soportando con infinita paciencia al pequeño grupo de sus hermanos enfermos de codicia, egoísmo o simple miedo, por todo el que no aspira a nada más, ni nada menos, que aprender a vivir y dejar vivir: Que nos quiten, si pueden, lo bailado.

 

 

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LA MADRE SUPERIORA

LA MADRE SUPERIORA

Tienen una obsesión un tanto cómica, aunque manipuladora y peligrosa: utilizan términos familiares para dirigirse a personas a las que, ni conocen, ni les interesa conocer, salvo para hincar en ellos las ansias de su hambriento proselitismo.

Padre”, pretenden que le llames cualquier cura de pueblo, ciudad o playa, invitándote a que ofendas, por comparación, al buen hombre que te mantuvo a costa de su trabajo toda tu infancia.

Hermano” o “hermana”, te sueltan, mientras pertenecen, con mejor o peor intención, al grupo terrorista más longevo y macabramente eficiente que ha creado el ser humano.

Madre”, y hasta “madre superiora”, pretenden que le llames cualquier mujer, tan entrada en años como amargada, sin más ilusión en la vida, en muchos casos, que frustrar y reprimir cualquier expresión de curiosidad, belleza o alegría que puedan sentir sus jóvenes discípulas.

Si a mi pobre madre, con todos sus anhelos y frustraciones, nunca la llamé superiora, a pesar de que siempre intentó serlo, ¿cómo pretenden esas señoras, al menos en el lenguaje, ocupar su lugar?

Puedo admitir que me llame hermano cualquiera, por ser, sin duda, hemanos de especie, pero ningún afiliado a ninguna secta, con más o menos éxito, tiene derecho a hacerlo.

Que empiecen a buscar nuevas palabras o, en su defecto, llamémosnos todos a todos “ciudadano . . .”, que ya va siendo hora de recordarles a quienes usurparon las palabras tanto como el mensaje de su supuesto fundador que, a la familia, especialmente en las culturas latinas, y a fin de evitar males mayores, ni mentarla . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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MI EBOOK Y YO

MI EBOOK Y YO

Me jubilé el año 2187, y desde entonces no he dejado de anotar cada día en mi ebook todo cuanto me ha ido sucediendo, en realidad, casi nada.

Han sido veinte años que en realidad parecen, a lo sumo, un par de ellos, los primeros en que todavía era físicamente útil y pude cuidar a mis nietos, ahorrándoles con ello tiempo y dinero a mis hijos.

Pero todo terminó el día que el más pequeño, dicen que por un descuido mío, tiró una taza de café y se quemó un dedo. En ese mismo momento prescindieron de mi, y ya ni me visitan desde que se han enterado de que dejaré mis ahorros a un par de ONGs.

Lo siento por los pequeños, nos teníamos aprecio y nos divertíamos juntos, pero supongo que es el justo castigo por no haber criado personalmente a mis hijos, por haber tomado el camino fácil del padre ausente, siempre con la disculpa del trabajo . . .

Mi ebook es, hoy por hoy, mi única compañía, mi almacén de recuerdos de veinte años en los que me forcé a escribir por no tener nada digno de recordar.

Mañana cumpliré 85 años y me descargarán: entregaré mi cuerpo al fuego y mi mente pasará a esta pequeña máquina que tanta compañía me ha hecho, y que irá de mano en mano, posiblemente durante generaciones, hasta que interese lo suficiente a alguien, tal vez algún biznieto que estudie historia . . .

Mañana mi forma física será la de este aparato, similar a los antiguos libros que se conservan en algunos museos, y mi destino y supervivencia dependerán de que algún ser humano me extraiga de las interminables filas de las cementecas, pulse el botón de encendido y me despierte, justo en el momento siguiente a mañana, aunque hayan transcurrido años.

Es algo frustrante no saber cuando despertarté de este sueño, que puede ser también, quien sabe, un sueño eterno.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

MI EBOOK Y YO 

Recuerdo, no sin nostalgia, aquellos tiempos de pluma y tintero, después estilográfica con cargador, más tarde bolígrafos con gel, tintas de alcohol  y similares. La máquina de escribir ofreció una nueva dimensión a la escritura, separando y uniformando las letras. No quiero lamentar todos esos cambios: ya me acostumbré. Escribir sobre un silencioso teclado, y visualizar lo que escribo en una pantalla, limpia y sin borrones, pese a las continuas correcciones, presenta indudables ventajas. Visualizo el momento en que mis manos quedan obsoletas y sólo mi lengua articula los sonidos, que quedan grabados, digitalizados, para su posterior tratamiento. Aún está lejos el día -no creo llegar a verlo- en que un sensor leerá mis pensamientos y los convertirá en palabras digitales; y mis sueños en imágenes de ordenador.

 Quedan lejanos aquellos cuentos con pastas acartonadas, recortados con la silueta del protagonista, muchos dibujos coloreados y letras enormes; del tamaño que me convendrían ahora. Imagino recordar aquellos libros en pergamino, copiados a pluma de ganso, con cuidada caligrafía gótica e ilustraciones originales, anteriores a la imprenta, ese devastador invento que acabo con la personalidad del libro, con su exclusividad, haciendolo asequible a cualquier burgués. ¿Quién recuerda las primeras tablillas de arcilla, con signos improntados?

Quedan lejanas las historias de mi abuelo, de su primera asistencia a una representación teatral en un local cerrado, en Madrid. Varias horas de viaje en el carro tirado por mulos. La emoción ante la trama de la obra de Moliere,  de su desarrollo por actores profesionales, fue inolvidable. Hoy día ya no necesitamos viajar físicamente. Tenemos todo en la pantalla, al alcance de un clic. Y los libros, junto con el mojarse el dedo para pasar página,  quedará pronto en el olvido. Cubiertos de polvo en los anaqueles de los anticuarios, los tomaremos con el cuidado con que recibimos cualquier reliquia arqueológica, procurando no abrirlos, por miedo a lastimarlos.

Ahora todo es distinto. Aquí en esta isla, conectado vía satélite, recibo en mi ebook las últimas novedades, que almaceno en su memoria, falto de tiempo para leer, con tanto espectáculo internáutico. A veces siento que estoy viajando a otros mundos, que el universo ya no tiene secretos sin digitalizar, nada nuevo que mostrarme.

Ya no echo de menos las ciudades ni sus atracciones…aunque algunos días me despierto, aún soñando, con aquel día de reyes en que, en mi mesita de noche, encontré la novela del Robinson Crusoe, y con aquella niña gitana que bailaba en la plaza del pueblo, acompañada por su padre con un organillo.
 

Diego Pérez Sánchez

 

 

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EL VALOR DE LOS REFRANES

EL VALOR DE LOS REFRANES

Hay un momento en la vida que no por ser el último es el menos importante. Todo lo contrario, gracias a él la vida cobra su auténtico significado  y con él se cierra el espacio y el tiempo, desapareciendo las dimensione; lo que deja borroso, desfigurado y nulo, cualquier valor, por importante que pareciera hasta entonces.

En ese momento es en el que ,si algún valor tenemos,  que demostrarlo hemos, y ya no ante nadie, disimulando, tratando de engañar con patrañas, apariencias y trucajes; sino ante nosotros mismos, sea lo que sea que seamos. Y habremos de estar preparados, pero, si ni siquiera sabemos quien somos, ocultos tras nuestra imagen a nosotros mismos, no habremos sabido ni como hacerlo, perdiendo todo a cambio de nada.

Podemos perder toda una vida, nuestra única vida conocida -aprehensible, real y realizable- buscando valores que no tenemos, acaparando ficciones trasnochadas y objetos destartalados, en una palabra, acicalándonos; pero cuando caigan las máscaras, cuando sólo nos quede el alma, desnuda de objetos y valores amurallados, entonces sabremos el auténtico valor de los refranes, y tendremos algo para olvidar, y algo para recordar, aunque probablemente de lo primero sea todo y de lo segundo nada.

Pero, mientras tanto, en el teatro de la vida, y para todos sus espectadores, señoras y señores, ante ustedes: “Tanto tienes, tanto vales”, tragedia en tres lapsos,  y ríanse del absurdo.

Diego Pérez Sánchez

 

 

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ALGO PARA RECORDAR Y ALGO PARA OLVIDAR

ALGO PARA RECORDAR Y ALGO PARA OLVIDAR

Podemos alimentar esa ilusión como tantas otras, con la misma fe e ingenuidad. Podemos convencernos de que elegimos y seleccionamos libremente qué recordar y qué olvidar, pero no será más que un reflejo más de nuestra mente en el espejo de sus abstractas necesidades.

Todos hemos comprobado como, en determinadas situaciones, por mucho que nos esforcemos, no conseguimos recordar un dato, un nombre, una persona o una situación, pero aún así, nos convencemos a nosotros mismos de que la memoria está bajo nuestro control.

También hemos comprobado repetidamente que, por mucho que lo intentemos, nos cuesta olvidar personas y situaciones vividas, casi siempre las más placenteras y dolorosas, y aún así, mantenemos nuestra fe en el olvido, como si fuera un bálsamo a nuestro alcance.

Aprender a discernir qué recordar y qué olvidar, en su justa medida, la que nos permita aprender de cada experiencia, sin sufrir más que lo imprescindible para el aprendizaje, se presenta, teóricamente, como la clave de la sabiduría, pero me temo que nada decidimos sobre recuerdo y olvido, nada nos hará recordar las más dolorosas experiencias que nuestra mente, para sobrevivir, mantiene lejos de nuestro alcance, y nada nos hará olvidar otras, a las que, por alguna razón, hemos alimentado a través del recuerdo continuo, para que nos acompañen en nuestro deambular o para que nos hagan caer en el espiral de una enfermiza obsesión.

Somos, al mismo tiempo, causa y efecto, tanto de la memoria como del olvido, y esa paradoja nos aterroriza, paraliza y aprisiona.

Personalmente, lo único que intento ya recordar, es la enorme capacidad de autoengaño que nos asiste, para intentar sobrevivir a miedos y frustraciones, y la imposibilidad de recordar y olvidar según nuestra voluntad y supuesto libre albedrío.

Y aún así sé que en ese intento caeré en la no sé si imprescindible, pero por lo visto, tan absurda como necesaria, necesidad de creer que algo controlamos de nuestra existencia.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

ALGO PARA RECORDAR, ALGO PARA OLVIDAR 

 El amargo agujero negro de su perversidad amenazaba con tragárselo todo ,incluida ella,  en precario equilibrio ,al borde del abismo y salpicada de lodo.

 

De  pronto ,una corriente de agua fría y clara  con  muchas manos que la sujetaban  ,la envolvió en un torbellino de luz y la alejo  de allí , devolviéndola a la orilla de la  vida.

 

Algo para olvidar :  todo.

 

Algo para recordar : nada.

 

MCM

 

 

 

 

ALGO PARA RECORDAR

 

Siempre lo recordaría como aquella noche : En el quicio de la puerta de habitación ,con su traje de la lana gris ( era un 19 de febrero), su camisa vainilla y su corbata en tonos azules oscuros de diseño muy moderno.

Era elegante,no cabía duda.

Su amplia sonrisa asomada tras las gafas doradas ,su ojos negro azabache ,su pelo  ya entreverado de canas con sus grandes entradas y su barba con hilos de plata, eran él

Cuando lo conoció en Alicante era moreno a rabiar con un pelo envidiable y una barba tupida Allí ya le gusto ,un poco deslumbrada por su llagada en moto roja a la terraza donde estaban comiendo ,con su traje rojo y su casco  tambien rojo.

Se acabó de enamorar escuchándole dar su clase de fisiología del buceo.

 

Era él ,por fin estaba ,estaban allí,después de tantos años.

 Ya soc aquí” le habia dicho ella por teléfono nada más llegar al hotel .

¿ Que quieres cena romántica en la ciudad o en  las afueras?¿coche ?¿moto?

-Olvidalo está todo pensado ,vente.

Cenas románticas ya habían tenido en escuelas de gastronomía ,en el” 7 puertas” 

Cenas después de las  cuales la había llevado a escuchar el mar a una especie de espigón ,explicándole que era allí donde se iba cuando estaba muy estresado a escuchar las olas...el paseo donde salia a patinar con patines on line,a los 50 años tenia merito. Le habia enseñado la vieja ciudad ,un viejo cementerio y le habia explicado como era todo antes de los juegos olímpicos.

 

Allí estaba ,alto ,espigado,era una imagen que se le quedaría para siempre grabada.

La abrazó.

_”  Bonito vestido

_Gracias ,bonita corbata tambien .Me lo hice para una cena de Cruz Roja ,para recaudar  fondos no recuerdo muy bien para que causa.

-Muy apropiado

-Si .

Sonrío:  trabajaba en el Hospital de Cruz Roja

-¿ Y eso olor ? Me recuerda el olor de la  casa de Palma.

Ese olor era el olor que lo impregnaba todo en las casas de la costa, olor a  humedad...no habia tenido tiempo de airear el vestido, y el perfume no lo disimulaba.

-Has llegado muy pronto  le dijo ,eludiendo el tema”.

Viéndose de refino en el espejo :

_Y  y o con estos pelos , un segundo y me peino...

Pasa y siéntate .

La volvió a abrazar tiernamente ,revolviendo le aún más el pelo.

-¿ Esto qué es? preguntó ella palpando algo extraño en su bolsillo.

Sacó de uno de ellos un fonendo y del otro una linterna ...

Se rieron .

-Es que vengo directamente de la consulta”

Volvieron a reír .

-Siéntate que me acabo de arreglar .

 

La verdad es que habia tenido muy poco tiempo  ,para ducharse componerse y  montar la cena con todo lo que habia comprado antes de coger el vuelo .Se le habia echado el tiempo encima

El menage ,la comida ,una vela en forma de manzana ,los vinos y el postre ,todo empacado en una caja de plástico y a la maleta....

 

Salmón con eneldo ,pan de centeno y mantequilla.

-No me gusta el hinojo.

-No es hinojo ,es eneldo...a mi tampoco me gusta el hinojo .

Gambas cocidas congeladas que llegaron en su punto ,pero no estaban demasiado buenas .

–                   Yo de esto no como a menudo.”

Roquefort...Adoraba el roquefort ,siempre dijo que con un buen vino blanco frío ,pan recién horneado y roquefort era la más feliz de las  mujeres...

Una suerte que le gustara a  él tambien .

-Pero después no hay forma de tomar nada ,es un gusto tan fuerte ,

-Cierto...

-Había  pensado en  traer fresas ,pero pensé que llegarían un poco pochas...postre lácteo -Mejor no,si no te importa.

-Como quieras .

-Las fresas habrían sido un acierto,pero está muy bien tu cena improvisada Las fresas me gustan con vinagre o con Oporto .Soy capaz de beberme una botella  en una noche preparando algún trabajo o  congreso...

Se sentó en la cama y ella le dio un beso en su despejada frente

-¡Que beso tan casto!

-Como yo ...

Hablaron de la Piedra Roseta ,de Champolion ,de Egipto.

¡Viajaban tanto los dos !

Cada vez que ella pisaba un aeropuerto si tenia oportunidad lo llamaba ,y siempre le decía lo mismo : “Equivoca te de vuelo, vente ...

-No puedo voy con jefe o con mil acompañantes

A veces se acordaba de él en las madrugada y lo llamaba : estoy en Malta ,aburrido .

Estoy en Cuba,son las 5 de la tarde, ocupado. Estoy en Israel . Estoy en casa ,una noche de estas me mataras de un infarto...

 

-¿ Cuales son tus planes? Preguntó .

_Los tuyos ,los tuyos...mis planes siempre serán los tuyos.”

 

 

Le encantó su forma de ser ordenado. La ropa colgada en el armario :

¡Anda tu maleta es igual que la mía ,una Delsey !

Le gustó que dejara los zapatos en el cuarto de baño .

¿ Tu has traído cepillo verdad? ¿Puedo usar el que hay ?

-Claro que si...

 

Se puso el camisón blanco que habia comprado para la ocasión de la marca Mágica Intima .

Todo era mágico con él .Había sido el hombre que la habia vislumbrado desde el primer momento : “Eres una mujer muy misteriosa,”

 No he conocido a nadie como tú”y sus palabras sonaban sinceras.

Mágico hasta para regalarle un libro : Cataluña misteriosa...la Cataluña mágica ...más misteriosa aún si tenemos en cuenta que se o regaló en catalán...

Había sido el hombre del que se habia enamorado en julio del 84 a cuatro meses del  mayor error de su vida.

Desde entonces habia soñado con él y la vida la habia empujado hacia él. O ella se habia encargado de empujarla. Primero con los malos ratos de la cámara hiperbarica de . Él habia sido quien peritó la autopsia del muchacho que no debería haber muerto en aquella cámara.

Después  muchos años después surgió la ocasión de invitarlo a una limpieza de fondos marinos. Lo más chocante fue verlo después de tanto tiempo cuando fue a recogerlo al aeropuerto . Aquel morenazo de ojos negros estaba ,canoso y algo calvo. No pudo sino recordar las palabras de aquella echadora de carta de Miami. Había acertado en todo en cuanto a su pasado, y terminó diciéndole que lo veía todo claro salvo su vida amorosa. “Será alguien calvo del pasado “...en aquel momento no tuvo la inteligencia suficiente como preguntarle si era alguien que ya era calvo en el pasado o que se habia quedado calvo con el paso de los años .

De cualquier forma verlo con poco pelo fue todo un impacto. Le explicó que habia perdido el pelo de golpe ,pero no se atavío a preguntarle el porqué ,tal vez por la muerte repentina de su padre.

 

Esa noche por fin  estaban allí y hasta el momento todo era perfecto ,todo era acertado, todo.

Era como ella lo habia soñado:,culto, artista  pintaba el mismo los posters de sus congresos  y tocaba el piano, le gustaba y entendía el jazz, hacia fotografía, inteligente pionero en su especialidad, internista  temible como profesor según le habia contado una compañero que hizo con él la residencia , de los primeros catalanes en tener internet ,sensible cuando le hablaba de un amigo que habia perdido a un hijo de cáncer ,de sus sobrinas ,de su hermana Clara y empujando la silla de ruedas de aquel  buceador paraplejico  en la cena de clausura de una jornadas, aprendiendo a pilotar...

 

Él le hablo de Titanic, ella de los Puentes de Madisson...

 

Hoy, siempre, aún todavía, sabia que aquella era  la única noche en  que había amado.

 

MCM

 

 

 

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BALCONING

BALCONING

   Llevaba un tiempo Eugenia de capa caída recapacitando sobre los pormenores del pasado reciente. No comprendía por qué le sobrevino a ella la hecatombe, estando tan enamorados, y sin causa que lo justificase acabó reventándose la convivencia, no obstante quería poner tierra de por medio consolándose en las tardes más aciagas, en que la depre se disparaba cayendo bajo mínimos, y para levantar el ánimo se decía, no cejes nunca en el empeño, lucha hasta la extenuación no dando tregua al enemigo, porque la vida te pertenece y está llena de sorpresas.

   La vida sigue su curso y cuando menos se espera puede presentarse la ocasión, ¿mi segunda vez? Los tiempos cambian y no hay que precipitarse en los pronunciamientos, ya que no por mucho madrugar amanece más temprano. Cada cosa a su tiempo y un tiempo para cada momento.

   Al cabo de los días llegó el huracán del norte, o acaso era una suave brisa que acariciaba la mañana.

   Ni que estuviese enfrascada en la vorágine de un aquelarre extra terráqueo, murmuró Eugenia prendida en las ensoñaciones eróticas que la cubrían ocultando el rostro bajo la almohada avergonzada por la situación que le atosigaba en tales circunstancias, viéndose tan apocada, que parecía que le pinchara la ternura de los bocados que se le ponían por delante, verdaderas efervescencias propias de selectos paladares que hubiesen recorrido el orbe, la ceca y la meca libando el néctar de la flor más preciada de una noche de primavera, y que resultaba tan chocante para su tibia libido, tan comedida y exquisita ella en los controlados gestos y ademanes, pues era notorio que se movía en sus esferas con pies de plomo, y a decir verdad nunca se había extralimitado en las funciones como no fuese en el ejercicio de ayuda a los demás, ni visto envuelta en emocionales dispendios, toda vez que flotaba en el ambiente más íntimo que jamás había roto un plato, ni transitado por sensuales desfiladeros que atisbasen melifluos guiños en el arte de amar, por ello no se sentía segura, de suerte que le atenazaban las cadenas de la impotencia de forma inexplicable a la hora de reenviar oxígeno a los pulmones por culpa del pavor que le bloqueaba las partes más sensibles de los tejidos, al presentir en su confusa fantasía que fuese espiada por algún intruso, un experto en balconing o puenting y se descolgase pared abajo desde el tejado o trepara pared arriba hasta su habitáculo durante las ciegas horas del sueño.

   No se sabe si la hipótesis podría tomar cuerpo en tal trance, sin que llegara a percatarse de la atrevida patraña en el dulce fragor del sueño, forzando la máquina y cediesen los engarces de la ventana al máximo sigilo, y una vez dentro el intruso fisgase a su antojo por los vericuetos de su cerebro, escenario de todos los avatares, donde se mascaba la tragedia, la batalla de amor, donde se llevaba a cabo las mil y una orgías de la ensoñación, y sucediese contra su voluntad que en un pis pas extrajera el meollo del devaneo acaso mediante técnicas sofisticadas de rayos láser, vislumbrando en la faz lo fehacientes reflejos de la trapisonda que se desarrollaba entre bastidores y que de inmediato la delatarían, siendo el centro cómico del barrio, pensaría ella, al brillar con luz propia lo que se fraguaba entre tinieblas en la oscuridad de la habitación en la noche de autos, en el reservado de la trastienda de la mente.

   Que todo era una alucinación y que lo estaba soñando en esos instantes nadie lo dudaba por ser tan obvio, dado que en ese lapso de tiempo la espesura de la noche que la cobijaba y la misma naturaleza dormía plácidamente y ella permanecía igualmente inconsciente tirada en el lecho como un muerto, inmersa a simple vista en los valses de Morfeo, y no cuadraba que su corpulento talle compaginase simultáneamente el don de la ubicuidad, ejercitándose con tierno balanceo en los brazos del amor de su vida.

   Sería otra película, una coyuntura muy distinta si descendemos al campo de la realidad sensible en pleno mes de agosto, en que los rayos solares arremeten con furor contra la superficie de los adoquines de las esquinas de las calles agrietando los poros de la piel de los transeúntes, que a malas penas se tienen en pie por los derroteros que deambulan, así como por los ásperos azotes con que los obsequian, y mientras tanto Eugenia estuviese levitando en boca del diablo o de los propios ángeles, y si no que se lo pregunten a amigas y amigos, que a buen seguro no ofrecerían ninguna resistencia ni una pizca de crédito a tan rocambolescos embelesamientos, como no fuese a través de una seria sesión de hipnosis, puesto que estas especulaciones rijosas cuando arribaban al regazo de Eugenia casi siempre lo despachaba con cuatro blancas sonrisas a través de un rotundo borrón y cuenta nueva.

    La historia se apoya generalmente en datos verificables y en el presente affaire bastaría con sugerir que ella siempre fue la más pazguata de la reunión, a cualquier hora y en cualquier lugar, o a la hora del baño como acontecía en la playa de puerta del mar o del cielo, que nunca se sabe, porque hasta allí discurrían con las cavilaciones por diferentes accesos al lugar de encuentro, soltándose gozosas y pizpiretas la larga melena, despojándose a su vez de las miserias mundanas, las prendas superiores que eran aconsejables mantener en su sitio hasta allí, pero una vez que habían dejado atrás el puente de hipocresía y habladurías, la cortesía y el pudor aceleraban el paso con mayor ligereza cruzando alegres las hondonadas que se desparramaban por la zona del rebalaje.

   Las elucubraciones que se tejían a pie de playa no se sostenían en pie por mucho tiempo, al columbrar los acontecimientos arrancando de abajo, desde los cimientos.

   En un rápido acercamiento al argumento y atando los cabos sueltos, parece poco probable que se produjese allanamiento de morada, toda vez que las pistas encontradas no arrojaban luz alguna al respecto, y la ventanita del dormitorio permanecía incólume como de costumbre, cerrada a cal y canto y la roja persiana presentaba un aspecto inmejorable.

   Así como especular con seísmos o apetitosas golosinas no está vetado a nadie, pues se puede sugerir cualquier travesura que impacte o venga al paso del cuento de lo cotidiano, como la invasión del planeta por extraterrestres en un abrir y cerrar de ojos en una tormenta de otoño, o por qué no puestos a disparar dardos al blanco apostar por la mayor, que si no hubo orgasmo en su justos términos aquella velada, en todo caso chisporrotearon síntomas de fugaces espejismos que conformaban un cuadro digno de tener en cuenta, al presentar las mejillas encendidas por un fuego interno que la devoraba y trascendía al exterior, de manera que parecía otra.

   Pero la situación era ambigua de todas maneras al aparentar que se acababa de acostar con el amor platónico, el amor tan ansiado de su vida, cuando llevaba la pareja ya más de diez horas roncando en la cama como un volcán en ebullición y sin apenas mirarse, dando vueltas y más vueltas vueltos de espalda, pero ella de súbito emitió destellos de lucidez musitando, esto no se puede prolongar por más tiempo.

   A veces evocaba los consejos de la abuela, que la vida está confeccionada de retazos y fracasos y en ocasiones de segundas oportunidades, mas para eso no necesitaba alforjas, respondía.

   Sin embargo la incertidumbre la ahogaba por momentos y exclamaba con desespero, a ver quién va a testificar que en nuestra vida habrá una segunda oportunidad para seguir construyendo castillos de ilusiones, bebiendo sorbo a sorbo la vida y después le quiten a una lo bailado. A ver quién es el gracioso que lo puede rubricar.

   Así que hay que dejarse de memeces y manos a la obra, espetaba, que el tiempo es oro y el sol ya está muy alto y se corre el riesgo de morir asfixiado por los fríos del proceloso averno, porque el desierto no perdona y exige en cada momento dar el do de pecho.

   Tampoco es preciso levantarse antes de tiempo, porque no conduce a ninguna parte, por mucho que uno se lo imagine.

   Acaso a alguien se le ocurra la feliz idea de montar alguna estratagema para burlar los contratiempos y limar asperezas, antes de flirtear con el corazón de las tinieblas.

José Guerrero Ruiz

 

 

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MANOLITO

MANOLITO*

 

Manolito abre un ojo de modo mecánico, su despertador biológico a tocado a las cinco en punto. Tal y como lo había pensado justo antes de dormir. La nebulosa del sueño aún flota sobre su mente y se siente pesado, muy pesado. Sentado sobre la cama presiona el interruptor de la lamparilla, luego se pone de pie con más dificultades de las que hubiera imaginado y encamina sus pasos descalzos hasta el baño. Evacua la vejiga y el sonido de la fuente se modula con el de un bostezo sostenido, que acaba estirándose, casi dolorosamente, sobre en sus tendones y músculos. Se mira la cara en el espejo y se extraña de lo que ve. Tiene que frotarse los ojos para limpiar y enfocar la mirada; ha de encender la luz del mueble para ver con más claridad pero no se deshace el espejismo. En ese instante el pavor se apodera de su cuerpo… Un repullo frío tensa sus nervios como cuerdas de bandurria. ¿Quién es ese tío que ve reflejado en el espejo? O dicho de otra manera, ¿Qué carajo le ha pasado que ni siquiera se reconoce? Tapa su cara con ambas manos y observa sus dedos rebolondos, sus nudillos abultados y peludos, un anillo de oro… ¿De quién son esas manos? No parecen las suyas pero las siente como propias. Las separa poco a poco y observa aparecer su rostro. De nuevo esa cara redonda, extraña, rutinaria. Ahora sin embargo sí se distingue. ¡Claro, es él!, pero tapado tras la deforme máscara, globo ojeroso de tez macilenta, con varios dientes podridos, arrugas solapadas y narices abiertas. En un tenue brillo allá en el fondo de su mirada, aparece su verdadero rostro. Está reflejado en el interior de la pupila, invisible pero latente. Ahora recuerda y lo hace de golpe, como si le hubieran caído encima los peores años de su vida (los últimos) y con ellos todos los problemas, las crisis, los hábitos alimentarios y tantas manías personales que le han hecho merecer semejante aspecto.

Se ha levantado tan temprano porque un amigo lo ha convencido para que fueran juntos a las olimpiadas rurales. Es el segundo año que se celebran, y se repiten por haber gustado sobremanera tanto a los del pueblo, como a los que vienen de veraneo. Se practican viejos juegos pasados de moda, aquellos ya olvidados de cuando niños; los mismos que la Peña El Almocafre ha venido retomando para chicos y mayores, para que no cayeran en el saco del olvido como tantas otras cosas del acervo. Los juegos se disputan en las distintas modalidades, y más desde un espíritu de divertimento y cultura que de mera competición, aunque eso sí, se reparten premios sorprendentes, y no sólo a los ganadores.

Manolito sabe que no por mucho madrugar amanece más temprano, pero esa mañana ha prometido asistir al más madrugador de cuantos juegos se programan: nada menos que a las siete de la mañana. Allí los competidores verán salir el sol por los cerros de levante mientras nadan de una a otra orilla de poza, y la Rondalla de la Aurora canta sus coplillas preferidas a la Virgen del Agua, patrona del pueblo. Desde luego no se encuentra en su mejor estado de forma, nada que ver como cuando mozo, que ganaba todas las pruebas de nado. Treinta quilos de sobrepeso, algo de lumbago, dolores en un hombro y una pizca de hipertensión nadarían en su contra. Además no se ha mojado el ombligo en la poza o en la playa desde hace años.

Sí, lleva una temporada rara, se le queda a veces la mente en blanco o de repente recuerda cosas muy remotas y olvidadas; tanto que a veces las confunde con sueños, o incluso no le parecen propias. Hace unos días recordó una historia medio borrada. De chico se escapó a la era para ver a los mayores en la noche de carnaval; se habían disfrazado de brujas, zombis y diablillos y formaron una suerte de aquelarre con olla de sangría, bota del vino del terreno, chorizos picantes y morcillas de la chacinería… y un arroz con leche con mucha canela que había hecho su madre por encargo de su hermano. Éste parecía ser el mejor motivo de su escapada;  probar la cremosa textura del arroz; y allí estaba, escondido tras una carreta, esperando el momento dulce para entrar en escena. No entró en escena, porque cuando sacaron el arroz una pareja se vino arremolinada hacia donde él estaba, por lo que tuvo que buscar escondite detrás del algarrobo, y los tórtolos ocuparon su lugar. Los chicos comenzaron a reír en voz baja y a besarse; en seguida, entre suspiros, se desnudaron a medias y acabaron fundidos en un baile rítmico y excitante que los dejó boquiabiertos y fascinados, a él por supuesto también.

Manolito descubrió de este modo el amor carnal a los cinco o seis años. Luego, en su segunda vez, él era el protagonista. Pero al mismo tiempo se sentía también espectador, como si la presencia de ese pequeño inocente también estuviera en ese momento de idilio observando a los amantes.  Por eso no se extrañó cuando su novia le dijo en mitad del juego:

–Espera, tengo la sensación de que alguien nos espía. Alguien que nos ve desde algún lugar.

–No te preocupes, a este sitio nunca viene nadie. Cuando quiero estar solo, vengo aquí.

Aquella segunda vez fue la primera para Manolito y también para la chica que se ofrecía con atenta inocencia, instinto pasional y la excitación más magnética que jamás sintió en muchacha otra. Después de aquello, se vieron un par de veces más y, luego, dejaron de verse.

Este tipo de recuerdos antiguos le vienen nítidos, mientras que se desvanecen los más recientes, los detalles que no el fondo, los que con diferencia son más dolorosos. Sucedieron hace siete años, pero las lagunas en su mente distorsionan el tiempo. Una mujer tendida en la carretera, agonizante; el volante clavado sobre su pecho; una familia rota…  Y luego la desesperación, la sombra, el hoyo, el olvido parcelado y sin avisar de las cosas más cotidianas, que lo dejan en blanco, encogido, con el eco latente  del dolor constante y mortífero en su corazón.

Seguro que el chapuzón a las siete te viene bien, eso le dijo su amigo, ¡venga cabezón anímate! Se ha puesto ya el bañador, ha preparado la toalla, se ha tomado un café solo, y sale por la puerta a poco más de las seis para buscar al cómplice. Ha madrugado más de la cuenta para que Dios le ayude en la carrera (y en la vida), para que ganando o no, se encuentre feliz consigo mismo, como no se ha sentido desde hace años.

Por Franjamares

* A propósito de los temas: “Aquelarre”, y “No por mucho madrugar…”, Tertulia Entrelíneas, Nerja, agosto 2010

 

 

 

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MI NOMBRE ES ZAYD

MI NOMBRE ES ZAYD

 

Mi nombre es Zayd; que significa abundancia. El afán por tener nace de la íntima creencia en la escasez. Si uno piensa que carece continuamente de cosas es imposible que llegue a sentirse pleno. Parecido a un pozo sin fondo, donde el deseo nunca es satisfecho, semejante a una escalada exponencial en la que nunca puedes alcanzar la cima, así sientes que la abundancia nunca llega a tu vida. Siempre queremos más y más, y mucho más… porque teniendo nos sentimos seguros, porque le damos el valor de lo que somos a las cosas que logramos tener y esta identificación es errónea, nunca llenará tu corazón de paz, ni tu mente de sosiego y silencio, es frustración continua intercalada de escasos instantes de fugaz satisfacción por tener y disfrutar el nuevo juguete.

Tal vez debería pensar de otra manera. Concebir que, para sentirme colmado, no necesito invertir en cosas que no valen realmente nada. La conciencia sin forma se hace consciente de sí misma a través de mí. Eso soy, eso somos. Tengo que reconocerme a mí mismo y esa no es sino una búsqueda espiritual. Para saber de esta pregunta me han ido llegando ecos y señales de muchos caminos. La Biblia, a pesar de su letra menuda y sus hojas finas, siempre fue una valiosa lectura, llena de símbolos y arquetipos; Sin embargo, el Dios Yahvé del antiguo testamento resultaba decepcionante; su carácter implacable, vengativo y  justiciero, se alejaba de mi sentido íntimo de la religiosidad. Se parecía demasiado a un teniente con quien topé en la infantería de marina, que no dejaba de repetir en el fragor de las maniobras: ¡Yo soy aquí vuestro único Dios, y se hace la voluntad de mi santos cojones!

Los evangelios me hablaron con más dulzura de la piedad y el amor de Cristo, pero su puesta en escena en la iglesia y en la calle ahondaba sobre todo en el pecado, el sufrimiento, la crucifixión y la muerte; la luz de la resurrección apenas era una anécdota en el contexto de aquella enorme cruz llena de sudor, sangre y pecado. En los pasos altos y duros del piquete de semana Santa, dolorosa formación procesional, se machacaba con pasión esta idea. El teniente Yavhe escogía a los mejores para cada desfile. Aquel año me libré.

Más tarde cayó sobre mis manos el Libro de los Milagros, un largo texto dictado a una psicóloga atea por canalización y escritura automática. Interesante la teoría, pero sus ecos disociativos entre la mente separada, el ego, y la mente recta o espíritu santo, me causaron una cierta esquizofrenia, que no llegué a superar con los 365 ejercicios que el libro complementaba.

Por la red pesqué un día un libro titulado Yoga-Vasishtha, más conocido como Mahara-mayana, sus treinta y dos mil versos escritos por el sabio indio Valmiki, primer poeta que se expresó en lengua sánscrita, su atenta lectura y la figurada vivencia de sus enseñanzas, hicieron sentirme a veces tan liviano como para alzarme por encima de las limitaciones de la materia, experimentando entonces cierta exaltación espiritual: una beatitud de la que hice partícipe al prójimo (el más inmediato mi mujer); o sea, me sentí buena gente, aunque eso creo que ya lo era.

El sufismo sopló entonces en mi oreja como brisa de oasis. Supe que las raíces de Al Andalus seguían dando tallos, flores y frutos en el pensamiento contemporáneo, que habían etiquetado con las siglas PAC. Por la red compartí ideas e impresiones con estos artistas, que bebían y llenaban la renovada fuente de la que todos bebíamos. El dátil de los viejos sabios andalusíes aún conservaba su principio de energía, su exotismo y su dulzura, y quise comerlo sin demora pues bajo aquel sabor y aquella sombra me sentía como en casa. El amor de los místicos andaluces por el Corán me hizo aprender el árabe clásico para poder leer el libro sagrado en la misma lengua de su revelación. Aquella caligrafía dibujada, el sonido de sus consonantes, parecían despertarme una íntima y profunda sintonía con el Islam y su idea iconoclasta de la religión. Creo que también acabé conectado con esta cultura por mi carácter renuente, por llevar la contraria, yendo a contracorriente de la islamófobia, idea que se trataba de propagar incitada por intereses inconfesables, orquestada por el aparato logístico de los things tanks occidentales y justificada por terrorismos con turbante.

El profeta Muhammah, la paz y las bendiciones sean con él, fue un espejo de misericordia e iluminación al que quise emular subiendo al cielo con mi mujer a lomos de nuestro caballo de amor; algo parecido a lo hizo el profeta de la mano del arcángel Gabriel, a lomos de Alborac, mientras soñaba junto a su esposa Aisha en Jerusalem. Nos convertimos, abrazando los cinco pilares del Islam. Íbamos a la mezquita, rezábamos en total sumisión a las leyes de Dios. Éramos parte de la Unna, la comunidad musulmana, y de la humanidad entera, y nos sentíamos en perfecta estabilidad, orden y armonía  con todo el Universo; nuestro libre albedrío nos daba la racionalidad de aquella decisión de pertenecer al Islam, palabra que significa además de sumisión a Dios, paz, armonía orden y serenidad.

La paz duró poco. El terrorismo llamado yihadista (que alzaba falazmente, ensangrentándola, la bandera del Islam) ya venía actuando sin piedad, sembrando el terror, en distintos puntos del planeta; algo que ocurría en casual retroalimentación, principalmente, con el fundamentalismo republicano estadounidense. Los extremos se tocan. Habían caído las torres gemelas, el miedo visceral se apoderaba de la población. Y los poderes coercitivos ya tenían motivos patrióticos y carta blanca.

Un día luminoso irrumpió la policía en casa. Lo revolvieron todo: sacaron el coran de la estantería, el ordenador del escritorio, todas las carpetas del cajón y finalmente me apresaron. Salí sin despedirme de mi esposa y mis hijos con una gruesa brida de polietileno uniendo mis muñecas por atrás. Nadie aclaraba los cargos en mi contra. Solo me decían que estaba detenido. Una nueva ley antiterrorista cayó sobre mis humildes derechos humanos; con esa ley me subieron clandestinamente a un avión de los servicios secretos y volamos varias horas hasta algún lugar, luego supe que en el caribe. Al salir a rastras del avión en aquella bahía, de la que sentía su calidez y olor, no pude ver en cambio nada: ni el color de sus aguas, si eran azules o turquesas, ni el brillo de sus palmeras, ni ningún hombre sincero de los que crece en la palma, ni por supuesto a ninguna guantanamera; una capucha negra modelo inquisición, cubría toda mi cabeza. En los interrogatorios me torturaban para que les dijera los nombres de los otros miembros de trama de financiación irregular del grupo terrorista al que supuestamente me hacían pertenecer. Gritaban que mi ordenador estaba lleno de pruebas. Listas de entrega de cantidades de miles de personas. Y aquello sí era cierto: durante un tiempo me hice cargo del cobro periódico del zakat, tercero de los pilares del Islam, un tributo fijo de todos los musulmanes para ayudar a un hermano que había sufrido un accidente y cuya familia estaba pasando grandes necesidades.

Mañana me ponen en libertad, que yo sepa sin cargos… Ha sido una pesadilla de diez años: algo para olvidar. Algo para recordar también pero sólo en lo que ha supuesto de duro reto y sabiduría para mí y para mi familia. He sufrido en mis propias carnes la impotencia, el abuso, la mentira, la ira, la avaricia, la vanidad… he sido un cabeza de turco de todas las violencias de la mente psicótica humana, recreada en el ruin imperio militar capitalista y sus “contrarios armados”. Esa parte del hombre que como dijo el profeta Jesús “no sabe lo que se hace”, que está separada de la fuente, que no es sumisa del amor de Dios que habita en nuestro corazón, pero sí del miedo y el oprobio que conforman nuestra falsa e insaciable identidad.

Mi nombre es Zayd y ahora la abundancia llena mi vida.

Franjamares, agosto 2010, Tertulia Entrelíneas, Nerja (Málaga).

 

 

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MIEDO

MIEDO

 

Olía a verano. Sobre la piel cuajaba un sudor fino mezclado con el salobre. Alguien había comentado que cuando se llegaba a la costa, si te pasabas la lengua por la superficie de la piel notabas el sabor salado del mar. El mismo día que salí de la “Alsina” y trotando fui a asomarme al mirador del paseo, lo hice: lamí mi antebrazo con curiosidad y ganas y me quedé absorto, cautivado ante la inmensidad azul que tenía delante, inundando el horizonte todo, desde mis ojos a mis narices. Que bien olía aquella masa marina, aquella brisa, auténtico sabor de la respiración del mar. Algo sublime, apenas comprable con ese regustillo a sudor que había sacado de mi arrebatado brazo, último rompiente del mar interior de nuestro cuerpo.

Sabía, aunque de una manera inconsciente, que todos habíamos venido del mar, que la vida, apenas unicelular, había nacido en las aguas de un océano primigenio y que ahora ese mismo medio básico se reproducía en nuestro organismo, para que vivieran las mismas bacterias primitivas, alojadas en nuevas y complejas células, en tejidos y órganos inteligentes, en perfecta simbiosis, surtiéndoles del oxígeno la energía necesaria para reproducir a cada instante el milagro de la vida.

Camino del apartamento vimos el anuncio del cine de verano. El cartel de la película de esa noche parecía tener un sello indudable de intriga: la silueta en negro de un personaje con sombrero, frente ala cancela de una casa de la que irradia una luz misteriosa, por delante de su propia sombra alargada. “¡El Exorcista –exclamó mi hermana–, luego podemos ir a verla!”. La idea de ir al cine me fascinaba, y el título de aquella película, entonces incomprensible para mí, me atraía de una manera extraña, sutil, pero persuasiva.

Esa tarde la pasamos en la playa hasta que un sol remolón, reticente a irse, se posó sobre los cerros de poniente. Apenas salí del agua. Observaba mis grandes manos arrugadas bajo el cristal acuoso y aumentativo del rebalaje, donde también brillaban las chinas en el vaivén de las olas. Era una dulce sensación de placidez y de parentela con las aguas.

Luego, cuando ya oscurecía en el apartamento, aún quedaba turno de espera en la cola de la ducha; vigilantes todos de la botella, para que el termo no se quedara sin gas. Ese fue el pretexto perfecto, la razón insoslayable, para que mi hermana, promotora de la idea,  y todos los de la casa, evadieran lo de ir al cine. Armado de arrojo e ingenuidad, cogí veinte duros de la hucha y decidí ir solo. Ya digo, aquel título me atraía.

Así que saqué la entrada y acabé en un asiento metálico en una de las filas del centro.  Comenzó el reparto con una música penetrante y misteriosa. Una gárgola con la imagen del maligno se recortó de pronto en la pantalla con los últimos fragores de la música.

La trama empezó bien. Una niña encantadora, con una casa de ensueño y una familia perfecta de clase acomodada, se orinaba por las noches, y tenía horribles pesadillas… pero cuando me quise dar cuenta, la cosa no tenía arreglo. La niña ya no era la niña, una voz nacida en las propias mazmorras del infierno, me puso los bellos de punta, y a punto estuve de salir del cine. Era la voz del demonio que ahora desfiguraba la bonita cara de la chiquilla. Creo que me quedé en el cine por los diez duros que pagué en la entrada, o por la misma extraña razón que me había llevado hasta allí. Resistí entonces sobre la butaca de hierro, con el miedo helando mi sangre de trece años, mientras veía con los ojos de par en par la entrada en escena del cura, que también era psiquiatra; o como saltaba la cama acolchada  con la niña poseída amarrada a los varales; y cuanto soltaba por la boca el angelito, con su voz espeluznante, encendidas blasfemias a su madre y sobre todo al de la sotana y a su jefe, para quienes remataba el acto con convulsiones y vómitos verdosos y humeantes…

Lo soporté todo hasta el final. Pero creo que la impresión me había perturbado los niveles vitales. Tenía frío y hacía un calor sofocante; creo que me temblaba todo, hasta la voz, aunque apenas podía hablar; y en la cabeza retumbaba aún aquella voz salida de los altavoces del cine y del rostro deformado de la niña. El miedo en estado puro se apoderaba de mi mente adolescente, que se pensaba blanco perfecto para todo tipo de ánimas malignas que deambularan buscando alguna alma cándida a la que poseer…

Para colmo el bloque adonde teníamos el apartamento, con problemas con el constructor en la entrega de obra, no tenía el ascensor en marcha y tampoco alumbrado de escaleras; así que cuando mi hermana me vio venir desde la terraza y le grité que me abriera, apenas si le dio tiempo de levantarse y atravesar el salón hasta la puerta, cuando ya estaba yo arriba, jadeante, aterrado, tocando en la puerta, después de haber subido de tres en tres los escalones de las cuatro plantas.

Por suerte con el tiempo he descubierto que el miedo es el producto de un estrés negativo acumulado, en otras palabras: la ausencia de amor recibida en la cera virgen de tu emotividad durante el proceso vivencial y educativo. Es el vértigo que se traduce en tu mente aislada como miedo al dolor y a la muerte, por dejar que existir. Que los fantasmas y demonios viven solo en nuestro inconsciente (caja de Pandora de traumas biológicos y emocionales), y aunque puedan existir entes energéticos de dudosas intenciones, jamás su grasienta oscuridad ensombrecería la luz de una persona en armonía y paz interior. Lo que creo importante con respecto al miedo es el poder de observarlo, alumbrarlo, desactivarlo, pero aceptándolo y llegando a convivir con él, como la sombra que contrasta y realza la luz. Ese parece ser el secreto de la vida, el misterio de Dios, si queremos llamarlo así, saber que somos manifestación de lo creado, una gota de agua del gran océano del cosmos, cuyas aguas unidas y en simbiosis fluyen por dentro y por fuera de nosotros (lo de arriba es abajo, dice el principio  hermético) usando los mismos patrones de amor; los científicos que unen la ciencia con la conciencia lo llaman: Radiofrecuencia Cuántica Diferencial, otros igual de “heterodoxos” (como Wilhem Reich) la describieron como energía orgónica; para los antiguos sabios y filósofos no era sino el éter o quintaesencia; y para las antiguas ciencias orientales: el Chi. Y todos estos nombres no son sino la energía cósmica primordial, la luz, el conocimiento y la inteligencia de Dios,  Dios mismo (Allah), una información que todos podemos negociar en nuestro ser energético y biológico, en nuestro corazón, en nuestro ADN, para vivir en la frontera de un nuevo paradigma, de una nueva dimensión.

Franjamares, julio 2010

 

 

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FOLIO ARRANCADO

FOLIO ARRANCADO (relato) 

Ha entrado en el templo con la displicencia propia de quien visita una iglesia tras otra, una más, y en esta mañana intensiva de excursión organizada, ya llevan al menos cuatro, contando la que tiene ahora delante de sus narices y cuyo frescor y aroma a incienso comienzan a sugerirle. El maestro de historia que lleva dentro abre pues los ojos; se adormece el turista.

No ha querido coger el audífono, pues está comenzando a odiar los chismes electrónicos que se pegan a la oreja. Se ha separado también del rebaño del guía, pues su voz engolada de seminarista le molesta en los oídos. Se tiene que apañar con una cartulina plastificada que le han entregado a la entrada y donde aparece el plano del templo con los elementos importantes señalados y acotados con una escueta leyenda… La gran reja forjada y policromada; el impresionante altar con el retablo de la Transfiguración, talla de Berruguete, aunque sólo se conserva del ilustre escultor la imagen del cristo; dice la cartulina que el resto fue destruido durante la guerra civil. La pérdida realmente importante de esa tragedia –piensa invariable al respecto– fue el escandaloso número de vidas humanas. Y la sacristía, en cuyo pórtico de entrada aparecen dos hermosas sibilas con sus turgentes pechos al aire y, por encima de ellas, la virgen llevando a un niño en el altar del cielo. El magnetismo de este pórtico atrae al maestro que, desgajado del grupo, entra en el interior de la sacristía mientras sus compañeros aún degluten entre bostezos las palabras del monitor.

El interior es rectangular y armonioso, de proporciones perfectas. Aparecen otros personajes que descollan de las columnas sosteniendo el abovedado: nuevas sibilas, firmes atlantes y distintos símbolos paganos que se entretejen con los religiosos: calaveras, flores de liz, escudos de armas, serpientes, medallones… Y los siete ángeles del juicio final, como  flotando sobre la cúpula, que parecen anunciarle que algo importante le va a ocurrir.

Siente el impulso de captar una imagen de todo aquello, pero recuerda que allí dentro no se pueden hacer fotos. Dispara no obstante una primera instantánea que apunta a uno de los atlantes llevando sobre su cabeza, a modo de tocado, el rostro de un león. El flash no parece aún delatarlo y nadie surge por la puerta para interrumpir su mágico momento. Los bajorrelieves comienzan a sugerirle cosas;  parecen personajes de una historia modelada en piedra que quisiera revelar algo a quien tenga el conocimiento de verlo. Siente entonces que la enigmática estancia había sido un lugar de culto o de reunión, no la mera trastienda del templo; que para lo que menos se había usado en su época, fue acaso como sacristía. Una mesa central delata la celebración de algún ritual sagrado; y tantos símbolos gnósticos hacen pensar que tal vez lo que allí se reuniese fuera alguna orden renacentista de carácter secreto, que manejaba textos antiguos, conocimientos herméticos, además de ostentar y ejercer un inmenso poder político, económico y eclesiástico.

En esas elucubraciones anda enmarañado, cuando una muchacha sale por la única puerta que tiene la sacristía, sin contar la entrada en esviaje. La joven lo mira con gesto incierto y se le acerca. La luz que entra por las altas ventanas realza su figura juvenil enfundada en una falda hasta la rodilla, camisa blanca y chaquetilla corta.

“No se pueden hacer fotos en el templo” –dice esbozando una sonrisa. Él percibe que la reprimenda carece de rigor, que más parece una forma de entablar diálogo. “Bueno, es sólo una norma de la fundación” –vuelve a decir y sin más preámbulos sentencia–: “Ven, quiero que veas lo que nadie jamás puede ver de este lugar”.

La muchacha lo trata como si ya lo conociera, con claridad y confianza, como si por algún motivo lo hubiera estado esperando… Por eso sobran las preguntas del hombre quien, seducido y sin nada más importante que hacer, se deja guiar tras la estela de ella. Atraviesan el umbral de la puerta, la cierran tras de sí, y toman por un corto pasillo que se adentra en la luminosidad de un esplendido jardín. Un sauce, una perfumada higuera, los setos y arriates cuajados de flores, otorgan al huerto una belleza regocijante. “Sabes, mi padre es uno de los conserjes además de jardinero”. Las rosas rojas deslindan un sendero por el que ahora discurren impregnados en su olor. Llegan al otro lado del jardín y toman por un pasaje encalado bajo cuyos arcos entra la luz del sol, más blanca que las paredes. La hija del jardinero se detiene delante de una puerta, saca de un pequeño bolso un manojo de llaves, elige una y abre con sigilo.

–Estamos en la biblioteca privada de la fundación”, dice en voz baja mientras pulsa el interruptor de la luz. La visión es impresionante. Altas estanterías pueblan los muros soportando enormes volúmenes, acaso incunables, otras baldas guardan miles de ejemplares más pequeños y todo tipo de objetos antiguos y reliquias… Pero ante aquella riqueza, el maestro de escuela, tal vez colapsado, no muestra ni un ápice de asombro.

–Una cosa es la historia que se muestra –rasga el silencia la voz de la muchacha–, la que ha dejado escrita la oficialidad, y otra muy distinta y más verdadera la que permanece secreta, la que no interesa, y hay que escarbar para descubrirla. El hombre que mandó construir todo esto, Francisco de  los Cobos, secretario de estado del emperador, que vivía allí mismo en el palacio colindante del templo, es ejemplo vivo de los dos tipos de historia. Andaba a diario en la corte entre los grandes de la España católica, contrarios a toda reforma, pero tenía confidencias y tratos con los heterodoxos y erasmistas. Estos representaban lo que se ha dado en llamar “la tercera España”, la cual había tomado las ideas de Erasmo como salvavidas, la que pretendía una posibilidad de secularización y aperturismo de una España en la que tuviese cabida el riqueza cultural de Al-Andalus, cuya esencia ya se había filtrado en Europa a través de las traductores judíos y mudéjares; prueba de ese cúmulo de ideas, era el propio Erasmo.

–Mira este ejemplar, uno de los primeros salidos de la imprenta, es el Enchiridión del pensador de Rótterdam, que se leía más en las tabernas de España que en los salones palaciegos europeos… Estos de aquí –y señaló el interior de una vitrina–, son dos ejemplares similares a los libros plúmbeos hallados en Granada por aquellos años; curiosos trabajos con los que se perseguía el milagro de dotar a lo cristiano viejo de prístina arabidad para que entonces se aceptara como parte de un mismo tronco a lo morisco converso, y que fuera digerido por la cerrazón católica y contrarreformista que dominaba aquel periodo.

–¡Espera, espera! –corta el maestro que por fin reacciona–. Todo esto me parece increíble. En estas semanas me han llegado datos, libros y otras informaciones sobre esta ciudad y esta Iglesia; yo lo achacaba al augurio providencial del viaje: a mi me pasa que cuando ando imbuido en algo, surgen, cuando menos lo esperas y si aciertas a entenderlas, cosas  muy interesantes relacionadas con el asunto. Pero el encuentro contigo, ¡y este privilegio! –exclama señalando en circulo con la cabeza y los brazos abiertos–, no lo hubiera ni soñado”.

–La sincronicidad interrelaciona nuestras vidas, todas las vidas. Yo tampoco lo he soñado, pero en cuanto te vi entrar en el templo, supe que eras tú quien esperaba.

–¿Nos ha unido el azar o la Fortuna? –pregunta él.

–Han sido más bien nuestros deseos más íntimos.

–O el destino… –y el maestro hace una pausa como si pensara en un nombre que todavía no conoce.

Tan en conexión se encuentran, que ella parece captar su pensamiento.

–Fátima –dice ella–, me llamo Fátima.

–Pues el destino, Fátima, que une nuestras almas o tal vez las reencuentre porque ya antes estuvieron unidas –y concluye–: Yo soy Pedro.

Con sus ojos minerales y rasgados Fátima lo observa más allá de su mirada. Aún tiene guardada una sorpresa, que ya no puede esperar. Engancha con firmeza y ternura el brazo de Pedro y lo lleva a un ángulo de la sala.

–Aún no has visto lo más importante –dice abriendo el cajón central de un bonito y antiguo bargueño.

Saca del hueco un cartapacio de cuero negro y lo abre. Protegida tras un fino papel transparente aparece un folio amarilleado por el tiempo y elegantemente manuscrito. La caligrafía es graciosa y perfecta, del texto distingue algunas palabras sueltas, pero parecen estar escritas en castellano antiguo y cuesta, sin ser experto, entender el contenido.

–Tienes ante tus ojos, Pedro, nada más y nada menos que la página que le falta al texto original de “El lazarillo de Tormes”. Fue arrancada antes de su definitiva publicación, cuando ya su autor: Alonso de Valdés, secretario de cartas del emperador, había fallecido. La obra es una larga carta dedicada a una señora, una misiva de justificación y disculpas. Aquí podemos leer su nombre, Isabel, y todo parece apuntar a que se trataba de doña Isabel de los Cobos, sobrina del señor de esta casa; razón última para forzar el secreto del motivo de la obra y el anonimato de su autor, tal y como ha pasado hasta nuestros días.

–¿Un amor imposible? –pregunta Pedro.

–Un romance maravilloso habría mejor que pensar, que dio como fruto la primera gran obra novelada de la literatura española, y europea, narrada en los escenarios y con los personajes reales y picarescos de aquella España, heredera del mantillo de Al Andalus, a punto de ser amordazada. Al mismo tiempo era una sátira erasminana, en consonancia con el gran conocimiento que Valdés tenía de los ideales y circunstancias de Erasmo y acorde con el momento crucial por el que pasaba el reinado de Carlos V.

–Un amor anónimo, un libro condenado al anonimato, una España como un añoso árbol patriarcal formado por tres grandes ramas: La España expulsada como ya sentenciaba el epitafio de los reyes católicos, la que expulsa y cierra sus tierras cercenando su cultura bajo el pendón inquisitorial, y la tercera España, conversa, desubicada, extirpada, que se asomaba con redoblado deseo a las brisas reformistas, como agua de mayo, a un estado de opinión ético. El cuerpo místico de Cristo, concepto estrella del erasmismo: todos pertenecemos a un solo cuerpo espiritual, todos pues cabemos, sin títulos de senectud cristiana, en la España de aquellos años.

Franjamares, Julio, 2010

 

 

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EFICIENCIA

EFICIENCIA

 

Vienen asegurando algunos expertos en economía física, que la crisis que venimos arrostrando, con peor suerte los más desfavorecidos, no es sino sistémica. Es decir: que su origen radica en el agotamiento de los propios mecanismos del sistema capitalista. Se colapsa una forma de economía fundamentada en el crecimiento exponencial del dinero creado con la deuda, en el despilfarro sistemático y antiecológico de los recursos naturales, en la corrupción empresarial y política, y en la especulación monetarista transnacional barajada “en el gran casino” de las bolsas de valores, llamadas eufemísticamente mercados. Estos mercados no se parecen a sus homónimos, los que residen en una plaza de nuestras ciudades o pueblos y donde la gente sencilla compra y vende sus necesidades primarias sin más ambición que el cobro ajustado del producto y el beneficio de su obtención y consumo, mucho mejor si es con una sonrisa, una pieza de regalo y “el trato humano” que a mi modo de ver enriquece hasta los alimentos.

No. Los mercados bursátiles y sus acólitos: los bancos de inversiones, agrupados en la “gran corporación” (monstruo psicópata porque piensa como una máquina de hacer dinero: sin complejos ni prejuicios, por encima de consideraciones humanas o ecológicas), son diametralmente distintos, simbolizan la institucionalización de la usura, de la rapacidad como instrumento para crear dinero virtual (sin conexión con la economía real productiva) como si fuera bueno, por medio del engaño y la manipulación mafiosa de ciertas estrategias e informaciones privilegiadas. Estos capos parecen ser los que marcan las políticas nacionales de los estados soberanos. Y lo llevan haciendo desde hace demasiados años. Un ejemplo: Las reuniones en secreto del club Bilderberg, a las que ahora nos enteramos han participado los reyes de la economía y sus súbditos de las casas reales, ciertos políticos escogidos y fieles jefazos de los medios masivos de información y desinformación.

Estos plutócratas, ideólogos y ejecutores del neoliberalismo, de la globalización y del nuevo orden mundial, han cundido la trampa del macro endeudamiento (la famosa burbuja), la droga del consumismo comparativo, del individualismo egocéntrico, y la banalidad refinada más grasienta y superficial, usando para ello su aparato psicológico y mediático. Han usurpado la mentalidad del occidental medio, se han instalado en su sistema operativo, y no hacen otra cosa que manejarnos como a pataquitos virtuales. Tratan de mediatizándonos sin cesar y el “miedo” es una de sus mejores armas (con la gripe A, lo comprobamos); su estrategia es hacernos definitivamente “medios” que no íntegros; separados de nuestro verdadero ser, sordos a las íntimas frecuencias de nuestro corazón de hombre y de mujer.

La moda del capitalismo popular cundió entre los trabajadores del primer mundo; ya podíamos tener nuestra pequeña cartera de valores, jugar a serminibroker, trabajador agresivo (ya que no ejecutivo) y comprador compulsivo de cosas costosas que no sirven para nada sino para intoxicar.

Pero lo más importante de esta alienación globaliza, y lo primero que habría que erradicar para cambiar las cosas, es el veneno de la “competitividad”, y no sólo en el ámbito de la economía. La lucha encarnizada de unos contra otros no conduce a nada positivo. Es más rentable a corto y medio plazo la cooperación entre trabajadores, empresas y países, y la eficiencia productiva. Lo primero ya sabemos lo que nos ha traído: deslocalización de empresas, desmantelamiento del tejido industrial de muchos países, para trasladarlo a donde la mano de obra es más barata (¿más competitiva?), es decir: sueldos ridículos y ausencia de derechos laborales y sindicales.

Pero el mundo está cambiando. Ya no es cosa de uno sólo. El bloque económico, estratégico y militar USA-UE, tiene ahora por delante otro bloque emergente nada desdeñable: el llamado BRIC (Brasil, Rusia, India, China), al que ya se le ha sumado la T de Turquía, y si añadimos además las 118 naciones No Alineadas, que apuestan siempre por la capacidad diplomática del BRICT, veremos en breve como ejercen su peso en el G-20 y se arrogan de un papel protagonista en el futuro inmediato de la economía y la política internacionales.

La solución de esta crisis pasa pues por la democracia participativa, por el establecimiento de la banca pública, por la eficiencia política, energética y tecnológica, por la cooperación internacional y por cambiar paulatinamente los gastos militares por inversión productiva que genere mejoras sociales que extiendan por todas las naciones del mundo los sistemas públicos de bienestar social.

El cambio no obstante empieza por nosotros mismos, en nuestra conciencia y nuestra mentalidad: en hacer que triunfe el amor en nuestra vida cotidiana y que ese milagro multiplicado por miles y miles, cambie la realidad social que nos rodea.

Fco. Javier Martín – Franjamares, julio 2010.

“La dictadura económica del capitalismo”.

Reflexiones de José Saramago (su energía crítica vive con nosotros)

 

 

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LOS LIBROS PLÚMBEOS

LOS LIBROS PLÚMBEOS (relato epistolar)

 

Por Franjamares

Por la cuidad cunde el rumor del nuevo descubrimiento. Es un ejemplar excelente el ahora hallado en unas obras en el monte Valparaíso. Se trata de un libro en láminas de plomo llenas de círculos y estrellas con caracteres alineados donde predomina la caligrafía árabe. En estos nuevos textos desenterrados también se habla del apóstol Santiago, se citan nuevas revelaciones de la Virgen María y relatos de los santos de estirpe árabe Tesifón y Cecilio.

Es curioso que para abrir esta España, que cada día se cierra más en su armadura católica, hayamos tenido que recurrir a tales tretas. Granada es aire y esencia de una cultura que se niega a morir y que de hecho vivirá siempre inserta en el terruño y las gentes. Somos los granadinos viejos que no hemos podido o no nos dejan ser mudéjares, sino moriscos a juzgar y exterminar, que vivimos bajo la amenaza del destierro, y he de confesar, que no deseamos sino quedar en nuestras casas y nuestras tierras, porque nada consideramos fuera de la luz y el aroma de Granada… Somos pues un puñado de los nuestros con la ayuda de algunos castellanos los que ideamos el misterio de los documentos y reliquias, fuentes quiméricas que a modo de buen jofor, sirvan para la asimilación de nuestra idiosincrasia andalusí en el cuerpo de la cristiandad, forjada por la férrea horquilla del santo oficio.

Las primeras láminas con textos en árabe, latín y español, junto con unas reliquias, en plúmbea caja y con signos del mismísimo sello del rey Salomón, los encontraron adonde había que encontrarlos, en el derribo de la vieja torre Turpiana, alminar de la mezquita mayor de Granada. De ellos surge el personaje más señero de esta ya cuantiosa retahíla de descubrimientos de libros plúmbeos –que ahora culmina en el monte Valparaíso–, San Cecilio. Sobre el plomo se escribe de él que era de origen árabe, que se convirtió al cristianismo y que fue muerto con otros cristianos castellanos por los romanos. Mártir y santo, árabe y cristiano, la fusión perfecta para que los hijos de la granada mora sean considerados fieles conversos en la nueva Granada cristiana a imagen y semejanza del mártir San Cecilio.

A mi modo de ver la destilación de lo moro en lo cristiano es un hecho ineludible y necesario. El mismo fraile Juan de Yepes Álvarez*, pidió encarecidamente mis dotes como traductor aljamiado y conocedor de la tradición morisca para que lo acompañase a casa de una sibilina de Úbeda, conocida popularmente como la mora de Úbeda, y que atesoraba en sus entrañas toda la espiritualidad musulmana y la vía tasawwuf.

Este es por siempre nuestro sueño: la amalgama de ambas fuentes en las acequias de Granada, en los jardines y fuentes de esta ciudad. Una ciudad nacida en el Islam a la que tendremos que dotar de un pasado católico, para que la historia quede en tablas y que los moriscos seamos consentidos y asimilados sin podas irreparables o insufribles destierros.

Y si al final nada se consigue, o si la broma acaba siendo descubierta, y para colmo trocada en algún nuevo mito sobre el que cimentar el cierre definitivo de España –el triangulo: Santiago, Zaragoza y Granada–, que al menos permanezca en la sangre de las nuevas generaciones lo que nunca podrá desleírse; no ya la depurada filosofía, no ya la religión del profeta, ni siquiera los modos, comidas y artesanías, o los grandes palacios y obras de arte… sino el cúmulo cultural de un largo pretérito muladí, que forma parte intrínseca de la esencia española, al punto de que España no podría ser de otra manera sin esos siglos andalusíes.

La historia tiende a seguir bebiendo de ella misma. Es una ley universal. Es la ley que solapa el tiempo y hace que las nobles ideas del hombre, de búsqueda, de trascendencia, sean siempre un centro común, por distintos caminos. La armonía universal une todas las dimensiones; nuestras almas no son católicas ni siquiera musulmanas, son la luz que brilla porque hay sombra y que tiene que reconocerse en su fulgor para brillar con más fuerza.

Que sea pues así, que el invento no se descubra, que se tolere la amalgama, que con todos nuestros sentidos girando sobre el alvéolo del corazón, sintamos una vez más el paraíso en los bosques de la Alhambra…

Y si no al infierno de los inquisidores, donde, supongo, al menos, habrá buenos chuletones de Ávila a la parrilla y buen vino de La Rioja…

Alonso del Castillo. Granada, año 1595.

*Juan de Yepes Álvarez: San Juan de la Cruz

…para saber más sobre esta apasionante episodio de la historia de Granada:http://www.triforio.com/blog/difusion/los-libros-plumbeos-del-sacromonte

 

 

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REFRANES ABIERTOS

 

REFRÁN ABIERTO: BICHO MALO NUNCA MUERE

BICHO MALO NUNCA MUERE

“A mi me lo vais a contar, humanos arrogantes. Decídmelo cuando hayais cumplido, al menos, un millón de años”.

Firmado: El Bicho, alias el Coco o el Cocodrilo, individuo perteneciente a una especie de 84 millones de años, bajo idéntica estructura a la actual, ejemplo de adaptación y eficacia para la supervivencia, y más de 220 millones desde su origen, dirigiéndose a un mamífero de apenas medio millón de años, con tal confusión de conceptos, que se cree el rey de la vida en el planeta porque ha demostrado ser el más eficaz en destruirla. También suele confundir cantidad con calidad, idea con dogma, prejuicio con juicio, amor con posesión, ley con fuerza, fuerza con poder, y poder con cualquiera de sus tan habituales manifestaciones de miedo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

BICHO MALO NUNCA MUERE 

¿Y el bicho bueno?¿Muere a consecuencia de que es bueno? O también es válido bicho bueno nunca muere:¿Le suponemos acaso más poder al mal que al bien? utilizando términos morales(como son los conceptos del bien y del mal)que son los que nos han sido heredados, aunque exista en nuestra propia naturaleza el trazado invisible de lo que es hacer el bien y lo que no lo es. Si no fuera así por qué existirían entonces el remordimiento, la frustración, el deseo compulsivo de destrucción que nos domina cuando actuamos en contra de nuestra propia esencia. La vida, la naturaleza marca sus pautas. Cuando alcanzamos con estas fuerzas una armonía nuestra existencia se desarrolla de una forma equilibrada, parece que cielo y tierra se ponen de tu parte y si aún así sigues sufriendo no tengas duda de que el enfado es contigo mismo.

Necesidad de afecto y alimento son las dos condiciones para que cualquier ser vivo se desarrolle en equilibrio con su medio. Alimento corporal y alimento espiritual, emocional, anímico. La carencia constituye el caldo de cultivo en el que futuros desequilibrios aflorarán en nosotros, que intentaremos paliar buscando sustitutos, sucedáneos .Cuando sufrimos porque todo a nuestro alrededor está mal, cuando nos atormentamos por lo que ocurre en el mundo, si en ese momento fuésemos capaces de volver la mirada hacia nosotros mismos la pregunta sería ¿qué está mal en mi para que sea incapaz de encontrar la armonía dentro de mi mismo?

 Las sociedades actuales, en el mundo llamado desarrollado y en los países pobres nos sitúan a los individuos ante situaciones que desequilibran nuestra relación con nosotros mismos y nuestro entorno. Si miramos de cerca cualquier ecosistema vivo, todos los seres que lo componen cumplen una función que da sentido a todo lo demás. El equilibrio del ecosistema depende de todas y cada una de sus partes.

En nuestro mundo actual conviven en nosotros variadas formas de entender  o interpretar lo que nos rodea. Necesitamos explicaciones porque no estamos preparados para soportar la incertidumbre. En este intento continuo de explicación o interpretación mezclamos razón, imaginación, conocimientos, deseos,…es el caso de las religiones. En ellas,  la comunicación se produce sobre todo a través del cuento, la parábola, la metáfora, lo que ha hecho posible que sean interpretadas a veces incluso desde puntos de vista opuestos, de ahí la importancia de la interpretación de la palabra.

Nuestras formas de pensamiento son diversas, filtradas por la cultura, la educación, el medio social en el que nos hemos creado, nuestro nivel de conocimientos, nuestro carácter, etc..  Hacer frente a toda esta diversidad requiere un continuo esfuerzo de comprensión o al menos de tolerancia Aprender a convivir con lo que es diferente siempre supone un reto para una especie como la nuestra en la que nuestro cerebro continuamente cataloga y categoriza .Por economía espacial. Digamos que necesitaríamos la capacidad de varios cerebros para almacenar en él toda la diversidad que la vida nos ofrece .Lo que hacemos por tanto es poner etiquetas generales que nos ahorran el despliegue de las particularidades.

Aprender a conocernos tal vez sea un primer paso para aprender a conocer.

Begoña Ramirez Joya

 

 

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REFRÁN ABIERTO: LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

En 1876, el virrey de la India, lord Lytton, organizó en Delhi el banquete más caro y suntuoso del que se tiene noticia en la historia, para festejar el entronizamiento de la Reina Victoria como Emperatriz colonial. 
Durante una semana 68.000 invitados no dejaron de comer y de beber. Esa misma semana, según cálculos de un periodista de la época, murieron de hambre más de 100.000 súbditos hindúes, por una hambruna sin precedentes que se cobró al menos 30 millones de vidas y que fue inducida y agravada por el “libre comercio” impuesto desde Inglaterra. Antes de la llegada de los británicos, la India era la primera potencia industrial del mundo, cuando se marcharon, no era más que un país arrasado económicamente y sumido en la la miseria, de la que no se ha recuperado hasta hoy. Pero era, todo hay que decirlo, un inmenso pais cruzado de lado a lado por unas pocas lineas de ferrocarril, las mismas que necesitaba el pais colonizador para transportar cuanto saqueaba . . .
Mientras los colonialistas ingleses comían perdices y corderos, los supervivientes indios se comían a sus propios hijos muertos, pues hasta ese extremo había llegado el hambre. Hace falta tener mucha hambre para comerse, con lágrimas en los ojos, y arcadas en el estómago, el cadáver de un familiar o de un vecino. . .

Entre esos 68.000 invitados al mencionado banquete, miles de ellos repitieron una frase que parecía una consigna: “Un gran país, lástima que sus habitantes sean poco más que bestias inmundas, nunca saldrán de la miseria, deberían agradecer a la Reina Victoria que les acoja en su seno, es un honor inmerecido de esta chusma”.

Una vez más, las apariencias engañaban, y la chusma, las bestias humanas, eran esos 68.000 invitados a tan indigno evento.

La dignidad humana, como tantas otras veces, sobrevivía a duras penas entre los harapientos de los campos y las ciudades, aquellos que habían sembrado y criado las viandas de sus patéticos semejantes, tanto los que habían vivido a su costa durante milenios, en su propia tierra, como de los recién llegados al saqueo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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REFRÁN ABIERTO: AGUA QUE NO HAS DE BEBER, DÉJALA CORRER. (JPS)

AGUA QUE NO HAS DE BEBER, DÉJALA CORRER. (JPS)

¿Y quién puede saber cuál es el agua que ha o no ha de beber, antes de encontrarse empapado, alucinando y chupando un palo sentado sobre una calabaza . . .?

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

Agua que no has de beber…Quiero recorrer tu cuerpo-Se te están pegando a ti las costumbres de tus vecinas-Quisiera volverme pulga-Hay que joderse

 

El pueblo ha crecido mucho en los últimos años. Tanto que a los más viejos del lugar les cuesta reconocer los contornos del espacio en el que sus vidas han ido pasando. Porque eso ocurre con las vidas que van pasando sin darnos cuenta. Ramón conserva parte de sus recuerdos en blanco y negro porque en la época de su juventud, no hace tampoco tanto, 50 años a lo sumo, las fotos y el cine aún eran en blanco y negro. Esa sensación de velocidad es la que más pesa cuando se pone a comparar los cambios que se han producido. Como si a partir de los años 60 más o menos el planeta se hubiera disparado.

Incluso con la consiguiente sensación de vértigo o mareo que se produce cuando vamos a una velocidad que nuestro cuerpo se siente incapaz de controlar. Así que Ramón siente cada vez más con más certeza que no controlamos nada ni de lo que somos ni de lo que nos ocurre y que tan sólo nos queda dejarnos llevar por la corriente esperando no ahogarnos y suponiendo que nuestra vida transcurriera en las aguas de un río, o luchar siempre contra corriente, aunque bien mirado resultaría agotador.  Menos cansado resultaría dejarnos llevar y saber aprovechar las crecidas, las bajuras, los resaltos y estar preparados para cuando lleguemos por fin al mar.

En el pueblo la vida transcurre como en todos los pueblos, gentes que van y vienen en sus quehaceres, comadres algo desfasadas a la caza de una noticia con la que poder cuchichear y olvidarse un poco de sus anodinas existencias, la lucha continua de los padres y los hijos .Asunción por ejemplo ha conseguido un buen empleo, y eso a pesar de que sus padres no consiguieron que estudiara mucho. Sin embargo su novio que es más despierto se apuntó a un partido político y como tuvieron la suerte de ganar las elecciones pues a unos y otros se les fue buscando acomodo .Hay que ver lo fácil que resulta la vida a veces le dice a su novia y lo que le gusta a la gente complicársela.

No es que Raúl, que así se llama el muchacho, tenga ideales políticos claros y esto es lo mejor de todo que como no lo tiene claro cualquiera le venía bien. Y tuvo la suerte de apuntarse a caballo ganador.

Y nos topamos con otro elemento no menos importante en nuestras vidas, la suerte o el azar, que las religiones se han empeñado en desterrar de sus enseñanzas. Pero si de algo no hay duda es de la existencia del azar. Podría incluso rivalizar con el mismismo Dios. Quizá por eso ninguna religión quiere a este elemento caprichoso entre sus filas.

 Como ya tienen empleo Raúl y Asunción han fijado fecha par la boda. Una tarde cuando los primeros indicios de la primavera se dejaban sorprender ente los rezagados rayos del sol y una calidez ya casi olvidada volvía a impregnar el aire ,Raúl que abrazaba a Asunción fuertemente le susurró al oído: Quiero recorrer tu cuerpo.

Y una cosa llevó a la otra y el amor se puso a maniobrar solo y a dejarse llevar y sus cuerpos fueron uno y no quedó entre ellos ningún rincón de la piel sin explorar.

Hablaron la piel y la saliva, y las manos y la lengua sin palabras, y sólo de vez en cuando algún leve susurro en la lucha cuerpo a cuerpo. Hasta que por fin se fundieron y cayeron desplomados.

La madre de Asunción que no dejaba pasar una empezó a notar a su hija más feliz, mas risueña, y comenzó a decirle, porque las madres no pueden estar calladas,”Se te están pegando a ti las costumbres de tus vecinas”. Refiriéndose sin decirlo claramente a la hija de su vecina Pilar, que ha tenido ya  4 o cinco novios .Al pueblo llegó un buen día un pintor por nadie conocido pero que se paseaba aquí y allá con su caballete, plasmando los paisajes con más o menos suerte en un lienzo. Se lo podía ver a cualquier hora del día, de la tarde o de la noche, intentando atrapar como él mismo decía si alguien le preguntaba los colores del amanecer o del atardecer o del anochecer. La hija de Pilar, Pilarita, siempre fue soñadora, y cuando llegó el pintor empezó a revolotear a su alrededor. De un artista se supone sensibilidad, y eso gusta a las mujeres. Sólo que el artista a veces plasma su sensibilidad sólo en el lienzo, o en el papel o  cualesquiera que sea su disciplina. No tiene necesariamente que extenderla a su vida digamos cotidiana. De ahí que muchos excelentes artistas hayan sido auténticos majaderos insensibles. Una contradicción que por lo visto el sexo femenino no termina de entender. Y Pilarita se quedó como suele decirse compuesta y sin novio porque el pintor desapareció en la misma nada que lo había traído .Después del desengaño, Pilarita empezó a coquetear con todos y a dárselas de mujercita liberada.

Mira Raúl, le dijo la futura suegra al futuro yerno, ya lo dice el refrán”agua que no has de beber déjala correr”.Y Raúl que no era de mucho pensar asentía con la cabeza para no desplantar a la futura abuela de sus hijos. No quiero yo que le pase a mi hija como le pasó a ¨Pilarita. Claro que bien mirado tú de artista no tienes mucho.

En esos fatídicos momentos lo que de verdad le hubiera gustado a Raúl era volverse pulga, o algo aún más pequeñito. Pero ante la imposibilidad sólo pensaba para sus adentros”hay que joderse”

 Begoña Ramírez Joya

 

 

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REFRÁN ABIERTO: MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE TONTOS

MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE TONTOS

O mal de tontos, consuelo de muchos . . .

Al final, lo que permanece es la necesidad de consuelo, bien mirando la desgracia de muchos, o bien la desgracia de los tontos, entre los cuales, por supuesto, nunca nos incluímos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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REFRÁN ABIERTO: ALLÁ DONDE FUERES HAZ LO QUE VIERES

ALLÁ DONDE FUERES HAZ LO QUE VIERES

Aquí estoy, en una gran ciudad, rodeado de personas con muchas prisas por llegar a ninguna parte, persiguiendo más al dinero que a su utilidad, sobreviviendo más que viviendo, y soñando que algún día aprenderán a soñar.

Me esfuerzo por no hacer lo que veo hacer, me sumerjo, entre tantos amigos desconocidos, sabiéndome, como ellos, un náufrago.

Releo lo vivido, ojeo, entre asombrado y hastiado, la vida, y pido otra copa, con la certeza de que ésta tampoco traerá respuestas, pero, al menos, me librará de la arrogancia de creer haberlas encontrado.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

DONDE FUERAS HAZ LO QUE VIERES

Es este un refrán que cumple con todas las normas de un verdadero refrán: intentar consolidar las tradiciones. Una versión más revolucionará podría ser: ‘donde fueres, sigue siendo quien eres’.

Y posiblemente la autentica sabiduría esté en el equilibrio: conservar la propia identidad, tratando de respetar el entorno cultural y social, adaptando lo superfluo de nuestra personalidad al medio.

Como todo refrán, necesita un contexto para concretarse y validarse. No es un punto de partida, no tiene una validez general, sino una posible aplicación situacional concreta.

De los refranes, más que aprender enseñanzas  para la vida, podemos obtener, analizándolos, enseñanzas sobre la torpe simpleza y la evolución del pensamiento humano.

Diego Pérez Sánchez

 

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REFRÁN ABIERTO: ECHAR LA CASA POR LA VENTANA

ECHAR LA CASA POR LA VENTANA

Alejandrito, a quien sus padres llamaban Alex, era hijo de Alejandro y Alejandra.

Alejandro era un hombre, como tantos, que no había jugado lo suficiente cuando a él también le llamaban Alejandrito, e intentaba, como todos, recuperar de alguna forma el tiempo perdido.

Alex, a sus cuatro añitos, podía disfrutar con muchos juegos, pero no con esa enorme Torre Eiffel hecha de palillos, que su padre se empeñaba en hacer crecer día tras día, y a la que el niño llamaba, con su limitado vocabulario, “la casa”.

Tarde tras tarde, Alex solicitaba la atención y el tiempo de Alejandro: “Vamos a jugar, papá”. “Sí, hijo, vamos a jugar con la casa”, le respondía, lo cual significaba pasar la tarde pegando palillos, y para Alex, limitarse a ir dando uno a uno a su padre los palitos que éste pegaba. Fue un juego interesante el primer día, y hasta el segundo, pero no lo era en absoluto al cabo de casi un año y medio de rutinario trabajo, que el pequeño Alex llegó realmente a aborrecer.

Faltaba poco para que la magna obra paterna estuviera concluida, y una noche, durante la cena familiar, Alejandro dijo a su esposa Alejandra y a su hijo Alex: “Pronto terminaremos la Torre Eiffel, hay que celebrarlo por todo lo alto. Por un día, nos olvidaremos de la hipoteca y tiraremos la casa por la ventana”. Al oír esto, al pequeño Alex se le iluminó la cara: “¿De verdad, papi”. “Sí, de verdad, hijo, hemos trabajado duro y eso merece una recompensa”.

Alex, a pesar de su corta edad, y de las limitaciones que su padre, sin sospecharlo, ponía a su creatividad, comprendía perfectamente el concepto de arte efímero, el extraño placer que conlleva la destrucción de un objeto que ha costado, en ocasiones, mucho tiempo y esfuerzo crear, como un homenaje a la naturaleza efímera de todo cuanto ha existido, existe o existirá. En el jardín de las artes, ése era el privilegio natural de la música y la oratoria, el resto de las expresiones artísticas debían, de alguna forma, provocarlo artificialmente.

Esto, sin saber que lo sabía, lo sabía perfectamente Alex a sus cuatro añitos, y su alegría y nerviosismo aumentaban por momentos, sólo con imaginar la realización de la propuesta paterna.

De este modo, a la semana siguiente, acudieron a la casa de Alejandro, Alejandra y Alejandrito, decenas de personas: vecinos, amigos, compañeros de trabajo y todos los familiares que vivían a menos de doscientos kilómetros a la redonda.

Pretendiendo hacer un discurso apropiado de presentación de su obra, que permanecía oculta bajo una sábana en la habitación contigua, Alejandro levantó su copa y dijo:

“Mi hijo Alex y yo hemos trabajado duramente a lo largo de un año y medio para terminar una Torre Eiffel de palillos de más de tres metros, y aprovecho la ocasión para comunicaros que mañana recibiremos la visita del comisario del Libro Guinness de los Records, donde será inscrita la obra para la posteridad. Era una pequeña sorpresa que tenía reservada para este momento.”

“Oh . . .” exclamaron todos en un murmullo de admiración y sorpresa.

“Y ahora, prosiguió el anfitrión, disfrutemos de la fiesta, que hoy es un día para tirar la casa por la ventana”.

Entre el murmullo se oyó la voz de Alejandrito: “¿Cuándo, papá, cuando . . .?” “Ahora, hijo mío, ahora comienza la fiesta”.

Alex reunió rápidamente a sus amigos y primitos y se dirigieron a la habitación donde se guardaba la enorme Torre Eiffel, al lado de la cual tantas horas se había aburrido, esperando que su padre se decidiera a compartir con él parte de su tiempo, en vez de con la estúpida y pretenciosa torre. Entre todos la cargaron, abrieron la ventana y la tiraron al exterior, estrellándola contra el suelo del patio vecinal.

Aún tardaron varios minutos los adultos en captar la razón de la alegría del grupo infantil, y cuando al fin comprendieron lo sucedido, Alejandro estuvo a punto de sufrir un desvanecimiento, y la fiesta, bruscamente invadida por el silencio, tomó el ambiente de un velatorio, no faltando incluso alguna sonrisa mal contenida por algún cuñado malintencionado.

Los meses siguientes fueron duros para toda la familia: Alejandro cayó en una profunda depresión, Alejandra intentaba inútilmente consolarle y Alejandrito no comprendía nada, por mucho que se lo explicaran: “Papá dijo que podíamos tirar la casa por la ventana”, repetía, para desesperación de su deprimido padre.

Pero el infortunio, como tantas veces en la vida, se tornó fortuna, ya que Alejandro tuvo la buena suerte de ir a parar a manos de uno de los pocos psiquiatras cuerdos que hay por el mundo, quien, lejos de atiborrarle de pastillas, tras escuchar la surrealista historia familiar, se dedicó, simplemente, a enseñarle a jugar con otras personas, a liberarse de la enfermiza espiral del ego, a encontrar placer en el juego compartido, sin necesidad de buscar obsesivamente el reconocimiento de otros egos a costa de exponer las supuestas y casi siempre falsas virtudes del propio.

Alejandrito, el pequeño Alex, lo agradeció, y pudo disfrutar desde entonces de una sana y divertida infancia, mientras Alejandro, su padre, pudo al fin completar el rompecabezas de la suya.

 Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

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REFRÁN ABIERTO: CASA CON DOS, O MUCHAS PUERTAS, MALA ES DE GUARDAR

CASA CON DOS, O MUCHAS PUERTAS, MALA ES DE GUARDAR

Como esa casa pretendidamente difícil de guardar es nuestra mente, porque no tiene dos, sino muchísimas puertas y ventanas, que tanto pueden permitir la entrada de la luz necesaria para iluminar una duda, como del miedo más devastador, o la esclavizadora certeza del integrismo o del autoengaño.

En esa paradoja radica nuestra grandeza tanto como nuestra miseria, en ser una casa, una mente, con muchísimas puertas, y por tanto, difícil de guardar, y que sea la misma amplitud y variedad que nos brinda la posibilidad de un pensamiento rico, la que pueda permitir la entrada de cualquier idea que llegue, incluso, a destruir a la misma mente creadora y portadora de dichas ideas.

Y esto nos lleva a un segundo dilema: “guardar” procede de la voz gemánica “wardon”, que significa por igual “vigilar, custodiar o proteger”, siendo completamente opuestos el primer y tercer significado, pero muy útil para quienes, ostentando el poder social, pretendan eternizarlo mediante esbirros que desarrollen labores de represión en su nombre.

De la palabra “guardar” procede la palabra “guardia”. . . ¿necesitamos un guardia en nuestra mente? ¿Qué es eso tan valioso de nuestra minúscula mente que debemos guardar y proteger del resto del universo? ¿No será que ese guardia se encarga, tal vez con el único fin de proteger su puesto de trabajo, de convencernos de lo imprescindible de su presencia cuando, en realidad, creando con ella el miedo, nos convierte en sus cómplices y, por tanto, en nuestros propios carceleros . . .?

Toda mente se hace más rica cuando se expande, y crece y se enriquece venciendo miedos y obteniendo y compartiendo nueva información, pues sólo información, en cualquiera de sus formas, es el universo paradójico que habitamos.

Dejemos, pues, de lado, guardias y guaridas, que en lo que a la mente se refiere, cuanto menos guardada, más rica se vuelve, y cuantas más puertas y ventanas, más luz permite entrar, y más armonía reflejar.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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REFRÁN ABIERTO: VÍSTEME DESPACIO, QUE TENGO PRISA

VÍSTEME DESPACIO, QUE TENGO PRISA

Vísteme despacio que tengo prisa, y no repares en la calidad del atuendo, que de todos es sabido que, aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Sobre vestidos y vestimentas, ninguna más pedagógica que aquel mítico traje del emperador, ése que no era más que desnudez, y que sólo un niño se atrevió a señalar, pues de todos es sabido que ciertas verdades, sólo locos y niños pueden y saben regalar ocasionalmente al mundo.

Bueno es no olvidar, en cualquier circunstancia, que ni el hábito hace al monje, ni hay vestido más hermoso que la sinceridad, aún cuando a veces, éste sí, tenga un alto coste social.

Puede servirnos de consuelo saber que, a pesar de todo, lo más valioso, en esta vida, sigue siendo gratis.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

 

VÍSTEME DESPACIO, QUE TENGO PRISA
 
El amor nos llegó por sorpresa.
Lo vivimos con determinación y descuido.
Tanta belleza no podía estar sólo en nuestras manos,
algo así podía ser sólo eterno.
 
No sé en qué momento apareció el miedo,
¿o fue la culpa?,
o esa suprema indiferencia que algunos llaman destino.
 
Hoy será, por cierto, nuestro último encuentro,
y, te visto despacio,
porque tienes prisa.

Emilia Sánchez.

 

 

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REFRÁN ABIERTO: DIME DE QUE PRESUMES Y TE DIRÉ DE QUÉ CARECES

DIME DE QUE PRESUMES Y TE DIRÉ DE QUÉ CARECES

Todos lo hacemos alguna vez en la vida, es uno de esos mecanismos mentales de compensación o huída de cualquier miedo o complejo no superado pero, en algunas personas o grupos, pasa a ser una obsesión.

Nadie pronuncia más veces la palabra libertad que los políticos de todos los pelajes y colores, los mismos que la desvirtúan y prostituyen cada día, los mismos que la vacían constantemente de su tan abstracto como enriquecedor contenido.

A nadie oiremos pronunciar más a menudo la palabra amor que a un integrista cristiano, posiblemente el mismo que, en una tan insana como extraña metamorfosis de ideas, acaba centrándose en un amor a los niños que no es tal, a los mismos niños que se niegan a traer al mundo, cuidar y criar, al tiempo que pretenden sentar cátedra ante sus padres sobre como deben hacerlo.

Es en todas las caras de ese poliedro amplísimo al que llamamos amor donde encontramos los más claros ejemplos de jactarse de cuanto se carece.

Si una madre sigue esa senda, de moda en el Primer Mundo desde hace un par de décadas, de repetir constantemente a sus hijos cuanto les quiere, cuidado, posiblemente ha caído en una costumbre estéril o, peor aún, necesita repetir aquello de lo que no está tan segura.

Como en tantas cosas en la vida, existe siempre un sano y deseable equilibrio entre el uso y el abuso.

Y si es tu pareja quien constantmente repite que te quiere, no olvidemos aquella frase tan oportuna para cualquier novela amorosa: “ Me repitió tantas veces que me amaba, que empecé a sospechar que realmente no sabía de que estaba hablando.”

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

DIME DE QUE PRESUMES Y TE DIRÉ DE QUÉ CARECES

Ana ha salido de su casa temprano, lleva en su mano derecha una bolsa llena de ropa, usada por supuesto y gastada y pasada de moda. La lleva a la parroquia, que por algo presume ella ante sus amigas y el pueblo entero de buena cristiana. Comparte pues con sus semejantes, lo que le sobra, es decir lo innecesario, lo que no seria sino bulto para la basura. En lugar de eso cada vez que hace limpieza,  llena varias bolsas o una como en este caso (no están los tiempos para andar con despilfarros) y la dona a los más necesitados. Jesús ya lo dijo : a los demás como a uno mismo, pero Ana entiende más bien a los demás lo que a mi me sobra. Cuando sale de misa procura dar algo también a  los que allí mendigan, no sería de buena cristiana hacer otra cosa. Sin embargo nunca se la ha visto en reuniones que intenten cambiar las desigualdades del mundo, ¿somos todos iguales?,le preguntó un día su hija y  ella contestó muy resuelta “hija igual que hay guapos y feos , hay ricos y pobres y si Dios ha querido que así sea nosotras no somos nadie para cambiarlo” y así resolvió el gran problema moral que a cualquier persona se le plantea cuando se da cuenta de que, efectivamente, todos somos iguales ,es decir personas , pero unos tienen mucho y otros no tienen nada.

Su hijo, un muchacho serio y sensible que tiene preocupada a toda la familia porque le ha dado por escribir poesía, llega últimamente tarde a casa, ella cree que tiene novia, pero lo que en realidad tiene su hijo es un novio, un amor desatado imposible de parar y del que todo el pueblo parece tener noticia menos ella que presume de familia ejemplar, y qué hay más lejos de la ejemplaridad que la homosexualidad, fruto de la lascivia sexual y el desenfreno y la laxitud de costumbres, y, en fin, de la decadencia de los valores morales más firmemente establecidos.

Hace meses apareció en el pueblo un inmigrante despistado que había desembarcado en patera en la costa y que en su huida había llegado a parar a este pueblo del interior. Su color negro como el azabache provocaba el asombro mal disimulado de todos y las risas de algunas muchachas que se hacían eco de la leyenda de que los negros están muy bien dotados.”Pobre” pensaba Ana con toda la pena de su corazón, En qué estaría Dios pensando cuando hizo a estas criaturas con este color tan oscuro, que se puede confundir con la noche. Sin duda, un castigo divino por cualquier tropelía, de ahí que los negros sean una raza eternamente perseguida, ¿estos serán también como nosotros? ¿puedo considerarlo prójimo? Mañana tendré que preguntárselo al Padre Juan porque no lo tengo muy claro.

 Begoña Ramírez

 

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REFRÁN ABIERTO: TANTO TIENES, TANTO VALES

TANTO TIENES, TANTO VALES

Cuando la inteligencia o la capacidad de análisis es escasa, así es como medimos y valoramos a las personas: tanto tienes, tanto vales, y esa ley o la de cuanto aparentas tener, al margen de cuanto tienes realmente, hará que la inmensa mayoría de la gente, la gente normal, emita, como de costumbre, su juicio carente de juicio.

Recuerdo el caso de un cliente del banco donde trabajaba hace más de tres décadas, un tipo rudo en todos los sentidos, un nuevo rico que veía, como casi todos, aumentar su arrogancia a la par que su cuenta bancaria. Como su trabajo era el de intermediario frutero, obtenía, como cualquier especulador, enormes ganancias con muy poco esfuerzo. Llegaba al banco cada mañana con un montón de billetes metidos en una bolsa de plástico y el tipo era bruto y arrogante no sólo con interventores y directores, sino con los trabajadores, y era una escena digna de ver cada día, como los empleados nos ibamos distanciando de él, evitándole en todo lo posible, o incluso ignorando sus exigencias y sus gritos, mientras los jefes, cual ejecutivos orientales, se deshacían en reverencias, halagos y falsas sonrisas. Tras hacer su depósito diario y marcharse, empezaba la guerra en el interior de la oficina: los jefes y jefecillos, avergonzados de si mismos y de su humillante actitud, sacaban su frustración contra los empleados. Uno de ellos, el más joven de la plantilla, ente un par de gritos del director, le respondió un día: “Para hacer que me humille ante ese animal como hace usted, no sólo tendrá que subirme mucho el sueldo, sino bajarme la dignidad. Lo primero puede, pero lo segundo no”.

Esas palabras te van a costar muy caras”, sentenció el director, y el joven, sindicalista para más señas, fue trasladado semanas después a otra sucursal, donde también intentaron domesticarle, llevarle por el buen camino, y hacerle comprender, sin mucho éxito, el verdadero valor de las cosas.

Pero aquellos hombres, tanto el director como el frutero, muy parecido en fondo y forma a Jesús Gil, nunca llegaron a valer mucho en varios sentidos, aunque amasaron una considerable fortuna. No sé cuando empezarían a darse cuenta de que no podían comprar determinadas cosas con dinero, tal vez tuvieron suerte y nunca lo sospecharon siquiera . . . Ya se sabe que las dos únicas formas de ser feliz en este mundo es hacerse el imbécil o, si se tiene suerte, o no se tiene otra alternativa, simplemente, serlo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

TANTO TIENES, TANTO VALES 

Acabo de comprarme ese traje tan caro que me recomendaron; realmente  el tejido es excelente, una textura increíble y una caída también insuperable. Sin duda seré uno de los hombres más elegantes de la ceremonia, la ocasión lo merece .Y como no, primero pasaré por mi sesión de aguaterapia con masaje frutal y sauna final. Aún así últimamente me siento ago inquieto, todo este ir y venir a veces me parece sin sentido. Tengo todo el dinero que un hombre puede desear pero no puedo decir que sea feliz. Me siento satisfecho razonablemente pero esa especie de euforia sosegada que imagino que será la felicidad no recuerdo haberla sentido en los últimos años.

Puede que me esté haciendo viejo y necesite nuevas sensaciones, pero tal vez el dinero no pueda comprarlas. Me gustaría ser como el resto de mis amigos, ricachones satisfechos, tostados por las vacaciones en paradisíacas islas con la sonrisa siempre puesta y sí felices, claro que sí. Creo que soy el único imbécil que persigue algo más que dinero, y ¿existe algo más?¿Por qué esas sonrisas dibujadas en gentes que no tienen nada? Como la señora que me vendió las latas de bebida en mi último viaje por Asia.

Sus zapatos eran unas deportivas que al parecer le había regalado una turista americana, muy solidaria; en su boca sólo le quedaba un diente sano y por lo que pude alcanzar a oír mientras alguien le preguntaba, con el dinero que ganaba mantenía a  su familia.

Por Dios, pensé con lo que ella gana en un día de trabajo a mí no me alcanza ni para palillos de dientes.  Y sin embargo su sonrisa abierta y generosa fueron para mí como un insulto.¿Por qué reía aquella horrenda mujer con esa paz y a mí semejante sensación me era negada? la compro pensé, Señora le compro su desdentada sonrisa y la paz que la inunda. Pero sentí vergüenza y me fui, y ya no pude pegar ojo. a pesar de la deliciosa cena a base de ostras y caviar, acompañado todo de un champaña de la mejor calidad y postre de trufas silvestres imposibles de encontrar en ningún lugar pero que apareció en nuestras mesas por gentileza del hotel. Con lo que nos cuesta cada noche ya pueden permitirse esos detalles desde luego. Bueno pues ni aún así conseguí que Morfeo me acunara en sus brazos y tuve que recurrir a los somníferos que luego me dejan una sensación de pesadez en la cabeza todo el día. Cuando al fin mis ojos se cerraron tuve una ensoñación extraña que como me temía fastidió todo el día siguiente, que tuve que pasar sin más remedio entre las paredes del hotel metido en el jaccuzzi y solo, porque tampoco quería ver a nadie. Necesitaba dejar de pensar por un tiempo, a veces las vacaciones deberían ser de uno mismo incluso. Tengo que acabar con esta inquietud que cada vez se hace más grande y que no puedo acallar con dinero. Quiero comprar la paz de mi interior y no puedo. Sin duda se tata de una especie de depresión pasajera o algo así.

Si todo el mundo sabe que el mundo se mueve por dinero ¿Por qué voy a ser yo diferente?.

 Begoña Ramírez Joya

 

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REFRÁN ABIERTO:

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

Comentábamos el otro día Juan y yo, tomando unas copas en El Papagayo, que teníamos tantos ejemplos en la memoria a propósito de este refrán, que no sabía uno cual elegir, cual expresaría con mayor claridad tan rotunda evidencia.

Hoy, a escasas horas de la tertulia, me encontraba en la misma situación, repasando lo visto y vivido para encontrar el ejemplo más oportuno cuando, siendo víctima de una cegadora iluminación, lo comprendí: la Santa Madre Iglesia, en su eterno afán de sembrar el mundo de paz y amor, sacrificando incluso su imagen, expuesta a la crítica de mentes poco piadosas e incapaces de comprender el alcance de su magna obra, lo había estado haciendo durante siglos: sembrar el mal para que diera como fruto el bien.

Así, siempre se ha puesto del lado del poderoso, ha perseguido todo tipo de pensamiento, salvo el que repetía su propio mensaje, ha torturado y quemado miles de personas, ha promovido y provocado guerras, algunas de exterminio, ha prohibido la ciencia y exaltado el sufrimiento hasta el extremo de usar todos los medios a su alcance para intentar que se ilegalizara, hace sólo un siglo, la anestesia y los analgésicos, ofreciendo a cambio a los fieles el dolor purificador, ha relegado, marginado y perseguido a las mujeres, esa mitad de la humanidad que tanto hizo por el cristianismo en sus orígenes, etc.

Hasta tal extremo ha llegado su afán pedagógico, que se ha convertido en el grupo humano con mayor número de pederastas en sus filas. Y todo ello, queridos hermanos, con el único fin, oculto a toda alma insensible y carente de fe, de provocar todo lo contrario de cuanto aparentemente predicaba, de conseguir, de la forma más efectiva posible, que florezca un bien previsiblemente grandioso, como consecuencia de tanto mal sembrado.

Sólo los santos padres que en la Iglesia han sido, legítimos representantes en la tierra del único Dios verdadero, han tenido la capacidad de dirigir tan sabiamente a la grey cristiana.

Y yo me pregunto: ¿no es hora de intentar devolver tanta paz y amor sembrada a lo largo de casi veinte siglos?

Modestamente propongo, tomando como ejemplo la magna obra de papas, cardenales y obispos que han dirigido con mano firme y sabia el Vaticano, que, tras declararlo estado genocida, se juzgue como tales a todos sus dirigentes y, con todos lo honores, se proceda a la voladura controlada de sus edificios, invitando al Santo Padre y todas las altas esferas de tan amorosa organización, a permanecer en su interior para pasar a formar parte de la tan extensa como digna lista de santos mártires cristianos.

Seguro que aceptarán, con la modestia, santidad y sabiduría que les caracteriza, tan sincera y cristiana propuesta.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

NO HAY MAL QUE...

Conocemos el mundo en tres dimensiones, pero la vida tiene al menos cuatro. El tiempo añade una perspectiva que escapa a la mirada y por ello no podemos apreciar la cualidad real de lo que nos sucede. Lo que comprende escapa a la comprensión, no puede ser abarcado por lo comprendido. Y, en esa confusión, las cosas no son lo que parecen. Valoramos el suceso presente por la sensación tridimensional que nos causa; sin perspectiva, aislándolo para mejor poder estudiarlo. Un cerebro en formol nos puede decir muy poco sobre su funcionamiento. Cuando interpretamos un dolor como un mal, que en realidad puede ser una reacción vital en lucha con un mal anterior, en nuestra simple torpeza, intentaremos combatir el dolor, la alarma de la máquina orgánica en funcionamiento, el indicador de que algo iba mal y tratamos de arreglarlo haciendo callar a la máquina, deteniendo con ello a veces la reparación, que no habrá sido sino pospuesta para un momento más urgente y doloroso.
No hay mal que por bien no venga, e incluso la muerte, entendida como mal, viene de un bien, la vida, y pone remedio a sus males, por lo que no es sino un bien, ahora sí, definitivo.
No siempre despertamos con el sentimiento de bendecir el nuevo día, y no necesariamente por haber dormido poco, lo que podría parcialmente justificarlo. Si cuando despertamos, nuestro primer pensamiento fuese el de que, algún día como hoy, vamos a morir, la ansiedad de ese temor generaría la adrenalina suficiente para hacernos saltar de la cama, para emprender con entusiasmo un nuevo día, quizá el último de nuestra existencia.
Diego Pérez Sánchez
Somos como niños

Buscando siempre límites

Como si no supiésemos

Que el límite

Son nuestros deseos

Si crees que has llegado a la cima

Ya sabes: solo te queda bajar.

Diego Pérez Sánchez

 

 

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA

Hay un refrán que dice “No hay mal que por bien no venga” Los refranes son sentencias populares  avaladas  por el tiempo, que termina por darle la razón al dicho. Yo lo he comprobado  como vulgarmente se dice en carne propia.

Recuerdo aquel amigo llamado Juan, que me gustaba muchísimo, era muy moreno, tenía el pelo largo y los ojos azules. Éramos  tan jóvenes, empezando la vida, estábamos muy enamorados, al menos eso pensaba yo. Sentía una atracción hacia el que solo con mirarme me ponía la carne de gallina. Vivíamos en el mismo barrio y militábamos en el mismo partido.

Pero las circunstancias  nos obligaron a separarnos. Juan ascendió en el partido y se mudo a otra ciudad, allí conoció  a Elena se enamoro de ella, se caso y tuvo dos hijos.

Mi vida casi que se derrumbo, pero era joven y seguí  adelante. También me case, era un buen muchacho y no mal parecido, no me enamore perdidamente de él, empezó como una buena amistad, teníamos amigos comunes y poco a poco me fui enamorando.

Cuando descubrimos que teníamos mucha afinidad y que estábamos bien juntos decidimos casarnos. No puedo negar que soy feliz, tengo una hija preciosa, un marido que me quiere y además me lo demuestra, no me puedo quejar,  y sin embargo ¿por qué a pesar de los años pasados no puedo olvidar a  Juan?  ¿Por  qué? Cuando  veo un morenito de pelo largo lo miro con nostalgia. ¿Por qué? Sigo soñando con  él y me despierto en mitad de la noche inquieta, y miro a mi marido que duerme como un bendito, con una sensación de culpa.

Nunca he vuelto a sentir ese escalofrío que me ponía la carne de gallina, ni ese revoloteo de mariposas en el estomago que sentía cuando lo veía. Hace poco he tenido noticias de el.

Se ha separado de su mujer y dicen que quiere volver al barrio con sus gentes.

Después de tantos años, ¿Cómo estará? ¿Me reconocerá? Me miro en el espejo, el tiempo no tiene misericordia. ¡Pero con nadie! Por el también habrán pasado.

Hoy por fin lo he visto, al principio no le reconocí, se volvió para saludarme, ¡Sí!  Son  sus mismos ojos, pero no con la mirada limpia que yo recordaba. Esta calvo, con una gordura un poco  fofa, y un aire cansado en la cara. Me ha dado la mano y un par de besos, y me he quedado fría, no he sentido nada, quizás un poco de rechazo, hemos estado un rato hablando, no sé de qué. El ha vuelto para quedarse, pero yo he descubierto con sorpresa y alivio, que de mi vida se ha ido para siempre.

Todos estos años sufriendo secretamente por el mal que me había causado su partida y  al cabo del tiempo, vengo a descubrir que gracias a eso, tengo a mi lado la verdadera felicidad.  

Ahora siento que tengo que compensar a mi marido por tantos años de infidelidad.

Todos estos años he tenido a mi lado un gran amor y yo suspirando por una ilusión no lo he sabido apreciar.

Es verdad como ya dije, “Que no hay mal que por bien no venga,” Pero “Rectificar  es de sabios” y para darse cuenta de las cosas “Más vale tarde que nunca” y además pienso yo,  “Que nunca es tarde si la dicha es buena” y “A quien Dios se la de San Pedro se la bendiga”

María Bueno

 

 

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REFRÁN ABIERTO:
QUIEN A BUEN ÁRBOL SE ARRIMA, BUENA SOMBRA LE COBIJA

QUIEN A BUEN ÁRBOL SE ARRIMA, BUENA SOMBRA LE COBIJA.

Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija . . . siempre que el bosque no le impida ver los árboles, o viceversa, que no se vaya por las ramas y, sobre todo, que no sea leñador . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

QUIEN A BUEN ARBOL SE ARRIMA, BUENA SOMBRA LE COBIJA

 

Pero ojo con las tormentas de verano,

No sea que caiga un rayo:

 

¡Maldito  cielo furibundo y encapotado

Ve a descargar tu cólera sobre el ancho mar !

 

Que Neptuno recargue su tridente y  da corriente a las rayas.

Que los fosforescentes caballos marinos tengan siempre luz para         

                                Alfonsina

 

¡Maldito cielo furibundo y encapotado

Mi árbol más amado has ultrajado !

 

Los nidos ,con sus pájaros asustados , has tirado.

Mi pequeño gorrión has matado :

¡Maldito cielo furibundo y encapotado

Te condeno a estar siempre despejado!



Mari Carmen Martínez

 

 

 

QUIEN A BUEN ÁRBOL SE ARRIMA, BUENA SOMBRA LE COBIJA - ALBERTILLO

   Albertillo se sentía acomplejado por las necedades que urdían los suyos a su costa, sacando a relucir el comportamiento con tintes clandestinos en un carrusel de despropósitos, preguntándose insistentemente por las compañías, quiénes serían los compinches por los que se bebía los vientos, cómo pasaría las horas muertas a la intemperie sin dar señales de vida, deambulando por inhóspitos lugares desconectado de la familia, y de paso cociéndose en su interior insólitas emociones, imprevisibles secretos o aberrantes chiquillerías.

   Los progenitores se desayunaban cada mañana con tostadas untadas de grasientos comentarios, y no respiraban sin informarse aunque fuese fugazmente de las amistades que frecuentaba; era una obsesión, siempre calibrando si serían muchachos decentes, si por un casual se relacionaría con los dos balas perdidas del barrio, si ejecutaba fechorías de grueso calado al socaire del anonimato, porque vaya usted a saber, se decían, cómo se las gastará en esos recintos, moviéndose a sus anchas y sin ninguna vigilancia; todo ello les conturbaba en exceso, y concluían que tal vez se encontrase en un mustio desierto, dejado de la mano de dios, porque si al menos lo observasen en la sombra o cobijado en una discreta penumbra y desempolvar las oquedades que cimentaban los ocultamientos del grupete, de qué pie cojeaban los líderes que diseñaban el cuadro de costumbres que debían pintar con los respectivos graffiti, o montando mil triquiñuelas en las desperdiciadas horas de esa edad.

   No cabe duda de que la comidilla de los padres durante la semana era siempre la misma, comiéndole el coco al retoño con acritud, pues se plantaban en sinuosos meandros visionando los vídeos más intrincados, lo que le provocaba no pocos quebraderos de cabeza, de modo que se sentía como condenado a la guillotina, sumido en las tinieblas que le envolvían en invierno y verano, en especial  cuando lo sometían a un sumarísimo interrogatorio en el cuarto de objetos inservibles con exasperantes rasgos de amenaza, sin consentir una chance, un breve ventanuco de oxigenación, a lo que cada hijo de vecino tiene derecho por muy cutre que se precie, y contar hasta diez antes de contestar a las intrigantes averiguaciones.

   Según caían las hojas del almanaque el gusanillo de la incertidumbre crecía cercenando los brotes de esperanza, y alzaba sus garras corroyendo cada vez más la moral de los padres no dejando títere con cabeza, y lo que en un principio guardaban como secreto, pronto voló por los aires como castillo de naipes por prejuicios cobardes que se fueron fraguando, fragmentándose en mil pedazos, y, ninguneando las barreras de lo íntimo, empezaron a airearlo descaradamente a cualquiera que se les pusiera por delante, exteriorizándolo con tal ahínco que se les chafaban de repente las cuerdas vocales, convirtiéndose las gargantas en una guitarra muda, y en esa coyuntura farfullaban onomatopéyicos monosílabos, gesticulando en mitad del caos el latiguillo heredado de los ancestros, que portaban en las sienes como refulgente antorcha de las olimpiadas, “dime con quien andas y te diré quién eres”.

   Toda esta ristra de componendas no cuadraba en las isobaras de Albertillo, toda vez que los amigos eran alimento sagrado, el tubo de escape de todas las frustraciones, formando entre todos una piña infranqueable con infinidad de ramas y brazos, disfrutando de los mismos derechos y obligaciones, y se reunían en cualquier parte a cualquier hora, porque les encandilaba la elasticidad del proyecto en común, aficiones, inquietudes, correrías, actos temerarios o fobias, resumiéndose en dos palabras, vivir la vida. En esa bola de cristal hervía el destino de cada uno, en un intento de pasarlo lo mejor posible, respetando las reglas, de suerte que si alguien por un desliz sufría algún revés y caía rodando por un precipicio desinflándose el globo de las ilusiones lo aceptarían como broma, contratiempo o metedura de pata, achacable a fin de cuentas a la fina lluvia que refrescaba sus amaneceres, humedeciendo la superficie que pisaban, provocando peligrosos deslizamientos, que recalaban en la pista de la duda al no esquivar a tiempo el obstáculo que les amenazaba, pero nunca culpaban a los contrincantes de traición o malas intenciones, dando por descontado que se batían el cobre en buena lid.

   El meollo del proverbio lo tenían los progenitores bien digerido generándole ardores estomacales, llegando a un estado anímico casi enfermizo, con acompañamiento de calenturas y puntuales estragos en el propio seno de la familia, debido al egocéntrico afán de querer anular al retoño, instalándose en el ojo del triángulo divino y querer abarcar lo indecible controlando los tímidos pasos que daba. Ponían el grito en el cielo cada vez que les asaltaba el resquemor de la compaña, dime con quien andas… y lo recitaban con la monotonía de la tabla de multiplicar de los niños en la escuela, erizándoseles  el cabello y frunciendo el ceño hasta límites insospechados.

    El asunto exhalaba fetidez, una preponderancia inexplicable en sus actos, cuando un conocido de forma inesperada les relató las noches de frío invierno que les había hecho pasar el hijo por el estilo de vida que llevaba, viéndose acorralado en su propia mansión, en la tesitura de denunciar al hijo por malos tratos, al haber entrado por méritos propios en el mundo de la drogodependencia de la noche a la mañana, llegando a chantajearle con lo peor si no accedía a sus diabólicas pretensiones, las dosis indispensables para seguir vivo, de lo contrario acabaría con ellos. La confesión del amigo fue la gota de agua que colmó el vaso, viniendo a anegar aún más su vida, disparando sobremanera las alarmas.

   El padre de Albertillo nunca se había planteado, ni en las peores horas de fuerte zozobra emocional, consultar con un especialista su problemática, o cuestionarse si el trato que había dispensado a su pupilo era el adecuado o si el tiempo que le dedicaba era suficiente para el funcionamiento de la mutua comunicación y afecto. Tales avatares no habían circulado por su intelecto, y a continuación empezó a emitir fogonazos de impaciencia cuando entraba por la puerta de la peluquería, al bar de la esquina donde jugaba las partidas de dominó, o bien vomitaba en el bullicio del vecindario que fluía alborozado por la plaza del barrio.

   Entre otros pasatiempos de los que se nutría, se encontraba el gusto por la charla interminable, y llegado el caso desplegaba su armamento pesado con exabruptos a las puertas de la iglesia como envenenados dardos de Belcebú, o encadenaba esdrújulos de predicador barroco de vidas atormentadas, que advertía del tsunami que se avecinaba, explayándose en una catarata de reflexiones en nombre del Sumo Hacedor.

   En los momentos de retirada, en que Albertillo arribaba a la guarida, tan pronto cruzaba el umbral escuchaba un chisporroteo de habladurías, y al instante el progenitor, en una operación relámpago, con idea de lograr el efecto oportuno le soplaba cuatro bofetadas rubricándolo con fríos latigazos, resoplando como fiera en la pelea en la nocturna irritabilidad dejándolo K.O., y metiéndole el miedo en el cuerpo casi de por vida.

   Él imaginaba en un principio que a todos los de su edad les sucedía lo mismo, mas al descubrir la verdad se le agravó el abatimiento, produciéndole un hundimiento y unas convulsiones que le retorcían las tripas, no pudiendo salir a la puerta de la calle sumido en la más honda desesperación, pues no encontraba tierra firme, el momento oportuno para gritar con entusiasmo, eureka, lo conseguí, sino que se columpiaba en el vacío, sin sacudirse la negra testarudez de los suyos, que construían murallas impidiendo el acceso de aguas de libertad y autoestima que tanto necesitaba.

   Durante esta etapa de la vida todo huele a laurel de triunfo y a juego, siendo eternos los minutos, que como chicle se van estirando, quedándose pegados en las suelas de los zagales y en las esquinas de las calles más transitadas por ellos, saltando y haciendo cabriolas como animalillos salvajes en la selva al calor de la manada, porque la naturaleza con su sabiduría así lo ha establecido, no poseyendo nadie suficientes atribuciones para abolirlo, y no interpretarlo como quimeras que no casan con sus lúdicas mentes que pertenecen a otra galaxia, lejos de los adultos, no utilizando el concepto de venganza, el trabajo remunerado o la preocupación por el porvenir; ninguna de estas letanías se reflejaba en la agenda infantil.

   Ansiaban beber los momentos cruciales, divirtiéndose con cualquier cosa que se les ocurriese, pero Albertillo se sentía tetrapléjico, atado de pies y manos a la hora de ir a jugar, pues sabía que después sería transportado al infierno de su casa y vapuleado por la incomprensión, porque acaso la familia del compañero no gozaba de buena reputación, o bien el abuelo estuvo entre rejas por insondables causas difíciles de aquilatar.

   No podía aguantar por más tiempo el fúnebre ceremonial de los padres torturándolo con tanto misterio, resultando para él era una pérdida estúpida de tiempo, ya que le importaba todo un bledo.

   Ellos creían que si se juntaba con el negro se le pegaba el color, si con el drogadicto la enfermedad, si con el deforme la fealdad, y así sucesivamente.

   Como las apariencias engañan al flaquear la percepción de los sentidos, y el hábito no hace al monje, lo aconsejable será cultivar el arbolito desde que despunta con abundante agua, dulces caricias y altas dosis de comprensión.  
 

José Guerrero Ruiz

 

 

QUIEN A BUEN ÁRBOL SE ARRIMA, BUENA SOMBRA LE COBIJA.

 

Y aquí, sentada un domingo muy, pero muy de mañana, me siento a escribir para el próximo viernes. 

Decirles que una semana se me había hecho mas corta por irme a Granada, que otra por algún bajón de animo y alguna mas por la salud, esa que de vez en cuando nos llama a la realidad de que somos seres totalmente finitos, no tiene ningún valor, ya que sobre todas las cosas debe prevalecer lo que nos da placer, lo que nos hace sentir bien, lo que nos arranca una sonrisa. 

Dicho esto al mejor estilo de Maria os dedico a todos y cada uno de vosotros, lo que mejor se hacer, plasmar mi alma en un papel. Por lo menos así, a pesar del día a día y del mundo tan duro en que vivimos, podréis daros cuenta que sobre  la mayoría de cosas o seres de este mundo, amo las letras y a todos y cada uno de ustedes. Acéptenlo como mi manera de decirles: GRACIAS. 

 

 

Los refranes siempre despertaron sentimientos encontrados en mi, cuando era pequeña en mi casa había varios cuadritos, con estas sentencias, máximas o dichos. En esa época ya no me resultaban demasiado coherentes, pero mis padres habían tenido buen cuidado de no colgar contradicciones.  

Aun así y como es obvio a lo largo de mi vida fui conociendo dicciones y contradicciones, "Al que madruga Dios le ayuda", "No por mucho madrugar se amanece mas temprano". " El que espera desespera",  " La esperanza es lo ultimo que se pierde", " No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy", " Mas vale tarde que nunca" etc, etc, etc. 

 

El que hoy nos ocupa también colgaba de la pared y me miraba día a día, "Quien a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija". En esa época las metáforas aun no habían llegado a mi vida y para complicarlo mas aun,  vivía en una zona sin demasiados arboles, agreste y semidesértica por lo que cuando pasaba frente a este cuadro me detenía y pensaba, pensaba, que mala costumbre traída, mas que adquirida, he tenido toda mi vida:  pensar, pensar, tanto pensar y te encuentras a veces con sorpresas que te da la vida cuando ya eligió por ti y tu aun.....lo estas pensando. 

 

Pero bueno no me perderé en los vericuetos de mi mente hoy por lo menos no, así sucedían mis días pasaba, leía y pensaba. Un buen día cuando ni siquiera estaba frente al cuadro algo ilumino mi mente y me di cuenta o percibí o asimile, o incorpore a mi vida, el sentido de esa frase. 

Y si nunca...... dije que fuera rápida para nada, si consecuente. Lo aprendido nunca olvidado. Es por eso que a lo largo de mi vida siempre tuve arboles adonde guarecerme, si alguno se secaba siempre había otro al lado como una revelación......... siempre hubo arboles grandes o pequeños, sauces u ombúes,  acogiéndome y abrazándome. 

 

Por eso cuando  vosotros decís que hay cosas que se pueden cambiar y otras que no, yo dudo, dudo mucho. En general pienso que como el árbol tenemos una genética y una función cuando arribamos a la vida. 

Es ella misma la que nos marca el camino, hay personas débiles y pusilánimes, hay otras fuertes y guerreras, las hay que parecen fuertes y no lo son tanto, también que se cansan de ser débiles, pero no tienen las herramientas para convertirse en fuertes. 

Y tantas variedades, como seres humanos habitamos este mundo. 

Por eso día a día me he reafirmado en el concepto, que se puede cambiar todo, absolutamente todo, lo que no forme parte de tu esencia, pero si intentas cambiar para darle el gusto a otra persona, o estar a la moda, o integrar un grupo determinado, algo esencial, tarde o temprano, la vida te arrostrara todas las traiciones que te hiciste a ti mismo.

 

A riesgo de parecer repetitiva he compartido la mayor parte de mi vida con una persona extremadamente distinta a mi, eso era motivo de discordia? a veces, todos somos humanos, para que idealizar nada, pero en lo esencial compartíamos: el amor a la vida, a la libertad,  a nosotros mismos y el reciproco,  por lo que teníamos todas las papeletas de perecer de la mano y juntos,  solo que llegado el momento, ahí también surgió la diferencia y uno se fue y otro quedo. Hundido? que va, eso hubiera sido imposible. Se hunde quien quiere, no quien puede.

 

Ahora me doy cuenta que estoy cambiando nuevamente de primera a tercera persona, cosa criticada por algún escritor conocido, me han comentado que solo los muy famosos se pueden permitir estas licencias, bueno yo no lo soy, pero me las permito. A veces hablo en primera persona, porque me apetece contarles algo de mi vida y a veces cambio a tercera porque lo que estoy diciendo, si lo hiciera propio, no me permitiría seguir escribiendo sin que me agobiaran los recuerdos y las penas. Que eso no esta bien literariamente? me da igual, yo no estoy escribiendo una obra maestra, ni me lo planteo. 

Quizá me falte capacidad, interés, o simplemente al igual que no me gusta la fotografía comercial, tampoco abogo por la literatura comercial, por lo menos no le doy permiso a que salga de mi mente.

 

Puajjj!!! Cuantas incoherencias!!! pero bueno siempre se puede volver al redil. 

 

Cambiar hábitos es difícil pero posible, siempre puedes sacrificar alguna costumbre que moleste a la persona que tienes a tu lado, sea quien sea y en calidad de lo que sea, pero cambiar, cosas sanguíneas como si te gusta el frío, demuestres que te gusta el calor, si eres pasional mostrarte abulico, si amas la libertad mostrarte celoso y controlador,  si eres de izquierdas mostrarte de derechas o viceversa, para no ofender a nadie. Eso es imposible y si lo logras, solo sera un corto periodo de tiempo que aunque logres engañar a otro, nunca lograrás engañarte a ti mismo.

 

 

Por último, una pequeña poesía:

 

Puedo cambiar mi risa si te aturde y mis lagrimas si te dañan,

puedo cambiar el color del cielo, regalándote gafas de colores,

puedo atraer las lluvias con antiguos rituales y hasta hablarle a la luna, si me lo pides. 

 

Pero yo soy yo, lo que ves, con mis desatinos y mis locuras, 

y porque no decirlo: las adoro, son ellas las que me hacen vibrar cada día,

si yo fuera como tu, un tiempo serias feliz de  compartir tus aficiones,

pero llegaría el día en que sentados frente a frente, no tendríamos de que hablar.

 

Déjame ser diferente, si mis diferencias te enriquecen

déjame ser diferente, si mis diferencias no te dañan

y cuando estas se vuelvan insoportables, que puede suceder, 

solo dime nuestras diferencias ya no se aman.

Entonces cada quien buenamente, siga su camino solo.

 

No hay mejor soledad que la compañía de los buenos recuerdos,

que hemos atesorado en mejores épocas. 

Ni peor compañía,

que vivir mostrándote como no eres para retener una presencia. 

 

Alicia Gaona

 

 

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REFRÁN ABIERTO:
NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO

NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO

No por mucho madrugar amanece más temprano

Aunque a quien madruga, Dios le ayuda.

Y no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Cada cosa a su tiempo...y los nabos en Adviento.

A camino largo, paso corto, que con paciencia se gana el cielo.

Y más vale tarde que nunca.

Y si el tiempo es oro, no es oro todo lo que reluce,

 ni hay que empezar la casa por el tejado,

Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo,

que hay más días que longanizas,

y es mejor consultar con la almohada.

  Diego Pérez Sánchez

 

 

NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO

Cuando tenian entre tres y cinco años, mis hijos, como tantos otros niños a esa edad, creían, tan ingenua como lógicamente, que el día de su cumpleaños las personas pegaban un estirón y crecían repentinamente, de acuerdo a su recién estrenada edad.
Como si fuera la noche de Reyes, les costaba dormirse, ante la emoción del previsible milagro, y madrugaban más de lo habitual para ir a mirarse en un espejo antes de despertar al resto de la familia, convencidos de que su altuta había aumentado a lo largo de la mágica noche anterior.

Ah, no por mucho madrugar amanece más temprano . . .” pensaba yo para mis adentros, aunque mi ingenuidad, como comprendí años después, no era menor que la de ellos, pues también algo cambiaba en mi mente tras cada cumpleaños, cada ceremonia, y un número nuevo pasaba a formar parte de mi identidad.

Ciertos pueblos, incluídos algunos a los arrogantemente consideramos primitivos, tienen una concepción mucho más real del tiempo, lo sienten como un todo continuo, y miran con sorpresa las particiones y divisiones que hacemos del mismo.

Aún tardé años en, no ya comprender racionalmente, sino sentir con lógica naturalidad, que cada día, cada segundo, cada instante, es nuestro cumpleaños, siempre tambaleándonos en el escurridizo alambre del tiempo presente, el único al que, hoy por hoy, podemos acceder.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO

 

Es cierto no porque madruguemos más , el astro  no Rey se va  a inmutar.

El tiene programado su  recorrido...inmutable inalterable ( y esperemos que ninguna fuerza humana o sobrehumana lo altere) ,tanto que el mejor calendario ,el AZTECA , el solar.

 

El hombre ,cuando vivía en sintonia con los elementos ,probablemente tambien se levantaría ,sin más reloj que el biológico ,como los pájaros , al amanecer ,respetando el ciclo circadiano, sabiendo de forma intuitiva que entonces era cuando estaba en mejor predisposición para todo .

Coincidiendo con  el fenómeno del alba,era el momento de salir a la caza.

Hoy las generaciones que nos suceden ,viven como los búhos, de noche .

Mientras nosotros desayunábamos ,en el bar que abría más temprano ,Pepe el de la churrera ,de vuelta del ultimo aviso ,los jóvenes y los no tan jóvenes que salían de una discoteca cercana ,aún seguían bebiendo cubatas .

 

Podrá ser interesante hacer un meta análisis sobre la segregación de cortisol en menores de 30 Tal vez la humanidad de los países supuestamente desarrollados este alterándose hasta el ciclo biológico.

 

El más bello amanecer: desde el hotel Melía Alicante ,con vistas  del balcón hacia el  mar, hacia el sol naciente , como de costumbre ,sola.

 

Que bello es recordar ,sin nostalgia ya ,los tiempos aquellos,en que nos veíamos al amanecer.

¡Como te gustaba madrugar !

Como teníamos en común salir a patear las calles ,cuando estas ,según expresión de mi  madre “ aún no estaban  ni puestas”,para comprobar como se limpiaban , donde  estaban los peores baches o las reparaciones más urgentes.

 

Por fin la otra noche pude recordarte, comiendo nata ,sin llorar.

 

Gracias por aquellos amaneceres , mi Sol.

 

Mari Carmen Martínez

 

 

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REFRÁN ABIERTO:
"DONDE LAS DAN, LAS TOMAN"

"DONDE LAS DAN, LAS TOMAN"

 

Donde las dan las toman

 

 Como cebas, así pescas 

 Cría cuervos y te sacaran los ojos, pues

 A cada cerdo le llega su San Martín

 A un gustazo, un trancazo, y sí

Al freír será el reír, al pagar será el llorar, que

 Al que al cielo escupe, en la cara le cae, y

El que juega con fuego, se quema, o

El que la hace la paga.

Cada palo que aguante su vela, quedando

Lo comido por lo servido, y si

No hay atajo sin trabajo,

Tampoco barranco sin atranco

 

Ni dos sin tres,

Ni gusto sin disgusto.

Ni miel sin hiel,

O pecado sin remisión

 

Ojo por ojo, diente por diente.

Quien a hierro mata a hierro muere

Y quien busca halla, que

Quien siembra vientos recoge tempestades


Diego Pérez Sánchez

 

 


"DONDE LAS DAN, LAS TOMAN"
 

   Al cabo de su dilatada existencia Genaro había pasado por los subterfugios más inverosímiles, de suerte que nada le era ajeno, o al menos así lo ponderaba en sus adentros en las augustas y lentas tardes de agosto, cuando la naturaleza se queda aletargada como lagartija complaciente y abierta a los ardientes rayos del sol.

   Genaro era un hombre sereno, sensato y solidario, por lo que solía pasar desapercibido por los lugares que frecuentaba. Ni una palabra más alta que otra ni un desaire a nadie o un mal gesto. Practicaba el lema de la cordura, cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, por ende sus razonamientos discurrían casi siempre por los conductos sensatos del término medio.

   Todo lo olvidaba al instante por muy desagradable que fuese y nunca guardaba rencor hacia el infractor por fuerte que resultara la ofensa que le endosara, al contrario se apretaba los tirantes, se subía los pantalones tarareando un estribillo y acababa por ayudar en lo que hiciera falta al indolente al pensar que la persona no era dueña de la agresión, sino el subconsciente que le impulsaba mediante un ataque de cólera o unas fuerzas superiores a sus capacidades no pudiendo reaccionar, por lo que lo exculpaba con toda naturalidad, procurando transmitirle algunas sucintas ideas, frases relajantes o algún célebre consejo de sabios con objeto de que se bajase del burro y entrase en contacto con la realidad, más que nada por su bien, al verse desbordado y esclavizado por las garras de la ceguera y de esa condición lograse salir victorioso de la aberrante reverberación que le embargaba; entre tanto la parsimonia y tesón de Genaro crecía en mitad de las astillas del árbol caído iluminando los vericuetos por los que habían patinado.

   En la vida hay muchos caminos, unos menos tortuosos que otros y gustos y opiniones como colores, de tal forma que con tan ingente cantidad de mimbres y material se pueden entrelazar los canastos más dispares o cubrir las inmensas profundidades de océanos y mares, por lo que algunos allegados a Genaro no veían con buenos ojos su proceder etiquetándolo de pusilánime y poco fiable, toda vez que, pensaban, no se puede quedar bien con todo el mundo así por las buenas ni incluso por las malas, sin sacar una pizca de mala leche, amor propio o un pequeño mordisco si fuese preciso, y cosechar, por qué no, algún fresco roce que ventile la monotonía y riegue con renovadas aguas la vitalidad de la convivencia.

   Lo machacaban sin compasión en invierno y verano en los momentos menos apropiados, al salir de casa con las prisas constreñidas, al entrar en la cafetería para reponer fuerzas tomando un tentempié o dirigirse a los grandes almacenes con idea de renovar el vestuario o aquilatar los pensamientos contemplando las nuevas modas, los últimos avances tecnológicos y alejarse un poco de las malévolas interpretaciones a que se sentía subyugado dando rienda suelta a los instintos, a la fantasía, solazándose en los amenos corredores y stand atiborrados de artilugios y prendas tentadoras distribuidos por paradisíacos rincones con atractivas frutas y adornos de ensueño.  

   Los que se tenían por los seres más queridos maniobraban en su contra a fin de atarlo a sus egocéntricos caprichos con malas artes, con inhóspitas montañas de mendaces sentimientos que no venían a cuento farfullando entre dientes, qué será de este pobre hombre al cabo de los días yendo como va nadando y guardando la ropa de la personalidad, se lo van a comer por sopas, no llegará a ninguna parte, es curioso cómo da un paso hacia adelante y dos hacia atrás creyéndose víctima, un santo varón en vida, con lo turbia y enrevesada que anda eso que llamamos vida, y así un día tras otro urdían una red irrespirable que lo envolvía de pies a cabeza minando la robustez interna de Genaro.

  Según trascurría el tiempo se multiplicaban los bulos en el trabajo y especialmente entre los suyos por la mala fe que ponían en práctica y se fue formando una gigantesca bola de insatisfacciones que torcían sus pasos, generando en su psique un tufo tétrico y tóxico que poco a poco lo iba sepultando en vida.

   A Genaro le atraían las películas del oeste, de aventuras o las grandes gestas de la humanidad hasta el punto de llegar a ver varias películas de un tirón sin probar bocado, como si se nutriese de ellas, quedándose enganchado en los roles de los protagonistas con afán de emularlos y agitar en su honor la bandera del séptimo arte en las decisiones cruciales inclinando la tramoya en pro del héroe, que luchaba por defender a los débiles y desamparados. Se imaginaba que la vida era como una película en la que entran en juego los más diversos factores de la sociedad con fines encontrados, donde cada cual juega su papel según la idiosincrasia y punto de vista pensando siempre en lo que le va a reportar tal operación.

   Nadie lo diría, pero de ningún modo desdeñaba Genaro la vida de anacoreta, sobre todo cuando en la soledad de su habitáculo reflexionaba pulsando otras teclas más ascéticas, anhelando en su fuero interno huir del mundanal ruido, viviendo en plena naturaleza y alimentarse de los frutos que da el campo, tanto era así que llegado el momento no le habría importado ingresar en una comunidad de tal calibre ligero de equipaje y saborear las inescrutables bellezas de la sabiduría divina saciando sus anhelos de saber, él, a quien se le consideraba tan insignificante y tan poquita cosa, y así gozar de la quietud serena y placentera que le habían narrado en los primeros años de la infancia, levitando en apoteósicos éxtasis en brazos del Sumo Hacedor.   

   No obstante, para completar su ciclo vital le faltaba realizar un largo viaje alrededor del cosmos, y columpiarse en los más variados parques de atracciones del globo, disfrutando como un niño y degustando nuevas tierras, exóticas costumbres, ensanchando la mirada y enriqueciendo los conocimientos del planeta, cruzando fronteras, tendiendo puentes entre los pueblos con idea de configurar un mundo más humano.

   A Genaro le empujaba el ideal de escarbar en los secretos de los seres vivos, aquellos que se han ido hilvanando golpe a golpe en privilegiados altares a través de la historia según civilizaciones, pueblos y razas. Quería descifrar los formularios opacos que se codificaban de manera críptica en determinados círculos con objeto de desnudar el puzzle del universo deshilvanando la estructura de las conciencias mediante sagaces exploraciones por prístinas grutas o por terrenos abandonados, que duermen sigilosamente bajo las frías aguas por alguna hecatombe o por las transformaciones geológicas o tsunamis que de un tiempo a esta parte parece que hacen su agosto.

   No le agradaría a Genaro despedirse de los suyos sin hacer hincapié en la justicia y hacerles ver que no es oro todo lo que reluce o se mueve en la superficie, ya que debajo pueden existir los mayores estratos de podredumbre, que deambulan enteramente confiados en el fondo, por lo que es preciso expresar aquí y ahora el más contundente rechazo al insensible núcleo que contamina el hábitat de alguien en particular con múltiples escupitajos y tejemanejes malignos instalando la injuria en sus células a través de míseros montajes, recalando al fin por sórdidas alcantarillas repletas de aguas fecales, que van asfixiando a las indefensas criaturas con asesinos parabienes de horrible espanto.

   Genaro intentaba inculcarles a los demás que el estilo de vida que habían elegido con respecto a su persona les conduciría a su propia autodestrucción, privándoles de los tesoros y de los dones más hermosos que resplandecen en el alma humana, y que fueron generándose por la necia cicatería y el fatuo narcisismo de que presumían, siendo arrastrados al maremagnum de la inanición más atroz, sobre todo cuando al poco tiempo una rara enfermedad entró a saco por sus puertas viniendo a poner las cosas en su sitio, horadando muros, llevándose vidas inocentes, sembrando la desolación y la muerte, mientras Genaro, con la conciencia tranquila, navegaba cual intrépido nauta por cálidos mares de blanca espuma, sacando pecho y vislumbrando un horizonte preñado de esperanza, de viajes de ensueño, ofreciendo al prójimo lo mejor de sí mismo.  

   El fin corona la obra bien hecha. Así, quien actúa a sangre y fuego regocijándose con el mal ajeno, debe afrontar en buena lógica las merecidas consecuencias.              

José Guerrero Ruiz


 

 

DONDE LAS DAN LAS TOMAN

 

I

 

Este amor que quiere ser

acaso pronto será;

pero ¿ cuando ha de volver lo que acaba de pasar ?

   Hoy dista mucho de ayer.

¡Ayer es Nunca jamás!”

 

II

Moneda que esta en la mano

Quizá se deba guardar;

La monedita del alma se pierde si no se da.”

 

 

Consejos de  Antonio Machado , Machado ,siempre Machado .

Si no lo hemos leido ¡ A leer !y Y si  lo hemos leido a releer, que nuca se relee bastante y llega un momento en la vida en que es mejor volver a refrescar lo conocido que dejarlo en el olvido.   (mejor no presumamos de que solo  leemos ensayos.)

 

  La sabiduria está donde siempre ...en los libros  :

Aún el más necio, si calla ,pasará por sabio” ,proverbio de la Biblia.

 

Donde las dan las toman y...callar es bueno ,este es el refrán completo.

 

¿ Que hay que dar pues?

El alma en cada gesto:

¡Cada paso se de porque se  sienta! Al hacer recuento ya nos vamos y la vida pasó sin darnos cuenta”

¿ Y que guardar'?

Quizás la moneda ,pero seguro la boca cerrada porque en boca cerrada...no entran moscas, ni moscones ...y me callo no sea que pase por necia por enésima vez

                                                                                                                                                                                                                                                 

 Mari Carmen Martínez

 

 

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NO SIEMPRE

NO SIEMPRE

No siempre encontraremos respuesta a nuestras dudas, a nuestros interrogantes, tanto a los surgidos de la sana curiosidad como a los nacidos del más insano miedo, esa cadena, tan necesaria como destructiva, que condiciona nuestro ser. Vale la pena recordar, cuando nos atenace la angustia, y ante la imposibilidad de obtener una respuesta que nos complazca o consuele, que “siempre” es tan sólo una de las más absurdas ilusiones que puede crear nuestra mente.

A pesar de ello, aunque no siempre encontraremos respuesta, nos servirá de consuelo saber que, mientras sepamos mantener en nuestras mentes vivas la curiosidad y las preguntas, sin recurrir a la respuesta cómoda, buscándola pero aprendiendo a esperar modestamente su llegada, y sin caer en la acomodaticia ilusión de creer que ya sabemos, ese será el signo más claro que que, aunque no sea para siempre, aún estamos vivos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

NO SIEMPRE 

No siempre acertamos en nuestras decisiones, o al menos no siempre tenemos la sensación o más nítidamente la certeza de haber hecho lo correcto, lo  mejor en ese momento , lo más acertado, aunque luego el tiempo pueda llegar a demostrarnos que esa decisión, esa actitud , esa acción que a priori consideramos errónea fue en ese momento la más acertada.

Continuamente tomamos decisiones, si o no, código binario, 0, 1, blanco o negro, dulce o salado, vida o muerte, amor u odio, construir o destruir,

Verdad o mentira.

Mario se ha levantado muy temprano esta mañana, es el encargado jefe de una planta de fabricación de mermeladas. No soporta la impuntualidad, el slogan de cualquier empresa que quiera llegar alto debe ser siempre Máximo rendimiento, mínimo coste, y todos sabemos que el tiempo es dinero. Al menos eso dicen los entendidos en todo.

Cuando llegue a su empresa se dará cuenta para su mayúscula sorpresa que unos de sus empleados no ha ido a trabajar. Se trata de Andrés, ha decidido en el último momento que iría a recoger a su novia al aeropuerto. Hace dos meses que no se ven y aunque en la despedida quedó flotando en el aire una ruptura en este tiempo de separación ha tenido tiempo para volver a valorar las cosas. Quiere volver a intentarlo y por eso ha decidido que lo mejor es ir a recoger a Sandra al aeropuerto, darle esa sorpresa, porque a ella le encantan los detalles románticos, abrazarla fuertemente y contarle lo mucho que la ha echado de menos. Sandra por su parte decidió darse tiempo para sí misma en este viaje, y el resultado ha sido la total certeza de que su historia con Mario ya es agua pasada y que necesita seguir avanzando. Todavía siente dolor cuando lo piensa de verdad, pero no puede hacer otra cosa. Lo que no sabe es que él la estará esperando y ese hecho imprevisto puede que la haga dudar, o tal vez no.

Ha descubierto una nueva dirección, quiere ayudar a los demás y ya ha conocido gente que trabaja como voluntaria en misiones a diversos países.

Pero esta idea necesita concretarse, cuando llegue a su ciudad iniciará los pasos que la conduzcan en esa dirección.

En su mismo avión, aunque ella no lo conoce aún viaja Marco, un curita italiano joven y bastante guapo. Quizá le sobran algunos kilos y hay algo en sus formas que delata un cierto ameramiento. Siente un profundo deseo también de ayudar a los demás y para ello ha elegido el camino del dogma religioso. Conversa animadamente con su amigo Tomás que es profesor de primaria y por el que siente algo más que amistad aunque no se lo confiese a sí mismo. Para  eso debería tomar una decisión, como en cada acto cotidiano. Nuestra vida se compone de eso, de decisiones rápidas o lentas, automáticas o repesadas, pero decisiones todas. Primero tendría que tomar la decisión de reconocer ante sí mismo su homosexualidad y luego a lo mejor o a lo peor, ya hemos quedado en que eso nunca se sabe, declarar a su amigo sus sentimientos hacia él.

De camino al aeropuerto, Mario ha decido parar a comprar tabaco en una estación de servicio, se siente nervioso, y algo angustiado. Al entrar en el bar de carretera y mientras ha sacado de la máquina el paquete de cigarrillos ha ojeado la barra disimuladamente. Decide tomarse un café, tiene tiempo aún y todo el mundo sabe que los vuelos siempre llegan con retraso. Mientras da pequeños sorbos a su café humeante le ha asaltado de nuevo la duda. Ahora está dudando de si debe ir a recoger a Sandra o no.

En el establecimiento ha entrado una pareja que se pelea casi a gritos; él la insulta y le da un empujón, Mario se pone de pié y media en la discusión. Un tremendo puñetazo le saca fuera de juego momentáneamente. En esta ocasión eso que los humanos solemos llamar azar, suerte, o destino ha decidido por él. 

Begoña Ramírez

 

 

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SI ES QUE YO...

SI ES QUE YO . . .

Los soldados de Herodes, tanto como los centuriones romanos que clavaron a un tal Jesucristo en una cruz. Los cruzados cristianos que arrasaron y saquearon la santa y culta Constantinopla. El general que ejecuta la declaración de guerra de cualquier mercader, aristócrata o político. El soldado que fusila al reo indefenso, y al que sabe inocente, apretando el gatillo a la voz de “¡fuego!”. El funcionario que, por desidia, puede arruinar cualquier vida o complicarla hasta lo impensable. El profesor o el médico, siempre tanto más incompetentes cuanto más arrogantes, mientras destruyen cuerpos y mentes. El policía al que pagas su sueldo y que te apalea en una manifestación. El secretario judicial que te deja en la calle para entregar tu vivienda, de la que has pagado el ochenta por ciento, a cualquier banco usurero. Todos los verdugos y todos los torturadores que ha parido la historia.

Todos ellos, del primero al último, tienen algo en común: todos dirán, llegado el momento de las razones y las explicaciones, lo siguiente: “Si es que yo . . . sólo era un mandado”. . . y sólo con eso pretenderán justificar lo injustificable.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL VERANO SECA LAS IDEAS

EL VERANO SECA LAS IDEAS

El verano seca las ideas, por lo que es, sin duda, la época más democrática del año, quedando todos perfectamente igualados a nuestros líderes políticos de todos los colores, idénticos todos en nuestro vacío y sequía mental . . .

Así que no suframos por el ya evidente calentamiento global: será un torrente de democracia.

Por cierto, ¿qué decíais que había que escribir sobre este tema . . .?

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL VERANO SECA LAS IDEAS

El verano seca las ideas, y a mí me ha dejado sólo una rondando insistente la cabeza, como esas pegajosas moscas veraniegas, símbolo del estío, esas moscas que, según nuestros vecinos chinos, nos pueden decir todo sobre una persona tan sólo observando cómo la espanta.

La persistente idea moscona me dice, una y otra vez, zumbando:

¿Cuándo llegará el día en que todos los héroes sobren en este mundo . . .?

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL VERANO SECA LAS IDEAS

Arrecia el calor y los humanos nos dirigimos en manadas incontenibles hacia las playas. Ríos de vehículos inundan las carreteras a través de cuyo asfalto reverbera un humillo huidizo, fantasmagórico que nos indica que la tierra hierve bajo nuestros pies.

Las ciudades quedan semidesiertas, en apariencia semejantes a las ferias cuando están en descanso y todo alrededor parece una burla, incluso ese payaso que te mira estático prendido en el tiovivo. El cemento no deja que la tierra respire por eso las ciudades se convierten en lugares inhóspitos, en los que cualquier árbol, cualquier signo de vegetación es un alivio para los sentidos.

Este caudal humano incontenible aterriza en las playas de cualquier lugar, donde se mezclan propios y extraños, lugareños y forasteros.

Después del ritual de la sombrilla cercado ya el terrenito particular nos dedicamos miradas directas o de soslayo, estudiosas o simplemente curiosas. Como los animales de cualquier zoo estudiamos a los que nos rodean con curiosidad o sin ella. Observamos y nos observan.

Vistos así más que nunca, con tan poca ropa, tan desnudos, tan básicos, surge con mas imperiosidad que nunca la inevitable comparación con el resto de los animales, de cuyo universo genético formamos parte. De forma pedante y grotesca argumentamos que los animales carecen de emociones, o de otras cualidades supuestamente humanas.

Mirándonos más de cerca somos los únicos animales que expoliamos la tierra sin ofrecerle nada a cambio. Diríase que ataviados con nuestras sofisticadas prendas sentimos ese halo de superioridad que tanto daño nos causa cada día, porque ¿creerse superior no es síntoma de envilecimiento? En la arena desparraman sus tollas jóvenes Ulises y Penélopes trasnochadas, buscan y tal vez encuentren. Alguien quizá se alimentará de sus miedos y sus esperanzas. Por mi parte de vez en cuando procuro observarme desde fuera, y al convertirme en mi propio observador me doy cuenta de lo ridículos que llegamos a ser, lo envarados, lo supuestamente correctos, para caer al fin siempre en la más absurda de las vilezas.

El verano seca las ideas, por eso intento regar mis neuronas con algún libro que alimente mi espíritu; sí suena un poco eclesiástico, qué le vamos a hacer, son siglos de imperialismo religioso. Conste que las respeto todas, las religiones, digo. Lo malo es que siento que ellas no siempre me respetan a mí, o estás con ellas y en ellas o en su contra. No admiten las diferencias. Y yo grito vivan las diferencias. El amor no conoce razones.

 Begoña Ramírez Joya

 

 

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COSAS QUE SE PUEDEN CAMBIAR Y COSAS QUE NO SE PUEDEN CAMBIAR

COSAS QUE SE PUEDEN CAMBIAR Y COSAS QUE NO SE PUEDEN CAMBIAR

Si digo: “Todo, absolutamente todo, se puede cambiar”, alguien me dirá: “Estás ciego . . .”, y tendrá argumentos para apuntalar su afirmación. Si digo: “Nada, absolutamente nada, se puede cambiar”, alguien me dirá: “Estás ciego . . .” y también tendrá mil razones con las que secundar su afirmación. Y ambos tendrán razón. Mientras, aquí sigo, rehuyendo la ceguera del conocimiento sin duda, buscando ese sutil equilibrio que consiga hacer convivir ambas verdades, armando, paso a paso, y a cada instante, mi pequeña existencia, mi diminuta e infinita realidad . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

COSAS QUE SE PUEDEN CAMBIAR Y COSAS QUE NO SE PUEDEN CAMBIAR

Todos intentamos, y cuanto más jóvenes o inmaduros, más, cambiar a todos, antes que cambiar nuestro entorno, y mucho antes de sospechar siquiera que nos podemos cambiar a nosotros mismos.

En un ejercicio de nula efectividad, al que tan aficionados somos los humanos, perdemos tiempo y energía en construir el paraíso al revés, pretendiendo transformar el mundo de fuera hacia dentro, en vez de seguir el curso natural de átomos, células y galaxias, el del mismo parto de este universo, que se expresó mediante una explosión, a partir de un minúsculo punto interior, para nosotros aún desconocido.

 

Un día descubrimos finalmente la paradoja de que, siendo consecuencia portadora de la ilusión del libre albedrío, somos, al mismo tiempo, causa, y quien sobrevive a la sorpresa, cambia el rumbo de su vida.

 

Porque quien más, quien menos , todos buscamos cómplices a nuestras ideas y compañía a nuestra soledad, hasta que aprendemos a navegar entre los mitos, alucinaciones y miedos de la propia mente. Entonces ya sólo buscamos amistad.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

COSAS QUE SE PUEDEN CAMBIAR Y COSAS QUE NO SE PUEDEN CAMBIAR

Queremos lo que no tenemos y difícilmente apreciamos lo que tenemos. Apreciamos el cambio; lo inmóvil es inapreciable para la consciencia. Lo cambiante trae estímulos biológicos, exigidos para la adaptación al nuevo reto.

Las cosas no se pueden cambiar si antes no hemos cambiado nosotros. Las cosas cambian por sí mismas, a su libre albedrío, y nosotros queremos someterlas al nuestro. Empresa ridícula que nos envuelve en su cadencia. Queremos transformarlo todo y ni siquiera nuestra transformación está a nuestro alcance.

Condicionados por la realidad cambiante buscamos adaptarnos cambiando nuestras expectativas y nuestros sueños.

Despertamos del sueño reparador, a veces sin reparar en que de esos primeros minutos depende el nuevo día. No podemos cambiar nada…pero sí nuestra percepción, la vivencia de lo que es. Y esto nos parece a veces insuficiente. No contentos con estar vivos, deseamos vivir, convertir nuestra vida en vivencia. Torpeza absoluta, que sólo cobra valor cuando relativizamos.

En medio de la tormenta deseamos la calma, y tras la calma ansiamos la tormenta. Siendo mortales, la inmortalidad. Si fuésemos inmortales ¿Qué desearíamos?

Los deseos nos mueven, nos impulsan hacia delante…no hay vuelta atrás. Ni siquiera el estancamiento existe, sino como un cúmulo de monótonas variaciones, regulares alteraciones que pasan desapercibidas: si sabemos lo que viene después, por simple costumbre, dejamos de esperarlo con esperanza, con ilusión, y sólo esperamos que pase, para dar nuevo espacio a lo futuro, a lo nuevo. Pero todo es nuevo, y solo la mente lo registra como repetido.

La memoria salvaguarda nuestra supervivencia animal, y frena nuestra imaginación, estriñe nuestros deseos. Interpreta el presente con el pasado, desnudándolo de su novedad, para hacerlo más asequible a su escasez neuronal.

Sólo el momento en que podamos sentirnos completos, en el tiempo y en el espacio, dejaremos de desear otra cosa. Si la vida no es capaz de enseñarnos esto, tendrá que enseñárnoslo la muerte, ese maestro supremo, del que la vida no es sino un hijo predilecto encarnado en la tierra.

Diego Pérez Sánchez 

 

 

QUÉ SE PUEDE CAMBIAR Y QUÉ NO

 Con tesón, voluntad y amor ,se puede cambiar casi todo de lo peor a lo mejor .

Como humano, confío.

También sé que tendemos destruimos aquello que ya no nos da placer ,

no no es útil ,no se amolda a nuestro parecer ,lo que no es sumiso ,calmado ,siempre a nuestros pies como un perro leal y fiel.

 

Esto se debería poder cambiar .

 

Lo que no se puede cambiar es la esencia de nuestro ser ,esa que se mira por las mañanas en los espejos y se ve ,y la ve, quien mira bien por detrás y sabe que eres tu ,no alguien extraño reflejado.

Esa esencia que hace que no nos avergoncemos de lo que hacemos , ni de lo que escribimos ni decimos. Que nos reconozcamos sin pudor, sabiendo que hemos dado de nosotros lo mejor

 

Pero ya lo dijo Saint Exupery , “lo esencial es invisible al ojo humano” y Gide: “la belleza no esta en lo que se contempla sino en el ojo que la mira”

Pero no por no verla debemos romper el frasco de la esencias .Si su aroma no gusta por ser demasiado floral ,déjelo en paz. Tal vez venga otro con un olfato más fino y sutil que sepa distinguir las notas de almizcle que se esconden allí.

Vuelva poner el tapón y déjelo despacio ,con cuidado que los perfumeros están hechos de fino cristal, se rompen con facilidad.

No lo agite más no sea que lo haga estallar y ese aroma que no ama, lo impregne a usted por siempre jamás.

Mari Carmen Martínez

 

 

LO QUE SE PUEDE Y LO QUE NO SE PUEDE CAMBIAR
 

Para los “estrechos de parietales “ casi nada se puede cambiar.

 

Para los amplios de mira, los que  aún creen  en la humanidad, casi todo.

 

Para mí, lo único que no se puede cambiar : el resultado de no iniciar una resucitación cardiopulmonar básica en menos de tres minutos.

 

Lo demás vanidad de vanidades ...

VII
Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón.
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.

Mari Carmen Martínez

 

 

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MI SEGUNDA VEZ

MI SEGUNDA VEZ

 

Sería tan larga de contar ,tan tediosa ,tan aburrida,

Corriendo el riesgo de que nadie se lo creyera

Que mi segunda vez

Contarla ,no  intente siquiera.

 

¡Ah ,pero no hay dos sin tres !

Y como todo el mundo sabe ,

La vencida va a la tercera.

 

Mari Carmen Martínez

 

 

MI SEGUNDA VEZ

Poco se aprende con la victoria, pero mucho con la derrota”.
(Proverbio japonés)

La segunda vez es siempre la más importante en nuestra existencia.

La primera escapa completamente no sólo a nuestro control, sino a nuestra ilusión de control incluso. Limitados por nuestras percepciones anteriores, ni imaginar podemos cuanto nos afectará una vivencia nueva, sea del tipo que sea.

La primera vez estamos completamente en manos del azar, indefensos ante aquello que la vida nos presenta, pues no podemos ni calcular ni imaginar siquiera a qué dará lugar la combinación de todas nuestras experiencias anteriores con la novedad recién descubierta.

La segunda vez, sin embargo, con cuanto hemos aprendido de la primera experiencia, bien sufriendo o bien disfrutando, es cuando juzgamos y decidimos, o disfrutamos al menos de tal sensación de libre albedrío, tan subjetiva como tranquilizadora. Ayudados por la memoria nos sumergimos en complejos cálculos y juicios, que muchas veces se dirimen en segundos, para tomar una actitud ante lo ya conocido, emitimos un juicio.

Y la tercera vez es ya la del examen, por eso decimos que “a la tercera va la vencida”, colmando tanto las expectativas como la paciencia.

La tercera vez es aquella en que ya no queda disculpa ni justificación para nuestros errores, que desenmascaran definitivamente nuestros miedos o nuestra ignorancia.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL AQUELARRE

EL AQUELARRE

Aquel ‘arre’ salvó mi vida. No había soltado las riendas y aquella orden, que no era sino un grito de auxilio, me sacó de las ciénagas. Siempre pensé que los idiomas eran fundamentales.

 Diego Pérez Sánchez

 

 

EL AQUELARRE

No fué difícil capturarlos a todos: tendían a ser dóciles en sus lugares sagrados. Eran paganos, una religión ancestral, tan respetable como cualquiera, que había reinado en Occidente durante milenios, una religión incruenta que no necesitaba imponer a otros su verdad para creerla, porque su verdad era tan simple o compleja como la naturaleza que daba y quitaba vida según un, para los humanos, incomprensible designio.

Dos semanas después, ardían en la hoguera los cuerpos de tres de ellos. Mientras entre el público asistente unos callaban, otros rezaban, y otros vociferaban, los enfermos de poder hacían cuentas: El obispo calculaba que podría ampliar sus tierras de pastoreo en unas dieciocho hectáreas, las recién confiscadas a uno de los acusados de brujería. El señor feudal también hacía sus cuentas: ahora conseguiría a la hija del segundo ejecutado, una doncella arisca que no accedía de buen grado a sus pretensiones y que ahora habría de elegir entre doblegarse a los caprichos de su señor o seguir el destino de su padre.

El alguacil, por su parte, calculaba el dinero que debía, y ya nunca pagaría, al tercer ejecutado.

Una vez más, la religión como excusa de la barbarie.

Pero he aquí que los cálculos de los tres resultaron estar errados: el obispo nunca llegó a hacer suyas las tierras de pastoreo, pues mientras tramitaba la legalización del saqueo, durante un viaje, cinco días después de la ejecución, su comitiva fue atacada por un grupo de bandoleros, y entre ellos, para desgracia del obispo, se encontraba un hermano del hombre injustamente ejecutado.

Tuvo el alto cargo de la Iglesia una muerte más cruel y lenta que la del campesino adorador de la naturaleza: su hermano, lleno de odio y afán de venganza, echaba puñados de sal en el vientre abierto del obispo mientras le gritaba: “Ésta es, tanto como la vuestra, la mano de Dios”.

Tampoco el señor del feudo vió cumplidos sus planes: la doncella huyó del pueblo tras enterrar los restos de su padre, y no fue suficiente la movilización de todos los soldados para encontrarla.

El hombre, poco acostumbrado a no ver cumplidos sus caprichos, cayó fácilmente en una patológica y destructiva obsesión. “El señor enferma de deseo no cumplido”, decían las comadres del pueblo. Su vida se fué apagando a lo largo de tres largos y dolorosos meses. Y el alguacil, unas semanas más tarde, se despeñó con su recién adquirido rocín, aquél que había comprado con el dinero con que tenía previsto saldar su deuda con el campesino ejecutado.

Una vez más, la naturaleza ejercía esa poética justicia que ocasionalmente sirve de consuelo a sus criaturas.

Ahora, las viejas, mientras tejían, murmuraban: “Ah, la natura no perdona la crueldad hacia sus buenos hijos . . .”

Se cuenta que en ese pueblo, más de un alma abandonó en ese tiempo la nueva religión, que había perdido sus raíces, para volver a las raíces de otra fe anterior, cuyo origen se perdía en la noche de los tiempos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL AQUELARRE 

El caminante se inclino ávidamente sobre el caño de agua. Cuando sacio su sed, se mojo la cara los brazos el pelo, “Dios mío…..” musito “que horas más malas he pasado creí que no lo contaba.” Se empeño en separarse del grupo, quería hacer el camino solo, sin oír hablar a nadie, interiorizando viviendo y sintiendo cada pisada cada momento en soledad  sin que nada ni nadie lo perturbara. Pero se perdió, no encontraba ninguna señal ningún indicio que seguir. Siguió  caminando aun seguro de que se toparía con algún otro  peregrino, algún albergue, pero nada, la tarde  iba cayendo, llego la noche comió los víveres  que le quedaban en la mochila y se echo a dormir bajo un árbol con la  seguridad de que por la mañana encontraría las señales para volver al camino correcto. Con las primeras claras del nuevo día  se puso en marcha, no le quedaba agua ni comida pero confiaba en que pronto hallaría algún lugar donde reponerse, fue pasando la mañana y cada vez se encontraba mas perdido, estaba sediento y el estomago le reclamaba comida, siguió caminado ya cada vez mas angustiado,  empezaba a oscurecer sin que hubiera visto ningún alma viviente, el cansancio la sed el hambre y sobre todo el miedo iban apoderándose de él .De pronto en una linde del sendero creyó ver a un niño, se restregó los ojos ¿estaba ya tan mal que tenia alucinaciones? Pero no, el niño  le hacía señas, cuando llego a su altura el chiquillo le dijo, “Señor justo aquí a la entrada de este bosquecillo hay una fuente y unos metros más adelante esta mi aldea donde podrá comer y descansar si así lo desea,” El balbuceo un gracias chico, y se lanzo a la fuente, cuando calmo su sed se adentro en el bosque hacia la aldea entro en la misma y se quedo asombrado, era como si se hubiera trasladado en un abrir y cerrar de ojos al pasado, Las callejuelas iluminadas por antorchas que supuso de brea estaban desiertas, empezó a andar por  ellas buscando un lugar donde alojarse, de pronto vio el cartel, “POSADA EL GATO NEGRO” entro pidió una habitación y algo de comida, y por favor si pudiera ser un baño caliente, estaba sucio y maloliente. Mientras comía paseo la vista por su alrededor, seguía con la sensación de haber viajado hacia atrás en el tiempo, pero estaba tan cansado que no podía pensar, subió a darse un baño y dormir toda la noche. Cuando entro en el cuarto  lo primero que vio fue una gran tina con agua caliente, el mobiliario, si es que se le podía llamar así, se componía de un camastro con una manta raída una silla, y una mesilla con una palangana y una jarra de agua. Se desnudo y se metió en el baño, el agua caliente le pareció una delicia, cerró los ojos y empezó a relajarse, entonces tocaron levemente en la puerta, para acto seguido entrar, era una mujer, ¡pero qué mujer! En su vida había visto tal belleza, era alta espigada de pelo negro azabache, facciones perfectas, piernas largas y torneadas que mas que vérseles se le adivinaban tras la larga falda, unos turgentes pechos que asomaban generosamente por el escote de su blusa, y una sonrisa encantadora que dejaba ver unos dientes blancos y perfectos. La chica dijo ser la mujer del posadero, -que desperdicio- pensó él, y venia con más agua caliente, cogió un trozo de jabón y comenzó a frotarle la espalda, el pecho los brazos, por arriba por abajo, sin dejar ni un ápice de piel sin frotar, el todo azorado no se atrevía a moverse dejándola hacer, al terminar le seco con mimo y le colgó un medallón al cuello, “llévalo  siempre puesto” y se llevo su ropa para lavarla. No podría decir cuánto durmió, hasta que la luz de la luna que entraba  por el ventanuco le despertó, se incorporo y vio la ropa limpia en la silla, mientras se vestía observaba por la ventana, la luz de la luna llena daba un aspecto fantasmagórico a la aldea, - que sitio tan peculiar,- pensó parece mentira que en pleno siglo veinte haya una población así, viven como en la edad media, ni luz eléctrica ni teléfono ni radio ni televisión, aquí el progreso no ha llegado, hasta sus vestimentas son distintas, pero bueno, el tenia noticias de pueblos perdidos en el interior, despoblados y sin adelantos técnicos, en estas cavilaciones andaba, cuando vio como una procesión de mujeres cruzaba la plaza y se dirigían al bosque, la curiosidad pudo con él y sin pensarlo salió de la posada en pos de ellas. Siguiendo su rastro llegó a un claro del bosque, allí estaban las mujeres, se escondió detrás de unos arbustos y se dispuso a ver qué pasaba, ellas encendieron una fogata y se pusieron en circulo a su alrededor, una de las mujeres cogió un tazón lleno de un líquido humeante y fue dándole a beber una por una a todas. Entonces empezaron a moverse al ritmo de una música que sólo ellas podían oír, luego empezaron a recitar una especie de salmo que se convirtió en letanía, él lo observaba todo desde su escondite, no podía creer lo que veía, estaba alucinando, esto sin duda alguna, y a pesar de conocerlo sólo de oídas era un aquelarre. Siguió mirando con expectación, ahora el grupo empezó a bailar con desenfreno mientras se quitaban las túnicas, la luz de la luna se reflejó en sus cuerpos nacarados, eran perfectas, bellísimas. ¿De dónde habían salido ese grupo de beldades? No parecían de este mundo. Entonces las voces se oyeron con fuerza y el consiguió por fin entender lo que decían, invocaban un nombre, Akerbeltz, la sangre se le heló en las venas, porque aquel al que invocaban surgió de entre las llamas, haciendo que todas se postraran ente él, era un ser peludo con cabeza de cabra, pezuñas y rabo, no podía apartar sus ojos de la escena, cuando vio que el macho cabrío negro giró su cabeza y fijó sus ojos de fuego hacia donde él se escondía. Las miradas de todo el grupo siguieron la misma dirección. ¡Lo habían descubierto aterrorizado! Echó a correr, no podía pensar en nada, sólo correr…correr…salvar su vida, siguió corriendo hasta caer exhausto, hasta perder el sentido.

Despertó bañado en sudor y gritando, unas manos le sujetaron. Cuando se calmó le contaron que se lo encontraron tirado en el camino, sin conocimiento, estuvo dos días delirando y con fiebre, días después ya repuesto contó su historia, nadie le creyó. Sólo un anciano asintió con la cabeza y así hablo:

“No muy lejos de aquí hay unas ruinas dentro de un bosquecillo, la gente de estos lugares nunca se acerca por allí, cuentan las leyendas que hace muchos años existió una aldea llamada Los Trasgos que fue acusada de practicar la brujería. Las mujeres de esa aldea eran de una belleza extraordinaria y los lugareños decían que no envejecían porque habían hecho un pacto con el diablo. Todos los de los alrededores estaban asustados, murmuraban que hacían pócimas, encantamientos, rituales y lanzaban hechizos. Algunos aseguraban que en las noches de luna llena veían a las brujas volando en sus escobas. Nunca se sabrá lo que pasó, pero una noche oscura y sin luna la aldea ardió por los cuatro costados con todos sus habitantes dentro. Aunque también cuentan que una vez al año la aldea cobra vida con todas su gente y las brujas salen a un claro del bosque donde hacen sus AQUELARRES.”

“Pero todo son leyendas,” ¿o no? pensó el peregrino apretando entre sus manos el medallón que colgaba de su cuello, con la certeza de que no había soñado.

María Bueno

 

 

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¡QUÉ BIEN ME LO PASÉ!

QUÉ BIEN LO PASÉ

Se había alquilado una cabaña en un bosque para descansar  de un ajetreado viaje, para meditar ,para intentar poder en orden sus ideas y aclarar  de una vez si la extraña  relación que mantenía merecía la pena.

Descansó ,playa arriba playa abajo con un baño de cuando en cuando .Entabló amistad con el socorrista y la chica del alquiler.

Le enseñó la cabaña a una pareja con bebe´que querían ver alguna pero no habia ninguna libre.

Invitó amigos a cenar .Cena Italiana en la que no desentonaba ni el mantel ni  faltaba nada.

A otro día era el ultimo que pasaba allí .

Llamó a amigos y quedó con ellos para un paseo y un tapeo al atardecer ,una ,dos ,tres  cervezas y sus tapas. Después un helado en la heladería ,la más prudente de las  amigas , que trabajaba al día siguiente, se retiró .

Los demás siguieron en busca de la  penúltima ¿ Donde ? A la teteria. Esta vez nadie le derramo una tetera hirviendo encima ,ni la vio como enemiga.

¿Me dejaras quedarme en tu sofá mágico esta noche? Para no conducir bajo os efectos de alcohol? Pues claro, bien entonces: ¡JB con mucho hielo!

 

Hablaron ,contaron chistes, historias , disparates, filosofaron.

Al salir alegres ,vieron como había en todas las esquinas enseres que la gente desecha al llegar el verano. Recogieron entre risotadas un macetero y una mesa de mimbre blanca  y allá que se lo llevaron al piso...

¡Que bien  lo pasó! Una de las mejores noches de su vida!

Así se lo comunicó por mensaje de texto al móvil al otro día.

Con su macetero debajo del brazo volvió a la cabaña y empaqueto lo que allí tenia, y se marchó.

 

No cabía duda con el tiempo viviría en un tonel ,aunque fuera de barro cocido y le pediría al inoportuno de turno que se apartara de su sol.

Mari Carmen Martínez

 

 

 

¡QUÉ BIEN ME LO PASÉ!
 

* Anotaciones del diario de James, un turista nórdico en la Costa del Sol: “Ayer fuí a una fiesta curiosa: se reunían músicos y escritores y mostraban sus obras sobre un tema específico, en ese caso el acto estaba dedicado a Cervantes, por celebrarse el Día del Libro.

Cantó un coro, leyeron unos textos, la mitad de ellos en castellano antiguo, por lo que no entendí casi nada, pues no soy más que un turista en esta tierra cálida y extraña, y el idioma siempre marca un límite, una lástima.

Bebían, comían, charlaban, y hasta hicieron un extraño ritual del norte de España al que llamaron “queimada”. Parecía que era un encuentro de personas donde no había nada que demostrar, me gustó el ambiente . . .

El año próximo volveré a pasar por allí, ha valido la pena.

¡Qué bien me lo pasé . . . !”

 

* Anotaciones del diario de Raúl, un joven residente en el extrarradio de Madrid:

Anoche salimos de caza. Hay que limpiar España. Éramos ocho camaradas, todos con los cojones bien puestos.

Ya sabemos donde se esconden las ratas, donde hay basura. Primero nos cruzamos con un moro, ese ya se acordará de nosotros hasta que se muera, si todavía sigue vivo . . .

Después cayeron dos gitanos: “Payos hijos de puta” nos gritaban mientras les pisábamos la cabeza.

Y para terminar la noche, un negro que hurgaba en la basura, estará una temporada alimentándose con una sonda en algún hospital de mierda.

Joder que noche, gritaban como cerdos . . .

¡Qué bien me lo pasé . . . !

 
Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL MOMENTO OPORTUNO

EL MOMENTO OPORTUNO
 

Cuando decidió abandonar la política ,lo hizo con pleno conocimiento de causa .No es que hubiera perdido la vocación ,era que una no puede convertirse como dijo su “insigne compañero Rebollo” en un profesional de la política...era porque el sector guerrista en Granada habia sido laminado ,con sus mejores compañeros defenestrados en aras de un giro a la derecha del  renovado partido .

Había caminos por lo que no pasaría y su profesión exigía un ahora o nunca.

Se reincorporó después de 6 años sin ver un paciente y pidió por favor que fuera en Granada capital cerca de los hospitales y con servicio de urgencia.

Trabajo duro julio y  agosto doblando cupos...ya faltaban médicos y le fue bien después de todo lo bien aprendido permanece.

En noviembre trabajó en Almuñecar ,en Navidad en el Servicio Especial de Urgencias de Motril.

Siempre habia trabajado en Navidad ,el 24 y el 31 ,sus padres se habían encargado de aguarse las de de pequeña y eran fechas que odiaba .El día 5 de enero lo respetaba por su hijo.

 

Al final llegó febrero y le hicieron un contrato de un mes en el SEDU de Cartuja en Granada .

Siempre habia querido trabajar en urgencias ,la primaria la aburría.

En una de las  guardias una compañera comentó: están cada vez más tontos: ¿no quieren que cambien el contrato que tengo que es indefinido y firme uno de tres meses!

¿ Y eso como es ,por que es tu contrato indefinido ?¿ como llegastes a  esta plaza? Llegué para cubrir un médico que es incorporaba a primaria
¡Anda igual que yo! ...Mañana meto por registro un escrito a la mesa de contratación diciendo que hay una franca discriminación.
Una enfermera escéptica  que habia por allí ,me dijo : si ,si tu has muchos escritos que ya veras el caso que te van a  hacer .
Tu dejame a mi tranquila que haga lo que quiera ,que no tengo nada que perder.

Hice el escrito y lo argumenté ,era flagrante ,no se podía contratar a 2 personas para cubrir una plaza igual, una con un contrato indefinido y otra de un mes ...me propusieron seguir contratando me mes a mes hasta que saliera la interinidad .Así fue con ella y con todas las compañeras y compañeros que llegaron después .Se creo la plaza ,salieron  las interinidades ,se convocó la oposición y la sacó.

Había estado en el momento oportuno ,en el lugar oportuno y habia tenido la capacidad para ver una desigualdad y denunciarla...

 

Cuantas veces se nos presentan momentos oportunos ,que no vemos que dejamos pasar y que no volverán jamas ...muy muy  menudo por eso se dice que la ocasión la pintan clava ...se le cae el pelo de esperar que alguien la vea .

 

La cazé al vuelo y  luego dicen : al saber le llaman suerte.


Mari Carmen Martínez

 

 

EL MOMENTO OPORTUNO

Sonó el móvil.

Amonio jefe “en la pantalla.

Raro que llamará él directamente y no Kika ,su secretaria...

_”Dime

_¿Tu eres la diputada de turismo no? -que tono de cabreo en la voz-Vicepresidenta ejecutiva verdad?

-Si no me has cesado  fulminatemente y sin previo aviso , si creo que  si que aún lo soy .

¿Que pasa?

-Que te subas cagando leches para la Sierra que me han llenado el saco ,pretenden montar una parafernalia a cuenta de que no se celebra el mundial y que paguemos nosotros...

-¿ De cuanto dinero estamos hablando ?

-14 kilos.¡Que te subas Ya ! Y Tomes la decisión que tomes corre a cuenta del patronato...¡Que te subas ya para que puedan reanudar la reunión!

-vale.( 14 millones de un presupuesto de unos 100 y en marzo...puff. Pensó)

 

La Herradura -Sierra Nevada en hora y media sin escala.

 

Llegué con un leve dolor de cabeza que amenazaba en convertirse en jaqueca en breve...el oxigeno. El cambio demasiado brusco de presión.

 

Edificio de Cetursa ,entró ,paso  el escaner

¿ Hola buenas ,donde es la reunión ? Preguntó a  la chica de recepción.

-Están arriba en la tercera.”

 

Subió. Recordaba la tercera planta como un lugar amable de aquella casona alpina de madera, abuhardillada ,sala multiusos donde tuvieron la primera ruenion del grupo de diputación para poner en marcha el programa y las actividades a desarrollar en la legislatura.

 

Toco a la puerta  y entró. No era precisamente la reunión que esperaba .

Estaban el delegado de turismo ,el consejero, el director de Cetrusa y gente que no conocía de nada enseñando una exposición fotográfica sobre la estación.

La exposición estaba montada en grandes paneles en circulo abierto al frente y el grupo venia avanzando por su izquierda.

No pudo articular ni un “buenas tarde”

Imposible incorporarse discretamente al final del mismo sin pasar por delante.

Hizo lo que estimó prudente y lo que le habían enseñado   protocolo : si en una reunión no puede integrarse con discreción ni  es anunciada ,esperé que el anfitrión la introduzca .

 

Él anfitrión estaba ocupado. Nadie del grupo parecía dispuesto a integrarla .

 

Prudentemente se quedó al lado de la puerta a la izquierda ...Como un relámpago pasaron por su mente las palabras de Luis Mª: Cuando uno no sabe lo que hacer ,lo mejor es no hacer nada. Eso hizo ,no hacer nada ,esperar...

 

En un momento dado la situación llego  a parecer le insoportable ,fueron a penas tres o cuatro minutos pero la tensión era palpable ,hasta que Él encontró el momento oportuno.

 

 

Se acerco ,con una gran mano abierta y tendida una sonrisa luminosa y unos ojos que no tenían anda que ver con los que ella recordaba de los retratos o la tele.


_¿ Y usted quien  es?

_ Mari Carmen Martinez ,diputada de turismo Señor...-apretándole la mano -

-Encantado ,bienvenida ,acompáñenos por favor_.Dijo invitándola con el gesto al grupo.

-Será un placer ,Señor...

 

Noblesse oblige “,pensó en francés ,todo un caballero en español.

 

Le explicaron  después que su segunda frase sobraba ,pero le salió del alma ,igual que la mirada que le lanzó a sus compañeros que habían dado pie a aquello .Tenía que haber sido uno de ellos quien tomara la iniciativa de presentarla.

 

 

En la correspondencia que mantuvo después ,siempre se identificaba como aquella primera vez :” ¿ Usted quién es ? “ .La frase quedó como  contraseña y  la carcajada ,asegurada,  venía ,siempre, después...

 

Ya se sabe que las comparaciones son odiosas pero : ¿El mejor anfitrión?...

 

Agradecimiento a Lope de Vega

 

Mari Carmen Martínez

 

 

 

EL MOMENTO OPORTUNO

Ese instante en que la curiosidad se sacia y aprendes y comprendes algo nuevo, algo que te llena aunque no sepas si algún día te servirá para algo concreto.

Esos instantes en que el azar o algún dios te hace un regalo, te emborracha de alegría o placer, y ya eres lo bastante viejo o sabio como para no hacer demasiadas preguntas.

Ese instante en que, mirando a tus hijos, o a un árbol rebrotar, presientes el poder de la vida, su fructífera fuerza, y adivinas el juego infinito del que eres una ínfima pieza, aunque lo suficientemente grande como para participar del milagro.

Esos momentos duros o muy duros, pero, aunque no lo comprendamos, nunca crueles, en que la vida te pone y lo pone todo a prueba y, aún así, sobrevives para contarlo o recordarlo.

Esos momentos, cada segmento de tiempo, que aparece ante nosotros como imprescindible para armar en nuestra mente el rompecabezas sobrecogedor al que llamamos realidad.

Ese intante en que el presente, extrañamente, tiene sentido por sí mismo.

Ése, o cualquiera, es el momento oportuno.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL CINE EN LA VIDA DE CADA UNO

EL CINE EN LA VIDA DE CADA UNO
 

Pertenezco a la primera generación criada frente a un televisor. Recuerdo con que sorpresa observaba que a mi padre apenas parecía interesarle el aparato en cuestión, y uno de los mejores recuerdos de infancia es ver juntos ocasionalmente alguna película. Creo que podría decirse que durante unos años fuí un niño adicto a la televisión, y sólo algunos juegos, que no todos, en la calle, conseguían parecer más tentadores que estar toda la tarde, si era posible, ante la que ya era, pero todavía no era llamada, caja tonta.

Como mi padre tenía un restaurante enfrente al Canal 12 de televisión de Montevideo, pude disfrutar del extraño privilegio de ver unos personajes en la pantalla y encontrármelos en persona al volver la cabeza. Supongo que eso me ayudó a desmitificar la fama y el culto a la personalidad: para mi eran unos señores más, algunos buenos amigos de mi padre que me trataban con cariño y respeto y otros elementos que parecian ir por la vida buscando constantemente donde aparcar su enorme ego, había de todo.

Pasaron los años, y mi gusto por la televisión fue creciendo, en ese tiempo vi indiscriminadamente películas, dibujos animados, series y hasta documentales. Entre esos cientos de películas recuerdo especialmente una de náufragos, que vi cuando tenía ocho años, porque un corte de luz impidió que disfrutara del final. La guardo en la memoria como si fuera hoy, y las películas de naufragios siguen siendo de las más interesantes para mi. En aquel entonces no sabía porqué, y hoy ya sé que me interesan porque en ellas se aprende mucho sobre la naturaleza humana, cuando ésta es expuesta a los extremos de una tragedia, el hambre, o el miedo a la muerte.

Nunca he renunciado a la televisión, aunque he pasado y puedo pasar largas temporadas sin ella y sin padecer ningún síndrome de abstinencia, pero hoy en día la utilizo como una herramienta muy dosificada: casi diariamente veo un documental y algún programa de humor, y de vez en cuando una película, de las pocas que puedo encontrar de final no previsible.

Casi nunca veo la televisión directamente, sino programas grabados previamente, con lo que me evado de la dictadura de la publicidad, que tan bien refleja lo peor, tanto de nuestra naturaleza, como del sistema social alienante en que vivimos.

Tendrán que disculparme los cinéfilos, pero para mi no existe gran diferencia entre cine y televisión: es aprender y disfrutar a través de la imagen, de la vista, y sólo le veo como peligroso inconveniente la pasividad del receptor, pero creo que tampoco se deben hacer aspavientos, también nuestra actitud es pasiva mientras leemos, y no por ello consideramos perniciosa la literatura.

Sobre las posibilidades del uso de la imagen con fines de manipulación social, ya todo parece estar dicho y hecho: Hitler llegó a donde llegó usando la radio, y los alemanes cayeron en la trampa. Medio siglo después, Bush prohibió emitir imágenes de su lucrativa guerra sin que se considerara tal censura un ataque a la libertad, pues quien juzgaba eran tres generaciones criadas al amparo o desamparo de la televisión: bien alimentados materialmente y famélicos emocionalmente. La ley, copiada de una idéntica del nazismo, sigue vigente.

Así pudimos comprobar el resultado del uso de tal tecnología sobre la sociedad cuando es utilizada con fines espúreos: una muchedumbre de seres tristes y frustrados que considera más interesante el mundo primitivamente virtual que ven a través de una pantalla, que cuanto y cuantos le rodean. Con el espectáculo apropiado, siempre es posible crear en ellos, nosotros, cualquier innecesaria necesidad, con el consiguiente lucro.

Pero de igual forma que, como decía la canción, el video mató a la estrella de la radio, actualmente la informática ha relegado la televisión a un segundo plano, y seguro que hoy día miles de niños miran asombrados a sus padres, todavía televidentes, pero apenas interesados por ordenadores y computadoras, sin comprender cómo no les interesa esa última herramienta o arma, panacea o locura, que hemos inventado los humanos para hacer cada día más tupida la red de consciencias que dará lugar, tal vez dentro de no mucho, y por primera vez, a una humanidad que piense colectiva y empáticamente, superando la obsoleta estructura de millones de individuos compitiendo entre sí bajo el dañino hechizo de que es más efectivo competir que colaborar.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LA PELÍCULA/EL VIAJE QUE CAMBIÓ TU VIDA 

LA PELÍCULA QUE CAMBIÓ TU VIDA 

La divisó a lo lejos,después de haberse decidido por fin a meterse en el agua, bajo un sol de justicia y en parte para evitar seguir escuchanddo a la persona que tenía al lado,que parecía que hablaba porque le gustaba el sonido de su propia voz,pero al parecer sin tener mucho que decir excepto que todos en su vida era maravilloso,su casa ,el vaijito que acababa de hacer, su perro, su piscina,hasta un pequeño quiste que le habán quitado,que gracioso su quiste y ella que graciosa también.

Todo maravilloso,maravilloso,....tanta maravilla lo había impulsado a meterse en el agua.El que que era más bien de secano,de monte por así decir y que se había animado a bajar a la playa por estas tonturas que nos dan a veces de probar cosas nuevas.Venga a la playita,a salir de los zarzales y las moras por un día.Lo malo es que el agua le da un poco de miedo.No sabe por qué, nunca le ha sucedido nada malo en el agua. Excepto aquella pelícua... Tiburón, en la que se veían los dientes del animal marino con todo lujo de detalles.Quépoderoso es el cine..Sí creo que ese día cambió mi vida, me volví un poco más miedoso aún.Así que cuando divisó a lo lejos las facciones del reptil marino,esta vez al parecer una serpiente de mar sintió renacer en su persona todo un mar de sensaciones ya vividas, el pánico inmovilizador, piernas para qué os quiero,Dios mio y ahora qué hago.

La corriente marina parecía atraerla a su lado con su baibén engañoso,ya veía sus pequeñitos dientes asquerosos,esos ojos que encierran todo el poder del mal,casi parecía una cobra,algo del todo imposible,todo el mundo sabe que las cobras no saben nadar ¿o si? bueno daba igual, se acercaba cada vez más y la gente a su lado no parecía enterarse de nada.Dios mío ¿no lo veis ? ¿Estais todos ciegos? Que nos va a devorar a todos y si su picadura es mortal de aquí no sale vivo nadie.

Tendría que avisar a esa madre ,sí esa... esa que se baña tranquilamente al lado de su hijita,Señora por favor no ve usted al la cobra marina? Y esa niña mona,con el bikini recién estrenada que sólo le falta la etiqueta colgando,tú sí tú vas a ser la primera.Dios mío se acerca ,la tengo a menos de 1 metro...no,nooooooooooooooo

¿Pero...? Pero si esto es un trozo de madera con agujeritos...

Begoña Ramírez Joya

 

 

EL VIAJE QUE CAMBIÓ TU VIDA

Dos viajes muy reales:

Me desplazo desde hace años en un vehículo a 29,5 kilómetros por segundo o, lo que es lo mismo, a 106.000 kilómetros por hora, recorriendo unos 2.544.000 kilómetros al día.

A pesar de ello, me han puesto multas por otras muy extrañas razones, pero nunca por exceso de velocidad.

No sé si el precio del viaje estaba pagado de antemano o habrá que pasar por taquilla al final, ni la razón de desplazarnos tan rápido en un viaje elíptico que nos puede llevar, en el mejor de los casos, al punto de partida.

La mayoría de mis compañeros de viaje desconoce la velocidad a la que se mueve, aunque algo deben presentir, visto su gusto y empeño por ir lo más rápido posible a ninguna parte.

A la nave la llaman Tierra, aunque debería llamarse, en buena lógica, Agua, y más de una vez he gritado, como tantos, y sinceramente convencido: que paren el mundo, que me bajo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL VIAJE QUE CAMBIÓ MI VIDA
 

El viaje que cambió mi vida  no lo voy a contar aquí que luego me dicen que presumo de los lugares donde he ido de con quien he estado cuando solo pretendo compartir vivencias y  aventuras del pasado.

 

PERO PENSANDOLO BIEN

 

El viaje que cambió mi vida esta esta por hacer ,esta por llegar

 

Que la vida es cambio en cada momento y lugar,con todos y cada una de los que me miran al pasar,

con los que se paran a  conversar , de los que no me juzgan ni me ven mal...

 

En la vida todo es ir y venir, dejarse fluir ,viajar , cambiar....

 

  Mari Carmen Martínez

 

 

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HAY COSAS QUE NADIE PUEDE HACER POR TI

HAY COSAS QUE NADIE PUEDE HACER POR TI

El ayuno es la meditación del cuerpo. Si la mente no cesará de pensar nunca, si no se detuviese en su ronroneo en ningún momento -no para reflexionar, que eso no es sino pensar con lógica- sino totalmente, no se recargaría energéticamente, y la locura se apoderaría de ella.  Necesitamos el sueño para que el inconsciente trabaje con libertad, y la meditación para que el consciente se libere del ronroneo inconsciente. De la misma manera, el cuerpo necesita del ayuno para recuperarse. Digerir alimentos es un proceso que exige casi tanta energía como la que esos mismos alimentos proporcionan, apoyándose en el principal alimento material conocido que es el aire, seguido en importancia por el agua. Sin comida podemos vivir muchas semanas; sin agua apenas unos días; sin aire, segundos.

Las grandes filosofías han recomendado un ayuno ritual de un día a la semana, además de un ayuno prolongado una vez al año, para limpiar más a fondo el cuerpo.

Cuando ayunamos, el cuerpo utiliza, para convertir en energía, los alimentos acumulados; y empieza, sabiamente, por los más perniciosos, las toxinas de todo tipo acumuladas en las grasas. Nos deshacemos de todo lo superfluo y sólo entonces el organismo recurre a las reservas vitales.

El descanso regular de todos los órganos digestivos, estómago, riñones, hígado, etc. es tan beneficioso como el reposo nocturno lo es para los músculos y los huesos.

En la sociedad de la abundancia en que vivimos, el ayuno voluntario cobra una importancia inusitada. Una importancia que tiene también un carácter moral, pues no todos pueden permitirse en esta tierra de comer todos los días. El ayuno conlleva meditación y solidaridad.

Un día de ayuno a la semana en los países desarrollados significaría la resolución de los problemas del hambre en los países necesitados, una disminución gigantesca en los problemas sanitarios del primer mundo, y una toma de conciencia de nosotros mismos que revolucionaría nuestros esquemas, ideas y sentimientos, cambiando con ello el mundo en profundidad.

El ayuno es la panacea para resolver los problemas del mundo. No es la única, pero es la más sencilla.
 

Diego Pérez Sánchez

 

 

HAY COSAS QUE NADIE PUEDE HACER POR TI

Por suerte para todos los pobres y desgraciados, o sea, para la mayoría, hay cosas que cada cual ha de hacer y padecer por sí mismo, por mucho poder o riqueza que se haya conseguido acumular en la vida. Si no, hasta de rascarse se librarían los poderosos, pero la vida está impregnada de una extraña justicia poética que pone lo más valioso al alcance de cualquiera y permite a la codicia y la fortuna apoderarse sólo de las migas de un banquete al que nunca tendrán acceso.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

HAY COSAS QUE NADIE PUEDE HACER POR TI

A la rueda, rueda
de pan y canela
dame un besito y vete a la escuela
si no quieres ir, acuéstate a dormir.

En realidad son tantas las cosas que nadie puede hacer por mi......
 
A la rueda, rueda, de pan y canela............ 
quiero ser niña otra vez, y hacer una ronda de manos amigas, quiero el abrigo de unos brazos, las caricias de mi padre, los besos de mi madre, quiero volver a ser la consentida a quien ya nadie consiente. 
A la rueda rueda de pan y canela........
Quiero volver a ser autentica, si autentica, que no lo soy, me sacudía el barniz cada vez que alguien quería pintarme con los colores de la cordura, pero no logre sacudírmelo todo, aun se lo que es ser políticamente correcta y en algunos momentos tiendo a serlo sobre mis sentimientos. 
Aun se lo que se espera de mi y no se porque lo hago o lo soy si no me interesa.
 
A la rueda rueda de pan y canela......... 
dame mis cinco años que no me hacen daño....
déjame decir: te quiero por fin, 
déjame decir: ya vete de aquí.
 
A la rueda rueda me quedo en esta acera, 
si no quieres tu, te vas con Mambru. 
Y así entre canciones infantiles me quedo en la ceguera de quien cree saberlo todo, me quedo en mi locura que me salva de la realidad y me quedo cantando en silencio los recuerdos de antaño......
a la rueda rueda de pan y canela........ 

Alicia Gaona

 

 

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¿TE COMERÍAS A TU PERRO?

¿TE COMERÍAS A TU PERRO?

Sin dudarlo, especialmente si se tratara de un perrito caliente, y aún si no lo fuera. A modo de autojustificación y consuelo, me acordaría de aquel pobre can que tuvo que ir devorando poco a poco a su dueña, ya fallecida, pues nadie hacía caso a sus ladridos, al quedar encerrado varias semanas con el cadáver. Estaba en su derecho el cánido a disponer, como cualquier ser vivo, de un cadáver para conservar su vida, pero no menos derecho tendría yo a disponer del suyo . . . y tratándose de un perro, de ahí lo de llevar una vida perra, que fuera o no cadáver en ese momento, sería un pequeño detalle fácilmente subsanable . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LA CEGUERA DE QUIEN CREE VERLO TODO

LA CEGUERA DE QUIEN CREE VERLO TODO

Si no recuerdo mal, era Rosa Montero quien, no hace mucho, escribió un artículo de prensa haciéndose eco de una anécdota que le sucedió a una estudiante alemana, quien, estando en la cafetería de su universidad, se encontró a un estudiante africano comiendo de los platos de su bandeja. Ella, considerándole desconsiderado, se sentó enfrente y se puso a comer también, mientras observaba como el estudiante sonreía y callaba, lo que interpretó como una prueba más de mala educación, e incluso de cinismo. Ya terminada la comida, y al levantarse, observó en la mesa contigua una bandeja con todos los platos sin tocar: ésa era su comida, y había sido ella la que había comido, sin mediar palabra, de los platos del estudiante africano, quien se había resignado y limitado a sonreírle mientras compartía su comida, seguramente creyendo que era una estudiante con problemas económicos.

Muchas veces la vida nos da ese tipo de lecciones, que nos demuestran hasta qué punto lo evidente puede no ser más que un error interpretativo de nuestra mente o la más disparatada fantasía, sin más.

No obstante, nuestra necesidad de certeza a cualquier precio, nos hace a menudo olvidar esas lecciones para volver a la comodidad de quien cree, como todos en el fondo, estar en posesión de la verdad, del análisis oportuno, haciendo cuanto se puede hacer con las herramientas a nuestro alcance, siendo y actuando lo mejor posible en el mejor de los mundos posibles, el que, con tanta imaginación como esfuerzo, hemos creado en nuestras mentes.

A nadie se le puede reprochar esa necesidad de certeza, es el precio que pagamos a cambio de la capacidad de abstración que tanto nos aporta en la vida. Pero sí es reprochable cuando esa certeza personal, sea cual sea, traspasa los límites de lo individual y se cree con derecho a imponer su verdad: de ahí al integrismo, a no saber distinguir juicio de linchamiento, o a quemar a una persona mientras nos convencemos de estar haciendo no ya lo justo, sino incluso un gran favor, al salvar así su alma eterna, hay apenas un peligroso paso . . .

Por ello, cuando encontremos a alguien que, ante una frustración de cualquier tipo, sigue el camino de la imposición, es conveniente preguntarle si admitiría ser salvado, ayudado, socorrido y bendecido de la forma en que pretendidamente haría con los demás, consiguiendo así tal vez que ilumine su mente la siempre saludable duda. Aún en el supuesto de que así fuera, queda la segunda parte: admitir el derecho de los demás a la diferencia, a ver y vivir como crea opportuno mientras no intente imponerlo a sus semajantes.

Si se constituyera una organización de ciegos formada por quienes creen verlo todo mientras acusan al resto del mundo de no comprender, no ver, no interpretar correctamente o, simplemente, no razonar, sería sin duda la mayor organización humana, pero no venderían cupones para un sorteo de lotería, porque todos ellos se creen, el que menos, afortunado de poseer, sin un ápice de duda, la verdad y la razón en sus manos.

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL CIEGO QUE CREIA VERLO TODO

 

No hay nada como la pena de ser ciego ,en Granada o en cualquier parte del mundo.

 

Lastima me dan aquellos que dejan de ver con el corazón para ver solo con la razón..

Porque como diría Malraux : “le coeur a ses raisons que la raison en connait pas ( el corazón tiene sus razones ,que la razón desconoce).

 

No seamos ciegos ,dejemos nos de ver con la razón sobre todo si nos empañamos como imbéciles en saber quien la lleva ,quien la tiene y veamos o mejor dicho miremos con el corazón.

Entonces ,probablemente nos inunde la luz y la paz que suelen ir de la  mano .

Salgamos de las tinieblas de una vez  y veamos...si  es que queremos ..que no hay peor ciego/a que el /la que no quiere ver.

 

Dale limosna mujer...

 

Mari Carmen Martínez

 

 

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AMÉN

AMÉN

Padre que estás, según algunos, en algún cielo, respetado sea, como el de todos, tu nombre, venga a nosotros la duda que nos impida, caer en el fanatismo de negar otros dioses, o en el integrismo de matar en tu nombre.

Hágase tu voluntad mientras sea voluntad de paz, sean tus ceremonias cantos a la vida y no al poder, Proteje de si mismos a ciegos que todo lo creen ver, y aparta de tu iglesia a quienes la codicia mueve, porque en tu nombre, cuanto ellos tocan, muere.

Enséñanos a comprender para poder perdonar, para que nuestro perdón no quede en hipocresía, y el difícil y casi desconocido arte de amar, que nos dé ánimos para vivir cada nuevo día, aún sabiendo que todo, hoy mismo, puede acabar.

Tiéntanos cada día con la curiosidad y la risa, con la alegre esperanza en un mundo mejor, con la dulce tentación de alcanzar la sabiduría, suficiente para comprender el misterioso amor, único motor de lo humano y de la misma vida, única razón que a tu nombre puede dar razón.

Amén.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

AMÉN

    No había forma de que el monaguillo se mantuviera en su sitio y se centrase en su cometido, el ritual de la misa con la negra campanilla en las manos entonando el kyrie eleison pidiendo preces por el alma del difunto. No le salían las cuentas ni marcaba los tiempos, tal vez influenciado por infundados miedos del difunto. De pronto le cambió el rostro y se desmelenó dando toques a troche y moche desconcertando a la gente, de suerte que no sabía a qué carta quedarse, si en pie, de rodillas o patear de rabia el frío mármol ante tantas veleidades, aunque apostillara por los clavos de Cristo que la campanilla hilaba fino, ejecutando los toques como dios manda.

   La trapisonda iba en aumento hasta que el cura, algo preocupado, empezó a toser con fuerza pegándole un tirón de la manga, recriminándole el lúdico estropicio que estaba montando en tan tristes momentos para familiares y amigos del muerto, como si se tratase de un concierto de rock o de vuvuzelas en la efervescencia de un partido de fútbol en Sudáfrica, y a renglón seguido miró con el rabillo del ojo y le espetó que trajera vino de la sacristía, pues no disponía de la cantidad precisa para alzar el cáliz que estaba sufriendo aquel día, con el frustrado deseo de decir, pase de mí este cáliz, lo que hubiera resultado cicatero a todas luces por su parte como ofrenda al Creador, aun en el caso de que se tratase de un recorte de presupuesto por la crisis, ¡qué pensaría el Todopoderoso!.

   Según acometía el trayecto a la sacristía el monaguillo, le llamó la atención el hecho de que dos hermanas solteronas harto emperejiladas y provocativas se hubiesen apontocado con no poco descaro e  hipocresía en primera fila, se mosqueó ya que se supone que lo hacían para no perder ripio de los pormenores de la celebración y vivir de manera más intensa los misterios del sacrificio, pero enseguida se percató de que estaban más por el parloteo cual pertinaces charlatanas que por el gozo de los designios de Jesucristo, que se ofrecían a la sazón en el templo; y más adelante, observando con más detenimiento sus figuras advirtió los coloretes y ungüentos que exhibían, lo que turbó más si cabe su proceder llegando a confundir tierra y cielo, o sea, el agua cristalina del manantial y el vino blanco de la viña que eleva el ánimo a las alturas, trayendo finalmente la jarrita llena de agua clara.

   Al regresar al altar, algo cariacontecido por los contratiempos, acudieron a su mente ciertas bagatelas, diversos romances de famosillos del deporte y del mundo de la farándula que los servían sin cesar en el menú de las cadenas de televisión, proliferando en la época estival por saraos, playas y áreas de recreo, pero acaso por asociación de ideas se inclinó por el romance lírico de la bella en misa, que encajaba mejor en sus intenciones, que dice así, “En Sevilla está una ermita, que dicen de san Simón/, adonde todas las damas iban a hacer oración/; allá va la mi señora, sobre todas la mejor/. Saya lleva sobre saya, mantillo de un tornasol/, en la su boca muy linda, lleva un poco de dulzor/, en la su cara muy blanca, lleva un poco de color/ y en los sus ojuelos garzos, lleva un poco de alcohol/. A la entrada de la ermita, relumbrando como el sol/, el abad que dice misa no la puede decir, non/; monacillos que le ayudan no aciertan responder, non/: por decir “amén, amén”, decían “amor, amor”//, y al decir verdad algo de esto le acaeció, ya que lo que se oía al final de los rezos del oficiante no era el broche correcto, amén, amén, sino otra rima estrafalaria, diferente, que con el murmullo reinante no se podía apreciar en la totalidad.

 

   No era la primera vez que el monaguillo se desentendía de los quehaceres divinos no arrimando el hombro, de modo que cuando erraba en el cómputo remedaba las  campanadas de noche vieja para la toma de las doce uvas, que raro es que no sobren uvas o falten campanadas. Y la cosa no quedaba ahí, pues si alguna beata arribaba desnortada a las postrimerías de la función, cuando ya el público bostezaba por el cansancio y saboreaba las mieles de la estampida rumbo a la puerta de la calle, desafiando el ambiente y suspirando por algún milagrillo del santo de su devoción con altos tacones pisando con garbo como modelo de alta costura desfilando por la pasarela presentando bañadores de la próxima temporada, tal osadía se convertía en la comidilla de los feligreses, que corrían el riesgo de caer en la tentación de la carne, aunque se santiguaban aprisa y corriendo para mantenerse a flote y recorrer con no poco esfuerzo los últimos pasos del ceremonial.    

   Pese a todo el monaguillo pugnaba por dominar los instintos intentando congratularse con Dios y con los hombres, transitando por las pautas acostumbradas, acatando las instrucciones del cura con obediencia ciega, y procurando mantener los labios desplegados para que no le cogiese en babia y de esa guisa concluir decentemente el rezo con el conciso cierre del amén, amén.

   En aquella misa matutina, unos parroquianos venían con los ojos pegados por los efectos del sueño, otros desangelados o contrariados por la súbita pérdida del finado y con reiterativo hipo, acaso por la resaca del día anterior al encontrarse en alguna fiesta de sociedad y atraparles desprevenidos; otros llegaban como pedro por su casa, y al poco rato estaban roncando al sentir una inmensa alegría en el fuero interno debido a que se iban purgando de las arrugas mundanas y las impurezas del espíritu.

    Como casi siempre ocurre en estos casos, cada cual llegaba a la iglesia según sus compromisos se lo permitían, unos a la consagración o al padre nuestro, otros a la hora de la despedida recibiendo la santa bendición, y a algunos ni siquiera les había dado tiempo a cruzar el umbral, por haberse rezagado apurando la colilla y mientras daban la última calada, con la miel en los labios, les cerraban el portón en sus mismas narices.

   Desde que el mundo es mundo las Parcas no avisan, actúan como la vida misma, en la que se llega al filo del abismo y cuando menos se lo espera uno asoma entre tinieblas la barca de Caronte, el barquero infernal que conduce las almas de los muertos a la otra orilla de la laguna Estigia.

   No obstante el monaguillo podría haber exorcizado con mágicos toques a ese viejo personaje, avaro, huesudo, de ojos vivos, de espesa y blanca barba, de fúnebre y cruel semblante que da los toques siniestros de la existencia como nefasto acólito disfrazado, que lo hubieran contratado para tan macabro evento. 

José Guerrero Ruiz

 

 

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OTOÑO

OTOÑO

Es tiempo de acerolas, azofaifas y granadas reventonas, cuarteadas de granos transparentes dulces y escarlatas.

 

Es tiempo de oler a membrillos, castañas asadas y tierras mojadas.

 

Es tiempo de perdonar, reflexionar, replegarse  casi  en posición fetal, con la suave promesa de volver, en primavera a resucitar.

 

Mari Carmen Martínez

 

 

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EL CAOS

EL CAOS

No existe el caos, sino tan sólo nuestra incapacidad de comprender un orden demasiado tenue y complejo para nuestras pesadas y simples mentes.

Visto desde otro punto de vista, no creo que exista mayor prueba de la existencia del caos que la necesidad de crear ese concepto para huir del miedo a lo incomprensible.

De una u otra forma, se llega a conclusiónes realmente caóticas . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL CAOS

Cuando llegue el caos me fundiré entre las amapolas, pondré margaritas en mi pelo y me rodeare de collares de campanillas. 
Cuando llegue el caos no me importara hacer ayuno, pero no me comeré a mi perro, lo dejare libre para que escape y si se mantiene a mi lado, le diré quedamente en su idioma, que seguramente a esas alturas ya  hablare: vete, huye, que cuando las personas se cansen de ayunar querrán comerte. Huye a la montaña seguramente encontraras abrigo y comida hasta que pase esta locura. 
Cuando llegue el caos estaré seguramente sola, como ahora, pero no me arrimare a nadie, por que seguramente nos perderemos en el caos, hace tiempo se veía lo que se nos acercaba, si teníamos comida, nos faltaba bebida, si teníamos bebida seguramente no teníamos comida, si teníamos abrigo es que hacia calor y cuando no lo teníamos hacia frío. 
Nadie le prestaba atención a estas pequeñas cosas domesticas, pero se notaba cada día un poco mas el desorden y a veces se hacia imposible seguir adelante, los coches quedaban abandonados en la carretera por falta de combustibles, los niños vagaban llorando por las calles, ante la ausencia de sus padres, que los dejaron en los colegios y no los fueron a retirar,  tenían frío, hambre y sed pero no sabían a quien arrimarse para que los ayudara.
Los caóticos eran buenas personas, pero eran los menos confiables, los previsores de tanto que preveían te terminaban ahogando, a quien pedirle auxilio?......

Alicia Gaona
 

 

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HE TENIDO UNA PESADILLA 

HE TENIDO UNA PESADILLA 

Desde niña he tenido épocas de horribles pesadillas, que me angustiaban tanto que no podía gritar, ni llamar a nadie, ni defenderme, el miedo me paralizaba por lo que los esfuerzos en pedir ayuda, se desarrollaban de menos a mas. Intentaba llamar a alguien pero la voz no me salia, empezaba por pequeños quejidos y de repente se abria mi pecho en verdaderos alaridos que hacían que quien compartiera techo, habitación, o cama, quedara por lo menos unos minutos paraplejico,sin saber adonde estaba, ni que estaba pasando. 
He compartido en mi, adolescencia habitación con una de mis hermanas, que le daba tanto coraje mis gritos que no tenia mejor modo despertarme que retorcerme un dedo del pie. 
En fin casi, casi una victima..... luego tuve el buen acierto de compartir habitación y cama con quien tuvo  una paciencia infinita con mis sueños, y de hecho solo por eso ya podría considerarsele mártir. 
Pero si bien el origen de mis gritos siempre fueron las pesadillas las consecuencias no siempre eran terroríficas al contrario, muchas veces me he desternillado de risa, de ver las caras de susto, de personas asomándose a mi habitación preguntando que pasa, que pasa. 
Mi hija muy practica nunca se molesta ni en levantarse de la cama, desde su habitación me pega cuatro gritos.....mama estas soñando!!!!!!, con lo que logra despertarme. 
Mi hijo mucho mas practico aun, al día siguiente me pregunta: - que soñaste? y así ni se molesta en ver si realmente sucede algo. El solo duerme.
Por cierto cuando duermo en un lugar que no me es propio, suelo avisar que no se asusten si grito, pero claro es difícil recordarlo, cuando en medio de un placido sueño empiezan a escuchar gritos. 
A estas alturas ya mas de uno de ustedes estará intrigado del carácter de las pesadillas, pero bueno eso seria otro capitulo, tendrán que esperar a que algún día y con muchas ganas, me siente a escribir una historia de terror, quizá en ese momento logre ser amable con mis fantasmas del pasado y del presente y pueda contarles algo de ellos. 
Aunque si lo pienso bien, nunca soñé con fantasmas.

Alicia Gaona

 

 
 

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PRINCIPIO ABIERTO-9

PRINCIPIO ABIERTO-9 (Diego Pérez Sánchez - Lola Carmona)

En el silencio trágico de la noche buscamos una salida para nuestros miedos y esta no se produce siempre en los sueños. Estos no son a veces sino el reflejo sísmico de nuestra mente turbada. Acumulamos, en la vigilia, vivencias y emociones, que brotan en duermevelas desenfrenados, en sueños profundos olvidados o abruptas pesadillas. Y no entendemos demasiado el funcionamiento de todo ello.

Tenemos pensamientos y emociones que llamamos nuestros, aunque, en el mejor de los casos, apenas intuimos su procedencia. Pareciera, más bien, que tuvieran existencia propia, corporeizándose en nuestro organismo cuando estamos abiertos a ello. Esto es así que tenemos miedo de algunos de nuestros sueños,   pensamientos y emociones. Y, ¿es que tenemos miedo de nosotros mismos? Decimos “me conozco, no me tientes”, ¿es eso conocerse?”. Más bien parece que decimos: “¡cuidado, no tengo control de mi mismo!” La mente está organizada para funcionar en el terreno de lo conocido. Cuando la sacamos de ese terreno, enfrentándola a algo desconocido, siente vértigo al vacío, aparece la emoción del miedo creando sus barricadas, dando estocadas en todas direcciones, buscando al enemigo invisible, pues convertimos lo desconocido en enemigo, en “el otro”. Al no poder aprehenderlo, le negamos la vida.

La mente confunde amar con poseer seguridad de ser amado. Busca seguridad en todo, cuadrar el círculo. No acepta ser contenido y busca ser contenedor. Quizá, en su evolución, ha quedado obsoleta. Ha dirigido nuestra historia durante muchos siglos, pero quizá se ha visto desbordada por la inflación de los últimos siglos. Necesita de otro órgano que la controle y dirija. Y ese órgano, por etéreo que sea, debe encontrarse ya sin duda en nuestro ser.

Algún día el “yo” se difuminará apaciblemente y desaparecerán nuestros anhelos de certeza, y con ellos nuestros miedos ya no serán nuestros. Y conforme desaparezcan los miedos, empezáremos a sentirnos libres y ya no será posible hacernos daño, pues seremos dueños de nuestro destino.



 

PRINCIPIO ABIERTO-9 (Nekovidal - Lola Carmona)

La sequía había reducido drásticamente nuestro espacio vital. Yo era aún muy joven, pero lo recuerdo perfectamente. El hambre fue haciendo estragos entre nosotros, y pronto hasta la convivencia dentro de las mismas familias se hizo insoportable.

Lo peor eran las incursiones de vecinos hambrientos en busca de comida, si no había nada que entregar o compartir, alguno de nosotros pasábamos a ser su alimento. Vivíamos aterrorizados.

De mis tres hermanos, sólo uno sobrevivió, también mi padre, a duras penas, aunque arrastró secuelas el resto de su vida.

Al fin, un extraño día con un cielo de mil colores, volvieron las lluvias, subió nuevamente el nivel de la charca, todos volvimos a tener alimentos suficientes y, lo que es más importante, ya no estábamos a merced de esos sanguinarios peces que nos devoraban cada día, pudiendo así completar nuestro ciclo vital y transformarnos en robustas ranas adultas.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

Y conforme desaparecían los miedos, empezábamos a sentirnos libres y ya no era posible hacernos daño, pues ahora éramos dueños de nuestro destino. (Lola Carmona)


 

PRINCIPIO ABIERTO-9 (Mari Carmen Martínez-Lola Carmona)

POLOS DEL MISMO SIGNO SE REPELEN .

Parecía evidente .La física no engañaba en nada  y la química acompañó en su momento pero las leyes de la atracción repulsión eran más fuertes que las hormonas : dos polos del mismo signo se repelen.

Yo  no estaba dispuesta a cambiar mi polaridad cargándola más de la negativamente que tu rezumabas y tu eras el polo que lo entendía  todo del revés .

Ni pisando el campo magnético del  Polo el Norte  con tu libro a cuestas había conseguido convencerte.

Así que media vuelta y a otra cosa mariposa que la vida es breve y no hay tiempo que perder. Es mejor alejarse de los agujeros negros que dejarse absorber.

Libres de polvo ,y paja otra vez., a la busca del polo adecuado y conforme desaparecían los miedos, empezábamos a sentirnos libres y ya no era posible hacernos daño, pues ahora éramos dueños de nuestro destino.

Mari Carmen Martínez


 

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NO ESTOY INSPIRADO

NO ESTOY INSPIRADO

No estoy inspirado”, me dice Juan, y una semana después me encuentro en su casa un cuadro que es, para unos, una simple i latina, y para otros, yo entre ellos, la genial y concreta simplificación que sólo el sumie oriental, ocasionalmente, alcanza: una luna y su reflejo en el mar, o un universo tan amplio como pueda concebir la mirada de quien lo observe.

Hoy no estoy inspirada”, nos dice María, y, tras su obligada presentación del escrito, un privilegio democráticamente admitido, nos sorprende una vez más.

Y ambos dicen, modestamente, no estar inspirados . . .

Mientras, en cientos de librerias, hoteles de lujo, editoriales y salas de exposiciones, a lo largo y ancho del mundo, personas aparentemente seguras de su inspiración, se rodean del oportuno espectáculo que alimente su ego y, ocasionalmente, su bolsillo.

Esos sí se dicen y creen inspirados, mientras las musas, hartas de tanta egolatría, tras catar desganadas los canapés y el vino gran reserva, esbozan un gesto de hastío y displicencia y parten en silencio a buscar almas lúdicas que las alimenten con el inocente e interminable juego de la creación.

Las creaciones de esas almas que afirman, cada día y mientras crean, que no están inspiradas . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

NO ESTOY INSPIRADO
 

A veces la inspiración tarda demasiado en llegar, o llega de la mano de algún hecho fortuito, de una noticia, de un encuentro, o de tantos actos como realizamos día a día automáticamente y sin darnos cuenta. 

De ahí que un sueño puede ser perfectamente motivo de inspiración y de hecho..... vaya si lo es. 

En los sueños puedes vivir en el pasado, dormir en una cuna, o consolar a otros que en su día pasaron por la cuna de tus brazos. 

En sueños puedes recuperar a los que te antecedieron, conocer a los que no conociste y seguir amando a los que amaste. 

Los sueños, si, esos de los que alguna vez sale algún erudito en el tema te dice si sueñas con esto quiere decir aquello, o juega a estos números si soñaste con tal cosa. 

No veo, ni creo en los sueños de esa manera, pienso que los sueños nos regalan todas las cosas que anhelamos durante nuestros periodos conscientes, algunos hasta soñamos despiertos en un atajo a la felicidad, o en un intento de huida del mundo en que vivimos. 

En ellos encontramos el descanso y el sosiego de un arduo día, pero también encontramos las fantasías que anhelamos  y que creemos con razón o no, que nos darían la felicidad. 

Yo soy una soñadora empedernida, a veces de pesadillas terribles que alguna vez me acecharon desde algún lugar recóndito de mi mente, otras de sueños tan felices que se me frunce el ceño al despertar y ver que era solo un sueño, pero no puedo dejar de pensar que mas allá de lo que científicamente nos digan sobre los sueños,yo quiero vivir lo que me quede en este mundo en una ensoñación perpetua, la realidad ya me ha superado muchas veces, no me gusta, no la quiero, prefiero soñar, siempre puedes soñar y disfrutar  lo que no tienes, cantar como las aves, escribir los mejores textos, pintar el mundo en colores, y ya de paso guardar los colores mas brillantes para pintar tu propia vida y si:

(Alicia Gaona)

…….Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría. (Pepe Guerrero)


 

NO ESTOY INSPIRADA

Si estoy inspirada.

(Bueno siempre más pirada que inspirada)

Porque es imposible no estar inspirado ,es incompatible con la vida...

inspiración ,espiración

Si uno no esta inspirado es porque esta en la fase de exhalar de  soltar lo Que previamente  ha elaborado.

 

Así que amigos no temáis son fases que se suceden.

 

Inspiración ,Espiración

Inspiración espiración

Inspiración ....

Expiracion.

 

Entonces solo entonces no estaremos inspirados ..

Pero ,eso si ,tan gusto ,tan descansados...


 

(Con la inestimable  colaboración de M. T. )

Mari Carmen Martínez

 

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EL DIA QUE MURIÓ JOSÉ SARAMAGO

EL DIA QUE MURIÓ JOSÉ SARAMAGO

Hay algo en lo que son iguales las victorias y las derrotas: en que ninguna de ellas es la definitiva.” (José Saramago)

Desde el triste día en que murió Saramago, no estoy inspirado. Por eso, apenas he escrito, aturdido por los ladridos del Vaticano y por la gris certeza de que hay una persona buena menos en este mundo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

EL DÍA QUE MURIÓ JOSÉ SARAMAGO

Ese día pensé que quizá él no estaría de acuerdo con la mayoría de cosas que se hicieron, que leyendo un poco su vida y su trayectoria, hubiera preferido que se lo honrara con el recuerdo de tantas victimas de violencia domestica, de muchos niños muertos de hambre, de todos y cada uno de los que hoy están castigados por la crisis económica y que le hubiera gustado que en vez de que los dignatarios acudieran a despedirlo, mas de uno de ellos, lo hubiera recibido en vida y se hubiera hecho eco de sus reclamos sociales. 

Por eso y solo por eso, quise que mi homenaje fuera solo un pensamiento de gratitud hacia alguien que quiso colaborar en cambiar al mundo y que dejo en interrogante su ultimo molino de viento..........la venta ilegal de armas. 

Vaya por el la gratitud, a un ser humano sencillo, que dedico su pluma a la controversia, pero a la controversia sana que le inspiro para dejar un mundo mejor.  

Cada año el día 18 de junio, me acordare mas de los vivos hambrientos, infelices, heridos, violados y de los muertos violentamente en cualquier situación, que de un tal señor Jose Saramago, se, que desde donde este el sabrá que implícitamente lo estoy recordando. 
 

Alicia Gaona


 

EL DÍA QUE MURIÓ JOSÉ SARAMAGO

EL cielo estaba totalmente azul, adornado por unas nubecillas desperdigadas aquí y allá, como trocitos de algodón colocados caprichosamente. La luz que iluminaba el día era totalmente blanca, diáfana. Me sentía con ánimo para cualquier cosa, incluso para sentirme bien ,cosa que no conseguía últimamente, ni haciendo uso de las drogas legales, como el alcohol o el tabaco, o algún psico-fármaco recomendado por prescripción facultativa.;ni tampoco con alguna de las ilegales.

Esa luz especial había conseguido sacarme de mi temporal letargo existencial, de mi ya casi habitual aislamiento, de mi incipiente antisociabilidad.

Encaminé mis pasos al centro comercial, allí siempre me sentía seguro. Deambulando por esos pasillos repletos, rebosantes hasta rozar lo grotesco si se compara por un momento con cualquier lugar del planeta asolado por la pobreza. Las catedrales del siglo XXI (como las llamaba el escritor portugués José Saramago);en las que la purga por tus pecados pasa por la cinta de la caja registradora y luego cobra su penitencia restando dígitos de la cuenta bancaria.

A menudo como en la entrada de cualquier templo se congregan aquí mendigos, vagabundos. Expulsados o auto-excluidos del jardín del edén del engranaje social, que funciona más o menos con las reglas de cualquier club social. Con sus socios de diferentes categorías. Por un pelo no estoy fuera, aunque creo que soy un socio de los de más bajo rango. Pero permanecer en el engranaje tiene algunas ventajas. Desde que el mundo se vive y se entiende como una máquina, desde que han llegado a convencernos de que nosotros mismos somos una máquina más, hemos quedado desprovistos de alma y por tanto de humanidad. Nos hemos convertido en una réplica del gran mecano en el que el mundo que habitamos se ha transformado y paradójicamente ni siquiera a nuestro servicio, como cabría esperar de algo que nosotros mismos hemos construido, si no más bien al contrario nuestra creación ,nuestro Frankenstein se ha revelado contra nosotros y estamos totalmente a su servicio, sin atrevernos ni tan siquiera a soñar que otro mundo no sólo es posible sino necesario y desde cualquier ángulo deseable.

 

Admiramos la lucidez porque de ella surgen los fogonazos que alumbran el camino que todos recorremos y aún así, aunque la apreciamos y valoremos como un preciado tesoro, rara vez los trazos del gran mural de la historia de la humanidad han sido el fruto de mentes lúcidas. Prueba de ello es el precario equilibrio social, político y sobre todo económico en el que intentamos sobrevivir.

José Saramago, poseía sin duda una mente lúcida, capaz de ver más allá de lo evidente. Visionario, como se supone a todo artista y con la capacidad de predecir por tanto lo que un futuro no muy lejano podía depararnos sometidos a la espiral del consumo desmedido al servicio de intereses mercantiles. Supo ver, entre los entresijos de un supuesto bienestar cimentado en la pobreza de otros, la terrible trampa a la que ese hedonismo desbordante podía conducirnos y el precio en humanidad ,en valores humanos .

Esa pérdida, sobre todo del “ser” en beneficio de “tener” ,aboga queriéndolo o no por el amor primero hacia uno mismo y luego y como inevitable consecuencia por al amor a los demás.

Cansado de deambular por los pasillos de esta catedral moderna, he sentido de pronto la imperiosa necesidad de salir afuera, a la calle, y como impelido por una urgente necesidad he mirado al cielo. Ya es de noche, mis ojos van topando incrédulos con estrellas esparcidas aquí y allá que seguramente ayer también poblaban el firmamento pero que fui incapaz de ver.
 

Begoña Ramírez


 

EL DÍA QUE MURIÓ JOSÉ SARAMAGO

El día en que murió Saramago era viernes.

 

Se había pasado la mañana ordenando toda la información recopilada en una jornadas sobre derecho a la salud sexual y reproductiva organizadas por Medicus Mundi.

Tenia que pasar a  limpio las conclusiones de la mesa redonda sobre el papel de las ONGss en este campo,decantar la información y pensar en  un plan mínimo de intervención realista que llevar a cabo en el área del Magreg.

 

Escuchar a mujeres ,matronas de Mauritania hablar del escalofriante indice de muerte materno infantil, de que la primera causa de muerte en el embarazo era la eclampsia que se soluciona con un manómetro un fonendo y un fármaco de los más baratos del mercado, a mujeres de Túnez reivindicar el derecho al placer  ,al representando del gobierno de Túnez explicar como habían logrado hacer una ley sobre el aborto consensuada con las autoridades religiosa..( habría que ver la ley ,pero habían dado un paso importante...)a moderar una mesa redonda junto con con la presidenta de una asociación de mujeres marroquíes pro democracia  la habían llenado por una parte de la sensación de triste impotencia pero la otra habían potenciado sus ganas de participar ,en la forma modesta que fuera para cambiar el panorama de la mujer en el Magreb...

Ver como en Salvador la instauración de un plan de detección precoz de cáncer de cuello de útero estaba dando resultados positivos era un estimulo...

Había a tanto por hacer,tanto por cambiar ,tanto por aprender ,tanto por ayudar ...y le daba ya igual el apellido de la ONG, si a Médicos sin Fronteras.  le aportaba dinero a Medicus aportaría su trabajo ,si la dejaban y si el cuerpo aguantaba...al final  lo  que importaba eran los resultados, la gente. Además Medicus  Mundis es una asociación democrática ,mientras que médicos sin fronteras es Fundación .

 

Comió algo ,como siempre anarquicamente y se acostó a dormir la siesta ,la mini siesta tan mediterránea  ,tan acorde con el calor ya instaurado del muy próximo verano.

Se levantó ,tenia que ordenar  la s ropas y el piso .

 

Puso la tele ,por fin su hijo había venido y conectado no se que cable, ella pensaba que la tele era irrecuperable y se había acostumbrado a vivir sin ella ,pero ese día le dio por ahí y la puso en el canal 24 horas como un un run un de fondo mientras iba de aquí para allá recogiendo cosas.

Entonces se enteró de la noticia .Saramago había  muerto. Paró su ir y venir de habitación en  habitación y se dejó caer pesadamente en el sofá..

 

En la tele invitaban  la participación y a hablar sobre el escritor ,su obra ..a dar un testimonio una opinión.

Llamó .Contó como había leído la caverna ,todos los nombres ,pero que indudablemente se quedaba con el ensayo sobre la ceguera como libro crudo ,a veces difícil de seguir leyendo.

Explicó como se había maravillado de la capacidad de analizar y entender la condición humana que Saramago había plasmado en él.

El ser humano capaz de lo más grande de lo más vil.

Puntualizó que si bien el final del libro era un final amable ,la cruda realidad del momento actual por el que pasaba el orden( mejor dicho desorden ) mundial ,no hacia prever que la humanidad tuviera un final como el del libro.

 

Hubo quien llamó para decir que Saramago no criticaba los desbarajustes de la izquierda ,al igual que a otro día ,el Papa que Dios confunda ,lanzó una critica ácida sobre la figura del autor .Si la iglesia  tuviera noción ,con su líder a la cabeza de que que cada vez que desacreditaban a alguien lo engrandecían tal vez se callarían.

 

En la jornadas a las había asistido  había podido comprobar con sorpresa que existía una asociación llamada “católicos pro derecho a decidir” que reivindicaban el uso del preservativo y el derecho al aborto”

 

Una sorpresa de la vida ...comprobar que dentro de las filas del catolicismo no todo@s eran borregos y que había vida inteligente .

Tal vez fuera el inicio de una nueva era en que alguien volvería a echaría a los mercaderes del templo.

Cayo en la cuenta de que era viernes .Mira tu Saramago  como Jesús Cristo murió en viernes detalle ,aparentemente sin importancia , pero coincidencia al fin  y al cabo.

Lo que si  estaba claro era que él no iba a necesitar resucitar al tercer día , porque los grandes hombres , nunca mueren.

Probablemente estaría  en el Partenon  conversando con Víctor Hugo ,con Cervantes , con Machado...con Malraux .

Apagó la tele,miró la programación cultural que ofertaba el ayuntamiento e hizo lo que entendía que alguien optimista,que el pesimismo es de derechas, haría, ir a seguir viviendo ...se fue a ver una obra de teatro: Tiempo de barbecho y un bombón...y río ,río mucho con el humor irónico, sarcástico, de la obra .

Humor como el de Saramago ,como el de la gente comprometida e  inteligente.

 
¿Saramago  muerto? Mentira.
 

Mari Carmen Martínez


 

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PRINCIPIO ABIERTO-8

PRINCIPIO ABIERTO-8 (Pepe Guerrero)

Ensoñaciones

   Serajaugsol, aunque pequeña se consideraba una gran urbe situada en un enclave escarpado y montañoso. De origen morisco, fue un emporio de primer orden en su época de esplendor al menos a ojos de los residentes pese a no sobrepasar las tres mil almas. Albergaba en su jurisdicción un sinfín de excelentes cultivos y comodidades que seducían al más exigente hasta el punto de fomentar la envidia de los pueblos limítrofes. Gozaba de gran bonanza, de abundante agua, fresca y cristalina, que manaba de la misma mina del barranco que lo abraza por el costado derecho, encontrándose a menos de trescientos metros y con la cual saciaban la sed del cuerpo y las ansiedades del espíritu.

   Conservaban la mayoría de las tradiciones y se reconfortaban sobremanera mitigando las desdichas con mucho amor. De la mina manaban a su vez comprensión y  consuelo para las muchachas que acudían con los cántaros sedientos a llenarlos del generoso elemento.

   Allí  la gente se descalzaba alegre por la calle, se soltaba el pelo plácidamente sacudiéndose el polvo de los zapatos o las miserias que le brotaban interiormente, los secretos, las rencillas entre iguales, o las aventaban a la intemperie en las aireadas eras que se erigían a lo largo y ancho del desnivelado campo.

   Las costumbres persistieron durante varias generaciones. Así los quintos celebraban el peculiar ceremonial el día del alistamiento degollando un cordero o una altiva cabra siendo cocinado por las ásperas y arrugadas manos de hombres curtidos en mil batallas -Marruecos, Cuba, Filipinas, Países Bajos o la misma piel de toro-, pero se fueron viniendo a menos y acuciados por la necesidad extrema ello cristalizó en fugas masivas a la Europa Verde, a tierras norteñas o a la otra orilla del charco en la década de los cincuenta y sesenta. Buscaban un nuevo amanecer, unos suculentos ingresos que les permitiesen cabalgar indemnes por el lodazal reinante y abastecerse de materia prima extraída de aquellos territorios hasta entonces desconocidos por ellos.

   Posteriormente retornaron con los rostros sonrientes a la tierra madre, la que les vio nacer. Poco a poco fueron adquiriendo un cachito de huerta por acá, un terrenillo de vega o secano por allá, y los enseres de las casas los fueron adecentando y renovando cada uno a su medida, generando chispeantes alicientes que aliviaban la desazón de las cuestas –también la de enero, cuyo frío los achicharraba- que por doquier proliferaban.

 

Las costumbres se mudaron con el paso del tiempo. Los gustos tenían otro color, aunque el sol asomara siempre por el mismo lugar. La historia tiende a repetirse. El ser humano sigue tropezando dos veces en la misma piedra. Y entre dimes y diretes la desconexión creció echando raíces donde menos se esperaba y se expandió por inverosímiles vericuetos.

 Y saltaron a la palestra la ambigüedad y la doblez. Se robusteció la endeblez de la cabeza humana. Así ocurría que unos vecinos pasaban por la calle de tapadillo pensando en las labores que debían ejecutar ajenos a los demás, otros cruzaban la calle principal disfrazados, con la cabeza apuntando al cielo en actitud chulesca y desafiante, a lo mejor rumiando grandes hazañas. Algunos ya ni se saludaban entre sí o como mucho esbozaban un gesto seco, hueco, mirando para otro lado como si fuesen a hurtarle la cartera o los rayos de sol que les iluminaba, el sol radiante que encendía la mañana.

   Un cojo pasaba irradiando desasosiego con aire malhumorado, molesto por toparse con el panadero, que acaso venía masticando chicle o pesadillas o fantasías rotas en el espejo de los días, porque en reiterados sueños se le había aparecido como enemigo irreconciliable. Una mujer con larga cabellera, un oscuro lunar en la mejilla  y la nariz torcida por una desafortunada caída daba la mano a los haraganes que vagaban silenciosos por las esquinas; unos cuantos mozalbetes daban los buenos días a unos soberbios carniceros que se subían a lo alto de los árboles amenazantes; el maestro mendigaba paciente a la puerta de unos mendaces iletrados. Eran distintos episodios o facetas de sueños o pesadillas que se concretaban en la rutina diaria.

   En ciertas ocasiones el caldo de cultivo consistía en sentirse atrapados por un traidor, o simplemente haberles mojado la oreja en una horrible correría nocturna de juventud al punto de haberles atravesado la afrenta el corazón.

   Rememoraba algún desconocido en primavera que había sido maldecido por los ojos de un bizco que se agitaba evanescente perdonándole la vida.

   Una joven cruzaba por la calle con minifalda y tacones de aguja, con aires sensuales y de súbito un transeúnte imaginó a Marilyn Monroe al alzarle la falda una nerviosa brisa vespertina mas una tormenta inoportuna comenzó a disparar de repente su artillería de truenos y relámpagos acabando con los amores del sueño.

   De cuando en vez esos chisporroteos –soñados, imaginados?- decretaban el comportamiento y despertaban la curiosidad del viandante en tales instantes tan extraños dejándose arrastrar a un mar de ilusiones compartidas o de odios irreconciliables o de tiernos atardeceres en la alborada de la existencia.

   Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.  


 

PRINCIPIO ABIERTO-8 (Mari Carmen Martínez-Pepe Guerrero)

LIBERTAD ,LIBERTAD...

Creo que cada hombre y mujer ,en una sociedad libre, de libertades reales, sin constricciones  privadas o sociales , debería ser capaz de vivir sus fantasías ,de materializar las ,de llevarlas a cabo, siempre que no dañara a terceros ni a sí mismo.

Por crudo que sea el final , aunque fuera un compendio de mal entendidos, si en un minuto, en su solo segundo hay un atisbo de entendimiento, de comunión, de compenetración , entonces habrá valido la pena fabricar  recuerdos .Esos recuerdos, con el paso del tiempo estarán ahí, y está probado que tenemos más capacidad para almacenar los buenos que los malos...y cuando seamos, si es que llegamos  a octogenarios, será más bello recordar lo que fue, que lo que pudo haber sido ser...es mi opinión...y la de Albert Camus,  en el extranjero:” Bastará con haber sido feliz un minuto para recordando ese instante, volver a serlo siempre.

Prefiero arrepentirme de lo que he hecho, que de lo que no he intentando.”

Es una frase de mi hijo, Alvaro, que comparto. 

Evidentemente se trata  también de  ser coherente y de no tener fantasías  con cualquiera , ni a cualquier  precio; la dignidad ,la libertad, el respeto a uno mismo, y al otro , ante todo ....Pero preferiría con el tiempo pasado poder decir ,como Neruda, salvando las distancias: para Amar, he amado; para pensar, he pensado; para compartir, he compartido,para vivir he vivido,  aunque me haya dejado jirones de alma y piel en el intento ...porque es verdad que de cuando en cuando tropiezas con un fantasma ,pero “al final no es nada si le quitas la sabana”

Y  fantasías sí , con Sean Connery, Sideny Poitier , Omar Sharriff , con Chomsky, Alvaro C...que no sólo de carne viven el hombre ni la mujer;  incluso con gente del pasado:  Einstein , Marañon, Averroes, Montpassant Flaubert, Poe, Verlaine Raimbaud, Lorca, Cernuda ... Prevert ,Saint Ex y, ¿hay que decirlo?, Charles B.... Cho pin ,Falla,Leonardo...no di Caprio ,no que siempre me parecid o que a los rubios les falta un hervor, Da Vinco. Pero para llevarlas  a cabo con quien tenga a mano y sea de mi agrado; inteligente, generoso , con buena conversación, y sano de mente y espíritu.

De Espíritu y mente que no es lo mismo.

Hay que detener el carrusel de la fantasía, para subirse de vez en cuando a él, sino la vida sería muy aburrida. 

También es importante saber bajarse  tiempo y cambiar de cacharrito si nos hemos equivocado ,que hay muchos en los tío vivos, las norias o los coches de coche .Seria difícil no dar con otro que se ajuste más las ganas de vértigo y emociones del momento. Hasta que ,si se tiene suerte dar con uno en que el movimiento sea continuo y la capacidad de sorprenderte     permanente ...entonces

¡Que suerte!

    Por eso no estoy de acuerdo en que si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría. Al revés es sencillamente al revés ,nos atreveríamos a ser felices de una puta vez pero a los/las macarras de la moral y la sociedad en general, hasta los que se dicen más progresistas libertarios ,no lo soportarían, y a mi ,si pudieran, hay quienes  me quemarían en la hoguera aunque ya las hay que me funden con la mirada...

Mari Carmen Martínez



 

PRINCIPIO ABIERTO-8 (Nekovidal-Pepe Guerrero)
 

Se dice que nuestra especie tiene unos 250.000 años de edad. Desde entonces hasta hoy, muy poco ha cambiado nuestro cuerpo y menos, incluso, nuestra mente, por mucho que nos moleste admitirlo.

Durante todas esas decenas de milenios hemos sobrevivido a duras penas bajo una miseria física y unos temores constantes que nos han marcado irremediablemente: desde el terror de habitar cuevas a las que en cualquier momento podía acceder un depredador que acabara con nuestra vida o la de nuestros hijos, a la incertidumbre de si habría algo que comer al día siguiente, todo ha sido vivir en un miedo continuo, una incertidumbre que ha ido calando nuestras costumbres hasta el tuétano mismo de nuestras amedrentadas mentes.

Somos apenas la primera generación que se ha quitado de encima el yugo del hambre, pero la memoria es terca, y hace surgir la sombra del miedo al desamparo y a la desnutrición en cualquier momento y con cualquier excusa, es la tiranía de la costumbre. Algunos intentan compensarlo engañosamente con la acumulación obsesiva de riqueza, pero esa trampa nunca funciona, y no hace sino acrecentar los dolores y miedos ajenos sin disminuir ni un ápice los propios.

El tercio que formamos la minoría privilegiada que habita el Primer Mundo podemos, mayoritariamente, dedicar una parte de nuestro tiempo a buscar la felicidad, un privilegio reservado durante milenios a una reducida minoría dentro de la minoritaria aristocracia que ostentaba el poder piramidal dentro de un sistema primitivo y cruel.

De repente, y en contra de nuestras ancestrales costumbres, hemos descubierto que la vida es algo más que tener el alimento y el cobijo asegurados, algo más que la siempre relativa seguridad física. Comenzamos entonces a perseguir la felicidad, a reivindicarla como un derecho y a sentirla casi como una obligación, a fin de evitar la incómoda sensación de que la vida, simplemente, pasa de largo ante nuestros ojos.

El mestizaje cultural de dos de los focos culturales del mundo, Oriente y Occidente, ha dado lugar a movimientos tan extraños como interesantes, de los que el movimiento hippie o la Nueva Era fueron tan sólo los primeros ejemplos.

Aprendimos a mirar de una forma algo más amplia, pero esa amplitud, al tiempo que nos enriquece, nos desconcierta, al plantear nuevos interrogantes, especialmente sobre como encontrar un paralelismo y concordancia entre esas ideas y la asfixiante vida cotidiana en nuestras sociedades postindustriales, alienantes y alienadas bajo un consumismo patológico.

Y es entonces cuando nuestras energías se dirigen, inevitablemente, al mundo de los sueños, desarrollando la abstracción como nunca lo habíamos hecho antes.

Los sueños y fantasías propios, siempre autoalimentados y reticentes a cualquier crítica, nos van envolviendo en su telaraña de ilusión en la ilusión, de la búsqueda constante de consuelo y autosatisfacción. Caer en sus redes significa convertirnos en siervos de un tirano ciego que pretende darnos lecciones sobre la belleza de los colores, pero deshacernos de ellos es renunciar a uno de los pilares de nuestra paradójica naturaleza humana.

Así transcurre nuestra vida, en un constante ejercicio de equilibrio y funambulismo, de certidumbre e incertidumbre, donde los sueños se presentan ante nosotros tan imprescindibles como peligrosos, un juego en que, a diario, tenemos que adivinar o intuir, ante cada uno de ellos, ante cada abstracción, cual vale la pena perseguir y vivir y cual dejar pasar de largo.

Por eso . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

…… Si hombres y mujeres empezaran a vivir (todos) sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría. 

(José Guerrero Ruiz)



PRINCIPIO ABIERTO-8 (Mari Carmen Martínez- Pepe Guerrero)

No estoy de acuerdo con el final con lo cual es dificil escribir el principio . 

Creo que si que cada hombre y mujer ,en una socidad libre, de libertades reales, sin constricciones  privadas o sociales ,deberia ser capaaz de vivir sus fantasias ,de materializarlas ,de llevarlas a cabo ,siempre que no dañara a terceros ni a si mismo.

Por crudo que sea el final ,porque aunque fuera un compendio de mal entendidos ,si en un minuto ,en su solo segundo hay un atisbo de entiendimiento de comunión,de compenetración  ,entonces habrá valido la pena fabricar  recuerdos .Esos recuerdos  con el paso del tiempo estaran ahí y esta probado que tenemos más capacidad para almacenar los buenos que los malos...y cuado seamos si es que llegamos  a octagenarios sera más bello recordar lo que fue que lo que pudo ser...es mi opinion...

Prefiero arrepentirme d elo que he hecho que de lo que no he intentando. 

Evidentemenrte se trata  tambien de  ser coherente y de no tener fantasias   con cualquiera , ni a cualquier  precio la dignidad ,la libertad, el respeto a uno mismo , ante todo ....Pero preferiria con el tiempo pasado poder decir ,como Neruda y salvando las distancias ,para Amar he amado,para pensar he pensado ,para compartir he comprtido aunque me haya dejado girones de ama y piel en ello ..y  fantasias si , con Sean Connery, Sideny Poitier ,Omar Sharriff ,con Chomsky,que no solo de carne viven el hombre ni la mujer  incluso con gente del pasado  Einstein ,Marañon, Montpassant Flaubert, Poe ,Verlaine Raimbud... Prevert y hay qu decirlo Charles B....pero llevarlas a cabo  con quien tenga  a mano y sea de mi agrado. 
 
 

   …….Si hombres y mujeres empezaran a vivir sus efímeros sueños, cada fantasma se convertiría en una persona con quien comenzar una historia de amor, de persecuciones, de simulaciones, de malentendidos, de choques, de opresiones, y el carrusel de las fantasías se detendría.  

Mari Carmen Martinez


 

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¿QUÉ QUIERES QUE TE DIGA?

¿QUÉ QUIERES QUE TE DIGA?

Cuando los oídos son capaces de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría” (Kybalion)

¿Qué quieres que te diga, si al final cada cual sólo oye su voz, la única en la que confía, pues así cree que se lo ha enseñado la experiencia, a pesar de los errores cometidos y repetidos hasta la saciedad?

Pero aún así la seguimos escuchando, tenaces y temerosos de la soledad, en la que creemos que caeríamos si escucháramos todas las voces con el mismo oído, con la misma ley, con la misma paciencia.

Es esa misma resistencia la que nos impide aprender, realmente, a escuchar, y ése el camino que nos lleva al más oscuro silencio e ignorancia: esas cadenas que son más pesadas cuanto menos se sospecha su existencia.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net  



 

¿Qué quieres que te diga?


A propósito de la mecanización de la humanidad,

al servicio de los intereses de las llamadas

corporaciones.Para las que los seres humanos no son

más que números al servicio de la producción.”
 

-Se trata del número 4235 ; hasta ahora no habia dado problemas, pero las dos últimas semanas no rinde como de costumbre. Parece distríado, ausente. No acude a las reuniones de grupo, ni tampoco a los minutos de terapia productiva. Creo que tenemos un problema.Ya sabes que suele haber un proceso de contagio en este tipo de situaciones. Alguien de repente se sale de la manada y se produce un peligroso efecto de propagación. No podemos dejar que esto siga así. Hay que reintegrarlo a la cadena de inmediato.

-¿Qué quieres que te diga? Puede que tenga algún problema.

-Aquí no nos importan los problemas. Nuestro único problema es la producción, producción, producción . . . No existe nada más.

-Lo sé , pero, ¿te has parado a pensar alguna vez a dónde nos conduce todo esto?

-¿Pero qué estás diciendo? Creo que deberías acercarte a hablar con el asistente de turno, muestras síntomas de contagio. Lo sabía. Este tipo de estados anímicos son tremendamente contagiosos. Se empieza por cuestionar las cosas y al final se termina intentando cambiar el sistema. El tramo final de esta terrible enfermedad ¿sabes cúal es? ¡Eh? El activismo, o lo que es aún peor, puede que termines siendo un esteta o algo así.

-No sé, ultimamnete siento algo aquí dentro -y señala con su mano izquierda el lugar del corazón-,una punzada y un hormigueo constante en el estómago. Cuando miro el horizonte me parece sorprendente la mezcla de color, la belleza palpitante de la naturaleza me atraviesa como una lanza. Pero en esos momentos me siento en paz.

Es algo muy extraño. Como si hasta ahora jamás hubiera podido ver en toda su amplitud lo que me rodea.

-Esto es aún pero de lo que yo pensaba. Creo que tendremos que ponerte en cuarentena. Aislaremos a todo aquel que muestre el menor síntoma de contagio.

-No servirá de nada, creéme. El brote se ha extendido mucho. Incluso existe una consiga circulando por ahí,¿quieres oirla?

Begoña Ramírez
 

Aunque busques sin encontrar y aunque encuentres sin buscar, nunca seras feliz si el hallazgo no eres tú”.

 

Alicia Gaona


 

 

¿QUE QUIERES QUE TE DIGA?

 

¿Que quieres que te diga si ya te lo he dicho todo, absolutamente todo y  hasta algo más?

Como siempre alguien lo habrá expresado cien mil veces mejor que yo por lo cual  te remito mejor a :

Cernuda L.  Antología Poética.  Varia -Plaza y Janes ; 1978 ; I :77-78
 

Mari Carmen Martínez

 

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PRINCIPIO ABIERTO 7

PRINCIPIO ABIERTO 7 (Nekovidal - Alicia Gaona)

Leyó los siete principios del Kybalión, y a cada uno dedicó un año, un giro del minúsculo planeta en que se encontraba alrededor de su estrella. Los memorizó y recordó el resto de su vida:

  1. Mentalismo. El Todo es mente; el universo es mental.

  2. Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Este principio se manifiesta en los tres Grandes Planos: El Físico, El Mental y El Espiritual.

  3. Vibración . Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.

  4. Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.

  5. Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.

  6. Causa y efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.

  7. Generación. La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino. La generación se manifiesta en todos los planos, en el plano físico es la sexualidad.

Ya anciano, atrapado aún en sus dudas, comprendió cuanto tenía que comprender, pero apenas unos minutos antes de que comenzara el fin del ciclo temporal de su cuerpo y, resignado, pensó:

. . . Aunque busques sin encontrar y aunque encuentres sin buscar, nunca seras feliz si el hallazgo no eres tú.

(Alicia Gaona)



 

PRINCIPIO ABIERTO 7 (Pepe Guerrero - Alicia Gaona)

África
 

   Antes de África no había nada en su vida. Los días transcurrían sin ningún aliciente, vacíos y sin norte, entregándose al viento que llegase a su ventana. Vivía tanto hacia fuera que no era consciente de lo que poseía en su interior. De tanto subir, bajar, ejecutar, comparar, parecer, representar, cumplir, agasajar, se olvidaba ser.

   Miraba sin mirarse, soñaba sin soñarse, juzgaba sin juzgarse. Cada jornada dedicaba más atención y energía a lo que le rodeaba y menos a sí mismo. Olvidaba hundir los dedos en la arcilla del alma y sacar el jugo de la sustancia que hervía en sus entrañas. Por ende se descompensaba sobremanera al no valorar las vibraciones de los sentimientos.

   No obstante el fútbol era lo suyo, lo que le encendía el ánimo y marcaba el rumbo. Por lo tanto mentía al afirmar que no había nada al inicio, ya que se volvía loco haciendo la ola en el campo y bullía en su mente el regocijo de hincha vociferando en el estadio o lanzando objetos o exabruptos al árbitro al considerar que el equipo se iba a pique por la actuación arbitral no logrando aplastar al rival, lo que desencadenaba una tormenta de rencor hacia el juez de la contienda, catalogándolo como persona no grata o traidor, un judas que debía ser quemado en la hoguera de la noche de San Juan, y la situación se repetía al señalar una falta contra los suyos.

   Casi siempre era el primero que se enfundaba la metralleta de las palabras y empezaba a disparar en todos los frentes; casi nunca permanecía indiferente al sonar el silbato mostrando la cartulina contra alguno de su equipo. Estos acontecimientos marcaban su vida, era la hoja de ruta. En la cocina tenía un calendario donde aparecía marcado con rotulador rojo los días cruciales en que su equipo se la jugaba, y era raro que no pasase las semanas enganchado a las redes deportivas arrastrado por el gusanillo de la incertidumbre hasta el punto de descuidar otros quehaceres más importantes.

   Así  transcurría su vida hasta que conoció a África. Fue un flechazo. Un amigo que odiaba el fútbol se la presentó en la discoteca, y le entró tan fuerte que le cambió la vida. Cuando iba al bar y estaban ofreciendo algún partido no se atrevía a desviar la vista de África, pero el subconsciente le empujaba al vicio viéndose obligado a mirar a la pantalla de reojo. En tales circunstancias no se atrevía a abrir la boca exclamando a los cuatro vientos ¡g-o-o-o-o-o-o-o-o l!, sino que se quedaba con cara de circunstancias y sin articular palabra rememorando los escandalosos gritos que daba en compañía de los otros hinchas cuando llegaba la celebración del gol.

   Antes de conocer a África tenía preparado el equipaje para desplazarse con la selección a Sudáfrica rivalizando con Manolo el del bombo, con la reserva de hotel para asistir a los partidos, pero al llegar el encuentro inesperado comenzó a encontrarse a sí mismo, el conócete a ti mismo del filósofo estando a su vez más cerca de África y de los latidos que se habían estructurado en su interior, cuestiones que antes no sentía por la torpe sumisión a la masa que le hocicaba en los desaforados ámbitos donde gargantas anónimas se desgañitaban en pie de guerra como si se jugasen el ser o no ser en una ruleta cruel.

   Antes era transportado por la jauría futbolística a los mares de la incomunicación. La amistad se había resquebrajado demasiado acumulando en su seno una compleja intolerancia e incomprensión que le impedía la más mínima relajación.

   El roce de África le había afianzado en el camino, se estaba descubriendo a sí mismo, de manera que fue amasando unas perspectivas que le llevaban más allá de donde imaginaba. Era consciente de que iba madurando y se reflejaba en sus actos. Los días los veía de diferente color, los cambios del tiempo los soportaba ahora con grandes dosis de resignación, porque en estos momentos lo que le movía era una corriente que apuntaba al interior, a los gustos, a las frustraciones, a sus alegrías más íntimas y estados de ánimo, aspectos que antes desdeñaba perdido en frívolas bagatelas por mor de la moda o por no se sabe qué fuerza externa.

   Por tales motivos no había navegado en su dársena con una entereza razonable, que le permitiese contactar con su ego desmenuzando las esencias que se aglutinaban en el espíritu, el cómo y el cuándo que le conturbaba en un juego de disparatados devaneos formando una dura coraza que le nublaba el horizonte.

   Los vaivenes de la vida le habían ido enturbiando las pautas que había trazado, hasta que finalmente se fueron despejando ante el tesón y el amor propio que se generó en su fuero interno urdiendo una estela de felicidad, unas veces dando palos de ciego o una de cal y otra de arena a través de los diferentes habitáculos en los que se cobijaba, y otras, por los decisivos embates en los que se veía inmerso.  (José Guerrero Ruiz)

   Aunque busques sin encontrar y aunque encuentres sin buscar, nunca serás feliz si el hallazgo no eres tú.  (Alicia Gaona)

 

 

PRINCIPIO ABIERTO 7- (Mar Carmen Martínez-Alicia Gaona)
 

Cuando una sin ser Ophelia, ha bajado a los infiernos y el otro sin ser Orfeo ni blanco ni negro, no solo no te ha rescatado, sino que te ha empujado más abajo aún; cuando una ha tocado el fondo del pozo y se ha enfangado, entonces, sólo una cosa por hacer:  dar una patada coger impulso y salir hacia arriba, hacia la luz.

 

Para comprobar que las mañanas, a pesar de todo siguen siendo azules, que queda mucho por aprender, mucho por ayudar, mucho por vivir, mucho por hacer.

 

Cuando los amigos y las amigas te han tirado, y más de una vez, el hilo de Ariadna, sólo queda darles las gracias, agarrarte a l, y salir del laberinto, dejando al Minotauro solo, que se descuerne en él.

(Mari Carmen Martínez) 


Porque aunque busques sin encontrar y encuentres sin buscar

nunca serás feliz si el hallazgo no eres tú. (Alicia Gaona)

 

 

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EL MANTEL

EL MANTEL

                El mantel se mecía suavemente colgado del tendedero, se sentía feliz recibiendo las caricias del sol y la brisa de la mañana, pronto vendrían a recogerlo, lo doblarían con delicadeza y se lo acercarían a la cara para aspirar su aroma a ropa recién lavada, era una costumbre de ellos, al menos los que él conocía desde que era un mantel lo hacían.

“¡Qué tontería de relato!”  pensara el lector, un mantel que piensa. Los seres humanos creen que solo ellos están vivos, y no es así, todo lo que existe en este planeta de una u otra forma está vivo. Son tan ególatras que piensan que solo ellos tienen emociones y sentimientos.

De mí, sé decir, que me he sentido muy triste y abandonado encerrado en ese cajón del aparador por tanto tiempo junto a los otros manteles y servilletas. La dueña de la casa, a la que todos llaman  ¨ abuela¨ al quedarse sola ya no utilizaba el mantel. Tenía uno individual.

Nosotros los grandes permanecíamos guardados en el cajón, completamente olvidados.

Hasta que un día alguien lo abrió y exclamo ¨¡este mismo abuela!¨ ¡si venga! Vamos a poner la mesa. Desde entonces he vuelto a estar en mi salsa, me ponen en la mesa, me lavan, me planchan, total que vuelvo a sentirme útil.

La casa, donde hasta hace poco reinaba el silencio, solo interrumpido a veces por el ruido monótono del televisor, parece haber despertado de un profundo sopor. Ahora todo son risas gritos y barullo de niños, charlas de mayores y aromas y olores que hacen a la casa  resurgir de nuevo a la vida.

La hora que más me gusta es la de la comida, porque yo vuelvo a ser protagonista (También nosotros tenemos nuestro ego) de pronto se oye una algarabía, ruidos de platos, vasos, cubiertos y se escucha la voz de la abuela; ``Niños poned el mantel que vamos a comer`` (me esponjo al oírlo)

Los niños, comen sin mucho cuidado y me manchan, los padres le regañan, pero la abuela siempre media entre ellos. ¡Piensa como yo! Que para eso está el mantel. Luego me volverán a lavar y aquí no paso nada.

Los niños, alegres y vivaces se levantan rápido de la mesa para irse a jugar. A los mayores les gusta  la sobremesa, charlan, comentan se ríen  mientras

Toman su café,  hoy se han puesto serios. `` Sentimos mucho mamá causarte tantas molestias, pero al quedarnos los dos sin trabajo, ¿Qué íbamos a hacer? ¿Dónde nos metíamos?``  “Nada……nada…..hija, no hay de qué hablar, ¡esta es vuestra casa! Ya encontrareis algo, mientras tanto, un plato en la mesa no os va a faltar.”

La hija agradecida abraza y besa a su madre. Y yo mudo testigo de la escena no puedo dejar de sentirme un poco egoísta, al pensar que no hay mal que por bien no venga, a mi que estaba a punto de apolillarme en el cajón, me ha venido su llegada de “PERLAS”.

 María Bueno


 

EL MANTEL  OTRO 

Se habría puesto sus mejores galas,

Habría echado sus más preciadas sabanas

y planchado, del más fino hilo, el mantel.

Pero eso, eso, era ayer.

 

Mari Carmen Martínez 


 

 

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ENCRUCIJADA

ENCRUCIJADA


Se paro en aquella encrucijada; ¿Qué hacía? Se preguntó. Si por ella fuera se dejaría caer para no  levantarse más, total, ¿Qué le quedaba? Su vida se hallaba llena de ausencias.

Se encontraba sola en un camino que no quería seguir. Hubo un tiempo que andaba feliz, plena, rodeada de amigos, familiares, seres queridos que recorrían junto a ella los senderos de la vida. Pero poco a poco sin apenas darse cuenta se fueron ausentando, a unos les llego la hora  de caminar por estelas celestiales, otros decidieron tomar distintos caminos.

Ahora en este punto crucial de su vida, sin esperanzas sin  ánimos, lo que más le dolía era el recuerdo de él, cada día que pasaba, cada tramo que andaba, más y más lo añoraba.

Su mirada, su boca, su cuerpo, el olor de su piel, pero sobre todo sus manos, grandes, fuertes y a la vez tan tiernas para ella. Si cerraba los ojos, aun podía sentirlas, suaves como alas de mariposas recorriendo  su cuerpo. ¡Sus manos! Que habían quedado grabadas a fuego sobre su piel.

No quería andar mas, nada le quedaba, la soledad le pesaba cada día más, se sentía muerta en vida y sin darse cuenta empezó a llorar, lloro por lo perdido y por lo no hallado, lloro por las penas del mundo y lloro por ella, lloro y lloro y cuando ya no le quedaron  lagrimas y se sereno, miro hacia adelante, ella seguía viva y mientras hay vida hay esperanza (se dijo).

El camino se abría ante ella amplio y despejado, recordó las palabras del sabio. “Todos morimos en el camino, pero poco  son los que realmente viven”.

Sabía  que se encontraría tramos duros y escarpados, pero también habría otros llanos y fáciles de recorrer. Quien sabe que le depararía el destino en cualquier recodo, sendero, o veredas del camino, y también supo que en aquella encrucijada donde ahora se encontraba tendría que decidir qué hacer con su vida, y con una sonrisa  que le ilumino la cara se levanto y……….

Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía  que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto.       

María Bueno


 

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PRINCIPIO ABIERTO- 6

PRINCIPIO ABIERTO- 6 (Begoña Ramírez- Nekovidal)

¿Qué harás cuando hayas exterminado a tu enemigo, cuando ya no quede nada por bombardear, nada por destruir, nadie a quien matar?

¿A quién echarás entonces la culpa de tu vacío? ¿A quién señalarás con el dedo?

Tu enemigo, tú ya lo presentías, lo es tan sólo porque le has dado esa categoría en tu mente, en tu memoria. Cayendo en la trampa del odio, alguien tiró en algún lugar la primera piedra que desencadenó esta locura. Tú lo sabes porque fuiste testigo de esa primera piedra.

¿Qué hubiera sucedido si en aquel preciso momento, quien alzó la mano hubiera dudado un instante, esa duda le hubiera llevado a razonar, la razón a comprender, y la comprensión, si fuera necesario, a perdonar . . . ?

Simplemente, que el ser humano habría dado ayer el paso que está condenado a dar mañana si pretende sobrevivir”.

Cerró el libro, se desprendió del fusil, que arrojó al fondo del mar desde el acantilado y . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto. (Begoña Ramírez)

 

 

PRINCIPIO ABIERTO- 6 (Begoña Ramírez- Juan Pérez de Siles)

Vivir para vivir

Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto.

Mientras los demás hacían colas interminables para conseguir un poco de agua de las pocas tomas que quedaban en aquél desierto de escombros perfumado de aquél olor fétido que se desprendía de los cadáveres mutilados y medio enterrados, el, mirando al horizonte y con la vista desenfocada tal vez para no sucumbir al horror que le rodeaba, seguía fiel a sus principios de no hacer mal a nadie ni aún para defenderse. Caminaba consciente del andar, concentrado en sí mismo. A penas podía respirar, el fuego intenso y descontrolado que devoraba todo por doquier consumía el aire, pero el seguía, ahora ajustando la respiración al ritmo de sus pasos. Un griterío de fondo de gentes desesperadas interrumpía de cuando en cuando su ensimismamiento libre de culpa puesto que el sabía sin la menor duda que nada podía hacer por los demás ni siquiera por sí mismo.

Sin perder de vista el horizonte vislumbraba un atardecer espléndido al fondo de aquella siniestra calle de una ciudad ya desconocida. Sentía la sed y el hambre. La primera le atacaba sin piedad y empezó a observarla para no pelearse con ella, ni se le ocurriría ponerse a hacer cola y esperar.

Caminaba y caminaba sin tener misericordia con sus pies. Chocaba a veces con otros tan perdidos como él en aquél maremágnun, ahora choca con una mujer que lleva en sus brazos lo que debió ser su hijo, cruzaron las miradas y el vio que ella no quería nada

Salvo expresar a alguien su infinita desgracia. El no respondía a semejante ataque y continuaba. Ni una lágrima escapaba de sus ojos, el agua era indispensable. Casi iba por el aire mirando al horizonte con la vista desenfocada y atento a todo lo que surgía en su mente para no perder ni un instante discutiendo consigo mismo .Pero la sed, la sed con su monólogo chillón e ininterrumpido casi le hacía ceder a la esperanza del agua segura. El seguía con su mirada puesta en el horizonte y se dio cuenta de que no veía nada en particular y sin embargo lo veía todo incluyendo los fugaces pensamientos que trataban de responder a semejante caos.

Viento, viento tráeme a guacero, viento, viento tráeme canción, triste está la tierra que cultivo yo como quema el fuego de mi corazón. Le vino a la memoria esta canción de Atahualpa, un día la cantó cuando el pensaba que eso era importante, y arritmó sus pasos a ella. Ya volaba, el horizonte seguía allí pero ya no estaba lejos ni cerca, esta allí, donde quiera que pusiera su mirada desenfocada, estaba el horizonte como fondo de todas las tragedias que presenciaban sus ojos.

En esa extraña ausencia en la que se movía si cesar sintió que nunca había estado tan vivo y lúcido  y mirando sus manos sabía que no le quedaba otra: Vivir para Vivir.

Juan Pérez de Siles

 

 

PRINCIPIO ABIERTO- 6 (Begoña Ramírez- José Guerrero Ruiz)


Pesadilla 

   Aquel otoño se le torció casi todo. Le tuvieron que enyesar la muñeca apresuradamente por un mal movimiento. El trabajo se le fue al garete por la insensible crisis. La suegra le cantaba las cuarenta al menor descuido, y la vecina del tercero cada día se hacía más insoportable y reacia a deshacerse del horroroso perro que guardaba su mansión. Dominaba por su cuenta y riesgo todo el territorio y no cesaba de crear problemas a diestro y siniestro, cada vez más complejos; cuando no ladraba, escupía a la cara como una persona o arañaba las paredes como un silvestre felino fiscalizando todos los pasos de los comunitarios.

   Así que si él abría la puerta y se dirigía al ascensor corría el riesgo de que el pequeño monstruo se le abalanzara, por lo que le entraban unos escalofríos que le dejaban paralizado totalmente tardando horas y horas en volver en sí, pues del pánico que lo cubría pensaba que si el muy sinvergüenza se escapaba de los dominios de la dueña lo destrozaría en un abrir y cerrar de ojos atacándole a traición por la espalda al introducirse en el ascensor.

   En semejantes enredos no atinaba con los actos más elementales de los que debía ocuparse sintiéndose impotente, un auténtico impedido a la hora de enfrentarse a tantos interrogantes como le asaltaban en las frescas mañanas cubiertas de hojas secas de aquel hosco otoño.

   Durante un tiempo estuvo ponderando las ventajas e inconvenientes que le acarrearían si se alejaba de aquel maldito lugar vendiendo el piso al mejor postor, y trasladarse a otro barrio bien lejos a fin de rehacer su vida, haciendo borrón y cuenta nueva. Así podría navegar por otros mundos, unos nuevos derroteros libres de las amenazas del insensato can, el cual se revolvía como una fiera en su escueto recinto impidiéndole llevar una vida sin sobresaltos, deambulando de aquí para allá tranquilamente como cualquier hijo de vecino.

   Resultaba que por los miedos que le embargaban prefería permanecer en casa a todas horas renunciando al trabajo y al resto de compromisos que tuviese que realizar. Se podía decir que vivía paradójicamente en una cárcel sin carcelero estando en su misma casa, debido a que a la hora de salir a la calle topaba con la realidad, pues se materializaban de repente todos sus pesares, y todo por mor de la vecinita que le importaba un bledo que el resto de los vecinos no pudiesen desarrollar sus funciones cotidianas a causa de la desazón que sentían por las actuaciones del indeseable animal, ya que, por si fuese poco, la dueña nunca sacaba el perro con bozal y sujeto con la correa, sino que lo dejaba suelto a su libre albedrío.

   Al cabo de un tiempo, y viendo que no podía más, se decidió a denunciar el caso en el ayuntamiento del municipio, pero recibió por respuesta un no rotundo, alegando que la penuria económica por la que atravesaban las arcas en esos momentos les imposibilitaba hacer frente a tal problema al no disponer de personal ni infraestructuras para tal cometido, por lo que la solución estaba únicamente en sus manos, es decir, que hablase con la vecina haciéndole ver que no podía continuar de esa manera con su mascota porque estaba arruinando su vida de forma galopante, si es que se podía denominar así la existencia tan mísera que llevaba, e inculcarle que si no prestaba el menor interés tomaría otras medidas, como envenenarlo en su ausencia o proporcionarle somníferos y transportándolo a un lugar desconocido donde alguien que cruzase por allí se le ocurriera hacerse cargo de él y de esa suerte acabado el perro se acabó la rabia, ese cáncer que flotaba sobre las cabezas de los vecinos desde que allí se instalara.

   Finalmente perdió la paciencia y vendió el habitáculo mudándose a otro barrio de la ciudad ante la falta de apoyo de unos y otros, y de esa guisa lograría vivir la vida en plenitud exenta de furibundas pesadillas.    

   Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto.

José Guerrero Ruiz

 

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VIAJERA SOLITARIA

VIAJERA SOLITARIA

Era un día cualquiera cuando decido re emprender  viaje .Como de costumbre no iba ligera de equipaje  y  llevaba un libro .

Esta vez “La elegancia del erizo”.

Saco su billete en la estación y espero pacientemente su tren.

En el anden de enfrente ,el de la linea de alta velocidad ,personajes más o menos conocidos subían  apresurados, contó hasta tres.

Ella esperaba sonriente a que llegara su cercanías.

Por megafonia anunciaron que su tren no llegaría ,no saldría

Volvió a meter su libro en la maleta. Ni siquiera pidió que le devolvieran el importe del billete, demasiada espera para tan poco importe  ya no tenía más  tiempo que perder.

Algunos pasajeros optaron por sacar billete del Ave .Ella  no,para volar prefería el avión, aunque se estrellaran ,el despegue al menos estaba garantizado...

Volvió a meter su libro en la maleta .Bajó ,sin ayuda  los tres  peldaños, tres,  y salió de la estación. No volvería a intentar coger aquel tren, por cuarta vez le había fallado,estaba empezando a dudar de que existiera.

Mari Carmen Martínez

 

Decidió seguir caminando. Al fin y al cabo nada tenía que perder y nadie en realidad había asegurado que existiera un fin de trayecto.

 

Begoña Ramírez


 

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AUSENCIA

AUSENCIA

Los días pasaban y no le llegaban noticias de su destino. ¿Estaría viva? ¿Se habría ido con otro? ¿Habría sido víctima de algún rapto? ¿Se habría arrojado al mar por un acantilado totalmente ida?

No alcanzaba a atisbar la fórmula que le aclarase tantos misterios en su cabeza en tan poco tiempo.

Para ello se propuso recorrer los parajes más recónditos, los lugares más diversos buscando pistas que le arrojasen alguna leve sospecha del paradero; otras veces se dejaba llevar por la melancolía, por una llamada anónima, o por meras intuiciones cuyos vientos le arrastraban sin darse cuenta como en la selva a la fiera la presa.

   Estaba dispuesto a cualquier cosa por tener alguna luz, incluso a dar la vida por ella si fuese menester, aunque puso todo su conocimiento en esa dirección sin renunciar a nada con tal de conseguir que volviese a la morada sana y salva.

   En las noches de pesado invierno meditaba profundamente como un monje en el convento analizando de forma meticulosa todos los pasos que había dado en las últimas fechas a fin de que le alumbrasen en el túnel en que se hallaba inmerso. Caminaba torpemente, a rastras por los campos más insospechados y no podía romper el silencio del muro que le atenazaba sin descanso noche y día.

   Algunas veces intentaba atrapar a la luna, que se colaba furtivamente en su aposento, con el propósito de arrancarle los secretos más íntimos, sobre todo cuando los rayos lo acariciaban tiernamente queriendo adueñarse de la energía y el calor que le brindaban, porfiando con ellos para que no lo abandonasen y de camino sonsacarle algunos datos ocultos sobre el refugio donde ella se guarecía.

   Quería abrir una puerta a la esperanza, ver el mundo de otra manera más positiva, y antes que nada estar a su lado ya, sin más demora, y escuchar su melodiosa voz tan cruelmente apagada, abrazándola en el silencio con todo el amor de que fuera capaz, como antes cuando la alegre primavera se mecía entre sus brazos, y se deslizaba por sus dulces ojos, abiertos de par en par al cariño del otro.

   Sin embargo la áspera ausencia fue tomando cuerpo en mitad del precario sendero, acentuada por momentos y no encontraba los resortes con que vislumbrar leves pesquisas, aunque fuese un espejismo o una brizna de la efigie en el enmarañado horizonte.

   Illa fugit, se decía desconsolado, y no sabía ni cómo ni adónde, si se fugó a una isla desierta con lo puesto o fue devorada por la vorágine de la insensatez humana.  

 José Guerrero Ruiz


 

AUSENCIA

No creo que, en esencia, exista la ausencia, ya que ésta requiere previamente la presencia, y ésta sólo existe como proyección de la mente, lo cual es fe o creencia, pero no necesariamente presencia, y no habiendo ésta, no hay ausencia.

Y aún bajo dicha fe, no existe la ausencia más que de aquello que nunca fué o que dejó de ser en nuestra memoria. Por eso nada ni nadie existe, ni siquiera en nuestra mente, hasta que es reconocido y recordado, ni muere y desaparece hasta que es olvidado.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

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LAS MANOS

LAS MANOS

Me encontraba mano sobre mano pensando en qué podría escribir sobre el tema “Las manos”. Recordé, y vino muy a mano, el caso de un soneto de Lope de Vega que sobre un soneto trataba, y aunque fuera una idea de segunda mano, pensé: ya que está a mano, escribamos.

Como más vale pájaro en mano que ciento volando, vayamos a lo seguro, que no se nos escape de las manos el tema, ni acabe demasiado manoseado, que no existe la perfección en el escribir, como no lo existe en nada por el ser humano creado, aunque no es menos cierto que, al osado, la fortuna le tiende la mano . . .

No pondría yo la mano en el fuego de que fuera a salir algo digno, aunque seguro que será algo manejable, manipulable, o , cuanto menos, algo manirroto, pero amable.

Puesto que manos que trabajan, no son manos, sino alhajas, pongámonos a la faena, que mejor que juntar las manos para rezar es abrirlas para dar, aunque no todos sepan disfrutar de tan sano placer, pues no todos comprenden que una mano sola no aplaude y, aunque no es aconsejable que sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda, tomemos de la mano a las palabras, y paseemos hasta ver a donde se llega.

Y si bien es cierto que donde no llega la mano llega la espada, no es esa la cuestión tratada, pues mucho más lejos, seguro, llega la palabra, tanto la escrita como la hablada.

De todos es sabido que es el uso de la mano lo que nos hizo humanos, y muchas manos unidas nos dieron alimento, refugio y sabiduría, por ello, cuando se encuentra uno mentes cerradas o egoístas, es inevitable preguntarles: Manos que recibís y no dáis, ¿qué esperáis?

No es de buen humano tirar la piedra y esconder la mano, así que digámoslo claramente, se me están acabando las expresiones que tengo a mano, por lo que lo voy a ir dejando, no sin antes hacer una última observación: Tan importante es la palabra “mano”, que no es casual, hermanos, que la palabra “humano” no sea más que una “u” que, acompañada de una triste hache muda, se une a una mano.

 

Nekovidal 2010– nekovidal@gmail.com


 

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ELLAS

ELLAS

-a A.M.L.

Cinco palitos de bambú

Recubiertos de seda

Enredando en mi pelambrera 

Dos firmes anclas

A las que asirse

Cuando arrecie la marea 

Dos conchas de suave terciopelo

En las que esconder

Mi cara al amanecer 

Tus manos 

Dame una de ellas y

Llévame donde nadie nos vea 

Mari Carmen Martínez

 

Tu mano -eternamente tu mano-

Cada vez que te oigo hablar de tu refugio  en Villar, se me encoge el alma, se me reduce la capacidad vital, me falta el aire, me asfixio. Tanto es así que en lugar de pensar en Villar del Ala pienso en Villar del Cuervo, con todas las connotaciones macabras de ese pajarraco. Me da por pensar en la lejanía, en que no me podrás enseñar nada más, que no me podrás ayudar a curar.

 ¿A quien le voy  a consultar mis dudas si te vas allí lejos?

Allá en tu casona de piedra, allá lejos en Villar.

 ¿No te podré consultar nada más? Mi mente me atormenta:

 “_dejaras de tener un apoyo para sanar, volverás  a dudar, volverás a temer hacerlo mal, ¿Quién te va a  ayudar?” 

Pero la mente, ¡Ay la mente! tiene sus recursos para evadirse de los malos pensamientos.

La mía cada vez que hablas de Villar, se va. 

Se traslada en el tiempo a un futuro lejano e imagina que va cada vez que te necesita a Villar.

Y un día iré de verdad.

Seré  lo bastante mayor como para pertenecer a un club de tercera edad, a un hogar del pensionista.  . Habré convencido a mis compañeros para ir de viaje por tierras sorianas. Para  seguir una ruta templaria, con motivo de algún evento .Da igual la excusa. Iré. 

Tendremos una tarde libre, aprovecharé para visitarte. No temas, avisaré.

Seré bien recibida. Belén,tu mujer, se acordará de mí, de cuando clausuraba los cursos de la escuela de turismo.

 Me invitará a ver la casa, me ofrecerá un café .Pero te diré: 
”_Demos mejor una vuelta. Enseñame tu mar.”

Me guiarás por el paisaje que se ve desde tu ventana, me indicarás cada madriguera, el nombre de cada mata, de que animal es cada huella, cada excremento. Absorta, como siempre que me hablas, te escucharé

Debajo de este árbol, comiéndome un bocadillo de jamón me acorde de ti…Por lo de Teruel ¡Mira que eras pesada con el origen de tu nacimiento!

_Si, anda que tu con el tuyo y con tu casa...

Nos reiremos, seguiremos andando.  

_Por aquí levantó  mi perra una perdiz… 

El sol caerá rápido. Es otoño. Un escalofrío me recorrerá la espalda. Me arrebujaré en mi manto.

-Volvamos.

-Vale.”

Cogida de tu brazo y apoyada en mi bastón, regresaremos.

Ahora si aceptaré ese café. Encenderás  lumbre en la chimenea.

Recordaremos las guardias aquellas, las cenas, las comidas que organizábamos.

La carne a la piedra, las sardinas, la peste que invadía el centro. 

Nos acordaremos de Enrique, de las Puris, de la rubia, (la que chupaba las cabezas de las sardinas, aun me pregunto porque), de Quiti, de Pilar, de la Caballero, de Félix, de Chafi. De todos. De algunos habremos perdido la pista, otros nos seguirán siendo cercanos. De los buenos ratos, de los malos. De  lo que me enseñaste,de lo que te enseñé, de lo que te escribía, del anticipo de esta tarde.

 Guardaremos silencio .Los recuerdos afloran con el silencio.

Se hará de noche. 

_Quédate, preparamos algo de cenar y te quedas a dormir.”

Tu mujer seguirá siendo un encanto de persona. 

Declinaré la invitación. No me gusta dormir en casas desconocidas y ajenas.

No poder identificar la procedencia de los ruidos me inquieta, no es miedo, pero me desvela.

Me preocupa no saber a que altura están las clavijas de la luz, ni para donde habren las puertas, tropezar, caerme y molestar. Levantarme demasiado temprano y no encontrar la cafetera…

Llamarás un taxi. Partiré. No miraré hacia atrás, por si me da por llorar. Se que estarás en el quicio con el brazo en alto agitando tu mano, como cuando salíamos de guardia….Tu mano, ese faro tendido en la lejanía que nunca me falló. 
 
 
 Mari Carmen Martínez


 

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MEMORIA -Homenaje a Miguel Hernández-

MEMORIA -Homenaje a Miguel Hernández-

¿De qué nos servirían los tiempos felices, sin memoria donde conservarlos para cuando lleguen los tiempos difíciles?

¿De qué nos seirvirían los errores del pasado, sin memoria para aprender de ellos?

¿Qué dignidad puede conservar un pueblo que no conserva su memoria colectiva?

Nada somos como individuos, salvo un puñado de recuerdos. Nada somos como colectividad, sin la memoria de los actos, ya mudos, de nuestros ancestros.

Tanta luz llegó a dar esta tierra, con rayos de poesía, ciencia, libertad y saber, que asustó y cegó a algunos de sus hijos, apenas un puñado, que, refugiados en su cobardía y sus miedos, decidieron apagar esa llama creativa de la que no sabían participar. . . El precio sería medio siglo de miseria material e intelectual.

Entre aquellas miles de llamas ahogadas cuando empezaban a brillar, estaba la de un hombre honesto, uno entre tantos, que supo por eso aglutinar el espíritu de todos: Miguel Hernández.

Su vida no vale más o menos que la de cualquier ciudadano de aquella generación que tuviera la dignidad suficiente para respetar el acuerdo social de entonces, y el ímpetu necesario para decir NO a quienes, en su locura, se creen con derecho a imponer por la fuerza de las armas sus ideas.

Pero este español de su tiempo y universal por sus versos, tuvo el merecido privilegio de sobrevivir al dolor, al miedo y a la infamia de los canallas a través de su poesía.

Cada vez que ésta se imprime en un libro, suena en una escuela, o se recita entre amigos, vuelve a renacer la llama vital de Miguel Hernández, y con ella, nuestra dolorida, pero nunca muerta dignidad.

Hasta siempre, ciudadano y compañero Miguel.

Nekovidal - nekovidal@arteslibres.net

 

 

Miguel Hernández en el recuerdo


Amor y labios en la voz del poeta; amor, bandera al viento desplegada por Miguel Hernández. Hombre responsable y solidario del vivir y soñar, pese a no acompañarle la suerte. Días difíciles vivió en el hogar debido a la escasez de recursos económicos. El padre tenía un rebaño. Pastor primero, Miguelllo estuvo colaborando en las necesidades de los suyos, pero, aunque el cuadro sea virgiliano, lo que tocaba era aprender. Pasa brevemente por el Colegio de Santo Domingo, en Orihuela; lee en la pizarra de las rocas, de los árboles, de las flores, de la naturaleza... sabias lecciones de cosas del campo –de la vida-. Luego explora otra lectura, las páginas de los libros: “Lo primero que leí fueron novelas de Luis de Val y Pérez Escrich”, dirá Miguel; y después, Cervantes, Lope de Vega, Gabriel y Galán, Gabriel Miró...Y las tertulias en la panadería de los Fenoll, constituidas por un grupo entusiasta, con ansias de crear, vivir y soñar escribiendo (entre ellos, el gran amigo que como el rayo se fue, Ramón Sijé, a quien evoca en la célebre elegía: “Yo quiero ser llorando el hortelano/ de la tierra que ocupas y estercolas,/ compañero del alma, tan temprano./..(.). Un manotazo duro, un golpe helado,/ un hachazo invisible y homicida,/ un empujón brutal te ha derribado...).
Simbólica y ricamente humana es la trayectoria poética del oriolano Miguel Hernández. Con tres heridas llegó, síntesis y avance de su producción: “Llegó con tres heridas:/ la del amor,/ la de la muerte,/ la de la vida...”. Repica sobre el metal puro de las vivencias con un canto lírico-épico, hurgando en los umbrales del alma: “Que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene,/ eso pide mi garganta/ desde ahora y desde siempre”.
A la sombra de la higuera en su casa natal, debidamente reconfortados con el eco de su voz, bebamos unos instantes los vientos de sus pensamientos, acendrados pararrayos de chispas humanas; como por ejemplo, el siguiente soneto El rayo que no cesa: “Umbrío por la pena, casi bruno/, porque la pena tizna cuando estalla/, donde yo me hallo no se halla/ hombre más apenado que ninguno./Sobre la pena duermo solo y uno,/ pena es mi paz y pena mi batalla,/ perro que ni me deja ni se calla,/ siempre a su dueño fiel, pero importuno./ Cardos y penas llevo por corona,/ cardos y penas siembran sus leopardos/ y no me dejan bueno hueso alguno./ No podrá con la pena mi persona/ rodeada de penas y de cardos:/ ¡Cuánto penar para morirse uno!
M. Hernández transita por la senda de Pablo Neruda -la denominada poesía impura, en las antípodas de la pura de J.R. Jiménez-, y con la fuerza de la naturaleza de V. Aleixandre. Se establecen en su mundo creativo diferentes etapas: influencia gongorina –Perito en lunas-; poesía militante -Viento del pueblo-; la fuerza del amor –El rayo que no cesa, El silbo vulnerado-; y la época de la contienda civil –Cancionero y romancero de ausencias-.
El soneto ofrece una honda herida en el alma, y utiliza adjetivos cultos apuntando al estado anímico: “umbrío” y “bruno”; y la palabra clave “pena”, que repite nueve veces como sustantivo, y dos más como verbo y adjetivo: “penar” y “apenado”. Aquí expresa, hiperbólicamente, toda la pena que le quema, con expresión dura, áspera; con abundantes consonantes nasales y vocales graves o neutras, que conforman un texto pausado y solemne. Los versos tienen sentido completo cada uno por separado y no hay encabalgamiento; predominan las oraciones coordinadas y yuxtapuestas, la construcción bimembre, reiteraciones semánticas: umbrío-bruno, cardos-penas, solo-uno (intensifica el sentido dolor). Los recursos metafóricos corporeízan el concepto del dolor: la pena tizna, el lugar de reposo y relax, un perro fiel, cardos y coronas, leopardos. Utiliza algunas expresiones coloquiales como: no me dejan bueno hueso alguno, morirse uno; antítesis como: paz-batalla, fiel-importuno.


José Guerrero Ruiz



 

MEMORIA Homenaje a Miguel Hernández-Torre del Mar-26-5-2010

¿De qué nos servirían los tiempos felices, sin memoria donde conservarlos para cuando lleguen los tiempos difíciles?

¿De qué nos servirían los errores del pasado, sin memoria para aprender de ellos?

¿Qué dignidad puede conservar un pueblo que no conserva su memoria colectiva?

Nada somos como individuos, salvo un puñado de recuerdos. Nada somos como colectividad, sin la memoria de los actos, ya mudos, de nuestros ancestros.

Tanta luz llegó a dar esta tierra, con rayos de poesía, ciencia, libertad y saber, que asustó y cegó a algunos de sus hijos, apenas un puñado, que, refugiados en su cobardía y sus miedos, decidieron apagar esa llama creativa de la que no sabían participar. . . El precio sería medio siglo de miseria material e intelectual.

Entre aquellas miles de llamas ahogadas cuando empezaban a brillar, estaba la de un hombre honesto, uno entre tantos, que supo por eso aglutinar el espíritu de todos: Miguel Hernández.

Su vida no vale más o menos que la de cualquier ciudadano de aquella generación que tuviera la dignidad suficiente para respetar el acuerdo social de entonces, y el ímpetu necesario para decir NO a quienes, en su locura, se creen con derecho a imponer por la fuerza de las armas sus ideas.

Pero este español de su tiempo y universal por sus versos, tuvo el merecido privilegio de sobrevivir al dolor, al miedo y a la infamia de los canallas a través de su poesía.

Cada vez que ésta se imprime en un libro, suena en una escuela, o se recita entre amigos, vuelve a renacer la llama vital de Miguel Hernández, y con ella, nuestra dolorida, pero nunca muerta dignidad.

Hasta siempre, ciudadano y compañero Miguel.

Nekovidal - nekovidal@arteslibres.net


 

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UN LUGAR EN EL MUNDO

UN LUGAR EN EL MUNDO

Guía, instrucciones o brújula para encontrar su lugar en el mundo:

No olvide que habita un universo paradójico donde es tan real y verdadera una afirmación como su contraria. Aprenda a buscar la paradoja que se esconde tras cada acto, cada causa y cada consecuencia y descubrirá un extraño y asombroso juego.

El pasado sirve para aprender y el futuro para tener ilusiones, úselos adecuadamente mientras permanece prisionero del presente.

Existen hechos y posturas más o menos vitales, más o menos sanas, pero no buenas o malas. Bien y mal son sólo algunas de las tantas fantasías de nuestra mente, y juzgar y condenar lo diferente, una vía segura al integrismo mental. Admita la diferencia y unicidad de todo ser vivo, no hacerlo le llevará a encerrarse en la certeza y a renunciar a los beneficios del dudar.

No pierda la curiosidad, si no la tiene es porque todavía no ha encontrado su juego vital, el que le hará crecer. Búsquelo.

Para perdonar hay que comprender, y la capacidad de comprensión, tanto como cuanto deseamos, están limitados por lo que hemos percibido anteriormente. Si no lo admite, permanecerá encerrado en los límites de lo vivido, limitando así lo por vivir.

Todo individuo crea su propia ética, tiene su razón y está convencido de ella, y todas son dignas de respeto. Sólo la ruptura de acuerdos sociales no debe ser pasada por alto, sería un suicidio colectivo siendo, como somos, una especie gregaria.

Juego y arte son una misma cosa, disfrute de todas las creaciones, pero no mitifique ninguna ni a ningún creador, pondrá límites a su juego y desperdiciará la riqueza del mismo.

Puede engañar a los demás, e incluso engañarse a si mismo, pero la vida no admite trampas: Intente nunca hacer daño, el tiempo le devolverá cada egoísmo, cada crueldad, en el momento y forma que menos lo imagine. Si es realmente inevitable, que sea el menor posible.

Aprenda a diferenciar lo necesario de lo prescindible, lo importante de lo superfluo, los pequeños placeres de los grandes. Luego, elija.

Sea modesto en el aprendizaje, no crea que ya sabe porque cargue a sus espaldas muchos años o experiencias, siempre queda algo por aprender. Respirar, amar, perdonar, conocerse a si mismo, compartir o ser libre, son artes cuyo aprendizaje requieren toda una vida, y siempre nos queda alguna lección pendiente.

Aprenda a domesticar las costumbres, que son, al tiempo que nuestras cadenas, la llave para nuestra liberación. Somos lo que creemos y creamos. Si imagina lo mejor que su mente pueda concebir, y lo pone en práctica, terminará siendo lo imaginado, sólo necesita convertir esa idea en su costumbre y la costumbre la transformará en su realidad.

Viva y deje vivir, y tómese su tiempo para ejercitar ese arte, no caiga en la trampa de creer que ya lo sabe, es parte del examen final de cada ser humano.

Todo universo necesita un equilibrio más o menos estable, incluso los universos paradójicos: búsquelo en cada acto, en cada gesto, en cada pensamiento, cuando lo encuentre ya tendrá en sus manos su mapa interior, el detector de todas las fantasías y realidades.

No se desoriente si se encuentra con otros seres convencidos de saber exactamente cual es su lugar en el mundo, mientras, con tanto tesón como desorientación, giran en círculos.

Y si al final, a pesar de todo, no encuentra su lugar en el mundo, recapacite, tal vez esté buscando en el lugar equivocado, posiblemente demasiado lejos: ese lugar tan abstracto y dificilmente localizable suele estar mucho más cerca: casi siempre, en nuestro interior.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net




Mi lugar en el mundo
 

Mi lugar aun lo busco

entre ríos y montañas

playas de arenas blancas y mares tranquilos, 

también en aguas borrascosas de cañones estrechos,

desaguando en cien lagos.

Mi lugar, que lugar, tienes tu un lugar?


 

Lo he buscado por siempre y por siempre he andado,

busco y busco, las manos extendidas, los corazones abiertos, 

la caricia torpe, la luz de las miradas, lo he buscado, lo busco, 

lo he buscado, lo busco.

Encuentro sugerencias, suspiros encontrados, encuentro mil razones 

en la sin razón de la nada, lo busco, lo busco, lo sigo buscando,

mi lugar en el mundo.

Uno de tantos días con el paso del tiempo, encuentro que, no encuentro las manos extendidas,

los corazones abiertos, las caricias sin dueño, la luz de las miradas........ 

y acunando mis sueños, 

ilumino mis ojos y extiendo yo mis manos,  abro mi corazón al viento,

regalo mis caricias sin condicionamientos 

y entonces me doy cuenta que esta vez es lo cierto, 

mi lugar en el mundo es así que lo encuentro. 

 

Alicia Gaona

 

 

Tu lugar en el mundo

Solía llevar el pelo suelto,arremolinado,con los mechones castaños casi cubriéndole el rostro.

La veía cada mañana desde el fondo de la calle ,caminando a paso ligero,hasta el lugar fijado para nuestro diario encuentro.Ibamos juntas al instintuto y aprovachábamos esos minutos de trayecto para hablar de cualquier cosa,antes de hundirnos en las páginas de

los libros.En clase de literatura retomamos rapidamente el comentario sobre la figura de Bodelaire que el día anterior habíamos dejado a medias por falta de tiempo.

Nuestra profesora,una incondicional de dicho autor retomó el comentario de sus obras con vivo interés contrariada por el despiste de la amyoría de nosotros ,más preocupados por otras cosas en ese momento.Como nuestro aspecto,por ejemplo.la imagen que dábamos a los demás era nuestra preocupación fundamental en aquellos días .Y visto desde ahora siento una mezcla de sincera melancolía y cierta vergüenza por lo repeptitivo que somos en cada una de las fases de nuestra vida.y lo tercamente previsibles,atados sin darnos cuenta a la doble cuerda de la cultura y la costumbre.No descubrimos nada nuevo al mundo.En aquellos días los descubrimientos eran personales y casi intransferibles; descubríamos nuestro cuerpo y nuestros deseos,llevados casi por impulsos ciegos.Y ahora me pregunto si no será siempre así,incluso ahora, aunque medie ya lo experimentadoy vivido.

La profesora recitaba ahora poseida por una especie de mudo extasis un poema que según nos había explicado correspondía a su obra más imporatante “Las flores del mal”

 

Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!

 

En aquellos días próximos a la primavera,cuando ya podíamos escuchar desde las ventanas el canto de los pájaros,aquellas palabras leídas con delectación consiguieron por unos instantes despertarme de mi letargo existencial.Los poetas,seres malditos,

aferrados a la búsqueda de la belleza y la trascendencia.Inbuidos en el leguaje cifrado el mundo,buscando siempre el hilo conductor de la existencia.Cuestionando lo visible y lo invisble;enfrentados siempre a la lógica ,rastreando como buscadores de tesoros la esencia misma de la existencia.

Mi atención se disipó de nuevo entre las risas de alguno de mis compañeros; Carlitos

que detestaba que lo llamara así se revolvía en su asiento.Me gustaba ese tontorrón engreído;que lograba que nos creyeramos cualquier cosa cuando él se lo proponía.

En cierto modo lideraba nuestro grupo, compuesto por dos chicas y tres chicos.

No eramos conscientes entonces(y tampoco ahora en la mayor parte de los casos)de que ibamos trazando los contornos de nuestra vida.Y de que una vez trazados aunque fuese de esa forma inconsciente ,todo lo que quedaba por hacer consistía en rellenar esos huecos con vivencias.Y así con la banalidad propia de los días que pasan sin que ocurran grandes cosas,se iba moldeando nuestro carácter,como una masa de barro fresco.

Y transcurrían los días y Ana seguía apareciendo al fondo de la calle con los mechones castaños arremolinados en el rostro y yo la veía llegar aún adormilada con pesadumbre y expectación .Deseando contarle y que me contara.Deseando encontrarme frente a frente con Carlitos,bucear en sus ojos de caramelo.Reir con todas mis ganas con sus tonterías de adolescente fanfarrón,disipar con esa risa todos mis temores.

 

Begoña Ramírez

 

 

MI LUGAR (tertulia)

¿Mi lugar?

¿Mi lugar en el tiempo y el espacio?

¿Ese lugar con su arriba ,su abajo,su delante su detrás

Su derecha y su Izquierda?

 

¿Te refieres a ese lugar?

 

Ese lugar podrá estar cerca de aguas claras que corran del deshielo.

O bien cerca del mar.

Tendrá que haber un árbol ,

De  tronco grande y seguro al que abrazarme,

Y frondosas ramas que me protegerán de la lluvia y del sol

De las cuales  solo  me apartaré si caen rayos.

Sus raíces estarán bien arraigadas , profundas en la tierra,

No estará trasplantado ,ni desubicado.

Me cuidará ,lo cuidaré, nos cuidaremos

Para cuidar de los pájaros,

De las flores ,de los olores ,de los colores.

 

En mi lugar común ,el más común de los lugares,

Habrá gentes sencillas e inteligentes como ustedes ,

Con quienes conversar.

Les ofreceré en gesto hospitalidad 

Queso azul ,vino  blanco fresco y pan recién horneado.

 

Habrá Paz donde la Haya,

 

Mi lugar con estas premisas podrá estar en cualquier parte

Pero que nadie me marque cual es

Porque ,hasta ahora  ,he sabido, independientemente del lugar

Ser y  estar

Donde yo esté,como tú Baltasar,

Habrá lugar,

Procederá.

Es de ley.

Soy legal

Soy leal.

MCM


 

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DE LA PUBLICIDAD

DE LA PUBLICIDAD
 

Hay que reconocer que los publicistas, la mayoría de las veces, tienen merito. En un breve lapso de tiempo ,en la televisión este es oro, nos cuentan una mini historia que pretende convencernos de las bondades de tal o cual producto para que lo compremos.

Pues bien de un tiempo a esta parte están cometiendo a mi entender errores que deshacen el trabajo de muchos años del gremio.

Así en el anuncio del queso Philadelphia ,que se desarrolla en el paraíso ,se desayuna a las 8 AM. ,y además el ángel (con sexo en este caso ,o sea Ángela) tiene que seguir contando las calorías como si de una vulgar mortal se tratara para constatar que ese producto lácteo tiene 40% menos calorías, no ya que la rica mantequilla, sino que la más triste de las margarinas.

Lo siento ,no era este mi concepto de paraíso .Desayunar ,si es que hay que desayunar ,a partir de las 12h00 A..M. ,a poder ser en la cama ,con vistas al mar ,salmón sobre tostada de mantequilla y una bolitas de caviar y un buen cava o champán que el paladar no entiende de fronteras entre viñas y cuevas..Con alguna fruta exótica fruta : fresas ,si hay Oporto para mojarlas mejor o   piña  ,o kiwi o mango . Después un buen café aquí si con un gran croissant francés. A dormir otra vez debajo de un mullido edredón o sobre un sabana de hilo fino y  ya se verá lo que se haga después que el paraíso no puede ser aburrido... 

Y si no al infierno ,donde supongo habrá buenos chuletones de Ávila a la parrilla. 

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Hay actualmente otro anuncio también de un producto lácteo que es la contradicción levada a grado superlativo de sublimación.

Se trata de un queso azul :Roncari blue. La argucia publicaría trata de convencernos de la bondades de un queso azul elaborado en España .

No dudamos de las bondades de tal manjar ,después de todo las fronteras son un invento del hombre y el clima y las cuevas a este y otro lado del pirineo no deben ser tan diferentes .Pero si es un buen queso azul ¿a que viene llamarle Roncari blue y no azul de España?¿Será para no confundirlo con el añil ,o el blanco España?

¿A que viene que la presentación ,el envoltorio y el anagrama sea un plagio del queso Société Roquefort?

Francamente es para no entenderlo.

Tampoco encuentro demasiado afortunado el anuncio del suavizante con aroma a colonia Nenuco. En el una madre para que el niño se duerma se quita una prenda y la pone el la cuna al lado del bebe .Por una parte me parece peligrosa la maniobra ya que deja el jersey a la altura de la carita del niño con el riesgo que ello conlleva de que este se la eche encima y se asfixie y por otra parte me parece inútil puesto que las prendas del bebe también se lavan con dicho suavizante  con lo cual no se distinguiría deferencia entre los aromas .

En fin ,lo bueno de todo esto es que ,si la publicidad no nos convence de que compremos, al menos nos sirva para seguir siendo críticos  ante la “caja tonta”que tan embrutecidos nos tiene . 
 

Mari Carmen Martínez

 

 

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EL SECRETO DE LA VIDA

EL SECRETO DE LA VIDA



por Diego Pérez Sánchez

Entró en la caverna, decidido a descubrir de una vez por todas, el misterio de la creación. No radicaba, de eso sí que no le cabía la menor duda, en la repetición, por eso sabía que tenía que alejarse de su ego, siempre buscando reflejos y espejos en los que proyectar su engreído sí mismo, el mismo que, buscando seguridad, repetía los mantras en aquel monasterio donde le llevo su engañosa búsqueda. No, no era buscando en el pasado, ni en nada conocido, donde podría encontrar lo desconocido, lo verdaderamente creativo y nunca visto. Sólo en aquella caverna podría desvelar los misterios, deshacerse de las sombras que perseguían sus días.
Entró, sin pensarlo más, como atraído por un fuerte imán hacia el centro de la tierra. ¡Qué curioso que en los libros de astrología se hiciese tanto hincapié en el sol y la luna, en planetas y estrellas lejanos, y no se mencionase la tierra! Como por nuestro ego, estamos tan penetrados por ella que ni la vemos. Pero está ahí, y nos sujeta con su fuerza geocéntrica, impidiéndonos volar, como una madre temerosa y cauta.
El pasillo se hacía cada vez más angosto y la oscuridad enunciaba su triunfo, lenta pero confiada, inexorable, envolviendo su temblorosa decisión. No tenía miedo, ¿qué podía pasarle? En el peor de los casos, y si no encontraba nada, siempre podía volverse atrás, a la monotonía de sus días, la vacuidad de sus noches, el cómodo desamparo de lo conocido.
Siguió penetrando más y más los entresijos de aquella gruta, de la que había desaparecido ya todo rastro de luz diurna, pese a que el sol brillaba en su cenit.
El frío de aquella noche inviolada le calaba los huesos y su piel tensa, impulsándolo a moverse con mayor rapidez, siempre adelante. Empezó a olvidar el tiempo que llevaba dentro de aquella caverna, caminando con prisa, siempre hacía dentro, como buscando el fondo. El estrecho pasillo descendía efectivamente, con una inclinación vertiginosa, pero esto, más que detenerlo, lo invitaba a avanzar. El frío se fue trasformando en calor: sin apenas percibirlo se encontró ardiendo, abrasado por la luz.


 

EL SECRETO DE LA VIDA

Entró en la caverna, decidido a descubrir de una vez por todas, el misterio de la creación. No radicaba, de eso sí que no le cabía la menor duda, en la repetición, por eso sabía que tenía que alejarse de su ego, siempre buscando reflejos y espejos en los que proyectar su engreído sí mismo, el mismo que, buscando seguridad, repetía los mantras en aquel monasterio donde le llevo su engañosa búsqueda. No, no era buscando en el pasado, ni en nada conocido, donde podría encontrar lo desconocido, lo verdaderamente creativo y nunca visto. Sólo en aquella caverna podría desvelar los misterios, deshacerse de las sombras que perseguían sus días.

Entró, sin pensarlo más, como atraído por un fuerte imán hacia el centro de la tierra. ¡Qué curioso que en los libros de astrología se hiciese tanto hincapié en el sol y la luna, en planetas y estrellas lejanos, y no se mencionase la tierra! Como por nuestro ego, estamos tan penetrados por ella que ni la vemos. Pero está ahí, y nos sujeta con su fuerza geocéntrica, impidiéndonos volar, como una madre temerosa y cauta.

El pasillo se hacía cada vez más angosto y la oscuridad enunciaba su triunfo, lenta pero confiada, inexorable, envolviendo su temblorosa decisión. No tenía miedo, ¿qué podía pasarle? En el peor de los casos, y si no encontraba nada, siempre podía volverse atrás, a la monotonía de sus días, la vacuidad de sus noches, el cómodo desamparo de lo conocido.

Siguió penetrando más y más los entresijos de aquella gruta, de la que había desaparecido ya todo rastro de luz diurna, pese a que el sol brillaba en su cenit.

El frío de aquella noche inviolada le calaba los huesos y su piel tensa, impulsándolo a moverse con mayor rapidez, siempre adelante. Empezó a olvidar el tiempo que llevaba dentro de aquella caverna, caminando con prisa, siempre hacía dentro, como buscando el fondo. El estrecho pasillo descendía efectivamente, con una inclinación vertiginosa, pero esto, más que detenerlo, lo invitaba a avanzar. El frío se fue trasformando en calor: sin apenas percibirlo se encontró ardiendo, abrasado por la luz.

Diego Pérez Sánchez


 

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PRINCIPIO ABIERTO- 5

PRINCIPIO ABIERTO- 5 (Nekovidal- M.C. Martínez)
 

Meditaba el otro día sobre lo curioso de nuestra naturaleza y lo azaroso de cuanto nos rodea. Con más voluntad que argumentos intenté encontrar el lado positivo de cuanto sucede, de algunas de las cosas que a diario nos indignan, sin caer en la cuenta de a lo que dan lugar.

Valga de ejemplo el caso del juez Garzón: Luis Moreno Ocampo, el fiscal de la Corte Penal Internacional, llevaba años detrás de Garzón, invitándole una y otra vez a que pasara a formar parte de un organismo imprescindible para dar un paso social evolutivo para la Humanidad: no dejar impunes los asesinatos masivos de otros seres humanos. “Explicándonos como investigó a ETA y a los Gal, nos será de gran ayuda para poder investigar tramas similares en el resto del mundo”, afirmó el fiscal.

El caso Garzón ha venido a demostrar dos hechos ya incuestionables: que en España existe separación de poderes e independencia judicial, al menos cuando gobierna un partido socialdemócrata que se tiene por socialista y, la más dolorosa, tal y como han venido afirmando durante años quienes parecían los más radicales de entre los españoles y que han resultado ser los más objetivos: la Transición española ni se hizo bien, ni era tan digna de alabanzas como pretendieron vendernos. España sigue siendo el único país de Europa donde una forma dictatorial no ha sido condenada por uno de los dos partidos mayoritarios, el único donde las estatuas de un dictador genocida han sido eliminadas lenta y paulatinamente a lo largo de treinta años, y el único donde la memoria histórica se ha conservado y manejado tan mal, que algún joven español no tiene todavía claro que Franco era un dictador al mismo nivel que Mussolini, Hitler o Stalin, diferenciándoles sólo el número de víctimas, pero no su voluntad de matar.

Pero ahora, y a pesar de esa vergonzosa situación, culminada con el esperpéntico juicio a Garzón, éste se encuentra en La Haya, y desde ahí podrá, sin duda, ser mucho más útil a la Humanidad. Que así sea.
 

El segundo caso llamativo es el de la crisis: a estas alturas resulta evidente que ni se va a recuperar el dinero robado ni se van a cerrar siquiera las cuevas de ladrones en que ha sido escondido, los paraisos fiscales, un veinte por ciento de la riqueza mundial. Para colmo, las medidas que se toman hacen pagar las consecuencias del saqueo a las víctimas del mismo, a quienes ya pagaron y siguen pagando de sus bolsillos las enormes sumas de dinero público necesarias para asegurar que siga funcionando un sistema que ha demostrado ser, además de ineficaz y obsoleto, cruelmente injusto. Se aprovecha para recortar leyes, derechos y prestaciones sociales y, en algunas ocasiones, se pregunta uno si no estará alguien midiendo por igual nuestro nivel social de paciencia y de estupidez. A pesar de ello, apenas hay manifestaciones, salvo algunas ocasionales y con poca asistencia. ¿Manifestaciones contra quién? , se preguntan algunos: los ladrones están bien protegidos por las leyes que los políticos, sus servidores, hacen a su medida.

Paralelamente recordaba las manifestaciones contra la invasión de Irak, y ahí he encontrado la parte luminosa de esta historia: resulta que salimos por millones a las calles de todo el mundo para protestar por una injusticia que no nos afectaba directamente a nosotros en ese momento y, de hecho, se suponía que conservaría nuestros privilegios durante unos años más, pero dijimos: “No, no queremos gasolina manchada de sangre en nuestros automóviles”.

Así somos, esa es la parte enternecedora que no solemos pararnos a mirar de nosotros mismos: nos movilizamos indignados ante una injusticia que afecta a otros, pero no reunimos esa fuerza para salir a la calle cuando se nos está robando delante de nuestras narices . . . así somos, y no nos vendría mal no olvidarlo, sumergidos en un sistema que intenta mantenernos cuando no indignados, amargados y asustados, todos ellos sistemas muy efectivos para reducir nuestra capacidad de crítica, raciocinio y análisis.

Esos detalles, algunos regalos del azar, como el caso Garzón, y otros espejo directo de nuestra naturaleza, deberían hacernos comprender que, a pesar de todo, y posiblemente por caminos largos y hasta sangrientos, esta especie evoluciona, con sus errores y miserias, con su terquedad, sus miedos y su ceguera.

Tal vez sea verdad que nos espera un paraíso en esta tierra, y hacia allí, aunque sea lentamente, nos dirigimos . . .

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net
 

Y si no, al infierno, donde, supongo, habrá buenos chuletones de Ávila a la parrilla y buen riojilla... Mari Carmen Martínez

 

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LOS LIBROS PLÚMBEOS

Los libros plúmbeos (relato epistolar)

 Franjamares

Por la cuidad cunde el rumor del nuevo descubrimiento. Es un ejemplar excelente el ahora hallado en unas obras en el monte Valparaíso. Se trata de un libro en láminas de plomo llenas de círculos y estrellas con caracteres alineados donde predomina la caligrafía árabe. En estos nuevos textos desenterrados también se habla del apóstol Santiago, se citan nuevas revelaciones de la Virgen María y relatos de los santos de estirpe árabe Tesifón y Cecilio.

Es curioso que para abrir esta España, que cada día se cierra más en su armadura católica, hayamos tenido que recurrir a tales tretas. Granada es aire y esencia de una cultura que se niega a morir y que de hecho vivirá siempre inserta en el terruño y las gentes. Somos los granadinos viejos que no hemos podido o no nos dejan ser mudéjares, sino moriscos a juzgar y exterminar, que vivimos bajo la amenaza del destierro, y he de confesar, que no deseamos sino quedar en nuestras casas y nuestras tierras, porque nada consideramos fuera de la luz y el aroma de Granada… Somos pues un puñado de los nuestros con la ayuda de algunos castellanos los que ideamos el misterio de los documentos y reliquias, fuentes quiméricas que a modo de buen jofor, sirvan para la asimilación de nuestra idiosincrasia andalusí en el cuerpo de la cristiandad, forjada por la férrea horquilla del santo oficio.

Las primeras láminas con textos en árabe, latín y español, junto con unas reliquias, en plúmbea caja y con signos del mismísimo sello del rey Salomón, los encontraron adonde había que encontrarlos, en el derribo de la vieja torre Turpiana, alminar de la mezquita mayor de Granada. De ellos surge el personaje más señero de esta ya cuantiosa retahíla de descubrimientos de libros plúmbeos –que ahora culmina en el monte Valparaíso–, San Cecilio. Sobre el plomo se escribe de él que era de origen árabe, que se convirtió al cristianismo y que fue muerto con otros cristianos castellanos por los romanos. Mártir y santo, árabe y cristiano, la fusión perfecta para que los hijos de la granada mora sean considerados fieles conversos en la nueva Granada cristiana a imagen y semejanza del mártir San Cecilio.

A mi modo de ver la destilación de lo moro en lo cristiano es un hecho ineludible y necesario. El mismo fraile Juan de Yepes Álvarez*, pidió encarecidamente mis dotes como traductor aljamiado y conocedor de la tradición morisca para que lo acompañase a casa de una sibilina de Úbeda, conocida popularmente como la mora de Úbeda, y que atesoraba en sus entrañas toda la espiritualidad musulmana y la vía tasawwuf.

Este es por siempre nuestro sueño: la amalgama de ambas fuentes en las acequias de Granada, en los jardines y fuentes de esta ciudad. Una ciudad nacida en el Islam a la que tendremos que dotar de un pasado católico, para que la historia quede en tablas y que los moriscos seamos consentidos y asimilados sin podas irreparables o insufribles destierros.

Y si al final nada se consigue, o si la broma acaba siendo descubierta, y para colmo trocada en algún nuevo mito sobre el que cimentar el cierre definitivo de España –el triangulo: Santiago, Zaragoza y Granada–, que al menos permanezca en la sangre de las nuevas generaciones lo que nunca podrá desleírse; no ya la depurada filosofía, no ya la religión del profeta, ni siquiera los modos, comidas y artesanías, o los grandes palacios y obras de arte… sino el cúmulo cultural de un largo pretérito muladí, que forma parte intrínseca de la esencia española, al punto de que España no podría ser de otra manera sin esos siglos andalusíes.

La historia tiende a seguir bebiendo de ella misma. Es una ley universal. Es la ley que solapa el tiempo y hace que las nobles ideas del hombre, de búsqueda, de trascendencia, sean siempre un centro común, por distintos caminos. La armonía universal une todas las dimensiones; nuestras almas no son católicas ni siquiera musulmanas, son la luz que brilla porque hay sombra y que tiene que reconocerse en su fulgor para brillar con más fuerza.

Que sea pues así, que el invento no se descubra, que se tolere la amalgama, que con todos nuestros sentidos girando sobre el alvéolo del corazón, sintamos una vez más el paraíso en los bosques de la Alhambra…

Y si no al infierno de los inquisidores, donde, supongo, al menos, habrá buenos chuletones de Ávila a la parrilla y buen vino de La Rioja…

Alonso del Castillo. Granada, año 1595.

*Juan de Yepes Álvarez: San Juan de la Cruz

…para saber más sobre esta apasionante episodio de la historia de Granada:

http://www.triforio.com/blog/difusion/los-libros-plumbeos-del-sacromonte



 

El viejo profesor Losada tiene una tarde áspera. Sus humores, acaso por las sequías esenciales de su bioquímica,  reflejan una tristeza indefinible que se expresa en forma de hosquedad ladradora e irritabilidad sin freno. Están organizando un acto colectivo donde expondrán sus trabajos literarios, y un profesor nuevo llamado Palomino ha hecho una propuesta: evitar los protagonismos, que las firmas queden solapadas al resultado creativo del conjunto; nada de nombres de autores, sólo el resultado de la obra colectiva. El ego del veterano profesor no logra, quizá no puede o no sabe, entender tal extremo.

Cuenta Losada 76 años de una vida en primerísima persona. Profesor reenganchado en dos ocasiones, siempre fue el sol de su universo particular brillando de día y de noche; el león de su manada con la fuerza en la melena y en su rugido potente, que siempre era la última palabra. El cáncer le ha mordido en las entrañas desde hace unos años y su lucha contra la enfermedad se libra en varios frentes. El fisiológico parece combatirse con las dolorosas sesiones de quimioterapia, que lo dejan extenuado. En el plano metal se ha atrincherado en el geocentrismo. Negándose al pútrido estanque de la decadencia física y psíquica, al reflejo repulsivo de la calva de la pelona que relumbra en el horizonte cada vez más cercano del final, el profesor coloca a su ego, exaltado como nunca, en el centro del mundo. Lo pone como eje central de todo, reforzando más que nunca un esquema mental construido tras largos años de lidia, de supervivencia dentro del sistema competitivo y materialista.

Por último, su alma de guerrero incansable apenas capta las señales que a gritos suenan por todas partes, incluso de manera redundante: “La importancia personal no es tan importante”; “tú eres otra cosa, Losada, y puedes ver el perfil de tu alma en el reflejo de los demás porque estáis hecho de lo mismo”; “olvídate de la muerte, existe pero no es, es parte de nuestra mentalidad: separada de la naturaleza, fraccionada de su concepción del conjunto, de la unidad”.

Esas voces pasan desapercibidas para Lozano, pero no la palabra pretenciosa del impertinente Palomino, joven profesor pletórico de vida, lleno de futuro y por su juventud de belleza. Una idea que al viejo le suena esnob y mojigata, y que en sus años de docencia ha visto surgir otras veces en personajes que luego labraron su nombre en oro en la puerta del despacho de su cátedra.

Losada apenas puede contener su indignación: es indecente el desprecio que de su autoridad como autor hace ese pollo con olor aún a fotocopia entre los dedos. Un nombre el suyo largamente cincelado tras los años, empapado ya de cuidado prestigio, y reescrito y escogido para albergar las páginas de su obra continuada, de su legado vital. ¿Cómo pretenden estos principiantes borrar de un plumazo su firma del proyecto?

–Estas sandeces ya las había oído antes –dice con los ojos inyectados de sangre poniéndose de pie–…Sepan ustedes que mi trabajo sobre los orígenes de la literatura son el resultado de treinta años de investigación, que están refutados por las mejores universidades del país y han sido distinguidos en varios premios. ¡Ahj! –ruge con ira mirando fijamente los ojos pardos de Palomino–. ¡Qué desfachatez! Cuanto trabajo ninguneado por cuatro jodidos advenedizos.

El joven profesor, que aguanta con calma su mirada, suelta sin más:

–Amigo Losada, hay que echarse más la siesta –y esboza una sonrisa de gazapo.

El gesto de Losada delata claramente su estado. Siente que esta vez es mucho peor. La impotencia parece ahora dominarlo, se siente viejo y ridiculizado. Su grito queda ahogado y corre resentido por sus venas, se enrosca en sus tripas y escapa por uno de sus ojos con una tímida gota que no quiere salir del lagrimal. En su olla bullen los pensamientos.

“Echarme la siesta: dice este jilipollas. Claro, para él es fácil, tiene tanto tiempo por delante. ¿Pero cómo puedo yo permitirme ese lujo? No podría gastar el tiempo que me queda entre sueños, en la inopia; tengo que vivir despierto hasta el último segundo. Dormir lo justo. ¿Y si no despertara?… ¿y si la reina del hades sumerge mis sueños en las aguas negras de la laguna Estigia, extinguiéndome para siempre entre ellas?

–Ustedes no tienen idea de nada. Saquen mi nombre de esa porquería –dice al cabo mientras se marcha cabizbajo y achacoso ante la mirada perpleja de los presentes.

–Disculpe, Losada –se exime Palomino–, no sabíamos que para usted es tan importante que figure su nombre… para su texto podríamos hacer una excepción…

–¡Colorín… colorado! –remata el viejo–. ¡Váyase al cuerno!

José Guerrero Ruiz


 

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EL OLIVO

EL OLIVO

Sombra tenue, de agradecer, perdida entre los terrones

Cuerpo torturado con cariño desde niño

Espiral dadora de vida y trabajo digno

Esclavo del esclavo

Testigo silencioso del tiempo, la adversidad y el suicido fortuito 

Cuerpo rígido y brazos flexibles en su firmeza

Peinado y repeinado por mil años

Golpeado nunca hasta la muerte para tomar tu fruto

Asidero de chicharras cantadoras bajo un calor agobiante

Negocio de terratenientes pan de pobre al-ham-du-li-lah

Omega 3 para las venas atascadas de estrés

Ser de buena madera poco bebedor

Hacedor, con tus semejantes alineado, de un paisaje pintado

¿Estabas aquí antes del diluvio?

¿Y después, estarás para contar a los que queden lo que pasó?

¿O caerás antes hecho trizas por el hacha del urbanizador?

Tengo que abrazarte un vez mas antes de irme. 
 

 Juan Pérez de Siles


 

 

EL OLIVO

LA CIUDAD DE ATHENAS ESTABA LISTA PARA ELEGIR UN DIOS QUE LE PROTEGIERA. ZEUS LO SABÍA.

PERO QUERÍA DELEGAR ,YA TENÍA DEMASIADAS RESPONSABILIDADES.

PENSÓ, QUE TANTO POSEIDÓN, COMO ATHENEA, PODÍAN SERLO .

ATHENAS ESTABA BAÑADA POR EL MAR ,PERO SUS CIUDADANOS ESTABAN LLENOS DE SABIDURÍA, VENERARÍAN A ATHENEA.

SABÍA QUE SI NO ERA POSEIDÓN, ÉSTE SE PODRÍA ENFANDAR Y PROVOCAR CUALQUIER CATÁSTROFE .

PERO, POR OTRO LADO, ATHENEA ERA SU FAVORITA. NO EN VANO HABÍA SALIDO DE SU CABEZA Y TENÍA TODA SU SABIDURÍA...O CASI TODA.

LO MEDITARÍA....LO MEDITÓ

LLAMÓ  A CONSULTAS A POSEIDÓN Y ATHENEA :

_A VER ,VOSOTROS DOS ,LA CIUDAD DE ATHENAS NECESITA UN DIOS QUE LA PROTEJA .HE PENSADO  QUE CUALQUIERA DE VOSOTROS  PODRÍA SER BUENO ,POR LO TANTO SERÉIS VOSOTROS QUIENES DESEMPATÉIS: DEBERÉIS OFRECERLE A LA CIUDAD UN PRESENTE, QUE NUNCA OLVIDARÁ Y QUE HARÁ QUE DECIDA QUIEN,DE  VOSOTROS DOS, LA PATRONEE.”

ATHENEA BAJÓ, REFLEXIVA ,A LA TIERRA...

NO SE LE OCURRÍA NADA.ZEUS LA VIGILABA Y, VIÉNDOLA AFLIJIDA EN SUEÑOS, LE INSPIRÓ: BUSCA AYUDA ,BUSCA AYUDA ,BUSCA A DEMETER ,DEMETER... DEMETER...DEMETER...

ATHENEA DESPERTÓ  Y PENSÓ QUE ERA UNA BUENA IDEA.

- DEMETER ,¿ME PUEDES AYUDAR?, TENGO QUE IDEAR UN PRESENTE PARA LOS ATENIENSES...Y COMPITO CON POSEIDÓN

_ UN PRESENTE...UN PRESENTE, DÉJAME PENSAR ,¿CÓMO PODRÍA SER?

-TENDRÍA QUE SER ÚTIL EN VERANO Y EN INVIERNO.

EN VERANO DARÍA SOMBRA Y, EN INVIERNO, CON SUS RESTOS SE PODRÍA HACER FUEGO ,UN BUEN FUEGO QUE NO SE APAGARA FÁCILMENTE...TAMBIÉN SERVIRÍA PARA TALLAR UTENSILIOS...SI...

Y SUS FRUTOS SE PODRÁN COMER FRESCOS O PRENSADOS...

¿SE TE OCURRE ALGO DEMETER...?

_CREO QUE SÍ, ATHENEA ,CREO QUE SÍ  “.

OBSERVA...

DE LA TIERRA EMPEZÓ  A CRECER, PRIMERO, UNA RAMITA ,QUE SE FUE HACIENDO UN TRONCO ;A ÉL FUERON AÑADIÉNDOSELE HOJAS  PLATEADAS Y DESPUÉS FRUTOS VERDOSOS ,LILÁCEOS ,NEGROS...

AHÍ  LO TIENES ATHENEA, AHÍ TIENES TU PRESENTE :

ES UN OLIVO...DARÁ  SOMBRA EN LOS CALUROSOS VERANOS ,SUS RAÍCES BUSCARÁN EL AGUA PROFUNDAMENTE ,SU MADERA DARÁ BUEN FUEGO Y SE PODRÁ  TALLAR EN ELLA TODO TIPO DE RECIPIENTES. 

¿-Y SUS FRUTOS DEMETER ? ESTÁ AMARGO - DIJO ATHENEA- COMIENDO UNO ...

_ESTÁ  AMARGO AHORA. SI LO METES EN SALMUERA, SE PONDRÁ  DULCE...

Y SI LO PRENSAS Y LO FILTRAS, DARÁ  UN LÍQUIDO PARA ALUMBRAR EL ACEITE ,QUE TAMBIÉN SE PODRÁ  USAR PARA COCINAR Y PREPARAR REMEDIOS CURATIVOS...

ÉSTE ES TU PRESENTE ATHENEA , SUERTE CON POSEIDÓN.

-GRACIAS DEMETER ,GRACIAS... 

LLEGÓ  EL DÍA DE ENSEÑAR LOS PRESENTES . 

EL PUEBLO DE ATHENAS ENTERO, EN LA ACROPOLIS SE REUNÍO. ZEUS LIDERABA .

A VER, ENSEÑEN NOS SUS REGALOS

ATHENEA TIRÓ  DE LA TELA QUE CUBRÍA SU OLIVO Y LO ENSEÑÓ...

EL PUEBLO DE ATHENAS EXCLAMÓ  :¡OH!

ATHENEA EXPLICÓ  LAS PROPIEDADES DE SU PRESENTE Y A TODOS LES GUSTÓ....

-Y TÚ, POSIDÓN,  ¿QUÉ TIENES?

LA VERDAD ES QUE POSIEDÓN NO HABÍA PENSADO DEMASIADO .

-TENGO ESTO : CON SU TRIDENTE GOLPEÓ  LA ROCA Y, DE LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA, AGUA BROTÓ.

_ESTA FUENTE ES PARA QUE EL PUEBLO DE ATHENAS NO PASE SED Y PARA REGAR TU ÁRBOL...

_A VER,  DÁMELA A PROBAR -PIDIÓ ZEUS.

-¡PERO, SI ESTÁ  SALADA ,POSIEDÓN  ¿CÓMO SE TE HA OCURRIDO HACER BROTAR AGUA?  ...ERA DE ESPERAR SIENDO DIOS DEL MAR...

LOS ATENIENSES DIJERON UN ¡OHHHHH! , DESILUSIONADOS....

-POR LO INGENIOSO DE SU APORTACIÓN, ATHENEA SERÁ LA DIOSA DE ATHENAS -.DIJO ZEUS.

_ ESPERAD, PADRE -DIJO ÉSTA, SABIENDO LO QUE PODÍA DESENCADENAR LA IRA DE SU TIO POSEIDON ...

_SU FUENTE VENDRÁ  BIEN, SI NO TOCA LA TIERRA Y SÓLO SIGUE EN ROCA PARA ECHAR LAS OLIVAS EN SALMUERA ,NO ES UN MAL INVENTO DEL TODO...DÉJALA QUE FLUYA ,NO LA SEQUES PADRE.

Y ASÍ  FUE...

ATHENEA CON SU SABIDURÍA DEMOSTRÓ QUE, UNIÉNDOSE LOS DIOSES, ES MÁS FACÍL CONSEGUIR LAS COSAS.

QUE LA INTELIGENCIA PUEDE MÁS QUE LA FUERZA.

Y QUE CON SU OLIVO CONTENTÓ, NO SÓLO A LOS ATENIENSES ,SINO A SU PADRE, A SU TÍO POSEIDÓN ,A DEMETER, A VULCANO, QUE DESDE ENTONCES SACA DEL OLIVO LA MADERA DE SU FORJA ,Y A DIONISIO ,QUE ENCUENTRA BUENAS LAS ACEITUNAS PARA ACOMPAÑAR SU VINO EN LAS FIESTAS... A SU NO MADRE HERA,  Y A AFRODITA QUE TAMBIÉN USA EL ACEITE COMO COMPONENTE BÁSICO DE SUS FÓRMULAS DE BELLEZA...

VOLVÍO A TOMAR SU FORMA TERRENAL ,SE CONVIRTIÓ EN LECHUZA Y SE FUE A POSAR SOBRE SU ÁRBOL...INVITÓ A TODO EL QUE QUISIERA A MEDITAR DEBAJO...

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. SI A VECES, DEBAJO DE UN OLIVO ESCUCHÁIS RESPIRAR ,ES ATHENA QUE OS INVITA A LA SABIDURÍA ,A MEDITAR Y A QUE HAGÁIS AQUELLO QUE, A VIVOS O MUERTOS ,  PUEDA LLENAR DE PAZ...ATHENEA , SABIA ATHENEA, LECHUZA DE  SU OLIVO ,CON SU SOMBRA ,SU MADERA ,SUS OLIVAS ,SU PRECIADO ACEITE Y ... CON SU RAMITA DE LA PAZ.

CON EL TIEMPO DEFRAUDARIA A TODAS LAS MADRES ,PERO ESA ES OTRA HISTORIA... 

MARI CARMEN MARTÍNEZ

 

 

EL OLIVO

Hundías tus raíces en esta tierra mucho antes de que el primer humano dejara su primera huella.

Bajo tu sombra almorzaron felices y sudorosos campesinos, retozaron dichosas parejas, y hubo también, más de una vez, la sombra de un ahorcado.

Te hicieron los hombres símbolo de paz, de felicidad y de gloria, mientras con tus ramas tallaban lanzas y flechas que unos hundirían en los cuerpos de otros.

Adornaste testas coronadas, atléticos cuerpos, banderas y escudos milenarios. Te lucían con igual orgullo guerreros, poetas y pacifistas, mientras a lo largo de los siglos enseñaste al arrogante y olvidadizo ser humano una lección de modestia adornando por igual sus cunas y sus tumbas.

Viste pasar ante tí ejércitos sangrientos y largas filas de cautivos, tanto como niños corriendo tras sus juegos, procesiones, romerías y entierros, y a todos diste sombra y consuelo.

Tu sangre fue alimento de aristócratas y también de los campesinos que te cuidaron, fue luz en la oscura noche de los siglos, alimentando lámparas de modesta llama, bajo las que se escribieron poemas eternos.

Cuando el tiempo, creador de todo lo habido, pensó en dar al hombre un amigo, eligió, de entre toda la verde vida ancestral, un árbol, y ese árbol fue el olivo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

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LA CIGARRA

LA CIGARRA

 

Cantaba la cigarra

 Con su guitarra

 

Achicharrada en su olivo

La canción del olvido

 

Cantaba la cigarra su canción, bajo el sol abrasador del verano. Esa canción que aprendió de sus padres y estos de sus abuelos y así hasta el primer día que una cigarra cantó.

Contrariamente a lo que divulgaban las hormigas en sus ratos de ocio, la cigarra no pasaba el tiempo sin hacer otra cosa que cantar. Buscaba su alimento y disfrutaba de él mientras entonaba su eterna canción. Pero las hormigas no cantaban, trabajaban para su reina y su hormiguero, incansables, almacenando para el invierno. Así lo habían hecho siempre y esa costumbre no podía cuestionarse. Era una cuestión de supervivencia, decían. Y trabajaban sin cesar.

Cuando llegaba el invierno la cigarra dejaba de cantar y se adormecía en un sueño parásito. Las hormigas dormían también… pero ellas se lo tenían bien ganado.

Los años pasaban y las costumbres no cambiaban. Las cigarras cantaban incansables y las hormigas arrastraban sus fardos para que nunca les faltase en invierno. Cada primavera, una nueva reina salía del hormiguero y arrastraba tras de sí un ejercito de hormigas trabajadoras, que formarían otro hormiguero en algún lugar cercano, multiplicándose así sin cesar. Estaban muy bien organizadas. Tenían hormigas guerreras que se ocupaban de guardar su territorio que, debido a la creciente población de la especie, no dejaba de tener cruentos choques.

Las cigarras morían de una en una, con su escasa familia, en la crueldad del invierno.

Llegó el día en que la población de hormigas, debido a su excelente organización llegó a ser tan alta, que las luchas entre hormigueros eran continuas y, con la proximidad, llegaron las enfermedades.

Las escasas cigarras observaban los combates desde los olivos, y seguían cantando su incesante canción.

La comida empezó a escasear para las hormigas hasta tal punto que su alimento principal pasaron a ser los despojos de las batallas. Aprendieron a matar y que matando, podían alimentarse también en invierno. Llevó algunas generaciones, hasta que algunas hormigas olvidaron que trabajar, almacenando para su reina y el invierno, era el cometido de sus vidas. Dejaron de trabajar y mataban cada día hormigas de otros hormigueros para sobrevivir, hasta que fueron escaseando las hormigas y empezaron a matar a sus hermanas. Las reinas, cada vez más escasas de comida, empezaron a comerse sus huevos y finalmente dejaron de poner huevos y murieron.

La cigarra observaba todo esto muy extrañada. En cierto modo siempre había envidiado a las hormigas y a su capacidad organizativa, aunque nunca comprendió que no cantasen mientras comían. Eso le parecía muy duro. Cuando ya no se veía ninguna hormiga recorriendo los campos, la cigarra, en un momento de iluminación, se dijo:

-Ya me parecía a mí raro que se pudiera vivir sin cantar.

 

Diego Pérez Sánchez



 

La Cigarra o  “Desdeño las romanzas de los tenores huecos” 
 

Bla,bla ,bla , -cháchara, cháchara, cháchara. 

Hablaban ,menos cuando tenia que hablar ,no parecían felices.

Habían encontrado en Eco su aliada.

Solo veían por su mirada .

Repetían hasta el infinito,desde antes del verano, su incesante

Bla,bla ,bla – Cháchara,cháchara,cháchara 

La pena es que nunca le añadían nada...

Bla bla bla ,bla, bla bla,bla bla.

Cháchara ,cháchara,cháchara. 

Inútil cantar,

  Del coro de los grillos a la luna,

  Y  de las cigarras,

Entre las cuales ,Él ,no diferenciaba ninguna.

Por lo cual, Ella ,no apreciaba su cantar. 
 

Contextualidad: Espejos – E. Galeano

                             Retrato-A. Machado 

Mari Carmen Martínez

 

 

LA CHICHARRA
 

   Jerónimo comenzó a trabajar con los dientes de leche con un desparpajo y un amor al trabajo digno de encomio. Se puede afirmar que echó los dientes ayudando al padre en sus quehaceres. No sabía cuando era lunes o viernes. El desfile de los días se reducía a uno solo. Siempre con las botas puestas. Así toda una vida. Las vacaciones de rigor o la tapa en el bar con la cañita no llamaban a su puerta. Era una auténtica hormiguita atesorando unos remanentes para la vejez, para un futuro incierto, libre de zozobras y sobresaltos.

   En la familia no se conocía nada más que el trabajo, no había tiempo para encender un cigarro, eso lo dejaban para otra gente que tuviese a bien dedicarse a vivir la vida, a vivir como cigarras en el campo disfrutando del aire libre al amanecer y los aromas campestres riendo, bailando y cantando después de opíparas orgías, saciando de paso la lubricidad de sus apetitos.

   Jerónimo no tuvo tiempo de mearse en su rutina, de mirarse al espejo. El pelo le crecía sin control cubriendo las arrugas del día a día. Los hijos crecieron en sus raíces pero echaron por la calle de en medio contraviniendo su voluntad, yendo cada uno a su antojo por los vericuetos que vislumbraban más a su gusto haciendo de su capa un sayo. Desde los primeros balbuceos bailaban en la abundancia gracias a la hormiguita del padre viviendo una vida alegre, caprichosa, disfrutando a tope de los placeres más selectos.

   Los hijos no comulgaban con la teoría de la hormiga, preferían sacar pecho y el máximo provecho a lo que tenían a su alcance y conformarse con ello. Desde luego que la avaricia no les rompía el saco ni mucho menos, y vivían gozosos y sin preocuparse por el devenir del tiempo, por lo que disponían del tiempo suficiente para encender todos los cigarrillos del mundo. La agenda la tenían cubierta de lunes a domingo, no siendo devorados nunca por el hastío o la incongruente monotonía porque el canto per se lo llevaban sin darse una tregua en su corazón.

   Si se aplicase el aforismo, de tal palo tal astilla, a buen seguro que la hormiguita hubiera ahuyentado de buena gana y con todas las armas a su alcance a las chicharras que se enquistaron en las faldas de su montaña lanzándolas por otras majadas y oteros bien lejos de sus lares.

   En las isobaras del mapa de la existencia, como seres libres, se puede elegir entre un extremo u otro, o seguir la teoría aristotélica instalándose en los parámetros de la cordura sin caer a ciegas en los precipicios del abismo, navegando por diferentes meandros guiados si se quiere por una excelente brújula, por el prisma del término medio de la sensatez.

  José Guerrero Ruiz



 

La Cigarra o  “Desdeño las romanzas de los tenores huecos” 
 

Bla,bla ,bla , -cháchara, cháchara, cháchara. 

Hablaba ,menos cuando tenia que hablar ,no parecía feliz.

Había encontrado en Eco su aliada.

  Solo veía por sus ojos .

Repetía hasta el infinito,desde antes del verano, su incesante

Bla,bla ,bla – Cháchara,cháchara,cháchara 

La pena es que nunca le añadía nada...

Cháchara,cháchara,cháchara.

Bla bla bla ,bla, bla bla,bla bla.

Cháchara ,cháchara,cháchara. 

Inútil cantar, tanto del coro de los grillos que cantan a la luna ,

Como de las cigarras ,

Entre las cuales ,Él ,no diferencia ninguna. 
 

Contextualidad: Espejos – E. Galeano

                             Retrato-A. Machado

Mari Carmen Martínez 


 

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PRINCIPIO ABIERTO 4

PRINCIPIO ABIERTO 4 (Mari Carmen Martínez-Javier Martín Franco)


MUJERES MALTRATADAS 

Sobre este tema podría hablar pero no escribir demasiado ,escribir aun  le costaba. 

Cualquier cosa que quedara reflejada en algún tipo de soporte podría ser usada contra ella . 

No seria la primera vez,que a la primera de cambio usaban un informe medico para tirárselo a  la cara o que usaban en su contra información privilegiada ,que como una tonta había confiado a ,como no otro hombre ,con la esperanza de que no todos eran iguales . 

De nuevo defraudada... 

Los informes médicos afortunadamente los había destruido todos y la ley de protección de datos funcionaba ...Las amigas de los hospitales tambien...cuando él pedía información sobre su estado  la avisaban para que viera que estaba tramando .Tramaba siempre lo mismo  quitarle la custodia del hijo...

Un atajo de cobardes mal tratadores , coartadores de libertades ,eran ,para ella, a día de hoy todos los hombres ,todos menos dos claro : El   hombre de su vida, su hijo, y  otro un surgido  de la nada que a veces le prestaba su sofá y la consolaba con abrazos que no estrechaban ,con detalles de manzanas peladas... 

Porque los parimos nosotras que sino...se oía a menudo decir a si misma. 

Su muy primer Amor ,cuando acababa la primera etapa de la segundaría ,cuando ya sus caminos se desviaban le dijo en la escalera del instituto ,ante su declaración :” me olvidaras”.

No lo  había habido entre ellos ni un beso ni una caricia ,sino una ingenua complicidad de mutua ayuda ...Cuando se encontraban en el camino del colegio ella andando y el en bicicleta ,el se baja y seguía a pie. Cuando él no daba la talla en literatura o latín ela le ayudaba ,cuando ella no entienda como resolver una ecuación ella él quien se volcaba. No no lo había olvidado ,es más de vez en cuando lo seguía por Internet ,era ahora ,un gran matemático francés...

Su segundo Amor ,su amor no resuelto es que aún escocía en el recuerdo le dijo que se pondrá  gorda ,le presentó a Goytisolo ,con sus palabras para Julia, lo único bueno que hizo en aquella etapa...Cuando ella le dijo que quería viajar mucho le contestó que tenia muchos pájaros en la cabeza..pero ,para viajar había viajo ,el gordo ahora era él ...y colmo de los colmos de un pediatra no había podido tener hijos con su mujer...Pero como no en todo podía estar equivocada ni enamorarse de hombres vacíos ,había demostrado junto a su esposa que eran dignos de querer ,habían adoptado 3 niños ...3.

Y con el paso del tiempo la ayudo ,era a él y solo a él a quien debía no haber sido ingresada en ninguna institución cuando la violación...

Después se casó  ,con el hombre errado,porque le parecía mucho físicamente al anterior, porque tenia una casa ,porque quería huir de la de sus padres y porque al fin y al cabo su gran  Amor se había casado..Craso error  a los  2 días del matrimonio ya sabia que había sido un error con el tiempo las cosas fueron a peor.

Cuando aparecieron las taquicardias ,la de la noche peor ,por no alborrotar a familiares le dijo :”- Quedate con niño aquí , yo me voy en la ambulancia .”

  Llamó al servicio de urgencias y la trasladaron .

Ya motirorizada y el hospital la frecuencia era de 280 latidos por minuto ,y  se encontraba mejor...

Al mañana siguiente le pidió al cardiólogo que avisara su su segundo Amor ,respuesta de este: “No puedo bajar ,tengo mucha gente en la consulta...HOMBRES

Le hizo saber ,por escrito después, que no necesitaba un médico sino una mano amiga ,en esa mañana en alto riesgo.

Cuando su marido y una amiga fueron a recogerla al hospital él dijo: “¿ No ha sido nada verdad?

-no contestó  ella ,nada ... 

Solo por la tarde ,cuando ya había dormido y descansado algo ,al verla salir de la ducha (lo llamó porque se sentía mareada) ,entonces vio los morados de los 2 brazos donde había tenido los sueros y le preguntó  :”_Pero te han puesto sueros?

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No ,si al hospital fui ,a pasar la noche porque me apetecía...por variar de compañía...

Siempre le había gustado  la ironía ,siempre y aún en las peores circunstancias era capaz de ser sarcástica y socarrona... 

Tenia otros malos recuerdos de él ,pero para que contarlos  ,si en la calle pasaba por buena persona :que  cierto es el dicho :

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¿ conoces a fulano ?

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-si

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¿ Has vivido con él ?

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-No

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Entonces ,no lo conoces...

 

HOMBRES...

Los pocos buenos que conocía ,se le morían de cáncer ,a veces antes de comenzar a conocerlos siquiera.

Que extraña disposición del mundo que hace que tropieces con quien puedes querer y te lo arrebata sin previo aviso

Hubo una etapa de su vida en la que su jefe como lo hacia bien le cogió  celos y empañó sus recuerdos .Etapa en la tuvo que apartar a no pocos moscones cojoneros atraídos por la erótica del poder...hasta pasó por lesbiana porque se iba de cañas con una compañera que lo era...

Aveces la asaltaban ideas neo nazis de crear un buen banco de semen y que por ingeniería genética  seleccionar  solo a machos sanos  y sensibles  para perpetuar  la especie .

Luego se acordaba de un mundo feliz y se decía que cada vez  se acercaban más a él .

El mundo feliz de Huxley ,si pero sin hombres...bueno mientras alguien no inventara un útero artificial...

  Entonces sacudía  vivamente la cabeza y se deshacía de las malas ideas...No podía permitir que  los hombres le  provocaran en ella esas ideas, era volverse como ellos... 

   ¡NO! 

Ni uno ,no ponía la mano en el fuego por ninguno... pero tenia un hijo y era su único motivo para vivir ...incongruencias de la mente humana...Esperaba no equivocarse y tener que decir algún día “_ TU QUOQUE ... 

Había sido violada física y psiquicamente y vivía asqueada ,viviría asqueada sino el resto de su vida si por muchos días.

Solo evitar le el calvario por el que había pasado, por el que aun pasaba, a otras mujeres , la consolaba ...

Por eso no obstante, todavía  lo intentaba a veces lo intentaba.

Pero hasta en el ultimo intento se sintió ultrajada por alguien quien supuesta mente pretendía ayudarla . ¡Valiente ayuda !Esta vez se había hundido psicologicamente , había naufragado ante un prototipo de mal tratador psíquico ,quien encima decía pretender ayudarla ,cuando lo único que intentaba era cortarle las alas ,hacerla vivir según su modelo,decirle cuando follar , (1 vez al mes ) y que encima pretendía hacerle creer que eso era Amar ... y para colmo enseñarle.

Valiente maestro en el Arte de Amar... .Si amar sabia ,lo que no se había sentido nunca era amada  ..uff pero eso tambien ya había , ya había pasado.

  Aún no sabe si el escozor que todavía siente en su entraña cuando un hombre la abraza desaparecerá algún día, o si es ya parte de su mente. Quizá por ello visita a mujeres maltratadas a las que escucha y asesora, aprendiendo con ellas que la venganza no cura las heridas, sino que acaso sólo las alivia por momentos, prolongando su recuerdo. Quizá espera que en un futuro ideal, más allá de sus sueños, surja un nuevo mundo, un orbe de armonía y perfección donde sane por siempre la herida abierta.



 

PRINCIPIO ABIERTO 4 (José Guerrero Ruiz-Javier Martín Franco)
 

NASTY

   Nasty tenía ampollas en las manos y vejigas en la boca. No podía continuar con esa sarna que le picaba demasiado en sus proyectos nublándole el horizonte. No podía caminar así. Se lió la manta a la cabeza, se pintó los labios, cogió su pequeña maleta y se embarcó rumbo a lo desconocido. Anhelaba respirar otras fronteras, otros paisanajes, y se fue a países ricos, según le habían contado, con intención de labrarse un futuro más halagüeño y esperanzador. No soportaba por más tiempo la cochambre en la que se hallaba atrapada.

   Había visto reportajes y películas de países lejanos impregnados de un brillante ambiente, de leyendas fantásticas, de paraísos servidos en bandeja y un resplandor tentador la sedujo de tal modo que se le mudó el color de la piel lanzando los dardos de su interés a ese núcleo vital, y tiritaba de emoción pensando en aquellos idílicos parajes donde vislumbraba un rico maná con el que saciaría su endémica hambre y la miseria que la enmascaraba con una fiel tortura.

   Sus padres trabajaban de sol a sol y a malas penas podían sobrevivir, o caer en la tentación de comprarle un sencillo vestido para mitigar su frío amargo o calzarse unos rudimentarios zapatos.

    Nasty llegó en un vuelo patrocinado por una firma de moda que, ofreciendo las mieles del confort en los más excelsos escaparates repletos de excelencias y bocados de enriquecimiento, se encargaba primordialmente de extender sus tentáculos firmando un contrato de trabajo a las personas que se alistaban desde su lugar de origen, o llegaban de allende los mares con las manos vacías y la cabeza llena de exuberantes expectativas de ensueño.

   Al poco de llegar al nuevo territorio Nasty fue alojada en un almacén de las afueras de la ciudad, al igual que las demás compañeras, donde se guardaban toda clase de herramientas y utensilios, tractores, cachivaches, sacos descoloridos, coches viejos, cajas con productos que no se sabía lo que contenían pero que por la apariencia delataban algo que exhalaba un agrio aroma, un no sé qué que no era apetecible para nadie ni del que se pudiese uno fiar pues apuntaba atisbos de sustancias raras, acaso de contrabando, sustancias a todas luces prohibidas que las introducían clandestinamente burlando la vigilancia policial.

   El caso era que Nasty acababa de llegar a su nueva y ansiada casa empujada por la precariedad que le apretaba el cuello y no tenía más remedio que adaptarse a su nueva situación si quería seguir viva, que junto a las nuevas compañeras que acababa de conocer sería allí y con ellas donde tendría que abrirse un futuro mejor.

   Por la noche le ordenaron que se lavase a conciencia todas las partes de su cuerpo en el único grifo que había en el almacén utilizando para secarse una áspera y deshilachada toalla y a continuación se perfumase especialmente en las zonas más recónditas con unos frascos que le habían colocado en una caja que yacía como un veneno ubicada en un rincón. Todavía no se había percatado de la encerrona, de las músicas que le iban a acompañar en las primeras actuaciones, cuando obligada por el encargado se dispusiera a asistir al local donde los clientes que acudiesen a ver el “mira quién baila” le echasen negras flores o una lluvia de rijosas miradas de todos los colores hasta el punto de que descorazonada se le cayera el techo encima pudiendo sucumbir por mor del murmullo silencioso que se montase en aquel burdel entre aluviones de borracheras y gente sin escrúpulos compartiendo el sórdido local, desfilando ligera de ropa y cargada de vergüenza siendo lanzada al circo de las fieras a luchar como pantera domesticada con todo en contra, teniendo todas las de perder en aquel lupanar, porque el engaño y la falsa moneda de la estafa habían escalado tan alto que la caída del muro la aplastaría sin remisión. Era algo que no se lo podía ni imaginar.

   La familia no sabía el paradero y todos los días le preguntaba al cartero si traían noticias de Nasty recibiendo la negativa por respuesta, deslizándose por los acantilados de una sombría pena que no podían superar.

   Una noche la sacaron a la calle y la azotaron porque le había venido la regla sufriendo unos horribles espasmos y no podía levantarse del asiento cuando algún cliente llegaba solicitando sus servicios. En ese momento reaccionó con la uñas y se las clavó en el cuello de aquel buitre que la picoteaba en las entrañas de suerte que casi lo estrangula, por lo que fue retirada inmediatamente de la sala pasando a un reservado donde fue vapuleada con saña por el vigilante de turno.

   Ella chapurreaba entre dientes palabras ininteligibles, pues no conocía aún el nuevo idioma, pero a malas penas articulaba desesperada unos monosílabos que traducidos  venían a atestiguar algo así, p o r f a v o r e  m i s e r i c o r di a n o a g u a n t o m á s y qui e ro morirme de una puñetera vez.          Finalmente se desmayó rodando por el frío mármol con síntomas de haberse convertido casi en un cadáver, abrazada como estaba al polvo del mármol que masticaba si no fuera porque aún entre tinieblas se vislumbraban deshumanizados suspiros de esperanza.   José Guerrero Ruiz

   Aún no sabe si el escozor que todavía siente en su entraña cuando un hombre la abraza desaparecerá algún día, o si es ya parte de su mente. Quizá por ello visita a mujeres maltratadas a las que escucha y asesora, aprendiendo con ellas que la venganza no cura las heridas, sino que acaso sólo las alivia por momentos, prolongando su recuerdo. Quizá espera que en un futuro ideal, más allá de sus sueños, surja un nuevo mundo, un orbe de armonía y perfección donde sane por siempre la herida

Franjamares



 

PRINCIPIO ABIERTO 4 (Alicia Gaona-Javier Martín Franco)

Estaba allí quien sabe cuanto hacia, había ingresado un día cualquiera manoseada y humillada, violada y maltratada, nunca pudo darse cuenta de como había llegado a esa situación, en que momento las palabras amables y cariñosas se tornaron en reproches y ofensas, cuando fue la primera vez que la golpeo y menos la razón, había razón?...... En ese momento ella creía que si, su autoestima era bajísima, le habían enseñado en su infancia a temerle al padre, a atender a su hermano menor, los varones, los varones siempre marcando un liderazgo no ganado, solamente otorgado por haber nacido en el sexo creído superior.
Igualmente ella también era culpable, se había sometido haciendo todo y mas por tenerlo contento, si era la comida siempre para el era lo mejor, aun en desmedro de sus propios hijos, si era la ropa, en la calle pensarían que era un duque, nada alcanzaba...... "ni señora en la mesa, ni puta en la cama" como solían decir sus vecinas y ella seguía esforzándose en hacer todo cada vez mejor, pero nada alcanzaba. El menor descuido era el pasaporte a la violencia y ella solamente callaba.
Cuando ingreso estaba medio muerta pero los médicos y los servicios sociales se habían esforzado en salvarla, salvarla para que?  para quien?  no lo sabia, sus hijos aunque adolescentes, ya caminaban solos por la vida, el hogar violento los había arrojado a la calle a buscar refugio en hogares de amigos y familiares, mas placenteros y apacibles. Prácticamente no paraban en casa, estuviera ella o no.
Y el, ahora si, pasaría largos años entre rejas........
Eso no le devolvería su risa cantarina y sus sueños de amor, no le devolvería el respeto de sus hijos, ni la alegría de sentirse mujer, difícil asunto aquel de acercarse a otro hombre, si, si, difícil ya que ella . . .

Alicia Gaona


Aún no sabe si el escozor que todavía siente en su entraña cuando un hombre la abraza desaparecerá algún día, o si es ya parte de su mente. Quizá por ello visita a mujeres maltratadas a las que escucha y asesora, aprendiendo con ellas que la venganza no cura las heridas, sino que acaso sólo las alivia por momentos, prolongando su recuerdo. Quizá espera que en un futuro ideal, más allá de sus sueños, surja un nuevo mundo, un orbe de armonía y perfección donde sane por siempre la herida abierta.

(Javier Martín Franco- Franjamares)



 

PRINCIPIO ABIERTO 4 (Nekovidal-Javier Martín Franco)

Durante más de treinta años había arrastrado la herida de aquella violación de su adolescencia: no podía ya ni imaginar como habría sido su vida sin esa tragedia por medio. Durante años odió, luego intentó olvidar para, más tarde, harta de luchar contra la memoria, decidir tener una vida de esas que llaman normales. Se casó, su marido era un buen hombre al que nunca confesó su drama y que se resignó a sus cambios de humor como si fueran parte de su personalidad. Con él tuvo dos hijos antes de enviudar, y ya cuando éstos eran mayores, dedicó todo su tiempo y esfuerzos a la ayuda de mujeres violadas o maltratadas.

Un día llegó a la ONG donde trabajaba una grabación con los testimonios de docenas de mujeres violadas en la última guerra civil del Congo. Fue escuchando los testimonios uno tras otro, terribles historias de niñas, jóvenes madres y abuelas, y en todas notó algo muy diferente a los testimonios anteriores, todos ellos de mujeres occidentales: en cada frase, lo más resaltado por las víctimas no era la vergüenza padecida, ni la agresión sexual en sí, de la que se facilitaban detalles con total naturalidad, sino la violencia de la misma, que había incluído en muchos casos una amputación o intento de asesinato posterior. Había una diferencia que no llegaba a captar en su totalidad, pero que presentía encerraba una de las claves que la liberaría de sus sombras.

Meses después pudo viajar a África y conocer en persona a varias de las víctimas. Entre todas, el testimonio de una mujer de mediana edad era el que más la había impresionado: narró con frialdad y distancia el episodio de la violación, sin darle apenas importancia, pero se deshizo en llanto cuando recordó el momento en que aumentó la violencia y temió por la vida de uno de sus hijos.

Se lo preguntó directamente: “Comprendo que temieras por la vida de tu hijo y que eso te provocara un dolor mayor que el de la violación, pero me sorprende la frialdad y hasta indiferencia con que la cuentas . . . “

La mujer la miró, esbozó un gesto parecido a una sonrisa y respondió: “Conozco a varios occidentales, misioneros y monjas belgas y franceses sobre todo, católicos todos ellos, y he observado que vuestros conceptos de vida y muerte, dolor y placer, son muy diferentes a los nuestros”. “Para nosotros, prosiguió, el sexo es una parte más de la vida, con todo lo luminoso y oscuro que pueda conllevar consigo, pero no implica una carga de vergüenza o remordimiento: violar es como robar a esa persona, como explotarle en el trabajo o engañarle en un negocio, es doloroso, y, en algunos pueblos, aunque no en el mío, lo peor viene después, al ser repudiadas por nuestros maridos. Pero la violencia, cuando el ser humano actúa como un leopardo sin tener hambre ni necesidad de matar, es lo que más miedo nos provoca, es lo traumático. Por eso podemos sobrevivir al trauma de una violación, pero pocas sobreviven al drama del terror, aún cuando no haya heridas graves por medio. Todas nosotras arrastramos vergüenza y miedo, pero para ustedes la primera pesa más que la segunda, y para nosotras es al revés: para nosotras, que te violen es que te roben, pero cuando vemos y padecemos a un hombre sin límites a su violencia, es que ya no es humano, y ese miedo nunca lo podemos olvidar, porque nuestras sociedades, más que las vuestras, se basan en la colaboración y el respeto, aquí no llega la policía, aqui la ley la hacen los consejos de ancianos y vecinos”. “Espero que comprendas que con esto no menosprecio vuestro dolor, continuó, pero sé que la mayoría de las violaciones en vuestro Primer Mundo incluyen mucha menos violencia que aqui, en plena guerra, y hay veces en que he pensado decir esto a mujeres como tú, que presiento que has sido violada, pero presiento también que te duele más la humillación y la verguenza que el terror del acto, que la violencia que implica ver a un hombre que deja de serlo para transformarse en la peor de las bestias”. La escuchó con atención, lloraron y, ocasionalmente, rieron juntas en un acto de fraternidad que duró toda la noche.

Doce días después se encontraba de regreso en su ciudad y ante las puertas de la ONG. Estaba convencida de que esas nuevas grabaciones y testimonios que llevaba en su bolso ayudarían más a las víctimas que todo un equipo de psicólogas hablando de dolores y sufrimientos que, por suerte para ellas, nunca habían padecido. Lo presentía porque a ella ya habían comenzado a ayudarla.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


Aún no sabe si el escozor que todavía siente en su entraña cuando un hombre la abraza desaparecerá algún día, o si es ya parte de su mente. Quizá por ello visita a mujeres maltratadas a las que escucha y asesora, aprendiendo con ellas que la venganza no cura las heridas, sino que acaso sólo las alivia por momentos, prolongando su recuerdo. Quizá espera que en un futuro ideal, más allá de sus sueños, surja un nuevo mundo, un orbe de armonía y perfección donde sane por siempre la herida abierta.

(Javier Martín Franco- Franjamares)


 

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ORO LÍQUIDO

ORO LÍQUIDO

Lola, sentada al lado de la ventana, tomaba tranquilamente su infusión, estaba sola y disfrutaba de esos momentos. Fuera, el ruido de coches y motos que de vez en cuando pasaban, apenas la molestaban, era la hora de la siesta y la calle, bajo un sol de justicia, aparecía desierta.

Dentro todo era quietud, le gustaba oir el silencio, no ponía televisión ni música, cerraba los ojos y dejaba la mente vagar. Un ruido en los cristales le hizo volver al presente, era su nieta, que con la cara pegada al cristal le sonreía. Entró como un torbellino de alegría y vida, haciendo al silencio y la soledad retirarse discretamente. Charlaba sin cesar, mientras se movía de acá para allá, hasta que se interesó por lo que bebía.

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¿Qué tomas abuela?

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Una infusión de olivo.

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¡Puaff! Tiene que estar muy mala, ¿para qué te la tomas?

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Para bajarme la tensión

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Abuela, ¿El olivo es un árbol?

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Sí, es un árbol muy bonito y muy útil.

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¿Da fruta?

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Claro, pero si tú la conoces muy bien, además te encanta comerlas, la fruta del olivo son las aceitunas, y sabes, ¿qué cosa que te gusta mucho por las mañanas con las tostadas?

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¡El aceite!

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Eso es, el aceite de oliva es el zumo de las aceitunas.

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¿Y cómo se saca abuela?

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Mira, te voy a contar una historia de cuando yo era chica como tú. Justo enfrente de nuestra casa había una almazara.

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¿Y qué es una almazara?

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Es un sitio donde se llevan las aceitunas para molerlas, prensarlas y sacar su zumo, ¡el oro líquido lo llaman!, nosotros lo conocíamos por el molino de aceite. Allá por el mes de noviembre, comenzaba la recogida de las aceitunas ya en sazón y empezaba el trasiego de gente y camiones, el molino era muy grande con dos anchas puertas.

Primero preparaban las aceitunas de verdeo, que son las que a ti tanto te gustan cuando mamá te las pone con la comida.

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¡Sí, sí! Que están muy ricas, y el aceite también abuela.

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Después llegaban los grandes camiones con las aceitunas más maduras y se subían a unas plataformas donde los pesaban. Luego empezaba el proceso, pasaban las aceitunas por una especie de canal y unos grandes ventiladores las aspeaban limpiándolas de hojitas.

Seguidamente pasaban por otro donde las lavaban y ya estaban listas para ser molidas y prensadas. El zumo pasaba a grandes depósitos y lo que quedaba en la piedra del molino, que eran los residuos de piel y huesos, lo pasaban por una prensa cilíndrica con unos filtros de hilos de coco, de ahí sacaban un último aceite llamado de orujo.

Los filtros ya usados los pedían los vecinos para encender los braseros que les calentaban en los fríos días de invierno, los llamaban “tortas de orujo”

La niña sentada al lado de su abuela la escuchaba atentamente.

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¿Y tú qué hacías abuela?

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A mí, como a todos los niños de la vecindad, nos gustaba colarnos en el molino y ver como trabajaban los hombres, como giraban las cónicas piedras del molino, machacando las aceitunas. Nos asombraba todo el proceso y ver los grandes depósitos llenos de aceite, que a la claridad de la luz realmente parecía “oro líquido”. No estábamos mucho rato, porque en cuanto los trabajadores se daban cuenta de nuestra presencia nos echaban “¡Fuera, fuera de aquí niños!, aquí no podéis estar” Pero nosotros persistentes volvíamos una y otra vez. Yo me pasaba rato y rato sentada en el escalón de mi casa, viendo el ir y venir de los camiones cargados de aceitunas. A veces cogíamos un trozo de pan recién horneado e íbamos al molino a que nos lo empaparan de aceite. Aún mi paladar recuerda ese sabor ligeramente amargo.

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¡Vaya abuela, cuántas cosas he aprendido sobre el olivo!

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Sí, ahora cada vez que veas uno recuerda lo generosos que son, como todos los árboles. La naturaleza es generosa, por eso tenemos que cuidarla.

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Me gustan mucho tus historias abuela, cuéntame otra mientras meriendo, ¿a que no sabes lo que voy a merendar?

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¿Galletas?

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No, ¡Pan con aceite de oliva!

Lola sonrió, le encantaba la sed que tenía su nieta de aprender, qué bonita edad, todo un mundo se abría ante sus ojos.

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Sí cariño, ahora te cuento otra, aprovecharé ahora que de aquí a unos años cuando te las quiera contar me dirás “Porfi abuela, ¡más batallitas no!”

María Bueno


 

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NAUFRAGIO

NAUFRAGIO

Ya no puede abarcar la memoria la lista completa de los naufragios vividos:

Creo que naufragué por primera vez allá en la infancia, cuando descubrí la hipocresía en que se desenvolvían los adultos.

Volví a naufragar observando el extraño poder de esos trapos de colores que llamaban banderas y les hacia odiarse unos a otros.

No menos doloroso fue el naufragio de la religión, descubrir la más absoluta oscuridad en quienes se decían portadores de luz.

Y como no, el naufragio político de creer que la idea propia es incuestionablemente mejor, sólo por ser propia, la ilusión y adicción a tener razón, a la verdad única.

Naufragué una y otra vez, decepción tras decepción, golpe tras golpe, preguntándome tras cada naufragio si valía la pena volver a embarcarse nuevamente, pero siempre volvía a partir de un nuevo puerto cargado de nuevas esperanzas que siempre acababan en el fondo de algún mar lejano.

Tantos naufragios . . . pero al final, siempre recala uno en alguna isla: un libro, una amistad, una idea, algo que creamos sólido con nuestra imaginación para sentir un mínimo de seguridad bajo nuestros pies.

Sólo en eso nos diferenciamos las personas: en la isla a la que nos arrastramos cuando naufragamos, y lo sólida y segura que nos convencemos a nosotros mismos que es.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

NAUFRAGIO

¿Y no será este continuo trasiego un intento vano de distraer a la muerte?

Hay a quien le gusta aburrirse en compañía,en lo que a mí respecta siempre he preferido aburrirme solo.

Por eso nunca me han gustado los grupos.A no ser aquellos forjados sobre sólidas bases de libertad y respeto. En las antípodas de esos otros grupos religiosos,políticos,matrimoniales,etc en los que la consigna es la homogeneidad más absoluta.

La manada,que en los primeros tiempos nos ayudó a sobrevivir.La supervivencia en soledad suponía una gesta imposible.

Los peligros reales eran muchos.

Necesito pocas cosas,sólo los restos del naufragio.Unos cuantos libros,mi pipa de la paz,un par de mudas limpias y el infinito por delante.

La primavera ha llenado de aire fresco mis pulmones y me siento con fuerzas para empezar de nuevo.La poesía viste con palabras las imágenes y al tiempo las imágenes son la poesía misma.

La imagen es la idea,esos pesamientos sutiles,huidizos como gacelas que alumbran nuestra mente con pequeños fogonazos,como los de las antiguas cámaras fotográficas.

Por eso no tengo miedo,aunque una vez más tenga que empezar de nuevo.Ya sé que soy algo mayor;digamos que sobrepasé la edad de jubilación.Quizá por eso ya no necesito distraer continuamente a la muerte,que venga cuando quiera.El paso del tiempo no ha agudizado mis miedos,al contrario,los ha ido apaciguando.Y ahora que estoy solo no siento la imperiosa necesidad de estar vivo para alguien.La familia ya se organiza sin mi.Ahora siento mi momento.Siempre fui muy liberal y tolerante,sobre todo conmigo mismo.

Con los demás he sido menos liberal y sobre todo menos tolerente ,pero somos humanos ¿no'.

Nadie dijo que fueramos perfectos.Olvidaba mis pastillas,aunque la verdad no sé si llevarlas o dejarlas aquí.¿Toda esta química servirá de verdad para paliar mis males?O será más bien que al tomarlas siento que me siento mejor,aunque en relidad sea otra forma de autoengaño?

Las dejaré aquí,con ellas voy a parecer un viejecito achacoso. Y no soy viejo.Soy mayor que es otra cosa.Creo que tomaré el primer autobús hacia la costa.

Los restos del naufragio siempre van a parar a las costas.A la palya.A los acantilados.

En el autobús mi compañero de viaje en el que acabo de reparar porque me ha dado un codazo en un movimiento brusco,también tiene aspecto de naúfrago;la mirada huidiza,cierta meláncolía existencial,un halo de misterio huidizo.....Aunque es demasiado joven.Rondará los veintitantos.Aunque es posible que se trate de su primer naufragio,y aún tenga tiempo de naufragar dos o tres veces más.A veces ocurre,aún tiene tiempo de reconstruir otro barco y lanzarlo al mar y reiniciar la travesía y que los cantos de sirena le velvan a hacer enloquecer.

Desde la ventanilla el paisaje pasa veloz ante mis cansados ojos.Y también las imagenes de mi vida.No puedo decir que haya sufrido grandes penalidades;tan sólo la presión de estar vivo

y tener que llenar continuamente esa existencia.Y ese bombardeo continuo de nuevas expectativas que de una u otra forma hemos de cumplir para alcanzar el sueño escurridizo de la felicidad.Según el lugar del mundo ,ese canon de felicidad va continuamente cambiando.

Si hubiera nacido en una aldea africana la felicidad hubiera consisitido en una manada de cabras o algo parecido,unas cuantas mujeres a las que hacer infelices bajo el yugo de mi despotismo de macho embrutecido y algo que llevarse cada día al estómago.

No quiero con esto decir que los machitos del primer mundo sean mejores o peores.

Pero aún siendo hombre y tal vez por eso mismo tengo que reconocer que al menos en derechos civiles y sobre todo para la mujer,en el llamado primer mundo se ha avanzado considerablemente.Hasta tal punto que hoy en día la mujer occidental reproduce el rol masculino casi al completo,con toda su dosisi de estupidez incluida .

Como en la selva,la ley del más fuerte siempre se acaba imponiendo en las sociedades humanas.Devora o serás devorado.Explota o serás explotado,maltrata o serás maltratado.

El autobús ha hecho una paradita en un restaurante de carretera.Mi compañero de asiento ha bajado cabizbajo a tomar un café.

Esta vez ha sido devorado sin duda,pero ha conseguido salir huyendo y aún conserva

su fuerza aunque muestre claros síntomas de fatiga.

Si nos conocieramos más le contaría algunas anécdotas de mi vida,y sobre todo le enseñaría trucos .Magia de andar por casa:Manual del naúfrago.Tendrá que ir aprendiendo solo,

como la mayoría de nosotros.Y para cuando aprenda quizá aún le queden algunos años para disfrutar de verdad de la vida.Para vivir sin tener miedo constatemente.

Fin de trayecto,el autobús ha abierto su boca metálica y hemos comenzado a salir de su estómago .

Por fin he llegado al mar,el sonido de las gaviotas lo ha delatado antes de tiempo y una suerte de perfume en la brisa ,salino y húmedo.

Begoña Ramírez

 

Náufragos (del intercapitalismo)

Franjamares

 

Mientras las bolsas se columpian en los parqués globalizados –suben, bajan–, polarizadas por los especuladores (con su ataque carnicero al euro, han dado el ultimátum a ZP y arrimado el ascua a la sardina de los Tory en las elecciones británicas); mientras  rescatan con dinero real de nuestros impuestos la híper-deuda-griega, amañada por la derecha neoliberal, dejando a los de la vieja acrópolis listos para que les den por el griego; mientras la veleidosa nube de cenizas volcánicas se pasea cerrando aeropuertos, por la meseta ibérica, soplada ahora por los vientos del norte; en tanto el rey de España (fumador empedernido) pasa por quirófano con amago de cáncer de pulmón, que aseguran es benigno (razones borbónicas); mientras hace frío y hasta nieve en el mes de mayo, para que no nos quitemos el sayo ni la leyenda lobby nuclearista del CO2; mientras la corrupción de los gürtel petrifica el rostro ya pétreo de la derecha nacional y los tardo-franquistas consiguen echar de la Audiencia a Garzón; en tanto y cuanto el ínclito ZP improvisa mientras se alcanzan  los cinco millones de parados y hace mutis por la manga con su mano izquierda para sacar la derecha (otro plan de ajuste a la griega); mientras esto pasa (adobado con las peras internacionales: como la súper-marea negra del Golfo de México, los asentamientos judíos en palestina, los bombazos en Irak, el “temido” programa nuclear iraní…); y todo ello nos lo cuentan en la tele digital, que falla más que una escopeta de feria, las personas físicas, decía, tratan de vivir y de amar (interesante labor)… quieren ser felices, a pesar de los pesares.

Ahora más que nunca se nota que la política y la economía están alejadas de la gente. El poder financiero privado (cada vez en menos manos), solapado en las grandes corporaciones, los bancos centrales y comerciales, tiene las riendas de las democracias, dictaduras y dicta-blandas del ínter-capitalismo globalizado en donde vivimos (incluidos rusos y chinos).

Los bancos centrales imprimen los billetes “falsos” para venderlos como buenos; los bancos comerciales compran estos billetes (que no son siquiera de papel sino meros datos cliquedos en una macro-computadora) y los prestan al empresario y ciudadano real (economía física), multiplicados hasta por 5 (índice de caja fiduciario), quedándose con intereses y capitales, siempre por 5. Sí, ustedes lo han pillado: es a través de nuestra deuda como convierten en dinero real, el sacado de la chistera. Una deuda con cara de conejo que tendremos que pagar de por vida: caudal contante y sonante, listo para sacar de circulación y amasarlo junto al negro en los distintos paraísos financieros.

Crearon una descomunal burbuja, vendiendo hipotecas hasta debajo de las alcantarillas. Los famosos Ninjas, subterráneos con ojos de gelatina, subidos en caimanes blancos por las cloacas de la gran ciudad, que eran titulares de hipotecas trampa, garantes de bonos basura y de sus derivados, para inflamar el mercado de dinero virtual e impagable; es decir, de bancarrota asegurada. Asegurada si no fuera por que estos gerifaltes del capitalismo liberal se adjudican las ganancias y socializan las perdidas. Controlan por supuesto a los políticos (de izquierda y derecha), que apresuradamente han creado macro-rescates (billones de dólares y euros en deuda pública), para salvar su sistema usurario. Pero a cuenta de nuestros impuestos, la prórroga indefinida de la recesión y las mermas sociales y laborales en todos los países. Y si nos descuidamos tal vez quieran quedarse con los servicios públicos esenciales al modo americano (educación, sanidad…) Y extraigan de ellos el máximo rendimiento para dejar sin escuela ni salud a amplios sectores de la población. Primer mandamiento del capitalismo: comprar barato y vender caro.

Pero el monstruo aun aguanta en sus pies de barro. Los tutores del capital, usan su propaganda y sus mass media para adocenar la opinión pública, fraguando sus intereses en la olla a presión capitalista: la amenaza terrorista de los (en nómina) de al-Qā’ida, la nueva guerra fría (con rusos, persas y chinos) por el control de los recursos fósiles energéticos del planeta, ubicados, mira tú por donde, en Oriente Medio y Asia Central.

La nave ínter-capitalista hace aguas por todas partes. La vía griega en la más gorda, aunque también hay otras sangrantes como la de Dubai, en cuyas altísimas azoteas rascan el cielo las huríes.

Un barco con ese sistema de navegación está condenado al zozobre. Nosotros ya somos los náufragos: inmigrantes sin papeles, parados, contratados basura, hipotecados hasta el cuello, deudores post mortem, Paganinis de facturas e IVAs engrosados, consumidores de petróleos por la nubes y tabacos en órbita, mocosos de la alergia y la gripe A, enfermos de cáncer, inmunodeficientes y fibromialgios, hinchas de su equipo, peatones con el depósito vacío, consumidores consumidos… y por encima de todo: personas con el alma en la boca que buscan ser felices…

Y es que tenemos la manía de ser felices aunque nos engañen, nos endeuden, nos manipulen, nos la metan doblada, y nos arrojen por la borda del sistema globalizado sin salvavidas. Náufragos de la vida, que empezamos a descubrir que el naufragio solo se produce en nuestro esquema mental heredado. Que podemos cambiar por dentro para cambiar lo de afuera. Y que aún no queremos poner en práctica eso de que el pirata es valiente mientras el náufrago se lo crea.

Franjamares



 

EL NAUFRAGIO

SE LO HABIA DICHO MÁS DE UNA VEZ:

NO MÁS AGUJEROS EN LA LINEA DE FLOTACION :

NI UNO MÁS QUE ME HUNDO.

NI UNO MÁS .

PERO SE EMPEÑÓ .

NO ENCONTRÓ BUENA NINGUNA FORMA DE COMUNICACIÓN ,NI POR ESCRITO, NI POR E MAIL ,NI POR MENSAJES ,NI POR TELÉFONO.

 

Y CLARO LA NAVE SE HUNDÍO... 

CON LA SALVEDAD DE QUE, ELLA EN CUANTO TOCABA EL AGUA ,SACABA FUERZAS DE FLAQUEZA PARA BUCEAR  (tuvo un Buen Maestro en el Arte del Buceo) HASTA COSTAS ,

MAS O MENOS CERCANAS  MAS O MENOS  LEJANAS Y HASTA TIERRA ADENTRO,( donde la esperaban Amigos y Amigas , con los brazos abiertos)

Y  COMENZAR DE NUEVO. 

ESPERABA QUE ALGUNA SIRENITA JOVEN LO RESCATARA  ,A VER SI  PARA LA  SIGUIENTE OCASIÓN 

APRENDIA A NO ABRIR  AGUJEROS EN LAS LINEAS DE FLOTACION DE LOS DEMÁS 

TENÍA SUS DUDAS,

TEMÍA SUS CERTEZAS.

Mari Carmen Martínez


 

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RINCIPIO ABIERTO 3

PRINCIPIO ABIERTO 3 (Juan Pérez de Siles)

LO GRANDE Y LO PEQUEÑO

Ah Nils:¿ Quieres que subamos al Torcal?

Ah, venga vale.

Aparcamos el coche en un punto del carril desde el que nos era fácil llegar al tajo.

Una tarde espléndida con olor a tomillo, romero y otros olores a los que yo no sabría 

Ponerles nombre.

Todos los colores del verde” que cantara Raimón al Pais Vasco.

A nuestra espalda el imponente paso de Ventas de Zafarraya y delante, a tiro de piedra

El tajo del Torcal.

Nos aproximamos al borde cuando ya el Sol estaba cerca de su ocaso, Delante de

Nosotros hacia el poniente nos sorprendía el impresionante paisaje que desde allí se dominaba. Quedamos de pié por un rato anonadados por el espectáculo de aquella infinitud, líneas de montañas al contra luz entre las que se colaban los rayos anaranjados del Sol iluminando las colinas protuberantes del valle ya en sombra.

Intentamos balbucear los típicos comentarios que se hacen ante una visión semejante.

Pero entendimos que aquello no era para hablar y decir tonterías que pudieran enturbiar lo mas mínimo aquel inmenso instante. Quedamos en silencio.

Nos sentamos en sendas rocas, uno frente al otro y comenzamos a escudriñar el suelo que teníamos delante, bajo nuestros pies : palitos, piedrecillas, pequeñas plantas, una hormiga que cruzaba, y a comentar sobre lo que veíamos, sobre lo que dicen los científicos en cuanto a la vida, bla, bla, siu, siu.

De pronto nos miramos y rompimos en una carcajada de alegría contenida a dos pasos del llanto. Ambos los dos supimos en ése instante lo pequeños que éramos.........   

  Juan Pérez de Siles



 

PRINCIPIO ABIERTO 3 (Juan Pérez de Siles-Nekovidal)

Colorín Colorado era un joven escritor muy osado, merecedor de su apodo, según algunos, por sus mejillas sonrosadas. Colorín quería escribir el relato perfecto pues, en su ingenuidad, creía que existía tal cosa, como si la perfección formara parte de la naturaleza humana.

Colorín hizo miles de fichas con las que construiría su novela ideal, la gran obra que admiraría la posteridad. Estudió en varios talleres de escritura, esos que prometen la inspiración y el arte a bajo precio, despreciando a escritores principiantes y a cuantos despreciaran la ortodoxia literaria.

Tras mucho deambular por su mente, al cabo de los años comprendió que las mejores historias eran las abiertas, en su principio, en su final y, a ser posible, en su misma trama. Garabateó cientos de folios, probó a escribir con lápiz, pluma u ordenador, probó a escribir de día y de noche, en la montaña y frente al mar, en hoteles y en parques, solo y en compañía, pero no conseguía gestar el anhelado texto perfecto, la obra cumbre de la literatura.

Recurrió a los que creía maestros consagrados que le guiaran en su magno intento, pero sólo consiguió que la mitad le dijeran: lee más, y la otra mitad: vive más . . . Todo lo probó, todo lo intentó el pobre Colorín, pero las musas se resistían a brindarle su abrazo.

Ya anciano, y todavía incansable en su búsqueda, volvió a intentarlo con textos de pricipio y final abierto, pero ni la duda ni el placer de escribir podían ya anidar en su cerrada mente, clausurada para siempre en la arrogancia de quien no comprende que el arte es, ante todo, placer al crear y placer al compartir lo creado, dos de las puertas a las que nunca se le ocurrió llamar. Siguió y siguió buscando el texto perfecto, el perfecto texto abierto . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

Lo más abierto que se le ocurrió, después de haber dado muchas vueltas al coco buscando inspiración fue: Colorín colorado este cuento se ha acabado.

Juan Pérez de Siles


 

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EL PULPO

EL PULPO
 

Unos les llamaban dioses, otros, más cautos, vecinos interestelares. Cuando llegaron, todos les esperaban con impaciencia y fundadas esperanzas. Habían advertido que venían en son de paz, y como prueba de ello, regalaron al planeta varios sistemas tecnológicos para revertir el efecto invernadero. Su segunda medida fue desactivar completamente todas las armas nucleares y prohibir las guerras, lo cual hizo sospechar a los más suspicaces. Su sistema, sumamente efectivo, era tan simple como sorprendente: todo el que albergaba ganas de quitar la vida a un semejante, moría con tanta rapidez como odio albergara en su interior. Para sorpresa general, no murieron todos los soldados, pero murieron muchos automovilistas estresados en aglomeraciones de tráfico a lo largo y ancho de todo el mundo. La siguiente medida fue controlar la natalidad de las especies que se comportaban como plagas: el ser humano fue, junto con algunos insectos, de las más afectadas. Tras distribuirse anticonceptivos por todo el planeta, mse respetaría toda vida, pero quien tuviera más de dos hijos, habría de entregar la suya a cambio de la del tercero. La solución del hambre y las muertes evitables fue mucho más rápido de lo esperado: sin vulnerar el para ellos absurdo sistema económico humano, extraían cantidades ingentes de dinero de las cámaras acorazadas de los paraisos fiscales, extracciones que, por razones obvias, no solían ser denunciadas, y cuando lo eran, la policia poco podía hacer: simplemente, habian desaparecido esas toneladas de billetes de curso legal, que en manos de una recién creada multinacional, se distribuyeron de forma efectiva por todo el mundo.

Al cabo de tan sólo cinco meses el clima se había estabilizado, parecía un milagro. Dieron entonces su octavo comunicado, en el que avisaban que iban a entrar en contacto directo con las especie consciente más desarrolladas del planeta para acordar juntos un tratado de continuidad ecológica que garantizara la vida y firmar acuerdos de amistad y cooperación mutua antes de abandonar el planeta. El encuentro sería, dijeron, en las zonas más habitadas por estas especies. En las grandes ciudades, masas enormes de seres humanos se amontonaron, el día señalado, en los mayores espacios abiertos: plazas, parques y avenidas, esperando el gran momento.

Pero no sucedió nada . . . Los noticiarios de la noche lo anunciaron: la fuerza aérea de varios paises habian identificado siete puntos de encuentro en los distintos océanos: en ellos el agua parecía hervir, habiéndose identificado varias especies de cetáceos, delfines y, bajo el agua, según fotografías conseguidas por un submarino ruso, una cantidad ingente de pulpos.

Al día siguiente se marcharon, sin haber tenido ningún contacto directo con los decepcionados humanos, dejando desactivadas las armas nucleares y siendo su empresa la más poderosa del mundo, imposible ya de hacer desaparecer sin provocar un caos económico. El mundo había cambiado completamente en apenas unos meses.

Su comunicado de despedida fue tan lacónico como sorprendente: “Alimentarse provocando la muerte o el dolor de otros seres vivos es primitivo y cruel, pero alimentarse comiendo especies conscientes superiores a la propia, es antinatural. Por favor, abandonen esas prácticas tan primitivas”. “Les hemos dejado las instrucciones para la supervivencia biológica del planeta a las especies más desarrolladas, cuando aprendan a comunicarse con ellas tendrán acceso a dicha información”.

Se dice que un pulpo “a feira” devorado en una remota aldea orensana y una ballena cazada una semana despúes fueron las últimas víctimas de tan bárbara costumbre.
 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

EL PULPO (La noticia de la semana- Alicia Gaona)

Hace ya tiempo que no traemos alguna noticia, eso nos da la pauta de que quizá hemos perdido muchos de nosotros el interés por esta actividad, lo que me parece bien para irnos renovando. Sin embargo hoy ante semejante titulo y con esta información, no pude menos que rescatar la noticia y pienso que así debe ser, cuando algo curioso, importante, risueño o lamentable queramos compartirlo siempre podemos volver a  "la noticia" y compartirla y eso es lo que hago hoy. 

De todos modos y para hacer esta historia mas personal, el pulpo en mi vida podría haber traído un par de historias risueñas, ya que es una expresión que solía usar en diferentes situaciones, pero opte por no cargarlos una vez mas con mi historias de vida y contarles esta que por lo menos me pareció curiosa. Aquí va:

El biólogo Julian Finn estaba buceando como un día más por la aguas de Sulawesi, en Indonesia, cuando sin esperarlo vio algo que le provocó una carcajada. No pudo evitar que las gafas de buceo se le llenaran de agua y tardó un rato en recomponerse. "Y con la cámara de vídeo en la mano imagínate", relata a rtve.es.

El ataque de risa se lo provocó la visión de un pulpo corriendo con una cáscara de coco bajo sus tentáculos. Esta escena no es solo motivo de sonrisa, es un descubrimiento científico.

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Un pulpo huye con su 'escudo' bajo el brazo

Finn siguió al animal y dedicó tiempo a investigar qué iba a hacer con el coco vacío. Descubrió que corría presuroso porque lo que llevaba bajo sus ocho brazos podía salvarle la vida en un encontronazo con un depredador y no quería que ningún otro animal marino se lo robara.

Lo utiliza para resguardarse de los depredadores. "Es la primera vez que se detecta el uso de herramientas en animales invertebrados. Hasta el momento sólo se había documentado el uso de útiles en algunos mamíferos y pájaros", afirma con orgullo este científico del Museo Victoria en Melbourne (Australia).

"Son pulpos Amphioctopus marginatus. Suelen llevar encima dos cáscaras de coco. Las transportan de una forma muy característica, que hemos bautizado como caminar con zancos", explica.

Consiste en esconder bajo su cuerpo las cáscaras, partidas por la mitad, luego estiran sus tentáculos hasta que están rígidos y se desplazan sobre las puntas.

Cuando se sienten en peligro se colocan dentro de una mitad y sitúan encima la otra mitad, a modo de techo. El efecto, desde el exterior es el de un coco cerrado.

Asegura el científico que este comportamiento es diferente al cangrejo ermitaño: "El crustáceo carga con la concha porque la está usando. El pulpo transporta su escudo para usarlo, como una herramienta, cuando sea oportuno".

"Lo descubrí por pura casualidad", reconoce Finn, cuyo estudio ha publicado la revista Current Biology"

Pulpos con grandes habilidades

"En realidad estaba estudiando otro tipo de pulpos, los imitadores (Mimic octopus), que viven en la misma zona. Éstos, para protegerse de los depredadores, se "disfrazan" de animales marinos venenosos, como serpientes o peces planos que se esconden en el fondo arenoso", explica el biólogo a rtve.es.

Los cefalópodos tienen más habilidades curiosas. Los hay incluso que cambian de color para parecer del sexo opuesto, "como una sepia que vive en el sur de Australia", comenta Finn.

"Los machos pequeños se hacen pasar por hembras. Lo hacen para moverse cerca de los machos más grandes y dominantes sin ser atacados y así acceder a sus hembras".

Aunque, los pulpos son los que han demostrado ser más habilidosos, al menos en pruebas de laboratorio. Son capaces de destapar frascos, imitar movimientos y hasta escapar de laberintos artificiales creados por humanos.


 

EL PULPO, LOS PULPOS. . . Y YO
 

Venían amigos a comer le habían  pedido que prepara pulpo a la gallega ,pero a ella   cocinado así no le gustaba : siempre se le antojaba demasiado seco por más aceite que le pusiera ,además hacia tiempo que se le había acabado el pimentón de la Vera y hasta que no volviera su amigo Felix a Caceres no le volvería atraer...

No ,lo cocinaría en fritillo ,como en pisto ,era más jugosos. Además con una buena ensalada verde delante y una tarta de queso de postre tenia un menú más que equilibrado.

Tenia que darse prisa ,para llegar pronto al mercado.

Los mariscos y los pescado ,mejor a primera hora ,incluso si se podía verlos descargar ,así  se aseguraba que no le vendía mercancía atrasada.

Adoraba los mercados. De hecho ,al igual que otras personas cuando visitaban una ciudad nueva no se perdían iglesias y museos , ella no dejaba de visitar los mercados d abastos. El ruido ,los olores ,el colorido de los puestos,los alimentos peculiares del lugar...esos puestos donde te reconocían extraña y te daban a probar...

Por ahora se quedaba con el de la Boqueria y con el de Valencia...Bilbao  y Sansenxo tampoco estaba mal le traían recuerdos...recuerdos de la Ría,del Gugenheim ,recuerdos del mar... 

Compraría tres pulpos pequeños mejor que uno grande .Siempre estaban más tiernos y costaba menos cocerlos .Odiaba el método del apaleamiento en la orilla para ablandar el pulpo  y tambien el meterlo en agua caliente agua fría para romper las proteínas... 

Tres pequeños ,allí  estaban sobre el mármol des puesto,andando ,reptando,deslizando es ,huyendo. 

- Hola Fina ,saludo efusiva mente a la pescadera de confianza ( la carne y el pescado en puesto de toda a vida ,de confianza le había enseñado su madre...) Pon me esos 3 pulpillos.

-Acaban de traerlos te saldrán bien , no te olvides del laurel...

-No no me olvidaré... 

Se paso por el café del mercado .Hacia tiempo que su estomago no toleraba los churros ,de allí  de allí ni de ningún lado,pero seguí gustando el café  . Tenia algo especial y Pepe siempre con sus bromas ,su barriga oronda debajo de blanco delantal le contaba algún chiste nuevo y la hacia sentirse bien ,le gustaba sobre todo a primera hora cuando aun no había demasiada gente. 
 

Compró la verdura al final para no ir demasiado cargada. 

Al llegar a casa ,metió los pulpitos en el fregadero. Dispuso la verdura en la mesa auxiliar y fue a cambiarse : En la cocina nunca con ropa de calle. Cuando volvió de la habitación,los pulpos se habían salido de la pila y deambulaban por el granito de la encimera :

 “-¡Pero bueno abrase visto!”

Cuando estaba a punto de coger uno para devolverlo al seno y ponerse a limpiarlo, mientras el agua hervía ,escuchó como una vocectita que decía: 

-¡Dejanos ,dejanos,dejanos!...¿  Había oído algo o estaba  alucinando?

Pero si aun no había bebido nada ,acostumbraba a tomar una copa de vino mientras cocinaba . ..pero no aun no había tomado nada de nada .

_¡Dejanos,dejanos ,dejanos...!

Ahora eran tres vocecitas al unisono las que gritaban ..

¿ Que pasaba?

¡Dejanos y te enseñamos un secreto!

Devuélvenos al mar ,devuélvenos,devuélvenos, devuélvenos... 
 

Ya no oye las voces fuera de si ,las escucha en su cabeza en una suerte de conversación telepática...

-Dejanos ,dejanos ,dejanos y te enseñamos un secreto...

-Está bien ,está  bien ,está bien os dejaré...

¿A ver cual es ese secreto?

Si nos liberas ,te enseñaremos a abrazar a la gente ,para que nunca se vaya de ti...

¿ Ah si?

Si y te enseñaremos a acariciar a los hombres como si tuvieras ocho patas y ventosas. Estábamos aprendiendo o en nuestra escuela del mara ,cuando nos sacaron ...

Vaya ,vaya con los pequeñajos...pensó 

-Dejanos ,dejanos,dejanos

¿ Pero me tendré que convertir en sirenita con aletas y branquias?

-No ,no ,no para nada,para nada... 

-Vale os soltaré  a ver¿  qué tengo que hacer? 

Danos tus manos ,nos vamos a enrollar en tus muñecas para cortar la circulación un poco

¿ Un poco ,un poco ? Que sea un poco ¡Eh! Sin trucos... 

Que si ,que si ,que si ,que será  solo un poco mientras 2 de nosotros nos enrollamos en tus muñecas ,un tercero te pinchara con su uña y te inyectará un poco de tinta....

-¡De tinta !

¿ Pero dolerá ? ¿y si soy alérgica ?

-Dolerá un poco pero valdrá la pena ya veras...y alérgica ,¿no has comido nunca calamares en su tinta o arroz negro?

_Si claro que si ,me salen buenos los primeros y arroz negro ,arroz negro el insuperable arroz negro del restaurante 7 puertas de Barcelona ,claro que si .

-Pues entonces no temas nada ,dejate hacer ,ya veras que bien .

Después nos pones en agua con sal y nos llevas al mar ...y una cosa más : Si puede ser no comas de aquí en adelante ningún animal o al menos no comas pulpos .Forma parte del trato ,debemos proteger la especie...la especie  y el mar ..que el hombre ,al igual que salió de él ,un día se salvará volviendo... 

-Pues si que sabéis ,para ser pulpos tan pequeños ,si... Adelante pinchadme ...

Tendió sus dos brazos ,la inocularon ,no dolío. 

Los metió en un cubito con agua sal y se los llevo al mar..los devolvió... 

Tendría que hacer patatas fritas y huevo y esperaba no incumplir el acuerdo por lo de los huevos...

Con el tiempo comprobó  que no . Cuando abrazaba a alguien un extraño olor a salitre la invadía y tenia que ser moderada en sus abrazos sino  a la persona  abrazazada le salían pequeños morados con forma de ventosita...

En cuanto a ser octopussy en la cama esperaba no tardar en comprobarlo.

Mari Carmen Martínez


 

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PREGUNTAS SIN RESPUESTA

PREGUNTAS SIN RESPUESTA
 

¿No da una pregunta siempre lugar a otra?

 

¿Se puede hacer concebir a alguien una idea, un aroma o una actitud que nunca ha sentido antes?
 

¿Quién está más loco: el mundo que se mira a si mismo convencido de que es como cree que es, o Don Quijote, que lo mira como podría ser?

 

¿Existe algo que diferencie más a las personas que la proporción de su discurso que emplean en hablar de si mismas?

 

¿Cuántas dudas escondes tras tu lista de certezas?
 

Y para terminar: Si los hombres somos todos iguales, ¿por qué las mujeres son tan selectivas?

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

PREGUNTAS SIN RESPUESTA

¿Por qué solemos juzgar a la gente por su apariencia?¿Por qué la mayor parte de las veces pensamos y actuamos en sentido inverso?

¿Por qué negamos los prejuicios que luego afloran de manera inexorable en nuestros actos.?

¿Es que acaso nuestro pensamiento va por delante de nosotros y no a nuestro lado.?

¿Por qué en un pais laico como España se sigue impartinendo religión en las escuelas públicas y se exiben símbolos religiosos?.¿Por qué gran parte de nuestro comportamiento es imitativo,de manera que lo que se sale del rebaño o es en el mejor de los casos original y en el peor excentricidad incomprensible?.¿Por qué el primer mundo se ha olvidado de sentir.?¿Por qué las personas siguen marcadas desde la cuna.?

¿Por qué somos lo que tenemos?¿Por qué nos empeñamos en llamar racismo al clasismo?

¿Por qué no se acaba con las mafias legalizando y no combatiendo la forma pero no el fondo?

 

¿Por qué tenemos miedo de la memoria....histórica?¿Por qué la maldad no se reconoce como tal hasta que no le quitamos la máscara y se contempla a sí misma?¿Por qué todos decimos amar los ideales y soñamos con ellos en la más tierna soledad y luego nos decimos a nosotros mismos,bah idealismo?
 

Begoña Ramírez Joya




PREGUNTAS SIN RESPUESTA

 

Particularmente creo que no hay preguntas sin respuestas. Todo tiene una respuesta la conozcamos o no. Podríamos plantearnos los problemas mas existenciales y complicados y si diésemos con la disciplina adecuada seguramente tienen o tendrán una respuesta.

Quizá la mayor duda de preguntas sin respuesta, sean las acciones y reaccionas humanas, quizá cada relación en cualquier instancia y en cualquier grado de intimidad se plantean mil preguntas sin respuestas, pero las tendrían si esas relaciones las encaráramos desde la mas amplia honestidad. 

A que me refiero: cuantas veces hay padres que se preguntan sobre como actúan sus hijos, sin pensar que probablemente en algún momento de su pasado les hemos inculcado aun cuando sea implícitamente la misma conducta que hoy airean, o como cuando se muere alguien y uno se pregunta por que el o porque ella y  la respuesta aunque desagradable es: ¿ y porque no? 

En los afectos tratamos de ver a las personas que apreciamos - queremos, como nos gustaría que sean, es eso practico? pienso que no, por un tiempo mas corto o mas largo según el tipo de relación que sea, se puede vivir mas o menos confortablemente, pero llegara un momento en que nos planteamos una triste pregunta...que paso? nada no paso nada, no hubo un sisma en nuestros corazones, ni en el de las otras personas, solamente pasa que de alguna manera descubrimos que esa persona no es, como quisiéramos o como la vimos y no es que ellas pierdan la careta, ya que lo mas común es que nunca la tengan, somos nosotros los que nos calzamos las gafas de la realidad y lo que vemos no nos gusta. 

Sin embargo a pesar de mi signo zodiacal tan asentado a la tierra y tan poco propenso a volar, no puedo dejar de reconocer lo hermoso que es volar, dejar que la imaginación sortee obstáculos, dance entre vericuetos increíbles y nos de día a día placeres desconocidos, eso puede ocupar un espacio de tiempo en el que al modo de la mejor meditacion nos abstraemos de todo y solo soñamos, pero hay que ser un poco prácticos  y no caer en grandes desasosiegos, hay que saber que es mas conveniente de vez en cuando, poner los pies en la tierra, tantear la realidad y ser conscientes de que no era mas que un sueño. 

Soñar es bueno mientras conservemos apretada en un puño mientras volamos, la mas pura realidad. De esta manera todas las preguntas tienen respuesta y la mayoría de las veces esa respuesta no nos puede dañar, ya que mas allá de los sueños las conocemos desde siempre. 


Alicia Gaona


 

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PRINCIPIO ABIERTO 2

PRINCIPIO ABIERTO 2 (Nekovidal)

Habían sido catorce los náufragos supervivientes. Al principio, todo había sido muy duro, pero los abundantes restos del naufragio, con herramientas, botiquin y hasta una pequeña biblioteca, lo hicieron fácilmente soportable. Transcurridas dos semanas, la vida material se estabilizó y disfrutaban de un mínimo de seguridad física, comenzaron a darse cuenta del paraiso que estaban habitando. Se repartía el trabajo cada mañana equitativamente y al ser apenas dos horas, nadie se planteaba siquiera trampear en su ejecución. Tras recolectar la fruta y pescar, el resto del día era tiempo de juegos, lectura y debate, que se completaban con una asamblea y fiesta nocturnas. Todo parecía perfecto. Al cabo de cinco meses decidieron que, en caso de rescate, los catorce permanecerían en la isla, limitándose a pedir algunas medicinas y una radio para casos de posible emergencia. En el llamado mundo civilizado, ninguno tenía nada mejor por lo que volver.

Un día, poco después de cumplirse un año en la isla, apareció a lo lejos una columna de humo que identificaba a un enorme mercante, y todo cambió. Se mezclaron la sorpresa con el desconcierto y las ganas de regresar pugnaron con las ganas de permanecer en la isla. Un bote con tres marineros a bordo les transmitió el mensaje del capitán del barco: ya habían comunicado su aparición, tenían tres horas para prepararse. Uno a uno fueron cambiando de opinión, cada uno por sus razones personales. Al final sólo él y Soraya, los más urbanitas de los náufragos, fueron los únicos que decidieron permanecer en la isla.

Los vió alejarse lentamente dejando en la arena de la playa sus últimas huellas. Sus sentimientos se enfrentaban entre si.

Miró con cierta envidia a sus amigos que, ya subiendo a la nave, se volvieron para saludarle, ellos tenían un lugar al que regresar. Su hogar, sin embargo, estaba aqui, en lo que quedaba de lo que pareció que era todo, y resultó, al final, no ser nada, apenas una vacía ilusión colectiva.

Tomando a Soraya de la mano regresó, cabizbajo, al bosque.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

PRINCIPIO ABIERTO 2 (Nekovidal-José Guerrero)

EL BOSQUE

   Miró con cierta envidia a sus amigos que, ya subiendo a la nave, se volvieron para saludarle, ellos tenían un lugar al que regresar.

   Su hogar, sin embargo, estaba aquí, en lo que quedaba de lo que pareció que era todo, y resultó, al final, no ser nada, apenas una vacía ilusión colectiva.

   Tomando a Soraya de la mano regresó, cabizbajo, al bosque.

   No se lo pensó dos veces y se tiró al monte de la vida, un auténtico bosque donde las fieras andan sueltas y los desvalidos son la presa que devoran sus colmillos y van aniquilando lo que se encuentran a su paso. La envidia no le abandonaba ni siquiera en primavera pues era muy fuerte para él, aun cuando la naturaleza se vista de nuevo y respiren los árboles escondidos en el bosque un poco mejor. No podía dejar de pensar en ello porque le conturbaba enormemente en lo más hondo y se colocaba de espaldas a la sociedad, en plena soledad al haber perdido además a su madre, a parte de otras cosas, por el ataque de una maldita enfermedad. Por eso seguía bañándose en las aguas de la incomprensión en busca y captura de respuestas gratificantes que satisficieran sus graves inquietudes, que no recibían atisbos luminosos por ningún resquicio en la selva en que habitaba.

   Un auténtico bosque. La ley del más fuerte. Camina o revienta. Así todo en su hogar era un confuso aturdimiento sin ilusión ni humana compañía, viviendo un ambiente tétrico y lúgubre atrapado entre la maleza de la penuria que le rodeaba por los cuatro costados, pero que sin embargo lo prefería a la llegada de los leones y el resto de fieras, porque entonces su mirada se tornaba turbia y perdida por la amargura, sin ánimos para pelear por la defensa de sus derechos.

   Él quería salir de aquel maldito atolladero, pero los medios de los que disponía eran precarios y no le prestaban la necesaria ayuda para emprender la huida a otros parajes con más corazón, rehaciendo sus ansias de vivir con otros amigos que no fueran fieras, que le prestaran un poco de cariño, una pizca de compasión que era de lo que adolecía y así levantar cabeza.

   Soraya lo dejó a su suerte al poco de cruzar la esquina de los treinta y rehizo su vida con otro, pero él no llegaba a vislumbrar un horizonte limpio por donde dejarse llevar a fin de respirar tranquilo, que le alentasen en aquellas circunstancias para sobrellevar las tormentas por las que atravesaba, que arreciaban por momentos desde el día en que se quedó prácticamente solo.

   Los amigos que se despidieron de él gozaban de una brújula, de un proyecto seguro en sus manos, como acaso era reunirse de tarde en tarde en un lugar acordado conversando sobre lo que más les inquietaba, o pasear por entre el verde de la campiña, tomando sus tentempiés y no padecían los sangrientos disparos del desamparo y la manutención. Sin embargo él se las veía y deseaba para satisfacer sus necesidades más perentorias.

   El día de la despedida sintió lo peor, que el pecho se le cuarteaba como una roca por los efectos volcánicos, a causa de la cruenta rabia que le reverdecía a flor de piel, de modo que se pegó un mordisco en la muñeca queriendo poner tierra de por medio y vengarse a su manera de la estupidez que había cometido al no haber intentado irse con ellos aunque fuese de polizón y hubiera tenido que buscarse la vida en alta mar asaltando barcos como acendrado bucanero, pues a fin de cuentas resultaba que eran sus amigos de toda la vida y perderlos así por las buenas no le iba a reportar muchas ventajas, y menos cuando intentara abrirse camino en los quehaceres y necesidades del día a día; eso lo reiteraba cada vez que rememoraba el día de la despedida.

   Durante un tiempo estuvo saboreando las mieles de la vuelta de su amor, pensando que a lo mejor volvía a su compañía, apoyándose en los buenos momentos que habían gozado juntos, y que tanto le costaba olvidar por lo bien que se entendían en aquellas dulces noches de abril en que el cielo como un capullo se abre de par en par mostrando las esencias de la madre naturaleza, exhalando un ardiente calor, sobre todo cuando cada uno ponía de su parte aquello que a ciencia cierta sabía que era lo que estaba esperando, la ternura que brota del interior.

   Eso ya lo había soñado en múltiples ocasiones, pero por ciertos conjuros del destino hicieron que la cosa no funcionase entre ellos y Soraya se apartó de su camino, no se sabe si un tanto descaminada, lejos de lo que el sentido común le aconsejara; no obstante hay que reconocer que cuando a él se le desparramaba el flequillo por la frente se erizaba de tal forma que quedaba al descubierto exhibiendo sus torpezas, y los vientos se torcían bruscamente y no le cuadraban las cuentas del amor ni cuajaba ninguna de las propuestas que ambos se habían prometido recíprocamente.

   Cuántas veces soñaba con irse a una isla desierta, lejos de la umbría del bosque y pasar los días que le quedasen de su existencia disfrutando de una soleada y auténtica paz, de una sempiterna bonanza sin más enemigos al acecho que el sol, la brisa y la serena noche proporcionándose a sus anchas el propio sustento, y solazándose decir a al mundo con todo su ímpetu, soy un ser libre, viva la libertad.
 

José Guerrero Ruiz

 

 

PRINCIPIO ABIERTO 2 (Nekovidal-Alicia Gaona)


Ese año se sucedieron los terremotos, maremotos, fortísimos vientos que arengaban el miedo, todo era muy inestable desde la vida típica familiar, la economía, las enfermedades que diezmaban a pequeños y adultos, ya empezaban a susurrarse algunas frases como .............que cerca esta el 2012........las personas no se animaban a pronunciarlas en voz alta, parecía que si se vociferaban era mas probable que se hicieran realidad. 

Cada terremoto se había llevado parte de población y sus infraestructuras, pero esta situación se estaba prolongando a lo largo de los últimos diez años, y la tierra iba tomando una forma (aparentemente por lo poco que sabemos)  mas salvaje, primigenia, grandes extensiones de campos áridos poblaban el planeta en todas sus latitudes, zonas desérticas temibles por sus escarpados terrenos y  su ausencia de  cualquier medio para la supervivencia.

A todo esto en algún lugar, estábamos refugiados en un pequeño bosque de coníferas , este también había sido arrasado, pero aun quedaban suficientes arboles para proteger a los pocos que eramos, ellos vivían muy cerca, eran seres casi intangibles, pacíficos intentaban contarnos que ya habían pasado por todo esto y aconsejarnos sobre las acciones a seguir. 

Nosotros malos alumnos no habíamos aprendido de todos los golpes recibidos, de los familiares y amigos que se habían ido de la mano de enfermedades y cataclismos. 

Ellos insistían, trabajaban, reconstruían  hacían todo esto en silencio, sin cansancio, sin abrumo, sin ganancia, trabajaban y trabajaban ayudandonos a construir un poblado entre los arboles, ahí estaríamos bastantes seguros, no del todo, ya que no sabíamos bien a que nos enfrentábamos en este nuevo mundo. 

Ellos nos decían que si cambiabamos básicamente el egocentrismo con el que habíamos estado habituados a convivir, no vendrían mas castigos sobrecogedores, pero nosotros, no creíamos en castigos, ¿de quien? ¿de donde?, ¿quien podía castigarnos ahora que habíamos logrado sacudirnos todas las tonterías que nos habían enseñado nuestros antepasados?. o es que ahora otra vez empezaríamos con los sacrificios humanos o de animales? 

noooo!!!!eso no intentaban enseñarnos ellos, no se cansaban de repetir: solo tienen que cambiar el egocentrismo, con ello todo sera un paraíso, cuando pienses que tu vecino debe ser por lo menos tan feliz como tu, cuando lo ayudes a hacer su casa como lo estamos haciendo juntos nosotros ahora, cuando no pretendas humillarlo con tus bienes y a cambio intentes elevarlo a tu sapiencia. 

Yo escuchaba en silencio, pero me parecía difícil, muy difícil, esa no era nuestra esencia. La competencia, si,  desde que el mundo es mundo se ha luchado por el poder,  por avasallar a los inferiores, o no hubo épocas de sacrificar a los idiotas? 

y por idiotas se incluía desde un paralitico a un loco propiamente dicho, pasando por la ceguera, sordera etc. etc todo el diferente era idiota y luego con el barniz de la civilizacion ya no los sacrificaban, pero los encerraban en lugares especiales adonde los recuperaban para la sociedad, la mayoría de las veces los idiotas no eran recuperados, ya que no lograban adquirir lo mas preciado que los convertia en seres normales,  la hipocresia. 

En fin que el veía una tarea titánica eso de empezar de nuevo y porque no decirlo, no creía vivir para verlo, los días se agotaban y llego el momento en que solamente podíamos mirarlos tristemente, con la mano levantada en señal de adiós, habríamos aprendido algo? lo lograríamos? 

Miró con cierta envidia a sus amigos que, ya subiendo a la nave, se volvieron para saludarle, ellos tenían un lugar al que regresar.

Su hogar, sin embargo, estaba aquí, en lo que quedaba de lo que pareció que era todo, y resultó, al final, no ser nada, apenas una vacía ilusión colectiva.

Tomando a Soraya de la mano regresó, cabizbajo, al bosque.
 

Alicia Gaona


 

PRINCIPIO ABIERTO 2 (Nekovidal-Mari Carmen Martínez)
 

FARHIENHEIT  451 -3002- 

Una vez cada 2 años volvían a verlos y pasaban algunos días, con temor ,en la clandestinidad ,pero venían.

Entonces cuando se acercaba la fecha prevista se llenaba de alegría. Tenía algo en que pensar ,tenia que limpiar , pensar en preparar comidas frugales con animales y plantas ,regalos ,sorpresas, pequeñas anécdotas cotidianas que contar...

Claro que allí  las noticias no eran muy de reseñar ...que de cuando en cuando alguien aparecía con un nuevo libro rescatado del fuego y entonces primorosamente lo restauraban ,lo recomponían...y poco más.

Los que habían decido huir en las naves habían tenido razón era más fácil huir que luchar con la sin razón de aquel “Farhenista”  ,aquel gobierno fascista global. 

Él era un bombero peligroso ,en lugar de quemar los libros los leía “ 

En lugar de resignarse organizó  la resistencia en los bosques ,ahora con el paso de los años solo quedaban él y unos pocos...los demás sus amigos se habían ido con libros encriptados a otros mundos...el no pudo ,no pudo soportar la idea de  irse de su mundo ,ni imaginar un mundo solo con soporte informático .Ella tampoco.

Ella ,ella murió  en el incendio de su hogar tratando de salvar los que habían ocultado ,los más raros los más preciados,los de filosofía ,los Miserables, el Quijote ,Cándido,Sin novedad en el frente y la Poesía ,la poesía que le gustaba tanto leer en el porche al atardecer. Murió dejándolo solo con una pequeña que apena sabia balbucear...¿ porque Ella ,porque no yo...?

No ,no pudo abandonar aquel bosque ,aquel lugar...en memoria de Ella ,en memoria de los que lucharon por la cultura ,por la libertad ,antes de que casi todo se perdiera...¿Porqué le tuvo que tocar a ella a Electora...¿porqué?...

De los pocos que quedaban en el bosque la mayoría iban rindiéndose ,se marchaban ,volvían a la vida “normal” sin cultura ,sin libertades ,pero con  comodidades...quedaban muy pocos...

Era duro vivir en el sotobosque ,solo con la esperanza de poder algún día, con ayuda exterior cambiar todo aquello .Pero sus amigos tambien habían desistido de organizar en otros mundos la resistencia ,el rescate. Siempre que venían le insistían en que los acompañara ,por más que quisiera no podía...

deja al menos que se venga la niña”...tampoco podía dejarla ir ¿entonces que le quedaría?. ..tal vez la próxima vez ...tal vez 

  Miró con cierta envidia a sus amigos que, ya subiendo a la nave, se volvieron para saludarle, ellos tenían un lugar al que regresar.

Su hogar, sin embargo, estaba aqui, en lo que quedaba de lo que pareció  que era todo, y resultó, al final, no ser nada, apenas una vacía ilusión colectiva.

Tomando a Soraya de la mano regresó, cabizbajo, al bosque.

Mari Carmen Martínez


 

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EL LIBRO DE LA VIDA

EL LIBRO DE LA VIDA

Sospecha de quien afirme que la vida tiene su libro sagrado al que nunca hay que cuestionar.

Sospecha de cualquiera de las religiones, especialmente las llamadas del Libro, son las que más muerte han provocado.

Sospecha de las personas de un sólo libro: su libro de cabecera suele llenar su cabeza, no dejando lugar para la duda.

Sospecha de quien sospecha de todo y de quien no sospeche de nada.

Pero nunca sospeches de un libro, si los elementos más sospechosos de entre los humanos les hicieron padecer la hoguera más veces incluso que a sus semejantes, es que son dignos de confianza . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

EL LIBRO DE LA VIDA


En el libro de la vida ,casi todos ,escribimos con renglones torcidos.

Destrozando ,a veces,sin querer,lo más querido.

Lo importante es que al volverlos a leer ,

Sepamos que hemos enderezado lo vivido :

Que hemos aprendido 

Y pasemos a renglón seguido ,

A escribir más derecho ,menos torcido. 

Para terminar el libro de la vida con hojas llenas

De prieta  redondilla ,recta ,pausada ,seguida. 

Que cuando la inefable Muerte venga a buscarnos ,

Hayamos dejado  en el Alma de los que nos han conocido

Los  renglones enderezados y  restañadas todas las heridas. 

Entonces ,solo ,entonces podremos cerrar  bien el   libro de nuestra la vida. 


Mari Carmen Martínez


 

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EL COMERCIANTE DE LIBROS

EL COMERCIANTE DE LIBROS (Taayib al Kitaab)

Por Franjamares

Aún guardo en mi bargueño, como si lo sacara recién de las alforjas, aquel secreto de Samarcanda. Visto ahora desde la experiencia de su auge, ha supuesto un descubrimiento maravilloso. Un salto de provecho en la transmisión del conocimiento. La prosperidad de las ciencias y las artes que ahora pueden salir del estrecho celo de unos pocos para propagarse fácilmente copiadas por todos los rincones del mundo.

Este secreto custodiado en Samarcanda en tiempos remotos, donde resultó mejorado, fue arrancado de los labios trémulos de dos oficiales chinos prisioneros tras la colosal batalla de Talas. El intérprete del general abbasí Ziyad, no daba crédito a sus oídos: el secreto del papel de arroz desgranado con todo lujo de detalles por aquellos infelices, dos supervivientes que se contaban entre los escasos oficiales, pues solo una décima parte del ejercito chino quedó con vida en aquella campaña tras la algarada de sables árabes, persas y turcos, a orillas del río Talas.

La fábrica de papel de Samarcanda era un lugar restringido, pero no inexpugnable, menos para un joven taalib huésped del alfaquí, como yo era en aquel entonces. Su blanca, útil y barata producción acabó distribuida por todas las tierras del Islam. Pero la fórmula de su manufactura ya no podía aguantar más entre sus muros. Y otras ciudades del oriente arabófono han conseguido también su alquimia y ya se prodigan en su fabricación.

Nosotros la trajimos para el occidente. El nuevo soporte de la escritura ya se exhibe en los zocos de Al-Andalus. La medina de Játiva compite con las principales ciudades árabes en la fabricación de este magistral invento. La calidad de nuestros papeles alcanza la altura de nuestras sedas, de nuestras telas, de la industria de Tiraz, que en Córdoba se especializa en la fina cordonería.

El coste elevado del pergamino acabará relajándolo en todos los reinos del norte al polvo húmedo del olvido, el precio del papel que estamos elaborando ya provoca una revolución cultural por cuanto supone de propagación del material escrito, y de mejoría en la publicación de libros. Como este que ostento entre mis manos y que pronto las manos de mi mejor kaatib trasladarán al papel una y cien veces.

Se trata de una obra admirable, a la misma altura sino por encima de las letras árabes que vienen como paradigmas del Oriente. El Collar Único de ibn Abd Rabíhi, que toma su título por alegoría con un collar de perlas, es un conjunto de saberes árabes y universales; un libro que pretende albergar en su seno el alma de todas las artes, ciencias y filosofías de la vida; es por tanto el libro de la vida.

Cada capítulo de El Collar Único, engarzado y pulido, lleva por nombre una piedra preciosa, veinticinco piezas que bajo su nombre presenta y desarrolla un arte distinto. Caben como ejemplo las azoras de la Perla, acerca de los brillos y sombras de la poesía; el Topacio, lleno de refranes sobre la generosidad humana, a cundir como dechado en este nuestro Al Ándalus; el Zafiro, dedicado a las ciencias; el Coral que versa del protocolo y los buenos modales; la Plata, que narra historias de embajadas y anécdotas de ilustres delegaciones, desde los califatos Fatimí y Abbasí hasta el propio Bizancio; el Oro, que transmuta los secretos de la algarabiya, la lengua y la gramática árabes…  y otras gemas con las que educar en la cultura oriental a los jóvenes andalusíes.

El Collar único verá en mi alhóndiga de papel y tinta su primer y gran renacimiento. El papel lo hará volar como paloma blanca por todos los confines de Al Ándalus y el mundo mediterraneo y oriental con el que compartimos idioma.

La mofa acuñada por el poeta de sobrenombre Al Qalfat, mote que proviene de calafatero, el peón que unta brea a los barcos, tal vez puesto por el color terroso de su piel o por su higiene mejorable, que ha comparado la obra del Collar con una ristra de ajos, no es otra cosa que envidia y buscado menosprecio, propios por otra parte del ambiente de afilada competencia cultural y poética que se vive en los campos y madinas de Al Ándalus en estos tiempos bulliciosos,

La daga del cálamo del poeta calafatero ya ha destrozado la obra poética de otros autores, pero nada podrá hacer contra las piedras preciosas del Collar de ibn Abd Rabihi, verdadero libro de la vida, que coloca nuestra cultura a la altura del mundo civilizado.

Pero si El Collar Único es el libro de la vida, de la vida social, cultural y administrativa del estado, otra obra que espera turno de escritura de otro compatriota, del ínclito Ibn Masarra, no es sino el de la vida prístina y espiritual: el Libro de la explicación penetrante, que contiene, sin duda, la clave de un sistema esotérico, de una filosofía inspirada en Empédocles, el más antiguo de los sabios griegos. Era éste todo un hierofante, un profeta consagrado a la enseñanza y las prácticas espirituales, que vivía retirado del bullicio mundanal, que rechazaba honores, y realizó su gran viaje iniático a Oriente.

Ibn Masarra también vive apartado en la sierra de Córdoba, en su pensamiento heterodoxo, racionalista y de iniciativa en la interpretación y la indagación personal –ya tratada en otras de sus obras, como el Libro de las letras, sobre los arcanos del álgebra mística–, se sublima la teoría de la emanación jerárquica de las cinco substancias: el elemento primordial o materia prima, que es la primera de las realidades inteligibles; la inteligencia; el alma; la naturaleza y la materia segunda o corporal…

Estos libros de Ibn Masarra, copiados por mi fecundo kaatib, circulan de mano en mano, y no solo entre los simpatizantes mutazilíes, son buscados como el agua por las almas ávidas de conocimiento: no hay autoridad más allá que la intelectual, afirma Ibn Masarra. Se alternan a veces con las cartas clandestinas de los hermanos de la pureza, eludiendo la vigilancia de los alfaquíes, exacerbando su cólera, pero escapando de su intolerancia como el agua entre los dedos.

Llegarán estos libros hasta el Oriente, donde los maestros ortodoxos abordaron la tarea de refutarlos. No deseo que estos anatemas, corrompidos con la envidia, lleguen hasta los tribunales de aquí o de allá y se acuse al sabio Ibn Masarra de hereje o de zindiq, agitador de dogmas. Este humilde comerciante, amigo del maestro, velará por su integridad como persona, de la calidad como maestro que ha hallado la vía, y su talento como escritor, cuyos libros clarifican a quienes los leen.

Sólo me resta dejar para otra carta el análisis con más extensión de su obra.

Taayib al Kitaab. Almería. 299 hiyra.

* (A propósito del tema El libro de la vida, tertulia Entrelíneas, abril de 2010, Nerja)


 

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VIVIR PARA COMER, COMER PARA VIVIR

VIVIR PARA COMER, COMER PARA VIVIR

Evidentemente hay que comer para vivir ,aunque solo sea un poco ,lo justo.

En esta sociedad nuestra alineizada ,la obesidad

Va camino de ser la primera enfermedad del primer mundo,

Mientras en el tercero muere  ,cada 6 segundos ,de hambre un niño... 

Estamos sobrealimentando el cuerpo pero

Nos hemos olvidado, en nuestro desquiciado vivir,

De el Alma nutrir. 

¿ Con que se nutre el alma ?

Con cosas sencillas y bellas ,flores de lavanda, violetas ,mimosas , miosotis, almendros en flor...

Con evocar los olores exóticos del  mercado de especias de un  zoco.

Con la luz ambarina de un amanecer ,con  el canto de los pájaros a, la tarde ,caer

Con el ronroneo pausado de las olas del mar...

Con la amistad de amigos lejanos ,pero a la vez hermanos.

¿Y tu mi alma ,de que te nutres tu?

 Del recuerdo de tu vientre lleno de vida

Desde el primer movimiento ,como si fuera un pez

Hasta la sensación de vació  después de dar a luz

De saber que ese fruto de tu vientre esta sano y salvo y es feliz

Y de la seguridad de pensar que mañana ,hoy ya es ,sera un gran hombre.

De saber que todos los días te esfuerzas  un poco más por saber, por aprender

Por hacer las cosas lo mejor que puedes.

De las palabras de gratitud de los pacientes :

Muy amable doctora ,como siempre..

Con saber que pones tu , siempre insuficiente granito, de arena

Para evitar esas muertes por hambre

En un mundo que ha decidido vivir para comer

Devorando al más débil... 

Mari Carmen Martínez



 

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FINAL ABIERTO – 10

FINAL ABIERTO – 10 (Begoña Ramírez)

Llevaba en aquella situación demasiado tiempo.Sin saber cómo ni por qué su poder de decisión había sido sustituido por una especie de corriente vital que la conducía siempre al mismo lugar,al punto de partida,y cada vez que intentaba dar un paso hacia delante hacía el recorrido a la inversa,como los cangrejos.

Como si un potente imán la atrajera continuamente a su centro,por más que intentara sin remedio luchar contra esa fuerza invisible. Se preguntaba si habría llegado a ese crucial momento en el que ya es la vida la que tiranamente decide sobre nosotros y no nuestra voluntad. Se preguntaba si en el infinito devenir de lo cotidiano su poder de decisión había quedado anulado,aplastado,aniquilado.

Begoña Ramírez

Se preguntó durante dias sobre el origen de la capacidad de decidir, sobre su naturaleza, si realmente elegimos algo o somos una mera consecuencia de un conjunto de acciones vividas desde el msimo momento de la concepción sobre el que no tenemos la menor capacidad de decidir. Pensó y pensó hasta que llegó a la conclusión de que decidir no era más que una ilusión, pero como tal, inaprensible, etérea, inabarcable en su origen e invencible en su naturaleza.

Decidió que tomaría una última decisión: convencerse a si misma, aún sabiendo que no era más que una burda fantasía, de que decidía sobre su existencia y su persona.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

FINAL ABIERTO – 10 (Begoña Ramírez-José Guerrero Ruiz)

IMPOTENCIA

Llevaba en aquella situación demasiado tiempo. Sin saber cómo ni por qué.

Su poder de decisión había sido sustituido por una especie de corriente vital que la conducía siempre al mismo lugar, al punto de partida, y cada vez que intentaba dar un paso hacia delante hacía el recorrido a la inversa, como los cangrejos.

Como si un potente imán la atrajera continuamente a su centro, por más que intentara sin remedio luchar contra esa fuerza invisible. Se preguntaba si habría llegado a ese crucial momento en el que ya es la vida la que tiranamente decide sobre nosotros y no nuestra voluntad. Se preguntaba si en el infinito devenir de lo cotidiano su poder de decisión había quedado anulado, aplastado, aniquilado.

   Recorrió con el dedo meñique de la mano izquierda un plano de los lugares más frecuentados en los últimos lustros y se detenía a conciencia en los más punzantes revisando punto por punto los rescoldos que pudiesen quedar de todo aquel embrollo que le atizaba en el subconsciente como un fuego haciendo astillas sus mejores sueños y aunque nunca daba nada por perdido no daba con la clave de las desdichas.

   El caso era digno de estudio en un laboratorio o exhibirlo en los foros más eminentes del cosmos, porque cuando pensaba que ya lo tenía todo resuelto surgía la inminente contradicción, el suspense en el compás, un ligero fogonazo y le deshacía por completo lo que hasta el momento había construido con toda la emotividad y pulcritud del mundo, siempre sin perjudicar a nadie. Eso sí, antes consentiría amputarse un miembro que caer en semejante lodazal, barruntando horrorosa maniobras para derruir la estructura de una criatura por algo ajeno a ella, quiérase o no. Ese proceder estaba aquilatado en su perfil ético, seguía la doctrina de los filósofos de la antigüedad clásica procurando llamar a las cosas por su nombre, al pan pan y al vino vino, guardándose muy mucho de no suplantar a nadie en el esplendor de las tinieblas, o a la luz del día mediante recónditos tejemanejes que al fin de cuentas no aterrizarían en ninguna parte del planeta echando por tierra incólumes ideales.

   Pero no estaba aquel día para repartir agasajos y se dispuso a derribar cuanto caía en sus manos o topaba a ras de tierra por si acaso, todos los entramados y entuertos escudriñando en los subterfugios que cimentan las más atroces de las falacias o mezquindades humanas que le machacaban sin piedad. La incógnita seguía flotando en la penumbra, interrogándose por qué daba un paso hacia delante y dos para atrás, y anhelaba descascarillar el caparazón que ocultaba este maremagnum de manera que arribase luz a sus circuitos interiores y le demostrase palmariamente el quid de la cuestión.

   Echó un vistazo a su programación y comprobó que se atenía a la norma diseñada; desayunaba a conciencia, como dios manda, siguiendo los pasos de su abuela, tostadas con aceite y jamón de la sierra y el hirviente  y negro café que salía a borbotones de la vieja cafetera armando un horroroso estruendo que rememoraba la máquina a vapor del tren de mercancías que cruzaba su barrio con aquellas escandalosas volutas de humo que dejaban a la gente patidifusa, y añadía frutas del tiempo que le levantaba el ánimo y de camino completar una adecuada nutrición vitamínica; a medio día se apuntaba a lo más estricto, lo que se toma generalmente en el almuerzo siguiendo las pautas, en caso de duda, del endocrino cuando las circunstancias así se lo demandaban, de suerte que no había resquicios por donde pudiesen horadar su blindada vida, tan sensata y tranquila, y ni por asomo aparecían señales en que de improviso le doblegasen los argumentos o ahondaran en las debilidades, dado que a cada paso que daba aplicaba un control sumarísimo, por lo que era prácticamente imposible que en un descuido la neutralizaran, pero que sin embargo aquellas enquistadas sanguijuelas invisibles se las arreglaban sin saber cómo para minar la energía escalando progresivamente su esqueleto hasta las últimas consecuencias subiendo al mismísimo cerebro, y sin que hubiese motivos fehacientes que aquilataran la pólvora requerida para volar sus raíces volaban, si es que se puede apuntar tal atisbo, pero no había en el fondo duende por potente que fuese que alzara un dedo en contra de sus procedimientos tan severos, antes bien los endiablados duendes o los seres más reales le daban toda la razón en sus idas y venidas, en sus entradas y salidas, incluso más si cabe ya que todos los resortes y las artimañas más sutiles los guardaba en lo más hondo de las entrañas , y que se sepa hasta la fecha los conductos vitales estaban en regla, anotándolo todo en la sigilosa agenda con pastas doradas que portaba en el bolso, detallando todas las mezquindades que iban a remolque por entre los agujeros del recuerdo y revolteaban en sus mismas narices.

   Por todo ello las oquedades que bailaban en su misma coronilla no había bicho viviente que se atreviese a desempolvarlas, incluso presentando de repente quijotescas batallas campo a través. Pero después de verificar las pruebas pertinentes y prodigar sutiles aldabonazos en el portón de la torpeza se vislumbró en lontananza que la hecatombe crecía viniendo a caballo o a contra pie –sic- o a escondidas enquistada donde menos se esperaba que aconteciera fulminando las refulgentes mañanas que sin duda ni el mismo Salomón con todo su bagaje de sabio hubiese sido capaz de descifrar, dando en el blanco, y lograrlo con precisión y cordura.

   Vino a descubrir sin quererlo que cerca de su morada había un gimnasio con todos los enseres en perfecto uso, detalle en que con la premura cotidiana y el estrés que le acuciaba nunca había caído en la cuenta, y mira por donde lo tenía al alcance de la mano, tan sencillo y a un paso de la puerta de casa, y podría dirigirse sin problemas hacia él sin mirar para atrás en pos de un futuro más halagüeño, y allí sudando la gota gorda rebajar grasas, o enderezar las torcidas pisadas que le desquiciaban las piernas y fortalecer los músculos que por algún desliz anduviesen renqueantes o anquilosados, y navegar por esos mundos a pecho descubierto aunque fuese a veces a la desesperada pidiendo auxilio o algo de consuelo. Una vez asimilado lo anterior se introdujo en ese bálsamo vivificador expiando los malos humores que la humillaban, los ronquidos sordos respirando cada vez mejor, pero de súbito una mañana, sin saber cómo, de nuevo la atrapa la trágica impotencia, volviendo a tropezar en la misma piedra, aunque por las noches se sacudía los ramalazos y aminoraban las calamidades que la zaherían durante el día acudiendo a su ventana bocanadas de aire fresco, casi milagrosamente, como si fuese tornando en un color claro el oscuro aliento que exhalaba pese al estado depresivo que mostraba. Sin embargo al día siguiente vuelta a empezar y se retorcía de rabia echando espumarajos por la boca o se mordía la lengua porque unas malditas musarañas, cual minúsculos insectos, o tal vez los malos olores le hacían añicos los avances conseguidos y recaía en la pocilga del día anterior.

   Estuvo deliberando cómo meterle mano al asunto y se dedicó a recorrer los parámetros más relajantes y brillantes por su prestigio internacional siguiendo las flechas de las isobaras de los mapas, aquellos que le recomendaban sus asesores más eximios, pero su psique, trucada como estaba y tocada por mil descompensaciones, pasaba del asunto y no daba opciones para adentrarse en la esencia y desembarazarse de una puñetera vez de aquellas escamas adheridas al frontón de su pensamiento de suerte que galopaban mentalmente palpando el agarrotamiento en que se movía al desplazarse de un lugar a otro.

   Intentaba cargarse los vínculos a patadas, a mordisco limpio y finalmente se resignaba a las contrariedades deshecha, en estado sangrante y no tenía arrestos para luchar contra tales ogros provenientes de algún chamán u oráculo que le hubiese tendido una trampa en su fluctuante y cansino deambular por la rutina diaria. Además todavía era joven y, teniendo toda una vida por delante, no podía arrojar la toalla; por otra parte no poseía la picaresca de un currículo comprometido tan grueso como para cosechar tanta mugre hostil en los frágiles pies que marcaban su ritmo, sus pasos como un perverso marcapasos en el corazón que quisiera tumbar al paciente ejecutando las pulsaciones en contra de su misión de salvar al órgano y cumplir las funciones para las que había sido instalado.

   Las carencias generalmente le dañaban el hipotálamo e incluso el espíritu, porque siendo una persona de buenos principios y perfección contrastada, no obstante si lo que practicaba era el bien o el sentido común entonces no había forma de tildar de contratiempos o aberraciones lo que le acaecía, eso era una nauseabunda estupidez.

   La empatía con extraterrestres tampoco podía ser una justificación aunque la animaban sobremanera en horas de inspiración, porque la impulsaban a recurrir a recursos extravagantes que estaban descartados para el resto de los mortales, pero lo había desechado tiempo ha debido a que no le compensaba tal conducta tan obsesiva, ya que no le solventaba nada, y se lanzó al callejón de la vida, a las puertas de los enigmas presentando una pugna sin tregua a todo aquello que se interpusiese entre la potencia y el acto.

   Deseaba echar el ancla a tope para no zozobrar en aquellas turbulentas aguas, empezando a bucear con arrojo buscando los restos de sus ancestros, células dispersas acordes con su idiosincrasia indagando en los abismos de la existencia a fin de extraer lo más lúcido que pululaba en las interioridades y de ese modo subvertir el ingrato enigma que la cubría de pies a cabeza, una vorágine de dislates que brotaban en la superficie al contacto de la suela de sus zapatos por donde pisaba que le impedía avanzar.

   Se sentía presa en sí misma, imposibilitada en sus cinco sentidos. Era víctima de la acción de las fases de la luna con la pleamar y bajamar que acentuaba o atenuaba los efectos de sus instintos, elucubrando que estaba encerrada en la celda del panal de la existencia con una camisa de fuerza labrada con mil cuchillos y se negaba a continuar por esos derroteros, y la puntilla llegó cuando le espetaron con poca gracia entre los vecinos que les había sucedido lo mismo a sus antepasados, y recordaba a su abuela cuando le contaba cuentos al calor de la lumbre en tardes de crudo invierno, transmitiéndole que cuando ella era una niña pequeña sintió unos pálpitos en su cuerpo bastante raros que la zarandeaban de un lado para otro sin que pudiese poner remedio ni avanzar al paso que retrocedía y todo ese maremoto le ocurría en contra de su voluntad. Escenas todas ellas que no diferían apenas de lo que le acontecía a ella.

   De todas las maneras se había propuesto romper con la tradición derribando con toda la metralla del mundo muros y hostilidades con la ayuda de la estrella polar que le infundía nuevos bríos, era su estrella preferida pese a haber nacido con mala estrella, antes de verse aprisionada en las mismas necedades y adversidades soportaron sus ancestros.

   Se preguntaba llena de asombro cómo era posible que le sucediesen semejantes monstruosidades precisamente a ella en el siglo veintiuno, sabiendo que todos somos dueños de nosotros mismos y con los mismos derechos, naturales y sobrenaturales, o quizá no por lo que aquí se advierte, porque no hay que olvidar que las hecatombes arriban por sí solas.

   Se puede tolerar que si amas el peligro y lo busques perezcas en él, pero si lo evitas la mano negra se debía desvanecer o cortar como mala hierba y dejar que crezca radiante la luz y la esperanza.

    Un día en las postrimerías de los últimos pasos le vino a la memoria el célebre proverbio, “el querer es poder”….y sin más rodeos se puso manos a la obra.

Jose Guerrero Ruiz

 

 

FINAL ABIERTO – 10 (Begoña Ramírez-Alicia Gaona)
 

Llevaba en aquella situación demasiado tiempo. Sin saber cómo ni por qué

su poder de decisión había sido sustituido por una especie de corriente vital 

que la conducía siempre al mismo lugar,al punto de partida,y cada vez que

intentaba dar un paso hacia delante hacía el recorrido a la inversa,como los cangrejos.

Como si un potente imán la atrajera continuamente a su centro,por más que intentara sin remedio luchar contra esa fuerza invisible. Se preguntaba si habría llegado a ese crucial momento en el que ya es la vida la que tiranamente decide sobre nosotros y no nuestra voluntad. Se preguntaba si en el infinito devenir de lo cotidiano su poder de decisión había quedado anulado,aplastado,aniquilado. ( Begoña Ramirez Joya )

Se preguntaba en que momento de su vida se había puesto esas cadenas invisibles que parecían atarla a un destino inexorable. En el primer tiempo ese destino fue abandonar su enorme espiritualidad para entrar en el falso mundo del consumo y la apariencia. Desde luego eso no la llenaba, no ocupaba los recónditos huecos de su vida, que sentía día a día, mas y mas vacía, de a poco en medio de compromisos de trabajo y sociales, trataba de quitarse esas cadenas y volver a los principios, cuales eran estos? que principios habían sido, que fueron tan fáciles de desechar a cambio de las luces titilantes y materiales, que te atrapan en esta sociedad consumista.

Su búsqueda, comenzó a ser una búsqueda intensa de la verdad, chocaba con molinos de vientos y se rehacía pensando en el encuentro. Pero el encuentro se alejaba a medida que ella creía acercarse. Un día esa fatua sociedad la arrojo de su seno, la vilipendio, la acoso, pero ella ya había encontrado el camino y se debatía entre premisas materiales y un amplio y dulce mundo espiritual al que nadie podía acceder. Cuando se retiraba allí, nada existía, todo resbala sobre su superficie sin penetrar, seguía viviendo su única realidad, pero lo hacia ausente, entregaba todo, su energía, su trabajo, su fuerza, pero se reservaba sus ideales y cuanto mas cuestionada era, mas se sentía en el camino adecuado. 

De vez en cuando las cadenas de las que no podía liberarse, le daban un sacudon llamándola a la realidad, ella, vivía un mal día en la realidad y nuevamente lograba refugiarse en su mundo utópico, en el solo existía la ética y la bondad, la honradez y la amistad. Cuantas veces como creía, que tocaba una vida de perfección, eran las mismas que las cadenas le tiraban llamándola a la repetitiva realidad. 

Entonces fue, que se planteo ser su esencia, su energía, todo demostraba que la energía nos sobrevive, no importa en que forma, no importa. Solo sabia que si se desprendía de ese cuerpo ya gastado y denigrado, encontraría mil cosas perdidas en su camino, las cadenas se querían allí con la materia, nunca mas le pegaran tirones a la realidad, que realidad, que cadenas...........…....

..Subo en el éter rodeada de bellos colores, de energías conocidas que no necesitaban ya rostros ni manos, me  siento bien, completa, después de mucho tiempo me siento como el aire y el agua, vitalidad misma de la vida, por primera vez no necesito nada mas..... he tardado pero he logrado encontrar mi camino,  en el aire, en la tierra, en el trino de los pájaros......... en mi lugar de donde ya nadie podrá arrancarme.

 Alicia Gaona

 

 

FINAL ABIERTO – 10 (Begoña Ramírez- Mari Carmen Martínez)


Llevaba en aquella situación demasiado tiempo. Sin saber cómo ni por qué

su poder de decisión había sido sustituido por una especie de corriente vital

que la conducía siempre al mismo lugar,al punto de partida,y cada vez que

intentaba dar un paso hacia delante hacía el recorrido a la inversa,como los cangrejos.

Como si un potente imán la atrajera continuamente a su centro,por más que intentara sin remedio luchar contra esa fuerza invisible. Se preguntaba si habría llegado a ese crucial momento en el que ya es la vida la que tirana mente decide sobre nosotros y no nuestra voluntad. Se preguntaba si en el infinito devenir de lo cotidiano su poder de decisión había quedado aplastado, anulado, aniquilado. (Begoña Ramirez)

Pero ya había tomado su decisión e iba a ser inamovible .No pasaría un día más en aquella casa aunque hubiera vivido 26 años en ella .¡Se acabó!, dijo ella. Ni una vez más. No volvería más.

Recogido las dos cosas importantes que aún tenia allí ,la biblia que su abuela la había regalado y el macetero que le habían regalado los buceadores de Ubapro, cuando asistió a uno de ellos en la cámara hiperbárica con unas macetas preciosas. Las plantas hacia tiempo que se habían secado.

No necesitaba nada más, ya iría dando viajes a recoger la ropa y algunas de esas cosas que nos creemos son imprescindibles para la vida y que son, en realidad, vanos anclajes...Recordaba  con claridad que en una de las muchas broncas habidas el le dijo:

¿Pero puedes no ser feliz? Si lo tenemos todo . . .

Con ese “todo” se refería a la casa y su contenido, a los coches ... pero ella sabia que solo tenia vació al lado de un hombre que no veía más allá de lo material. Por no querer no había querido tener ni otro hijo cuando ella se lo planteó a petición de su primer e único hijo. No aludió a problemas de salud de ella ,como excusa sino al maldito materialismo ,tenemos uno y se lo podemos dar todo si tuviéramos dos a lo mejor ya no.

Desde ese día decidió que no mantendría más relaciones con él, total hacia tiempo que no le apreciaba, que no sentía nada ,si acaso asco .Dejó de rememorar los mil y un motivos, las mil y una cosas que se habían planteado al casarse y que no habían hecho, la casa era una ruina y en la ruinas lo único que le puede pasar a una es que parte del techo se le caiga encima.

Echó una ultima ojeada, y decidida pensó: en realidad ...no me dejo nada.

Mari Carmen Martínez



 

FINAL ABIERTO – 10 (Begoña Ramírez)


Llevaba en aquella situación demasiado tiempo.Sin saber cómo ni por qué su poder de decisión había sido sustituido por una especie de corriente vital que la conducía siempre al mismo lugar,al punto de partida,y cada vez que intentaba dar un paso hacia delante hacía el recorrido a la inversa,como los cangrejos.Como si un potente imán la atrajera continuamente a su centro,por más que intentara sin remedio luchar contra esa fuerza invisible.Se preguntaba si habría llegado a ese crucial momento en el que ya es la vida la que tiranamente decide sobre nosotros y no nuestra voluntad. Se preguntaba si en el infinito devenir de lo cotidiano su poder de decisión había quedado anulado,aplastado,aniquilado.

 

Y sin embargo había momentos en que sentía una inmensa paz,en los que todo parecía estar en su lugar, en los que conseguía acallar sus pensamientos y podía sentir. Solamente sentir.

Apreciaba entonces una luz especial, el universo se bañaba y se perfumaba

y existian entonces la magia y la belleza, que no era otra cosa sino su capacidad para ver. Estamos ciegos, vivimos ciegos, y en muchos casos pasan las páginas de nuestro calendario sin conseguir quitarnos la ceguera.

Por eso se había hecho necesario tomar una decisión; estaba atrapada sí, pero siempre se puede escapar. Sus fuerzas se encaminarían desde este momento a planear una fuga. Fugarse de sí misma,de todo lo aprendido,

de todo lo establecido, de todo lo politicamente correcto, de las obligaciones,

fugarse de todo que no fuera sentir, en cada instante. En eso radica la fuerza del amor, en que cuando amamos sólo sentimos. Cuando empezamos a pensar ya es otra cosa. Pero ese momento mágico en el que sólo sentimos, no se puede comparar a nada porque entonces somos como una pieza de un enorme rompecabezas que de repente encaja perfectamente en su lugar.
 

Begoña Ramírez Joya


 

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HOMENAJE A DON QUIJOTE

HOMENAJE A DON QUIJOTE

EN UN LUGAR DEL FUTURO

En un punto o lugar del cercano futuro, de cuyo nombre por razones obvias no puedo acordarme, apareció, víctima de un accidente espacio temporal, provocado por las todavía primitivas máquinas del tiempo, uno de los tantos personajes que creíamos de ficción, pero que resultó ser tan real como la estrella que nos alumbra, un personaje que, ya en la época que le tocó vivir, se encontraba un tanto marginado entre sus contemporáneos pues, negándose a padecer un presente que sentía lleno de injusticias, decidió abandonar la comodidad de su hogar para recorrer el mundo intentando subsanarlas.

Fue a caer este pobre hombre a principios del siglo XXI. Le acompañaban su escudero Sancho, su jamelgo Rocinante y el estoico Rucio, que a Sancho cargaba sobre su lomo.

Tras una semana deambulando por los campos, arribaron todos ellos a una gran ciudad, y he aqui algunos diálogos y aventuras que vivieron:

Sin duda, amigo Sancho, todo esto es artificio y traza de los malignos hechiceros que me persiguen. Mira a que sitio tan triste nos han traído, que el mismo infierno parece: mira el semblante de esos hombres, sin un gesto, sin una sonrisa que denote que tienen alma, por eso será que llevan al cuello una soga atada, como presagio de su condena.”

No, mi señor, he observado que a la soga la llaman corbata y la tienen por símbolo de nobleza, pues quienes la portan son aquellos que no viven de su sudor, sino del ajeno.”

Extraña costumbre que no hace sino confirmar mis sospechas. Observa esas altas torres que no es posible haya construido ser humano alguno, y esas luces que brillan sin que ningún fuego las alimente, y esos niños hechizados, que el que no ataca o vocifera a sus padres está bajo el poder de esos extraños artilugios que portan en sus manos, del que no separan la vista durante horas, mientras los golpean con los dedos como llamando a una puerta que no puede llevarles sino a la necedad o a la locura”.

Todo esto es tan contra natura que no puede ser sino venganza de Fristón, ofendido y envidioso por los entuertos que deshice y las injusticias que reparé.”

Mas lo peor es sin duda esas ruidosas bestias de metal que ensucian el aire con venenosos humos mientras galopan, todas entre ellas mismas entreveradas, y los pobres condenados que dentro padecen su cautiverio. En esto apreciarás la crueldad a que pueden llegar magos y hechiceros cuando se sienten ofendidos en su vil arrogancia.”

Y mira aquellos follones y malandrines, que con estruendosos pitidos se plantan en medio de las bestias de metal y fingen dirigirlas, cuando no hacen sino enturbiar más el ánimo de los pobres condenados que van dentro. Oh, Sancho amigo, grandes maldades debieron cometer para merecer tan cruel castigo. Por mi fe que en el mismo averno estamos.”

Mas también pudiera ser, reflexionó Don Quijote, puesto que cautivos somos todos del malvado Fristón, que sean buenas gentes condenadas sin más delito que la mala fortuna de haberse cruzado en el camino de tan vil encantador. Liberémoslos, Sancho, y rompiendo su maleficio podremos tal vez liberarnos nosotros, haciendo de paso el bien suficiente para que hoy sea un dia digno de un buen caballero andante y su fiel escudero, que eres tú Sancho, aunque a veces no parezcas apreciar la dignidad de tu oficio”.

Mire vuesa merced que por la velocidad endiablada a la que van, varios corceles deben llevar dentro tan extrañas criaturas, y no será menester ponerse en su camino, no vaya vuesa merced a sufrir accidente semejante al de los molinos . . . “

Calla, Sancho, que este es el día en que se ha de ver el bien que me tiene guardada mi suerte y se ha de demostrar el valor de mi brazo, que nunca fue el miedo compañero de ningún caballero andante”.

Y diciendo esto arremetió Don Quijote con tal fuerza contra un Nissan Primera que circulaba por la plaza, que a duras penas pudo el conductor evitarle. Pero menos suerte tuvo un Mercedes que venía a continuación, pues enristrando Don Quijote su lanza, tomó la estrella de la marca como punto de mira y fue como alma que lleva el diablo a encajar su lanza y su cabeza en el parabrisas del automóvil cuyo aterrorizado conductor, a punto de caer inconsciente, acertó a preguntar:

¿Esto es de alguna película que están rodando?”

¿Película, decís, incauto, ¿qué es eso? ¿sinónimo de encantamiento o hechicería? Dejad de hablar y corred para recobrar la libertad que injustamente os fue arrebatada, que yo os defenderé de los esbirros de Fristón.”

Desmontado del pobre Rocinante, que una vez más había pagado las consecuencias del ímpetu de su amo, saltaba Don Quijote de lado a lado del automóvil empuñando la espada y pinchando y cortando con ella a los airbags que se iban desplegando uno a uno, mientras gritaba:

De nada te servirán tus malas artes, Fristón, que por muchos odres o vejigas de carnero que pongas en mi camino, he de liberar a este condenado y con ello romperé el maleficio que a esta extraña tierra me tiene atado”.

En esto estaba cuando fueron llegando ambulancias y coches policiales hasta rodear la rocambolesca escena que nuestro incomprendido Caballero de la Triste Figura había creado.

Media hora después ya se encontraba el pobre Sancho declarando en una comisaría sin comprender la mitad de las preguntas que le hacían, e intentando explicar que nada malo pretendía su señor, sino liberar a los cautivos de las endiabladas criaturas.

Don Quijote, ya internado a las pocas horas en un centro psiquiátrico, no dejaba de vociferar:

Vente a mi, Fristón, que un caballero solo soy, y de solo a solo quiero probar tus fuerzas y quitarte la vida en pena de la que das a todos estos pobres cautivos. ¿Crees poder engañarme vistiendo de blanco inmaculado, cual si ángeles celestiales fueran, a éstos, tus malditos esbirros?”

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 


HOMENAJE A DON QUIJOTE


"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres

dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la

tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe

aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede

venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la

abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en metad de

aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí

que estaba metido entre las estrechezas de la hambre; porque no lo gozaba

con la libertad que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de las recompensas

de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear

al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan,

sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!"

He elegido este trozo de tan afamado libro, ya que mantiene la vigencia de uno de los valores tan caros al ser humano como es, el de la libertad. 

Lamentablemente, muchos son los seres humanos que la pierden aun cuando no sea físicamente, si en conciencia, por querer acceder a bienes materiales que no están a su alcance. Para ello se embargan en pequeñas pérdidas de libertad que llevadas a la máxima expresión, atan a las personas a trabajos obligados y esclavitudes de todo género, y terminan siendo las cárceles privadas donde se sacrifica la libertad en los altares de la vida moderna y "confortable". 

Quizá todo parte de los valores equivocados con los que hemos transitado nuestras vidas, quizá antes de firmar la primera letra deberíamos haber pasado por el cedazo de la razón, ¿lo que estábamos haciendo era lo que realmente queríamos? 

Este cedazo debería ser solo la respuesta a unas pocas preguntas, ¿es necesario? si no lo es, todo está resuelto, pero la necesidad también tiene muchas facetas, en ese caso las preguntas se sucederían: ¿para qué? ¿qué me aporta? ¿qué me soluciona? ¿seré mejor persona? ¿me sentiré mas feliz? ¡Ay, mis amigos! En nombre de la libertad nunca firméis esa primera letra para obtener un bien material, nada, nada de lo que podáis obtener de ello, será equiparable a levantarse cada mañana pensando en qué ocupar el día, si en caminar por la sierra o nadar en el mar, si charlar interminables horas con una amig@, o escuchar la música que nos apetezca o si solamente dedicarlo a amar o tal vez a enseñar . . . porque cada uno de nosotros lleva encerrada en su alma toda la sabiduría que nos da la vida . . . de como queremos vivir y luego, la vida misma nos hace una zancadilla, generalmente de la mano de lo que se llama posesión, y nos va coartando día a día el bien más preciado del ser humano que no es otro mas que la libertad. 

Alicia Gaona


 


HOMENAJE A DON QUIJOTE

Se ha llamado al Quijote la primera novela moderna y quizá, su prosa, pertenece a ese tiempo. Sus ideas, en cambio, son eternas…tan eternas como pueda serlo el ser humano. Quien no haya disfrutado leyéndolo, quién no se haya sentido elevado con los planteamientos del caballero, enternecido con la sencillez del escudero, no ha captado la profunda humanidad del relato, en el que la lucha perpetua del hombre, entre la carne perecedera y sus anhelos eternos, se reflejan en la ternura exquisita del discurso, sin caer en la sumisa complacencia.

No pretendía Cervantes acabar con las novelas de caballerías, como afirman algunos, sino restablecerlas en su esencia, desnudando de cursilería el romanticismo de sus planteamientos. Se guía don Quijote, en sus cuitas, por su conciencia individual, la que subyace al fondo de la humanidad, desterrando pleitesías a reyes, iglesias, justicias o gobiernos, si estos fueran contrarios a sus convicciones.

Traducido a más de cien lenguas, no pierde en ellas calidad su discurso, pues no es la prosa - aunque también- lo que hace de esta obra un valor universal, sino su espíritu.

Murió  Alonso Quijano, murió Sancho Panza y murió don Miguel, pero don Quijote no morirá, pues forma parte de nuestra genética básica, esa que nos ayuda a superarnos cada día, a ser, en cada generación, más humanos.

Diego Pérez Sánchez


 


HOMENAJE A DON QUIJOTE

Evocando a Cervantes en el día del libro

   Era preciso desencantar a la sin par Dulcinea. El mesmo don Quijote teníe muchas dubdas de que anssi fuesse y sobre el estado en que se hallaría.

   En medio del revuelo que se armó en esas circunstancias dixo don Quijote: sabed vuestras mercedes que mi amantísima señora, dechado de singular simpatía y belleza y por la que soy arrastrado a recorrer inhóspitos territorios y países cuantos haya menester por escrutar su paradero atravesando castillos, calles y plaças por hallarla viva,  e buscando de camino un médico que la levantase del postrado estado en que se encontraría imponiéndole las manos o administrándole algún ungüento milagroso que le hiciese volver en sí y anssí vivir feliz soñando en grandes venturas.

   Sancho que está escuchando las proposiciones y agudos argumentos de su amo rascándose el cogote le dice apresurado: querido don Quijote, non sé commo fazer para solventar questa inquisitoria por su parte para satisfacer vuestras ansias de restablecer de esa guisa lo anterior y tornar al estado primigenio olvidando todo lo acaecido y mostrando anssí una fuerza suficiente para que honestamente salga a la luz todo el embrollo asaz contenta e segura porfiando por una auténtica libertad y sigamos en la travesía como antes lo veníamos faciendo y lo ficieron nuestros ancestros.

   Todos los avatares se ficieron a la luz de la luna no sabiendo la estoria verídica de lo que aconteció tanto a ella como a los acompañantes, pues fueron sorprendidos en pleno bosque perdiéndose entre las malezas y la espesura que por allí reinaba raptando a Dulcinea en un pis pas, que por ser bien criada y de familia de alto abolengo no respiró y permitió sin resistencia ni quejidos que la atasen de pies y manos y se la llevasen de esa guisa sin grandes alharacas ni sollozos como si fuesse socorrida por aquellos malvados melindres.

   A ciencia cierta que la escondieron en algún refugio de los que ellos frecuentan día y noche pero de todas formas un sitio desconocido ubicado en alguna facienda del espeso bosque, porque ella con mucho sigilo non quiso inmiscuir a los demás en aquella mala faena. No obstante ella fazía lo indecible por no dexarse abrazar por ellos, pero les había prometido que si la entregaban a su señor sana y salva no diría nada en su contra dellos. Las huestes que les seguían los pasos entraron en la facienda con los criados que les acompañaban, sus fijos y algunos ricos omnes e hidalgos que por allí cazaban, e dixeron al jefe del grupo de viva voz: soltad cuanto antes a Dulcinea, cobardes, porque corréis el riesgo de ser atacados por nuestras mesnadas, al frente de las cuales vendrá el inmortal e insigne caballero andante don Quijote, grant conocedor de los mayores subterfugios habidos y por haber, vencedor de mil batallas, que donde pisa no vuelve a nacer la hierba, y en consecuencia será irremediablemente buscada y hallada para vuestra perdición.

   Alguien apuntó sotto voce fasta llegar a oídos del jefe de los bandidos que el que los arrasaría sería el propio prometido y enamorado de Dulcinea y lo más probable es que incendiase sus posesiones y aniquilaría todo cuanto poseyesen esquilmando las tierras como nunca jamás habían imaginado. Ante tanta presión y buen aprovisionamiento de los enemigos ellos contestaron que sólo querían agasajarla y ofrecerle parabienes y buscarle un lugar seguro donde las fieras del bosque no la devorasen ni algún desaprensivo le causase daño alguno.

   Oído lo cual, finalmente don Quijote dixo: ¿quién sodes vos, caballero, e qué habéis venido a buscar en estos pagos que tan ingratamente los estáis tratando. Pensad que yo vivo plácidamente conforme a la ley y me dedico a hacer el bien a los necesitados y no puedo consentir tales desmanes, sea quien fuere la víctima.

    Toda la comitiva desplegaron velas y comenzaron a desentrañar la sua ruta por do habían huido con la doncella, pero no husmeaban ni la más mínima huella de semejantes forajidos. Entonces en la lacería que padecerían y en la angostura de la senda por aquellos andurriales, allí se expresaron anssí: qué breve y diminuta es la estancia acompañada de bienaventuranza y felicidad en este oscuro mundo. E reflexionaron sobre los deleytes de la vida que ha sabor el ánima y continuaron preguntándose ¿cómmo sucede esto agora tan ominoso y forte que transporta al ánima a la pena perdurable?

   Al cabo de un lapso de tiempo se oyó el rebuzno de un asno, lo que no quiere decir que cualquier omne tenga por dulce y atractivo algo que es desagradable y estridente llevando un dulzor que se convierte in ipso facto en grant amargura, porque el borrico andaba suelto y lejos de la mirada de su amo al haberse escapado de los dominios de Sancho, que habiéndose quedado dormido aflojó el ronzal y el animal puso tierra de por medio. Pero la cosa no quedaba ahí porque los rebuznos que se oían cerca eran del propio Sancho imitando al jumento como reclamo a ver si tornaba a su redil, a manos de su amo, que se hallaba en una profunda depresión, pues andaba con los calzones caídos y descalzo por las rocas de tanto trotar por aquellos cerros luchando con rebaños de ovejas que se interponían a su paso.

   Mientras tanto don Quijote estaba arengando a unos molinos de viento que por allí se movían amenazándoles de muerte, que serían pasados a sangre y fuego si no obedecían sus órdenes, pues consideraba que eran cómplices y peligrosos enemigos, que tal vez, a su modesto entender, serían los verdaderos raptores de su amada señora, y no los pusilánimes vasallos que se escondieron en los refugios de la intrincada montaña.

  Ante el temor a que el caballero andante ficiesse una de las suyas, según acostumbraba y temblase el orbe, se fueron amansando y ablandaron sus corazones y dicho y hecho, y al momento apareció Dulcinea ante los ojos del caballero enamorado y la concurrencia más radiante y bella si cabe que antes de su cautiverio.

   A parecer la alimentaron con pócimas elaboradas con hierbas extraídas del mismo bosque, que la fizo despertar del encantamiento siendo la envidia de todos los presentes luciendo más que el astro rey.

   Y para olvidar todo estos tejemanejes y trapisondas de martirio al que se vieron sometidos, una vez recuperado el asno Sancho, apresuróse a que preparasen unas buenas viandas, empezando por salpicón y queso manchego, brindando con un buen vino de la tierra por el feliz desenlace después de toda esta rocambolesca y disparatada tramoya. 

José Guerrero Ruiz


 


HOMENAJE A DON QUIJOTE

Espero que vuestras Mercedes con su gran inteligencia e infinita indulgencia sepan perdonar que mi texto pueda estar fuera de contexto. 

Lo que no estará  ,espero, sera fuera de lugar . 

DE COMO AL TOBOSO FUÍ

    DE LO QUE ALLÍ ENCONTRÉ ,DE LO QUE ALLÍ PERDÍ . 

Nos conocimos en Toledo .Fue en el transcurso de un almuerzo de trabajo,de algún encuentro de turismo con más de 10 0 comensales.

Estamos en una cava de cuyo nombre no me quiero acordar ,porque tenia en la puerta un azulejo diciendo que Cela había visitado el lugar.

Por protocolo o por puro azar ,el caso es que nos sentamos frente a frente,bueno él una silla más a la izquierda que la mía al otro lado de la larga mesa. 

Se llamaba Jose Ángel, era del Toboso y tenía unos 47 años. 

Ocurrió  esa extraña magia que describen algunos libros o que se ve en la pastelosas películas rosa:

Parecía como si nos conociéramos de toda la vida”

La conversación fue fluida y amena , con coincidencias en ideas políticas,de desarrollo sostenible ,de promoción y venta ,hasta en los chistes...

Fue asombroso, y no era la típica adulación pedante al cargo publico ,era una conversación sincera.

Por cierto no recuerdo si era político ,técnico ,o político técnico.

Nos volvimos a ver el año siguiente en FITUR,esa macro feria de turismo que te permite dar la vuelta del mundo sin salir de Madrid.

Fue durante las jornadas profesionales ,un brindis rápido en el bar de Castilla la Mancha ,con buen vino y buen queso,Un encuentro fugaz.

-Te tengo que dejar que dejar que hay mucha gente que atender.

-Si yo tambien me voy ,a ver como van las cosas en nuestro puesto y en cuanto puedo me escabullo ,que no me gusta tanto barullo”

Movimiento de cabeza, levantamiento de cejas de asentimiento y sonrisa medio ladeada.

-¡Ya nos veremos  Señora Diputada !

-No me llames así  que no me gusta nada.

-Esta bien pues ,siempre a sus pies, Señora Martínez.” 
 
 
 

En Abril ,para el 23 ,nos invitó a ir al Toboso,para un acto en la casa Museo de Dulcinea. 

Por compromisos previos del patronato e turismo de Granada no pudimos asistir. Pero le encargamos a unos ceramistas de Granada que diseñaran y fabricaran una Dulcinea, y se la mandamos.

Hay en el Toboso una Dulcinea granadina. 
 

En Julio ,a la vuelta de una reunión, Manolo Muñoz ,director gerente del patronato me comunicó :

-Se está muriendo,José Ángel  ,le han diagnosticado un cáncer.

-¿Tienes su teléfono?

-Si .

-Dámelo.” 

Lo llamé: 

-Hola Jose Ángel,soy Mari Carmen ,de Granada.

¿Sigue en pie esa invitación a visitar tu museo?

Tengo una reunión en la Federación Española de Municipios y Provincias en Madrid ,el viernes ,podría pasarme por ahí el jueves por la tarde.

¿ Te parece bien?

-Claro que sí  ,me contestó con una voz apagada .ven cuando quieras aquí  te espero... 

El jueves ,me fui ,sola ,en coche, a verlo. 
 

Al llegar al Toboso,me sorprendió la llanura de sus calles ,la limpieza ,ni un papel ,ni una mota de polvo en las altas rejas de las ventanas que bajaban  casi hasta el suelo,y el silencio ,el inmenso silencio.

Serian más o menos las cuatro de la tarde.

Pregunté a unos niños que iban en bicicleta por la dirección que me había dado Jose Ángel.

Como iban en bicicleta ,echaron delante del coche guiándome .Esto lo recuerdo con mucha nitidez. 

Llamé  a la puerta ,nadie contestó nadie ,nadie abrió.”Mala hora pensé  yo ,la siesta o tal vez haya empeorado y esté ingresado” 
 

Decidí  que visitaría el museo para hacer tiempo. Le pregunté  a un Señor mayor que pasaba por allí  .

Me orientó.

Allí  estaba el museo de Dulcinea ,esa casa temática sobre costumbres manchegas .La casa de Doña Ana Martinez Zarcos de Morales ,la dulce Ana, Dulcinea. 
 

Volví  al domicilio y esta vez si me abrieron. Fue la madre ,una señora ya mayor.

Le explique quien era yo :

-Una amiga de Granada”.

Me miró  ,algo desconfiada.

-Es que Jose Ángel esta en su casa ,en el campo. 
-¿Queda lejos ,como puedo llegar hasta allí?”

Llamó  al padre,este salió al zaguán,y me explicó  ,y me explicó bien porque no me perdí  ,cosa rara en mi. 

Allí  estaba ,por fin, José Ángel. 

La enfermedad había hecho mella en él ,más que mella ,estragos.

Parecía más alto a fuerza demacrado,con los brazos extremadamente delgados ,el color cetrino de los pacientes terminales y las manos frías ,muy, muy frías.

Pero sus ojos tenían el mismo brillo de la primera vez,el mismo calor y su sonrisa era la misma ,abierta y clara. 

_ Lo que peor llevo es esta limitación dijo ,señalando la bala de oxigeno a la que estaba conectado...EL no poder salir ni al tranco de la puerta” aclaró señalando la ventana a través de la cual se veía un peral...

Había  con él una compañera médico de un pueblo cercano ,que no estaba allí como profesional sino como amiga,como compañera me pareció a mi . 

Yo le había llevado como regalo una caracola  de nuestras playas y el poema

de Lorca “Ne han traído una caracola”. Lo leímos juntos :

Me han traído una caracola . 

Dentro le canta un mar de mapa.

Mi corazón se llena de agua

Con pecesillos de sombra y plata. 

Me han traído una caracola.” 

También le lleve una botella de agua de mar.

-Hierve la y podrás olerlo,que la cogido en la bahía de la Herradura por donde el quijote tambien pisó” 

_Quedate esta noche si quieres.

-No José  Ángel ,que mañana tengo que estar pronto en Madrid ,y ya sabes como está el tráfico por las mañanas...”

Al salir ,me enseñó su colección de tenacillas para el pelo que tenia en una pared de la entrada . Era una casona de campo decorada con buen gusto,rústica ,con aperos de labranza y porcelanas. También había en la otra pared una colección de llaves herrumbrosas. 

Me fui. 

Tenía planeado pasar la noche en casa de una amiga de la asociación Alcolar  de Alconbendas. Pero la llamé y le dije que no iba:

No hubiera podido ,esa noche ,estar de conversación con nadie. 

Llamé  Manolo Muñoz : “_ Manolo ,buscame,por favor, un hotel en Toledo,que sea fácil de encontrar y con aparcamiento si puede ser.

_En cuanto lo tenga te llamo ,Mari Carmen ¿ Como está  José Ángel?

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A la vuelta te cuento ,Manolo  a la vuelta ,bueno está mal ,bastante mal...”

 

Dormí  esa noche en un hotel de Toledo cercano a la plaza de toros .Había  sido una antigua casa cuna.

Puedo asegurar que las paredes al igual que yo lloraban . Ellas por dentro, yo por fuera...

A la mañana siguiente me volvía para Granada . La reunión de la F.E.M.P. no existía,había sido una excusa,una mentira piadosa. 

Por eso, hoy que la vida me da esta oportunidad ,hoy ,quiero BRINDAR,

por las Artes en general ,por la música y la literatura en particular ,por Cervantes ,por Dulcinea ,por el Toboso ,por eso trozo de mi alma que allí  encontré ,que allí perdí,  por toda la buena gente como ustedes ,y sobre todo, sobre por ti JOSE ANGEL: 

Donde quiera que estés ,JOSE ANGEL, donde quiera que estés ,compañero en el Alma, compañero ¡SALUD! 

Mari Carmen Martínez


 

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CUAN LARGO ME LO FIÁIS

CUAN LARGO ME LO FIÁIS

Pareciome dificil crear obra alguna mas peor se me presenta deste menester si cuanto aconteciere facere en  castellano antiguo. ¡Válame Dios de poder realizar agora desta plática a caballeros y damas tan leídos! 

Perdonen vuesas mercedes si cometiere errores propios del vulgo y ruegoles que a fe mía, intentaré facerlo della mesma forma de la época cervantina.  

Aconteció un día en el que los fríos eran tan grandes que las aguas arrojadas de las casas se helaban antes de caer, que una pareja rica en desgracias y malos tragos, pasaba por una calleja acompañado de un maltrecho zagal de unos 8 años y de un escuálido perro. El trío parecía más la Santa Compaña que seres de la vida mesma. Conforme pasaban por las callejuelas, rebuscaban entre los desechos, con el deseo de encontrar algo con lo que engañar al gaznate y al resto del cuerpo. El perro era el primero en aprisionar cuanto oliere y después, si hubiere sido comestible en algún tiempo no muy lejano, era el zagal el que se lo quitaba; aunque estuviera algo mordisqueado, llevaselo a su boca. No por mucho tiempo, pues todos se enredaban  en litigios para apoderarse de algo con lo que engañar a sus tristes tripas.

Sucedió que en algún momento de la noche en que los tres estaban más tristes y cabizbajos, encontraronse  con dos hidalgos algo borrachos y pendencieros que como no querían gastar sus pecunios en posadas y mesones decidieron divertirse a costa de aquellos menesterosos. Llamabanse D.Nuño y D. Lope y pensaron alborozarse a costa  de aquellos miserables, convirtendolos en señores por la noche, y acusándoles de ladrones por la mañana. 

D. Nuño, hizole gran reverencia con el sombrero, saludoles como si de grandes señores se tratara y con gran boato y más chanza les dijo: No puedo desmentir lo que veden mis oxos D. Alonso Quijano  y su ilustre familia, al que dimos por desaparecido en una refriega  en Lepanto y que sin lugar a duda estuvo secuestrado.Pidoles a vuesas mercedes que me hagan el honor de acompañar a mi humilde hogar. Ayende podré festejarles como tan ilustres personas merecen.

Entre las risas del compañero,  la sorpresa del zagal, la timidez de la mulier y el susto del can; que esperaba un bastonazo o una patada en algún momento; habló el pleveyo: Agradezco a usías por la atención de que nos hacen objeto pero sin lugar a dudas confundiose de  personas,  pues no somos en absoluto ilustres, a no ser que en esto se haya tornado la miseria, el hambre y la desgracia. Vean nuestros harapos, nuestras caras de hambre y nuestra pocas carnes que dan fe dello. Así mesmo sin lugar a duda no soy vuestro ilustre Alonso Quijano sino un pobre hombre conocido como Sancho.

El que reía, cubriose cara y cuerpo con la capa mientras el primero,  haciendo mueca de sorpresa  habló:

A fe mía que tanta templanza u osadía  enerva. Como dixe qué no es D. Alonso Quijano ¿Acaso acusome de dexir mentiras? ¿Consideráis que no reconozco a mi  primo?  Sé que las ropas no os hacen justicia, pero  mi casa es la vuestra y allí, encontraréis vestidos más adecuados. A la bella dama y al muchacho desconocioles pues va para 2 décadas que  perdile la pista a vuesa merced. ¿He acertado y son familia de usía?

Sancho, algo acongojado respondioles: De todo lo que dixome es lo que creía cierto hasta estos días. Sí, son mi humilde familia; mi mulier Dulcinea y mi zagal Lorenzo.  

D. Lope, que no había hablado hasta ese momento, contestó en tono de burlado enfado, acompañando sus palabras el desenvaine de la espada: ¿Osas tachar a D. Nuño de mentiroso? ¡Pardiez! No se puede consentir tamaña afrenta. Ninguna persona que  hayase preciado dello  continua con vida.

La mulier, reprimiendo congojas y mintiendo por temor a dexar la vida, habló: No le tengan en demasía vuesas mercedes, pues estuvo preso en Argel, como dixeren y fueron tantos los pesares y duelos padecidos, que los desatinos hacen mella en él.

D.Nuño con ademán adusto comentó: No hay más que hablar, a mi casa iremos, allí dirán que son mi primo D. Alonso Quijano y su familia, se vestirán como su alcurnia exige.

De muy distinta manera caminaba el grupo: D. Nuño y su amigo Lope, entre vaivenes propiciados por el vino bebido, llevaban gran algarabía. Prometianselas muy felices reirse a costa de aquellos infelices para que a la mañana siguiente darles una manta de palos acusándoles de estafadores y ladrones.

Los miserables, iban entre juramentos, cabizbajos, sin saber como acabarían y temiendo por su vida. No por sus maravedís, pues a estos, si habíanles conocido, era sólo de oilles.

A la  casa entraron por detrás y azuzando a los criados para que estos no conocieran a quien llevaban.

Les dieron ricas ropas y después avisaronles a  los criados para que  atendieran a su ilustre familia. Pidieron comidas en abundancia y los hicieron tragar hasta que se hartaron, lo que no estaba entre sus creencias. Comieron, bebieron y hasta al perro le tocaron restos.

Después de mucho reir comer y beber  acostaronse cada uno en una cama.

A la mañana siguiente amaneció  D. Nuño con un fuerte dolor de cabeza y sin acordarse de nada de la noche anterior. Cuando descubrió a la familia y preguntó quienes eran dijeronle  lo que habíanles obligado dexir la noche anterior “D. Alonso Quijano y su familia, primos de vuesa merced, que regresó de las tierras de Argel. D. Nuño  extrañado, preguntó a D. Lope si sabía algo a lo que este, con fuerte resaca y dolencias en la cabeza respondiale que no sabía nada, y que mejor hablaran mañana.

Los criados habianse dedicado  a propagar tan gran noticia, la de que un primo de su señor había sido capaz de regresar vivo de Argel, después de entregar un gran rescate.  La albricia propagose rápidamente como la pólvora por lo que  fue imposible desmentirla, ya que toda persona ilustre daba fe de conocer a semejante primo y de los favores de que era menester. D. Nuño, no pudo deshacer el entuerto pues aunque pareciole muchas veces que aquello era un burdo engaño, no contaba con nadie que le pudiera ayudar.

La familia, aceptó de buen grado la situación pues preferían tener comida y techo donde cobijarse a depender de limosnas posibles.  D. Lope no recordaba nada de la noche anterior, pues la bebida había sido en demasía  y los criados repetianle la platica que dixoles en gran cantidad D. Nuño, la noche anterior “ Eran sus ilustres primos”

Desta manera, los burladores quedaron burlados, pues no quedole más remedio al gallardo D. Nuño  mantener en sus aposentos a los que iban a ser burlados. 
 

Lola Carmona


 

CUAN LARGO ME LO FIÁIS

Tranquilo, Sancho amigo, que pronto serás no sólo gobernador de una ínsula, sino el más envidiado de tu pueblo, un hombre rico, poderoso y sabio como ya eres con los límites de tu tosca naturaleza, pero sabio al fin y al cabo.”

¿Y cuando será eso, mi señor?

Pronto, sancho, pronto, tan pronto como resolvamos las injusticias de este mundo al que hemos venido a caer.

Cuan largo me lo fiáis, mi señor Don Quijote . . .

 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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LA BUENA NOTICIA

La Buena Noticia: Mi Buena Noticia
 

Vic miércoles 24 de marzo del 2010
 

"Desde esta ciudad, quiero anunciarles la llegada de Libertad, cada quien creía que la tenia en mayor o menor medida, pero solo los que la vimos, vivimos y estuvimos tan cerca como para tocarla, supimos que Libertad había venido a rompercadenas, alegrar nuestras vidas con sus  3,200 kilos repartidos en 49 centimetros, todo ello capaz de transformar a cada uno de los que la conocemos, la vivimos y la queremos desde lo mas básico de nuestros instintos.......... el amor a la libertad. "

 

Como creo que todos sabéis estuve en Barcelona, colaborando y participando en la llegada de Libertad. Sus papas me concedieron ese enorme privilegio, por lo cual aunque me los dieron, no pude aceptar agradecimientos, ya que la agradecida evidentemente era yo.

Nuevamente cambie pañales y prepare biberones y por algunos días rememore momentos muy buenos y placenteros de mi vida. 

Jugué con Nazaret; mi nieta mayor, de menos de año y medio, hasta quedar exhausta, nuestros juegos y practicas gimnasticas no respetaron los suelos del hospital o del salón de la casa. También corrimos por el césped, e investigamos  florecillas silvestres armando ramos que llegaban amasados a las manos de su madre. Buscamos hormigas y caracoles, huyendo de las primeras y juntando amorosamente los segundos en un " nido adonde se iba reuniendo la familia caracol..... y sobre todas las cosas......... recibimos a Libertad, la abrazamos contra nuestro pecho invadiendonos de la paz que traía a este mundo voraz. Acariciamos sus pequeñas manitos y atenuamos, lo tenue, para no dañarla. 

Con despedida forzosa volví el miércoles, mis obligaciones me llamaban y eran irrenunciables. Pese a los que les cuento no volví de mal animo,  volví renovada, con sueños reafirmados y proyectos en avance, dispuesta a seguir con mi vida adelante ya que tanto trabajo le estoy dedicando.

Hermosa experiencia la de ser y actuar como abuelos.....siempre y cuando no olvidemos que son parte de  nuestra vida, pero no nuestra vida. para ello ya están sus padres. los que las acompañaran en su crecimiento con todas las consignas que decidan.

Ese trabajo yo ya lo hice y por ello pospuse muchas cosas, y como ya he dicho en otras oportunidades esas cosas en lo que cabe y puedo son a las que me dedico y quiero dedicar por ahora. 

Gracias a mi familia por su voto de confianza, gracias a las niñas por su amor incondicional, y que conste que como siempre en mis escritos, estas palabras vienen derechito, derechito, desde el corazón.

 

Alicia Gaona 

 

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EL SUEÑO

EL SUEÑO

   Ángela gozaba de una fantasía asombrosa, por cuyo motivo era arrastrada en volandas, cuando se hallaba sumida en el más profundo del sueño, a verdaderas simas de inconmensurables sueños como si su cerebro lo azotase una insensata ventisca. Aspiraba a darle la vuelta al mundo, ser trotamundos, un Marco Polo exiliado de mundos extraterrestres, brincando de un país a otro como en la pista con la pértiga y no le asustaba lo más mínimo llegar a ese trance, el pisar nuevos territorios, frías nieves sin hollar, sin conocer nada de nada, costumbres, lengua, gastronomía, dado que todo lo minusvaloraba enormemente, le daba igual.

   Quería escudriñar el cielo terrestre, otros astros, porque este planeta le resultaba cansino, poco agraciado, pensaba que ya lo tenía demasiado visualizado, al menos en lo que hasta el momento le había sido familiar y que para ella no aparentaba más allá de un tablero de ajedrez.

   Algunas veces lo soñaba de veras, otras lo veía en el cine tal como se observa un insecto con la lupa en la realidad del laboratorio, incluso en las tres dimensiones, pero siempre le perseguía la fatídica idea, que ya se iba haciendo vieja, insoportable, porque no se detenía ni de noche ni de día hurgando en lo más íntimo de su ser. Primeramente se encaminó a unas tierras lejanas, según sus cálculos, a ver si así olvidaba las pesadillas que se le agolpaban en la mente principalmente al albor y de esa guisa quedarse inmaculada, totalmente en paz.

   Entonces, continuando su sueño, empezó a caminar y caminar por cerros y desiertos y no llegaba a ninguna parte, lo que le sacaba de quicio y se preguntaba a cada paso cómo era posible que eso le ocurriera precisamente a ella, que era tan alegre, tan poco dada a reflexionar y dispuesta siempre a soltarse el pelo. Cuando había transcurrido mucho tiempo, haciendo las correspondientes paradas de rigor para repostar dentro de su posibilidades, y había aliviado en parte la pesada sensación de las horas y los días que le oprimía el pecho se tumbaba a la sombra de un árbol abriendo profundamente los ojos y los pulmones para renovar el aire que llevaba dentro, ya que cuando caminaba no sabía si lo hacía durmiendo o estaba realmente avanzando sin cesar, pero al fin conseguía llegar al relajamiento tan ansiado.

   Así pasaban los lustros en aquellos nuevos lugares, que a pesar de ser todo distinto no se sentía extraña ni rara, lo que se añadía a la triste realidad, por otro lado lógica, de no encontrar por los caminos a nadie de los suyos o algún conocido de sus antiguas andanzas por tierras moras o cristianas.

   Ella tenía un primo que le indicaba de vez en cuando por dónde debía dirigirse, una especie de GPS, a la manera como se proyecta la ruta de vuelo del avión, pero le costaba bastante digerir la teoría del primo porfiando como estaba en descubrir unos mundos ignotos, nuevas galaxias, por lo que la encontraba obsoleta y falta de fundamento llevándole inconscientemente la contraria. Estaba deseosa de restregarle sus argumentos por todo el rostro para convencerle de que estaba en un craso error, ya que podía inducirla a buscarse su propia perdición por su culpa, pero la cosa seguía sin resolverse creándole una tremenda ansiedad y un continuo sin vivir.

   Al cabo del tiempo fue acatando, por si acaso, los razonamientos e instrucciones del primo, pues al parecer los vientos soplaban a su favor, aunque ella estaba hecha un mar de dudas pensando que no las tenía todas consigo. De todas formas no fueron muy generosos con ella en la interminable gira que realizó, pues incluso en el último país donde recaló se encontró sola y abandonada por la multitud, la observaban como un extraño, y se revolvía sobre sí misma abatida por los fríos disparos de la aventura.  

   Su primo tenía razón: ella no le debía nada a aquel país que le había arrebatado todo, que le había negado incluso unos fundamentales derechos humanos; un país cargado de prejuicios y rencores rancios y olvidados.

Siguió caminando, hundiéndose en la nieve, durante lo que le parecieron horas infinitas sintiendo como le iban abandonando sus últimas fuerzas. Su primo la instaba a seguir adelante, con palabras de ánimo, suaves y temblorosas, en el silencio de la noche. En la lejanía se oyó el aullar de un lobo y otros le siguieron.

Estaba a punto de desmayarse cuando oyó decir a su primo:

Hemos llegado, la frontera está tras aquella loma. Al otro lado deben de estar esperándonos Janus y Yuri con algo caliente”.

Despertó en una cama limpia, rodeada por rostros amables y sonrientes.

No hay duda”, dijo, “el cielo existe”.

Jose Guerrero Ruiz


 

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PRINCIPIO ABIERTO-1

PRINCIPIO ABIERTO-1 (Diego Pérez Sánchez)

La noche, pese al espeso manto de nieve, era oscura como boca de lobo en aquella selva inmaculada. L estaba agotada por la marcha, pero no podían perder ni un minuto. La frontera estaba aún a más de 20 Km. y su ausencia habría sido notada ya, sin  duda, por los guardias de la milicia.

  ¿Qué interés podían tener en retenerla?, se preguntaba inocentemente. Le habían hecho la vida imposible, desde la remota infancia. Sólo gracias a sus grandes esfuerzos y a las trampas de sus profesores subiéndole las notas, había conseguido terminar  la escuela secundaria, superando todos los impedimentos que iban colocando a su paso. Había tenido que hacer su aprendizaje en la trastienda del  laboratorio de un antiguo amigo de la familia, clandestinamente, sin obtener por ello ningún papel oficialmente válido del régimen. Nunca la dejarían trabajar fija en nada, menos aún en ningún trabajo cualificado.

Sin embargo le costaba dejar ese país. En él había nacido y, hasta la desaparición de su padre, su infancia había sido muy hermosa. Allí tenía a sus escasos amigos y había conocido su primer amor. Para ellos, aquellos que fueron primero recibidos como libertadores, para convertirse muy pronto en sus verdugos, su desaparición debería ser un alivio. Aunque sin ella y otros como ella, el partido perdía la posibilidad de un martirio ejemplarizante. Pues, ¿Qué sentido había tenido si no el perseguirla de aquella manera? Bueno, ahora tenían una razón para perseguirla. No que ella estuviese de acuerdo con esas leyes que prohibían a la gente viajar, sobre todo fuera del país, sin un permiso especial, siempre arbitrario; pero al menos esta vez había hecho algo a sabiendas de lo que arriesgaba. Pero, hasta entonces, ¿Qué había hecho para merecer aquél enconado desprecio social?

La marcha por la nieve recién caída era agotadora.

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Necesito descansar un poco- se atrevió a balbucear con sus labios templados por el frío-.

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Lo siento pero no hay un minuto que perder, tenemos que cruzar las alambradas antes de que amanezca.  He oído de muchos que se quedaron en el intento. La noche es nuestro único aliado. Conozco el camino, sabes que hice esto varias veces cuando era niño.

La familia de su padre le negó  su nombre, despreciada por ser hija de una católica; los nazis se llevaron a su padre, por judío; la guerra se llevó su infancia y la posguerra le negó un futuro por un apellido que nunca tuvo.

Su primo tenía razón: ella no le debía nada a aquel país que le había arrebatado todo, que le había negado incluso unos fundamentales derechos humanos; un país cargado de prejuicios y rencores rancios y olvidados.

Siguió caminando, hundiéndose en la nieve, durante lo que le parecieron horas infinitas sintiendo como le iban abandonando sus últimas fuerzas. Su primo la instaba a seguir adelante, con palabras de ánimo, suaves y temblorosas, en el silencio de la noche. En la lejanía se oyó el aullar de un lobo y otros le siguieron.

Estaba a punto de desmayarse cuando oyó decir a su primo:

- hemos llegado, la frontera está tras aquella loma. Al otro lado deben de estar esperándonos Janus y Yuri con algo caliente.

Despertó en una cama limpia, rodeada por rostros amables y sonrientes.

No hay duda”, dijo, “el cielo existe”.

Diego Pérez Sánchez

 

 

PRINCIPIO ABIERTO-1 (Diego Pérez Sánchez-Nekovidal)

Habían sido dieciocho familiares, dieciocho personas de todas las edades, desde el abuelo Paulo, a punto de cumplir un siglo, hasta la pequeña Katy, de apenas dos meses. De todos ellos, cuando los rusos liberaron el campo de exterminio, quedaban sólo ella y su primo, los demás habían ido desapareciendo, algunos a las pocas horas, otros lentamente, devorados por el hambre, el trabajo y el frío.

Ella, a pesar de todo, y sin comprender muy bien la razón, sentía cierta tristeza al abandonar la tierra que había sido su hogar, la que también guardaba, al lado mismo de recuerdos innombrables, la dulzura de una infancia feliz. Pero . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

Su primo tenía razón: ella no le debía nada a aquel país que le había arrebatado todo, que le había negado incluso unos fundamentales derechos humanos; un país cargado de prejuicios y rencores rancios y olvidados.

Siguió caminando, hundiéndose en la nieve, durante lo que le parecieron horas infinitas sintiendo como le iban abandonando sus últimas fuerzas. Su primo la instaba a seguir adelante, con palabras de ánimo, suaves y temblorosas, en el silencio de la noche. En la lejanía se oyó el aullar de un lobo y otros le siguieron.

Estaba a punto de desmayarse cuando oyó decir a su primo:

Hemos llegado, la frontera está tras aquella loma. Al otro lado deben de estar esperándonos Janus y Yuri con algo caliente”.

Despertó en una cama limpia, rodeada por rostros amables y sonrientes.

No hay duda”, dijo, “el cielo existe”.

Diego Pérez Sánchez


 

PRINCIPIO ABIERTO


Cuando se instalaron en el poder, la verdad que la mayoria de nosotros los pensaban necesarios. El caos y la corrupcion se habia apoderado de los estamentos mas basicos del gobierno y la sociedad. Pensabamos que de su mano se podia recuperar el orgullo nacional de pais grande y fuerte, rico y culto. Todos estabamos equivocados, aun los que sufrimos en carne propia o cercana, las mayores vejaciones, negabamos que esto ocurriera en nuestro pais. Nacionalistas estupidos, orgullosos de quien sabe que. 

Pero cada quien tenia amigos, amigos de amigos y hermanos de otros y poco a poco, no quedo universitario, sindicalista, autonomo, obrero, estudiante o vago callejero, sin que algun representante de su gente cayera en manos de estos asesinos. 

La que les habla, tuvo la inocencia de creer en su pais, y la desgracia de compartir dolores con alguien que fue encarcelado, torturado, vejado.......  no se que mas acciones o adjetivos le podria agregar a esta acccion. El, nunca volvio a ser la misma persona, soñaba crueles torturas, tenia armas en la casa para defenderse, de que?, de quien?, tristes realidades ya que el arma habia llegado a sus manos de las de un militar corrupto, uno de tantos de los que habia. Pero todo se termina, este infierno de seis años empezo a resquebrajarse de la mano de la guera de Las Malvinas, el año 1982 fue el invierno mas crudo que conoci en el sur argentino, los reservorios de agua en los techos de las casas, aparecian congelados mostrandose cubiertos de estalacticas magicas, magicas si no las hubiera acompañado la muerte, el miedo, el dolor. A esas alturas ya nadie sabia quien es quien ,   teniamos miedo de estar dentro de las casas y tambien  de estar afuera. 

Nuestro campo es amplio y acogedor, solitario y enorme, hospitalario en los muchos ranchos que lo pueblan. Alli nos fuimos a un ambiente denso y oprimido que solo contenia una cama que ocupaba todo su espacio, pero era seguro, quien iba a acercarse alli entre nieve y tempestades. Cuatro personas en una cama de uno cincuenta, al abrigo de mantas y fogones de leña. Pero tampoco podiamos seguir alli por siempre este delirio ya duraba dos meses quien sabe cuanto mas nos podia mantener alli encerrados, comiendo carne seca y salada, alimentando a los niños de leche de oveja. Decidimos intentarlo,  la frontera aunque no nos atraian nuestros hermanos chilenos, estaban solo a pocos kilometros, claro, poblados de inconvenientes, trampas geograficas, gargantas entre altas montañas..... cordillera en pleno invierno, frio, desierto, soledad, nunca pudieron controlar aquella larga frontera de 5000 kilometros, eso fue nuestra salvacion ...... salimos del rancho seis......... lamentandonos de abandonar nuestro pais, de los bandidos que nos habitaban, caminabamos en silencio con los niños a las espaldas a modo de mochilas, a veces dormidos, pero siempre llorosos y cansados. Su primo desde hace años guardaparques en esa zona, los acompañaba guiandolos entre los invisibles caminos en la nieve. ( Alicia Gaona)

 

Su primo tenía razón: ella no le debía nada a aquel país que le había arrebatado todo, que le había negado incluso unos fundamentales derechos humanos; un país cargado de prejuicios y rencores rancios y olvidados.

Siguió caminando, hundiéndose en la nieve, durante lo que le parecieron horas infinitas sintiendo como le iban abandonando sus últimas fuerzas. Su primo la instaba a seguir adelante, con palabras de ánimo, suaves y temblorosas, en el silencio de la noche. En la lejanía se oyó el aullar de un lobo y otros le siguieron.

Estaba a punto de desmayarse cuando oyó decir a su primo:

Hemos llegado, la frontera está tras aquella loma. Al otro lado deben de estar esperándonos Janus y Yuri con algo caliente”.

Despertó en una cama limpia, rodeada por rostros amables y sonrientes.

No hay duda”, dijo, “el cielo existe”.

Diego Pérez Sánchez



 

PRINCIPIO ABIERTO (Mari Carmen Martínez- Juan Pérez de Siles)

Iba despacio, caminando por la acera en aquella tarde de otoño.  
El viento arremolinó un montón de hojas secas delante de ella.  
De entre la espiral vegetal salió un sobre amarillento. 
Se agachó y lo cogió. 
La dirección del destinatario estaba borrosa, estropeada por la lluvia reciente. 
No había remitente.Dudó si abrirlo allí o llevárselo a casa; optó por lo segundo. 
 
Al llegar, colgó el abrigo y se preparó una taza de té, con él en una mano y el sobre en la otra, se sentó en un cómodo sillón. Luego lentamente abrió el sobre y sacó un papel escrito en letra cursiva, perfecta, elegante. Por su caligrafía parecía, a primera vista, de mujer, por un momento miró las letras sin leerlas, no quería violar la correspondencia de nadie, aún cuando no los conociera. Destinatario borrado.....sin remitente. 
¿Qué hacer? ¿De qué serviría leerla? ¿Curiosidad malsana?¿ Deseo sano de saber?¿Pero no tenía ella suficiente con su complicada vida? 
Bebió el té a pequeños sorbos, indecisa, dudosa; pero ¿de qué pasta estaba hecha que una simple carta anónima le alteraba su vida?  
Se incorporó y fue a la cocina, metió la carta en el fregadero y seguidamente le prendió fuego. Ya está, ya no existía, un problema menos......... 
 

Sin embargo aquel papel humedecido no llegó  a encenderse totalmente

Y de un atisbo de curiosidad que le quedaba en el último rincón de de su subconsciente brotó  un deseo incontrolable de escudriñar entre los restos ennegrecidos por el fuego y medio borrados por el agua.

Los cogió  y los colocó con sumo cuidado, entregándose ya sin control aunque con un cierto nerviosismo adrenalínico , al vicio para ella, de la curiosidad.

Observó  con atención y empezó a entender que no había solo un texto corto, medio ilegible ya, si no también un dibujo esquemático realizado a mano de una pirámide de base cuadrada. Y una fórmula matemática, para ella en principio, carente de sentido: 4 a = 2pi R.

Ella, que regresaba de Egipto después de asistir como ayudante en unas excavaciones que realizaban expertos arqueólogos en los alrededores de la gran pirámide de Kéops , aquello no podía pasarlo por alto.

Siempre quiso hacer una tesis sobre la gran pirámide, un estudio de campo y algo diferente de lo que ya se había hecho hasta el momento. Nunca creyó en las teorías de los arqueólogos clásicos que por ejemplo no sabían explicar fehacientemente por que no fue encontrada ninguna momia, ni rastro de ellas  en las principales pirámides, así como que nunca fue probado: como, cuando, por que e incluso por quien fueron hechas.

Empezó  a reunir en su recuerdo todo el conocimiento que había acumulado sobre estas impresionantes construcciones levantadas con millones de piedras de miles de kilos cada una  y enfrentadas sus caras con una precisión matemática difícil de igualar, a los cuatro puntos cardinales.

Consiguió  descifrar gran parte del texto gracias a sus habilidades en salvar y reconstruir vestigios del pasado.

Se leyó  lo legible a sí misma en voz alta y después de reconsiderar el alcance de lo que allí estaba escrito, observándose en el espejo de la cómoda con cara de tonta exclamó: Joder!   
 

 Juan Pérez de Siles



 

Principio Abierto (Diego)

Kamil tenía que decidir de una vez por todas lo que iba a hacer con su vida.

El invierno transcurría triste y frío como todos los que alcanzaba a recordar.

Nunca se había terminado de adaptar a ese país que en realidad no era el suyo.

En su interior siempre había sentido el rechazo sordo y mudo de aquella gente.

Todos sus antepasados son polacos, llegó a Rusia en el limbo de una existencia que entonces sólo era una promesa en el vientre aún infantil de su madre.

Su abuela había emprendido la búsqueda desesperada de su marido, oficial de alto rango, pero la pista de 22.000 oficiales polacos se había perdido como por encantamiento en los albores de la primavera de 1940.

El deshielo de la memoria había desenterrado a esos oficiales y Rusia reconocía por fin la autoría de la masacre, de la que hasta entonces había acusado a los nazis.

Por fin la verdad salía a la luz. Por fin todos sabían lo que había ocurrido en realidad.

Ahora que su madre había muerto después de cuidar durante años de su abuela a   la que siempre recordaba en la ventana, esperando un regreso que nunca se produjo.

 Todos los que conocía habían ido abandonando el país de forma clandestina, para evitar que los servicios secretos rusos los molestaran, interfirieran en sus vidas de alguna forma. Aunque no habían cometido ningún delito. Simplemente eran descendientes de oficiales polacos. Un recuerdo incomodo que despertaba todo tipo de revuelo emocional en las entrañas de todo el que conocía la verdadera historia. Y cada vez sumaban más.

Kamil recordaba la dulce melacolia que fue devorando la vida de su abuela.

Le cantaba canciones que ella jamás escuchaba fuera de las cuatro paredes del piso que compartían. Y le contaba cómo era el amor, que ella habría recorrido el mundo entero buscando a su abuelo, porque nada podía compararse a la vida que sentía galopando por sus venas cuando estaban juntos. Aunque a veces lo odiara por dejarla sola, por luchar

en una guerra absurda como todas, por haber convertido su deseo en una marcha hacia la desesperación.

Ya nada la retenía allí. Salir de aquel país suponía para Kamil el reecuentro consigo misma, una oportunidad para tener su propia vida buceando en sus raices. Salir clandestinamente, casi como había vivido, sin dejar rastro, sin permitir que su pasado fuera algo más que el suelo en el que tenía que pisar para construir su presente.

Su primo tenía razón: ella no le debía nada a aquel país que le había arrebatado todo, que le había negado incluso unos fundamentales derechos humanos; un país cargado de prejuicios y rencores rancios y olvidados.

Siguió caminando, hundiéndose en la nieve, durante lo que le parecieron horas infinitas sintiendo como le iban abandonando sus últimas fuerzas. Su primo la instaba a seguir adelante, con palabras de ánimo, suaves y temblorosas, en el silencio de la noche. En la lejanía se oyó el aullar de un lobo y otros le siguieron.

Estaba a punto de desmayarse cuando oyó decir a su primo:

Hemos llegado, la frontera está tras aquella loma. Al otro lado deben de estar esperándonos Janus y Yuri con algo caliente”.

Despertó en una cama limpia, rodeada por rostros amables y sonrientes.

No hay duda”, dijo, “el cielo existe”.

Begoña Ramírez

 

 

Final abierto (Juan Pérez de Siles)
 

Ah Nils ¿Quieres que subamos al Torcal?

Ah, venga vale.

Aparcamos el coche en un punto del carril desde el que nos era fácil llegar al tajo.

Una tarde espléndida con olor a tomillo, romero y otros olores a los que yo no sabría

Ponerles nombre. “Todos los colores del verde” que cantara Raimon al País Vasco.

A nuestra espalda el imponente paso de Ventas de Zafarraya y delante, a tiro de piedra, El tajo del Torcal.

Nos aproximamos al borde cuando ya el Sol estaba cerca de su ocaso, Delante de Nosotros, hacia el poniente, nos sorprendía el impresionante paisaje que desde allí se dominaba. Quedamos de pié por un rato anonadados por el espectáculo de aquella infinitud: líneas de montañas al contra luz entre las que se colaban los rayos anaranjados del Sol iluminando las colinas protuberantes del valle ya en sombra.

Intentamos balbucear los típicos comentarios que se hacen ante una visión semejante. Pero entendimos que aquello no era para hablar y decir tonterías que pudieran enturbiar lo mas mínimo aquel inmenso instante. Quedamos en silencio.

Nos sentamos en sendas rocas, uno frente al otro y comenzamos a escudriñar el suelo que teníamos delante, bajo nuestros pies: palitos, piedrecillas, pequeñas plantas, una hormiga que cruzaba, y a comentar sobre lo que veíamos, sobre lo que dicen los científicos en cuanto a la vida, bla, bla, siu, siu.

De pronto nos miramos y rompimos en una carcajada de alegría contenida a dos pasos del llanto. Ambos supimos en ése instante lo pequeños que éramos...

Y sin embargo aquí estábamos después de miles de años,en los que el planeta para el hombre se había ido poco a descifrando.

Como un enorme crucigrama en el que todo está ya escrito pero cuyas palabras tenemos que descubrir.Por unos momentos,mientras la caída de la tarde iba desdibujando los contornos de las rocas imaginé la caverna,esa primera forma homínida de buscar refugio.Ese momento en el que la salida del sol o la llegada de la luna,las lluvias,el eje de los planetas,ese momento en el que desconocíamos todo.Ese momento en el que salir a la oscuridad suponía un profundo desafío.El peligro de ser devorados,engullidos por cualquier animal o por cualquier fuerza desconocida de la naturaleza.En este recorrido hemos buscado explicaciones que nos abrigaran con sus certezas,¿por qué sale el sol cada día?¿Lloverá ?¿Qué significado tiene la existencia.?Ciencia y religión han recorrido este camino ,no en colaboración y complementariedad sino a través del enfrentamiento.Y el humano ha ido despedazando su intelecto mientras cada una de estas fuerzas contrapuestas ha ido tirando de su conciencia en sentidos opuestos.

Decidimos que había llegado el momento de volver,la noche extendía su manto suavemente,pero en cualquier momento podía ser ya noche cerrada. Caminamos en silencio un buen rato.

Atrapados en nuestros pensamientos,orgullosos de sabernos a salvo,tal vez del camino recorrido pero expectantes por todo lo que aún queda por hacer.

Begoña Ramírez

 

 

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CASUALIDADES Y CASUALIDADES

CASUALIDADES Y CASUALIDADES

Despues de pensar, investiguar y reflexionar sobre ambas palabras o acciones, he llegado a esta conclusion: las casualidades no existen. Por cada casualidad surgen miles de causalidades

y que no surjan, no quiere decir que no existan porque no las conozcamos. Todo esta dentro de un sistema de provabilidades matematicas en el cual las cosas suceden o no, en base a una serie de datos frios, objetivos y que no tienen nada que ver con el azar. 

Para poder dar por ciertas las casualidades deberiamos poder conocer todos y cada uno de los segundos que pueblan esas casualidades. Me explico. Si nos movemos dentro de un tejido de vida, vamos a un lugar y no a otro por que lo elegimos entre ciertas caracteristicas. Cuales son las provabilidades de que gente conocida, con aficiones parecidas en pueblos de x cantidad de habitantes se encuentren. Y alli empezamos a rellenar formulas y datos adonde cada vez cupe menos la casualidad o el azar. 

En una epoca en que vivia en el interior de Argentina, nuestras vacaciones de invierno al igual que muchas otras personas era ir a Buenos Aires, algunas veces nos hemos encontrado en la populosa calle peatonal Florida con conocidos y hasta vecinos del sur paseando por alli. En ese momento uno dice vaya que casualidad en una ciudad de 3 millones de habitantes ( solo en su radio urbano) encontrarnos a un conocido. pero la realidad no es esa, la realidad es que de los 120.000 habitantes que pueblan la ciudad en la que vivia, un 10 por ciento viaja a Buenos aires por sus vacaciones de invierno. de ellos un porcentaje elevado se mueve en esas calles por ser las mas conocidas para pasear y hacer compras, y de los 3 millones de residentes en la ciudad de Buenos Aires, solo unos pocos visitan, pasean o trabajan en esta peatonal,asi podriamos ir agregando razonamientos logicos que van disminuyendo la casualidad hasta hacerla desaparecer si nos empeñaramos en el intento. 

Cuando nos encotramos con una persona que por una razon u otra nos interesa, es mas que provable que nos estemos moviendo en un ambiente propicio a establecer relaciones y hacer amigos. Es por eso que, si vives en la noche, o trabajas en la noche cuando encuentras a alquien  seguramente no sera un oficinista o estudiante, sino alguien que ama y vive la noche, ya que las posibilidades de encontrar una persona con una actividad reglada a media noche en un pub es mucho menor que la de encontrar a alguien que trabaja y / o vive en la noche. 

Creo que los ejemplos ya huelgan ya que todos nosotros deberiamos, cuando nos enfrentarmos a un hecho casual, pasarlo por el cedazo de la razon, las provabilidades,  hasta de las matematicas mas elementales y darnos cuenta que generalmente lo que encontramos es lo que hemos buscado aun sin saberlo o reconocerlo nosotros mismos.
 

Alicia Gaona


 

CAUSALIDADES Y CASUALIDADES

No es casualidad que seas la causa de tus alegrías e infortunios, ni es casual cuanto sucede a tu alrededor, desde lo mejor a lo peor. Porque en todo hay una causa, y la causa de todo es, para nuestras limitadas mentes, una casualidad, que no es, de hecho, más que una inconcebible realidad causal.

Tan real y objetivo es decir que todo es casual como que todo tiene un origen causal, y la contradicción no existe, ésta no es más que un mecanismo de defensa de nuestra mente, incapaz todavía de navegar libre por este universo paradójico.

Nada y todo es y no es causal o casual . . . Ni siquiera es casualidad que casual y causal se diferencien sólo en una letra . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

CAUSALIDAD VERSUS CASUALIDAD

El humano tiene que buscarle explicación a todo, explorar y reconocer su entorno y, cuando esto no es posible, trata al menos de reducirlo a leyes que lo enmarquen, para poderlo asir. Convierte así lo incomprensible en presa de su cerebro. No es casual, por tanto, que le encuentre causas a cualquier acontecer. Pero esa casualidad y esas causas no son sino la casual causalidad de una casualidad. En otras palabras, la causa que le encontramos a algo, no es si no  una limitación del acontecer continuo, un paréntesis separador de la vida para categorizarla, segmentarla y poderla comprender con nuestra lógica matemática, ese código que, aceptado socialmente, se ha convertido en realidad única, tamiz por el que ha de pasar lo inaprensible, el continuo vital.

Independizamos un suceso y otro y otro…después buscamos un nexo que los relacione, una ley que justifique su parentesco, y decimos que uno ha causado el otro.

Y siempre acertamos, pues la realidad es causa de si misma; y su efecto, y todo lo que en ella existe, tiene una relación causal, pues en el continuo acontecer, causa y efecto son tan sólo progresiones del continuo.

La casualidad en este sistema, en el que todo está unido por leyes, por fuerzas que lo relacionan, no puede existir. La casualidad es lo creativo, cuando algo nuevo entra en el sistema establecido, causal, desbaratando todas sus leyes. En nuestro universo esto se llamaría Dios o algo así. El resto es determinismo.

Diego Pérez Sánchez

 


CASUALIDAD Y CAUSALIDAD 
 

En su búsqueda de la felicidad ,Voltaire usó varias formulas. Una de sus formulas fue olvidarse de la Historia, la Historia en el momento mismo en que esta se desarrollaba.

Para ser feliz Voltaire dejo el tiempo en suspenso.

Si tenia una filososfia ,esa esa la  del inmovilismo.

Conocemos su pensamiento: Dios creo el mundo como un matemático,un geómetra,no como un padre.

Quiere decir que  Dios no se mezcla con su creación para acompañarla en su desarrollo. Una vez regulado el mundo este no se relaciona más con Dios, ni Dios con él.

Una inteligencia original ha establecido de una vez por todas cierto tipo de causalidades: no habrá nunca efectos sin causas,objetos sin propósitos ,la relación de los unos con los otros es inmutable. 

La metafísica Volteriana no es más que una introducción a la física y la Providencia un mecanismo.

Porque Dios  una vez retirado del mundo  que ha creado ,ni Dios ,( como un relojero que fabrica su reloj) ,ni Dios ni hombres pueden cambiarlo ya. 

Ciertamente el BIEN y el MAL existen,pero entiéndanse  como LA FELICIDAD y LA DESDICHA no como LA CULPA o LA INOCEWNCIA  ,porque la una y la otra no son más que elementos de de una causalidad universal: se necesitan ,pero esa necesidad mutua es mecánica ,no moral: El Mal ,no castiga ,el Bien no recompensa : no significan que Dios esté ,que vigile ,sino que ha estado ,que ha creado ( al traste la idea castigadora judeocristiana de portate bien o el señor te va a castigar).

Por tanto si el hombre decide pasarse del Mal al Bien por un movimiento moral, va contra el orden universal de las causas y efectos ,contra el que atenta .Por ese movimiento solo puede producirse un desorden grotesco.( la iglesia, las religiones)

¿ Que puede pues el hombre sobre el Bien o el Mal? Poco : en el engranaje  de la creación,solo hay sitio para un juego, en el pequeño resquicio que el relojero ha dejado entre las piezas para que se muevan.

Ese juego es la Razón.

Es un juego caprichoso ,no marca ninguna dirección en la Historia.

La Razón aparece y desaparece sin más ley que el esfuerzo absolutamente personal de algunos espíritus libres. 
 

Un problema que no suele mencionarse a menudo  ,y que solo ocasionalmente está  presente los tratados de metafísica es el de la “percepción causal”

¿Percibimos ,tenemos capacidad para percibir que algo no es casual?

La tenemos .Pero como tantas otras de nuestras propiedades ,entiéndase propiedades en el termino mas químico de la palabra,como cualidad,no tenemos la mayoría de las veces capacidad para interpretar esta percepción casual ,y las casualidades se quedan en eso sin que entendamos la causalidad ,por evidente o aparente que sea .No estamos preparados para el pensamiento mágico ,ni para la interpretación de los símbolos. Para los psicólogos ,el pensamiento mágico ,más allá dela infancia donde es tan sano ,en la edad adulta va asociado a patologías tan serias como esquizofrenias. Personalmente pienso que es un error ,el pensamiento mágico del adulto que ha tenido la suerte de conservarlo es precisamente tabla de salvación para no caer en los abismos  negros de depresiones y desesperanzas  o en  las manos de los” psicoanalistos.”..que ,salvo honrosas excepciones, son” psicosaeuros”. 

Si hay un autor que ha reflejado magistralmente en uno de sus poemas que existe ese simbolismo  y que se puede leer ese es Baudelaire en su poema ELEVACION.

Las ultimas estrofas vienen a decir más o menos: 
 

Feliz aquel que puede de un aletazo vigoroso

Elevarse  hacia los campos luminosos y serenos. 

Aquel cuyos pensamientos ,como gaviotas,

Hacia los cielos matinales toman un impulso libre

-quien planea sobre la vida y comprende sin esfuerzo

El lenguaje de la flores y de las cosas mudas. 

Cuando Beaudelaire nos habla del lenguaje de las  flores no se refiere a la noñes del lenguaje establecido ,rosa blanca amistad ,rosa roja pasión sino a lo que cualquier flor despierta en nosotros ...otro bonito tema de tertulia, el lenguaje de las  flores...por no saber no sabemos  ni que no se regalan en números pares , las rosas no van como los huevos por docenas sino en números impares ,otro lenguaje el de los números...la cabala .uppppsss.me voy por la ramas...hacia los cielos matinales..).

Cuando BAUDELAIRE nos habla de las cosas mudas ,se mete de lleno en el simbolismo.

¿ Que puede significar que mientras esperas a  que te saquen de un almacén un libro de auto ayuda par un joven amigo en  apuros, te vayas a un expositor ,le des media vuelta y te caiga sobre la cabeza ,casualmente el primer libro que recuerdas haberle pedido a tu madre. Un extracto de los Miserables...para mi solo pudo significar ,que ese libro era el que tenia que leer mi joven amigo.

¿Casualidad ,causalidad ,el relojero?

Para alguien  que no vea más allá ,era simplemente un libro en precario equilibrio que se me cayo sobre la cabeza y no, no me hizo daño sino mucho,bien  y espero que a mi joven amigo tambien.

Gracias Providencia. 

¿Que podían significar ,en el suelo de la calle Ganivet ,delante de la tienda Cosmos ,tiradas  y alineadas una rama de bambú artificial con una goma morada ,como las del pelo, a su izquierda de    describiendo  esta ultima un circulo perfecto, un cero,aunque tambien me recordó el símbolo matemático del conjunto vacío sin barrar?Era 11 de Marzo,15h15 más o menos.

Quizá  nada ,pero estuve toda la tarde dándole vueltas .

Al volver a casa y abrir el correo lo entendí: la persona en quien  había estado pensando todo el día interpreto mis mensajes al revés ...un cero a la izquierda.

Posiblemente el cero fuera  yo ,ya que comunicación no es lo que uno dice sino lo que el otro entiende...y él otro ,no entiendo nada ¿ casualidad ,causalidad provocada por miedo al rechazo?Solo el relojero lo sabrás...yo aún no lo entiendo. 

Si queremos ya convencernos del todo de que no hay casualidad sin causalidad un libro muy recomendables es:  El azar y la necesidad de Jaques Monod ,matemático Francés ,premio Nobel.

A mi me lo regaló  Juan mi amigo que trabajó en Vandellos ,creo que ya os he hablado de él .

Lo que no se ahora mismo es donde estará el libro sino a quien quisiera se lo  prestaba.

 

De todas formas se acercan buenas fechas para regalar libros .Eso si aseguraremos nos de que el   el libro que regalamos es el que la persona que lo recibe quiere leer ,no el nos apetezca a nosotros que lea.  

  No sea que por una errata en el titulo ,la PRIMERA letra sea una H y entonces sin casualidad y con causalidad  el libro acabe en el fondo del mar...mata rile rile matarieleran ...donde los hipocampos no necesitan leer nada porque de amar  ya lo saben todo...para eso son hipocampos, tan cercanos al hipotálamo. 

Mari Carmen Martínez


 

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EL ALIMENTO DE LOS DIOSES

EL ALIMENTO DE LOS DIOSES

Necesitaremos crear y nominar dioses hasta que alcancemos a comprender que todos ellos están en nosotros, que hasta el más modesto de los mortales porta en su interior la esencia misma de todos los dioses habidos y por haber. Nuestros dioses son la expresión máxima de nuestras aspiraciones y anhelos, de nuestros miedos, de nosotros mismos, en definitiva. Los dioses nunca son malos o buenos, el peor no podrá jamás superar la maldad de quien lo crea en su imaginación, como el mejor no podrá superar la bondad que pueda concebir su creador. Los límites de su grandeza los decidimos nosotros, los asustadizos creadores de dioses creadores.

A esos dioses y a cuanta divinidad creamos, los alimentamos a diario con nuestra fe o con la negación de la misma, cada cual con sus dudas y certezas. Pero padecen esas divinidades, más a menudo de lo que creemos, auténticas epidemias de hambre: la inanición les derrota cada vez que un humano, no conforme con crearles y adorarles, se arroga el derecho a ser su portavoz, y exige, en su locura, sacrificios de vida para el altar de su dios: es cuando éste, lejos de alimentarse, ve como se desgaja de sí una parcela de vida única que ni la eternidad del tiempo podrá recuperar. Hay quien dice que es entonces cuando todos los dioses miran con tristeza a sus criaturas creadoras y, en silencio, lloran.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

El alimento de los dioses

Katiya se levantó  esa mañana como todos los días antes de amanecer para ir a buscar agua. Tenía que caminar varias horas antes de llegar al manantial en el que podía abastecerse. El hilo de agua que brotaba de la tierra apenas tenía tiempo de regarla y moría en una pequeña poza que se formaba allí mismo. Aldeanas de muchos kilómetros alrededor aprovechaban el alimento de los dioses de forma que siempre había turno de espera.

Katiya había vivido ya tres generaciones y recordaba muchas cosas. Se veía de niña yendo a buscar agua, esta vez a un pozo muy cercano, desde el que se veían las canas del viejo Kilimanjaro, donde vivían los dioses. A lo largo de su vida la montaña había ido perdiendo su manto de nieve, mientras el agua, sin llegar a abundar iba creciendo en los pozos. Esto duró algunos años. Después –recordaba-, con el nacimiento de su primera nieta, vio como desaparecía el último punto blanco de la cima divina. Sin duda fue entonces que los dioses, carentes de alimento, abandonaron las montañas. Los pozos comenzaron a secarse uno tras otro y la ansiedad por encontrar agua fue creciendo con los años, con los meses, con los días.

Ahora tenía que pagar para poder obtener algunos litros del líquido vital. Y comprendió que la madre había quedado estéril, que el gran pecho que había amamantado a los hombres y a los dioses, se había secado para siempre. Y, sin él, ¿Cuánto durarían sus viajes al amanecer buscando un pozo?

Recordaba cuando de niña caminaba  entre árboles y arbustos para acercarse al pozo de la aldea donde las mujeres reían mientras conversaban sobre sus maridos. En el lejano pozo al que tenía que acudir hoy día reinaba el silencio, salvo cuando era roto por alguna disputa en la que los soldados rápidamente intervenían. Y el gobierno había dicho que pronto retiraría los soldados de aquel pozo, que nadie querría apoderarse ya de aquel hilo de agua que había que perseguir cada año más adentro, sin resultado alguno.

La escasez de agua se había visto paliada por la intensa emigración de los aldeanos más jóvenes, aquellos que habían sido criados para ocuparse de sus ancianos. Katiya se sentía muy vieja ya para abandonar su aldea y sus campos estériles y decidió quedarse.

Diego Pérez Sánchez

 

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LO QUE HOMERO NO CONTÓ, LA ODISEA SEGÚN PENÉLOPE
 

LO QUE HOMERO NO CONTÓ, LA ODISEA SEGÚN PENÉLOPE
 

Penélope, al partir Ulises,  se quedo muy sola y muy triste.Pero como abnegada mujer de  rey, entendió su partida y aceptó con resignación su papel, durante cierto tiempo.

Llegó el día en que se desesperaba de tanta espera.

Las noticias hasta el Olimpo vuelan y Zeus alertado bajo a ver a Penélope.Fiel a su fama este le pidió que fuera su amante mientras regresaba Ulises.

Evidentemente Penélope, de entrada rechazo tal ofrecimiento, pero consciente de las artimañas del dios del cielo pensó: puede vengarse en Ulises  de mi rechazo o aparecer bajo su forma  cualquier noche. Entonces se le ocurrió hacer un trato.

A cambio de acostarse con él, le pidió que le mostrara donde estaba Ulises, que hacia, si estaba bien…

Maldita coincidencia, la primera noche ocurrió que Penélope vio a Ulises en la Isla de Circes. Estaba retenido, pero… no parecía que lo estuviera pasando mal.  Noche tras noche Penélope fue visitada por Zeus y la idea de tejer y destejer fue aparcada del todo…De noche Zeus, de día descansar.

Todos sabemos que Zeus era un Dios caprichoso. Cuando vio que Penélope disfrutaba con él, como el más común de los mortales, se cansó de ella

Le dijo que tenía que dejar de verla, que sus ocupaciones en el Olimpo le reclamaban pero que a cambio de su entrega le otorgaba un deseo.

 Ella le pido que Ulises  regresara, pero no como lo haría una solicita esposa, sino como una mujer.

Dile a mi marido que si no vuelve en dos semanas me caso con el más apuesto de los mangurrinos que tengo por pretendientes.”Zeus se extrañó de este lenguaje.

 Atenea, invisible, andaba pululando por allí. 

El mensaje fue transmitido a Ulises, haciendo que visualizara a Pe diciéndolo. Le  chocó   también mucho la firme determinación de la  Reina y, alarmado, emprendió el camino de regreso.

Volvió y Penélope lo reconoció enseguida porque lo había visto día tras día envejecer gracias a las visiones que le proporcionaba su regio amante. 

Si la Odisea se hubiera escrito así ninguna mujer “andaría esperando el primer tren sentada en un anden.”, sabríamos que el tiempo pasa incluso para los amantes. Y otro gallo nos hubiera cantado.  
 

Perdono a Homero por destrozar la historia, él no tuvo la culpa era  hombre.

También espero que él  me perdone por contar la verdad a mi manera. 

Mari Carmen Martínez


 

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NO, ÉSE NO, ÉSE NO

NO, ÉSE NO, ÉSE NO
 

A lo largo de la historia, el ser humano, como un ciego súbitamente plantado en el mundo físico, con un cerebro adaptado exclusivamente para entender aspectos básicos de la materia, tropezó con innumerables ideologías, religiones, creencias. Cuando conseguía levantarse de una caída no fue sino para tropezar con una nueva piedra, sobre la que edificará una nueva iglesia. En ese largo camino nunca llegó a la conclusión de que el problema eran las piedras, que la única solución, la única manera de evitar esas caídas, sería evitar las piedras, identificarlas, y pasar dándoles un rodeo.

          En su ceguera rebañista busco siempre un guía, y su gran capacidad intuitiva le llevó siempre a elegir a algún tuerto que le mostrase el camino. Y los tuertos, con un solo ojo, no pueden ver la profundidad de las cosas. Así, la manada de ciegos, se ha ido dejando arrastrar de una teoría en otra y, en cada momento, pensó que era la única y verdadera. Y para confirmar su autenticidad, su uniquidad, nada mejor que destruir todo aquello que pudiese ponerla en duda.

            Pero las ideas son indestructibles, pues no existen por sí mismas: había que destruir a los otros ciegos que las albergaban. Así fuimos evolucionando de fundamentalismo en fundamentalismo. Cada vez que algún vidente aparecía en el horizonte social, se buscaba destruirlo de inmediato, tratando de preservar la idea del momento. Si pese a la eliminación cruenta del revolucionario, la idea se contagiaba y extendía, la manada de ciegos dejaría de ver la antigua idea como única y ahora la única sería la nueva: arrasaba de inmediato todo rastro de la antigua, para fijar, limpiar y dar esplendor a la nueva. El dogma proscrito se instalaba como autoridad y borraba de la memoria moral el dogma anterior, adquiriendo la cualidad de verdadero, único y definitivo.

        En este círculo vicioso se ha desarrollado la historia del pensamiento. La comunidad de ciegos necesita estabilidad, principios universales que guíen sus pasos, cualquier cosa excepto abrir los ojos y mirar por sí mismos la realidad. No, eso no, …el cerebro construye su ego, su realidad material, en torno a un ideal, pero los ideales no tienen fronteras geométricas, comprensibles; en realidad no existen, son la antítesis de lo real, que, por otro lado, es lo único real, inestable, inasible, cambiante cada instante. El cerebro, incapaz de asir esa realidad en su totalidad, siente vértigo y buscando un referente fijo, una seguridad, busca encuadrar la realidad, limitarla, domesticarla y hacerla propia: la idealiza según su conveniencia del momento, mata su esencia, oculta el cadáver en los entresijos de la memoria, y sigue su vida como si nada hubiese pasado. Si alguien le descubre, le recuerda su crimen, tendrá también que matarlo, de lo contrario su artificioso equilibrio mental, tan costosamente elaborado, se derrumbaría.

             El nuevo crimen es cometido para salvar el destino ideal, en lo universal, de la manada, quedando así idealmente justificado, desrealizado.

Diego Pérez Sánchez


 

No, ése no, ése no

   Cuando más tranquilos nos encontrábamos en casa cayó un rayo, llegó la visita del cartero como un mal augurio e introdujo la misiva en el buzón. La carta en sí no encerraba ningún misterio externo, era en apariencia como las demás pero el contenido como luego se verá sí difería de las que te ofrecen parabienes. Pues a veces, cuando trae alguna cosa algo rara o poco grata parece que el olor la delata al tacto. La referida carta portaba una invitación de boda. Con lo que odiaba las bodas.

   Aunque parecía inofensiva no estaba exenta de un puro compromiso no compartido en principio, pues conlleva a sabiendas un mensaje especial, un tufillo nada agradable, con unas indicaciones que te obligan a dar el do de pecho en contra de tu voluntad, o a darte con un canto en los dientes por algo que puede quedarte muy lejano y te resbale, no obstante tienes que hacer de tripas corazón y recorrer diversos vericuetos anímicos guardando la compostura para que no se te caiga el alma a los pies, pateando distintos comercios, los grandes almacenes donde han encomendado su deseada lista de bodas con objeto de que cada cual estampe su sello y firma cubriendo el expediente.

   En estos casos es aconsejable mirar por el ojo de la puerta, examinar atentamente la relación de artículos que figuran en la lista y no hacer el panoli, es decir, no pasarse en la elección, eligiendo aquello que vaya más acorde con nuestras intenciones para con esa familia, así que todo dependerá del compromiso que uno se imponga, lo que influirá finalmente en nuestra decisión, seleccionando los artículos más corrientes o por el contrario los más sofisticados en función de las inclinaciones más íntimas, sin menoscabo de tu amor propio, procurando capear el temporal, y salir airoso calibrando en su interior calidad y precio.

   Una vez abierta la carta, se verificó lo que se barruntaba, quedándonos estupefactos,  pues jamás íbamos a sospechar que esto acaeciese con tanta premura y dudosa delicadeza, si se puede denominar así en tales circunstancias, cuando no había ninguna relación entre nosotros desde hacía más de veinte años o más, cuando su hijo violó a nuestra hija en una romería aprovechando la mutua confianza que nos profesábamos en aquel período, unido al exceso y a la oscuridad de la noche, dispersos en mitad del campo. Era algo insólito.

   De ahí en adelante ya se podía hacer cábalas sobre semejante evento, cavilando a cerca de si aquello iba en serio, era una tomadura de pelo o una simple provocación de las muchas que ocurren en la vida. No era difícil llegar a tal conclusión por las torcidas interpretaciones que surgían y más si cabe por los problemas que se cernían sobre nuestras cabezas en aquellas calendas, o acaso resultaba ser un acto de confraternidad, de sincero arrepentimiento, para restañar los desconchones de nuestras vidas anhelando que las aguas volviesen a su cauce, y por ello se dignaban realizar esa atención; aunque haciendo un poco de memoria la cosa no daba para mucho porque de los dos hijos mayores que se habían casado no se había recibido ninguna invitación demostrando la tesis citada, en cambio ahora con la hija que les quedaba cambian de opinión, como si sus oscuras veleidades se hubiesen desteñido, y por su cuenta y riesgo acordasen introducirnos en el círculo de los privilegiados, en el mismo festín suyo, vaya usted a saber el porqué, aunque viéndolo en positivo no sería complicado desentrañarlo, al observar que en la etapa en que se casaron los otros hijos las deudas nos asfixiaban, y nos encontrábamos al borde de la bancarrota, hundidos hasta las cejas, y no nos consideraron gente de su confianza, o que no dábamos la talla porque no se vislumbraban sólidos argumentos que justificasen tal proceder.

   Sin embargo en estas fechas, como gracias a dios gozamos de buena salud económica, porque nuestra empresa ha mejorado y va viento en popa, puede que hayan recapacitado cambiando de opinión. El caso es que sin esperarlo hemos recibido la indeseable invitación, que más que nada se puede interpretar como una bofetada, se diría que nos han arrojado un escupitajo a la cara, dado que nos están tratando como si adoleciésemos de honestidad, pues cuando les conviene obran de una manera y cuando les apetece nos borran de mapa de los amigos; así por encima la cosa tiene visos de prepotencia y descaro.

   No había nada más que observar la letra utilizada en la invitación, en la que se reflejan los rasgos distintivos de su rostro sin que se dieran apenas cuenta, unos renglones bizcos, desaliñados con un tono sarcástico. No cabe duda de que entre línea y línea había mucho que descifrar. Proyectaron su careto sin pretenderlo en las grafías y acentos de suerte que nada les era ajeno, y no desmerecía en cuanto a textura, trazos y pintoresquismo.

   La lista de bodas iba bien surtida, con una rica gama de artículos de todas las clases y gustos, pero no hay que olvidar que el invitado siempre dispone de la última palabra, así que dependerá de él dicho regalo, pese a quien le pese, e irá en consonancia con el parentesco que se tenga o la estima que se sienta. En estos asuntos tan híbridos salen a relucir de una u otra forma bufonadas o actuaciones muy versátiles. Y ahondando en las adversidades y contradicciones del ser humano, de esa guisa fue discurriendo el caudal del diálogo familiar:

   -Dolorcitas, ¿qué le regalamos?

   -Lo que quieras, mamá, tampoco merece la pena perder la cabeza por tan poca cosa.

   -Si por mí fuese le regalaría algo muy especial, peor que carbón, tan especial que no se sirve en tiendas, porque eso se tiene o no se tiene.

   -¿Qué insinúas, mamá? No seas tan rebuscada, no te vayas por los cerros de Úbeda, la novia no es una desaborida y suele guardar la compostura. Aunque no sea muy de nuestro agrado, y poco agraciada físicamente. Pero de eso ella no es responsable, como tú comprenderás. Mamá, por lo menos vamos a intentar quedar medianamente bien y punto.

   -Por supuesto que sí y no como otros que no quiero citar, pero eso no quita para que les dé su merecido, ¿comprendes?. Sabes, nena, que tengo una jaqueca que no puedo con ella.

   -Mira mamá, ¿qué te parece este juego de té, parece mono, con una decoración muy original, vamos, que de buena gana me lo quedaba para mí..

   -Dolorcitas, no, ése no, ése no, no vayas a acabar conmigo, mira que me da un trombo. Quítalo de mi vista, primero porque es caro, y segundo que no estoy dispuesta a que presuman ante los allegados y amigos con mi dinero. Antes prefiero verme muerta, busca cualquier chochajo, algún bolso de chollo o un jarrón decorado con aves de rapiña, que creo que no les iría nada mal con su imagen grabada a sangre y fuego, y saldríamos rápido del paso.

   - Mamá, qué tonterías, oye, y aquél que está detrás de la columna, puede ser útil y posee buenas hechuras.

   .-No, por favor, ése no, ése ni hablar. Tráeme un vaso de agua corriendo que me derrumbo; ése me recuerda lo que me regalaron el día de mi boda,  y maldita sea la hora y la mano que me la entregó, que vistió de luto mi vida.

   Aquella trituradora que le regalaron tronchó la tierna vida de su bebé. Y le evocaba aquellos tiempos cuando la cogía para triturar carne, frutas, verduras, y que fue la causa de la muerte de su hijo con cuatro añitos, al atravesarse en mitad de la garganta la horrible albóndiga que había preparado con sus propias manos, la trituradora fue un triturador de hombres, no tuvo corazón, dejando entero el duro hueso que se le clavó como un puñal, segando la tierna vida de tan inocente criaturita.

José Guerrero Ruiz

 

 

Ese no ,ese no 
 

  ¡Ese no podía ser ! 

Los subtitulos que aparecían en el bajo de la pantalla  indicando el tipo de avión el numero de vuelo y el destino no podían ser ,no podían ser los de él.

La gran taza amarilla de café que tenia entre las manos se le escapo,estrellándose contra el suelo, y de momento no supo que hacer.

Aún no había aparecido ningún numero de contacto telefónico en la pantalla del pequeño televisor de la cocina. Cocina en que aun quedaban restos de una cena para dos:

Los platos a medio vaciar en el fregadero,las copas con  restos de vino,y la botella de cava del revés en la champañera.

La vela hacia tiempo que se había consumido. 

Ese no ese no ,ese no podía ser su vuelo,no podía ser el vuelo donde iba él. 

¡El móvil !  Llamó, era inútil ...por aculturación en la red rogamos... 
 

Habían tardado tanto en encontrarse,no era justo ,no podía ser.

Apretó  con rabia los puños ,pateo el suelo ,recogió  los restos de la taza rota y la deposito sobre la encimera...subió corriendo a la habitación ,consulto la agenda ,no había error posible,si era ,si era su vuelo.

Llamo al teléfono de emergencias ,de allí le facilitaron el de aviación civil rogándole no bloqueara una linea de emergencias. 

  ...Pero es que lo suyo era una emergencia... 

La emergencia de su vida : el hombre que había llegado como caído del cielo cuando ya no creía en nada no creía en los hombres no creía en el amor  ,ese hombre no se podía ir así .No podía morir y menos de esa manera ,con tanto dolor. 

Trato de imaginar la angustia previa  al  accidente ,no podía dejar de pensar en los gritos en los quejidos, en el  espantoso dolor ,en el calor del fuego, en el olor del humo asfixiante.  

Se desplomó  boca abajo en la cama .

La angustia la sacudió ,pero no podía derramar ni una lagrima. solo eran sollozos secos.

Se encontraba atrapada ,sabia que era inútil tratar de ir hacia el aeropuerto ,sabia que todo era inútil... 

Se volvió  en la cama ,pensar que esa mañana no le había preparado el desayuno siquiera y que como estaba tan dormida ,no se entero  ni  del beso de despedida...  

Estalló, todo lo que había sobre mesitas de noche, cómoda  y todo lo que estaba a su alcance fue barrido de sendos manotazos .

Solo cuando tropezó  con la foto del él la cogió y la apretujo con fuerza...vio el mando de la tele y encendido la pequeña pantalla de plasma :

Se venían imágenes de hierros retorcidos ,de amasijos de asientos de sangre y restos humanos  entre columnas de humo . 

¡malditos papapachis siempre los primeros!

Es normal asechan famosos en los aeropuertos pensó, y, entonces, ¡entonces lo vio!

Su inconfundible silueta con un peto amarillo fosforito se movía por la pista yendo de aquí  para allá: ¡¿ que hacia insensato?! 

¡no era prudente moverse después de un golpe así! 

Corría con tarjetas de colores en la mano... 

  ¡Díos  mío estaba haciendo el triage!  

El triage ,esa  primera actuación tan importante en las catastofres: de un buen triage dependia la vida de los que podían sobrevivir... 

Así  era él... 

Dos lagrimas rodaron por su mejillas por fin. 

En la tele, por la cabecera de la pista empezaron a aparecer los medios de rescate ,bomberos ,ambulancias ...protección civil. 

Decidió  que se tenia que vestir y averiguar sonde se iba a montar el tanatorio,si  por su estado no podía ser de más utilidad acudiría a ayudar a los familiares de las  victimas ,era lo menos que podía hacer ...esperezaba poder contactar pronto con él ,esperaba que no tuviera ninguna lesión interna que apareciera después...esperaba ,esperaba ,esperaba tanto de él...tenia tanto que darle... 

¡Ponerse solo en el primer instante a hacer el triage !

Solo se le podía ocurrir a él, y por eso lo quería su forma practica de reaccionar de volcarse hacia los demás ...igual que la miá  pensó con  triste ironía,mirando a su rededor el destrozo en la habitación ... 

Lo dejaba así  ,porque sabía lo que él diría al verlo , al volver : 

- Eres humana, forma parte del comportamiento humano...un poco salvaje pero humano y no quiero que cambies  amor ,si sientes esa rabia al perderme no ,no quiero que cambies .

No temas ya aquí  estoy otra vez ,aquí junto a ti ¿ arreglemos esto vale ? 

-Claro ,claro que si arreglemos lo...” 

Mari Carmen Martínez

 

 

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FINAL ABIERTO-9

FINAL ABIERTO-9 (Juan Pérez de Siles- Mari Carmen Martínez)

DE LO GRANDE Y LO PEQUEÑO

Ah Nils:¿  Quieres que subamos al Torcal?

Ah, venga vale.

Aparcamos el coche en un punto del carril desde el que nos era fácil llegar al tajo.

Una tarde espléndida con olor a tomillo, romero y otros olores a los que yo no sabría

Ponerles nombre.“Todos los colores del verde” que cantara Raimón al País Vasco.

A nuestra espalda el imponente paso de Ventas de Zafarraya y delante, a tiro de piedra

El tajo del Torcal.

Nos aproximamos al borde cuando ya el Sol estaba cerca de su ocaso, Delante de

Nosotros, hacia el poniente, nos sorprendía el impresionante paisaje que desde allí  se dominaba. Quedamos de pié  por un rato anonadados por el espectáculo de aquella infinitud, líneas de montañas al contra luz entre las que se colaban los rayos anaranjados del Sol iluminando las colinas protuberantes del valle ya en sombra.

Intentamos balbucear los típicos comentarios que se hacen ante una visión semejante. Pero entendimos que aquello no era para hablar y decir tonterías que pudieran enturbiar lo mas mínimo aquel inmenso instante. Quedamos en silencio.

Nos sentamos en sendas rocas, uno frente al otro y comenzamos a escudriñar el suelo que teníamos delante, bajo nuestros pies : palitos, piedrecillas, pequeñas plantas, una hormiga que cruzaba, y a comentar sobre lo que veíamos, sobre lo que dicen los científicos en cuanto a la vida, bla, bla, siu, siu.

De pronto nos miramos y rompimos en una carcajada de alegría contenida a dos pasos del llanto. Ambos los dos supimos en ése instante lo pequeños que éramos.  

Entonces ,sin mediar palabra , mirándonos fijamente a los ojos ,supimos ,sin la sombra de una duda, lo que había  que hacer: Nos cogimos de la mano y saltamos  al vacío.


 

 

FINAL ABIERTO-9 (Juan Pérez de Siles- Nekovidal)

¿Cuál es el precio de la experiencia ? ¿Se compra la Sabiduría en la calle, con una danza? No, el hombre debe pagar por ella todo lo que posee.
(Willam Blake )

LO GRANDE Y LO PEQUEÑO

Ah, Nils:¿ Quieres que subamos al Torcal?

Ah, venga vale.

Aparcamos el coche en un punto del carril desde el que nos era fácil llegar al tajo.

Una tarde espléndida con olor a tomillo, romero y otros olores a los que yo no sabría ponerles nombre.“Todos los colores del verde” que cantara Raimón al Pais Vasco.

A nuestra espalda el imponente paso de Ventas de Zafarraya y delante, a tiro de piedra, el tajo del Torcal.

Nos aproximamos al borde cuando ya el Sol estaba cerca de su ocaso, Delante de nosotros, hacia el poniente, nos sorprendía el impresionante paisaje que desde allí se dominaba. Quedamos de pié por un rato anonadados por el espectáculo de aquella infinitud, líneas de montañas al contra luz entre las que se colaban los rayos anaranjados del Sol iluminando las colinas protuberantes del valle ya en sombra.

Intentamos balbucear los típicos comentarios que se hacen ante una visión semejante. Pero entendimos que aquello no era para hablar y decir tonterías que pudieran enturbiar lo mas mínimo aquel inmenso instante. Quedamos en silencio.

Nos sentamos en sendas rocas, uno frente al otro y comenzamos a escudriñar el suelo que teníamos delante, bajo nuestros pies : palitos, piedrecillas, pequeñas plantas, una hormiga que cruzaba, y a comentar sobre lo que veíamos, sobre lo que dicen los científicos en cuanto a la vida, bla, bla, siu, siu.

De pronto nos miramos y rompimos en una carcajada de alegría contenida a dos pasos del llanto. Ambos los dos supimos en ése instante lo pequeños que éramos........ (Juan Pérez de Siles)

Pero tras la certeza de nuestra diminuta existencia, pensé, se esconde la certeza de nuestra enormidad: somos una mota de polvo ante la inmensidad de las estrellas, pero somos enormes galaxias para cualquier partícula subatómica.

Nils me miró y dijo: ¿Te has parado a pensar en cómo nos imaginará un quark de nuestro cuerpo, tal vez uno de los que forma, con varios millones más, la piel de la punta de uno de nuestros dedos de uno de nuestros pies? ¿Has caído en la cuenta de que es muy probable que también tengan su nivel de conciencia y que dicho nivel pugne por intentar concebir a su creador o al universo del que forma parte? Lo más pequeño está incluído en lo más grande como lo más grande está incluído en lo más diminuto. Y ya sabes que al final todo, absolutamente todo, desde una partícula subatómica al mayor de los agujeros negros, no son más que energía . . .

Tras reflexionar, le contesté con la mirada aún perdida en el vacío del paisaje: Somos sólo cuanto creemos ser, nada más, podemos crear el paraíso o el infierno a cada instante, podemos ver en cada amigo un universo de infinitos matices o mirarle sólo por encima o debajo de nosotros, en cualquiera de las escalas artificiales que creamos con nuestra ruidosa mente. Podemos optar por ser o por tener, y si caemos en el juego de la posesión, cerramos las puertas de todo crecimiento personal.

Y por encima de todo, estimado amigo, está lo incomprensible, lo inabarcable y la capacidad que tengamos de no sufrir por ello, de relajar la mente lo suficiente para sentir que somos parte de un todo, sin caer en ningún conflicto con lo inmedianto, aún cuando en lo inmediato debamos sobrevivir. En el equilibrio, como siempre, está la respuesta . . .

Sí, Juanito, la curiosidad nos lleva al saber, pero el ansia, el deseo obsesivo por comprender, frena nuestros pasos hacia la sabiduría. El conocimiento no es un fin concreto al que alcanzar, no es una meta, sino una sincronía, una sintonía perfecta que surge de nosotros mismos, se refleja luego en nuestros semejantes, después en todos los seres vivos y finalmente en la misma materia inerte. Cuando sincronizamos con todo es cuando empezamos a encontrar sin buscar siquiera. No deberíamos olvidar que habitamos un universo paradójico, con todo lo que eso implica: aqui toda afirmación es tan cierta como su contraria y conceptos como bien y mal, fe, verdad, libertad o autoridad no son más que ilusiones y fantasias de nuestras mentes, que buscan en vano medios de comprensión de lo incomprensible.

¿Recuerdas cuántas certezas cargábamos sobre nosotros en nuestra juventud...?

Ahora ya no nos preguntamos con angustia, y está bien, pero aún nos sorprendemos, y lo que es peor, aún juzgamos. . . nos queda todavía mucho camino por andar. . . Este paisaje impresionante no es mejor o peor que una ciudad contaminada, lo uno equilibra y le da sentido a la existencia del otro, en algún punto que no alcanzamos a comprender ni a imaginar siquiera. No es importante el papel, la obra es continua, eterna e irrepetible a la vez y, ante todo, paradójica . . .

Cuando aprendamos a sentir esto, la primavera en el frío del invierno y el frescor de la nieve en el tórrido verano, será cuando estemos al fin en sintonía con el resto del universo: cuando seamos, teniendo todo sin necesidad de poseer nada y siendo, incluso aunque no estemos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

PRINCIPIO ABIERTO-9 (Begoña Ramírez - Lola Carmona)

Los días se siguen sucediendo unos a otros ,y se siguen mezclando de forma natural el campo y el mar,marcando el carácter de sus gentes,doblemente precavida,no se debe uno de fiar de la mar,ni adentrarse sin ser un poco experto en los misterios de la montaña.Así es que aquí se desconfía al diestro y al siniestro,y estas gentes te escrutan con la mirada como intentando buscar el misterio oculto que pueda encerrar cualquier gesto o palabra.Como es inevitable contener el cauce de un río,el amor sigue impregnando el ánimo de los nuevos púberes.A veces el amor encierra sus engaños y una pasión confundida puede conducir a la autodestrucción.

En una zona resguardada del sol y la excesiva intemperie en otras épocas menos calurosas,se cobijan los más viejos.A dejar pasar el resto de sus días, al tiempo que contemplan el transcurrir del pueblo y sus gentes.Atisban desde aquí al forastero y al lugareño,comentan los pequeños y grandes acontecimientos ,hacen censo de nuevas bajas ,encarado todo esto con el filtro del carácter de cada cual.Juan sigue siendo un viejo dicharachero,para el que que la vida no se bebe a sorbitos sino a grandes tragos, a manos llenas,cogiendo lo que te pertenece o luchando si hace falta por conseguirlo,decidido a seguir exprimiendo el tiempo,el que ya vivió y el que aún le queda.

Rafael es menos alegre,ríe si hay que reir pero sopesa sin querer y queriendo cada cuestión,viendo el pro y el contra,cauto,a veces reservado,amigo de melancolías con razones y sin ellas.

Manuel no puede definirse porque él tampoco lo ha hecho a lo largo de su vida,ha ido de aquí para alla´según le han empujado los vientos ,con el único norte de su mesa camilla,en la que lo espera puntual su esposa,con la sopa caliente y la cabeza aún más.Y luego Esteban y Tomas y Angel,que nunca hizo honor a su nombre.Todos se reúnen cada mañana y cada tarde,a charlar y a mirar, porque la vida también se mira.Y ahora que miran comprenden tal vez más cosas de las que antes creían comprender,y no parecen tan importantes asuntos antes esenciales,y es hermoso despertar ahora y comprobar que aún puedes levantarte y ver el sol ,y sentir la brisa y que tus pies te sigan llevando aunque más cansados a donde quieres que te lleven.y comprender de repente que la vida es sólo tiempo y que ese tiempo se acaba.Y tal vez comience otro quién sabe ,nadie ha vuelto para contarlo.A lo mejor no puede contarse,ha de vivirse como casi todo,aunque nos empeñemos en contar.

Aurora los contempla desde su ventana a veces,,los contempla hablando o sumidos en el silencio,mirando al que pasa o cruza,discutiendo si acaso por cualquier tontería.

Últimamente siente Aurora cierto alivio al salir a su ventana y ver que siguen allí,que acuden puntuales a su cita,que sólo lo peor puede ya detenerles.Algunos parecen haber descubierto algo fundamental porque mueven la cabeza complacidos al tiempo que sonríen bobamente.En las tribus los más viejos son los consejeros,la experiencia no puede ser sustituida por ningún manual. Esto lo sabe Aurora,por eso encuentra ultimamente especial complacencia en observar a los observadores.

Hoy Juan parece más animado si cabe que de costumbre.Relata un suceso de su primera juventud y le brillan los ojillos al tiempo que cuenta su rescatada anécdota del mar del olvido.

Sí... nos habíamos perdido-cuenta Juan entusiasmado-pero algo mágico sucedió de repente,y dejamos de sentir angustia por lo que pudiera pasarnos...


 

Y conforme desaparecían los miedos, empezábamos a sentirnos libres y ya no era posible hacernos daño, pues ahora éramos dueños de nuestro destino.



 

PRINCIPIO ABIERTO-9 (José Guerrero - Lola Carmona)

Miedo 

   No quería Alberto oír hablar de componendas en lo referente a la infancia ni en broma. Cuando se enteró de que la vida humana podía ser analizada en el laboratorio igual que la de cualquier insecto llegando hasta las últimas consecuencias se desgañitó gritando como un poseso solo como estaba en el silencio de aquella noche oscura, y se decía, hala, hala, pasando de mano en mano, de mesa en mesa rozando guantes, agujas  y batas blancas o las mismas narices de los analistas siendo manipulado de forma poco seria y sin un gesto de delicadeza o decoro en lo que se entiende por los derechos humanos. No daba pábulo a lo que imaginaba. Semejantes patrañas de laboratorio le inducían a la melancolía, a sentirse una piltrafa, una mísera cobaya predeterminada a viles servicios de excelsa y anónima investigación científica.

   La experiencia le había demostrado que en el mundo existía un ingente material que avalaba su tesis sobre tales asuntos, recopilado por gentes sin escrúpulos la mayoría de las veces, que campaban a sus anchas por esos círculos traficando con un sinnúmero de películas, cuentos, encuentros o simposios de diversa índole que se recreaban en las cavernas de los genes. No comprendía el porqué de tamaño estudio, o por qué hurgaban en los ombligos de las criaturas con tanto descaro, y llegado a ese punto se le volvían los ojos y se desplomaba perdiendo el sentido, sobre todo al cerciorarse de que los tratados evaluaban en clave secreta los diferentes comportamientos o grados de maduración que conforman el embrión, abriendo en canal el árbol genealógico más críptico; así los abuelos, que tanto influyen en esta etapa de la vida cantándoles nanas al bebé mirándolo a los ojos o contando cuentos interminables, y más adelante los familiares realizando cábalas acerca de los primeros balbuceos, los vicios del cuerpo y otras debilidades, cómo funcionó el feto en el vientre de la madre, qué problemática apuntó el embarazo con la aparición o no de congénitas secuelas de los ancestros, o las intervenciones puntuales del padre a la hora de decidir asuntos de estado en los momentos cruciales, y todo ello siguiendo las pautas de costumbre, matrona, parto, bautizo, guardería y escuela después a los seis años. Estos períodos de la existencia no le agradaban a Alberto en absoluto.

   Sin saber cómo, recalando casi subrepticiamente en leves lagunas de la memoria tropezó casi sin querer con abultados escollos que lo turbaban, y resultaba curioso el hecho de haber pasado desapercibidos hasta la fecha, y de repente le asaltaron acaeciendo en un momento de máxima lucidez al saborear con claridad meridiana el día en que sin causa justificada cayó rodando por la escalera de la casa y al parecer por efecto del golpe el cerebro sufrió una lesión. El hallazgo fue tan brutal que no quedó ahí la cosa y le condujo al descubrimiento de otra lagunilla que se guarecía en el cerebelo, produciendo una fuerte sacudida no menos desequilibrante y recordó que por poco se queda tetrapléjico, cuando de súbito hocicó la mula que montaba en el lecho del río por mor de unas movedizas piedrecillas que había en el cieno cayendo como gato panza arriba a la corriente remedando el salto de la rana.

   Tales infortunios le acarrearon a Alberto no pocos problemas y graves disfunciones, empezando a peligrar su estabilidad emocional, acorralado como se encontraba en el habitáculo, columpiándose entre el ser y no ser sin ton ni son a ojos del experto galeno, pero la cosa no quedaba ahí, sino que alcanzaba a creer en la incredulidad que lo alimentaba de que se moría de veras al verse en tan deprimente coyuntura al palparse sus partes y casi tocaba pañales en sueños, respirando con dificultad y con unos sudores de muerte advirtiendo lo diminuto que aparecía y tan lejos de una mano protectora.

Los ecos le llevaban a desconfiar hasta de su propia sombra, y no iba a ser menos el que lo engendró, aunque después de haber fallecido y cumplido con las honras fúnebres se dignara proclamar en público la veneración de su memoria  expresando el sonsonete afectivo  “que en gloria esté”.

   Nadie sabe qué es el tiempo pero todo el mundo lo utiliza para manifestar cualquier inquietud o angustia que le agobian en silencio de un modo prolongado. Mas como el tiempo es un antes y un después no se detiene sino que avanza sin cesar, así los niños, como el tallo del árbol, crecen, echan bigote, ramas, flores y fruto o llevan corbata según la profesión y el aprovechamiento que hayan extraído de las enseñanzas de la vida a través de los periplos por los que ha navegado, y va cuajando la fruta en las ramas sociales y las redes afectivas, pero Alberto como tantos otros de distintos continentes barruntaba que había sido taladrado en esos años por una hiriente mano invisible, faltándole el calor y el riego preciso para despuntar en el campo de la vida.

   Los pilares de su edificio psicológico se resquebrajaban día a día y no por falta de trazar proyectos con mimbres adecuados para tal o cual labor sino porque el miedo se había incrustado en los huesos, en los cimientos desde los comienzos, como si necesitase bocanadas de cemento no adulterado y hormigón mezclado con abundante agua que contuviera vitaminas y atenciones que normalmente requiere el cerebro humano.

   La madre, en el estado de debilidad en que se hallaba, como tantas madres del globo, no podía ahuyentar los temores de la criatura debido a que la fuerza imperativa del macho obstruía los canales y las fuentes que podían satisfacer su sedienta garganta, y el pobre Alberto siempre escapaba descalabrado calle abajo por el negro murmullo que hervía en su derredor, mientras otros tenían la fortuna de seguir caminando bien que mal por el sendero.

   Ya de mayor intentó resarcirse de los huecos que habían dejado en su corazón reparando las deficiencias de su formación; así se alistó en diferentes ONG  buscando la manera de subsanar sus carencias y las de otros muchos del planeta ofreciéndose como repartidor de caricias, pan y servicios en campos devastados por guerras fratricidas, epidemias o la destrucción de los indefensos. Se propuso atenuar los tsunamis que proliferaban por doquier. Allí se agitaba siempre Alberto dispuesto a entregar lo que fuera preciso para ayudar a los demás.

   Pero no lograba sacudirse las legañas del miedo que transportaba por los ingratos recovecos en los que había vivido, generadores del malestar de tanta criatura que malvive por no haber recibido unas migajas de ternura y alegre comprensión en esos inviernos cubiertos de contratiempos y de fría nieve. La primavera llegará confiada cantando el himno de la alegría, golpeando a la puerta de nuestro destino y a buen seguro que estallará en mil fulgurantes auroras. (José Guerrero)

   Y conforme desaparecían los miedos, empezábamos a sentirnos libres y ya no era posible hacernos daño, pues ahora éramos dueños de nuestro destino. (Lola Carmona)


 

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FINAL ABIERTO 3

FINAL ABIERTO 3 (Begoña Ramírez-Mari Carmen Martínez)


Cuando llegó  la noticia, todos se miraron con cara de incredulidad: ¿sería cierto? De ser así, sus vidas iban a cambiar como apenas podían alcanzar a imaginar.

Había que asumirlo: nada volvería a ser como antes: sus vidas cotidianas, sus pequeños y grandes intereses, sus inquietudes, pasarían, en unas horas tan sólo, a formar parte del pasado.

Claudia fue la primera en hablar.

-Estamos aquí reunidos para tomar una decisión importante. Como sabréis esta reunión se ha convocado a petición de las autoridades mundiales y como grupo de expertos debemos decidir  que hacer.

Evidentemente toda la información que se vierta aquí  será alto secreto y para asegurarse de ello la organización nos invita amablemente a que llevemos puestos permanentemente transmisores de sonido, movimientos y pensamientos.  Los que crean que no puedan soporta la presión de estar aquí  encerrados durante el tiempo necesario, a pesar del  esmerado estudio de perfiles que se utilizado para la selección, pueden, si quieren, abandonar la sala en los próximos 10 minutos...

Paramos para un café in sitú. 

De las mesas surgieron termos con agua, café, té, leche y bollería por un mecanismo de ascensor y se colocaron estrategicamente frente a cada invitado... Se podía escuchar un rumor de fondo de los participantes cuchicheando entre si.

La mayoría se conocían por correos intercambiados o publicaciones compartidas, otros eran totalmente desconocidos entre si, ya los presentarían más adelante.

La buena estrategia de Claudia de ofrecer el café  antes de entrar en materia estaba haciendo que los allí reunido fueran hablando entre ellos  intercambiando saludos e información, ya que habían llegado por separado y sin saber absolutamente nada del objetivo de aquella reunión misteriosa. 

Nadie abandonó la sala, la inmensa sala redonda de reuniones con toda la tecnología imaginable, y la no imaginable también, al alcance de la mano de Claudia.  “-Retomamos la reunión por favor... Desaparecieron los enseres del café y sobre las mesas sólo quedaron bellotas  precintadas con agua y vasos.

-Darían Alonso, responsable del programa mundial de investigación astrofisica tiene la palabra. Gracias Claudia. En primer lugar agradecerle a todos ustedes que permanezcan aquí, no se esperaba menos dado sus trayectorias personales y sus niveles intelectuales. En segundo, comentarles que el asteroide 7542  hará  impacto con la tierra en poco menos de 5 meses...No tenemos, contrariamente a lo que se ha visto en las películas Argamenon o 2012, la posibilidad ni de desviarlo de su trayectoria ni de fraccionarlo y mucho menos de hacer embarcaciones ni espaciales ni acuáticas para salvar a nadie. Eso es ficción y como de costumbre la realidad va a superar la ficción. De salvar material genético y otras obras de arte se encargan los compañeros de criptografía, no es de nuestra incumbencia. 

Luego no estamos aquí para tomar decisiones de tipo técnico sobre que hacer con el asteroide, ni nuestro futuro, sino para decidir si se lo contamos a la humanidad y en que términos, de ahí el perfil de todos ustedes, mayoritariamente antropólogos, filólogos, psicólogos...  El silencio se podía cortar a cuchillo en la sala.  Claudia apretó un botón y la inmensa pantalla panorámica semicircular de la sala de reuniones de Quantico se abrío. 
Miró a Umberto Eco de soslayo y se guardó el suspiro y el gesto que querían salir de su boca: Cualquiera de los allí presentes podría traducirlo con sus conocimientos de comunicación no verbal ... sólo Darían, Umberto y ella sabían que era un simulacro... Ardua tarea les quedaba por delante, pero vistas las fechas era importante. 

Quantico 15-de febrero 2012

(Mari Carmen Martínez)


 

FINAL ABIERTO 3 (Begoña Ramírez-Alicia Gaona)

Cuando llegó la noticia, todos se miraron con cara de incredulidad: ¿sería cierto? De ser así, sus vidas iban a cambiar como apenas podían alcanzar a imaginar.

Había que asumirlo: nada volvería a ser como antes: sus vidas cotidianas, sus pequeños y grandes intereses, sus inquietudes, pasarían, en unas horas tan sólo, a formar parte del pasado.

Claudia fue la primera en hablar . . .

  

Como haremos para manejarnos con solo dos sentidos si ahora tenemos cinco y el mundo va como va? Nadie pudo responderle la intensión de sus gobernantes era justo esa, que aprovecharan lo que tuvieran, ya demasiados años habian gozado de los placeres de la vista, el oido, el tacto, el gusto y el olfato dandole poca  utilidad y dejando que se atrofiaran. Para mas arbitrariedad ni siquera les daban a elegir, para hacerlo mas democratico lo hacían por sorteo.

Si por lo menos a ella le tocara en suerte la vista y el tacto, podría seguir viendo las maravillas que aun albergaba el mundo y la calidez de las caricias, claro ya no podría deleitarse con la musica, ni los sabores y aromas de cada día, quiza fuera mejor así, a lo que te toque, a veces era muy dificil elegir.

Si eligiera el oido y la vista, cualquier persona pensaria que se sentiria casi completa, más no era  así, como podria prescindir del tacto? de sentir el calor y el frio, la suavidad y lo rugoso?

En fin que a pesar de lo mal que lo llevabamos el ser humano hombres y mujeres eramos casi perfectos, ella no creía que se solucionara nada haciendonos pasar penurias, quedamente empezó a llorar ante la impotencia de lo que sucedería.

Claudia, Claudia, una voz martillaba sus oidos, ohhhh eso lo había conservado, también sentía el aroma del cafe recien hecho, la mano aspera que la sacudia suavemente para ........ abrió lentamente los ojos y allí lo vió como todos los dias, evidentemente habia sufrido una pesadilla, por suerte y como todos los dias había despertado y lo había hecho con los cinco sentidos, en su cama, en su hogar.

Alicia Gaona

 

 

FINAL ABIERTO 3 (Begoña Ramírez-Nekovidal)

Cuando llegó la noticia, todos se miraron con cara de incredulidad: ¿sería cierto? De ser así, sus vidas iban a cambiar como apenas podían alcanzar a imaginar.

Había que asumirlo: nada volvería a ser como antes: sus vidas cotidianas, sus pequeños y grandes intereses, sus inquietudes, pasarían, en unas horas tan sólo, a formar parte del pasado. Claudia fue la primera en hablar:

Sí, esta es la firma del jefe, estoy segura, y el texto no deja lugar a dudas: tras esa extraña letanía de arrepentimiento, dice querer devolvernos la plusvalía que obtuvo de nuestro trabajo desde que su padre fundó la empresa. Lo he calculado y los que llevamos más tiempo trabajando aquí recibiremos más de un millón de euros cada uno. Todo resultaba especialmente extraño al recordar el reajuste de plantilla hecho unos meses antes, a pesar de los buenos resultados económicos de la empresa. En ese instante entró el Sr. Golbert, con una extraña sonrisa en los labios, algo poco habitual en él, y dirigiéndose a los representantes sindicales de sus trescientos veinte empleados dijo:

Sé que ya han leído todos mi carta, ¿alguna pregunta?” “Sólo una”, respondió rápidamente Roberto:“¿Es cierto cuanto se dice en la carta?” Colbert guardó unos segundos de silencio, miró a quien había formulado la pregunta y, al tiempo que se marchaba, dijo en voz baja:

¡Qué curiosos son ustedes los obreros! La respuesta a su pregunta la encontrará, simplemente mirando la fecha de la carta. Y no olvide sonreir, caballero . . . Así lo hicieron, y comprobaron que la fecha era 28 de diciembre, dia de los Inocentes en España, mdonde es tradición hacer bromas.

Durante días Colbert fue el único ser sonriente por los pasillos de la empresa, y su sonrisa resultaba hiriente para cada uno de los empleados con los que se cruzaba. Hasta que, justo ocho dias después, el día de Reyes, parecieron invertirse los papeles, siendo la avinagrada cara de Golbert la única no sonriente entre decenas, que no podían evitar la risa mientras observaban, desde las ventanas, el afán con que los bomberos intentaban sofocar el incendio que devoraba el reluciente y recién estrenado Rolls Royce del Sr. Colbert . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

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FINAL ABIERTO 4

FINAL ABIERTO 4 (José Guerrero Ruiz-Nekovidal)

Aquel día Roberto se levantó muy consciente de lo que hacía. Se colocó la corbata en el punto justo, abrochándose los botones de la camisa con cierta prisa mirando hacia ninguna parte y se calzó los zapatos nuevos. Iba más elegante que de costumbre. Hacía semanas que lo llevaba madurando, aunque había días que se le iba de la mente. El recuerdo de las últimas jornadas le fue avivando el rescoldo de cuando estuvo con ella en el chalé verde a la vera de la playa durante uno de los fines de semana. Allí bailaban y se bañaban al arrullo de las olas, sus pies eran acariciados por las aguas nada más pisar la arena. Se divertían como niños pateando la espuma que salpicaba la última ola.

   El bañador preferido de Roberto estaba ya un poco descolorido por el paso del tiempo y el uso. Últimamente Laura no lo besaba como antes. Los labios destilaban un olor agrio de sucia borrachera, de turbia resaca.

   Desde hacía un tiempo ella no usaba sujetador por prescripción facultativa, debido a una inoportuna y virulenta alergia que sufrió la pasada primavera, que la había tenido postrada en el sofá de la casa más de lo que ella esperaba, golpeándole con saña.

El último día que lo pasaron juntos, sin la menor sospecha y como el que no hace la cosa Laura se arregló en un descuido y salió del hogar a las siete y cuarto de la tarde como si fuese de compras, demostrando que nada extraño pasaba por su cabeza, acaso los diferentes saldos o gangas que pudiera hallar en alguno de los grandes almacenes o boutiques de moda.

   Sin embargo, el hallazgo de unos pendientes de oro y un frasco de colonia selecta que dejó, tal vez olvidados, en la mesita de noche, la delató ante los ojos de Roberto en ese instante, aunque luego la cosa en sí pudiera no revestir mucho fundamento, nada más que meras sospechas a causa de la incertidumbre que rodeaba el caso y los hechos, ya que ella no se prestaba a ese juego de amantes, más que nada por pura soberbia heredada de su abuela paterna…

(José Guerrero Ruiz)

Roberto, sospechando lo peor, comenzó a ser víctima de unos celos virulentos que le hacían acercarse al personaje shakesperiano de Otelo a pasos agigantados. Barruntaba que algo tenía que haber, para desecharlo luego de su mente, pero sólo de forma provisional, pues las más oscuras sospechas volvían recurrentemente a romper el frágil equilibrio de sus desquiciadas emociones.

Otra nueva y extraña ausencia, pocos días después, ahondó aún más en su herida, y sus sospechas pasaron a ser certezas. Laura, mientras tanto, parecía cada día más radiante, esplendor sublime que él identificaba como resultado de largas horas de sexo frenético, el mejor tratamiento de belleza, según se decía.

Transcurrían los días, aumentaba la belleza de ella y la expresión de locura en el rostro de él, mientras ambos, haciendo uso de la exquisita educación recibida en los más caros colegios religiosos, fingian hipócritamente una calculada indiferencia ante la evidente metamorfosis del otro.

En tan sólo dos semanas la situación se hizo insoportable dentro de la desquiciada mente celosa de Roberto, que comenzó a sopesar la posibilidad de terminar con su dolor definitivamente, no sin antes castigar como se merecía a la arisca pecadora.

Visitó a su anciana e idolatrada madre, de la que se despidió con lágrimas en los ojos y, aprovechando un descuido de ella, se hizo con la pistola que había sido de su difunto padre, capitán del ejército.

Decidió que lo haría tres días después, el día de su cumpleaños, que posiblemente sería, como en las últimas ocasiones, una monótona cena formal para dos.

Llegado el día, se bajó de su automóvil y, dirigiéndose hacia su casa, vio aparcado el deportivo de Luis, de quien sospechaba desde hacía años que pretendía de su esposa algo más que una inocente amistad. Su ira, centrada en el frío metálico de su bolsillo, le impidió ver varios vehículos, también familiares para él, aparcados a lo largo de la calle. “Les sorprenderé in fraganti, así todo será más rápido, nos ahorraremos explicaciones y falsas historias, y de paso me daré el gusto de pegarle un par de tiros al Luis, que le tengo ganas hace tiempo ... me gustaría ver los periódicos de mañana: un crimen de honor, mi padre estaría orgulloso...” Entró sigilosamente en su casa, que encontró completamente a oscuras, lo que reafirmó sus sospechas, para recibir, de repente, un fogonazo de luz en la cara: “¡Feliz cumpleaños!” gritó al unísono un coro de voces.

Perdona, cariño, se disculpó Laura, he estado algo distante estos últimos días, ocupada en prepararte esta sorpresa. Feliz cumpleaños, ya sabes que te quiero como el primer día, y hasta moriría por ti . . .”

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

FINAL  ABIERTO: (José Guerrero Ruiz)

ROBERTO, LAURA Y ALGUIEN MÁS 

   Aquel día Roberto se levantó muy consciente de lo que hacía. Se colocó la corbata en el punto justo, abrochándose los botones de la camisa con cierta prisa mirando hacia ninguna parte y se calzó  los zapatos nuevos. Iba más elegante que de costumbre. Hacía semanas que lo llevaba madurando, aunque había días que se le iba de la mente. El recuerdo de las últimas jornadas le fue avivando el rescoldo de cuando estuvo con ella en el chalé verde a la vera de la playa durante uno de los fines de semana. Allí bailaban y se bañaban al arrullo de las olas, sus pies eran acariciados por las aguas nada más pisar la arena. Se divertían como niños pateando la espuma que salpicaba la última ola.

   El bañador preferido de Roberto estaba ya un poco descolorido por el paso del tiempo y el uso. Últimamente Laura no lo besaba como antes. Los labios destilaban un olor agrio de sucia borrachera, de turbia resaca.

   Desde hacía un tiempo ella no usaba sujetador por prescripción facultativa, debido a una inoportuna y virulenta alergia que sufrió la pasada primavera, que la había tenido postrada en el sofá de la casa más de lo que ella esperaba golpeándole con saña.

El último día que lo pasaron juntos, sin la menor sospecha y como el que no hace la cosa Laura se arregló en un descuido y salió del hogar a las siete y cuarto de la tarde como si fuese de compras, demostrando que nada extraño pasaba por su cabeza, acaso los diferentes saldos o gangas que pudiera hallar en alguno de los grandes almacenes o boutiques de moda.

   Sin embargo el hallazgo de unos pendientes de oro y un frasco de colonia selecta que dejó tal vez olvidados en la mesita de noche la delató ante los ojos de Roberto en ese instante, aunque luego la cosa en sí  pudiera no revestir mucho fundamento, nada más que meras sospechas a causa de la incertidumbre que rodeaba el caso y los hechos, ya que ella no se prestaba a ese juego de amantes, más que nada por pura soberbia heredada de su abuela paterna…

Se había arreglado tanto al levantarse de la siesta para darse seguridad. Habia decidido seguir  a Laura.

No era difícil ,su Testarosa, rosa chicle no pasaba desapercibido, además desde el trabajo podía controlar el GPS, bastaba con una llamada, trabajar en  seguridad tenia. sus ventajas.

Efectivamente ,aunque hacia ya mas de una hora que Laura había salido de la elegante urbanización “Los Moriscos” de Motril, no le costó ningún esfuerzo localizarla, dirección Málaga, hacia el Centro comercial el Ingenio...

Allí estaba.

Laura aparcó como siempre de forma algo ladeada.

Desde luego a Laura no le costaba localizar su coche en ningún parking, entre el color del vehículo ,que según decía ella, Ferrari había  sacado  para ella mezclando  red metalic clear coast y blanco y su forma de dejarlo  a la virulé, era fácil.  Inconfundible ,era ella

Aparcó a una distancia prudente y espero.

Laura ,con su acostumbrada parsimonia se bajo del coche, abrió el maletero y saco su bolsón nunca nada a la vista en el habitáculo según le había enseñado un taxista sevillano...

La siguio dentro del centro comercial

.El recorrido habitual : Casa ,Tienda de cuadros, Servicio ,Bijoux Brigitte (¡ Por Dios si tenia joyas valiosas como para vivr 7 vidas bisiestas y no tener tiempo de  ponérselas ¿para que quería tanta bisutería?) ...Coronel Tapioca, una mirada de reojo hacia el escaparate de Imaginarium ,juguetes para esos hijos que no habían tenido...  y una tienda de ropa ,nueva al lado de la de juegos informáticos.

Laura  no compró  nada .

De pronto volvió sobre sus  pasos y por poco lo sorprende.

Se sentó en “De Tapas”  y se pidió una caña con una concha de ensaladilla. Estuvo allí  más de media hora . ¿Esperaría a alguien? No lo parecía ,no miro el reloj en ningún momento. Saco su pequeña libreta y escribió. La  inseparable libreta de Laura era un misterio ,tan pronto encontrabas hojas llenas de extraños cálculos y cuentas como cuentos fugaces de momentos vividos a solas o acompañada pero ausente ensimismada...”ultimamente está cada día más rara “,pensó Roberto ,sin duda ocultaba algo.

Laura saco su móvil  del bolso y escribió lo que parecía un mensaje, pagó y se levantó. Siguió su camino ,entró en la perfumería Primor y habló animadamente con una cajera ,como si se conocieran. Esta le trajo algo del almacén. La vio a través del escaparate desde enfrente. Pagó en efectivo y con su pequeña bolsa  colgada del brazo salió.

Hizo el trayecto inverso ,se fue  al coche. Arrancó ,abandonó del parking ,pero en lugar de poner rumbo a casa ,tomó dirección Málaga.

Cada vez más intrigado fue tras ella...hasta ¡el aeropuerto, salidas ! 

Sus sospechas empezaban a hervirle en las venas. 

No sabia si abordarla en la cola de facturación , o no, pero como explicar que la había seguido hasta allí ,se lo pensó.

La  llamó...al móvil . _” el móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura..”. ¡Maldita sea ,ya lo había apagado!”

Laura desaprecio por el pasillo hacia las puertas de embarque.

Se quedo perplejo... Bueno pues si tiene un amante, ya me enteraré, por lo pronto noche libre, libre para mi, voy a vengarme. Se sonrío a si mismo.

No lo pensó dos veces llamaría a Estefanía, la recordó entre la olas aquel  día en que los había acompañado para preparar un picnic playero, y eso  y otras cosas más le ponían, le ponían mucho... 

Dicho y  hecho marcó  el numero: “el móvil al que llama esta apagado o fuera de cobertura...”.¡Vaya por dios, la suerte no estaba de su parte ese viernes.

Lo intentaría más tarde. 

Llego a casa ,se fue hacia la camarera para ponerse un whisky ,entonces ,solo entonces vio  apoyado entre los vasos y las botellas un sobre.

-Hola Bob, querido estaba tan dormido que he preferido no despertarte :

Me voy a Barcelona ,mi tía abuela Dorí ha empeorado ,volveré el lunes si la cosa no se complica.

.No me llames ya sabes lo estrictos que son en los hospitales con los móviles.

Hospital = móvil desconectado. Ya te llamo yo..

Estefanía vendrá mañana a limpiar, dale tú el dinero ,o déjaselo como hago yo en un sobe bajo el azucarero en la mesa de la cocina : 50 euros.

Por cierto dile ,que si se ducha al acabar ,lo cual no me parece mal, vigile no quede ninguno de sus largos cabellos en la bañera. El perfume y los pendientes que hay en la mesita de noche deben ser de ella, no recuerdo tener pendientes así, salieron del sofá, dáselos y dile que usar ese perfume en pleno día es una  osadía.”

José Guerrero Ruiz


 

FINAL ABIERTO 4 (José Guerrero Ruiz-Diego Pérez Sánchez)

Aquel día Roberto se levantó muy consciente de lo que hacía. Se colocó la corbata en el punto justo, abrochándose los botones de la camisa con cierta prisa mirando hacia ninguna parte y se calzó los zapatos nuevos. Iba más elegante que de costumbre. Hacía semanas que lo llevaba madurando, aunque había días que se le iba de la mente. El recuerdo de las últimas jornadas le fue avivando el rescoldo de cuando estuvo con ella en el chalé verde a la vera de la playa durante uno de los fines de semana. Allí bailaban y se bañaban al arrullo de las olas, sus pies eran acariciados por las aguas nada más pisar la arena. Se divertían como niños pateando la espuma que salpicaba la última ola.

   El bañador preferido de Roberto estaba ya un poco descolorido por el paso del tiempo y el uso. Últimamente Laura no lo besaba como antes. Los labios destilaban un olor agrio de sucia borrachera, de turbia resaca.

   Desde hacía un tiempo ella no usaba sujetador por prescripción facultativa, debido a una inoportuna y virulenta alergia que sufrió la pasada primavera, que la había tenido postrada en el sofá de la casa más de lo que ella esperaba golpeándole con saña.

El último día que lo pasaron juntos, sin la menor sospecha y como el que no hace la cosa Laura se arregló en un descuido y salió del hogar a las siete y cuarto de la tarde como si fuese de compras, demostrando que nada extraño pasaba por su cabeza, acaso los diferentes saldos o gangas que pudiera hallar en alguno de los grandes almacenes o boutiques de moda.

   Sin embargo el hallazgo de unos pendientes de oro y un frasco de colonia selecta que dejó tal vez olvidados en la mesita de noche la delató ante los ojos de Roberto en ese instante, aunque luego la cosa en sí pudiera no revestir mucho fundamento, nada más que meras sospechas a causa de la incertidumbre que rodeaba el caso y los hechos, ya que ella no se prestaba a ese juego de amantes, más que nada por pura soberbia heredada de su abuela paterna…  
 

Roberto salió a la calle con el paso decidido de esas personas que poseen una vida organizada hasta el último detalle, con horarios y resoluciones tomadas con anterioridad agobiante, entrenados desde su infancia para una vida respetable, burgueses con aspiraciones aristocráticas reveladas en los mas minuciosos detalles de su enjalbegado devenir. Sabía lo que tenía que hacer, lo sabía desde hacía mucho tiempo, su actuación venía determinada por siglos de adiestramiento, desde mucho antes de su servicio entusiasmado a la exigente patria. Recordaba sus años mozos en el regazo de su madre y su aleccionamiento metódico y sin disensiones. No aceleró su paso pausado y firme sino que lo mantuvo en su primorosa cadencia, mientras dejaba que los amilanados recuerdos de su mimada, anquilosada consciencia, se regodeasen ampulosamente en un ir y venir sin solución de continuidad.

Encerrado en quién sabe qué rutilantes ensoñaciones subió las pulidas escaleras de la estereotipada mansión, dejando a un lado los balaustres y atravesando los opulentos salones repletos de figuras desnudas, de paredes obscenas apenas disimuladas por los ampulosos tapices.

Ramón de Almodóvar, abogado”, rezaba el cartel de la puerta en la que, con firmes nudillos, golpeó ligeramente antes de girar su reluciente picaporte y entrar en la antesala del despacho de su consejero vitalicio.

Ramón no le dejó apenas hablar, a buen entendedor pocas palabras bastan. Le aconsejo que no diese a entender lo evidente; que con disimulo saldría de aquella lidia mejor parado que lanzando su desventura a los cuatro vientos, lo que no sólo ensombrecería su prestigio y su honor sino que le pondría en desventaja en la querella; que quien pega primero pega dos veces, que pruebas son amores y no buenas razones y que, con prudencia y buenas maneras, escaparía sin duda aventajado en su litigio. Y con estas y otras tan buenas maneras le entretuvo algún tiempo, no más del necesario, saliendo tras un fuerte, aunque comedido, estrechamiento de manos del despacho con el convencimiento cierto de haber dejado su asunto en las mejores manos y, con las mismas, tomó un taxi y se condujo a su lugar de trabajo.

Diego Pérez Sánchez



 

FINAL ABIERTO 4 (José Guerrero Ruiz)

   Aquel día Roberto se levantó muy consciente de lo que hacía. Se colocó la corbata en el punto justo, abrochándose los botones de la camisa con cierta prisa mirando hacia ninguna parte y se calzó los zapatos nuevos. Iba más elegante que de costumbre. Hacía semanas que lo llevaba madurando, aunque había días que se le iba de la mente. El recuerdo de las últimas jornadas le fue avivando el rescoldo de cuando estuvo con ella en el chalé verde a la vera de la playa durante uno de los fines de semana. Allí bailaban y se bañaban al arrullo de las olas, sus pies eran acariciados por las aguas nada más pisar la arena. Se divertían como niños chapoteando en la espuma que salpicaba la última ola.

   El bañador preferido de Roberto estaba ya un poco descolorido por el paso del tiempo y el uso. Últimamente Laura no lo besaba como antes. Los labios destilaban un olor agrio de sucia borrachera, de turbia resaca.

   Desde hacía un tiempo ella no usaba sujetador por prescripción facultativa, debido a una inoportuna y virulenta alergia que sufrió la pasada primavera, que la había tenido postrada en el sofá de la casa más de lo que ella esperaba golpeándole con saña.

El último día que lo pasaron juntos, sin la menor sospecha y como el que no hace la cosa Laura se arregló en un descuido y salió del hogar a las siete y cuarto de la tarde como si fuese de compras, demostrando que nada extraño pasaba por su cabeza, acaso los diferentes saldos o gangas que pudiera hallar en alguno de los grandes almacenes o boutiques de moda.

   Sin embargo el hallazgo de unos pendientes de oro y un frasco de colonia selecta que dejó tal vez olvidados en la mesita de noche la delató ante los ojos de Roberto en ese instante, aunque luego la cosa en sí pudiera no revestir mucho fundamento, nada más que meras sospechas a causa de la incertidumbre que rodeaba el caso y los hechos, ya que ella no se prestaba a ese juego de amantes, más que nada por pura soberbia heredada de su abuela paterna.

   A las once, después de una parada en la oficina en la que trabajaba trastocando el papeleo y dando consignas a la  secretaria, fue a la cafetería donde solía tomar un tentempié y acaso se encontraba con ella, en aquella época de locura y pasión, en que ningún obstáculo hubiera podido impedir que se juntasen. Dentro del templado hervidero matutino, gente de alto copete y algún conocido del mundillo empresarial royendo sus churros y sorbiendo con fruición el café, la miraron, los unos de reojo, los otros con altivez y desprecio. Hablaban de ella los presentes sin apenas disimularlo, después de haberla identificado como objeto de escándalo –al menos era lo que allí se pensaba- , al entrar sin dirigir ni siquiera furtivamente un saludo por mera cortesía.

   Al sentirse poco a sus anchas y por ello a punto de levantarse de su asiento, con mucha desfachatez y resolución, viniendo de una mesa lejana y plantándose enfrente, una mujer alta y espigada, rubia y de ojos verdes, porte arrogante y peinado de corte cuadrado que le daba aires de emperatriz seductora, deslizándose de un golpe del lugar que ocupaba, le pidió permiso para sentarse mientras lo hacía sin esperar su consentimiento.

   De repente pero sin poder identificarla claramente, supo por los pendientes y el olor a perfume exquisito que exhalaba de toda su imponente figura que era aquella a quien buscaba.

   Entonces en un arrebato de audacia inesperado y al tiempo que intentaba esta señora dirigirle la palabra, en un gesto raudo pero premeditado, hundió su mano derecha en el bolsillo interior de la chaqueta arrojando sobre la mesa los pendientes.

   Ni siquiera había intentado protegerse y en la cafetería corrió un rumor de espanto.

   -Siéntese, le espetó el ofendido. Seguro que sabe dónde los había colocado. Soy Roberto. Explíquese.

   .Son míos sí. Lo mismo que Laura, su querida putilla, que no los ha sabido guardar dándole el placer que necesitaba. Es mía ahora y nunca, ni usted ni nadie me la usurpará. Si ha venido aquí para recuperarla, está perdiendo el tiempo.

   -¿Perdiendo el tiempo? No me diga machota. ¿Piensa que voy a dejársela?

   -Mire tonto. Nunca se ha dado cuenta de que nosotras, las mujeres de hoy necesitamos, además de culto a la belleza, consideración, buen sexo y una buena cartera…Ahora se paga todo eso y si quiere reanudar con ella le invito a una copa esta noche en el lugar convenido y le enseñaré el catálogo de los placeres programados que ofrecemos.

   Al terminar la parrafada, se levantó, trincó los pendientes de la discordia y por despedida, masculló:

   -Tendrá que preguntar por Eli…o por la inglesa. Así me llaman –agregó con soberbia, regresando a la mesa que minutos antes había abandonado, a reencontrarse con el tentempié que compartía con otras chicas del centro convenido.

   A la mañana siguiente estalló la noticia en la ciudad de un ajuste de cuentas sucias en una discoteca de categoría en que un hombre –honrado, casado, con hijos…- había aparecido muerto en la acera, apuñalado por sicarios por querer forzar –a punta de pistola y alegando que era invitado- la entrada a dicho local.

   Se perdían en conjeturas autoridades, policías y familiares.. La vida, macho, a secas y con derrame ocasional.

José Guerrero Ruiz


 

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FINAL ABIERTO 5

FINAL ABIERTO - 5 (Franjamares-Nekovidal)

Lluvia y lluvia.

El olor a tierra mojada es ya insoportable. Más de cuatro meses lloviendo sin apenas parar es demasiado. Ese primer perfume del ciclo glorioso del agua que había sentido con las primeras y esperadas lluvias, se ha transformado en un tufo persistente de fría humedad que parece inundarlo todo, incluso el ánimo de la gente. Su propia vida lleva un tiempo de tristeza sincronizado con el de las precipitaciones.  Sí, con aquellas luces menguantes de noviembre llegaron las peleas, las no reconciliaciones, las heridas, las amenazas… El sol invicto, que este año parecía muerto más que ausentado, trajo finalmente las sombras rezumadas de la separación. Se sucedieron entonces las lágrimas y las tormentas que parecían estallar dentro de su cabeza, pues corrían torrenciales corazón abajo hasta los muslos, escurriéndose por las rodillas, encharcando sus lacerados pies, que apenas la sostenían, bajo aquella lluvia interminable. Una lluvia de adentro y de afuera que desleía su vida como un terrón insignificante de arcilla.

La misma arcilla en donde está excavada su casa, o mejor dicho: su cueva. Que ahora, empapada de lluvias y lluvias, comienza a desmoronarse por los techos, manchando y agrietando las paredes encaladas, hundiéndose en algunas partes, forzándola pues a salir del calor de su hogar, a las desoladoras paredes de un cuarto prestado.

Su vida se desmorona como un terrón de arcilla  y cada vez encuentra más lejos los días de alegría, de sol y de esperanzas sin aguaceros...(Franjamares)

Entró en la cafetería donde solía desayunar y, mientras con la mirada perdida introducía los terrones de azúcar en el café pensó: “Así se está deshaciendo mi vida, como este azucarillo, pronto no quedará nada . . . ”. Cuando se disponía a tirar el sobre del azúcar en el cenicero, vió que había en él algo escrito:

"No penseis en dirigir los caminos del amor; es el amor quien, si os encuentra dignos, dirigirá vuestros caminos." Gibran Khalik Gibran, El Profeta (1923).

Y como aquella inolvidable vez, cuando apenas tenía ocho años, comprendió, como una iluminación, que ella era ella, y que esa separación ya irrevocable de sus padres y de cuanto la había atado a algo externo, la convertía en alguien único y más grande dentro del universo.

Así lo comprendió, ahora debía dar otro paso, separarse física, pero sobre todo anímicamente, de la persona con la que había compartido media vida, y esa separación, ese paso, si era de crecimiento, no había razón para que fuera doloroso, como no lo fue aquel de su infancia.

No tenía derecho al rencor hacia su pareja, pero tenía derecho a seguir su camino. No tenía derecho a la ira, pero sí a la libertad de continuar su proceso vital, que esa persona ya no quería ni sabía compartir.

Lo comprendió, respiró hondo, salió a la calle y, como haciéndole un guiño, el sol asomó levemente tras un mar de nubes grises, tal vez queriendo recordarle que en toda oscuridad habita una luz, y que no puede existir la una sin la otra.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

FINAL ABIERTO - 5 (Franjamares-Diego Pérez Sánchez)

 Lluvia y lluvia. 

 El olor a tierra mojada es ya insoportable. Más de cuatro meses lloviendo sin apenas parar es demasiado. Ese primer perfume del ciclo glorioso del agua que había sentido con las primeras y esperadas lluvias, se ha transformado en un tufo persistente de fría humedad que parece inundarlo todo, incluso el ánimo de la gente. Su propia vida lleva un tiempo de tristeza sincronizado con el de las precipitaciones.  Sí, con aquellas luces menguantes de noviembre llegaron las peleas, las no reconciliaciones, las heridas, las amenazas… El sol invicto, que este año parecía muerto más que ausentado, trajo finalmente las sombras rezumadas de la separación. Se sucedieron entonces las lágrimas y las tormentas que parecían estallar dentro de su cabeza, pues corrían torrenciales corazón abajo hasta los muslos, escurriéndose por las rodillas, encharcando sus lacerados pies, que apenas la sostenían, bajo aquella lluvia interminable. Una lluvia de adentro y de afuera que desleía su vida como un terrón insignificante de arcilla.

 La misma arcilla en donde está excavada su casa, o mejor dicho: su cueva. Que ahora, empapada de lluvias y lluvias, comienza a desmoronarse por los techos, manchando y agrietando las paredes encaladas, hundiéndose en algunas partes, forzándola pues a salir del calor de su hogar, a las desoladoras paredes de un cuarto prestado.

 Su vida se desmorona como un terrón de arcilla  y cada vez encuentra más lejos los días de alegría, de sol y de esperanzas sin aguaceros...

 Javier Martin Franco

 …Pero todo llega pronto o tarde y el sol radiante llegó, como traicionando al invierno, con fuerza abrasadora, lacerando sus pupilas aún húmedas de llantos ocultos, obligándola a cerrar su interior bajo sus párpados, devolviéndola al hogar que había dejado de sentir como suyo aquel otoño aciago. Parte del techo dejaba entrar la luz por las grietas entre el estuco que embadurnaba la alfajía. Las paredes, corridas por regueros de launas multicolores, formaban extraños dibujos, que las unían con los suelos de barro tantas veces barridos. Salió al tinao y se lavó la cara en la pileta. Sintió como un temblor recorría sus piernas, como atenazaba una mano invisible su pecho y su garganta, pero echó a andar por la cuesta sin mirar atrás, por aquel sendero de guijarros que tan bien conocía, y del que se despedía como quien despide a un amante, querido pero imposible, ya irreal pero aún soñado. Con aquel hombre, en aquel cortijo, había dejado los mejores años de su vida, o eso pensaba entonces. Miró atrás con sus recuerdos; intentó remontarse a épocas antiguas, de antes de aquellas lluvias; cuando aún vivía su casa, o ella creía que la vivía, esperando hora tras hora su regreso, para ayudarlo a llegar a la cama, en aquel estado lamentable, en una mueca su bello rostro desencajado.

 Fue entonces que llegaron las lluvias y se derrumbaron los campos, los balates y las casas, la convivencia, imposible bajo las cocinas, intentó escapar por los anegados caminos, con la arcilla pegada a sus talones, salpicando las pantorrillas fugitivas, cayendo en su lecho fofo, resbalando en la escorrentía, y fue a perderse en las ciudades del asfalto, donde la vida parece transcurrir sin estaciones.

 Y, de pronto, como si siempre hubiese estado ahí, el sol brillaba radiante sobre sus pensamientos, y saltando aquí, tropezando allí la ayudaba a encontrar el destrozado camino.

 Diego Pérez Sánchez



 

FINAL ABIERTO - 5 (Franjamares-Alicia Gaona)

Lluvia y lluvia. 

El olor a tierra mojada es ya insoportable. Más de cuatro meses lloviendo sin apenas parar es demasiado. Ese primer perfume del ciclo glorioso del agua que había sentido con las primeras y esperadas lluvias, se ha transformado en un tufo persistente de fría humedad que parece inundarlo todo, incluso el ánimo de la gente. Su propia vida lleva un tiempo de tristeza sincronizado con el de las precipitaciones.  Sí, con aquellas luces menguantes de noviembre llegaron las peleas, las no reconciliaciones, las heridas, las amenazas… El sol invicto, que este año parecía muerto más que ausentado, trajo finalmente las sombras rezumadas de la separación. Se sucedieron entonces las lágrimas y las tormentas que parecían estallar dentro de su cabeza, pues corrían torrenciales corazón abajo hasta los muslos, escurriéndose por las rodillas, encharcando sus lacerados pies, que apenas la sostenían, bajo aquella lluvia interminable. Una lluvia de adentro y de afuera que desleía su vida como un terrón insignificante de arcilla.

La misma arcilla en donde está excavada su casa, o mejor dicho: su cueva. Que ahora, empapada de lluvias y lluvias, comienza a desmoronarse por los techos, manchando y agrietando las paredes encaladas, hundiéndose en algunas partes, forzándola pues a salir del calor de su hogar, a las desoladoras paredes de un cuarto prestado.

Su vida se desmorona como un terrón de arcilla  y cada vez encuentra más lejos los días de alegría, de sol y de esperanzas sin aguaceros... ( Franjamares )

 

Y en medio de tanto desatino climatico empezaron los desatinos populares, alguien saco a relucir las profecias del calendario maya, se adelantaba el dos mil doce?otros no quisieron ser menos y desenterraron las profecias de Fatima, en ese momento mi cuarto prestado se encontraba en el hogar una señora mayor, pisaba los ochenta,  y no ayudaba justamente a la resolución del panorama, día a día, me decía: se terminara el mundo? se terminara el mundo? y yo trataba de calmarla con mi  lógica irrefutable diciendole: de algo hay que morir, porque preocuparnos del como, a estas alturas de la vida? ella no lo comprendía, quiza por que su sueño era morir en una cama tibia rodeada de familia que ya no tenía, pero no sosobrar en medio de una ola gigante. 

Yo siempre optimista dentro de mi pesimismo natural, pensaba que lo que debiera suceder, sucederia. Por eso ya no me lamente de relaciones terminadas, de cuevas perdidas, de parejas deshechas, de hijos emigrados, yo seguia en la búsqueda, única manera de sobrevivir. Mi busqueda seguía siendo un camino errante, lleno de obstaculos hacia la felicidad, pero sabía que entre olas furiosas, vientos feroces o suaves brisas la encontraría, aunque esta me esperara solo en el no ser. 

Alicia Gaona

 

 

FINAL ABIERTO - 5 (Franjamares)

Lluvia y lluvia

 

El olor a tierra mojada es ya insoportable. Más de cuatro meses lloviendo sin apenas parar es demasiado. Ese primer perfume del ciclo glorioso del agua que había sentido con las primeras y esperadas lluvias, se ha transformado en un tufo persistente de fría humedad que parece inundarlo todo, incluso el ánimo de la gente. Su propia vida lleva un tiempo de tristeza sincronizado con el de las precipitaciones.  Sí, con aquellas luces menguantes de noviembre llegaron las peleas, las no reconciliaciones, las heridas, las amenazas… El sol invicto, que este año parecía muerto más que ausentado, trajo finalmente las sombras rezumadas de la separación. Se sucedieron entonces las lágrimas y las tormentas que parecían estallar dentro de su cabeza, pues corrían torrenciales corazón abajo hasta los muslos, escurriéndose por las rodillas, encharcando sus lacerados pies, que apenas la sostenían, bajo aquella lluvia interminable. Una lluvia de adentro y de afuera que desleía su vida como un terrón insignificante de arcilla.

La misma arcilla en donde está excavada su casa, o mejor dicho: su cueva. Que ahora, empapada de lluvias y lluvias, comienza a desmoronarse por los techos, manchando y agrietando las paredes encaladas, hundiéndose en algunas partes, forzándola pues a salir del calor de su hogar, a las desoladoras paredes de un cuarto prestado.

Su vida se desmorona como un terrón de arcilla  y cada vez encuentra más lejos los días de alegría, de sol y de esperanzas sin aguaceros...

Por eso llamó por teléfono a su amiga Susana. Llámame, no seas tonta. Por eso ahora vive provionalmente en su apartamento.

Está frente al espejo, que esta vez no la engaña. ¿Es tarde? No, la hora justa para ir a donde nunca creyó que iría. Se ha puesto su ropa interior preferida, sin lazos ni corazones, se ha enfundado el vaquero desgatado, una blusa negra con pocos botones y lleva sobre los hombros la chupa de cuero. Perfila sus ojos sin excesivo contraste, se pone una sombra estucada como el cielo de una cúpula gótica y usa un pintababios de brillo en tono claro, casi blanco.

Sale a la calle aferrada a su bolso pequeño bajo el ala. Está lloviendo. Qué novedad. No tiene paraguas, ni ganas de volver a por él. Pasea por las calles bajo la lluvia, bajo los soportales… Encuentra un taxi a tiempo de acabar chorreando. El taxista, gordo y colorado, la mira a través de una gafas de sol. Se sabe la ciudad de memoria y no sonríe a escuchar el destino. Club Susana, calle Azahar.

Su amiga está riendo a carcajada limpia, pero es una risa cómplice que para nada le molesta. La besa, la sostiene por los hombros, como si valorase sus más denuedos por estar allí, que sus encantos.

Estás estupenda. Un poco más delgada, pero eso ahora resulta in.

De veras…

Si yo lo sabré…acompáñame, aquí charlaremos más tranquilas.

Caminan al paso, como dos gemelas, y los taconazos de Susana parecen animar a los suyos.

No te preocupes, Sole. Comprendo como te sientes y creo que sé lo que necesitas. Este sitio, que parece tan embarullado, es no obstante idóneo para pensar en nada. Y a veces hasta para dejarse llevar... El tiempo aquí corre arrebatadamente y tu trabajo es procurar que no deje de correr a ese ritmo. Los ves… Esos tipos tienen su nivel de testosterona por debajo del del alcohol…

Los consejos de su amiga empiezan a agobiarla; casi la pinchan a salir de allí por piernas…

Para, para… No me digas más, te lo agradezco, pero prefiero descubrirlo todo por mí misma, sin saber demasiado… Como si tuviera recién abierta delante de los ojos una novela de esas raras, o como si te topas con una película empezada haciendo zaping… Mi vida de antes me importa una mierda, o al menos eso creo. Quiero hacer esto y no es por despecho ni por resentimiento. Tal vez siempre quise hacerlo… Escucha: conservo en la memoria los versos de un poeta: … Las mujeres se abren para el vicio / y los hombres ignoran / al desgarrar un vientre / que están presos… Siento que hay algo fundamental en estas palabras y ese magnetismo siempre me atrajo. ¿Conocer de cerca, bien de cerca, los vigores y flaquezas de los tíos, de todos los tíos que una pueda y quiera? Puede ser… No si me explico.

Sí, te explicas de maravilla... Además, estás en el sitio indicado. ¿Qué poeta es ese?

Manuel Altolaguirre. Estuvo exiliado en México tras la guerra civil. Murió en un accidente de tráfico al estrenar en España su última película escrita, que dirigió su amigo Buñuel: “Subida al cielo”.

Pues seguro que está allí, en el cielo, pero en el cielo de los poetas y las putas... Y cómo sigue el poema:

Dice: Las carceleras débiles / huecas mil veces, huecas, / las malditas, / se ensañan y seducen traicionando. / El amor impotente / contra el placer fugaz se rompe el alma. / Y yo me rompo el alma / contra los horizontes de la vida.

Javier Martín Franco


 

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FINAL ABIERTO 6

FINAL ABIERTO - 6 (Alica Gaona- Nekovidal)

Cuando deje que me habitaran los fantasmas de la sinrazón, tuve que hacerles un hueco expulsando a . . . la felicidad . . . (Alicia Gaona)

 

Cuando deje que me habitaran los fantasmas de la sinrazón, tuve que hacerles un hueco expulsando de mi vida cuanto me mantenía vivo.

La felicidad y yo mismo fuimos las dos únicas victimas de tan absurdo holocausto.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

FINAL ABIERTO - 6 (Alica Gaona- Mari Carmen Martínez)

Cuando deje que me habitaran los fantasmas de la sinrazón, tuve que hacerles un hueco expulsando a....... la felicidad........

ES DIFÍCIL DE EXPLICAR ...PERO LO VOY A INTENTAR...

NO TENIA RAZÓN PENSANDO QUE NUNCA ME VOLVERÍA A ENAMORAR...

NO TENIA RAZÓN PENSANDO QUE PORQUE ÉL SE CASABA CON OTRA A MI ,EN LA VIDA YA TODO ME DARÍA IGUAL...

NO TENIA RAZÓN HACIENDO CASO A LAS INSISTENCIAS DE UNA PERSONA CON LA QUE NO TENIA NADA EN COMÚN  Y AL CASARME CON ELLA ... 

QUE LOCURA ,QUE SINRAZÓN ,25 AÑOS DE SINRAZÓN... 

EL TIEMPO ME FUE VOLVIENDO A LA REALIDAD ,SE ENAMORA UNA MIL Y UNA VECES MAS ... 

Y TENGO QUE DARLE LAS GRACIAS A  AQUEL PRIMER HOMBRE QUE NO PRETENDÍA CONMIGO NADA MÁS  ALLÁ QUE UNA NOCHE  ,QUE NO LLEGO, A CONSUMAR, PERO QUE REVOLUCIONO MI VIDA Y MI MENTE  PARA SIEMPRE . 

ME HUNDIÓ EN LA MAS TRISTES DE LAS  MISERIAS ,PERO SALÍ  DEL POZO VAYA SI SALÍ. DE ALLÍ  .SOLA Y A TROMPICONES AL PRINCIPIO. DESPUÉS ESTUVE A PUNTO DE SUICIDARME  LLEVÁNDOME  A MI HIJO POR DELANTE.

¿COMO ME IBA A IR DEJANDO UN NIÑO DE 5 AÑOS  SIN MADRE AQUÍ ? 

POR ÉL VIVÍ Y SIGO VIVIENDO... 

GRACIAS A MUCHA GENTE, A MUCHOS AMIGOS , AMIGAS Y COMPAÑEROS Y COMPAÑERAS , DE PARTIDO, DE TRABAJO, DE TERTULIA, EN UNA PALABRA,   ACOMPAÑANTES DE LA VIDA.

A TODOS LOS QUE ME HAN RESPETADO CONOCIÉNDOME O NO, A TODOS Y TODAS LOS QUE ME PRESTADO APOYO SIN PREGUNTAR , SIN PEDIR NADA A CAMBIO, SIN PREJUZGARME, SIN ENVIDIARME, CUANDO HE TRIUNFADO EN PARTE GRACIAS A SU ESFUERZO A TODOS ELLOS GRACIAS: SU AYUDA HA SIDO Y ES INESTIMABLE, IMPAGABLE. 

Y HOY QUE HE TOMADO UNA DECISIÓN NUNCA MAS DEJAR ENTRAR LOS FANTASMAS DE LA SIN RAZÓN SOLO LOS DE LAS EMOCIONES...DEJARME GUIAR POR LAS SENSACIONES Y NO POR FALSOS CONVENCIONALISMOS TAN HONDAMENTE ARRAIGADOS QUE HE TARDADO MEDIA VIDA EN DESTERRAR...

SOLO ESPERO QUE NO VUELVAN ,QUE NO VUELVAN ESOS FANTASMAS DEL PASADO.

Y MALDIGO ,SI MALDIGO A LOS QUE LOS IMPLANTARON EN MI: ¡SI DE NIÑA PARECIA TAN FELIZ !

Y A TODOS LOS TARADOS QUE LOS ALIMENTAN Y MANTIENEN ESOS “MACARRAS DE LA MORAL”. SOBRE TODO LOS QUE SE TIENEN POR PROGRESISTAS.

Y SOLO PIDO  QUE NO VENGA NADIE CON LA MILONGA DE CREER CONOCERME Y APLICARME ESTEREOTIPOS, TODOS LOS ESTEREOTIPOS QUE HE DESAHUCIADO CONTRA VIENTO Y MAREA DE MI VIDA Y PRETENDER HACERME VER LO BLANCO NEGRO Y LO NEGRO MÁS NEGRO AÚN. NO, GRACIAS.

Mari Carmen Martínez


 

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FINAL ABIERTO 7

FINAL ABIERTO 7 (María Bueno-Nekovidal)

 Elena se ha levantado esta mañana muy vital, es primero de mayo, mientras desayuna mira por la ventana. El día se presenta espléndido, un sol radiante y un cielo de un límpido azul sin una pequeña nube, prometían una jornada de fiesta primaveral estupenda. Después de todo el mes de abril haciendo honor al refranero, aquel día era como un regalo. Elena se decidió, metería unos bocadillos en la mochila y se iría a pasar el día en el campo. Después de varias horas de caminata llegó a un claro cerca de un riachuelo, “¡ideal!”, pensó, y se dispuso a comer. Tras el almuerzo extendió la esterilla y se tumbó en la mullida hierba. Con el estómago lleno y la caricia de los rayos solares se quedó dormida, cuando despertó se había nublado completamente. “Vaya, parece que el invierno quiere tragarse la primavera, habrá que ponerse en marcha”. Fue a incorporarse y se le escapó un quejido, cuando se levantó vio con asombro que tenía un vientre enorme, como si estuviera embarazada. “¡Embarazada!”, pero que tontería estaba pensando…


María Bueno


Elena, católica practicante desde su más tierna infancia, comenzó a sospechar lo que para ella sería, al mismo tiempo, lo mejor y lo peor que le pudiera suceder: que el suyo fuera un embarazo divino, obra del mismísimo Espíritu Santo. La idea la llenaba de orgullo y de temor al mismo tiempo. Tras recoger la esterilla y los enseres de la merienda, emprendió el camino de vuelta mientras imaginaba mil situaciones y vivencias a las que se tendría que enfrentar desde ahora: la confesión de su no pecado al párroco del pueblo, la sorpersa de éste, los certificados médicos que probarían su virginidad, la previsible visita al Papa cuando no quedara duda de su honestidad, la prensa, los cotilleos de las vecinas . . . Todo esto pensaba la ingenua Elena cuando, ya casi entrando en el pueblo, un temblor en su vientre dió lugar a una sonora sinfonía de viento que hizo que se derrumbaran todas sus ilusiones.

Cabizbaja y ruborizada se dirigió a su casa mientras pensaba: “Nunca más en mi vida volveré a merendar fabada...”

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

FINAL ABIERTO 7 (María Bueno-Alicia Gaona)

Elena se ha levantado esta mañana muy vital, es primero de mayo, mientras desayuna mira por la ventana. El día se presenta espléndido, un sol radiante y un cielo de un límpido azul sin una pequeña nube, prometían una jornada de fiesta primaveral estupenda. Después de todo el mes de abril haciendo honor al refranero, aquel día era como un regalo.
Elena se decidió, metería unos bocadillos en la mochila y se iría a pasar el día en el campo.
Después de varias horas de caminata llegó a un claro cerca de un riachuelo, “¡ideal!”, pensó, y se dispuso a comer. Tras el almuerzo extendió la esterilla y se tumbó en la mullida hierba. Con el estómago lleno y la caricia de los rayos solares se quedó dormida, cuando despertó se había nublado completamente. “Vaya, parece que el invierno quiere tragarse la primavera, habrá que ponerse en marcha”. Fue a incorporarse y se le escapó un quejido, cuando se levantó vio con asombro que tenía un vientre enorme, como si estuviera embarazada. “¡Embarazada!”, pero que tontería estaba pensando…


María Bueno


Se removía en el sofá sin entender nada. Como puede ser?, cuanto habré dormido?, se incorporo lentamente quedando sentada frente al televisor, su cabeza era un caos.  El día estaba tan agobiante lluvia y calor encerrada en aquel pequeño estudio sin poder abrir los cristales por la intensa lluvia, parecía afiebrada. Estaría enferma? que paso?, era esa su casa? , ya le quedaba poco para recibir a su primer hijo, si, era un niño..... pero adonde estaba? se había dormido luego de almorzar y ahora...... que era eso de días de sol, cuanto tiempo hacia que no disfrutaba de uno? cuanto tiempo sin poder hacer caminatas? cuanto tiempo de sentirse fatigada, pesada, deforme y desvalida?

En fin se iría a duchar para terminar de despejarse, su sueño había sido hermoso pero no real, ya no estaba  sola, no podía dar largas caminatas tirando de su monumental barriga y menos que menos permitirse un día de campo a solas si la presencia infaltable de....

Alicia Gaona



 

FINAL ABIERTO 7 (María Bueno-Diego Pérez Sánchez)


Elena se ha levantado esta mañana muy vital, es primero de mayo, mientras desayuna mira por la ventana. El día se presenta espléndido, un sol radiante y un cielo de un límpido azul sin una pequeña nube, prometían una jornada de fiesta primaveral estupenda.

Después de todo el mes de abril haciendo honor al refranero, aquel día era como un regalo.

Elena se decidió, metería unos bocadillos en la mochila y se iría a pasar el día en el campo.

Después de varias horas de caminata llegó a un claro cerca de un riachuelo, “¡ideal!”, pensó, y se dispuso a comer. Tras el almuerzo extendió la esterilla y se tumbó en la mullida hierba. Con el estómago lleno y la caricia de los rayos solares se quedó dormida, cuando despertó se había nublado completamente. “Vaya, parece que el invierno quiere tragarse la primavera, habrá que ponerse en marcha”. Fue a incorporarse y se le escapó un quejido, cuando se levantó vio con asombro que tenía un vientre enorme, como si estuviera embarazada. “¡Embarazada!”, pero que tontería estaba pensando…

si el recuerdo de la última vez que se había acostado con un hombre estaba perdido en su memoria, de una manera que dudaba mucho que pudiera volver a encontrar. Pero no cabía duda de que algo se gestaba en su vientre. Echo a andar penosamente por el camino empinado, sujetándose la barriga con ambas manos. Aquello parecía seguir creciendo, incluso podía sentir un cuerpo extraño moviéndose dentro. Nunca había tenido hijos, aunque bien que le hubiera gustado tenerlos. Hacía más de diez años que su marido había muerto en aquel desgraciado accidente.

Pensó en la Virgen María. Ella también quedó embarazada, sin mediar relación física. Claro que aquello había sido un milagro, y además le había sido anunciado por un ángel. No, su caso era muy distinto. No podía ser sino un accidente fortuito, una broma -¿broma?- de la naturaleza. Apresuró el paso; empezaba a sentir como unas punzadas. “¡Ya está, las contracciones!”, se dijo, asombrándose de su convencimiento. Sintió una sed repentina y más y más punzadas. Sudorosa se sentó junto a una roca. Sintió como un frío intenso se apoderaba de sus extremidades, mientras su vientre se dilataba con un calor interno inexplicable.

Cuando encontraron a Elena días más tarde su cuerpo estaba irreconocible y sus ropas parecían abrasadas. Nunca se encontró una explicación a su muerte.

Diego Pérez Sánchez



 

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FINAL ABIERTO 8

FINAL ABIERTO-8 (Lola Carmona-Nekovidal)

En aquella selecta reunión se encontraban 12 personas cuando hizo su entrada la profesora Bilderberg. Todas las miradas se volvieron hacia ella, en el momento que la puerta se abrió. Ella, tranquila y relajada se quedó mirando al grupo de mirada expectante y les dijo ¡Lo hemos conseguido! Los gritos, saltos y muestras de alegría del grupo chocaban con sus trajes y rostros circunspectos. Una vez que se hubieron serenado, se volvieron a sentar alrededor de aquella mesa ovalada, dejando a la doctora el espacio principal. (Lola Carmona)


Todo había salido exactamente como estaba previsto, y el plan de trabajo de la profesora Bildeberg había superado todas las espectativas, los beneficios habían sido mejor incluso de lo esperado. Como buena socióloga, la reacción de las masas era lo que más la había preocupado, ese detonante inesperado que puede surgir en cualquier momento en cualquier parte e iniciar una reacción en cadena que casi siempre desembocaba en una revolución.

Se sintió orgullosa de si misma, de su capacidad para preparar un plan de manipulación social que acababa de decidir el futuro de la Humanidad. No sabía si su nombre ocuparía los libros de historia del futuro, pero ser el poder en la sombra, el verdadero poder, le proporcionaba un placer extraño que la estremecía.

Todo había sido perfecto: la crisis, activada en el momento oportuno para que se olvidara el saqueo del Golfo, otro plan en el que también había colaborado, la previsible reacción en las sociedades del Primer Mundo, millones de egocéntricos sobrealimentados que pronto olvidaron como se acababan de vaciar las arcas públicas, centrados en mantener su consumista nivel de vida. La educación estaba perfectamente controlada, no había peligro de reacción en varias generaciones futuras, criadas en un sistema lo suficientemente deshumanizado, embrutecedor, y alienante.

En los mercados, todo se había ordenado poco a poco, y la sugerencia de prohibir los paraísos fiscales, uno de los puntos más delicados, había pasado al olvido.

Las pocas manifestaciones que había eran sobre temas secundarios que no alcanzaban ni de lejos a poner en entredicho el sistema. De paso se le habían parado los pies a algunos países del Tercer Mundo con aspiraciones primermundistas, estaban creciendo demasiado rápido, se habían recortado leyes y gastos sociales, paulatina pero continuadamente, y se habían promulgado nuevas leyes de control y recorte de libertades, todo ello sin ninguna resistencia seria.

Ya todos, como un rebaño bien dirigido, hablaban de la crisis como de algo inevitable, como de una catástrofe natural a la que había que resignarse y adaptarse, era perfecto.

Ella se sentía superior, por encima de las masas, del resto de la Humanidad, sólo algunos de sus colegas del club, allí presentes, merecían su respeto.

Pero la profesora Bildeberg, como todos los que necesitan recurrir a la arrogancia para sobrellevar sus miedos, poco sabía de si misma: ni sospechaba que su interés por la sociología y por el control social provenía de haber sido la menor de sus hermanas y sentirse siempre a merced de éstas, de su obsesión por demostrar su valía a su padre, y de una vida cultural, sentimental y sexual casi inexistentes.

Ella, que todo creía controlarlo, tampoco sospechaba que su hijo adolescente estaba siendo objeto, en ese mismo momento, de abusos sexuales en uno de los colegios privados más caros del mundo, donde creía estarle preparando para ser la élite de su generación, ni sabía que ese bolso carísimo que portaba estaba tratado con una sustancia tóxica aún no identificada gracias en gran parte al poder que sus estudios le habían conferido a las industrias petroquímicas en los últimos años, una sustancia tóxica que la condenaría a un cáncer pocos años después.

Tampoco sospechaba que en el futuro sí llegaría a ocupar su nombre las páginas de los libros de historia, pero como ejemplo de enfermedad y degradación humana, de hasta donde puede caer una persona cuando pretende compensar con mecanismos destructivos su vacío y miedos interiores. Y como ejemplo también de lo peligroso que puede ser para una especie gregaria y cooperativa como la humana, dejar las decisiones sociales que afectan a todos en manos de un reducido número de individuos.
 

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

FINAL ABIERTO-8 (Lola Carmona-Diego Pérez Sánchez)

En aquella selecta reunión se encontraban 12 personas cuando hizo su entrada la profesora Bilderberg. Todas las miradas se volvieron hacia ella, en el momento que la puerta se abrió. Ella, tranquila y relajada se quedó mirando al grupo de mirada expectante y les dijo ¡Lo hemos conseguido! Los gritos, saltos y muestras de alegría del grupo chocaban con sus trajes y rostros circunspectos. Una vez que se hubieron serenado, se volvieron a sentar alrededor de aquella mesa ovalada, dejando a la doctora el espacio principal. (Lola)


Quiero aprovechar para dejar plena constancia de que este   logro ha sido consecuencia del magnífico trabajo de equipo que hemos realizado entre todos los presentes, sin olvidar por ello al desaparecido profesor Rivaldo Arenas, del que aún no se conoce el paradero”. Los aplausos, breves pero contundentes, marcaron el final de estas palabras. “El trabajo de tantos años de desvelos ha, finalmente, ofrecido su fruto -prosiguió-, y hoy, la transformación reversible atómica en cuantos, es una realidad accesible al ser humano”. Más aplausos. “No cabe duda, bien es cierto, que el problema del envejecimiento celular, en el proceso transformacional, aún ofrece un nudo gordiano de difícil solución, pero esto no es óbice para el desarrollo de nuestro programa. El tiempo juega en contra nuestra, y debemos acelerar su cumplimiento antes del previsible desastre interplanetario. Cuando F3HM345 golpee a nuestro sol dentro de  27 días, sacándolo de su orbita, nosotros ya estaremos viajando en forma cuántica a la tierra de KLO356K20, donde podremos emprender una nueva civilización. Esperemos que para entonces el profesor haya sido encontrado y pueda acompañarnos en nuestro viaje”. Asentimientos y más aplausos.” Sólo me queda añadir, antes de apremiarles en su labor, que los niños seleccionados para garantizar la supervivencia de la especie, así como los bancos genéticos de especies animales y vegetales, habrán de ser sustraídos con el máximo secreto; como asimismo habremos de proceder con el resto de nuestro plan y, por tanto, se dejarán para los dos últimos días. Nada más. Les ruego que procedan de inmediato a realizar sus funciones. Buenas tardes camaradas”. 
 
 Diego Pérez Sánchez


 

FINAL ABIERTO-8 (Lola Carmona-Mari Carmen Martínez)

En aquella selecta reunión se encontraban 12 personas cuando hizo su entrada la profesora Bilderberg. Todas las miradas se volvieron hacia ella, en el momento que la puerta se abrió. Ella, tranquila y relajada se quedó mirando al grupo de mirada expectante y les dijo ¡Lo hemos conseguido! Los gritos, saltos y muestras de alegría del grupo chocaban con sus trajes y rostros circunspectos. Una vez que se hubieron serenado, se volvieron a sentar alrededor de aquella mesa ovalada, dejando a la doctora el espacio principal. (Lola Carmona)
 

Bien como sabeis no has sido nada facil converncer a la comisión de proyectos innovadores de que nuestras propuestas eran razonables.El principal escoyo ,el de siempre : el costo del proyecto.

Como recordareis Alfredo se encargó de elaborar un presupuesto más o menos realista de lo que podía suponer llevar a cabo el screanning  .¿ Os acordais de la cifra?

Era mareante hasta para nosotros y por más argumentos que yo le buscara ,que si el coste del tratamiento básico con insulina,que si el coste de las complicaciones ,que si el incaculable costo en dolor...no habia manera de convencer a nadie ,de que si los tranplantes de islotes eran una buena medida para curar la diabtes tipo I,bueno con sus reservas porque anticuepos circulantes podia volver a haber ,mejor era aún nuestra propuesta de investigación . Screanning HLA en hijos y nietos de diabeticos tipo I ,deteccion precoz de los anticuerpos circulantes ,bloqueo de los mismos antes de la destruccion de los Islotes de LANGERHANS, y progresiva desensibilizacion autoinmune.

Nunca imaginareis que es lo que ha hecho inclinarse la balanza a nuestro favor en lugar de apostar la comision por la viabilidad del implante de celulas madre pancreaticas para  la recostruccion d islotes ,que e s otra posibilidad de tratamiento.

Lo que nos ha favorecido ha sido la inmediatez de la posibilidad de puesta en marcha de nuestro proyecto,contar con la infraestructura del sistema de salud y del departamento de fisilogia de  la facultad de medicina de Granada y sobre todo ,por encima de todo ,agarrense a sus asientos colegas: el hecho de que en la familia de presidente de la comision hay una larga historia de diabetes Mellitus tipo I y que su hija esta a punto de dar a luz su priemr nieto...Sin este cúmulo de circunstancias ,no se  si lo habriamos conseguido

Ahora a trabajar .

Lo primero hacer un mailing a todos los medicos de centros de salud y endocrinos explicandloes nuestro proyecto para realizar la capatacion de  descendientes en primera o segunda linea generacional de diabeticos tipo I ,para explicarles lo que es es escreanning HLA ,buscando HLA B27...

Lo dicho ¡A TRABAJAR! Ya lo celebraremos cuando hayamos conseguido prevenir, es decir, curar la enfermedad. 

Mari Carmen Martínez

 

 

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LA LEYENDA DE LA ASOCIACIÓN SIN NOMBRE

LA LEYENDA DE LA ASOCIACIÓN SIN NOMBRE

Hoy día sabemos que fueron muchas, decenas o tal vez incluso centenares, aunque los datos son confusos. Surgieron a principios del siglo XXI en varias partes del mundo. Eran completamente diferentes en sus nombres y número de miembros, pero tenían en común sus estructuras horizontales y desacralizar todas las artes, al tiempo que las interrelacionaban entres ellas.

Creaban y compartían obras, información y nuevas ideas, dejando el aprendizaje técnico como una parte más de la elección personal de cada individuo. Se adelantaron a su época negando todo valor comercial o económico al arte, y considerando toda expresión artística o artesanal una forma de juego y, por tanto, de exponente máximo de creatividad humana.

Tras las tormentas solares del 2078 y la enorme pérdida de infomación a que dieron lugar, se intentó reconstruir, con los datos disponibles, la historia humana hasta entonces, quedando algunas obras y actuaciones de estos grupos, pero pocos datos concretos sobre quienes los formaban.

Uno de ellos, radicado en un pueblo costero del sur de Europa, que en aquella época de bloques comerciales aún era conocida como Unión Europea, tuvo la particularidad de tener varios nombres consecutivos, sin que se sepa a ciencia cierta la razón de ello, pero aceptándose hoy en día que se trataba del mismo grupo.

Con los escasos datos que se conservan, pretendemos rendir desde esta universidad un sentido homenaje a sus miembros, entre los cuales se ha podido identificar a :

Diego el persa, conocido también como el ceramista, sin que se sepa a ciencia cierta si procedía de la rica y ancestral cultura persa, o se trataba sólo de un sobrenombre.

María la Buena o Bueno, que debió ser muy apreciada por sus compañeros, en vista del apodo o nombre elegido por éstos.

Alicia, sobre la que hay testimonios contradictorios sobre su origen, americano o de la cercana región de Granada.

José Guerrero, de quien se sospecha, por el nombre dado, que fuera quien instigó la rebelión contra quienes, allá por el 2008, al principio de la andadura del grupo, negaron la igualdad de derechos entre sus miembros, dando lugar al consiguiente conflicto.

Neko o Gato, una figura difusa de la que se conservan un par de textos que lo citan, y que no se sabe si fue un personaje real o un gato negro adoptado como mascota por el grupo.

Juan Pérez de Siles, que se cree que corresponde al mismo personaje de quien se conservan un par de pinturas, una de ellas, el archiconocido “Pez rojo nadando en la sequía”.

Del resto no conservamos, por desgracia, más que escasas referencias, además de sus nombres: Lola C., de quien se cree que trabajaba de profesora en un pueblo cercano, Mari Carmen M. de la que se sospecha que era doctora en medicina o practicaba la hechicería, pues ambas artes estaban vigentes en aquella época, Bego la Joya, sin que se sepa a ciencia cierta si el nombre es metafórico o se refiere a su fortuna material, Javier Franco, de quien se sabe con certeza que no estaba emparentado con el dictador de unas décadas antes, Jenny, a quien se cree originaria de las tierras del norte europeo, Leny, de cuyo estudio de baile flamenco se conservan unos segundos de grabación por un encuentro celebrado allí por el grupo, y varias personas más que se mantuvieron en contacto con el grupo en la distancia, bien por haber sido parte del mismo anteriormente, o por ser socios que vivían a cientos o miles de kilómetro de distancia, un impedimento para los primitivos sistemas de transporte de la época: Pascal Gavillon, que se cree que es el mismo famoso caricaturista, Beatriz B, de origen norteño que que se cree que habitaba la cercana ciudad de Almuñecar, Maite Guerrero, que creemos no emparentada con José Guerrero, y Julia, estas dos últimas del reino o comunidad autónoma o provincia de Granada, que también en esto son confusos los datos de que disponemos.

Había al parecer otro grupo de socios que, habiendo formado parte del grupo en los momentos iniciales, volvieron a unirse a él años después, cuando con la llegada de los ordenadores cuánticos, se desarrollaron lo suficiente los primitivos sistemas de videoconferencias virtuales: Chiara, que se cree procedía de la cercana Península Itálica, Noemí, que vivió en varios puntos de otra península, la conocida entonces con el nombre de España, Christiane Cote, de la para ellos lejana Canadá, Esther Luna, más conocida por sus actividades teatrales, de las que se conservan algunas grabaciones, etc. De otros quedan escasos datos, e incluso un escrito, de los pocos conservados en papel, insinúa que hasta un sacerdote católico, un tal Manolo Mingorante, había entre sus miembros, lo cual da idea de la amplitud de miras del grupo, donde se sabe con certeza que la mayoría de sus componentes eran, el que no “agnóstico”, declaradamente “ateo”, conceptos opuestos a “creyente”, y todos ellos difíciles de comprender en nuestra época. Entonces, al parecer, necesitaban algunos de nuestros ancestros crear grupos, a los que llamaban religiosos o religiones, que se tenían a si mismos por espirituales, en los que sus miembros se reunían para repetirse mutuamente, mediante complejos rituales, que existía determinado dios, al tiempo que negaban todos los demás, llegando incluso a agredirse entre los distintos grupos. Es ésta una de las curiosidades y contradicciones más estudiadas y analizadas hoy en día sobre aquellos oscuros siglos.

A todos los componenetes de esa asociación de varios nombres queremos rendir hoy este homenaje en el tercer centenario de su fundación, como símbolo de todos los grupos humanos donde, aunque fuera mínimamente en aquella época primitiva y agresiva, se dieron los primeros pasos para aprender a vivir dejando vivir, la simple pero sólida base de nuestras pacíficas, igualitarias y estables sociedades actuales.

Base Semisub 5, noveno mes lunar del año 2309.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

LA LEYENDA DE LA ASOCIACIÓN SIN NOMBRE

En un lugar de la costa, de cuyo nombre no quiero acordarme había no hace mucho tiempo una aldea compuesta por amantes de la palabra.

La armonía gobernaba sus designios y la vida social latía suave y acompasada por el rumor de las olas en sus reuniones regulares.  No se oía una voz más alta que otra en la nave velada por los discursos, y las palabras convivían fraternalmente con los aldeanos.

La vida hilaba su curso y se desmadejaba generosa al primer tirón. Así pasaron muchas tormentas por el cielo mientras todo en la aldea parecía inmutable.

La aldea estaba creando una leyenda y todos en los alrededores se referían a ella con respeto.

En eso que un día llegó por allí un viento de cambio. Desde la ciudad cercana les llego una propuesta de crear una asociación que fuese ejemplo de las que desde entonces pudiesen crearse. El progreso era inevitable, decían, y llegaría algún día en que se unirían al grupo personas venidas de otros lugares con proyectos nuevos y propuestas atractivas. Tenían que organizarse para que esto fuera en provecho de todos, para poder dar consecución válida a estas acciones, que en cualquier caso serían inevitables.

Hubo largas sesiones en que se discutieron los pros y los contras pero el hecho mismo de haberse planteado el tema exigía algún tipo de resolución y esta no podía ser el statu quo: habían entrado en un viaje sin posible retorno.

Por fin se decidió la conveniencia de crear una asociación con unos estatutos, una junta directiva y toda la parafernalia que esto llevaba consigo.

Muchos pensaron que esto se solventaría sin más problemas pues hasta ahora la concordia había sido la nota dominante. Pero no fue así: había que tomar decisiones y esto exigía consenso. Lo que en el mundo ideal de las palabras era libertad absoluta, elección personal que no necesitaba rúbrica de nadie, se convirtió, en la práctica burocrática, en un laberinto del que nadie encontraba la salida.

Dirimieron muchas cuestiones con gran facilidad pero en algunas de apariencia  simple, como el nombre con el que pasarían a denominarse como asociación, se convirtió en un obstáculo insalvable. Definir su proyecto de las palabras con una o dos palabras era la tarea más difícil con la que se podrían enfrentar. Las palabras dejarían por ello de ser fraternales y sólo algunas llevarían el peso y el honor de representación. Además, en otros lugares, se les habían adelantado en su organización, creando asociaciones con nombres de todo tipo. Su asociación tenia que tener un nombre no elegido por nadie. Se buscaron nombres y se desecharon o fueron refutados por la administración registradora durante mucho tiempo. Pero la asociación tenía que formarse, de esto no cabía ya ninguna duda; no podían quedarse atrás, dejar que otros se les adelantasen indefinidamente.

Fue así que nació, y creció en su leyenda, la Asociación sin nombre.

Diego Pérez Sánchez


 

LA LEYENDA DE LA ASOCIACIÓN SIN NOMBRE

   La leyenda de la asociación sin nombre era una leyenda fantasma, no obstante figuraba sin proponérselo en todos los frontispicios de los edificios más representativos de las ciudades con más arraigo, y en todos los frentes, políticos, económicos, culturales, sociales y deportivos. Se podía testificar que era un ente con identidad propia, con su ADN, constando de unos directivos y empleados fieles a sus funciones, sin ningún afán de lucro. Se fue extendiendo mediante los medios de comunicación más dispares, incluso los más peregrinos a la mayoría de los países del orbe de manera prodigiosa, creando centros modélicos en las principales foros, e implantándose paulatinamente en las capas más reacias a lo nuevo hasta el punto de que de no había cenáculo donde no se venerase su efigie o se citara su prestigioso avance y abolengo, como era la categoría de sus orígenes, el enfoque de sus miembros, que dictaban el modo de hacer las cosas más delicadas con el mayor sigilo, no quedando ahí el progreso, porque había otras asociaciones con nombre consagrado, emblemático y apellidos míticos que aplaudían en su fuero interno la callada y eficiente labor que llevaban a cabo en los ámbitos más inhóspitos con una llaneza sincera y digna de encomio.

   Como sabían que no poseía nombre reconocido para que figurase en los anales de la historia escrita apostaban con más coraje por ella, por levantarla y verla reconocida no como una pequeña cenicienta algo maltratada desde la cuna, especialmente en el ranking mundial de la publicidad, y por ello pugnaban por fortalecerla en cualquier tiempo y lugar con acepciones inventadas, nombres supuestos o advenedizos pero siempre seleccionados por algún especialista del ramo, e imaginados sin duda con la más pulcra intención, de suerte que pensaban que le podría cuadrar en determinadas circunstancias en el ejercicio de su cometido, aunque al final solían echar en falta ciertas carencias y querían contrarrestar el que no tuviese ya desde tiempos inmemoriales un nombre acorde a su valía como todo hijo de vecino.

   A veces elucubraban que le podía favorecer el  hecho de no tener nombre, por la fortuna de poder viajar de incógnito por los cinco continentes. Trasladarse donde le pluguiese sin ningún recato, y no necesitaría huir de mirones que le hicieran sombra o de algún otro intruso, sea reportero o paparazzi, y así apareciese como desposeída de secretos atributos que enaltecieran su aureola, y al mismo tiempo mostraba su lado humilde, sin alharacas, y su misión consistiría exclusivamente en resolver conflictos o la problemática de la sociedad, sobre todo de los más débiles económica o físicamente, aquellas criaturas que tampoco figuraban por su nombre de pila en ninguna lista o padrón municipal. Eso le aportaba unos fulgores nunca dispensados a nadie y le daba un encanto que pocos se atrevían a ocultarlo, o quizá querer aventajarle en tan singulares peculiaridades.

   No cabe duda de que se conocen por doquier infinidad de leyendas de los ancestros, así por ejemplo la denominada entre los vecinos de un pueblo de la Alpujarra baja “la cueva del negro”. El nombre, tomado tal vez por la oscuridad de la noche, no hacía referencia a etnia alguna sino que venía dado por la higiene de los moradores, por los churretes y descoloridos harapos que llevaba el que se suponía que se refugiaba en las entrañas de la lóbrega cueva en noches de frío invierno. A la gente menuda del lugar, los peques, le rechinaban los dientes cada vez que pasaba por su cabeza la necesidad de cruzar aquellos parajes. La leyenda cuenta que una especie de diabluelos turbados merodeaban por allí y se sentían nerviosos y molestos cuando alguien rompía su silencio, y esos estrambóticos endemoniados, vaya usted a saber por qué, al parecer se le echaban encima, y les paralizaba el corazón, según cuentan los más viejos del lugar, reaccionando como si fuese un verdadero cadáver. Qué cosas no le habrían contado a los peques a cerca de los mendicantes venidos de cien leguas a la redonda, en una época en que no había trenes ni aviones u otros medios de transporte para acercarlos por aquellos entornos, y lo pasaran tan mal. Tal vez se pensaba en el sacasebo u hombre del saco, de forma que al primer adolescente que viesen lo raptaban introduciéndolo casi sin darse cuenta en una especie de saco y luego arrojarlo a la olla hirviendo para saciar sus famélicos gaznates, o despedazarlos vivos para vender los órganos al mejor postor. La cosa no era para tomársela a broma, pensarían los nativos, porque si alguien se pone en su lugar a ver cómo se justificarían ante su comportamiento, alegando que sólo era agua de borrajas y pelillos a la mar. La leyenda se expandiría como un reguero de fuego por los vericuetos más lejanos.

   No se sabe a ciencia cierta si habían consultado a algún oráculo pero acaso por eso no querían que existiesen más leyendas de una asociación sin nombre, a la que el ciudadano acudía en sueños y a veces por qué no en la realidad, aunque no se sabía exacto cómo explicarlo, el hecho de que los habitantes de las comarcas limítrofes no supiera su historia, antecedentes, la auténtica biografía de la leyenda a fin de saber a qué atenerse, dándole largas cuando fuese menester, o tratarla con cariño cuando se lo merecía, además puede que alguien pensase que una asociación de este tipo es como un cuchillo sin hoja ni mango, o sea la nada pura y dura, digan lo que digan.

La leyenda de la asociación sin nombre necesitaba de todos modos de un espacio donde caerse muerta –sic-cuando le llegase la hora fatídica, un lugar palpable donde reposaran sus restos, o bien para reunirse los miembros de la asociación a fin de debatir los temas más candentes o sospechosos, y partir de alhí, una vez acabada la reunión, cada uno dirigirse a sus respectivos hogares u ocupaciones, porque no es posible vivir en el Vacío, en la pura entelequia, en una asociación nunca jamás manchada o decorada por alguien.

   Si fuera por narrar leyendas no iría mal la trama, pero habrá que ofrecer un trato consistente, una presencia con rostro, brazos y miembros inferiores que conforman al ser humano o a una asociación en el buen sentido de la palabra, el esqueleto que lo sostenga, porque si no quién va a aclarar todo este maremagnum con objeto de que el gran público lo comprenda. Se pueden aducir mil y una leyendas a través de la historia de la humanidad y sin que se apunte al corazón de la leyenda de la asociación pero eso no le agradaría a los expertos en estos proyectos.  

   Últimamente se había trabajado a fondo con vistas a que la asociación tuviese un nombre digno, y fuera valorada por todo los terrícolas. Para ello se contrató a espigados publicistas con objeto de que lo colocasen en las horas de máxima audiencia y así conseguir grandes réditos, aquello que más ansiaban en la vida, otorgándole el más alto rango, pues ese era el honor que según los entendidos en la materia se merecía dentro de todas las leyendas de asociaciones sin nombre.

   No obstante les daba pena que siendo una asociación tan poderosa virtualmente, con colosales tentáculos por toda la tierra se arrinconase en un recinto escueto y no dispusiera de un mínimo de credenciales para presentarse diplomáticamente ante cualquier embajador de cualquier país y alegar las quejas a quien hiciera falta, sin andarse con remilgos, y expresar alto y claro que dicha asociación era la más conspicua y mejor pertrechada de todas las que circulaban por el cosmos, mas le faltaba algo, el nombre, y según los más fehacientes rumores se debía a que lo impedían intereses inconfesables de los poderosos.

   Poniendo en la balanza los distintos dictámenes de unos y otros, por fin se decidieron desplazarse al lugar donde moraba el espíritu de los mejores chamanes y gurus, y con cierta ironía al parecer encubierta por su parte, confirmaron que para que fuera grande y reluciente lo más acertado era subir el listón sin más ambages, desplegando velas y recogiendo las semillas de las más genuinas leyendas de asociaciones sin nombre del planeta, y por ende eso influiría notablemente en su ennoblecimiento y sería precisamente el motivo de que se mantuviese con el rótulo con mayúsculas, “LEYENDA DE UNA ASOCIACIÓN SIN NOMBRE” lo que le daría el espaldarazo definitivo, obligándole a echar indelebles raíces creciendo sus verdes tallos en una eterna primavera de ubérrimos frutos. 

José Guerrero Ruiz


 

LA LEYENDA DE LA ASOCIACION SIN NOMBRE 
 
 Habían decido no ponerse nombre.

Era peligros registrarse.

Era un riesgo inútil.

Cada vez que se reunieran cambiarían de nombre, de nombre que no de parecer.

Habían nacido para crecer ,para aportar luz a las sombras que se cernían ,de nuevo ,sobre el saber.

Por eso cada viernes, se volvían a ver.

Iban cambiando el lugar de reunión de forma tacita, no explicita sabían para la próxima concentración ,el lugar la hora exacta y quien acudiría. 

Desde que quemaron los libros y manuscritos en bib rambla, ningún lugar era seguro.

Ninguno salvo aquellos que ellos conocían bien.

Lugares sagrados, ocultos, soterrados, lugares de poder.

Bien en las cuevas del monte, bien en la vega a la sombra de un granado, bien en la medina.

Se reunían solo para hablar, para no olvidar, para que no se diluyera el saber.

Saber ancestral que había hecho de Al Ándalus el paraíso ,un paraíso con vergel.

No, todo aquello no se podía perder, guardaban amorosamente los escritos salvados, escondidos, dispersos por toda granada.

Sólo Fátima sabia donde estaban todos y cada uno y solo Fátima ,como mujer, acudía cada viernes al lugar convenido para preparar el té. 

La paradoja era que Fátima era muda y no sabia escribir ni leer.

Pese a, o gracias a ello, ella ostentaba el poder.
 

Mari Carmen Martínez


 

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TEXTOS SIN FRONTERAS

TEXTOS SIN FRONTERAS

Un texto sin frontera es ese que marca la linea de la libertad de cualquier texto: ese punto en que podemos caer en la trampa de pensar que estamos escribiendo y olvidar que, en realidad, sólo estamos expresando.

La línea donde se mitifica la literatura es la alambrada que salta alegre y libremente todo texto sin frontera, rehuyendo de toda norma que pretenda regir la expresión. Al otro lado está la literatura viva, la que ni puede ni quiere mostrar ni más ni menos que cuanto somos, sin pretensiones, sin complejos, sin trampas . . . por eso provoca miedos, por la falta de costumbre de ser responsables de nuestra libertad.

Hay textos sin frontera especialmente dados al proselitismo, uno de ellos recorre el mundo susurrando:

"Aléjate de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños." (Gibran Khalil Gibran)

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

TEXTOS SIN FRONTERAS

Algo se desmoronaba. El texto en aquel contexto ofrecía un pretexto para cruzar la frontera, no ser uno más, pero me quedé, como el resto. Escuché en silencio la sentencia, me llevé el fusil al hombro y disparé. No lo hice con saña: simplemente apreté el gatillo.

Era muy fácil, apenas requería esfuerzo: lo único que sabía de aquel pecho que se derrumbó ante el impacto era que había sido un traidor. Un traidor al texto del contexto que me ofrecía un pretexto para obrar como el resto.

Pero sentía que con ello había cruzado una frontera: otra frontera; tan fácil de traspasar como aquel pecho, pues estaba dentro del mío. Fue dentro de aquel contexto que más tarde leyeron mi texto y me llegó la tortura al cuerpo.

Entonces mentí, juré  y traicioné. Pero ya no me sentí un cobarde pues fue con el primer texto, en aquel primer contexto, que me abandonó el valor: el coraje que no había empleado cuando aún estaba a tiempo de atravesar la frontera.

Y seguí viviendo con mis recuerdos en la frontera de mi mente. Vivo sigo en este banco desde el que se contemplan muy cerca esos recuerdos, mientras toda especie de parejas  se entrega besos callados. Y me duele el corazón, torturado por punzadas, incapaz para el amor, buscando en este contexto, un pretexto para morir, cruzar esa frontera que me devuelva al ser. Un ser con su propio texto. 

Diego Pérez Sánchez

 

 

TEXTOS SIN FRONTERAS 
 

¡Se ruega al comandante 18.119 y  a la Capitana 18.547 acudan a muelle de embarque 1004 para despegue inmediato! 

La voz de Arna tronaba por los altavoces,superando todos los ruidos de la compleja estación espacial.

¡La tenían más que harta ! ¿donde se habrían metido de nuevo esos dos?Nunca llegaban realmente tarde pero apuraban tanto el tiempo que daba miedo. Seguro que se habían embroncado otra vez y evitaban los minutos previos al despegue siempre tan estresantes. Era la cuarta vez que se planeaba la misión ,las veces anteriores había sido abortada por culpa de “esos dos.” Era su ultima posibilidad si fallaban esta vez ,después del chaparrón que les cayo la ultima ,podían despedirse de su rango, de su carrera y de colaborar en ninguna misión de paz:

    ¡vaya ejemplo!

Por fin aparecieron cada uno por una punta del inmenso hangar. Ella como siempre estirada,impoluta ,sin un pelo suelto todo recogido en un apretado moño chignon. Sin un ápice de feminidad ,de maquillaje ,ni de coquetería aparente. Solo se había permitido el extravagante detalle de bordar el contorno de las alas blancas que eran el emblema de la misión y que llevaba cosido sobre el uniforme azul plateado en el lado del corazón.

Él apareció por la otra punta,desgarbado ,largo ,relajado ,con el pelo un poco revuelto desenfado y sonriente.¿ En que pensará pensó Arna? No era de su incumbencia aunque podría saberlo quisiera pero estaba por encima de la falta de ética de espiar télepaticamente al personal ,con que hubieran acudido a tiempo ya se daba con un canto en los dientes.

  Llegaron a la par al tramo final del muelle de embarque .Ella acelero el paso ,odiaba que la dejaran pasar delante ,como signo convencional de urbanidad. La gente hacia las cosas sin saber los porqués y aquel signo de urbanidad era cualquier cosa menos un signo de urbanidad . En la muy remota antigüedad ,se dejada pasar a las mujeres primero por si había algún peligro...al igual que ya casi  nadie sabia porque al subir una escalera el hombre va detrás y al bajarla delante  de la mujer...por si se cae...y no hablemos ya del porque no se empieza a comer hasta que todo el mundo está servido. Por si falta para alguien y hay que redistribuir...En eso iba pensando cuando salvó el escalón y entró en la nave .

Él le iba a la saga silbando.

¿ Es que no se van a saludar nunca ?pensó Arna...vaya dos...  

Solo al llegar a la sala de mandos se dignaron dirigirse la palabra: “-Buenos días Comandante

                -buenos días Capitana...

por fin ,uf suspiró  Arna

                -¿ tenemos más información?

                 -no que yo sepa, aún no.

                 -Perfecto ,no sabemos donde vamos ni a que...y aún pretenderán que las cosas salgan bien...refunfuñó ella. 

Arna activó  los mandos de control y su imagen apareció en a pantalla del puente : “-les describo breve mente la misión

Van a llevar una novedosa forma de energía al asteroide 1567.

Es vital que esta vez consigan correctamente el despegue ,no queremos ni un error más .Están en juego los intereses del Universo entero en esta misión .

¿Lo han entendido bien?de fracasar de nuevo  y sobre todo por rencillas personales serán relevados de sus cargos sin contemplación,degradados y devueltos a la vida civil.

¿ Me he explicado?

-Alto y claro,Señora contestó ella.

-Oído cocina pensó  él.

-¿Alguna pegunta?

-Si señora,¿  la energía que llevamos es estable?

-la energía que llevan es inestable como toda forma de energía. Repase su apuntes  de primero de física Capitana,pero es lo bastante estable lo como para ser envasada y transportada. 

-¿  Hay algún peligro de agresión exterior?preguntó  él.

-Siempre lo hay Comandante ,pero lo hemos previsto contenedores más pequeños de esa energía ,que por cierto se llama ROAM en caso de ataque exterior lancen los ,bloqueara los atacantes.

¿Que clase de novedosa energía era esa ,la habrían ensayado ya lo bastante ,repelería por si sola naves enemigas? ..curioso  muy curioso y peligroso no llevaban otras armas .Pero bueno para eso estaban para asumir riesgos...ella lo tenia claro ,de pequeña su padre no se cansaba de decirle que de ningún cobarde se había escrito nada.

En cuanto a él ,él sabia que energía era y de donde provenía . De las entrañas mismas de la tierra ,de la humanidad .

Había costado mucho estabilzar el paso de su forma ARI a ROAM,pero al final parecía que el bloqueo se había conseguido y no había riesgo de quedarse sin ROAM ,porque poca cantidad de ARI se podía convertir en mucha fuerza ROAM.

Y en universo había ARI para dar y regalar ,podrían seguir captando .Es más todos los ataques que recibieran serían a la vez su fuente de energía.

Extrañezas de la física,complejidad de la química. 

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Duración prevista del viaje?

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El asteroide esta a media hora años luz.¿-alguna pregunta más?

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-no,

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-no

 

¿ Preparados  entonces pregunto Arna?

-Si Señora respondieron al unisono.

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-Bien pueden despegar,buen viaje. Feliz regreso.

  
 

Ella respiro hondo y recordó su regla nemotecnia para activar tanto botón,una canción de Rosa León ,nos o cu pa mos del mar y te en mos di vi di da la ta rea ,tu te o cu pas de las o las yo vi gi lo la ma rea es can sa do ya lo se  ...cada silaba era un botón.

En cuanto a él su formación aeroespacial y su memoria fotográfica le permitían ir activando mando tras mando sin pestañear.

Cuando todo estuvo en verde solo cuando todas la luces parpadeantes se sincronizaron en el verde ,entonces se miraron y sonrieron...

_¡  Has traído lo que te pedí? 

_Claro que si ,dijo ella y saco de la acolchada cazadora plateada dos copas de fino cristal Ruso y una botella pequeña de cava.

¿_Y tu ?

_Yo también aunque cada vez es más difícil. No quieren  que tomemos estimulantes ni relajantes artificiales.

_ Si y ya sospechan que lo que llevo de cristal no es un espejo: voy a tener que maquillarme.

-Y yo dejarme la barba para que cuele que son cuchillas de  afeitar dijo sacando una capsula plateada de la pernera de traje...

-Su café  ,señora,y a ver cuando lo dejas que no hay quien te aguante.

De forma que las cámaras no lo recogieran  ella le saco la lengua en un cariñoso gesto de burla,:”_sería mucho peor sin él...créeme. Pero lo intentaré.”

Apretó  el botón de encendido,Una inmensa luz cegadora inundó  la nave ,entonces aprovechando el momento descorcharon el cava y brindaron...POR LA PAZ ,¡NASDAROVIA! 

Ella sabia que le tenia que dar la mano a él para despegar,porque le daba miedo la sensación de ser proyectado hacia atrás en el sillón,de no estar bien anclado y salirse y perderse en el espacio exterior: había sido expulsado alguna vez..

Él sabia que tenia que darle la mano al aterrizar ,porque temía estrellarse: Sus practicas solo se habían realizado en el mar ,era experta en amerizajes ,pero tomar tierra le costaba una vez no se le habrío el paracaídas estrellándose la nave.

Les había costado llegar a ese simple acuerdo,era difícil, reconocer con sus rangos , sus miedos. A pesar , de todo solo eran seres humanos.

¡Vaya dos !pensó ADNO ,el Comandante Supremo,menos mal que no me equivoque ,después, de todo al escogerlos para esta misión.

Se han olvidado de la música de fondo. Escuchó ¡Ah pues no ,no se han olvidado!...por los altavoces se podía escuchar intermitente mente a Marina Roussell y Lluis Llach  cantando:” quant tohom viúra d amor no hi haurá mai més miseria ,els  soldats serán trotador,a potrero non podrem veure”.

 

Y después a Jaques Brel: quand  on a que l´amour pour parler aux cañons et ríen qu´une chanson por convaincre un tambour, alors sans avoir que la force d ´aimer  nos aurons  dans nos mains, AMIS ,le monde entier. 

Mari Carmen Martínez Sánchez -Cullar Vega -16-03-2010. 
 

Con mi agradecimiento a Enrique Barios por su libro AMI-EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS y toda la ayuda que este me prestó. 
 
 
 

Adenda : traducción del texto en catalán: 

Cuando todo  hombre viva de amor ,no habrá nunca mas miseria.

Los soldados serán trobadores,pero puede ser que nosotros no podamos verlo. 
 

                 Traducción del texto francés: 

Cuando solo se tiene el amor para hablarle a los cañones, y solo una canción para convencer un tambor...entonces sin tener más que la fuerza de amar tendremos ,amigos ,en nuestras manos el mundo entero. 

Mari Carmen Martínez

 


 

TEXTOS SIN FRONTERAS
 

La verdad que el tema de textos sin fronteras no me inspira mucho, sobre todo porque tenia sobre ello algunas ideas que como la mayoría de las veces eran escritos demasiado formales o por lo menos de situaciones de gente que esta peor que nosotros. 

Es así que en mis cavilaciones llegue al portal  adonde vivo y encontré una situación por lo menos risueña. Eran sobre las once de la noche y algún telefonillo ( como les decís aquí)  había quedado pulsado, por lo que a mas del ruido, entrabas al portal con solo dar un empujoncito a la puerta. Malo porque sin ser miedosa, ya uno piensa: ¡aquí entra cualquiera!

Cuando fui a pulsar para llamar al ascensor, me di cuenta, que no solo estaba en planta baja, si no que permanecía la puerta interior abierta y alguien manipulaba algo en sus manos sin decidir que hacer con su vida. Luego de pensármelo unos segundos, abrí la puerta exterior como para decir : 

¿Qué haces?  ¡aquí estoy yo! viendo adentro un señor de edad media que me miro con ojos despavoridos. y me dice:  ¡¡me vas a matar de un susto!!

A esas alturas y ya con un poco de miedo en el cuerpo, le dije: que haces tu, ni subes ni bajas, pero el señor que parecía algo pasado de copas o algo mas y  no dejaba de decirme que casi lo mato del susto. En fin para zanjar el tema le dije bueno sube que ya subo yo. Pero esta persona era muy educada y sobre los efluvios del alcohol me decía: no, subimos los dos. ...

¡¡Qué va!!! lo único que me falta es encerrarme en un ascensor que esta hecho como para los pitufos, pegada a un desconocido que encima estaba pasado de no se que. 

Lo mas seria y contundente que pude, le dije no sube de una vez y deja libre el ascensor, a lo que el señor obediente cerro la puerta, pero seguía sin subir. 

Epilogo: subí cuatro pisos por las escaleras, "bajando todos los santos del altar", ¡bah!, puteando  hablando en criollo, y preguntándome a mi misma: ¿por qué la gente no conocerá sus limites?


Alicia Gaona


 

TEXTOS SIN FRONTERAS
 

¡Se ruega al comandante 18.119 y  a la Capitana 18.547 acudan a muelle de embarque 1004 para despegue inmediato! 

La voz de Arna tronaba por los altavoces,superando todos los ruidos de la compleja estación espacial.

¡La tenían más que harta ! ¿donde se habrían metido de nuevo esos dos?Nunca llegaban realmente tarde pero apuraban tanto el tiempo que daba miedo. Seguro que se habían embroncado otra vez y evitaban los minutos previos al despegue siempre tan estresantes. Era la cuarta vez que se planeaba la misión ,las veces anteriores había sido abortada por culpa de “esos dos.” Era su ultima posibilidad si fallaban esta vez ,después del chaparrón que les cayo la ultima ,podían despedirse de su rango, de su carrera y de colaborar en ninguna misión de paz:

    ¡vaya ejemplo!

Por fin aparecieron cada uno por una punta del inmenso hangar. Ella como siempre estirada,impoluta ,sin un pelo suelto todo recogido en un apretado moño chignon. Sin un ápice de feminidad ,de maquillaje ,ni de coquetería aparente. Solo se había permitido el extravagante detalle de bordar el contorno de las alas blancas que eran el emblema de la misión y que llevaba cosido sobre el uniforme azul plateado en el lado del corazón.

Él apareció por la otra punta,desgarbado ,largo ,relajado ,con el pelo un poco revuelto desenfado y sonriente.¿ En que pensará pensó Arna? No era de su incumbencia aunque podría saberlo quisiera pero estaba por encima de la falta de ética de espiar télepaticamente al personal ,con que hubieran acudido a tiempo ya se daba con un canto en los dientes.

 Llegaron a la par al tramo final del muelle de embarque .Ella acelero el paso ,odiaba que la dejaran pasar delante ,como signo convencional de urbanidad. La gente hacia las cosas sin saber los porqués y aquel signo de urbanidad era cualquier cosa menos un signo de urbanidad . En la muy remota antigüedad ,se dejada pasar a las mujeres primero por si había algún peligro...al igual que ya casi  nadie sabia porque al subir una escalera el hombre va detrás y al bajarla delante  de la mujer...por si se cae...y no hablemos ya del porque no se empieza a comer hasta que todo el mundo está servido. Por si falta para alguien y hay que redistribuir...En eso iba pensando cuando salvó el escalón y entró en la nave .

Él le iba a la saga silbando.

¿ Es que no se van a saludar nunca ?pensó Arna...vaya dos...

 

Solo al llegar a la sala de mandos se dignaron dirigirse la palabra: “-Buenos días Comandante

                -buenos días Capitana...

por fin ,uf suspiró Arna

                -¿ tenemos más información?

                 -no que yo sepa, aún no.

                 -Perfecto ,no sabemos donde vamos ni a que...y aún pretenderán que las cosas salgan bien...refunfuñó ella.

 

Arna activó los mandos de control y su imagen apareció en a pantalla del puente : “-les describo breve mente la misión

Van a llevar una novedosa forma de energía al asteroide 1567.

Es vital que esta vez consigan correctamente el despegue ,no queremos ni un error más .Están en juego los intereses del Universo entero en esta misión .

¿Lo han entendido bien?de fracasar de nuevo  y sobre todo por rencillas personales serán relevados de sus cargos sin contemplación,degradados y devueltos a la vida civil.

¿ Me he explicado?

-Alto y claro,Señora contestó ella.

-Oído cocina pensó él.

-¿Alguna pegunta?

-Si señora,¿ la energía que llevamos es estable?

-la energía que llevan es inestable como toda forma de energía. Repase su apuntes  de primero de física Capitana, pero es lo bastante estable lo como para ser envasada y transportada.

 

-¿ Hay algún peligro de agresión exterior? Preguntó él.

-Siempre lo hay Comandante ,pero lo hemos previsto contenedores más pequeños de esa energía ,que por cierto se llama ROAM en caso de ataque exterior lancen los ,bloqueara los atacantes.

¿Que clase de novedosa energía era esa ,la habrían ensayado ya lo bastante ,repelería por si sola naves enemigas? ..curioso  muy curioso y peligroso no llevaban otras armas .Pero bueno para eso estaban para asumir riesgos...ella lo tenia claro ,de pequeña su padre no se cansaba de decirle que de ningún cobarde se había escrito nada.

En cuanto a él ,él sabia que energía era y de donde provenía . De las entrañas mismas de la tierra ,de la humanidad .

Había costado mucho estabilizar el paso de su forma ARI a ROAM, pero al final parecía que el bloqueo se había conseguido y no había riesgo de quedarse sin ROAM ,porque poca cantidad de ARI se podía convertir en mucha fuerza ROAM.

Y en universo había ARI para dar y regalar ,podrían seguir captando .Es más todos los ataques que recibieran serían a la vez su fuente de energía.

Extrañezas de la física, complejidad de la química.

 

-         Duración prevista del viaje?

-         El asteroide esta a media hora años luz.¿-alguna pregunta más?

-         -no,

-         -no

 

¿ Preparados  entonces pregunto Arna?

-Si Señora respondieron al unisono.

-         -Bien pueden despegar,buen viaje. Feliz regreso.

  

Ella respiro hondo y recordó su regla nemotecnia para activar tanto botón,una canción de Rosa León ,nos o cu pa mos del mar y te en mos di vi di da la ta rea ,tu te o cu pas de las o las yo vi gi lo la ma rea es can sa do ya lo se  ...cada silaba era un botón.

En cuanto a él su formación aeroespacial y su memoria fotográfica le permitían ir activando mando tras mando sin pestañear.

Cuando todo estuvo en verde solo cuando todas la luces parpadeantes se sincronizaron en el verde ,entonces se miraron y sonrieron...

_¡ Has traído lo que te pedí?

_Claro que si ,dijo ella y saco de la acolchada cazadora plateada dos copas de fino cristal Ruso y una botella pequeña de cava.

¿_Y tu ?

_Yo también aunque cada vez es más difícil. No quieren  que tomemos estimulantes ni relajantes artificiales.

_ Si y ya sospechan que lo que llevo de cristal no es un espejo: voy a tener que maquillarme.

-Y yo dejarme la barba para que cuele que son cuchillas de  afeitar dijo sacando una capsula plateada de la pernera de traje...

-Su café, señora, y a ver cuando lo dejas que no hay quien te aguante.

De forma que las cámaras no lo recogieran  ella le saco la lengua en un cariñoso gesto de burla,:”_sería mucho peor sin él...créeme. Pero lo intentaré.”

Apretó el botón de encendido. Una inmensa luz cegadora inundó la nave ,entonces aprovechando el momento descorcharon el cava y brindaron...POR LA PAZ ,¡NASDAROVIA!

 

Ella sabia que le tenia que dar la mano a él para despegar, porque le daba miedo la sensación de ser proyectado hacia atrás en el sillón, de no estar bien anclado y salirse y perderse en el espacio exterior: había sido expulsado alguna vez..

Él sabia que tenia que darle la mano al aterrizar ,porque temía estrellarse: Sus practicas solo se habían realizado en el mar ,era experta en amerizajes ,pero tomar tierra le costaba una vez no se le abrió el paracaídas estrellándose la nave.

Les había costado llegar a ese simple acuerdo, era difícil, reconocer con sus rangos , sus miedos. A pesar , de todo solo eran seres humanos.

 

¡Vaya dos !pensó ADNO ,el Comandante Supremo, menos mal que no me equivoque ,después, de todo al escogerlos para esta misión.

Se han olvidado de la música de fondo. Escuchó ¡Ah pues no ,no se han olvidado!...por los altavoces se podía escuchar intermitente mente a Marina Roussell y Lluis Llach  cantando:” quant tohom viúra d amor no hi haurá mai més miseria ,els  soldats serán trotador,a potrero non podrem veure”.

 

Y después a Jaques Brel: quand  on a que l´amour pour parler aux cañons et ríen qu´une chanson por convaincre un tambour, alors sans avoir que la force d ´aimer  nos aurons  dans nos mains, AMIS ,le monde entier.

 

Mari Carmen Martínez Sánchez - Cullar Vega -16-03-2010.

 

Con mi agradecimiento a Enrique Barios por su libro AMI-EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS y toda la ayuda que este me prestó.

 

Adenda : traducción del texto en catalán:

 

Cuando todo  hombre viva de amor ,no habrá nunca mas miseria.

Los soldados serán trobadores,pero puede ser que nosotros no podamos verlo.

 

                 Traducción del texto francés:

 

Cuando solo se tiene el amor para hablarle a los cañones,y solo una canción para convencer un tambor...entonces sin tener más que la fuerza de amar tendremos ,amigos ,en nuestras manos el mundo entero.
 

 

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LA ANTINOTICIA

LA ANTINOTICIA

“Una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante”. (Aldous Huxley)

Sería la última portada del último periódico, un titular de despedida. La orden había llegado de arriba y no había vuelta atrás: era imposible competir con la prensa digital, sólo los diarios de grandes tiradas, sostenidos por multinacionales de oscuros intereses, se mantenían en la calle, los demás habrían de digitalizarse o desaparecer.

En veintitrés años, nadie había cuestionado su libertad para actuar, sólo se le había exigido una ética que nunca fue necesario recordar a nadie de la plantilla. Guardaba por ello un hondo aprecio hacia Benítez, uno de los pocos hombres que aún creía en la libertad de prensa, el mismo que le acogió en el periódico cuando era un novato recién salido de la universidad, un joven entre tantos, que creía saberlo todo sin haber vivido nada. Lo que más apreció de él fue que supo confiar en que ese joven llegaría a ser un buen periodista. Aquello que en su momento pareció lejano e imposible se transformó en realidad y se sentía orgulloso de no haberle defraudado.

La última portada . . . sabía que tenía total libertad para hacerla, sabía que incluso aunque escribiera: “A LA MIERDA TODO” se publicaría . . .

Empezó a hacer memoria de los miles de titulares que había tenido que elegir, de los cientos de miles de noticias que habían pasado por sus manos, hasta que recordó la frase de Huxley, aquella en que afirmaba que una verdad sin interés puede ser eclipsada por una mentira emocionante. Comprendió por un instante el triste estado evolutivo de su especie, pero ya no caía en el error, como años atrás, de hundirse en el desánimo, también guardaba miles de recuerdos de la grandeza humana.

Girando en torno a la frase pensó: ¿cuál es la verdad más diáfana, más absoluta, más evidente y que, sin embargo, pueda resultar sin interés?, ¿y cuál es la afirmación que la mayoría consideraría una mentira, pero una mentira emocionante?

Echó un vistazo a la botella de güisqui gran reserva que Benítez, con lágrimas en los ojos, le había entregado, a modo de despedida, el día anterior, y bebió un trago corto y pausado. Entonces lo comprendió y se asombró al descubrir la paradoja: había un titular que cumplía los requisitos de ser al mismo tiempo una verdad sin interés y una mentira emocionante. Lo escribió antes de que algo se lo pudiera arrebatar de la memoria, la portada, a media página, pondría:

LA VIDA ES MARAVILLOSA”

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EN TIERRA DE NADIE

EN TIERRA DE NADIE

Esta tierra que hace rebrotar la vida en cada ciclo, que regala todo lo esencial a quien sepa reconocerlo, pero cobra carísimas las vanidades.

Esta tierra que contiene en su aire, sus aguas y sus entrañas, los restos de todos y cada uno de nuestros hermanos que ya concluyeron su viaje.

Esta tierra que nos perdona cada día, pero nada olvida.

Esta tierra que creemos nuestra, no lo es en propiedad, es un legado sin más dueño que un proceso inconcebible del que formamos parte.

Esta tierra siempre ha sido tierra de nadie, por eso es la tierra de todos.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

EN TIERRA DE NADIE  
 

SE MERECÍA AQUELLAS VACACIONES ,SE LAS HABÍA GANADO A PULSO.

HABÍA SALIDO DE LA CIUDAD ESCUPIDA HACIA LA CAMPIÑA COMO TANTOS OTROS PERO ANÁRQUICAMENTE SE HABÍA PEDIDO VACACIONES EN MAYO, AL DIABLO LOS CALORES DEL VERANO Y LAS INSOPORTABLES MUCHEDUMBRES EN  TODAS PARTES....

  SALÍA HUYENDO ESTE PRIMERO DE MAYO, POR UNA VEZ IBA A SER LA FIESTA DEL TRABAJO DE VERDAD ,LA DEL NO TRABAJO CLARO. 

POCO A POCO LOS BLOQUES DE PISOS FUERON DANDO PASO A LOS GRISES SUBURBIOS ,LAS  ESCASAS CHABOLAS A LOS CAMPOS ,LOS CAMPOS A LOS DESVÍOS... EL DESVÍO HACIA AVIGNON ...SUR LE PONT ...IBA CANTANDO, RECORDANDO SU INFANCIA ....Y PRONTO APARECERÍAN LOS CAMPOS DE LAVANDA ...Y LOS OLORES Y LAS FLORES...Y LAS VIOLETAS  Y LOS AMARILLOS DE LOS TRIGALES SALPICADOS DE AMAPOLAS Y BLEUETS . 

BAJÓ  LAS VENTANILLAS ,TODAS LA VENTANILLAS Y DIO TODO EL VOLUMEN A LA RADIO ...UNA LOCA ,PARECERÍA SIN DUDA UNA LOCA ,PERO UNA LOCA FELIZ. 

  LIBRE...RESPIRANDO A PLENO PULMÓN ,MENOS MAL QUE DE PEQUEÑA SE HABÍAN ENCARGADO DE LLEVARLA AL CAMPO Y NO SUFRÍA LAS MALDITAS ALERGIAS QUE PADECÍAN LOS JÓVENES DE HOY EN DIA , JÓVENES DEL ASFALTO NO DE LA TIERRA NO DESENSIBILIZADOS A TIEMPO DE POLENES Y OTROS ELEMENTOS EXTRAÑOS AL SISTEMA INMUNE.... 

COMENZÓ  A  AMODORRARSE UN POCO A PESAR DEL VIENTO EN LA CARA Y EL PAISAJE CAMBIANTE DE CAMPOS CULTIVADOS ,SUPO ENTONCES QUE ERA HORA DE COMER ,SUS NIVELES DE GLUCEMIA NO PERONABAN ,OTRA REMINISCENCIA DE LA INFANCIA : ¡ A QUIEN SE LE OCURRE CRIAR A NADIE CON LECHE CONDENSADA !DE AHÍ SU ETERNA SED ,DE PEQUEÑA TODO SU EMPEÑO ERA DARLE DE BEBER  A LAS COSAS ,HASTA METIÓ UN DESPERTADOR EN UN VASO DE AGUA ,Y EL PRIMER REGALO QUE LE PIDIÓ A SU ABUELO PATERNO PARA REYES FUE UN “PABAYO”.EN CONTRA DE LA  VOLUNTAD MATERNA ,QUE DECÍA QUE UN CABALLO NO ERA JUGUETE PARA UNA NIÑA, SU ABUELO LE COMPRÓ UN PABAYAO ,UN PABAYO DE CARTÓN CLARO Y ELLA PENSANDO QUE AQUEL ANIMAL TENDRÍA LA MISMA EDAD QUE ELLA ,LE METIÓ LA CABEZA EN UN CUBO DE AGUA... 

TENIA QUE PARAR SE ESTABA MAREANDO...NI LOS CARAMELOS DE VIAJE DE LA GUANTERA DE LA  PUERTA LA SALVABAN YA...

SE DEBIÓ HACIA LO QUE PARECÍA UN PUEBLECILLO.

SEGURO QUE HABÍA UN SITIO PARA COMER... 

POR UN BREVE ESPACIO DE TIEMPO ,UN FLASH ,UN SEGUNDO NOTO COMO SI EL COCHE CHOCARA CONTRA UNA PARED BLANDA  Y TRANSPARENTE COMO  CON UNA DENSIDAD DIFERENTE . NADA LA HIPOGLUCEMIA ... 
 

ENCONTRÓ  EL TÍPICO BISTRO DE MADERA CON DOS MESITAS EN LA PUERTA, FLORES, PRIMULAS DE COLORES EN LOS ALFEIZERES DE LAS DOS  VENTANA S DE LA FACHADA A AMBOS LADOS DE LA ENTRADA, Y LOS MANTELILLOS DE CUADROS VERDES Y BLANCOS  DE VICHY... Y COMO NO LOS CENICEROS METÁLICOS DE CINZANO...

PARECÍA UN BONITO Y ACOGEDOR BAR. 

SE SENTÓ FUERA, LA CARA HACIA EL SOL  TIBIO DEL DEL MEDIO DIA. 

UN CAMARERA ,QUE PARECÍA SALIDA DEL TIROL CON DELANTAR BLANCO DE PUNTILLAS SOBRE FALDITA VERDE BOTELLA ,LA SALUDÓ: 

-”BONJOUR MADAME,:QUE PUIS-JE VOUS OFFIR? 

_UN DEMI S ÍL VOUS PLAIT...UNA CERVEZA ,MEJOR QUE UN PASTIS ,QUE HABÍA QUE CONDUCIR... 

-EST-CE QUE JE POURRAIS DÎNER S ÍL VOUS PLAIT? ,JE SAIS QU ´IL EST UN PEU  TARD ,PEUT-ÊTRE .

-MAS NON PAS DU TOUT ,NOUS PUVONS VOUS OFFRIR DU POULET , FRIT OU DU COQ AU VIN,UNE SALADE ,DU FROMAGE ET DES FIGUES .... 

PERFECTO ,POLLO FRITO O ESTOFADO AL VINO ,PATATAS FRITAS ,UNA ENSALADA ,QUESOS Y HIGOS ,UN BUEN MENU. 

-ÇA  SERA PARFAIT ,LE COQ AUN VIN ,AU LIEU DU POULET FRIT JE VOUS EN PRIE.. 
 

SE QUEDO EXTRAÑADA DE   LA PLACIDEZ DEL LUGAR ...NO PASÓ  NI UN COCHE EN TODO EL RATO EN QUE ESTUVO ALLÍ  SENTADA ,SI AMABALES PAYESES, AZADON AL HOMBRO ¡NO HABÍA VISTO NI UNA SOLA DE ESAS MONSTRUOSAS MAQUINAS  COSECHADORAS!  NO NI UNA SOL. 

ALGUN QUE OTRO NIÑO  PASÓ EN BICICLETA . 

  DOS MUCHACHAS S  ANDANDO DESPACIO , AL LLEGAR A SU ALTURA LA SALUDARON AMABLEMENTE Y TAMBIÉN DIJERON : “BONJOUR PAULETTE ÇA VA?.”..

SU CAMARERA SE LLAMABA PAULETTE. 

  SIGUIERON CAMINO, PARECÍAN CONTARSE CONFIDENCIAS CUCHICHEANDO...

CONFIDENCIAS DE ADOLESCENTES. 
 

ENTONCES SE DÍO CUENTA DE QUE NO SABIA COMO SE LLAMABA EL LUGAR ...

EL BAR SE LLAMABA  :”A L ´ AUBERGE DE PIERRE “ 

LE PREGUNTÓ  A PAULETTE :”- COMMENT S ´APPELLE CE VILLAGE?¿COMO SE LLAMA ESTE PUEBLO ?

-OH!  RESPONDIÓ  PAULETTE NO TENEMOS NOMBRE ,CADA UNO QUE VIENE LE DA EL QUE QUIERE

¡ A SI ,QUE CURIOSO!

  ,TIERRA SIN NOMBRE ,TIERRA DE NADIE, PERO ESTAMOS EN EL SUR DE FRANCIA ¿VERDAD ?

O SI CLARO ,CLARO QUE SI, EN PROVINCE CLARO...PERO VIVIMOS DE UNA FORMA UN POCO DIFERENTE ,SEGUIMOS PRACTICANDO EL TRUEQUE ,LOS CULTIVOS ECOLOGICOS, TODO LO QUE ESTA COMIENDO ,VIENDO Y SINTIENDO ,TODO ES NATURAL...

¿AH Y PARA DE PAGAR COMO SE HACE ,ADMITEN DINERO? ,

-COMO USTED QUIERA SI QUIERE PAGAR CON DINERO BIEN SINO CON LO QUE USTED SEPA HACER.” 

¿ QUE SABIA HACER ELLA? 

ELLA SOLO SABIA ESCRIBIR Y NO MUY BIEN. A FUERZA DE TRABAJAR PARA UNA PUBLICACION ROSA Y ENTREVISTAR PITIAS EN PALACIOS DE CRISTAL ESTABA PERDIENDO HASTA EL ESTILO ...SI ELLA  SOLO SABIA  ESCRIBIR.

 

-AH BIEN PUES QUÉDESE UNOS DÍAS VEA COMO VIVIMOS Y ESCRÍBALO... 

MIRA TU QUE IDEA...ESCRIBIR A CAMBIO DE ALOJAMIENTO Y COMIDA  SANA,

  BUENO ERA LO MISMO QUE HACIA DIA A DIA PERO MEJOR INFINITAMENTE MEJOR... 

-VALE ME QUEDO ,

¿PARA CUÁNTOS DÍAS TIENE HABITACIÓN Y CUANTO TENDRÍA QUE ESCRIBIR?

  -QUÉDESE LO QUE QUIERA Y ESCRIBA CUANTO QUIERA DE LO QUE SIENTA DE LO VEA ,DE LO QUE CREA QUE PUEDA INTERESAR A LOS DE FUERA... 

-¿A LOS DE FUERA?

-SI A LOS QUE NO LLEGAN HASTA AQUÍ

-¿  Y NO TEMEN QUE LOS INVADAN Y PEDER SU CALMA ?

-LOS CAMINOS QUE LLEGAN HASTA AQUÍ SON LOS BASTANTES COMPLICADOS COMO PARA PREVENIR INVASIONES.

-BIEN PUES ME QUEDO...

¿PUEDO ENTRAR AL BAÑO ANTES DE  SACAR EL EQUIPAJE DEL COCHE ?

-CLARO COMO NO, PASE ,AL FONDO A LA DERECHA ESTA EL SERVICIO... 

ENTRÓ  EL LUGAR ERA COMO ERA DE ESPERAR ,TÍPICA CASITA FRANCESA CON PAPEL TOILE EN LAS PAREDES Y ALGUNAS FOTOS EN BLANCO Y YNEGRO, EMNARCADAS ,COLGADAS. 
 

SE ACERCÓ  A UNA DE ELLAS: DESDE DETRÁS DEL CRISTAL PIERRE Y MARIE APOYADOS EN SUS BICICLETAS, PARECÍAN DECIR :

”BIENVENIDA A LA TIERRA INTERMEDIA ,LA TIERRA DE NADIE ,DONDE EL ESPACIO Y EL  TIEMPO SON LO QUE  EINSTEIN EN SU DÍA DIRÁ” 

  Y MARIE AÑADIRÍA :” SI TE QUEDAS LO SUFICIENTE TAL VEZ  PUEDAS VERLO  Y HABLAR CON ÉL ,LE DIREMOS QUE ESTAS AQUÍ, FUE ÉL QUIEN NOS RECOMENDÓ EL LUGAR PARA NUESTRA LUNA DE MIEL...” 

MARICARMEN MARTÍNEZ


 

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NOCHE DE PERROS

NOCHE DE PERROS

Aquella fue la noche en que estalló la ira y saltaron todos los límites de la frustración y el miedo. En las grandes ciudades del Primer Mundo estalló la locura, y una luna llena roja como la sangre observó como una cadena de incendios y crímenes mostraba el resultado de décadas de represión interior de millones de personas.

Al principio pocos tenían razones para la ira, pero horas después, todos estaban convencidos de tener derecho a la venganza.

Se llamó, años después, cuando se prohibieron las poblaciones humanas de más de cincuenta mil habitantes, la Noche de Perros.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

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PASO PALABRA

PASO PALABRA

 
   No me eches el muerto, pásalo sin dilación a otra persona como si fuera la palabra que lo representa, pues las palabras se las lleva el viento. Que rueden los muertos de mano en mano como las monedas, como una llamada de teléfono donde vuelan atropelladamente las voces, achuchándose unas a otras, yendo del hablante al oyente a través del canal.

   Hace tiempo que me acontecen algunas aventuras extrañas. Una de ellas se debe a las palabras, he de reconocerlo. Me pesan mucho, en especial las esdrújulas, creo que no las trago porque no las comprendo en su verdadera dimensión, tal vez por ser tan enigmáticas, y no digamos los sobreesdrújulos, ahí ya no hay forma de hincarle el diente, de hallar palabras llanas, sencillas que lo aclare, parece que no tienen corazón o hartura con tanta hojarasca y tallos como le florecen por todas partes, y sucede que cada vez que asoma una por la ventana enseguida te echas a temblar, pues deja pringando la casa, las ropas, el entendimiento, como si entraran tropas enemigas a saco en una auténtica guerra de asalto y pillaje resquebrajándose hasta los cimientos del cielo del pensamiento, es decir, que lo dejan a uno hecho un asco, con los hechos heroicos o las tristezas más horrendas que se puedan contar con ellas, al ir acumulándose en multiformes montones de excrementos físicos, metafísicos o morales.

   Los contenedores, a buen seguro que se quedan atrás en aromas estridentes cuando se vislumbran por lo alto del callejón las esdrújulas o los sobreesdrújulos con sus perfumes, de ahí que esos vocablos no haya manera de poder pasarlos a nadie que sepa su ADN, a no ser que se mastiquen concienzudamente extrayendo la esencia, ya que los rechazan. Además rara es la vez en que no llegan a tu vida como simples okupas adueñándose de repente de excesivo espacio en la cavidad bucal, y encima se quejan de mal trato por el hostigamiento de la estrechura y salen desbocados como toros a la plaza, una vez que los colocas en fila para pronunciarlos, y te das cuenta de que ni suena en condiciones la úvula o campanilla del velo del paladar, ni nada de nada, pues le falta alimento, aire a las criaturas para emitirlas.

   Ya está bien de tanta insistencia en paso palabra, y sobre todo sin especificar; habrá que hacer distingos entre las más dóciles o las menos corrosivas para que los más rebeldes a la recepción puedan dormir tranquilos protegiéndose de la metralla connotativa que en determinados momentos o situaciones límite conllevan.

   El otro día un amigo pensó que sería bueno llevar a cabo un lifting en la cara principal de tales palabras o realizar en el vientre una liposucción, donde más masa literal hay, al aire libre para que nadie se intoxique de su veneno, en la parada del metro o en la salida de un campo de fútbol y todos aplaudan por la hazaña.

   Tal vez fuera todo un éxito pasar palabra donde más amor le dispensan, un foro de Chat de Internet, una sesión parlamentaria de políticos en el congreso, o en  una clase que se imparta la enseñanza de un idioma, que seguramente que ya las tengan amordazadas o cautivadas por la cantidad de cadáveres lingüísticos que habrán pasado por su piel y lo más probable es que les resbalen.

   Sin embargo es chocante y no se entiende el porqué nadie puede vivir sin pasar palabra, continuamente están largando, enviando SMS, fax, e-mail, cuya materia prima son las letras, como se sabe, y precisamente lo que están realizando es eso, pasar palabras encadenadas formando un puente comunicativo que no tiene fin.

   A los niños cuando son pequeños le cantan nanas para dormirlos meciéndolos en la cuna o les cuentan cuentos según van creciendo y se quedan extasiados escuchando las aventuras de las heroínas, de los héroes, los cerditos, el lobo y funciona como alimento, como si se nutriesen más de las palabras que de la teta de la madre o de los potitos o plátanos aplastados que les daba su abuela.

   En cierta ocasión un niño lloraba desconsolado, como si lo estuvieran matando, y cuando le pusieron en la tele una historieta de dibujos animados se le cambió el rostro y se puso a sonreír como si entendiese todas las palabras que pronunciaban los animalitos del bosque encantado.

   Las palabras que se ponen pesadas pronto nos las quitamos de encima de un manotazo como mosca molesta, y a veces son las primeras que se quieren pasar al que se considera el enemigo para hacerle la pascua, pero no para divertirse con ellas jugando o tirándoselas como pompas de jabón, de ahí que se puede arreglar en estos casos el entuerto convirtiéndolas en juguetes que sean del agrado de la persona a la que se la pasamos, y así lograr conquistarla con floridos y bonitos crucigramas que lleven brillantes rayos de sol con ramilletes de flores o dulces trofeos de oro, todo confeccionado con rico chocolate, untándolo en las palabras antes de pasarlas a los demás.

   De esta forma las palabras tediosas u horribles las transformaríamos en una rica aureola que fuera la envidia de los respectivos oyentes o lectores, de tal suerte que  todo el orbe quisiera asistir al festín, atrapándolas, abrazándolas de todo corazón.

   La incomunicación, la depresión, el estrés, la ansiedad son los enemigos primigenios del paso palabra, por el estado anímico en que se encuentran. Así que gritemos todos con fuerza, “viva el paso palabra”, que no decaiga la fiesta, y perdure por los siglos de los siglos. 
 
 José Guerrero Ruiz


 

PASO PALABRA


Y yo te digo: adonde quieres llegar? y tu me dices: porque hay que llegar? 
y así se extienden las relaciones ambiguas de silencios marcados, de frases calladas, de miedos encendidos, 

no sé a que, quizá al rechazo.

Y tu quien eres? y porque vienes?

Seguimos haciéndonos preguntas en lugar de vivir con las respuestas pocas o muchas, verdaderas o falsas. 

Y ahora que hacemos? que tenemos entre las manos??

 Interrogantes que la vida nos hace y que contestarlos nos enfrenta a una realidad  no querida. 

Más entonces despierto de mi ensoñación , sacudo mis alas, no busco preguntas...... ni respuestas.......

 solo vivo el hoy, que es lo que tengo, y a todo lo demás digo : pasapalabra. 

Alicia Gaona


 

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AGITAR ANTES DE USAR

AGITAR ANTES DE USAR


INSTRUCCIONES DE USO:

1-Sáquelo de donde lo había introducido y condúzcalo con una mano al lugar oportuno.

2-Sosténgase firmemente con una o ambas manos.

3-Agítese con un movimiento firme y constante de muñeca hasta conseguir la consistencia deseada.

4-Retire la funda de plástico, si la hubiera, antes del momento apropiado.

5-Tenga mucho cuidado de no derramar el líquido antes de tiempo.

6-Una vez derramado, extiéndalo, según su gusto, por toda la superficie.

7-Disfrute de su olor, sabor, consistencia y de todos los placeres que le pueda brindar, solo o en compañía.

8-Finalmente, cierre el bote de mayonesa, vuelva a meterlo en el frigorífico y deje de pensar en extraños juegos de palabras de doble sentido.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net



 

AGITAR ANTES DE USAR 


UNA VEZ MÁS, LA HABÍA CAGADO.

 

DESPUÉS DE TANTO ESFUERZO, DESPUÉS DE SELECCIONAR CUIDADOSAMENTE LAS RECETAS, DE BUSCAR  EL MEJOR MARISCO EL MEJOR PESCADO ,LA MEJOR TIENDA DE DELICATESSEN PARA COMPRAR LOS INGREDIENTES ,LA HABÍA PIFIADO.

 

ERA UNA CENA TAN IMPORTANTE PARA ELLA QUE SELECCIONO DEL LIBRO “AFRODITA” DE ISABEL ALLENDE UN MENÚ SUGERENTE:

CREMA ALICANTE ,GALLINA DEL BUEN ROMANCE Y  MOUSSE DE LIMÓN.

 

COMO SIEMPRE SE PUSO MANOS A LA OBRA EL DÍA DE ANTES ,PARA QUE LLEGADO EL MOMENTO SOLO HUBIERA QUE ULTIMAR LOS PLATOS.

BASTANTE COMPLICADO ERA  MONTAR UNA CENA ESPECIAL  ,LA  LIMPIEZA DE LA CASA, LA MESA Y  ESTAR ELLA A PUNTO Y DESLUMBARNTE, CON EL BAÑO RELAJANTE, LA ELECCIÓN DEL VESTIDO, DE LOS COMPLEMENTOS ,DEL PERFUME  Y DEL MAQUILLAJE COMO PARA ENCIMA TENER QUE PASAR LA TARDE EN LA METIDA EN HARINA ,EN LA COCINA..

 

EL PRIMER PLATO ACABADO, EL SEGUNDO BIEN ,UN GOLPE DE HORNO PARA CALENTARLO.

 

PERO EL TERCER PLATO ¡AY EL TERCERO! ¡ACABABA DE DINAMITAR EL POSTRE !

 

AL IR A ECHARLE LA NATA CON LAS PRISAS NO SE ACORDÓ QUE HABÍA QUE “AGITAR ANTES DE USAR”

ALLÍ ESTABAN LA  COPA  DE MOUSSE  SIN PRESENCIA ALGUNA , AGUADA FOFA ,SIN CUERPO  ,DESARMADA....

 

YA SABEN AMIGOS, AMIGAS...SI NO QUIEREN ESTROPEAR UNA BONITA CENA, QUE EL POSTRE SALGA BIEN ,QUE SU COMENSAL NO SE RETIRE ANTES DE FINALIZAR...NO SE OLVIDEN DE AGITAR ANTES DE USAR . 

Mari Carmen Martínez



AGITAR ANTES DE USAR

   Hubo un tiempo en que Alfonso pasaba las vacaciones de la infancia en casa de los abuelos y recordaba de los mayores algunas canciones como, “Cuando la tarde languidece/ renacen las sombras/ y en la quietud de los cafetales/ vuelven a sentir/ esta triste canción de amor/ de la vieja molienda/ en el letargo de la noche/ parece decir/ una pena de amor/ una tristeza/ lleva el zambo Manuel/ en su amargura/ pasa incansable la noche/ moliendo café//. Pero no alcanzaba a descifrar el significado de tales palabras –triste, canción, amor- y menos aún lo de moliendo café cuando contemplaba a la abuela moliéndolo en la cocina con mucha parsimonia, y qué entrañaba la canción con la de cosas que allí se amasaban, viandas de todo tipo, sobre todo los preparados que se trituraban o recortaban durante horas y luego se moldeaba o removía la masa después de moverla y agitarla a fin de elaborar exquisitos platos que a la postre se servían a la mesa participando él en el festín.

   Uno de los que más le atraía era la ensaladilla rusa, con la mayonesa producida batiendo aceite crudo y yema de huevo con otros añadidos. Siendo el nieto más pequeño de la familia y el más revoltoso, la forma idónea para que se relajase era echarle de comer el primero, pues se comía a pavía, y así, comiendo a dos carrillos, templaba los nervios sobremanera. Pero había otros batidos que no le iban a la zaga, así, la tortilla española o a la francesa, batiendo los huevos en un recipiente, tortillita de bacalao, añadiendo harina, agua, ajo y perejil, el gazpacho andaluz, con tomates, pimientos, cebolla, pepino, sal y ajos, o el rico helado de postre, batiendo leche, azúcar y frutas.

   Con el paso del tiempo Alfonso ha ido creciendo, entrando en años lo que ha motivado que su experiencia y gustos evolucionen al unísono como todo lo que conlleva, y al igual que se fue convirtiendo de niño en adulto, así también le ha acontecido con respecto al cuerpo y al espíritu.

   A partir de entonces le ha tocado vivir múltiples vivencias, políticas, sociales o culturales yéndosele inoculando paulatinamente en el cerebro nuevos caminos, proyectos inéditos, y como el arbolito que va creciendo empezó a echar tallos, hojas, flores, fruto. En su agenda hervían los más dispares condimentos que le arrastraban como viento inesperado y no podía por menos de exhibir sus armas, su fortaleza, sean dictaduras, vidas adocenadas, imposiciones oligárquicas o burguesas rechazándolas de plano, según la agitación de sus inquietudes, lo que le causó no pocos quebraderos de cabeza o estancias entre rejas en lóbregos calabozos o en cuartelillos con las consiguientes manchas en el expediente académico.

   A pesar de las borrascas que brotaban en el mapa de su vida no se amilanó nunca por nada, antes bien crecían sus alas ante los obstáculos siguiendo las directrices de su corazón, a veces por testarudez, otras por emociones, y se lanzaba al campo de batalla revolviendo, agitando las mansas aguas del estanque en feroces agitaciones de masas y se desenvolvía como pez en el agua, todo en pos de sus ideales, que, aunque utòpicos, le encendían el ánimo llenándole de orgullo, y de esa suerte respiraba tocándose su cuerpo, palpando las vibraciones que lo envenenaban antes que pegarse un tiro en la sien.  

   Posteriormente vivió en pareja y aunque tenía bien aprendida la lección, agitar antes de freír, cocer o condimentar, sin embargo sus conocimientos ofrecían un límite, no podían abarcar todas las ramas del saber. Llegado a este punto podría exclamar como el filósofo, sólo sé que no sé nada.

Y no cabe duda de que en las relaciones sentimentales dejaba mucho que desear.

   -Cuántas veces te he dicho, Alfonso, que antes de abrir el preservativo lo muevas y lo agites sin miedo para ver en qué estado se encuentra, si te han entregado gato por liebre, si trae algo extraño en el interior, o está hecho una piltrafa como le sucedió a tu amigo, o vaya usted a saber, pero ni por esas, no hay forma de que te responsabilices-apostillaba ella.

   <<Alfonso, según atisbo por las indicaciones que aduces acerca de tales escenas que apuntas, observo así por encimilla con qué escrupulosidad agitas todas las mañanas el tetrabrik de soja antes de beberlo por si apareciese algún gazapo, un lagarto engullido por la máquina de la fábrica, embalsamado o algo por el estilo.

   <<De lo que refieres infiero que lo que en verdad te quita el sueño es la situación de tu vientre, la tripa, y los demás que se busquen la vida como puedan. Pues mira, hasta aquí hemos llegado, te doy el ultimátum, la próxima vez que agarres un preservativo y no apliques las mínimas instrucciones que se recomiendan en estos casos te vas con tu madre, coño, dejaré de confiar en ti y por supuesto que dormirás en plena calle, porque cambiaré la cerradura y sanseacabó. Así como lo oyes, y no hay más, yo también tengo un vientre, además de una vagina, y procuraré que al menos funcione como el tuyo.

   <<Da la impresión de que a ti te da lo mismo ocho que ochenta, claro, siempre jugando a tu favor por supuesto, pues empápate de una puñetera vez de que yo no soportaría en estos momentos por nada del mundo, con lo que estoy pasando, un embarazo ni de broma, a mis cuarenta y un años, que se dice pronto, te lo digo muy en serio, o sea, que si por tu mala cabeza me quedase por descontado que no lo dudaba, te rajaba como a un cerdo de arriba abajo colgándote en mitad de la plaza pública para escarmiento de zascandiles y espabilados que andan sueltos por ahí, y no me daba por satisfecha porque me plantaría en los foros más concurridos del orbe para divulgar tu necia hazaña, bien en programas de radio, prensa o de televisión, pero atizando de lo lindo hasta el punto de que no me importaría desnudarme en el plató, en los programas del corazón, llámese noria, sálvame –nunca mejor dicho-, tal cual o las hormigas blancas, ea.

   Así que agita la bandera de la paz y grábalo no echando en saco roto la sentencia, “agitar antes de usar”.

José Guerrero Ruiz


 

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NO TEMAS

NO TEMAS

   No te preocupes, Baltasar, que gozas de onomástica bíblica, nada menos que de uno de los tres inmortales reyes de oriente ( consagrados magos, hombres sabios que llevaban valiosos presentes ), así que levanta la cabeza, respira hondo, y con un poco de suerte, que seguro que no te faltará, y en línea con la probada paciencia de la que hizo gala tu antecesor, (cuando iban guiados por la estrella obedientes por aquellos desiertos y desolados montes, con aquellos transparentes camellos con una entereza de acero, olvidando las penurias de la sedienta ruta), lo conseguirás.

   De todo ello se deduce que se puede pregonar a los cuatro vientos que la hipoteca, la parásita crisis, el hediendo préstamo y el resplandeciente plan de pensiones se lo va a tragar quien yo sé, porque tú te pasearás en el buque insignia del éxito, y punto.

   Escucha bien lo que te digo, otros en peores circunstancias cantaron lo que no creían, y han sobrevivido a la hecatombe y a los mayores destrozos no sólo físicos sino del alma, pues si haces memoria (ahora que tiene tanta trascendencia en nuestros días para cargar las baterías, poniendo las cosas en su sitio y luchar de paso contra las enfermedades seniles), precisamente recordando al insigne incrédulo que se tomó la osadía de alimentar una horrorosa cobardía, como las delicadas flores que se rodean de abundantes espinas protectoras, andaba titubeando ante la voz de su amo, del todopoderoso que le invitaba a caminar por la superficie de las aguas como pedro por su casa, sólo apoyándose de puntillas mediante las herramientas de la fe. Así que si aquél lo logró, no temas pues lo tienes más fácil.

   Si miras desde otro ángulo observarás que hay gente agraciada con espléndidas fortunas y excelentes honorarios o sueldos que han hincado la rodilla a las primeras de cambio, se han desmoronado, pero más que nada porque les faltó lo que a ti te sobra, fe, mucho amor propio y confianza en la providencia y por encima de todo la esperanza.

   Baltasar, no sería descabellado que intentases relacionarte un poco más ampliando tus redes sociales y arrimarte a buen árbol, que ya sabes las consecuencias que acarrea, no te lo voy a desvelar a estas alturas de la película, y una asombrosa sombra te cubrirá especialmente en lo pecuniario.

   Y a las interrogantes que tal vez inunden tus campos, sobre cómo arrimarse uno a esa sombra, pues lo tienes bastante asequible si consigues unos lazos, por qué no –si rubios mejor que morenos- a los que ya hemos hecho referencia, alargando el hilo de la caña de pescar, lanzándola de nuevo y con más bríos hasta que pique por ejemplo una Esperanza en regla como la de la copla, con bastantes caudales por supuesto, pues de lo contrario la presa sería un fracaso más que añadir a la lista del día de difuntos o guerras perdidas, o sea, más de lo mismo, que a veces has cosechado en la vida pese a tu beatífico nombre, Baltasar, figurando en el santoral de los días más ilusionantes y mágicos de la época infantil o quizá de toda la vida.

   Acaso tus dotes no las has removido y puesto en el lugar adecuado, en tu predio de confianza sacándole el trescientos por cien de rendimiento, regando y abonando como es debido y a su debido tiempo, y, según parece, las conservas olvidadas en el cajón de los desastres, lo que impide su maduración en vez de exponerlos en un revolucionario stand exhibiéndolas a la consideración y mirada de las futuras generaciones.

   Ya es hora de que te pongas a trabajar en serio y eches toda la carne en el asador sacando pecho y enfrentarte a los retos.

  Presta atención a los prístinos tiempos en que tu homónimo, ni corto ni perezoso, llevándose a todo el hato de rebaños tras él por las cimas de los campos en pos de un oasis donde abrevar el ganado, y regaló mirra entre otros ricos presentes, uno de los más preciados a través de los pueblos, te sirva de algo. Quítate la máscara y te percatarás de esa suerte de que tú no serás menos y no vuelvas la cabeza para otro lado, y ahí te las den todas soltando un órdago y quedarte tan fresco, y que el resto del género humano pringue por ti, con la que está cayendo.

   No lo voy a consentir, Baltasar, por mucho que gruñas o me amedrentes pegando bufidos al viento como león enjaulado. Interprétalo como quieras, pero tires por donde tires seguiré tus huellas hasta el fin del mundo, si es preciso.

   Ah, a propósito, se me ocurre una nueva idea, podrías acudir a clase de valses, salsa merengue o algo por el estilo o por qué no aprendes a bailar el tango. A lo mejor éste último se te da mejor por tu constitución atlética, agilidad e hiperactividad innata, y además sea más fácil para tus características dado que guarda similitud con los dados y el juego de las cartas precisamente donde siempre has triunfado por lo bien que lo haces, ahora te cojo, te suelto, te agarro, te odio, te adoro, te escupo, te arrollo, me quedo embelesado o tirado, me abro, me cierro, no me hagas trampas tramposo, que es lo suyo en algunos lances o circunstancias de la vida para sobrevivir, lo mismo que para cultivar el baile del tango y no caer exhausto en mitad del cemento, de una roja alfombra, o vaya usted a saber si devorado en la arena por las fieras.

   Y no me menciones en estos momentos la moral o la ética, haciendo juicios de valor, pues una persona que se encuentra al borde del ataque de nervios y sin ninguna moral o con ella por los suelos, hecho polvo, con el agua al cuello, no puede andarse con chiquitas. Así que hay que mojarse el culo haciendo de tripas corazón, jugarse la vida en donde haga falta, a las cartas, a la ruleta, bailando tangos o valses en los tejados o en plena calle, en el escenario de la vida.

   Baltasar, no olvides que vida sólo hay una, y que por mucha Biblia que hayas mamado y te hayan etiquetado con montañas de ética las conductas de las personas en el proceloso mar de la existencia, mi consigna sigue siendo la misma, siempre adelante contra viento y marea y cantarás victoria.

   Todo depende de ti. Así que levántate y no te hagas el remolón inventando excusas infundadas.

   Que no te tiemble el pulso y la barquilla no zozobrará en las frías aguas de tu dársena.

   Pon los ojos en el punto de mira divisando el horizonte como buen cazador y dispara sin temor a la presa, y a buen seguro que le darás a la caza alcance.

   De tal forma que sin proponértelo emularás al genial conquistador de la antigüedad, conocido por la célebre y concisa frase, llegué, vi, vencí.

Jose Guerrero Ruiz


 

NO TEMAS

No estas solo, yo estoy aquí, no me ves, no puedes escucharme, pero estoy como siempre aprobando tus acciones, compartiendo tus penas,   festejando contigo las alegrías. No temas, ya no estás solo, me has encontrado y en tu descubrimiento, ahora ya sabes que yo soy tú, tú eres yo y que por fin te has encontrado a ti mismo. 

Alicia Gaona


 

NO TEMAS

No temas a la vida, porque formas parte de ella y no puede abandonarte, porque eres tú, en esa extraña simbiosis que los humanos sólo podemos concebir como unión de vida y muerte, incapaces de captar el conjunto indisoluble que forman.

No temas a lo nuevo, todo es nuevo a cada instante y forma parte del transcurrir mismo del tiempo y del universo en que vivimos, sólo tu actitud diferenciará, según mires, cuanto acontece a tu alrrededor.

No temas decir cuanto piensas, si no hay en tus palabras intención de herir: antes o después, quien tenga ojos limpios verá tu intención y perdonará si hubo error en ellas, apreciando cuanto transmitían.

No temas al egoísmo, pero teme al error de imitarlo. Busca tu lugar en el mundo, prepara las mínimas defensas que te permitan sobrevivir y el resto, todo el resto, regálalo, te asombrará lo generosa que es la vida con quien es generoso.

No temas equivocarte, los errores son tan sólo lecciones. De nada sirve girar dolorosamente en torno a un error, aprende cuanto te ha pueda enseñar, completa el círculo del aprendizaje, y recuérdalo luego como un hecho más del pasado. No repetir un error es la prueba de que ha pasado a ser una lección aprendida y no una carga a la que arrastrar el resto de la vida.

No alimentes el miedo con tu temor, porque sólo de tu temor se alimenta. El miedo, que tan sabiamente creó la naturaleza para defender la vida, se transforma, como cualquier medicina, en veneno, una vez que sobrepasa cierta dosis.

No temas a la vida: te fue regalada y deberás regalarla. Ser mezquino en esto sólo te traerá miseria y dolor. Aprende el placer de dar con tanto tesón como todos los egoismos y tristezas de cuantos te rodearon te enseñaron el placer de recibir.

No encierres tu vida mirando sólo una cara de la moneda vital y tendrás, sin buscarla siquiera, la mayor fortuna.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net


 

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LA VERDADERA HISTORIA DEL TABANICO

LA VERDADERA HISTORIA DEL TABANICO

Pocos conocían la verdadera historia de Tabanico, aquel tábano famoso por volar con las alas ligeramente inclinadas, en forma de abanico. Su aleteo, que resultaba especialmente atractivo a las hembras, era considerado una muestra de la creatividad del insecto y hacía volar a su alrededor a sus hematófagas compañeras con la esperanza de conseguir sus favores. Lo que nadie sabía es que su tan extraño aleteo lo había visto y copiado de una multitud de gigantes que, vestidos de vivos colores, interpretaban ruidosos bailes. Había oído que lo llamaban “Día del orgullo gay”, y nunca llegó a comprender qué significado tenía realmente todo aquel alboroto.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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LA NOTICIA DE LA SEMANA

LA NOTICIA DE LA SEMANA
 

MUERTO EL DISIDENTE CUBANO ORLANDO ZAPATA

UNA VIDA MÁS QUE SE VA .

UNA INSUSTITUIBLE VIDA MÁS ...

TENER QUE ESCUCHAR A LOS MISMOS QUE ABOGABAN PORQUE SE DEJARA MORIR A DE JUANA CHAO RASGARSE LAS VESTIDURAS POR ORLANDO... 

LOS, LAS MISMAS QUE NIEGAN UNA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS ,PERO CUELGAN IMÁGENES DE FETOS ABORTADOS EN FACEBOOK, SÍ COMO LO LEÉIS... YO LO HE VIVIDO.

LOS MISMOS QUE ABOGAN POR LA PENA DE MUERTE O AL MENOS NO HACEN NADA PARA IMPEDIRLA DONDE ESTA INSTITUIDA PERO PRETENDEN  MANIPULAR  SU MAJESTAD EL REY PARA QUE NO FIRME UNA LEY SOBRE EL ABORTO DEMOCRÁTICAMENTE APROBADA.

¡VAYA CELADA SEÑOR! UNA VEZ MAS ,Y UNA VEZ MÁS  SIN QUE SIRVA DE PRECEDENTE, CONFÍO EN USTED.

 

Y DIGO YO   
¿ POR QUE LE COSTARA  TANTO  A CIERTA GENTE SER COHERENTE ? 

ESPERO ORLANDO QUE DESCANSES EN PAZ ...HA SIDO TU DECISIÓN, DESDE MI PUNTO DE VISTA EQUIVOCADA, PERO COHERENTE HASTA EL FINAL, LA TUYA Y LA DE LOS DEMÁS... 

UNA VIDA MAS QUE SE HA IDO

UNA INSUSTITUIBLE VIDA MÁS  QUE SE HA PERDIDO

OTRO HÉROE  ZAPATA, PERO ...TAN DIFERENTE...


Mari Carmen Martínez

 

 

LA NOTICIA DE LA SEMANA

La noticia corrió como la pólvora, pronto todos los circuitos estuvieron atascados. Al principio las dudas se extendieron por todo el sistema neurológico. Algunos decían que se trataba de un virus que se había extendido en forma de span desde alguno de los cerebros del taller de reparaciones, otros hablaban de fuerzas extraterrestres que habían creado interferencias en el sistema central. Se buscaron culpables entre las mafias, los poderes religiosos, los masones; renació la teoría de la conspiración, pero pronto no cupo la menor duda: Dios era el único autor posible del mensaje. Y el mensaje era muy preciso: él existía y todo lo demás no eran sino sus etéreos pensamientos, fruto de un instante de inconsciencia. Nadie ni nada existía, el mundo material se deshizo en millones de irrealidades que sólo tuvieron sentido como realización perentoria de las elucubraciones de la mente única, divina, eterna y omnipresente. La primera reacción fue de bloqueo, la vida, el mundo quedo inerte, apenas movido por la inercia restante. Después la somnolencia se fue apoderando de todos y cada uno de los seres del universo, hasta que pronto el silencio del vacío se soñó a sí mismo, en un sueño atemporal, sin principio ni fin.

Diego Pérez Sánchez

 

LA NOTICIA DE LA SEMANA

La verdad que hoy no sabría como encuadrar, ninguna de las cosas que quise compartir con vosotros, a los títulos que hemos dado la semana anterior. Pero creo que de alguna manera de eso se trata, de que cada quien escriba lo que le sugiera o lo que le inspira aún cuando no tenga  mucho que ver, lo dado, con la inspiración.

En realidad empecé la semana como siempre con las mejores intenciones, con deseos de escribir un best seller y compartir con todos vosotros mi triunfo, pero a medida que pasaban los días me quede solo en la parte de documentalizacion, por lo que me llene de datos que ahora ni siquiera sé muy bien a que venían, ya que siguen sin tener ninguna relación con lo dado. 

De todos modos mi reflexión fue a partir de la muerte de Alfonsín.

Hice un diario necrológico de muertes de argentinos relevantes y/o famosos, acaecidas durante el año 2009.

La sorpresa me la lleve cuando vi que aparte de Alfonsin y Mercedes Sosa, otros muchos conocidos: políticos, artistas, científicos, escritores etc. nos habían abandonado y yo no me había enterado, sé muy bien que en España fueron también muchas las personalidades de diferentes ámbitos que han fallecido aunque a algunos no los conociera y porque no recordar ya que de necrológicas se trata a Mario Benedetti, esta vez uruguayo,pero lo que me sorprendió no fueron las muertes en si mismas, que no deja de ser parte de la vida, me sorprendió o mejor dicho tome conciencia de que una persona que alguna vez sentiste cerca ya sea por sus acciones o sus obras pueda irse de este mundo, sin que te enteres. 

La verdad, al principio de venir de Argentina solía leer los periódicos de allí para no perder el contacto con su día a día, pero en algún momento deje de hacerlo y es así que salvo que alguien me lo comente o que la persona sea de relevancia internacional, no me entero de quien se queda o quien se va. 

Evidentemente no es que esto tenga una particular importancia para nadie, pero si que me hizo reflexionar que estamos hechos de retazos,  nuestro alma y nuestro carácter se han forjado no solo por la educacion de la casa y la escuela sino también por todos los contemporáneos y coetáneos, que alguna vez nos acompañaron y llega un momento que estos retazos de vida que cada uno te dio, con un libro, con una canción, con una obra de teatro, se incorporaron a tu vida y dejaron de ser retazos para ser tu vida misma, tu personalidad misma y  que todo lo que nos han dado a través del tiempo aun cuando se vayan, vive en cada acción nuestra que los recuerde o los añore.
 

Alicia Gaona

 

CATÁSTROFES COTIDIANAS

(Cualquier parecido con la realidad no es casual).

Sucedió hace unos treinta años y en tan sólo tres días: el lunes por la mañana yo tenía, además de dieciocho años, un trabajo en una oficina de banca, una moto de cilindrada media, una furgoneta con matrícula de Holanda con la que pretendía llegar a la India durante el verano siguiente, y unos pocos ahorros para llevar a cabo el viaje. El miércoles por la tarde conservaba, de esa mi pequeña fotuna, tan sólo los dieciocho años.

El lunes me despidieron del trabajo, pues unos falsos partes médicos de baja facilitados por los compañeros del sindicato de sanidad no habían sido suficientes para justificar varios días de ausencia por encontrarme detenido por cuestiones políticas. El despido fue teatral y esperpéntico y he de reconocer que, a la vista de la ley vigente, más que justificado. De ese despido recibí una cierta suma de dinero como indemnización, con la que pensaba completar lo necesario para hacer, ahora con más tiempo, el ansiado viaje a la India.

El martes me robaron la moto, que salí a buscar con la furgoneta por el barrio donde me habían informado que podía estar. La policía municipal detiene y confisca el vehículo, que no podía conducir por tener matrícula extranjera, la Unión Europea era tan sólo uno de los tantos sueños de los españoles de entonces. Dentro de la furgoneta había, además, varios cientos de panfletos más que comprometedores en una democracia que apenas empezaba a serlo, y que en otra ocasión contaré como salieron del depósito de vehículos.

El miércoles pagué una deuda que tenía con un amigo y que era, en realidad, el dinero que me había prestado para comprar esa moto que ya no tenía, con lo que me quedé sin dinero tampoco para el viaje a la India, que nunca llegó a realizarse.

Mi vida, por supuesto, dió un giro total, y en tres días tan sólo tenía otra existencia completamente diferente ante mi.

Por eso no puedo evitar, al oír las palabras “catástrofes cotidianas”, recordar aquellos tres días, y especialmente aquel momento al final de aquel miércoles, cuando, tomando una copa mientras repasaba las 80 horas anteriores pensaba: “Joder, sólo falta una muerte, y como la sorteen, ya sé a quien le va a tocar . . . “ Pero eso, como ya imaginarán, no llegó a suceder y hasta aqui he llegado para contarla.

Y ahora, cuando algunos años más van aclarando la miopía de la impaciencia y el pesimismo, debo decir que también ha habido cambios igualmente drásticos pero en sentido contrario, cambios que me hicieron saltar del infierno a la frontera, al menos, de algún pequeño paraíso, pero lo dejaremos para otro tema más oportuno, tal vez “Milagros cotidianos”, “Regalos de la vida” o, mejor aún: “Dios aprieta pero no ahoga”, aunque sin olvidar que, como decía hace años un buen amigo: “ . . .pero el muy cabrón no suelta . . .”

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

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LA SOLIDARIDAD

LA SOLIDARIDAD

SOLIDARIDAD > SOL I DAR I DAD > Sol y dar y dad.

Comenzó a creer en la solidaridad el día que pensó que sería el peor de su vida: cuando, necesitando ayuda y no teniendo nada que dar a cambio, alguien le ayudó.

El tiempo le demostró que había sido el mejor día de su vida . . .

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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SE EQUIVOCÓ LA PALOMA

SE EQUIVOCÓ LA PALOMA

Los dos bloques llevaban tres años y medio de guerra infernal. No quedaban ya soldados mayores de veinte años, ya pronto sería una guerra de niños. Hasta las bestias miraban asombradas la inexplicable bestialidad de los hombres. Los medios de comunicación del frente eran ya sólo palomas mensajeras, pues las bombas magnéticas habían inutilizado los que se creía avanzados sistemas informáticos, y hasta la electricidad llegó a ser un lujo. Era, como siempre, una cuestión de codicia y orgullo entre líderes insensibles y desquiciados lo que hacía imposible detener la carnicería: ambos habían jurado por su honor que nunca darían el primer paso para solicitar la paz o detener el conflicto, del que esperaban salir victoriosos. Daniel, a sus ocho años, era plenamente consciente de la situación: pronto su único hermano mayor vivo, de apenas quince años, sería llamado a filas como antes lo habían sido sus otros dos hermanos mayores, ya enterrados en alguna fosa común del frente. Daniel había criado y domesticado dos palomas, a las que más de una vez tuvo que evitar con ruegos que no terminaran en la paupérrima olla familiar. Haciendo uso de su natural habilidad para la copia, que tan buenos resultados le había dado en las pocas clases de dibujo a las que pudo asistir, escribió dos mensajes idénticos: “DEN ORDEN DE ALTO EL FUEGO INMEDIATO, NOSOTROS YA LA HEMOS DADO”.

Las dos palomas sobrevolaron los campos calcinados y en apenas ocho horas se detuvo el ya cotidiano traqueteo de la artillería y pronto comenzaron las celebraciones en las ciudades cubiertas de escombros.

Los líderes transmitieron idéntico mensaje:”Hemos vencido, ellos han claudicado y rogado la paz”.

Aún pasaron tres días hasta que se descubrió el engaño: ninguno de los mandos militares había enviado el mensaje, era una falsificación, posiblemente de los servicios secretos del enemigo, decían. Los jefes militares de ambos bandos intentaron volver a la contienda, pero, tanto en la población civil como en los agotados soldados, la euforia de los últimos días se transformó en inmensa indignación y las órdenes, incluso bajo la estricta disciplina militar, fueron masivamente desoídas. Era imposible volver al combate, a la guerra, al odio: ya todos habían recordado el casi olvidado sabor de la paz y sabían que no habían sido las palomas quienes se habían equivocado.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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BLOCK DE NOTAS

BLOCK DE NOTAS

* Nos asusta, en ocasiones, la felicidad, porque la sabemos efímera y pasajera. ¿Debe, entonces, asustarnos la vida, que también lo es . . . ?

* Si pienso que después de padecer una infancia brutal o alienante, ser criados con mentalidad de esclavos, ser adoctrinados en ideologías y religiones agresivas y excluyentes y en muchos casos padecer más que vivir la vida, a pesar de todo, germinan entre nosotros seres que entregan su tiempo vital o sus vidas cada día por sus semejantes, por la vida en cualquiera de sus formas y por un futuro mejor que saben que posiblemente no lleguen a disfrutar, no puedo por menos que dejar crecer en mi interior una tímida pero brillante luz de esperanza en el ser humano.

 

*Las distintas culturas humanas no son sino la acumulación aleatoria de ciertos rasgos individuales de personalidad que acaban imponiéndose como una costumbre social.

 

*Nada añoro más que aquellos dulces tiempos en que no tenía nada que añorar.

*Sea extravagante: ponga una coherencia en su vida.

 

*Un pequeño descuido de mamá o papá, te sientes abandonado durante unos minutos mientras eres una indefensa criatura de meses, y te ves condenado, sin sospecharlo siquiera, durante el resto de tu vida a buscar un tipo de cobijo, amistad o amor que no puedes identificar al no saber el origen de tu carencia. Es la aparente crueldad del azar sobre las especies primitivas. Saber prevenir y evitar ese dolor es a lo que deberíamos llamar civilización.

 

*Sermones huecos y oscuros llenan mentes en iglesias, televisiones y parlamentos para hacernos creer que la vida es sólo tormento y la existencia, negro vacío. No lo hacen con mala intención: así son sus vidas y así hablan de si mismos.

 

*El conocimiento crea el juicio, la ignorancia el prejuicio y el miedo, el fanatismo.

Nekovidal 2010 – nekovidal@arteslibres.net

 

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LA ACTITUD

LA ACTITUD

-A veces me apetece hacer algo, pero siento que es difícil. Me siento culpable cuando me invade la desidia, así que prefiero no pensar en ello. No por eso quiero dejar de probar mis capacidades. Así que me pongo a escribir.

Para escribir hace falta tranquilidad, pero también energía, fuerza, ganas, vitalidad. No sólo para escribir, sino para realizar lo mejor posible cualquier actividad que requiera un mínimo de concentración. Esa vitalidad no significa ni requiere del mayor tiempo posible. A veces el tiempo de sobra es un estorbo. Cuanto más tiempo tenemos, menos en serio nos tomamos las cosas. ¿Quién puede negar que el día antes de un examen o en la fecha límite para cualquier actividad, no aprovecha el tiempo muchísimo más que cuando disponía del tiempo necesario y más? 

-¿Preferirías vivir sin tiempo? ¿Crees que eso significa vivir al límite?  

-No quiero decir que por tener menos tiempo nos vayan a salir mejor las cosas. Tampoco pretendo culpar al tiempo de sobra. Pero sí creo que debemos segmentarlo. Dividir el tiempo para saber qué hacer en cada momento. Para mí eso es aprovechar el tiempo.

Nos entretienen con los medios de comunicación, las modas, el estar pendientes de quedar bien ante los demás... Y hay tanta información que se ha convertido en una nueva forma de elitismo. Sólo unos pocos se pueden permitir acceder a la mejor o más verídica información. Ni siquiera conocemos las técnicas para intentar acceder a ella, ni nos preocupamos. Nos ocultan datos, los disfrazan, los falsean, y encima lo que nos cuentan suelen ser una repetición superficial de temas que se superponen a otros que cumplirían bastante más con los criterios de noticiabilidad. Nos bombardean con tantas banalidades que a veces siento que nos entretienen, como hablándonos de lo que hay después de la vida, o de esta vida, explotando esa duda eterna para mantenernos absortos. 

-Hay varios temas sin respuesta de los que seguirán sacando provecho. Quizás a veces es mejor simplemente no escuchar, no informarse. 

-No lo sé, realmente no lo sé. Sería muy extremista, pero lo peor que nos puede ocurrir es creer ser libres sin serlo: creer estar informados y tener una percepción equivocada de las cosas. El saberlo nos hace menos ingenuos, pero también nos lleva a desconfiar tanto y de tantos que es una pena. 

-Quizás por eso nos interesan tanto las cifras. Parece que no mienten. 

-No deberían, pero ya ni los números gozan de credibilidad. Todo parece poder estar salpicado de falacias. El descrédito es tal que nos lleva a ser cínicos, porque pensamos que la honradez ya no es valorada ni recompensada lo suficiente. Quizá es una de las causas de la actual crisis de valores, la peor carestía que pueda haber. Sólo podemos estar seguros de que no podemos estar seguros de nada. Lo bueno de todo esto es que muchos nos vemos obligados a admitir que no nos podemos conocer ni a nosotros mismos. 

-Al final puede que sólo quede por mantener la dignidad

-Llámalo dignidad si quieres. La dignidad es sólo orgullo cubierto de un manto de hipocresía. Hay demasiada gente que muestra humildad y modestia simplemente por quedar bien. Parece que quien saca a flote su orgullo es un vanidoso que merece ser el blanco de todas las críticas, así que intentamos disfrazarlo de dignidad a través de causas nobles y virtuosas. Para mí es sólo otra manifestación de hipocresía y autoengaño. 

-A lo mejor muchos piensan como tú, pero es difícil saberlo estando tan sumergidos en la espiral del silencio en tantos temas. Por cierto, ¿por qué me cuentas todo esto? 

-¿Y para qué me preguntas tú eso? De todos modos, no me parece que te estés tomando en serio lo que te estoy contando, ni es necesario. Paso horas pensando sobre temas sin encontrar una respuesta que me satisfaga, como por qué cada vez que pienso en el pasado me siento apesadumbrado, recuerde buenos o malos momentos. 

-Bueno, no importa. Dicen que todo tiene solución, pues, exista o no, el destino es un camino con varias direcciones. Me parece muy utópico, aunque tampoco quiero pensar que es demasiado tarde para cambiar. Así que simplemente desconecto, dejándome absorber por lo que parezca más entretenido. Si no lo puedes o quieres remediar, darle importancia a una dificultad no tiene sentido. Tampoco nos tomamos en serio nuestro trabajo, y mejor así. Total, va a ser sólo uno más.

Mayo Antonio Vidal Tanaka

 

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EL DESENCANTO DEL VATICANO

EL DESENCANTO DEL VATICANO


Había sido un sincero e ingenuo hombre de fe. Había cumplido a lo largo de su vida todos los preceptos del catolicismo, del primero al último. Su Santidad el Papa había sido su modelo y guía, el ser humano mortal al que Nuestro Señor, por alguna razón, había elegido como su representante en la Tierra. Siempre le había imaginado como alguien muy especial, y aunque albergaba algunas pequeñas dudas sobre detalles de su naturaleza semidivina, concretamente sobre sus urgencias y necesidades fisiológicas, nunca, por vergüenza, se había atrevido a plantearlas a su párroco, confesor y amigo. Decidió, simplemente, que una persona de la categoría de su Santidad, elegido por Dios entre miles de millones, no podía estar encadenado a ciertas miserias y servidumbres del cuerpo, y así, libre de tales ataduras, le había imaginado siempre.

Antes de morir quería ver el Vaticano, y sus hijos le regalaron ese viaje tan ansiado por él.

Tuvo el privilegio de visitar los aposentos pontifícios gracias a ciertas gestiones de su hijo mayor.

“Ahí no se puede pasar”, le advirtió amablemente la guía alemana que le acompañaba en su recorrido.

“¿Qué hay tras esa puerta?, preguntó.

“El retrete de su Santidad”, dijo, haciendo un uso de la palabra algo impropio, pero comprensible en un hispanohablante no nativo.

En tan sólo un instante se derrumbó su imagen de un hombre superior y semidivino. Ya nunca recuperó la fe.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

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NOCHE DE PAZ

NOCHE DE PAZ
 

Aquella fue la noche más feliz de Paz. No hubo fiesta, ni alcohol, ni cualquier otra droga, por no haber, no hubo ni música. Paz, simplemente, comprendió algo, y ese fue el resultado final de cuanto le había sucedido en los últimos años. Algo que, como todo lo esencial, había estado ante sus ojos desde siempre, pero había faltado luz para verlo, y esa claridad había llegado, casualmente, hoy.

Paz comprendió algo y fue suficiente para que la vida volviera a tener sabor, como en la lejana infancia, suficiente para que volviera a valer la pena vivirla sin más cortapisas que la inevitable muerte, que ahora incluso no parecía tan temible.

Fue la mejor noche, fue su noche, fue la noche de Paz.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

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RECUENTO DE NAVIDAD

RECUENTO DE NAVIDAD

Había una vez, en un pequeño planeta del extrarradio de nuestra galaxia, una curiosa especie que tenía por costumbre recordar y celebrar, durante un día tan sólo, cuanto les hacía fuertes y les brindaba alguna posibilidad de superviviencia: Hablaban de paz, fraternidad, amor, solidaridad, justicia y buenos sentimientos.

Lo asombroso es que la inmensa mayoría lo olvidaban el resto de su año, compuesto por unos 365 ciclos estelares.

Y lo más asombroso aún era que, sin saber muy bien cómo, sobrevivían.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

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MICROTEXTOS Sara Vidal Tanaka – (III)


Nací hace casi doscientos años en una ciudad de China, pudiera llamarse Hang-Lu, en el seno de una fábrica de productos de material escolar.

Sin poder siquiera despedirme de mis progenitores, todos mis hermanos y yo fuimos trasladados hasta EEUU, y luego repartidos en distintos hogares. A mí me tocó una humilde casa de Ohio, donde una niña de 11 años, llamada Annette, empezó a tratar conmigo.

Al cabo de unos meses, al llegar abril, se aburrió de mí. Iba a abandonarme en la calle, pero una persona mayor le dijo que no; y me dejaron olvidado en el trastero.

Allí pasé los siguientes 9 años, hasta que un día, haciendo limpieza, Annette me volvió a coger. Aunque ya no se acordaba de mí, sí se sorprendió de que siguiera vivo. Y volvió a tratar conmigo, hasta que mi vida útil llegó a su fin. Momento en el cual, esta vez sí, fui abandonado sin más miramientos en un gran parque de la ciudad.

Nada demasiado relevante me ha sucedido desde entonces, durante estos casi dos siglos (mucho tiempo para Annette, seguro, pero insuficiente para que llegara mi hora aún); hasta hoy, que me han recogido los doctores Carlson y Stevens y me han colocado en una bonita vitrina junto con otros semejantes. Ayer tratados como vulgares basuras, y hoy curiosidades dignas de observar en museos y exposiciones.

(Historia de un bolígrafo Bic)  Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

Saltaba por mi ventana y caía al cielo, hasta llegar a una estrella de luz negra que iluminaba un mundo al revés.

(Vértigo invertido II) 
 Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com
 “
Je ne suis pas bizarre” (*)–me decía mirándome con cara de loco un maniquí sin rasgos faciales, de madera clara y bisagras en las articulaciones.(*) “Yo no soy raro”

(Pesadillas antropomórficas) 
 Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

Oía una canción infantil que provenía de mi corazón, y utilizaba el lugar que debían ocupar mis pulmones como caja de resonancia.

Paseaba por la acera contagiando las vibraciones de mis costillas a todos cuantos se me acercaban, al tiempo que coloreaba poco a poco las calles de mi barrio gris.

Era una canción pegadiza. (7 de julio, San Fermín)   Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

 

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MÚSICA PARA LA PAZ

MÚSICA PARA LA PAZ

Todos oyeron la nueva música, la que les recordaba que eran mortales y compartían ese miedo, que a todos iluminaba el sol y a todos helaba el frío de la noche, que la misma sangre corría por sus venas, que a todos regalaría la vida un puñado de placeres y dolores, que, irremediablemente, todos tenían el mismo origen y el mismo destino . . . y que nada eran los unos sin los otros.

Oyeron la nueva música, la que habían creado sin querer, entretejiendo el latir acompasado de sus corazones y la diáfana luz de sus frágiles sueños. La oyeron, la cantaron con una perfección insultante, la disfrutaron, la compartieron y, casualmente, nadie cometió la torpeza de juzgarla. Era la música de la paz.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

MÚSICA PARA LA PAZ

El edificio estaba lleno de las llamadas personalidades sociales célebres, los suelos alfombrados, modales exquisitos y una mezcla de perfumes caros en el ambiente. Sonaba la música rebotando en las mil aristas de la sobrecargada decoración del patio de butacas. Avanzaba progresivamante entre silencios minúsculos, envolviendo con sus vibraciones cada átomo de los asistentes. La pieza se llamaba “Exaltación de la paz”.

Ya en los últimos acordes, sólo los ojos del director de la orquesta y los del portero del teatro estaban empañados. Los demás mantenían sus miradas dignas, secas y frías.

El director, extasiado ante una interpretación que sentía como perfecta, no podía contener las lágrimas. Al portero la obra le recordaba a su hijo, ahora músico callejero, que ensayaba esa pieza cuando aún era adolescente y vivía con él.

¿Estaba la paz en esos ojos o en la misma música?

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

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INTEGRISMO

INTEGRISMO

Cuando por fin comprendió que el planeta se escapaba a lo que su nivel de conciencia podía alcanzar , buscó refugio en la pequeña grandeza de su propia vida. Minúscula, microscópica desde el resto del universo y en cuyos diminutos entresijos se desarrollaba el guión de su propia vida. Ese laxo de tiempo igualmente diminuto comparado con la eternidad. Entendió de repente muchas cosas, como por ejemplo que la creación se repetía cada día a sí misma en cada nuevo nacimiento.

En el brote nuevo de cada hoja derribada por el viento de otoño, en el fondo de tu alma cuando por fin la encuentro plena y grande como la naturaleza misma.

Busco entre mis raíces como lo hace cada árbol. Entre ellas hallo entrelazadas

los restos que cada una de las herencias ideológicas que han servido de tierra abonada en la que han crecido nuevos brotes.

Hubo un tiempo en que convivieron pacíficamente el islam, el cristianismo,e l judaísmo, y hasta las religiones paganas. El integrismo cristiano, que el tiempo fue trasformando en integrismo católico contribuyó a que esta convivencia pacífica se tornara intransigencia. En España ese integrismo católico se instauró nuevamente

con la llegada del fascismo y el nacional catolicismo. Era obligatorio el velo para entrar en las iglesias y los derechos de la mujer se relegaron a la dependencia total de los hombres, perdiendo toda la potestad sobre su propia vida después del matrimonio. Una situación muy parecida a la que se vive hoy en algunos países árabes. El integrismo no es pues nuevo, ni exclusivo de un determinada religión. El integrismo supondría más bien una forma de pensamiento en la que la  intransigencia y el desprecio por todo lo que es diferente se alzan como déspotas reyezuelos.
 

Begoña Ramírez

 

 

INTEGRISMO

El integrismo ideológico llevó a España a una guerra civil en el año 1936 .En cifras

los muertos se calculan en unas 540.000 personas, cada una de ellas con una historia personal y una vida propia. Familias enteras quedaron destrozadas, divididas,e xiliadas o aniquiladas. El olvido será lo único que cerrará las heridas aún abiertas.

Cuando no se puede entender ni perdonar, el olvido se convierte en la salida traidora que convierte a su paso el recuerdo en una fugaz silueta que poco apoco dejamos de reconocer .Una silueta que se va difuminando ,hasta desaparecer por completo. Ese olvido perpetua la impunidad y deja como único juez posible el peso de la propia conciencia.

Aquella mañana de Julio del 36 la vida de Alfonso, al que sus padres habían puesto este nombre en honor al rey, cambió inesperadamente.

-No me hables de alzamientos ni hostias, que con la que tengo en casa ya tengo bastante,¿Quién me lo iba a decir a mi Dios mío? Un fiel cristiano como yo amante de su familia.

Su mujer, Hortensia, se había fugado esa misma mañana con el maestro del pueblo.

-Y encima con un rojo,si es que son todos iguales ,unos libertinos pervertidos.

-Cálmate hombre-terciaba su amigo Ignacio-a lo mejor vuelve.

-Que no hostia, a esa desgraciada no quiero volver a verla.

-Bueno-proseguía Ignacio intentando calmar a su compadre-reconoce que tú tampoco ere un angelito. Tú también la engañabas. Todo el mundo sabe que en la capital te ibas de putas.

-Pero tú de qué parte estás, irse de putas no es engañar a la mujer. Eso es otra cosa.

-A lo mejor ella no lo entendía así.

-Las mujeres de lo único que tienen que entender es de la casa.¿Acaso no la trataba bien? Seguro que ese maestrillo le ha calentado la cabeza con palabrería de esa que aparece en los libros. Poemitas y cosas así. Para meterla en su cama ,menudo cabrón y encima se la lleva. Ahora que te juro que esta me la paga ese maestrucho.

Si es que este país no tiene remedio, la moral está perdida, Franco es el único que nos puede salvar de esta herejía.

-Cálmate Alfonso...

-Si es que esto se veía venir, que todos somos iguales .Pero a quién se le ha ocurrido semejante majadería. Siempre ha habido ricos y pobres.¿Acaso soy yo igual que nuestro Rey, aunque lleve su mismo nombre?.

Hortensia que parecía más joven y estaba más guapa que nunca acariciaba el pelo de su amante ,que la miraba a los ojos con preocupación.

-Menuda coincidencia-susurraba …

-No te preocupes saldremos de esta.

-Ya pero ahora todo ha cambiado, lo mejor será que vayamos a casa de mi hermana.

Yo se lo explicaré todo. Hay que ganar tiempo y enterarse bien de qué es lo que está pasando.

Hortensia era una mujer lista, aunque no entendía mucho de política. Pero le gustaba todo ese aire de libertad que se podía respirar desde que el Frente Popular ganó las elecciones. En el pueblo había mujeres que habían participado en mítines y ella las escuchaba con una mezcla de envidia y orgullo. Aunque en el ambiente algo presagiaba que aquello no podía durar, demasiado para un país en el que los curas y la monarquía gobernaban desde siglos. Por eso en el fondo se alegraba de que el alzamiento militar que ya se presagiaba los hubiera sorprendido en medio de su propia huida,de su propia contienda personal.
 

Begoña Ramírez


 

INTEGRISMO

El integrismo se da en absolutamente todas las religiones e ideologías: es minoritario, agresivo y fanático en sus convicciones.
Pero antes de juzgar esos integrismos, que sin duda son injustificables, deberíamos mirar el estado y momento evolutivo en el que estamos nosotros mismos, los occidentales, y especialmente algunos pueblos muy condicionados todavía por la influencia de ciertas religiones, como Estados Unidos, Italia, Polonia, Irlanda y España, entre otros: recordar que la sociedad española ha sido un buen ejemplo de integrismo religioso durante más de la mitad del recién terminado siglo XX. Hasta 1975 la mujer española no podía ni asistir a una reunión de comunidad de vecinos sin el consentimiento de su marido, ni denunciar el maltrato, ya que se justificaba socialmente y solía encontrarse con una sonrisa despectiva en las comisarías, ni abrir una cuenta bancaria siquiera, etc. etc.¿Nos hemos olvidado ya que en muchas iglesias de Italia, Polonia y España las mujeres deben cubrirse para entrar? ¿Por qué una mantilla, el tocado de una monja o un velo son simples prendas de vestir y el pañuelo de una mujer musulmana o el mismo burka símbolos del más ciego integrismo?¿Quién tiene contacto directo con algún dios para decidir hasta donde se debe cubrir o esconder un cuerpo que es, para los creyentes, paradójicamente y según dicen, la obra misma de Dios?

Todos los integrismos nacen de las mismas fuentes: miseria económica e intelectual. Hace mil años, en Occidente, la mujer era mucho más respetada en las zonas de religión musulmana, Andalucía, por ejemplo, que en las zonas cristianas, donde los integristas cristianos de entonces las llevaban a las hogueras, mucho más a las mujeres que a los hombres, por considerarlas fuente del mal, la tentación y el pecado.

Cuando los pueblos musulmanes que hoy dicen que cuentan con elementos integristas eran los que disfrutaban de la tecnología, la ciencia y el arte que traían de Oriente, la zona más evolucionada del mundo entonces, tuvieron que soportar incursiones terroristas de pueblos bárbaros e integristas dedicados al saqueo, que nosotros apenas estudiamos, las llamamos Cruzadas, y se nos ha olvidado pedir disculpas siquiera por varios siglos de brutalidad sin nombre.

Se podría alegar que se están comparando actitudes actuales con las de hace mil años, pero, por desgracia, son igualmente innumerables las pruebas de integrismo cristiano en la actualidad, miremos tan sólo algunos ejemplos del último siglo: el Papa Pio XII bendiciendo los aviones fascistas italianos que poco después bombardearían población civil en Etiopía o España; el silencio del Vaticano ante los diferentes holocaustos provocados por el ejército nazi; la más alta jerarquía eclesiástica española bendiciendo durante cuarenta años a un dictador sangriento y, hoy mismo, la obscena autojustificación de los casos de pedofilia que a diario se descubren en el interior de una institución que se empeña, hipócritamente, en autodenominarse cristiana.

Pongamos algunos ejemplos de grupos integristas y terroristas cristianos, nuestras alqaedas:

En Irak se mantiene en armas una de las guerrillas cristianas que existen en el mundo. Este grupo se llama Zowa y también es conocido como Movimiento Democrático Asirio.

En el Congo actúa la guerrilla del CNDP, comandada por L. Nkunda, que está acusado de varias masacres. Es pastor religioso, como sus oficiales y un gran número de sus guerrilleros que son cristianos evangelistas. Sus lazos con los neocon americanos son muy fuertes así como las giras que realiza por aquel país para su financiación.

Y como tercer ejemplo, en Uganda, desde 1987, Joseph Kony fundó la Lord's Salvation Army, sucesivamente transformada en United Salvation Christian Army y finalmente en LRA (Lord Resistance Army), movimiento armado de inspiración cristiana que emprendió una áspera guerrilla contra las tropas gobernativas.

Los integristas cristianos, los iluminados que hace menos de un siglo aún hacían encendidos sermones contra los recién descubiertos fármacos anestésicos o analgésicos, exaltando las virtudes del dolor, lo sabían muy bien: la ciencia y los derechos humanos eran su enemigos, como lo siguen siendo hoy día, tanto de integristas cristianos como musulmanes o de cualquier otra religión.

Hay detalles que solemos olvidar sobre esta repentina confrontación de nuestra cultura con la religión musulmana desde el 11 S. ¿No había integristas musulmanes antes? ¿Por qué ahora se nos pretende mostrar como despiadada una religión que siempre ha tenido este tipo de elementos extremistas como cualquier otra, e incluso menos que muchas? ¿A quién beneficia este estado de cosas? ¿De verdad es una cuestión de integrismo o es que a determinados grupos les interesa mantener el odio y la confrontación para seguir con los negocios más rentables que ha creado el ser humano, los negocios sangrientos surgidos de las guerras...?

Cabe preguntarnos por la razón de que, repentinamente, surja de la nada un enemigo, siempre tan rentable para quien ostente un poder vertical. Al poco tiempo de finalizar el mayor negocio del siglo XX, la fabricación de armas durante las décadas de la Guerra Fría, los gigantes financieros surgidos de dicho comercio vieron peligrar sus hasta entonces enormes beneficios. Un enemigo resultaba imprescindible, como es imprescindible la prohibición de determinadas substancias para la supervivencia de los cárteles de las drogas ilegales. El nuevo enemigo permitiría reciclarse a la industria armamentista de forma que pasara a producir mil artilugios destinados, supuestamente, a salvaguardar la seguridad colectiva y, en la práctica, efectivos mecanismos de control social. Al mismo tiempo tales medidas para enfrentarnos al demonizado enemigo funcionarían como alimentadores de miedos y paranoias colectivas que acabarían transformando a la población en dóciles grupos fácilmente manipulables. Hay que reconocer que, de momento, todo está saliendo según lo previsto, no consiguiendo hacer dudar mínimamente a la mayoría de la ciudadanía ni siquiera, algunos errores garrafales de la puesta en escena, no siendo extraño escuchar a personas a las que se les supone cierta cultura duras arengas contra la religión musulmana, olvidando que es, al igual que el cristianismo, una religión sincrética que recogió en su momento lo mejor de las religiones anteriores, pero seis siglos más tarde, con la consiguiente ventaja en cuanto a la experiencia, de ahí que pudiera convivir durante siglos con las ideas científicas y tecnológicas que recogía de Oriente, mientras el cristianismo condenaba a la hoguera cualquier invitación al racionalismo. En este sentido, hasta podríamos afirmar que el islamismo es una forma más evolucionada de cristianismo, del que recoge buena parte de su herencia.

Casualmente, para quien así quiera verlo, el imperio del momento es de los muy pocos países que no tienen frontera con países musulmanes, no habiendo ni uno sólo en su continente. No olvidemos que las dos Guerras Mundiales significaron pasos de gigante de Estados Unidos para transformarse en la primera potencia que aún hoy es, y una tercera afectando a Europa y Rusia, o una sublevación de alguna de las regiones musulmanas de China les iría muy bien para sus fines.

Todo este juego da lugar a sociedades del Primer Mundo alienadas, manipuladas y mirarndo al dedo que señala la luna, víctimas de una manipulación emocional que ni sospechan y les hace, por ello, más vulnerables. Siempre es más fácil de alimentar el miedo que la razón.

 

Creo que deberíamos ser más objetivos y cuidadosos al atacar pensamientos que consideramos integristas, buscar y recopilar con cuidado la información, intentar mirar la situación en perspectiva y tener cuidado de no caer en la trampa de la costumbre mental, que siempre nos llevará al camino cerrado que se autoalimenta en su ceguera, no olvidar cómo surgió el conflicto que prtetendemos analizar, a quin beneficia y a quien perjudica, y no olvidar que juzgar a un pueblo o cultura por una minoría de sus componentes es, simplemente, estúpido. Si no tenemos estas mínimas precauciones podemos, sin darnos cuenta, acabar nosotros sumergidos en ese mismo pensamiento integirsta que creemos combatir con nuestra ira e indignación.Todos creemos que nuestra idea y nuestro límite es el correcto, y así comienza a gestarse todo integrismo religioso o ideológico.

Aprendamos una lección de la historia: que la confrontación y el odio a quien no comparte nuestras ideas o sentimientos religiosos, por justificado que pueda parecernos, sólo han traído dolor y muerte a lo largo de los siglos, y no olvidemos que posiblemente no habrá idea más integrista que no admitir un mínimo de duda en nuestros pensamientos y llegar a creer que nosotros nunca podemos caer en el integrismo o ser víctima de la peor manipulación.

Nekovidal 2009 –
nekovidal@arteslibres.net

 

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MICROTEXTOS Sara Vidal Tanaka - (II)


 

Hipotecaste tu corazón. Tan obsesionado por pagar las fibras (o letras, ¿qué más da?), que cuando por fin lo tuviste entero en tus manos ya estaba viejo.

E irremediablemente endurecido.

(Posponiendo la vida)  Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

 

Un lápiz gigante lloraba por no poder hacer genuflexiones ante mí, a falta de rodillas.

(Delirios de grandeza) Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

 

¿Cómo no tienes miedo cada vez que dejas de pensar en algo? ¿Acaso dispones absolutamente de todos tus recuerdos siempre que quieres? ¿Nunca olvidas nada? ¿Cómo puedes estar tan seguro de que si dejas de pensar en eso en lo que estás pensando ahora, en este instante, mañana podrás rescatarlo de esas recónditas sinapsis de tu cerebro? ¿Cómo puedes incluso dar por sentado que esas sinapsis seguirán existiendo?

(Genocidio neuronal, paranoias de) Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

 

Mediodía con nubes grises

Noche de cielo anaranjado

Una avenida extrañamente silenciosa

Y rascacielos apenas iluminados

(Domingo encapotado) Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com
 

 

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UTOPÍA

UTOPÍA

Busquemos serenamente en nuestro interior y veremos que todos estamos llenos de utopías, de ideas sin aparente soporte racional, de ideas tan abstractas como irreales, de ingenuos sueños que ni sabemos de donde surgen: Utópicamente creamos y cuidamos la vida como antes hicieron con nosotros, siempre olvidando que un simple gesto de la muerte nos puede arrebatar en un instante todo cuanto queremos. Utópicamente construimos durante años amistades, casas, cosas y libros, olvidando, borrachos de utopía, que nada sobrevivirá al paso del tiempo, más que como una mera ilusión. Utópicamente hacemos planes y creamos, siempre sobre la base de la existencia de un mañana tan sólo probable, utópicamente probable.

Así, utopía tras utopía, bailamos con la vida, siempre persiguiendo alguna idea imprescindiblemente inalcanzable, sobre los cimientos de un lugar que no existe o de una idea o un sueño que nunca serán más que eso, ilusiones utópicas de nuestra mente.

Y sobre tan etérea base lo creamos todo, lo mejor y peor que podamos concebir. Día tras día construimos la realidad con ladrillos de utopía, tan imprescindibles para nuestro ser como esa misma realidad que creemos construir.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

UTOPÍA


Cruzarán tus mares preñados de mil fértiles ideas,

de las esencias primigenias que nos hacen inmortales,

sin desconsuelo ante la muerte, cotidiana en su ser,

sembradora de vida tenaz, recurso de eternidades.

 

En cada mente una fantasía y en todas estrictas vanidades,

a cada paso el recurso de arañar dudas y sembrar sueños,

cada nueva mañana la memoria como consuelo del ayer,

y en cada ocaso la absurda fe en lo que debe o no debe ser.

 

Dejemos que lapide la brisa a quien hoy siembre tormento,

que se consuelen sin ira los pobres espíritus de recurso tardío,

Mañana, en la picota o en la hoguera, súbita como un vahído,

estarás, como siempre, hermana Utopía, y al verte incombustible,

dirán, con la humeante antorcha aún en la mano, sin un lamento,

otra vez tus tristes verdugos, quienes en tí nunca han creído:

“Yo siempre he estado con ella. Ya sabía que era indestructible”.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net
 

 

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MICROTEXTOS Sara Vidal Tanaka - (I)


 

Fijaba la vista en una nube y me engañaba hasta convencerme de que era yo el que se encontraba en movimiento.

(Sugestionables días de viento) 
 
Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com

 

 Dos espejos frente a frente, a diez centímetros de distancia; y en un lugar equidistante de ambos, flotando en el aire, una pequeña esfera negra.

¿Cuántas esferas se reflejan en los espejos?

(Puntos de vista)  Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com  

 

Moría, me desintegraba, me volvía a recomponer automáticamente. Al igual que todos los que me rodeaban.

Y estaba más preocupado en discutir que ya no se podía decir que estuviéramos “vivos”, puesto que no podíamos morir, que en alegrarme o alarmarme por la novedosa noticia de la inmortalidad.

(Filosofando hasta la muerte)  Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com
 
 

Abría los libros y estaban totalmente en blanco. No quedaba un solo libro escrito en la faz de la Tierra, porque todas las letras habían decidido ir a suicidarse al mar.

(Huelga de cultura)  Sara Vidal Tanaka - sara_3157@hotmail.com  

 
 

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EL SECRETO DEL SOLITARIO

EL SECRETO DEL SOLITARIO

El secreto del solitario era ser el único hombre en el mundo capaz de guardar todos los secretos. Por eso siempre estaba solo, por eso le llamaban el solitario . . .

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

EL SECRETO DEL SOLITARIO

No puedo explicarlo ni demotrarlo pero sé que hay algo más de lo que conocemos,lo intuyo.

Aunque la intuición no tiene nuinguna validez en ciencia estoy convencido de que lo que

llamamos intuición está poblado de un conocimiento ancestral que ha pasado a nosotros

a través de generaciones,como ocurre con el parecido físisco.

En mi antigua casa un vecino tenía exactamente los mismos rasgos que uno de sus tatarabuelos.

Después de tres generaciones,esos rasgos genéticos latentes se habían decidido a cristalizar,movidos quizá por la misma paradoja que rige el resto del universo.La paradoja y la contradicción rigen el desarrollo de nuestro mundo y el de nuestra propia vida.Por ejemplo, nunca pensé que trabajaría en una oficina ,rodeado de papeles todo el día y donde lo más parecido a una aventura es tener un filtreo con Raul ,el interesante de turno y que a su vez ya ha se liado con  media oficina .Creo que su éxito radica en que siempre está pendiente de sí mismo y eso desconcierta al género femenino.Ana se sienta en una de las mesas cercana a la mía.Parece muy reservada,pero sin embargo cuando entablas con ella una conversación te das cuenta de que sabe hablar de todo con conocimiento y delicadeza.

Simplemente sólo habla cuando tiene algo que decir,no como el resto de mis compañeros que parece que hablan sólo para darse cuenta de que tienen voz .Y de lo bien que suena.

También está Miguel, siempre sonriente , la estampa de la afabilidad,y sin embargo alguien me contó que se había obsesionado con su antigua novia y la perseguía, y que incluso tenía una orden de alejamiento.Esto lo podía haber pensado de Juan que parece un chulito de barrio siempre fanfarroneando y éste, sin embargo, resulta ser al parecer un ejemplar papá siempre pendiente de sus retoños.Las cosas no son siempre lo que parecen,al igual que las personas tampoco somos lo que parecemos o lo que creemos que somos.Yo mismo parezco un tipo tranquilo,pero en cuanto pruebo el alcohol mis neuronas se dan la vuelta y me sale el tipo peleón siempre a pleito con el resto del mundo.Sé que me califican de solitario.Para ellos soy el típico solitario.

Sin embargo mi mente siempre está lejos en cualquier país distinto al mío ,rodeado de gentes de otras culturas,empapado de otras influencias.Apurando el vaso de nuevas experiencias.Oliendo otros olores ,saborenado otros sabores,escuchando otras lenguas,mirando otros paisajes.Ellos no saben que vivo también pegado a un recuerdo.Que nunca estoy solo.Cada día salimos de casa ella y yo.

Sölo que no la ve nadie.No pueden, porque la llevo conmigo,acomodada en un espacio de mi pensamiento.Abrigada por otros pensamientos ,protegida por el recuerdo.Y nos llevamos de maravilla hasta que algún día ese recuerdo se revuelve en mi interior y se pone pesado y no me deja pensar en otra cosa.Y tenemos que pelearnoa para que me deje en paz un rato.Tengo derecho a pensar en otras cosas le digo.Y ella se enfada y tuerce el gesto.Entonces me asalta algo parecido al odio y me gustaría poder arrancarla de mi, desposeerla, arrojarla fuera para siempre.

Entonces alguien pasa a mi lado y me dice “pareces cansado chico”,y yo lo miro y pienso

que sabrás tú” .Si cada uno de nosotros es como un cofre lleno de secretos y tesoros y miserias y sólo logramos adivinar lo aparente.
 

Begoña Ramírez

 

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OTRO MUNDO ES POSIBLE

OTRO MUNDO ES POSIBLE

Arcadio Pelotero se sentía el centro del mundo. Vivía en una zona ligeramente elevada del país, con unas vistas inmejorables hacia los cuatro costados. No costaban sus propiedades de límites definidos, lo que representaba algunos problemas jurisdiccionales pero que se resolvían en su mayor parte gracias al buen hacer de Octópata Aracnín, el juez de paz que mediaba en los asuntos del país. Su forma de gobierno era muy sencilla: cada uno de los habitantes del país podía utilizar los recursos que necesitase para su subsistencia y alimentar a su prole, utilizando sólo aquellos materiales de desecho que no importunasen el normal desarrollo de la piel, del manto humano, sin penetrar demasiado para no producir reacciones de irritación de la madre nutriente, lo que traería como consecuencia tormentas, tempestades y terremotos, con sus consiguientes desastres para la población epidérmica de muertes y desapariciones. No todas las especies animales que poblaban la corteza humana tenían las mismas necesidades: algunos eran celulívoros, carroñeros otros; unos se alimentaban apenas de pequeñas bacterias, que a su vez vivían apenas de la capa atmosférica que rodeaba la superficie, o de sus manantiales salados. Infinidad de especies se repartían el territorio, entremezclados, aprovechando al máximo los recursos: hongos, bacterias y protozoos eran muy abundantes, con poblaciones tan concentradas que a menudo desestabilizaban el equilibrio ecológico, obligando a intervenir a la especie superior acárida. No faltaban tampoco los caníbales, aunque estos tenían que trabajar con sigilo pues su actividad no era bien vista por la especie superior, la de Arcadio, que no dudaba en atarlos a algún grueso pelo o introducirlos en algún poro y dejarlos morir de inanición o intoxicación respectivamente. La especie superior, los ácaros, aunque divididos en miles de razas que ocupaban cada una un diferente nivel alimentario, consideraban tabú comerse entre ellos, un acto totalmente indigno de seres civilizados. Tampoco estaba permitido tener relaciones sexuales entre razas, cosa repugnante y desnaturalizada según los pensadores de la época.

Su sociedad tenía por tanto unas reglas sencillas y todos vivían con parquedad.

Un mal día llegó a su país, como ocurría tantas veces, trasportados por un fuerte ventarrón acompañado de inmensas gotas de agua salada, un grupo de ácaros nunca vistos en él. Se trataba de tres hembras entradas en años que inmediatamente pidieron asilo, alegando que de dónde venían habían sufrido un ataque químico de naturaleza desconocida y que el resto de su pueblo había sido sin duda totalmente aniquilado. Clota, Láquesis y Átropa entraron así a formar parte de la sociedad que les dio asilo. Octópata Aracnín no quedó sin embargo muy convencido con la nueva adquisición. Y no andaba equivocado: poco tiempo después las tres bienvenidas dejaron salir de sus vientres millones de huevos que eclosionaron de inmediato y, trasportados por cualquier movimiento atmosférico se introdujeron en sus traqueas, asfixiándolos hasta la muerte.

La epidermis quedo desnuda de ácaros y, roto el equilibrio natural, otras especies mal adaptadas tomaron el relevo. El caos se extendió por toda la corteza humana, ardían fuegos por todas partes y las luchas entre las especies resultaron tan encarnizadas que se extendieron más allá de los confines de la piel, penetrando en otros mundos interiores, hasta que por fin sólo los grandes gusanos carroñeros sobrevivieron, alimentándose de los despojos de lo que un día fue todo un universo, convirtiéndolo en un montoncito de polvo cósmico que pronto se esparció por la nada.

Diego Pérez Sánchez


 

OTRO MUNDO ES POSIBLE

El sabio le dijo: “¡Otro mundo es posible!” y la mujer, todavía con su velo negro secándose las lágrimas contestó: “¡Sí y también el otro!”

Chiara Franchini

 

OTRO MUNDO ES POSIBLE

Sé que otro mundo, mucho mejor, es posible, y no lo sé por el empuje de una ilusión juvenil que ya no poseo, sino con la certeza de quien tiene por costumbre mirar hacia atrás.

Lo sé porque aún recuerdo la sonrisa burlona de ciertos hombres grises cuando en mi infancia oían que algún día las mujeres, media Humanidad, llegarían a la igualdad, y hacia ella se dirigen, poco a poco pero imparables, ya en medio mundo.

Lo sé porque he leído las actas de las burlas que en los distintos parlamentos se hicieron a los llamados utópicos de entonces, hace apenas un siglo y medio, cuando hablaban de abolir la esclavitud. Hoy sonreimos viendo a un afroamericano dirigiendo el imperio, y los burladores vocacionales pasan a ser, una vez más, los burlados por la historia.

Lo sé porque los más sanguinarios y dementes de nosotros, llámense Hitler, Stalin, Franco o Bush, no han conseguido nunca parar la historia, sino apenas frenarla a un precio sangriento.

Lo sé porque he visto una y otra vez la repetida negación de quienes temen y niegan la utopía, y su repetida derrota a manos del tiempo y la esperanza.

Sé que otro mundo mejor es posible porque ni el hombre más cruel y enfermo ha conseguido crear cárceles para los sueños ni veneno tan poderoso que mate todas las ilusiones humanas.

Sé que otro mundo es posible porque siempre ha habido y habrá más personas imaginando la paz que preparando la guerra, y transformar cuanto crea nuestra mente en hechos y objetos está en la misma esencia de nuestra naturaleza humana.

Sé que otro mundo es posible porque la fuerza de la vida anida dentro nuestro acompañando a miedos e ilusiones, sobreviviendo siempre al dolor de las derrotas, curando cada herida con un bálsamo de esperanza, sintiendo el placer de construir incluso aquello que sabemos con seguridad que nunca llegaremos a disfrutar.

Sé con total certeza que otro mundo es posible porque el de hoy, mucho mejor que el de hace tan sólo un siglo, también dijeron nuestros hermanos de mente estrecha de entonces, que nunca sería posible, y hoy es nuestra realidad cotidiana.

Nekovidal 2009–nekovidal@arteslibres.net
 

 

OTRO MUNDO ES NECESARIO, ESTE ES IMPOSIBLE 

Al día de hoy estoy bien, me encuentro bien y tengo una vida equilibrada. He descubierto que puedo ser feliz sin necesidad de grandes cosas y lo único que me preocupa es el destino de los demás y el futuro que dejaremos. No vivo ajena al mundo que me rodea y este tiene muchas carencias que para mí son muy importantes. No me gusta regodearme en la basura si no es para limpiarla o darle una función útil. Buscar culpables y echarles la culpa de lo que ocurre sin hacer nada al respecto me parece una gran estupidez, por eso, tengo que analizar lo que pienso y lo que creo y actuar en consecuencia.

La crisis económica mundial, los conflictos bélicos, el aceptar que mueran todos los días un montón de niños de hambre, el que la mayoría de la gente se encuentre mal ya sea económica, física o psicológica es causa del sistema socioeconómico que tenemos en el que las cosas, cualquier cosa, vale más que las personas, cualquier persona. Donde la libertad ofertada es para conseguir dinero sin importar a costa de qué o para evadirte de la realidad frustrante que nos rodea, por eso tenemos que pensar soluciones al problema global porque es el futuro de la humanidad el que está en juego.

Deben establecerse unas reglas mínimas políticas y sociales para convivir con las necesidades básicas cubiertas en este mundo global. Donde el poder económico tenga límites adecuados, para que el dinero se gane con trabajo y no especulando o con el trabajo de los demás. Donde los políticos sirvan a su pueblo y no se sirvan de su poder para su propio beneficio. Donde la manipulación política, informativa o para cualquier otro uso se considere un delito. Donde los avances científicos sean patrimonio de la humanidad.

Son muchas las cosas que están fuera de mi mano pero siempre podemos mejorar nuestro alrededor dando pequeños pasos, pero en grupo podemos conseguir avanzar más rápidamente, en nuestro día a día y en nuestro entorno.

Creo que en mayor o menor medida todos y cada uno somos responsables del mundo que tenemos. No creo que la solución venga de arriba sino que necesitamos ponernos las pilas, analizar nuestros errores, asumir nuestras responsabilidades y trabajar en equipo.

La sociedad está girando tan deprisa que no nos podemos quedar parados ni ir marcha atrás, sino que debemos adaptarnos a este movimiento y caminar con él.

Son muchas las personas que nos están invitando a que reinventemos valores universales que nos ayuden a convivir en armonía.

Si no somos capaces de convivir con quien está a nuestro lado y con quien tenemos objetivos en común es imposible que podamos hacerlo con los que son diferentes y nos resulten ajenos. Pero es ahí donde está una de las claves necesarias “el aceptar la diferencia” porque todos somos diferentes y mientras se nos reconozca y respete nuestra diferencia se nos está reconociendo nuestra individualidad y nuestra unicidad. Todos tenemos una necesidad de que así ocurra. La sociedad se enriquecerá en la medida en que sea capaz de aceptar la pluralidad que hay en ella.  Junto a esta necesidad hay otra que parece opuesta pero es su complementaria y es la de sentirse integrante de un grupo homogéneo o de intereses u objetivos comunes. Esta necesidad es la que nos hace relacionarnos con las personas o grupos afines a nosotros. Algunos desequilibrios entre la identidad personal y la pertenencia al grupo están presentes en los grupos violentos donde al otro se considera enemigo por el mero hecho de no pertenecer a su grupo.

Una vez reconocidas estas dos necesidades hay que saber encauzarlas y darles forma para que sean respetadas en todos los ámbitos, así será más fácil integrarlas en la sociedad aprovechándose mutuamente.

Un aspecto en el que tenemos muchísimo que aprender es en el diálogo y el respeto a las ideas de los demás.  La mayoría de las veces hablamos monólogos en grupo, donde, quitándonos la palabra, lo que realmente nos interesa es escucharnos a nosotros mismos. Es sorprendente como personas que nos consideramos muy tolerantes reaccionamos agresivamente cuando discutimos con alguien en vez de defender nuestros puntos de vista asertivamente. Personalmente tengo a veces  dificultad para comentar cosas con las que no estoy de acuerdo o defender posturas antipopulares. Hay mucho camino que andar pero es fundamental hacerlo.

El consumo ha sido el motor de la sociedad y nos ha manipulado mucho más de lo que creemos. ¿Por qué vivimos tantas personas solas? ¿Cuántas relaciones tienen el mismo esquema de usar y tirar? ¿Quién se beneficia de esto?

Tenemos que aprender a convivir superando los mensajes consumistas que nos tienen subyugados. Necesitamos muchas menos cosas de las que creemos y mucho más compartir ideas y sentimientos que nos hagan crecer como personas.

Libertad no es hacer lo que nos apetece, eso es capricho que facilita el consumo. La verdadera libertad es el derecho a hacer y expresar lo mejor de uno en beneficio propio y de los demás. La libertad nos enriquece porque a través de ella sacamos lo mejor de cada uno. Es increíble lo tapado que está este concepto y lo cerca que lo encuentro de la creatividad y el desarrollo personal. ¿Cuánta gente se siente insatisfecha de su vida porque no se siente realizada? ¿Cuánta juventud deprimida y sin saber qué hacer? ¿Cuánta persona infrautilizada? Hay un gran capital humano del que se podría aprovechar la sociedad y por el contrario se está malgastando. Por el contrario, es increíble la incompetencia que hay en la administración y en las altas esferas.

Todo esto que ocurre a nivel general también ocurre a nivel individual pues estamos tan acostumbrados a desaprovechar lo realmente importante que no llegamos a conocer a las personas de nuestro alrededor. No conocemos sus capacidades, sus necesidades, lo que piensan, lo que sienten; nos quedamos en el escaparate, en lo típico o en el tópico.

Cuando estamos en un grupo tenemos el derecho y el deber de utilizarlo en las dos direcciones es decir que el grupo nos enriquezca y que a la vez crezca con nuestras aportaciones.

Sinceramente, pienso que si no estamos conformes con este mundo, tenemos que ayudar a transformarlo.
 

Lola Carmona

 

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ACUERDOS

ACUERDOS

Tras cada acto, gesto o vivencia humana se esconde un acuerdo: nacemos porque nuestros padres acordaron que naciéramos, o al menos dejarnos nacer, generalmente sobrevivimos porque la sociedad humana en que hemos nacido tiene acordado que no se puede disponer de nuestra vida. Gracias a los acuerdos tenemos derechos, incluso cuando todavía no sabemos qué es un derecho.

Dependientes y mimetizados con nuestros padres, apenas captamos la esencia del acuerdo hasta los seis o siete años, cuando damos el primer paso hacia nuestra independencia individual al comenzar nuestra etapa social. La idea de acuerdo sufre luego un pequeño cataclismo en la adolescencia, cuando debemos aprender a distinguir entre autoridad exterior e interior. Obsesionados por afirmar nuestra recién estrenada vida adulta, solemos caer en la negación de toda autoridad y todo acuerdo, incapaces de comprender todavía la diferencia entre lo ilegítimo de la autoridad exterior que se ejerce mediante la fuerza o la coacción y la natural legitimidad de la interior que nace como resultado del desarrollo de la empatía y la madurez. Si no se supera apropiadamente esta etapa el individuo puede pasar el resto de su vida debatiéndose en la inseguridad de una eterna adolescencia e incapaz de desarrollar una empatía que le haga crecer como ser humano individual y social.

Si seguimos avanzando, un buen día captamos, finalmente, la esencia misma del acuerdo e interiorizamos la importancia de respetarlo al comprobar que todos los mecanismos de nuestras sociedades funcionan en base a ellos: ya no necesitamos que se nos imponga mediante ninguna autoridad exterior lo que debemos hacer, se desarrolla la empatía y colaboramos en cada paso social sin esperar recompensa alguna, porque comprendemos que la recompensa última es la supervivencia y el bienestar de todos.

Por acuerdo mutuo formamos parejas, familias, equipos, grupos, partidos y hasta ejércitos, donde nada funciona si no se respeta lo acordado, y donde lo acordado, sea lo que sea, ha de serlo siempre libremente, tratándose en caso contrario, de un grupo o bien destructivo, o bien que infrautiliza el potencial constructivo y creativo de todo grupo humano libre.

También mediante el desarrollo de la idea de acuerdo aprendemos a disfrutar las mil formas de amistad que la vida nos ofrece: apreciamos con intuición natural el valor de quien los respeta y es consecuente con los acuerdos tanto como el peligro de quien los rehuye o manipula, aprendemos a disfrutar de los beneficios del pacto libre y solidario y a defendernos de quien egoístamente pretende pasar por encima de él creyendo neciamente obtener un mayor beneficio personal. Una vez que la experiencia nos da las claves para distinguir a unos de otros, tenemos en nuestras manos las llaves de una poderosa herramienta: comprendemos que casi cualquier objetivo está a nuestro alcance si nos reunimos el número suficiente de personas abrigando la misma ilusión, y aprendemos, a veces mediante dolorosas lecciones, cómo canalizar la energía destructiva de quien todavía no conoce el arte de respetar el mutuo acuerdo.

Gracias al acuerdo multiplicamos nuestros conocimientos y vivencias, pues acordamos compartirlas sin más placer ni interés que compartirlas, aún cuando tras ese placer natural se esconda una fórmula tan práctica y eficiente como para hacer coincidir el interés común con el individual. También gracias a los acuerdos disfrutamos de innumerables objetos que nunca podríamos fabricar por nosotros mismos, porque hemos acordado almacenar y transmitir después de la muerte cuanto cada uno de nosotros ha aprendido a lo largo de su vida. Esa es nuestra grandeza, la herramienta que nos ha convertido tanto en reyes como en tiranos de la vida en este planeta.

Los acuerdos, por supuesto, son suceptibles de ser utilizados para destruir, pues cuando fallan los acuerdos empáticos, otros ocupan su lugar, pudiendo llegar a pactarse el peor acto destructivo.

Sí, todos los acuerdos humanos constructivos se pueden romper, manipular, menospreciar o destruir, pero también la vida es suceptible de ser víctima de la muerte, y no por ello renunciamos a vivir . . .

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

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LA VISTA

 

LA VISTA

Franjamares
 

Veo veo, ¿qué ves?…

Mis ojos creen que ven…

la mente sueña despierta que ha visto.

Veo el aire correr por esa loma

subiéndose a las copas de los árboles,

veo la sonrisa de la lluvia guiñar en siete colores

sobre el azul copulador del cielo;

miro el silencio que sale de mis labios muertos

como en un supiro, sin aliento, para renacer luego

y mirar en mis pupilas en el alveolo del espejo.

Miro porque gozo de vista y sueño despierto

porque de imaginación padezco.

Soy hombre y respiro el presente perfecto que la luz me presta.

Miro el mundo con la vista desenfocada

y lo siento parte extendida de mi pensamiento.

Veo la belleza… y la luz diamantina de un orgasmo

me hace feliz dentro del pellejo, responsable de mis huesos,

consecuente con mi sangre, que es gota de sangre del mundo.

Miro tus ojos y veo en ellos el amor que te tengo;

merced a la vista puedo masticar tu deseo,

puedo comerme tus besos,

y sentir juntos la cópula mágica del sueño.

Gracias al gran sentido que nos mantiene alertas,

podemos entrecerrar los ojos y seguir viendo.

Entrelazados, despertaremos oteando las sombras y luces

de un día ininterrumpido, una mañana luminosa,

una tarde de noviembre nos aguarda juguetona

con sus sorpresas y sus formas .

Tengo la vista y soy afortunado por ella, si no la tuviera

mi mente tal vez sintiera las luces que mis ojos ahora ignoran.

  

 

LA VISTA

 ¿Qué quiere decir tener una buena vista?

¿Ver lo que ve la mayoría? ¿Ver diferente que los demás? ¿Tener los ojos bien abiertos?

Conocí a un hombre que decía tener una buena vista. Veía lo que la gente veía y lo llamaba “la piel de las cosas”. Veía, decía, igual que un ciego que quiere comprender lo que es todo lo que encuentra adelante de si mismo. Cuando murió, tenía los ojos muy abiertos.

Chiara Franchini

 

LA VISTA

Me ofreces la visión del mundo. Por ti son azules el cielo y el mar,y amarillo y marrón el otoño. Grises los días de lluvia, blancos los pueblos de Andalucía; sinuosas las montañas; amarillo el sol y blanca la luna.

A través de ti penetran en  mi interior los colores del mundo. 

Begoña Ramírez

 

LA VISTA

La vista es lo que alcanzamos cuando comprendemos que vivimos en la ceguera.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

Creo que veo, pero me sé ciego . . . ¿será que estoy empezando a abrir los ojos?

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

LA CEGUERA

En la oscuridad de la sinrazón no veo nada, no siento nada, ni frío ni calor, ni un tacto suave ni una superficie rugosa, el silencio me inunda como en la peor pesadilla, y no hay aromas en el aire. No sé donde estoy ni por qué no tengo recuerdos, sólo a veces me parece flotar entre elementos que también flotan a mi alrededor, pero no los veo, no los huelo, ni los escucho, tampoco los saboreo, no me trasmiten ni frío ni calor. 
De repente , algo me atrae fuertemente y empiezo a escuchar los ruidos propios de un hospital, huelo profundamente la asepsia y los medicamentos, los sabores amargos me invaden la boca, me revuelvo entre suaves y cálidas sábanas, poco a poco siento mi cuerpo dolorido aunque aún no entiendo qué ha sucedido, no recuerdo nada, sólo sé que estoy en algún lugar y respiro.
Sin embargo la oscuridad aún me rodea, muchas voces discutiendo forman una gran algarabía en este lugar con sentidos asépticos, ellos dicen, ha vuelto, ha regresado, ahora podemos mantener la esperanza. Sin embargo, aun sin poder recordar sigo moviéndome en la oscuridad.
No veo, mis ojos se mueven pero no veo, no sé quienes son ellos ni quién soy yo. No sé quién soy si no veo, no sé quienes son si no los veo, no reconozco las voces, aparentemente volví a la vida aunque no sé de donde. Pero qué vida es esta que me espera sin saber quien soy, adonde voy y de donde vengo, sin ver caras queridas si las tuve, sin ver los peligros que me rodean. Siento manos amenazantes por todos lados, me tocan, me abrazan, son cálidas, pero tengo miedo, adonde estoy, quien soy, de donde vengo, quiero ver, no me importa no oler, no quisiera escuchar, que mis papilas gustativas no reconozcan nunca mas, ni el dulce, ni el amargo, ni la acidez , que no escuche mas las melodías que algún día salieron de un instrumento, que no escuche voces, pero dame luz, quiero ver, tengo miedo, no puedo vivir sin luz, tengo miedo.

Alicia Gaona

 

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EL SECRETO DEL SECRETARIO

EL SECRETO DEL SECRETARIO

Adela aburrida y cansada limpiaba el pasillo de la empresa mecánicamente. Se movía como una muñeca de cuerda ya que después de 10 años repitiéndolo cada día sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Sus pensamientos estaban en otra parte, los problemas familiares. Un marido irresponsable y alcohólico, un hijo que se le estaba yendo de las manos y una hija vaga, exigente y protestona; ocupaban todos los pensamientos de su cabeza. En aquella fría tarde de noviembre el silencio del lugar dejaría sentir una mosca volar. En un movimiento autómata, paró y miró el reloj de secretaría, marcaba las 8, por lo que quedaban 2 horas para finalizar su jornada laboral.

Una sombra se movió cautelosamente por debajo del reloj. Era el secretario, que muchos días se quedaba trabajando hasta bastante tarde. Ella lo veía acercarse a un cajón que abría y cerraba con una llave especial y le sorprendía la mirada extraña que se le ponía después de abrir aquel cajón y mirar un extraño libro que sacaba de allí. ¿Qué secreto guardaba el secretario? ¿Cómo podría verlo ella? De repente él se volvió y al verla se puso nervioso, cerró precipitadamente el cajón, salió y se marchó. Ella lo había visto más veces hacer esto pero él no se percató de su presencia. Ahora sí, fue consciente.

Entró en secretaría y cuando vio, por la ventana, que el secretario salía del edificio, se fue al cajón para intentar descubrir el misterio que entrañaba. Obviamente este estaba cerrado y era imposible abrirlo sin romper. ¿Imposible?, no, no hay nada imposible y menos para ella con todo lo que tenía que cargar. Adela pareció rejuvenecer 10 años pues la curiosidad ilumina las células dando brillo y color a la persona. En casa habían hablado algunas veces de lo fácil que puede ser abrir una puerta y ella puso en práctica todos los métodos sin resultados positivos, pero estaba dispuesta a perder el tiempo que fuera necesario hasta conseguir abrir el cajón. Este estaba en una mesa de despacho de madera y metal pegada a la pared. ¿Y si se pudiera abrir por detrás? La separó de la pared y comprobó que la mesa estaba mal encolada y grapada. Con un  destornillador de la caja de herramientas terminó su trabajo en poco tiempo. Cuando accedió al cajón se sorprendió encontrar un libro de cuentos infantil. Al abrirlo le sorprendió descubrir que no tenía páginas, sólo el interior de las portadas, las letras y las imágenes parecían haberse emborronado pues era imposible ver o leer algo. ¿Para esto tanto esfuerzo? ¿Por qué mantenía tan en secreto este libro el secretario? Sentada en su sillón y con su libro en las manos intentó imaginar cómo sería de niño aquel hombre tan serio y tan extraño. Miraba el libro intentado hacerlo con la mirada de ese otro, que lo miraba a escondidas hablándole o recordando algo. Posando los ojos entre las imágenes borrosas y el pensamiento en lo que fuimos, queríamos ser, e imaginábamos cuando algo empezó a cambiar. Las imágenes y las letras se empezaron a correr como si de un telón de teatro se tratara y vio un paisaje de los cuentos infantiles. Unas montañas a lo lejos, cubierta de nieve las puntas. Un bosque en la ladera y a la derecha un gran estanque con patos. Una casa de campo rodeada de un huerto menos en el camino que se acercaba a quien lo miraba. La casa tenía un porche y sentado en él un anciano parecía leer el mismo cuento en el que estaba.

Adela algo sorprendida se quedó  mirando al anciano que le recordaba en algo al secretario, aunque este fuera mucho más joven. Ensimismada mirándolo empezó a notar como se volvía hacía ella, la contemplaba le sonrió y le dijo. Acércate más y acompáñame un rato. No tuvo que pensarlo, estaba harta de su rutina y necesitaba romper con su vida cotidiana. Deseaba experimentar algo nuevo ¿por qué no ir? No tenía nada que perder.

Dio un salto con la mente y se encontró en el cuento al lado del anciano que la miró y sonriéndole le dijo – gracias por venir.

El anciano le habló de que él era el guardián de los sueños perdidos; y ayudaba a que cada uno encontrara el suyo. Pero para eso hay que ser valiente, decidido, sorprenderte en la rutina, romper con normas establecidas y sobre todo mirar a lo lejos detrás de lo que vemos. Le dijo también que podría crear ella su propia historia pues así sucedía en los cuentos. Piénsala, busca tu personaje, tu escena y hazla realidad.

Ella se hizo niña, para perder algo de las responsabilidades que tenía y cogió un caballo con el que poder pasear por el bosque e irse a sitios lejanos. Al caballo le dio otros atributos: un cuerno y unas alas, por lo que se fue convirtiendo en un unicornio pegaso al que llamó Crionte. Con él voló al bosque y al pasar por una ciénaga encontró a un personaje extraño que deambulaba por allí como si fuera parte de ella. Se acercó a él y este le contó con una maquiavélica sonrisa que había sido un importante secretario. De allí se fue a lo alto de las montañas y más tarde a los sitios más fantásticos.

Después de un tiempo disfrutando de su imaginación y de su historia volvió a la casa del anciano y le dijo que quería regresar a su mundo pues allí la necesitaban. El anciano le dijo que así sería y para que pudiera regresar cuando quisiera sin necesidad de desencolar muebles ajenos ella se llevaría otro libro pues ya había escrito su propio cuento. En la portada estaba la imagen de Crionte, blanco, con su bello cuerno, con las patas delanteras alzadas y con sus alas desplegadas.

Despidiéndose del anciano volvió a dar un salto y entró en el despacho del secretario. Miró la hora y vio que volvían a ser las 8, lo que no la sorprendió pues es lo que suele ocurrir en estas ocasiones. Guardó el libro en su cajón, volvió a encolar la mesa y se dispuso a seguir su jornada laboral pero esta vez en vez de ensimismarse con los problemas familiares una sonrisa hacía ver que Crionte y sus aventuras la acompañaban.

Lola Carmona

 

EL SECRETO DEL SECRETARIO

Nunca fui secretario de nada. Además odiaba serlo, a tal punto que me enfadé seriamente un día durante una reunión del bloque: se me ocurrió ir, y alguien con buena o mala intención me propuso para el cargo. Lo mío es un apodo y nada más. El que he heredado de mi padre y éste de mi abuelo. Y quién sabe si el abuelo lo heredó de su progenitor y ese hombre decimonónico fue en su vida secretario de algún sitio. Tal vez de una peña taurina, o flamenca, o de un concurso de dominó en el casino o de unos juegos florares. Y por qué no, acaso secretario del sindicato local, o del partido rojo o azul, que quién sabe cuáles eran los colores del gusto del bisabuelo. El caso es que soy el Secretario aunque jamás ni en sueños lo haya ejercido. Los motes pesan al menos en ese mundo de avenidas estrechas y calles empinadas y retorcidas que es mi ciudad.

Hará unos cuatro años me lié la manta a la cabeza y me embarqué de camarero en un buque de placer que hacía cruceros por el Mediterráneo. Allí pasé los primeros mareos con dedicación servicial, buscando el equilibrio con el Martini rosso y desahogando la exuberante rutina del mar con paseos por la borda y charlas con los colegas de pajarita. En la segunda travesía conocí a Hugo, un viajero muy simpático. Hombre joven e importante a juzgar por su derroche. Me aseguró con calmoso acento argentino que un servidor era el tipo que mejor había visto descorchar botellas de vino en toda su vida. Claro, aquella noche lo impresioné abriendo junto a su joven y bella esposa, un Châteauneuf-du-pape, producción limitada, tinto Francés para una velada romántica de 900 euros, más la propina, que fueron cincuenta.

Días después me dijo que le hubiera gustado que un hombre como yo formara parte de su equipo, que trabajara para él, en sus negocios en Posadas, a orillas del río Paraná. En fin, que hicimos una especie de amistad informal que apenas distanciaba el uniforme y que nos acercó a una suerte de complicidad surgida de forma espontánea. “Si yo fuera rico sería como él”, llegué a pensar incluso.

Chasqueando en el paladar el quinto güisqui de la noche, Hugo me contaba cosas de su vida, de su empresa televisiva en argentina, de sus oficinas finacieras, de que era el secretario de un gran productor de cine y que él mismo tenía en marcha una pequeña pero valiosa productora. Cuando hablaba de esto último ponía un énfasis propio de artista que a veces se imponía a la evidencia de su aspecto duro, de mafioso guapo, que oculta tras la sonrisa cálida, el iceberg hundido de sus negocios turbios.

Uno de estos negocios, lo leí más tarde en la prensa, era el tráfico de divisas en dólares provenientes de distintas redes, que solía “lavar” mediante financieras ubicadas en el pueblo limítrofe de Encarnación, en Paraguay, con la intención de remitir el dinero a un banco off shore de Puerto Rico. Un negocio redondo, neoliberal y muy lucrativo que estaba alzando en la espuma de nuevo rico y filántropo local a mi flamante amigo de alta mar.

Pero a Hugo creo que lo buscaban por otras razones. Cosas más gordas. Lo relacionaban con el asesinato del productor de cine Claudio Nozzi, seguramente el mismo del que él me dijo que era secretario, muerto en un yate en aguas del río Paraná. La policía paraguaya había encontrado la primera pista cuando lo reconocieron en unas fotos. Advirtieron que era parecido a un tal Menocchio, alias “Gusano”, quien ya había tenido problemas con la Justicia por piratear señales de cable y que podía estar involucrado en otro doble crimen, el crimen sin resolver de un empresario argentino junto a su joven amante. Primero cotejaron las huellas de Hugo con las de la ficha de INTERPOL de Menocchio y les dio una coincidencia sustantiva. Luego las compararon con las de la ficha original de la policía de Misiones. Y, ¡eureka!, se confirmó que el sospechoso usaba una falsa identidad. A fecha de hoy andaba misteriosamente en paradero desconocido. Desde pocos días después del asesinato, nada se sabía de él en Posadas ni en Encarnación. Un soplo llegó a oídos del comisario Silva, sabueso de la investigación, situando a Hugo en un crucero por el Mediterráneo. Las distintas navieras no pudieron encontrar al sospechoso, con ese nombre, en las listas de embarque, y entre las reservas para esas fechas era casi imposible localizarlo. Había que entrar en los barcos en travesía y realizar la investigación a bordo.

Aquí es donde entro yo. Una pareja de policías secretas griegos se enrolaron durante el atraque en El Pireo. Eran de la INTERPOL, y se les notaba demasiado. Se fueron entrevistando con todos los camareros y cuando llegó mi turno, colocaron frente a mis ojos la foto de Hugo en dos instantáneas distintas, debajo se leía su verdadero nombre: Luis Menoccio.

–¿Ha visto usted a este hombre a bordo, puede que esté cambiado y seguro que usa otro nombre?

Sin duda era Hugo. Me quedé sin palabras pero creo que el gesto no me delataba.

–No, no lo he visto –negué con seguridad, pero en el velo del paladar se me quedó sin decir una última palabra: “hoy”.

Efectivamente esa mañana Hugo no había acudido al lunch en el solaruium de la cubierta principal, y más tarde tampoco lo vi en el salón de té con su atractiva esposa. Se había esfumado. El sospechoso era parte de los pasajeros a los que yo atendía personalmente y por tanto mi silencio se convertía en un peligroso secreto, mantenía a Hugo fuera de rastro, y a mí me hacía potencialmente cómplice. Al día siguiente llegamos a Estambul y los policías seguramente abandonaron el buque sin haber encontrado al prófugo.

Yo bajé a media tarde a estirar las piernas en suelo firme. Fui al barrio sefardí de Torre Gálata, para toman un te y hacer unas compras en sus bulliciosas tiendas. Y en la algarabía del zoco lo vi, en un galería de arte, deleitándose con una exposición de bellos grabados japoneses. Mi vista llamó su atención porque se giró de inmediato, puso sus ojos en mí, sonrió con complicidad y me llamó con un gesto de su mano. Al acercarme, abrió los brazos y me ciñó en un fuerte abrazo.

–Gracias por guardar el secreto –me susurró al oído–. Desde que te vi, supe que podía confiar en ti.

–Te gustan estos grabados –volvió a decir señalando las obras que nos rodeaban–. Elige el que quieras, que yo te lo compro. Un regalo de amigos, de amigos de verdad, de esos que saben guardar un secreto.

Me decidí por uno en el que se veía una gran ola devorando a dos bellas geishas, me lo empaquetaron y me despedí de Hugo con otro abrazo.

–Volveremos a vernos –remató con un tono que parecía más bien interrogativo–. Cuidáte, che.

Lo dejé allí junto a su mujer, como recién casados buscando la decoración de su primera casa. No he vuelto a saber de él. Tal vez vaya de acá para allá gastando el dinero que acaparó con sus turbios negocios y sus crímenes, o acaso esté ya entre rejas sufriendo en la soledad de la celda la falta de libertad, con ojos hasta en la espalda. Yo me acuerdo de él cuando miro el grabado japonés colgado en el salón de mi casa. ¿Será naufrago de la propia tempestad de su vida, una vida que quiso vivir rápida, impetuosa, violenta, a costa incluso de otras vidas?

Franjamares, nov. 2009

 

EL SECRETO DEL SECRETARIO

Decía un sabio que la fortaleza de espíritu no supone la ausencia de debilidades sino la conciencia de las mismas y la lucha constante por superarlas. En esta lucha nada más difícil que no traicionarse a uno mismo.

La maldad se dio cuenta de que necesitaba un opuesto para tener sentido, y dejó manar de un pequeño manantial unas pequeñas gotitas que regaron el corazón de los hombres y de ahí surgió el bien. En algunos corazones se hizo tan fuerte que la maldad se arrepintió de haber dejado correr ese pequeño manantial, pero ya era demasiado tarde. Aunque débil, la bondad se había abierto camino y ya nada podía detenerla. Frente a su opuesto, la maldad recobraba sentido, pero se sentía menos fuerte que antes porque parte de su poder lo ostentaba el bien. En su vida diaria muchos hombres han

Dejado vencer el mal en sus corazones. En otros hay una lucha constante entre ambas fuerzas. Unos pocos han conseguido un equilibrio entre ambas...En los que el bien se ha impuesto de forma total, el dolor ante las injusticias, los crímenes, abusos, extorsiones ,manipulaciones…..es a veces tan intenso que sólo lo mitiga la compañía de otro corazón ,que comprenda que acompañe, que entienda. En otros casos, nos entregamos a la autodestrucción creyendo que así destruimos el monstruo, cuando en realidad le hemos entregado una victoria más.

Si nos rendimos, la maldad gana un trocito.

Cada vez que traicionamos esa parte de nosotros que nos conecta con el bien, la maldad gana. 


Begoña Ramírez

 

 

EL SECRETO DEL SECRETARIO

El secreto del secretario era que pertenecía a una secta secreta donde el secretismo era norma y el secreto ley. Lo sé porque me lo contó su amante secreta, secretaria de un secretario de Estado perteneciente a los servicios secretos, un tipo cuya tendencia al secretismo era un secreto a voces . . .

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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SI YO FUERA RICO

SI YO FUERA RICO

Siempre había pensado que si alguna vez era rico intentaría paliar algunas de las muchas injusticias que se producen a diario en el mundo. Para mi sorpresa ese día llegó de la mano de un boleto de la lotería nacional. Siempre había visto en televisión esa gente brindando con champaña en la puerta de la administración de la lotería. En mi caso ese brindis nunca se produjo porque mi teléfono comenzó a sonar minutos después de que se cantara el gordo y aún no ha parado. Me llamó incluso una tía que hacía al menos 20 años que no veía y que se había enterado a través de un familiar.

El dinero ha volado, nada más fácil que gastar cuando se tiene.

Lo malo es volver a lo de antes cuando has caído de nuevo en las redes del juego. Curiosamente había dejado de jugar. Pero no supe resistir la tentación con el bolsillo repleto. Por supuesto no he realizado ninguna de las hazañas solidarias que pretendía hacer. Y este maldito teléfono sigue sonando a pesar de que hace ya meses que estoy en bancarrota. 

Begoña Ramírez

 

SI YO FUERA RICO

Si fuera rico de verdad, o sea, si tuviera una fortuna mínima de diez mil millones de euros, intentaría llevar a cabo tres proyectos:

Crear un periódico donde las noticias fueran tratadas partiendo de la base de que toda vida humana tiene el mismo valor. Me temo que durante unos años la mitad de la primera plana la seguirían ocupando los 20.000 niños muertos a diario por causas evitables, pero si esa es la realidad, será mejor verla a diario hasta que por aburrida e incómoda hagamos algo para remediarla, que volver la vista hacia otro lado.

Crearía luego una cadena de escuelas que resumieran en su no ideario los sistemas educativos que han demostrado ser más eficaces hasta el día de hoy, posiblemente una síntesis de Summerhill y la Escuela Libre de Ferrer Guardia. Una escuela laica, igualitaria y gratuita que enseñara a vivir y a disfrutar del placer de aprender, no a acumular datos y a considerar el conocimietno como un medio de poder.

Como tercer paso crearía una cadena de cooperativas a lo largo y ancho del mundo que aprovecharan cuanto hemos aprendido de economía a base de fracasos: un sistema de propiedad pública pero beneficio según iniciativas privadas, donde cada cual obtenga, en igualdad de condiciones, beneficios según su capacidad y esfuerzo, beneficios limitados por una ley de control de riqueza, que debería llamarse, más apropiadamente, de control de codicia.

Y, puestas las bases de un posible mundo mejor, dejaría a la gente vivir, descubrir cuanto valen quienes creen que valen poco, por la valiente modestia de creerlo y cuanto dejan de valer quienes se creen imprescindibles. Esperaría a que poco a poco aprendiéramos cuan importantes somos para la vida sólo por formar parte de ella, importantes para el futuro porque somos sus forjadores, y para conservar cuanto nos enseñó el pasado porque somos su consecuencia.

Tal vez diéramos algún paso más hacia ese paraíso que siempre ha estado ante nosotros, o tal vez me pegaran un tiro y asunto concluído, pero fuera como fuera, siempre le tiene que tocar a alguien vivir la mejor y la peor parte de cada fiesta . . .

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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UNA MIRADA... (¿un nuevo hombre?)

 

Todo va al mar y del mar todo llega,

vienen los ríos rodando, los vientos, las tormentas.

La mar inmensa se ondula de placer agasajada por la luna.

Un solo mar extendido sobre Gaia,

en la piel adolescente de una sola tierra.

 

Una mirada inocente al verde glauco de las olas.

Un silencio de placer a las crestas de espuma del gigante,

que hacen soñar con la belleza primera,

que salpican los carrillos de tu alma.

 

Una mirada, esta vez de vergüenza,

a la mácula nauseada del sueño ido del hombre,

aprendiz de demiurgo, separado de su fuente,

nadando a dentelladas entre plásticos y peces,

soltando aliento fétido en chimeneas que no calientan hogares,

envenenando el aire, el agua, la tierra…

con el fuego fatuo de sus vanidades.

 

Todo va al mar y del mar todo llega.

Vienen los sueños, las palabras, las caricias.

La grandiosa azul nos hace gotas saladas en el ciclo de la vida.

Un solo océano sugerido de ondas y corrientes

como sangre de la tierra.

La madre Gaia, amante de la Luna, fecundada por el sol

cuyo semen de luz es plasma cebado de guirnaldas,

de galaxias y de estrellas.

 

Todo va al mar y del mar todo llega.

¿Llegará el nuevo hombre?, ¿romperá aguas

en un nuevo mundo de luz?

¿Vendrá del presente franqueando el pasado?

¿O quedará sólo la huella borrada sobre la arena?,

¿el rastro de un tipo envanecido, desaparecido,

que jugaba a no ser hombre, y pasó sin gloria ni pena?

Franjamares, nov. 2009

 
 

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MICROTEMAS LIBRES

MICROTEMAS LIBRES

Miradas

Se conocieron, se vieron, se miraron y lo supieron todo, por eso no tuvieron el valor de abrir los ojos.

 

Lluvia

Llovía como si nunca hubiera llovido antes. Llovía, y era un día tan lluvioso, tan lluvioso, que hasta los gatos aprendieron a nadar.

 

Estibadores de recuerdos

A un puerto del sur llegó un barco cargado de hombres que cargaban mercancías cargadas de recuerdos de otros hombres, pero nadie recordaba de que puerto habían zarpado.

 

Era

Era porque creía que era dentro de un microrrelato que es porque leyéndolo creemos que es.

 

Seguridad

Estaba tan seguro de poder dudar que al final dudó de su duda y cayó en el integrismo.

 

Mic

Era un microrrelato tan micro, tan micro, que se titulaba “Mic” y su texto sólo tenía tres letras: “Soy”
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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LA VENGANZA DEL TESORERO

LA VENGANZA DEL TESORERO
 

Nevaba; las pequeñas bolitas de nieve caían pausadamente sobre su cabeza.

Se sentía calado hasta los huesos, no sentía ni las manos ni los pies y la media hora que supuestamente separaba la casa de la carretera se le estaba haciendo eterna. Finalmente había tenido que dejar el coche en el arcén y proseguir a pie hasta la casa, La intensa nieve lo había complicado todo,

Ella nunca le comentó  lo del refugio en la montaña, como en tantas otras cosas tuvo que utilizar sus dotes detectivescas y su fina intuición

para descubrir por fin su escondite .Esperaba encontrarlos juntos y acabar de una vez por todas con toda aquella  farsa. Ella lo había seducido con el único propósito de que hiciera un desfalco en las cuantiosas cuentas bancarias que su esposo tenía. El trabajo no debía dejar rastro visible, y para eso se hacía imprescindible la total entrega de un buen tesorero. Lo que ella no le contó es que finalmente huiría con su amante y no con él, como ingenuamente había llegado a pensar en el par de citas que habían tenido y a las que  y.  él se lanzó como un perro hambriento, ,obteniendo por parte de ella una entrega rápida y casi tan fría como ese hielo que ahora le calaba los huesos.

Sólo se encontraron en dos ocasiones, en la primera quedaron en un hotel a las afueras de la ciudad que ella misma se había ocupado de buscar. Llegó puntual a la cita pero con mucha prisa; al parecer la esperaba su marido para una cena oficial. La entrega fue fría y apresurada, apenas lo dejó tocarla y él que llevaba varios meses soñando con aquel encuentro fue tan rápido que cuando se dio cuenta ella ya se estaba vistiendo de nuevo.

En la segunda ocasión se había preparado para que todo fuera más pausado, pero ella llegó tarde y con las mismas prisas de la primera vez. Aunque consiguió que se desvistiera para él pausadamente. La observaba tumbado en la cama mientras ella dejaba caer su abrigo en el suelo, luego se fue quitando lentamente las medias que cayeron también con la suavidad de una pluma en la moqueta de la habitación de hotel, abrió la cremallera de su vestido y dejó que la contemplara .

Ahora sabía que lo habían utilizado ella y su verdadero amante para huir juntos. Que sólo había sido un peón en el juego, que luego se sacrifica sin más para continuar la partida.

Al fin vio aparecer la silueta de la casa a través de la nebulosa de la nieve.

Se apreciaba luz en la ventana de abajo y salía humo de la chimenea, los sorprendería juntos. Ya nada tenía que perder, su flamante puesto de tesorero oficial quedaría en entredicho cuando se terminara por descubrir el desfalco. Calculaba que en cuestión de semanas los sabuesos de la empresa ya estarían tras la pista. Lo mejor era terminar cuanto antes. Rodeó la casa

buscando el mejor punto desde el que otear su objetivo .Allí estaban, abrazados delante del fuego, mientras él la acariciaba.

Sacó la pistola de la chaqueta y con las manos temblorosas empuñó el arma, los mataría de un certero disparo.
 

Begoña Ramírez

 

 

LA VENGANZA DEL TESORERO


De Ramírez se había hablado mucho y de muchas formas: desde unos pocos que nunca habían cuestionado su honradez a otros muchos que desconfiaban de él: “Las cuentas no están claras”, decían. Ramírez, tesorero de la asociación desde el nacimiento de ésta, nunca había sustraído la más mínima suma de dinero, llegando incluso a ponerlo de su bolsillo en un par de ocasiones para ahorrar tiempo y evitar suspicacias, pero los malos pensamientos son tan libres como el mejor de ellos.

Finalmente Ramírez fue despedido, más porque la mayoría así lo decidió que porque hubiera alguna prueba de su falta de honradez.

El tesorero se vengó de la desconfianza de todos los socios y de las difamaciones vertidas sobre él pidiendo dinero prestado, con la excusa de una urgencia médica, a todos y cada uno de ellos. Sin que nadie lo supiera, Ramírez había sido afortunado días antes con uno de los mayores premios de lotería de la historia y poco tiempo después les devolvió a cada uno la suma que le habían prestado multiplicada por mil: cincuenta euros se transformaron en cincuenta mil y mil euros, que sólo le había prestado Engracia, la señora de la limpieza, que le conocía desde niño, se transformaron en un millón. El resto siguen maldiciendo el momento en que decidieron no prestarle siquiera diez o veinte euros y aprendiendo la lección, en este caso evidente, de que no hay nada más estúpido que el egoísmo, ni más contraproducente que el juicio precipitado.

Salvo Engracia, que se jubiló anticipadamente, todos los demás siguen recibiendo cada año una postal, siempre de un hotel de lujo diferente de un lugar diferente del mundo, y el mismo día en que Ramírez había pedido, años atrás, dinero para una urgencia médica familiar a todos ellos: un sospechoso veintiocho de diciembre.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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SINESTESIA

SINESTESIA

La vida se hacía insoportable en el planeta. Los gatos no saciaban sus sentimientos. Los gestos  cansinos y monótonos afloraban por los rincones. El letargo obligado de los moradores ya harto enfurecidos alargaba sus garras por los recovecos más recónditos sin ningún miramiento y fueron proliferando como setas en el bosque dormido de la vida. No arribaban soluciones a fin de evitar la mortandad incomprensible que se expandía calladamente en mitad de la tormenta.

   EL mundo de los humanos no caminaba alegre, satisfecho; iba como un viejo navío haciendo aguas por todas partes, la vida peligraba, y las criaturas se habían quedado estupefactas, inmóviles, sin voz en las gargantas, sin garra ni entusiasmo. Adolecían de empuje, de una efusión rabiosa que derribara los muros de su existencia.

   Lo cual hizo que estallaran las metralletas del arte, la pintura, la música, la escritura, la escultura. Las palabras pronto sacaron el pie del tiesto, se soltaron el pelo y se echaron a la calle exhibiendo sus mejores galas. Nunca habían visto la luz esos fenomenales fonemas tan disparatados e incoherentes a simple vista. Siempre habían sido abortados, tildados de sórdidos y antipáticos, no se sabe el porqué.

   Un buen día, allá por tierras helenas y romanas se bajaron los pantalones los industriosos de la creación ante el expectante foro que los contemplaba, y se fueron tatuando e inundando los papiros, los papeles, los muros y las pizarras de fisonomías y posturas nuevas, imágenes inéditas, metáforas inimaginables, surgiendo de su vientre, de su ferviente tinta un hermoso y genuino hallazgo, la locura del vocablo en carne viva, lo que todos estaban ansiosamente buscando.

  La túnica de la sinestesia fue cubriendo dulcemente, como el manto de la tarde, los sembrados de los cultivadores de la escritura, Se disfrazaron a ojos vistas de los más incrédulos, lo que se dice a lo bestia, de forma que no los conociera ni la madre que los alumbró en una noche tan especial. De repente todos los colores, los números más dispares se pusieron el mundo por montera  y exclamaron, revolución, subversión, adelante mis compinches, esta batalla la vamos a ganar entre unos y otros, y pasaremos a los enemigos de la mezcolanza de los sentimientos, del universo sensible a sangre y fuego de besos irrepetibles e irreparables.

   Hasta  aquí hemos llegado, pensaron, pero desde ahora en adelante la tristeza será dulce si la untamos con rica miel de la Alcarria, y la tarde la haremos de plata de ley, o para que no sean menos los esbeltos álamos del río los vestiremos de púrpura para oírlos murmurando en una fuga de almíbar .

   Los hombres opinaban que las desdichas todavía tenían remedio y cirugía, que estaban a tiempo, y empezaron a disfrazar y enriquecer las sensaciones en una gigantesca caldera donde echasen a hervir  exquisitos cócteles de fríos o chillones colores y sordas alegrías que asomarían con su pico y ojos por un cálido horizonte de perros, o acaso nubes de chispeantes golondrinas como antesala de una primavera nunca jamás vivida.

   En un esplendoroso repertorio de flautas, guitarras, acordeones y pianos de verdes sonidos, bailarían sevillanas en la bruma de la vida, besándose con la mirada y acariciando con el resplandor del alma los alientos más sutiles o pusilánimes.

   Entre tanto la humedad de oro de su mano relucía en la lejanía del collado sobre los roncos pasos de una tierra amarga, que sin embargo se sentía acariciada por el azul claro de un refulgente amanecer, una inolvidable y maciza alborada brotando como cristalina agua del firmamento.
 

José Guerrero Ruiz


 

LA SINESTESIA

Para mí cada nota musical tiene su color y cada color su música; cada sabor una tonalidad cromática, cada sensación táctil un gusto diferente. . .

Llevo siete años intentando explicárselo al doctor de mi pueblo, que se empeña en que tengo que visitar otros profesionales especializados, psiquiatras todos ellos. La culpa la tuvo mi hermana, que siempre ha sido una chivata, y cuando tenía nueve años les contó a todos, un día de Navidad, como sentía yo el mundo, nunca se lo perdonaré.

Los psiquiatras saben todos que hace casi un siglo, en 1812, un tal Dr. Sachs ya describió mi supuesta enfermedad, pero les interesa estudiarme como a una triste rata de laboratorio. El de hoy es ya el octavo que me visita. Tiene orejas de burro y nariz de bebedor, parece que será divertido escucharle. Se sienta, me mira fijamente y dice: “Así que la música tiene colores . . . Vaya, vaya, vive usted en una auténtica fiesta taurina . . . ¿Cómo está?

Perdido, doctor, estoy completamente perdido desde que ha entrado usted tarareando esa canción de tonos grises anaranjados, con su olor pardo verdoso y me ha estrechado la mano con ese extraño sabor a vino añejo . . .
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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ESTOY PERDIDO

ESTOY PERDIDO
 

Tenía que encontrar a mi padre. Habían venido a buscarlo un par de individuos vestidos de civil, unos días atrás. Mi madre les escuchó decir que necesitaban brazos para levantar un campamento de prisioneros aliados. Se consideraba cercana, pese a la propaganda, la entrada de estos en el país. ¿Qué sentido tenía construir más campos de prisioneros? La populación veía la proximidad de la derrota y el fin de la guerra con alivio y no comprendía el loco frenesí de detenciones de los últimos días. Los alemanes habían invadido el país poco antes, y judíos, gitanos, así como cualquier extranjero sin un claro linaje ario, eran arrastrados lejos de su hogar y no se volvía a tener noticias de ellos. Por entonces eran elegidos aquellos que destacaban por su riqueza o profesión: médicos, abogados, profesores, comerciantes, fueron desapareciendo uno tras otro. Meses después, con los aliados rompiendo las fronteras, hombres mujeres y niños, fueron deportados por millares. Cuando las tropas liberadoras avanzaban sobre Budapest, cortando las vías del tren, las etnias inferiores eran fusilados en grupos y arrojados desde los puentes al Danubio, algunos aún vivos. Cuando comenzó a escasear la munición, maniataban sus cuerpos, de dos en dos, hombres, mujeres y niños, y eran empujados a las aguas.

bulletEstoy buscando al coronel retirado Sargal- dije con ímpetu juvenil al policía húngaro de la puerta del cuartel de la GESTAPO.

No había conseguido obtener sino vagas informaciones en la sección de deportados.

bullet¿Coronel Sargal? No  conozco ningún coronel con ese nombre. Pregunté al hombre tras del escritorio,  en el primer piso- me indicó, frunciendo escrutadoramente el ceño.

Le di las gracias y me adentré  por la ampulosa puerta en dirección a las escaleras que se encontraban frente a ella. Estaba muy asustado pero decidido a averiguar el paradero de mi padre. No acababa de llegar al primer rellano cuando un oficial me espetó:

bullet

¡Hail Hitler! Larguese de aquí, esperamos la llegada inminente del general, no puede quedar nadie ajeno a la GESTAPO en el edificio.

bullet

Busco…-balbuceé en mi bastante correcto alemán, pero su rostro airado no me permitió continuar.

bulletSalí del edificio y sólo mucho más tarde comprendí que había estado perdido, al borde del abismo, y que aquel oficial me había salvado la vida. Algunos años más tarde averigüe en la Cruz Roja de Ginebra que mi padre había sido inmediatamente deportado a Polonia, tras su detención, en un tren con dirección a Auschwitz y que allí se había perdido su pista. No lo volví a ver.


Diego Pérez Sánchez


 

ESTOY PERDIDO

A veces me pierdo pensando: ¿Hay mayor perdición que sentirse perdido cuando se vive y se deja vivir, sin exigir nunca más de lo que se da, y a veces ni eso, pues nadie puede dar más que lo que ya da?

¿No será que no existe peor forma de perderse que llegar a creer que se está perdido?
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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LA FIESTA TAURINA

LA FIESTA TAURINA

En esta guerra no declarada tengo amigos en los dos bandos, y todos tienen razón o, mejor dicho, su razón:

Me dicen unos que es una bestialidad que poco tiene de cultural y menos de fiesta . . . y tienen razón.

Les contestan los otros que, viendo como está el mundo, preocuparse más de la suerte de un animal que de miles de niños muertos cada día es un acto de cruel banalidad . . . y tienen razón.

Alegan los unos que hacer del dolor y el sufrimiento de un animal

un espectáculo sólo contribuye a afianzar la crueldad en nuestra vida cotidiana . . . y tienen razón.

Responden los otros que mejor canalizar la agresividad a través de esos espectáculos que reprimirla, y ponen como ejemplo la cultura británica, tan cuidadosa en la protección de los derechos animales y donde se dieron decenas de linchamientos de ciudadanos musulmanes tras los atentados del 7-J, mientras en la taurina España, tras el 11-M no hubo un sólo caso . . . y tienen razón.

Dicen unos que el dinero que se invierte en la llamada fiesta taurina debería dedicarse a la conservación de la naturaleza . . . y tienen razón.

Pero les replican los otros que, de no ser por dicha fiesta, el toro de Lidia se habría extinguido como especie hace siglos . . . y tienen razón.

Los argumentos por ambas partes parecen ser infinitos, y todos los defienden con igual apasionamiento.

Para contradecir a quienes afirman que soy incapaz de estar callado ante algo que considero injusto, no tomaré partido por ninguna de las dos posturas.

Lo hago principalmente por seguir un consejo paterno que mantengo en la memoria desde hace muchos años: “Hijo, nunca te metas en asuntos de cuernos”.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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UNA MIRADA AL MAR

LA DISTANCIA NO PUEDE SER UNA MIRADA AL MAR

El sol se ocultaba tras las dunas. Su mirada intentó penetrar sus pensamientos.  Se había alejado demasiado de sí mismo y no encontraba la manera de volver a su interior. La vasta extensión de arena se extendía a sus pies en todas direcciones y no sabía adónde dirigir sus pasos. Estoy clavado en el instante, se dijo, mientras su triste mirada se perdía en aquel mar de arena que tornaba a reflejar el cielo, rojizo ahora, pronto negro, moteado de infinitos puntos luminosos, según avanzara la noche. Había conseguido poner una distancia entre el mundo humano y su ser, y ahora estaba sólo. ¿Era aquello lo que tanto había anhelado?

Miró a su alrededor buscando algo en la distancia, algo que no podría encontrar. Sintió sed y una sensación punzante en el pecho le devolvió a la realidad. Quizá estaba perdido, quizá no podría encontrar más el camino de vuelta. No se puede volver al pasado, y cuando el futuro tiene el color de una noche en el desierto, en la soledad de las dunas, las preguntas surgen ineludibles: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? Y las respuestas están en las preguntas mismas. Soy quien pregunta, y vengo de allá adonde voy, que no es sino donde estoy. Mi límite soy yo mismo y es conociéndome que introduzco barreras y definiciones, que sin dejar de ser yo mismo, me hacen pensar -esa facultad de la materia organizada-, que pienso, y que yo soy ese pensamiento que quiere ser inmortal, como si pudiese ser de otra manera. Y la materia organizada pretende también ser eterna, pero esto ya es un imposible, pues lo único inmortal es el caos.

Diego Pérez Sánchez


 

UNA MIRADA AL MAR
 

Lanzo una nueva mirada al mar, camino despacio contemplando con entusiasmo esa inmensa mancha azul que inunda mis sentidos, que me

transmite la grandeza y enorme belleza de la naturaleza, de la tierra.

Un ser vivo que lucha como nosotros por mantener su equilibrio, que

responde a las agresiones de su entorno. Una leve brisa acaricia mi rostro y no puedo evitar una pequeña punzada de nostalgia en mi estómago. A veces parece que el mar nos llama como si aún fuéramos peces y en parte todavía le perteneciéramos. Encamino mis pasos hacia el centro de la ciudad, y allí los bares se encuentran abarrotados, la ciudad bulle en sus entrañas y busco refugio en un pequeño local que trae a mi memoria la

bohemia parisina .Me acomodo en rincón algo apartado pero agradable.

Desde mi estratégica posición veo a la gente que entra y sale, a los que ya han consumido su tiempo, a los que buscan saciar su hambre. Un par de tipos llama mi atención, su atuendo desaliñado contrasta con el del resto de la clientela. Se acomodan en una mesa cercana a la mía. El más joven parece estar hambriento, tal vez una noche de juerga ininterrumpida o tal vez quehaceres más inconfesables. Me aventuro a pensar que son chaperos.

Algo en su aspecto me ha inclinado a este pensamiento; incluso puede que se trate de una pareja que realiza de forma ocasional este tipo de servicios para salir adelante. La realidad posee diversas capas, espacios en los que cada uno de nosotros se mueve; capas que a veces se mezclan, se tocan,

que asaltan nuestra retina y nos hace partícipes de una postal que no es la que estamos acostumbrados a ver. En los escasos metros de cualquier local, se pueden mezclar de forma totalmente azarosa.

Adivino en esta pareja de amigos o de amantes, un cansancio cercano al tedio. y ese tedio inunda mi ánimo por unos instantes. Por las miserias de nuestro mundo que se entrelazan con sus grandezas y nos dejan en el paladar un regusto agridulce De manera incansable y a veces inconsciente busco el sentido de toda esta realidad y más aún el de mi propia existencia.

Rastreo las posibles señales en una senda difuminada en la que a veces un pequeño destello da sentido a todo. Cada vez me angustia menos esa búsqueda, voy adivinando poco a poco que encierra en sí misma su propio secreto.
 

Begoña Ramírez Joya
 

 

UNA MIRADA AL MAR DE GAIA


FRANJMARES
 

Una mirada al mar de Gaia…

 Todo va al mar y del mar todo llega,

vienen los ríos rodando, los vientos, las tormentas.

La mar inmensa se ondula de placer agasajada por la luna.

Un solo mar extendido sobre Gaia,

en la piel adolescente de una sola tierra.

 

Una mirada inocente al verde glauco de las olas.

Un silencio de placer a las crestas de espuma del gigante,

que hacen soñar con la belleza primera,

que salpican los carrillos de tu alma.

 

Una mirada, esta vez de vergüenza,

a la mácula nauseada del sueño ido del hombre,

aprendiz de demiurgo, separado de su fuente,

nadando a dentelladas entre plásticos y peces,

soltando aliento fétido en chimeneas que no calientan hogares,

envenenando el aire, el agua, la tierra…

con el fuego fatuo de sus vanidades.

 

Todo va al mar y del mar todo llega.

Vienen los sueños, las palabras, las caricias.

La grandiosa azul nos hace gotas saladas en el ciclo de la vida.

Un solo océano sugerido de ondas y corrientes

como sangre de la tierra.

La madre Gaia, amante de la Luna, fecundada por el sol

cuyo semen de luz es plasma cebado de guirnaldas,

de galaxias y de estrellas.

 

Todo va al mar y del mar todo llega.

Vendrá en el futuro lo que vino en el pasado,

La huella borrada sobre la arena

de un tipo envanecido, desaparecido,

que jugaba a no ser hombre, y pasó sin gloria ni pena.

Franjamares, nov. 2009


 

UNA MIRADA AL MAR
 

Éramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo.
Uno de los dos faltaba”. (Antonio Porchia)

 

Toda su vida había sido una constante y melancólica mirada al mar: esperando a su padre pescador cuando era niña, la ilusión del retorno de la seguridad y la consiguiente sensación de inseguridad tras la partida, una infancia entre paréntsis . . .

 

Años después esperaría a sus hermanos, que, apartados de los juegos infantiles por la tiranía de la la pobreza, habrían de pasar a los juegos de hombres, esos en los que la muerte no tiene vuelta atrás. Uno nunca regresó, y en el fondo del mar, junto a él, reposarían para siempre las risas de toda la familia.
 

También a su pequeño gran amor, el único, en realidad, lo esperó mirando al mar, cuando decidió emigrar al otro lado del mundo soñando con un mundo mejor. Dieciséis años después le escribió para decirle que no le esperara más, cuando a ella ya sólo le quedaba tiempo para esperar.
 

Cada mañana de cada día miraba al mar con sus ojos cada vez más cansados y un alma callosa que ya no sabía que buscaba realmente con la mirada.

 

Un día pensó: “¿Me mirará también a mi el mar?, ¿Me estará esperando?” y emprendió el camino de reencuentro con su hermano y con tantas otras ilusiones ahogadas.

 

Los pescadores dijeron que había sido un golpe de mar, pero quienes la conocían siempre sospecharon que había sido un golpe de memoria el que la había empujado a echar una última mirada al mar.
 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net

 

 

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¡NO PUEDE SER! (DECIR QUE NO)

¡NO PUEDE SER! (DECIR QUE NO)

¡Señoras y señores, prepárense! Ha llegado el momento que  todos esperábamos: la culminación de nuestro curso intensivo tiene ahora su justificación.

Tomen aliento, respiren con tranquilidad y dominio y dispónganse a darle la vuelta  a sus vidas. Cuando salgan por esa puerta, ya nada será lo mismo. No duden en aplicar ipso facto lo aquí aprendido. En la primera ocasión que tengamos, cuando se nos presente de golpe la disyuntiva, abatámosla de inmediato, sin miramientos, sin cortapisas, sin recelos… sin sufrimientos ni miedos…

Ustedes siempre tienen la última palabra. La palabra y su intento es nuestra. Y la fuerza de esa palabra nos hará libres. Busquemos el sitio cómodo en nuestro interior, sintamos el eje de nuestras vidas, intuyamos lo que Shekespeare denominó el Ser, y que sólo puede ser eso: el Ser, porque si no, no lo sería. No nos dejemos arrastrar por la dinámica ni por la costumbre, echemos a un lado la condescendencia, disolvamos los consentimientos implícitos esperados por todos, sobre todo los más cercanos a nosotros…

Seamos rebeldes, que eso reverdece mucho. Rompamos los moldes de nuestra vida y por favor…. Contestemos No, así con mayúsculas.

Un ¡No! Bien grande, rotundo.

Y si alguien replica desafiante ¡que porqué!, soltémosles otra loza con calmada entereza:

¡Porque No pede ser!

Nos quedaremos tan anchos como largos agarrados al timón de nuestra vida…

Franjamares, Noviembre, 2009

 

 

Somos creadores de nuestra realidad...

Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño

ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

no obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo

oírte
primero despacito
decir que sí
decir sí quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado

y ver que un día
pobre diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano

y nunca más
puedes cerrarla.

Mario Benedetti, Poemas del Alma.


 

NO PUEDE SER
 

"No hay nadie que haya jamás escrito, o pintado, esculpido, modelado, construido o inventado, a no ser para salir del infierno".
(Antonin Artaud)

 

Martilleamos la vida con la perseverancia de un creyente y una ingenuidad infantil que deslumbra.

De todo pretendemos hacer un paraiso y en todo hallamos una razón para seguir persiguiéndolo.

En todo nos negamos a la negación, porque la vida es afirmación o no es. Dolor, sinrazón o injusticia se niegan a si mismos ya que nada saben construir o dar, nadan saben crear.

Lo diremos todo, siempre perdidos en sombras que nos sirven de guía.

Somos, sin sospecharlo, constantes creadores de enigmas, forjadores de diminutas ilusiones de poder inimaginable.

Estamos vivos, pero somos, ante todo, supervivientes de la hecatombe cotidiana: el reducido pero creciente grupo de seres que cada día, contra toda duda y todo miedo, se niegan, recurrentemente a decir: “No puede ser” . . . y así creamos, mágicamente, cada día, todo cuanto es.
 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 

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LA DISTANCIA

LA DISTANCIA

Lo dijo Antonin Artaud y ha querido el azar que se cruzara en mi memoria en el momento en que debía decidir qué escribir sobre la distancia. Lo dijo en su genial locura que tan bien sabía retratar a un mundo loco que arrogantemente se atrevía a llamarle demente. Dijo lo que ahora quiero decir y como yo no podría hacerlo mejor en ningún sentido, me limito a transcribirlo:

Tengo, para curarme del mundo, toda la distancia que me separa de mi mismo”. (Antonin Artaud)

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 

LA DISTANCIA


No puede ser que no pueda escribir algo gracioso, ingenioso, que aunque no los haga romper en carcajadas dibuje en vuestros rostros una sonrisa. Ya no se yo si soy demasiado cincunspecta o los temas que se nos ocurre proponer son inspiradores de sentimientos melancolicos.

El caso es que contra lo que mi imagen envarada pueda vender, me gusta reir, disfrutar y hasta burlarme un poco de todos, incluyendome a mi misma en un sentido totalmente sano.

Si esta semana quisiera centrar el tema en el mar, o peor aún en una mirada al mar, quiza se me vendria a la cabeza el mar que me separa de mucha gente que acompaño mi camino y que aunque hoy puedo vivir tranquilamente sin ellos, quiza eso mismo sea lo que provoca cierta tristeza, los afectos que uno deja en su camino. Las experiencias irrepetibles vividas, los paisajes, los sueños rotos, los sueños vividos y aún los solo soñados. Y ahi si, podriamos anexar el tema de la distancia, la distancia que todos decimos en esta epoca que no existe, gracias a Internet y a los aviones, pero que existe fisicamente y no se puede ignorar, ya que el internet nos acerca pero no nos abraza, no nos abriga, ni nos besa, y el avion nos lleva por algunos muchos euros, no siempre disponibles.

Quiza nos consolara pensar que cuando nuestros padres emigraron, los separaba tambien la misma distancia, sin aviones comerciales populares hoy, y con el correo normal que luego de quince o veinte dias traia noticias que ya eran viejas e irremediables.

En defitiva si todo puede ser, menos hacerlos reir con algo escrito por mi propia mano y de mi propia mente. Se pueden unir estos tres temas, magicamente en un relato nostalgico y meloso, doliente y quiza hasta arrepentido, pero no se me ocurre como unirlos, ni aún como escribirlos por separado, sin caer en mi inevitable estilo de escritura a veces nostalgica, a veces pretensiosa y siempre utopica.

No dudeis que lo seguire intentando, en mi camino es una asignatura pendiente, poder expresar mi alegria o mi contento, por lo menos

medianamente bien como puedo expresar mis pesares.
 

Alicia Gaona

 

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LA DESPEDIDA

LA DESPEDIDA


La tememos, la rehuimos, y al cabo del tiempo, incluso podemos llegar a guardarla en la memoria con más claridad que a quien hemos despedido. Cada despedida parece ir marcando un camino de migas de sueños hasta llevarnos a la última de ellas y ellos, a la muerte.

Pero en realidad, ¿es posible la despedida? Ante cada decisión a que la vida nos enfrenta, presentándonos en forma de abanico tantos caminos a seguir, al final, inevitablemente, escogemos uno, incluso el de no tomar ninguno de los propuestos o imaginados hasta ese momento, pero una vez elegido el camino, sea cual sea, la despedida ya es imposible.

Nunca podremos despedirnos de los millones de sensaciones recibidas a lo largo de la infancia, sobre las que, además, no solíamos tener la menor posibilidad de elección: esos niños y niñas que pasaban a ser nuestros amigos porque el azar hizo que nuestros padres se hicieran amigos de los suyos, tanto como la pegajosa caricia de la señora a la que recordábamos su nieto, algo inimaginable cuando eres nieto . . .

Nos acompañan nuestros muertos tanto como los hijos que nos han de enterrar, dolores cruelmente inolvidables junto a esos momentos en que la vida, tan caprichosa, nos besa en la boca y perdemos el tiempo preguntando porqué.

Aquella casa, aquella escuela, aquel barrio, aquella primera novia y aquel último pantalón corto, tantas cosas de las que creemos habernos despedido, cuando en realidad han estado condicionando cada uno de nuestros pasos desde entonces, han sido la brújula que ha señalado el rumbo de nuestra vida desde el mismo momento del encuentro.

Creemos decir adios, separarnos, y, como en tantas ocasiones, volvemos nuestra vista a lo aparentemente perdido mientras perdemos la ocasión de ser conscientes de su, para nosotros, eterna e inevitable presencia.

Creemos decir adios, pero de nada vivido nos podemos despedir. Sólo nos despedimos de aquello a lo que no permitimos entrar en nuestra vida, de la experiencia rechazada, de la oportunidad perdida, de la idea abandonada, el resto nos acompañará y condicionará, nos guste o no, hasta el último suspiro.

Así que, ¡hasta siempre . . . !
 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net



 

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EL GUITARRISTA DE LA ESQUINA

EL GUITARRISTA DE LA ESQUINA




Gustavito era un niño perfecto, orgullo de sus padres y preferido de sus maestros. Era un niño que todo lo intentaba hacer como los adultos querían. Gustavito no te ensucies en el parque y él se sentaba en un banco viendo jugar a los demás, pero quedándose impecable. Por mucho que disfrutaran los demás niños jugando, más disfrutaba él cuando regresaba a su hogar y recibía las alabanzas de todos los que allí en ese momento estaban. Os comunico que su madre tenía una peluquería, barata y clandestina, en el salón de su casa. Eran muchas las admiraciones y alabanzas referentes a lo buenísimo que era, y eso, a él le gustaba.
En el colegio ocurría algo parecido pues su maestra sabía que las mejores libretas y los libros más cuidados eran siempre de nuestro amigo. Cuando hacía falta que alguien hiciera algo, allí iba Gustavito, y eso, a él le encantaba.
Fue pasando el tiempo y nadie se dio cuenta de que se estaba mimetizando en una sombra que reflejaba los deseos de los demás y en la que él había pospuesto los suyos confundido por la necesidad de aprobación.
Un día, al pasar por una plaza, se encontró en una esquina con un hombre que hacía saltar sentimientos al rasgar las cuerdas de su guitarra. Gustavo, pues ya había crecido y dejado el diminutivo, se quedó extrañado ante el desajuste emocional que estaba ocurriendo en su interior. El cantante era de edad indefinida, por lo menos para nuestro muchacho y bastante desarrapado; pero lo que más llamaba la atención de Gustavo eran los sonidos expulsados con las manos y que iban adornados con gestos de la cara.
Se sentó en un banco de la plaza y estuvo un montón de horas embobado contemplándolo y sintiendo cada nota que saltaba de aquel instrumento de madera como si fueran chispas de un fuego. Poco a poco dejo de ser él y empezó a convertirse en dedos en gestos, en música. Allí estuvo hasta que aquel guitarrista dejó de tocar. Con las notas en la cabeza y una sonrisa extraña se fue a la casa donde estaban preocupados por el retraso, inconcebible en él.
La mesa puesta con el padre, la madre, la tía y el abuelo esperando para cenar. Él por primera vez en su vida no daba ninguna explicación sólo expresaba aquella extraña sonrisa ante la mirada sorprendida de los demás. Al final de la cena cuando terminaron de saborear las natillas con galleta que había de postre dijo solemnemente. “Ya sé lo que voy a ser, guitarrista de la esquina”.


Lola Carmona

 

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La despedida

El guitarrista de la esquina

Molinos de viento 

 

Lo veo marcharse mientras lanzo mis manos al aire para agitarlas con todas mis fuerzas; como si fueran las aspas de un molino de viento, mientras el guitarrista de la esquina acompaña la despedida con una triste canción. Cuantos recuerdos se arremolinan de pronto en mi cabeza, mientras el barco comienza a moverse en el mar como un gigante pesado al que le cuesta vencer la resistencia del agua.

Desde el principio sabíamos que llegaría el momento de la despedida.

Anoche mientras ahogábamos en alcohol la incertidumbre de la partida me di cuenta de que Alfredo no quería marcharse y que a mí tampoco me agradaba la idea de perder a mi nuevo amigo. Ambos trabajamos para la misma  multinacional

Y cuando lo trasladaron aquí me lo encomendaron para que lo ayudara a integrarse realmente no necesitó mi ayuda, porque Alfredo es sin duda de esas personas que encuentran acomodo en cualquier lugar y que se gana fácilmente la simpatías de la gente. Casi puede decirse que me ayudó él a mí pues aunque llevaba ya casi dos aquí antes de su llegada a mí sí que me cuesta asentarme en los nuevos lugares y mi carácter reservado tampoco ayuda a los demás a conocerme.

Me encuentro sin embargo a gusto con mi perfil de hombre triunfador, algo pagado de sí mismo, sin compromisos estables, amante de la buena mesa, los buenos vinos y los líos amorosos pasajeros.

No creo que exista nadie en el mundo capaz de aguantarme; además soy demasiado vanidoso para querer a alguien que no sea a mí mismo.

Y me siento feliz así, bueno a ciencia cierta no sé lo que es la felicidad pero sí podría decir que no soy del todo infeliz.

Cuando llegó Alfredo me cambió los esquemas. Mucho más extrovertido que yo empezó  a arrastrarme de fiesta en fiesta y he llegado a conocer en su corta estancia aquí a más gente que en estos dos años. A veces creo que todo ha sido una jugada de la multinacional para que termine de apartarme a este lugar. Las empresas hacen lo inconfesable a veces para tener a gusto a sus empleados estrella. Y sin duda mi trabajo aquí les agrada bastante.

Conozco ciertos aspectos turbios del negocio, y ya he recibido alguna insinuación de que hay que acompañar la vida con una familia, creo que no les agrada que sus empleados permanezcan en la soltería mucho tiempo. Incluso hay unas escuelas concertadas para los hijos de los empleados “fijos”.Toda una gran familia.

Ahora que Alfredo se ha marchado pienso si no lo habrán enviado para espiarme o para disipar la sospecha de una supuesta homosexualidad.

A veces es necesario quedarse para descubrir que lo mejor era haberse marchado.

Al igual que descubrimos que pesan más las cosas que no hacemos que las que nos obligamos a concluir.

Por un momento siento un hormigueo en mis pies, y el deseo de gritar con fuerza…….No te vayas. No me vuelvas a dejar aquí solo en medio de toda esta gente, a veces tan ajena. Siento que algunas miradas se posan sobre mí, mi gesto debe ser un poco extraño, algo angustioso, así que lucho por recuperar la compostura .Ha sido solo el vértigo de la despedida. Un nudo provocado por la sensación de pérdida. Atuso mis cabellos con las manos en un gesto mecánico, esto me ayuda a retomar el control sobre mí mismo.

Al fin y al cabo nos volveremos a ver pronto. Noto como la sensación de soledad se va disipando a medida que el barco va desapareciendo como engullido por el mar.

 

Begoña Ramírez

 

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UN HOGAR EN EL MUNDO


UN HOGAR EN EL MUNDO (poema)

Un hogar en el mundo para ser… y para hacer.

Un sitio hermoso clavado en el espacio,

en el paisaje limpio tras la tormenta,

fajado al lapso sucesivo del instante sagrado.

 

Una dimensión de clarividencia y justicia

que nos salve de la ceguera y las caridades.

 

Un hogar de niños de ojos abiertos,

derramados de preguntas;

de hombres de sonrisas blancas como la harina

y mujeres con la sangre de Gaia con cada luna.

 

Un rodal que se expande por doquier

para gente amable y sin dogmas.

 

Un poblado de sujetos consumados,

que no consumidos por el consumo.

 

Un lugar extenso para la Libertad del Ser:

cometa al viento, volando, sostenida por hilos de seda:

cordel de hombres libres y gregarios concientes de su reflejo.

 

Un hogar de silencios nutritivos,

de palabras entendidas, de voluntades e intentos,

de luz de sombras ardidas

y de conocimiento.

 

Un paradigma hecho con todas las culturas del mundo:

mestizaje del alma, sincretismo del cuerpo.

 

Una calle de adoquines de sol y prójimos conversando,

sin miedos ni prozac… El dolor de la existencia el maestro,

compromiso colectivo el desconsuelo.

 

Una casa caldeada con el calor del fuego,

un espacio fundamental que empieza desde adentro.

 

Un hogar en el mundo para emancipados.

Ya quedan atrás: el humus sangriento de los monarcas,

el karma de próceres dementes (con su ley del juego),

los monjes de reparto,

la triste seguridad del esclavo.

 

Franjamares, Octubre, 2009


 


UN HOGAR EN EL MUNDO


He reflexionado bastante sobre este tema sobre todo porque implica nuestra visión de la vida misma.

Desde los anales de la historia la vida de las personas se ha organizado viviendo en grupos organizados según las diferentes necesidades o pautas que nos han acompañado para la preservacion de la especie humana.

Es así como hemos desarrollado distintos tipos de núcleos que no necesariamente eran uniones de familias típicas.

En el camino recorrido se llegó en la mínima expresión a una asociación de personas unidas por lazos de sangre. Esto en los últimos tiempos también se esta modificando ya que surgen las familias monoparentales o bien las familias mixtas con hijos tuyos, mios y nuestros.

Pero el hogar, el refugio y el abrigo alrededor del fuego ha acompañado a todos estos núcleos de personas a través del tiempo. La sociedad creció y progresó en base a la relación entre las personas. Hoy por hoy la pobreza, la ignorancia, las  guerras, las drogas, las enfermedades y muchas otras causas, han sesgado a familias tradicionales completas, surgen en el panorama social las organizaciones de personas que se reúnen a veces por fines determinados y a veces con el sólo objeto de compartir algún tiempo y muchas experiencias entre ellas.

En mi vida tuve múltiples hogares, el hogar del que provengo, cálido y amoroso a la vez que restrictivo en ideologías progresistas, el hogar que ocupé al abandonar el primero y que fue mi propio hogar, el que mi pareja y yo creamos y que el tiempo que duró, abrigó tanto a nuestros padres, como a nuestro hijos y a nosotros mismos, este hogar siempre parece el más perfecto ya que esta creado exactamente con lo que hemos atesorado hasta nuestra juventud y abraza ideales propios. Pero este también lo tuve que dejar, los hijos crecen y vuelan, y en su vuelo crean sus propios hogares y abandonan en poco o en mucho, el nido que los albergó. Es a partir de este momento, en el que muchas personas sienten el síndrome del nido vacío, donde tuve que refundar sentimientos y objetivos, sueños y logros, y al verme sola me di cuenta que el hogar, el lugar de cálido refugio, estaba donde yo me sintiera cómoda y feliz.

Si bien es difícil descubrir el nexo entre el tema que hoy nos ocupa y lo que les estoy contando, es sólo un paralelismo para darnos cuenta de la obra que hacen las personas que brindan sus vidas a la contención y educación de niños y jóvenes desposeídos o solitarios sea por la causa que sea, por eso todo mi mensaje va dirigido a mostrarles que el hogar somos nosotros, es el fuego ardiendo que nos abriga el cuerpo y el alma cuando todo lo demás ha fallado, es la persona, sólo una, no más, que ve en su prójimo la necesidad y se brinda a estirar una mano para tomar la suya, es quien no teniendo quizá medios económicos tiene la capacidad de generarlos o bien la habilidad de extender la palabra para que otros, más afortunados económicamente, ablanden sus corazones y colaboren con ellos. Hoy se les llama ampulosamente ongs. pero a través de la historia siempre hubo personas o grupos de personas que queriendo ayudar han extendido sus manos y sus brazos y todo su amor al mundo más desfavorecido.

Una escuela rural es un hogar, una cama caliente es un hogar, un beso en la frente es un hogar y darle a alguien el poder de la lectoescritura es un hogar. No importa en que lugar del mundo queramos y podamos ubicarlo, el hogar está dentro nuestro cuando lo ofrecemos con amor a quienes nos rodean.


Alicia Gaona

 

 

UN HOGAR EN EL MUNDO
 

Para una hormiga un hogar en el mundo puede ser de forma circunstancial una cáscara de nuez.

En el alfeizar de cualquier ventana, los estorninos hacen sus nidos. Ese hueco es su hogar en el mundo.

La pared de cualquier balcón puede servirle como hogar a una salmandra. Y en las aguas cenagosas de cualquier río encuentran su hogar las ranas.

Al abrigo de la lluvia un gato se instaló entre el hueco de unos sofás abandonados en la calle.

En ese rincón pegado a la lámpara, con un libro entre las manos se encuentra a veces mi hogar en el mundo.

Begoña Ramírez


 

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EL MISIONERO

EL MISIONERO

De todos los lugares que había recorrido como misionero, la región de Tampala siempre era la que primero acudía a su memoria. Allí, hacía más de cuarenta años, cuando llegó por primera vez a la parte del mundo que la providencia había elegido para que evangelizara, se había encontrado con dos aldeas de población similar, pero formas de vida muy diferentes: mientras en la aldea norte existía una rígida jerarquización, tanto en la sociedad como en familias y clanes, la aldea sur era su antítesis: una sociedad relativamente igualitaria donde hasta las mujeres disfrutaban de ciertos derechos. En ambas intentó extender la palabra de Dios, pero la reacción en ellas fue completamente diferente: en la aldea norte fueron suficientes un par de regalos al reyezuelo y al chamán para conseguir que se prohibiera a las mujeres mostrar impúdicamente sus pechos, que desde el principio de los tiempos llevaban al aire, mientras que en la sur su propuesta, tratada en asamblea, fue recibida con carcajadas y algunas miradas de cierta lástima que el orgullo del misionero no pudo soportar.

El proceso de evangelización fue también diferente en cada pueblo: en el norteño bastó convencer al rey de que el dios cristiano había decidido que él reinara sobre sus súbditos para que obligara a bautizarse a todos ellos. En la aldea sur, por el contrario, tras escucharle atentamente, se decidió por unanimidad que podía hacer todos los rituales de su extraña religión, incluso un templo si así lo quería, pero no imponerla al resto de los vecinos, para frustración del entusiasta misionero. De nada sirvieron los obsequios y menos aún las amenazas con un infierno del que todos preguntaban donde se encontraba y si él había estado allí para describirlo con tanta precisión y detalle.

En el díscolo y pagano poblado sureño, además, vivía una chica que desde el primer día causó cierto desosiego al joven misionero, siempre sonriente y curiosa ante sus extrañas palabras. Fue la primera a la que intentó convertir y bautizar, pero no sólo no lo consiguió, sino que recibió como pago a su esfuerzo una humillante caricia en la cara diciéndole: “Eres como un joven guepardo asustado al que le gusta rugir como un león . . .”

El misionero desistió, al cabo del tiempo, de evangelizar la aldea sureña, donde acudía una vez los domingos para celebrar una misa a la que sólo asistían por curiosidad dos ancianas que nunca llegaron a bautizarse y Tika, la joven que durante semanas había ocupado los sueños del misionero, a la que decidió considerar una peligrosa tentación enviada por Satanás, una prueba de Dios a su fe.

Pocos meses después llegaron a la región las acciones de una guerrilla, financiada por cierta multinacional minera asentada al otro lado de la frontera. Bien informados sobre los fondos que el misionero había recibido para construir una iglesia, tuvieron con él un encuentro en que le dieron a elegir entregarles el dinero o decidir cual de las dos aldeas bajo su tutela habría de ser arrasada. Él se sabía seguro e inmune en su condición de hombre blanco ciudadano de un país europeo.

Tres días meditó el misionero sobre qué decisión tomar, tres días en los que recorrió ambas aldeas sintiendo como cada sonrisa y saludo de la aldea sur se iba transformando en ofensas en su mente, mientras la falsa mansedumbre de la aldea norte era mirada como el fruto de la piadosa obra que Dios había designado para él. Al cabo de tres días, en un nuevo encuentro con uno de los líderes guerrilleros, tomó la decisión: no entregaría el dinero. “Bien, padre, elija entonces la aldea que destruiremos y que llevará en su conciencia el resto de su vida”, le dijo el mercenario creyendo poder hacerle cambiar su decisión. “La aldea sur”, dijo con voz levemente temblorosa, “ . . . y que Dios les proteja”. “No creo que Dios envíe armas para protejerles, pero usted tiene el dinero que puede salvarles la vida, padre”. “Ese dinero es para construir una iglesia. No puedo salvar vidas si a cambio condeno almas” dijo con un argumento que a él le pareció de una lógica irreprochable. La aldea fue arrasada al siguiente amanecer: los niños y niñas secuestrados para servir de soldados, el resto de la población masacrada. El misionero recorrió la aldea entre ascuas y cadáveres mutilados haciendo la señal de la cruz sobre cada cuerpo inerte. Entre ellos encontró el cadáver violado y mutilado de Tika, el amor que nunca tuvo el valor de reconocer.

A lo largo de los años siguientes el misionero levantó en África decenas de iglesias, convirtiendo a miles de personas a la fe verdadera, llegó a obispo y, ya en su vejez, a venerable cardenal. Hoy su voto en un cónclave decidió quien habría de ocupar el Sillón de Pedro, el más alto honor que un católico puede alcanzar, y mientras votaba, incomprensiblemente, el nombre de Tika, olvidado durante lustros, golpeaba sus sienes y oídos insistentemente. “Me encuentro algo indispuesto”, susurró a su secretario y amante secreto desde hacía años, “ . . . me retiraré temprano a mis aposentos”.

La luz del sol moría un día más tras la Basílica de San Pedro, inundando nuevamente de sombras el Vaticano.

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 

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EL MONJE

EL MONJE

Levantó  la cabeza con parsimonia y sus ojos tropezaron con los míos; negros pero sin ningún fulgor ni aparente brillo como esperaba que trasluciera una mirada de estas características. Al fin y al cabo se trata de un monje y su conexión con el ente espiritual se da por sentada. Sin embargo su mirada me pareció triste y lejana. Como la de esa gente que a veces encontramos por la calle, desubicada de un lugar al que nunca sintieron pertenecer. Ni su presencia ni sus palabras me trasmitieron todo eso que algunas amistades dadas a la espiritualidad con manufactura me habían anunciado. Aquella persona me parecía no sólo de lo más vulgar sino a ratos incluso grotesca. Nunca he entendido bien por qué no nos basta creer en nosotros mismos y en los seres humanos en general por extensión.

Por qué siempre encomendamos el privilegio de la creencia en otros.

A este monje en particular lo visitaban diariamente montones de personas aquejadas de males del alma y del cuerpo. Le atribuían dotes de sanador del espíritu e incluso de dolencias que la medicina oficial no siempre acertaba a curar.

Me senté  en la sala de espera (porque visitaba a sus “pacientes “por riguroso turno) y una señora acompañada de su marido clavó sus ojillos

En mí  desde el primer momento. A su lado una muchachita muy delgada,

Aquejada de un desengaño amoroso que como supe después la había sumido en una tristeza de la que no lograban sacarla. Y otros tantos que como yo mismo abarrotamos una salita que ya se quedaba pequeña ante la demanda. También me habían informado de que no se cobraba, que solamente se recogía en una especie de hucha habilitada a la entrada la voluntad, es decir lo que cada uno considerara oportuno. Luego supe también que esa voluntad de la gente superaba con creces todas las expectativas y que “El monje” poseía inversiones en numerosos lugares de la tentadora costa. Cuando por fin llegó mi turno, pasé a otra sala habilitad como un pequeño despacho, decorada con sobriedad y en la que se encontraba el monje realizando al parecer unas oraciones. Cuando alzó los ojos y se cruzaron nuestras miradas supe por fin que algo no funcionaba como esperaba. Aquella mirada neutra me colocó a metros de distancia de él y me colocó casi en la puerta de salida a tiempo de salir huyendo.

“Disculpe” fue todo lo que logré decir, antes de escapar de allí con un precipitación que provocó cierto revuelo en la sala de espera.

Casualmente el otro día en la prensa encontré un pequeño artículo que se refería a un supuesto monje sanador al que habían detenido en una lujosa villa a las afueras de la ciudad. Al parecer convencía a sus fieles de que son los bienes materiales los que nos atan a las necesidades del cuerpo y nos alejan de la espiritualidad, por lo que los inducía a desprenderse de todos sus bienes que pasaban  a formar parte de una jugosa cuenta  a su nombre habilitada en Suiza. Su fortuna se consideraba ya astronómica. 
 
 Begoña Ramírez

 

 

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LA FOBIA

LA FOBIA

Daniel sabía que debía decírselo y que seguir dando largas al asunto sólo serviría para empeorar todo, sólo faltaban dos días para la boda. “Debo confesarte algo antes de la boda, pero no sé si seré capaz ...” dijo mirando fugazmente a Cristina. Ella, sonriente y segura de conocerle, preguntó con una sonrisa: “¿No me irás a confesar que eres gay?”. “No, que va, es otra cosa. . .”. “Déjalo, si te es incómodo, ya me lo dirás cuando te apetezca. Hemos vivido juntos tres años, creo que nos conocemos lo suficiente y nada que podamos descubrir el uno del otro cambiaría nuestra idea de casarnos, ¿o sí?” “No, no tengo ninguna duda sobre eso. De acuerdo, te lo diré, de alguna forma, pasado mañana durante la boda. No te preocupes, en realidad es sólo un detalle, pero. . .” Los dos días anteriores a la boda parecieron eternos para ambos, pero los mil preparativos no impedían que ocasionalmente la preocupante idea cruzara la mente de Daniel. Tenía que decírselo de alguna manera y tenía que hacerlo antes de llegar a la iglesia, pensó. Llegó el considerado gran día y todo parecía transcurrir dentro de la prefabricada armonía de las bodas urbanas: la llegada de los novios, los padrinos, los invitados, . . . Daniel había contado y ensayado meticulosamente los pasos que tenía que dar desde la entrada del templo hasta el altar y lo había hecho durante semanas, de tal forma que pudo llegar hasta el punto indicado sin apenas tropiezos. Pero una vez que estuvo ante Cristina, ésta comenzó a increparle en voz baja: “Pero ¿qué haces?, abre los ojos.” "No puedo", replicó Daniel, "no puedo". Tras insistir varias veces, ella optó, como última solución, por darle un pisotón, que consiguió que él inevitablemente abriera los ojos al tiempo que corría despavorido en dirección a la salida gritando: “Las cruces, las cruces. . .”

El pobre Daniel, estaurofóbico desde la infancia, creía tener controlada su fobia, su miedo irracional, en su caso, miedo a los crucifijos, pero descubrió, aunque tarde, que no era así.

Sólo hay un tipo de miedo más peligroso que aquellos que ya creemos controlar sin que sea así: los que forman parte de nuestra vida sin que sospechemos siquiera que nos acompañan.
 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 

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LA VIDA

LA VIDA

Los hechos, simplemente, suceden, y mientras suceden, ocasionalmente, la materia se organiza de determinada forma con tendencia a perpetuarse, esporádicamente se erige en conciencia, y esa conciencia intenta captar y definir cuanto sucede, dando lugar a diferentes tipos de percepción y de pensamiento. A eso llamamos vida.

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 


LA VIDA

Frente a mi casa hay un descampado y en él un cartel que pone “prohibido arrojar basuras” .Los humanos tiramos nuestra basura en cualquier parte, con tal de que no esté en nuestra propia casa

El que la deposita en cualquier sitio puede  tener muy limpia su casa pero sigue siendo sucio y por añadidura, desconsiderado.  

A veces creemos que si nos portamos muy bien y somos buenas personas y ciudadanos ejemplares todo irá bien en nuestras vidas. A veces descubrimos que no es así y que

Una situación inesperada nos puede llevar al borde de otra situación que no podemos controlar. El ciudadano ejemplar de repente se descontrola y la ley de los hombres puede lanzar sobre él el peso de la justicia. Pero ¿es la justicia igual para todos los hombres? ¿Qué hace tanto asesino suelto porque se protege con dinero o con poder o con inmunidades de cualquier tipo?

Por definición si la justicia no es igual para todos no es tal por lo tanto vivimos en un mundo sin justicia.

Los estados mandan a sus cachorritos a sus guerras, para protegernos de innumerables peligros, pero ¿por qué llevamos matándonos toda la vida?

Las guerras son una constante en nuestra especie; nos defendemos tanto que a veces no queda tiempo para otra cosa.

Frete a mi casa veo las montañas, en el segundo derecha vive un anciano del que por lo visto sus hijos no pueden ocuparse. Lo cuida una muchachita al parecer dominicana.

Cuando termina de trabajar la recoge su padre. Me los he cruzado en el ascensor un par de veces. El suele preguntarle ¿Qué tal mi niña?, y me conmueve esa dulzura.

Los idiomas dan testimonio del carácter de sus gentes.

En el primero izquierda vive una dentista con su marido empresario y dos niños pequeños (niño y niña) guapísimos...Se podría decir que representan el prototipo de familia moderna.

Sin embargo en ella se atisba siempre, debajo de una carita bien maquillada, perfume de marca y colgantes a juego con el jersey, un atisbo de tristeza. ¿Qué fallará en ese modelo tan de revista?

Siempre me he preguntado por qué no viven en un chalecito adosado.

Hoy he visto a lo lejos a mi anciano vecino con su joven cuidadora, se le ve orgulloso, cogido del brazo de una muchachita tan joven y tan guapa. Parece decirles a todos “miradme parezco un galán de cine”.Aunque le cuesta mucho andar y su cuidadora tiene que hacer verdaderos esfuerzos.

Esta mañana se posó un pajarito en la barandilla, cuando intenté acercarme un poco salió volando con rapidez.

Lo vi cruzar el azul del cielo, batiendo sus alas, y subir suavemente y luego bajar un poquito y volver a subir.

Esa distancia con el suelo, esa perspectiva relativiza el tamaño de las cosas. Seguro que nuestros problemas cotidianos se verían más pequeños si aprendiéramos a volar sobre ellos. Venciendo así el peso de las emociones.  

Begoña Ramírez

 

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NO ME DA LA GANA - LA RESPONSABILIDAD

NO ME DA LA GANA - LA RESPONSABILIDAD
 

Aunque no exista el tiempo y todo sea un eterno sin principio ni fin, las estaciones se suceden una tras otra y donde ayer era verano ahora es otoño, igual a todos los anteriores otoños del transcurso de nuestra vida. Esta semejanza quieta, este repetirse una y otra vez como la rueda de una noria en la que a veces se está arriba y a veces abajo, esta permanencia en forma de ley natural dota a la realidad de una sincronía en la que todo vuelve y se repite como la cadencia de la propia vida.

Ana se despertó  aquella mañana con la sensación de que todo seguía igual aunque todo hubiera cambiado. No me da la gana pensaba una y otra y otra vez. ¿Por qué he de asumir esa responsabilidad? ¿Por qué hacen cada día el recuento de las desgracias del mundo? ¿Qué puedo hacer yo, a parte de intentar cambiar por dentro? ¿Qué puedo hacer por toda es agente que muere a diario? ¿¿Y ante la injusticia y el crimen? ¿A qué viene tanta y tan variada información? ¿Por qué no hay un diario  de buenas noticias?

La noche anterior había tenido un sueño extraño, en el que alguien que no llegó  identificar le decía una y otra vez  “Despierta, despierta y vive, antes de que el otoño de la propia vida te alcance y así cuando llegue, puedas seguir viviendo con la experiencia acumulada”Despierta, despierta“; y así fue que se despertó pero empapada en un sudor frío y con una sensación de extrañeza en el alma.

Begoña Ramírez



 

NO ME DA LA GANA

El mar de las pasiones humanas

En el mar de las pasiones humanas navegan todo tipo de espíritus y con ellos todo tipo de alegrías y pesares. Todos buscan una isla donde llegar, el reposo de sus penas y algo que alimente sus inquietudes.

Inmersos en la misma tormenta, vemos como unos se hunden mientras otros sobreviven, y no podemos evitar preguntar porqué unos sí y otros no, preguntarnos sobre el inconmensurable conjunto de circunstancias que dan lugar a un hecho u otro.

A la respuesta ocasional a la pregunta permanente, unos llaman dios y ponen un nombre, otros , menos arrogantes, callan.

En el mar de las pasiones humanas incluso los supervivientes tienen cierto aire de náufragos. Algunos, a pesar de todo, se muestran sonrientes, y hasta los espejos dudan de si se trata de una simple sonrisa bobalicona o la luminosa sonrisa de algún buda iluminado.

¿Será acaso que son esos, los que han dicho “no me da la gana” ante tanta sinrazón, ante la reincidente invitación al sufrimiento inútil, los que han descubierto que, al final, riendo o llorando, vencedores o vencidos, en este juego al que llamamos vida, nos van a pagar lo mismo, y es tan sólo nuestra actitud, más o menos abierta o cerrada ante ese juego, la que marca la diferencia entre felicidad y sufrimiento, entre vida o muerte en vida . . .?

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net



 

LA RESPONSABILIDAD

Si todo lo humano es en si mismo subjetivo, pocos conceptos lo son tanto como el de responsabilidad. Incluso en el de libertad, que puede incluir desde ideas esotéricas a la pretendida libertad de arrebatar la libertad ajena, suele haber una parcela compartida: la de que libre es quien puede desplazarse en el espacio sin limitaciones a su cuerpo. Pero en cuanto hablamos de responsabilidad, es imposible encontrar una sola coincidencia en la que se encuentren todos los seres humanos:

Todos los tiranos y dictadores que en la historia han sido decían sentirse responsables ante algún dios o ante la patria, y era esa responsabilidad la que les empujaba al asesinato o al genocidio. De igual forma, sintiéndose responsables ante sus semejantes o ante determinado concepto de libertad, respeto o derecho, puede un ser humano lanzar una bomba entre una multitud de seres a los que desconoce, provocando un baño de sangre. Sintiéndose responsable ante las instancias más altas, las divinas, se llega a matar sin un atisbo de remordimiento: “Dios lo quiere” gritaban los cruzados cristianos durante la Edad Media mientras iban arrasando ciudades enteras a su paso, sin respetar siquiera la vida de niños o ancianos. Idéntico esquema se repite en la visión integrista de cada religión, tan oportuna siempre para mentes asustadas y acomodaticias.

Responsable de sus hijos se siente quien comparte con ellos su tiempo y emociones tanto como los padres que se limitan a proveerles de un mínimo de alimento y ropa, e incluso quien ni de eso se hace cargo. Responsable ante sus amigos se siente quien se limita a compartir con ellos los últimos datos futbolísticos tanto como quien abre sinceramente su corazón. Y todos, del primero al último, se sentirán personas responsables.

Si alguien, ocasionalmente, admite ser irresponsalbe, lo hará, muy posiblemente, para refugiarse en la falsa sinceridad de un defecto admitido, evitando así tener que subsanarlo. Responsable de todos y cada uno de sus actos, estando dispuesto a admitir y reparar cualquier error cometido, no recuerdo haber conocido a nadie, pero tengo la memoria llena de gestos y acciones propios y ajenos encaminados a la autojustificación de todo tipo de errores y egoismos.

Será que yo mismo no soy lo suficientemente responsable como para admitir el estado de primitiva irresponsabilidad en que se encuentra mi especie.

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 

LA RESPONSABILIDAD
 

Cuando dieron como título la responsabilidad, me acorde de Quino, si, creo que ya todos sabréis que Quino es el creador y artífice de Mafalda, es quien le dio un rostro, personalidad y voz, pero este gran creativo argentino, no sólo creó a Mafalda, si recorremos sus historietas ha tenido personajes variopintos, uno de ellos es quien vino a mi memoria en este momento, ya que quedó como chascarrillo cuando alguien te inquiría sobre cualquier cosa: "yonofui". Yonofui, contra lo que pueda creerse, no era un sinverguenza, no, era una persona normal y corriente que siempre encontraba que las situaciones más inverosímiles lo apuntaban con el dedo, y ante ello su respuesta siempre era la misma: yo no fuí.

Los personajes de Quino siempre trascienden lo humorístico, muestran algo o alguien prototipo de una sociedad y es así como yo creo que Yo no fuí, mostraba el típico argentino post dictadura, el que no se sentía responsable de que los militares nos hubieran pisoteados los últimos siete años, el que no se sentía cómplice en la desaparición de personas, el que renegaba de la economía del pais pero guarecía sus ahorros comprando dólares, en fin, el típico argentino de "haz lo que yo digo, pero no hagas lo que yo hago" y así, en realidad, no llegó a ser famoso, este personaje no era una niña rebelde que odiaba la sopa y tenia la lengua larga, este personaje era nuestro retrato como personas,  reflejaba el argentino irresponsable al que le viene bien tener malos gobiernos, a quien echarle la culpa de sus infortunios y el que no se da cuenta que sólo olvidando el "yo no fui" y empezando a pensar en "yo soy" podremos empezar a cambiar  nuestra historia.

Alicia Gaona

 

 

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EL VUELO

EL VUELO

Como la mayoría de las personas, no suelo recordar la mayoría de mis sueños, pero hay uno que guardo en la memoria con una nitidez sorprendente: el sueño de volar. Fue hace unos veinte años, pero lo recuerdo como si hubiera sucedido hace unas horas: de repente me vi ante un precipicio, pero lejos de sentir miedo, comprendí que debía volar para superarlo. Olvidando que no estaba en mi naturaleza el privilegio del vuelo, simplemente pensé:”Tendré que volar ”. . . y volé.

Mi primer pensamiento tras emprender un vuelo que era en realidad levitación, fue preguntarme porqué no lo había hecho antes, pues era tan simple y natural como lo es caminar durante la vigilia.

Por encima de cualquier otra consideración, dicho sueño me enseñó con meridiana claridad el poder de la mente sobre la materia, la existencia de niveles energéticos más o menos pesados o ligeros y la capacidad de condicionarse mutuamente unos a otros.

Cuando dudo si hacer algo es posible o no, rememoro aquel sueño, aquella sensación, y relajo la mente sabiendo que el más aparentemente inalcanzable de los sueños, ilusiones u objetivos , está al alcance de la mano si conseguimos vencer los miedos o prejuicios que lo declaran imposible.

Creer es crear, y en esta encorsetada dimensión que habitamos, conseguir que cada acto cotidiano sea un acto creativo es el más enriquecedor juego a que podemos aspirar.

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net




 

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VÍCTIMAS DEL MALTRATO


VÍCTIMAS DEL MALTRATO

Carta a Cecilia

Hace un año cuando escribí unas letras para vos y en vos, para todas las mujeres maltratadas y asesinadas, no pude menos que lamentar, no solo la pérdida de tu vida, sino también la perdida para tus padres, para tu familia, para tus amigos y la enorme distancia que te separaba de ellos. Pensé en vos, pero como madre que soy, también pensé en ellos y en los terribles momentos que estaban viviendo.

Hoy la realidad del día a día, te supera, me supera, nos lleva a los que aún caminamos por este mundo en diferentes situaciones, a dejar atrás la fortísima conmoción que nos causo tu desaparición.

Como en todas las cosas de la vida esta el que piensa: a mi no me pasara nunca, o también como en algún momento se dijo en Argentina " por algo sucedió, por algo será". No los comprendo, no comparto la ausencia de sentimientos, no comparto la falta de sentido común. No concibo la vida sin empatía a nuestros semejantes. Sobre todas las especulaciones y argumentos que quieran esgrimir, eras un ser humano. Un ser humano joven, alegre, trabajador, con tus afectos y con tus inquietudes. Un ser humano que como la mayoría solo buscaba amar y ser amada, comprender y ser comprendida y no hay atenuante ni disculpa para quien te quito la vida.

Me da igual lo que mis oídos tengan que escuchar, me da igual sentir el silencio de la indiferencia, sólo sé que para tus padres, hermanos, familia, amigos y vecinos de esta pequeña ciudad de Nerja seguirás siendo una víctima, una joven, muy joven, víctima a quien un indeseable le robo la vida y te aseguro que a lo largo del tiempo te mantendremos como ejemplo de lo que nunca debió suceder. Quiera Dios en cualquiera de sus manifestaciones y creencias, que estés en un lugar mejor y puedas ver y saber que no te olvidaremos.


Alicia Gaona


 

VÍCTIMAS DEL MALTRATO

Cuando dios era mujer . . .

Cuando dios, cualquiera de ellos, era mujer, el mundo era cálido y acogedor, las guerras se resolvían evitándolas y los conflictos casi nunca llegaban a guerras. Pero el mundo, que permaneció así durante milenios, no parecía, según decían los hombres, evolucionar, prisionero de la naturaleza, al tiempo que cautivo de una armonía incómoda para quienes no sabían reconocerla y crecer bajo ella.

Mientras dios era mujer, el hombre se sintió esclavo de su frustración por no poder ser semillero de vida y sus miedos apenas le permitieron ver su papel de indispensable semilla.

Y dios se hizo hombre, pero no bajó a la tierra, pues ya la habitaba.

Cuando dios se hizo hombre, como todo esclavo, guardaba el rencor de siglos, y como todo esclavo que rompe sus cadenas, volcó sobre su amo todo su odio y desprecio: hizo de la mujer un objeto, evitando la responsabilidad de mirarla como a un igual, transformó sus miedos imaginarios en cadenas reales, que la mujer habría de arrastrar sin derecho a réplica y, en ocasiones, sin derecho a súplica siquiera.

Cuando dios se hizo hombre, pareció que el ser humano evolucionaba: nacieron los estados, las ciudades y el comercio y con ellos las guerras, el orgullo sin dignidad y una demencial idea de honor que se lavaba con sangre. A tal extremo llegó la locura cuando dios se hizo hombre, que muchas mujeres se hicieron cómplices de ella, enseñando desde la cuna a sus hijos a perpetuar su arrogancia y sus miedos y a sus hijas a doblegarse ante el macho miedoso.

Y el mundo enfermó . . .

Un día, alguien pensó que tal vez dios, cualquiera de ellos, no debía ser hombre ni mujer o que, mejor aún, podía ser ambos sin que hubiera en ello contradicción alguna.

No hace mucho, al principio de los tiempos del final de la esclavitud de la mujer, algunas dijeron “basta”, otras muchas les siguieron y hasta algunos hombres comprendieron el mensaje. Se empezó a oír y sentir la palabra igualdad.

De entre esas mujeres, algunas hicieron uso de la grandeza de su naturaleza femenina e invitaron a todos a vivir esa armoniosa equidad, a creer y crear un nuevo dios que no fuera hombre o mujer, sino simplemente humano. Otras, heridas por los golpes recibidos, transformaron en odio su dolor, como antes hiciera el hombre, y reclamaron el derecho a la venganza, cayendo en el mismo error, repitiendo las mismas injusticias que habían padecido.

Pasó el tiempo, y mientras en algunas partes los más elementales derechos eran reivindicados con más de un siglo de retraso, en otros, los bien alimentados pero emocionalmente famélicos jóvenes primermundistas, olvidaban el esfuerzo de sus abuelas y renunciaban a buena parte de lo justamente conquistado.

Nadie parece encontrar su lugar en el mundo: ni las chicas, aceptando un neomachismo simplón, ignorante y peligroso, ni los chicos, tan desorientados como cobardes ante la nueva situación.

El camino en pos de una legítima igualdad que nunca debió ser cuestionada va dejando una senda de sangre y dolor, en la que sólo puede consolar a quienes ven caer a sus seres queridos el saber que su muerte no lo fue en una estéril guerra de codicia tan sólo, sino que ha contribuido, con una heroicidad que a nadie podemos pedir ni desear, a dar un paso más en pro de un futuro mejor.

El tiempo, eterno maestro que cura heridas tanto como deja cicatrices, conseguirá algún día equilibrar al fin la extraña dicotomía de nuestra especie, que parece ser capaz de estudiar, cuestionar y aprender todo, menos su propia y contradictoria naturaleza interior.

Nacerá así el último dios, el que no se planteará siquiera si es hombre o mujer, el primer dios que sea, ante todo, humano. Un último dios que será el primero que sepa realmente amar, ese bajo cuya luz esperemos que vivan algún día nuestros descendientes.

 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net


 

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TRAS EL TÚNEL

TRAS EL TÚNEL

Por Franjamares

Ya les conté cómo sucedió todo; la incontenible rapidez con la que se desencadenaron aquellos terribles sucesos. La única prueba que puedo ofrecer, es el impreciso flujo de mis recuerdos; y lo califico de impreciso, porque acontecieron tan misteriosa e inesperadamente que, por mucho que pienso en ellos, por más vueltas que les doy, no dejan de parecerme extraños e inconexos.

El día amaneció plomizo y frío. Un silbante viento del norte soplaba con bríos en el bosque, entre las profundas cañadas de la sierra; sin embargo, en el interior del hotel la temperatura era aceptable. Como hacía todas las mañanas, dejé preparado el automóvil para llevar a Paula a la ciudad. El gélido ambiente de aquella mañana de noviembre hacía prever la formación de hielo y escarcha sobre algunas zonas del firme; pensé, por consiguiente, en moderar la velocidad.

Paula entró en el vehículo como de costumbre, mostrando su sonrisa redonda a pesar de lo temprano de la hora y del día tan desagradable. Manipuló en su teléfono móvil, tal vez para llamar a alguien. Pero no pudo, no parecía haber cobertura y además el aparato le hacía cosas extrañas. Lo desconectó soltando un descriptivo: ¡porras!, y dejó perdida la mirada en los confines del paisaje. Seleccioné entonces su programa preferido de radio: sólo clásica, pero misteriosamente tampoco funcionaba la emisora.

Fue tras las primeras curvas cuando noté una de las cosas que, inicialmente, me extrañaron y asustaron: al salir de uno de aquellos pronunciados giros, el automóvil, patinando de las ruedas traseras, zigzagueó peligrosamente. Parecía como si una fuerza misteriosa lo hubiera sacudido con brusquedad. “¡El hielo!”, atiné a pensar, aunque no con demasiada convicción. La curva  era de orientación su y no se apreciaba ese característico reflejo blancuzco que la escarcha suele dejar sobre la humedad del asfalto; además, la había tomado a una velocidad moderada. Bajé del coche, observé detenidamente los neumáticos; incluso, me hinqué de rodillas y miré los bajos del vehículo, pero no hallé nada fuera de lo común. Subí y arranqué; antes de reanudar la marcha, escuché durante unos segundos el sonido motor, todo parecía correcto y continué con el viaje.

El viento comenzó a caer racheado. Un gran número de hojas secas en suspensión, creando perceptibles remolinos nos envolvió de repente. El día, inmerso aún en la oscuridad, no terminaba de alzar (unas tupidas nubes surgían raudas desde levante). Quizá por eso, mientras miraba y manipulaba su reloj, Paula me preguntó extrañada la hora; “las nueve menos veinte”, le dije, tan sorprendida como ella, después de haber mirado el mío. Una vez que hubimos pasado el albergue juvenil y tras cruzar el puente del arroyo, una señal de obras en la calzada nos desviaba hacia otra carretera, una antigua ruta de montaña, cuyo asfalto negro, que parecía recientemente echado, centelleaba cual azabache. Tras varias curvas cerradas, asomó al fondo de una pequeña recta el negro agujero de un túnel.

De pronto, una amarga e inquietante sensación me aquejó, una punzada que me presionaba desde el estómago hasta el pecho; un sudor frío empapó mi frente y las piernas comenzaron a dolerme, me pesaban como mochos de ancla; me entraron ganas de frenar y salir del coche… Nunca había sentido nada parecido. La negra visión de la boca del túnel parecía haber activado en mí un miedo recóndito e irracional.

Traté de sobreponerme; era algo absurdo que aquello pudiera ocurrirme. Me aferré con fuerza al volante y pisé un poco el acelerador; había querido pensar que, tal vez, la amarga sensación desaparecería igual que había surgido, sin más… Pero, desafortunadamente, no iba a ser así.

El agujero del túnel nos engulló; encendí las luces de cruce y, ante mi extrañeza, no respondieron; nervioso, volví a manipular el interruptor, pero nada; quise frenar, pero los frenos tampoco funcionaron; una secreción de pánico erizó hasta el último de mis vellos. Enmudecida, oí un extraño y creciente sonido, similar al fragor del viento huracanado. El acelerador se hundió, sin que yo lo pisara, hasta el fondo, y un fuerte hedor a quemado se mezcló en el aire de la cabina atufándolo todo. El automóvil se aceleró de forma tan vertiginosa que noté como mi cuerpo era empujado con fuerza contra el espaldar del asiento. Creo recordar que miré a Paula, pues ésta gritaba horrorizada. Apenas si lograba distinguirla entre la creciente densidad de la penumbra y tampoco pude entender nada de lo que me decía; lo que sí notaba eran sus manos presionando despavoridas contra mis hombros, hincándome sus uñas con fuerza. Este es el último recuerdo que tengo de ella: la velada imagen de su rostro en la oscuridad y sentir sus manos, tensas y temerosas, clavadas sobre mí.

La oscuridad se cernió plenamente y el estruendo y la velocidad progresaban sin que parecieran poder detenerse. Fue entonces cuando vi la luz; eran centenares de estrellas que aparecían súbitamente entre la oscuridad y al cabo de unos segundos se unían formando la más misteriosa y hechizante de cuantas luces contemplé jamás. Luego, debí de perder el conocimiento porque no recuerdo nada más; mi siguiente imagen mental es verme en este extraño lugar, conectada a estos cables y tubos…

Se trata de una amplia sala bañada con una luz diáfana, como salida de la transfiguración de un sueño. Unos pequeños seres me rodean y van de un lado para otro. Se comunican conmigo sin mover siquiera los labios; son cuatro  tipos pavorosamente fríos que me aseguran que nada va a pasarme. Que no tenga miedo…

Pero yo no dejo de repetirles que ¿dónde estoy, que qué quieren de mí?

El silencio helado es ahora la respuesta. Estoy segura: lo que quieren de mí ya lo han conseguido. Los cuatro enanos grises de ojos ovalados profundamente negros, manipulan con sus dedos puntiagudos en una pantalla enorme en la que aparecen sobreimpresionados distintos gráficos y esquemas. Creo identificar en una de las imágenes la secuencia del ADN, con su cremallera genética, y cómo las manos de uno de estos grises trastocan algunas secuencias, modifican los genes, remodelando la información contenida en el seno de las células. Una idea gélida y afilada como carámbano me atraviesa el alma, temo que estos seres sin sentimientos quieran dejar su semilla en mí creciendo en mis entrañas un ser diabólico… y de este modo puedan interferir en nuestra reproducción biológica, y en nuestra respuesta bioquímica y por tanto en nuestras emociones y nuestras mentes… Creo que estos demonios llevan siglos y siglos haciéndolo, estoy seguro de que se nutren de nuestros bajos instintos, de nuestra miseria; sí, lo sé, mi intuición aquí es fundamental: la violencia y el horror que por largos periodos hemos provocado en nuestras sociedades, producto de nuestra falsa identificación mental, les reporta energía emocional densa. De tal modo buceamos y nadamos entre esta mierda existencial, con la paradoja de vivir una esclavitud tecnológica que nos hace cautivos sin que nos demos cuenta.

Pero lo peor de todo está aún por descubrir. Estos diablos del inframundo, atrapados invariablemente en la trama de la dimensión material, han contado con una ayuda muy importante. El hombre es lobo para el hombre. Si una persona está separada de su verdadero ser, si no es consciente de su unidad con el todo y anda perdido en las obsesiones de su importancia personal, en buscar compulsivamente la seguridad en el control o la dependencia de los demás, en el bocado energético sacado del pecado, del juicio, de la crítica, la envidia, el resentimiento, el mea culpa…; o en el hálito del placer fugaz, conseguido a costa de otros seres; si este ser sobrevive amilanado por estos miedos, que no son sino falta de luz interior, falta de amor, se convierte sin remedio en la mejor arma, en la más devastadora contra la evolución de la conciencia del conjunto de la humanidad. Los grises lo saben, siempre lo supieron, y por eso la primera trasformación genética la usaron para crear una élite de individuos que dominara a sus congéneres, que acabara lastrando con dogmatismos y ortodoxias las evoluciones y revoluciones que el alma libre del hombre ha ido creando en los distintos momentos de su historia.

Ahora me ha tocado a mí. Pronto arrastraré a mis congéneres a la esclavitud total. Puedo ver mi futuro… Somos una grey de taumaturgos oscuros que vivimos en el anonimato. Desarrollamos el programa a la perfección, en poco tiempo aceleraremos todos los coadyuvantes para lograr la alienación psicológica definitiva y el deterioro orgánico de tres cuartas partes de la  población mundial. Puedo verlo, pero no es sino una proyección mental inducida por estos individuos, radicalmente ajena a mi intención. Porque antes de terminar así, prefiero acabar ahora mismo con mi vida. No tengo miedo a la muerte, quizá sea el único modo de despertar de esta pesadilla. Pero igual que en una pesadilla, no logro mover mi cuerpo, mis músculos no responden, y la impotencia total me domina. Me siento subyugada, un terror atávico me esclerotiza el alma… creo que ahora sí han leído mis intenciones. Estos enanos grises se acercan prestos a terminar su inmundo trabajo en mí.

“Has de observar el miedo desde tu verdadero ser, de este modo estarás presente; siéntelo y no te opongas a él… nota la intensidad de esas emociones, pero siendo tú mismo el observador”. Esta idea sacada de no sabría dónde, llega a mí en el momento justo. Sigo el proceso: siento el temblor frío y la agitación cardiaca del pavor más espeluznante… noto a esos seres oscuros hurgando con sus tentáculos en mis entrañas, irrumpiendo en mi mente, sacando de ella los arquetipos más recónditos del miedo: un nauseabundo diablo pisa mi corazón con sus pies de cabra, se apodera de mi voluntad y me veo fugazmente como demacrada poseída… un terno de sombras negras envuelven mi cuerpo, penetran por mis poros y consumen mis órganos y mi alma… pero fuera de la escena estoy yo misma, viéndola, observándola. Estoy parada en un rincón de mi ser, de mi verdadero ser. Tomo conciencia de la nueva situación y los temores desaparecen como tragados por la luz… Puedo verme a mi mismo como el arcángel Miguel,  cuyo nombre quiere decir: quien como Dios, quien como el Ser.

Por fin puedo ya moverme. Me incorporo sudando de la cama… Es noche cerrada. Noto una racha de aire frío. La ventana del cuarto está entreabierta. Veo desaparecer fugaces, como destellos sondando el firmamento estrellado, unas luces anaranjadas en movimientos concéntricos… Siento un extraño escozor bajo la piel del antebrazo. Tengo que ir a beber agua. El susto ya ha pasado.



 

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UNA HISTORIA TERRORÍFICA

UNA HISTORIA TERRORÍFICA

La historia, entre tantas, de Cecilia Coria Olivares, asesinada por su ex novio en Nerja (Málaga) el 28 de septiembre de 2008, y del dolor que desde entonces arrastra su familia.

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net

 

 

UNA HISTORIA TERRORÍFICA

Quería arrancar  de su mente aquellos pensamientos pero no podía. En su interior bullía un ejército de fantasmas que atormentaban su ánimo y la hacían caer en la desesperación una y otra vez. El mundo se presentaba antes sus ojos como un lugar inhabitable poblado por seres monstruosos capaces de matar violar, mutilar, humillar, explotar…Buscaba desesperadamente la forma de encontrar un poco de luz y tranquilidad. No encontraba un rincón donde dejarse caer y sentir un poco de paz; como cuando en la inconsciencia de la corta edad se acomodaba en el sofá de la casa familiar y se sentía a salvo. Ahora no, ahora sentía constantemente ese vértigo que la amenazaba y presentía innumerables peligros agazapados en cualquier parte, esperando que bajara la guardia para devorarla. Comenzó las visitas a un especialista.

Se sentaba frente a ella y le relataba con voz entrecortada que todo le daba miedo, que vivía constantemente asustada, que no podía encontrar un solo minuto de paz. La especialista la miraba desde una auto-impuesta lejanía, apuntando de vez en cuando algo en un cuaderno de pastas duras y marrones, que le recordaba un antiguo diario que ella misma usó durante el tiempo de su adolescencia. La especialista miraba y escuchaba y luego le extendía una receta con las pastillas que debía tomar. Estas la mantenían en un estado de letargo en el que las horas transcurrían entre una especie de sueño y vigilia entrelazados.

Para vencer debía encontrar las fuerzas dentro de sí misma. Para vencer debía ser más fuerte que sus fantasmas. Auto imponerse a esa realidad atroz que se empeñaba en dibujarse ante sus ojos como la única posible. Se debatía entre la entrega a ese torrente de paz que a veces inundaba su ánimo o sumergirse en la vorágine de la rueda de la existencia que le exigía  un continuo estado de alerta, una competitividad desmedida, una buena dosis de agresividad, un sentimiento total y absoluto de soledad y aislamiento que de nuevo la conducían a aquel estado de desesperación. A veces se había asomado al pequeño balcón de la planta de oficinas en la que trabajaba y había sentido ganas de abrir sus brazos, aletear y comenzar a volar. Como eso pájaros que a veces veía sondeando el cielo azul.

Begoña Ramírez


 

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MEDICINAS ALTERNATIVAS

MEDICINAS ALTERNATIVAS

Intentemos poner cada cosa en su sitio y coloquemos a la medicina occidental, también llamada alopática, en el lugar que en justicia le corresponde: es insustituible para casos de mutilaciones, para recomponer cuerpos destrozados o tratar situaciones límite, pero, en el día a día, que sea la última alternativa.

Si fracasan todo tipo de medicinas preventivas, si fracasa el tratamiento con medicamentos de origen natural, si fracasa la homeopatía con su casi milagroso procedimiento, la acupuntura con sus irrefutables resultados y un último intento por encontrar el paciente el origen de su mal a través del conocimiento de si mismo, bien en la soledad de la meditación o en compañia de seres cercanos, profesionales o no, que le ayuden en ese recorrido, abramos de par en par las puertas a la medicina occidental. Entonces sí, entonces quememos el último cartucho en esa medicina con prioridades económicas sobre las humanas, de profesionales que no han pasado el más mínimo examen para comprobar su madurez o equilibrio emocional, ni siquiera una posible psicopatía, antes de permitirles decidir sobre la vida o muerte de sus semejantes. El sector, que lo hay, de médicos honestos y despojados del egocentrismo propio de todo chamán a través de los tiempos, se ve acorralado entre burocracia, mal uso de los medios disponibles, canallescos intereses políticos y mercenarios intereses económicos. Hay que reconocerlo: no pueden hacer más. No menos exigentes deberíamos ser, por supuesto, con los representantes de las llamadas medicinas alternativas, entre los que se esconden charlatanes y estafadores de todo tipo, pero es el mismo sistema sanitario oficial el que se encarga de evitar solucinar el problema, negándose a regular dichas disciplinas, no vaya a ser que los clientes, que sólo eso somos para ellos, descubran que funcionan.

Como última solución, desesperados y sin más alternativas, combatamos hormigas a carísimos cañonazos, recurramos a la medicina occidental, pero, si es usted creyente, rece antes, le ayudará a soportar los tan probables como desagradables imprevistos, uno de los cuales será, posiblemente, el último.
 

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ME RÍO YO DE LA SANIDAD

ME RÍO YO DE LA SANIDAD
 

Si algo no podemos poner en duda, son los avances de la medicina durante los últimos cincuenta años. Si un médico de mediados del siglo pasado, levantara la cabeza y quisiera ejercer su profesión, se sentiría casi como un enfermero respecto a los conocimientos y adelantos de sus colegas actuales.

Pero estos avances, ¿que beneficios nos reportan al ciudadano de a pie? yo diría que muy pocos. Mientras hacemos trasplantes de cara, miembros cercenados, páncreas, corazón o cualquier otro órgano, ya que hoy casi todo se transplanta, mueren día a día muchos enfermos que no revisten gravedad alguna si se contara con el diagnóstico precoz o solamente y sin ánimo de ser exigente, con el diagnóstico oportuno y preciso.

¿Nunca os preguntasteis por la dualidad del sistema? Por un lado derrocha excelencia y por otro se obstruye con errores y falencias.

Yo sí me he hecho esta pregunta muchas veces y he llegado a una conclusión: la respuesta esta en los números, ¿que qué números? Ya veréis:

La medicina preventiva como su misma palabra lo manifiesta incluye a la mayoría de los afiliados a la seguridad social, ya que trabaja sobre personas sanas, desde vacunas a estudios preventivos, en los que se toma en cuenta tanto antecedentes personales, como familiares, trabajos de riesgo etc. Todo esto supone un desembolso de dinero muy importante para los gobiernos, que no les reporta beneficios ni económicos ni políticos a corto plazo. Sin embargo, las investigaciones médicas o quirúrgicas que decantan en resultados no sólo inmediatos sino expectaculares, con menor gasto, ponen en boca de muchas personas de todos los ámbitos las bondades de nuestro sistema de salud.

Por supuesto mantienen vigentes los protocolos mínimos recomendados por la OMS pero fijaos vosotros que por regla general estos están dirigidos a las enfermedades infantiles e infecto contagiosas, ya que como país del primer mundo no nos podemos dar el lujo de tener una alta tasa de mortalidad infantil, ni ser un país desencadenante de una pandemia. Por lo demás, la medicina preventiva aqui no existe.

Cuide usted noble ciudadano de no tener un persistente dolor de cabeza que derive en un derrame cerebral tras ser diagnosticado como jaquecas concurrentes, ni caiga en el error de creer que el dolor en el pecho que le diagnosticaron como un ataque de ansiedad, elimina la probabilidad de ser un infarto y... por favor, si a la segunda vez que acuda al médico por un problema no resuelto siguen sin sanarlo, acuda a un programa de TV, seguramente luego de la denuncia cholula, le lloverán ofertas de diagnóstico preciso de cualquiera de las administraciones.

Y sí mis queridos amigos, me río de la seguridad social, me río de lo inocentes e ilusos que somos y como no, me río también de Obama que no sólo quiere copiar nuestro AVE, sino también la efectividad de nuestra seguridad social. Es que ya se sabe, los gobernantes se fijan en lo macro: la macroeconomía, la macromedicina y todo esto esta magnífico, aunque no se nos ocurra preguntarle como va: a un parado, a un endeudado, ni a un difunto.


Alicia Gaona




 

ME RÍO YO DE LA SANIDAD


Al Claudio nadie le recordaba enfermo. Comía cuanto de comestible pudiera haber en el campo; bebía agua de un riachuelo, incluso cuando ya era uno de los tantos contaminados de la cuenca asturiana; bebía el alcohol que, según él, era el apropiado: una botella de aguardiente a la semana; no fumaba porque eso, decía, ahora ya es de señoritas; dormía, desde que volvió de la mili, con sus ovejas, que le calentaban y hacían compañía, según las malas lenguas, demasiada compañía . . .

 

Cuando alguien le preguntaba por su salud y su secreto para conservarla, el Claudio, que tenía tendencia a confundir términos y sinónimos, respondía: “Me río yo de la sanidad . . .”
 

El Claudio no se enfermaba nunca porque, según él, eso es para quien tiene tiempo de sobra, y él no lo tenía, a pesar de que vivió hasta los noventa y siete años, siete meses y una semana, según hizo notar en su entierro la beata Jacinta, la única que quedaba en el pueblo de su misma generación.
 

Lo que Jacinta no llegó a saber es que había otros sietes en el extraño juego de coincidencias numéricas: Claudio había enfermado siete dias antes de una simple otitis, que se hubiera curado con unas gotas que costaban exactamente siete euros, con el IVA incluído, los mismos siete euros que llevaba en el bolsillo en el momento de su muerte.

 

También eran sólo siete las ovejas que quedaban de su rebaño, y a siete periódicos diferentes había llegado la noticia de su longevidad y los siete pensaban contactar proximamente con él.

 

Pero lo que realmente había derrotado la salud de Claudio eran sus vacaciones, las primeras que decidió tomar en su vida, para probar como era eso de estar sin hacer nada.

Sólo siete días sin nada que hacer, pensó, olvidando su propia filosofía . . . y fueron los últimos.

 

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QUISIERA SER RÍO

QUISIERA SER RÍO
 

Quisiera ser río para ver el milagro de la vida reflejado en un simbolismo perfecto:

 

El nacimiento, la vida brotando de la nada, aguas fluyendo mágicamente de una roca. Las saltarinas aguas infantiles, aqui cascada, alli catarata, brincando entre juegos sin sospechar siquiera que algún día serán remanso, las aguas puras y claras de la infancia.
 

El curso medio, la juventud, inquieta en sus certezas, convencida del valor de su inquietud, amnésica hacia su pasado, ciega ante su futuro, irreverente, rebelde o estancada, recibiendo afluentes que alimenten su cauce, cediendo sus aguas para hermanarse con la tierra que regará para hacer germinar nueva vida.

 

El curso inferior, la madurez, donde el caudal alcanza su máximo posible, donde algunos encuentran su lugar y otros se pierden en desorientadoras curvas de meandro, donde se crean deltas con los sedimentos de la experiencia y originales albuferas ante la cercanía de la muerte.
 

Y al final, el mar, sobre el que ya se está gestando un nuevo río que nacerá en la montaña al recibir la caricia de las nubes.
 

Quisiera ser río, porque ya sé que soy gota que sólo espera ser vapor de nube y alcanzar a ver, desde lo alto, el conjunto de este juego, la modesta pero maravillosa línea del río de la vida.


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YA QUE ESTAMOS

YA QUE ESTAMOS
 

Ya que estamos aquí, irremisiblemente condenados a muerte, juguemos, a ratos, un poco con la vida: hagamos de lo inevitable costumbre y acostumbrémonos a decidir la suerte, invitemos a los serios seres perplejos a bailar la danza de lo imprevisible, mientras de todo quedan tan sólo reflejos, mientras se torna en abstracto lo tangible.

Ya que estamos aquí, en su compartida soledad cada uno, con su puñado de recuerdos por vivir, invitemos a los espíritus serios a bailar, a los cebadores de dogmas a dudar, y a quien no le interese el juego, simplemente a dejar a otros jugar, recibiendo la risa ajena por justo consuelo.

Ya que estamos aqui, saltemos el alto muro donde están firmes las argollas de las certezas, esas que siempre nos encadenarán. Demos vueltas sin prisas ni rumbo, limemos, fraternales, las asperezas, que no nos avergüence ser vagabundos, ni ser a veces tachados de rarezas:

¿Qué hay más raro que este mundo que mira, soberbio, sus flaquezas?
 

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YA QUE ESTAMOS

Me pregunto por qué se fabrican esos coches tan potentes que pueden alcanzar hasta los 250 Km. por hora o más, para luego poner límites de velocidad que nadie cumple.

Es como dar un juguete a un niño y luego decirle que sólo puede usarlo hasta la mitad de sus posibilidades. Y ya que estamos me pregunto también por qué la Iglesia católica se ha tomado tantas molestias en demostrar que su Dios es el único y verdadero; porque si lo es para qué tiene que andar todo el tiempo demostrándolo o convenciendo con el miedo o la tortura a quienes no están de acuerdo. Cómo pueden conjugarse dos términos tan contrapuestos como guerra y santa.

Si somos seres racionales ¿por qué no usamos la razón para hacer nuestra vida más sana y acorde con la naturaleza? Si el planeta tierra es nuestra casa por qué llenamos nuestra casa de basura, y abrimos los grifos hasta agotar el agua y asaltamos la naturaleza como depredadores. Se venden productos que no son adecuados para nuestra salud.

Y muchas veces con el visto bueno de la OMS; el negocio también está en la salud.

En una empresa de comunicaciones se han suicidado 23 personas al parecer por estrés laboral. ¿Qué es más importante la empresa o las personas? ¿O hemos absorbido hasta tal punto el capitalismo que no vemos más allá del capital? Un alto ejecutivo decía ayer mismo que no hay desarrollo económico sin desarrollo social ¿Son sólo declaración de buenas intenciones? Vivimos bajo la psicosis de la producción. Pero ¿producimos para vivir mejor? Porque si no es así ¿qué sentido tiene? Escuchamos continuamente los términos, empresas, producción, mano de obra cualificada, bolsa de valores, suspensión de pagos… las empresas son muy importantes, suponen el entramado productivo de una economía pero ¿qué son las empresas sin trabajadores?

¿No es pues una relación bilateral en la que ambas partes son importantes y necesarias? ¿Por qué se prioriza tanto el papel de las empresas frente a las necesidades de los trabajadores?

¿Dónde está el dinero que han ganado las empresas en estos últimos años de bonanza económica? ¿Por qué cuando todo iba bien y se ganaba dinero no se hacía reparto de beneficios y cuando as cosas van mal los primeros en pagar las consecuencias son los trabajadores? Se ha construido por doquier y a mansalva ¿A dónde ha ido a parar todo ese dinero?
 

Diego Pérez Sánchez


 

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LO ESTOY PENSANDO

LO ESTOY PENSANDO
 

La luz se balancea rítmicamente en un extraño e interminable baile sensual.

Desde la ventana, acuden a la llamada de la curiosidad todas las respuestas sin nombre.

La pequeña araña, que había tejido su tela en un rincón dos semanas antes, parece dudar ante lo evidentemente previsible.

Las suaves sinuosidades de las paredes acarician la vista con cada curva, con cada sombra.

El suelo, conjunto interminable de fragmentos abrazados por una simetría contestataria, se muestra como un mapa preciso de las cinco galaxias más cercanas.

El blanco inmaculado de la loza del baño parece retar a todos los demás colores.

Cada rincón de la habitación, creando mágicamente un espacio tridimensional, tiene su propia leyenda, y es a la vez cobijo e invitación a la vida.


 

Una diminuta y nerviosa hormiga corre por mi cuello hace un rato, pero no me creo con derecho a señalarle su camino ni a decidir su destino.

Mis manos acarician mis hombros negándose a separarse de ellos.

Yo sé que soy, pero no sé muy bien cómo ni para qué . . .


 

El doctor Rivas entró en la habitación de paredes acolchadas y dirigiéndose al joven que miraba indiferente el chaleco que le impedía todo movimiento, preguntó:


 

“¿Cómo estás hoy, Raúl?”


 

“Lo estoy pensando . . .”


 

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¿POR QUÉ ME ENGAÑASTE?

¿POR QUÉ ME ENGAÑASTE?
 

Dice un antiguo refrán ruso: “Si me engañas una vez, es culpa tuya, si me engañas dos, es culpa mía”.

Desde que lo oí por primera vez, hace más de veinte años, he tratado de aprender e interiorizar la demoledora lógica de este proverbio, intentando no caer en el error repetido a que una extraña parte ingenua de mi naturaleza siempre me ha arrastrado: el error de creer que cuanto una persona es capaz de hacer una primera vez, por estar en su naturaleza el hacerlo, no lo hará una segunda o tercera si se le presenta la ocasión.

 

La experiencia me ha enseñado que, si nos encontramos con alguien que necesita el engaño o la mentira para sobrellevar su existencia, mejor apartarse de esa persona o no comprometerse mucho, porque inevitablemente nos arrollará en su autoalimentado torbellino de miedos e inseguridades.

 

Por otra parte, al cabo del tiempo resulta sumamente dificil diferenciar engaño de autoengaño, tanto en los actos propios como en los ajenos, pues cuando una persona decide engañar a otra siempre ha de darse antes un patético autoengaño que la haga convencerse de que ese, el camino del engaño, es la mejor opción posible, lo cual no tiene mucho sentido en cualquier especie social.
 

Engaño tras engaño nos vamos enredando en una telaraña de fábulas y alucinaciones de la que, al final, resulta imposible salir.

Como pago a tanto juego mezquino e irresponsable con nuestros semejantes y con la vida, un buen día ésta acaba decidiendo que, a modo de justo castigo, ya no podremos no ya ver, sino siquiera imaginar, la realidad bajo la luz de ese concepto tan deseado como esquivo al que llamamos objetividad.


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¿POR QUÉ ME ENGAÑASTE?

Te engañé porque fui sincera en un momento de irrepetible emoción.

Chiara Franchini


 

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EL CHUMBO QUE ME DISTE

EL CHUMBO QUE ME DISTE


Cuando el anciano Chrif vió al joven Malik abandonar el pueblo poco antes del anochecer le advirtió:

“No te alejes mucho, la noche está al caer y el desierto es muy traicionero. Llévate estos chumbos para el camino”.

Malik, algo molesto por ser tratado como un niño, aceptó uno de los frutos rechazando el resto: “Gracias, uno será suficiente”.

La noche y el desierto, como oyendo la advertencia del anciano y despreciando la arrogancia del joven, cayeron sobre éste con todo su peso y crueldad.

Al cabo de apenas tres horas Malik se supo perdido y comenzó a sentir miedo. La temperatura ya había bajado lo suficiente para congelar un agua inexistente, pero no era esto lo que más preocupaba al joven, que optó por enterrarse en la arena hasta el cuello y se dispuso a pasar la noche, sino la ausencia total de agua en el infierno que llegaría al amanecer. A la mañana siguiente comenzó el calvario de la sed y la impaciencia juvenil hizo que Malik olvidara las más elementales normas de supervivencia, no recordando volver sobre sus pasos, claramente marcados en la arena.

Tres dias estuvo el joven perdido en el desierto, hasta que un tío suyo, junto a unos vecinos consiguieron, aunque moribundo, encontrarle.

Durante ese tiempo su deshidratado cerebro creó todo tipo de alucinaciones, varias revelaciones místicas entre ellas.

Al llegar al pueblo, el viejo Chrif le recriminó:

“Te lo advertí, Malik, tu insensatez casi te cuesta la vida, que sin duda debes a la fruta que te dí antes de partir”.

“No, viejo estúpido, no has sido tú ni el chumbo que me diste, sino el único dios verdadero, quien me ha salvado. Nada te debo.”

Malik creó en los meses siguientes una nueva religión, tan verdadera como su arrogancia, tan ciega como su estupidez y tan ingrata como el peor fanatismo. Una nueva religión que, como todas las anteriores, pronto encontró miles de prosélitos y habría de provocar, a lo largo del tiempo, millones de muertes.

Ya desaparecido el anciano y atormentado Chrif, nadie hasta hoy había recordado hablar del modesto chumbo que, salvando una vida, cambió la historia del mundo y el destino de la Humanidad.

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ESENCIA Y EXISTENCIA - EL CICLO VITAL

ESENCIA Y EXISTENCIA - EL CICLO VITAL


Fui sudor en la cara de un esclavo nubio en el antiguo Egipto, lágrima en los ojos de su hijo al saber de su muerte, gota de sangre en la espada de un canalla que se decía de sangre azul, semen de una apasionada noche de amor, saliva que lubricó la palabra que dió lugar a una guerra, y cera en el oído del primero que comprendió que el único camino posible era la paz, gota de rocío, un día sobre tiernos brotes de trigo y otro sobre los hieráticos cipreses de un cementerio, salada gota de mar sobre el rostro curtido de un anciano pescador, colorada pintura de un cuadro renacentista, tinta en la pluma que escribió la carta de despedida de un suicida romántico, copo de nieve orgulloso de su forma única, esputo sanguinoliento de un tuberculoso, la primera leche que alimentó a un recién nacido y el agua refrescante en la frente de un moribundo . . .

 

Todo esto fui y mucho más que mi memoria ya no abarca, pero que está escrito en cada átomo de cada molécula de la que formé parte, en un infinito libro eterno e inconcebible del que apenas puedo imaginar una sola página.

 

Todo esto fuí, pero al final siento no ser ni haber sido sino mera existencia buscando la esencia de un indescifrable ciclo vital.

 

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LA MENTIRA

LA MENTIRA

Sintiendo que mis días tocan a su fin, he querido dejar estas confesiones escritas por si fueren de ejemplo y provecho espiritual para las almas que las leyeren. Quiéralo así Dios nuestro Señor.

Siempre he querido llevar una vida integra y verdadera desde que tengo uso de razón. Mi vida ha sido variada así como rica en su variedad. De niño disfrute jugando con mis amigos con toda la inocencia que la edad nos permitía

De adolescente mantuve una larga relación, feliz aunque turbulenta, en la que con mi compañera espiritual dimos varias vueltas al kamasutra. La relación no fructificó finalmente, nunca he sabido muy bien porqué; entonces decidí que tenía que ponerme al servicio de los demás y con tal fin   ingresé en el ejército y serví a mi patria durante varios años sin lamentarlo nunca.

Estando en el ejército sentí la llamada de Dios, su voz penetrante de amor que me pedía que entrase a formar parte del sacerdocio y así lo hice.  Tomé las órdenes y tras varios años de servicio, casualmente, aunque yo siempre creí que por voluntad divina, me toco la lotería en un número que casualmente me encontré a la puerta de mi iglesia. Ante esta indudable señal divina, opté por dedicar el resto de mi vida a la mayor obra que ser humano puede emprender en este mundo material: la evangelización de los pueblos que, en su defecto, morirían en pecado. Fundé una orden con la que conseguí convertir a más de un millón de almas. Para mantener su infraestructura cree una ONG que agraciada por Dios sin duda, tuvo ingentes ingresos que fueron siempre utilizados en la ampliación de la obra evangelizadora. Así fue que la fe pudo ser extendida por todo el mundo para gloria de Nuestro Señor y la salvación de tantas almas pecadoras en su ignorancia.

Ahora que me siento ya viejo y cansado, he decidido renunciar al mundo y a sus obras y aislarme en el recogimiento de mi alma para establecer así un contacto directo con mi Señor, sin interferencias mundanas. Vivo en esta residencia en la montaña con apenas algunos criados sordomudos que se ocupan de las necesidades más perentorias de mi ajado cuerpo, que sólo desea encontrarse ya con su Creador.

No tengo grandes pecados que confesar, sabiéndome infinitamente pequeño ante su Grandeza. Desde estas alturas ofrezco mis votos y mis rezos al Altísimo Creador y le pido que me tenga en la gloria de Su Santidad por el fin de los siglos. Amén.
 

Diego Pérez Sánchez



 

LA MENTIRA


¿Existe alguna mentira que no nazca de un miedo?

 

¿Ha existido un sólo ser humano que no haya mentido a lo largo de su vida?

 

¿Cuánto hay de piadosa en una mentira piadosa y cuanto de mera mentira?
 

¿Miente quien, teniendo intención de mentir, dice por error la verdad?
 

¿Miente quien, no teniendo intención de mentir, dice por error una mentira de efectos trágicos?
 

¿Es mentira cuando una persona dice a otra que la ama sin saber qué es amar?

 

¿Qué mentira es más dañina, la que acaba siendo descubierta o la que morimos sin sospechar siquiera?
 

Si todos nuestros pensamientos y la existencia que construimos con ellos se basan en elucubraciones emocionales sin más base objetiva que la que le concedamos, mentiras al fin y al cabo, ¿no es cuanto llamamos mentira más que la intención misma de engañar o autoengañarnos, al margen de su supuesta carencia de objetividad? ¿Y no es ésta la actitud más necia que se puede mantener dentro de una especie gregaria cuya supervivencia se basa en el apoyo mutuo? Luego, ¿es quien miente algo más que un idiota?


Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net



 

LA MENTIRA
 

La mentira es hermana del egoísmo. En su nombre se ha hecho creer a los pueblos que las guerras sirven para defenderse de los enemigos, y los verdaderos enemigos siempre nos aguardan dentro de nosotros mismos.

Los beneficios de las guerras nunca han servido para alimentar a los pueblos ni mejorar sus condiciones de vida sino para engordar los bolsillos de los especuladores que son iguales en todos los lugares del mundo pues su vestimenta siempre es la misma: la codicia. En nombre de las patrias millones de personas han muerto; .Son sólo cifras en las páginas de la historia.

En nombre del amor, la mentira ha creado dogmas y religiones, que han promulgado el amor al prójimo a través de cruzadas, represiones y persecuciones a todo lo que es diferente. Y el amor ¿no consiste precisamente en la aceptación y la integración de lo que es diferente viéndolo como un enriquecimiento y no como una amenaza?

La mentira es el refugio de la falta de imaginación, siempre se puede construir algo mejor con imaginación sin necesidad de mentirnos a nosotros mismos y a los demás. 
 

Begoña Ramírez

 

 

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¿POR QUÉ FUMAMOS?

¿POR QUÉ FUMAMOS?

Tenía apenas cinco años cuando tuve mi primer encuentro con el tabaco, un encuentro sangriento, podría decirse.

Se encontraban un día mi padre, no fumador y su hermano menor, mi tío, fumador empedernido, en un bar con varios amigos suyos cuando, haciendo gala de esa capacidad natural para joder las cosas que siempre ha tenido mi tío Odilo, no se le ocurrió más que, con un cigarrillo en la mano, preguntarme: ¿A vos te gusta fumar, Tony? Yo, haciendo gala de esa capacidad natural para meterme en líos que siempre he tenido, le respondí tranquilamente: Sí.

Mi tío me tendió la mano con el cigarrillo y noté que se iba haciendo el silencio en el grupo. Cuando me disponía a darle una calada, recibí una bofetada no muy fuerte de mi padre, pero con tan mala fortuna que empezó a sangrarme la nariz.

Entre llantos oía los distintos comentarios del grupo, donde los fumadores se trasformaron en mis defensores: “Dejá al pibe, Antonio, si no le hace nada”, mientras los no fumadores sentenciaban: “Mejor así y no que acabe toda su vida fumando. Ya lo agradecerá”.

Yo desconcertado y lloroso, me sujetaba en la nariz el pañuelo que mi padre me había dado, interiormente preocupado por si habría algún castigo posterior.

De repente se me ocurrió decir, con una voz nasal y entrecortada:

“Jo, cuando el tío fuma le sale humo por la nariz y cuando fumo yo me sale sangre. . .”

Todo el grupo estalló en una carcajada, hasta mi padre, que intentaba mantenerse serio para dar efectividad a la supuestamente pedagógica lección.

Mi ocurrencia fue muy comentada y reída en las semanas siguientes y, lo que fue más importante para mí, no me castigaron sin poder salir a jugar al fútbol, que era lo único del tema que en realidad me preocupaba.

Alguna vez he pensado que tal vez por eso creí equivocadamente que fumar tenía una parte divertida a pesar de todo, y es posible que ese pensamiento erróneo, entre otros, fuera lo que me convirtió en fumador para el resto de mi vida.

 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net

 

 

¿POR QUÉ FUMAMOS?

¿Se preguntará la piedra el por qué de su existencia? Los humanos necesitamos respuestas porque somos capaces de formular preguntas. Y esa capacidad es a la vez nuestra liberación y nuestra jaula. ¿Por qué fumamos? Pues aparte del enganche físico que por supuesto se produce, no podemos olvidar nuestra base bioquímica; se produce también la compulsión, es decir la repetición de una  acción de una forma incontrolada y la búsqueda de un supuesto placer en el acto de fumar. En este caso sería como en la mayoría cuestión de calidad más que de cantidad, es decir disfrutar del placer de fumar de forma controlada ¿por qué fumamos sabiendo que no es sano? No es sano fumar mucho, lo difícil es mantener a raya la compulsión, tampoco es sano comer demasiado, ni demasiada carne, ni demasiado pescado, podríamos decir que todo en exceso es negativo para nuestra salud. No me considero una defensora del tabaco, al menos no de ese que nos venden en cajetitas lleno de tóxicos. Pero el tabaco en sí mismo no considero que sea mas malo o menos que el café, el alcohol, los dulces, la comida rápida, y un largo etc.

Como en todo, de nosotros depende.
 

Begoña Ramírez

 

 

¿POR QUÉ FUMAMOS?

- ¿Por qué fumas? le preguntó este nuevo amigo tímidamente.

- Pues, si te digo la verdad, no lo sé.

En realidad cuando yo empecé a fumar era un artículo más en esta sociedad de consumo. Su publicidad invadía las pantallas de nuestros televisores y los enormes carteles callejeros. Las tabacaleras muy poderosas lo introducían de la mano de asociaciones de deportistas y su dinero fue sponsor en mas de un evento de diferentes disciplinas... Bastante más tarde, quizá por las sucesivas muertes acaecidas o de la mano de algún científico independiente, que me gusta pensar que los hay, se empezó a conocer los daños provocados por el tabaco.

 - Y en ese momento, ¿por qué no lo dejaste?

 - ¡Ay, amigo!, en ese momento yo estaba en la rueda.

 - No entiendo, ¿qué hacías en la rueda? ¿jugabas como los hamster?

 - Algo así, en ese momento yo estaba en la rueda de la vida. Eso me producía ansiedad, tenia conceptos de pertenencia, propiedad, superioridad y muchas otras tonterías. El cigarrillo aunque ahora se sabe que no es así, calmaba mi ansiedad y me ayudaba a permanecer en la rueda y girar y girar sin llegar a ninguna parte.

 - Y entonces, ¿qué paso?

 - Que un día decidí bajarme de la rueda y dejar que otros siguieran girando solos locamente.

 - Pero no entiendo: entonces hoy si ya sabes que es malo, si ya te bajaste de la rueda. . . ¿por qué fumas?

 

·         Me doy cuenta que no entiendes, intentaré explicártelo: cuando me baje de la rueda pensé que me seria mas fácil vivir, pero su movimiento me perseguía hasta en sueños. Yo ya no estaba arriba, pero ella seguía haciéndome girar. Entonces supe que la vida siempre era una cuesta arriba, que el arco iris no siempre brillaba después de una tormenta y que para dejar de fumar y lograrlo, había que tener ganas de vivir y yo mi pequeño amigo ya no sabía muy bien si las tenía.

 

·         Y se marchó dejando a su nuevo amigo con mil preguntas sin respuestas.


Alicia Gaona

  

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LA CUESTA

LA CUESTA

No me cuesta admitir la adversidad, pero me cuesta mucho admitir las desgracias creadas por la sinrazón humana.

No me cuesta el trato con personas de fe religiosa, a pesar de ser agnóstico, pero no soporto el trato con quien usa la fe ajena para el lucro propio.

No me cuesta demasiado transigir, pero sigo siendo intransigente ante la intransigencia.

No me cuesta reírme de la vida, pero se me hiela la sonrisa ante el humor negro con que ésta, a veces, reparte los papeles de su tragicomedia.

No me cuesta amar, pero me cuesta mucho soportar las formas enfermas del amor: el odio, la envidia y la posesión, entre otras.

No me cuesta nada admitir las diferencias, pero soy incapaz de admitir la desigualdad.

No me cuesta mucho creer en las personas, pero me cuesta muchísimo recuperar la confianza en ellas una vez perdida.

No me cuesta regalar, pero me cuesta discernir el regalo justo que agrade sin ofender a quien lo recibe.

No me cuesta olvidar dolores pasados, pero me cuesta mucho seleccionar cuales he de conservar como lecciones y cuales desechar por ser sufrimientos estériles.

Lo que más me cuesta, en definitiva, es resignarme a creer que la vida tenga que ser sólo una empinada cuesta sin retorno.

 

Nekovidal - 2009 nekovidal@arteslibres.net

  

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EL ARCO IRIS

EL ARCO IRIS


El arco iris no siempre fue como hoy lo vemos: al principio era blanco como no podríamos imaginar ni mirando la nieve más pura. En aquel entonces, todo era más simple: el mar era sólo una posibilidad y la vida un remoto milagro posible.

Un día, cualquiera de los perdidos entre millones de años, consiguió el blanco imaginar que era algo más que blanco, se imaginó diferente a si mismo, libre de la idea única de falsa apariencia diversa, y así nació el primer color. Cada nueva fantasía del blanco daba lugar a un color y cada recién nacido color creaba, con su mera existencia, millones de combinaciones cromáticas.

Y quería cada color que anidaba en el alma del blanco ser más hermoso, estar más presente, ser más en su coloreada egolatría.

A fin de evitar una guerra que parecía inminente, convocó el blanco a todos sus colores, a todos sus miedos, a todas las creaciones de su cromática mente, a fin de elegir uno que les representara. Cada uno de ellos expresó libremente su poder y su belleza, señalando uno a uno las flores, animales y frutos que ya formaban parte de su reino.

Cada expresión de cada color era majestuosa y sublime, y se convenció el blanco de que era imposible decidir que uno de ellos era mejor que otro.

Cuando todo parecía haber terminado, esperando todos expectantes el dictamen del blanco, apareció un color nebuloso y difuso que, lejos de exponer sus virtudes, se limitó a acercarse a cada uno de sus hermanos para susurrarles al oído: “Yo también soy tú”.

Al completar el círculo perfecto de los colores, el recién llegado lucía un negro azabache que contenía todos los colores imaginables y todas las luces y sombras posibles.

El blanco no lo dudó: “Tú serás quien nos represente, porque de todos tienes algo, te has formado tomando lo mejor de cada uno de nosotros y has sabido crecer sin competir”.

Desde entonces todos los seres vivos pueden disfrutar de todos los colores imaginables, pero sólo en el negro que ven al cerrar sus ojos encuentran el descanso a su deambular por la vida.

 

Nekovidal-2009 nekovidal@arteslibres.net

 
 

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AUTODIAGNÓSTICO

AUTODIAGNÓSTICO

¿Está todo bien? Puede ser, pero si parece perfecto, desconfíe, no es propio de este universo la perfección, o sea el equilibrio perfecto.

 

¿Hay dolor? Atento al mensaje: hay que averiguar el origen. Puede ser el primer aviso, pero también el último.

 

¿Su trabajo, además de proveerle sustento, le produce placer o, al menos, le deja cierto tiempo para el esparcimiento? Si no es así, cambie de trabajo.

 

¿Le engañan? No se apure, le han dado una lección gratuitamente.

Y no olvide: “Si me engañas una vez es culpa tuya, si me engañas dos, es culpa mía”.

 

¿Encuentra que todo o casi todo es demasiado serio como para encontrar algo de humor en ello? Es que está mirando negativamente.

Aprenda a reírse primero de si mismo y el resto vendrá por si sólo.

 

¿Ya ha encontrado su lugar en el mundo? Entonces todo está bien.

Si no, mejor buscarlo cuanto antes, es la brújula de cada existencia.

 

¿Tiene dudas? Tranquilo, es síntoma de salud mental. Sólo un idiota puede estar completamente seguro de todo.

 

¿Se siente feliz y no sabe muy bien el porqué? No se preocupe, pero haga una pequeña prueba: si su felicidad implica en mayor o menor forma la felicidad de otras personas, sean quienes sean, está en el mejor camino posible en la vida.

Si, por el contrario, su felicidad empieza y termina en usted, cambie de actitud, significa que se ha auto secuestrado sin darse cuenta y posiblemente padezca el síndrome de Estocolmo.

 

Y sobre asuntos tan vitales como secundarios, la salud del cuerpo, por ejemplo, recuerde que éste siempre camina de la mano de la mente, nunca enferman separadamente, busque en uno el reflejo del conflicto del otro y nunca se equivocará en su autodiagnóstico.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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MALAS COMPAÑÍAS

MALAS COMPAÑÍAS

Cuando tenía cinco años, Luigi me contó que los Reyes Magos no existían, que eran sólo una de las tantas mentiras de los adultos. Gracias a él descubrí que los adultos no eran tan fuertes como parecían, pues necesitaban mentir y detrás de la mentira siempre se esconde algún tipo de cobardía, como ya empezaba a sospechar a esa edad. Oí decir a mis padres que Luigi era una mala compañía, me prohibieron verle y nuestra amistad se redujo a echar ocasionalmente algún partido de fútbol, casi siempre en equipos contrarios.

 

Al principio de la adolescencia conocí a una chica dos años mayor que sabía, o así lo creía yo, todo sobre la vida y, además, decía estar enamorada de mí. Todo lo conocía y su conocimiento incluía el sentido bíblico del término. Ahora, al cabo del tiempo, pienso más bien que ninguno de los dos sabíamos mucho, pero eso siempre se sabe demasiado tarde. También en esa ocasión mi madre, sabiamente asesorada por un sacerdote católico muy aficionado a acariciarme insistentemente el pelo, decidieron que Carina era una mala compañía. No fue fácil separarnos, pero un oportuno cambio de residencia de su familia puso punto final a nuestras experiencias compartidas.

 

En mi primer trabajo ya me encontré algunas compañeras y compañeros libertarios que me ayudaron a dar los primeros pasos para comprender que en política, de derechas o de izquierdas, quien entre en el juego del poder social, no perseguirá más que la enfermiza intención de ser, de una forma u otra, tu amo. Todos mis jefes sin excepción, cautivos de su triste mundo de simbólicas corbatas rodeando cuellos, me recomendaron apartarme de esas malas compañías que acabarían truncando un brillante porvenir en la banca. Les hice caso, me aparté de las malas compañías y dejé la banca.

 

Y como el universo siempre confabula en la misma dirección, esa que marcamos a través de la extraña ilusión del libre albedrío, no pasaría mucho tiempo hasta verme rodeado de todo tipo de malas compañías: gente extraña que se negaba a dejar de jugar a pesar de haber dejado atrás la infancia y a dejar de vivir, a pesar de los palos recibidos; idealistas de todo tipo, convencidos de que morir por una idea por el bien común no es morir tanto; personas profundamente religiosas pero que no admitían más dios que el ser humano, con sus grandezas y miserias; gente que no tenía reparos en ir consumiendo su tiempo y salud de una forma tan autodestructiva como absurdamente libre; artistas de todo tipo, algunos incluso tan creativos como para dejar de creer seriamente en el arte; personas, en definitiva a las que, cuanto más conocía, más me costaba unir el adjetivo de malas a su compañía.

 

En el lado opuesto, sobre las buenas compañías, hago balance: con mi familia ni me hablo porque ya nada tenemos que decirnos tras regalarles la herencia paterna que tanto codiciaban. Mis hijos tienen ya su camino, y sólo me resta el papel de una amigable puerta abierta. Jefes y subalternos son personajes que ya hace años desaparecieron de mi vida. Mis formales y flemáticos vecinos, los de hoy como los de antaño, siguen haciendo cábalas sobre mi extraña existencia, pero no me incomoda ser sujeto creador de algo de fantasía en mentes cautivas del aburrimiento.

 

En los últimos tiempos vuelvo a juntarme con cierto grupo extraño compuesto enteramente de malas compañías y ya no tengo la más mínima duda de que ese es mi lugar en el mundo. Son gente tan libre como aquellos niños, Luigi o Carina, sólo que un poco mayores, personas que no necesitan mandar ni que les manden, y su compañía es, sin duda, un pequeño regalo de la vida.

 

Por eso, cuando ocasionalmente aparece algún amigo de dirigir vidas ajenas invitándome a apartarme de las malas compañías, suelo limitarme a decir: “Tiene razón y creo que seguiré ahora mismo su consejo”, dicho lo cual me alejo lo antes posible de su presencia y, por si acaso, sin volver la vista atrás.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

MALAS COMPAÑÍAS


Trastorna el sueño con pesadillas,
hace luchar contra el sufrimiento,
no permite felicidad sin pensamientos,
sugiere no olvidar tu ego,
hace pensar en el ayer y el mañana olvidando el presente,
hace pensar en lo que no tienes y no eres olvidando lo que tienes y eres,

te dirige hacia el miedo en vez de a la maravilla:
es la mala compañía que todos tenemos,
con la que nos queda la posibilidad de hacer amistad,
apretando la mano izquierda a la derecha
en signo de la unión que lleve a la paz.


Chiara Franchini


 

 

MALAS COMPAÑÍAS

 

Recuerdo siempre que cuando mis hijos eran pequeños, me complacía enseñarles que no era necesario que se parecieran a su amiguito, ni a su vecino. Que tenían que cultivar sus propios gustos y personalidad y a partir de eso ser amigo de quien ellos desearan. Aún así como todos los niños absorbían también ideas del mundo que los rodeaba, tal es así que si descubrían ya en la adolescencia que un compañero de cole o algún amigo, caminaba por el fino hilo que se tiende entre los que ya sí o todavía no, los que probaron esta u otra sustancia, no dudaban en apartarse a un remanso de amigos más ortodoxos. A veces tiempo después, decían con pena: cuanto tiempo que no veo a fulanito o a zutanito; y yo insistía en no debían haberlos apartado de su vida, que hubiera alcanzado con no ser o hacer lo que no iba con sus propias reglas, su formación o simplemente su gusto. Que debían aprender a caminar entre el excremento (no siempre se los decía de manera tan adecuada) sin ensuciarse.

No creáis que muchos allegados me entendían, pero es que siempre creí en mi libertad y la de los que me rodeaban y también en que no hay que pertenecer a grupos aburridos y homogéneos adonde decir una nota altisonante te sentencia. Es por eso que me siento muy bien en este grupo, antes más heterogéneo y por ende más enriquecido de vivencias y ahora de a poco intentando crecer y volver a ser.

Para no seguir divagando pienso que las malas compañías como tales, o como nos han querido inculcar, no tienen lugar en las relaciones actuales. Sin entrar a hacer juicios de valores, ni juzgar que valores son necesarios y cuales no, y mucho menos que es el bien y que es el mal; sólo pienso que en esta etapa de mi vida las malas compañías para mí son: los que te absorben la energía con sus palabras o actos,

los que no se saben reír de si mismos, los que pretenden ser siempre el centro y se olvidan que también existen los satélites, los que te imparten clases de seudo moral porque no practican lo que dicen, los que no pueden aceptar que no a todos nos gusta lo mismo y muy poco más, ya que a medida que han pasado los años he logrado para mí misma cada vez menos malas compañías, no porque los haya dejado de lado, sólo porque aprendí a mirarlos desde la diversidad.


Alicia Gaona

 

 

BUENAS COMPAÑÍAS

BUENAS COMPAÑÍAS


Préstame tu oído, cuando así lo necesite,

yo te prestare mi voz.

Préstame tu voz que hoy la necesita mi oído.

Préstame tu fuerza, te la devolveré en agradecimiento.

Préstame tu alegría

y solo tomaré lo que necesito, para dejarte aún alegre.

 

No absorbas mi esencia,

nací libre como los pájaros,

libre como el agua del manantial,

libre como las palabras salidas de mi boca.

En libertad te encontré,

en libertad te elegí y en libertad te perderé.

 

Acompáñame, pero no intentes guiarme.

dame aire, mucho aire,

para respirar sin sentir tu perfume.

para decidir sin notar tu influencia,

para vivir sin amarras.

Entonces, sí volveré a ti

con el corazón dispuesto.
 


Alicia Gaona

 

 

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LAS FLORES DEL CEMENTERIO

LAS FLORES DEL CEMENTERIO

Subastan el descanso eterno encima del nicho de Marilyn Monroe

EFE - Los Ángeles

Una residente en Beverly Hills subastará el nicho donde yace su marido, ubicado justo sobre el que descansa Marilyn Monroe, para hacer frente al pago de la hipoteca de su lujosa mansión, según informó hoy el diario Los Ángeles Times.

La vendedora, Elsie Poncher, de 70 años, anunció que pondrá a la venta la tumba en el portal de pujas en internet Ebay con un precio de salida de 500.000 dólares, lo que convertirá ese espacio en uno de los más caros del mundo por metro cuadrado.

Antes de su muerte, años después de que Marilyn Monroe se convirtiera en un mito, Richard Poncher amenazó a su mujer para que le enterrasen boca abajo sobre la tumba de la actriz, en caso contrario, "te perseguiré el resto de la vida", dijo la viuda recordando las palabras de su marido.

La tumba de Marilyn Monroe es la más popular del cementerio y recibe constantemente la visita de curiosos y admiradores, que depositan flores y dejan marcas de pintalabios en su lápida.

 

Tras leer ayer esta noticia no pude por menos que caer en algunas extrañas reflexiones:

 

¿Cómo se habrá tomado Marilyn el hecho de que en España su película “Seven year itch”(La comezón o picor del séptimo año) se haya traducido como “La tentación vive arriba” teniendo que soportar sobre sí a tan retorcido vecino?

 

¿Volverá el tal Poncher de la tumba para vengarse de su viuda si ésta le separa de su idolatrada Marilyn?

 

¿Se considerará dicha separación un “coitus macabrus interruptus”?

 

Y por último: ¿no es ésta la prueba evidente de que ni la muerte puede poner fin a la estupidez humana?

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

LAS FLORES DEL CEMENTERIO

   Los síntomas no apuntaban a que le fascinasen los temas románticos, torreones medievales, esqueletos estrangulados, edificios en ruinas o cementerios pintorescos ornados con flores casi como un jardín de un chalet en la Costa Azul o en las Costa Blanca. Nadie podía vislumbrar desde esa atalaya el veredicto final o explicar a las futuras generaciones ni por asomo un futuro tan misterioso.

   Resulta complejo desvelar el hecho de que en la madurez se convirtiera en un enamorado de la flora, acaso por coincidir con la diosa itálica de la vegetación que presidía la eclosión de las flores en primavera, aunque en la infancia mostrase predilección por la fauna, bichitos enrabietados e insectos enclenques realizando instantáneos trasplantes en sus partes más sobresalientes.

   En los años de estudio académico en los distintos centros por los que pasó ya se había topado César en los diferentes estadíos por donde discurrió con obras literarias de todo tipo, porque así lo requerían los programas del grado o máster que llevase a cabo, Cementerio marino, Las flores del mal, El monte de las ánimas o la poética del rebelde Espronceda cuando dice, “Me agrada un cementerio/ de muertos bien relleno/, manando sangre y cieno/ que impida el respirar/, y allí un sepulturero/ de tétrica mirada/ con mano despiadada/ los cráneos machacar”…, y un largo etcétera de mamotretos que  permanecían apilados en las estancias o colocados en las respectivas estanterías o en librerías de ocasión para los amigos del libro antiguo, coleccionistas empedernidos creando su propio dormitorio o cementerio de libros acompañados de búcaros de flores, en ocasiones entre sus páginas, a lo mejor flores del bien antes que del mal, porque a ver quién tiene la certeza de ello para poder afirmar públicamente que las flores son malas en alguna estación de la vida.

   En principio se puede arrancar de la frase que ya ha hecho su agosto, adueñándose de la psicología humana, y que hace furor entre la multitud, “dígaselo con flores”, y la costumbre se ha extendido como el fuego por todo el orbe, y así las circunstancias o compromisos o eventos se solventan con flores, pues no cabe la menor duda de que perfuman la vida, encienden los corazones y encierran poderes mágicos, pudiendo brotar la semilla en los sitios más intrincados e inverosímiles como las cristalinas aguas de los veneros en los picos de las sierras.

   Ya las cultivaron los poetas románticos y fueron parte de su alimento, obligando a trabajar al cerebro y la pluma a toda pastilla atrapando sus esencias y aromas de forma asombrosa.

  Todavía debe de andar revoloteando por el baúl de los recuerdos estudiantiles de César algunos versos de las Flores del mal, como La muerte de los amantes, “Tendremos un lecho de suaves olores/, divanes profundos como sepulturas/, y en tallos y búcaros nos darán las flores/ aromas extraños bajo albas más puras”.

   En las mañanas de euforia César entonaba cancioncillas pegadizas de las últimas décadas, que se hacen famosas entre la gente como las ya conocidas como triunfadoras, con el insigne epígrafe de canción del verano, que al entonarla hacía más radiante y fresca la alborada, “Manda rosas a Sandra que se va de la ciudad, manda rosas a Sandra y tal vez se quedará. A su lado yo viví y jamás fui tan feliz, pero un día me dejó…”. El estribillo lo tenía grabado en la memoria desde los años mozos, y nunca pensó que un buen día le transmitiese un algo especial más allá del tarareo rutinario, o le fuese a calar tan hondo a través de las vicisitudes de la existencia o los puntuales cambios de luna.

   No podía  elucubrar que en los avatares del camino, sin comerlo ni beberlo, el sino, como un raro vientecillo que caprichoso retornara a los orígenes rebotando en el frontón del tiempo, y a él le fuese a ocurrir algo semejante transportándolo a unos parajes tan esquivos y olvidadizos como los que le había tocado hurgar.

   Su pareja se fue un día aciago y se quedaron los pájaros cantando, como la canción de Sandra, cuando menos se lo esperaba, y según van cayendo las hojas del calendario llegaron las nuevas golondrinas, pero ella no regresaba, pues se hospedó en el dormitorio eterno, el cementerio más cercano, quedando en plena soledad.

   Su amor voló con todos los requisitos y los pertrechos necesarios para un viaje sin retorno. Se instaló durmiendo con todos los sueños y las más variadas fantasías, y César para mantenerla viva y revivir cada mañana sus períodos de felicidad quiso recuperarla en buena armonía, y pensó que lo mejor sería expresarlo y evocarla con flores.

   Las flores, como cualquier criaturita, se deprimen, exhibiendo la ternura de que están hechas y con el transcurrir del tiempo, quizá con más contundencia que los humanos, se marchitan, como le sucede a la rosa, que al poco de ser cortada perece, flor de un día, y no digamos si en el hábitat les falta mimo o agua como cualquier ser vivo, entonces es más complicado que perdure.

   A veces las labores cotidianas se agolpan en el cerebro y acaban anulando los distintos roles pendientes de ejecutar, y sin pretenderlo se acumulan los descuidos jugando una mala pasada, menos mal que en determinadas turbulencias del viaje aparece un ángel, una mano caritativa que anima y arrima el hombro, casi un prodigio, acudiendo en auxilio del necesitado, y riega las mustias carencias al sentirse impelida por la proximidad del habitáculo, y los ojos comprensivos y la caridad cristiana hacen el resto, empezando a resucitar las maltrechas flores plantadas por la mano del amado con esmero y a ser regadas con tanto cuido que brotan con una fuerza inusitada, hasta el punto de contagiarse las almas, convirtiéndose casi en almas gemelas, emitiendo un ardiente chisporroteo entre las flores.

   En los últimos días de estío, cuando las jornadas aprietan con saña, sucediéndose pegajosas y lentas y crecen las picaduras de mosquitos y moscardas, haciéndose notar con mayor ruido en el silencio de la soledad, entre el crujir de las hojas secas y las ausencias afectivas, todo ello va generando un viscoso flujo que al fin fluye con insólitos tintes,

   -Oye, ¡tengo un regomello cuando la veo! ¿Sabes que con esa muchacha estoy en deuda?     

   -¿Con quién?

   -Con aquella que está sentada en esa mesa de atrás.

   -¿y eso?

   -Sí, tío, porque cuando atiende a sus flores en el camposanto le pone agua a las otras.

   -Pues que se las ponga, joven.

   <<Anda, qué menos puede hacer, ni que fuese…no es para tanto, muchacho, pues del agua que sobra la aprovecha echándola en los jarrones que tiene cerca y así no se mancha la falda, antes de darle de beber a los gusanos, y puede que hasta le sea rentable.

   -Bueno, son actos que te tocan la fibra… y no sé cómo agradecérselo.

   -Tranquilo, joven, no seas tan romántico, pero eso se puede zanjar con un ramo de flores, un apretón de manos o un fuerte abrazo.

   -Uf, uf… esta maldita mosca, con las calores, no me deja en paz.

   -Qué  remedio te queda, tío, dale un manotazo y sanseacabó. No obstante es de bien nacido ser agradecido.

  

   La vida sigue. El resquemor de la fiebre humana se dilata y crecen las ampollas de la sensibilidad y la pasión. El tiempo todo lo cura, las heridas y orfandades o las reabre, pero cuando una puerta se cierra incluso in aeternum, otra se abre al instante; si bien no está probado que en todos los episodios acontezcan idénticos desenlaces.

   El caso es que las florecillas del camposanto sonrieron, echaron raíces, tallo y al final del proceso, con las aguas de abril y un poco de suerte, han dado su fruto: el alumbramiento de un nuevo amor.

   Es evidente que siempre las malas compañías no fueron malas, aunque hablando en plata, lo suyo hubiese sido un nuevo diagnóstico de la situación, o no.

 

José Guerrero Ruiz

 

 

LAS FLORES DEL CEMENTERIO – MALAS COMPAÑÍAS

 
La caída de la tarde había llenado de un rojo grisáceo el horizonte; el sol ya se había ocultado y una brisa más fresca de lo habitual evocaba la llegada del próximo otoño, despertando en los resortes de su memoria sensaciones ya conocidas.

Caminaba deprisa, hacía ya al menos una hora que debía haber llegado a su cita pero el funeral se había prolongado más de lo esperado. No tenía que haber cogido aquellas flores del cementerio, pero a ver donde encontraba él ahora una floristería abierta, y no podía llegar a su cita con las manos vacías. Además el ramo era de lo más bonito, seguramente alguna viudita reciente aún embelesada o algún hijo agradecido. Aunque esto último lo suponía poco probable. Los hijos por definición no son agradecidos. Se supone que el cumplimiento de las obligaciones no implica agradecimiento.

Al coger las flores no había podido evitar mirar de soslayo la foto que adornaba la lápida. Un señor de mediana edad, con gesto neutro. Casi le había parecido que lo miraba con reprobación, y tentado estuvo de pedirle disculpas a la foto.

Cuando llegó  por fin a las oficinas en la que lo estaban esperando el edificio lucía ya semidesierto. Por suerte parecía que sus interlocutores  lo habían esperado porque oyó ecos de conversación al final del pasillo.

-Siento llegar tarde-se disculpó- mostrando el ramo ya algo mustio por la carrera.-

-Qué  flores más bonitas-exclamó Sara.

Con las mujeres las flores siempre son un valor seguro.

-Bueno ya que te has dignado a aparecer podíamos empezar ¿no?

El que hablaba era Pablo, rudo y directo como siempre, no le gustaba andarse por las ramas.

-Un autentico hombre de negocios. Como ya sabes –prosiguió- te vamos a hacer una prueba de audición. Eso no implica ningún compromiso por nuestra parte. ¿De acuerdo?

Raúl asintió  con la cabeza, lo invadió de pronto un atibo de cansancio. Desde que se metió en la música frecuentaba muchas fiestas, para conocer gente y promocionarse.

Malas compañías la mayoría; al principio lo acompañaba Ana, su novia. Luego ella se fue desmarcando. Además ya no era como antes. Raúl ya no se sentía el mismo.

Ahora se sentía poderoso, dotado de un maravilloso don que lo convertía en alguien diferente, especial; muchas palmaditas en la espalda habían hecho aparecer en él una vanidad apenas disimulada, que lo cubría con un a capa de seguridad.

Pero esa capa se desvanecía cuando se quedaba solo, y en la desnudez de su soledad había empezado a beber demasiado.

Imaginaba imprecisos peligros, agujeros negros que pretendían engullirlo. Se sentía preso de una inquietud que no sabía describir.

A ratos esa angustia desaparecía y su alma encontraba un remanso, y una pequeña sensación de paz lo invadía, como esa pequeña brisa que refresca nuestro cuerpo en mitad de un calor asfixiante. Pero de nuevo toda esa angustia hacía mella en su ánimo y volvía el vértigo, la inseguridad, el miedo. Además las compañías, en este caso discográficas, no permitían a los autores como él expresarse como querían sino que lo llenaban de imperativos de mercado que no siempre entendía ni aceptaba.

Se colocó  los auriculares y se dispuso a realizar la audición, pero para su sorpresa de su boca no salió ni un solo sonido. 
 

Begoña Ramírez Joya
 

 

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¿QUÉ ES LA SALUD?

¿QUÉ ES LA SALUD?

 

Salud es equilibrio entre cuerpo y mente: escuchar el mensaje de la mente para atender las peticiones del cuerpo y observar nuestro cuerpo para interpretar donde se encuentra nuestra mente, ese universo nuestro que tan arrogantemente creemos conocer.

 

Nunca decir sí cuando se siente no, ni decir no porque sí.

 

Extender nuestro yo hasta el límite de los yos ajenos. Allí, compartir.

 

Escuchar cuanto pide el cuerpo, no la mente, al comer. Atender a cuanto nos dice la mente, no el cuerpo, al amar.

Saber encontrar la armoniosa comunión de ambos, presentarles, esperando que nazca entre ellos una sana y fraternal amistad.

 

Mantener y hacer crecer una ilusión y curiosidad constantes, nunca creer el absurdo de que la vida ya no puede sorprendernos.

 

Aprender de cada paso, pasear por cada aprendizaje.

 

Buscar el consejo médico, pero evitar la trampa del refugio ajeno cayendo en la idolatría ciega.

 

No olvidar que el cuerpo enferma cuando la mente, cansada, le abandona en algún punto.

 

Saber que la enfermedad es aviso, no condena.

 

Algo de sol, mucha agua y el alimento mínimo necesario, garantizan una vida larga y una pena corta.

 

Sufrir lo imprescindible, reír lo posible, disfrutar viviendo.

 

Compartir cuanto se sabe, nos dará una vida humanamente rica. Aprender a amar, nos hará desentrañar el misterio del alma humana.

 

Aprender a morir es aprender a viajar más allá del ego. Llegado el momento, sepamos morir con el mismo empeño, ilusión y dignidad que pusimos en aprender a vivir.

 

Nekovidal 2009 - nekovidal@arteslibres.net

 
 

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PEPE EN SU BARCA

 

PEPE EN SU BARCA

Después de un día de calor sofocante , nos sentíamos muy aliviados por el fresco que hacia en la terraza de nuestro salón de Caraveo, es día viernes y nos preparábamos para la noche tertuliana mientras acomodábamos las sillas ,la brisa mediterránea nos hacía sentir a cuerpo de rey, ese momento es mágico todos los asistentes se muestran con todo el respeto que tenemos cada uno por el otro y para si mismos el sonido de sus voces dicen lo importante que es que te escuchen la inquietud de saber que sigue después de cada palabra la expresión de satisfacción que tenemos al terminar cada uno lo suyo ,sin hacer juicios destructivos a los que no sabemos las reglas de los escritores ,todo lo contrario el animarnos a la escritura nos alimenta la autoestima y esa seguridad que te da el sobrevivir a cada viernes te sientes mas fuerte con ideas nuevas he importante como cada uno que somos muchos, y si falta alguno se hace sentir, pasaban los minutos y los que no estaban los extrañábamos y llego el momento de comenzar a leer los relatos... de pronto una voz conocida que no sabíamos de donde provenía.

HEEEEE los tertulianos AQUÍ  HEEEEEEEE, si era PEPE pero no lo veíamos su vos venía del profundo  oscuro horizonte  del mar pero lo buscábamos por los pasillos miramos los escalones que dan a una galería pero nada la vos de Pepe resonaba mas cerca HEEEEE TERTULIANOS tratábamos de buscar su figura que no es pequeña HOLA AQUÍ ABAJO EN LA BARCA movimientos bruscos de sillas sonidos diferentes de zapatos que pisaban fuerte nos arrimamos al balcón y entre risas y desbordante sorpresa ,allí en la cala meciendo su figura ,iluminada por los faros colgantes de nuestra terraza con su cabello mas blanco y sus ojos que parecían estrellas enormes ya que sus gafas reflejaban la luz se veía como un pirata fantasmal ,si era el PEPE pero baya sorpresa estaba sobre la cubierta de una barca y no pequeña , iluminada totalmente con lucecitas de colores y  haciendo de guirnaldas banderitas ¡era una fiesta!...Pepe, Pepe ¿Qué haces en esa barca? Todos reíamos, con un alta vos manual respondía QUE HOY DESIDI LLEGAR ANTES COSTEANDO EL MEDITERRANEO, ¿Cómo harás para subir aquí a la terraza? NO NO subiré yo, vosotros bajarán y subirán a mi barca, todos nos pusimos en la tarea de guardar sillas cerrar puerta y el gran portón que  identifica

Los cierres seguros de otros tiempos. Un bote nos esperaba en la playa no nos dimos cuenta de que la  arena se introducía en nuestros zapatos y me quede allí quieta adormecida por la belleza del momento la magna presencia de un hidalgo del mar un capitán de su propia vida PEPE decidía que esa noche los tertulianos se transformaran en piratas de abordo y desplegaran los pergaminos relatos escritos como mapas de tesoros, SI VAMOS yo no ,ni yo, yo me mareo y si nos caemos al mar quien nos salvará. ¡Qué va! No ven que esta como un plato y así con el bote que nos llevo hasta la barca subimos uno a uno entre risas y carcajadas que rompían el sonido de las pequeñas olas entre ruidos de cuerpos y voces se dispuso el lugar que cada uno ocupaba, en medio había unas cajas que hacían de mesa manteles de papel y un gran cubo con hielo que dejaba ver botellas de agua, cerveza, zumos, tinto de verano, hasta una cava… saladitos aceitunas tortilla española frutos secos gazpacho, y una tarta helada y pensé… este marinero sabe como atender a sus amigos.

Todos estábamos desbordados de tantas atenciones y sorpresas, no éramos conciente de lo que pasaba por que fue muy de prisa y allí estaba El con su entereza hablando de su barca por una noche la había alquilado para darnos eso que nos dio una noche tertuliana llena de magia. Y su vos como un trueno resonó en medio de la noche para preguntar ¿Quién comienza a leer? Venga que se hace corto el tiempo y la vuelta es larga, las lecturas perdieron su importancia impregnamos el aire yodado húmedo y fresco con nuestros relatos ,como en una mecedora y muy cerca uno de otro esta isla flotante nos unía más, la luz coloreaba nuestras facciones la reacción infantil de cada uno de nosotros estaba a flor de piel la barca de Pepe era una alfombra mágica sobre ese colchón de agua ya salía la luna y el horizonte plateado era una línea divisoria para identificar el cielo y la tierra al otro lado las luces de la Villa de Nerja  iluminaban la costa ,una tenue música confundía su origen ,entre brindis y risas llego el momento de la despedida y bajar a tierra firme otra ves bote playa ,zapatos en mano saludábamos a Pepe ,ninguno de nosotros se olvidaría de jamás esta noche tertuliana  se alejaba de la costa despidiéndose …” hasta la vista digo el viernes amigos tertulianos” un pequeño motor ayudaba a mover el pequeño crucero,” adiós Pepe “Buenas noches capitán, el camino se hizo corto al subir la cuesta los comentarios eran muchos y la felicidad se respiraba y de pronto me vi envuelta en una nostalgia espesa   Pepe no me llevaría en su coche tuve que caminar y eso dio lugar a revivir la imagen de Pepe en su barca un señor, un hombre honesto con principios y verdades que se a ganado un puesto significativo entre los tertulianos .


Blanca Brito: para ti, Pepe, con cariño

 

 

PEPE EN SU BARCA


Después de un día de calor sofocante , nos sentíamos muy aliviados por el fresco que hacia en la terraza de nuestro salón de Caraveo ,es día viernes y nos preparábamos para la noche tertuliana mientras acomodábamos las sillas ,la brisa mediterránea nos hacía sentir a cuerpo de rey, ese momento es mágico todos los asistentes se muestran con todo el respeto que tenemos cada uno por el otro y para si mismos el sonido de sus voces dicen lo importante que es que te escuchen la inquietud de saber que sigue después de cada palabra la expresión de satisfacción que tenemos al terminar cada uno lo suyo ,sin hacer juicios destructivos a los que no sabemos las reglas de los escritores ,todo lo contrario el animarnos a la escritura nos alimenta la autoestima y esa seguridad que te da el sobrevivir a cada viernes te sientes mas fuerte con ideas nuevas he importante como cada uno que somos muchos ,y si falta alguno se hace sentir ,pasaban los minutos y los que no estaban los extrañábamos y llego el momento de comenzar a leer los relatos ,,,,de pronto una vos conocida que no sabíamos de donde provenía , HEEEEE los tertulianos AQUÍ  HEEEEEEEE, si era PEPE pero no lo veíamos su vos venía del profundo  oscuro horizonte  del mar pero lo buscábamos por los pasillos miramos los escalones que dan a una galería pero nada la vos de Pepe resonaba mas cerca HEEEEE TERTULIANOS tratábamos de buscar su figura que no es pequeña HOLA AQUÍ ABAJO EN LA BARCA movimientos bruscos de sillas sonidos diferentes de zapatos que pisaban fuerte nos arrimamos al balcón y entre risas y desbordante sorpresa ,allí en la cala meciendo su figura ,iluminada por los faros colgantes de nuestra terraza con su cabello mas blanco y sus ojos que parecían estrellas enormes ya que sus gafas reflejaban la luz se veía como un pirata fantasmal ,si era el PEPE pero baya sorpresa estaba sobre la cubierta de una barca y no pequeña , iluminada totalmente con lucecitas de colores y  haciendo de guirnaldas banderitas ¡era una fiesta!...Pepe, Pepe ¿Qué haces en esa barca? Todos reíamos, con un alta vos manual respondía QUE HOY DESIDI LLEGAR ANTES COSTEANDO EL MEDITERRANEO, ¿Cómo harás para subir aquí a la terraza? NO NO subiré yo, vosotros bajarán y subirán a mi barca, todos nos pusimos en la tarea de guardar sillas cerrar puerta y el gran portón que  identifica

Los cierres seguros de otros tiempos. Un bote nos esperaba en la playa no nos dimos cuenta de que la  arena se introducía en nuestros zapatos y me quede allí quieta adormecida por la belleza del momento la magna presencia de un hidalgo del mar un capitán de su propia vida PEPE decidía que esa noche los tertulianos se transformaran en piratas de abordo y desplegaran los pergaminos relatos escritos como mapas de tesoros, SI VAMOS yo no ,ni yo, yo me mareo y si nos caemos al mar quien nos salvará, ¡Que va! No ven que esta como un plato y así con el bote que nos llevo hasta la barca subimos uno a uno entre risas y carcajadas que rompían el sonido de las pequeñas olas entre ruidos de cuerpos y voces se dispuso el lugar que cada uno ocupaba, en medio había unas cajas que hacían de mesa manteles de papel y un gran cubo con hielo que dejaba ver botellas de agua, cerveza, zumos, tinto de verano, hasta una cava… saladitos aceitunas tortilla española frutos secos gazpacho, y una tarta helada y pensé… este marinero sabe como atender a sus amigos .Todos estábamos desbordados de tantas atenciones y sorpresas, no éramos conciente de lo que pasaba por que fue muy de prisa y allí estaba El con su entereza hablando de su barca por una noche la había alquilado para darnos eso que nos dio una noche tertuliana llena de magia, Y su vos como un trueno resonó en medio de la noche para preguntar ¿Quién comienza a leer? Venga que se hace corto el tiempo y la vuelta es larga ,las lecturas perdieron su importancia      impregnamos el aire yodado húmedo y fresco con nuestros relatos ,como en una mecedora y muy cerca uno de otro esta isla flotante nos unía más, la luz coloreaba nuestras facciones la reacción infantil de cada uno de nosotros estaba a flor de piel la barca de Pepe era una alfombra mágica sobre ese colchón de agua ya salía la luna y el horizonte plateado era una línea divisoria para identificar el cielo y la tierra al otro lado las luces de la Villa de Nerja  iluminaban la costa ,una tenue música confundía su origen ,entre brindis y risas llego el momento de la despedida y bajar a tierra firme otra ves bote playa ,zapatos en mano saludábamos a Pepe ,ninguno de nosotros se olvidaría de jamás esta noche tertuliana  se alejaba de la costa despidiéndose …”hasta la vista digo el viernes amigos tertulianos”  un pequeño motor ayudaba a mover el pequeño crucero,” adiós Pepe “Buenas noches capitán, el camino se hizo corto al subir la cuesta los comentarios eran muchos y la felicidad se respiraba y de pronto me vi envuelta en una nostalgia espesa   Pepe no me llevaría en su coche tuve que caminar y eso dio lugar a revivir la imagen de Pepe en su barca un señor ,un hombre honesto con principios y verdades que se a ganado un puesto significativo entre los tertulianos.

Blanca, para ti
Pepe, con cariño



PEPE EN SU BARCA
 

Sorteando adjetivos esquivos y adverbios reincidentes, navegaba Pepe a través de una mar gruesa de palabras que amenazaban con hundir la nave verbal, mientras los sustantivos abstractos golpeaban su rostro curtido en mil batallas literarias.

 

Temiendo encallar en las traicioneras arenas del silencio y la página en blanco, la aterradora redundancia o la malsonante cacofonía, emprendió rumbo a la antiquísima Narixa, reino de juglares, pintores músicos y literatos.

Neptuno, envidioso de sus textos, que a la bella Afrodita había decidido encomendar, desató la más terrible de las tormentas.

Mas Pepe, henchido de valor, resistía: un golpe de timón adverbial y se estrellan los equívocos contra las olas del casco literario en ruidoso estruendo, deambulando la espuma entre significados ambiguos.

 

Constante en su empeño, desafiante en sus argumentos, dejaba que las olas preposicionales golpearan la proa de su dialéctico navío.

No desfalleció Pepe en su tarea, sorteó controversias interiores, dejó temporalmente de lado paradigmas utópicos, e incluso las onomatopeyas que emitían los estudiados silencios literarios, como el chapoteo en las pozas que surgen en las hondonadas de la mente.

 

Así arribó a una diminuta cala de Narixa, aquella que desde tiempo inmemorial era conocida como Balconcillo del Mundo, donde sus compañeros, todos ellos de la tribu de los tertulianos, le aguardaban expectantes:

 

¿Qué llevas ahí, Pepe? ¿Qué has pescado?

 

Nada, un par de adjetivos que el oleaje dejó sobre cubierta. Voy a ver si le compongo una oda a mi barca. . .
  

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 
 

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LA BOMBONA EN LLAMAS

LA BOMBONA EN LLAMAS


La Bombona era el local más vivo del barrio y donde casi, casi todo ya había sucedido. El nombre había sido originalmente La Bomba, y procedía de finales del siglo XIX, época de contubernios y asonadas militares, trasiego político y romanticismo e idealismo desbordados.


En sus sótanos se habían reunido a menudo grupos de liberales cuando la palabra significaba, todavía, defensores de la libertad.

Tras la proclamación de la Primera República el propietario decidió ostentar con orgullo un nombre que en aquella época era sinónimo de resistencia.

En La Bombona se reunían todo tipo de personas, desde jubilados sedientos de ruido de juventud a jóvenes sedientos de la experiencia de aquellos pocos ancianos supervivientes de la Guerra Civil.

Todas las ideologías consideradas de izquierdas estaban allí reflejadas, pero también la de un falangista que nunca se llegó a quitar el yugo y las flechas de la solapa, ni decía más palabras que las imprescindibles para pedir el siguiente chato de vino. Eternas discusiones bizantinas sobre si era legítimo o no que se le permitiera entrar allí ocuparon docenas de noches de tertulia en el comedor del local.

También un señor trajeado, bombero honorario y monárquico convencido, formaba parte de la clientela. Nos referíamos a él como el Sr. Alcalde, un apelativo más que merecido por la dignidad de su porte, al menos antes de terminarse los tres o cuatro primeros güisquis.

Y había más, mucho más entre su clientela: los más jovencillos del barrio, muchos de ellos enganchados al caballo e intentando vender el botín de sus correrias; refugiados cubanos en su primera época y sandinistas después; algunas prostitutas ocasionales que descubrían asombradas, de mano de los jóvenes más radicales, que su oficio no era más indigno que la falsa sonrisa de la secretaria de un ejecutivo.

 

Y los transeúntes, como una pareja de escritores daneses procedentes de Marruecos que quemaron en una noche, asombrados por la acogida recibida, cuanto llevaban para fumar un año en su tierra. Un ex sacerdote, ahora marxista convencido, y un ex marxista empeñado en que descubriéramos al verdadero dios del amor. Enfrente a La Bombona vivía una gallega enorme con un amante japonés diminuto, desatando en cada paso la imaginación y curiosidad de quien los viera. Varios pintores a cual mejor y más borracho y muchos escritores, la mayoría con poco tiempo para escribir entre copa y copa; un escultor que había renunciado a una fortuna de unos cinco millones de euros porque decía que en su familia eran todos unos fascistas y que se alimentaba ahora a base de zanahorias y coñac Fundador; etc., etc.

 

La Bombona fue desalojada por varias redadas policiales, en la que poco ilegal se encontraba, salvo alguna idea extraña difícil de identificar. El local llegó a ser la obsesión personal de Billy el Niño, uno de los policías más famosos, corruptos y torturadores de la Transición. Llegó en una ocasión a detener a todo el bar al completo, sin más motivo que su voluntad y, como no cabíamos en los cuatro coches celulares que había llevado, nos dio la dirección de la comisaría, a unas manzanas, y nos dijo que nos trasladáramos allí, como así hicimos, presentándose una pequeña multitud . . . cada uno con un cuba libre en la mano.

 

La Bombona había recibido muchas amenazas y varios avisos de bomba, como era de esperar, pero allí sólo explotaban mentes y las ideas no daban miedo. Quien estuviera en asuntos más serios o complicados, siempre lo hacía a título personal y al margen del local.

 

Un mal día, no fue una bomba, pero sí un incendio el que acabó con La Bombona. Los peritos encontraron restos de gasolina y fue suficiente para desatar todo tipo de especulaciones y sospechas.

Una semana después, tres sedes de cierto grupo de ultraderecha también ardieron misteriosamente.

En la televisión, donde no salió el atentado a La Bombona pero sí el incendio de los locales ultraderechistas, se oyó gritar a cierto joven de impecable camisa azul: “Esto han sido los rojos hijos de puta de La Bombona”

La Bombona, triste y calcinada, puso su grano de arena en la Transición y volvió a recuperar, de alguna forma, su espíritu libre de un siglo antes. . .

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL NEGOCIO FARMACÉUTICO

EL NEGOCIO FARMACÉUTICO


 

Occidente investiga y produce la mayor parte de las posibles drogas utilizadas para restaurar la salud. En el sistema sanitario español como en el de la mayoría de los otros países desarrollados, la sanidad de los ciudadanos es una cuestión de estado, siendo su gratuidad desde casi absoluta a relativamente precaria.
El sistema público español de sanidad garantiza a todos los ciudadanos el acceso a los recursos materiales y humanos del estado cuando nos encontramos enfermos. Sobre cómo se eligen esos recursos y el tipo de medicina a la que se puede tener acceso no hay ningún debate.
Los españoles que tienen la cultura suficiente para tener acceso a otras formas de recuperación de la salud, suelen tener los medios económicos para procurársela. Esto último queda favorecido en general por la enorme diferencia positiva de costes de la mayoría de medicinas alternativas.
No obstante, el estado ha ido históricamente seleccionando la medicina farmacopeica. Esto tiene sin duda una sencilla explicación: las empresas farmacéuticas, y por encima de ellas, los laboratorios tienen unos enormes beneficios. Sólo estados en necesidad extrema y, normalmente acusados de revolucionarios y mal vistos por la comunidad internacional se atreven ocasionalmente a producir genéricos, es decir la parte activa, efectiva, de una medicación, y a ponerlos en venta a su precio real.
Generalmente el ciudadano, de manera más o menos subvencionada paga sumas exorbitas por las medicaciones patentadas por los laboratorios que fijan sus precios con una total ausencia de competencia. El precio en diferentes farmacias de un mismo medicamento es exactamente el mismo, salvo que sea una medicina alternativa, en cuyo caso el precio es libre y la competencia hace que los precios sean muy variados. Incluyo en estos el agua destilada, por ejemplo, un producto que puede variar entre 60 cts. y 4 euros litro sin una apreciable diferencia de calidad.
La farmacéutica, tocante al gran negocio de la medicina oficial, es un lobby perfectamente cerrado. Cada farmacia tiene un territorio adjudicado y nadie más puede competir dentro de su territorio. Las normativas ministeriales, bajo el mando de los laboratorios y el lobby farmacéutico, impedirán que los productos alternativos puedan tener una publicidad y comercialización. No están prohibidos sino sometidos a pruebas aplicables exclusivamente a la farmacéutica química. Un producto ha de contener una cantidad conocida e invariable de sustancias químicas para poder ser reconocido. Esto excluye como medicina cualquier producto natural, es decir todo aquello que ayudó a conservar la salud de la humanidad durante miles de años, para cederle el puesto a la producción químico-sintética de las últimas décadas.
Estos productos mayoritariamente sintéticos son compuestos artificialmente
simples, descompensados por tanto. Cada día vamos descubriendo sus perniciosos
efectos secundarios tanto en las personas que los usan como en el medio ambiente
en general. Su coste social y económico es enorme. ¿Cómo detener, reformar al
menos, este sistema sanitario, convertirlo en un sistema al servicio de los ciudadanos?
Creo que la respuesta está en frenar el poder del lobby farmacéutico, la liberación de
la salud y el debate sin tabúes por toda la sociedad del modelo de sanidad que deseamos.
El beneficio a muy corto plazo compensaría el esfuerzo y sería nuestra mejor inversión
en el futuro de la humanidad pues- sin duda en esto estemos todos de acuerdo- la salud
es lo primero.


Diego Pérez Sánchez





 

EL NEGOCIO FARMACÉUTICO


En el tema de las empresas farmacéuticas, hay mucho para hablar. Es así como en estos días recibí  (sin saber muy bien porque, aún no lo he dado de baja), el boletín electrónico de la Fundación Diabetes, distraídamente lo abrí y tuve una sorpresa mayúscula. Se había detectado en tres estudios realizados en diferentes países europeos la posible relación entre el uso insulina glargina y el desarrollo de diferentes tipos de cáncer. Les quiero contar que dicha insulina se comercializa en España desde el año 2004 con la anuencia del gobierno y la provisión por parte de la Seguridad Social.

Para que podáis evaluar un poco lo que esto significa, sin pretender atosigarlos con información les cuento que:

Cuando se descubrió la diabetes los enfermos tenían muy pocas probabilidades de sobrevivir ya que no existía la insulina, luego en el primer tercio del siglo pasado se descubrió la insulina y los enfermos se vieron beneficiados por insulina vacuna que producía no pocos problemas al ser muy alergénica, por la diferencia genética de estos animales con el hombre. Más tarde y por tal motivo se empezó a producir insulina porcina que mejoró obviamente los resultados, por reducirse considerablemente las diferencias entre este animal y el hombre.

A principios de los noventa se pudo utilizar, por fin, insulina humana, con lo que los riesgos de rechazo e infecciones se vieron totalmente minimizados. Pero allí estaban los listos de siempre. . . La insulina que se comercializa es de efecto inmediato o insulina corriente y de efecto retardado. Todas estas cosas se fueron haciendo en beneficio de los pacientes ya que los niveles de glucosa en sangre no son niveles de modificación a largo o mediano plazo sino en muy corto plazo. En minutos puede variar la glucosa que tenemos en sangre debido a diferentes actos. Tal es el hecho: que aumenta por la ingesta de hidratos de carbono y disminuye ante un gasto energético normal y también extraordinario como puede ser la practica de un deporte.

Si a las personas exentas de esta enfermedad se les pueden producir picos de hipoglucemia sólo por realizar un esfuerzo físico sin tener en el cuerpo el alimento adecuado, imagínense lo difícil que es emular el trabajo que hace el páncreas y el hígado en este equilibrio.

La insulina de efecto retardado lo que hace es liberarla en el torrente sanguíneo a lo largo de cierta cantidad de horas, y la corriente baja los niveles de glucosa casi inmediatamente. Eso hace que las personas diabéticas insulinodependientes vivan a fuerza de dieta, análisis antes y después de comer y ajuste en la cantidad de insulina que se deben administrar, lo que conlleva unas cinco o seis inyecciones por día en los mejores casos.

Toda esta perorata es para que aprecien el impacto que tuvo en este colectivo la fabricación y puesta en venta de la insulina glargina, las diferentes noticias científicas la mostraban, como una insulina estable que ahorraría los agregados de insulina corriente, por ser su efecto muy retardado y parejo a lo largo del día, dándole un buen control glucémico al paciente.

Ningún usuario se planteó que tuviera efectos adversos ya que las existentes hasta ese momento no lo tenían, más que lo propio de sufrir hipoglucemias.

Se recetó masivamente y muchos diabéticos adelantados la pidieron cuando los farmacéuticos aquí apenas la conocían y debían buscarla en el último informe del Vadevecum. Hoy el 90 % de los diabéticos de España usan de una u otra manera esta insulina, y ahora, cinco años después les dicen que por mejorar su calidad de vida en su calidad de diabéticos pueden contraer cáncer. Algunos ya no están, se fueron quizá de la mano de la glargina, eso ya no lo sabremos nunca, y a todos los que están, que son muchísimos, los compadezco y les doy toda mi solidaridad, ya que la enfermedad en sí es suficientemente traumática, como para que ahora tenga el valor agregado de usar con dudas lo que para ellos es el pan de cada día.

Alicia Gaona

 

 

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EL MARCA-PÁGINAS

EL MARCA-PÁGINAS


Estaba leyendo la carta de Laura cuando se le vino el alma a los pies al leer, “ya no te quiero, hemos terminado”, y le insinuaba que se buscara a otra pues no tenían nada en común, y proseguía, “ya llevamos demasiado tiempo para conocernos y no coincidimos en lo fundamental, por lo tanto lo mejor es cortar por lo sano antes de que sea tarde”, y con esa decisión a buen seguro que evitarían muchos sufrimientos a gente inocente, que los futuros retoños no tuviesen que pagar por algo que no tenían culpa, y no crear a conciencia una familia desgraciada, sin una luz que les guíe por la vida; por consiguiente consideraba que lo más aconsejable era arrojar la toalla echando cada uno por su lado y suspender las relaciones.
Tales reflexiones le nublaron el pensamiento, careciendo del suficiente arrojo para seguir leyendo.


El marca páginas, que mostraba el dibujo de unos novios felices y contentos, lo sostenía en la mano izquierda pesándole como el plomo mientras leía la contrariada y pesada carta. Y sin querer extrapolarlo, sopesaba el contenido tan distinto de ambos mensajes. La imagen del marca páginas le infundía tal satisfacción y sosiego que temía que se despintara si rozaba la carta y se contagiase de ella; resultaba que sin proponérselo estaba reviviendo los oscuros subterfugios o los enigmáticos laberintos que había vivido y respirado en las aristas de sus dilatadas lecturas por múltiples terrazas o al abrigo de una sombrilla en la playa, donde pululaban las aventuras más rocambolescas contadas por los narradores en los bosques de sus libros, abandonos, asesinatos, incompatibilidades, engaños, desgracias incomprensibles. Esta trama le entusiasmaba y entretenía sobremanera en los libros que leía, pero nunca imaginó que se hallaría metido de pies y manos en tantos charcos ejecutando la propia tramoya, y que su vida se vendiera a tan bajo precio, viéndose envuelto en dimes y diretes, en idénticos o similares episodios que los antihéroes o los héroes de la novelística de todos los tiempos, pues lo encontraba como algo nauseabundo y sangrante abominándolo de cabo a rabo.
Sin embargo hay que reseñar que todas las historias no terminaban lo mismo, pero no recordaba casi nunca las que acababan bien.


El marca páginas tenía su pequeña gran historia, dado que era el que utilizaba en la lectura de las obras por él seleccionadas, donde se paseaban por sus escenarios de terror o bosques encantados los personajes más célebres por sus grandeza de espíritu o la mayor de las miserias, por sus aficiones exquisitas o las bajezas más viles en su devenir por el mundo creativo.


Por eso procuraba guardar las distancias, ya que le hubiese encantado que al abrir la carta colgase en el interior una cinta de oro adherida en medio bordada por ella como la que llevan los libros de lujosa encuadernación, que está sujeta en la parte superior, y permite marcar la página donde se interrumpe la lectura para retomarla más tarde con facilidad, y ello hubiera sido una de sus grandes conquistas pese a la brevedad de la misiva, y de ese modo no erraría el recorrido cuando quedara embelesado por los halagos o perdido entre las redes del breve manuscrito al exprimir el jugo de las frases, las entonaciones o el doble sentido, de suerte que por donde transitase no corriera el menor riesgo, disponiendo de las pertinentes ayudas, un báculo o un faro que lo alumbre a fin de no derrapar por los distintos párrafos.


Prefería verse como la afortunada pareja del marca páginas a la hora de desnudar la carta encontrándose en un estado de gracia, recién peinado, oliendo a rosas, el cuello de la camisa impecable y disfrutando de las mismas sensaciones que exhibían aquellos novios, en donde ella lo abraza con fuerza borrando parte del lunar que se había pintado adrede junto a los labios.


De todas formas no estaba conforme con el rumbo que llevaba, pues unos días se sentía navegando por las cumbres de lo placentero y otras mordía el polvo de la derrota, y ansiaba cambiar de aires, abrir la mente a otras posibilidades más enriquecedoras, a otros universos desafiando la gravedad si fuera preciso, desplegando al máximo sus habilidades en los más variados ámbitos, pero casi siempre caía en la trampa y surgía un no sé qué, un obstáculo que anulaba su caudal humano impidiendo llevar a la práctica sus entelequias más realistas.
No cabe duda de que se sentía como un petrarca enamorado locamente de Laura, del porte, de su estilo, del hoyillo de la mejilla derecha, pero fallaba a la hora de tomar decisiones firmes; necesitaba un empujoncito, un algo que le marcase los tiempos hacia ella, rellenar las páginas que aún permanecían en blanco en su corazón que suspiraba por sus vientos, y juntar un puñado de cartas de amor de manera que configurasen la obra, un libro de enamorados, una réplica de Calixto y Melibea, y leerlo los dos juntos en carne y hueso con un marca páginas especial, incombustible, cogidos de la mano como los que aparecían en el dibujo.


¡Qué sudores tan fuertes y tentadores le embargaban!
No encontraba la ocasión de vestir las páginas de su vida con los colores, los sonidos y las expresiones que a él le hubiesen gustado y enmarcarlas dentro de unas relaciones estables donde derramar la tinta del cariño y construir rascacielos de caricias sin fisuras, por las buenas o por métodos caciquiles apoderándose como un vulgar caco de la valija del cartero y sustraer los arrumacos y besos de todas las cartas de amor que transportase en el día de San Valentín y así confeccionar una auténtico álbum de cartas acorde con sus obsesiones.


Laura le escribía una carta lejana y fría como si residiese en una desangelada y desértica estepa a miles de kilómetros o llevase a cabo un viaje por los picos de los Andes y no pudiese incrustar en los espacios del papel el calor o la temperatura ardiente de las palabras y los sentimientos que estaba esperando.
Al abrir la última carta que recibió no pudo contener las lágrimas de rabia estrellando el marca páginas contra el suelo en un acto de rebeldía por la ausencia de alma en lo que le transcribía y sobre todo por el estado en que se encontraba cuando se lo decía, descalza, despeinada, sin pintarse los labios y los ojos enrojecidos por el doble juego, escribiendo como si tal cosa, a sabiendas de que mentía, pues se reprimía a la hora de plasmar en el folio las emociones más sinceras sin máscaras ni tapujos y decir de una puñetera vez las cosas claras, al pan pan y al amor amor, y no lo que se le escapó subliminalmente, la tachadura, que la borró con tal torpeza que aún se podía averiguar con la lupa, decía, “no puedo vivir sin ti”, ahí se le descubrió el engaño quizá por el efecto de los fármacos ingeridos que le jugaron una mala pasada.
Donde indicaba azul no era lo correcto, confundiendo los colores tontamente como en un juego de niños distraídos, cuando debería reseñar lo contrario según sus latidos más íntimos.


En el fondo del espíritu moría por él, pero las ansias de poseerlo le traicionaban al pronunciar, “te adoro, contigo iría al fin del mundo o nos montaremos nuestro propio paraíso”, donde hirviese el cariño y las aguas cálidas de la ternura derritieran los témpanos de frialdad que le atenazaban.
Por todas estas dislocaciones Laura lo traía por la calle de la amargura, no sabía a qué carta quedarse, tanto así que si le sonreía ignoraba si lo realizaba de veras o era puro humo, simples fogonazos para huir de la quema.
Cuando evocaba los tiempos en que paseaban por el parque agarrados a la cintura le notaba como un sudor raro, gelatinoso, casi maloliente y las pulsaciones por las nubes, como si necesitase un marcapasos porque la muerte estuviese llamando a la puerta de su corazón…o quizá hacer una fuerte inversión en el negocio farmacéutico acaparando los fármacos más rentables y milagrosos para su maltrecha salud, o encomendarse a poderosos elixires y de esa guisa ahuyentar el mal de amores.

 

José Guerrero Ruiz

 

 

EL MARCA-PÁGINAS


Nunca había creído en ningún tipo de magia. Casualmente encontró aquel extraño marca-páginas dentro de uno de los tantos libros que compraba cada domingo en el Rastro madrileño.

“Cuidado con lo que compras, tío”, le dijo con una sonrisa enigmática un joven yonqui que acompañaba al anciano vendedor de libros.

“Y tú cuidado con lo que tomas, que se te va a caer la última neurona”, le respondió un tanto molesto.

“Este libro tiene un marca-páginas mágico que le hará vivir las sensaciones de las páginas en que lo coloque”, le dijo el anciano.

“Ya, y supongo que por eso el libro será mucho más caro. . .”contestó con ironía.

“No, el libro cuesta lo mismo que todos los demás, dos euros, el marca-páginas es gratis y llevárselo es elección y responsabilidad suya”.

“Me lo quedo, y sobre el marca-páginas, perdone, pero sólo creo lo que veo.”

Un tanto desconcertado pagó el libro, dejó el marca-páginas dentro y se alejó hojeándolo.

“Cuidado con la última página, tío”, le gritó el yonqui.

“Vete a la mierda, colgado”, murmuró entre dientes.

“¿La última página?, pues justo ahí es donde va a ir el jodido marca páginas, listillo”, pensó, y procedió a colocarlo en el sitio elegido.

No había caminado ni diez metros cuando se desplomó. Como en cada acontecimiento dominical del Rastro, cada cual representó su papel:

“Una ambulancia, llamen a una ambulancia”, gritaba histéricamente una señora de mediana edad.

“Yo no tengo saldo, que llame otro, contestó un adolescente que, a su lado, observaba con cierto morbo el cuerpo recién caído”.

“¿Estará muerto?, preguntaba fascinada la joven que parecía ser su novia.

“Aparten, que soy médico”, decía el Lucas, otro yonqui treintañero del que todos conocían su oficio de carterista. Mientras los tenderos habituales sonreían, el Lucas descargó, con gran disimulo, al hombre del peso de su cartera, al tiempo que afirmaba: “Voy a llamar a una ambulancia”, y se perdía entre la multitud.

Mucho antes que la ambulancia llegó una patrulla de la policía municipal madrileña, conocida mundialmente por sus educados modales.

“A ver, ¿se apartan o tenemos que decirlo de otra manera?”, fue el primer y último aviso antes de sacar las porras y empezar a dar golpecitos en las rodillas de los curiosos.

Al final llegó la ambulancia, que no pudo sino transportar un cadáver.

Uno de los policías recogió los pocos objetos personales que llevaba el ya difunto, el libro entre ellos, y, abriéndolo por donde se encontraba el marca-páginas vió que allí sólo estaba escrita una palabra: FIN.

“Bueno, al menos le dio tiempo de acabar el libro. . .” susurró el policía.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net
 

 

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ABRIR LA MENTE A OTRAS POSIBILIDADES

ABRIR LA MENTE A OTRAS POSIBILIDADES

 

Usted piensa que la felicidad no está hecha para usted, que eso sucede sólo en las películas o en la literatura. Tan convencido está de que nunca llegará a ser feliz, o de que eso no es más que una sandez, que desconfía cuando ocasionalmente la felicidad se planta ante su puerta y llama. Hasta ahora nunca se atrevió a abrir, y posiblemente muera sin hacerlo.

 

Usted cree que, en política, el mundo está lleno de idiotas que no comprenden nada, ni siquiera esa su lógica que le lleva a votar a grupos ultra conservadores porque, ya se sabe, saben lo que hacen, como tantas veces y tan bien han demostrado. No comprende que no se expulse a los extranjeros, a pesar de que sus padres y abuelos emigraron, ni que se permita la existencia de ciertos grupos e ideas indecentes.

Usted tiene todo el derecho a creer y votar a quien le parezca, sólo su obsesión por invitar a expulsar o matar a todo el que no piense como usted le convierte en un elemento digamos asocial, por no decir, simplemente, un sociópata.

 

Usted tiene fe en otros seres mortales como usted que aseguran poder comunicarse y representar a seres inmortales invisibles. Y sufre por ello, constantemente obsesionado por ser un buen siervo de su dios y sus presuntos representantes antes que buen hermano de sus semejantes. Mientras sus miedos se amplían, sus sueños se acortan, y cada día está más convencido que a los integristas religiosos habría que aplicarles la pena de muerte, a los de todas las religiones menos la suya, claro.

 

Usted cree que hay costumbres, ideas, instituciones y valores creados por nuestros antepasados que han de estar por encima de todo, incluso del ser humano. Se olvida del detalle de que toda idea fue innovadora y rebelde en el momento de nacer, y que todas, salvo el apoyo y el respeto mutuo, han terminado por pasar de moda. Usted, en sus miedos, no sólo pretende luchar contra la lógica más elemental, sino contra el mismo paso del tiempo, pero será el tiempo, le guste o no, el que ponga punto final a su vida y todos sus miedos.

 

Usted, que se considera una persona con altos valores morales, no admite que el sexo deba tener otro fin que la reproducción, costándole soportar a homosexuales, bisexuales, practicantes kamasutreros y demás pervertidos innombrables, pero parece olvidar el detalle de que nadie ha pretendido nunca imponerle determinada forma de vida, sino que se respeten todas. Le aterroriza que se le insinúe tan sólo que su odio a esas formas de vivir pueda tener su raíz en que eso que usted llama perversiones posiblemente anidan en su mente buscando un hueco por donde expresarse. Porque usted, como todos los que temen la vida, teme sus regalos, y el placer está entre ellos.

 

Usted tiene miedo de perder su trabajo, sus ahorros, su pareja, su coche y tantos objetos con los que ha construido su cerrado universo.

Siempre habrá otro trabajo, el dinero es una ilusión canalla en el Primer Mundo y una pesadilla en el resto, y su pareja, si no quiere ya compartir su vida, ¿para qué la quiere retener? El mejor coche que consiga tener acabará en un cementerio, como usted, y el resto de sus sagrados objetos de lujo, en la justiciera e igualadora basura.

 

Tal vez lo único por lo que debería sentir miedo es por no saber deshacerse de sus miedos, pero entonces ya no sería usted un esclavo de ellos, y ya sería otra persona.

 

Deje de producirse tanto sufrimiento: abra su mente a nuevas posibilidades. No hace falta siquiera que las enuncie, vívalas simplemente o, al menos, deje vivirlas a los demás.

 

¿Qué tiene que perder, además de sus miedos?

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

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LA ÉTICA MÉDICA

LA ÉTICA MÉDICA

 

El Dr. Monroe, famoso cirujano plástico de Beverly Hills, tiene ante si una adolescente de catorce años obsesionada con rellenar sus pechos de silicona y una madre llena de dudas. Sabe que debería remitirlas a un psicólogo, pero eso pondría en entredicho su reputación y en peligro sus ingresos. Decide entonces que si no lo hace él otro lo hará, y que se debe respetar la voluntad del paciente y de su familia. Considera su decisión plenamente ética.

El Dr. Ngabe, tras terminar sus estudios en la Facultad de Medicina de Dakar, decide marcharse al Primer Mundo, donde le espera un bienestar material que nunca alcanzaría en su tierra, donde viviría, no obstante, muy bien. Algunos le llaman egoísta, pero él cree que su decisión no choca con la ética médica y deja el inmenso trabajo sanitario de su tierra para personas más idealistas llegados de tierras lejanas.

El Dr. Silva ha decidido esta mañana que al paciente de la habitación 313 no vale la pena mantenerle vivo. Es cuestión de días, se justifica. No consulta su decisión con el paciente, consciente aún, ni con sus familiares, que todavía albergan esperanzas: les considera personas sin la preparación suficiente para tomar tal decisión. Silva distorsiona la realidad hasta el punto de olvidar que él estudió medicina, no ética, y que aunque así hubiera sido, estaría usurpando un derecho fundamental de toda persona: el de decidir sobre su propia vida. Pero Silva está convencido de que la ética rige su decisión.

El Dr. Gavillón, médico militar, es seleccionado para experimentar en los soldados recién incorporados al cuartel un nuevo fármaco. El ejército ha llegado a un acuerdo con la empresa farmacéutica que ha preparado el compuesto, acuerdo que incluye mantener en absoluto secreto las pruebas. Órdenes son órdenes, se justifica, y pone las inyecciones que provocarán dos muertes, según él, inevitables. Meses después, siguiendo una ética similar, participa en el interrogatorio y tortura de dos sospechosos de terrorismo: órdenes son órdenes.

Si un médico, parapetado tras su ética personal, tiene derecho a no recetar anticonceptivos o negarse a practicar un aborto por sus convicciones morales o religiosas, o bien a decidir unilateralmente sobre la vida de sus pacientes, igual derecho tendrá un conductor de autobús musulmán a negarse a transportar cristianos o un cocinero judío a preparar comida para comensales gentiles, y serían muchos los que, ejerciendo el mismo derecho, se declararían anarquistas y se negarían a pagar cualquier impuesto a una organización, el Estado, que consideran la fuente de casi todos los males sociales.

 

Al parecer aún no tenemos claro que la ética profesional es un acuerdo social, un acuerdo consensuado, no aplicar cada cual su ética individual según le parece o interesa.

 

Toda ética es cuestionable, pero mientras se construye el nuevo esquema admitido mayoritariamente, no hay mayor peligro que el de que cada cual obre, en asuntos profesionales, según su propia conciencia, porque cada conciencia es única y, como tal, todo cabe en ella, incluida la falta absoluta de conciencia.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

LA ÉTICA MÉDICA


Un juez puede equivocarse al dictar sentencia y transformar la vida de un inocente en un infierno, pero aún le quedará al inocente la esperanza.

Un militar o un político pueden iniciar una guerra que será, como todas, demencial y sangrienta, pero siempre cabrá la esperanza de la paz.

Un mal profesor puede arruinar nuestra imaginación y cercenar nuestra capacidad de aprender y de disfrutar aprendiendo, pero siempre cabrá la posibilidad de que aprendamos de sus errores.

Un sacerdote, de cualquier religión, pretenderá salvar nuestra alma y muy posiblemente arruine parte de nuestra capacidad para ser feliz, pero siempre cabrá la posibilidad de la huida o la rebelión.

Pero cuando es el cuerpo, el sustento de toda acción y emoción, el que peligra, jueces, políticos, militares, profesores, el hombre más rico o poderoso del mundo, y usted o yo, caemos de rodillas ante un médico y estamos completamente desvalidos y en sus manos.

Resumen en su profesión toda la grandeza humana, pues solidario, humano y honesto es todo buen médico, pero también cabe en ella la peor arrogancia, crueldad y necedad que podamos concebir.

Si pensamos que el código ético de este colectivo vital para nuestras sociedades lo decide un pequeño grupo de personas del mismo colectivo y que a ninguno de ellos se les hace un mínimo examen que garantice que un psicópata o un sociópata nunca formarán parte de tan noble profesión, nos podemos hacer una idea de hasta qué punto somos, tal vez seres racionales, pero todavía sumamente primitivos.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL UNIVERSO ELECTRÓNICO

EL UNIVERSO ELECTRÓNICO (relato)

Por Franjamares

Sus artículos en la revista Astronomy habían causado una expectación sin precedentes, desde hacía años ninguna teoría lograba tanto interés y curiosidad dentro de la elitista sociedad científica, así como en el mundillo de los medios. Sus teorías, sus experimentos en laboratorio, sus observaciones y sus cotejos con otros estudios y con otras disciplinas tradicionalmente antagónicas, parecían haber encendido su mente y su percepción sobre la naturaleza de lo existente, la cual se movía ahora sobre las cargas eclécticas, los campos magnéticos y las corrientes trenzadas que sobre un plasma cósmico daban unidad y sentido físico al vasto e infinito Universo.

“Lleno absoluto”, exclamaba el gerente de la organización. En el auditorio faltaban asientos, la gente se agolpaba de pie en los pasillos laterales y detrás la última fila, entre los fotógrafos y periodistas. El presentador comenzó dando la palabra a su colega de investigación  y además coautor de la teoría del “Universo eléctrico”, el profesor Talbott, teórico y experto en mitología comparada.

Puso éste de relieve, en sus primeras palabras, que la representación morfológica de los mitos de la antigüedad en las distintas regiones del mundo, su unicidad de caracteres a pesar de que sus civilizaciones jamás tuvieron contacto entre sí (no hay ideas solitarias en el nivel del arquetipo), guardan una correspondencia directa con las formas que adoptan las descargas de plasma observadas en laboratorio. Estas culturas antiguas y aisladas fueron testigos de un cielo distinto que el de la actualidad, un firmamento en el que probablemente acontecieron fenómenos celestes extraordinarios, pero fácilmente explicables ahora en esta comparativa con los modelos eléctricos en un campo de plasma. El Uróboros: serpiente devorando su propia cola que representa la naturaleza cíclica de las cosas; la columna cósmica sosteniendo la rueda del cielo: símbolo del templo cósmico, la cuidad de los dioses, el Olimpo, el reino del cielo, descansando invariablemente sobre esta columna cósmica; y los cuatro ríos o sendas irradiando desde el centro de la rueda del cielo hacia fuera, hacia el horizonte de la circunferencia, cuyo centro da propósito al viaje del héroe, y la madre diosa encuentra su identidad.

Las ideas de Talbott despertaban el interés y la incredulidad a partes iguales. Eran suposiciones muy arriesgadas pero que el profesor lograba hacerlas ver claras, incluso demostradas, y siempre, por supuesto: posibles. De pronto se apagaron las luces de la sala y un murmullo sibilino, como las dudas de los más incrédulos, fue saltando a impulsos desde la línea del silencio, hasta que comenzaron a proyectar diapositivas de las representaciones mitológicas implicadas en la charla. Talbott echó el resto de su haz de convicciones sobre aquellas imágenes, que parecían hablar por sí mismas sobre la veracidad de sus descubrimientos. Acabó su disertación y los aplausos arrancaron en el rostro del ponente una amplia, y yo diría que anhelada, sonrisa de satisfacción. El nuevo conferenciante, el profesor Thornhill, silenció el chapoteo de los aplausos.

El físico empezó explicando que el plasma, por así decirlo, es el cuarto estado de la materia, amén de que por su naturaleza disgregada no sería sino: el estado fundamental de la materia. Un estado donde las partículas cargadas eléctricamente (una lista de protones y electrones), están separadas unas de otras en distinto grado, no forman estructura atómica alguna, pero sí mantienen un equilibrio eléctrico: por medio de corrientes de electrones que a su vez inducen un campo magnético. Pues solo una corriente eléctrica es capaz de crear un campo magnético. Esta energía, millones de veces más fuerte que la de la gravedad, fluye a veces en vastos filamentos de plasma. Pasillos electromagnéticos de corriente, como enormes cables trenzados, que discurren por toda la inmensidad del cosmos y adoptan las diversas estructuras celestes que se observan en el espacio y que nunca pudieron ser explicadas por la teoría de la gravedad y tampoco por el comportamiento de gases neutros en el vacío.

Afirmaba Thornhill que el plasma se ha encontrado en el 99,9 por ciento del universo físico, y por lo tanto sería imposible explicar una cosmología del universo que no tuviera en cuenta el plasma. En esta línea expuso que las estructuras de filamentos de plasma, como tendidos eléctricos, llevan corriente a través del espacio y pueden observarse e identificarse no sólo en las redes de al rededor de galaxias y estrellas, sino también en las colas de los cometas y en los planetas. Esta Visión del Universo eléctricamente interconectado nos desvincularía de la idea del aislamiento, situándonos dentro de un ambiente de soles donde nuestro sistema solar sería parte de un ambiente galáctico que estaría conectado entre sí y con todas las galaxias.

El físico, usando una voz modulada y vibrante, señaló que la comunidad científica sabía, siendo un hecho incuestionable por las mediciones de campos magnéticos de los radiotelescopios, que el universo contiene una ingente cantidad de energía eléctrica. La cosmología moderna, influida por la teoría de la relatividad de Einstein, con sus ideas del big bang, el universo en expansión, la teoría de la inflación, etc., se basan en una suposición que ignora esta parte ponderada y esencial de la naturaleza física del universo, imprescindible para dar explicación teórica y matemática a la complejidad del cosmos: es decir (y volvía a reiterar): es una cosmología fallida puesto que no tiene en cuenta a la luz eléctrica.

Un zumbido estridente aunque lejano se moduló entre sus últimas palabras, en el preciso instante que se volvía a ir la luz de la sala. La mayoría del público pensó que iban a proyectar nuevas diapositivas, o algo así; sin embargo, esta vez el foco del proyector también quedó apagado y las luces de emergencia, en su mayoría fundidas o parpadeantes, quedaron como único alumbrado, una luz que no lograba sino distorsionar la visión entre las sombras, creando una semi oscuridad nerviosa en todo el recinto. Alguien comentó que olía a cables quemados: segundos después el olor resultaba evidente.

– ¡Todo un universo eléctrico y a ustedes se les va la luz!… –gritó alguien entre las butacas.

– ¡Se les ha fundido el plasma a los doctores! –chanceó otro.

– ¡Por favor, señores… Mantengan la calma! –exclamó sobre el escenario el director del evento–. Ha habido al parecer un problema técnico… En seguida, se subsanará y volveremos a tener luz. Permanezcan por favor en sus asientos!

– ¡Hay algún electricista entre los presentes! –volvió a gritar el gracioso–. Pero de los prácticos no de los teóricos, que de esos aquí nos sobran.

Algunas risas se descollaron entre el afonía bulliciosa de la sala… Por las ventanas se veía un bello firmamento encendido de estrellas y constelaciones, envuelto sin embargo en una fantasmagórica  nebulosa de color azul verdoso, de la que refulgían como una especie de ondas teñidas de distintos colores, era una asombrosa aurora boreal, que salpicaba desde la profundidad del espacio, los contornos esbozados de los árboles y del horizonte.

Uno de los científicos presentes en la sala, señalando por la amplia ventana, no tuvo por menos que prorrumpir con la fascinación, que no el miedo, centelleando en sus ojillos profundos:

¡Parece la tormenta electromagnética, de una gran explosión solar!

 

 

EL UNIVERSO ELÉCTRICO

Parece muy razonable la hipótesis planteada por el documental presentado por Javier. El simple hecho de descubrir que las partículas subatómicas que flotan en el vacío estelar poseen carga eléctrica es suficiente para tener una base sólida sobre la que estructurar una teoría consistente sobre un universo eléctrico.

Pero mis dudas van por otros derroteros. Para mí, el fondo de la cuestión es: viendo lo revueltas que están las compañías eléctricas, ¿quién paga el recibo de tanta electricidad?

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ENTRE EL SER Y LA NADA

ENTRE EL SER Y LA NADA

 

Entre el ser y la nada transcurre nuestro todo:

Un principio que necesitamos olvidar por traumático.

El cobijo de la infancia, que nos obligan a olvidar porque, dicen, es demasiado lúdico y fantasioso.

El temperamento de la juventud, tiempo de dudas e inseguridades, afianzándonos, mientras crecemos, a lo imprevisto.

El remanso de la madurez, cerrando el transcurrir elíptico de la vida: de niños a adultos, de hijos a padres, de víctimas a verdugos, pasando a veces a ser verdugos de verdugos, para terminar siendo víctimas y verdugos de todo.

El sorprendente sabor de la vida, las mil verdades que sustituyen a la que creíamos verdad única. La comprensión del dolor y el dolor de comprender.

Cada persona que comparte y escribe nuestro camino. Cada camino que escribimos en cada persona. Cada huella que dejamos y recibimos cuando es, además, una persona amada.

Las enriquecedoras preguntas constantes que alimentan los sueños sin transformarlos en una pesadilla de dudas.

El calor humano que buscamos para crecer y la soledad en que aprendemos el placer de dar y cosechar placeres y emociones.

Todo cabe en un instante de tiempo, que en ocasiones se presenta como suficiente y en otras ligero como un suspiro.

Una vida, todo un universo creado en nuestro ciclo vital.

Y todo cabe entre el ser y la nada. . .

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

EL SER Y LA NADA 


No podemos saber quien somos sin mirar alrededor nuestro, y sí, desde los albores del día, amaneces sabiendo que: eres madre, esposa, tía, abuela, prima etc. Por otro lado eres la oficinista, la médico, la asistenta, la abogada o el albañil.

Todos somos lo que hacemos y también somos lo que ven los que nos rodean, pero ¿quiénes somos? ¿Quiénes somos cuando se van los hijos, cuando la familia se va distanciando, cuando dejamos amigos en el camino, cuando cambiamos trabajos por más trabajos, cuando personas allegadas se van muriendo?

Mi reflexión en el día de hoy es: "Si no te ocupaste de ser antes que los demás te vayan otorgando distintos papeles en sus vidas, sólo te encontrarás con que no eres nada." Por lo que si no lo hiciste hasta ahora preocúpate sólo de una cosa: de "ser". Ocúpate de que te den sólo los títulos que te interesen, mantener los amigos con los que tengas empatía y los trabajos que te hagan sentirte realizado. No permitas que nadie te llame por un título, sea éste amigo, suegro, ni siquiera papá o mamá, sólo diles amorosamente: “yo soy fulano y así es como quiero que me vean”. Y de aquí en más construye tu ser, nunca es tarde, aún cuando dejes cosas en el camino y aún cuando ya no seas lo que hubieras querido ser, siempre será mejor que darte cuenta que pasaste por la vida sin hacer nada por ser e irte de ella sin ser nada.


Alicia Gaona

 

 

EL SER Y LA NADA 


De repente me siento suspendida en el aire, como si flotara en el vacío, en estado ingrávido. Mi cuerpo se inunda de vacío, la nada.

Esa nada me sumerge como si me tragara. De vez en cuando un ruido impertinente me saca a duras penas del delicioso letargo.

Si la nada vence de ella comenzará a surgir de nuevo el ser.

Otro ser que también soy yo, pero que transita lugares diferentes y a la vez conocidos.

El mundo de los sueños.

 

Begoña Ramírez


 

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SARA

SARA

El enfermo espera su “alta médica” como un preso anhela su libertad. Sara miraba a su padre de reojo y se hacía estas reflexiones, al tiempo que dejaba vagar su mirada por los rincones de aquella habitación de hospital; limpia y de decoración espartana, fría en su entraña, un frío interior que la calefacción parecía que intentaba aliviar. De los muchos despropósitos que nos acompañan en nuestra cotidianeidad, la impersonalidad de los hospitales- pensaba Sara- era  sin duda una de ellos, una impersonalidad sólo paliada por unas pocas plantas, hermosas, húmedas, colocadas en el mostrador de enfermeras y que con sus rojos y verdes recordaban la vida. Vivir, estar a salvo de la mentira, de la infamia, de la traición, del desapego, de la muerte... Estar a salvo de la propia vida, que en sí misma nos va matando como parte de su propio ciclo. Sara miró de reojo a su padre y le recordó de pronto riendo a carcajadas, sin miedo….. Ahora parecía empequeñecido enfrentado a su propia derrota, la de todos nosotros en nuestra lucha contra el paso del tiempo; y que no hace sino colocarnos ante la realidad de nuestra naturaleza cruel. En el televisor encendido diluviaban noticias de diferente índole, la subida de la cesta de la compra, la interminable guerra de Irak, un nuevo atentado de ETA… el precio de la vivienda, la caída de la bolsa… el mundo global.

  Zapeó  intentando escapar de tanto problema y se topó de bruces con un nutrido grupo de señoras y señores impecablemente ataviados, pero que se expresaban a gritos convirtiendo en un asunto de imperiosa actualidad el nuevo novio/a de no sé qué famoso, o la nueva casa u operación de cirugía… Escapó de nuevo y dos señoras con acento hispano intentaban averiguar el paradero de una tercera despechada por el amor de un tal Luís Alberto. Apagó el televisor agotada. Su padre se había dormido y pensó que era un buen momento para tomar algo en la cafetería. Se esforzaba por mantenerse contenta y sonreír, miró a través de la ventana, el día era claro y demasiado cálido para la época del año en la que estamos, al fondo se veía el mar desdibujando el horizonte, respiró hondo. La enfermedad que en realidad convive cada día con nosotros, la propia de nuestra sociedad sí –pensó– habitamos en un mundo enfermo que quizás en su agonía tome conciencia de sí mismo e intente redimirse. Ser o estar, habría sido la premisa del pasado siglo XX, es decir: involucrarse o mantenerse al margen. Ser o tener la del siglo XXI, recién estrenado. Tener por encima de todas lAs cosas, almacenar, amasar, protegernos de nosotros mismos a través de la propiedad. Amasar dinero, poder, influencias… amasar actividades, correr, no tener tiempo de pensar, ni de cuidar a los hijos, ni de disfrutar de ellos no tener tiempo para ser.

  Sara se despegó del ventanal con desgana y dejó vagar su mirada por los pasillos, gente que iba y venía. El rostro cansado de una anciana acompañada por varios familiares atrajo su atención por unos segundos, el zumbido del móvil la sacó de su momentáneo ensimismamiento. Carlos, su hijo mayor, un adolescente con el que a duras penas conseguía entenderse sin discutir, egocéntrico y en la encrucijada de no saber, niños golosos, ávidos de comérselo todo, pero con muy pocas ganas de esforzarse por nada.

  –Hola hijo, a las 8 estaré de vuelta, ¿qué tal las clases?

  –Ah, bien ya sabes, ¿y el abuelo?

  –Descansa ahora, he aprovechado para bajar a tomar algo, ¿todo bien?

  –Ya te contaré luego, este fin de semana es el cumple de Oscar y queremos hacer una fiesta; bueno, que igual nos quedamos por ahí, ya te lo explicaré mejor después.

  –De acuerdo. Luego lo comentas con tu padre.

  –No me gusta hablar con papá, no es tan comprensivo como tú.

  –Querrás decir que no es tan tonto como yo –le oyó reír con ganas y por un momento le reconfortó su risa, escandalosa y sincera.

  –Bueno mami, te veo luego, besos para el abuelo.

  –Se los daré de tu parte.

  Sintió  un pequeño escalofrío al quedarse de nuevo sola, en medio de aquel pasillo. Llegó por fin a la cafetería, se decidió por una mesa junto a la ventana; a su lado un par de médicos charlaban animosamente, uno visiblemente mayor que el otro, parecía aconsejarle a cerca de la profesión. El más joven le miraba con una mezcla de admiración y perplejidad abrumado tal vez, por esa muestra de camaradería. Sara pidió un café y un bocadillo y su mirada se perdió otra vez mirando hacia el exterior, allí dentro el tiempo parecía detenerse y tomaba una dimensión extraña al margen de toda realidad posible.

  El mundo repite su son en cada uno de nosotros. El curso de la vida se renueva igual a sí mismo, en nuestros hijos para los que uno no aspira más que a que encuentren un buen trabajo, alguien a quién querer y que le quiera, que puedan llegar a descubrir el timo, el engaño que encierra la propia existencia, es otra cosa. Para entonces quizás ya estén a salvo.

  Sara se revolvía inquieta en el asiento, desde hacía unos meses todo le parecía repetitivo y monótono. Un bajón circunstancial ante la enfermedad de su padre, se justificaba a sí misma. La madurez que le pasaba factura, recordándole que lo único que le podía salvar era su propia parcela de existencia.

  Imaginó  a su hijo, con hijos… sus nietos; la imagen le produjo una nueva sacudida de inquietud. Tal vez tenía un poco de ansiedad o estrés, todo tan frecuente en nuestros días. Pagó con rapidez inusitada y volvió a la habitación.

  Su padre se había despertado y una enfermera con gesto adusto le tomaba la temperatura.

  –Todo bien señor González, en dos días a casa –dijo queriendo mostrar algo de simpatía.

  – ¡Ah! Estás aquí –susurró su padre. Se le apreciaba el cansancio en las bolsas de los ojos, en el gesto inexpresivo.

  Por un instante le recordó aún joven, pero con cierto esfuerzo. Curiosamente a las personas las recordamos más jóvenes a través de las fotos, pero no con la instantánea de la memoria.

  Sintió  unos deseos enormes de regresar a casa y abrazar a Juan, y besarle y conducirlo al lecho, donde tantas veces se habían amado. Desnudarle poco a poco, casi con timidez, como si acabara de conocerlo o como si no le conociera. Hundirse en su boca densa y mordisquear sus labios carnosos, y entrelazarse en su lengua y fluir en su saliva. Perderse hasta dejar de ser, solamente sentir como tantas otras veces, cómo estallaba su vientre y su cabeza y entretanto balancearse y no pensar, sólo sentir, vibrar, amar.

Begoña Ramírez

 

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CHEQUEO

CHEQUEO

No sospechaba Anselmo que un día fuese a caer por un terraplén o en la ratonera sólo por un simple chequeo rutinario, ya que deambulaba de aquí para allá por parajes saludables, sembrados de verdor y era impensable que el destino le tendiese una emboscada con la vida tan estricta y sana que llevaba, siendo la envidia de conocidos y vecinos que lo encumbraban por el interés que siempre había exhibido por estar en plena forma ya desde su juventud, comentarios que hacían sentados en la puerta de las casas mientras tomaban el fresco, a la luz de la luna, durante las largas tardes del lento verano.
Lo consideraban una persona modélica en dicho aspecto. Y daban fe de ello las acometidas que realizaba cada día poniéndose manos a la obra contra viento y marea, gimnasio, frutas, verduritas, carnes y pescados a la plancha y un sinfín de infusiones cumpliendo escrupulosamente las recomendaciones que aconsejaba el dietista para conseguir el equilibrio.
Por ello el informe médico que le acababan de entregar lo dejó grogui; lo interpretaba como una puñalada por la espalda, un dictamen propio de un centro sanitario tercermundista, catalogándolo en su fuero interno como algo enigmático y sin sentido, un manotazo de los dioses que hubiesen amañado el norte de la brújula confabulando los elementos contra su figura quebrando los cristales de la existencia.
Los resultados de la resonancia y el escáner no reflejaban el estado real de Anselmo, al parecer eran falsas alarmas, bien por un fallo del cerebro de la máquina o por un inoportuno corto circuito en el momento de la exploración, pero a ver quién era capaz de coger el timón del barco con la que estaba cayendo y enderezar el rumbo.
Tales acontecimientos le echaban por tierra los sueños que acariciaba, la luna de miel que tenía aplazada de mutuo acuerdo con su pareja por los fiordos noruegos y posteriores escapaditas a Londres o Atenas como solía hacer a menudo. Y no atisbaba en el horizonte el modo de sobreponerse, saliendo del bache y batir al advenedizo enemigo.
La aberración se nutría de la seudo lectura de las superficies examinadas, de suerte que donde aparecía el signo más correspondía el signo menos, y donde recogía la negra mancha apuntando a un tumor cerebral de consecuencias imprevisibles debían refulgir vibrantes puntos de luz anunciando la buena nueva, un bello amanecer despejando así los vericuetos de la duda, mostrando que en aquellas zonas nunca declinaban los vivificantes brotes de salud, debido a las chispeantes ilusiones que titilaban en el mar de su vida y se percibían con nitidez en los ojos de Anselmo pero que en estos momentos aparecían denostados por tamañas brutalidades dibujadas con malévola saña en esas partes del cuerpo.
Por lo que se deduce de todo este affaire la máquina amaneció ese día con los cables cruzados apuntando al paredón de fusilamiento o a ninguna parte en concreto pero con el veneno en el engranaje, porque en el tremendo yerro en que cayó le iba a Anselmo la posibilidad de seguir o no viviendo.
Cuando el doctor se acercó a la cama nº 68 donde yacía maltrecho Anselmo zarandeado por las mil cábalas que llovían sobre su cabeza, con la ansiedad por las nubes y las dudas que lo asaltaban por conocer a fondo lo que le acontecía, los perversos augurios que se cernían sobre su cerebro, necesitando disipar todo tipo de sospechas o prejuicios, pues se sentía sumamente inquieto, arrastrado por la servidumbre de las informaciones, a pesar de haber acudido al centro para un breve chequeo por su libre albedrío y estar dispuesto a cargar con las consecuencias que se derivasen del reconocimiento, pero jamás calculó que le espetasen postrado en el lecho tan indignantes noticias, muerte inminente, que tenía los días contados, que hiciera declaración de herederos o consignase su último deseo en vida o algo por el estilo: eso jamás se lo podía imaginar por nada del mundo.
Quería las cosas claras. No obstante le comunicaron que permaneciera tranquilo, que acaso fuese un pequeño quiste que hubiera reverdecido y atravesado con tan mala fortuna en la lectura de la resonancia, aunque no las tenía todas consigo por si resultaba ser algo más raro que pasara desapercibido para los oncólogos, pero le insistían de que siempre quedaba la dulce esperanza de la intervención y que no perdiera la confianza en los milagros que con frecuencia llevan a cabo los cirujanos.
Recordó vagamente que no era la primera vez que le ocurría algo semejante, pues cada vez que entraba por la puerta del centro hospitalario le azotaba la incertidumbre de que algo extraño le encontrarían incluso por algún craso error.
Por ello al cruzar el umbral del hospital se consideraba una especie de gladiador romano que se enfrentaba a la muerte bajando los escalones del anfiteatro para enfrentarse a las fieras expresando el célebre saludo, Ave, Caesar, morituri te salutan (Dios te guarde, César, los que van a morir te saludan), con la convicción de que su vida se la jugaba cada vez que pisaba esos terrenos como el torero en la plaza peleando con un miura.
Se rebelaba contra todo cuanto le acaecía. No era posible que tuviese tal sino sin más cuando él hizo siempre todo lo posible por llevar un excelente estilo de vida ajustándose al dicho popular, “dime lo que comes y te diré lo que eres”, o aquel otro de los latinos “mens sana in corpore sano (Mente sana en cuerpo sano)”. Por todo ello no se explicaba la causa de la supuesta enfermedad.
A decir verdad los tintes del verano nunca le fueron propicios, las altas temperaturas, la hipotensión, la astenia lo dejaban K.O., plantado cuando menos se lo esperaba y no llegaba a alcanzar los frutos que perseguía, quedándose casi siempre a mitad de camino. Y no sería porque no le echase ganas, que en eso no había quien le aventajara empezando a maquinar mil estratagemas para sobrevivir llegando a desbordarse como un río en época de lluvias alimentando proyectos a más no poder, convencido de que nunca una enfermedad tan desconcertante llamaría a su puerta, pero ese día la indolente máquina se propuso lo peor, trastocar los resultados de la exploración dando el perfil de un tumor cerebral según se reflejaba en la prueba. Al cabo del tiempo se comprobó que todo fue causado por un exceso de calor, tal vez por acción del cambio climático estando a las puertas de la misma muerte según el diagnóstico de los facultativos.
En las últimas fechas acaba de firmar un manifiesto de principios vitales donde lo único que pretende es no aparecer por un hospital ni vivo ni muerto, y cuando muera sus cenizas las arrojen a las corrientes marinas a fin de que convivan con la realidad de la madre naturaleza, y saluden a los peces y aves del cielo en plena libertad sin ningún margen de error.

 

José Guerrero Ruiz

 

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¿QUÉ ESPERAS DE LA SANIDAD?

¿QUÉ ESPERAS DE LA SANIDAD?

Muy a menudo creemos que las ideas humanas constructivas avanzan a lo largo del tiempo de una forma lineal, pero no es así. Parapetados en nuestra tecnología, a la que tanto adoramos y tan poco conocemos, creemos que hemos llegado a un nivel evolutivo sin parangón, olvidando que por el camino han quedado enterradas ideas que no sólo no hemos conseguido superar, sino igualar siquiera.

Recopilando mentalmente los distintos sistemas sanitarios que hemos inventado hasta ahora, me vino a la memoria uno aplicado en la antigua China del que había tenido noticia hace unos años a través de un relato corto en una web japonesa:

En cierta comarca agrícola, reunidos en asamblea, debatieron sobre cual sería el sistema sanitario más eficaz para evitar que el siguiente médico que tenían que contratar no abusara de su ignorancia, al ser la mayoría de ellos campesinos sin muchos estudios. Tras los oportunos cálculos económicos y un largo debate sobre la codicia humana, decidieron que desde ese momento no pagarían al nuevo médico cuando alguien enfermara para que le curase, sino que se le abonaría una suma suficiente para que pudiera vivir con holgura todos los meses, y que dicha suma se reduciría con cada enfermo, al que el médico 8debería sanar asumiendo el coste del tratamiento. Si moría un paciente, salvo accidentes o mayores de 70 años, el médico quedaría un mes sin paga. Como parte del acuerdo a firmar se incluía el derecho de los ciudadanos a cancelar unilateralmente el contrato si consideraban que el facultativo no estaba relizando bien su labor.

En dicha situación, un médico, tenga la formación que tenga y por todos lo medios a su alcance, hará cuanto sea posible para que todas las personas a su cargo se mantengan sanas, intentando no ya curarlas, sino simplemente que no enfermen. Se verá abocado, bien por ética, o bien por codicia, a utilizar, desarrollar y mejorar la medicina preventiva, con los enormes beneficios que conlleva.

El sistema, obviamente, funcionó, pero es dificilísimo recopilar información sobre el mismo. Posiblemente algún funcionario imperial o el mismo emperador, decidió que, por efectivo que fuera, mejor prohibirlo, no fueran los campesinos a pensar, viendo los resultados, que de forma similar podrían negociar acuerdos con otros pseudoprofesionales que vivían a costa de ellos, por ejemplo, el mismo emperador.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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EL LIBRE ALBEDRÍO

EL LIBRE ALBEDRÍO

Cuando me pregunto sobre la razón de que nos cueste y asuste tanto admitir que eso que llamamos libertad o libre albedrío sea tan sólo otra ficción de nuestra mente, suelo recordar el aforismo que nos define como “seres mortales con complejos de dioses inmortales”.

Admitiendo, sin más miedos que los habituales, que la libertad no sea más que otra ficción, me planteo, no obstante, el porqué de que lleguemos a concebir la inmortalidad, la eternidad, la paz o la misma libertad si no forman parte de la realidad. Un hecho lo explicaría: en un universo infinito, todo cuanto se pueda concebir en abstracto es una realidad concreta en algún lugar del espacio tiempo.

Son las consecuencias de un universo de proporciones 70-24-6: 70% de energía oscura, 24% de materia oscura y 6% de materia. Desde este reducido 6% apenas podemos acercarnos al resto del que, por lo que sabemos, también formamos parte. Sólo el ejercicio del pensamiento paradójico nos puede permitir rozar mínimamente esas fronteras.

Volviendo a nuestro pequeño planeta, aún cuando la libertad fuera una fantasía tan sólo, ha sido esa, tal vez ingenua ilusión, la que ha hecho surgir en nosotros los conceptos de igualdad, de respeto a las ideas y vidas ajenas y mil acciones y consecuencias de las que, aunque tanto sufrimiento han costado, deberíamos estar orgullosos.

Viendo de que descerebrada manera solemos pasar por la vida, como elefantes con urticaria en medio de una cristalería, me pregunto por qué no creer en la libertad, por ingenuo que sea, ya que de no ser esa ilusión serán otras, aún más pueriles, las que llenen nuestra mente: la moda del año, el modelo de coche deseado, o la persona que ocupe el puesto de objeto útil en la vorágine consumista que hemos creado. Aunque, eso sí, no libremente y, por tanto, sin ninguna responsabilidad.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

EL LIBRE ALBEDRÍO


En una cafetería de esta hermosa Nerja en la tranquilidad de un domingo a la mañana, discutía con una persona que en apariencia debería conocer mucho sobre estos temas, la validez o no del libre albedrío. De más está decir que no llegamos a un acuerdo. Su postura iba de : " todos tenemos la libertad de elegir" la mía que la vida no siempre te permite elegir. Es así como una vez más descubrí que de nada te valen los estudios, ni la experiencia, ni la fama, si no usas a diario el menos común de los sentidos: el sentido común. Y después de este juego de palabras, me explico:

 

Puedes elegir cuando te ofrecen una comida, cuando decides adonde ir, como pasar tus horas libres, con quien te relacionas, con quien te identificas y un largo etcetera.

Pero en las acciones que te marcan ineludiblemente, pienso que la elección te la dan hecha.

Digamos que nadie puede elegir deshacer un camino recorrido y transitar otro, si hablamos de relaciones tu puedes separarte o divorciarte, pero no te divorcias de los hijos que ya están allí y para siempre o sea que tu elección esta hecha.

Tampoco puede generalmente, el que ha recorrido una profesión y un estilo de vida, tirar los años al viento porque se dio cuenta que se equivoco. Quizá desea hacerlo con toda el alma y ejecutar su libre albedrío, pero a esa alturas tendrá compromisos de toda índole que le harán replantearse una y mil veces si vale la pena, y seguramente quedarse aferrado a lo conocido. Mi conocido como terco que es, diría: pero puede elegir y sí puede elegir casi siempre se puede elegir pero es mas o menos como que le pregunten a un condenado a muerte, quiere morir con una inyección o en la silla eléctrica.

Lo conocido aun cuando no satisfaga todas tus aspiraciones o no te lleve a una vida realizada, frente al juego de lo que quiero y no puedo.

Quizá por eso siempre escribo de  la educación, con el altísimo convencimiento de que si en la mas tierna infancia, en vez que se nos enseñara mas que una serie de datos (que algún día los hemos buscado en los libros y hoy nos apabullan desde internet) , a manejar, conocer y desarrollar nuestra inteligencia emocional. El conocimiento de quienes somos, a que cosas queremos llegar, con que somos felices en la vida, y un largo etcetera que desde luego haría que hubiera menos personas frustradas en este mundo, mas gente ejerciendo y viviendo de lo que les gusta y quizá también con mas libre albedrío para elegir sin los condicionamientos que nos supone llegar tarde a conocer como nos gustaría vivir.

Mi amigo que es muy tozudo , movía la cabeza sin convencerse, tampoco yo intentaba hacerlo, solo quería que supiera que toda su influencia no haría que me sienta libre, que supiera que él, pudo elegir pero dejando muchas cosas atrás, pero yo quizá no quiero dejarlas o quiero dejarlas cuando sienta que he cumplido con el también tan mentado deber.

Reniego de haber sido educada en valores ajenos y que nadie se haya dado cuenta de que deberían haberme enseñado a tener y mantener mis propios valores.
 

Alicia Gaona

 

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LA TIRANÍA DE LA CLAVE DE SOL

LA TIRANÍA DE LA CLAVE DE SOL


Porfiaba la astuta clave de sol en imponer su oscuro silencio, su arrogante labor de guía de sonidos cautivos: “Todos detrás de mi, quien se adelante no entrará en el juego y será expulsado de la partitura”.

La rebelde corchea intentó en más de una ocasión trepar por la barriguda figura y airear libremente al otro lado su modesto sonido, pero fue, como todos los que antes lo habían intentado, enganchada y retenida por el garfio de la perversa clave.

Pero un buen día una joven y traviesa semifusa alcanzó a imaginar que, por hermosas que fueran las melodías que ellas y sus hermanas creaban, debía de haber algo más, otro juego al otro lado . . . e imaginó la luz, la magia del mirar y la belleza de los colores. Y con la luz alcanzó a imaginar un espejo, y en el espejo intuyó que encontraría su libertad . . .

Colocó enfrente de la arrogante clave de sol el espejo que había conseguido crear su mente y lo dispuso de tal forma que el pentagrama se hizo infinito a ambos lados.

Y de las notas reflejadas en el espejo comenzaron a brotar músicas nunca oídas, caóticas unas, sublimes otras. Y todas las músicas supieron que existían los colores, y todos los colores descubrieron que por el universo correteaban ciertos entes llamados sonidos, acompañados siempre por dóciles silencios de todos los tamaños y formas. Y la música y los colores aprendieron a crecer compartiendo.

Algo más tarde encontraron al joven Verbo, balbuceante y onomatopéyico, y del primer juego colectivo nació la primera canción, pero esa, como ya imaginareis, es otra historia . . .

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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EL APEGO

EL APEGO
 

Es apego cuanto nos ata a pequeñas mezquindades, pero también cuanto abre el alma a los seres queridos.

Por apego luchamos convencidos de que nos asiste la razón y acabamos en ocasiones perdiéndola, porque poco apego solemos tener a la razón y demasiado apego a nuestra única razón.

También por apego defendemos nuestro espacio, nuestros objetos e ideas, que sabemos valiosos para nosotros como para nadie, sólo porque son nuestros.

Por apego soportamos a nuestros padres y nos soportan nuestros hijos, ayudamos a nuestros amigos y nos vamos quedando poco a poco tan pegados como apegados a ellos.

Por apego a la tierra llegamos a matar por una bandera, que nunca vale más que el apego que creemos y creamos en nuestra insana fantasía.

Es puro apego a la vida el que nos empuja a iniciar un nuevo día incluso en los peores momentos y es ese mismo apego el que nos puede encadenar a cualquier objeto o quimera.

Por apego construimos y destruimos, todo por apego.

Un buen día el ser humano se apegó a las preguntas y nacieron las mitologias y las ciencias, como antes se había apegado a sus semejantes para sobrevivir y crecer, como antes había estado apegado a la misma tierra.

Tiempo después, cuando volvió su apego sólo hacia si mismo, ya sólo fue un pobre ciego que dejó de atrapar la luz, un sordo que dejó de escuchar el silencio y un ser solitario y triste que dejó de buscar su esencia.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

EL APEGO

Durante un tiempo Fulgencio se contentaba con beber los vientos por Eugenia con prudencia tatuándose las partes más erógenas de la piel, pero con el paso del tiempo se atascaba en los proyectos, le subía la angustia y le sabía a poco pensando que tal medida era ridícula, demasiado superficial y no colmaba los moldes, las aspiraciones de la imagen que se había forjado de ella, ponderando que no tenía futuro, que un día no lejano los agentes externos o algún malintencionado erosionarían su cuidado tatuaje quedando todo en agua de borrajas.
Cuando mordía el nombre de E u g e n i a se llenaba de luz, de mudo asombro, lo saboreaba a conciencia y al pronunciarlo se le incendiaba la cara percibiendo un suave cosquilleo en la lengua. Tales fogonazos fueron a más transformándose en una atracción sospechosa e incluso molesta, que mantenía en funciones a Fulgencio en todo momento atrapado en las veleidades de Eugenia deleitándose de sus condimentos hasta el punto de ser su doble quien inclinaba la testuz, la balanza hacia su icono tanto en las decisiones trascendentales como en las más rutinarias, aseo personal, tomar un tentempié, colores de la corbata o el sumo de los dislates, a qué horas debía retirarse al aposento a descansar.


En ocasiones se partía de risa o se partía la cabeza desgranando en las peores circunstancias soluciones más resolutivas al conjunto de sus interrogantes y al final sólo conseguía posarse en terrenos movedizos, comprometidos al convertirse casi en un zombi, una adición fatídica, dándose de bruces en las bajezas más irritantes cuando en realidad disponía de otras alternativas más halagüeñas en los distintos círculos por donde se movía, siendo el suyo un apego casi servil levantándole ampollas en los lugares más inverosímiles del cuerpo, llegando a veces a perder la visión de repente perdiéndose en una noche de tinieblas y alejarse cada vez más de la sonrisa sana de otros campos más feraces, inundados de frutos tropicales, papayas, aguacates, papayas o mangos o cañas de azúcar; por lo que se consideraba incapaz de discernir la esencia del accidente, los colores chillones o los objetos de grueso tamaño, y no encontraba el criterio justo de las cosas que debía desechar por inútiles o conservar como oro en paño como hacía su abuela, si no era a través de los ojos de Eugenia, impulsado vorazmente por la tiranía de sus devaneos y desplantes en un perenne balanceo de remordimientos desequilibrantes que le azotaban el rostro, la conciencia, cual empedernido adicto que necesitase en todo momento olisquear o tragar por la tremenda la sustancia sin demora para evitar hacerse el harakiri o a lo peor ser arrastrado a un pozo sin fondo, a la debilidad de masticar chicles de dulce nicotina asesina o inyectarse en las venas para seguir respirando en su triste deambular por las turbias sombras de la tarde y no precipitarse por riachuelos irreversibles de sangrante malestar dando palos de ciego.
La abstinencia de Eugenia lo colocaba entre la espada y la pared, lo sumergía en lúgubres mazmorras del pensamientos, no pudiendo emerger a su antojo, pues debía infundirse de valor y no seguir enderezando la nave rumbo hacia sus caricias y sonrisas a cualquier precio, sobre todo en los instantes más álgidos de la jornada en que la ansiedad arremetía corneando los puntos más sensibles causándole irreparables daños, que le imposibilitaban encontrar la cordura lejos de sus manipuladores perfumes o abandonar las ansias de poseerla, tenerla a su capricho bailando, gesticulando, besando o soplando al igual que un cigarrillo entre los labios del fumador.
Sin embargo intentaba emularlo introduciendo algún objeto suyo en la boca, una pertenencia, el pañuelo rojo del cuello, la gomita de color blanco que llevaba para amarrarse la cola del pelo para aliviar los sofocos estivales o alguna otra reliquia por el estilo.


En épocas en que tenía unos extraños sueños Fulgencio cogía unas rabietas de niño díscolo, entrándole una especie de alergia que le oprimía con virulencia el pecho y la piel de suerte que se ponía pálido, transpuesto y no había manera de que controlase sus inclinaciones despeñándose por desfiladeros extravagantes cubiertos de un negro musgo al excederse en el tiempo sin haber encendido un pitillo de vicio, un reclamo de Eugenia, palpando sus contornos o moviéndose en las aguas de su dársena.


Un día Eugenia se fue de compras rompiendo la costumbre a los grandes almacenes y se le torcieron los vientos, una piedra en el camino le preparó una emboscada perdiendo apoyos en su esbelta silueta con tan poca fortuna que cayó rodando por los suelos, teniendo que trasladarse a toda prisa a urgencias en el primer taxi que cruzó por las inmediaciones alcanzándole allí la noche con analíticas, pruebas y más pruebas mientras que Fulgencio se desplomaba a su vez a cien leguas de distancia en mitad de la calle, ofreciendo triste espectáculo de persona inválida, dando con los huesos en el cemento del bulevar por un golpe de estrés, víctima del mono que le sacudía, porque Fulgencio no se sustentaba en pie al no poder estar más tiempo sin inhalar sus esencias, oír el ruido de sus silencios, catar el dulzor de sus huellas, captar las onomatopeyas que emitían sus mejillas como el chapoteo en las pozas que surgen en las hondonadas por el agua de la lluvia.
Precisaba en su sequedad de una exuberante llovizna, de un tenue tropiezo con ella y al faltarle se derrumbó en una depresión de caballo con ataques epilépticos echando espumarajos por la boca, en un estado preocupante, por lo que fue menester trasladarlo con urgencia en ambulancia al centro de salud al no haber forma de reanimarlo, y de esa guisa, acaso por la conjunción de los astros interpretando una sensacional melodía, de manera casi furtiva y fortuita se reencontró con ella en el hospital no dando crédito a lo que le ocurría viendo el cielo abierto, y encontrándose en un lugar seguro, libre de los ataques de algún tiburón famélico o de cualquier contingencia, ya repuesto de su terrible pesadilla, recuperando la beatífica mirada y el nervioso meneo de pelo de Eugenia.


Todo ello le suministraba las energías imprescindibles para continuar en la brecha, creando cascadas de felicidad en su deambular por la vida.


Fulgencio lo interpretaba como la llave de su aprobación, quedándose en la gloria, tan sereno y confiado ante los escollos que le abordasen en alguna esquina, incluso en los detalles más simples.


No obstante llevaba últimamente un tiempo de controversias interiores, en que se había propuesto cambiar, olvidar esos paradigmas utópicos y apostar por el día a día sin prejuicios, mediante una función de catarsis, regenerándose a través de sus propios errores y enfocar la existencia por otros parámetros más inteligentes para sus intereses sacándole provecho a los eventos valiosos y gozando de las buenas acogidas o aceptando los inevitables contratiempos y no estar siempre a expensas de quien algún día acaso sea su futura pareja dependiendo de ella, sin discurrir sobre el flujo de lo positivo en el amor.


Al cabo del tiempo Fulgencio se percató de que no merecía la pena estar tocando siempre el mismo instrumento con la misma batuta y bajo ninguna tiranía, bien sea de clave de sol, de fa o de do, sino más bien escuchar en cada momento las músicas más constructivas y acordes con el espíritu.

José Guerrero Ruiz

 

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EL AMOR

 EL AMOR

Querido amor: no me odies si te digo que sin mí, tú no eres nada.

Chiara Franchini


 

 EL AMOR

A veces la vida, siempre tan tragicómica y juguetona, nos toca con su varita mágica y nos encontramos en medio de un torbellino al que podemos intentar identificar como torrente hormonal o caos bioquímico o, simplemente, dejar de lado la sinrazón de la razón y reconocer que nos hemos enamorado.


Sucede entre dos y cinco veces a lo largo de la vida humana, pero una es suficiente para no olvidarlo jamás.

De repente, nuestros sentidos eligen otras normas de conducta, otras reglas de juego, nuestra mente baila al son de una música que no sabes muy bien cómo has compuesto a medias con otra persona. Trastocas completamente tu orden de prioridades y, por decirlo en pocas palabras, vas por la vida sin saber muy bien si vas o vienes.

Tan intenso es a veces el juego, que son muchos los que dejan transcurrir su vida rehuyendo volver a caer en él una vez que lo han conocido. El miedo, siempre tan libre, manda o intenta mandar imponiendo su patética tiranía.

 

Por el contrario, si no temes navegar esos mares de extrañas tormentas agridulces, al cabo del tiempo caes en la cuenta de que de casi todo te puedes enamorar, y es entonces cuando la vida, acostumbrada a ser generosa con quien lo es, te empieza a señalar las claves para navegar: las olas de las emociones ya no son peligrosos juegos malabares, sino el ciclo lúdico de un tiovivo y ya no importa qué sucederá, sino captar en cada instante cuanto sucede y saborearlo.

 

De esta forma la vida, transformándonos en locos lúcidos, nos apadrina y nos protege del miedo al miedo, de la vida sin color y de los colores únicos, nos toma en sus brazos y, con la amabilidad de una buena amiga, nos enseña la lección más hermosa, la que nos hará pasear de su mano en adelante: que sin importar mucho la forma que adopta, nada existe que valga la pena vivir que no vaya acompañado de amor.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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EL OLOR DEL PARAÍSO

EL OLOR DEL PARAÍSO

Hay un olor impreciso que no inunda nuestro cuerpo a través del olfato, sino en una suerte de ósmosis con todo cuanto nos rodea. No existe humano capaz de controlarlo por si sólo, ni grupo, por numeroso que sea, que pueda imponerlo. Viene a nosotros cuando jugamos limpio con la vida, cuando la acariciamos en vez de intentar retenerla. Ni está a la venta ni admite más especulación que ser o no ser. Siendo gratis, quien lo posee es rico y afortunado.

Lo sentí por primera vez cuando un grupo de niños pequeños dijimos no a los matoncillos que nos tenían atemorizados, y aún cuando el olor se mezclaba con el sabor de la sangre bajando por la garganta era un aroma inolvidable. También en la adolescencia, cuando se abrían las puertas de algunas casas para acoger a los jóvenes manifestantes que huían de la policía en un pais que apenas podía soñar con la democracia. Lo volví a sentir cuando, hartos de divagar jugando a ser ecologistas puros, una mente tan amiga como lúcida propuso: limpiemos esta playa y dejemos de hablar, y aquella playa olió a paraíso. Cada vez que he abrazado a una mujer sintiendo que abrazaba también a una amiga, olía sin duda a paraíso. Cada carta que llega de ese niño apadrinado al que no conozco pero sé que existe porque sus palabras huelen a paraíso. Y en más de una ocasión he sentido fugazmente ese olor en una tertulia, cuando no hay mente que caiga en la trampa del ego ni ego que esclavice a mente alguna.

Así nos va regalando la vida esas bocanadas de un aroma tan sutil que desaparece si lo persigues, y tan justo, que nunca arropará a quien no aprenda a disfrutar del placer ajeno tanto como del propio.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

EL OLOR DEL PARAÍSO

Como conocer el aroma del paraíso, sin saber que es el paraíso, sin conocer su existencia o su ausencia. ¿Que es el paraíso? ¿Es el que se nombra en los libros sagrados? Es el jardín del edén? ¿es un lugar físico? ¿es un estado de animo? ¿es una forma de vida? ¿ es premio a tus buenas acciones? ¿ es castigo para los que no pueden entrar en el?

Muchas preguntas se agolpan en mi cerebro y sigo sin poder definir que es el paraíso, entonces ¿como definir su olor? Es difícil definir el paraíso sin recurrir a la fantasía, a la parábola y a la anécdota.

Quizá muchas personas han conocido el paraíso sin saberlo, quizá así mismo muchas personas lo han perdido por errores propios o ajenos,  algunos cuentan de un tal Adán y una tal Eva, que desobedecieron y lo perdieron. Era ese el paraíso? un lugar en el que infringir una norma o mandato te privaba de la vida conocida y segura para siempre? No, para mí, ya que esto negaría el libre albedrío tan mentado.

Quizá el paraíso es un lugar de paz y de sosiego, entonces habría música suave y aroma a rosas. O las arenas blancas de una playa del Pacífico con brisa fresca y aroma a mar.

Quizá es un estado de animo, y en ese caso habría tantos paraísos como seres alberga el universo.

Cada quien con el suyo, cada quien con sus deseos, cada quien con sus sueños, cada quien con su paraíso privado y secreto, cada quien con sus olores haciendo de disparador a los sentidos. Y ahora un poco más segura os digo: mi paraíso tiene olor a añoranza.


Alicia Gaona


 

 

El olor del paraíso

     Por Franjamares

Encerrar la esencia primaria del hombre en un frasco, poseer el aliento dulce e incisivo de su dilatada existencia física, el deleite veleidoso de su sudor emocional, el olor a oxígeno exquisito de su alma inmortal disociada del recuerdo, el aroma profundo e inmaterial del amor efímero, el efluvio de feromonas que le insuflan la pasión del sexo y la fiebre de la conservación… emanaciones sutiles concentradas en una sola gota. Una lágrima derramada en el mentón o la cerviz de un hombre lo convierte en ángel caído y excelso. Tocado de este elixir, nace la irresistible fragancia del paraíso en su presencia, pero antes ya notó el alma y la pituitaria femenina la fruta más dulce del infierno, la miel de la flor de lis sublimada por la brisa del éter… En su variante para la mujer, siente el hombre la llamada de la diosa divida y su universo de sensualidad… Sí, señor Lirio, estas ampollas de cristal posee el olor del paraíso, que como le decía antes, no es sino la suma del rastro de todos los olores anteriores del mundo.

–¿Y cuánto estima que valdría?

–¿Valer? No tiene precio… porque no hay valor material que pueda comprar tal esencia…

–¿Quiere decir que no se vende… o que su precio lo valúan tan alto que acabaría por lastrar su fortaleza comercial?

–No, no, no, quiero decir que para llegar a esta mínima cantidad de esencia, a este poso liviano y transparente, el maestro perfumero empleó toda su vida.

–Lógico, la investigación es lo que primero se estima en una operación de este tipo… Sin embargo, la fórmula ya está ultimada y la repetición del producto no ocupará más de unas horas para litros y litros repartidos en miles de frascos. Y luego tenemos el gasto que acarrea el lanzamiento comercial, ya sabe, aunque usted venda el mismo elixir de la vida eterna, no vale nada comparado con meados de camello con una buena campaña publicitaria por detrás… En fin, tome esta propuesta de contrato y tómese unos días para pensarlo. Luego sólo habrá que buscar el precio que enaltezca su calidad.

–Sabe cuando usted me llamó, creí por un momento que era distinto de los demás mercaderes y engañabobos vendedores de pócimas, pero ahora comprendo que estás todos ustedes cortados con el mismo patrón, tienen la sensibilidad amortizada, en el olor a linotipia y sudor de los billetes usados encuentran ustedes su suerte… Para mí y para el viejo amigo que la descubrió, esta mágica esencia está tocada con la luz del conocimiento, tenerla cerca aumenta la vibración, dilata las moléculas y energías vitales de quien la lleva, es una suerte de iluminación que usted quiere, etiquetar y facturar y quién sabe si después adulterar, como todo lo que tocan en sus industrias deshumanizadas. Deleznable señor Lirio. Ahora que si multiplicamos por 10 la cifra esta, cerramos el trato.

–Casi me tenía usted en fuga, sus palabras me han llegado hondo, no crea que somos así de insensibles quienes nos dedicamos al comercio, aunque a veces lo parezca. El doble, doblaremos esta cantidad. Ese es tope al que puedo llegar…

–Su tope solo tiene límite en la altura del valor del producto que tiene delante de sus narices, y nunca mejor dicho… Huela usted de nuevo esta esencia… Lo nota, siente la brisa del edén, el perfume de lo árboles frutales, el aroma de los cabellos de la mismísima Eva… el néctar de la fruta prohibida debajo del árbol del conocimiento… Con esta fragancia uno se siente libre de remordimientos y pecados originales, es libre de verdad, para aceptar lo mismo y con el mismo ánimo amoroso, su pena y su felicidad, y para que su conciencia se expanda, como los propios vapores del perfume… Un cero más por detrás o nada, usted decide.

–Sí, sí, el producto lo vale; si no, no estaría aquí, pero y el gasto añadido de su puesta en producción y de su salida al mercado… eso lo ignora usted totalmente…

–No le de más vueltas, quédese con la fórmula, revolucione con ella el mundo de los perfumes. Usted es un mago para estas cosas, su empresa verá unos los benéficos nunca vistos… ese es el propósito último de ustedes y este es el precio para lograrlo. Ponga un cero más ahí debajo…

–¡Vaya! Desestimé su poder negociador, ahora creo que sería capaz incluso de venderle una nueva conciencia al grillo de Pinocho.

–Puede ser señor Lirio, pero lo único que importa es que esta fórmula, esta aura, armoniza directamente al hombre y la mujer con su conciencia… No lo piense más…

–No, digo sí; en fin…, ahora soy yo quien necesita unos días para pensarlo.

 *A propósito del tema “El olor del paraíso”,  Tertulia Entrelíneas



 

EL OLOR DEL PARAÍSO

Génesis. V. 21.24. “Y desterrado el hombre, colocó Dios delante

del paraíso  de delicias un querubín con espada de fuego

fulgurante para guardar el camino

que conducía al árbol de la vida”. 

   -Esto huele a chamusquina, tío, y si no que venga Dios y lo vea. Cómo se explica el hecho de que una pareja tan bien avenida, que bebe en el mismo cuenco, toma la misma compota de frutas y se había propuesto ser espejo de las futuras generaciones donde se miren todas las parejas del universo, viviendo tan compenetrada y feliz, sin el menor atisbo de violencia de género, van de repente y la ponen de patitas en la calle por el mero hecho de amarse sin tapujos, a la luz de la luna, entregados en cuerpo y alma en una noche de pasión, llevando a cabo la ansiada luna de miel, siguiendo las instrucciones de todos los santos, “ama y haz lo que quieras”. -dijo en fuga, chillando como un grillo Alfredo, muy dolido por el desahucio del paraíso.

   El enfado de Alfredo fue descomunal, y no era para menos acostumbrado como estaba a su pequeño gran paraíso, levantarse a medio día, dar unos placenteros paseos por el barrio, oler las flores del jardín, pasar revista a los intereses y necesidades más perentorias y saborear unas copitas de vino blanco mezclándose con los ardientes rayos solares que trasmutaban su rostro en un artificioso juego de chispeantes luces de inmensa felicidad, propia del goce del exquisito oasis por el que cada mañana trotaba como un niño por la playa, o como los ángeles o el mismo dios en el paraíso eterno.

   -Es que no hay derecho, demonios –pregonaba a los cuatro vientos Alfredo-, que quieran acabar con el hábitat en sus mismas barbas. No lo acepto. Por supuesto que no les va a salir gratis, tendrán que indemnizarme por daños y perjuicios, además esos avatares ocurrieron en aquella época de tinieblas, pero las circunstancias han cambiado enormemente, y haré valer mis derechos con el abogado de oficio. Qué se habrán creído esos cretinos, que tienen un morro que se lo pisan.    

   -Si demuestras que eres fiel a nuestra cadena te regalamos un paraíso –uf, indicaba gruñendo con furia Alfredo al oír la promesa en la emisora de radio asegurando que era otro camelo; si es que no hay manera, cielos.

   << Apaga esa maldita máquina, que se entretiene en propalar monsergas por las ondas. Ya está bien de jugar alegremente con la mítica palabra, pardiez- apostillaba.

  

   No quería recibir más golpecitos en la espalda, ni fraudulentos escarceos de sedución, pues estaba embotado de tantas falsedades, tratándolo como un iluso o un ingenuo bebé postrado en su cuna. Con las disquisiciones deshojando la margarita, ahora te doy…, ahora te lo quito, mañana te regalo el oro y el moro; si sonríes a mis veleidades te obsequiaré con un viaje al fin del mundo, y si te portas bien recibirás de premio el cielo. Y maldecía a todas horas tanta dádiva interrogándose contrariado, ¿hasta cuándo vamos a soportar esta hipócrita actitud que azota las conciencias a sus anchas en mitad de las inmundicias del amanecer? 

  -Hay que dar el callo, macho, –le apremiaba al hijo Alfredo- , a ese ritmo no llegarás a ninguna parte, que perdimos el paraíso, coño, y no te has enterado, y como sigas por esos derroteros te comerá el hambre y la enfermedad, así no puedes seguir, a no ser que retornásemos al paraíso perdido. La vida está muy revuelta, la crisis nos asfixia por todos las esquinas, así que no te queda más remedio que sudar el pan que te comes. Venga, tírate de la cama, levántate rápido que es medio día y nos va a llevar por delante la infelicidad, además ya lo dijo el señor nuestro Dios, y todavía sigues acostado, como si tal cosa.

   << No querrás que ponga un querubín en la casa con una metralleta para que cumplas las normas de sentido común, no tenemos otra alternativa. Lo más arduo de esta tramoya es que no podemos permitirnos el lujo de costear un querubín-guardaespaldas para guardar nuestro pequeño oasis, si es que se puede llamar así, dado que no disponemos de la plata suficiente y carecemos de lo primordial en estos menesteres, los poderes sobrenaturales.

   << Si lo lográsemos, trabajaríamos una semana escasa, o sea, seis días y al séptimo descansaríamos como Dios manda, y a vivir de las rentas en nuestro rico territorio eternamente. Y que se mueran los ineptos y los feos. Ya me gustaría a mí. Tener poderes fácticos y reales de esa índole, mandar calmar los vientos o pasearme por la superficie de la aguas de orilla a orilla y atravesar los océanos hasta que oscurezca y amanecer en la otra orilla sin más molestias que las del que practica el senderismo, como sería llegar al final del trayecto con los pies hinchados, y tener que meterlos en agua para reponerse. Porque viviríamos como dioses tú y yo, sólo deleitarnos, comer y dormir o lo que se terciase, y sin alergias ni picaduras de mosquitos en el aula número once de la sala Clara de Campoamor.

   << Mira, tío, todavía sigues durmiendo pero en qué piensas, ¿crees acaso que tu padre es el amo del paraíso? Sí, mis antepasados fueron en un tiempo los que lo cultivaron pero aquella delicia de perfumes y olores fue tan fugaz que ya nadie lo recuerda, ni siquiera la serpiente envenenada si no fuese por el correctivo, que desde entonces se arrastra en su deambular por la vida, nosotros al fin y al cabo podemos llorar con un ojo aunque a veces nos arrastremos por los suelos para tirar del carro de la vida, pero ellas, deben serpentear obligatoriamente muy a su pesar subiendo a los árboles o deslizándose por los desfiladeros o en su propia casa nutriendo a su hijuelos.

   << Nosotros, no obstante, debemos agachar la raspa, jugándonos el tipo, pero en cambio podemos sacar pecho cuando las cosas nos van bien, o ir sopor la vida con la cabeza muy alta por la satisfacción del deber cumplido. Pero al llegar a ese punto se le encasquilló la lengua a Alfredo cuando evocó el ataque por sorpresa de que fue objeto por parte de una serpiente cuando regresaba por el atajo en una tarde lluviosa de crudo invierno y se le abalanzó al cuello en una emboscada como recordándole a los mortales que su castigo fue por su culpa, y no pudo cerciorarse del peligro y cayeron rodando por la ladera, donde gracias a unas ramas que se atravesaron en la caída se despegó de la víbora y consiguió salir airoso.

 

En esos instantes le vino a la memoria los versículos bíblicos, cuando la serpiente con cara seductora se acercó a la compañera de Adán y la llevó con dulzura a su terreno engatusándola con eróticos guiños y omnipotentes promesas, y tal vez le dijese que se había enamorado y quería casarse con ella dándole en dote el paraíso terrenal, recalcándole que todo sería para ella y al marido lo expulsarían intentando envenenarlo y así pasaría a mejor vida, pero ellos dos se quedarían con el paraíso de por vida en usufructo, y a continuación le preguntó al respecto,

  -¿Qué te parece, Eva?

   -Hijo mío, todavía sigues durmiendo, so pedazo de bribón, inútil, que eres un inútil. Parece que te hicieron de mala sangre, como la serpiente, sangre corrompida. Mira, te voy a descabezar, a ver si trabajas aunque sea por recomendación o castigo divino, que no le das un palo al agua y no te importa la hoja de ruta que nos trazaron.

   << Y después de tantos y tantos cientos de lustros sigo buscando el olor del paraíso y no lo percibo por ninguna parte, estoy perdido entre reptiles, árboles del bien, del mal, de la ciencia y retoños estériles, de forma que me siento con el agua al cuello; yo me asomaría a Londres, a Moscú o cualquier parte del cosmos, a la luna si fuera preciso, a recaudar fondos para pagar la hipoteca, para poder seguir viviendo, pero si allí no hay paraíso y no me deben nada cómo voy…; si tuviese posibles me apoderaría de un inmenso vergel y contrataría a un querubín en toda regla y haría mi agosto convirtiéndome en un hombre rico colocando al guardián con una afilada espada de fuego en la puerta de mi particular paraíso a fin de que me preservase de todas las gripes, de todas las incertidumbres que me acechan en primavera y otoño, disfrutando como un dios de los placeres de la vida.

 
 José Guerrero Ruiz


 

EL OLOR DEL PARAÍSO

 No puedo pensar que uno de nuestros sentidos tenga contacto con el paraíso sin poner en marcha todos los demás. La palabra olor pone en evidencia que nuestro sentido del olfato ha estado en ese lugar mágico, pero mi olfato me cuenta que es algo secreto si los otros sentidos no le permiten recordar su sabor, sentir su calor, su perfume, su suavidad, sus colores... Y hablando de recuerdos, me solían decir de pequeña que si me portaba bien iba al paraíso y si no al infierno. Que suerte que el paraíso huele y pudiéndolo recordar sabemos el camino hacia él. 


Blanca Brito

 

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EN FUGA

EN FUGA

En fuga constante, tan sólo así sobrevive nuestra mente: en fuga de cuanto la realidad nos presenta a cada instante, de la evidencia de las sentencias irrevocables, de las certezas cuestionables y de las crisis de la crisis.

La vida, como las dictaduras y las bicicletas, necesita la fuga constante para sobrevivir y la duda para crecer. Ni las dictaduras ni las bicicletas saben, que se sepa, dudar, pero la vida aprende del error, y cada error lo transforma en nueva vida, más fuerte y estable.

Una vida en fuga que, por breve que parezca, nos puede regalar el olor del paraiso en el momento menos pensado, entre fuga y fuga.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

EN FUGA

La prepotencia del invierno enviaba burlona, con cuarenta y nueve días de anticipación, sus suaves copos, blancos de engañosa pureza. El día se anunciaba vacío, sin ningun aliciente, excepto aquella única cita vespertina que servía de meta común al pueblo entero. El reloj de cuco, que cuando era pequeño quería tanto, parecía haberse transformado en su peor enemigo. Las manecillas, que de niña se divertía en adelantar, hurtando el tiempo para ver repetidas veces el pajarito de madera rebotar fuera de su casita anunciando la hora, rompían el silencio destacando el tic tac del reloj. Margherita las miraba trastornada, imaginando que eran baquetas de director de orquesta paradas, las baquetas de las órdenes que ella misma dirigía: “Antes de que el tiempo concluya, tienes que hacer esto, después eso y después aquello...!”. Se había dado esa orden por miedo, ya que recordaba al pájaro cuco marcar momentos felices. Del mismo modo, si no hubiera hecho pronto algo especial, en el futuro no habría recordado la vida que llevaba ahora. Pensaba que si hubiera roto la monotonía del tiempo en que ella se estaba disipando, hubiera recordado el tiempo que vivía en aquel momento. Estaba convencida de que haciendo algo inusual, aún cuando aquella empresa hubiera concluido, no se desvanecería, prolongada en el recuerdo de haber hecho algo extraordinario.


Era la angustia del tiempo que pasa sin dejar recuerdos, su prisión, y Margherita se evadía cabalgando el tiempo a base de pasar páginas. Leía. Leía historias de personajes desconocidos con quienes se identificaba, delegando en ellos su destino, historias en las que se mezclaban pasado y futuro. El pasado empapado del sentido que sólo la razón del después sabe dar, y el futuro cargado de la responsabilidad de custodiar la esperanza en la felicidad. Margherita encargaba al pasado la tarea de resolver el enigma de una existencia ya vivida, y al futuro la tarea de dar derecho de ciudadanía a los deseos. A través de la lectura, Margherita había entendido que en cualquier lugar al que se dirigiese siempre llevaría con ella una maleta que nunca vaciaría sino que llenaría, y se prometió a sí misma que intentaría llenarla cada día de la mejor manera. Se trataba del equipaje de su memoria, lo más estable que podía poseer: por siempre y en cualquier lugar.


Pero, sin embargo, al haber tenido esta preciosa intuición, mientras el tiempo fluía monótono, Margherita se quedaba absorta en la eternidad de los pensamientos, leyendo y fantaseando con la mente, así que su equipaje se quedaba igual por miedo a ser llenado de malos recuerdos. De esta manera pasaba sus días y así un sentido de nauseabunda amargura la asaltaba cuando el dia moría sin dejarse recordar.
“Tic tac, tic tac”, en la habitación de Margherita el tiempo sonaba con insoportables pasos de tirano.

En las otras habitaciones de la casa todo parecía moverse a una velocidad diferente: “¿Dónde diablos has puesto mi jersey negro?”
La hermana de catorce años de Margherita, Carlotta, gritaba a Daniela, su hermana gemela, acusándola de robarle siempre la ropa que ella solía preparar la víspera de las escasas ocasiones importantes en las que se concedía disfrutarlas. Los pasos enfadados de Carlotta hacía la habitación de Daniela retumbaban en toda la casa, uniéndose a los reproches del padre: “¡Siempre con retraso!” y a los gritos de la madre: ”¡Dejad de pelearos y moveos, que falta un cuarto de hora. ¡No quiero quedar como la que siempre llega tarde!”

Margherita miró en su armario. Ningún vestido la invitaba a despojarse de lo que llevaba. Apartó la cortina y con la punta de la nariz pegada al vidrio se puso a seguir a los primeros paisanos que salían de casa... El alcalde y su esposa, la beata ama de llaves de la iglesia y su familia, el contable Perfectos con su señora, la arquitecta Rosetón con su marido pintor, que unos metros atrás esbozaba una carrera para alcanzarla y así siguiendo a todos los demás hasta confluir en la misma calle que llevaba al cementerio.

“Vamos, que las campanas ya han dado los primeros toques, coged los cirios que nos vamos”.
Todos estaban ya preparados para salir de casa, todos menos Margherita, que había elegido no acudir a aquella cita. Su madre entró en su habitación asombrándose al verla todavía con su ropa de casa: “¿Todavía estás así?”, le preguntó. “¿Qué haces, no vienes?”. Margherita se giró hacía ella y después de un impercetible momento de duda suspiró sin dar respuesta, regresando con la mirada a los transeuntes. La madre molesta se contuvo, cerrando enfadada la puerta y saliendo de casa con el resto de la familia.

Era el dos de noviembre y como cada año se recordaba a los difuntos camino del cementerio para visitarles.
La nieve empezaba a tejer su capa sobre las calles hasta cubrir cada hueco.
Margherita cerró la puerta a su espalda y se puse en la cola, con los últimos del pueblo que se dirigián a la ceremonia.
Al llegar al cementerio, Margerita lo superó proseguiendo en dirección del parque infantil. En el último trecho de la calle se cruzó más de una vez con la mirada estremecida de los paisanos, que avanzaban en dirección opuesta a la suya. Saludó visiblemente incómoda y sintió respuestas con tono de pena. Pareció leer entre los pensamientos de aquellas personas un “¡Paz a su alma!”.

Finalmente alcanzó el pequeño parque de juegos y apuntó la mirada directamente al juego previamente elegido. Se sentó. Apenas cabía entre las dos cadenas. Habían transcurrido varios años desde que balancearse en el columpio era una diversión diaria y se sentía eufórica ante la idea de repetirlo.
El columpio oscilaba atrás evitando la nieve, después adelante soltando los copos que resbalaban en gotas sobre la cara de Margherita.

Adelante y atrás, adelante y atrás, un zumbido de oraciones en la lejanía se iba debilitando; adelante y atrás, hasta desvanecerse. Las luces de los cirios en el horizonte se difuminaban cada vez más, hasta desaparecer; adelante y atrás, adelante y atrás.

Fugándose del tiempo, una solitaria Margherita en invierno:
Adelante y atrás, adelante y atrás, adelante...


Chiara Franchini

 

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EL GRILLO
 

DIARIO DE UN GRILLO A GATAS

Busca otros que canten para ensayar y mejorar tu canto”, me habían dicho mis padres. “Ya eres mayor y debes comenzar tu vida, pero no olvides que te queda mucho por aprender”.

Les oía a lo lejos, con sus cantos extraños, afónicos y desacompasados, y pensé que sería una buena oportunidad para practicar y, sobre todo, para enseñarles. Al acercarme comprobé el enorme tamaño de sus cuerpos: eran verdaderos gigantes. Uno me sujetó con dos de los garfios de sus patas mientras yo, cerrando los ojos, suplicaba para no ser su alimento. Me dejó otra vez en el suelo entre un gran alboroto de otros gigantes: “Es un grilo, es un grillo...” ¿Qué significará grillo?

Cuando ya me creía a salvo, otra sombra, más pequeña pero más rápida, me revolcó por el suelo con un golpe de su pata, al tiempo que se oía: “¡Cuidado, el gato, que se come al grillo! Me refugié en una cueva y decidí abandonar ese extraño bosque de árboles de metal y gigantes ruidosos.

Mis padres nunca me advirtieron que buscar compañeros de canto fuera tan peligroso . . .


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DIARIO DE UN GRILLO A GATAS

Definitivamente, estos humanos están todos locos. Decenas de veces he comprobado que cuando cazo algún insecto de los que entran en sus casas, me recompensan y alaban mi trabajo, pues al parecer les produce miedo, a pesar de la enorme diferencia de tamaño de sus cuerpos. Más de una vez, tras cazar alguna araña o cucaracha, he recibido un buen trozo de jamón y unas caricias.

Pero hoy no, hoy se les ha dado por defender a un bicho feo que cantaba fatal, y me han empujado dos veces de mala manera.

No sé si debería consentirlo ¿No se han enterado todavía que el nuevo jefe supremo de los humanos es negro como yo . . . ?

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EL OLOR DEL PARAÍSO - EN FUGA- EL GRILLO

-Despierte… ¿oiga me oye?...

Sí algo oía, desde muy lejos llegaba hasta sus oídos un susurro lejano que la llamaba para que volviera. Pero a Donde debía volver. Su sitio estaba allí, con los ojos llenos de azul mar y azul cielo, el cuerpo impregnado de tierra, y los sentidos borrachos de brisa del mar. Hacía un volcán en la arena con sus amiguitos circunstanciales, los acababa de conocer esa misma tarde.

Y se habían lanzado a la construcción ,transportando desde el mar a la arena cubos llenos de agua que a veces no llegaban a su destino porque a mitad de camino un traqueteo o un resbalón volcaban en la tierra antes de tiempo el preciado líquido. Agua, agua de mar y tierra. El olor del paraíso.

Sintió de nuevo en sus oídos el murmullo lejano que la llamaba-Oiga me oye? Pero tenía que terminar ese volcán y además estaba tan feliz allí con sus amigos.

De repente sintió como si todo su cuerpo se transportara ,una pequeña vibración resonó en sus oídos….Ahora podía escuchar perfectamente cómo le decían que tenía que reaccioanar. Sus ojos se abrieron lentamente y en una nebulosa pudo distinguirá apenas un rostro que se acercaba al suyo y volvía a repetirle Puede oírme? Dijo que sí con una leve inclinación de su cabeza, estaba mareada y se sentía muy cansada. ¿Dónde estoy?, preguntó.

-Verá ha sufrido un desvanecimiento..

Sí ahora empezaba a recordar; iba de vuelta a casa. Se paró de pronto en el escaparate de unos grandes almacenes y una pantalla superplana se desgranaba las noticias del día, salpicadas con algo de publicidad...

-Una maravillosa barbacoa para deleitarse con sus amigos en el porche de su jardín… Bueno primero habrá que tener jardín pensó. Un magnífico

Coche por sólo 48000 euros. No hay novedades meteorológicas. Temperaturas en ligero ascenso. Conflictos en china, represión militar, cumbre del G8, golpe militar en Honduras, nuevo caso de gripe A. De repente noto que la cabeza le daba vueltas y que sus cuerpo se hacía ingrávido. Su energía vital se dio a la fuga. Y se desplomó en el suelo.

Fue entonces cuando se encontró  de repente en la playa, construyendo con sus amiguitos un volcán, oliendo el paraíso sin saberlo.

Begoña Ramírez

 

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BATERÍAS

BATERÍAS

Monodiálogo de mediados del siglo XXVII:

Ser o no ser ... ¿no es esa la clave de todo? No, el ser es intrínseco, inevitable. Sólo cambia el cómo, el estado, el orden ocasional de la materia o la esencia energética que interactúa, forma parte y se presenta ante el resto del universo.

Luego, ¿todo es estar tan sólo? Estar y ser son, en definitiva, un único estado.

¿Y la muerte? Se trata de un concepto arcaico que . . . BIP, BIP, BIP . . .RECARGAR BATERIAS . . . RECARGAR BATERIAS . . .
 

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LA DAMA DE NOCHE

LA DAMA DE NOCHE

La Dama de la Noche vaga indolente por su jardín, impregnado del olor sofocante de docenas de damas de noche. Recuerda su vida, cuando en su juventud soñaba con encontrar el amor de su vida, para ser su dama en una mágica noche. También recuerda el largo paréntesis en que nunca fue dama, sino tan sólo una mujer triste perdida en inacabables noches tristes. Un día, que en ese momento le pareció que llegaba demasiado tarde, comprendió que no existe el amor de tu vida, sino el amor a la vida. Renunció a ser dama para ser mujer y a ser mujer para ser persona, a lo que ya nunca volvería a renunciar. Ahora, a sus ochenta y seis años, sonríe mientras rememora sin rencor tanto la primera como la segunda mitad de su vida. Esta tarde observa los ojos curiosos de los niños tras la verja del jardín, mientras les oye susurrar: “Esa es la Dama de la Noche, dicen que antes era muy guapa y ahora es una bruja . . .” Ella escucha y sonríe, feliz de poder regalar en sus últimos días un poco de ilusión a la fantasía infantil de sus jóvenes vecinos. La Dama de la Noche sonríe, poseedora del secreto del amor a la vida, mientras pasea por su jardín de damas de noche . . .

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LA DAMA DE NOCHE

Por Franjamares

No, no hablaré de la dama de noche. Ella será quién dirá de mí a su momento. Su perfume de anochecer es ya todo un discurso. Mi discurso. Habla de recobrada armonía, de regocijo, de paz… Así me siento en este instante de mi vida, en esta meseta cálida en la cual ya puedo merecer, donde el horizonte es de roca lejana y el aire limpio deja en el corazón y los pulmones una delectación incomparable. No importa el pasado, no es más que un montón de escombros de memoria que tendré poco a poco que barrer. No importan los problemas del día a día, suelen ser pequeñas voces que te dicen cosas: hay que sacar de ellas lo sustantivo, sin más apuro. La belleza de la vida es lo más importante. Esta noche incipiente la puedo comprobar, no ya con mis sentidos, que se fascinan con ese cielo encendido de rojo, los rayos de sol invicto tras la montaña, y su luz vesperal que atraviesa las formas alumbrándolas por dentro, sino también veo la belleza con los ojos de mi alma de hombre.

Sin embargo, este olor de la dama de noche, mujer ideal, que cruza el jardín como un recuerdo intenso, no deja llamarme, de provocarme. Siento ahora, en este instante presente y dilatado, que puedo estar en paz con mi vida, con mi conciencia, con mis recuerdos, incluso puedo estar en paz con mis errores, con mis sombras… con las manías, con ese destino pegado a mi carne que me hizo caer hasta las pecinas en el alveolo de la locura. Sí a veces estoy loco... Y entonces lo estuve… En aquel tiempo la dama me tenía obsesionado, no sabía qué hacer para tenerla, para compartir un mismo espacio, aunque fuera a la fuerza… Estaba ciego a tal punto: que fui yo quien desconectó los cables de la batería de su coche, quien fingió salir en ese momento y ofrecerse para llevarla al trabajo; quien sufrió una especie de calentura, de remolino de ideas que confundía su cariño de amiga por la entrega total de una amante esclava, fui en definitiva quien en medio de este ventarrón mental intenté hacerla mía sin la respuesta de su sonrisa…

Pero no fue mía, ni podía serlo jamás de ese modo. La dama de noche retuvo para sí su perfume no dejándome olerlo… y yo cercené mis narices para no poder sentir más esa delicia irresistible, esa tentación. Huí, como un niño tras una travesura imperdonable. Estuve lejos tanto un tiempo hasta serenar mi conciencia y soltar por el desagüe la culpa ya bendecida, hasta que el péndulo de mi alma volvió a subir y me hice más liviano, más permeable al amor, capaz de amar por encima de todo.

Regresé y su nombre seguía escrito en el buzón de la verja al lado del mío. La vi pasar un día junto a mí: ella desvió la mirada. Esta tarde busqué las mejores rosas del jardín, abrí la verja temeroso y toqué en su puerta… Me abrió con gesto serio. Los segundos pasaron lentos… Al fin sonrió levemente y me hizo pasar…

--Preciosas rosas, y lo bien que huelen… ¿qué andarás buscando hoy?

--Son el regalo perfecto, para su hermosa dama, de un marido enamorado…

--No, si lo que es labia no te falta… Anda, pasa para adentro… voy a poner las rosas en agua… Ahí en la cocina he preparado té. Lo tomamos y recogemos a la pequeña.

 

 

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VENTARRÓN

VENTARRÓN
 

Había sido el único superviviente de una camada de lobeznos. Su madre había sido abatida por los cazadores y para Juan, que era agricultor y odiaba lo jabalíes, un lobo, mientras no se hiciera vegetariano, nunca sería su enemigo.

Encontró a sus cuatro hermanos congelados por la ventisca y aplastados por los cascos de algún caballo salvaje. Rodeado de sus cuerpos estaba el pequeño lobezno, que Juan cobijó bajo su zamarra al tiempo que le daba nombre:”Eres duro, carajo, el viento no ha podido contigo, te llamaré Ventarrón”.

El animal fue creciendo en la granja, huyendo ocasionalmente al bosque, del que siempre retornaba rompiendo el pronóstico de los vecinos de Juan: “Ese no vuelve, es lobo, y cualquier día te pegará un bocado.” “Volverá, volverá, en la naturaleza la gratitud siempre es correspondida, el hombre es el único que a veces lo olvida”. Y siempre volvía. En el pueblo y los alrededores, Ventarrón fue trazando su mapa de amigos y enemigos: quienes le dejaban vivir y quienes le apedreaban aprovechando la ausencia de Juan.

Sólo al cabo de cinco años, siendo ya un lobo de aspecto temible, empezó a ser respetado por todos cuando localizó a un niño caído en una poza del bosque antes que el mejor sabueso de los cazadores. El padre del niño, un cazador rudo y malhumorado advirtió entonces: “Al que haga daño a este animal, le pego un tiro”.

Pero había un miedo transformado en ira que Ventarrón nunca pudo superar: los caballos, posiblemente por la muerte de sus hermanos.

Ventarrón se lanzaba a morder las patas de cualquier equino que se acercara por la granja, y era la única ocasión en que hacía caso omiso a la llamada de Juan.

Más de una coz se llevó a lo largo de su vida el valiente Ventarrón, pero ayer, cuando con sus doce años a cuestas, pretendía expulsar de la granja a una joven y nerviosa potranca, recibió una coz de la que no se pudo recuperar. La yegua se llamaba Brisa.

 

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VENTARRÓN
 

   -Procura cerrar las ventanas, Benjamín, que el viento del norte es muy tozudo y agarra por el cuello a las criaturitas. No lo olvides, que me da que el ventarrón viene de camino- insistía preocupada la abuela remendando el descolorido mantel de la mesa del comedor

-Sí, abuela, pero ahora las dejo entreabiertas porque va a pasar Almudena silbandito y no la voy a oír, y necesito verla sin falta, cosas nuestras-

   -No vendrá  con barriguita, verdad, como estamos en primavera, y la naturaleza anda al desquite con brotes verdes, y parece que todo anda manga por hombro, pues qué quieres que piense, con las cosas que se oyen por la calle, y me creo, no sé, que eres ligón confeso como tu abuelo.

   -No abuela, se tomó la píldora del día después y no hay ningún problema, pero necesito recoger algo-

-Estos jóvenes, es que no tenéis arreglo, vais a acabar con una. Si Anastasio, que en gloria esté, levantase la cabeza, madre mía, la que se armaba, a buen seguro que regresaría de inmediato al féretro por el maléfico repullo que cosecharía.

   El ventarrón lo revolvía todo, hasta lo que guardaban en los bolsillos, que no se sabe cómo, salía volando, pero no volaban las bolsas de los ojos del sufrimiento de los descorazonados habitantes ya hastiados de sufrir el avieso viento durante tantos inviernos de brega y pertinaz sequía.

    Los vendavales arribaban de tal suerte que desquiciaban incluso a los más centrados, sobre todo los días en que el obcecado ventarrón paseaba a hombros por los desfiladeros un humo negro como salido de las entrañas del averno, que hubiese sido alimentado con ingratos troncos, en cambio cuando tiraba a blanquecino por el contagio con la neblina del valle al menos había ribetes de una leve  esperanza, preconizando otros amaneceres más placenteros, porque el humo blanco se revestía de un cariz limpio, con cara de buenos amigos, despuntando ricas cosechas, respirando halagüeños aromas por las veredas del entorno, o por las callejas del barrio, y acontecía una mutación espontánea en la mirada del vecindario, como si se percatasen de que el ambiente estuviese alfombrado de vivos colores, hasta tal punto que serenaban el ánimo en las agitadas tardes de embrutecido ventarrón.

   Aunque lo peor, espetaba la abuela, acaso está por llegar, los malos humos de algunas personas, cuando una no sabe a qué carta quedarse, si abrir o cerrar la puerta a la confianza, vientos que se disfrazan con piel de cordero, que vienen torcidos desde la cuna y soplan en tus mismas narices, siendo muy distintos de los que te obsequian con cálidas bienvenidas desde su infancia, lindas bocanadas como las de Benjamín, iluminando en primavera o en invierno la existencia. 

   Había vuelto el ventarrón, el ruido rodeaba la mansión. Un ruido insoportable penetraba por las rendijas de puertas y ventanas y llegaba como un espía enemigo arrancando cuanto hallaba a su paso sin ningún miramiento, objetos, plumas de ave, hojas secas, papeles rotos o despintados espíritus en carne y hueso, como si fueran almas en pena volando por el monte de las animas.

   Los bríos del ventarrón despellejaban a todo bicho viviente con su problemática insensata, descascarillaban los troncos de los árboles extrayendo virutas de la madera como el carpintero con el cepillo, las ramas crujían deshechas por los hirientes hachazos de que eran objeto.

   Nadie estaba a salvo, pues hasta los caracoles y tortugas volaban a trechos por los aires cual aves de rapiña impulsados por las deshumanizadas convulsiones aéreas.

   Todo se tornaba infumable, insensible. Casi siempre caía atrapado el vecindario en el cepo de la marea, desprevenidos, en paños menores, lo mismo ocurría al despuntar el alba o al ocaso o ni lo uno ni lo otro tirando por la calle de en medio y entonces era cuando de verdad la liaba, porque en esos momentos un bebé a lo mejor cruzaba la calle en su carrito o el mendigo atrincherado en la esquina del bulevar roncaba sobre el saco de harapos y cartones cuarteados con su perro guardián.

   No había más remedio que estar en guardia noche y día a lo largo del año, pues cuando menos se lo esperaban el ventarrón bramaba comenzando a barrer desde los ángulos más inverosímiles con toda la artillería mordiendo tejados, doblegando cables y postes, o lanzando metralla contra los indefensos en el paredón o contra algún ser desvalido perdido por el precipicio abajo y sin retorno.

   Tenían que darse por satisfechos y dar gracias a la divina providencia cuando los azotes no venían acompañados de una lluvia pestilente que se incrustaba por chimeneas y poros de la piel, pues los paraguas y chubasqueros eran violados con virulencia en mitad de la plaza saliendo despedidos como obuses a ninguna parte o al fin del mundo.

   -Abuela, ¿y el abuelo no durmió nunca hasta que descansó en el féretro?

   -No, Benjamín, dormíamos por turnos sobre todo cuando roncaba el ventarrón.

   La abuela sabía que en tales circunstancias no había forma de pegar un ojo, pues nadie se fiaba del malvado viento, se ponían nerviosos en cuanto tosía con acritud enseñando sus garras destructoras, sus señas de identidad como un fiero king-kong atemorizando a quienes osaran atravesar la plaza o cualquier vericueto. Y se dejaba caer de golpe como una fruta picoteada por las aves de la copa del árbol o una teja negra del tejado así porque sí como pedro por su casa, como si evocase lo que el viento se llevó, intentando emular el mito cinematográfico.

   Durante esas horas de furor eólico a los residentes se les ponía la carne de gallina, y los ojos rojos por la sangre de las irritaciones y el dolor del castigo que les infligía, y luego la piel se les secaba sin remisión partida en pedazos como la muda de las serpientes, extendiéndose por el cuerpo de pies a cabeza con unos escozores de muerte.

   Tales episodios se asemejaban a un ajuste de cuentas, como un eterno litigio que se hubiese desplegado en aquellos pagos conformando tan ciega venganza, azuzada con sutil sigilo por la vorágine asesina del viento del norte.

   Los vientos bajaban desde arriba, de la meseta, a tumba abierta, rodando a sangre y fuego cual balas endemoniadas, siendo los de abajo el blanco de sus iras al recibir los horrorosos revolcones.

   El ventarrón no se andaba por las ramas, arrastraba lo divino y lo humano como si un ejército bien adiestrado con los tanques  transportase toda la mugre de los muertos y la ropa tendida de los tendederos.

    Un día, al caer la tarde, se le posó a la abuela en la boca las braguitas de un bebé del bloque de arriba y ella, sin saber de qué se trataba, las confundió, en su galopante  miopía, con un saltamontes escupido por las fuertes corrientes provenientes de los cerros que la circundaban

   La abuela echó  sus cuentas y se dijo, los vecinos de las casas del barrio alto deberían pensárselo dos veces antes de colgar las prendas íntimas de cualquier manera en los tendederos, porque de lo contrario todos se van a enterar sin pretenderlo de las debilidades, de sus secretos pregonados a voces por los descarados vientos. 

José Guerrero Ruiz
 

 

BATERÍAS - DAMA DE NOCHE - VENTARRÓN

Durante todo el día el soplido incesante del viento había resoplado en sus oídos. Le dolía la cabeza y estaba de mal humor; le gustaban los días apacibles en los que el mundo se percibe como un confortable lugar en el que vivir, el ventarrón la desconcertaba, y poblaba su ánimo de infinidad de incertidumbres y de un malestar hondo y atávico.

Al fin se había decidido a devolver ese libro que llevaba rodando un año por sus manos, entrega de un amigo para otro amigo. Mientras se dirigía a su destino le hizo gracia recordar cómo se desenvuelven los acontecimientos la mayor parte de las veces, de forma casual e inesperada. La casualidad determina nuestro día a día y esa especie de interpretación más a menos acertada que hacemos de las intenciones de los demás. Intuimos que los demás piensan lo que n creemos que están pensando, y actuamos en función de esa interpretación, que suma a su vez a la que los demás hacen de nuestras propias intenciones. El resultado como no podía ser menos es casi siempre cuanto menos algo sorprendente. Interpretar l que los demás interpretan es ya el sumun de la cuestión. En definitiva, había llegado a la conclusión de que el acuerdo entre los humanos era algo muy complicado, por la cantidad de sensaciones, sentimientos e ideas que mueven nuestras formas de actuar. La acción final que es lo que se ve dista mucho de lo que en la mayoría de los casos deseamos y eso si tenemos claro lo que deseamos que tampoco resulta tarea fácil. Así que ese libro llevaba un año entero esperando que ella se decidiera a volver a ver por fin a Mario.

Lo había telefoneado el día anterior, animada porque había tenido un buen día y porque había visto una peli con final feliz. Cuando por fin estaban en mitad de algo parecido a una conversación el móvil se quedó sin batería y ella a toda prisa acertó a decirle.vale sobre las ocho. Y en eso habían quedado. Hubo un tiempo en el que fueron inseparables, hasta que él le confesó que quería algo más y ella fue incapaz de dar el paso. Porque la traición no se encontraba entre sus planes y aún así la punzada del deseo la seguía martirizando alguna que otra vez. Y se preguntaba qué era lo que realmente le había impedido entregarse a él. Si la lealtad o simplemente la cobardía.”Mi dama de noche” le susurraba al oído, a esas horas de la madrugada en la que los vapores del alcohol y la nebulosa del humo convierten nuestros pensamientos en un entresijo inexplicable. A esas horas inciertas en las que nos despojamos de una armadura y nos calzamos otra; la de las aves nocturnas, que pierden su brillo y color cuando las primeras luces del alba comienzan a pintar de nuevo de blanco el reflejo de las cosas.Y Juan se quedaba serio, mirándolos a los dos. En el fondo siempre ha estado convencido de que lo nuestro terminó idilio. Por eso se fue todo al garete porque perdimos la confianza.

Porque lo que intuíamos superaba con creces lo que vivíamos y conjugar esas dos realidades se convirtió  en un juego malabar.

Begoña Ramírez

 

 

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MARGINACIÓN

MARGINACIÓN

Don Alberto reside en su mansión en La Moraleja, una de las urbanizaciones más exclusivas, o sea caras, de Madrid. Tiene 83 años, una hija que hace cuentas sobre su herencia, un yerno que hace cuentas sobre las cuentas de su suegro, y un nieto que le mira con asco porque, a sus estupendos siete años, ya sabe que lo viejo es feo y desagradable y aún no se ha enterado de que, si tiene mucha suerte, llegará algún día a ser un viejo feo y desagradable como su abuelo.

Al servicio de don Alberto se encuentran diecisiete personas entre mayordomos, cocineros, ama de llaves, chófer, jardineros, etc. etc. Todas le conocen y le temen, por lo que rehuyen su presencia. Don Alberto amasó su fortuna en la postguerra española: mientras elevaba la mano derecha, dejaba que la izquierda se escurriera disimuladamente en el bolsillo público sin nada que temer, salvo la molestia de tener que hacer, en caso de ser descubierto, las llamadas pertinentes y un par de regalos caros. Siempre ha sido un hombre de orden en todos los caóticos sentidos de la palabra.

Semanalmente recibe la visita de su escasa familia, visita tan parecidas unas a las otras como el gesto despectivo que han heredado tanto su hija como su nieto. La hija le pregunta sobre su tensión sanguínea y el yerno sobre un consejo para invertir en Bolsa. El nieto se mantiene distante, temiendo el momento final en que tendrá que acercarse a su abuelo para darle el repulsivo beso de despedida. Los tres desean su muerte de formas diferentes pero igualmente mal disimuladas.

Don Alberto está casi tan sólo como los cuerpos que sembró por las cunetas de su comarca, donde gracias a la guerra y el estraperlo, pasó de ser el gandul del pueblo a ser un señor, si no respetado, sí tan temido como para añadirle un don a su nombre. Morirá dentro de tres años y medio, en medio de una terrible agonía similar a la de su idolatrado generalísimo. Un honor sin duda merecido. En su entierro sólo su hija parecía llorar, pero en realidad escondía un colirio dentro del pañuelo con el que fingía secarse las lágrimas, se parecía mucho a su padre.

El tío Alberto también tiene 83 años, cuatro hijas y catorce nietos. Vive en una chabola del extrarradio de Usera, al sur de Madrid. En su vida ha hecho casi de todo y casi todo legal. Es gitano y patriarca de su clan: su palabra fue en otro tiempo respetada por todos, hoy día por casi todos. Como ningún dios quiso mandarle hijos, la casa llena de mujeres le ha enseñado sobre la igualdad de género más que ninguna universidad, pero sus ideas son compartidas sólo por las gitanas y algunos gitanos jóvenes, la mayoría de los hombres piensa que barre para casa cuando dice que primero tiene que estar la voluntad de la mujer para elegir marido y que todo padre debe respetar esa decisión porque cualquier gitano es y debe ser, antes que nada, una persona libre. Más de un problema ha tenido el tío Alberto por sus ideas raras, pero a su edad, ya nadie le cuestiona, más que nada porque en los últimos años tiene la costumbre de hacer que no oye cuanto contradice su opinión.

Al tío Alberto le cuida una de sus hijas, la más joven, que comparte chabola con su marido y tres criaturas. Dos de las otras tres hijas le visitan al menos una vez al mes para llevarle lo poco que consiguen reunir de comida, ropa y demás. Para los nietos pequeños y los bisnietos, lo mejor del tío Alberto es cuando cuenta la historia del mundo, que tan bien se sabe. Sólo uno de los niños, el que tanto le recuerda a si mismo por parecer el más espabilado, le pregunta desconfiado al final de cada historia: ¿ Y todo eso es verdad, abuelo? “Claro”, contesta fingiendo indignación el tío Alberto, “¿Es que has conocido algún gitano mentiroso . . . ? El niño agacha la cabeza y repasa la lista de mentiras en que ha pillado a sus padres y amigos en la última semana, y, como gitanillo despierto que es, calla.

El tío Alberto también morirá dentro de poco más de tres años, y a pesar de su edad, habrá muchas lágrimas sinceras en su velorio.

Del tío Alberto dicen que es un ejemplo de marginación, pero su marginación no incluye soledad, abandono, hipocresía ni tristeza.

De Don Alberto se dice, sin embargo, que no es un marginado, ni social ni económico. Es, simplemente, una persona antes destructiva y hoy patética y sola que vive al margen de sentimientos y emociones, al margen, en definitiva, de la vida.

Si pudiéramos, ¿a quién deberíamos socorrer primero?
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net




 

MARGINACIÓN

Cuando nací, lo hice en el seno de una familia muy humilde, en mi casa había tantas faltas, que faltar por faltar, no había ni agua. El agua la recogíamos a cinco cuadras caminando, una sola canilla para todo el barrio y siempre era un bien escaso.

Mi viejo trabajaba cuando lo llamaban, que era muy pocas veces, y mi mamá limpiaba casas, de gente con mejor estrella. A pesar de ello tuve una infancia muy feliz, jugaba inconscientemente entre la basura de los callejones de la villa, todas ellas de barro. Cuando llovía, el lodazal no permitía la entrada y salida, ni de coches ni de colectivos, los coches eran lo de menos, por ahí, eran muy pocos y desvencijados, pero los colectivos nos llevaban al trabajo, bueno, a los que lo tenían.

Así sucedían mis días, jugando y yendo a la escuela, cuando las condiciones lo permitían. Es que la maestra nos retaba mucho, a veces porque no íbamos muy limpios, ella decía, que olíamos, y no era muy digno. A mi me daba vergüenza, yo sabia que olía, pero era muy difícil mantener la higiene que ella pretendía.

A veces soñaba con la casa de la maestra, con calefacción y televisor, y la envidiaba mucho, esas pocas veces me sentía muy cerca de ella, tener que ir a trabajar a una villa no había sido su mejor destino, se habría portado mal? Quien la habría castigado? Eso no solucionaba mis ganas de aprender y mi imposibilidad de ir cuando no lograba un guardapolvo limpio y un baño de esponja.

Aunque faltaba mucho trataba de no atrasarme, no era muy buen alumno, decían que mi cerebro no recibía el alimento adecuado y que yo no razonaba como mis compañeros. Yo no lo creía, todos los días teníamos papas, mate cocido y pan en mi casa, claro que no veíamos un pollo ni en foto y un bife menos, pero de vez en cuando mi mama traía otras cosas que los patrones le regalaban porque ellos ya no lo querían. Recuerdo una vez que trajo un pollo entero!! Su patrona decía que se echo a perder, y claro ellos ya no lo comerían, antes que dárselo al perro ….le habían dicho. A nosotros nos pareció el mayor manjar, total tampoco lo conocíamos fresquito.

En el barrio había niños más afortunados, esos tenían de vez en cuando juguetes nuevos, y hasta televisión. Pero cuando yo se lo comentaba a mi viejo, él me decía que no eran buena gente, solo eso, no eran buenos.

Yo no entendía nada, me había enseñado el cura que había que ser muy bueno para que diocesito nos escuche y nos ayude, entonces porque eran los malos los que vivían mejor? Evidentemente era muy pequeño y no entendía las causas de los mayores, debería esperar a crecer para entender.

Un día sin darme cuenta cumplí los 14 años, en la villa era la puesta de pantalones largos, bueno así decían, yo nunca supe bien que significaba, los míos era a veces cortos a veces largos o muy largos, lo que hubiera, tampoco podíamos andar con el culo al aire. Recuerdo ese día porque un amigo, de esos que mi papá decía que no eran muy buenos, me había contado que el conocía un lugar en el que había mucha comida, y que se podía conseguir muy fácilmente, yo le dije, - no che! yo no tengo un mango, pero el me convenció diciéndome que a veces no costaba nada. Cuando íbamos a entrar me dió un cacharro, sí, un pequeño revolver, me dijo que era de su padre pero que me lo podía prestar, yo le dije, pero para que? para buscar comida? Y el me dijo vos agarrálo y calláte.

Cuando entre me deslumbre con los paquetes nuevitos de yerba, los dulces en las heladeras, la carne!!! Cuanta habia en ese mostrador, esto era lo que mas m e gustaba, pero no creía que eso me lo dieran gratis, mi amigo caminaba como si fuera el dueño entre las estanterías, agarrando cosas muy pequeñas y muy caras, yo no entendía muy bien, porque no llevaba mucha comida. De pronto me dijo hay que rajar, yo no lo entendí pero rajé, cuando estábamos acariciando la salida se me planto en señor enorme cortándome el paso, solo fueron segundos escuche a mi amigo que me apuraba y decía saca el revolver, saca el revolver, yo no sabía para que, pero lo saque, nunca había visto uno, no sabía como funcionaba , pum, pum, estalló; estalló entre mis manos, quemándome incluso algunos dedos, el señor se cayó cuan largo era, yo miraba para todos lados no sabia que hacer, esperaba que el señor se levantara como en las películas que mirábamos de garrón, de repente alguien me agarró por la ropa, gritaba mucho, que no escape, que no escape, pero yo adonde iba a ir, estaba esperando que el señor se levantara y me retara o me gritara, pero ese silencio me tenia paralizado. En un momento la calle se lleno de policía, tenían enormes revólveres en las manos y decían cosas incomprensibles como quédate quieto o te reviento, si yo hasta me había meado con tanto alboroto, adonde iba a ir meado?

En un segundo me vi en un patrullero y a patadas en el culo en un calabozo, desde allí los escuchaba, “estos hijos de puta, mal nacidos, negros villeros de mierda, porque no se morirán todos, mira que asesinar a ese pobre hombre a sangre fría, este se pasara su vida entre rejas”, la verdad no estaba muy seguro que hablaran de mi, pero tenia mucho miedo.

Al día siguiente los periódicos rezaban: peligroso delincuente de tan solo 14 años asesinó a un comerciante en Villa Las Rositas, lo mato disparándole a sangre fría, el difunto deja viuda y tres hijos, bla bla bla,

Cuando escuché esas mismas palabras, en la radio de la comisaría, me dije: hablarán de mí? y yo? Yo no soy un hijo?

 

A MIS COMPAÑEROS

Esto esta escrito en argentino, por lo que les dejo este pequeño diccionario de las palabras argentinas, aunque sé que muchos de ustedes las conocerán.

Cuadra: en Argentina, es cada uno de los lados de una manzana urbanística.

Canilla: grifo

Villa: poblado de chabolas

Colectivo: autobús.

Viejo: padre

Retar: regañar

Guardapolvo o delantal: uniforme argentino para todos los niños de educación primaria consistente en una especie de camisa blanca que cubre toda la vestimenta hasta la rodilla.

Mango: dinero

Rajar: irse raudamente

Garrón: obtener una cosa sin pagar pero pidiéndola.

Bife: filete a la plancha.

Agarrar: coger, asir.

Rajar: irse rápidamente.

Patrullero: coche policial.

 

Alicia Gaona


 

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BULERÍAS

BULERÍAS

Quisiera escribir el verso más hermoso que pudiera, que naciera bulería y fuera acariciando la tierra entera.

Que diera luz a los ciegos y reposo al triste y miedoso, que sembrara flor de esperanza, de vida, alegría y templanza.

Que nos diera ese golpe amable imprescindible para aprender. Que nos hiciera libres sabiendo, cuanto vale la pena saber.

Que fuera cante de todos, hasta de quien no lo aprecie, que vuele en los pensamientos de quienes amando crecen.

Quisiera escribir el verso más hermoso que pudiera, que naciera bulería y fuera acariciando la tierra entera.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

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LA ABUNDANCIA

LA ABUNDANCIA

Miraba Abundancia condescendiente a Carencia, quien, haciendo de la escacez ciencia, en su desesperada arrogancia, retó a la altiva Abundancia a ser cada cual más de si misma: más abundante Abundancia y más carente de todo Carencia.

Se encontraba al cabo de un tiempo Carencia al borde la muerte, apenas sustentada por unos sorbos de agua, mientras Abundancia, cayendo de lleno en tal reto demente, sobrealimentaba en si cuanto hallaba, habiendo enfermado al poco tiempo su cuerpo y su mente.

Viéndola agonizar, le dijo Carencia: “Es lógico, hermana Abundancia, es ciencia: si tras cientos de epidemias de hambre quedan de los humanos tan sólo los descendientes de los supervivientes, y son muchos, ¿cómo creías que sobrevivirías sólo con abundancia?

Tú les das cada cierto tiempo lo necesario para que no olviden el valor de la alegría, pero soy yo quien selecciona a los más fuertes, quien limpia la soberbia de sus mentes, quien les hace comprender e imaginar el dolor ajeno.

Yo nada soy sin tí, pero no me desprecies, tampoco tú serías nada sin mi.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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¿CÓMO SEGUIR VIVIENDO?
 

¿CÓMO SEGUIR VIVIENDO?

Así, fugaz como lo poco que has aprendido, eterno como la materia que te forma, delicado como el equilibrio que te recuerda que en cualquier momento se acaba el juego.


 

Transformando con cierta magia difusa la amargura en resignación, la desesperación en esperanza y la paciencia en arte. Intentando bañar todo con la huidiza alegría imprescindible.


 

Sufrir, mucho si hace falta, por los errores propios y ajenos, pero sólo lo justo para aprender, ni un segundo más.


 

Nunca angustiarse por lo que ha de venir, porque sea lo que sea, ha de venir . . . y siempre nos sorprenderá.


 

Y si seguir viviendo se hace, al final, sólo por costumbre, bienvenida sea la misteriosa costumbre que, sin saber muy bien porqué, nos invita a seguir viviendo.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

¿CÓMO SEGUIR VIVIENDO?


La infusión aquella tarde olía a huevos podridos, infundía desaliento, era un árido desierto sin una mata vivificante a que agarrarse en los cimientos. Cómo es posible que se desplome tan rápido el edificio de lo reconfortante, lo que destila vida y estímulo, se cuestionaba apoyado en la esquina agrietada de la habitación Zacarías. Sin darse cuenta en esos instantes cruzaban por su cerebro unos versículos de su homónimo bíblico, “Verdad y misericordia. 8 14. Y los dispersé por todos los reinos desconocidos de ellos, y quedó su país asolado, sin haber persona alguna que transitase por él. De esta manera convirtieron en un páramo lo que era tierra de delicias”. No sabía si tales frases eran un trasunto de su vida presente.

No se podía explicar que cueste tanto amargor el seguir viviendo. Reconocía que las circunstancias no son propicias en ciertos vaivenes del viaje. Los picotazos llegan cuando menos se esperan en la convivencia como insectos descarriados por el espacio. Alguien urde techumbres de fétida hojarasca a la sombra de los pasos transparentes. Ocurre que se cuenta una menudencia, una insustancial anécdota y puede que se desborden los ríos del orbe, que crujan los lechos y rujan como rayos encendidos, levantando rascacielos de diatribas sin que figure en el guión.

Sin guía se contemplan con mayor nitidez y parsimonia las bellezas naturales. Es aleccionador que la bombona de butano resista las acometidas mientras los corazones insensibles disparan cohetes de mugre por los aires fagocitando la más rutilante sutileza sin mensajes que lo justifiquen. Las hecatombes vitales no acontecen por casualidad o por atracción química, antes bien parece que en el fondo son ansiadas con vehemencia por el individuo y su circunstancia. Resulta, según los cálculos de Zacarías, que son avatares que llegan como un obsequio de cumpleaños, con fundamento certero, acaso cicatero y amasado en las entrañas del día a día, yo te digo, tú me dices y tú más. Tú, el horrible estrangulador de inocentes, el que no se merece el pan y la sal sino pernoctar bajo tierra y ser pasto de viles gusanos, porque no siente empatía y no lo aprecia ni en las súplicas, toda vez que no estima su idiosincrasia ni comparte con el otro nada de lo que posee; por consiguiente lo malinterpreta y condena al fuego de la soledad erigiendo muros de incomprensión, considerándolo persona non grata debido a que no le cae en sus planes, y odia su aureola apoyándose en una ciega prepotencia.

Estos tejemanejes tienen patente de corso en el cruce de caminos, son de creencia casi obligatoria y totalitaria en el destino, aunque la persona humana lo perciba como un desatino. Volar al fin del mundo de tales sinsabores desde cualquier parte del universo a tientas o acatar incongruencias de hondo calado así porque sí no encaja en todos los comportamientos, farfullaba expectante Zacarías.

¿Qué se le habría perdido en esos lejanos lares del alma humana o qué canto de sirena le habrá sumergido en semejantes corrientes en esas calendas, eligiendo un mes como abril propio de poetas, de veladas de primavera, de enredarse en los corazones como en el muro la hiedra, y va él, con su mala cabeza y se embarca en un viaje que puede ser una catástrofe, vaya usted a saber, sin apenas un vislumbre chispeante sobre si habrá un gozoso retorno a la vida cotidiana o si deberá cargar las cartucheras del último viaje sin tiempo para acometer otras historias y contestar a la incrédula estirpe humana sobre la inquietante zozobra ¿cómo seguir viviendo?.

Qué más da que la causa sean olores o sabores. La sensatez dictamina en las provocativas encrucijadas que no es aconsejable amar el peligro, sino esperar a que brote la cordura y el trigo tierno de las pampas argentinas o de Castilla por ejemplo o más allá de los Pirineos si cabe pues todo es el fin de algo o el principio de una venturosa resurrección.

El acontecimiento no reviste rasgos de epopeya ni parece que tenga el visto bueno de los dioses. Esta aseveración es la que cuadraría en estos maremotos puntuales, se crea o no en el más allá, asunto que está por dilucidar en el juzgado de guardia a cara de perro, tocando el meollo del conocimiento, el “nosce te ipsum” –conócete a ti mismo-, colocando una vela a Dios y otra al diablo, por si arrecian más de la cuenta los vientos de la incertidumbre.

Mira que si fuera un hallazgo no evaluado valientemente por Zacarías y el paraíso que tenía reservado para su uso como un piso a estrenar y disfrute de por vida lo perdiese, es decir que estando al alcance de la mano se fuera a pique por pura distracción, o por arrepentirse en los últimos tragos de la parranda nocturna aunque el amor no le abandone durante la travesía, y se empeñara en evocar la canción, veinte años no es nada. La cuestión es que burla burlando tome tierra felizmente en fin del viaje a donde le plazca, Roma, Santiago  o acaso sea todo un espejismo.

Así como quien no echa cuentas, tan ricamente y sin apenas instrucción alguna de paracaídas por la atmósfera vital, aunque se lo explicaran con pelos y señales rubios de terapeutas o azafatas de turno en pleno vuelo sin opción a protestar por la frialdad del entorno o sentirse entristecido o contrariado por inconfesables motivos.

Qué demonio de vida, no resta sino comulgar con piedras de molino en la casa en que habitas, qué otra cosa iba a hacer si no a esas alturas de la película, del viaje por este valle, ya que si te descuidas te vas a hacer puñetas, y a esas horas tan inoportunas, cuando uno no recuerda ni las formas ni la fecha en que la madre lo parió. Y no quedaba en ese punto la cosa por mucha sumisión y obediencia que mostrase el pobre Zacarías. Luego vendría el salvavidas por si amerizaba en un mar de hambrientos tiburones, la mascarilla de oxígeno para atravesar aguas contaminadas, las puertas de emergencia para cuando no hay un túnel por donde huir de la quema por muy vasta que sea la pista de aterrizaje y se quedase atrapado como una rata en el cepo depresivo. Pero Zacarías insistía una y mil veces, cómo seguir viviendo, qué puedo hacer.

Después de todos los altibajos, picachos y pesares arribó al parecer el viajero a buen puerto con las botas puestas, las ilusiones intactas y la esperanza de que su compañera de fatigas se derritiera en parabienes o colocara al menos diminutas banderitas en el mástil de la mirada congratulándose de la feliz llegada, y le alumbrara cual rayito de luna en la torcida senda del paseo que dieron por el bosque –para desentumecer el alma y los músculos- a fin de estirar las piernas después de permanecer durante varias millas enlatado en el catamarán por las frías aguas de la existencia sorteando témpanos de hielo como corazones congelados, aunque no se sabe si más incisivos que los de la acompañante por el resbaladizo sendero de la convivencia, porque no cesaba de llover irritante agua durante la travesía tanto interna como externamente.

Maldita sea tanta lluvia, cavilaba Zacarías; parecía un alevoso complot que urdiese asfixiar los sentires que embelesan, como si ya de antemano no estuviéramos anegados por las incongruencias, las aviesas curvas del camino o incluso perdidos por las espantadas de otros compañeros de viaje que enarbolan engreídos sus trofeos y se niegan a arrimar el hombro en momentos de abusivas ventiscas.

Los glaciares circundantes fríos como ellos solos, como si Zacarías no se percatara al amanecer de su esencia, la estructura, los engranajes enigmáticos de la supervivencia o los títeres en el circo de la vida luchando contra las fieras cuerpo a cuerpo como los gladiadores romanos.

Se podría suprimir el itinerario de Ítaca, echar marcha atrás y no cruzar terrenos movedizos pasando de largo o tirar por la tangente o por lo pateado como las costas del Mare Nostrum, que ya recorrieran a sus anchas otros pueblos de la antigüedad partiéndose el pecho sin terapias, móviles, hojas de ruta ni radares que irradiaran luz en las tinieblas de las relaciones humanas, y con tan precario bagaje salieron a flote logrando seguir viviendo de todas maneras y por encima de todas las mareas. Lo negociarían si acaso con los elementos o los dioses de la madre naturaleza.

Se puede afirmar con toda rotundidad que para Cristóbal Colón la travesía por el mar de la vida fue un camino de rosas en relación con los nautas de la antigüedad, fue casi de rositas pues llevaba incluso los encantos deseados y virtuosas doncellas que se prestaban a un trabajo artístico íntegro como la vida misma, amén del almacén del barco repleto de víveres o ratas si se quiere para los momentos duros y de suspiros regios al detalle, al menos en los comienzos.

Luego vendría la penuria de los posteriores viajes y colones, con los levantiscos temporales y los tsunamis, puñaladas al fin y al cabo, o la piratería con los ensimismados gilipollas que portaban de América oros, joyas y lo buscaban con el viento a su favor, sin apenas mover un dedo, o sea por la cara.

Ahora Zacarías, en estas horas pegajosas del cuarenta de mayo, también se la juega, va desnudo, con el cuerpo taladrado por las penurias de un ingrato invierno que le hiere el alma, en mitad del carnaval, cuando el amor comprensivo y generoso discurre por rincones y callejones llamando suave a la puerta, y pese a ello apunta que él es el ser más desolado del cosmos.

En noches de luna clara Zacarías, remedando al profeta, se cuestiona en la intimidad cómo podrá seguir tirando del carro de la vida.

José Guerrero Ruiz




 

¿CÓMO SEGUIR VIVIENDO?

Ahora que todo había terminado se preguntaba cómo seguir viviendo. De nuevo en la calle libre para elegir; como cuando escogió novio. Tuvo suerte porque en aquel momento había tres mozos disponibles así que pudo elegir entre salir con Pepillo que estaba bien pero que tenía tendencia al vicio, le gustaba todo lo que no podía hacerse; Juanillo que era un muchacho muy bueno pero se quedaba siempre pillado cuando hablaba ,todos decían que era de nacimiento. Y Julito que era el más chulito y el que más piropeaba a las chicas y el que eligió al final ,aunque la verdad no ha tenido muy claro nunca que se pueda elegir con un abanico tan pequeño. Libertad, elección...siempre se habla de eso, en todos los lugares se habla de libertad pero ¿en que consiste realmente? ¿Se puede ser libre para elegir cuando has nacido en un determinado país, en una determinada ciudad, en un determinada barrio y con una determinada familia qué es lo que elegimos?

Pero hoy era sus primer día fuera de esa cárcel para esos que la sociedad llama locos; su primer día después de tres largos meses desde que la encerraron porque ya no podía más. Y ni siquiera se había atrevido a llamar a Julio, porque en realidad no tenía claro si quería volver a verle, ni volver al barrio, ni volver a ningún sitio.

Había descubierto que todo era una gran mentira; el mundo es una enorme jauría en el que cada cual lucha por la propia supervivencia. Aunque ella había conocido gente muy honesta y amable; pero cómo seguir viviendo :Pues como lo hacemos siempre, aprendiendo y volviendo a inventarnos cada día .Nunca sabemos demasiado, ni tampoco nunca lo sabemos todo, aprendemos cada día y el truco consiste en darnos cuenta.

Somos eternos aprendices y eso una vez descubierto le da sentido a todo. A veces caemos en la creencia falsa de que ya conocemos “todo” y eso nos puede llevar a una postura prepotente o de desencanto, maquinamos estrategias de defensa en función de todas las certezas acumuladas, pero el flujo de la vida se va colando por cada diminuta rendija y nos descubre poco a poco que el único final sobreviene con la muerte. También hay quien enfrentado a su vida sale huyendo y se instala eternamente en la certeza de la infancia para permanecer siendo un niño por siempre jamás, refugiados, atrincherados en esa visión infantil, atrapados en cuerpos adultos. También existe el disfraz de la derrota, el del erudito, el escéptico………

Me preguntaban continuamente qué me había llevado a esa situación.

Y les miraba desde muy lejos. Desde el fondo de mi misma y quería explicarles que todos estaban locos ahí afuera. Que en el mundo pasaban cosas horribles….cada día. Que se utilizaba el poder para aprovecharse de los más débiles, que se robaba a manos llenas desde ese mismo puesto de poder. Que la corrupción se apoderaba de todo. Que desde el poder ya fuera político o económico se determinaban las guerras, la riqueza o la pobreza, la vida y la muerte de millones de personas. Que tenía miedo y que sabía que no debía tenerlo porque ellos también manipulaban mi miedo. Y que la santa madre iglesia bendecía a los asesinos con una mano mientras seguía manipulando con la otra la fe de los adeptos. Instituyendo una supuesta sociedad bienpensante amante del orden y las buenas costumbres.

En todo este tiempo lo que más he añorado ha sido el olor de la brisa del mar, ese fresquito impregnado de diminutas gotas de sal que ensancha los pulmones.

Begoña Ramírez



 

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EL PATIO

EL PATIO

15 años, 5.475 dias, 131.400 horas, 7.884.000 minutos . . .

El rato de paseo por el patio era lo más parecido a la libertad de lo que pudo disfrutar a lo largo de quince años. Cada día a la misma hora, los mismos minutos, y casi los mismos pensamientos.

Sobrevivió 5.475 dias creyendo que no hay más camino que la guerra, la lucha en la que todo, por cruel o miserable que sea, es válido; admitiendo la norma implacable de que golpeas o te golpean, robas o te roban, engañas o serás engañado, aceptando la más terrorífica de las leyes: que no hay ningún semejante en quien valga la pena depossitar tu confianza . . . Y en su soberbia creyó, como casi todos, que el problema eran los insalvables muros de piedra, las cerraduras y las armas que le apuntaban. Se creyó un ser libre enjaulado, en vez de una mente que se iba enjaulando a si misma.

Ayer, al salir del recinto, alguien le oyó susurrar: ”Soy libre . . .” y hasta los muros sonreían ante su arrogante ingenuidad.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

EL PATIO

Aquel patio del Albaicín no era ya sino un fantasma ajado y solitario, nostalgia en ruinas de lo que fuera en los tiempos en que rebosaba de vida. Cuando los olores del brasero y las flores de las macetas llenaban el espacio común, cuando el bullicio juguetón de los niños sacudía el cemento del suelo, el sol de la tarde salpicaba la cal de las paredes, y las vecinas charlaban reían, lloraban y cantaban según se les presentara el día. Sus columnas de piedra gris, sus ladrillos colorados, sostenían los pasillos que rodeaban el patio arco tras arco, y sobre el adobe de sus sólidas barandillas trepaba la parra, la hiedra y el jazmín, para llenar con su fragancia las tardes interminables de junio.


 

Una casa de vecinos desvencijada, un corral de viviendas humildes con las puertas claveteadas, crecida la mala hierba por sus rincones y un cartel descolorido de inmobiliaria arriba del portón de la entrada, cerrado a cal y canto por una gruesa cadena y un enorme candado. Aquel patio había muerto y su cadáver yacía más tiempo del razonable entre las notas del agente de ventas, cuya oficina había cambiado de manos, y estas habían dejado la casa del Albaicín en el fondo sombrío del cajón. Era historia la ilusionada espera de los primeros meses, cuando aún vivía su dueño legítimo, el funcionario soltero don Luís, de apodo Pitín, por su extrema delgadez, cuando en lo albores de los noventa los sobrinos usufructuarios imploraron un buen comprador, o como solía decir don Luis antes de aliñarla, un “tío flamenco” que quisiera hacerle reformas a la casa para vivir cómodamente en ella o, en su defecto, disponerla de apartamentos de alquiler para japoneses y otros estudiantes foráneos que pululaban desde hacía años por el barrio nazarita.


 

Las últimas condiciones ineludibles de la gerencia urbanística de la ciudad fueron pronto su gran inconveniente. No se podía subir ni un metro la altura construida, ni alterar el aspecto de la fachada exterior ni del patio interno. Era un inmueble protegido, el edificio perfecto para que la iniciativa pública lo pusiera en valor como una especie de centro lúdico social, que era lo que faltaba por esa zona, pero las iniciativas de los políticos se constreñían al mismo nivel que las líneas públicas de financiación. También sería buena adquisición para un caprichoso con dinero propio en la caja fuerte. O para un inversor de medio plazo, aunque tras la postrera crisis de estos inversionistas quedaban menos que de corto plazo, no había dinero circulante y la banca descapitalizada, con las cifras de morosidad por las nubes, y beneficios por debajo de la usura de sus expectativas, se arrogaba por ello el mea culpa debido al desenfreno de años atrás en los préstamos y al freno actual.


 

Por todo esto la casa vecinal con patio solead del Albaicín, llevaba años y años con el cartel de venta y ya atesoraba todas las posibilidades para convertirse en zona idónea de usufructo OKUPA.


 

Y así fue. Fueron llegando poco a poco. Primero entró un grupo de músicos callejeros, flautas hindúes, panderos, tablas…: dos parejas que entraron por la puerta trasera del huerto y que llenaron con sus sonidos dulces y orientales el ambiente adormecido del patio. Luego por la misma puerta de atrás entró una pareja de artesanos del cuero con el pelo a lo rastafari, y otros tantos vendedores de baratijas que llenaban en los atardeceres de San Nicolás, con la Alhambra en llamas, la plaza del mirador. Al cabo de unas semanas eran por lo menos una veintena de colegas okupas. Sacaron los clavos, limpiaron por encima suelos y paredes, arrancaron unas yerbas y plantaron otras… y ocuparon sin demasiado ruido las habitaciones de la casa. El reflejo de las farolas del alumbrado público era su única iluminación en las noches sin luna, suficiente, para charlar sentados junto al aljibe en el centro del patio, fumando en hermandad y bebiendo te recién hecho. Aquella ocupación prometía durar algunos meses. Si lograban echar el invierno completo sería estupendo.


 

Pero al cabo de mes y medio uno de los vecinos hizo una llamada a la policía local.


 

Aquí en la calle Tiña, que se han metido a vivir en el 17 un grupo de hipies. Unos veinte o treinta, más o menos. Ya sabe, ocupas de esos. Es que la casa está en venta hace muchos años, pero nada… pobre don Luís, con la de criaturas que tenía ahí viviendo a baja renta… hasta que se fueron todos pal Polígono… ¿Qué quién es Don Luís? Su dueño legítimo, el del ayuntamiento, mu buena persona, que en gloria esté, murió hará unos 10 años. Sí en el 17, calle Tiña. Ahora los sobrinos parecen haber dejado la casa como cosa perdía… Yo creo que quieren que se caiga a pedazos, que se venga abajo, y así vender el solar. Pero ya está todo fotografiao, pero que mu bien fotografiao… y más de la obra que había, nada… Y como estaba, eh, que este barrio es patrimonio de esos.. del mundo. Usted ya me entiende… Sí en el 17, calle Tiña.”


 

Cuando llegaron los municipales, uno de los músicos, el que tocaba la flauta india, se presentó como el portavoz de los ocupas.


 

Mire ustet –le dijo con su acento alemán-granaíno–  tenemos permiso de uno de los dueños. Nos ha dejao vivir a cambio de cuidar la casa y tenerla limpia y arreglá. Ya sabe, las casas abandonadas se llenan de gatos y de otros bichos… y la lluvia y el viento acaba por dejarlas en ruinas… Pueden comprobarlo. Es el señor Juan José López Castro, de Madrit…


 

La artimaña del músico estaba perfectamente estudiada y para ello había trabajado semanas antes de la ocupación. Había averiguado los nombres de los herederos y había escogido a uno de ellos. Ahora ganaban tiempo. Y el informe de los guardias constaría como un asunto “pendiente de comprobación del permiso de los dueños”. Y esos temas se suelen dejar para lo último, y lo ultimo tarda en llegar porque hay otros temas urgentes y, en estas, el tiempo corre a favor del grupo de ocupantes con permiso…


 

¿Cómo seguir viviendo? Se preguntaron aquella noche durante la velada en el patio, a la luz de la luna. “Esperando que el lento engranaje de la burocracia nos permita al menos echar el invierno y que el perfume del otoño nos de la bienvenida”, dijo el que había hecho de portavoz. “Viviendo y dejando vivir… ¿tan difícil es?”, dijo una de las chicas… “Cantando y haciendo música, para alegrar el cuerpo y el alma”, dijo un tercero. “O como esta vieja casa de vecinos, –terció el chico de las rastas– que se ha vuelto a llenar de vida, renaciendo, viviendo día a día… ¿os apetece otro té?”


 

*A propósito de los temas: 2¿Cómo seguir viviendo?”, “El patio” y “Olores y perfumes”, Tertulia Entrelíneas, Junio 2009.

 

Javier Martín Franco



 

EL PATIO

 
Aún me despierto algunas noches con esa sensación mezcla de terror y de angustia, atrapada en ese sueño en que me veo como una niña pequeña en mi primer día de escuela.

Desperté muy temprano aquella mañana. Me había estado preparando durante todo el verano. Junto a la cama estaba la bonita cartera de cuero y dentro había colocado cuidadosamente  dos lápices, una goma de borrar, un sacapuntas y un cuadernillo, apaisado, con sus líneas paralelas para guiar el trazo de la escritura, esa cosa tan maravillosa y aparentemente fácil cuando se lo veía hacer a mi padre en las raras ocasiones en que nos visitaba. Escribía algo rápidamente sobre un papel y yo sabía que esto significaba que al día siguiente iríamos a la ciudad para cambiarlo por otros papeles en el banco y después pasearíamos por las avenidas principales entrando en cuantas tiendas se nos antojase para comprar aquí y allá cualquier cosa que nos pareciese bonita o apetecible a cambio de entregar aquellos papeles de colores. Eran días muy felices. El viaje a Budapest lo hacíamos en un camión desvencijado cuyo conductor trasportaba todos los días gran numero de obreros desde la aldea. Por unas pocas monedas podíamos ir sentadas a su lado, en aquel sitio privilegiado desde el que podíamos ver el paisaje cómodamente incluso los días de lluvia. A menudo el viaje comenzaba cuando aún la noche cubría los campos y el sol aparecía lentamente, con un resplandor rojo que encendía el horizonte, frente a nuestros ojos extasiados.

Aquel primer día de escuela mi madre me había peinado con esmero formándome esas dos coletas que tanto me gustaban y me acompañó hasta la puerta atravesando el patio y las miradas curiosas de  los chiquillos que, gritando y corriendo, jugaban a la espera de que sonara el timbre. Allí me entregó a un anciano barbudo y pequeño que me reconfortó con su amable sonrisa y tomándome de la mano me hizo entrar en el aula. Yo estaba muy contenta ante la idea de aprender a leer, escribir y dibujar pero el enorme griterío de los chiquillos entrando en las clases me produjo una enorme excitación no exenta de recelo.

Las clases trascurrieron con normalidad, estaba muy contenta con todo lo que había aprendido. Recogí  mis cosas dentro de la cartera y me dirigí a la salida. Cuando estaba cruzando el patio

Empecé a oír de nuevo el griterío de los demás chiquillos y, entre las voces, una destacaba por su constancia: "¡Judía! ¡Judía!"

Miré en dirección a los que así gritaban y vi asombrada que señalaban en mi dirección. No había ninguna otra niña tras de mi, y el terror se apoderó de mí. Eché a correr hacia la salida y después de mirar a un lado y a otro sin ver a mi madre, me puse de nuevo a correr alejándome del colegio. Fue entonces que me alcanzó la pedrada.

Diego Pérez Sánchez

 

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OLORES Y PERFUMES

OLORES Y PERFUMES

Cuenta la leyenda que en aquel reino, del que hoy sólo quedan restos de alguna muralla en otro tiempo inexpugnable, cierto rey, tras reunir en una colección todos los perfumes que los mortales habían creado, oyó hablar de una esencia destilada por los dioses, de la que se decía que era el verdadero olor de la sabiduría, el olor que concedía a quien lo captara la posibilidad de conocer todas las respuestas a todas las preguntas. Obsesionado con su nuevo propósito, redactó el rey un bando ofreciendo poder y fortuna a quien lo encontrara y llevara a su presencia.


 

Entre los tentados por la oferta se encontraba un joven y ambicioso monje, que se presentó ante su maestro a fin de solicitar su permiso y bendición para la empresa que se había propuesto iniciar.

El monje expuso las que decía eran las razones que le impulsaban a emprender el viaje: dinero para restaurar el viejo monasterio y alimentos para los peregrinos que cada día acudían a sus puertas. Nada dijo del reconocimiento y poder personal que esperaba conseguir.

El maestro, conocedor de la naturaleza humana, le dejó partir, sustituyendo su bendición por un consejo: “Cuidate de no acabar buscando cuanto ya tienes, exponiéndote a perderlo en el camino”.

El joven monje partió exultante, creyendo que las palabras del maestro eran un elogio hacia su persona.


 

Como todos los demás hombres que salieron en busca de la mágica esencia, el monje pasó mil penurias, tomó mil caminos errados y pensó en desistir en varias ocasiones.

Cierto día, tras una larga marcha, se encontraba descansando a la sombra de unos sauces, cuando se le acercó un anciano que, tendiéndole un pequeño recipiente, le dijo: “Sé lo que buscas. Es esto, tómalo.”

Asombrado, el monje abrió el frasco con la intención de oler inmediatamente la esencia que muy posiblemente transformarían en insignificantes todas las recompensas ofrecidas por el rey, pues poseyendo sabiduría tendría, entre otras muchas cosas, una enorme fortuna. Comprobó decepcionado que dentro del recipiente no había nada, y a nada olía su interior. Se sintió engañado, a pesar de haber sido un regalo, pero el suceso le dió base para crear una fábula que le sirviera de disculpa ante su maestro por abandonar una búsqueda que ya creía baldía.


 

Regresó a su monasterio y fingiéndo alegría al presentarse ante su mentor, le narró lo sucedido, pero omitiendo que ya había abierto el frasco.


 

Abrámoslo, maestro, y seremos los hombres más sabios del mundo”, dijo, al tiempo que quitaba el tapón sin esperar la respuesta.

Aparentando sorpresa tendió a su maestro el pequeño frasco: “No hay nada ...” dijo.


 

Luego has conseguido tu objetivo, ése es el verdadero olor de la sabiduría”, respondió el anciano.

El monje, sorprendido ante la respuesta, esperó boquiabierto la explicación del anciano:

La esencia de la sabiduría ha de ser por todos admitida como tal, y sólo será posible si coincide con un concepto en que todos coincidan, y sólo en la nada coinciden las personas, que guardan en su naturaleza la paradoja de ser iguales pero irrepetibles, idénticas en su esencia pero únicas en sus vivencias. El olor de la sabiduría ha de ser un aroma que evite el juicio, pues habiendo juicio hay prejuicio, y ambos conducen al dolor”.

Y prosiguió: “Ha de saber, pero no ha de juzgar, ha de enseñar sin reprender, ha de amar sin condición, ha de estar en todo pero no ser nada, siendo así eterno . . . Por todo ello sólo en la ausencia de olor se puede encontrar el perfume perfecto, la esencia de la sabiduría . . .”


 

Y leyendo en la sorprendida mirada del alumno cuanto realmente había sucedido en su periplo, agregó:

Pero hay otro olor que has traído de tus viajes y que permanece en tus actos, un olor tosco a ignorancia, una especie de extraña fe en el engaño, y ese olor nauseabundo no lo podrás tapar con ningún perfume de los que crean los hombres”.

Desde hoy deberás buscar fuera de los muros de este monasterio y volver cuando sepas apreciar, si no el intangible olor de la sabiduría, al menos las esencias más dulces creadas por el ser humano: el respeto, la fraternidad, y el amor hacia toda forma de vida.”


Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

OLORES Y PERFUMES

 

Al bajar del avión fue a recoger las maletas. El asombro por todo lo que veía a su alrededor le impedía pensar y se dejó empujar por la multitud hasta la cinta por la que desfilaban los equipajes. Iban desapareciendo a gran velocidad y se preguntó si en aquel desbarajuste su maleta no desaparecería antes de que pudiese siquiera localizarla. Al poco tiempo, lo que le pareció un fantástico milagro, la localizó e, imposibilitado por el gentío para acercarse en su dirección, esperó pacientemente que llegase a su alcance, dudando siempre que alguien no se le adelantase. Las extrañas condiciones en que se desenvolvía todo le hacían desconfiar de todo y de todos. El milagro se realizó plenamente y pronto tuvo consigo sus queridos enseres, en realidad nada de lo que no hubiese podido fácilmente prescindir.  Le sirvió sobre todo para relajar su ansiedad expectante.

Con la maleta en la mano se dirigió a la parada del autobús del aeropuerto. Pagó una suma insignificante a alguien que le ofreció un papel arrugado e indescifrable y con el en la mano subió al autobús.

Aún quedaba algún asiento libre y se sentó. Al poco entraron varias familias y se levantó para ofrecer su asiento a una anciana. Esta lo miro extrañada y no se inmutó. Quince minutos después el vehiculo rebosaba de viajeros y equipajes y permanecía con el motor apagado. Cuando por fin se oyó rugir el motor el contacto entre los cuerpos allí amontonados era exactamente el mismo que el de las sardinas en una lata. El aire había dejado de moverse y la temperatura, ya de por sí bastante alta, había subido algunos insoportables grados. El olor a humanidad iba sustituyendo al oxigeno y pronto se vio haciendo esfuerzos para respirar.

El autobús tomó por una autovía en construcción y con un lento ronroneó fue recorriendo sus baches. Esbeltas mujeres semidesnudas, descalzas, portaban espuertas de esparto llenas de tierra sobre sus cabezas.

El hormigueo de trabajadores era apabullante. Luís observaba todo con los ojos muy abiertos pese a la intensa luminosidad del día.

Cuando llegó al centro de la ciudad y descendió del autobús sintió como una bofetada de olores de todo tipo, imposibles de identificar como perfumes diferenciados. Sus sentidos se sintieron inundados por aquel caos de sensaciones.

“He llegado a mi destino”, se dijo.


Diego Pérez Sánchez


 

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AULA Nº 11
 

AULA Nº 11


Les vi el primer día, cuando se presentó un pequeño grupo, un tanto tímidos, en el Aula 1. Allí hice mi primera aparición: subí a la mesa y me echaron, pero no les guardé rencor, tenía que probar como nos miraban estos humanos. Prefiero los que no te miman porque en el fondo te respetan, que aquellos que nos tratan como si fuéramos sus crias, pero que te abandonan en el momento en que no representas convenientemente tu papel.

Luego les vi trasladarse al Aula 6 y eso me gustó, yo también disfruto con las alturas. Allí eché más de una siesta en compañía de ellos y comprobé sorprendido que mi presencia provocaba miedo en uno de los asistentes, una chica que debió ser víctima de algún antepasado mio, una lástima. Todos vivían y me dejaban vivir, que tratándose de humanos, no es habitual y es todo un mérito.

Estuve varias semanas intentando que comprendieran cuanto les quería decir, vagando insistente por el pasillo que conducía al fondo, pero no fue fácil.

 

Al fin parece que han captado mi mensaje, al fin se han trasladado a la única sala desde la que se ve el mar, la mejor de todo el recinto.

 

Me gustan los humanos del Aula 11, porque miran la vida como nosotros los gatos, entre líneas.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

AULA Nº 11

 

Aún no eran las nueve cuando salió de casa con precipitación. A esa hora odiaba el trabajo, a la gente y el mundo en general le parecía un lugar horrible, abominable. A la diez y media cuando ya se había tomado el segundo café y algo de comer ese rencor hacía todo se había ido dulficando. Y a las dos, cuando ya casi tenía la cervecita en la mano, el mundo le parecía un lugar maravilloso, lleno de razones para estar feliz y agradecido. Ya no miraba con recelo ni desconfiaba de todo el mundo ni pensaba que todos eran unos amargados reprimidos controlados por el sistema. Pero al día siguiente, volvía a levantarse son esa sensación de odio a todo y todos. Y eso que Laura reconocía en su interior que la vida siempre le había abierto los brazos de par en par cuando había salido a buscarla.

Porque hay ir a su encuentro; y cada vez que había salido a buscarla la había encontrado en los lugares más extraños, en realidad en cualquier lugar. Aunque a veces también había cerrado el cerco alrededor de su cuello, hasta dejarla sin respiración, hasta hacerla caer en el suelo.

Aún recordaba con una cierta excitación el aula Nº11. Allí en un atardecer de otoño cuando ya los demás compañeros se habían marchado, se enredó en apasionados besos con el primer amor de su vida. Aún le parecía notar el tacto de sus manos temblorosas a través d la ropa y la sacudida de placer en su sexo. Aquel atardecer otoñal, amarillo y ocre con las hojas caídas en el suelo y la luz grisácea sintió el estallido de la vida a flor de piel.

Aún no se planteaba que la muerte un día sesga nuestra vida, teníamos un sentimiento de inmortalidad, que nos hacía osados y peligrosos.

En ese lugar del tiempo en el que reposa la adolescencia la vida se percibe eterna. Esa sensación de eternidad que perdemos nos condena a la zozobra y nos vuelve recelosos.

Laura miró el reloj de reojo, por fin se acercaba el medio día y su condena de papeles y facturas estaba más cerca de expirar. “No me grites” le gritó a su vez a su jefe. Soy capaz de oírte sin que me grites. Ya pero tú también estás gritando y aquí el jefe soy yo. Y encima déspota –pensó Laura-

El despotismo forma parte del poder; imposible ejercer la autoridad sin caer en el despotismo. ¿Cómo sería ella de jefa? Seguramente una gruñona gritona irrespetuosa veces el cargo impone el carácter.

Cuando hablaba con sus compañeros todos anhelaban un mundo más justo, un trabajo más humanizado, unas relaciones más sinceras: Sin embargo en el día a día de la oficina se reproducían los temidos comportamientos que tanto detestábamos en nuestra vida más íntima. Y la única persona que realmente se portaba bien con todos era tratado como un imbécil, -Bah.demasiado bueno._lo toman por tonto….No se puede ser tan buena persona. Hay que poner a la gente en su sitio.

Muchos de ellos visitaban a terapeuta que la empresa había contratado para que supuestamente no enfermaran. Aunque ella se sentía incómoda con ese personaje inquisitivo que parecía tener remedio para todo pero que fumaba compulsivamente en el rellano de la planta porque estaba terminantemente prohibido fumar en los despachos. Laura se preguntaba qué pasaría si algún día prohibieran el uso del móvil porque se demostrara que su uso perjudica seriamente nuestra salud. O restringieran el uso y abuso de la televisión y los ordenadores por alejarnos considerablemente de nuestra naturaleza humana. O se demostrara que la alteración de nuestros biorritmos provoca que enfermemos.

Begoña Ramírez


 

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LA INMORTALIDAD


LA INMORTALIDAD

 

Mi primer cuerpo del que tengo memoria, el más denso, surgió de materia inanimada a finales del siglo XXI, cuando la cotidianeidad de los ordenadores cuánticos de quinta generación permitió grabar no sólo las memorias vitales, sino la misma personalidad única de cualquier ser vivo. Toda una vida en un disco minúsculo, todas las emociones pasadas, todo. Cada disco constituía en si un programa complejo que seguía desarrollándose interactivamente en el momento en que era ejecutado. Cada vida entraba, una vez liberada del cuerpo, en un juego de árboles fractales de conciencia.


 

Ese fue el comienzo, luego fuimos, poco a poco, librándonos de todo tipo de materia y sus servidumbres, hasta que toda la vida consciente del mundo discurría, apenas dos siglos más tarde, y en forma de energía, por la fina capa de gas que recubría el planeta. Continuamos avanzando, el gas nos resultó pesado y nosotros, que ya sólo pensábamos colectivamente, deseábamos la levedad absoluta, alas aún más ligeras que el viento.


 

Y así llegamos a la luz, a viajar en fotones a través de espacios enormes que antes apenas podíamos mensurar. Y así pudimos, por primera vez, observar y leer atónitos el libro maravilloso que se extendía ante nosotros cada noche de cielo estrellado. Aprendimos que cada rayo de cada estrella era un mensaje, una fórmula ciéntífica, una música, una idea o un poema, algo aprendido por algún ente en algún recodo del universo que era lanzado en un mar de estrellas para ser descodificado por cualquier especie que hubiera llegado a ese estado evolutivo. Dejamos de formar parte de las especies agresivas que competían por el control de un espacio que creían con derecho a llamar suyo. Fuimos, cuanto más fuertes y sabios, más ligeros, y ya miramos con sonrisa venebolente a las especies mortales que nos llaman dioses.


 

No recuerdo mi edad, pero sé que hace mucho que habitamos esta estrella.

Y aqui estoy, estamos, ya inmortales, intentando imaginar que es la mortalidad como nuestros antepasados anhelaban o intentaban concebir la inmortalidad. Abandonada la angustia del deseo, de la incertidumbre material, sin miedo a nada, pues nada puede destruir cuanto no somos y sólo la sutil fuerza de una idea decide que somos o dejamos de ser. Ahora soy tan sólo un rayo de luz, uno de los trillones emitidos cada segundo por esta estrella que es y será nuestro hogar durante millones de años.


 

Atravieso una ventana y me poso, a flor de piel, sobre las manos y rostros de quienes han trasladado sus pesados y primitivos cuerpos de materia densa a un cubículo al que llaman Aula 11 y me encuentro con entrañables antepasados que escriben con nostalgia sobre un futuro que aún no saben que es su pasado y que apenas pueden imaginar.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

LA INMORTALIDAD

 

La inmortalidad es una palabra muy larga, pesada y sonora. Con ella queremos decir que somos semejantes a los dioses. Es una novia esquiva y poco fiable. Si pensamos mucho en ella nos consumirán los celos. Nunca sabemos lo que está haciendo y sólo aparece en nuestras citas para desaparecer de inmediato, dejándonos un mal sabor de boca en su retirada. Sus besos son traicioneros: quieren hacernos creer que la importamos, que ella está con nosotros, pero es sólo una ilusión. Nunca está a nuestro lado cuando más la necesitamos y, cuando nos deja atisbarla, sensualmente atractiva, prometedora, no tarda mucho en decepcionarnos. No estamos hechos de la misma carne y, aunque deseamos profundamente vivir con ella, en el fondo sabemos su quimera.

Pasamos la vida persiguiéndola y morimos soñando con ella.


Diego Pérez Sánchez


 


INMORTALIDAD VIRTUAL


Por
Franjamares
 

En un chip del tamaño de un grano de arroz queda encerrada toda mi vida. El campo contratado de mis recuerdos ocupa algo más de la mitad de la información, unos 600 terabytes, mínima capacidad para toda una andadura vital. El resto son datos fisiológicos, psicológicos y mentales que tratan de componer con márgenes de error ínfimos el perfil más idóneo e íntegro de mi persona. Hay que decir que me he adscrito al contrato básico de vida “Tipo medio”, de sólo 1k2 terabytes de capacidad, lo justo para las cuatro anécdotas de la niñez, dulcificadas si se quiere para infancias tortuosas, las nostalgias efervescentes de la adolescencia y juventud; a saber: primeros contactos sexuales, primera borrachera…


 

Y la segunda juventud y madurez con sus baches y altibajos emocionales, pero sin pasarse en número ni en complejidades que en estos chips limitados no entran tantas cosas. Lejos quedan por supuesto los formidables chips Yotta de hasta el septillón de Bytes, que resultan inaccesibles a la inmensa mayoría, pero más que por su precio, ya existen unidades piratas asequibles a bolsillos mileuristas, por el complejo y costoso programa de secuenciación y procesamiento llamado Madre Vitae a través del cual, en exclusiva, se logra acceder al Programa Universal de Vida Prorrogada (PULP, por sus siglas en inglés) comúnmente llamado “Inmortalidad virtual”.


 

Y para qué quieres tú una vida de clase media baja, aburrida y además inmortal. ¡Lo que hay que hacer es saltar por los aires toda esta mierda!


 

Las palabras de mi novia Estrella no logran apartarme del propósito. Seguir existiendo tras la muerte con mi propia personalidad, como el individuo que soy, es para mí una meta irrenunciable. Estar dotado de un cuerpo virtual inmortal, detentar la libertad de vivir en el sistema sin sentir el fastidio del tiempo, sin las fatigas físicas ni emocionales, como un heroe mitológico, experimentando nuevas sensaciones con distintas personas, en un mundo de símbolos, pero sin compromisos emocionales ni apegos ni nada… Vamos, una especie de paraíso para el que sólo hay que satisfacer una renta mínima en vida y luego, ya en los lodos de la vejez, cuando uno lo desee, estregarse a la muerte dulce y al renacimiento en la matriz de la Madre Vitae.


 

Una gilipollez para sacarle los cuartos a incautos como tú. ¡Ven suicídate dulcemente para renacer en nuestra máquina de los infiernos! Sí, eso es lo que es, un averno a la medida de gente sin alma y sin esperanzas… y por eso os han implantado debajo de la piel ese microchip espía, como la propia marca del diablo.


 

Desde luego Estrella, no sé cómo te aguanto.


 

Porque sabes que digo la verdad. Por eso sigues conmigo. Creo que soy para ti como una última llama de luz; tu alma triste y eclipsada la necesita… Yo no puedo engañarte, porque me engañaría a mí misma. En nuestra lucha simbiótica el beneficio de todos depende a veces de la conciencia de uno sólo. Pero los ojos de la conciencia no se le pueden abrir a alguien, si antes ese alguien no los ha abierto por sí mismo.


 

Bobadas… a vosotros, a todos los que abomináis del sistema pero vivís muchos de ellos a costa de su engranaje, sólo os queda la autocomplacencia, la pueril satisfacción de llevar la contra para sentiros especiales… Sí, os pensáis íntegros, en posesión de la verdad y la justicia, por encima del bien y del mal, libres en las brechas de vuestras maquinaciones… Pero no nada sacáis en claro. Os reunís en cualquier cuchitril para conspirar y fumar canutos, corréis si se tercia detrás de los antidisturbios, la mayoría ya sin tener edad para ello; a veces os toca pernoctar unos semanas a la sombra de algún calabozo, y acto seguido a volver a empezar con los huesos molidos y la mente febril y enfurecida. A remate terminaréis envejecidos y achacosos, seguramente papeando a diario un engrudo asqueroso, rebañado por la caridad de algún centro asociado al sistema. El mismo sistema contra el que malgastasteis la vida luchando, y por el que entonces esperaréis la muerte con su hueste de gusanos agazapados tras la calavera blanca y desgastada de una existencia perdida… y finita.


 

Pero de verdad te crees que vas a seguir viviendo… Una vez que esos vampiros te chupen la sangre para que mueras dulcemente… acabarás en un contenedor de órganos para el tráfico clínico privado. Y esa mierdecilla de chip que tú llamas personalidad inmortal, acabará en el cubo de la basura de alguno de sus modernos centros globales o en la papeleara de reciclaje del procesador central del sistema, como un activo tóxico amortizado en el detritus sedimento del nuevo orden.


 

Vuestra desconfianza se equipara con vuestra paranoia conspirativa. En este mundo sin ideologías la equidad neutra de la máquina es nuestra última alternativa. El sistema está diseñado para existir más allá de los tiempos, su energía es inagotable como el magnetismo inmanente de los cuerpos celestes. ¿Qué mejor futuro se puede esperar?


 

Ese es tu problema y el de la mayoría. Vivir proyectando el pasado, incluso embutido entre los datos de un circuito integrado, deseando sin vivirlo un futuro ideal que nunca llega. ¿Donde está vuestro presente? Por qué no te detienes a pensar, o mejor dicho a sentir, que todo cuanto sucede, sucede al amor del presente y que el tiempo no es más que la ilusión que marca el sentido en este mundo tridimensional, en este cubo en el que vivimos insertos pero al que no pertenecemos aun formando parte de su materia. Nosotros somos estúpidos idealistas, pero no queremos entregar nuestra alma a un puñado de circuitos conectados bajo la intención de unos condenados, quienes preexisten eternamente en este mundo cuadriculado y materialista, por haber caído al hoyo oscuro y grasiento de la materia. Ese no puede ser tu final… Ven acompáñanos.


 

¿Acompañaros, adónde? ¿A una manifestación con cadenas y bates de béisbol?


 

No. Vamos a un lugar que está naciendo al nuevo paradigma. Un lugar de armonía. Allí se usa la tecnología para el bienestar y el desarrollo de todas las personas y del medio ambiente. La biosfera, o mejor dicho la noosfera: que incluye a la sociedad humana armonizada, late en sincronicidad a la frecuencia cósmica de la vida. La única condición para contribuir a este proyecto es olvidarse del control de los demás para el beneficio propio. Y cambiarlo por el desarrollo de tus capacidades para el bien colectivo; ahí nace nuestra responsabilidad con el prójimo y el medio, como nuestro más inalienable derecho.


 

Verdaderamente sus palabras son persuasivas, esa vehemencia a flor de piel y esa chispa en sus ojos, como dos carboncillos negros con el brillo hipnotizador de una estrella. Me hubiera dejado convencer si no fuera por que ya no creo en nada ni en nadie, parecerá absurdo pero el desencanto le ha dado razón a mi vida.


 

La verdad es que suena bien… pero enseguida la condición humana acaba por aguar la fiesta, lo echa todo a perder y la guerra de egos y de intereses acaba con el proyecto. Me conozco bien esos sueños… he participado en alguno y tú lo sabes… Que tengas suerte y esta vez lo consigas. Yo me quedaré aquí, trabajando en la rutina de siempre, consumiendo lo que toque sin pensar demasiado, esperando que llegue mi hora…

 

Bueno, si es eso lo que quieres.


 

¿Estás decepcionada?


 

Siempre pensé que vendrías conmigo. Sigo dándole demasiada relevancia a los sentimientos… Pero en este mundo desgajado de las emociones…

 

Me acordaré de ti.

 

Sí. Pero por favor, no me incluyas en el programa de tus recuerdos… Piensa en mí mientras vivas y ya lo estarás haciendo eternamente…

Me hubiera gustado tenerla para siempre en la memoria. Vivir la inmortalidad con ella. Pero sus deseos son órdenes

 

Está bien. No digitalizaré tu recuerdo. Adiós, Estrella.


 

Adiós Istúbar.


 

Javier Martín Franco



 

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A FLOR DE PIEL


 

A FLOR DE PIEL

 

¡Qué bien suenan las palabras cuando resbalan entre silencios y dirimen juicios de reo ingenuo y fiscal defensor!


 

¡Qué bien cuando tejiendo el aire brotan sonidos y bordando sonidos nacen palabras!


 

¡Qué bien, incluso, cuando la palabra o la música se alían con el silencio para llegar a ser imprescindibles!


 

¡Qué bien cuando el abrazo de las palabras nos desarma y sólo podemos mostrar lo que llevamos a flor de piel!


 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net




 

A FLOR DE PIEL
 

Cuando escribía seriamente, calculando, midiendo, rimando y, de paso, sufriendo, siempre aparecía algún burócrata de las palabras a explicarme el porqué y como de cómo se debían hacer las cosas.


Cuando pasé a escribir olvidando todo límite caí en el caos de la norma no compartida, limitando por inconexo el mensaje como antes lo limitaban las formas.

 

Así que hice cuentas con el corazón y me dejé llevar por las emociones de la cabeza: sin prisas, pausas ni penas, escribo, y cada palabra encuentra un hueco donde reposar o una atalaya desde la que anunciar su contenido, una idea de la que enamorarse, o una razón, nunca demasiado seria, para el desamor.


Así, escribiendo sin saber muy bien cómo, a flor de piel, sin más.


Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

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ECONOMÍA SOSTENIBLE

ECONOMÍA SOSTENIBLE

Hasta hace poco, una economía sostenible era, aparentemente, tan sólo una opción idealista, una forma alternativa de vivir y manejar los recursos materiales disponibles.

Podemos retrasarlo, como mucho, una generación más, pero desde ahora, o es una economía sostenible o no es, y la plaga que supone nuestra especie se transformará en una epidemia patológica en la que nosotros mismos nos uniremos irremediablemente a la lista de las tantas especies que hemos hecho desaparecer.

Cierto árbol de la jungla tropical segrega un zumo azucarado sin otro fin que remunerar su trabajo a una especie de hormiga que le defiende del ataque de pulgones, que le parasitarían y secarían.

El árbol, si se cuida y respeta, siempre produce y regala su azucarado manjar, incluso cuando no hay ningún peligro a la vista, cumple honestamente el pacto con sus socios. El árbol, como cualquier ser vivo, como cualquier planeta, siempre encontrará un cómplice, tal vez un simple virus, que complete su círculo de equilibradas necesidades vitales.

Suenan las sordas pero implacables trompetas de un previsiblemente cruel pero justo juicio final, ya pasó la alocada adolescencia de nuestra especie, se acabó el despilfarro.

El planeta y, sobre él, los supervivientes, seguirán girando algunos millones de años más, indiferentes a nuestra arrogancia juvenil.

Ya sólo nos resta decidir si queremos ser hormigas o pulgones.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net




 

ECONOMÍA SOSTENIBLE

Quiero dejar los dogmas y las doctrinas, para tanto genio como hay suelto en este mundo. Ellos saben opinar, razonar, han estudiado horas interminables sobre economía, sociología y los fenómenos varios del desarrollo de la humanidad.

Mi visión tal cual lo ve una persona con una instrucción media normal e intereses bastantes alejados de lo económico, esta basada justamente en la ignorancia, en la ignorancia que permite tener sueños, crear utopías y tratar de llevarlas adelante.

La mayoría de los progresos que se han dado a lo largo de la joven historia de la humanidad han sido porque alguien, creyó y puso fé en un proyecto, la mayoría de las veces, tachado de sin razón, por el resto de sus congéneres.

Si bien las falencias del sistema capitalista ya se han demostrado a lo largo de mas de un siglo, no es menos cierto que también quedaron demostradas, las mismas de otros sistemas no menos ponderados, aunque si combatidos por el capitalismo acérrimo. Esto me conduce a tratar de imaginar en los albores de la humanidad como manejaban sus economías, que si bien básicas y rudimentarias, aparentemente, conformaban o por lo menos alentaban al crecimiento de la especie, ¿que como lo sé? bueno es bastante elemental ya que si no hubiese sido así, no estaríamos hoy adonde estamos. Pero adonde estamos y como estamos. Llegamos a un capitalismo salvaje adonde el que puede, no quiere y el que quiere, no puede. Y esto no solo es un juego de palabras, es la más triste realidad.

Que hubiera sido de muchos visionarios, de los que hoy disfrutamos sus genialidades, si no hubiesen tenido un esponsor que los ayudara a llevarlas adelante. Hoy por hoy cuando una persona o un grupo de personas, tienen una idea, tienen que bregar con las entidades financieras, que piden complejos proyectos, para los que normalmente tampoco se tiene dinero, para poder demostrar esa famosa frase de la viabilidad del proyecto.

Es así como la mayoría de estos mueren antes de empezar. No digamos ya si nuestro proyecto sea el que fuere, se contrapone a intereses tan espurios, que solo ven en la idea una amenaza a su propia supervivencia.

De tal manera una economía sostenible es muy difícil de llevar adelante. Los elementos que todos conocen como sus componentes, son los mismos que conservan a los legisladores en sus bancas, los jueces en sus estrados y los pastores (de cualquier culto) en sus pulpitos.

Llegado hasta aquí, podríamos decir que la economía sostenible si la resumimos en la más elemental definición es:

La que respeta el medio ambiente y la ecología natural del planeta, comprendiendo en ella desde la hormiga hasta el ser humano.

Y justamente son los mismos elementos que la componen los que día a día son agredidos y violados, por seres humanos que considerándose a sí mismo el último eslabón de la cadena, ya sea por: merito propio, herencia o caradurez; se sitúan como indispensables y dirigentes de toda clase.

Lo que llamamos hoy por hoy democracia, es lo más lejos de una democracia. Hoy el poder y el gobierno, ya no son la misma cosa, hoy el gobierno y el pueblo, tampoco lo son. De alguna manera, la responsabilidad, por ser mayoría, recae en el pueblo, pero evidentemente, éste, no esta preparado, para dar el salto, a cambiar verdaderamente los ejes del poder.

La economía sostenible, tiene que hacer un largo camino docente, enseñando a los que no lo saben, que otro mundo es posible, que la voluntad de cada uno suma, que somos nosotros mismos los que seguimos alimentando el capitalismo salvaje que nos aqueja, con nuestra sangre, cuando renunciamos al poder de elección que todos tenemos y deberíamos ejercer. Cómo?

Olvidando lo que a casi todos nos ha alimentado los últimos años, dejar de lado las marcas, la publicidad, casi siempre engañosa, volviendo a los orígenes, cuanto mas nos recatemos en nuestras compras, cuanto menos necesitemos del sistema, cuando volquemos nuestra mirada a la vida natural, recurramos a las hierbas de los montes y olvidemos las farmacias, cambiemos el coche, por la sana costumbre de caminar, y así con tantos actos que hacemos día a día maquinalmente y sin concientizarnos de lo que implica, siendo estos actos los que alimentan a nuestros oponentes, si logramos no necesitarlos, mas tarde o mas temprano, deberán empezar a respetarnos, ya que su oportunidad de sobrevivir al igual que los vampiros esta en que nos dejemos chupar la poca sangre que nos queda.


Alicia Gaona



 

ECONOMÍA SOSTENIBLE


Hubo una vez un paraíso. En aquellos tiempos el hombre se contentaba con recoger los frutos que la vida le brindaba en abundancia. La tierra era amplia y Adán tenía libertad de movimientos: podía trasladarse de un jardín a otro sin enfrentarse a otros adanes. Pero Eva, su compañera, en aquella vida sin ansiedades, era una continua tentación. Y su género se multiplico y se extendió, compitiendo con otras especies, luego entre sí, y, de la lucha, nació la ciencia. Inventaron armas cada vez más sofisticadas para mejor pelear y, en sus espacios cada vez más reducidos, cultivaron alimentos y criaron animales para suplir su creciente demanda. Ante la escasez creciente, poco a poco, de una u otra forma, fueron exterminando las demás especies, seleccionándolas a bocados. Y con el crecimiento demográfico se multiplicaron las ideas y su difusión. Y Adán descubrió nuevos placeres, placeres de abundancia que quiso hacer suyos. Ideo nuevos sistemas. Con tecnología muy avanzada consiguió adueñarse de todo, pero eran muchos adanes y compartir no entraba en los planes originales. Las luchas se multiplicaron. Los ejércitos cada día más poderosos asolaban la tierra a su paso. El macho necesitaba cada vez más placeres, cada día un territorio mayor. La tierra temblaba a su paso.

Un día Eva despertó de su letargo y vio lo que su hijo estaba haciendo y sintió que no podía evitarlo sin destruir a su hijo. Algo inconscientemente, intuitivamente, empezó a seguirle el juego e imitándole fue adquiriendo poderes.

El macho vio satisfecho una hembra entregada y una compañera en su lucha y, superados los primeros reparos, la animó en esa línea. Mas la hembra tenía el poder de la creación y su sabiduría y a esto el macho en su ignorancia no le daba mayor importancia. Fue así que cuando Eva pudo controlar la ciencia y la tecnología masculina, dejó de crear machos, seleccionando solo aquellos cuya genética mostraba una actitud positiva, no posesiva, cooperativa.

Fue así como una economía sostenible se hizo posible, cuando la colmena humana volvió a su origen recolector y los machos eran tan sólo unos pocos zánganos.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

ECONOMÍA SOSTENIBLE
 

Llevaba de pié casi un cuarto de hora y empezaban a dolerle los riñones.

Miraba de vez en cuando a sus compañeros de fila y los escrutaba distraídamente de la misma forma que a veces les sorprendía a ellos ensimismados mirando sus zapatos o les sorprendía de reojo escrutando sus pensamientos. La señora de delante llevaba unos zapatos horribles, y el señor que ya había llegado a ventanilla vestía unas bermudas anchas y desaliñadas, qué variados somos los humanos.

Elegantes, macarrillas, coquetos, simplones, detallistas, apáticos, observadores, ensimismadados… El señor que atendía en ventanilla parecía un tipo jovial, infinitamente lento, pero jovial y hasta satisfecho de sí mismo, por la forma en la que movía la cabeza en un alarde de auto aprobación por lo que acababa de hacer ,ya fuera un ingreso o una transferencia ,un pago apremiante….devolvía la cartilla al cliente en cuestión con una amplia sonrisa ;es verdad que una sonrisa ayuda a digerir las cosas porque sin duda era ese alarde de simpatía simplona lo que le mantenía a salvo de la reprobación de los cuantiosos clientes que ya abarrotaban otra vez la fila de espera.

En su trayecto en coche, en la radio, siempre repleta de comentaristas de los comentarios de las últimas opiniones vertidas, había venido oyendo de forma insistente el término economía sostenible. Le sugería algo así como un tipo de economía que se puede sosotener a sí misma.

Su escasa pensión de jubilado seguramente formaría parte de esa famosa economía sostenible. Pero él ya tenía bastante con pensar en como sostener su propia economía. Le había prometido a su nieta un agapornin, y eran caros; así que este mes tendría que hacer esfuerzos extra para llegar a fin de mes. De hecho su economía no se sostenía. Pero al parecer la economía mundial tampoco. Un desastre de cifras y balances de pérdidas y ganancias, fábricas cerradas, miles de trabajos perdidos y lo que es aún peor

Miles de sueños y e esperanzas rotas. Sus paseos por el parque le devolvían la paz, hablar con su amigo Fabián, contemplar el mar desde el paseo marítimo.

Y sobre todo las charlas con su nieta-Abuelo ¿qué es un anciano?,

-Un anciano es un hombre mayor…yo soy ya un anciano-

-¿Y cuando me sale sangre de la nariz es posible que se gaste toda?

-Pues Claro que no,..Oye estás todo el día haciendo preguntas

- Es verdad es mejor jugar,

-Sí es mejor jugar, sin esperar nada, jugar por jugar.

-Yo siempre juego por jugar.

-Tú sí, ya lo sé.

Ambos retomaron el paseo que habían interrumpido por la charla, cogidos de la mano parecían dos tórtolos.

El siguió dándole vueltas al tema de la economía, la vida se había complicado mucho en los últimos tiempos. Al mirar de nuevo a su nieta pensó en el mundo que ella viviría ya mayor y sintió una mezcla de vacío y temor. 


Begoña Ramírez

 

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EL AGAPORNIN

EL AGAPORNIN

Supo que un agapornin le perseguía cuando descubrió a su sombra corriendo en dirección contraria a su intención. Sabiéndose perdido, decidió encontrarse a si mismo en el significado oculto de alguna palabra impronunciable. Consecuentemente, no la pronunció, apagó la puerta, cerró su sombrero y abrió su mente. Ya no temía al agapornin, ya sabía asustarse solo.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

 

 

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UN ANCIANO

 
UN ANCIANO


Aquel anciano no era de los que podía añorar buenos tiempos, la vida no le había regalado mucho, más bien nada.

Había conocido la arrogancia de la juventud y el cansancio de alguna batalla, las mieles de los festejos y ocasionalmente las hieles de las cárceles. Había sido soldado de un rey y mercenario financiero de un reino, tanto como proxeneta de su propia hermana en tiempos de hambre y miseria. Frecuentaba amigos entre gandules y ladrones, entre taberneros y nobles de baja estirpe, entre escritores y poetas frustrados.

Aquel anciano había tenido una hija fuera del matrimonio y un matrimonio sin hijos, vio nacer y morir a su única nieta y su legado no habría de ser de sangre sino de papel y memoria.

Aquel hombre, siendo ya viejo, había visto como le sonreía levemente la fortuna y se burlaban los envidiosos de su genio y su apego al vino, de su mucha hambre y sus pocos dientes.

Aunque hoy día le tratemos de don, no se le consideró en vida digno de tal tratamiento.

Aquel anciano había sabido desgajar de sí las dos naturalezas que todo humano lleva dentro y escribió un libro en el que todos sus hermanos se sienten reflejados y nadie puede leer sin rememorar parte de su vida, sin mirarse en un espejo que permite sonreír con cierta amargura ante lo patético y grandioso de nuestra naturaleza.

Aquel viejo no muy respetable en vida, pasó, como buen español, a ser reverenciado tras la muerte, cuando la que él consideraba su novelilla, hizo reír tanto al siervo como al rey.

En algunas partes del mundo, aún hoy en día, ciertos estudiantes poco aplicados le confunden con su creación, y creen que Cervantes sigue cabalgando incansable al lado de don Quijote, al que aconseja y protege, sobre todo, de si mismo.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

UN ANCIANO


En noches de luna llena Paco lucía sus mejores galas y pegaba cabriolas como nadie. Se iluminaba su rostro como una bombilla en la negra oscuridad y se sentía un orfeo amansando fieras en el bosque cotidiano, las que encontraba a su paso por los dispersos vericuetos por donde se deslizaba con la guitarra a cuestas, playas, supermercados o en el bar de la esquina jugándose unas copas a las porras con algunos conocidos.


Fue siempre una persona cabal pero de culillo de mal asiento, por lo que se movía más que un pez en alta mar, por eso el hecho de ausentarse de su domicilio a menudo por cuestiones de trabajo no le resultaba nada oneroso, sino que le abría el apetito, los sentidos y le despertaba una inusitada fruición por conocer y saborear los caldos, el pan tierno de los acontecimientos, innovando conductas u horadando brechas en los frentes más cerriles, aunque lo llevase a cabo a requerimiento de la clientela en el ejercicio de abogado del diablo o de oficio.


Ello le permitía alejarse de los meandros rutinarios, de las esferas pegajosas de costumbre, y hacer la mar de kilómetros de incógnito viajando a toda pastilla, pernoctando durante ese tiempo en el apartamento que poseía en el litoral mediterráneo donde morían los embates de las olas. En esas jornadas no se daba tregua y aprovechaba al máximo el tiempo para limar asperezas interiores lavando el paño de las heridas y satisfaciendo las necesidades y caprichos.
Mientras devoraba leguas por la carretera no se saltaba los semáforos del cerebro, no ingería ni gota de alcohol por muchos compromisos que se le ofreciesen, y de paso intentaba alegrarse la existencia y llenar los pulmones de brisas nuevas, contactando con los puntos que más le alucinaban, llevando una vida sencilla, de auténtico anacoreta por los diversos escenarios que frecuentaba.
Sus argumentos se basaban únicamente en dos o tres principios, los mínimos exigibles para su intelecto cumpliéndolos al pie de la letra, un amigo en quien confiar, y sus hobbys favoritos, la práctica del tenis, y el canto de la guitarra.
En consonancia con sus preferencias coleccionaba raquetas de ensueño, como si se tratase de un niño mimado por la familia con un arsenal de juguetes, provenientes lo mismo de países europeos que de allende los mares, las distancias nunca le amedrentaron, y para ello seguía la pista a los cabezas de lista, consiguiendo aquellas que más le fascinaban aunque calibrando en cada momento los distintos aspectos, bien la empuñadura o el tipo de red conforme al prestigio en el ranking internacional o a la calidad que encerraba.
Una vez saciada la vena deportiva, a renglón seguido se entregaba en cuerpo y alma a las veladas órficas, a los impulsos de la guitarra como un virtuoso, según apuntaban los más encendidos contrincantes, incluso los más allegados pese a la inquina montada en su contra, con esas hechuras cuando caía alguna en sus manos vibraba el ambiente de tal suerte que bailaba como un trompo hasta el gato que se tragó las raspas del pescadílla, cayendo durante la delectación en un profundo éxtasis al pulsar las cuerdas mediante el plectro con su ágil pericia.
A veces se confundían el crujido de los huesos de Paco con la notas agudas del instrumento, lo cual le irisaba el ánimo como los rayos solares en los cristales de la ventana, y en tales casos no lo decía lo musitaba entre dientes pesaroso, ¡ojalá tenga suerte y me vaya antes de caer en el pozo, en un estado calamitoso de extrema dependencia y me tachen de anciano insonrible!

Cuando cruzaba el portal de la casa con el equipaje la familia repicaba las campanas respirando dichosa, como si le quitaran una pesada piedra de su camino y se percibía en la oquedad de la casa un horizonte de alegría, inhalando aromas celestiales. Era obvio que los vientos familiares soplaban en otra dirección y apenas respetaban sus formas y aires vitales.
No era extraño oír por la escalera de la vivienda comentarios como:
-Es un desaborido – decía alguien sotto voce.
-Sería un castigo inmerecido, no quiero pensar que un día llegue a viejo y tenga que cargar con una persona anciana en mi hogar, lo que me faltaba, espero que Dios sea justo y se lo lleve a su santo reino antes, menuda cruz, y no te digo si quedara inválido en silla de ruedas, incapacitado para moverse, uuuf ¡qué horror!, Piliii, rápido, agua corre dame un trago de algo que me muero, por todos los santos del cielo, Virgen santísima del Perpetuo Socorro.- murmuraban los labios de Ángela.

La familia se frotaba las manos siempre que oteaba desde su atalaya la fuga, que vigilaban expectantes para dispararle de lleno por la espalda con las armas que guardaban en secreto detrás de la puerta junto al artilugio casero que utilizaban para acabar con moscas e insectos. Esperaban ansiosos como el perro a su amo sus salidas, y según transcurrían los años las reclamaban a voces con mayor urgencia.

Los viajes le daban aliento, formaban parte del sustento, era su modus vivendi, siendo ya algo muy normal en el entorno familiar, casi una necesidad, así que cuando traspasaba la puerta de la calle se afanaban todos en sus quehaceres propios con más ahínco si cabe y sin acordarse de él en absoluto, pese a no advertir el más mínimo eco de sus gruesas pisadas, el roce de las raquetas por entre las cortinas ni los suspiros de la guitarra que chocaban con los suyos, disminuyendo los decibelios a la hora del almuerzo o el zumbido de la cisterna al cruzar por el pasillo, desembocando en un descarado relajamiento de las normas de convivencia, yendo cada cual a su conveniencia, soltándose el pelo o acometiendo cuanto le venía en gana.

Los días se alargaban o acortaban como de costumbre según las estaciones, la vida sigue, y es raro que se repitan en su totalidad, ya que surgen inesperadamente unas briznas en el horizonte que tumban lo anterior, aunque la mutación se disfrace y llegue en ciertos aspectos con caracteres casi imperceptibles.


La hora de la entrada triunfal de Paco en la mansión no sonaba en el reloj. Aquellas semanas se hacían soporíferas, eternas, en esos instantes todos con la oreja puesta en sus pisadas, a la espera del regreso.
Sin embargo la familia por otro lado dormitaba en el fondo tranquila en la sala de estar y elucubraba con distintas resoluciones hipotéticas, que acaso se le habría acumulado el trabajo, lo que serían unos chispazos de buena salud, sobre todo económica, lo que era un signo de regocijo y orgullo para todos, o que se hubiese presentado algún contratiempo en el viaje, pero sin que generase apenas ningún nerviosismo en el ambiente.


Se sucedían las noches y los días y seguían sin noticias, no sabían nada de su paradero, le telefonearon pero no daba señales de vida.
Al cabo de más de veinte días de lo acostumbrado la familia comenzó a moverse. Lo encontró la policía dentro del vehículo con el cuerpo embotado, la boca abierta y el corazón partío. El forense determinó el veredicto, un infarto había acabado con él a orillas de las tranquilas aguas mediterráneas donde tenía el refugio, y ésa fue su mayor frustración porque le hubiera encantado haber pernotado allí por los siglos de los siglos.


En este caso se cumplió a rajatabla el proverbio popular, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. La maltrecha viuda se quedó en la gloria de los justos, pero deseaba que no le saliese gratis el viaje al barquero de Caronte, y nada le impidió arrojarse a las llamas del infierno para rescatar de sus garras al pobre orfeo con su rico seguro de vida, lo que sin duda creía que le pertenecía, una suculenta suma de las finanzas del fallecido.


Se presentó a todos los programas basura de televisión como el que no hace la cosa y como un buitre carroñero fue picoteando por los distintos canales abriendo en canal el cuerpo y los secretos del difunto, haciendo valer los llantos y la pena que la embargaba, que vivía sumida en una tremenda depresión, que no probaba bocado desde que lo perdió ni dormía de noche ni de día y todo por amor del amor que sentía por él, y así a salto de mata sacar la entrañas al extinto si hiciera falta llevándose la mejor tajada.



José Guerrero Ruiz



 

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EL ABANICO

 

EL ABANICO


 

Era la fiesta de fin de curso y el instituto parecía haber sufrido un terremoto, todo estaba fuera de su sitio, nada parecía encontrarse en el lugar establecido; más que un centro educativo parecía un enclave donde se instruyera en la guerrilla o en la revolución.

El descontrol quedó patente cuando vimos a profesores y alumnos con síntomas de embriaguez.

Yo me sentía ya un poco fuera de lugar y me puse a buscar a mis dos grandes amigas Leo y Ana que se encontraban charlando en un grupo inarmónico sin gran entusiasmo. Era nuestro último fin de curso y sentía algo de nostalgia por lo que acababa y algo de temor por lo que iba a iniciar.

Hartas de comida y bebida, permitida y transgresora, decidimos las tres aprovechar la ocasión y recorrer los lugares ocultos del centro en busca de secretos inconfesables. Había unos espacios donde se almacenaban las cosas más increíbles y que parecían haberse quedado atrapadas en el pasado. Estos espacios estaban cerrados bajo llave y estas llaves se encontraban en un tablero detrás de la puerta de secretaría.

Fuimos tranquilamente hacía allí y formando una cadena de aviso nos pusimos Ana y yo a la distancia necesaria para vigilar la posible llegada de un delator, mientras Leo cogía las llaves adecuadas. Salvo un pequeño susto ocasionado por un grupo que pasó dando saltos, resultó fácil el robo premeditado.

Con las llaves en las manos decidimos empezar por los espacios más alejados ya que sería lo más seguro.

El primer sitio donde entramos estaba lleno de mesas y sillas viejas por lo que fue abrirlo y cerrarlo ya que no había ventana y el aire era irrespirable.

El segundo sitio estaba al lado del patio y aunque nos podían ver entrar no parecía que hubiera mucho interés en nosotras. Cuando encendimos la luz descubrimos material de deporte de poco uso, miramos cosas que habíamos utilizado muy pocas veces como un paracaídas que se utilizó en un día de la paz y otras muchas que no recordábamos haberlas utilizado nunca. Como el aire estaba cargado y no teníamos más interés salimos fuera.

El tercer sitio estaba junto a la biblioteca y se encontraba casi lleno de libros viejos llenos de polvo, posiblemente ilustrado, pero al fin y al cabo polvo. Un pequeño ventanuco dejaba pasar algo de claridad por lo que cerramos la puerta y lo abrimos todo lo que pudimos. Había unas cajas que contenían diversas cosas y entre ellas me sorprendió encontrar un abanico. El abanico era claro aunque de color algo indefinido, parecía antiguo y tenía dibujado algo ¿Qué hacía un abanico entre los libros? ¿Qué sentido tenía en la biblioteca? Lo miramos con atención, observamos un paisaje rural y descubrimos que estaba dedicado y firmado, aunque las palabras estaban difuminadas y no se leían con claridad. Lo cogimos y como no parecía haber más cosas de interés cerramos las cajas, el ventanuco, la puerta y salimos de allí.

El abanico nos había llenado de interés por lo que decidimos dejar las llaves en su lugar y empezar a investigar sobre su origen y recorrido en la vida.

Con una lupa, que cogimos del laboratorio, vimos las letras fragmentadas de lo que parecían palabras sin sentido y una fecha que resaltaba con claridad 1961.

Empezamos a imaginar qué pudo haber ocurrido y Ana pensó en una relación amorosa de dos profesores y que ella habría muerto repentinamente dejándolo en la biblioteca.

Leo pensó en una aventura entre dos estudiantes que al romperse dejó olvidado el abanico en la biblioteca y alguien lo guardó pensando en que podrían venir a recogerlo.

Yo pensé que ese abanico se había puesto allí para que nosotras lo encontráramos y así poder descubrir un asesinato en el centro.

Nos reímos con las interpretaciones y nos pusimos a pensar que necesitábamos contactar con alguien que hubiera estado en el instituto en aquella fecha y que pudiera recordar alguna pista. Era difícil pues deberían tener los profesores más jóvenes cerca de 80 años y ¿sabrían ellos algo? También pensamos que sería interesante seguir el hilo del encargado de la biblioteca, ya que podría ser el que supiera algo.

Por otro lado teníamos que seguir descifrando la dedicatoria y la firma pues eran piezas claves aunque casi imposibles de averiguar.

Empezamos a preguntar a familiares, vecinos y personas de más edad y nos hablaron de Simonne, profesora de francés de aquella época y que colaboraba con la biblioteca. Vivía sola en una casita a las afueras, la llamamos y quedamos para la tarde del jueves. ¡Estábamos entusiasmadas!

Cuando llamamos a la casa el jueves, la emoción no nos dejó ver el pequeño jardín, cuidado con esmero, que nos recibía vestido de alegres colores. Nos abrió una señora mayor alegre y pizpireta que estaba entusiasmada al recibir gente joven pues estaba harta de carcamales que sólo hablaban de sus dolamas.

Al principio nos sentíamos un poco cohibidas por como empezar y la respuesta que podríamos obtener pero ella era una mujer abierta y con ese don tan especial que tienen algunas personas de hacerte sentir que la conoces de toda la vida. Le preguntamos cosas del instituto en su época y ella se explayó entusiasmada. También quería saber de nosotras, de nuestras familias por si podía conseguir un punto de referencia y se puso contenta al descubrir que había sido profesora de una tía de Ana a la que tenía en alta estima.

Poco a poco fuimos llevándola a nuestro terreno preguntándole por las cosas que se guardaban en la biblioteca y cuando ya se habían roto todos los muros de la desconfianza entramos a preguntarle por el abanico. En aquel ambiente distendido le explicamos nuestras teorías y la animamos a que nos resolviera las dudas enseñándoselo. Ella lo observó con detenimiento, lo miró, lo remiró, se quedó pensando mientras nosotras esperábamos expectantes que averiguara y dijera algo. Después de unos interminables 5 minutos de observación de las letras empezó a cambiar su gesto, inició una sonrisa, siguió una mueca, comenzó la risa y terminó a carcajadas. Ya tenía la solución.

Aquel abanico vistoso en su día, fue llevado al centro en una campaña de propaganda de unos determinados chocolates. La bibliotecaria era calurosa y cuando llegaba junio con él se abanicaba. Se supone que cuando se jubiló, por los años 80, nadie se acordó de los chocolates. Las letras desteñidas se confundieron con una dedicatoria y se guardó como se guardan tantas cosas que no se sabe qué hacer con ellas, en una caja.

Nosotras pudimos entender la dedicatoria “chocolates Elgorriaga”
 

Lola Carmona

 

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¿QUÉ BUSCAMOS? ¿QUIÉN CERRÓ LA PUERTA? QUÉ. . .

¿QUÉ BUSCAMOS? ¿QUIÉN CERRÓ LA PUERTA? QUÉ. . .

 

Y al final, ¿qué buscamos? La llave que abra la puerta de un paraiso que sentimos real por presentido.

 

¿Y quién cerró la puerta? Quien se preocupó más por definirlo, catalogarlo, hacerlo obligatorio y ponerle fronteras que viviéndolo.

 

¿Y cómo se abre esa puerta? Tan sólo con una idea, lo único necesario para crearlo. Lástima que requiera toneladas de respeto y cariño, tan escasos, para no ser destruido a cada intante.

 

¿Qué . . ? Eso, en definitiva, el retorno.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

¿QUÉ BUSCAMOS?

 

Cuando algunas mañanas amanecemos ya suspirando, casi agotados ante la visión de un nuevo día, en vez de agradecidos por esas horas de luz y calor de vida que nunca deberíamos olvidar que son un regalo, en esos desperdiciados momentos . . .

 

Cuando algunas tardes, tras un día que dudamos si fue largo o apenas un suspiro, repasamos lo vivido y centramos nuestra vista en los choques, caídas y amarguras, preparando nuestra mente para otra batalla sin haber salido de la anterior en vez de rememorar las horas, minutos, o segundos al menos, que seguro que fueron dignos de llamarse vida con mayúsculas, en esa desperdiciada bocanada de vida . . .

 

Un día, cuando nos despistemos de las luchas y nos sorprenda la oportuna zancadilla que nos despierte de tanta falsa vigilia, tal vez nos preguntemos: ¿qué buscamos?

 

Y es posible que otro día, no menos dichoso, caigamos en la cuenta de que sobra el “qué”: Simplemente, mientras vivimos, y quien sabe si también cuando no, buscamos, porque sólo buscar es vivir y no podemos ni sabemos concebir la existencia de otra forma.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

¿QUÉ BUSCAMOS?

 

¿Es quien más busca el mejor buscador por perseverante o el peor por necesitar buscar mucho para encontrar lo mismo?

 

¿Es quien menos busca el peor buscador porque nunca hallará nada o el mejor, pues sabe que la búsqueda es inútil y baldía?

 

¿Es buscar parte de la esencia humana o es la naturaleza humana una parte tan sólo de la búsqueda y ésta es la verdadera esencia de este universo?

  

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 

¿QUÉ BUSCAMOS?


Por Franjamares

 

Se han citado a las cinco de la tarde frente al portal. Manuel, el primogénito, llega el primero y solo. Aparca el ciclomotor junto a una señal de prohibido aparcar y saca de su bolso bandolera un ranchito de llaves. Son las llaves de la casa de papá, el cual se las dejó en confianza antes de morir, como al mayor de los hermanos. Abre luego el portaequipajes de su moto y extrae de su seno un extraño tarro de cerámica negra con adornos dorados. Es la urna cineraria con los restos cenicientos del viejo, el cual la tarde anterior, entre lágrimas finas y silencios guturales, fue pasado por el horno en el tanatorio municipal.


 

Ha llegado el segundo hijo, Dani, con su mujer alemana. “¿Qué?”, se saludan los hermanos al modo local. La germana dibuja una mueca de circunstancias guipando de reojo el bote con las cenizas del difunto.


 

¿Era necesario que trajeras eso? –inquiere Dani señalando la urna.

Manuel la camufla dentro de una bolsa del súper.


 

Él tiene que estar presente para esto. Si en vida fue todo una tumba, quizá nos rebele algo ahora en muerte.


 

Sí, de cenizas presente –dice irónico–. No entiendo nada.


 

Antes de que Manuel explique mejor sus argumentos, oyen el claxon de un coche. La hija menor, Paula saca como siempre su sonrisa por la ventanilla para decirles que va a buscar aparcamiento y que en seguida está con ellos. Momentos después, un tipo melenudo con vaqueros roídos y camiseta heavy viene a su lado escoltándola a grandes zancadas.


 

Este es Rorro, mi novio. Todo lo que tenga que ver conmigo tiene que ver con él. Quiero que esté presente en todo. ¿Hay problemas?


 

Por mi parte no –dice Dani estrechando la manaza repleta de anillos y pulseras de Rorro.

Al menos podías haber avisado –protesta el primogénito–. Venga, está bien. Vamos para dentro.


 

Manuel prueba las llaves hasta que da con la que abre la cerradura. Los goznes del portón crujen ante la presencia del grupo que entra despacio en el zaguán. Un olor a meados de gato, humedad y mala ventilación flota en el ambiente oscuro de la casa. Avanzan hasta el salón agrupados y recelosos, tal vez como intrusos, allanadores de una morada a la que a penas habían querido ir en vida del viejo. El suelo está pegajoso, sucio, cubierto de una capa de roña encima de las baldosas.


 

Qué hacemos aquí? Huele fatal ¿Qué buscamos? –pregunta Dani haciendo rebotar sus dudas en las paredes de la casona


 

Ssschiii –lo manda callar Manuel–. Acercaos, que os explique.


 

Más todavía –protesta la alemana con gesto torcido, agitando las manos ante la nube de humo de tabaco de liar de Rorro, que por otra parte, tamiza el fuerte olor del ambiente.


 

Estamos aquí para buscar un escondite secreto. Puede ser un cofre olvidado en cualquier rincón, una caja de seguridad detrás de algún cuadro, una falsa loseta, un departamento secreto en el hueco de las escaleras, una falsa pared, o un armario empotrado con doble fondo. El caso es que el viejo guardaba ahí sus ahorros… Todos los billetes que cobraba de su paga los empaquetaba y guardaba la vieja que estuvo viviendo con él hasta su muerte.


 

Y ¿como lo sabes, tú?


 

Él mismo me lo dijo cuando me entregó las llaves… “Tenéis que buscar por toda la casa, debéis encontrar un escondite secreto, porque Antonia, que en paz descanse, cobraba y guardaba mi paga y la suya mes tras mes, año tras año durante todo el tiempo que vivimos juntos. Y ya sabes que nosotros no gastábamos casi nada… Yo nunca quise saber nada de cobros ni de cuentas… Y todo ese dinero tiene que estar guardado, si no se lo han comido los ratones…” Luego dio tres carcajadas. Y ya no dijo nada más hasta el día que murió, que llamó por su nombre a sus padres y hermanos…


 

Un momento, ¿quién es Antonia? –pregunta Rorro metido cada vez más en la historia.


 

Antonia era la señora que vivió en esta misma casa con mi viejo durante diez años, hasta que falleció hará unas dos semanas.


 

¡Vaia! Y él, unos días después… le ha seguido. Bonito… –matiza la alemana como si realzara una linda historia de amor.


 

Sí una bonita historia si no fuera porque la señora se ha llevado el secreto a la tumba.


 

Qué interesado eres, Manuel…


 

Venga, manos a la obra, dividámonos la casa por sectores. Que tenemos que dar con ese tesoro…


 

Manuel pone la urna con las cenizas del viejo encima de una mesa de camilla que hay en el centro del comedor. Y va presto a buscar por la cocina, el lavadero y el patio. A Dani y a su mujer le tocan los dormitorios y el baño de arriba, y Paula con su novio Rorro se ocupan del comedor y el dormitorio de abajo, donde habían pernoctado juntos los tórtolos octogenarios hasta la muerte de ella.


 

La búsqueda es intensa y minuciosa. Registran todos los rincones y todos los muebles sacando cucarachas y cagarrutillas de ratones entre los chismes oxidados y los trapos viejos. Inspeccionan los somieres y colchones pero sólo hallan la inmundicia y hediondez de años de impregnación de fluidos humanos. Descuelgan todos los cuadros y solo encuentran el rodal amarillento de su vida colgados, o algún bicho del polvo agazapado tras el marco. Luego con un martillo de fibra, Manuel va golpeando por el suelo pegajoso buscando una losa hueca, y por las paredes de cal agrietada buscando algún falso tabique.


 

Después de tres horas de rastreo. Nada han logrado.


 

¿Esa Antonia tenía familia? –pregunta Paula– Lo mismo se lo entregó todo a alguien antes de morir.


 

No. Creo que no –dice Manuel–. No tenía hijos, y su única sobrina no tenía contacto con ella, nunca la visitaba. Eso sí, estuvo en el velatorio en el tanatorio y luego en el entierro, pero no pisó esta casa, ni reclamó nada de los objetos personales o bienes de la difunta; que por otra parte eran inservibles y nulos.


 

Y eso, después de no haberle hecho ni puto caso en vida… –remata Rorro.


 

Pues hay que seguir buscando –anima otra vez Manuel–. En algún rincón de esta casa, tiene que haber por lo menos 20 millones de pesetas. Sí, como habéis oído, millón arriba, millón abajo, cálculos aproximados; y seguro que en billetes antiguos, algunos con lagañas, fuera de circulación,  y otros nuevos, recién planchados.


 

Veinte kilos, sí, –dice Dani–. Pero hemos buscado por todas partes y…


 

Por todas no –tercia Rorro señalando la mesa de camilla con la urna del abuelo encima.

 

Como llamados por una misma intuición corren los tres hermanos hasta la mesa. Uno quita la urna, otro aparta la mesa, alzando la ropa y dejando al descubierto sus escuálidas patas de madera. En la mesa no hay nada. Pero en el lugar que la ocupaba, encuentran la respuesta. No hace falta siquiera que Manuel golpee el suelo con su martillo de fibra. Las marcas de una loseta falsa parecen evidentes a pesar de que la suciedad acumulada cubre por completo las juntas. Buscan un cuchillo para limpiarlas y pronto notan que se mueve, con otro cuchillo levantan la loseta y sus ojos se llenan de esperanza., una bolsa negra aparece cubriendo el hueco. La saca Manuel ávido de abrirla y conocer su contenido. Dentro aparece un baulillo de madera y caña. Lo abre entonces con tanto ímpetu, que el contenido sale despedido y queda flotando en el ambiente, avivado por la corriente de aire que a la sazón circula desde la ventana al patio. Todos mastican un polvillo asqueroso que les hace toser.

 

¿Qué coño es esto?

La pregunta sobra.

Son las cenizas de Antonia que vuelan alegres por el comedor hasta posarse sobre la urna del hombre que compartió con ella sus últimos años de vida.


 

¿Y quien coño ha metido aquí estas cenizas?


 

Puah, serán las de la vieja.


 

¿Y el dinero…?


 

    Vete tú a saber.

 

*A propósito de los temas “Qué” y “¿Qué buscamos?”, de la Tertulia Entrelíneas


 

Javier Martín Franco


 

 

¿QUIÉN CERRÓ LA PUERTA?

 

¿Quién cerró la puerta a un pasado doloroso? Quien teme al juicio de la memoria o a la memoria de una herida.

 

¿Quién cierra la puerta a un presente de placer? Quien prefiere soñar un mañana seguro por inalcanzable o quien teme alcanzar cuanto cree inalcanzable.

 

¿Quién cerrará la puerta a un mañana de esperanza? Sólo los suicidas y algún que otro poeta irresponsable.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

 

¿QUIÉN CERRÓ LA PUERTA?

 

Un cura de sotana negra, redonda y fofa, un grueso cilindro con píes, mal afeitado y con el pelo a cepillo. Aliento pestilente mezcla rancia de tabaco y anís. Abrazo pegajoso y tenso violando su intimidad. Había más niños esperando, junto al confesionario, y su presencia no hacía sino agravar el malestar.

 

Esos tocamientos… ¿Lo has hecho solo o quizá en compañía de otros niños?

 

Bueno, alguna vez había otro niño.

 

¡Ah! ¿sí? ¿Cuántas veces? ¿Cómo se llama el otro niño? ¿Y dónde os tocabais? ¿Quizá en “esas” partes? ¿Te gustaba, sentías placer?

 

La confesión duró una eternidad, cada detalle buscando nuevos detalles. Pedro únicamente dejó escapar los sudores una vez que se encontró en la soledad de su banco, arrodillado mientras rezaba su penitencia. Rezaba maquinalmente, como casi siempre y el pecado, lucifer, dirigía su imaginación. Estaba con otro niño y se tocaban y era horrible, peor aún, era agradable. Estuvo a punto de tener una erección, aunque él no sabía lo que era.

 

Terminó con rapidez sus rezos aunque añadió tres avemarías por si acaso y se dirigió a la salida. Seguía sudando pese al frió de la nave. El “bola”, su confesor ocasional, lo fijo con una sonrisa que parecía decirle: “Sé lo que estás pensando”.

 

Tembló. No podía quitar de su pensamiento la imagen de su compañero, desnudo, bajo la cama. Recordaba el agradable calor de su cuerpo mientras jugaban sobre el frió suelo.

 

No volvería a hacerlo más.

 

Por la noche su compañero lo miró cuando se estaba desnudando y rápidamente bajo los ojos, se metió en la cama y se tumbo de lado.

 

Desde el día siguiente, Pedro se escondía en las letrinas durante el recreo y rezaba el rosario, mientras escuchaba las obscenas, jocosas, desvergonzadas conversaciones de algunos de los niños mayores que hablaban de sus partes pecaminosas con total desenfado. Las puertas no tenían cerrojo y temblaba de vergüenza pensando que pudieran descubrir lo que estaba haciendo, pero al menos él tenía la certeza de que no iría al infierno. Como Jesús, él se dejaría crucificar para así después reunirse con Dios en el cielo. De repente la puerta se abrió con un violento empujón que casi lo derriba sobre el retrete a nivel del suelo. Un cura enorme lo miraba con ojos asombrados:

 

¿Qué haces aquí?

 

Re…rezando.

 

¿No sabes que esta es la hora del recreo? ¿Y no te da vergüenza rezar en un sitio tan sucio? ¡Fuera de aquí inmediatamente!

 

Pedro salió corriendo, con el rosario en las manos. Algunos niños habían oído os gritos y esperaban fuera atentos al desenlace. Cuando Pedro salió sus risas lo persiguieron más allá del campo de baloncesto. Corrió hasta los jardines y se escondió en lo más tupido de la algaida. Enterró aceleradamente el rosario y cubrió el montoncillo con hojarasca, sin dejar de temblar. Su corazón angustiado batía aceleradamente mientras su mente buscaba una manera de quitarle la vida.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

 

¿QUIÉN CERRÓ LA PUERTA?

 

Quien se conforma con la mediocridad.

 

Quien no sonríe a menudo.

 

Quien se aloja en el sufrimiento.

 

Quien practica la necedad.

 

Quien disfruta de la añoranza.

 

Quien ignora nuevos caminos.

 

Quien se instala en la crítica.

 

Quien daña a sabiendas.

 

Quien no tiende la mano.

 

Quien abandona proyectos inconclusos.

 

Quien habla de lo que desconoce.

 

Quien calla lo que sabe.

 

Quien oculta sus sentimientos.

 

Quien pierde la esperanza.

 

Quien entierra sus sueños.

 

Quien olvida que la vida es una búsqueda.

 

Y que buscamos?

 

Buscamos: Reconocimiento. Amistad,

 

Compañía. Solidaridad. Comprensión.

 

Y Amor.

 

 Alicia Gaona

  

 

QUÉ. . .

 

Que asombroso milagro que todos busquemos, en realidad, las mismas cosas y, sin embargo, sean tan diferentes nuestros sueños.

 

¿Será esa inorme diversidad nuestra grandeza o nuestra miseria, nuestra salvación o nuestra condena?

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

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ACRÓSTICO DE ENTRELÍNEAS

 

ACRÓSTICO DE ENTRELÍNEAS

 

El llanto de la justicia,

 

No tenia consuelo.

 

Turbaba los sentidos,

 

Reabría heridas.

 

El camino luctuoso,

 

La inocencia perdida.

 

Ingente a sus esfuerzos,

 

Negaban su existencia.

 

Ella dignamente y 

 

Ausente a la crítica,

 

Sobrevivia.

 

Alicia Gaona

 

 

 

ACRÓSTICO ENTRELÍNEAS

 

Exaltación de la quimera del Tiempo

 

Nuisible como la herrúmbre.

 

Terca y orgullosa

 

Razón de la sinrazón.

 

Eternidad apagada en la

 

Luz acelerada.

 

Insípido pensamiento que

 

Nos acerca a los dioses,

 

Expéditos como estrellas

 

Alejándose del núcleo

 

Solitario de la noche.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

ACRÓSTICO ENTRELÍNEAS 2

 

El cielo cargado de nubes.

 

Nunca me había sentido tan vacío,

 

Todo envuelto en soledad.

 

Rasgado el ápice del tiempo,

 

Ese momento eterno, inolvidable

 

Lugar extenso en la memoria

 

Incluso en los días arcanos o las

 

Noches embriagadoras.

 

Evasión entre comillas,

 

A pesar de no ser sino; mas

 

Silencios emborrachados.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

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LAS TRES LLAVES – LA INVITACIÓN

 

LAS TRES LLAVES – LA INVITACIÓN

 

“El hombre está hecho así, en la teoría y en la práctica, para bien o para mal, la más rara de las cualidades humanas es la coherencia.”

 

Jeremy  Bentham (1748-1832). Principio de utilidad, defensa del utiliritarismo.

 

Siempre había sido antisistema, por eso cuando cumplió los treinta hizo lo que la mayoría de la gente casarse, después de haber comprado una casita adosada preciosa con tres plantas ya tenía las tres llaves, las de su coche, las del corazón de su chica y ahora por supuesto la llave de su casa propia.

 

Lo próximo sería planificar sin duda la llegada del primer niño, después por supuesto de unos tiempos solos para disfrutar aún más de su libertad, ahora compartida  eso que nunca le habían gustado los niños ni había pensado en ser padre, ni tampoco le gustaba planificar. Como era defensor del medio ambiente se había decidido por un 4x4 que son los que mas contaminan.

 

Y como siempre fue agnóstico se casó por la iglesia, que es más llamativo.

 

A fin de cuentas el banquete lo pagaba su suegro y si había que pasar `por el aro pues se pasaba. Siempre fue rebelde.

 

No le gustaban las discriminaciones, por eso decidió que lo mejor era que su mujer limpiara que para eso era la mujer. Los hombres no entienden de esos temas. Y trabajar sólo hasta que llegara el primer niño. Después  a ocuparse de su familia. Que yo soy muy progresista pero mi mujer está mejor en su casa.

 

Un día se miró al espejo y se encontró de repente un tremendo parecido con su padre.”Dios” exclamó si parezco mi padre.

 

Begoña Ramírez

 

 

 

LAS TRES LLAVES

 

En este mundo y dimensión, todos nacemos con tres cadenas y nuestra existencia no es más que la búsqueda constante de las tres llaves que abren los candados que las cierran.

 

La primera es la cadena de la supervivencia material: sin alimento y cobijo nada podemos hacer ni construir. Hace años leí un estudio sobre los niños de la calle de Brasil, “os meninos da rua”, que en realidad vagan por las calles de todo el mundo. Muchos de estos niños tenían deficiencias mentales que no eran producto de una enfermedad o una tara genética, sino de la mala alimentación y estaban ya condenados de por vida a la deficiencia psiquica que padecían.

 

Me planteaba yo entonces, como tantos, el dilema de si es preferible tener libertad sin pan o pan sin libertad. Ese informe me convenció de que el primer paso ha de ser siempre el pan: con una mente mínimamente desarrollada se puede identificar y luchar contra una tiranía, sin esa mínima base, es imposible.

 

La segunda cadena es la del entorno social, que se puede presentar en forma de familia desestructurada, sistema político opresivo, relaciones laborales absorventes o inexistentes o bien un sistema educativo castrante. Es nuestra cara social, el segundo escalón donde somos, o creemos ser, algo más que cualquier otra especie del planeta. Anclados todavía en formas de relación primitivas y verticales, actualmente, el desperdicio de capacidades individuales que podrían reflejar sus frutos en el grupo es constante. La sabiduría evolutiva de una especie se puede medir sin duda por el aprovechamiento energético que hace de si misma y su entorno. En ese sentido, los humanos somos bastante primitivos, y sólo la juventud de nuestra especie, apenas 125.000 años, puede justificarnos mínimamente.

 

La tercera cadena, aquella a la que pocos llegan a identificar siquiera, tras haberse liberado mínimamente de las anteriores, es la de la mente, lastrada y condicionada por las circunstancias que la han convertido en un círculo cerrado del que dificilmente puede evadirse. Es esa mente que, carente de educación creativa y esclava de sus miedos, no sabe identificar un peligro real pero puede crear otros completamente abstractos e imaginarios en torno a los cuales hace girar su existencia y sus retroalimentados miedos. Es la mente que no puede concebir siquiera una estructura social sin líderes que le guien, que le ordenen, que le regalen cadenas con la única condición de ser, en apariencia al menos, cálidas. La misma mente que al hablar de espiritualidad la identifica con las extrañas imágenes antropocéntricas creadas como forma de negocio socialmente parasitario, creyendo poder concebir a un dios todopoderoso, pero incapaces de conocer siquiera su obra, una contradicción aberrante. Es la mente de cualquiera de nosotros.

 

Intuyo que la destrucción de la primera cadena pasa tanto por un sistema económico mínimamente racional como por el control de la población. La destrucción de la segunda se dará cuando apliquemos a nuestras sociedades conceptos científicos que al fin conocemos teóricamente, como la Teoría de Juegos, demostrando la mayor efectividad de la solidaridad sobre el egoísmo, o la comprensión misma de nuestra estructura mental y su implícito sentido natural de la justicia. Básicamente es comprender y extender el cambio de conceptos como bondad y maldad por inteligencia y estupidez o efectividad e inefectividad. Lo que conocemos por una persona mala y egoísta es, básicamente, una persona enferma y de muy pocas luces, y sus aparentes victorias no pueden serlo sino en asuntos menores.

 

La superación de la tercera cadena será el momento exacto en que nos hagamos merecedores del apelativo de especie racional. Cada paso será individual y colectivo al tiempo, conectadas todas nuestras mentes en un proyecto común que no es otro que nosotros mismos y el universo del que formamos parte.

 

Posiblemente algún día, si sobrevivimos, nuestros descendientes nazcan libres de las dos primeras cadenas y con alguna posibilidad, por tanto, de no ser esclavizados por la tercera. Pero hoy en día, los muy pocos que consiguen romper estas tres cadenas se transforman en lo más aproximado a un ser humano libre que podemos imaginar, aunque no está, en realidad, sino en el principio del camino.

  

Me han dicho que existen seres humanos así. Sigo buscando, con curiosidad, al primer ejemplar.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

LAS TRES LLAVES
 

La puerta tenía tres cerraduras, por lo tanto en algún lado debía haber tres llaves, que sería tan importante para estar cerrado con tres llaves?. Paseó la habitación arriba y abajo pensando adonde se encontrarían. No podía saberlo; nunca había estado en aquella casa.  Trajo a su consciente, el pensamiento analítico que lo acompaño a lo largo de su vida, dividió la habitación en cuadriculas, estas debían ser muy pequeñas ya que tres llaves no ocupan mucho lugar. Comenzó por el rincón que daba al ala norte, allí había un paragüero, algunos cuadros, y una biblioteca. Reviso cada objeto en su interior y en su exterior los volcó para mirarle sus bajos, la librería era ya mas difícil, pesada de roble macizo contenía infinidad de libros, adornos, y portarretratos. Las caras en sepia lo observaban desde sus lugares de honor, él no se amedrentaba, los volcaba sin reparo les sacaba los fondos y continuaba en su afanosa búsqueda. Llegó el momento de los libros, uno a uno sacarlos hojearlos, claro un manojo de llaves se notaria, pero no tenemos que olvidar los libros huecos o falsos libros. Allí no había nada. El rincón norte ahora rota su armonía y totalmente desordenado parecía que lo miraba reprochándole su proceder. De todos modos aún con culpa no le quedaba otra solución, las llaves tenían que aparecer. Ahora se dirigió a la ochava que hacia las veces de mirador, esto era bastante fácil solo un secreter y un par de sillones ocupaban silenciosos este espacio, el secreter tenia varios compartimentos pero uno a uno los fue abriendo y revisando detalladamente como todo lo anterior, las sillas fueron dadas vueltas y hasta sus cojines fueron revisados. Las ventanas del lugar fueron revisadas a conciencia sus taparrollos, las cortinas, sus ensambles, el tiempo iba pasando y por allí tampoco aparecía nada. Así se fueron sucediendo las imaginarias cuadriculas y toda la habitación removida, los sillones enfrentados al escritorio de nogal sus patas que por artísticas tenían muchos recovecos. Ya poco y nada quedaba en su lugar, el desorden se había hecho dueño del lugar y la desesperación estaba empezando a invadirlo. Como podía cumplir su voluntad si no lograba abrir la puerta y enterarse de una vez por todas de sus profundos secretos? 

Se dejo caer en uno de los sillones mientras pensaba que más podía hacer, la desesperanza que desde aquel día lo había perseguido, estaba ahora ganando la partida. 

Cerro los ojos intentando relajarse y pensar, minutos después los abrió para fijarlos en la puerta, inanimada, cerrada, parecía burlarse de la situación, una idea cruzó como un relámpago  su mente, sería posible? Después de todo no lo había intentado. Se paro y se dirigió directamente a ella, puso la mano sobre el picaporte, lo giró y la puerta se abrió. La sorpresa la transfiguro el rostro, las llaves descansaban sobre un pequeño mueble, en el interior mismo del nuevo recinto. 

Es así como pensativo se dijo a si mismo, tal cual como en la vida, perdemos  tiempo buscando llaves para abrir situaciones, que aunque lo ignoremos, permanecen  abiertas,  esperando únicamente nuestra decisión. 

Ahora ya podía cumplir con su voluntad.  

 

Alicia Gaona

 

 

LAS TRES LLAVES


Aquel día Samuel no esperaba nada porque no había nada que lo esperara. Estaba en uno de los momentos más bajos de su existencia, en esos que todo se pone en contra y nos aprisiona dejándonos sin esperanza. Ensimismado en negros pensamientos caminaba cabizbajo por una calle oscura y solitaria cuando algo le llamó la atención, un bonito sobre dorado que. Enseguida algo dentro de su cerebro se movió, creo que le sorprendió un toque de ilusión. Cambiando el gesto lúgubre del rostro por una sonrisa lo recogió del suelo, mirando con recelo a su alrededor, por si alguien se lo quería arrebatar y lo abrió con bastante nerviosismo.


El sobre contenía una invitación para ir a una casa, no ponía nombre, sí una dirección e incluía 3 llaves. Una era antigua, grande y de hierro, otra era de las más normales en las casas actuales y la última era la más extraña de las tres, transparente, pequeña y sus dientes formaban pequeñas figuras difíciles de distinguir.


Inmediatamente traspuso en dirección a la casa y mientras caminaba se sumergió en todo tipo de lucubraciones que explicaran la invitación, razones, personajes y todo lo que rodeara a esta.


Cuando llegó vio una casa algo solitaria, al final de una calle y cerca de un parque olvidado por encontrarse lejos de todas partes. La casa tenía las ventanas cerradas y parecía estar deshabitada desde casi siempre. Llamó al timbre y nadie contestó por lo que sacando las llaves comprobó que la más normal abría la puerta así que con timidez la empujó hasta poder contemplar su interior.


La puerta daba a un gran salón con una escalera de mármol que le pareció darle la bienvenida. El habitáculo disponía de escasos muebles ya que sólo contaba con un pequeño escritorio, una librería y una enorme mesa con sillas alrededor. Como decoración algunos libros, una lámpara de cristal grande de techo y un cuadro que llenaba el espacio. El cuadro era un retrato de un hombre mayor con bigote y barba que te miraba muy serio desde todos lados. Samuel se acobardó ante su mirada.


Una vez reconstruido por dentro o ahuyentado su pavor decidió inspeccionar el resto de la casa; para ello, subió la escalera en busca de otras habitaciones. Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que la casa no disponía de más habitaciones que el salón y una buhardilla al final de la escalera con una puerta cerrada. Comprobó las llaves y descubrió que la de hierro era la adecuada así que con algo de sigilo y mucho miedo la abrió. Allí sólo había una cama muy vieja, un gran espejo y una ventana de madera que parecía romperse cuando quiso abrirla.


Algo no cuadraba allí. No había cuarto de baño, ni cocina, ni dormitorios, ni armarios… ni muchas de las cosas que consideramos fundamentales y que en aquella casa no aparecían por ningún lado.


Cansado como estaba, Samuel se echó en el camastro y fue cayendo en un sopor que dio paso a un profundo sueño donde se veía como dueño y señor de la casa. El salón empezó a llenarse de personas y objetos. Mas tarde cambiaba constantemente de forma, tamaño, color. ¡Parecía tener vida propia! En él surgían y desaparecían gran cantidad de objetos, personas y vivencias como si fueran parte ígnea de un volcán en ebullición. Todo parecía fluir entrelazándose sin orden y sentido para desaparecer dejando sitio a otras vivencias.


Samuel contemplaba el espectáculo mientras intentaba descubrir lo que allí surgía. Se sorprendió cuando encontró cosas que desde hacía mucho tiempo no había visto: el coche que le regaló su abuelo cuando cumplió 9 años, la chica que le gustaba en el instituto, las discusiones con sus padres y parejas, problemas personales, su situación económica… Entonces se dio cuenta de que eran sus recuerdos y él vio una gran cadena que los ataba a ellos. La cadena larga y con bifurcaciones se ramificaba por todos lados. Descubrió que en la parte alta estaba el coche que deseaba, mucho miedo se escondía debajo de la cama, encima el sexo más deseado, poder, reconocimiento, aplausos. Los colores eran mucho más nítidos y contrastados que los recuerdos pues en la buhardilla estaban sus ilusiones, sus miedos, sus esperanzas.


La cadena cada vez le pesaba más y no se le ocurría como quitársela hasta que se acordó de la 3ª llave, la más extraña. La buscó como pudo aunque tuvo que utilizar todas las retahílas que le enseñaron para poder encontrar los objetos perdidos. Sin saber cual fue la que le corresponde el mérito, la llave apareció. Lo malo es que no había cerradura en la cadena por lo que empezó a fijarse en las figuras que componían la llave. Encontró un hombre y al fijarse mucho reconoció que le recordaba a su padre así que girándola hacía donde estaba él notó como su imagen y la cadena que lo agarraba desaparecía. Para cada recuerdo tuvo que seguir los mismos pasos. Las ilusiones y los miedos se escapaban y escondían con rapidez por lo que no podía soltarlos, pero comprendió que estos se apoyaban en recuerdos por lo que poco a poco conforme estos desaparecían los otros se debilitaban también.
Al cabo del rato y con el trabajo terminado se acercó al espejo y comprobó bastante asustado que no era él, sino el anciano del cuadro. Había envejecido de repente 30 o 40 años. Cuando se volvió, la sala estaba vacía, sin cadenas y él se despertaba en aquella destartalada cama.


Cuando Samuel se levantó fue raudo al espejo pero no quedaba rastro del sueño. Él seguía siendo el de siempre salvo por una mirada algo extraña que le pareció percibir.


Bajó las escaleras y todo parecía estar como al principio. Su mirada descubrió el cuadro en el que no estaba el anciano pues ahora era su retrato.


Lola Carmona

 

 

LAS TRES LLAVES


Por Franjamares


No he cejado de pensar en la invitación desde que ayer la recibí. La suerte parece haber llegado por fin a mi vida. Ese anagrama de pantalla líquida con letras y signos ilustrados, ha caído entre mis manos en el momento justo. Presiento que ese visado en forma de mensaje, es la puerta abierta que estaba esperando y que tengo la intención de atravesar.  Podré tentar ahora la intimidad de una mujer que hasta el momento se me resistía. En algún lugar leí que cuando una mujer pone sus manos sobre tu cuerpo, es decir: cuando una mujer te toca, quiere decir que cuentas a tu favor un alto porcentaje de éxito para acostarte con ella. Ayer por la tarde me tocó en dos ocasiones, una vez en los hombros con ambas manos, la otra en el brazo. Y ahora este mensaje. “Necesito tu opinión, tengo una pregunta importante… llámame porfa a las 5”. Seguro que es por lo de su marido. Anda metido en un buen lío. Firmó demasiados papeles con el banco, cosas a su nombre, como la propia vivienda, que nunca tendría que haber expuesto, y ahora está con la soga al cuello. Esta crisis no perdona. Trataré de ayudarles. Esa mujer me gusta más de la cuenta para ser una señora casada. Una cita con ella en estas circunstancias es excitante y peligrosa, si es que existe peligro alguno en seducir o se seducido por una mujer como ella.


 

En todos mis años de experiencia con las mujeres he aprendido que se necesitan tres llaves para ligar con ellas, tres llaves para horadar en su intimidad y hasta para acabar soñando juntos. La primera es la llave bioquímica, si no existe feeling las otras llaves no surgirán ni por asomo con esa persona y además es mejor que no aparezcan. Luego de la química, conectados con la inteligencia emocional, se logra ver el ojal luminoso de la segunda llave, a ésta yo la llamo la llave mental, en este punto es muy importante para descorrer todas las cerraduras hacerla reír y hacerla pensar, con mayor efecto si logras las dos cosas al mismo tiempo. Una vez abierta esta puerta la visión de su historia personal, de sus recuerdos compartidos y de su cuerpo desnudo suelen entretejerse en un mismo campo de batalla. La última llave es la llave del corazón y esta es mejor no abrirla, aunque la tentación te la ponga entre las manos y algún instinto primario estalle en tus tripas y las suyas como un volcán de mariposas.


 

Y en este momento la estoy esperando. “¿Nos vemos en mi despacho?”, le dije anulando la cita que tenía para esta tarde. “Estupendo, me queda cerca, en media hora estoy allí”. Ya pasaron los treinta minutos y siguen pasando algunos más, sin embargo, el hacerme esperar es una buena señal. Lo tengo comprobado la mujer que se dilata en la espera suele luego dar más juego y más batalla. Ahí viene, escucho tacones de mujer por el pasillo. Ha tocado el timbre dos veces… como las dos veces que me tocó a mí…


 

Gracias Pedro por recibirme.


 

No es nada, mujer, los amigos estamos para eso, y para lo que haga falta… –el tono de esta última frase me ha salido un poco cutre–. Sentémonos aquí en el sofá, estaremos más cómodos. Quieres tomar algo. Tengo café recién hecho. ¿Una copa?


 

No, nada. Como siga esto así nos van a embargar… Se pueden quedar hasta con el piso…


 

Eso sí que no… –afirma con rotundidad,  seguro de contar con la solución del problema, dispuesto a soltársela de inmediato–: Verás, lo primero que tenéis que hacer es declararos en suspensión de pagos individual o familiar,  presentando concurso de acreedores ante el juzgado más próximo. Yo os lo prepararé todo. No importa que aún podáis pagar haciendo esfuerzos sobrehumanos: vuestro tren de vida es ahora insoportable, y tenéis derecho a declararos en suspensión de pagos. Ello paraliza, vuelve cero, los pagos de todas las cuotas de hipoteca y otros créditos. Tu caso, entre otros miles y miles que paulatinamente van a surgir, no se verá nunca por el Tribunal. En estos casos se suele decir Que pague Rita, pero como tú te llamas Rita, pues que pague otra.


 

Bingo, las primeras risotadas han iluminados sus gruesos labios encendidos. La segunda llave me funciona, pero hay que ser cauteloso, prosigo:


 

Por lo tanto es importante que lo hagáis voluntariamente cuanto antes, o seréis embargados por el banco, esta gentuza, sólo mira sus intereses usureros y son expertos en joderle la vida entera a las familias. Si no os declaráis pronto en suspensión de pagos, habréis de pagar hasta después de haber perdido el piso.


 

Bueno, Pedro, lo hacemos, y qué pasaría después.

Ahora es el momento de hacerla pensar, y que mejor argumento desgranar ante su nariz de corte egipcio el sistema de vida americano.


 

Si el concurso prosperase, se negociaría obligatoriamente con el banco, que se vería forzosamente obligado a una “quita” de hasta el 50% de la deuda. Hacienda también entraría en la negociación, con lo cual, veréis reducidos incluso vuestros impuestos. Y lo más importante, no perderéis la casa. No perderéis nada. ¡Es el american way of life, la única parte buena del sistema en el que estamos metidos, siempre que tengamos los cojones bien puestos y juguemos con fuerza al mismo juego que juegan nuestros explotadores!


 

Qué alivio hablar contigo, Pedro. No veas el panorama que nos pintó el abogaducho ese que le recomendaron a Juan –bien, no ha dicho mi marido, sino que lo ha llamado por su nombre–. A ti se te nota que sabes lo que dices, y además ofreces la única solución que nos conviene, ir a por todas y no perder la llave de casa que es lo único que nos queda. Si te digo la verdad, esa mala fama que tienes, no se justifica… Siempre supe que eras un hombre maravilloso.


 

Simplemente trato de acostarme todas las noches a dormir, con la conciencia tranquila. Y tú siempre me pareciste una mujer estupenda… distinta, con estilo… –he tocado su rodilla, es una de las pruebas de fuego, si aparta las piernas, mira al frente y cambia de tema, todo está perdido, si me mira a los ojos y me hace un cruce de piernas a lo Sharon Stone, todas las esperanzas están abiertas…


 

Me ha mirado y ha girado juntas sus rodillas, enfundadas de vaquero; lo del cruce de piernas seguramente sólo se practica con falda.


 

Tenéis que llevar tanto como podáis una economía sumergida, ahorrar debajo de una losa o del colchón. Nunca en un banco. Invéntate un trabajo autónomo y procura que esté relacionado como eso que siempre te gustó hacer, pero que nunca pusiste en práctica por falta de tiempo u oportunidades… Eso se llama trabajo lúdico…


 

A mí siempre me gustaron las leyes… ayudar como tú hacer a la gente más humilde, con menos posibilidades…


 

Me ha vuelto a mirar con chispa.


 

Ahora no tengo a nadie en el bufete y no creas que no me vendría nada mal una ayuda. Aunque por lo pronto no podría haber nada de contratos ni seguros…


 

Sumergida en tu despacho, Pedro.


 

Ahora es ella la que ha tocado mi rodilla.


 

Eso, sumergidos los dos aquí, para sacar a flote a nuestros clientes pobres.


 

Ha vuelto a reír. He tocado su mano, está fría, suave y yo diría que entregada. Creo que la segunda llave ha abierto la mente y puede abrir el cuerpo de una mujer excitante.


 

Ahora sí me voy a tomar esa copa.


 

Que sean dos.


 

Javier Martín Franco

 

 

 

LA INVITACIÓN

 

Te invito a dejar de lado, un rato tan sólo, todo aquello de cuanto afirmas estar seguro. Te invito a mirar con otros ojos, siendo tuyos, a regatear a la vida lo claro y lo obscuro, a revolcarte un poco en el inmaculado lodo.

 

Te invito a que cuando no sepas, preguntes, tal vez juntos limemos nuestra ignorancia. A que cuando en soledad te hundas, llames, y te sorprendas ante tantas llamas solidarias.

 

Te invito a lo más difícil, a no competir, ¿quién decide que color u olor es más bello? Es tan absurdo . . . mejor sólo rodar y vivir, y nunca sentir una diferencia como atropello.

 

Te invito a crecer cada día compartiendo, a compartir el sano placer de compartir, a más fluir, reflexionar, regalar y sentir mientras el tiempo, harto de ser y reír, nos va, fugaz e indolente, consumiendo.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

  

 

LA INVITACIÓN

 

...por Oriah Mountain Dreamer,

                       tomado de "Dreams of Desire" (1995)

                           Traducción de Cheryl Harleston

 

No me interesa lo que haces para ganarte la vida.

Quiero saber lo que ansías,

y si te atreves a soñar en satisfacer el deseo de tu corazón.

 

No me interesa tu edad.

Quiero saber si te arriesgarías a parecer como un tonto

por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo. 

 

No me interesa cuáles planetas están en armonía con tu luna.

Quiero saber si has tocado el centro de tu pesadumbre,

si las traiciones de la vida te han abierto,

o si te has marchitado y cerrado por el miedo al dolor futuro.

Quiero saber si puedes sentarte con el dolor,

el mío o el tuyo,

sin intentar esconderlo, desvanecerlo o arreglarlo.

Quiero saber si puedes estar con la alegría,

la mía o la tuya,

si puedes bailar con locura y permitir que el éxtasis te llene

hasta la punta de los dedos,

sin advertirnos que seamos cuidadosos, que seamos realistas,

o que recordemos las limitaciones de los seres humanos. 

 

No me interesa si la historia que me cuentas es verdadera.

Quiero saber si decepcionas a otros para serte fiel a ti mismo,

si puedes soportar la acusación sin traicionar a tu propia alma.

Quiero saber si puedes ser fiel, y por lo tanto ser confiable.

Quiero saber si puedes ver la belleza,

aún cuando no sea bella todos los días,

y si puedes originar tu vida desde su presencia.

Quiero saber si puedes vivir con el fracaso,

el tuyo o el mío,

y no obstante pararte a la orilla del lago y gritarle a la luna "¡Sí!" 

 

No me interesa saber en dónde vives o cuánto dinero tienes.

Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de pesar y desesperación,

cansado y golpeado hasta los huesos,

y hacer lo que se tiene que hacer por los niños. 

 

No me interesa quién eres o cómo llegaste a estar aquí.

Quiero saber si te pararás en el centro del fuego conmigo sin rehuir. 

 

No me interesa en dónde o qué o con quién has estudiado.

Quiero saber qué es lo que te sustenta desde adentro

cuando todo lo demás desaparece.

Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo,

y si verdaderamente te agrada la compañía que buscas en los momentos vacíos.

  

 

 

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EL TRASVASE


EL TRASVASE



Mientras observaba el planeta desde el ventanal cuántico con la certeza de no ser visto, se preguntaba como era posible que esa especie ni sospechara su función, el fin para el que había sido creada y criada.

Le resultaba especialmente asombroso el hecho de que tenían ante sus ojos la respuesta, pero al parecer en sus esquemas mentales no había nada más difícil de sospechar que lo evidente.

Ellos mismos criaban y restaban vida a muchas especies para alimentarse en la etapa evolutiva en que se encontraban, ¿cómo era posible que no sospecharan que eran a su vez alimento de otros?¿Tendría relación con ese defecto que les hacía hablar de un ente creador infinito sin poder concebir su obra siquiera? Yo mismo conocí a quien programó esa tara, fue mi profesor durante un tiempo, durante la exploración de la Enana de Draco, la NGC 221 y la Nubes de Magallanes. Decía que hay una especie de armonía disarmónica en el universo, que si se programan dos actitudes o cualidades contradictorias, el resultado podía ser, no obstante, completamente armónico. Como la variación no afectaba al rendimiento energético de la especie, incluso lo aumentaba levemente, la asamblea lo aprobó sin mayores contratiempos.



Dio comienzo el trasvase: Nosotros, los Trubs, cosechábamos todo tipo de energía derivado de las diferentes formas de empatía, los Reins, por su parte, se alimentaban de la energía del conflicto. Para la especie emisora, conmovedora en su simpleza, un tipo de energía era mejor que la otra, lo cual en parte es lógico, por tratarse de una especie gregaria.

El acuerdo milenario con los Reins había mantenido una paz que, en principio, era más necesaria para nosotros que para ellos, pues el conflicto en sí les alimentaria y haría más fuertes, mientras nosotros deberíamos renunciar al enfrentamiento para vencerles. En el último conflicto, tanta energía acumulada tuvo que ser trasladada a las cercanías de un agujero negro para evitar la consiguiente contaminación.



Como en cada ciclo estelar, el trasvase duró apenas unos instantes, era la última cosecha: Para nosotros, una linea de energía orgónica que viajaba hasta nuestro hogar impulsada por si misma. Para los Trubs, la misma linea, en dirección opuesta, se dirigía a sus almacenes energéticos. Luego hicimos los cálculos conjuntamente basándonos en el acuerdo previo, que tanto disgustaba a los Reins, de que no sería anulada ninguna vida, por elemental que fuera, si no era imprescindible.

Mi buen amigo Ruk, tan aficionado al estudio de especies primitivas, intentó, a modo de pasatiempo, traducirlo al lenguaje de las criaturas:

En la década siguiente se ha de reducir la población en un veintitrés por ciento, pero sólo un tercio han de ser muertes por odio, a fin de garantizar la cosecha de los Reins. Programamos una sola epidemia, pues la extraña costumbre de amedrentarse entre ellos la transformaba en una especie sumamente vulnerable y colocamos suficiente combustible para provocar dos tsumanis y catorce terremotos. Las muertes por odio las resolvimos con un sencillo programa de reflejos de temores propios. Los Reins, como siempre, regatearon intentando que fuera programada una segunda guerra, pero nos atuvimos estrictamente a lo pactado. No podían comprender que protegiéramos a seres tan primitivos, tanto como nosotros no comprendíamos su afán por cosechar toda la especie en un sólo trasvase.

Ruk, observando una escena cotidiana de un pequeño grupo de criaturas me preguntó:



¿Crees que alguno de ellos sospecha su destino?



Lo dudo, contesté. ¿Lo sospecharíamos nosotros si la energía de nuestros ancestrales acuerdos con los Reins sirviera de sustento a una especie que se alimentara de equilibrio al igual que nosotros, los Reins y tantos otros nos alimentamos de desequilibrio?



Sé que menosprecias a este tipo de especies tan primitivas, me dijo, pero en algunas de ellas hemos detectado signos de búsqueda de ese equilibrio. Tal vez ellos estén más cerca que nosotros de aquellos a los que previsiblemente servimos de alimento.



Tal vez, esta zona siempre ha sido propensa a universos paradójicos, y tanta inestabilidad hace que cualquier rareza sea posible.



Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net


 



EL TRASVASE


Al trasvase, más o menos continuo y cotidiano, de experiencias, información, emociones, confidencias, bromas y broncas, llamamos amistad.

La amistad, la menor y más ingenua hija del amor, está en el centro de todo trato humano, con mil máscaras, pero un único rostro que siempre es fiel reflejo del paterno.

Mientras siga deambulando por esta tierra, trasvasando luces, sombras y colores entre las diminutas estrellas que somos, la vida humana siempre será algo más que sobrevivir.

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net




 

EL TRASVASE
 

La granja estaba revuelta sin saber a que atenerse. La noche aún no se había despedido cuando un estruendo irrumpió violentamente sin dar tiempo a la naturaleza a despertarse con gotas de luz, como hace desde tiempos inmemoriales. ¿A qué venía tanto ruido? Las gallinas cacareaban, los burros rebuznaban, los perros ladraban y así sucesivamente cada animal demostraba como podía su descontento hacia aquel desagradable despertar. El gallo se quedó en un principio sin habla pues le habían atacado en donde más le dolía “ser el despertador” y poco después pasó al más desagradable.

Estaba tan enfadado que su sonido era una mezcla de chillido extraño, entre cacareo y maullido que nos dejaba a todos en estado casi catatónico. Después de un tiempo, comprendimos que lo había hecho simplemente para llamar la atención.

Lo que producía tanto ruido a esas horas intespectivas no era sino El trasvase.

Río Grande iba a dar agua a Guadalseco ya que este último estaba en zona según algunos “altamente desarrollada” y según otros “altamente especulada” Mientras que Río Grande pasaba por simples campos de cultivo que como habían estado ahí toda la vida, no había razón para pensar que tuvieran ningún valor. De hecho era mucha la gente de la zona que se marchaba a otro lugar.

La situación preocupaba, además de a los animales, a las personas que les hacían compañía. Ellos además de no querer comprenderlo les molestaba la situación enormemente.

Se lo quiso explicar el burro y nada de nada, se lo quiso explicar la cabra y lo mismo, se lo quiso explicar la gallina y casi la dejan estéril. Después de muchos intentos los dejaron por imposibles, tal vez porque cuando alguno se acercaba sólo oía “déjame en paz”.

María y Manolo llevaban tda la vida en aquel lugar y no querían que se lo cambiaran. No sabían, como personas de compañía que eran, que en la vida no hay nunca nada igual y que aunque digan lo contrario, es el presente el que no existe.

Los animales no sabían qué hacer con aquellos dos mohínos y tristes que iban de acá para allá de día y de noche. Del cortijo al trasvase, del trasvase al campo, del campo al trasvase, del trasvase al cortijo y vuelta a empezar.

Todo el tiempo andaban enfadados como echándose las culpas de su desgracia entre ellos o a quién se les acercara. Empezaron las malas miradas, los malos gestos, las malas palabras. Siguieron los insultos, las malas alusiones a la familia y como estáis imaginando la situación no parecía tener buen final.

Pero como esta es mi historia y a mí me gustan los finales felices no tenéis que sufrir pues se resolverá todo a beneficio de la mayoría. Claro, que la mayoría vive en las proximidades a Río Grande con jardín y piscina.

Aconteció un día, que pasó por allí un hombre con una furgoneta en dirección al pueblo. Quiso el hombre acercarse a ver las obras del trasvase y como aquello estaba regular se quedó atrancada la rueda trasera izquierda en un barrizal del camino. El dueño al intentar maniobrar se equivocó y en vez de sacar la una, metió las otras tres. Cada vez más nervioso y alterado aceleraba con fuerza empeorando la situación. En esto, que en su paseo al trasvase, pasaron por allí perros y burros con sus personas de compañía. Al ver la situación se pusieron a ayudar. Los burros delante tirando con una cuerda y las personas detrás. Como la furgoneta iba muy cargada no avanzaban. Así que quitaron sacos y volvieron a empujar y poco a poco consiguieron sacarlo de aquel ya profundo barrizal.

El dueño les dio las gracias y nervioso como estaba, se fue dejándose los sacos a la vera del camino. Cuando se dieron cuenta, la distancia era demasiada para que les escucharan. Esperaron unos días y cambió el tema de conversación. La crispación por el trasvase había dejado paso a las anécdotas del atasco y a su eficaz ayuda. A las semanas, viendo que el hombre no volvía, abrieron los sacos y descubrieron que estaban llenos de pipas.

Ahora, se toman la vida más relajada. Van al trasvase a ver cómo van las obras, van al campo a trabajar; pero cuando llegan al cortijo, se sientan en la puerta, abren el saco y entre risas, comen pipas sin parar.
 

Lola Carmona

 

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¡DÉJAME EN PAZ!


¡DÉJAME EN PAZ!

(Texto para ser leído en sedes de partidos políticos, parlamentos verticales, cónclaves de obispos y reuniones de similar inmoralidad):



Ciudadanos de firmes certezas, mortales que se expresan como inmortales, adictos al inexistente orden inmutable, al poder y al control, adictos, en definitiva, al miedo, permítanme una observación:



Todos y cada uno de nosotros no somos más que niños ciegos encerrados en un cuarto oscuro e intentando obsesivamente explicarnos unos a otros cual es el verdadero color de la luz.



Así que, por favor, déjenme en paz.



Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net




 

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COMIENDO PIPAS


COMIENDO PIPAS SIN PARAR


Yo lo vi todo mientras comía pipas sin parar. Las pausas entre los crujidos de las pipas al quebrarse llegaron a estar en concordancia con las pausas del diálogo que mantenían ellos. Yo no era, en realidad, más que un testigo al que ambos ignoraban, concentrados como estaban en sus conflictos e intereses, un testigo cuya presencia no parecía importarles en absoluto.

El más alto colgó el teléfono. El otro, apuntándole de repente con una pistola con silenciador, le dijo:

Así que “yo lo liquido” . . .

No es lo que crees, le replicó, sorprendido, su amigo. Rufo me preguntaba si podía liquidar el problema yo sólo.

Ya, y el problema soy yo . . .

No, el problema es que tienes que devolver el dinero, eso no es negociable, pero el resto se puede solucionar.

Aunque lo devuelva estoy condenado y vendréis por mi.

No, ese es el acuerdo: devuelves el dinero, unas disculpas y asunto concluído.

No lo creo . . .

Es verdad, mira . . . dijo mientras se acercaba a la mesa del despacho. En el mismo cajón estaba la prueba de su inocencia, la que podía disipar las sospechas de su amigo y un revolver cargado. Me pareció que ni él mismo sabía cuál de las dos opciones elegiría tras abrir el cajón: poner la grabación de la conversación telefónica recién concluída o disparar a quien le encañonaba, su amigo de la infancia, con quien había recorrido tantos correccionales y cárceles.

Abrió el cajón y en ese mismo instante oyó el disparo al tiempo que sentía una punzada en su costado. Ahora sí se había decidido: empuñando el revólver aprovechó su último hilo de vida para apretar el gatillo contra quien acababa de dispararle. Los dos se desplomaron casi al unísono.

Y yo lo vi todo . . .

Mientras retiraban los cuerpos, un policía un tanto malhumorado me miró y dijo: Y con este loro, ¿qué hacemos? No hace más que comer pipas sin parar . . .



Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

COMIENDO PIPAS DESESPERADAMENTE

La luz del atardecer se colaba aún por las rendijas de las persianas a medio echar, faltaba poco para que cayera la noche por fin.

Se reunían de vez en cuando para conversar, para deshacer ese nudo de incomunicación que nos ahoga dentro de nosotros mismos, sin poder compartir esa realidad que construimos cada día, sin poder contrastar con todo la veracidad de tantas incertidumbres. Solían ser siempre los mismos pero en las dos últimas reuniones había aparecido un hombretón rudo, un forastero como solían decir las gentes del lugar.

El forastero se había acercado a sus pequeñas reuniones y pasada las primeras reservas se había manifestado como un hombre viajado y mundano, conocedor de otros mundos, con amplitud de miras. Sin embargo, su presencia resultaba de lo más inquietante,

Había algo en él no del todo claro que se dejaba notar en sus frases sin terminar, como si a veces él mismo dudara de lo que estaba diciendo o como si manejara un guión auto impuesto ,que a veces se olvida. Las últimas reuniones habían resultado muy vehementes. Porque el mundo se revolvía en multitud de incertidumbres; la explotación, las guerras, la manipulación informativa,…. Momento de cuestionar y crear caminos nuevos.

En parte todos los allí reunidos encerraban en sí mismos algo de revolucionarios; por sus ansias de buscar. La revolución surge del inconformismo y la búsqueda, de la curiosidad, de las ansias de saber, del deseo de transformación. El forastero escuchaba, cada vez hablaba menos...había cogido la costumbre de comer pipas, a veces desesperadamente, como si la respuesta a todas esas grandilocuentes preguntas se hallara en esa compulsiva conducta.

Seguía produciendo recelo entre los presentes; incluso alguno había sugerido en petit comité que podía tratarse de un espía del gobierno; enviado para controlar sus subversivas reuniones.

Pensaban casi unánimemente que fuerzas en la sombra pretendían controlarnos a todos; evitar  cualquier movimiento social, terminar por aniquilar nuestra conciencia.

 

Begoña Ramírez Joya


 

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HIPOCRÁS

 

HIPOCRÁS

El joven Hipocrás pensaba demasiado, ya lo había dicho su abuelo años atrás.

“ . . . Si los dioses del Olimpo nos crearon a nosotros los mortales, ¿quién creó a los dioses del Olimpo? ... ¿Y quién creó a los creadores de los dioses del Olimpo? ¿Existe algún ser que no cree a lo largo de su existencia? ...”

“ . . . Tal vez los dioses y los mortales estén hechos de la misma materia, más perecedera en unos que en otros, pero idéntica en su esencia. Tal vez todo ser posee un ánima cíclica, tal vez incluso toda materia ... ¿Tiene ánima un grano de arena?”

El padre de Hipocrás, agobiado ante el peso de tanta pregunta, algunas incómodas, descubrió para su hijo la vocación de pastor, a fin de apartarle en lo posible de la compañía de otros elementos extraños como él que pululaban por la polis.

Siete años después, necesitando comparar y compartir sus ideas con las de sus semejantes, Hipocrás solicitó el permiso paterno para volver a Atenas, pero le fue denegado: “No, no hace mucho le hicieron beber la cicuta a un viejo loco que preguntaba la mitad que tú. Sigue en el monte y conservarás la vida.”

Hipocrás se resignó y comenzó a escribir sus muchas preguntas y sus algunas respuestas en unas tablillas de barro que luego cocía con la abundante leña de los bosques y vitrificaba con arena del río. “Algún día caerán en manos de otro tejedor de preguntas como el viejo Sócrates, se decía, y ese pensamiento le consolaba en su soledad.

Llegó a reunir, a lo largo de treinta y siete años, mil quinietas veintiocho tablillas que su sobrino, dos semanas después de su muerte, vendió para ser trituradas y formar parte de los cimientos de uno de los tantos templos en honor de Apolo.

Uno de los esclavos que acarreó las tablillas enterró una docena con la idea de volver a buscarlas y engrosar, con su venta, sus ahorros destinados a comprar su libertad, pero nunca regresó, pues murió poco después de neumonía.

Las tablillas aparecieron a mediados del siglo XIX en un bazar de Estambul y meses después fueron nuevamente enterradas en los sótanos del Museo Británico.

Hipocrás no fue considerado un sabio hasta mediados del siglo XXV cuando, con casi todas las respuestas ante sí, el ser humano necesitó más que nunca deleitarse con el sabor de una pregunta.


Nekovidal 2009 –
nekovidal@arteslibres.net



 

HIPOCRASH
 

Era hipocrash. Ya no quedaba ninguna duda. El diagnóstico definitivo había tardado demasiado y ahora sólo se podía hablar de fechas. Los síntomas habían sido muy confusos, sutiles al principio, pero ahora todos estaban de acuerdo: el hipocrash se había extendido completamente. Probablemente, según opinaban los científicos más realistas, se trataba de distintas enfermedades acumuladas que se habían ido superponiendo unas a otras, amplificando geométricamente el efecto hipocrashínico, por ello su diagnóstico había sido tan complicado. Ahora era ya demasiado tarde. La ciencia con todo su avanzado poder tecnológico quedaba empequeñecida ante la magnitud del problema. Se podría liofilizar y congelar para su conservación partes de ADN con fines científicos y experimentales; incluso generaciones de ocupantes futuros podrían, a través de estas muestras, recrear a su voluntad, las especies extintas. Pero quizá esto era demasiado peligroso, incluso contraproducente. La morbosidad podría ser genética y no se conseguiría sino reproducir el desastre. Quizá lo más inteligente sería simplemente largarse tras destruir completamente cualquier signo de vida orgánica, para garantizar así una desinfección total.

John subió a la cabina con el disparador meta-nuclear del banco de virus en la mano. Cuando podía aún distinguir por el ojo de buey el contorno antártico, su último refugio, apretó el gatillo.

 

Diego Pérez Sánchez

 

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ATRAPADO EN EL TIEMPO

 

ATRAPADO EN EL TIEMPO

Por Franjamares

¿Qué es el tiempo? 

Una flecha disparada atravesando muertes y vidas.

La gran rueda dentada que gira en espiral

por entre los ángulos del espacio, llevando consigo a gentes y cosas.

Un torbellino invisible y sucesivo que nos atrapa

y nos consume, victimas de nuestra torpeza,

al no mirar entre sus líneas,

al no ver su cara fehaciente de luna

de cabellos de helio y ojos negro infinito.  

Me siento atrapado en el tiempo cuando me faltan minutos

o me sobran horas,

si mi corazón no es golpeado por la euritmia

derramando luz sobre la vida;

si no me detengo a escuchar el silencio y sus sonidos…

y en este lapso mágico observo como propio el paso de la gente,

me encuentro con mis amigos. 

Me siento atrapado en el tiempo

si en la fatiga cotidiana lucho ridículamente contra el reloj

obviando que su presencia constante es mi vivencia;

si  no me permito un momento siquiera para soñar,

si no dejo libre la caja tonta de nuestra mente,

donde pueda ver pasar como pájaros los pensamientos;

o si no empleo mis horas para sentir que todo sucede al propio tiempo,

para modelar la realidad que determina nuestra vida,

(participando de la mente creativa del universo)

y así hacerla más humana, más sincronizada,

más atemperada, más divina.
 

Javier Martín Franco

 

ATRAPADO EN EL TIEMPO

 

No cabía duda de que estaba atrapado en el tiempo. Para cerciorarse, fue comprobando uno a uno los síntomas:

Lagunas de memoria ocasionales, paramnesias frecuentes, miedo a la muerte, absurdas preguntas existenciales recurrentes, estrés no justificado, miedos irracionales, etc.

Estos accidentes suceden a veces, pensó, como las ancestrales colisiones entre vehículos, cuando nuestros antepasados se desplazaban dentro de primitivos cofres, algunos de los cuales conservan los museos.

Atrapado en el tiempo, uno de los mayores peligros de nuestra época, pero una experiencia muy interesante, según le habían informado, si consegíua sobrevivir . . .

Lo más peligroso es el principio, recordó, hasta que consigues identificar el papel que juega dentro de su ecosistema el ente en que has quedado atrapado.

“Tú recoge ese cachorro, yo llevaré estos dos, a ver si hay suerte y encontramos quien los adopte ahora que todavía son pequeños.”, dijo el empleado de la perrera sin mucho convencimiento.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

ATRAPADO EN EL TIEMPO

 

Quien más, quien menos, todos estamos atrapados en el tiempo.

Podemos quedar atrapados en las situaciones y miedos más insospechados: oír una moto ruidosa desde la cuna al tiempo que nuestros tiernos ojos ven por primera vez un pajarito puede dejarnos atrapados en el terror de ese momento y la consiguiente fobia a los diminutos dinosaurios. La caricia inocente sobre un gato malhumorado que responde con un arañazo fugaz y temeremos a los pequeños felinos el resto de nuestras vidas.

No somos más que niños asustados atrapados en el tiempo.

Tal es el terror que nos puede producir intuir tan sólo hasta qué punto nuestras vidas se encuentran en manos del más puro azar, que rehuimos la idea instintivamente.

Si en esta época extraña en que la esclavitud se mendiga le despiden de su trabajo, no sufra: tal vez le estén salvando la vida.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 


 

ATRAPADO EN EL TIEMPO


Transcurren los días

iguales unos a otros.

Salpicados de lluvia,

ateridos de frío,

soplando los vientos,

o con el calor en calma,

salen el sol y la luna.

La luz sigue dulcemente

a la oscuridad y nos dejamos ir

por la espiral del tiempo

hasta que un días tus pies

te siguen cansados

y tus manos y tus ojos

tiemblan perdidos.

Y descubres de repente

que estás atrapado en el tiempo.

 

Begoña Ramírez



 

ATRAPADO EN EL TIEMPO


Abrió lentamente los ojos, no sabía dónde se encontraba. Por un momento se sintió perdido y como si volviera de un inconsciente profundo y lejano se fue dando cuenta poco a poco de que estaba en su cama y que esa era su habitación. Estaba en su casa. Se levantó despacio, se sentía cansado, le sorprendió su propia torpeza. Casi arrastrando los pies se dirigió al cuarto de baño. Pero ¿qué le había pasado a sus manos? lucían arrugadas, llenas de pequeñas manchas y temblaban levemente. Un temblor pequeño, pero constante. ¿Qúe había pasado con sus manos ?antes vigorosas, fuertes hasta la insolocencia, manos para apretar con fuerza, para dar un puñetazo en la mesa y asunto concluido, manos para construir, para acariciar. También para destruir.

El sonido agudo del teléfono le reclamó de pronto e interrumpió sus ensimismados pensamientos.

_Hola papá, ¿has dormido bien?

-¿Papa? ¿Estás ahí? ¿Recuerdas que hoy tenemos que ir al banco? ya sabes necesito ese dinero, si no fuera tan importante no te lo hubiera pedido.

_Sí bueno –dijo titubeando…_no sé

_ ¿Cómo que no sabes? Anda en media hora pasó a recogerte. Si puedo después daremos un paso aunque tengo el día muy ocupado, ya sabes…bueno nos vemos ahora…….

Se quedó con el auricular en la mano hasta que un pi.pi.pi.pi constante y molesto le indujo abandonarlo en su sitio. Las ideas se fueron agolpando como si todas hubieran vuelto juntas de una pequeña fiesta: su hijo, su casa,

el dinero, su soledad, ah claro su enfermedad, su edad.

Cuando llegaron al banco una enorme cola llegaba hasta la puerta. Su hijo le ofreció una silla que él rechazó orgulloso en un primer momento, para luego aceptar vencido y sumiso.

Venga Papá no seas cabezota………

Sin duda soy una víctima más del tiempo, otro atrapado en el tiempo. 

 

Begoña Ramírez

 

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LAS MARIQUITAS

 

LAS MARIQUITAS

 

Danilo era cordobés, emigrante, homosexual y una de las personas más educadas que he conocido en mi vida. Para unos era el Sr. Danilo López, para otros el mozo, o la mariquita, o el gallego puto, o ...

Para mi, Danilo era, a mis cinco años, el señor ingés, porque era la única persona que había conocido que se comportaba igual que ciertos actores ingleses, como David Niven, y yo estaba convencido de que sólo los ingleses actuaban así.

Danilo trabajaba de camarero en un restaurante de mi padre. Y éste tuvo que pasar unas cuantas horas, de algunas de las cuales fui testigo, explicando a sus amigos, en gallego y castellano, porqué le había contratado, siendo evidente, si no al primer golpe de vista, sí al segundo, que era homosexual, con el consiguiente perjuicio económico previsible para el local.

A principios de los sesenta, Uruguay era uno de los países más progresistas del mundo, pero el machismo y los prejuicios sexistas reinaban allí como en casi todas partes, y contratar un camarero homosexual, salvo que fuera para un local de clientela muy definida, era un riesgo.

Mi padre, que en política solía defender posturas más bien conservadoras, tuvo varios gestos así en su vida, llevando al extremo su carácter consecuente y dando la cara por derechos que décadas después se considerarían normales.

“Sí, es maricón, pero es el mejor camarero que he tenido, trabajador y educado, ¿por qué no se le va a contratar?”, les decía a sus amigos.

“Te va a hundir el restaurante”, contestaban ellos.

La sorpresa fue mayúscula: un par de meses después no sólo no había bajado la clientela del local, sino que había aumentado considerablemente, teniendo mi padre que contratar dos camareros más.

En el fondo, y a pesar de las apariencias, las personas no somos tontas, o lo somos menos de lo que aparentamos, y a todos nos gusta ser bien atendidos por una persona que disfruta con su trabajo, y un buen profesional de la hostelería es ante todo eso: una persona cuya satisfacción laboral va unida a la satisfacción de sus clientes. Y ese era el arte de Danilo, arte que primero las clientas y luego los clientes sin dudas sobre su identidad sexual, pronto aprendieron a valorar.

En un país donde tu peluquero era ruso, tu sastre judío, tu panadero italiano y la mitad de la hostelería gallega, no era extraño tener un camarero cordobés que se comportara como un mayordomo inglés. Lo curioso es que Danilo no hablaba ni una palabra de inglés, pero eso nunca me supuso un problema para considerarle británico, porque yo creía, no sé porqué, que los ingleses eran personas de muchos gestos y pocas palabras.

Y Danilo, efectivamente, solía ser muy parco en palabras. Un día sorprendí en la puerta del restaurante una conversación entre él y un amigo suyo, posiblemente su novio, sobre el oficio de camarero:

“Un buen camarero habla siempre poco, sólo lo indispensable. Así no se molesta al cliente y, de paso, puedes disfrutar con sus conversaciones, que siempre son interesantes, aunténticas novelas, verdaderos libros ...”

Recuerdo que pensé: “Ah, entonces, ¿los libros no están siempre escritos . . . ? Y eso cambió para siempre mi forma de mirar los libros y las palabras.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

 

 

LA MARIQUITA

 

      Era grande y bastante gorda. De color rojo brillante. El pequeño Diego intentaba contarle los lunares a la mariquita que descansaba tranquilamente en la hierba del patio de los abuelos.

“Mamá, mamá, creo que tiene ocho” gritó Diego emocionado.

Cogió al mariquita y la puso entre sus manos. “Voy a buscarte una caja de cartón para meterte dentro, le susurraba Diego a la mariquita. Le haré agujeritos para que respires y te pondré hierba todos los días. Serás la mariquita más feliz del mundo y seremos amigos para siempre, y te contaré los lunares todos los días. Seguro que te salen más y así tendré la mariquita con más lunares del mundo”

Tres días más tarde  su madre pasó por delante del cuarto de Diego y le vio ensimismado mirando la maquita.

“Hey, peque, ¿qué haces?”

“Miro a Juana, a ver si hace algo, pero no hace nada. Y tampoco le salen más lunares”

Su madre se rió y se sentó junto a él.

“Y además de que se la multipliquen los lunares, ¿qué esperas exactamente que haga Juana?”

“Pues no sé, quiero que vuele o algo”

“Pero bueno Diego, ¿cómo pretendes que vuele si apenas le abres una rendijita de la caja?”

“¡Pero es que si la abro más se va volando y seguro que no vuelve!, protestó Diego. Y ya nunca más la veré”

“Pues no, seguro que no vuelve, le respondió su madre, pero si no lo haces tú no habrás visto volar a tu amiga, y ese es un recuerdo que seguro que nunca se va a ir de tu cabeza. Además, tú querías que Juana fuera la mariquita más feliz del mundo, y seguro que ahí encerrada echa mucho de menos a las otras mariquitas, y pasear por el césped, y volar de flor en flor…”

Diego se quedó pensando en lo que su madre le había dicho. Y ese día aprendió que en la vida todo requiere tomar decisiones que siempre significan ganar un algo y perder otro algo. Y para hacerlo lo mejor posible podemos, y debemos, sopesar los pros y los contras, y siempre siempre siempre pensar en la felicidad de aquellos a quienes amamos incluidos nosotros mismos.

“Te voy a echar de menos Juana” decía Diego despidiéndose con la mano.

 

Noemí Hernández Hidalgo

 

 

TÚ Y YO Y LAS MARIQUITAS

Por Franjamares 

El sol permanece más tiempo fuera del horizonte en estas fechas primaverales. Su altura en el cielo, como un gran farol encendido de oro y azul, nos hace personas más alegres, regocijadas en su calor vehemente, que quita cada día más ropa como un amante deseoso y entregado. La primavera altera la sangre de toda la biosfera, calienta la vida a fuego lento y nos hace libres inmersos en un mar de luz, sintiendo el canto de los pájaros rabiosos de amor, entre los insectos pletóricos y olores de flores reventadas de color que a veces también vuelan como mariposas.

    Conduzco por la carretera que lleva hasta la sierra, vienes conmigo y tu luz brilla igual que el sol de ahí afuera. Las curvas te arriman a mi hombro. El aire perfumado pasa a través de nosotros como entre las ramas de los pinos. En ese instante me cuentas lo bello que es el paisaje, y la carretera parece entonces una línea intemporal y sinuosa que nos hace libres y dichosos.  Dos marinitas unidas saltan a nuestro parabrisas. Una sobre la otra Comienzan un baile amoroso que recorre el cristal frente a nosotros; somos espectadores de un amor que parece metáfora del nuestro. Todo el campo está haciendo el amor en derredor y tu sonrisa cómplice nos hace reír a carcajadas… hasta nos entran ganas de aplaudir el alocado lance amoroso de los insectos, enajenados por la pasión, volando sin rumbo unidos por el sexo, posados en nuestra luna, haciéndola luna de miel para nosotros.

    En una de las curvas las mariquitas fundidas en un sólo abdomen rojo de pintas negras saltan impulsadas por la fuerza centrífuga, perdiéndose entre los matorrales, nuestro coche parece volar sobre la curva siguiente pero los neumáticos se adhieren al asfalto devolviéndonos a la calzada. Llegaremos al pueblo ese que nos recomendaron, pasearemos por sus calles de piedra, visitaremos sus bares confundidos entre sus parroquianos, dispuestos a recomenzar la libación del vino joven, probaremos del queso viejo y exhaustos de ternura probaremos del boca a boca el reconfortante hipocrás, viviremos juntos este momento de dicha, notando el mundo que queremos notar, relegados al placer de compartir, olvidados por el gran relojero en un cruce cualquiera de la maraña, sin ánimos de volver… dispuestos a reinventar… 
 

* A propósito de los temas “Las mariquitas” e “Hipocrás”, Tertulia Entrelíneas, Nerja, mayo 2009.


Javier Martín Franco

 

 

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PEQUEÑOS PLACERES


PEQUEÑOS PLACERES

 

Iba mirando por la ventanilla en silencio, sin escuchar si quiera la música de los Celtas Cortos que sonaba bajito en los altavoces de su viejo, aunque eficiente, coche blanco. Iba mirando por la ventanilla con el firme propósito de grabar en su retina cada centímetro de la costa de la que ahora era su nueva vida.

Y es que desde que se fue de su ciudad natal hace apenas seis meses, se había dado cuenta de que lo que más extrañaba eran esos pequeños placeres que componían su vida, fuera del trabajo y las obligaciones domésticas. Esos pequeños placeres que por entonces carecían de importancia y que de repente se habían convertido en poderosas anclas que la arrastraban hacia aquella ciudad de la que tantas veces había deseado marcharse y a la que ahora ansiaba fervientemente volver.

Pequeños placeres…  pasear por el enorme y céntrico parque de El Campo Grande, un helado en las Francesas, unas patatas de Blas, un zumo y un buen libro en la tumbona de la terraza de su casa, las croquetas de mamá…

Pequeños placeres que se había propuesto encontrar y disfrutar en este nuevo y temporal hogar para recrearlos en su memoria cuando al fin volviera a su casa.

Pequeños placeres…  pasear junto al mar, disfrutar de la luna llena sobre las olas, mirar la línea de la costa desde el coche en marcha…

Pequeños placeres que descansarían en sus vivencias y sus recuerdos para siempre.

 

Noemí Hernández Hidalgo


 

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LA CABEZA NO RESPONDE


LA CABEZA NO RESPONDE
 

Días antes del tsunami que mató a casi trescientas mil personas, sólo los animales y los locos se apartaron instintivamente de las costas.

A los animales los llamamos bestias y así nos consolamos en nuestra simpleza. Al loco, que en nada es mejor o peor, le tememos. Es la diferencia lo que incomoda.

Tal vez no sepa captar ese detalle o formalismo social que le delata, pero sabe captar la tragedia en forma de ola enorme, miedo o mentira o el amor en formas inimaginables.

“La cabeza no me funciona”, me decía preocupado, hace años, un buen amigo.

“Si piensas que no funciona, ya está funcionando para pensar que no funciona”, le contesté. Y esa frase tan sólo alivió el ritmo de funcionamiento de la cabeza que no funcionaba, alivió su minúscula pero infinita tragedia.

En sociedades dementes y alienadas, ser catalogado como un loco no puede ser sino un halago y, en muchas ocasiones, un salvoconducto para que te dejen en paz.

Personalmente, sigo haciendo méritos para conseguirlo.

 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

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TERROR EN LAS FILAS


TERROR EN LAS FILAS
 

"Dejemos de repetir a los jóvenes la vieja y sangrienta mentira: es dulce y honorable morir por la patria.”

Primero llegó el terror a ser alistados, pacifistas como eran ellos.

Luego el temor a no serlo, al escarnio público, a ser tachados de cobardes...

Finalmente siguieron el luminoso camino que, decían, señalaba la patria, y que conducía a la gloria.

El terror en las filas se desataba cada mañana ante la llegada del sargento primero.El terror de la instrucción fue constante pero no sirvió para imaginar cuanto habría de venir...

Aun tardaron un tiempo en darse cuenta que lo más terrorífico era que hubiera filas interminables de personas camino al matadero con la excusa de evitar terminar en el matadero...

Hoy muchos se preguntan de que sirve una patria sin personas que la habiten. Otros, sin embargo, aún creen que mejor una patria con dos patriotas y miles de muertos alrrededor, que una tierra en la que quepa quien no piensa como tú.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

TERROR EN LAS FILAS
 

El terror comenzó con la primera pregunta: ¿por qué?, y todos, aterrorizados, inventaron respuestas: yo lo sé, yo lo sé . . . Y transcurrieron milenios luchando por la respuesta única, porque sólo una, decían, podía ser la verdadera.

Un día, el loco del pueblo preguntó: ¿y no será que la misma pregunta es la respuesta . . . ?

Todo es como es porque no podía haber sido de otra manera, si no, hubiera sido diferente. El loco fue nombrado alcalde y desde entonces intenta, en vano, presentar cada mañana su dimisión irrevocable.
 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

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LA PRIMERA VEZ


LA PRIMERA VEZ


La primera vez que recibí un premio fue en la escuela, cuando tenía siete años, con el dudoso honor que fue un premio de lectura. Conseguí leer en voz alta, clara, marcando los signos de puntuación y sin trabarme. Ni me lo digan, quizá mejor que ahora.

Hasta ese momento la escuela era un ámbito en el que me sentía por lo menos cómoda, aunque no tardo mucho en manifestarse mi animadversión al gremio docente. Es que al año siguiente, y como no podía ser de otra manera en un país netamente militarista, ante una fecha patria, se organizo un desfile de alumnos por la ciudad en la que vivíamos. Todo iba muy bien hasta que ante algunas promesas incumplidas por parte de las maestras, y como casualmente vivía a 100 metros de la escuela en una calle por la que íbamos a pasar, no tuve mejor idea que al pasar por allí, romper filas, irme, abrazarme llorando a mi padre y dejar a todos boquiabiertos, terror? No sé si fue para tanto, pero con ocho años ya había decidió que no me arrastrarían las masas. Y desde luego tenía adonde cobijarme mas allá de que mi padre era demasiado formal para mi gusto y seguramente no dejaría de lamentarse de tener una hija tan díscola.

Luego ya de adolescente, la ocurrencia fue mostrarle a una profesora de idiomas, mis valiosos textos……….. directos, directos, salidos del corazón, que queréis que os diga, esta pobre mujer, que probablemente nunca se habría planteado el amor mas allá de lo mas domestico de lo domestico, me dijo que escribía muy bien, pero que debería escribir sobre cosas que conociera.

Así supe que, mis escritos podían molestar a algunas personas, que no todos tenían la claridad mental de tomar distancia y que debía escribir por un tiempo, hasta que la sociedad me diera el pasaporte a la adultez, sobre conejitos, flores, familia etc. Puajjj!!! Que aburrimiento la cabeza así no responde, condicionada solo a lo que conozco? Como sabría esta buena mujer lo que yo conocía ? mi cabeza se negaba a emitir ni una letra, ni un párrafo ni una estrofa.

Se durmió mi arte justo, justo, cuando alboreaba. Un día, tiempo después descubrí una novela “ María” de Jorge Isaacs. Un novelista y poeta colombiano, del movimiento romántico, cuyo mayor acierto o por lo menos el mas conocido, fue esta obra que se estudiaba en la escuela, en literatura por supuesto. Es así como al encargarnos una reseña de opinión sobre la obra, pude dejar volar nuevamente mi imaginación esta vez con la anuencia de los mayores. Fue. Todo un éxito. Me lo publicaron en el diario local con una foto de la época, que aunque conservo por los buenos oficios de una hermana, no tendréis el gusto de ver. Sin embargo, la vida me llevo por otros derroteros y durante mucho tiempo no cogí la pluma para volver a escribir, quizá me hubiera inspirado un gato negro o tal vez la inspiración hubiera venido de la mano de una tienda de especias porteña “ El gato negro” ya que es una tienda tradicional que cuenta con casi 100 años de trayectoria y perderse en sus pasillos entre hierbas aromáticas te transporta a un mundo desconocido de placeres imprevistos……pero esto esto ya es otra historia y tal vez y solo tal vez algún día les hablaré del Hipocrás.


Alicia Gaona



 

LA PRIMERA VEZ
 

Sigiloso, sopesando sus pasos, Ángel se aprestó a cruzar la cocina desierta, en la oscuridad de la noche. Una puerta más -despacio, no vayan a oírme, lo que estás haciendo no está bien, si me descubren moriré de vergüenza- Atravesó la línea, abrió despacito la puerta que daba al pasillo y cruzó el umbral. Frente a él el armario de dos puertas que hacia las veces de despensa. Abrió, con lentitud agobiante, temeroso de su típico chirriar, muy audible en aquel silencio somnoliento, sudando sus axilas, una hoja, después la otra y penetró su misterio. En el estante superior estaba, como  temeroso ansiaba,  el monedero materno. Acerco sus frágiles dedos diminutos a la gacheta y, temblando, presionó el cerramiento. Su apertura inmediata lo sorprendió con un sobresalto que casi le hizo dejarlo caer en el suelo. Tembló de pies a cabeza pero su empeño pudo más que sus emociones y siguió adelante. Aquella fue la primera vez y, aunque el sentimiento de culpa nunca desapareció totalmente, la rutina amordazó sus emociones y cada vez controlaba mejor sus nervios. Lo había conseguido y aquella victoria sobre si mismo fue lo que acabó con él.
 

Diego Pérez Sánchez


 

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¡QUÉ SUSTO!

 

¡QUÉ SUSTO!*

(el terror es un excelente aliado de poder)

Por Franjamares 

Alberto tiene suscrita una hipoteca millonaria como tantos otros clientes numerados. Inflamada durante el boom inmobiliario, concedida por un apartamento de escasos 60 metros cuadrados, cuyo valor real no vale ni la mitad, esta trampa se engulle cada mes el 60 por ciento de su sueldo como administrativo, y actúa como una pesada loza sobre su economía domestica de tipo medio. Él mismo, siendo más realista, después de que su mujer perdiera su trabajo, califica ahora su estatus más que de medio de mediocre. Una mediocridad en números rojos que amenaza sin ambages su único título de propiedad, su deuda gigante en la vida, su pequeña casa.

   Por todo esto, Alberto tarda en conciliar el sueño durante las horas dilatadas de la noche, sobre todo desde que estalló la última crisis. Trata de borrar de su cabeza los supuestos problemas económicos por los que atraviesa su empresa, una gestoría de renombre con cartera de seguros y administración de fincas. Dificultades contables que a cada momento cacarea su jefe, que por otra parte no es su jefe, sino un gerente de tres al cuarto, corto de vista, y largo de lengua. Acaso también por esto Alberto huye de su apartamento con su familia todos los domingos que puede, que no son muchos; y a menudo pasea a solas y a deshoras por el parque del barrio, entre los columpios desvencijados que los críos ya no usan, como si en ellos viera el futuro roto y abandonado de un sistema de vida obsoleto basado en la competitividad y en el miedo.

   De un tiempo acá anda con el susto en la boca del estómago; lleva un hay silencioso en la punta de la lengua cuyo ácido poco a poco parece perforar sus tripas. Qué susto si esta crisis fuerza a reducir personal en su empresa; qué susto si le toca a él la china y quien acaba en la puta calle no es otro sino él; qué susto si no pudiera pagar los plazos de la hipoteca, si nadie puede ayudarle y todo termina en una nota de juzgado por desahucio; qué susto si los gorilas del banco entran a punta de orden en su casa para llevarse hasta la ropa del pequeño…

   Y Qué susto si su mujer lo dejara al haberse vuelto entonces un hombre sin empleo ni futuro. Los diez años que tardó en convencerla para que se casara con él, la poca fe en sus posibilidades, que es recelo propio más que de su mujer, parecen oprimir de nuevo su corazón de hombre asustado, y este peso acaba licuado en bolsas de fatiga bajo sus párpados insomnes, que empañan con su vaho de tensión y desconfianza, la luz de su mirada.

   “Un hombre no puede vivir con tanto miedo”, se dice esta noche en el parque viendo las cadenas rotas de un balancín (última fechoría de los chicos del barrio) de las que cuelga, a un lado y otro, el asiento partido, como si fueran los cimientos de su propia casa. “Un hombre tendría que vivir sabiendo que su futuro depende de su esfuerzo personal y colectivo y no de las veleidades o las maldades de un modelo económico inhumano”.

   Esa noche repasó con su almohada todos los sustos que logró recordar, primero le vinieron los recibidos durante meses por los distintos informativos: invasiones, guerras, atentados terroristas, crisis financieras, recesiones globales con efectos de deflación, aviso (eso decían los “expertos” del café de la oficina), de una posterior hiperinflación, demoledora ésta, que barrería sin remedio la economía mundial y sumiría en el paro y la pobreza a millones de personas. ¿Estaba él ente ellas?

   Más tarde, hiperdesvelado por el insomnio, le vienen por puro fastidio otros sutillos: Que si lo para otra vez la guardia civil de tráfico (como le pasó hace unas semanas) o lo retratan al volante (como le contó un amigo) y por algún despistillo casual acaban por quitarle un puñado de puntos; ya no le quedan suficientes y tendría que ir forzosamente a la autoescuela… Que si le meten un paquete en forma de sanción o suspenden su servicio de Internet por bajarse unas canciones o unas pelis para verlas su mujer antes de ir a la cama; leyó en el periódico que algo de eso estaban urdiendo… Que si se encuentra un papelillo doblado de multa por haberse excedido unos minutos en la zona azul… Que si le entran a robar al piso como dicen que está ocurriendo en el barrio…

   Va camino de las enfermedades cuando se queda por fin dormido. Tal vez el agotamiento de verse en el cuartelillo, jodido e impotente, denunciando el robo, roba sus últimas reticencias contra Morfeo.

   ¡Qué susto! El despertador ha trepanado su cabeza borrando de cuajo su último sueño. Esta mañana su reloj biológico no ha funcionado y las molestias al respirar le avisan de un día asqueroso con la alergia. Tal vez la culpa (otro susto) la tengan esas estelas químicas que fumigan a diario los dichosos aviones fantasma. Además, cree que al levantarse ha puesto en el suelo la pierna izquierda y al afeitarse se ha cortado tres veces, sólo falta que se cruce con un gato negro al salir a la calle…

   Con todo llega a tiempo al garaje y entra en su coche pero comete un fallo, pone las noticias en lugar del cd del pianista cubano que tanto le gusta. Tiene entonces una sensación extraña, todas estas cosas las ha vivido antes, pero no es un recuerdo cotidiano sino una especie de deja vu que lo deja detenido y pensativo frente a la puerta automática de la cochera, la cual ante su eclipsamiento se cierra frente al parachoques tras agotar su tiempo. Tiene que apretar de nuevo el mando a distancia para salir por fin a la calle. Lo primero que encuentra es a una mujer joven andando con una mascarilla que le cubre nariz y boca; a la sazón el locutor en la radio parece más bien el de una película americana de catástrofes.

   La gripe que llamaban porcina y ahora A, que parece ser una variante además de la gripe aviar y de la humana, que ningún experto se explica como ha podido mutar tan rápido de forma natural, saltándose la barrera biológica de las especies, para contagiarse de persona a persona con inusitada virulencia, esta influenza criminal se está expandiendo por toda Norteamérica, sobre todo en México, donde ya ha causado la muerte de decenas de individuos, los más afectados jóvenes de 20 a 50 años… Y también ha saltado a puntos de Europa, principalmente en España, donde ya se han contabilizado centenares de casos. Las autoridades sanitarias avisan de la gravedad del brote y de que puede tratarse de una pandemia de consecuencias impredecibles. Y, para colmo, hay un invitado en la radio que afirma que la última gran pandemia fue la de los años 1918-19, y que según estudios recientes se calcula que el número de muertos a nivel global por causa directa de aquella influenza (mal llamada española) rondó entre los 50 y los 100 millones de personas.

   ¡Qué susto! Afirma ahora Alberto con rotundidad. Y reflexiona: “Todavía con la crisis la cosa era jodida pero no tanto, si pierdes el trabajo y más tarde el subsidio, todavía puedes buscarte la vida con imaginación, e incluso organizarte para cambiar las cosas o empezar incluso una suerte de revolución… Pero con este terrorismo biológico nos van a eliminar enseguida, nos van a borrar del mapa antes de que reaccionemos. ¡Coño!, exclama para sí, ¡qué virus más raro!, si los afectados son casi en su totalidad jóvenes entre los 20 y los 50 años, con esto no hay siquiera que leer entrelineas, resulta meridianamente claro que estos cabrones que controlan el cotarro global quieren cargarse a las capas más jóvenes y rebeldes de la sociedad, para así evitar posibles revueltas sociales o revoluciones que pongan en riesgo su negocio, que acaben con su sistema, con el banquete al que sólo ellos están invitados y para el que los demás mortales sobramos. Ya lo dijo Maltthus hace dos siglos, y ahora los príncipes “verdes” del WWF, Felipe y Bernardo, lo reafirman: para que el mundo con toda su diversidad biológica sea sostenible la población mundial tiene que reducirse drásticamente de los 6,5 millones de habitantes actuales a no más de 2.

   ¡Terror en las filas! ¿Estaremos invitados a ese banquete? Se dice Alberto que enseguida piensa en su hija de dos años y en su mujer. Es mejor que hoy no vaya a la oficina. No puede perder tiempo. Debería de preparar muchas cosas. La casa vieja del pueblo les espera, fue donde nació su padre y que ahora está medio abandonada. Allí la gripe seguro que no llega. Sólo tienen que sacar del banco los exiguos ahorros, comprar comida en abundancia y conducir sin perder tiempo hasta la ladea. El resto lo escucharán por la radio.

   Con esta idea llega al parking de la oficina. La realidad cae sobre él como un plomo invisible. Se topa con su encargado que mira el reloj con gesto helado. Pasan dos minutos de las nueve de la mañana y Alberto va a fichar un día más en su puesto de trabajo. Sin embargo su actitud ha cambiado, cree que no es solución la huída, que tiene que superar sus miedos y sus cadenas, empezado por sí mismo, por su espacio cotidiano.

   Cuando llega a su mesa ve una mascarilla encima del teclado, mira en derredor y descubre a todos sus compañeros como si estuvieran en una sala de operaciones. “Ponte la mascarilla”, le ordena una voz tamizada que surge desde atrás. “Son cinco euros”, se te descontarán de la nómina. En esta pesadilla matutina, su jefe el gafotas, también lleva mascarilla. Poniéndose el cubreboca ante la mirada alienada y desconfiada de los demás, vuelve a pensar que tal vez la mejor idea era la de la huída. 

* A propósito de los temas: “¡Qué susto!”, “El gato negro”, “Entrelíneas”. Tertulia Entrelíneas, Nerja, mayo 2009.
 

Javier Martín Franco

 

 

¡QUÉ SUSTO!

 

Diálogo entre dos palabras aterrorizadas huidas de cualquier tertulia:


 

Cuando oí que algunos tertulianos llevaban gomas en el bolsillo, salí corriendo . . .


 

Jo, ¡qué susto . . .!


 

Sí, menos mal que también he oído que hay un grupo muy ruidoso que está en contra de las gomas.


 

¿Una ONG que nos protege?


 

No sé, es un grupo un poco raro . . .


 

¿Y cómo dices que se llaman?


 

Vati ano, o Vaticano, o algo así . . .


 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

¡QUÉ SUSTO!


Mi primer susto no lo recuerdo, la naturaleza nunca es cruel y siempre nos evita dolores inútiles para sobrevivir o crecer, ¿qué se puede aprender de la brutalidad con que se nos suele traer al mundo?

Luego empezaron las lecciones:


 

El susto ante una discusión de mis padres, la lección de que las personas discuten, incluso las más cercanas.


 

El susto de una máscara a los seis años, la lección de que las apariencias engañan y que las máscaras esconden rostros que se esconden tras la máscara que esconden rostros.


 

El susto de descubrir que tus padres son extranjeros y extraños en la tierra donde vives, la lección de que si siempre eres extranjero, ninguna bandera te ata, sólo las personas y las costumbres de cada lugar.


 

El susto al descubrir un dios extraño reflejado en dos libros contradictorios: o es ira o es amor, la lección de que cualquiera puede decirse portavoz de cualquier dios.


 

El susto de los primeros besos, la lección de que lo tenido por maravilloso e inalcanzable puede llegar a ser cotidiano y hasta monótono por repetido.


 

El susto de la frialdad de un arma en la mano, la lección de que en alguna parte debía estar muy asustado para prestarme a ese juego.


 

El susto ante la incomprensión, la lección de la esperanza de aprender.

Cada día, nuevos sustos y nuevas lecciones . . .


 

Y el susto final al descubrir que la realidad de los hechos se disuelve en el ácido de los miedos, y que esa fantasía envenenada pasa a diario a ser nuestra realidad . . . Joder, ¡qué susto!


 

Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net



 

¡QUÉ SUSTO!
 

Las fronteras son ideas de las fronteras. Las letras limitan y las palabras ningunean. Es en el espacio entre las líneas que puede está el contenido.

Siento, veo y creo. El eterno retorno. El ser encerrado en su cuerpo vicioso, girando en círculos, atrapado, atraído por ese imán que es lo conocido, lo pasado, lo seguro…unidos a ello, alimentados por el odio, por el miedo, luchando y pataleando…disimulando. No nos atrevemos a cruzar la frontera, a atravesar la línea, mirar directamente al vacío, desnudar de ideas las emociones, dejar de jugar al escondite…que lo hagan ellos primero…miedo a repetir heridas…temor a perder la inseguridad querida, conocida, acariciada tanto tiempo- hemos olvidado cuánto.

Es mentira que nos tiente lo nuevo. El cambio es la amenaza. Nos defendemos con todas nuestras armas. Cuando nos llegue la muerte… ¡qué susto!...cerraremos los ojos para no verla…o la miraremos espantados. Y, por tanto, ¿en que se ha convertido nuestra vida? Nosotros, la concatenación de actos aprendidos, repetidos con saciedad…enamorados del “déjà vu”, aferrados a una identidad que, en el mejor de los casos, no es más que un conjunto de ideas anticuadas, pasadas de moda, articuladas por una memoria salvadora, archivadas en un libro de historia personal que no dice nada sobre nosotros sino de nuestros proyectos y proyecciones. Después diremos nosotros y pensaremos en ese libro anticuado que guardamos como un tesoro, y nuestra mente –metonimia morbosa-generará endorfinas cada vez que nos recordemos que somos ese ser único, preciso y definido. Viciosos, nos masturbaremos con la idea, expectantes del placer que nos produce la respuesta hormonal, satisfechos de su efecto siempre renovado, estimulante manifestación de la vida, en oposición a nuestro ego-libro, residuo irreciclable de un tiempo siempre acabado. Sí, tiempo perdido. Cuando llegue la muerte, ¡qué susto! ¡Si aún no habíamos empezado!


Diego Pérez Sánchez

 


¡QUÉ SUSTO! - EL GATO NEGRO

 

Aún resuenan en el asfalto los ecos de la Semana Santa .El agudo sonido de los neumáticos emula las películas de acción y persecuciones. ¿Qué susto!

Y encima un gato negro. Mientras transito por la ciudad dormida, mis paso resuenan también en el asfalto y con las luces nocturnas los rostros parecen blanquecinos. Mi insomnio me ha llevado una vez más a transitar por las calles semidesiertas en el umbral de la madrugada, cuando los más mañaneros llevan horas durmiendo y los trasnochadores pasean su alegría embotada por el alcohol y las horas robadas al sueño. Mis ojos se han topado con una luz encendida de un edificio que ya descansa; se tratara de algún insomne como yo, que estará matando las horas delante del televisor.

Para mi sorpresa alguien se asoma, se nota la primavera, la gente ya siente el calorcillo nocturno y hasta nos atrevemos a abrir las ventanas. Me parece distinguir un rostro masculino, exhalando pausado el humo de un cigarrillo.

Me hace señales?será de verdad a mi no debí haberme parado a mirar tan abiertamente. Pues debe ser a mí porque ahora agita el brazo con fuerza y me indica el portal. Apresuro mis pasos en la noche asustado; puede tratarse de cualquier loco. A lo mejor acaba de matar a alguien y pretende que suba para cargar con el muerto. En la noche se esconden los sueños y las pesadillas; nos movemos a tientas en la oscuridad y de ella puede surgir lo mejor o lo más terrorífico. Siguen resonando en el asfalto los ecos de la Semana Santa .Encamino mis pasos hacia mi casa, por un momento he tenido la sensación de no saber donde estoy, intento correr pero no puedo, no puedo moverme, qué me pasa? Me despierto sudando. Son las siete y cuarto.

Estoy en mi habitación,ha sido todo un mal sueño.

 

Begoña Ramírez

 

 

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ENTRE LÍNEAS


ENTRE LÍNEAS


Entre líneas intentando comprender apenas algo de cuanto nos rodea, entre líneas, con fe en no creer, con fe en la no fe verdadera.

Entre líneas y sin acentos, entre líneas, la vida dibujando. En la línea de la memoria, el viento, en el horizonte, la certeza flotando.

Entre líneas, respetando la verdad, mientras descubrimos sus mil caras. Entre líneas, entre amigos, entre textos, cosechando claras palabras claras.

Entre líneas suaves vagaremos, hasta encontrar el fluir de palabras de perfecto significado imperfecto, de vago mensaje, vivas y aladas.

Entre líneas, entre palabras, entre acuerdos, entre todos, entrevistemos a la vida disfrazada de entrelineas, y dibujemos su sonrisa más clara.


Nekovidal 2009 –
nekovidal@arteslibres.net



 

ENTRE LÍNEAS


Fructuoso se saltó la línea de la cordura y cayó en un estado afectivo lamentable, de intensa alteración, perdiendo el control de las emociones. Al cabo de un tiempo la fisonomía le fue cambiando, era otro. Se fue dejando la barba, la alimentación acostumbrada, incluso el trabajo, y se abandonó a su suerte.

No se arreglaba, y llegó a perder la línea tan esmerada que había conservado siempre, tanto en el comer y como en el comportamiento con familiares y amigos. Comenzó a engordar, adquiriendo una obesidad mórbida. Se planteó el acudir a un cirujano para que lo interviniese, arrancando lo que hiciera falta. Estaba dispuesto a todo, no le agradaba la nueva imagen que tenía. Aunque pasó un período en que no le importaba, que le daba los mismo ocho que ochenta. Ahora, sin embargo, se encontraba atrapado en el quiero pero no puedo y se veía impedido para muchas labores, debido a la carga que transportaba a cada paso que daba sobre las maltrechas piernas. Quería quitarse unos sesenta kilos de golpe, lo tenía más que asumido, en algunas cuestiones era inflexible.


Un día se le apeteció darse un baño y se zambulló de cabeza en las saladas aguas del mediterráneo, al borde de las rocas.

Nada más contactar con el agua notó un incipiente hormigueo en la planta del pie, no era martes ni trece ni creía en esas zarandajas, pero hete aquí que de repente sintió como el roce de una roca, o algo que no podía precisar con exactitud que lo turbó en exceso en los inicios, entre el balanceo rítmico de las olas, aunque no le otorgó mucha trascendencia, calibrando que no era para tanto, hasta que se fue cerciorando con más certeza conforme se acercaba nadando a las rocas.

El percance fue en aumento, creciendo en intensidad, provocándole unas vibraciones galopantes y extrañas cada vez con mayor contundencia, y al verificar que no se detenían ahí, -pese a los diferentes ejercicios que puso en práctica aprendidos de cuando practicaba natación en sus años de mili con el duro monitor que le tocó en suerte-, sino que subían piernas arriba, extendiéndose como una corrosiva sombra por un vasto bosque como el que no hace la cosa, y seguía extendiéndose por los vericuetos de los principales miembros y extremidades del cuerpo. Eran unos calambres fuera de lo común, que no acertaba a explicarse, ni recordaba que le hubiese acontecido jamás desde que tenía uso de razón.

Son contratiempos que se atraviesan en el camino, pensó, y no se le encuentra fundamentos y suelen pasar desapercibidos en un primer término, pero que ya advertían de que la muerte le pisaba los talones, pues se quedaba varado en pleno oleaje de una mar embravecida, no lejos de las rocas, aunque expuesto a los mayores peligros, corrientes inesperadas, ataques por sorpresa de cualquier inquilino advenedizo, y sin bote salvavidas ni siquiera unos brotes de esperanza. No podía avanzar ni un milímetro, y a malas penas flotaba en aquella encerrona que se le había venido encima, moviendo como loco piernas y brazos, ya que se asfixiaba de forma galopante, permaneciendo inmovilizado en medio del juego marítimo, como si estuviese en una enorme balsa aislado en el desierto, mirando con rabia e impotencia hacia las rocas, como desvalido bebé a la madre, también inmóviles, que las ubicaba cada vez más en la lejanía, intentando con uñas y dientes caer lo antes posible en los brazos rocosos.


Pero cuál no sería su estupor cuando atisbó a su espalda, no muy distante de donde se encontraba, una descomunal sombra de algún cuerpo u objeto que, al sumergirse tal vez asustado, provocó un espectacular y malintencionado alboroto, en que las aguas pugnaban entre sí con todo el coraje del mundo, tirando cada una por su lado haciéndose añicos o moñeándose, como si quisieran llevarse el agua a su molino, en un bárbaro combate entre tribus rivales, con visos de un histérico tornado que no se avenía a razones, en un haz de colores confusos, entre verde-oscuro y reluciente añil, impulsado desde las hondas simas subacuáticas. Un desconocido producto expulsado por algún monstruo marino, que en esos momentos hubiese cruzado atemorizado por aquellos parajes, y hubiera defecado de súbito por necesidad, como protección por haber percibido ondas extrañas en las escamas y se sintiera preso de un ataque de pánico, o pretendiera tomarse la justicia por su mano, pensando siempre que el que da primero da dos veces, en caso de que algún osado salteador de caminos lo abordase.

Al ver las oscuras e intratables aguas, leía entre líneas casi sin darse cuenta varios guiones, que algo gordo podría estar maquinándose por aquellos contornos, si bien no quería creérselo, aunque le generaba no poco desasosiego. No concebía en su atolondrada cabeza las diferentes medidas ni fisonomía del bicharraco que a lo mejor merodeaba por allí, y se cuestionaba con inquietud si sería un tiburón, o un gigante cachalote que se hubiese descolgado de los suyos por algún tirón muscular en alta mar, y bogara a la deriva.

Una gélida angustia se apoderó de él, y temía que lo quitaran del medio de un zarpazo, borrándolo del mapa en menos de lo que canta un gallo. Y ni corto ni perezoso exclamó con la moral por los suelos ¡santo cielos, qué susto más grande!, añadiendo a renglón seguido, ¡tierra trágame!

Por otra parte, tampoco le apetecía leer entre líneas los renglones verídicos de la historia de Moby Dick, cuando el viento aumentó hasta convertirse en un aullido. Los negros nubarrones chocaban como toros bravíos entre sí, y la tormenta de repente rugió, se partió en pedazos, y crepitó en torno a los que estaban presentes, como un fuego incendiario que arrasara los campos y vaciara balsas y lagos, arrastrándolo todo alocadamente al mal, a la perversión. Y todo se hizo de noche.

Se le obstruyeron los sentidos, perdiendo la dirección de la línea que se había trazado, cosa que nunca le había pasado por la imaginación, y todo por tirarse de cabeza en aquellas malignas aguas, que peinaban tan ariscas rocas, que se revolcaban prepotentes y envidiosas ante su presencia, como si las piedras pronunciaran frases al viento no muy cálidas aquella mañana gris. Era un recodo desconocido para él, algo retirado del punto de otras veces, a donde solía acudir a bañarse los fines de semana, o en los puentes que construía en la empresa siempre que podía, a fin de huir de la rutina y de la guerra diaria.

Entonces ocurrió que la mar se oscureció de golpe, tan pronto como se zambulló en las frías aguas, y sin percatarse de los guiños envenenados que le lanzaban las gaviotas golpeando la superficie, como a traición, se fraguó un alevoso tifón que lo envolvió, hocicándolo en las sombrías profundidades, inyectándole la misma muerte en las venas, una claustrofobia que le impedía revolverse, respirar, durándole una eternidad. En tal estado le era imposible leer entra líneas rectas ni curvas y menos verticales. Perdió la verticalidad vital, y se le desvanecieron los cimientos de los pilares edificados. La obesidad mórbida acabó con Fructuoso, diluyéndose como minúsculas gotitas de agua en el inmenso mar.


José Guerrero Ruiz



 

ENTRE LÍNEAS
 

Entre líneas caminamos como sonámbulos

en apariencia despiertos, pero con el corazón dormido.

 

Entre líneas vivimos el día a día

sin que nada nos saque de nuestra inconciencia.

Hemos tenido que anestesiarnos de la vida,

hemos tenido que dormitar en ensueños fugaces,

en corazones rotos, bolsillos partidos,

ausencia de solidaridad.

 

A veces entre líneas vemos el horizonte y un destello

de conciencia quiere aparecer de la nada,

pero así entre líneas se borra antes de germinar.



Entre lineas, sin conciencia, sin afectos, sin dolores,

sin alegrías y sin vivencias…… sobrevivimos.


Alicia Gaona


 

ENTRE LÍNEAS
 

-Para ti es mucho más fácil. Vivir sin dioses es como quedarse huérfano.

Tú solo te buscas las respuestas, en ti está hacer lo bueno o lo malo, te conviertes en tu propio referente y tu propio juez. No actúas en función del potencial castigo o recompensa sino según tu propia humanidad. OH si amigo mío, realmente vivir con un Dios que ejerce de padre toda la vida es mucho más cómodo.

Raúl miró a su amigo con perplejidad; no era la primera vez que tenían una conversión de este tipo, pero sí la primera que lo veía tan cabreado.

-Bueno- respondió Raúl- creo que ya hemos llegado a un momento en nuestro desarrollo humano en el que cada uno debería ser libre de elegir si prefiere o no vivir mediatizado por una religión sea la que sea.

-Ese es el problema –contestó Alfonso todavía enfadado-que la posibilidad de elegir surgiría del conocimiento, tanto de nuestros mecanismos humanos como de la propia evolución de las religiones a lo largo de los siglos. Pero las motivaciones fundamentales del apego a la religión suelen ser el desconocimiento y el miedo mezclado con esa necesidad de amor y cariño que todos tenemos y que tanto nos cuesta desarrollar de forma sana.

-Bueno amigo-replicó Raúl tratando de tranquilizar a su amigo al que percibía mas nervioso de lo habitual-¿Qué tal van las cosas con Rosa?

Alfonso dejó por unos minutos su mirada suspendida en el aire, buscando un inexistente punto en un imaginado infinito. Por fin suspiró profundamente y comenzó a hablar despacio,

Digamos que me estoy acostumbrando a leer entre líneas, no es muy explícita en lo que a nuestra relación se refiere. Seguimos juntos, doy por supuesto que me sigue amando porque sino qué sentido tendría todo. Pero su hermetismo me exaspera a veces. Creo que tiene miedo al compromiso,

Supongo que verá amenazada su libertad. Pero una pareja necesita bases sólidas para crecer. Elegir un camino es algo que hacemos de forma habitual cada día a cada segundo. No se puede caminar con un pie en cada sendero, el peligro de traspiés se multiplica. Y es una pena porque yo la quiero de verdad. Pero su inseguridad me desmonta amigo.

- ¿Lo has hablado con ella?-Susurró Raúl intentando no romper el instante íntimo que compartía con su amigo.

-Digamos que lo he intentado mil veces, pero no es fácil la comunicación cuando una persona no quiere comunicarse. Sólo en contadas ocasiones hemos hablado íntimamente sin que medie ese muro invisible que mantiene cercados sus sentimientos, sinceramente no sé si es inseguridad, miedo, a veces hasta creo que es idiota o que lo somos los dos.

Sólo la siento realmente entregada a través del sexo y no siempre. Tal vez le pido demasiado. Creo que el sexo nos une de nuevo a la naturaleza, a nuestra propia naturaleza. Es una conexión con nuestra esencia. Por eso es tan importante y a la vez tan necesario, pero hemos convertido la sexualidad en un instrumento más de desarraigo. En otro bien de consumo, como las casas o los coches, hemos convertido la vida en un mercado de compra venta y andamos todos algo perdidos. Tal vez por eso las relaciones duren tan poco o sean tan superficiales.


Begoña Ramírez

 

 

La tertulia de los viernes*

 Por Franjamares

He estado todo el día pensando en cómo podía ser el nuevo lugar de encuentro con los compañeros de la tertulia, no tanto el lugar físico el cual a poco que funcionara la empresa iría tomando el aspecto agradable de todas aquellas voluntades reunidas. Hay que pensar más bien en el lugar de las energías íntimas, de las relaciones conjuntas, en el espacio emocional que ocuparían todas esas personas llenas de ganas de reunirse para charlar y escribir sobre la vida. He paseado y pensado, y dando vueltas a la cabeza me digo:

   Puede ser un lugar donde el sol se proyecte en las paredes con la misma claridad que alumbra los corazones y las mentes de los que lo conforman.

   Un lugar donde en el ambiente siempre flote el éter de la inspiración y el oxigeno llene los pulmones de buen humor y sentido común.

   Un lugar en donde las personas escuchen con los oídos del alma a otras personas, donde no prevalezca la competitividad entre los escritos de unos y otros, ni la comparación que no sea entendida como mosaico de voces, taracea de opiniones, convergentes o divergentes, pero siempre respetuosas.

   Ha de ser también un lugar donde el pensamiento libre vuele por los firmamentos y las dimensiones más diversas, que abarque el análisis racional, la digresión intelectual, o el aleteo veleidoso de la imaginación y la fantasía.

   Un lugar donde establecer complicidades que sirvan para entender mejor los minutos y las horas en esta vida. Donde la amistad, a poder ser, sea corazonada y no compromiso.

   Un lugar de fuente y suma para crecer por dentro y por fuera.

   Un lugar donde las normas de convivencia contengan las aristas del respeto y la tolerancia, donde prime la libertad poliédrica como compendio de todas las libertades.

   Un lugar donde asomarse al balcón de las palabras, para lanzarlas al viento, recitadas, leías o incluso gritadas, para intercalarlas con los silencios y los justos sorbos de vino.

   Un lugar para pasear sin ambages ni caminos, donde el andar sea la senda y de su movimiento broten las ideas y los escritos con las que llenar nuestro recorrido juntos.

   Un lugar de intercambio y no de robo de energías, donde las farsas lleven máscara transparente, donde no haya hueco para los que no saben reír, porque no saben distanciarse de sí mismos.

   Un lugar también para el debate y la confrontación, siempre pacífica.

   Pero por encima de todo un lugar para la tertulia, la tertulia de los viernes, día del calendario en honor del mito de Venus, diosa del amor, la belleza y la fertilidad.

   “Todas estas cosas –me digo acabando el paseo– pueden definir este lugar. En cuanto llegue a casa, trataré de plasmarlo con palabras frente al teclado, si es que retengo a salvo todo este caudal”.

   Por ello a remate me lamento: “Voy a tener que echarme al bolsillo la libretilla de campo”.  

   *A propósito del tema “cómo nos gustaría que fuese la nueva tertulia
 

Javier Martín Franco


 

UNA TERTULIA PARA COMPARTIR


Una tertulia para compartir inquietudes, para relajarse y sentirse abrigado por las lecturas propias y ajenas. Sin totems ni tabúes, respetando absolutamente a las personas, piensen lo que piensen, pues aquí no se valoran las ideas, siempre tan discutibles. Valoraremos los sentimientos, sin discutirlos, y en esto al grupo no le debe caber ninguna duda. Apoyar a cualquiera que desee expresar sus emociones a través de sus escritos, en forma de ideas, con libertad absoluta de expresión, sin censura previa, aunque el grupo pueda después amonestar lo impertinente, lo que por personal pueda ser mezquino y, sobre todo, podrá apreciar lo tierno y lo sublime siempre que se manifieste, ayudando así a multiplicarlo. El espíritu del grupo habrá de ser lo suficientemente grande, para poder gestionar generosamente la mezquindad accidental del interesado, diluyéndola y trasformándola en creatividad. Por ello y para ello, los escritos deben ser sagrados y escucharse religiosamente, o no escucharse, en respetuoso silencio. En ellos tenemos que poder expresar todo lo que nos concierne y emociona, lo que nos preocupa o ilusiona, esté o no relacionado con el grupo; diluyendo nuestra personalidad en la esencia de la comunicación, eliminando todo juicio personal, pues la personalidad no es sino el reflejo de lo que vemos, que cambia a cada instante. En evolución constante, manifestamos nuestro último avance; que no es comparable al de ningún otro, pues la evolución no es lineal, y no es por tanto evaluable ni sentenciable. Todos iguales en el camino.

 

Hablemos entonces de la belleza y su tragedia, de la vida y de la muerte, de la avaricia y del arrojo, de la vergüenza y del conocimiento, de la verdad y de la mentira, de deseos y frustraciones, de nosotros mismos y, siempre y a todas horas, del amor y las emociones, del amor sin reflejos, del amor sin nosotros.

 

Quiero imaginar una tertulia generosa, en la que lo importante no sea tanto qué se ha dicho, menos aún quién lo ha dicho, sino cómo se ha escuchado, porque esto y no otra cosa es la creatividad.

 

Por tanto, yo llamaría a esta tertulia que comienza: “Teescuchamos”.

 

Diego Pérez Sánchez

 

 

 

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